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Concepto Homeopático de la Sífilis

Este documento presenta un resumen histórico de la sífilis. Comienza describiendo las actitudes hacia la sexualidad en la antigüedad y el cristianismo. Luego detalla el surgimiento de la sífilis en Europa a fines del siglo XV, atribuyéndose inicialmente al "mal francés". Más adelante, se discuten las teorías sobre el origen de la enfermedad y se mencionan descripciones tempranas de úlceras genitales en textos médicos antiguos. Finalmente, presenta detalles sobre la
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Concepto Homeopático de la Sífilis

Este documento presenta un resumen histórico de la sífilis. Comienza describiendo las actitudes hacia la sexualidad en la antigüedad y el cristianismo. Luego detalla el surgimiento de la sífilis en Europa a fines del siglo XV, atribuyéndose inicialmente al "mal francés". Más adelante, se discuten las teorías sobre el origen de la enfermedad y se mencionan descripciones tempranas de úlceras genitales en textos médicos antiguos. Finalmente, presenta detalles sobre la
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PREFACIO

La sífilis por sus manifestaciones llama la atención de


tal manera que, sorprende su amplitud y profundidad.

Bajo la supervisión de distinguidos maestros queriendo


valorizar una revisión del concepto actual de la sífilis
haciendo resaltar su diagnostico miasmático como
corolario de la clínica integral homeopático con el afán
de seguir un lineamiento Hahnemanniano, someto a su
amable consideración este trabajo a manera de tesis.

Después de investigar en los diferentes libros de


médicos tanto de nuestra escuela como de la otra
medicina, se han ido acumulando datos pretendiendo
sintetizar el concepto que hasta nuestros días se tiene
de la sífilis, haciendo contrastar las diferencias y
agrupando las semejanzas que existen entre los
diferentes autores.

Nada nuevo puedo presentar; pues ya se han escrito al


parecer todo lo relacionado con este padecimiento, solo
pretendo hacer resaltar la concepción diferente de la
patología desde el punto de vista homeopático.

Se ha consultado en la historia de la medicina diferentes


tendencias y se ha querido ser imparcial, acerca de las
aseveraciones emitidas por cada uno de ellos.

Refiriéndome a la patología, se ha tratado de seguir a


los autores más significativos y a los que nos
proporcionan conocimientos más universales y
valederos por su veracidad, desafortunadamente en

1
nuestra escuela homeopática poco se ha discurrido
dentro de la patología, quizás por la amplitud y
laboriosidad de la terapéutica, pero refiriéndose a los
estados miasmáticos, Hahnemann y los médicos que
participan con él, de aportar datos ilustrativos al
conocimiento, clasificación, concepción y utilidad de
esta teoría. Así bajo el titulo de Concepto
Hahnemanniano de la sífilis se han agrupado las
diferentes ideas que los homeópatas seguidores de esta
teoría miasmática aportan para la comprensión y
utilización práctica de ésta, en relación a la terapéutica
en este trabajo solo se menciona los agentes
terapéuticos y medicamentos que recomiendan los
maestros más versados en esta labor, pero siempre
basados en los estudios comprobados de las
patogenésias de remedios (resultado de la
experimentación pura).

2
ANTECEDENTES HISTÓRICOS.

La historia aparece marcada, de tanto en tanto,


por el azote de pestes y epidemias que tienen como
consecuencia efectos desastrosos pero que a su vez
sirven de estímulo a la profesión médica. La muerte
negra fue una de estas visitas, otra fue la enfermedad
del sudor.

En la época antigua, como se hace resaltar en los


estudios de Hipócrates, la abstinencia sexual
prolongada entraña una serie de trastornos tanto para el
hombre como para la mujer, el acto sexual por lo tanto,
era considerado como un hecho natural. No así durante
el cristianismo que con la idea de la castidad se exigía
una completa abstinencia para la mayoría de sus
seguidores, esto originó una fuerte oposición entre las
costumbres de la higiene antigua dando origen a
múltiples conflictos.

Al varón se le imponía como regla esencial el dominio


de todas sus fantasías eróticas, que según los cristianos
impulsaban el “humor viscoso”. Cuando a vida
intelectual era demasiado perturbadora con deseos
impuros, se recomendaba como remedio una sangra de
las venas superficiales, situadas en la cara externa
superior del muslo.

Se decía en el caso de las mujeres que tenían una


prolongada abstinencia que las molestias que les
afligían eran la consecuencia de que el útero subía
hacía el abdomen en busca de la flema. Por esto se
creía que podía mantenerse al útero en su sitio por

3
medio de incienso u otras fumigaciones, que hacían
penetrar por los genitales externos.

La población medieval se encontró así, preservada de


enfermedades venéreas dado el ritmo de la vida sexual
que se llevaba, sin embargo con el advenimiento del
Renacimiento, las llamadas costumbres disolutas,
dieron oportunidad a que aumentaran los contactos
sexuales y con ello las enfermedades que pueden ser
causadas por el coito.

La sífilis fue uno de los trastornos que se hizo evidente


durante esta época, sin embargo no era aceptada su
relación con el acto sexual; era atribuido a las lluvias, a
las inundaciones y otras causas.

A finales del siglo XV aparece de improvisto una nueva


enfermedad, violenta, mortal, que se manifestaba en
erupciones y ulceraciones en toda la piel, con gran
destrucción de tejidos, causando muchas muertes y
persistiendo durante años en aquellos que sobrevivían
al ataque inicial.

En un principio se le dio el nombre de “morbo Gálico” o


“Mal Francés” porque se presentó en forma virulenta,
casi en forma de epidemia durante el sitio impuesto por
las tropas de Carlos VIII de Francia que en 1495, se
declaró en la ciudad de Nápoles, el Rey, al preparar su
campaña militar había reclutado soldados mercenarios
de todas partes, y entre ellos, había algunos
contagiados del mal, se dice que fue traído por los
españoles ocupantes de las naves de Cristóbal Colón
que hacía poco había regresado del nuevo mundo; las

4
tropas aterrorizadas por la propagación de la
enfermedad, huyeron; Carlos VIII se vio obligado a
levantar el sitio y fue entonces cuando los soldados
regresaron a sus países llevando consigo la
enfermedad y permitiendo que se extendiera por toda
Europa.

En realidad, no se ha demostrado que la sífilis haya


procedido de una región o de un país determinado.
Algunos médicos aseguran que el descubrimiento de
América trajo consigo no sólo la grandeza de España
sino también su decadencia y entre los males que
probablemente vinieron en los barcos españoles se
haya el de la sífilis, sin embargo también se da otra
respuesta a esta búsqueda que resulta totalmente
contradictoria; otros médicos demuestran, comparando
las fechas, que el mal francés asolaba a Europa antes
de la vuelta de los españoles; según estos autores, la
sífilis existía desde muy antiguo, como se ve por las
pruebas manifiestas, que de esto hablan las obras
antiguas.

Cuando para reconocer la verdad en este punto, se


consultan los libros de los médicos griegos y romanos,
nada de exacto relativamente a la enfermedad que nos
ocupa. Es cierto que se encuentran en dichas obras
vestigios de lo que en día se llama enfermedad
venéreas primitivas; pero como no se hace mención del
carácter contagioso de estas afecciones, y como
ninguna forma morbosa secundaria se encuentra ligada
a las formas primitivas, es imposible decir si estos
autores conocieron la sífilis, y si en su tiempo existía
ésta enfermedad.

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Desde luego, por lo que hace a las ulceraciones es
cierto que los antiguos reconocieron su presencia en las
mismas regiones en que nosotros las encontramos, y
que las han descrito con los caracteres de alguna de las
variedades que hoy día se admiten.

Hipócrates, por ejemplo, las indica en las mujeres y


habla de llagas u ulceraciones del útero y de los labios
mayores. En el tercer libro de las epidemias designa de
un modo general las ulceraciones de estas partes
genitales.

Galeno indica las úlceras del pene: finalmente las


úlceras de las partes genitales son estudiadas por Aecio
en su libro Tetrabil. Y Pablo de Aegina junto con él.
Celso describe las afecciones de las partes pudendas
en su libro tercero del “De re médico”. Demethodo
Medendi, libro primero capitulo XXII: Actuarias describe
las ulceras de los órganos de la generación.

En 1530 Fracastoro (o Fracastorius) publicó “su divino


poema” escrito en 1521 y titulado “Syphilis, sive morbus
Gallicus”. Jeronimo Fracastoro pertenecía a una noble
familia, favorecido por la fortuna, pudo dedicar toda su
existencia al estudio. Nació en Verona, pasó la mayor
parte de su vida en esta ciudad estudiando
matemáticas, geología y astronomía, ejerciendo la
medicina y acompañando a estos serios estudios por
entretenimientos más ligeros como la música y la
poesía. Estudió en Padua, donde fue compañero y
amigo de Copérnico, pero mientras que Copérnico se
consagró a la Astronomía, a Fracastoro le atrajo
principalmente la medicina. Su poema sobre la sífilis es

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su primera obra y la más conocida de todas sus obras;
en elegantes versos compuestos al estilo de Virgilio,
nos habla de un mítico joven pastor llamado Syphilius
(Sífilo), que habiendo incurrido en el enojo de los dioses
por acto de impiedad, fue castigado con una repugnante
enfermedad contagiosa.
“Le salieron bubones horribles de mirar,
Sintió extraños dolores; no pudo conciliar
Por las noches el sueño…
Por él la enfermedad sífilis se llamo
Y en otros pastores la llama prendió”…
No hay cuento en el poema. Syphilus es simplemente el
paciente sobre quien el autor traza su descripción
completa de la sífilis y del tratamiento de mercurio y de
guayaco o palo santo, remedio de origen americano que
acompañaron la enfermedad a Europa.

En 1519 Urlico Von Hutten, de Tubinga, también


atacado por la enfermedad, alababa las virtudes de este
medicamento en un tratado que se tradujo al inglés
veinte años después bajo el título de “Of wood called
guaiacum that healeth the french pockes and also
helpeth the goutein the feete” (De la madera llamada
guayaco, que cura las pústulas del mal francés y
también alivia la gotaen los pies).

Es que la situación que imperaba en Europa a fines de


la edad media y principios del renacimiento, era
TERRENO FERTIL para la difusión de la sífilis. La
prostitución y la sodomía cundían por todas partes. En
la época del descubrimiento de América, el fisco
recaudaba en Roma más de treinta mil escudos al año
de los lupanares y las prostitutas públicas eran más de

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siete mil, a las que se sumaba un número
indeterminado de meretrices privadas. En Venecia,
según un censo del cronista Marino Sañudo, de
trescientos mil habitantes, doce mil eran prostitutas.

Existía también lo que los estadounidenses de hoy


llamarían Venice confidencial o sea un catalogo de
todas las principales y más apreciadas cortesanas de
Venecia, publicado por el conde de Oxford y en el que
indicaba además de la dirección, “la cantidad de
monedas que deben pagar los hidalgos que deseen
obtener sus favores”. No faltaron entre las autoridades
de las distintas ciudades, las que trataron de
desterrarlas. Cuando se descubrió que las mujeres
tenían “una especie de erupción secreta en la natura”,
se les expulso de Bolonia, Módena, Ferrara y otras
ciudades. Dicha providencia no sirvió de nada, debido
que, al poco tiempo, las mismas ciudades estaban
infestadas de meretrices, en Roma la iniciativa de
expulsarlas fue tomada por el propio Pío V; pero el
pontífice tuvo que desistir de su proyecto, para evitar
una revolución.

Durante este tiempo, como es natural se procedió un


poco a ciegas. En Inglaterra, cuando el Cardenal
Wolsey perdió el poder, fue acusado, entre otras cosas,
de haber contagiado al Rey Enrique VIII “susurrándole
en una oreja”. en París en 1497, las autoridades
dictaron una ordenanza por la cual todos los individuos
afectados por la sífilis que no tuvieran residencia fija en
París deberían abandonar la ciudad. Los sifilíticos
fueron aislados en el Faubourg Saint Germain.
Probablemente fueron los escoceses quienes primero

8
sospecharon que el contagio se producía mediante el
contacto sexual. En efecto, en una ordenanza del
consejo municipal de Aberdeen, se decía que para
proteger a la ciudad contra la enfermedad llegada de
Francia se imponía la obligación, a las mujeres de la
vida galante, de abandonar el vicio, bajo pena de ser
marcadas en las mejillas con un hierro candente.

Los caracteres que los antiguos atribuyen a estas


ulceraciones prueban que presentaban todas las formas
con que se las encuentra actualmente. Sería difícil ver
otra cosa que el chancro simple en las ulceraciones con
flictenas de que habla Hipócrates, en las ulceraciones
huecas, indicadas por Aecio, en las exulceraciones
indicadas por Oribasio, el chancro fagedenico que
indica Galeno y Celso le da su verdadero nombre y
también describe la úlcera gangrenosa, carbúnculus,
indicada también por Aecio y este igualmente que
Oribasio describen la úlcera vegetante. Por lo que hace
a la ulcera indurada, los escritos de los antiguos son
menos explícitos; sin embargo, Hipócrates los describe
Aecio parece todavía más preciso. Sin duda pudiera
decirse que todos los caracteres locales del chancro
hunteriano se encuentran en la descripción de Aecio.
Puede, por lo tanto decirse que los antiguos conocieron
las úlceras de los órganos genitales que se han descrito
como se hace actualmente y por lo tanto, puede
sostenerse que ésta forma primitiva es de las
enfermedades venéreas que existían en la antigüedad.

Esta opinión se funda además en la mención de dos


síntomas que ordinariamente acompañan a un
chancro, el bubón y la fimosis o parafimosis. En cuanto

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a los tumores de las glándulas inguinales, se encuentra
indicados por Hipócrates, pero sin indicación de las
relaciones que pudiera existir con las ulceraciones del
pene.

No hay duda que estas citas son incompletas; pero


demuestran que los médicos de la antigüedad
observaban ulceraciones de los órganos genitales
acompañados de fimosis y parafimosis cuando existían
en el prepucio y podían dar lugar a bubones. Sin
embargo, estos autores no hablan de dos caracteres
esenciales casi patognomónicos, y cuya ausencia
siempre deja dudas acerca de la verdadera naturaleza
de los chancros, aún cuando ocupen los órganos
genitales. Ninguno de ellos dice expresamente que
estas úlceras fuesen contagiosas ni que pudiesen ser
seguidas de síntomas consecutivos.

Es cierto que pudiera inducirse esta transmisión por el


contacto, recordando hasta que punto llegaba la
intemperancia de la antigua Roma y teniendo presente
el hecho de la existencia habitual de estos síntomas en
los órganos genitales, teniendo también en cuenta la
vigilancia que estaban sujetas las prostitutas por parte
de los ediles, y recogiendo algunas manifestaciones que
se han escapado a los historiadores y poetas; pero esta
inducción no pasa de ser hipotética en vista del silencio
que en este punto guardan los médicos.

Además, si la sífilis hubiera existido en su tiempo, se


hubiera presentado, como después lo hizo, con una
serie de síntomas sucesivos, y sería sorprendente el
ver que los médicos hipocráticos, tan hábiles en referir

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las unas a las otras las diferentes formas morbosas de
una misma epidemia, desconocieran de un modo
general la relación que existe entre los síntomas
primitivos de la sífilis chancrosa y sus formas
secundarias y terciarias. Ahora bien, nada hay que
pruebe que se hayan reconocido y descrito estas
afecciones consecutivas. Nada nos autoriza a ver
úlceras secundarias en la boca y una sífilis en los
síntomas que habla Hipócrates en el 116 del segundo
libro de las enfermedades de las mujeres, cuando indica
una especie de leucorrea caracterizada por un “flujo
blanco como la orina de asno”, una hinchazón en el
rostro debajo de los ojos, etc., y cuando añade: “la piel
se pone pálida y se cubre de flictenas”. Sobreviene
poco a poco en las mandíbulas una erupción rojiza,
pequeña acuosa y de mal carácter, hínchanse las
piernas… la boca se llena de saliva… aparecen en la
boca aftas”.

La misma reflexión es aplicable a este segundo ejemplo


del 118 en que se trata de otra leucorrea descrita del
modo siguiente: “el flujo es abundante y como orina de
carnero. La mujer está descolorida y abotagada: en las
piernas se levantan botones”. Se ha dicho muchas
veces si debía o no reconocerse una sífilis epidémica
en la constitución referida en el tercer libro de las
epidemias. Rosenbaum lo ha creído así, pero M. Littré
no puede aceptar esta opinión, porque los signos que
indica Hipócrates no son característicos para poder
decidir esta cuestión.

En el mismo libro tres se lee más claramente la


enumeración de las enfermedades de que va a hablar el

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autor, y entre ellas se encuentra: “las aftas en la boca y
los tumores de las partes genitales”. En el número
cuatro hacen mención de erisipelas que sobrevienen
(“en las lesiones más vulgares y en las heridas más
pequeñas”). Y añade: “De estas lesiones, las más
funestas, eran las que tenían por asiento el pubis y las
partes genitales”. Pero no debe olvidarse que si en esta
epidemia las úlceras de los órganos de la generación
eran el centro de erisipelas, lo mismo que las lesiones
más vulgares y las heridas pequeñas esparcidas por la
superficie del cuerpo, esta condición no obliga a
conceder la misma naturaleza a la erisipela y a la úlcera
que le servía de punto de partida.

Parece que podemos ser más afirmativos con respecto


a la descripción dada en el número siete. “Muchos, dice,
tuvieron aftas y ulceraciones en la boca por dentro y por
fuera, infartos en las ingles, oftalmias húmedas, de larga
duración y dolorosas, que hicieron perder la vista a
muchas personas, y que se llamaban higos. Las otras
heridas y las partes genitales eran el asiento de muchas
fogosidades”. Sin embargo, esta descripción es
demasiado incompleta para poderse juzgar en último
resultado, el verdadero carácter del mayor número de
estos síntomas. ¿Qué eran estas ulceraciones de la
boca, en las cuales no insiste el autor? ¿Qué debe
entenderse por esta otra expresión: Fluxiones
frecuentes en las partes genitales y en los tumores que
existían por dentro y por fuera?. Verdaderamente es
difícil decirlo; y más difícil sería reconocer una relación
entre formas morbosas tan diversas, y cuyo orden de
sucesión no se hay establecido. Por consiguiente,
admitiendo que existan algunas analogías de forma

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entre esta epidemia del siglo XVI, forzoso es añadir que
estas analogías no son suficientes para establecer la
naturaleza sifilítica de la que observó Hipócrates. Así es
que muchos autores han visto en ella una epidemia de
viruela; Rosenbaum una afección sifilítica, y M Littré
“una fiebre remitente o seudo-continua complicada por
la influencia del carácter epidémico con erisipela,
ulceraciones que presentaban de particular el atacar a
veces las partes sexuales y dar lugar al infarto de las
glándulas inguinales, ó diversas erupciones y la
gangrena”.

Ahora se comprenderá cómo el sabio traductor de las


obras de Hipócrates ha podido decir también: “en todo
el curso de estos libros sobre las enfermedades de las
mujeres, nada se encuentra, que decididamente y sin
género alguno de duda, puede atribuirse a la sífilis. En
esto no se diferencian de otros datos procedentes de la
antigüedad, ningún vestigio de la afección sifilítica se
descubre en ellos; pero dan razón de una multitud de
afecciones de los órganos genitales; y si se quiere, es
decir, si se supone la existencia de esta enfermedad en
la antigüedad, se encontraran vestigios suficientes de
ellas en las descripciones transmitidas. Si por el
contrario, se parte de las hipótesis opuestas, las
mismas descripciones no serán otra cosa que lesiones
generales que recaen en los órganos genitales y sin
ningún carácter especifico”. lo cual quiere decir que en
materia de sifilografía se pueden sostener las opiniones
históricas más contradictorias; pero si queremos
atenernos a lo que en realidad es, sin querer demostrar
lo que se supone, nos vemos obligados a decir que los
médicos de la antigüedad, al descubrir ulceraciones de

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los órganos genitales, análogas a las que caracterizan
el primer periodo de la sífilis chancrosa, no han sabido
referir a ella ninguna forma morbosa consecutiva, y que
por consiguiente no han conocido la sífilis.

Esto es cierto acerca de Hipócrates y de sus sucesores


y cuanto más nos alejamos de la época en que escribió
el médico de Cos, mayor es la incertidumbre.
Efectivamente, los médicos, en vez de continuar las
unas y las otras formas morbosas que se suceden en el
desarrollo de la misma diátesis, las describieron como
enfermedades distintas, de suerte que al leer sus obras,
es imposible establecer entre estas afecciones el menor
vínculo de dependencia. Por lo tanto no se puede decir
si deben considerarse como ulceraciones aquellas de
que habla Oribasio, descritas estas aftas a
consecuencia de la inflamación del testículo, sin
embargo, estudia en el capitulo precedente.

La misma dificultad se presenta para las inflamaciones y


los infartos del testículo, infartos que no deben
asimilarse al sarcocele venéreo por no poder establecer
relación alguna entre estos tumores y las úlceras de los
órganos de la generación. Por el contrario, de la lectura
de las obras de los antiguos resalta un hecho: para ellos
todas las afecciones de que hasta aquí se ha hablado,
eran consideradas como enfermedades locales del
aparato genital, y como estados diatésicos, última
prueba de la ignorancia en que estos autores se
encontraban respecto del verdadero carácter de la
sífilis, es decir, de la infección general, que es la causa
de todas estas manifestaciones.

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No es tanta la dificultad cuando se trata de las
vegetaciones. Las obras de los médicos de la
antigüedad prueban sin replica el conocimiento que
tenían de estas enfermedades; y a juzgar por la
exactitud de las descripciones, se debe creer que las
observan con frecuencia.

Ya hemos hallado estas vegetaciones en los pasajes de


Hipócrates indicados más arriba; Galeno habla
igualmente de ellas; se encuentran descritas en los
libros de todos los que se han ocupado de las
enfermedades del ano y de los órganos genitales, en los
cuales están designadas con diversos nombres que no
siempre eran sinónimos, entre ellos se empleaban los
nombres de cóndilo Mah, tomillo, papiloma, verruga,
etc.

Así se demostró la identidad absoluta que existía entre


las vegetaciones, tal y como las observan los antiguos,
y las que describen los sifilógrafos; los primeros no
hablaban de su carácter contagioso, ni tampoco de su
transmisión por el coito; y ninguno de ellos pensaba que
fuesen una consecuencia de las ulceraciones de los
órganos genitales. ¿Estaban en un error? Algunos lo
creen así; pero la mayor parte de los autores modernos
piensan como ellos. No tardaré en examinar esta
cuestión, indagando si los condilomas son realmente
de naturaleza sifilítica; pero ahora solamente quiero
hacer constar el hecho: a saber, el conocimiento exacto
de esta forma particular de las enfermedades venéreas
en los escritos de la antigüedad y la distinción que
establecían entre ellas y las úlceras.

15
Los médicos de la edad media siguieron los errores de
sus antepasados, precisando, sin embargo, la cuestión
etiológica. Por una parte, describieron las afecciones del
aparato genital, como sus predecesores lo habían
hecho; y por otra, reconocieron del modo más explicito
su transmisión por el contacto, y en particular por el
coito.

Este contagio de las enfermedades de los órganos


genitales se haya establecido desde luego por los
edictos que en diferentes épocas se han publicado
contra las prostitutas: en Francia, por Carlo Magno; en
Londres, desde 1163, y en Avignon por la Reina Juana.

