12 Nombres de Dios y Lo Que Significan
12 Nombres de Dios y Lo Que Significan
En los tiempos bíblicos el nombre era muy importante y se tenía especial cuidado al
escoger el de los hijos. El nombre se veía como una declaración sobre la naturaleza,
el carácter o la función de la persona. Es por esto que cuando Dios llamó a Moisés
para liberar al pueblo hebreo de la esclavitud, Moisés insistió en que Dios le dijera su
nombre. Quería asegurarse de poder presentar sus "credenciales" ante el pueblo de
Israel sin reparo.
Pero Moisés insistió: Supongamos que me presento ante los israelitas y les digo: “El
Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes”. ¿Qué les respondo si me preguntan:
“¿Y cómo se llama?”?
—YO SOY EL QUE SOY —respondió Dios a Moisés—. Y esto es lo que tienes que
decirles a los israelitas: “YO SOY me ha enviado a ustedes”.
Además, Dios le dijo a Moisés: Diles esto a los israelitas: “El SEÑOR, el Dios de sus
antepasados, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me ha enviado a ustedes. Este es
mi nombre eterno; este es mi nombre por todas las generaciones”.
(Éxodo 3:13-15)
En ese relato Dios usa YHWH como su nombre (SEÑOR; YO SOY EL QUE SOY).
Estrictamente hablando, se podría decir que ese es el nombre de Dios. «Este es mi
nombre eterno; este es mi nombre por todas las generaciones», dijo Dios.
Sin embargo, hubo ocasiones en las que Dios - al hablar sobre sí mismo - enfatizó una
de sus características en específico. Buscaba revelar algo especial sobre su persona que
traería confianza y paz. Vemos un ejemplo de esto cuando Dios confirmó su promesa a
Moisés (Éxodo 6). Dios mencionó que cuando él se apareció a Abraham, a Isaac y a
Jacob, se les presentó como Dios Todopoderoso (El Shaddai).
En otra ocasión, Dios habló con Moisés y le dijo: «Yo soy el Señor. Me aparecí a
Abraham, a Isaac y a Jacob bajo el nombre de Dios Todopoderoso, pero no les revelé mi
verdadero nombre, que es el Señor.
(Éxodo 6:2-3)
¡Dios es mucho más de lo que podemos imaginar! No hay idioma en el mundo que
pueda definir la totalidad de cómo es él. Pero podemos conocerlo mejor al estudiar
algunos de sus nombres y ver las características suyas que nos revelan. Veamos algunos
de los nombres de Dios que encontramos en la Biblia, su significado y la importancia
que tienen para nosotros.
La raíz 'el se usaba en combinación con otras palabras para distinguir e identificar de
forma más efectiva la deidad de la cual se hablaba. Por ejemplo, en Génesis 33:20,
cuando Jacob construyó un altar para Dios lo llamó El-'Elohê-Israel. Esa frase quiere
decir «Dios, el Dios de Israel» o «poderoso es el Dios de Israel». Así identificaba
específicamente en honor a quien se erigía el altar: en honor al Dios de Israel, el cual es
Dios poderoso.
La primera vez que el término Elohim aparece en la Biblia es en Génesis 1:1 y se refiere
al Dios Creador. Elohim es el plural de 'eloah. Su uso nos da a entender tanto el sentido
del Dios trino (Dios en tres Personas), como la variedad de características que se
encuentran en el Dios Creador y Todopoderoso.
2. YHWH [yahweh, yhwh] = YO SOY EL QUE SOY, el SEÑOR: Este es otro de los
nombres más usados en la Biblia cuando se habla de Dios, y es el que aparece con más
frecuencia (YHWH, Jehová o el SEÑOR). Esta palabra se usa únicamente en la Biblia.
Este fue el nombre que Dios escogió para presentarse ante Moisés.
En ese versículo YHWH aparece justo al lado de la palabra Elohim. Puede que sea con la
intención de enfatizar la realidad indiscutible de su presencia durante la creación y
expresar que YHWH es el nombre del Dios Creador.
Adonai comenzó a usarse como término alternativo a YHWH. Adonai comunica la idea
de Dios como el Señor y Amo, el dueño de todo. Habla de la autoridad de Dios y de
la posición que él ocupa respecto a su pueblo. Él es quien puede recompensar a los
que le obedecen y castigar a los que no lo hagan.
