HORA SANTA
PARA CATEQUISTAS
“ Cuando vayamos ante el Santísimo Sacramento, abramos
  nuestro corazón; nuestro buen Dios abrirá el suyo. Iremos a
  Él; Él vendrá a nosotros; uno para pedir, el otro para recibir.
  Será como un soplo del uno al otro.” — San Juan Maria Vianney
“ Lo más poderoso que podemos hacer sobre esta tierra con nuestro
  tiempo es emplearlo en la adoración eucarística. Nada puede hacer
  más para cambiar el mundo, para lograr la paz y para convertir los
  corazones.” — Manual para la Adoración Eucarística
 El tiempo que pasas con el Señor en la adoración eucarística te
 fortalece para tu ministerio catequético y te prepara para ser fiel
 testigo de Jesús, para introducir a la gente al misterio de Dios y para
 ayudar acompañar a otros en la vida cristiana.
 Comienza esta Hora Santa colocándote en una posición cómoda
 para tus oraciones. Respira lento y profundamente durante unos
 momentos, dejando que todo tu cuerpo se relaje. Deja que las
 preocupaciones y cargas con las que has estado lidiando se vayan
 desvaneciendo mientras permites que tu mente se vaya relajando
 junto con tu cuerpo. Mientras lees despacio estas oraciones, haz
 una pausa de vez en cuando para reflexionar sobre lo que has leído,
 escucha para que te hable Dios al corazón y te inspire en tu ministerio
 catequético.
 En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
 Oración inicial
 Amado Padre, derrama tu Espíritu Santo sobre mí para que pueda ser
 buen catequista de tu Palabra, tu Hijo, Jesucristo.
 Haz que mi mente y mi corazón sean tan abiertos y receptivos a tu
 Espíritu Santo que, como María, podre convertirme en un instrumento
 vivo de tu Palabra para los demás. Ayúdame a ser un testigo fiel de la
 vida del Evangelio para que tu Iglesia pueda estar cada vez más viva.
 Deja que el fuego de tu amor encienda mi corazón tanto que pueda ser
 un instrumento para atraer a otros a amarte en la Iglesia de tu Hijo. Te
 lo pido a través de Cristo nuestro Señor. Amén.
 Comunión espiritual
 Creo, Jesus mío, que estas real y verdaderamente en el cielo y en el
 Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo
 vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo
 ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.
 Y como si ya te hubiera recibido, te abrazo y me uno del todo a ti.
 Señor, no permitas que jamás me separe de ti. Amen.
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  El Ministerio del Catequista — Primera Reflexión
  Lee lentamente y reflexiona en el siguiente versículo de la Escritura:
 “ Hay diferentes dones espirituales, pero el Espíritu es el mismo. Hay
   diversos ministerios, pero el Señor es el mismo.” “Hay diversidad
   de obras, pero es el mismo Dios quien obra todo en todos. La
   manifestación del Espíritu que a cada uno se le da es para provecho
   común. A uno se le da, por el Espíritu, palabra de sabiduría; a otro,
   palabra de conocimiento según el mismo Espíritu; a otro, el don de
   la fe, por el Espíritu; a otro, el don de hacer curaciones, por el único
   Espíritu; a otro, poder de hacer milagros; a otro, profecía; a otro,
   reconocimiento de lo que viene del bueno o del mal espíritu; a otro,
   hablar en lenguas; a otro, interpretar lo que se dijo en lenguas.
   Y todo esto es obra del mismo y único Espíritu, que da a cada uno
   como quiere.” (1 Corintios 12,4-11)
  Reflexión
  Haz una pausa para reflexionar en las palabras de San Pablo y los
  dones espirituales que Dios te ha dado. Permítete descansar en la
  presencia de Jesús mientras reflexionas sobre los movimientos e
  impulsos del Espíritu Santo en tu vida y en tu ministerio.
•	 Medita en las circunstancias en las que fuiste llamado a tu ministerio
  catequético. ¿Dónde reconoces la presencia de Dios en aquella
  llamada?
•	 Considera hasta qué punto confías en los dones del Espíritu Santo en
  tu ministerio. ¿De qué manera invocas al Espíritu Santo para obtener
  fuerzas e inspiración?