También lo está por el testimonio de los médicos Saliste


y Lan Franc de Milán, que indican los bubones como
resultado del comercio intimo con una mujer sucia o con
una mujer que haya tenido relaciones con un hombre
atacado de esta misma afección, testimonio cierto de la
transmisión de un sexo a otro indistintamente.

Guy de Chauliac indica el calentamiento y la suciedad


del pene procedente de haber cohabitado con una
mujer “mal limpia”; Pedro de Argeleta, que describía en
Bolonia en 1470, menciona estas mismas lesiones y las
refiere a una materia venenosa que quedaba entre el
glande y el prepucio. Finalmente, en la obra de
Swédiaur se encuentra la traducción de pasajes
tomados de un tratado de Guillaume de Plaisance, en
los cuales está perfectamente reconocida la transmisión
por el coito. Así que es forzoso admitir que existían
enfermedades contagiosas de los órganos de la
generación mucho antes del fin del siglo decimoquinto,

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sin que por esto nos creamos autorizados para
considerar estas enfermedades como del mismo orden
que la sífilis, pues está última afección tiene caracteres
particulares.

Como ya se ha indicado, la palabra sífilis no tuvo en su


origen una significación exacta como la que se le dio
después. La sífilis era el mal francés, el mal español, el
mal de Nápoles, y nada más. Esta afección se presento
desde luego con unos caracteres distintivos, que
impidieron a los médicos referirla a otras enfermedades
ya conocidas. Estos caracteres han sido recogidos por
los autores contemporáneos del siglo decimoquinto
como Marcelo Di Como, cirujano del ejercito de Carlos
VIII que se ocupa de describirla.

El mal francés era para los autores que le observaron


en su principio, una afección pustulosa que podía
invadir los órganos de la generación, lo mismo que las
otras partes del cuerpo; pero que se limitaba a este
aparato, como sucedía con las úlceras y las
vegetaciones mencionadas por los antiguos. Lejos de
esto, si la enfermedad empezaba por las partes
pudendas, no permanecía mucho tiempo localizada en
dichas partes; y sus invasiones se reconocían por el
desarrollo de las pústulas y la aparición de los dolores.
Por lo demás, estos síntomas, para ser los más
importantes, no eran los únicos de que se quejaban los
enfermos. A las pústulas le seguían las úlceras
destructoras; los mismos huesos eran invadidos; una
fiebre lenta minaba las fuerzas, y la muerte venía
muchas veces a poner término a una vida miserable.
Nicolás Massa nos ha dejado completa la relación de

17
este mal francés, tan temido entonces y a decir verdad,
tan peligroso en la época que apareció.

Todos los autores contemporáneos de la aparición de la


sífilis en Europa y los que escribieron en la primera
parte del siglo XVI, dieron descripciones idénticas de
esta enfermedad.

Más tarde cuando el mal francés perdió su intensidad,


cuando su marcha se hizo más lenta, se pudieron
apreciar mejor sus períodos y se dio más importancia a
la úlcera indurada de los órganos genitales. Las
vegetaciones y los flujos de la uretra parecieron no ser
tan diferentes de la sífilis como se había creído en un
principio. Como estas afecciones se adquirían en medio
de condiciones semejantes, interesaban los mismos
órganos y podían complicarse una con otra, se
clasificaron en el mismo tipo.

El resultado directo de esta confusión fue complicar el


cuadro de la sífilis, hacer de esta enfermedad uno de
esos proteos de mil formas, cuyo curso no ofrecía
regularidad alguna; finalmente aplicar a todas estas
enfermedades los preceptos y el tratamiento que
convenían a una de ellas.

Esta funesta influencia se hizo sentir principalmente


cuando se hizo de la sífilis una afección específica,
distinta de todas las otras no solo por su forma, sino
también por su causa y su tratamiento. En efecto, desde
el momento que se refería su desarrollo a la infección
del organismo por el virus, como Fernel y Cataneus lo
habían hecho, se podía preguntar si este agente podía

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engendrar indistintamente en todas formas morbosas.
La respuesta era afirmativa cuando estas mismas
formas eran consideradas como las diversas
apariencias de una misma diátesis.

Desde el momento en que el mercurio, el guayaco y la


zarzaparrilla hacían todos los gastos del tratamiento,
había derecho para administrarlos indistintamente, ya
que tuviera el enfermo un chancro simple o indurado, ya
una blenorragia o un grupo de vegetaciones.

Finalmente, como dice Astruc, tan luego como se


consideraron las úlceras, los flujos, los bubones y los
puerros como las formas primitivas de la sífilis, se debió
tener el ver presentarse como consecuencia suya las
erupciones, los dolores y las úlceras destructoras de los
periodos sucesivos de esta enfermedad; por
consiguiente estaba autorizado el médico para oponer a
cada uno de estos estados patológicos el medicamento
curativo y preservativo de esta afección, el mercurio. De
aquí nacieron los tratamientos de precaución y el terror
de los enfermos.

Se hubiera evitado muchos tanteos y discusiones,


permaneciendo fieles a las doctrinas de los que habían
sido testigos de los primeros estragos causados por el
mal francés, y recordando que esta reunión de todas las
enfermedades contagiosas de los órganos genitales en
una misma diátesis, estaba condenada por la historia;
pues ésta no nos puede autorizar para poner la
blenorragia, mencionada por Galeno y aun quizás por
Moisés, en el numero de los síntomas de una
enfermedad que los médicos observaban por primera

19
vez en 1493, y para confundir con esta última los
condilomas, tan bien descritos por los antiguos. Bajo el
punto de vista de la historia, había allí tres
enfermedades distintas por lo tocante al momento de la
aparición.

A pesar de todo, se mantuvo esta confusión, y las


teorías que se agitaron alternativamente en sifilografía
se aplicaron indistintamente a los chancros, las
vegetaciones y a la blenorragia. Sea que, como se
procuró en un principio, que quisiera explicar los
fenómenos de la sífilis por medio de la doctrina de
Galeno, sea que se intentara aplicar a esta afección a
las teorías del siglo XVI, explicándolo todo por la
influencia de la conjunción de los astros sobre los
humores o por la acción de un fermento, sea, en fin, que
se admitiese con Paracelso la existencia de un miasma,
y con Fernel la de un virus se presentaba el mismo
problema.

Hunter no reconocía más que un virus, no admitía sino


una sola enfermedad venérea, que podía presentarse y
transmitirse bajo tres formas: la blenorragia, el chancro,
y la sífilis constitucional, a las cuales era preciso
agregar los bubones y las vegetaciones, la blenorragia
era según él, el efecto del virus sifilítico, que se
localizaba en una superficie naturalmente secretoria,
una membrana mucosa: el chanco era, por el contrario,
el resultado de este mismo agente que desarrollaba su
poder en una superficie no secretoria. El bubón síntoma
intermedio, se formaba cuando el virus pasaba a los
vasos y ganglios linfáticos; las vegetaciones tomaban
origen a consecuencia de la irritación causada por el

20
virus venéreo en el glande prepucio. Estas cuatro
formas morbosas constituían la sífilis primaria.

Según Hunter, la enfermedad permanece local durante


todo este periodo, no traspasando entonces la acción
del virus el espesor del tejido en que se ha depositado.
Después, cuando este virus penetra más adelante, toda
la constitución participa de su influencia; y de aquí el
nombre de sífilis constitucional, dado el segundo
periodo de la enfermedad.

M Ricord propone una clasificación más popular en su


tiempo y a decir verdad, más precisa en ciertos puntos
que la de Hunter, para juzgar las cuestiones dudosas
que dividían a los sifilógrafos, ha sustituido la
experiencia a la observación; por lo menos ha relegado
a esta última a la segunda categoría, exigiendo de ella
solamente que confirmase los resultados que le hubiese
dado la primera.

El experimento en que se ha detenido ha sido la


inoculación. Sometiendo a esta prueba el pus
segregado por las diferentes formas de lo que Hunter
llamaba la enfermedad venérea, ha sacado
conclusiones distintas a las que este autor había
formulado. Para M. Ricord, entre las enfermedades
llamadas venéreas, solo una es virulenta, que es la
sífilis chancrosa, porque ella sola es la que en su primer
periodo suministra pus inoculable.
En todos los casos, el veneno morboso jamás penetra
en la economía, sin que exista un chancro. Por
consiguiente, esta es la puerta del virus: es también el
análogo de la mordedura del perro rabioso.

21
A medida que es absorbido, el virus produce diversos
efectos. Primeramente, la induración característica de
sus bases; después el bubón y más tarde los síntomas
secundarios y terciarios de la sífilis.

M. Ricord deduce también de este hecho que la


blenorragia no es una enfermedad virulenta, porque no
es inoculable.

Paul Ehrilch (1854 - 1915) descubrió el salvarsán,


denominado también “606”, considerado inicialmente
como eficaz contra la sífilis, poco tiempo antes de Fritz
Schaudinn (1871 - 1906) había descubierto la
espiroqueta pálida, microorganismo de la sífilis y August
Wassermann (1866 - 1925) la famosa reacción capaz
de revelar la existencia de la espiroqueta. Puesto que la
espiroqueta se parecía mucho al treponema, Ehrlich
decidió aplicarle también su teoría. Comenzó a realizar
experimentos con arsenobenzol, probando una larga
serie de colorantes. La combinación número seiscientos
seis le pareció la más adecuada y tal es el motivo por el
cual el salvarsán se llama también “606”, pero ni el
salvarsán ni el neosalvarsán conocido también como el
“914” lograron derrotar a la sífilis.

Sir Jonathan Hutchinson (1828 - 1913) fue profesor de


cirugía, presidente del colegio de cirujanos de Londres
(1889) y autor de varios tratados de dermatosis,
especialmente referente a la lepra, también referente a
la gota, pero principalmente te dedico al estudio de la
sífilis. Describió la triada (triada de Hutchinson) que
lleva su nombre, como manifestación sintomática de la

22
sífilis hereditaria, constituida por queratitis intersticial,
sordera central y dientes incisivos con muescas en el
borde libre (dientes de Hutchinson). Así mismo describió
las fases características de la oftalmoplegía.

23
SÍFILIS

Es una enfermedad infecto contagiosa que evoluciona


con fases bien definidas. Su evolución espontánea es
crónica como lo demuestra la aparición de accidentes
viscerales tardíos, en especial neurológicos y
cardiovasculares, que condicionan su gravedad.

La sífilis adquirida se trasmite por contagio, que resulta


especialmente de los periodos primario y secundario.

Las lesiones más contagiosas son las exudativas y


saturadas en treponemas: chancro y lesiones mucosas
del periodo secundario.

La transmisión es de origen venéreo en más del 90% de


los casos y en ella desempeña Un papel importante la
prostitución.

El contagio extragenital es raro y puede hacerse por el


beso, al contacto directo de un dedo (chancro
profesional de los médicos y enfermeras) y de los
humores; es decir, de la sangre, que da lugar a una
sífilis decapitada; la leche de las nodrizas y quizá
también la orina, el esperma y el moco nasal.

La transmisión directa por objetos de limpieza, un vaso,


la navaja del barbero, el asiento de los retretes, los
instrumentos musicales de viento y los instrumentos
médicos es muy discutible, pues el treponema sobrevive
mal fuera del organismo y no es seguro que pueda
atravesar una piel sana.

24
Se admite en general que el treponema no puede
atravesar la barrera placentaria e infectar al feto más
que a partir del quinto mes fecha en que se adelgaza
notablemente las dos capas celulares de la membrana
de las vellosidades coriales.

Anteriormente se pensaba que el contagio al feto era


posible era posible en cualquier época del embarazo.
Cuanto más precoz sea la infección, cuanto más
reducida será la probabilidad de que viva el feto, y
viceversa, la infección placentaria procede de la sangre
de la madre, el feto no se infecta por el semen sifilítico
del padre, pues tal infección provocaría la muerte del
óvulo. La sífilis de la madre no solo puede permanecer
latente durante el embarazo, sino que puede haber
presentado un carácter asintomático durante el mismo,
cosa nada rara durante la sífilis matrimonial cuando la
infección sifilítica del marido fue tratada antes del
matrimonio pero sin que llegase a curar por completo.

La sífilis congénita se presenta como sífilis fetal. Puede


provocar la muerte del feto y el consiguiente aborto
sifilítico generalmente entre el cuarto y séptimo mes, el
producto se encuentra macerado. Generalmente
abundan las espiroquetas en todos los órganos, sobre
todo en el hígado.

Cuando sobrevive el feto, la enfermedad se presenta


bajo la forma de sífilis del lactante, o aun más tarde,
entre el cuarto y quinto año como sífilis congénita tardía.

ETIOLOGIA
La espiroqueta pálida es un microbio en forma de

25
espiral muy tenue, enrollado como un sacacorchos con
extremidades finas y una longitud de 5.15 a 15 micras
de longitud (10 como término medio) por 0.3 a o.6
micras de ancho de 6 a 14 espiras (10 por término
medio, a veces tienen hasta 20 vueltas de espiral)
estrechas, profundas y regulares. Los extremos del
microbio son en general rectilíneos, pero a veces están
enrollados en forma de rizo. El treponema goza de gran
movilidad sin que las espiras desaparezcan totalmente
en esos desplazamientos. Por su forma y movilidad, el
treponema tiene el aspecto de una espiral ondulada,
móvil y elegante.

Caracteres biológicos del treponema.- las condiciones


de supervivencia son muy variables; muere en unos
minutos por la acción del agua y jabón y difícilmente
resiste más de 72 horas a temperatura ambiente.
Resiste mejor al frío y por ello vive más tiempo a los
grados de conservación de la sangre en los bancos
hematológicos.

La división de la espiroqueta se hace transversalmente


en dos fragmentos iguales o desiguales, con frecuencia
corpusculares (gránulos espiroquetonígenos). El ciclo
de división del treponema dura unas 30 horas.

Propiedades antigénicas.- La infestación de un


organismo por treponemas provoca la formación de
numerosos anticuerpos además de las “reaginas”, no
específicas y de significación discutida, se encuentran
los anticuerpos específicos: aglutinantes, protectores,
líticos, fluorescentes, y en especial inmovilísimas.

26
Existen analogías antigénicas con otros treponemas:
- treponema no patógeno de Reiter
- treponema de las treponematosis afines; pián, bejel y
pinto o carate.
Cultivo.- El treponema pallidum no ha cumplido hasta la
fecha todos los postulados de Koch, ya que no ha sido
cultivado con certeza.
El autor ruso K. Piatkin en su libro de microbiología Pág.
523 del año de 1968, sostiene que ellos han cultivado el
treponema de la sífilis, pero estudios posteriores han
demostrado que son treponemas que cruzan
antigénicamente con el de la sífilis. Reiter, microbiólogo
norteamericano, en medio anaerobio a base de suero
humano ha cultivado una cepa de espiroquetas que
cruzan antigénicamente con el treponema pallidum y
que por algún tiempo se pensó que era treponema de la
sífilis

Reacción a agentes físicos. Los treponemas de la sífilis


son muy sensibles a los agentes físicos y químicos. La
desecación los mata rápidamente así como
temperaturas de 40° centígrados, este hecho constituye
en parte las bases terapéuticas febriles de la sífilis
usada antes de los antibióticos.
Variación.- algunos autores han postulado que
treponema pálido tiene un ciclo vital que incluye cuerpos
granulares y cuerpos esféricos además de su forma de
espiroqueta. Esto se ha demostrado inoculando a
voluntarios con un filtrado de espiroquetas.

Estructura antigénica.- como no ha sido cultivado con


certeza, se conoce muy poco a cerca de su
antigenicidad se sabe que las espiroquetas producen en

27
el huésped una sustancia similar a un anticuerpo, la
reagina que da fijación del complemento y pruebas de
floculación con suspensiones acuosas de lípidos
extraídos de tejidos normales de mamíferos. La
evidencia de reaginas es usado para el diagnostico de
la sífilis.

Sífilis experimental.- el conejo puede ser infectado


experimentalmente en piel testículos y piel y ojos con
treponema pallidum humano. El animal desarrolla un
chancro rico en espiroquetas y el microorganismo
persiste en los ganglios linfáticos y el bazo y la medula
ósea durante toda la vida del animal, aunque no haya
enfermedad progresiva.

Diagnostico de laboratorio.- en la etapa de chancro de


laboratorio se hace demostrando el agente casual en
las secreciones de la lesión. Se toma secreción de la
úlcera en una lámina, se cubre con una laminilla se
sellan con una parafina los bordes de esta con el objeto
de que no se evapore el liquido. Se coloca la
preparación en microscopio habitual, utilizando el
condensador de campo oscuro, y se observan los
treponemas moviéndose activamente en el campo
óptico.

También se puede hacer un frotis de la secreción,


teñirse con sales de plata y observándose en el
microscopio, en donde se pueden ver los treponemas
engrosados por la coloración.

Pruebas serológicas.- las reaginas parecen estar


constituidas por una mezcla de anticuerpos Ig M, Ig A

28
dirigidos contra algunos antígenos tisulares que se
hayan distribuidos. La reagina se encuentra en el suero
de los pacientes después de la segunda o tercera
semana de la infección de la piel o el liquido
cefalorraquídeo después de la cuarto u octava semana.
Los antígenos para la determinación de la reagina los
lípidos extraídos con alcohol a partir de tejido de
mamífero; la cardiolipina obtenida de corazón de buey
es un cifosfation glicero requiere la adición de lecitina y
de colesterol, o de otros sensibilizadores para
reaccionar con la reagina sifilítica. Las reacciones
comúnmente empleadas son: floculación o de fijación
del complemento.

Pruebas de floculación. (Hinto, Kant, Klain, Mazzini,


VDRL., Veneral Disease Research Laboratori) estas
reacciones están basadas en el hecho de que las
partículas del antígeno lipídico permanecen disueltas en
suero normal, pero se combinan con la reagina para
formar agregados visibles, particularmente cuando se
les agita o centrifuga. Las pruebas VDRL positivas se
negativizan 6 a 24 meses después de un tratamiento
antisifilítico efectivo.

Pruebas de fijación del complemento:


(Wasserman Kolmerc). Estas pruebas están basadas en
el hecho de que los sueros que contienen reaginas fijan
el complemento en presencia del antígeno de
cardiolipina; es necesario cerciorarse que el suero no es
anticomplementario, es decir que no destruye el
complemento en ausencia de antígeno.

Puede hacerse una estimación de la cantidad de

29
reagina presentes en el suero llevando a cabo las
pruebas serológicas luéticas con diluciones progresivas
al doble del suero y expresando el título como la más
alta dilución que da un resultado positivo.

Los resultados falsos positivos de las reacciones


serológicas pueden ocurrir a causa de la complejidad
técnica de las pruebas y porque ciertos sueros
regularmente dan reacción de floculación o de fijación
del complemento positivas en ausencia de infección
sifilítica. Los resultados falsos positivos ocurren en otras
infecciones por ejemplo: paludismo, lepra, sarampión o
por vacunación antivariolosa, en enfermedades de la
colágena (lupus eritematoso diseminado, poli-artritis
nudosa) y en otros padecimientos.

Por este motivo se han ideando pruebas más


especificas para el diagnostico de la sífilis como son las
siguientes: prueba ITP., demostración de la
inmovilización del treponema pálido por los anticuerpos
específicos del suero del paciente después de la
segunda semana de la infección: se mezclan diluciones
del suero del paciente con complemento y con
treponema Pallidum vivos y activamente móviles
extraídos de chancros testiculares, la muestra se
observa al microscopio, si hay anticuerpos específicos;
las espiroquetas serán inmovilizadas en el suero
normal, su movimiento activo continúa. Esta prueba es
difícil de llevar a cabo y requiere treponemas vivos de
animales infectados.

Prueba ASFT (anticuerpos sericos fluorescentes contra


treponema). Esta prueba emplea la

30
inmunofluorescencia indirecta (treponema pallidum
muerto más suero del paciente más gama globulina
antihumana marcada) y proporciona excelentes
resultados desde el punto de vista de la especificidad y
la sensibilidad para los anticuerpos sifilíticos, siempre y
cuando el suero del paciente antes de la prueba haya
sido absorbido previamente por espiroquetas de Reiter
tratadas con vibración sérica. La prueba de ASFT es la
primera que se hace positiva en la sífilis precoz y a
menudo permanece positiva muchos años después del
tratamiento contra la sífilis primaria.

Inmunidad. Es individual por mecanismos


constitucionales genéticos ya que hay personas que no
adquieren la sífilis otras que adquieren pero curan solas
y otras que la adquieren sífilis con evolución muy
rápida. Un individuo con sífilis activa o Pián parece ser
resistente a una superinfección por t. pallidum sin
embargo si la sífilis temprana o el Pián son tratados
prontamente y en forma adecuada la infección es
erradicada y el individuo se hace otra vez
completamente susceptible.

Epidemiología profilaxis y control:

Actualmente la frecuencia de la sífilis (y todas las


enfermedades venéreas) esta elevándose en la mayor
parte del mundo con la excepción de la sífilis congénita
y el infrecuente contagio del personal médico, la sífilis
se adquiere por contagio sexual. Una persona infectada
puede permanecer infectante de tres a cinco años, la
sífilis tardía de más de cinco años de evolución por lo
general no es contagiosa. Las medidas de control se

31
basan en:
1).- tratamiento adecuado y temprano de todos los
casos descubiertos.
2).- el rastreo de las fuentes de infección y los contactos
para ponerlos en tratamiento.
3).- profilaxis mecánicos (preservativos) como la quimio
profilaxis, por ejemplo penicilina, después de la
exposición puede proporcionar cierta protección al
varón.
4).- VDRL en el primer trimestre del embarazo para
tratar a las madres sifilíticas y así prevenir la sífilis
congénita.

Concepto actual de la sífilis.-


La sífilis se considera hoy como una enfermedad
infecciosa trasmitida exclusivamente por contagio, que
abandonada a su evolución espontánea da lugar a
manifestaciones clínicas multiviscerales, cutáneas,
vasculares y neurológicas, y a modificaciones
serológicas por formación de anticuerpos algunos de los
cuales parecen desempeñar un papel importante en la
aparición de una inmunidad adquirida, pero no siempre
definitiva, que se instaura aun sin tratamiento. Es
clásico distinguir tres periodos, con arreglo a la fecha de
aparición y a su aspecto clínico.

Estudio clínico.
La evolución general de la enfermedad sigue el
siguiente esquema: la INOCULACIÓN va seguida de un
periodo de incubación silenciosa que dura tres semanas
como término medio y que corresponde en realidad a
una septicemia latente que se instala en unas horas.

32
PERIODO PRIMARIO.
Se caracteriza por la aparición del chancro en el punto
de inoculación, seguido rápidamente de una adenopatía
satélite y de la instauración de las reacciones
serológicas, que se inicia diez a quince días después
del comienzo del chancro lo que permite distinguir una
fase serológica y una fase preserológica.

PERIODO SECUNDARIO.- tras un periodo de una


semana aparece la roseola, que inicia el periodo
secundario y va seguida a la papulosis sifilítica.

PERIODO TERCIARIO.- se inicia habitualmente


muchos años después del periodo inicial y puede
comprender manifestaciones muy variadas y en
especial cutáneas, óseas, vasculares y neurológicas.