Para meditar:
La palabra Abba nos afirma el gran amor paternal que Dios siente por su pueblo. Él
no solo creó al ser humano sino que desea tener una relación estrecha con cada uno
de nosotros, igual a la que tienen un padre amoroso y sus hijos.
Dios es amor (1 Juan 4:8) y es así como nos trata: con amor y con mucha compasión. Él
nos creó y está siempre con nosotros, atento a las necesidades de cada uno de sus hijos.
¡Tomemos tiempo para sentir su amor paternal!
Para meditar:
«Padre de los huérfanos y defensor de las viudas es Dios en su morada santa» (Salmo
68:5).
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo
somos!
(1 Juan 3:1a)
Dios quiere traer bienestar y sanidad a todas las áreas de nuestra vida, él no se limita
solo al ámbito espiritual. Él es Dios sanador y su poder se extiende a todo nuestro
ser: espíritu, alma y cuerpo. Él desea sanar las enfermedades que afligen nuestra alma,
nuestras emociones y también nuestro cuerpo. Es así porque la sanidad forma parte de
su naturaleza.
Para meditar:
«Les dijo: «Yo soy el SEÑOR su Dios. Si escuchan mi voz y hacen lo que yo considero
justo, y si cumplen mis leyes y mandamientos, no traeré sobre ustedes ninguna de las
enfermedades que traje sobre los egipcios. Yo soy el SEÑOR, que les devuelve la
salud».»
(Éxodo 15:26)
La paz que Dios nos da es una que parece ilógica a los ojos de los demás. No se basa en
las circunstancias o en la ausencia de guerra sino que está basada en la confianza total
de que Dios está con nosotros y de que obrará a nuestro favor en su momento. La paz
que viene de Dios es completa, abarca todos los rincones de nuestro ser.
Para meditar:
No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus
peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento,
cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
(Filipenses 4:6-7)
La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se
angustien ni se acobarden.
(Juan 14:27)
El Señor es el Buen Pastor que protege a sus ovejas y las guía con cuidado por el
camino de la vida. Él está muy atento, siempre preparado para defendernos del
enemigo (el diablo) que quiere atacarnos y robarnos de su redil. Como Buen Pastor que
es, Dios también provee a nuestras necesidades.
Para meditar:
Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí, así como el
Padre me conoce a mí y yo lo conozco a él, y doy mi vida por las ovejas. Tengo otras
ovejas que no son de este redil, y también a ellas debo traerlas. Así ellas escucharán mi
voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor.
(Juan 10:14-16)
El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes pastos me hace descansar. Junto a
tranquilas aguas me conduce.
(Salmo 23:1-2)
Dios es el SEÑOR de los ejércitos en su sentido más amplio. Él tiene todo el poder y
gobierna sobre todos los ejércitos del cielo, de la tierra y de todo el universo, los
ejércitos que podemos ver y los que no. ¡Él es Señor sobre todo y sobre todos! El
nombre expresa la inmensa majestad, la autoridad y el poder de Dios y nos da la
seguridad de que estamos en las mejores manos.
Para meditar:
Esta frase aparece en Éxodo, cuando el pueblo de Israel ganó una batalla contra los
amalecitas. Moisés construyó un altar para reconocer que habían vencido porque
llevaban la bandera o el estandarte del SEÑOR Dios Todopoderoso.
Para meditar:
Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cumplan todos tus planes.
Nosotros celebraremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las
banderas. ¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones!
(Salmo 20:4-5)
Aquí el sentido es que Dios puede ver todo: el presente, el pasado y el futuro. Él es el
mejor proveedor porque él conoce de antemano lo que vamos a necesitar. Podemos
tener la confianza de acercarnos a Dios con nuestras peticiones y estar seguros de que él
proveerá todo lo necesario, en su tiempo perfecto y de acuerdo con su voluntad.
Esa es la confianza que tenía Abraham en su corazón mientras caminaba hacia el monte
de la mano de su hijo, dispuesto a ofrecer sacrificio al SEÑOR.
Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue
entonces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. A ese sitio
Abraham le puso por nombre: «El SEÑOR provee». Por eso hasta el día de hoy se dice:
«En un monte provee el SEÑOR».
(Génesis 22:13-14)
Para meditar:
Así que mi Dios les proveerá de todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas
que tiene en Cristo Jesús.
