PRESBÍTERO
AL REVESTIRSE PARA CELEBRAR LA SANTA MISA
ORACIONES PREPARATORIAS A LA CELEBRACIÓN
El celebrante se lava las manos y pide se le conceda la virtud de la pureza:
Da, Señor, la virtud a mis manos
para que toda mancha sea removida
y pueda servirte con una mente y un cuerpo puros.
El amito representa el casco de la salud espiritual y símbolo de resistencia con la tentación:
Impón, Señor, sobre mi cabeza
el casco de la salud,
para combatir las asechanzas diabólicas.
El alba simboliza la inocencia inmaculada que debe resplandecer en toda la vida del sacerdote:
Purifica, Señor, y limpia mi corazón,
para que purificado con la sangre del Cordero
merezca el gozo sempiterno.
El cíngulo simboliza la virtud de la castidad:
Cíñeme, Señor, con el cíngulo de la pureza
y extingue en mí la llama de la pasión,
para que permanezca en mí la virtud de la continencia y castidad.
La estola es un símbolo de inmortalidad y signo de la dignidad del sacerdocio ministerial:
Devuélveme, Señor, el estado de inmortalidad,
que perdimos con el pecado de nuestros primeros padres: y, aunque
indigno de acercarme a tu sagrado misterio concédeme la eterna
gloria.
La casulla es el emblema de la caridad que hace el yugo de Cristo suave y ligero:
Señor, que dijiste:
"Mi yugo es suave y mi carga ligera";
haz que lo lleve de tal manera, que me haga digno de conseguir tu
gracia. Amén.
ORACIÓN DE SAN AMBROSIO
¡Oh mi piadoso Señor Jesucristo! Yo pecador, sin presumir de mis
méritos, sino confiando en tu bondad y misericordia, temo y vacilo al
acercarme a la mesa de tu dulcísimo convite, pues tengo el cuerpo y
el alma manchados por muchos pecados, y no he guardado con
prudencia mis pensamientos y mi lengua.
Por eso, oh Dios bondadoso, oh tremenda Majestad, yo, que soy un
miserable lleno de angustias, acudo a ti, fuente de misericordia; a ti
voy para que me sanes, bajo tu protección me pongo, y confío tener
como salvador a quien no me atrevería a mirar como juez.
A ti, Señor, muestro mis heridas y presento mis flaquezas. Sé que mis
pecados son muchos y grandes, y me causan temor, más espero en tu
infinita misericordia. Oh Señor Jesucristo, Rey eterno, Dios y
hombre, clavado en la cruz por los hombres: mírame con tus ojos
misericordiosos, oye a quien en ti espera; Tú que eres fuente
inagotable de perdón, ten piedad de mis miserias y pecados.
Salve, víctima de salvación inmolada por mí y por todos los hombres
en el patíbulo de la cruz. Salve, noble y preciosa sangre, que sales de
las llagas de mi Señor Jesucristo crucificado y lavas los pecados de
todo el mundo. Acuérdate, Señor, de esta criatura tuya, redimida por
tu sangre. Me arrepiento de haber pecado y deseo enmendar mis
errores.
Aleja de mí, Padre clementísimo, todas mis iniquidades y pecados,
para que, limpio de alma y cuerpo, sea digno de saborear al Santo de
los santos. Concédeme que esta santa comunión de tu cuerpo y de tu
sangre, que indigno me atrevo a recibir, sea el perdón de mis pecados,
la perfecta purificación de mis delitos, aleje mis malos pensamientos
y regenere mis buenos afectos; conceda eficacia salvadora a las obras
que a ti te agradan; y, finalmente, sea la firmísima defensa de mi
cuerpo y de mi alma contra las asechanzas de mis enemigos. Amén.
ORACIÓN DE SANTO TOMÁS DE AQUINO
Omnipotente y sempiterno Dios, he aquí que me acerco al sacramento
de tu unigénito Hijo Jesucristo, Señor nuestro; me acerco como un
enfermo al médico de la vida, como un inmundo a la fuente de la
misericordia, como un ciego a la luz de la claridad eterna, como un
pobre y necesitado al Señor de cielos y tierra.