Este esquema clásico de la sífilis sin tratar o


insuficientemente tratada es demasiado rígido: la
roseola y la papulosis sifilítica son inconstantes; y las
manifestaciones terciarias pueden ser precoces y
empalmar con el periodo secundario. Por ello en la
actualidad se tiende a distinguir:

La sífilis precoz integrada por el chancro y la roseola en


la que se considera máxima la eficacia de la penicilina
por la y segura negativización de la serología.

La sífilis tardía que engloba la papulosis sifilítica y la


sífilis terciaria en la que es incierta la negativización de
la serológia.

33
Además han de tenerse en cuenta la sífilis serológica,
cuyas manifestaciones clínicas no existen o pasan
inadvertidas, y la sífilis congénita, transmitida por la
madre durante la gestación.

Por razones de comodidad adoptaremos el esquema


clásico con los tres periodos, primario secundario y
terciario.
PERIODO PRIMARIO:
Desde el punto de vista clínico, se caracteriza por la
presencia del chancro y de su adenopatía satélite. El
viraje de la serología a los 10 a 75 días de la aparición
del chancro permite dividirlo en una fase preserológica y
en otra serológica.

El chancro aparece después de una incubación


silenciosa de quince a treinta días (veintiún días como
término medio). Se observa en cualquier parte del
tegumento, pero siempre en el punto de inoculación.
Tarda de ocho a diez días en adoptar sus caracteres
típicos, presentes sobre todo en el glande, que es
además la localización más frecuente. Se trata de una
lesión aislada, redondeada, con un diámetro medio de 5
a 10 mm.; es una erosión lisa, brillante, rojiza, recubierta
a veces de una leve capa de fibrina; aunque está
claramente limitada no tiene un borde que la separe de
la mucosa contigua. La lesión no se halla inflamada ni
duele; esta indurado y se moviliza en bloque con
respecto a la mucosa vecina, como se observa en la
palpación protegida.

Adenopatía.- aparece siempre cinco a seis días


después del chancro en la zona ganglionar

34
correspondiente; corresponde un grupo de ganglios
duros, indoloros, no inflamados, aislados entre sí, no
adheridos a los planos profundos ni superficiales que
nunca evolucionan a la supuración y donde hay un
ganglio más voluminoso que los restantes.

En esta fase no hay manifestaciones generales.

Diagnostico.- Debe comprobarse antes de emprender


cualquier tratamiento:
-Por la búsqueda del treponema en la superficie del
chancro o en caso de negatividad, en los frotis de la
punción ganglionar.
-Por el estudio serológico que se positiviza
progresivamente a partir de los diez-quince días de la
aparición del chancro.

La evolución espontánea lleva a la cicatrización del


chancro en cinco a seis semanas con la persistencia de
una mácula pigmentada. La infiltración del chancro y la
adenopatía tardan más tiempo en desaparecer.

Formas clínicas.- El chancro puede adoptara un aspecto


atípico, y así se han descrito chancros enanos,
herpetiformes, lineales e hipertrofiaos. En la piel adopta
muchas veces un carácter ulceroso y costroso. También
puede aparecer múltiple. La localización puede ser y es
variable pero en más del 90% de los casos se hace en
los órganos genitales. En el hombre, es más frecuente
en el surco balanoprepucial, que al descapullar presenta
el signo del cartílago tarso. El subprepucial se
acompaña a menudo de una fimosis inflamatoria, pero
se percibe la induración a través del edema del

35
prepucio. El meato urinario, acompaña de un exudado
seropurulento. En el frenillo, suele ser enano y alargado.

En la mujer, el chancro del labio menor es en general


muy pequeño, mientras que el del labio mayor se
acompaña de un edema enorme. En la vagina es raro y
en el útero suele pasar inadvertido y no provoca la
formación de adenopatía superficial.

El chancro suele ser superficial y no territorio cutáneo o


mucoso en el que no se haya observado, en el labio
suele ser inflamatorio, erosivo en la mucosa y costroso
en la cara cutánea, en la lengua adopta con frecuencia
un aspecto fisurado. En las encías es erosivo. Da una
ulceración inflamatoria y dolorosa acompañada de una
adenopatía muy inflamatoria. En el ano es en general
fisurario, en el recto constituye una erosión que se
observa por una endoscopia motivada por una rectitis
mucosa y sanguinolenta, en el pubis (norteafricanos), es
costroso y muchas veces múltiple. En el dedo (médicos,
parteras) puede ser inflamatorio en forma de peri ónix
ulceroso, vegetante o seudo tumoral.

El posible tratamiento del chancro con un tópico es una


causa de modificación del aspecto clínico y de la
desaparición temporal e incluso definitiva del treponema
en la lesión, sin que por ello se detenga la evolución de
la enfermedad. La asociación del treponema y del bacilo
de Ducrey del chancro mixto: en principio es u chancro
blando que aparece dos o tres días después del
contagio, pero a los veinte días en un chancro infiltrado
en el que aparece el treponema.

36
Cualquiera que sea el aspecto del chancro, el
diagnostico de sífilis primaria solo se afirma por la
presencia de treponema en el examen
ultramicroscópico o por la serológia sanguínea positiva.

Sífilis sin chancro.- aparte de los casos en que ha


pasado inadvertido, se trata de una sífilis
postransfusional o especialmente de una sífilis
decapitada por el tratamiento local o general
administrado a título preventivo, sobre todo en los casos
de blenorragia. Las primeras manifestaciones clínicas
serán las del periodo secundario.

PERIODO SECUNDARIO
Comprende manifestaciones cutáneas y mucosas que
se distribuyen habitualmente en dos brotes: el primero,
precoz, la roseola: y el otro tardío, la papulosis sifilítica.
A estas manifestaciones cutáneas se añaden las
manifestaciones generales.

El primer brote.- Aparece por lo general a los cuarenta y


cinco días del comienzo del chancro y comprende: un
exantema o roseola, un exantema las placas mucosas y
adenopatías.

LA ROSEOLA.- asienta en el abdomen, la espalda, los


flancos y la raíz de los muslos, y respeta en principio el
cuello, la cara, las piernas y los brazos; está formada
por maculas de color rosa pálido, redondeadas u
ovaladas de bordes difusos, de 5 a 15mm. de diámetro.

Las placas mucosas son el exantema de la roseola. Se


trata de máculas redondeadas u ovaladas, bien

37
limitadas pero que a menudo confluyen, indoloras, no
inflamadas de color rosa vivo o rojo, erosionadas por la
maceración, exudativas, suelen aparecer al derredor del
chancro (sifílides perichancrosas), donde se agrupan
precozmente, o en la lengua, formando regadías o las
clásicas placas agrietadas, redondeadas, sin papilas y
lisas. En la faringe provocan una faringitis indolora con
intumescencia amigdalina. En la laringe dan la clásica
ronquera. En las comisuras labiales producen una
seudo boquera, en general atípica por su unilateralidad.
En el ano adoptan el aspecto de regadías localizadas
en el fondo de los pliegues radiados.

En todas las lesiones mucosas destaca la riqueza de


treponemas que pueden descubrirse por
ultramicroscopio.

La roseola se acompaña de síntomas generales,


habitualmente discretos; consisten en febrícula,
cansancio y cefalea, por lo general vespertinas, que
pueden asociarse a una reacción meníngea clínica o
humoral. En muchos casos aparecen ostalgias en el
cráneo o en las piernas de exacerbación vespertina, y
sobre todo una micropoliadenopatía dura móvil e
indolora, que muestra predilección por las zonas
cervicales posteriores o epitrocleares. Se ha observado
la aparición de una ictericia catarral, de albuminuria, y
de una fiebre elevada con estado estuporoso seudo
tífico. La alopecia es muy frecuente y aparece cuando
desaparece la roseola; está formada por placas
redondeadas, “en calvas” dispuestas de modo irregular
que aparecen y predominan en las regiones
retroauriculares, asociadas con frecuencia a la caída de

38
la cola de las cejas, pueden afectar también las
pestañas y la barba. La alopecia desaparece totalmente
en unos meses.

Puede existir una secuela pigmentaria sobretodo en las


mujeres jóvenes y morenas; es el collar de Venus que
forma en el escote una red de color pardo oscuro de
mallas anchas que rodean máculas blancas.

El segundo brote.- suele aparecer a los cuatro-doce


meses de la enfermedad, pero puede ser más precoz y
unirse al primer brote. Comprende lesiones infiltradas y
papulosas que aparecen por brotes, que pueden
asentar en cualquier parte del tegumento y adoptar
ciertos polimorfismos debido a la coexistencia de
lesiones de distintas edades y de variados aspectos
según su situación. El tipo es la sifílide papulolenticular;
se trata de una papula redondeada u ovalar de unos
milímetros de diámetro, saliente, infiltrada, indurada, de
color cobrizo, amarillento o rojo, rodeada a veces de un
reborde escamoso, sin dolor ni prurito.

Las lesiones se asientan electivamente. - en las palmas


o en las plantas donde son típicas;/ en la espalda y en
los flancos, donde pueden ser foliasiformes o
liquenoides.
- en la cara y sobre todo en los surcos naso genianos,
en el borde de los orificios nasales, en los labios y en el
mentón, donde pueden simular el acné o el impétigo.
- en las mucosas en los pliegues inguinales e ínter
glúteo y en la región ano genital, donde adoptan la
forma de pápulas rosadas, vegetantes, en general
confluentes, de olor fétido, muy contagiosas.

39
A veces se observa una Unisys sifilítica y en especial
una perionixis, constituida por una papula indolora, de
aspecto más o menos inflamatoria, situada en la matriz
de la uña.

Es frecuente que este periodo aparezca astenia, una


febrícula leve o una albuminuria, y es muy raro que se
pueda comprobar tras varios semestres de evolución
una lesión cardiaca consistente en una insuficiencia
aórtica o en una coronaríais. A partir del segundo
semestre de infección sifilítica puede observarse
también una reacción meníngea con hipermonositosis e
hiperalbuminorragea, que hace temer la aparición
ulterior de una neurosífilis.

Un tratamiento adecuado provoca en unas semanas la


desaparición de las lesiones, que dejan a veces ciertas
secuelas pigmentarias. La negativización de las
reacciones serológicas es más lenta y menos segura
que en el primer brote.

Sin tratamiento, los brotes se espacian al tiempo que las


lesiones se hacen menos numerosas, se infiltran más y
se agrupan en arcos de círculo, en ese, en corimbo o en
“perdigonada”.

PERIODO TERCIARIO:
Las manifestaciones clínicas que lo caracterizan pueden
ser cutáneas, mucosas, óseas, visearles y en especial
neurológicas y cardiovasculares. Algunas pueden
aparecer a los dos o tres años de la infección sifilítica,
en la prolongación del periodo secundario, pero en

40
general son más tardías y se observan pasados varios
años o incluso varias decenas de años después de un
accidente inicial que no se trató o recibió un tratamiento
insuficiente.

Accidentes cutáneos.- comprenden las sifílides


terciarias tuberculosas o nodulares, los gomas y las
leucoplasias.

Sifílides terciarias tuberculosas o nodulares.- son


nódulos redondeados, salientes, duros al tacto,
indoloros, de color rojo violáceo o cobrizo. Su número
es variable, pues en cualquier punto del tegumento,
pero siempre en la dermis profunda; en general se
agrupan en una región limitada, donde dibujan con
frecuencia figuras de arco de círculo aisladas o
concéntricas. Evolucionan por brotes sucesivos que
pueden hace confluir los elementos en lesiones
monstruosas. En otras ocasiones desaparecen para
dejar cicatrices atróficas, pigmentadas o acrómicas. A
veces los tubérculos dan lugar a ulceras de bordes
cortantes, adheridas a los planos profundos, asciformes
en general, que dejaran cicatrices violáceas deprimidas
o mutilante.

Gomas.-su evolución clínica, dura varias meses y pasa


por cuatro fases sucesivas: -una fase de crudeza en la
que el goma es un tumor duro, bien limitado, indoloro e
inmóvil: - una fase de reblandecimiento, en la que la
lesión se adhiere a la piel y fluctúa en el centro; la
punción da un liquido serosanguinolento.
- Una fase de ulceración torpida de bordes cortados a

41
pico y muy irregulares.
- una fase de cicatrización, de la que queda una cicatriz
blanca e híper pigmentada a la vez.

Los gomas son únicos o múltiples, pero rara vez su


número pasa de la decena; pueden asentar en cualquier
parte de la piel, si bien en cada enfermo suelen
agruparse es una región determinada. El tamaño de los
gomas varía entre uno y varios centímetros de diámetro.

Los gomas pueden adoptan una tendencia mutilante


causar la necrosis de los huesos pequeños de la cara.

El goma del velo del paladar pasa inadvertido por la


ausencia del dolor hasta que se produce una
perforación del tabique.

El goma de la lengua puede simular un Cáncer o una


lesión tuberculosa si esta ulcerada; evoluciona hacia
una esclerosis superficial que afecta a la mucosa lingual
o hacia una esclerosis profunda con surcos e incluso
ulceras.

Leucoplasia.- aparece sobre todo en la lengua


provocando la desaparición de las papilas, y en la
mucosa lingual donde adopta un aspecto cuadriculado.
La leucoplasia puede ser leve, simple deslustrado de la
mucosa, o más acentuado con aspecto aporcelanado
que da un estado precanceroso capaz de degenerar en
epitelioma espino celular. Destaca la acción
coadyuvante del tabaco en la aparición y degeneración
de estas leucoplasias.

42
Sífilis ósea tardía.- es poco frecuente y de lesiones
aisladas o múltiples que evolucionan por brotes. El
tratamiento es eficaz sobre los gomas óseos, pero
apenas lo es sobre las deformaciones.

La lesión elemental es un goma, lesión destructora


rodeada de una reacción hiperostósica, las lesiones
serán múltiples o deformantes. Las localizaciones
electivas son la tibia, el cráneo, los huesos del
antebrazo, el humero el fémur, el esternón y la
clavícula. También pueden lesionarse las vértebras y
las falanges.
Las lesiones pueden ser mutilantes en los huesos
cortos e hiperostósica en los huesos largos.

La forma hiperostósica difusa aparece electivamente en


la diáfisis tibial. El enfermo consulta por la aparición de
dolores óseos por una deformación que arquea la tibia
hacia adelante y ensancha la cresta tibial para
transformarla en una cara irregularmente convexa en
todos los sentidos.

La radiografía precisa de un manguito hiperostósico en


la diáfisis y la peri diáfisis, foliáceos en ciertos casos.

La sífilis ósea aislada y circunscrita es rara,; afecta la


diáfisis de los huesos largos o el cráneo y es superficial,
de tipo osteomielítico, verdadero goma del hueso.
Produce dolores o una tumefacción y da una
proliferación ósea perióstica o una geoda clara,
redondeada, rodeada de una reacción hiperosteósica.

En los huesos planos la sífilis forma gomas que se

43
presentan como tumefacciones poco dolorosas que
rápidamente supuran, se fistulizan y originan una
necrosis ósea con perforación especialmente en el velo
del paladar o en los huesos propios de la nariz. La
penicilina puede detener la evolución antes de la
fistulización.

Sífilis cardiovascular.
Generalidades:
Aunque constituye uno de los principales peligros,
ocupa escaso espacio en la patología cardiovascular.

En la práctica no aparece más que en sujetos con una


serología positiva y casi siempre se trata de sífilis
ignoradas o mal tratadas, pues se produce veinte o
treinta años después del chancro.

Anatomía patológica.- la lesión elemental es la placa


fibrosa o fibroide, Tripier: rodete grisáceo, aporcelanado
o gelatinoso de una dureza cartilaginosa o fibrosa.

Al contrario de la arterioesclerosis, las lesiones se


encuentran casi exclusivamente en el callado aórtico y
sobre todo en su parte inicial yuxtasigmoidea. Por ello
pueden estenosar u obliterar los orificios coronarios y
ante todo abrir las comisuras sigmoideas y ocasionar
una insuficiencia aórtica.

La sífilis puede ocasionar la aparición de aneurismas


que se diferencian a groso modo de los aneurismas
ateromatozos por su tipo sacciforme y no fusiforme y
por su localización casi exclusiva en el cayado aórtico.

44
Las lesiones histológicas consisten en una pan arteritis
con infiltrados linfoplasmocitarios en la adventicia y
sobre todo en la media que presenta sus capas
elásticas alteradas por la esclerosis.

Estudio clínico.- la sífilis cardiovascular adopta tres


formas clínicas vasculares:
- Insuficiencia aórtica.
- Angor de esfuerzo.
- Aneurisma aórtico.

Insuficiencia aórtica sifilítica.- En una insuficiencia


aórtica pura sin estenosis no lesiones de otras válvulas.
Se manifiesta por un soplo diastólico en el foco aórtico,
acompañado con frecuencia de un segundo como
clangloroso y a veces de un soplo sistólico.

Los signos periféricos de insuficiencia aórtica (aumento


de la tensión diferencial y danza arterial) dependen de
la intensidad del reflujo aórtico y de la flexibilidad, en
general reducida de las arterias.

Insuficiencia coronaria sifilítica.- Es rara y no ofrece


signos clínico especial alguno, parte de su frecuente
aparición antes de los 40 años y de su posible
asociación con una insuficiencia aórtica.

Aneurisma sifilítico.- apenas se observa antes de la


cincuentena; suele ser sacciforme en forma de bolsa
unida a la aorta por un cuello y asienta casi siempre en
el cayado aórtico.

Estudio clínico.- Puede exteriorizarse o manifestarse por

45
la aparición de dolores o por la presencia de
abultamiento lateroesternal derecho, en el que existe un
foco de latidos audibles y una tumefacción pulsátil. La
evolución marcha con rapidez hacia la rotura en la piel.
Pero en general el aneurisma es profundo y se
manifiesta por signos torácicos: dolores pulsátiles o
terebrantes, disnea o angor de esfuerzo, voz bitonal, tos
ronca, hipo y disfagia. La exploración clínica es poco
explícita; en general se encuentra un soplo doble en la
base o un ruido canglor, demostrativo de la existencia
de una aortitis: son más raros los signos típicos de
aneurisma: disminución asimetría o retraso del pulso o
del trazado oscilométrico en un miembro, comprensión
del recurrente o de la vena cava superior,
desplazamiento de la tráquea en el sístole.

En realidad el diagnostico se obtiene por el examen


radiológico que muestra una imagen opaca, densa,
homogénea y bien limitada, que cubre el corazón en
forma de reloj de arena, inseparable de la aorta en
todas las proyecciones, pulsátil y expansiva. En ciertos
casos no puede afirmarse la existencia del aneurisma
porque se ha perdido su expansividad o porque es
demasiado pequeño o se halla en la concavidad de la
aorta. De aquí el interés de la angiografía venosa que
determinarán la localización exacta y el tamaño del
aneurisma.

La aortitis sifilítica simple sin lesión ostial ni sigmoides


es rara y permanece clínicamente latente; solo es
diagnosticada por la presencia de calcinaciones junto a
la aorta ascendente.

46
SÍFILIS NERVIOSA

Las manifestaciones neurológicas terciarias presentan


un importante riesgo evolutivo: pueden ir precedidas de
una reacción meníngea precoz, iniciada en el periodo
secundario, que se manifiesta por una reacción
linfocitaria del líquido cefalorraquídeo con discreta
albuminuria.

Las lesiones nerviosas son tardías, pues aparecen diez


o veinte años e incluso más tarde después del
accidente inicial; se trata siempre de sífilis que fueron
objeto de tratamiento insuficiente o nulo.

TABES.- Es la más frecuente de las neurosífilis es por


sí sola la causa de más de dos terceras partes de las
manifestaciones nerviosas de la enfermedad.

ANATOMÍA PATOLÓGICA.- Se caracteriza por la


existencia de una atrofia de las raíces raquídeas
posteriores de la medula, por lo general en la medula
dorso lumbar o dorsal. Existe al propio tiempo una
meningitis crónica sifilítica.

ESTUDIO CLÍNICO.- La enfermedad muestra un


extremo polimorfismo. El descubrimiento de la tabes
puede ser casual o debido a la realización de una
exploración sistemática en un sujeto con serología
positiva.
Algunos signos, considerados primordiales, tienen un
gran valor de orientación.
- El signo Westphall o abolición de los reflejos
rotulianos.

47
- El signo de Romberg, que consiste en la pérdida del
equilibrio al estar de pie con los ojos cerrados.
- El signo Argyll-Robertson, signo que aparece
especialmente en la tabes y que es la abolición del
reflejo pupilar foto motor conservación de acomodación
a la distancia.
- Los dolores fulgurantes que evolucionan por crisis
integradas por una serie de dolores agudos, separados
por intervalos de segundos o minutos. El acceso dura
unos pocos minutos a varias horas; en un mismo
acceso los dolores permanecen fijos en el mismo
segmento del miembro, pero pueden desplazarse de un
acceso a otro. Asientan electivamente en los miembros
inferiores.

EXPLORACIÓN NEUROLÓGICA.- En un tabético ha de


ser completa.- Registrar la ausencia de toda parálisis, lo
que contrasta con una notable hipotonía que permite
obtener movimientos pasivos de una amplitud anormal.

En todos los casos hay trastornos de la coordinación


producidos por la lesión de los cordones posteriores de
la medula que ocasiona la perdida de la sensibilidad
profunda; la ataxia estática se manifiesta por el
desequilibrio aparecido al practicar la maniobra de
Romberg. En general el enfermo anda arrastrando los
pies, y en las formas graves ha de utilizar bastones.

Los trastornos de la coordinación se investigan en el


enfermo en decúbito mediante la maniobra del dedo
sobre la nariz y la prueba del talón sobre la rodilla, que
ponen de manifiesto la disimetría. Todos estos
trastornos se acentúan al cerrar los ojos o no aparecen

48
más que en este momento, hecho fundamental que
demuestra la afección de la sensibilidad profunda y que
los diferencia de los trastornos cerebrales.

Los reflejos osteotendinosos están abolidos. En la tabes


dorso lumbar, que es la más frecuente, la arreflexia
suele ser aquilea antes de ser rotuliana. En tabes
extensas o cefálicas pueden desaparecer los reflejos
osteotendinosos de los miembros superiores.

Los trastornos de la sensibilidad son constantes,


subjetivos objetivos. Aparte de los dolores fulgurantes
pueden observarse dolores fijos y constrictivos, en
cinturón, en borceguí o en estribo, en crisis dolorosas
viscerales dramáticas, caracterizadas por su evolución
paroxística, la alternación grave del estado general
durante las crisis y su aparición precoz, que les otorga a
menudo el carácter de reveladoras de la enfermedad.
La crisis más frecuente y más clásica es la crisis
gástrica, hiperálgica con vómitos incesantes y estado de
shock, sin signos quirúrgicos que se instala en unos
instantes y desaparece espontáneamente en unas
horas. Se han descrito otras crisis, en especial
abdominales, que dan un cuadro seudoclusivo o
coleriforme, y así mismo crisis rectales, urinarias,
vesiculares, nasales y laríngeas.

Son constantes los trastornos sensitivos objetivos; la


afectación de la sensibilidad superficial suele ser
discreta, constituida por una anestesia o una
hipoestesia táctiles bandas con conservación de la
sensibilidad profunda son considerables y provocan una
ataxia; hay perdida de la sensibilidad articular, de la

49
sensibilidad ósea al diapasón, de la sensibilidad
nerviosa y vísceral, del sentido de la posición
segmentarías y de la varíestesia, y finalmente te
observa también una asterognosia.