(Filipenses 4:19)
Yo soy el pan de vida —declaró Jesús—. El que a mí viene nunca pasará hambre, y el
que en mí cree nunca más volverá a tener sed.
(Juan 6:35)
No hay, ni habrá jamás, ningún dios ni ningún hombre por encima de nuestro Dios. Él
es el altísimo, él reina sobre todo y tiene todo el control. Su poder y su majestad no
terminarán jamás, son sempiternos. Cuando nos referimos a Dios como El Elyon (Dios
altísimo) lo estamos exaltando, reconociendo que él es único digno de adoración.
Para meditar:
¡Alabaré al Señor por su justicia! ¡Al nombre del Señor altísimo cantaré salmos!
(Salmo 7:17)
Que sepan que tú eres el Señor, que ese es tu nombre; que sepan que solo tú eres el
Altísimo sobre toda la tierra.
(Salmo 83:18)
Este término habla de Dios como el que tiene toda la fuerza y todo el poder. Es el único
invencible y en quien encontramos todo el cuidado y toda la protección que
necesitamos. Algunos piensan que presenta la imagen de una montaña o un monte
grande, sólido, en el cual nos podemos amparar. Dios se presentó ante Abram con este
nombre.
Para meditar:
¡Ay de aquel día, el día del Señor, que ya se aproxima! Vendrá como devastación de
parte del Todopoderoso.
(Joel 1:15)
Reflexión final:
La frase “nombres de Dios” se refiere a las denominaciones y los títulos a través de los
cuales Dios se revela a sí mismo en su relación con personas en el Antiguo Testamento.
Los nombres de Dios se empezaron a dar a conocer en la Biblia cuando el Señor se
reveló a sí mismo a Israel. Cuando leemos las Escrituras, encontramos varios títulos o
nombres que ciertos personajes bíblicos usaron para describir la forma en que
experimentaron su relación con Dios.
El nombre hebreo “El” era usado para llamar al Dios supremo y para los dioses de otros
pueblos. El Antiguo Testamento registra tres términos relacionados estrechamente,
aunque la opinión de los eruditos varía sobre la forma en que estos vocablos se
relacionan con exactitud: (1) “El” significa dios, ser fuerte y poderoso; (2) “Eloah” se
traduce como dios, en singular; (3) “Elohim” significa dioses, en plural. Algunos
eruditos creen que Elohim es el plural del término singular Eloah. Sobre el nombre
Elohim,[1] el erudito Larry Richards afirma:
“Lo más sorprendente de esta palabra que denota a Dios es que aparece solo en hebreo y
no en otra lengua semita, ni siquiera en el arameo bíblico. Es como si Elohim se hubiera
aislado cuidadosamente del término “El” —que usaban otros pueblos semitas para
dirigirse a sus dioses— para que Dios pudiera ser honrado como verdaderamente
único”.[2]
El nombre “El”, siempre que se acompaña de algún adjetivo, destaca un aspecto o virtud
del Creador:
Jehová o Yahvé es traducido como “Yo soy el que soy” (Éx 3:14), es una expresión
relacionada con el nombre de Dios. En hebreo YHWH, generalmente traducido como
Señor, y que se deriva del verbo hebreo HAYAH: ser. Este nombre hace referencia a la
autoexistencia y continua autorrevelación de Dios. Es el nombre más empleado en el
Antiguo Testamento, pues aparece unas 6,823 veces. La forma abreviada, Yah o Jah, se
menciona en otras partes del Antiguo Testamento (p. ej., Éx 15:6; 17:16; Is 12:2; 38:11;
Sal 77:11; 89:8).
Hoy en día, los creyentes seguimos experimentando a Dios en cada situación de la vida
—gozamos de la presencia de su Espíritu Santo—, pero la mejor provisión que el Señor
concedió fue al Cordero perfecto y santo, quien sería inmolado en nuestro lugar para
que un día nosotros tengamos un nuevo nombre que describirá nuestra nueva naturaleza
en la eternidad, donde estaremos con el Dios todopoderoso (Ap 2:17).
[1] Aunque lo dicho por Richards es verdad sobre la exclusividad en el uso del nombre
“Elohim”, también debemos recordar que la naturaleza del término es que en la Biblia se
utiliza también para referirse a los dioses de los pueblos vecinos en tiempos del Antiguo
Testamento (p. ej. Éx 12:2; Dt 6:14; 13:7-8; Jos 24:15). Sin embargo, estos usos poco
comunes no desvirtúan el significado primordial para designar al Dios supremo de la
Biblia.
