[go: up one dir, main page]

0% encontró este documento útil (0 votos)
245 vistas4 páginas

El Poder del Perdón: Lecciones de la Cabra Bíblica

El documento habla sobre la importancia bíblica del perdón. Explica que en el Antiguo Testamento, las cabras se asociaban con el engaño, y que en el día de la expiación dos machos cabríos eran usados para llevar los pecados del pueblo, uno al altar y otro al desierto. Luego argumenta que negarse a perdonar es como quedarse con la cabra del pecado en la casa, y que para liberarse hay que perdonar, como Dios perdona. Finalmente, da razones por las que cuesta perdonar y ex

Cargado por

ReverenAlVal
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
245 vistas4 páginas

El Poder del Perdón: Lecciones de la Cabra Bíblica

El documento habla sobre la importancia bíblica del perdón. Explica que en el Antiguo Testamento, las cabras se asociaban con el engaño, y que en el día de la expiación dos machos cabríos eran usados para llevar los pecados del pueblo, uno al altar y otro al desierto. Luego argumenta que negarse a perdonar es como quedarse con la cabra del pecado en la casa, y que para liberarse hay que perdonar, como Dios perdona. Finalmente, da razones por las que cuesta perdonar y ex

Cargado por

ReverenAlVal
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 4

Viviendo con una Cabra

INTRODUCCION: Muchos creyentes que aman a Dios se acuestan a dormir cada


noche con una cabra. Para entender lo que acabo de decir debemos entender el uso
y el propósito que se les daba a las cabras en el AT.

Las cabras eran muy valiosas. Proveían leche y producían cabritos, pero lo más
interesante del significado de las cabras lo encontramos en la vida de Jacob.

Cuando Isaac yacía en su lecho de muerte, casi ciego, su hijo Jacob cubrió sus
manos con pieles de cabritos para engañar a su padre, haciéndolo creer que era su
hermano Esaú, que era un hombre velludo (Génesis 27:15-29)

Hay un juego de palabras en Génesis 27:11. Allí dice que Esaú era un hombre
velludo. La palabra hebrea para velludo es sair. La palabra que se usa para cabra
es sa’iyr. Es decir, Esaú era velludo, como un macho cabrío, y por eso Jacob usó
piel de cabritos. Isaac fue engañado al sentir los pelos en las manos de Jacob. Isaac
fue engañado con piel de cabra. De allí que la cabra, en los tiempos bíblicos, era
asociada con el engaño.

Años después Jacob fue engañado por sus hijos cuando regresaron del campo con
la túnica de José, que habían manchado con la sangre de un cabrito (Génesis 37:30-
33) El hombre que engañó a su padre con piel de cabra, fue engañado por sus hijos.

En el Día de la Expiación el sumo sacerdote tomaba dos machos cabríos para la


ofrenda. (Levítico 16:7-10) Estos machos cabríos eran idénticos. Uno era marcado
por Jehová y sacrificado en el altar de bronce. El otro era el macho cabrío
expiatorio.

El sumo sacerdote imponía sus manos sobre la cabeza de este último y transfería
los pecados de Israel. Luego era llevado al desierto por otros sacerdotes, donde lo
empujaban por un acantilado a doce millas de Jerusalén llamado Monte de Azazel.

El primer macho cabrío expiaba los pecados del pueblo en el altar y el segundo
eliminaba los pecados de la presencia del pueblo. La sangre del primer macho
cabrío traía perdón, el segundo traía limpieza y justificación.
Cuando el macho cabrío expiatorio era empujado por el acantilado de Azazel,
cayendo a una muerte segura, los pecados del pueblo eran perdonados y
eliminados.
La cabra debía morir en el desierto. Dios insistió en que el macho cabrío que
llevaba el pecado no podía quedar libre vagando de una aldea a otra.

¿Qué tiene que ver esto con vivir con una cabra? En el NT, Cristo enseñó a Sus
discípulos la importancia de perdonar a las personas que los ofendían. Cuando le
preguntaron cuántas veces debía alguien perdonar a un hermano que lo ofenda,
Jesús respondió: Hasta setenta veces siete (Mateo 18:22), es decir, todas las veces
que la persona pida perdón debemos estar dispuestos a perdonarla.