El examen ocular sirve para descubrir el signo de Argyll-


Robertson, la desigualdad y la irregularidad de las
pupilas, el aspecto deslustrado del iris, las parálisis de
los pares III y IV demostrativas de la existencia de una
meningitis sifilítica de la base, y a veces una neuritis
óptica.

Los trastornos troficos son bastante frecuentes;


predominan las artropatías, que suelen ser precoces y
atacan electivamente las grandes articulaciones. La
lesión de la rodilla es la más frecuente, produce en unas
horas una hinchazón enorme de la rodilla con un edema
duro y blanco, sin signos inflamatorios, dolor, ni
impotencia, aunque los chasquidos son muy
numerosos.

La evolución espontánea marcha hacia la dislocación de


la rodilla lo que permite movimientos tan anormales
como indolorosos. La radiografía muestra en esta fase
lesiones de los cambios óseos; osteoporosis y fracturas
parcelares.

Las artropatías pueden afectar todas las grandes


articulaciones y también las vértebras y los pequeños
huesos del pie.

Pueden observarse otros trastornos tróficos: fracturas


espontáneas, indoloras cuya consolidación suele ser

50
mediocre a pesar de la exuberancia de los callos,
amiotrofias, dolores perforantes de las plantas que
asientan especialmente en los puntos de apoyo
anteriores.

EXÁMENES DEL LÍQUIDO CEFALORRAQUÍDEO.


Existe una hiperalbuminorraquia de 0.50 a 0.80 g. con
una linfocitosis de 20 a 40 elementos, demostrativa de
la existencia de una meningitis crónica sifilítica. Además
el benjuí coloidal flocula en la zona sifilítica. Las
reacciones serológicas y la prueba de Nelson no son
siempre positivas en el liquido cefalorraquídeo, mientras
que en la sangre sí lo es esta última en todos los casos.

El cuadro clínico de la tabes puede ser más o menos


rico en síntomas; la tabes ataxica es mucho más rara
que las formas frustradas. La tabes puede ser
monosintomática; dolorosa con riesgo de morfinómana,
poliartropática, amaurótica o consistentes en una ataxia
aguda.

PARÁLISIS GENERAL.- Constituye la tercera parte de


los casos de neurosífilis y es la expresión clínica de una
meningo-encefalitis sifilítica difusa.

El comienzo puede ser insidioso y consiste en un


estado hipocondríaco, en una serie de accesos
depresivos ansiosos o en un estado de excitación
hipomaniaca que enmascara incompletamente una
pobreza intelectual consistente ante todo en una
amnesia. A veces se descubre la existencia de la
enfermedad por la aparición de trastornos del
comportamiento social, que incluso llega a ser delictivo,

51
o por ser un ictus transitorio: hemiplejia o afasia,
parálisis ocular, crisis comicial.

Periodo de estadio.- La demencia domina el cuadro


clínico y sobre ella se puede injertar un delirio crónico.

La demencia es constante, progresiva y global, y afecta


la atención, el discernimiento, la afectividad, la voluntad
y la memoria.

La euforia es corriente y sobre todo hay una pérdida de


la autocrítica con incoherencia e ilogismo de las
palabras y del comportamiento.

Son bastante frecuentes los delirios absurdos y


contradictorios que pueden ser megalomaníacos o
hipocondríacos; en éstos el enfermo afirma que tiene
órganos taponados o podridos e incluso que ha perdido
algunos.

La exploración neurológica demuestra:


La disartria, signo primordial, que va del simple tropiezo
al pronunciar las palabras de prueba al farfulleo
ininteligible y escondido.

El temblor, fino, constante, rápido, fibrilar, con


predominio de los dedos, que provoca una irregularidad
de la escritura.

La exploración ocular descubre el signo de Argyll-


Robertson, que es inconstante, una irregularidad o
desigualdad de las pupilas paresias oculares.

52
El electroencefalograma muestra la existencia de signos
de sufrimiento cerebral difuso. El liquido cefalorraquídeo
es claro y ligeramente hipertenso; hay una
hiperalbuminosis (0.50 a 1 g. como término medio), una
linfocitosis de 10 a 100 elementos o más (mayor en el
liquido peri cefálico) y una floculación del benjuí coloidal
en los diez primeros tubos. La serología clásica y la
prueba de Nelson suelen ser positivas tanto en el
líquido espinal como en la sangre. La encefalografía
gaseosa muestra la existencia de una atrofia cerebral
de predominio frontal con dilatación ventricular.

Evolución.- La evolución espontánea es mortal en dos a


tres años y conduce al enfermo al asilo, donde muere
en estado de demencia total, de caquexia y de invalidez
absoluta.

Los resultados del tratamiento varían y dependen en


especial de su precocidad; el éxito puede ser total y
permitir la reincorporación del individuo a la vida social,
si bien son posibles las recaídas, o también puede
producirse un fracaso que lleva al internamiento del
sujeto. En muchos casos hay una discordancia entre la
mejoría clínica y la persistencia de las anomalías
humorales.

Otras formas de la neurosífilis son raras en la


actualidad.
La hemiplejia por arteritis sifilítica es excepcional, si se
excluye la hemiplejia fugas que se observa a veces al
comienzo de la parálisis general.

La lesión aislada de los pares craneales VI, III y en

53
especial II con neuritis óptica, en general bilateral y
rápidamente progresiva, constituye una posible forma
clínica.

La epilepsia puede presentarse aislada o ser el inicio de


una parálisis general.
La sífilis medular parece limitarse a la asociación de una
tabes de una paresia de los miembros inferiores
consigno de Babinski bilateral, que da una esclerosis
combinada sifilítica de la médula. La mielitis aguda
transversa y la mielitis de Erb son excepcionales.

Otras formas de sífilis visceral.- La sífilis terciaria puede


afectar el aparato digestivo, el hígado, el bazo, el
pulmón, y los bronquios, los riñones y el testículo.
Excluida esta ultima localización, se trata siempre de
manifestaciones tardías que aparecen de los diez a
veinte años, ya raras hace muchos años, son ahora
excepcionales y consisten al principio en lesiones
gomosas circunscritas y difusas que evolucionan
progresivamente hacia la ulceración o la esclerosis, que
puede dar a los parénquimas un aspecto abramantado.
Adoptan el cuadro clínico de las enfermedades
corrientes de las vísceras lesionadas, de modo que el
origen sifilítico se descubre por la presencia de
infiltrados linfoplasmocitarios al hacer el estudio
histológico.

SÍFILIS CONGÉNITA.- Si bien la sífilis ya no es, por su


frecuencia, el azote que la humanidad sufría en
décadas pasadas, tiene aspectos epidemiológicos,
patogénicos y clínicos de particular interés en pediatría.

54
Sin embargo informes recientes (de mediados del siglo
XX) señalan un aumento en los últimos años y la lúes
prenatal está casi siempre en relación directa con la del
adulto.

En todo niño con lúes prenatal puede considerarse que


su madre también está infectada.

La morbilidad tasada por cada 100 000 habitantes de


todas las edades, estimada por el número de casos
notificados, en algunos países americanos fueron aun
elevados en 1976: 291 en El Salvador, 93 en
Colombia,51 en estados Unidos, 29 en México y 13 en
Chile.

En México han descendido de 55 en 1961 a 25 en 1971


(12907 casos en 1966 y 11210 en 1972), y las tasas de
mortalidad de 1.5 a 0.6 en el adulto y de 0.6 a 0.2 para
la sífilis ingénita; sin embargo, la proporción de
defunciones por lúes prenatal ha aumentado del 33% en
1950 al 45% en 1972.

En la persistencia de la enfermedad influyen el descuido


a consultar al médico, el temor al tratamiento, la
facilidad con que desaparecen las manifestaciones con
las primeras dosis, la promiscuidad y la mayor
frecuencia de relaciones que actualmente prevalecen
entre los jóvenes.

La infección del feto ocurre cuando la madre con menos


de cuatro años de evolución y no hubo tratamiento.

El treponema atraviesa la barrera placentaria después

55
del 4° ó 5° mes de embarazo; en ella provoca
proliferación de tejido conjuntivo e infiltraciones
celulares, lo que aumenta su grosor y le da aspecto
pálido.

Cuando llega al feto se disemina invade prácticamente


todos los órganos y sistemas; si la infección es
temprana se expresa casi siempre durante la segunda
mitad del embarazo por estas infiltraciones celulares
difusas o por la suspensión del desarrollo; aborto o
parto prematuro con feto muerto.

Si la infección materna y la concepción son simultaneas


lo más probable es que la madre tenga pronto signos de
sífilis primaria y el producto no escape a la enfermedad;
si ocurre en fecha posterior es posible que la madre no
presente signos antes del parto y que su hijo no los
tenga al nacimiento; cuando el contagio acontece seis a
ocho semanas antes del parto el producto queda
indemne ya que el treponema atraviesa la barrera
placentaria.

La contaminación del feto depende, además del lapso


de evolución de la infección materna y del tratamiento
completo que ésta haya recibido. El niño que se infecta
tempranamente in útero hay lesiones avanzadas; en el
que la infección ocurre tardíamente puede nacer
aparentemente sano, pero después de las primeras
semanas desarrolla manifestaciones clínicas.

No es raro que un producto escape a la infección y que


el siguiente sea afectado, en madres previamente

56
contagiadas en virtud de las espiroquetemia recurrentes
periódicas. Al derredor del 20% de los hijos de las
madres sifilíticas que el 25% de los fetos infectados in
útero, sin tratamiento, mueren antes del parto, 30%
sucumbirán en las etapas neonatales si tampoco lo
reciben, y el 40% de los sobrevivientes desarrollarán
después lesiones.

SINTOMATOLOGÍA.- La sífilis adquirida, en los niños,


eventualidad más frecuente de lo que se suponía, se
expresa clínicamente con una evolución idéntica a la del
adulto, es decir, existe el chancro primario, después las
manifestaciones cutáneas, mucosas y serológicas del
secundarismo, y por fin, tardíamente las
manifestaciones terciarias.

La sífilis ingénita tiene manifestaciones clínicas


polimorfas y exuberantes en ciertos casos, o
inversamente puede transcurrir sin manifestaciones
clínicas. Se señalan en está tres periodos
característicos en su evolución.

1) La sífilis fetal.- que condiciona las suspensiones del


desarrollo y las infiltraciones celulares difusas ya
mencionadas.

2) La sífilis ingénita temprana o neonatal.


Indudablemente la más frecuente e interesante por el
polimorfismo de sus manifestaciones morbosas.

3) La llamada “sífilis tardía”, caracterizada por sus


sintomatologías sobresalientes se presenta hasta la
edad correspondiente a la tercera infancia, ya que antes

57
había pasado clínicamente latente; es por lo tanto más
justificado hablar en este caso de manifestaciones
tardías de sífilis congénita aparentemente primitiva.

La sífilis ingénita temprana.- Se consideran entre los


numerosos síntomas y signos que pueden expresar las
lúes activa en el lactante y mejor aún en el recién
nacido, dos grupos de síntomas, ya clásicamente
establecidos. El primero comprende los síntomas de
certidumbre de la enfermedad del lactante. El segundo
está constituido por los síntomas de presunción. Entre
los primeros deben consignarse los siguientes:

1).- Rinitis sifilítica.- Se trata de una coriza con


abundante secreción muco purulenta y a menudo
sanguinolenta que se inicia desde los primeros días de
edad y se prolonga tenaz, inexorablemente, durante
meses y meses, hasta llegar a destruir totalmente los
huesecillos propios de la nariz, imprimiéndole por este
motivo el aspecto de “nariz de catalejo” es decir, con
hundimiento marcado de la nariz misma lo que permitirá
hacer el diagnostico retrospectivo aún cuando ese
pequeño llegue a la edad adulta. En la secreción
purulenta de esta rinitis es posible, aunque difícil
descubrir el treponema.

2) Pénfigo palmo-plantar.- Está constituido por vesículas


tamaño variable, pero en general grandes (bulas), que
afectan de preferencia palmas y plantas, llenas de
liquido seroso o serosanguinolento muy rico en
treponemas; descansan sobre una superficie enrojecida
y ligeramente inflamada de la piel. Con menos
frecuencia el pénfigo invade otras regiones del

58
tegumento. Constituye el signo más firme de sífilis
neonatal se presenta habitualmente en el recién nacido
desde las primeras horas de edad y en una condición
que implica pronóstico muy grave.

3) La esplenomegalia. Es un signo muy característico


temprano, ya en el recién nacido o en el lactante de
pocos meses y aun en el párvulo. El bazo, en estas
condiciones, es fácilmente palpable y se nota de
consistencia más dura que la normal; corresponde a
lesiones infiltrativas e inflamatorias parenquimatosas e
intersticiales. Con frecuencia acompaña la
esplenomegalia, el crecimiento del hígado debido a una
condición anatomopatológica semejante, por una
verdadera hepatitis aguda o subaguda debido al
treponema.

4) Osteocondritis y periostitis.- Clínicamente se


reconocen por tumefacción, dolor a la movilización y
seudo parálisis descrita por Parrot en 1872, flácida en
miembros superiores y espástica en los inferiores.
Radiológicamente se encuentra en más de la mitad de
los enfermos lesiones de osteocondritis del periostitis o
ambas combinadas. Las lesiones iniciales son
metástasiarias con bandas radiolúcidas transversales;
posteriormente te encuentran lesiones destructivas
focales con rarefacciones de las partes medias y
laterales, y modificaciones diafisiarias discretas. El
ataque es múltiple pero predomina en fémur, húmero,
tibia y costillas, y con frecuencia es simétrico. Las
alteraciones de osteocondritis entre los 6° y 8° meses
de edad pero las periostitis hasta cerca de los dos años
de edad. Menos frecuentes son la lesiones de

59
osteomielitis (no supurativas ni con fístulas) que
propician fracturas, o las de osteítis, “espina ventosa
sifilítica” en falanges y huesos del metacarpo y
metatarso con engrosamiento difuso y fusiforme. En el
recién nacido se presta a confusión con la parálisis
obstétricas.

5) Sifílides cutáneo mucosas.- Aparte del pénfigo


palmo-plantar, en algunos neonatos pueden observarse
otras lesiones características de lúes ingénita temprana
en la piel o en mucosas. Entre las cutáneas se han
descrito la sifílide superficial difusa, o infiltración difusa
de la piel, que en estos casos pierde su elasticidad y se
encuentra engrosada, dura, ligeramente edematosa y
con una superficie brillante, surcada por ligeras líneas
de hundimiento que le dan un aspecto especial. Se
localizan de preferencia en las regiones glúteas, en la
cara, en donde alrededor de la boca toman un aspecto
característico de “regadías” irradiadas a partir de las
comisuras; en las plantas de los pies originan el signo
de “piel de cartulina” o “pergamino”, y en otros sitios del
tegumento al que pueden invadir parcialmente o en su
totalidad. La coloración de la piel en las zonas afectadas
es en general pálida o toma un tinte que es comparable
al de los dedos del fumador, es decir, café amarillento
claro; Trosseau lo equiparaba al del café con leche. Las
erupciones circunscritas de la piel o los exantemas
sifilíticos pueden aparecer con las características de las
sifílides máculo papulosas, papuloerosivas, pustulosas,
o maculocrustáceas de color que puede ser rosado,
rojizo, café o violáceo, de forma, distribución, extensión
e intensidad variables de un enfermo a otro.

60
Las lesiones mucosas más características se
encuentran en los márgenes del ano, de la vulva y, con
menos frecuencia, de la boca o de la nariz; tienen el
aspecto de “gomas” ulcerados que casi nunca sangran,
de forma redonda u oval con una base infiltrativas bien
circunscrita, no son dolorosas ni pruriginosas,
evolucionan tórpidamente y en su superficie, que a
menudo se infecta secundariamente, puede encontrarse
el treponema, cuando por lavado con suero estéril y
raspado suave se hace la investigación microscópica en
campo oscuro.

El grupo de manifestaciones de presunción de la sífilis


temprana del niño comprende numerosos signos y
síntomas que abarcan todos los órganos y sistemas de
la economía. Es oportuno sin embargo, mencionar que
muchos de los síntomas, signos y aún síndromes que
fueron considerados por largo tiempo como de origen
luético han sido desmembrados de esta enfermedad al
criterio groseramente erróneo de que antiguamente te
consideraba todo dato patológico, oscuro, e
inexplicable, como manifestación sifilítica, en vista de la
frecuencia que tenia esta enfermedad.

En el aparato digestivo son síntomas de presunción de


lúes algunas condiciones no orgánicas que producen
los vómitos pertinaces y todo el cortejo sintomático de la
dispepsia transitoria del lactante cuando se prolongan
más allá de los tres meses de edad, ciertas ictericias
del recién nacido acompañadas de hepatomegalia y
bilirrubinemia, así como la enfermedad de los vómitos
cíclicos con acetonemia.

61
En el aparato circulatorio pueden considerarse como de
probable origen luético las siguientes condiciones: las
endarteritis, la éxtasis venosa epicraneana,
especialmente de la región temporal donde afectan
distribución llamativa y pueden imprimir un leve surco
sobre la tabla externa del hueso; las éxtasis venosas
del hipocondrio derecho donde recuerdan a veces una
cabeza de medusa; algunas malformaciones congénitas
del corazón o del pedicuro vascular igualmente
despertar la sospecha. Por otra parte en el niño con son
excepcionales las lesiones arteriales y miocárdicas
peculiares del adulto.

Algunas alteraciones del sistema nervioso central


pueden despertar la sospecha de tener origen luético,
tales como alguna meningitis de curso tórpido atípico,
hidrocefalias, convulsiones, eventualmente hemiplejías,
etc. En estos casos el L. C. R. revela escaso aumento
de células, proteínas y glucosa normal y pruebas
serológicas y de oro coloidal positivas.

El “insomnio nocturno persistente” en lactantes que


duermen poco en el día y “pasan la noche en vela” sin
causa justificada señalado por Valenzuela, el “grito
nocturno” o signo de Sisto que consiste en llanto fugaz y
exagerado, que despierta al niño a media noche, por
larga temporada, atribuido por este autor a
manifestaciones de osteítis, son excepciones síntomas
de presunción.

En el aparato sensorial se han encontrado


frecuentemente queratitis, iriditis, retinitis, y neuritis
óptica, anisocoria (signo de Argyll-Robertson) y

62
anormalidades de los reflejos pupilares. En los oídos
algunas otitis crónicas, laberintitis, hipoacusias y
sorderas, y en nariz rinitis sero-sanguinolentas crónicas
con periodos piógenos agregados.

En los retrasos de la deambulación, la dentición y el


lenguaje, sin causa aparente, así como algunas
oligofrenias y problemas neurológicos de aprendizaje,
es necesario descartar su posible etiología luética, lo
mismo que en los pacientes con parálisis cerebral
infantil.

Es frecuente la anemia en el niño sifilítico, aún cuando


no tiene características especiales. El treponema puede
afectar a la médula ósea y causar reacciones
leucemioides, eritroblastosis o aumento de eritrocitos
nucleados.

Sífilis prenatal sintomática tardía, o ingénita tardía, se


puede manifestar después de los dos años de edad, o
durante las edades preescolar o aun en la adolescencia.
Las lesiones que la caracterizan son de tipo inflamatorio
crónico, destructivas y corresponde a las terciarias de la
sífilis adquirida del adulto.

Si bien durante el desarrollo de la lúes ingénita tardía


predominan lesiones consideradas del tipo
cóndilomatoso (sifílides cutáneo-mucosas) en el periodo
tardío las típicas son los gomas. Estas proliferaciones
gomosas se localizan en el periostio, piel, mucosas o
vísceras, (hígado, encéfalo, ganglios, bazo, etc.) con
predilección en la tibia, el cráneo y el esternón. Se
reconocen por palpación como tumefacciones duras, no

63
dolorosas, sin cambio de coloración del tegumento y de
evolución crónica. Los gomas del encéfalo ocasionan,
convulsiones o trastornos sensoriales.

Contemporáneo a este “periodo gomoso” que llama


Heubner, se presenta la periostitis dializaría hiperplasia
de la tibia, muy típica y casi patognomónica. Está
caracterizada por el engrosamiento e incurbación de las
piernas que adopta la forma “en sable”. en este mismo
periodo se puede observar la triada de Hutchinson que
comprende la existencia de queratitis intersticial, con
fotofobia, lagrimeo y ulceración corneal con
hipervascularización periférica, y más tarde opacidades
corneales muy ostensibles, la otitis crónica con sordera
concomitante, y las deformaciones dentarias que
afectan a las piezas de la segunda dentición,
especialmente a los incisivos que presentan sus bordes
en media luna (dientes de Hutchinson) o menos
frecuentemente en sierra, con alteración de su
implantación o tamaño: micro o macrodoncia.

La neurosífilis es otro aspecto de las manifestaciones


tardías de la sífilis ingénita. Su cuadro clínico
corresponde al de la sífilis meningovascular que puede
comprender parálisis hemipléjica, convulsiones,
trastornos mentales con espasticidad de algunos
miembros y alteraciones del L. C. R. caracterizadas por
aumento de proteínas y de células, y reacciones
luéticas, la tabes juvenil y otras variadas
manifestaciones.

Otras manifestaciones tardías son las hidrartrosis de


Clutton, con sinovitis sin participación ósea ni

64
cartilaginosa, que afecta ambas rodillas, en muchachos
de ocho a quince años, y es de curso subagudo, y las
epifisitis con subsecuente ataque articular, capaz de
causar anquilosis.

Entre los estigmas de la sífilis prenatal se han descrito


las regadías, o fisuras cicatriciales radiadas de las
comisuras bucales, la nariz en “silla de montar”, frente
olímpica, queratitis intersticial, dientes de Hutchinson
(incisivos con bordes de media luna), el engrosamiento
unilateral del tercio interno de la clavícula (signo de
Higoumenakis), molar de los seis años en forma de
mora (molar de Monn) y la escápula escafoides
(graves).

DIAGNOSTICO.

Se fundamenta en:
1.- Los datos clínicos.
2.- El antecedente epidemiológico.
3.- Los exámenes de laboratorio.
4.- El estudio radiológico de los huesos largos.

Ya se menciono antes que en algunos casos existen


signos clínicos de certeza, que por sí solos permiten
establecer el diagnostico pero ellos son poco
frecuentes.

La investigación epidemiológica proporciona datos


valiosos cuando se descubre en la madre, el papa u
otros familiares se encuentran enfermos, ya que así se
pueden identificar a los niños asintomáticos que han
contagiado y por tanto son enfermos ignorados.

65
Los exámenes de laboratorio permiten confirmar o
descartar los sugestivos y descubrir los inaparentes.
Consisten en la investigación del treponema, y en las
pruebas serológicas especificas.

Resulta evidente el diagnostico cuando se encuentra el


treponema en observaciones en microscopio, con
técnica de campo oscuro, en muestras de sangre de la
venta umbilical o de las lesiones cutáneo mucosas,
especialmente las de tipo húmedo, o con la técnica de
anticuerpos fluorescentes en las secreciones el L. C. R.
o las biopsias.

Las pruebas serológicas se pueden practicar con


antígenos no treponémicos (cardiolipina) o con
antígenos treponémicos. Las primeras son
habitualmente usadas y son de dos tipos:

1.- Floculación, como la VDRL (venereal Diseases


Research Laboratorie) las de Kahn, Mazzini, Kline.

2.- Las de fijación del complemento, como las de


Wassermany la de Kolmer.