[2] Larry Richards, Todos los nombres de Dios en la Biblia (Nashville, Tennessee: Editorial
Caribe, 2003) p. 18.
[3] “Elohim” denota personas que merecen adoración. Usado 2,570 veces, habla de la
fortaleza y el poder de Dios (Gn. 1:1; Sal. 19:1). Es ciertamente una de las designaciones
más antiguas del Dios revelado. Se halla en los relatos bíblicos de la creación y de la época
patriarcal. Aunque sea una forma plural, va seguido por el verbo en singular cuando
designa al Dios de Israel, lo que sugiere entonces una intensificación o también una
absolutización de la divinidad, algo así como “Dios de dioses” o “Dios supremo”.
¿Cuáles son los diferentes pactos en la
Biblia?
Los pactos son una característica importante de la enseñanza de la Biblia. Siete pactos
específicos se revelan en las Escrituras. Estos siete pactos se dividen en tres categorías:
condicional, incondicional y general. Los pactos condicionales se basan en ciertas
obligaciones y requisitos previos; si no se cumplen los requisitos, se rompe el pacto.
Los pactos incondicionales se hacen sin condiciones y se mantendrán
independientemente de la fidelidad o infidelidad de una de las partes. Los pactos
generales no son específicos de un grupo de personas y pueden involucrar a una amplia
gama de personas.
2. Pacto Noético: Este pacto general se hizo entre Dios y Noé después de la salida de
Noé, su familia y los animales del arca. Se encuentra en Génesis 9:11: "Este es mi pacto
con ustedes: Nunca más serán exterminados los seres humanos por un diluvio; nunca
más habrá un diluvio que destruya la tierra." Este pacto incluía una señal de la fidelidad
de Dios para guardarlo: el arco iris.
3. Pacto Abrahámico: Este pacto incondicional, hecho por primera vez a Abraham en
Génesis 12: 1-3, prometió la bendición de Dios sobre Abraham, para hacer su nombre
grande y hacer de su progenie una gran nación. El pacto también prometió bendición a
quienes bendijeron a Abraham y maldecir a quienes lo maldijeron. Además, Dios
prometió bendecir al mundo entero a través de la simiente de Abraham. La circuncisión
era la señal de que Abraham creía en el pacto (Romanos 4:11). El cumplimiento de este
pacto se ve en la historia de los descendientes de Abraham y en la creación de la nación
de Israel. La bendición mundial vino a través de Jesucristo, quien era de la línea familiar
de Abraham.
7. Nuevo pacto: Este pacto, que se encuentra en Jeremías 31: 31-34, prometía que Dios
perdonaría el pecado y tendría una relación cercana e ininterrumpida con su pueblo. La
promesa se hizo primero a Israel y luego se extendió a todos los que vienen a Jesucristo
con fe (Mateo 26:28; Hebreos 9:15).
Si bien no todos los eruditos de la Biblia están de acuerdo en cada detalle con respecto a
estos pactos bíblicos, está claro que Dios ha hecho ciertas promesas. Algunas de sus
promesas son para todas las personas, y algunas se limitan a Israel. Todas las promesas
de Dios se basan en quién es Él y en su plan para el mundo. Bajo el Nuevo Pacto, que
Jesús selló con Su propia sangre, a todos se les ofrece la salvación por gracia mediante
la fe. " Y todo el que invoque el nombre del Señor será salvo" (Hechos 2:21).
Durante finales del siglo XIX y durante todo el siglo XX, la Teología Dispensacional se
desarrolló como una alternativa, en gran parte como resultado de una comprensión más
detallada del fin de los tiempos. Hoy en día, ambos sistemas de teología se estudian a
menudo entre los evangélicos, y la Teología del Pacto es más común entre los que
tienen antecedentes calvinistas o reformados.
Pero ¿qué es exactamente la Teología del Pacto? Explicado simplemente, comienza con
el pacto de obras que empezó en el Jardín del Edén. Adán y Eva recibieron una orden,
con una clara consecuencia para la desobediencia.
Otros convenios son igualmente quebrantados por los humanos pero guardados por la
gracia de Dios. Abraham falló a veces a Dios, pero la gracia de Dios fue suficiente. El
Pacto Davídico se cumplió a pesar de los pecados de David.