Después de Su resurrección, Jesús dijo a los discípulos algo muy interesante: Y


habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes
remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son
retenidos. (Juan 20:22,23)

No quiere decir que un creyente puede andar por ahí perdonando pecados como
Jesús lo hizo cuando estuvo en la tierra. Cuando un creyente pide perdón por
alguna ofensa y se le perdona, el perdón se da de inmediato. Pero, si rechazamos
perdonar, estamos reteniendo el pecado del otro. Nos estamos quedando con la
cabra.

Rechazar perdonar nos hace estar en pecado, con sus respectivas consecuencias.

La palabra griega traducida como remisión es afiemi, que significa dejar ir o


abandonar. En el NT la palabra remisión se usa en 10 pasajes, de los cuales 9 se
refieren al perdón de pecados (Mateo 26:28; Marcos 1:4; Lucas 1:77; 3:3; 24:47;
Hechos 2:38; 10:43; Hebreos 9:22; 10:18)

¡Perdonar es dejar ir o abandonar el pecado! Cuando un creyente se muestra


indispuesto a perdonar y no remite las ofensas de otros está, simbólicamente,
metiendo en su casa al macho cabrío que lleva la transgresión ¡y viviendo con él!

Los israelitas empujaban al macho cabrío por un acantilado ya que los pecados que
habían sido remitidos a través del animal no podían regresar nuevamente, debían
ser eliminados para siempre de en medio de Israel.
Dios declaró: Yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me
acordaré de tus pecados (Isaías 43:25) Si Dios perdona y olvida ¿por qué nosotros
no podemos hacer lo mismo?

Pensemos en dos miembros de iglesia que están en total desacuerdo con algo y
entablan una discusión que termina afectando su amistad. Sus opiniones opuestas
han cortado el cordón que los unía y han dejado de hablarse, evitando cualquier
forma de comunión. Estas personas están metiendo una cabra en su vida, pues no
están dispuestas a perdonarse.

Cada día, al regresar del trabajo, están metiendo la cabra con el pecado en su casa.
Cuando cenan, la cabra está ahí sentada con ellos, trayendo los aromas del pasado.
Cuando se acuestan a dormir, la vieja y fea cabra de la falta de perdón está
revolcándose al lado de la cama. ¡La única manera de salir de la cabra es
perdonando!

Si el macho cabrío no era sacado de la presencia de Dios en dirección al desierto


seco y estéril, los pecados de Israel permanecían mientras el animal viviera.

Mis hermanos, perdonar es un mandato, pero es también una decisión. No perdono


porque siento el deseo o la emoción de hacerlo. Perdono porque decido hacerlo.

Hay razones por las que muchos se niegan a liberar a quienes los han ofendido:

1.- Pensamos que tenemos la razón y que los demás están equivocados y
esperamos que la otra persona se dé cuenta de su error. Si esperamos eso,
probablemente bajaremos frustrados al sepulcro.

2.- Creemos que está tan equivocada, que Dios la juzgará por lo que hizo. La
abandonamos con la esperanza de que Dios la aniquile de alguna manera, le
enseñe una lección y la haga regresar de rodillas para decirnos: lo siento.

3.- No entendemos la importancia del perdón. No entendemos que no se trata solo


de liberar a la persona, sino que al perdonarla nos beneficiamos nosotros.

4.- La cuarta razón es: El orgullo. Nuestro ego es más fuerte que nuestro sentido
común y que nuestra motivación espiritual. Si la Palabra me manda a actuar de
cierta manera, entonces debo estar de acuerdo con ella y cumplir el mandato.
Estas emociones son tan fuertes, que la Biblia dice: Un amigo ofendido es más
difícil de recuperar que una ciudad fortificada. Las disputas separan a los amigos
como un portón cerrado con rejas. (Proverbios 18:19 NTV)

Recuerda: el perdón es para tu propio beneficio. No podemos predicar el perdón


sin practicarlo. ¡Saquemos la cabra de nuestra casa, de nuestra cama y de nuestra
vida, liberando el poder del perdón hacia aquellos que nos han ofendido!

También podría gustarte