Pueden ser sólo cualitativas o algunas cuantitativas


cuando se expresan en U de reginas. El numero de U
reginas resulta de la multiplicación del título de la
dilución positiva por 4 (una reacción positiva al 1:80
corresponde a 320 reginas).

Puesto que hay transferencia de anticuerpos maternos


específicos a los recién nacidos, la interpretación de las

66
reacciones positivas en éstos puede o no ser
equivocada si se basa en una sola prueba, por lo que
es necesario practicar una serie de ellas en fechas
periódicas, tanto en el niño como en la madre, con el fin
de obtener datos confiables para la valoración.

Los antígenos treponémicos son de dos tipos:


-Los treponemas no patógenos (Reiter) o de las cepa
patógena (Nichols).
- Los que utilizan el antígeno Reiter son más sensibles
que las pruebas con cardiolipina; algunas con el
treponema completo y otras sólo algunas de sus
fracciones.

Entre las que usan el treponema completo están la de


inmovilización del treponema (TPI), la del t. pallidum,
con azul de metileno (TPAM) siendo ambas con
organismos variables, la de aglutinación con
treponemas no variable (ATP), la de adherencia inmune
(AITP), la de fijación de complemento y la de
anticuerpos fluorescentes (AFT). Entre las que utilizan
fracciones del treponema se han descrito también las de
fijación del complemento, la de Wasserman con
treponema y la de creolisis de T. pallidum con proteínas.

Algunos anticuerpos IgA, IgM pueden reaccionar con el


treponema, y la existencia de anticardiolipina,
hemolisinas (Donath-Landesteiner) factores
reumatoides y otros anticuerpos han sugerido el posible
papel de los procesos autoinmunes en las
manifestaciones clínicas de la sífilis.

En la prueba de absorción de anticuerpos fluorescentes

67
(ABS-AFT), que se considera la de mayor especificidad
para el diagnostico, se utiliza antigamaglobulina
fluorescente que incluye IgA, IgG,e IgM, por lo que nos
permite dilucidar si en el niño menor de seis meses los
anticuerpos son transferidos por la madre.
Recientemente se emplea IgM conjugadas con
fluorescencia para tener una prueba más confiable en
los casos de lúes prenatal.

La interpretación de los resultados de las pruebas


serológicas debe basarse, como ya se dijo, en una serie
de ellas a cortos y largos plazos, y valorarse en
relación con los datos clínicos y epidemiológicos.

Una sola serología positiva, en ausencia absoluta de


datos clínicos, debe hacer sospechar una falsa positiva,
como ocurre en el caso de vacunas recientes,
padecimientos febriles palúdicos, lepra, pinto, etc.: Las
serologías como en el caso anterior deben ser
aclaradas por exámenes en serie y sus resultados
deben relacionarse con los otros elementos de
diagnostico para llegar a una conclusión.

Una serológia negativa sin antecedentes ni datos


clínicos específicos, proporciona seguridades
suficientes para establecer la ausencia de lúes; una sola
serología negativa con antecedentes o con datos
sospechosos el examen clínico hace pensar en una
falsa negativa y obliga a solicitar los análisis en serie
para relacionar sus resultados con los de la clínica. Hay
etapas de la sífilis en la que normalmente se encuentra
seronegatividad: estado preserológica de la enfermedad
o lúes muy antiguas.

68
Por supuesto que las serologías comparativas de la
madre y en hijo son de la mayor utilidad: los resultados
positivos en ambos corresponden a los casos ciertos de
sífilis ingénita o, con mayor frecuencia de transmisión
de reginas de la sangre materna a la fetal, en un niño
sano. Una serología negativa en un recién nacido con
madre seropositiva puede deberse a que aquél está en
la fase preserológica o a que haya escapado de la
infección como es el caso de la madre infectada en las
últimas semanas del embarazo. Tanto en estos
conflictos serológicos como en los casos de reacciones
positivas debe invariablemente repetirse el examen y
solicitarse la cuantificación de la prueba, es decir, de las
reaginas.

Una madre sifilítica, con o sin tratamiento, puede dar a


luz.1.- Un producto muerto por infección, 2.- un niño
sifilítico con serología positiva y con signos de
enfermedad, 3.- Un niño sifilítico asintomático con
serología positiva o negativa, pero que a poco tiempo
revela manifestaciones clínicas, o 4.- un niño no
infectado con serología negativa o transitoriamente
positiva.

La frecuencia de falsas reacciones biológicas positivas


(FRBP) es mayor que en las mujeres embarazadas que
en las que no lo están (73% contra el 61%), pero menor
en los niños después de descartar la transferencia de
anticuerpos maternos que en los adultos (11 contra
40%).

CAMPO OSCURO.- Este examen contribuye de manera

69
categórica al diagnostico de la sífilis temprana con
manifestaciones dermatológicas. La muestra debe
tomarse de lesiones lo más tempranas posibles, limpias
de detritus, no tratadas localmente antes de la terapia
especifica. El observador debe ser avezado en esta
clase de estudio. Su hallazgo positivo constituye la
evidencia para el diagnostico. Un resultado negativo no
excluye definitivamente la posibilidad de la enfermedad.

Las reacciones del líquido cefalorraquídeo deben


investigarse para afirmar la inexistencia de la infección
en los casos sospechosos, para adquirir certeza en las
lúes antiguas de los niños mayorcitos o con
manifestaciones sugestivas de neurosífilis, o para dar
de alta al enfermo. Se debe tener en cuenta que
algunas meningitis agudas pueden dar falsas positivas.

La radiología de huesos largos es un estudio


complementario en los casos sospechosos. Puede
proporcionar datos equívocos de lesiones de
osteocondritis yuxtaepifisiarias o de osteoperiostitis; las
primeras evolucionan generalmente hacia la curación
entre los seis meses y un año, las segundas pueden
persistir más tiempo aún sin manifestaciones clínicas.
Ninguna de ellas es específica de la enfermedad, pero
se han descrito, sin embargo, peculiaridades de la
imagen radiográfica que muestran bandas transversales
superpuestas, simples o complejas, de diferentes
densidades.

Ya se ha hecho énfasis en otros capítulos de que el


niño sano o enfermo, nunca es un individuo
independiente, aislado, sino que está íntimamente

70
ligado a un núcleo familiar y por ello las personas que le
rodean, en el caso de la sífilis deben estudiarse.

En resumen, para establecer el diagnostico definitivo, o


rechazarlo, debe valorarse juiciosamente los datos
proporcionados por el examen clínico, por la serología,
de preferencia en serie y cuantitativa, por la
investigación epidemiológica y accesoriamente por el
estudio de campo oscuro, la radiología de huesos largos
y el análisis liquido espinal. El diagnostico, afirmativo,
que no se base por lo menos en tres de los aspectos
mencionados, no tiene valor definitivo.

PRONÓSTICO.- en cuanto a las lesiones cutáneas en


general es favorable. La evolución del padecimiento,
depende de la naturaleza, extensión y localización de
las lesiones, de la actividad de la infección, de la
oportunidad, eficacia y vigilancia del tratamiento. El
pronóstico es más grave cuando las lesiones afectan al
sistema nervioso, cuando son muy extensas o muy
activas.

PREVENCIÓN.- La sífilis prenatal es una enfermedad


que puede prevenirse a través de la vigilancia periódica,
clínica y serológica de la gestante y del control de los
adultos en general mediante el diagnostico oportuno, el
tratamiento adecuado y completo, la investigación y
supervisión de los contactos, y el descubrimiento de
casos nuevos con pruebas serológicas practicadas a
grandes grupos de población. Se investiga la utilidad de
vacunas con treponema pallidum atenuado por
radiaciones, o de antígenos cruzados de t. cuculí.

71
SÍFILIS
CONCEPTO HAHNEMANNIANO.

Las verdaderas enfermedades crónicas naturales son


las que deben su origen a un miasma crónico, que
progresan incesantemente, cuando no se les opone
medios curativos específicos, y que a pesar de todas las
precauciones imaginables, relativamente al régimen de
cuerpo y espíritu, abruman al hombre con
padecimientos que siempre van en aumento hasta el
término de su existencia. Estos son los tormentos más
numerosos y más grandes de la especie humana,
puesto que el vigor de la constitución, la regularidad del
género de vida y la energía del dinamismo vital, nada
puede contra ellas.(parágrafo 78 órganon).

Para todas las enfermedades agudas; la naturaleza


humana posee en general, el poder saludable de
destruirlas en dos o tres semanas, es decir, de
desembarazarse en ese lapso, de la fiebre y de los
exantemas específicos y de apagarlos por si misma del
organismo, por un procedimiento de nosotros
desconocido (crisis), de manera que, en general, si el
paciente no sucumbe se encuentra completamente
librado, sucediendo esto en un corto espacio de
tiempo.(parágrafo 119

En las enfermedades miasmáticas crónicas, la


naturaleza sigue la misma marcha en lo que se refiere
al modo de infección y desarrollo preliminar de la
enfermedad interna, antes que el síntoma exterior, que
anuncia su formación completa, aparezca en la

72
superficie del cuerpo. Pero cuando las cosas no
suceden así, ofrece esta grande y notable diferencia
con las enfermedades agudas; que toda la afección
interna persiste toda la vida, como ya lo he dicho,
creciendo de año en año, mientras que el arte médico
no logra curarlas en un modo radical.

Es probable en un caso de coito impuro la infección


específica se opera instantáneamente en el lugar del
contacto y del forzamiento.

Cuando la infección se ha tomado, al instante es


contaminado todo el cuerpo. Inmediatamente después
del momento de la infección, la formación de la
enfermedad venérea da principio en todo el interior.
Sobre el punto de las regiones genitales en donde la
infección ha tenido lugar, no se percibe, en los primeros
días, nada extraordinario, ninguna huella de
enfermedad, de inflamación o de corrosión. ES EN
VANO QUE SE LOCIONE O SE LIMPIE LA PARTE
DESPUÉS DE EFECTUARSE EL COITO IMPURO.
Este sitio permanece sano en apariencia; el interior del
organismo solo es puesto en actividad por la infección,
ordinariamente recibida en un instante, y esta actividad
orgánica tiene por objeto incorporar el miasma venéreo
y penetrar toda la economía.

Es solamente después que todos los órganos han sido


penetrados del mal recibido por el cuerpo, cuando el
organismo entero se ha vuelto, parte por parte, venéreo
es decir, cuando la enfermedad venérea ha completado
su desarrollo interior; solamente en estas condiciones
es cuando la naturaleza se esfuerza por aliviar el mal

73
interno y por reducirlo al silencio, haciendo aparecer un
síntoma local, que se manifiesta desde luego bajo la
forma de una pequeña vesícula, teniendo lugar
ordinariamente en el sitio primitivamente infectado,
después bajo la forma de una úlcera dolorosa a la que
se le da el nombre de chancro. Pero esta úlcera no
aparece más que después de cinco, siete o quince días,
algunas veces después de tres, cuatro o cinco
semanas transcurridas después del momento de la
infección. Por consecuencia evidentemente te trata de
un síntoma producido de dentro hacia afuera por el
organismo vuelto venéreo en su totalidad, síntoma
originado por el mal interno, siendo susceptible de
comunicar el mismo miasma, es decir, la enfermedad
venérea, a otras personas por efecto del contacto.

Si toda la enfermedad que así se ha declarado es


atacada por medicamentos específicos administrados al
interior, el chancro desaparece también y el individuo
queda sano.

Pero si como lo hacen los médicos de la antigua


escuela, antes de tratar la enfermedad interna
destruyen el chancro localmente (120), la enfermedad
miasmática crónica (sífilis) permanece en el cuerpo y si
no se cura a continuación por medio de un tratamiento
interno, se agrava de año en año hasta el fin de la vida.
La misma constitución más robusta no es capaz de
destruirla.

No es, pues, como lo he enseñado y lo ha enseñado


también la práctica de muchos años, más que curando
la enfermedad venérea que ha invadido todo el

74
organismo y evitando con cuidado todos los medios
repercutivos exteriores, como se llega a curar al mismo
tiempo la enfermedad y su síntoma local, el chancro; en
tanto se contenta uno con destruir localmente este
último, sin haber procedido previamente a una curación
general, desembarazando a el hombre de toda su
enfermedad interior, es inevitable la aparición de la
sífilis con todas sus consecuencias.(Doctrina y
tratamiento de las enfermedades crónicas)

En el libro de Tratado de las enfermedades venéreas.


León Simón dice:
Hahnemann admite además que el virus de la sycosis
es capaz de combinarse con los de la sífilis y los de la
psora, para producir formas morbosas mixtas. Por lo
demás, estas complicaciones están sometidas a las
mismas leyes que las del virus sifilítico; solamente
sobreviven cuando los agentes que se une, se hallan en
actividad y no cuando se encuentran en estado latente.

Es cierto que en 1789 admitía Hahnemann que no


existe más que una sola enfermedad venérea, que tiene
por formas primitivas, sea una gonorrea, sea un
chancro, según la propiedad del tejido invadido es la de
dar lugar a algunas secreciones fisiológicas ó la de
cubrirse de una epidermis. Reconocía también “otra
disposición orgánica, que se revela por otros accidentes
locales, que pudieran llamarse sífilis sintomática, y que
en razón a sus manifestaciones aisladas o múltiples, se
acostumbraba llamar enfermedad venérea general,
caquexia sifilítica”. la diferencia indicada entre la acción
del pus segregado en estos dos periodos de sífilis,
diferencia tal que el de el de los accidentes primitivos es

75
inoculable, al paso que el de los síntomas secundarios
no lo es, es admitida por Hahnemann, como lo había
sido por Hunter, adelantado de este modo medio siglo a
la Escuela de M. Ricord.

La conformidad es más completa entre los dos autores,


cuando se trata de fijar el valor de cada uno de los
síntomas primitivos de la sífilis, declarando Hahnemann
también que la gonorrea y el chancro son
enfermedades locales: que la sífilis constitucional es
más rara después de estas afecciones, que a
consecuencia de la segunda: porque el flujo uretral no
va acompañado de ulceraciones, y la absorción del pus
virulento es más difícil. El modo de formación del bubón
es el mismo para Hunter: ambos refieren este infarto a
la acción directa del virus. Procesa entre ellos la
conformidad cuando se trata de las vegetaciones. “Hay
tan poca conformidad acerca de la naturaleza de las
vegetaciones, escribe Hahnemann, y el sitio que
conviene asignarles en el cuadro de la sífilis, que me he
permitido no considerarlas como pertenecientes a la
sífilis constitucional, sino colocarlas entre los síntomas
venéreos primitivos o idiopáticos” Nuestro maestro lleva
a cabo este pensamiento algunos años después,
haciendo de este sistema el origen de una enfermedad
venérea, absolutamente distinta a la sífilis chancrosa, y
a la cual le daba el nombre de sicosis.

Este desacuerdo entre Hahnemann y sus antepasados


se manifiesta más claramente todavía cuando se habla
del tratamiento. Declara que para la gonorrea su
especifico no es conocido; pero para el chancro
requiere un tratamiento enteramente distinto del que

76
emplea el cirujano inglés, desecha completamente las
aplicaciones locales sosteniendo que: “desalojar al
enemigo de algún lugar impenetrable, no puede
llamarse curar”, y enseguida indica un tratamiento
general, cuya base debía ser el mercurio soluble. La
necesidad de una medicación interna le parecía mejor
demostrada todavía para la sífilis constitucional cuya
generalidad no estaba ya sujeta a discusión.

Sea cual sea el período en que se encuentre la


enfermedad, Hahnemann recomienda que se busque la
acción dinámica y especifica del medicamento y se
haga todos los esfuerzos posibles para evitar sus
efectos perturbadores; “lo que hay de positivo. -dice-, es
que la destrucción del virus no está indicada ni por la
absorción de una masa considerable de mercurio, dado
en un tiempo muy corto, como se ha creído, ni por la
salivación, cuyo efecto curativo es muy limitado, ni por
los efectos purgantes que el metal puede producir en
algunos casos, en una palabra, ni por la diarrea ni por
los sudores, ni aun por el flujo de orina, sino que la
curación depende de una modificación especifica del
organismo, la cual, según creo, se le puede dar el
nombre de fiebre mercurial.

Esta fiebre tiene caracteres marcados. “El enfermo se


siente tener un gusto metálico en la boca y mal olor.
Experimenta tener borborigmos no dolorosos, pero que
se perciben a distancia. Su color se vuelve terreo afilase
la nariz y un circulo azul se forma al derredor de los
ojos; sus labios están blancos, y por último, el enfermo
se queja de un frío continuo, que siempre va en
aumento, e invade poco a poco las partes profundas. El

77
pulso se vuelve pequeño, duro y frecuente, hay
tendencia continua a vomitar y aversión a todos los
alimentos, principalmente a las carnes; con una
cefalalgia dilacerante, continua y opresiva, que se hace
sentir con preferencia en el occipucio y en la raíz de la
nariz. Esta última, las orejas y los pies y las manos se
presentan fríos.

Hay sed y estreñimiento. El sueño esta turbado por


ensueños espantosos acompañado de sudores ligeros.
El abatimiento es extremo; hay agitación y una opresión
angustiosa tal, que el enfermo cree no haber sufrido
jamás cosa semejante.- Los ojos se presentan
brillantes, como llenos de agua, hay resfriado continuo,
los músculos del cuello están tirantes, como en el
reumatismo, y la lengua cubierta de una capa blanca.
Cuando todo va bien, siente el enfermo un malestar al
tragar, un dolor vivo en la base de la lengua, a los lados
de la boca, los dientes le parecen blandos y vacilantes,
y la encía se retira hacia la raíz del diente, se pone
fungosa, roja, sensible e hinchada; las amígdalas y las
glándulas submaxilares se ponen tumefactas, el aliento
adquiere un olor rancio especial, sin que la secreción
salival parezca aumentada, y sin que haya diarrea, ni
sudoraciones abundantes.

“De la fuerza de este movimiento febril, y no de la


cantidad de evacuaciones, depende la curación”.

Hahnemann declara que la absorción del virus debe


preceder a toda acción morbosa, y solo después de
haber desconcentrado la fuerza vital, es cuando
aparecen las alteraciones locales. “Solo, -dice-, después

78
de que todos los órganos han sido penetrados por el
mal recibido en el cuerpo, cuando la enfermedad se
esfuerza por aliviar el mal interno y reducirle al silencio
haciendo aparecer un síntoma local.

Partiendo de este principio, nuestro maestro reconocía


tres periodos en el desarrollo de las lesiones orgánicas.

La infección se verifica en un momento indivisible. Es


“Tan luego, como, después de un coito impuro, el
miasma sifilítico se encuentra impregnado en la parte
sobre la cual ha rozado, desde este mismo momento no
es local y todo el sistema nervioso, todo el cuerpo ha
percibido ya su presencia, el miasma se ha hecho ya
propiedad de todo el organismo”, y la prueba de esto es
que, “por más que se enjuague y se lave
inmediatamente con cualquier liquido… aún cuando se
escinda es ya demasiado tarde, todo es inútil, la
enfermedad se ha desarrollado necesariamente.
La inoculación comprende todo el periodo durante el
cual se desarrolla la acción dinámica del virus. “cuando
la infección, -añade Hahnemann- ha invadido todo el
cuerpo, es penetrado por ella inmediatamente. Y desde
el mismo momento de la infección empieza en todo el
interior la formación de la enfermedad venérea”.

Finalmente después de la incubación sobreviene el


desarrollo de los síntomas: “en tercer lugar, la
manifestación del mal exterior, por la cual la naturaleza
anuncia que la enfermedad miasmática se ha
desarrollado interiormente y repartido en todo el
organismo”.

79
Después de haber reconocido así la existencia y modo
de acción de los virus venéreos, indaga Hahnemann
cuáles son sus efectos. Para el virus sifilítico admite tres
órdenes diferentes:
Primero el chancro en el cual hay siempre el pus
contagioso y que es “apto para comunicar el mismo
miasma, es decir. La enfermedad venérea chancrosa a
otras personas por efecto del contacto” con esta úlcera,
y como un compañero inseparable indica el bubón.
Después del chancro, “síntomas nuevos a cada instante
y cada vez más funestos”, finalmente, formas morbosas
mal caracterizadas a las cuales se ha dado el nombre
de sífilis larvada o seudo-sífilis.

Hahnemann refiere los dos primeros grupos de


síntomas solo a la acción del virus sifilítico: y por lo que
hace al último le parece ser el resultado de
complicación de la sífilis con una de esas afecciones
crónicas igualmente virulentas y cuya forma primitiva y
contagiosa para el fundador de la homeopatía era la
sarna.

Nuestro maestro hace una observación importante


relativamente a estas complicaciones; y es que no
pueden tener lugar si los dos virus que segregan no
están en actividad, y si la misma persona no está en
completa evolución; por el contrario que la sífilis sigue
su curso habitual, cuando ataca a un sujeto en que la
persona se halla en estado latente. “La sífilis -dice- no
se complica, así como tampoco la sicosis, con la sarna
todavía latente”.

Asigna a la sífilis un tercer carácter: su incurabilidad por

80
los solos recursos de la fuerza vital. “así es -dice- como
una afección venérea chancrosa que nunca se ha
curado con el mercurio su especifico, y se ha
transformado en sífilis, jamás se extingue por si misma,
si no que aumenta de año en año, aun en los individuos
más robustos y que tienen una vida más regularizada y
tampoco cesa, sino con la muerte, de desplegar
síntomas nuevos y cada vez más funestos”.

La sífilis constitucional sucede al chancro induro; y con


ella cesa la precisión que nos ofrecía la sífilis primitiva;
su sintomatología es un cuadro en cual se borra y se
añade cada día; (Tratado enfermedades venéreas. L.
Simón).

La sífilis siendo una enfermedad general, puede


localizarse en todos los órganos y revestir así
apariencias sintomatológicas en relación con las
funciones del aparato alterado, esto nada excluye la
preferencia marcada de esta enfermedad para ciertos
tejidos.

La sífilis tiene una marcha constantemente invasora,


desarrolla sus primeros síntomas en las superficies de
relación, la piel y las mucosas para penetrar enseguida
a los órganos de locomoción situados más
profundamente, y no invade los órganos esenciales,
sino después de haber fatigado, por decirlo así, el
organismo con sus advertencias repetidas. Hahnemann
tiene razón para colocar la sífilis en el número reducido
de las verdaderas enfermedades crónicas “ es evidente
que la fuerza abrumada por una enfermedad crónica de

81
la que no puede triunfar por su propia energía
instintivamente, adopta el plan de desarrollar una
afección local y en alguna parte externa, con el objeto
de que haciendo y manteniendo esta parte que no es
indispensable a la vida, pueda acallar de este modo la
enfermedad interna, que por otra parte amenaza
destruir los órganos vitales y de esta manera, por
decirlo así, transporta la enfermedad interna en la
afección local sustituta, como si la sacara de allá. La
existencia de la afección local acalla así por algún
tiempo la enfermedad interna, aunque sin poder curar o
disminuir materialmente.(parágrafo 116)

La afección local, no obstante, no es nada más que una


parte de la enfermedad general, pero una parte
aumentada toda en un sentido por la fuerza vital
orgánica y transportada a un lugar del cuerpo menos
peligrosa, a fin de aliviar el sufrimiento interior. Pero por
medio de este sistema local que acalla la enfermedad
interna, la fuerza vital no puede hasta aquí, disminuir o
curar toda la enfermedad; esta, al contrario, continua a
despecho de ella, aumentando gradualmente y la
naturaleza se ve obligada a aumentar y agravar, cada
vez más el síntoma local, para que pueda bastar como
sustituto de la enfermedad interna aumentada y la
pueda mantenerla aún bajo su dominio. Las úlceras
antiguas de las piernas se empeoran tanto tiempo como
la persona permanezca incurada, las úlceras venéreas
crecen durante el tiempo que no se cura la sífilis interna,
las verrugas proliferan y crecen mientras no se cura la
sicosis que cada vez se hace más difícil de curar, del
mismo modo que la enfermedad interna continúa
desarrollando con el tiempo (parágrafo 201).