En el Nuevo Pacto, Jesús cumple la ley y ofrece la salvación a quienes se vuelven a él.
Él no falla como otros humanos sino que cumple el pacto como humano y como Dios.
Todos los pactos anteriores encuentran cumplimiento en Jesús, que afirma no abolir la
ley, sino cumplirla (Mateo 5:17).
Debido al enfoque en los pactos, la Teología del Pacto enfatiza la naturaleza del pacto
tanto del bautismo como de la Cena del Señor. Estos sacramentos se ven como signos y
sellos del pacto de la gracia. La salvación no se adquiere a través de estos actos, sin
embargo, estos sacramentos tienen un papel especial en la obra del pacto de Dios.
Si bien se puede decir mucho y se ha dicho sobre los detalles y otros ejemplos de la
Teología del Pacto en las Escrituras, está claro que este sistema de teología ha tenido un
profundo impacto en la vida de muchos. Su enfoque en la Palabra de Dios como
divinamente inspirada, de salvación por gracia a través de la fe solo en Cristo, y su
enfoque en la supremacía de Dios al ofrecer redención del pecado y proveer la solución
mediante el sacrificio de Jesús en la cruz, ha transformado profundamente a muchos.
¿Qué es el dispensacionalismo?
En el estudio de una compilación de 66 libros escritos por 40 autores diferentes a lo
largo de 1.500 años, es esencial determinar un marco para la interpretación. El último
libro de la Biblia fue escrito hace casi 2.000 años. Ambos Testamentos fueron escritos
en una cultura e idioma drásticamente diferentes. Está claro que gran parte de la Biblia
fue pensada como historia, pero también hay algo de alegoría y simbolismo, algo de
poesía y gran parte de profecía. Determinar cómo consolidar varias formas literarias
diferentes y determinar la historia general de Dios casi requiere una metodología tan
flexible como el método científico: hacer una predicción, ver cómo la evidencia
respalda esa predicción, refinar la predicción hasta que no ocurran más anomalías, luego
usar el marco establecido para interpretar los textos más ambiguos. El marco
establecido al que se adhieren los dispensacionalistas es que el texto de la Biblia debe
tomarse literalmente siempre que sea posible y que la iglesia y la nación de Israel son
dos entidades separadas que Dios ha administrado a través de dos planes distintos.
Dios también trabajó en el curso de la historia para estimular una interpretación literal
de la Biblia. Las profecías que se han cumplido se han cumplido literalmente. Jesús
nació literalmente de una virgen (Isaías 7:14) en Belén (Miqueas 5: 2) y entró a
Jerusalén en el potro de un asno (Zacarías 9: 9). Dios no tenía que cumplir estas
profecías literalmente, pero debido a que lo hizo, esto nos impulsa a interpretar otras
profecías literalmente. Tiene sentido que quiera que Su Palabra sea interpretada
literalmente. El llenar su palabra con simbolismos y misterios ocultos sería invitar a
demasiada subjetividad a la interpretación, algo que puede ser fácilmente atestiguado en
la iglesia de hoy, y a lo largo de su historia.
Una interpretación literal de la Biblia puede tener su mayor y más divisivo efecto en la
interpretación de lo que sucederá en el fin de los tiempos. El dispensacionalismo
sostiene que la iglesia e Israel son dos entidades diferentes, con quienes Dios interactúa
de dos maneras específicas. A diferencia de la teología del Pacto, el dispensacionalismo
enseña que la iglesia no heredó las promesas que Dios le hizo a Israel. Aunque tanto la
iglesia como Israel reciben la salvación a través del sacrificio de Jesús, la iglesia no es
una entidad política / nacional y no está llamada a imponer los estándares de Dios a
escala nacional o mundial. Con esta distinción en mente, el plan de Dios para Israel
todavía no se ha cumplido; Israel todavía tiene una parte esencial en el fin de los
tiempos, que finalmente sucederá en el Reino del Milenio (Apocalipsis 20). La atención
de Dios está temporalmente en la iglesia, pero regresará a Israel cuando la iglesia sea
arrebatada antes de la Tribulación.
