LAS OBRAS DE LA CARNE Y EL FRUTO DEL ESPÍRITU
Gálatas 5:22-23 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
Ningún pasaje de la Biblia traza un contraste más claro entre la manera de vivir del creyente
lleno del Espíritu y la del que está dominado por la naturaleza humana pecaminosa que Gá
5:16-26. Pablo no sólo trata sobre las diferencias generales de la manera de vivir, al hacer
hincapié en que el Espíritu y la carne están en conflicto, sino que también incluye una lista
específica de obras de la carne y del fruto del Espíritu.
LAS OBRAS DE LA CARNE
La “carne” (gr. sarx) describe la naturaleza humana con sus deseos inmorales. La "carne”
permanece en los creyentes después de su conversión y es su enemigo mortal (Ro 8:6-8,13; Gá
5:17,21). Los que practican las obras de la carne no pueden heredar el reino de Dios (Gá 5:21).
Por lo tanto, se debe oponer resistencia y dar muerte a esa carne en una batalla continua que
el creyente libra mediante el poder del Espíritu Santo (Ro 8:4-14; véase Gá 5:17). Las obras de
la carne (5:19-21) comprenden:
(1) “Adulterio” (gr. moicheia), es decir·, relaciones sexuales de una persona casada con alguien
que no sea su cónyuge (cf. Éx 20:14; Dt 5:18; Mt. 5:31-32);
(2) “Fornicación” (gr. porneia), es decir, conducta y relaciones sexuales inmorales; incluye el
complacerse en fotos, películas o publicaciones pornográficas (cf. Mt 5:32; 19:9; Hch 15:20,29;
21:25; ICo 5:1);
(3) “Inmundicia” (gr. akatarsia), es decir, pecados sexuales, obras y vicios malvados, incluso
pensamientos y deseos del corazón (Ef 5:3; Col 3:5);
(4) “Lascivia” (gr. aselgeia:), es decir·, sensualidad; seguir los deseos y las malas pasiones hasta
el punto de no tener vergüenza ni decencia alguna (2Co 12:21);
(5) “Idolatría” (gr. eidololatria), es decir, adoración de espíritus, personas o imágenes talladas;
confianza en cualquier persona, institución u objeto como si tuviera igual o mayor autoridad
que Dios y su Palabra (Col 5:5);
(6) “Hechicerías” (gr. farmakeia), es decir, brujería, espiritismo, magia negra, adoración de
demonios y uso de drogas para producir experiencias “espirituales” (Éx 7:11,22; 8:18; Ap 9:21;
18:23;
(7) “Enemistades” (gr. ectra), es decir, intenciones y acciones hostiles e intensas; antipatía u
odio extremos;
(8) “Pleitos" (gr. eris), es decir, querellas, antagonismo; ־lucha por la superioridad (Ro 1:29;
ICo 1:11; 3:3);
(9) “Celos” (gr. zelos), es decir, resentimiento, envidia del éxito de otro (Ro 13:13; ICo 3:3);
(10) “Iras” (gr. tumos), es decir, enojo explosivo que se inflama y se convierte en palabras o
acciones violentas (Col 3:8);
(11) “Contiendas” (gr. eriteia), es decir, búsqueda de poder (2Co 12:20; Fil 1:16-17);
(12) “Disensiones” (gr. dicostosia), es decir, la introducción de enseñanzas divisorias no
respaldadas por la Palabra de Dios (Ro 16:17);
(13) “Herejías” (gr. jairesis), es decir, división de la congregación en grupos egoístas o
camarillas que destruyen la unidad de la iglesia (ICo 11:19);
(14) “Envidias” (gr. ftonos), es decir, antipatía resentida de otra persona que tiene algo que se
desea;
(15) “Homicidios” (gr. fonos), es decir, dar muerte a una persona sin el apoyo de la Ley y con
malicia;
(16) “Borracheras” (gr. mete), es decir, deterioro del control físico o mental por las Bebidas
alcohólicas;
(17) “Orgías” (gr. kromos), es decir, fiesta y parranda excesivas; espíritu festivo que Incluye
alcohol, drogas, sexo, o algo parecido.
El comentario final de Pablo sobre las obras de la carne es severo y contundente: Cualquiera
que llamándose creyente se ocupa de ese tipo de actividades queda excluido del reino de Dios,
es decir, no tiene salvación eterna (Gá 5:21; véase ICo 6:9).
EL FRUTO DEL ESPÍRITU
En contraste con las obras de la carne está la manera de vivir sin dobleces llamada “el fruto del
Espíritu”. Este se produce en los hijos de Dios a medida que permiten que el Espíritu dirija y
ejerza tal influencia en su vida que Destruyen el poder del pecado, sobre todo las obras de la
carne, y caminan en comunión con Dios (véanse Ro 8:5-14; 8:14; cf. 2Co 6:6; Ef 4:2-3; 5:9; Col
3:12,15; 2P 1:4-9). El fruto del Espíritu comprende:
(1) “Amor” (gr. agape), es decir, interés y búsqueda del mayor bien de otra persona sin móviles
de ganancia personal (Ro 5:5; ICo 13; Ef 5:2; Col 3:14);
(2) “Gozo” (gr. jara), es decir, la sensación de gozo fundado en el amor, la gracia, las
bendiciones, las promesas y la cercanía de Dios que tienen los que creen en Cristo (Sal 119:16;
2Co 6:10; 12:9; véanse Fil 1:14; 1P 1:8);
(3) “Paz” (gr. eirene), es decir, el sosiego de la mente y del corazón fundado en el
conocimiento de que todo anda bien entre el creyente y su Padre celestial (Ro 15:33, Fil 4:7;
lTs 5:23; Heb 13:20);
(4) “Paciencia” (gr. makrotumia), es decir, constancia, conformidad; ser lento para el enojo o la
desesperación (Ef 4:2; 2Ti 3:10; Heb 12:1);
(5) “Benignidad” (gr. crestotes), es decir, no querer ofender a nadie ni causarle dolor (Ef 4:32;
Col 3:12; 1P2:3);
(6) “Bondad” (gr. agatosune), es decir, celo por la verdad y la justicia y aborrecimiento del mal;
puede expresarse en actos de amabilidad (Le 7:37-50) o en la reprensión y la corrección del
mal (Mt 21:12-13);
(7) “Fe” (Fe. pistis), es decir, lealtad firme y constante n una persona a qui en se está unido por
promesa, compromiso, carácter fidedigno e integridad (Mt 23:23; Ro 3:3; ITi 6:12; 2Ti 2:2; 4:7;
Tit 2:10);
(8) “Mansedumbre” (gr. prautes), es decir, moderación acompañada de fortaleza y valor;
describe a una persona que puede enojarse cuando se necesita el enojo y ser humildemente
sumisa cuando se necesita la sumisión (2Ti 2:25; 1P 3:15; sobre la mansedumbre de Cristo,
compárese Mt 11:29 con Mt 23 y Mr 3:5; sobre la de Pablo, compárese 2Co 10:1 con 10:4-6 y
Gá 1:9; sobre la de Moisés, compárese Nm 12:3 con Éx 32:19-20);
(9) “Templanza” (gr. egkrateia), es decir, el dominio de las propias pasiones y deseos, incluso la
fidelidad a los votos nupciales; también la pureza (ICo 7:9; 9:25; Tit 1:8; 2:5).
El comentario final de Pablo sobre el fruto del Espíritu indica que no hay restricción alguna a la
manera de vivir que se describe aquí. Los creyentes pueden y deben practicar estas virtudes
una y otra vez; nunca descubrirán una ley que les prohíba vivir según estos principios.
Jonathan López
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