82
La marcha de esta diátesis no es continua; sino que
presenta momentos de reposo durante los cuales
parece que ya no existe; apariencia engañosa, puesta
que el individuo queda apto para engendrar hijos
sifilíticos.

La sífilis se haya entonces en estado latente.

Finalmente la sífilis nunca retrocede, aun cuando


mientras ella dura contraiga el enfermo otra nueva
afección.

SYPHILIS
El segundo miasma crónico, más ampliamente
esparcido que la sicosis y que por tres siglos y medio
(ahora más de cuatro), ha sido el origen de muchos
otros padecimientos crónicos. ES LA ENFERMEDAD
VENEREA PROPIAMENTE DICHA, o la enfermedad
chancrosa (SIFILIS).

Sin embargo, la curación de esta enfermedad no ofrece


dificultad más que en los casos en que ya se han
complicado con una PSORA bien desarrollada. Se la
encuentra rara vez asociada con la sicosis, más en este
caso, ordinariamente, también esta complicada con la
PSORA.

En el tratamiento de la enfermedad venérea es


necesario distinguir tres estados.
1° Cuando de la enfermedad no existe todavía mas que
su síntoma local propio, el CHANCRO, o después de la
supresión de este último, con otro síntoma local que se

83
relaciona con la afección interna, el BUBON o POTRO.
2° Cuando está absolutamente sola, es decir, una no
complicada con un segundo o tercer miasma crónico,
pero privada de su síntoma local, el chancro o bubón.
3° Cuando está complicada con una PSORA
desarrollada, ya sea que el síntoma local exista, o que
haya sido destruido.

El chancro sobreviene ordinariamente del séptimo al


decimocuarto día después de efectuado un coito
impuro, rara vez más pronto o más tarde. Aparece, la
mayor parte de las veces, en el miembro infectado por
el miasma. Desde luego se manifiesta bajo la forma de
una pequeña vesícula, degenera en una úlcera dura, de
bordes elevados, acompañada de dolores punzantes y
que, cuando no se le cura, permanece toda la vida en el
mismo sitio, sólo crece de año en año, sin que los
síntomas secundarios de la enfermedad venérea, sífilis,
puedan estallar.
John Hunter dice que no hay una, entre quince que
escape de la sífilis cuando se destruye el chancro
localmente y en otra página de su libro asegura que la
aparición de la sífilis es el resultado CONSTANTE de la
destrucción local del chancro aún cuando esta tenga
lugar en la FORMA MAS PRONTA POSIBLE y desde el
mismo día de la aparición de la úlcera.

Fabre asegura, con no menos énfasis, sucede


CONSTANTEMENTE a la destrucción local del chancro.
Petit cortó, en una mujer, una parte de los grandes
labios sobre la cual habían aparecido los chancros
venéreos, después de dos días la herida curó, pero la
sífilis no fue evitada. ¿Cómo es que después de estos

84
hechos, después de todos estos testimonios, los
alópatas puedan aún rehusarse a ver y comprender la
verdad? ¿Cómo es que ellos no hayan podido
reconocer que la enfermedad venérea total (la sífilis),
está ya desarrollada de un modo completo en el interior
del organismo antes de que el chancro haya podido
hacer su aparición y que constituye una falta
imperdonable el exponerse infaliblemente a favorecer
las manifestaciones de la sífilis ya existente,
destruyendo el chancro por medios externos y dejando
escapar una brillante oportunidad para curar con
facilidad y seguramente (mientras la úlcera existe
todavía), valiéndose de algún especifico interior? La
enfermedad no puede considerarse curada en tanto que
el chancro no cure también haciendo uso de los
remedios internos; en cambio, cura completamente
después de que el sólo remedio, sin ayuda de ningún
tópico local, ha hecho desaparecer el chancro borrando
aún las menores huellas de su presencia.

Jamás he visto yo, -dice Hahnemann- , en mi larga


practica, aparecer otros síntomas de la sífilis, mientras
el chancro (que jamás desaparece espontáneamente),
permanece en su sitio, durante algunos años, sin haber
sido tocado, y que, como fácilmente te concibe, ha
hecho progresos considerables, debido al aumento de
la enfermedad venérea interna, como sucede con
cualquier miasma crónico abandonado a sí mismo.

Pero en cualquier época que sea, es imprudente

85
destruir el síntoma local, manifestación de la
enfermedad interna, el organismo está presto a hacer
estallar esta última bajo la forma de sífilis, ya que la
enfermedad venérea general existe en el interior del
organismo desde el mismo momento de la infección.

En efecto, después de que como consecuencia de un


coito impuro el miasma sifilítico ha impregnado la parte
sobre la que hubo frotación, desde este momento ya no
es local, y el sistema nervioso entero, todo el organismo
viviente ha percibido (recibido) su presencia; el miasma
ha modificado ya al organismo entero. Límpiese con
todo cuidado, lávese con cualquier líquido que sea,
lléguese aún a cortar la parte afectada, como ya lo
hemos referido, todo es demasiado tarde, todo es inútil.
Es verdad que entonces no se nota nada durante los
primeros días, no hay ningún cambio patológico en la
región afectada. Pero, a partir del primer momento de la
infección, el cambio venéreo específico se efectúa sin
interrupción en el interior del organismo, hasta que la
sífilis se ha desarrollado por completo. Entonces,
solamente, y no antes, la naturaleza, saturada del mal
interno, provoca el síntoma local característico de la
enfermedad, el chancro, y ordinariamente hace
aparecer, sobre el punto que fue el inicio de la infección
interior. He aquí por qué la curación de la enfermedad
venérea jamás es más fácil y más pronta cuando el
chancro y el bubón no ha sido suprimido localmente,
cuando no ha sido suprimido localmente, cuando
todavía existe sin modificaciones, como un síntoma que
manifiesta la sífilis interior, porque en este estado de
cosas, y sobre todo, cuando no hay complicaciones con
la PSORA, se puede decir con razón y apoyándose en

86
una larga experiencia, que NINGÚN MIASMA
CRONICO, NINGÚN PADECIMIENTO CRÓNICO
PROVENIENTE DE UN MIASMA, ES MÁS CURABLE Y
MAS FACIL DE CURAR QUE ÉSTE.

Cuando el chancro o el bubón existen todavía, y que no


hay, como ordinariamente sucede en las personas
jóvenes y de carácter abierto ninguna complicación con
la PSORA desarrollada, ninguna afección crónica
manifiesta de origen psórico, ya que la sífilis no se
complica más que la sicosis con la PSORA latente, en
este primer estado, es suficiente una sola pequeña
dosis, de la mejor preparación mercurial, para curar
radicalmente y en forma definitiva, en un corto tiempo
de quince días, toda la sífilis, incluyendo su síntoma
local; algunos días después de haber tomado tal dosis
de mercurio, el chancro, sin ningún tópico, se convierte
espontáneamente en una úlcera de carácter benigno,
que segrega una pequeña cantidad de pus loable y cura
por sí misma. Esta circunstancia prueba, sin lugar a
duda, que el mal venéreo ha sido atacado también en el
interior del organismo. La curación del chancro ha
tenido lugar sin que quede la menor cicatriz y sin que el
sitio donde radico conserve un color diferente al de los
tegumentos sanos, pero el chancro que no ha sido
tratado por aplicaciones externas, no cura jamás si la
sífilis interior no ha sido aniquilada totalmente por la
dosis de mercurio; pues por lo tanto, el tiempo que
exista en sus sitio constituye una prueba inequívoca y
natural de la más mínima huella de sífilis aún existente.

En 1822 describe la preparación de un oxido de


mercurio puro que considero hasta la fecha como uno

87
de los mejores remedios antisifilíticos, pero que es difícil
obtenerlo con la suficiente pureza. Para llegar a
obtenerlo (ya que en preparación de los medicamentos
no podemos proceder con tanta simplicidad), lo mejor
es proceder como sigue: se toma un grano de azogue
PURO, que se muele durante tres horas con tres veces
sucesivas (3a.) cien granos de azúcar de leche; después
de lo cual se disuelve un grano de este polvo y se eleva
el liquido a la potencia X (diezmillonesimo grado),
haciendo pasar sucesivamente por 27 frascos de
dilución, siguiendo el método que se hace conocer más
adelante, para desarrollar la virtud curativa de otras
sustancias medicamentosas secas. Otras veces se sirve
de la dilución billonésima (II) de la que para una dosis,
se impregna uno, dos o tres glóbulos, aunque las
diluciones más altas (IV, VI, VII), en fin, X tienen
algunas ventajas debido a su acción más rápida, más
penetrante y sin embargo, más suave pero en los casos
que se hace necesario administrar una 2da. O 3era.
Dosis (lo que es raro), se puede hacer uso de una
dilución más elevada. (ver parágrafos 270 y siguientes
del órganon).

La enfermedad crónica es una perturbación de la


energía vital, una disritmia que provoca una distonía
neurovegetativa y consecutivamente la alteración del
proceso metabólico, la intoxicación por toxinas
endógenas metabólicas y todas las lesiones patológicas
de los tejidos.

Primariamente es un comportamiento biológico, un


estado de susceptibilidad que lo hace vulnerable a

88
influencias dinámicas patógenas.

El hombre hipotéticamente sano, tiene en su vis


mediatriz naturae, un mecanismo de defensa que le
permite defenderlo de cualquier agresión externa tanto
por agentes materiales como energéticos. Si el agente o
noxa es masivo, toxico, su reacción es mecánica y
expele el toxico enumcotorialmente por vómitos,
diarreas, transpiración, salivación etc., pero si la noxa
es dinámica, no sufre alteración material alguna si no
está sensibilizado, suceptibilizado.

La susceptibilidades la propiedad o disposición natural o


adquirida para recibir modificaciones e impresiones. En
biología es el proceso de hacer sensible una célula a la
acción de un complemento por una modificación
impresa por un amboceptor especifico dice T. P.
Paschero.

SÍFILIS.- define F: J: Eizayaga. Es una diátesis


destructiva que produce lesiones destructivas
irreversibles de los tejidos, tales como la ulceración y la
supuración y afecta, fundamentalmente la inteligencia y
la capacidad de juicio del individuo, por alteración de la
corteza cerebral. Destrucción de la mente y de los
tejidos, tales son las características de este estigma que
padece la humanidad.

Consideramos la corteza cerebral como el centro


nervioso de la inteligencia o asiento de la conciencia, en
relación con los centros encefálicos o hipotalamicos en
donde anida la afectividad o emocionalidad, la sífilis
lesiona la corteza, descorteza al individuo.

89
La sífilis esta signada por disminución mental con
incapacidad para controlar los impulsos afectivos de
odio, celos, deseos de venganza y afán destructivo,
tanto en el sentido material (agresivo y suicidio), como
en el moral (crítica destructiva, mordacidad, censura
malévola). Al individuo le falta capacidad para el control
inteligente y modificación adaptativa de sus impulsos
destructivos.

SÍFILIS dice P. S. Ortega: La syphilis, enfermedad


crónica, la segunda de la serie Hahnemanniana (que
con razón puede designarse la tercera), será este
desequilibrio llevado a las profundidades de lo
constante, que determina un ritmo deforme de
tendencia eminentemente destructiva tanto en las
lesiones o disfunciones como en lo anímico del sujeto;
así su característica será la PERVERSIÓN. Lo
reconoceremos por su agresividad, ya sea manifiesta o
disimulada; ya para los demás como para si mismo así
en sus diversos rencores como en lesión (orgánica)
gástrica, será abierta o vedadamente encaminado a la
violencia; ya dirigiendo a las multitudes o empuñando
las armas; ya en las riñas callejeras o en las contiendas
internacionales; no se quedará en el umbral de las
revoluciones monstruosas o de lesa humanidad.
Tenderá a la degeneración, a hundirse en la
depravación original del miasma (que nos hemos
permitido intuir del pervertir la función esencial de la
reproducción), y que, el sifilítico lleva en forma
imborrable hasta su muerte en la desesperación. Es el
fin del rebelde a todo orden y al Absoluto.

90
Se ha dicho que no se puede concebir la existencia de
afecciones degenerativas sin reconocer previamente la
existencia de una patología constitucional, porque son
en verdad estas afecciones degenerativas, los
RESULTADOS ULTIMOS de una serie biológica de
anomalías bien constatables por la genética moderna.
Ya desde las leyes Mendelianas de la herencia,
explican comprensiblemente estas acomodaciones de
genes que dan la diátesis trágica.

DEFINICIÓN DE SYPHILIS MIASMATICA DE P. S.


ORTEGA.

La enfermedad constitucional resultante de la supresión


arbitraria y antinatural de las enfermedades ulcerativas.

Como los otros dos miasmas, se considera dos


aspectos: el estado miasmático o sea el desequilibrio
más o menos permanente que constituye la patología
constitucional. Otro aspecto es el dinamismo mórbido
que emana del individuo con el estado constitucional
sifilítico.

91
TRATAMIENTO DE LOS CHANCROS PRIMITIVOS.

En homeopatía, los medicamentos no son los mismos


para las diferentes especies de chancros.
CHANCRO BLANDO. El mejor medicamento para esta
úlcera primitiva es el Mercurio soluble, 30c., 18c., 6ac.,o
más baja, sólo hay que tener cuidado que la
enfermedad no esté complicada. La extensión del
chancro y su profundidad en nada cambian las
indicaciones del mercurio y también da buenos
resultados cuando la úlcera es asiento de un dolor
agudo que se irradia a todo el cuerpo. En resumen, el
mercurio es siempre el específico del chancro blando; y
nada puede sustituirle.
El tratamiento es más difícil cuando la sífilis ataca a un
individuo psórico. El punto esencial es disminuir desde
luego la influencia de la psora, lo más seguro es
empezar el tratamiento con Sulphur que conviene dar a
la 30c una dosis diaria durante tres días. Al cabo de
este tiempo se deja descansar al paciente durante tres
días y enseguida se remplaza el Sulphur por el
Mercurio.

Después del Mercurio es preciso volver a un


antipsórico, pero no ya a un agente tan general como es
el Sulphur. El medicamento esta vez debe elegirse en

92
razón del conjunto de síntomas psórico. Después volver
al Mercurio si hay necesidad.
El éxito de este tratamiento consiste en no mudar de
medicamento ni demasiado tarde, ni demasiado pronto,
dejando tiempo para que se verifiquen las reacciones.
Sobre todo, es preciso no dar una segunda sustancia
antes que la primera haya recorrido toda su esfera de
acción. En una palabra, es preciso saber esperar y no
dejarse dominar por la impaciencia del enfermo.
Por último, si el individuo ha sufrido infecciones
chancrosas repetidas y no es suficiente el Mercurio,
deberá remplazarle el Cinnabaris.
Se supone hasta aquí que el chancro era el único
síntoma que padecía el enfermo, pero sucede con
frecuencia que se agrega el fimosis, parafimosis y el
bubón.
Siendo la fimosis y el parafimosis efectos orgánicos
debidos a la presencia de la úlcera, jamás persisten
después de la curación de esta última; y así, en muchos
casos ha sido suficiente tratar el chancro como si
estuviera sólo.
El Mercurio soluble debe elegirse cuando la hinchazón
del prepucio es de mediano volumen, transparente y
edematosos.
En el caso de que se aumente a pesar del uso de este
medicamento, el Nitri acid debe reemplazarlo. No hay
medicamento cuyo efecto patogenésico se parezca más
al chancro con fimosis, cono de ello es fácil
convencerse por la lectura de los síntomas particulares
de este agente.
Si sucede que el fimosis es inflamatorio en lugar de ser
edematoso, estando el prepucio hinchado, resistente,
rojo y en supuración, el Cinnabaris será preferido a los

93
otros dos medicamentos. Se aconseja la 18c o la 24c,
en dosis de 6 glóbulos o una gota, o en pócima que se
disolverán en 120gramos de agua, y de la cual se dará
de 2 a 4 cucharadas al día, según la intensidad y
gravedad de los síntomas.
Cuando el fimosis adquiere una intensidad excesiva, se
gangrena el prepucio; y en este caso están indicados el
Arsenicum y el Lachesis. El primero si la piel se cubre
de manchas violadas con o sin flictenas; el segundo, si
el tinte de la escara es más bien gris que negruzco, el
Lachesis acelera la caída de la escara. Verificada la
eliminación, si los bordes de la herida tienen aspecto
chancroso, el Mercurio estará indicado, si tiene
caracteres de una herida ordinaria, Silicea y Graphytes,
serán necesarios para producir la cicatrización.
La cirugía tiene que intervenir sobre todo en el
tratamiento del fimosis gangrenoso, para dividir la
escara y facilitar su desprendimiento, sucede a veces
que el glande está aplicado al prepucio, el pus
segregado detrás de la corona se acumula en él y forma
un verdadero absceso. Lo mejor en este caso es
practicar una incisión.
Los medicamentos quedan los mismos cuando se trata
de parafimosis en lugar de fimosis.
Cuando se haya el bubón se ensayará con el Mercurio.
Si a pesar de este medicamento el tumor tarda en
abrirse, el Hepar sulphuris calcarinum activará esta
terminación. Si esto no bastase, sería necesario hacer
una punción con el bisturí, a fin de evitar que se
destruya el ganglio.

CHANCRO INDURADO. La induración es la que indica


la elección del remedio y su valor terapéutico es

94
importante. Si el enfermo ha tomado mercurio, Sulphur
precederá a Lachesis, en razón de sus propiedades
antidóticas.
También se han recomendado otros medicamentos:
Cinnabaris, Mercurius precipitatus ruber, y Mercurius
bijodatum.
EL CINNABARIS. Estará indicado en individuos
caquécticos o escrupulosos y cuando es necesario
obtener una reacción rápida.
EL MERCURIUS PRESIPITATUS RUBER. Presenta
una considerable y notoria hinchazón en el pene, el
fimosis y parafimosis y úlceras múltiples. Muy
semejante al Cinnabaris.
El MERCURIUS BIJODATUM. Conviene cuando hay
complicaciones de sífilis y escrófula, o cuando se haya
abusado de otras preparaciones mercuriales.
EL LACHESIS Y EL SULPHUR. Están indicados en el
chancro indurado sin complicaciones.

CHANCRO FAGEDENICO. El fagedenismo es una


complicación de la sífilis, así que reclama
medicamentos muy variados.
NITRI ACIDUM. Cuando la úlcera es poco dolorosa.
Cuando sus bordes están invertidos y el fondo segrega
una sanies abundante, si adopta la forma serpingiosa.
HEPAR SULPHURIS CALCARINUM. Cuando la úlcera
es asiento de dolores pulsativos, dilacerantes y cuando
da sangre con mucha facilidad.
CARBO VEGETABILIS. Si los bordes están violados,
blandos, como escorbuticos y desprendendidos, cuando
la sanies es fétida, y sobre todo el enfermo está muy
débil.
Cuando el sujeto es escrofuloso y el fondo de la úlcera

95
se cubre de una capa diftérica. Baryta carbonica es
entonces sumamente ventajoso.
BÓRAX VENETA. Conviene también cuando la corteza
es delgada, blanca, poco adherente, y estriba en un
fondo de un rojo bastante vivo.
Reducida la úlcera a un estado de una simple herida por
uno de estos medicamentos, su cicatrización puede
verificarse sin otros auxilios; si pareciera que se detiene
GRAPHYTES O SILICEA.
En los viejos o en los individuos agotados por las
privaciones, CHINA es un medicamento intercurrente
muy útil, cuando hay una supuración abundante,
hemorragias repetidas o una diarrea frecuente; solo que
hay que volver en seguida a uno de los medicamentos
anteriormente indicados.
Cuando la debilidad es el resultado de excesos de coito
ACIDUM PHOSPHORICUM es preferible a CHINA.
En los individuos atacados por la caquexia sifilítica nada
hay más grave que el fagedenismo, HEPAR
SULPHURIS, AURUM MURIATICUM. NITRI ACIDUM
deberán elegirse en los casos en que existan síntomas
característicos de ellos.
CHANCRO GANGRENOSO. Arsénico está indicado.
Cuando la úlcera de mal aspecto que segregan una
corta cantidad de pus fétido, que son el asiento de
hemorragias frecuentes y que causan dolores
lancinantes y quemantes, puede emplearse a la 12
dilución y administrarse gotas a intervalos cortos. Puede
y debe suceder Lachesis y en casos que haya falta de
reacción Sulphur, y Silicea después de Sulphur.
Cuando la gangrena es a consecuencia del fimosis o
parafimosis muchas veces tiene que intervenir la
cirugía, no siendo raro el conjurar grandes desordenes

96
por medio de un desbridamiento practicado con este
objeto. A veces es necesario la incisión de una gran
parte del prepucio o la misma circuncisión. Todos los
tratados de cirugía indican los pormenores de estas
operaciones.

TRATAMIENTO DE LAS SIFÍLIDES


Para fijar de un modo preciso la elección de los
medicamentos apropiados a las sifílides, es preciso
tener presente que estas son seguida de la dermatosis
nunca constituyen más que una parte de la enfermedad,
y que les acompañan otros grupos de síntomas, de
donde resulta que es absoluta necesidad tomar en
cuenta estos últimos. Hay más; cada una de las formas
descritas anteriormente, rara vez existe sola,
observándose generalmente la polimorfia, y siempre es
necesario fijarse en las sustancias cuya patogenésia
responde al conjunto de las que se encuentran en un
mismo individuo.
La descripción de esta parte de los síntomas sifilíticos,
tal como ha dado los autores, tal y como se ha
presentado anteriormente, es pues, un cuadro analítico
que no siempre confirma la observación; es la
enumeración de elementos que las más de las veces se
encuentran reunidos. Lo que se propone en este
momento, es indicar las sustancias que están en
relación de homeopaticidad con estos diversos
elementos, a fin de ofrecer un resumen de las
indicaciones, cuya síntesis no puede hacerse sino a la
cabecera del enfermo.
1° SIFÍLIDES EXANTEMÁTICA. Los medicamentos
más apropiados para esta especie tan común de
dermatosis sifilítica son:

97
a) Para la roseola (eritema maculoso sifilítico), el
LACHESIS y SULPHUR a los cuales debe agregarse el
CROTALUS. LACHESIS conviene sobre todo al
principio de la erupción, cuando todavía tiene un rojo
vivo; y aún muchas veces basta dar en Sulphur, no solo
para detener el desarrollo de la roseola, sino también
para hacerla desaparecer. Es necesario continuar con el
uso de estos dos medicamentos por espacio de muchas
semanas para obtener este resultado; y siempre hay
necesidad de repetirlos, siguiendo el método indicado.
Cuando el exantema ha cambiado su tinte rojo por otros
más amarillo, más cobrizo, CRÓTALUS es preferible a
Lachesis. Por lo que hace al Mercurio, siempre es infiel
cuando hay precisión de darle la coexistencia de
síntomas en la garganta o en la boca. Casi siempre
sucede que se mejoran o desaparecen los síntomas de
la garganta, al paso de la roseola persiste pero
haciéndose más pálida. El Lachesis y el Sulphur dados
entonces, completan la curación.
Otras muchas sustancias pudieran recomendarse en
razón de sus efectos patogénesicos. Desde luego el
Guajacum, entre muchos síntomas, que evidentemente
están en relación con de la sífilis, esta sustancia
produce en el hombre sano una erupción semejante a la
roseola, y sin fiebre; pero esto no basta para hacer de
ella un agente curativo: pues no debe perderse de vista
que los resultados más felices del Guayaco se
observaron en enfermos saturados de mercurio, en los
cuales esta raíz ha podido obrar más como antídoto de
este último que a titulo de antivenéreo.