  Acto de fe
  Dios mío, porque eres verdad infalible, creo firmemente todo aquello
  que has revelado y la Santa Iglesia nos propone para creer.
  Creo expresamente en ti, único Dios verdadero en tres Personas
  iguales y distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y creo en Jesucristo,
  Hijo de Dios, que se encarnó y murió por nosotros, el cual nos dará a
  cada uno, según los méritos, el premio o el castigo eterno.
  Conforme a esta fe quiero vivir siempre. Señor, acrecienta mi fe.
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  El Ministerio del Catequista — Segunda Reflexión
  Lee despacio y reflexiona sobre el siguiente pasaje de la Carta
  Apostólica del Papa Francisco instituyendo el Ministerio del
  Catequista:
  Despertar el entusiasmo personal de todos los bautizados y reavivar la
  conciencia de su llamada a realizar una misión propia en la comunidad
  exige estar atentos a la voz del Espíritu, que está infaliblemente
  presente y es fecundo. También hoy el Espíritu está llamando a
  hombres y mujeres a salir al encuentro de todos los que esperan
  descubrir la belleza, la bondad y la verdad de la fe cristiana.
  El papel que desempeñan los catequistas es una forma específica de
  servicio entre otras dentro de la comunidad cristiana. Los catequistas
  están llamados, en primer lugar, a ser experto en el servicio pastoral
  de transmisión de la fe, que se desarrolla a través de sus diferentes
  etapas, desde el anuncio inicial del kerigma, pasando por la instrucción
  que presenta nuestra nueva vida en Cristo y prepara para los
  sacramentos de la iniciación cristiana, hasta la formación permanente
  que puede permitir a cada persona dar cuenta de la esperanza que
  lleva dentro (1 Pedro 3,15).Al mismo tiempo, todo catequista debe ser
  un testigo de la fe, un maestro y mistagogo, compañero y pedagogo,
  que enseña por la Iglesia. Sólo a través de la oración, el estudio y la
  participación directa en la vida de la comunidad puede crecer en esta
  identidad y en la integridad y responsabilidad que conlleva.
  Reflexión
  Haz una pausa y ábrele tu corazón a Jesús. Date permiso de
  presentarle tus necesidades y deseos, sabiendo que Él está contigo y
  te prepara en tu identidad catequética al transmitir la fe a los demás.
•	 Reflexiona sobre tu encuentro con la persona de Jesucristo y las
  formas en que has dado testimonio de la nueva vida que hay en ti,
  derivada de la bondad y la verdad del Evangelio.
•	 Reflexiona en los métodos que utilizas para introducir a otros al
  misterio de Dios y a los aspectos de la vida cristiana. ¿Rezas para que
  el Espíritu Santo te guíe y dirija cuando ayudas a otros a experimentar
  su propio encuentro con Jesús?
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  Acto de Esperanza
  Señor Dios mío, espero por tu gracia la remisión de todos mis pecados;
  y después de esta vida, alcanzar la eterna felicidad, porque tú lo
  prometiste que eres infinitamente poderoso, fiel, benigno y lleno de
  misericordia. Quiero vivir y morir en esta esperanza. Amén.
  El Ministerio del Catequista — Tercera Reflexión
  Lee despacio y reflexiona sobre el siguiente pasaje de la Carta
  Apostólica del Papa Francisco instituyendo el Ministerio del
  Catequista:
  Es conveniente que al ministerio instituido de Catequista sean
  llamados hombres y mujeres de profunda fe y madurez humana,
  que participen activamente en la vida de la comunidad cristiana, que
  puedan ser acogedores, generosos y vivan en comunión fraterna, que
  reciban la debida formación bíblica, teológica, pastoral y pedagógica
  para ser comunicadores atentos de la verdad de la fe, y que hayan
  adquirido ya una experiencia previa de catequesis.
  Reflexión
  Haz una pausa para pensar en tu vida de fe personal y en tu ministerio
  como catequista. ¿Qué necesitas de Dios en este momento en esos
  ámbitos? Agradécele las gracias que has recibido en el pasado y las
  que te dará en el futuro.