La dispensación de la inocencia
Esta dispensación cubre el tiempo desde la creación del hombre hasta la caída del
hombre (Génesis 1: 28-30 y 2: 15-17). Todas las criaturas de Dios vivían en paz consigo
mismas y entre sí, y el mundo estaba sin pecado ni muerte. El hombre debía procrear,
gobernar la tierra y los animales, y cuidar el jardín. Se le dio una orden de obedecer: no
comer del árbol del conocimiento del bien y del mal. Adán y Eva desobedecieron esta
regla, y fueron expulsados del jardín como castigo, poniendo fin a la dispensación de la
inocencia.
La dispensación de la conciencia
La dispensación del gobierno humano comenzó justo después del diluvio. Dios hizo
promesas y dio órdenes a Noé y su familia. Dios prometió no maldecir la tierra otra vez,
y nunca volver a inundarla. Él le ordenó a Noé y a sus hijos que repoblaran el mundo y
se dispersaran por la tierra, y les permitió usar animales como alimento. Dios también
estableció la ley de la pena capital (Génesis 8: 1-9: 7). Los descendientes de Noé no
lograron "llenar la tierra" como se les ordenó, y en su lugar trabajaron juntos para
construir la torre de Babel (Génesis 11: 1-9). Dios contrarrestó esta acción
confundiendo sus idiomas, creando diferentes naciones y culturas que luego se
extendieron a diferentes áreas. Este fue el comienzo del gobierno humano.
La dispensación de la promesa
La dispensación de la ley
La dispensación de la ley duró casi 1.500 años, comenzando con el Éxodo y terminando
con la crucifixión y resurrección de Jesucristo. La entrega de los Diez Mandamientos y
la Ley Mosaica, que se encuentra en Éxodo 19—23, describió el estándar de perfección
que Dios requería de Su pueblo e incluyó las instrucciones sobre la adoración y los
sacrificios en el templo. Esta era la era de los sacerdotes, profetas y reyes, tanto buenos
como malos. La gente de Yavé rompió repetidamente sus mandamientos y se alejó tras
otros dioses. Es importante notar que seguir estrictamente los mandamientos nunca fue
tan importante para Dios como la misericordia y la fidelidad (Oseas 6: 6). La ley fue
dada para mostrar a las personas que necesitaban depender de Dios y confiar en Él para
salvarlos, en lugar de confiar en sí mismos, en su propia bondad u otros dioses para la
salvación. Nunca esperó la perfección; si así hubiese sido, no habría proporcionado el
sistema de sacrificios como una forma para que el hombre dijera "sí, he pecado; aquí
hay un símbolo de mi necesidad de perdón y expiación". La sangre de toros y cabras no
puede quitar el pecado: son un símbolo, esperando a Aquel cuya sangre podría quitar el
pecado (Hebreos 9: 11-14; Hebreos 10: 3-10).
La dispensación de la gracia
El Reino Milenial comienza con la derrota de Satanás (Apocalipsis 20: 1-3) y marca el
comienzo de 1.000 años de paz, donde Cristo reinará en la tierra (Apocalipsis 20: 4).
Este es el cumplimiento de muchas profecías, declarando que Cristo regresará y será
Rey. Después de que terminen los 1.000 años, Satanás será liberado. La gente lo seguirá
nuevamente en una batalla contra Dios, y serán derrotados nuevamente (Apocalipsis 20:
7-10). Habrá un juicio final de todas las personas, grandes y pequeñas (Apocalipsis 20:
11-15), la tierra y el cielo viejos serán destruidos por el fuego, Satanás será arrojado al
lago de fuego, y esto comenzará el Reino Eterno, el nuevo cielo y la nueva tierra
(Apocalipsis 21 y 22). "Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni
llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir."
(Apocalipsis 21: 4).
A lo largo de Hebreos 11, el autor vuelve a contar los relatos de muchos santos del
Antiguo Testamento que eran conocidos por sus acciones rectas basadas en su fe en
Dios. El versículo 6 señala: "En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que
cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes
lo buscan." Nuevamente, el énfasis está en la fe en Dios, tanto en su existencia como en
sus recompensas para quienes lo buscan.
Otros pasajes del Antiguo Testamento afirman la salvación por fe (Génesis 15: 6; Joel
2:32), sin embargo, el Nuevo Testamento es claro que Jesús es el Mesías y el camino de
salvación (Juan 3:16; 14: 6; Hechos 4:12 ) Es a través de la fe en Él que una persona se
salva (Romanos 10: 9-10).