La misma observación se aplica al Nitri acidum, que


hayamos indicado por la mayor parte de los autores

98
contra un gran número de manifestaciones sifilíticas,
pero siempre con esta restricción “con la que se haya
abusado del Mercurio” prueba cierta de que este acido
es más bien un antídoto de este medicamento, que un
especifico de la enfermedad.
EL PETROLEUM que produce manchas rojas en los
brazos; la ZARZAPARRILLA que las ha hecho nacer en
todo el cuerpo, podría consultarse igualmente: después
de LACHESIS, el CRÓTALUS y el SULPHUR, que son
los medicamentos más útiles.
b).- ERITEMA PAPULOSO.- El aspecto que toma la
erupción en esta segunda forma de sifílides, se debe a
que la congestión vascular a invadido las papilas de la
piel. Nada hay aquí de especial, nada nuevo; siempre
es la misma alteración sólo que se ha extendido a otros
elementos anatómicos.
Síguese de aquí que los medicamentos apropiados a la
roseola lo son también al eritema papuloso. El
LACHESIS CRÓTALUS SULPHUR siempre deben
administrarse los primeros. Después de ellos,
PHOSPHORUS y AURUM METALICO estarían
perfectamente indicados; PHOSPHORUS, cuando las
manchas son cobrizas y prominentes: AURUM, cuando
presentan un tinte de un rojo oscuro muy pronunciado.

SIFÍLIDES PAPULOSAS.- Las variedades de formas en


que se han establecido las tres especies de pápulas
secas, son en el fondo de muy poca importancia para
hacer variar mucho la elección de los medicamentos. Y
así se encuentran signos inequívocos de pápula
lenticular, crónica o miliar en la patogenésia de cierto
número de agentes terapéuticos, lo cual es tanto más
preciso, cuanto que estas diferentes especies de una

99
misma dermatosis se encuentran muchas veces
reunidas. LACHESIS y SULPHUR son también las
sustancias mejor indicadas por la materia médica, y
aquellas cuyo poder se haya mejor justificado por la
observación clínica. El LACHESIS debe darse el
primero y después el SULPHUR, a titulo de
intercurrente.
Entre las preparaciones mercuriales, el MERCURIUS
SOLUBILIS, y sobre todo el CINNABARIS sería
preferible a todas las otras: por último, cuando las
pápulas son miliares, rojas y están dispuestas en
grupos redondos y el segundo cuando están
diseminadas. PHOSPHORIC ACIDUM también
corresponde perfectamente a las diferentes especies de
pápulas; es un medicamento general, en el cual debe
pensarse después de que los que se acaban de citar,
con tal que corresponda al conjunto de síntomas
concomitantes. También pudiera recurrirse para las
pápulas lenticulares al LYCOPODIUM, cuando estas
pápulas son secas, amarillentas y se parecen algo a las
verrugas; sobre todo al ocupar las palmas de las manos
y las plantas de los pies; y a STAPHYSAGRIA, cuando
son más blandas y más rojas. Las pápulas miliares y las
que son crónicas. Reclaman CINNABARIS, como lo
indicaban hace poco MEZEREUM, cuando al mismo
tiempo existen costras en la piel de la cabeza; NITRI
ACIDUM, cuando ocupan con preferencia la cara y las
partes velludas; METALUM ALBUM, cuando están
acompañadas de una sensación de quemadura o de
prurito ardiente, al mismo tiempo hay vesículas; por
último PETROLEUM cuando existen en tejido semi-
mucoso, como el glande o el prepucio.
2°. Los medicamentos más apropiados para el

100
tratamiento de las pápulas húmedas, son entre los
mercuriales, el MERCURIUS PRECIPITATUS RUBER
(el precipitado rojo), cuando existen en la cara.
3°. SIFÍLIDES VESICULOSAS. Los medicamentos
homeopáticos para las sifílides vesiculosa de forma de
varioloide son, MERCURIO SOLUBILIS y THUJA.
El primero basta muchas veces para el tratamiento, por
pocos signos que haya de psora, SULPHUR debe
reemplazar y no, THUJA le reemplazará siempre con
ventaja. Muchas veces será suficiente dar estos dos
medicamentos uno después de otro por espacio de
muchas semanas, haciendo tomar el primero durante
cinco o seis días, y el segundo durante el mismo tiempo
para volver enseguida al solubilis inmediatamente que
se haya desvanecido la acción de la THUJA.
MERCURIUS SOLUBILIS.- Es también el agente
especifico de la sifílide de forma de eczema y de la
sifílide de forma de herpes. Muy a menudo es necesario
interrumpir su administración para dar el SULPHUR,
pero es preciso volver enseguida al solubilis.
Cuando estos dos medicamentos no son suficientes,
LACHESIS los sucede con ventaja; por último, el acido
nítrico sería útil, si hubiera exuberancia de acción
mercurial.
Si es el herpes circinado, SEPIA sería preferible a
LACHESIS. Finalmente la sifílide vesiculosa de base
papulosa deberá ser tratada con AURUM Y HEPAR
SULPHURIS CALCAREUM dados en el orden que
están enumerados.

4°. SIFÍLIDES AMPOLLOSAS.. 1° pénfigo. El mercurio


nunca es útil en contra de esta dermatosis, para lo cual
son mucho más apropiados el ARSENICUM,

101
CANTHARIS, CAUSTICUM, LEDUM PALUSTRE,
PHOSPHORUS Y RHUS. y muchas veces en las
mismas circunstancias el KALI HYDRIODICUM. Sin
embargo. El LYCOPODIUM, el NITRI ACIDUM, la
THUJA, la STAPHYSAGRIA y la SEPIA parece que
tiene un efecto más directo sobre esta especie de
sifílide. Por lo demás, el buen éxito de estos
medicamentos estaría justificado por la denominación
que los sifilógrafos alemanes aplican a esta especie de
erupción. La llaman condilomas planos, lo cual explica
como los medicamentos que encontramos en primera
línea, cuando se trata de la sicosis, encuentran aquí su
aplicación.
En general, el enfermo ha sufrido un tratamiento
mercurial antes de la aparición de los tubérculos planos.
En el caso de haberse dirigido desde luego a la
homeopatía, es muy raro que no se haya administrado
el mercurio soluble o el mercurio vivo. En este caso,
NITRI ACIDUM es el primer agente a que debe
recurrirse, sobre todo cuando los tubérculos planos
existen en el ano o en las partes genitales, lo cual
sucede casi siempre. THUJA sucede perfectamente al
acido nítrico, cuando completa su acción y la continúa.
Bajo la influencia de estos medicamentos, las pápulas
se secan se aplanan y caen.
Si resisten, LYCOPODIUM debe remplazar a thuja, pero
solo cuando se ha disminuido el rezumamiento.
LA SEPIA encuentra su aplicación cuando el flujo es
poco abundante, y conviene principalmente en las
mujeres.
Finalmente, el ANTIMONIUM CRUDUM pudiera ser útil
cuando las pápulas húmedas de la piel de la cabeza se
resisten a los medicamentos mencionados

102
anteriormente.
ARSENICUM.- conviene cuando las ampollas están
acompañadas de una fuerte sensación de ardor.
CANTHARIDES.- cuando son voluminosas, cuando
están llenas de una serosidad transparente y rodeada
de un círculo rojo bastante vivo.
CAUSTICUM.- cuando son superficiales y se terminan
por reabsorción de su contenido.
LEDUM PALUSTRE.- si están acompañadas de prurito
y rodeadas de un círculo edematoso.
RHUS.- Es con Arsenicum y cantharides, el
medicamento más útil. Debe elegirse cuando el
contenido de la ampolla es sanguinolento, y la rotura del
epidermis es seguida de formación de una úlcera de
bordes cortados perpendicularmente o invertidos, úlcera
que tiende a extenderse en profundidad. En este caso,
Mercurius solubilis debe suceder al Rhus, después de la
destrucción de la epidermis y de la formación de la
úlcera. Lo que debe tenerse muy presente, es que el
pénfigo se compone de erupciones sucesivas, de suerte
que no debe considerarse la desaparición de la ampolla
como el signo de una curación cierta. Y aún debe
esperarse una residiva todo el tiempo que la piel
conserve un tinte térreo, y mientras las cicatrices del
epidermis tenga un color oscuro, amarillo o cobrizo.
Hay por consiguiente, precisión de no cesar
inmediatamente en todo tratamiento; y para elegir el
medicamento conviene, es preciso tener en cuenta los
síntomas generales y concomitantes. Sin embargo son
Mercurius solubilis, Sulphur, Lachesis, de los que debe
echar mano, cuando de volver a uno de los agentes
anteriormente indicados, cuando vuelvan a presentarse
las ampollas.

103
2° RUPIA.- Dos medicamentos se encuentran en
relación directa con la rupia, cuando no es gangrenosa
ARSENICUM y el MERCURIUS SOLUBILIS. El primero
de estos medicamentos conviene a todos los periodos
de la erupción lo mismo cuando se halla en estado de
ampolla, que cuando se han formado costras espesas,
prominentes y verdosas.
Pero cuando, después de haberse desprendido estas
costras queda una úlcera de bordes chancrosas. De
fondo violado y carcomido, el mercurio debe reemplazar
al Arsénicum.
Si la rupia es gangrenosa, ANTIMONIUM CRUDUM,
LACHESIS y SECALE CORNUTUM más preferibles.
El primero cuando la erupción se compone de ampollas
negruzcas llenas de un liquido sero-sanguinolento, y
que dan lugar a costras debajo de las cuales la úlcera
profundiza hasta los músculos.
LACHESIS.- cuando una úlcera francamente
gangrenosa sucede a una vesícula negruzca, rodeada
de un círculo rojo oscuro (arsénico convendría después
de Lachesis, si este no bastase para limpiar la superficie
de la úlcera de todas las partes modificadas.
Por último, SECALE CORNUTUM sería también
preferible, si las partes adyacentes estuvieran
insensibles.
5°. SIFÍLIDES PUSTULOSAS.- Las sifílides pustulosas
exigen aún más medicamentos diversos, según las
formas en que se presentan.
1°. El acné sifilítico reclaman dos medicamentos que le
son esenciales, CINNABARIS y AURUM METALLICUM,
siendo preciso en el orden de su enumeración, insistir
por espacio de una semana en cada uno de ellos por lo
menos, y separarlo por un intervalo de reposo necesario

104
a la única desaparición de la acción medicinal.
Si la erupción persiste o se renueva, HEPAR
SULPHURIS es la única preparación sulfurosa en que
puede pensarse, porque es muy eficaz, sino como
medicamento directo, al menos como antipsórico
intercurrente.
NITRI ACIDUM, CARBO ANIMALIS Y VEGETABILIS
podrían emplearse igualmente, pero menos seguridad
que los anteriores.
2° El impétigo sifilítico sede a MERCURIUS
SOLUBILIS, SULPHUR, PETROLEUM, NITRI ACIDUM,
CAUSTICUM. Sería muy difícil indicar las diferencias
que separan el mercurio soluble del sublimado, porque
todas ellas se hallan en la existencia de los síntomas
concomitantes.
SULPHUR nunca es un medicamento primordial; y
sucede al mercurio cuando hay síntomas de psora.
NITRI ACIDUM conviene sobre todo cuando la erupción
existe en la cara; y también es un medicamento que
puede suceder a las preparaciones hidrargíricas, pero
que no se le debe dar antes de ellas.
CAUSTICUM será útil si las pústulas fuesen
acompañadas de prurito; tampoco es aplicable sino
después de los mercuriales y el Sulphur.
En cuanto al PETROLEUM no es útil sino contra las
erupciones impetiginosas de la cara.
3°.El ectima debe tratarse por el MERCURIUS
SOLUBILIS, que muchas veces es infiel, y por el
PHOSPHORICUM ACIDUM, que generalmente da
buenos resultados, cuando se le administra en segundo
lugar, bajo la influencia de estos dos agentes el fondo
de la úlcera se eleva y se verifica la cicatrización.
KREOSOTUM es útil muchas veces, cuando el ectima

105
es profunda y Las úlceras se cubren de costras
gruesas; y si estas úlceras persisten, Sarsaparrilla debe
remplazar a Kreosotum, pero es raro que no haya
precisión de volver al mercurio soluble, cuando ha
llegado a modificarse la erupción por los dos
medicamentos precedentes.
ANTIMONIUM TARTARICUM sucederá con ventaja al
acido fosforico, cuando la erupción ocupa el escroto.
6°. SIFÍLIDE VESICULOSA. En el caso de que el bi-
yoduro de mercurio no bastase para resolver
completamente los tubérculos, AURUM METALICUM
sería de grande auxilio para terminar su resolución con
tal de que no haya ulceración.
NITRI ACIDUM vendría en tercer lugar, sobre todo si la
erupción ocupa la cara:
PHOSPHORICUM ACIDUM, si los tubérculos son rojos
y sin flujo, pero de una ligera descamación: y
STAPHYSAGRIA, cuando son lenticulares y están
acompañados de prurito. Los tubérculos forunculados
reclaman, después del bi-yoduro el HEPAR SULPHUR,
cuando tarda en sobrevenir la erupción. CONIUM
MACULATUM, cuando va acompañada de dolores
tensivos y JODUM, cuando la úlcera se y sucede a la
expulsión de la raíz tiene tendencia a gangrenarse:
KALI HYDRIODICUM, si los bordes de la ulcera están
indurados.
Si el tubérculo se úlcera sin tomar espacio de un divieso
el precipitado rojo y el yoduro de potasio (KALI
HIDRIODICUM) están perfectamente indicados. El
primero cuando la úlcera es superficial, plana y
corrosiva, pero corrosiva en superficie y no en
profundidad, cuando la supuración es amarilla y
abundante, y cuando las partes adyacentes se

106
presentan rojas hinchadas y doloridas; el segundo, si la
úlcera tiene mal aspecto, si se extiende hasta el tejido
celular, y si segrega un humor fétido y rojizo. El Kali
hydriodicum es también muy conveniente, cuando la
úlcera se ha formado la reunión de varios diviesos
pequeños.
7°. SIFÍLIDE ESCAMOSAS.- Revisten cuatro formas
principales, la pitiriasis, la psoriasis, la de la lepra y la de
ictiosis.
1°. La pitiriasis sifilítica sede al MERCURIUS
SOLUBILIS cuando sucede a una erupción vesiculosa;
en otros casos KREOSOTUM, LACHESIS, NITRI
ACIDUM, SEPIA, MEZEREUM, RHUS le son
perfectamente apropiados.
KREOSOTUM conviene a la pitiriasis capitis, ya se
componga esta de escamas secas, ya vaya
acompañada de aquella especie de flujo que reduzca
estas escamas o una especie de pasta.
NITRI ACIDUM.- viene muy bien después de Lachesis,
cuando las escamas son secas y están acompañadas
de grande sequedad de piel, sobre todo en la cabeza.
SEPIA es preferible cuando ocasiona la caída de los
cabellos y la de los pelos de las partes afectadas.
MEZEREUM Y RHUS cuando las escamas suceden a
una erupción papulosa.
2°. La psoriasis sifilítica está en relación de
homeopaticidad con ARSENICUM, IODUM,
MERCURIUS SOLUBILIS, PHOSPHORUS,
PHOSPHORICUM ACIDUM Y SEPIA.

ARSENICUM.- cuando la erupción está extendida por


toda la superficie del cuerpo, y va acompañada de un
prurito quemante.

107
IODUM, si la piel de estas partes afectadas se ha
engrosado si se ha puesto como pergamino y ha
adquirido un color oscuro. La coexistencia de un infarto
ganglionar sería un signo muy determinante
MERCURIUS SOLUBILIS es preferible, si las chapas
psoriásicas tienen un tinte rojo bastante igual, con
tendencia al rezumamiento.
PHOSPHORUS, si estas manchas son amarillentas y
están cubiertas de escamas delgadas y poco adheridas.
PHOSPHORICUM ACIDUM si son rojas, quemantes, y
sobre todo si están acompañadas de insensibilidad de
la piel. SEPIA, cuando las manchas son bien redondas,
formando círculos de un amarillo oscuro, en las cuales
se establece una descamación manifiesta, sobre todo
bajo la influencia del roce más ligero.
Si la psoriasis tiene un asiento en el escroto,
PETROLEUM, NITRICUM ACIDUM Y THUJA deben
preferirse a las sustancias que antes se mencionan.
PETROLEUM cuando la erupción es roja y lisa.
NITRI ACIDUM, cuando las escamas son secas.
THUJA, cuando son rojas y van acompañadas de flujo.
3°. La lepra sifilítica cede al ARSENICUM al
PHOSPHORICUM ACIDUM y a la SEPIA
El ARSENICUM, cuando las manchas son negruzcas.
El PHOSPHORICUM ACIDUM, cuando las escamas
son secas.
La SEPIA, cuando son amarillas y bien redondas.
4° La ictiosis reclama el LACHESIS y la THUJA,
medicamentos que se especifican por medio de los
síntomas concomitantes.
Un punto muy importante en el tratamiento de las
sifílides escamosas, es hacer intervenir el Azufre con
esté objeto.

108
Por su patogenésia, lo mismo que por unas
aplicaciones, clínicas, este medicamento corresponde,
efectivamente, a las diferentes formas comprendidas en
esta categoría; pero no las puede curar por si solo. Es,
por tanto, preciso muchas veces alternarlo con los
medicamentos indicados anteriormente.
5° RAGADES.- Antiguamente los sifilógrafos describían
por separada otro síntoma de la piel, a que daban el
nombre de Rágades. Swesiaur les dedica un artículo
especial, y las coloca al lado de las verrugas y de los
puerros.
A primera vista estas rágades son unas fisuras o grietas
que se forman en la palma de las manos, entre los
dedos de los pies, en el ano o en el contorno de los
órganos genitales: en realidad estas soluciones de
continuidad son debidas a la existencia de las
dermatosis anteriores descritas en regiones en que la
piel forma pliegues las más de las veces constituidas
por pápulas húmedas, desarrolladas en los puntos que
se acaban de indicar; en cuyo caso no reclaman otros
medicamentos que los que exigen estas mismas
pápulas es decir, Lachesis, Lycopodium, Nitri acidum,
thuja, Staphysagria, Sepia y Mercurius solubilis o bien
son el resultado de la presencia de una erupción
escamosa y deben tratarse por una de las sustancias
anteriormente indicadas.
Por último, también se observan otros síntomas
sifilíticos en la superficie del cuerpo: la alopecia y la
ónix.
6.- Alopecia.- Frecuentemente es el resultado de una
erupción papulosa, tuberculosa o escamosa que ha
invadido la piel de la cabeza. En este caso, la
dermatosis es el signo característico para la elección del

109
remedio, sin hacer caso de la alopecia, la cual se
contiene luego que se cura la dermatosis.
Pero este síntoma existe muy a menudo fuera de esta
condición, y como efecto de la sífilis constitucional
reciente, Mercurio soluble y Lachesis son entonces las
dos sustancias que se ministran muchas veces una y
otra; pero siempre primero el Mercurio.
Ónix.- Cuando el rodete inflamado que cerca la uña
enferma no se haya ulcerado aun, MERCURIUS
SOLUBILIS, y lo mismo cuando la ulceración está
completamente formada, con tal que ofrezca los
caracteres de la úlcera sifilítica simple.
Si esta úlcera vegeta, presentándose violada y fungosa,
debe preferirse primordialmente Lachesis y después
Nitri ac. Si ofreciese algún punto de gangrena se deberá
prescribir Arsenicum y Carbo vegetabilis. Con estos
medicamentos se contiene la marcha destructora, los
tejidos adquieren un tinte rojo vivo crece el fondo de la
úlcera y se verifica la cicatrización.
Si tardase, una dosis de Sulphur, administrada
después de los medicamentos antes indicados, le daría
nuevo impulso y Silicea complementaria la curación en
el caso que la cicatrización no se formase francamente.
En otras circunstancias, las uñas, en lugar de inflamarse
y ulcerarse, se engrosan. Mercurius solubilis, seguido
de Sulphur, y algunas veces de Sepia, son entonces
muy útiles.
Por último cuando las uñas se exfolian, Mercurius,
Sulphur y Graphytes son muy útiles, siendo preciso
administrarlos en el orden que se acaban de enunciar.
MODO DE ADMINISTRACIÓN.- Es regla para el
tratamiento de las sifílides dar los medicamentos a una
dilución más bien alta la 18a, 24a y la 30c son las más

110
útiles, en dosis variables de cinco a seis glóbulos o una
o dos gotas.
En general se disuelve el medicamento en 120 o 250
gramos de agua alcoholizada, del cual deben darse de
dos a cuatro cucharadas diarias.
Cuando bajo la influencia del medicamento la erupción
disminuye, es preciso insistir en la misma sustancia
cuidando de cambiar la dilución cada cinco o seis días.
Cuando, por el contrario se observa algún signo de
agravación, o si se desarrollan síntomas artificiales
propios del medicamento, es necesario dejar un tiempo
al enfermo para que sobrevenga la reacción o dando un
antídoto cuando los efectos accesorios son bastante
intensos.
No debe olvidarse que las sifílides, se resisten a veces
al tratamiento.
Las dermatosis sifilíticas por lo general no necesitan
ninguna curación local, bastando solamente tener
cuidado de poner las partes enfermas en contacto con
un lienzo de hilo, pero si hay alguna parte ulcerada o
cuya epidermis se haya destruido, lo mejor es cubrirlas
con planchuelas de hilo empapadas de una solución del
medicamento administrado al interior.