•	 ¿Hay áreas de tu vida de fe personal que reconoces que necesitas
  mejorar? ¿Desarrollar el hábito de pasar tiempo con Jesús, presente
  en el Santísimo Sacramento, te ayudaría a crecer en tu relación con Él?
•	 ¿Te has comprometido en tener una formación bíblica, teológica,
  pastoral o pedagógica permanente? ¿Cuál es un pequeño paso de
  formación permanente al que Dios te llama?
  Oración de la Caridad
  Dios mío, te amo sobre todas las cosas y al prójimo por ti, porque Tú
  eres el infinito, sumo y perfecto Bien, digno de todo amor. Quiero vivir
  y morir en este amor. Amén.
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Letanía de Agradecimiento de un catequista
Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, óyenos.
Jesucristo, escúchanos.
Dios Padre Celestial,
Ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo,
Ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo,
Ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad que eres un solo Dios verdadero,
Ten piedad de nosotros.
A cada uno de los siguientes, rezamos: “¡Gracias, Señor!”
Por mi vocación de catequista…
Por todos los que alimentan mi vocación…
Por las muchas personas que me han formado en la fe…
Por los que me inspiran…
Por mis compañeros catequistas…
Por mi director catequético…
Por la guía de la Iglesia…
Por el Catecismo de la Iglesia Católica…
Por todos los documentos catequéticos de la Iglesia…
Por las Sagradas Escrituras…
Por todos los sacramentos, especialmente mi Bautismo…
Por las vidas de los santos…
Por la guía del Espíritu Santo…
Por los que tengo el privilegio de enseñar…
Por la singularidad de cada persona a la que enseño…
Por los que he enseñado en el pasado…
Por las veces que he sido eficaz en mi enseñanza…
Por las veces que he aprendido de mis errores…
6
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:
Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:
Escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:
Ten piedad de nosotros, Señor.
Ruega por nosotros, oh Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de las promesas de nuestro Señor Cristo.
Una oración para catequistas
Dios de amor, Creador de todas las cosas, nos llamas a estar en relación
contigo y con los demás.
Te agradezco por llamarme a ser catequista, por la oportunidad de
compartir con los demás lo que me has concedido.
Que todos aquellos con quienes comparto el don de la fe puedan
descubrir tu presencia en todo lo que nos rodea.
Que lleguen a conocerte a ti, el único verdadero Dios, y a Jesucristo,
quien has enviado. Que la gracia del Espíritu Santo guíe mi corazón y
mis labios, para que permanezca constante en mi amor y alabanza por
ti.
Que yo sea testigo del Evangelio y ministro de tu verdad. Que todas mis
palabras y acciones reflejen tu amor.
Amén.
Oraciones de Final
Respira en mí, Oh Espíritu Santo, para que todos mis pensamientos
sean santos.
Actúa en mí, Oh Espíritu Santo, para que mi trabajo también sea santo.
Llama a mi corazón, Oh Espíritu Santo, para que ame solo lo que es
santo.
Fortaléceme, Oh Espíritu Santo, para defender todo lo que es santo.
Guárdame, entonces, Oh Espíritu Santo, para que siempre pueda ser
santo. Amén.
(San Agustín)
Ora 1 Padre Nuestro, 1 Ave Maria, 1 Gloria
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 Parish Vitality and Mission
 3525 South Lake Park Avenue
 Chicago, IL 60653
 pvm.archchicago.org
“ El catequista es un cristiano que recibe una llamada particular
  de Dios que, al ser aceptada con fe, le capacita para el servicio de
  la transmisión de la fe y para la tarea de iniciar a otros en la vida
  cristiana... A través de esta llamada, el catequista se hace partícipe de
  la misión de Jesús de introducir a los discípulos en su relación filial con
  el Padre.” (Directorio para la catequesis §112)
 Pero permanezcan en mí como yo en ustedes. Una rama no puede
 producir fruto por sí misma si no permanece unida a la vid; tampoco
 ustedes pueden producir fruto si no permanecen en mí. Yo soy la vid
 y ustedes las ramas. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho
 fruto, pero sin mí, no pueden hacer nada. (Juan 15:4-5)
 Recursos:
 USCCB, Antiquum Ministerium
 Loyola Press, Jornada de un Catequista / Catechist’s Journey
 Directorio para la Catequesis
 Manual para la Adoración Eucarística