Imploro la abundancia de Tu infinita generosidad para que te dignes
curar mi enfermedad, lavar mi impureza, iluminar mi ceguera,
remediar mi pobreza y vestir mi desnudez, para que me acerque a
recibir el Pan de los ángeles, al Rey de reyes y Señor de señores con
tanta reverencia y humildad, con tanta contrición y piedad, con tanta
pureza y fe, y con tal propósito e intención como conviene a la salud
de mi alma.
Te pido que me concedas recibir no sólo el sacramento del cuerpo y
de la sangre del Señor, sino la gracia y la virtud de ese sacramento.
Oh Dios benignísimo, concédeme recibir el cuerpo de tu unigénito
Hijo Jesucristo, Señor nuestro, nacido de Virgen María, de tal modo
que merezca ser incorporado a su cuerpo místico y contado entre sus
miembros.
Oh Padre amantísimo, concédeme contemplar eternamente a tu
querido Hijo, a quien, bajo el velo de la fe, me propongo recibir ahora.
Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo Dios, por los
siglos de los siglos. Amén.
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
Oh Madre de piedad y de misericordia,
Santísima Virgen María.
Yo, miserable e indigno pecador,
en ti confío con todo mi corazón y afecto;
y acudo a tu piedad, para que,
así como estuviste junto a tu dulcísimo Hijo
clavado en la cruz,
también estés junto a mí, miserable pecador,
y junto a todos los fieles que aquí y en toda la Santa
Iglesia vamos a participar de aquel divino sacrificio,
para que, ayudados con tu gracia,
ofrezcamos una hostia digna y aceptable
en la presencia de la suma y única Trinidad. Amén.
FÓRMULA DE INTENCIÓN DE LA MISA
Yo quiero celebrar el Santo sacrificio de la Misa
y hacer el Cuerpo y la Sangre
de Ntro. Sr. Jesucristo,
según el rito de la Santa Iglesia Romana,
para alabanza de Dios omnipotente
y de toda la Iglesia triunfante
para mi beneficio y el de toda la Iglesia militante,
por todos los que se encomendaron a mis oraciones
en general y en particular,
y por la feliz situación de la Santa Iglesia romana. Amén.
ORACIÓN DEL MONAGUILLO ANTES DE LA MISA
Oh Jesús, te adoro y te doy las gracias por haberme admitido al
servicio de tu altar como monaguillo.
Concédeme el don de la piedad, de la pureza, de la ciencia de la
doctrina cristiana y la liturgia.
Bendice a este grupo de monaguillos para que sea el jardín donde
florezcan las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa.
María Santísima y San José, enséñenme a amar, reverenciar y servir
a Jesucristo como ustedes hacen en la tierra y como hacen los ángeles
en el cielo. Amén.
ORACIONES DEL MONAGUILLO DESPUÉS DE LA MISA
Señor, bendito seas por el gran don de la Eucaristía. Una vez más me
has querido acercar a tu altar, sirviéndote a ti y a los hermanos.
Gracias por tu Palabra que me enseña, por todo lo que has hecho y
haces constantemente por mí; gracias por el sacerdote, imagen tuya,
que eres el buen Pastor de todo el rebaño; gracias por la comunidad
de los hermanos, que me ayudan a comprender que soy miembro de
la Iglesia; que una vez más nos has dado por amor.
Ayúdame, ahora, al volver a mi casa y a mis obligaciones de cada día,
a ser buen cristiano. Que sepa reconocer en cada persona a mi
hermano, que espera ser amado de todo corazón. Así no me apartaré
nunca de tu lado, aquí en la iglesia y también fuera de ella.
Madre de Dios y madre mía, intercede para que en todo lo que diga,
haga o piense, tu Hijo y Señor nuestro sea glorificado.
San José mi padre y señor, Ángel de mi guarda intercede por mí.
Amén.