TRATAMIENTO DE LAS SIFÍLIDES DE LAS


MEMBRANAS MUCOSAS.
Como ha podido verse por las descripciones que
preceden, las diversas formas elementales de las
afecciones sifilíticas de las membranas mucosas se
encuentran reunidas las más de las veces,
generalmente se encuentran en el mismo individuo
exantemas chapas mucosas y úlceras; aquí una
rubincudez circunscrita o por manchas, allí una

111
membrana opalina con o sin pápula plana, más allá una
grieta o un chancro secundario bien caracterizado. Y así
por la reunión de estos diferentes grupos de síntomas,
es como siempre se haya indicado el medicamento.
La experiencia pura ha demostrado que siempre era
posible cumplir, bajo este aspecto, con el precepto
Hahnemanniano, puesto que la mayor parte de las
sustancias de que se habla tienen la facultad de
producir en el hombre sano muchas de estas formas
elementales. Solo que no todos estos medicamentos
tienen igual importancia, y e veces es bastante difícil la
determinación del que conviene adoptar.
EL MERCURIO.- Es sin disputa el medicamento en
quien desde luego se piensa cuando se trata de las
membranas mucosas. Su acción sobre este tejido es,
efectivamente, mucho más enérgica y variada que
sobre la piel; y en la mucosa bucal es en la que
principalmente despliega sus primeros efectos,
produciendo la salivación, la rubincudez, la hinchazón
de las encías y del interior de la boca, la producción de
una falsa membrana blanquecina, debida ella también a
la descamación epitelial, la hinchazón, rubincudez y
reblandecimiento de las encías y de la lengua, y
después de formación de úlceras en las encías la
lengua y el fondo de la garganta.
Estas úlceras son superficiales, rara vez profundas:
pero se pueden extender a la manera de las úlceras
fagedénicas, y cuando se trata del MERCURIUS
VIVUS, son muchas veces gangrenosa y muchas veces
destructoras.
Las otras mucosas no se escapan a la acción de los
mercuriales la conjuntiva ocular y la que tapiza los
parpados, la pituitaria, la que cubre los órganos de la

112
generación, y la que reviste las vías aéreas superiores,
tienen igualmente su acción. Las experimentaciones
puras justifican, pues, en todas sus partes la
importancia de estos medicamentos.
Réstanos determinar ahora cuál de estas preparaciones
es la que debe recurrirse en un caso dado, y decidir que
sustancia deben remplazar cuando ya no produzca
efecto. Aquí es donde principalmente en razón de su
forma elemental, y después, en razón de su asiento de
los padecimientos que le acompañan.
a). Para la forma exantemática pueden recomendarse:
1° el MERCURIUS SOLUBILIS 2° AURUM METALICO
3° AURUM MURIÁTICO 4° LACHESIS
5°STAPHYSAGRIA 6|° THUJA 7° SULPHUR, que
nunca es más que un intercurrente útil.
Cuando el eritema es papuloso, también es útil el
Mercurio sin embargo sede el paso al CINNABARIS, a
LACHESIS y a STAPHYSAGRIA, Sulphur es aquí
también de gran valor, y HEPAR SULPHURIS le
reemplaza muchas veces con ventaja.
El MERCURIUS SOLUBILIS es seguramente el
medicamento que mejor corresponda al exantema
sifilítico de las membranas mucosas, y siempre debe
empezarse por él. Está indicado cuando la enfermedad
ocupa las partes superiores del cuerpo, la garganta, la
boca, la pituitaria, y también cuando se presenta en el
ano y en los órganos de la generación, acción fisiológica
de este medicamento, es preciso considerarle como el
agente más general que debe emplearse.

Se le da una dilución mediana, yendo de la 12a a la 30 a


la dosis de 5 a 6 glóbulos a una gota en 120 gramos de
agua destilada, y cucharadas que se repetirán de tres a

113
seis veces al día, según la susceptibilidad del enfermo.
Cuando hay mejoría, hay que insistir en el Mercurio
pero mudando su dilución y continuar de este modo
mientras no se observen síntomas medicamentosos
artificiales.
Si la mejoría tarda en producirse, debe suponerse, o
que anteriormente se ha hecho uso de los mercuriales a
alta dosis o que hay algunas complicaciones de psora o
Sulphur debe reemplazar al Mercurius, pero solo
momentáneamente. Si hubiese efecto del medicamento,
Sulphur, obrando como antídoto de los mercuriales
destruirá la acción exuberante de estos últimos y no
tardaría en producirse la mejoría. Pero si no fuese
entonces completa la curación, y hubiese disminuido la
rubincudez sin desaparecer del todo; si el dolor hubiese
cesado en parte, más no enteramente, Lachesis
reemplazaría muy bien al azufre, sería mayor la mejoría,
y el Mercurio administrado de nuevo o después de él
complementaría la obra de curación.
El Sulphur debe darse, como se acaba de indicar,
respecto del Mercurio; y no se debe continuar más de
un centenar de dosis, e igualmente es necesario dejar
un intervalo de reposo, de ocho a quince días, entre la
administración de este medicamento o de Lachesis.
Este último se dará como el Mercurio; y puede insistirse
en él más tiempo que con el azufre.
Estos dos medicamentos serían también los más
convenientes, si la existencia de la psora o de la
escrófula fuese la complicación que debe combatirse.

El MERCURIUS SOLUBILIS y el LACHESIS, y el


SULPHUR bastan las más de las veces para la curación
de esta forma morbosa cuando existe sola; al menos

114
siempre produce mejorías. Y si se resistiese, sería
preciso emplear uno de los otros medicamentos que se
mencionan, y esto en las condiciones siguientes:
AURUM METALICUM cuando la enfermedad ocupa la
mucosa palatina y la pituitaria, y cuando hay algún dolor
en los huesos. AURUM MURIATICUM cuando son
invadidas la lengua y la garganta y la faringe, y cuando
la rubincudez está acompañada de una sequedad
marcada de las mucosas. El mercurio conviene, por el
contrario cuando hay salivación.
STAPHYSAGRIA.- Se dirige a lo que pudiera llamarse
una forma mixta, es decir cuando la mucosa no solo
está roja sino también ulcerada.
THUJA sería preferible si la rubincudez afectase la
forma de manchas circunscritas. También pudiera
recomendarse PHOSPHORUS Y PHOSPHORICUM
ACIDUM para el caso en que la afectación ocupa el
fondo de la garganta y se acompaña de dolores
intensos durante la deglución.
El PHOSPHORICUM ACIDUM sería preferible si el
exantema ocupase principalmente el velo del paladar y
este encontrase ulcerado.
Cada uno de estos medicamentos se administra como
se ha dicho respecto al mercurio.Cuando la rubincudez
de las mucosas está sembrada
de pequeñas pápulas rojas y puntiagudas MERCURIUS
SOLUBILIS seguido de SULPHUR basta también para
la curación, sobre todo cuando la enfermedad es
reciente.

Si tiene ya mucho tiempo de duración, debe preferirse


CINNABARIS después de él, HEPAR SULPHURIS
sería muy útil, y LACHESIS completará muy bien la

115
acción de estos dos primeros medicamentos.
STAPHYSAGRIA deberá elegirse en el caso en que la
rubincudez se presenta bajo la forma de chapas
prolongadas, dispuestas paralelamente en órganos
simétricos.
Ya se ha dicho que PETROLEUM pudiera ser útil si la
erupción ocupa la semi-mucosa del glande y del
prepucio.

TRATAMIENTO DE LOS TUMORES GOMOSOS.


EL IODURO DE POTASIO es el medicamento esencial,
el específico de los tumores gomosos, aquél a cuyo
influjo cede seguramente esta forma de la sífilis.
LYCOPODIUM hace nacer en el hombre sano
nudosidades duras, que se encuentran en el espesor de
la lengua, y que no producen cambio de color en la piel.
Las que causa mercurio van acompañadas, por el
contrario, de una rubincudez más o menos viva de la
cubierta cutánea. El PHOSPHORUS engendra
nudosidades que residen debajo de la piel, adquiriendo
el volumen de una nuez, y son poco sensibles al tacto,
pero con las cuales la piel adquiere un color bastante
intenso.
Las nudosidades producidas por la THUJA presentan
caracteres análogos a los que produce el Phosphorus.
La piel de la cabeza y los órganos genitales son su
asiento más frecuente.
Finalmente los estudios de materia medica a que el Bi-
ioduro de mercurio había sido sometido por Andrieu se
encuentran erupciones llamadas forunculosis, pero que
se parecen mucho a los gomas de evolución rápida de
signos inflamatorios marcados, que se encuentran en
los escrofulosos.

116
Para especificar ahora diversas indicaciones a que cada
una de estas sustancias puede corresponder, antecede
la forma morbosa que nos ocupa, es preciso que los
gomas en su primer periodo reclaman el IODURO DE
POTASIO y el LYCOPODIO.
Cuando empiezan a reblandecerse, PHOSPHORUS,
MERCURIUS SOLUBILIS y THUJA pueden suceder
con ventaja a las preparaciones Ioduradas.
MERCURIUS SOLUBILIS es el medicamento que
deberá usarse desde luego, sobre todo si los
tegumentos tienen un color bastante vivo, y se le elegirá
con tanto más motivo, cuando que corresponda a los
síntomas generales de la diátesis sifilítica
PHOSPHORUS será preferido en los individuos de
constitución escrupulosa.
THUJA no vendrá jamás sino después de Mercurio, y
cuando el tumor se halle rodeado de un circulo oscuro.
El MERCURIUS BI-IODATUS se reservará para los
casos de inflamación viva, y para los escrupulosos.
Durante el periodo de ulceración, el KALI
HYDRIODICUM, y sobre todo IODUM, serán muy útiles.
Este último medicamento, está indicado por la
experimentación pura y la observación clínica. La
primera nos enseña que causa la erupción de tumores
forunculados, rodeados de un círculo inflamatorio vivo,
que dan salida a un cuerpo duro (sobre cuya naturaleza
no se explican los autores pero que no puede ser una
porción de tejido celular mortificado, puesto que este
último es blando) y que enseguida dan lugar a una
úlcera. La observación clínica nos enseña que la cura
más eficaz de las úlceras gomosas consiste en cubrirlas
con hilos empapados de iodo ¿no es esto suficiente
para justificar la elección de este medicamento?

117
Habiendo modificado la úlcera sin perder
completamente sus caracteres venéreos, MERCURIUS
SOLUBILIS sucederá perfectamente al Yodo y a sus
compuestos.
Si tomamos el aspecto del chancro vegetante, NITRI
ACIDUM, después THUJA reemplazarán al Mercurio
solubilis.
Por último, cuando caminando la úlcera a la
cicatrización, o habiendo de separase completamente,
pero dejando una induración de los tejidos vecinos,
debe emplearse LACHESIS y SULPHUR con el fin de
que desaparezca esta última.
En resumen: KALI HYDRIODICUM, JODUM,
MERCURIUS SOLUBILIS son los medicamentos
específicos de los tumores gomosos.
LYCOPODIUM, PHOSPHORUS, MERCURIUS BI-
IODATUS, THUJA, vienen después como orden de
importancia.
NITRI ACIDUM, LACHESIS, SULPHUR, son eficaces
para modificar ya la superficie de la úlcera, ya la
induración de las cicatrices.

TRATAMIENTO DE LA SÍFILIS DE LOS MÚSCULOS Y


TENDONES.
1° REUMATISMO SIFILÍTICO. Casi nunca existe solo,
sino que se acompaña ordinariamente de los síntomas
precoces de la sífilis; así es raro que sirva para fijar la
elección del medicamento, pues éste determina mucho
mejor por medio de las afecciones concomitantes que
por los mismos caracteres del dolor. Sin embargo,
puede fijarse la atención en los medicamentos
siguientes, cuya utilidad es manifiesta cuando los
dolores reumáticos dominan a todos los otros síntomas

118
por su intensidad. Y así, MERCURIUS SOLUBILIS es
conveniente cuando existen dolores musculares
compuestos de sensación dilacerante, de latidos y de
quemaduras, que se aumentan por la noche con el calor
de la cama, con o sin hinchazón, grande agitación y
sudor, que no es seguido de alivio. Este medicamento
será muy eficaz si al mismo tiempo hay sífilis de la
laringe.
Si ya se hubiese hecho uso del Mercurio,
ZARZAPARRILLA sería muy útil, si los dolores existen
en las masas musculares, si se componen de latidos y
de dilaceraciones con rigidez de las articulaciones y
pesadez de los miembros, y también cuando las
articulaciones son invadidas, y hay chasquido en los
movimientos de flexión.
NITRI ACIDUM debe emplearse también después del
Mercurius; pero cuando los dolores son de tracción,
contusivos y de calambres, sobre todo cuando no
persisten mucho tiempo en un mismo punto, sino que
pasan continuamente de una parte a otra.
LACHESIS tiene también una acción favorable si los
dolores están acompañados de roseola, cuando son
erráticos y las partes enfermas se encuentran sensibles
durante el movimiento y la presión.
GUAJACUM es mucho menos importante, excepto
cuando los dolores son lancinantes y muy agudos.
Por último, JODUM, STAPHYSAGRIA y THUJA podrían
darse, si hubiese alguna de las formas morbosas
anteriormente descritas y para las cuales es apropiado
cada uno de estos medicamentos.
SULPHUR y HEPAR SULPHURIS son intercurrentes
precisos.
2° PANARIZO SIFILÍTICO.

119
Constituye parte de las formas tardías de la diátesis; así
es que se le ha opuesto con buen éxito el KALI
IODATUM. Sin embargo, este medicamento no es el
único que se puede prescribir, sobre todo en los
primeros periodos de la enfermedad.
El Mercurio es útil, pero solamente al principio,
SULPHUR conviene inmediatamente después,
LACHESIS y NITRI ACIDUM son buenos más tarde;
pero el medicamento más eficaz es el AURUM
METALICUM, que debe darse después de SULPHUR.
Si el panarizo tiene tendencia a pasar a la supuración.
HEPAR SULPHURIS está indicado exclusivamente tan
luego como exista la fluctuación; y una vez abierto el
tumor, KALI HYDRIODICUM primero, NITRI ACIDUM, y
en último lugar, SILICEA deberán prescribirse en el
orden que se acaba de mencionar.
3° CONTRACTURA. También pueden ser eficaces los
mercuriales con tal de que se les dé al principio de la
enfermedad. Más tarde hay que dar preferencia al
LYCOPODIUM, y algunas veces a GRAPHYTES y
RHODODRENDUM, si la contractura está acompañada
de dolores nocturnos muy intensos.
Si la enfermedad es antigua, y se trata de una
verdadera infiltración gomosa, CAUSTICUM, seguido de
KALI HYDRIODICUM será eficaz.
No debe disimularse, sin embargo, que la contractura,
cuando es antigua, constituye más bien una deformidad
que una dolencia, y que muchas veces no producen en
ella los medicamentos efecto alguno. A veces pueden
intervenir la cirugía, pero no sirve con buen resultado.
4° Los tumores gomosos de los músculos no se
diferencian en cuanto a la terapéutica, de los del tejido
celular subcutáneo, así como tampoco se separan de

120
ellos en cuanto a sus síntomas.
Cuando se ponen indurados hasta el punto de ponerse
cartilaginoso, LYCOPODIUM es el único medicamento
útil. No debe perderse de vista que es muy difícil
obtener entonces su resolución, y es enteramente
imposible verificarlo cuando el tumor está calcificado.

MODO DE ADMINISTRACIÓN.
Los medicamentos que se han mencionado deben
administrarse a diluciones medias, las cuales varían
entre la 12 y la 30.
Pero en igualdad de circunstancias, pueden ser más
bajas para los reumatismos y el panarizo que para las
contracturas y los gomas. En una poción de 120 gramos
dada a cucharadas.
En cuanto a la repetición, es también más frecuente
para las dos primeras afecciones (de tres a seis veces
al día) que para las últimas, en que se les da de dos a
tres veces.

TRATAMIENTO DE LA SÍFILIS DE LOS HUESOS


A. DOLORES OSTEÓCOPOS. Mercurius solubilis no
sirve para combatirlos sino cuando son recientes, y aun
así, es raro que los haga desaparecer del todo. Algunas
veces alivia, y Lachesis dado después, completa su
acción.
Para poder usar estos medicamentos, es necesario que
los dolores huesosos estén acompañados de los
síntomas precoces y tempranos de la sífilis. Como esta
última invade los huesos bastante tarde, es fácil prever
que rara vez se cumplirá esta condición, y así son
preferibles con mucho AURUM METALICO, IODUM,
KALI HYDRIODICUM, MAGNANUM ACETICUM y

121
PHOSPHORICUM ACIDUM.
AURUM METALICUM Cuando el dolor es dilacerante,
tensivo, intermitente, con exacerbaciones nocturnas
muy marcadas, y si al mismo tiempo hay sensibilidad
del hueso a la presión; sobre todo si los huesos planos,
los de la nariz, los maxilares o los de la pelvis son el
asiento de los dolores.
AURUM es entonces el primer medicamento en que
debe pensarse después del Mercurius, y que debe
darse desde luego, si antes se ha prescrito este
medicamento.
IODUM. Sucederá al otro, si infartos ganglionares, si el
individuo es escrofuloso, y sobre todo si se aumentan
los dolores por el movimiento más aun que por la
noche, por el tacto y por la presión, y si van
acompañados de temblores de los miembros.
KALI HYDRIODICUM, es el medicamento más usado
en alopatía y aun pudiera decirse el más popular. Sin
embargo, también tiene sus indicaciones especiales.
Los dolores a que mejor corresponde son los
lancinantes y dilacerantes de los huesos largos con
sensación de hinchazón y de dolor de la herida.
Conviene sobre todo si existen otros signos de sífilis
profunda, y si se teme la aparición de una periostiosis.
MAGNANUM ACETICUM, es muy recomendado por
Hahnemann. se dirige a las formas más variadas, y su
acción es muchas veces feliz. Si hay dolores sin ningún
otro síntoma concomitante, seguramente este es el que
debe usarse desde luego.
PHOSPHORICUM ACIDUM, es menos importante; y no
debe darse sino a individuos escrofulosos, debilitados y
extenuados, cuando los dolores son tensivos,
compresivos y van acompañados de infarto.

122
ASA FOETIDA, NITRI ACIDUM y ZARZAPARRILLA,
pueden tener también su valor real.
ASA FOETIDA, es el más eficaz de los tres, sobre todo
si los dolores son superficiales, si ocupan el periostio de
los huesos situados profundamente y si se alivian por la
presión y el roce; particularmente, si estos dolores
nacen durante el movimiento.
NITRI ACIDUM, rara vez es eficaz si no hay otras
alteraciones del tejido huesoso; es principalmente un
antídoto del mercurio, por consiguiente un medio de
calmar los dolores mercuriales, más bien que los
sifilíticos.
ZARZAPARRILLA, se dirige más bien a los dolores
reumáticos que a los osteócopos; al menos, sería
preciso que coexistiesen estas dos especies de
padecimientos para poder contar con la eficacia de este
medicamento.

MODO DE ADMINISTRACIÓN, todos estos


medicamentos deben darse a diluciones comprendidas
entre la 18 y la 30, sólo el Ioduro de potasio puede
exceptuarse, siendo más apropiada la 6a o la 12a
potencia. Los glóbulos son casi siempre suficientes, y
se dan de 4 a 6 en una poción de 120 gramos; las
gotas son útiles cuando el sujeto es robusto y poco
impresionable a la acción de los medicamentos.
Los dolores osteócopos son a veces bastante agudos
para que haya necesidad de calmarlos pronto; así es
que se pueden repetir las dosis con bastante frecuencia,
de 4 a 6 veces en 24 horas.
REGLA GENERAL, es mejor dar el medicamento a una
dilución alta y a dosis repetidas, que a largos intervalos
y a grandes dosis. Debe insistirse en la misma

123
sustancia por todo el tiempo que se vea progresar la
curación y mientras no sobrevenga síntomas artificiales
o de agravación medicinal.

B. PERIOSTOSIS. Mientras la enfermedad se limita a


un tumor blando y sensible, MERCURIUS
CORROSIVUS, es el medicamento más útil con tal que
no se haya abusado demasiado del mercurio. En el
caso contrario, KALI HYDRIODICUM, es el único
agente que debe darse, insistiendo en su uso.
En general estos dos medicamentos mejoran mucho el
estado del enfermo. Su primer efecto es disminuir el
dolor, y el segundo hacer desaparecer la hinchazón. Si
el individuo es psórico, es necesario dar el Sulphur
después de Kali hydriodicum, pero sólo por algunos
días a titulo de intercurrente.
ASA FÉTIDA y PHOSPHORICUM ACIDUM convienen
si el tumor es muy sensible; AURUM, si ocupa los
huesos maxilares, los propios de la nariz y los de la
cara.
STAPHYSAGRIA ha sido recomendado igualmente por
el barón de Boeninhausen; pero su valor es secundario.
Si el tumor amenaza supurar (periostiosis flegmonosa),
KALI HYDRIODICUM puede también contener este
desorden; si la fluctuación es manifiesta, HEPAR
SULPHURIS, dado después del Ioduro de potasio tiene
el poder de hacer reabsorber el liquido, y si la
supuración se hubiese hecho inevitable, activará la
abertura del absceso.
Una vez abierto esté, sale un pus icoroso y mal trabado,
el MERCURIUS SOLUBILIS encuentra aquí su
importancia, desde el principio, su efecto es contener
los progresos del mal y modificar la supuración,

124
haciéndola más normal.
KALI HYDRIODICUM cuando existe en los huesos
largos, sobre todo, cuando la secreción morbosa se
compone de un pus acre, de mal olor, y la ulceración es
violada, presentando mal aspecto.
MAGNANUM ACETICUM debe suceder al Ioduro de
potasio si las úlceras tardan en cicatrizarse y conservan
los caracteres de las úlceras gomosas.
Cuando por el contrario estas ulceraciones han perdido
su carácter especifico bajo la influencia de los
medicamentos precedentes, SILICEA activa el trabajo
de cicatrización y lo completa.
Si los dolores huesosos persisten después de la rotura
del goma, ASA FOETIDA, los calma muy pronto.
Pero la periostitis, en lugar de tender a la supuración
puede cómo se ha dicho, sufrir una transformación
inversa, es decir hacerse el asiento de un trabajo
plastico que llega hasta la osificación. AURUM, KALI
HYDRIODICUM Y PROSPHORICUM ACIDUM, son los
únicos medicamentos capaces de contener esta
tendencia de la enfermedad, y producir la reabsorción
de la periostiosis.
El modo de administración de estos medicamentos es el
que se ha indicado para los dolores osteócopos.
C. EXOSTOSIS La exostosis no ebúrnea, es el único
capaz de modificarse felizmente por la terapéutica.
AURUM, KALI HYDRIODICUM, MERCURIUS
CORROSIVUS, MAGNANUM ACETICUM,
MEZEREUM, PHOSPHORUS,
SEPIA, son los medicamentos más eficaces en
semejante caso.
AURUM METALICUM, al principio de la enfermedad
para las exostosis dolorosas, sobre todo los de la cara,

125
del esternón y de las costillas.
KALI HYDRIODICUM para todas las exostosis, sea cual
quiera su asiento, con tal que la diátesis sea inveterada
y haya habido o haya todavía signos de sífilis profunda
o de ulceraciones destructoras de las membranas
mucosas.
MAGNANUM ACETICUM, si el exostosis es el asiento
de violentos dolores lancinantes; porque siempre los
calma, pero deja en pie la hinchazón.
MERCURIUS CORROSIVUS, sobre todo si la
enfermedad ocupa la tibia, el esternón, las costillas, y si
ha habido motivo para creer que exista una
complicación de escrófula o de psora.
MEZEREUM conviene si se ha hecho un uso
prolongado del mercurio, y también para los exostosis
de los huesos largos ya existan en los miembros
superiores, ya en los inferiores sobre todo si el individuo
es escrofuloso.
PHOSPHORUS pudiera darse en el mismo caso, pero
después de mezereum.
SEPIA conviene sobre todo a las mujeres, y para las
exostosis de los huesos largos.
La curación de una exostosis, cuando puede obtenerse,
siempre es una obra del medicamento, cambiando
sucesivamente las diluciones y dejando intervalos de
reposo.
Por lo demás, el modo de administración es el que se
ha indicado anteriormente. Los exostosis ebúrneos se
resisten a los medicamentos, y todo lo que se puede
obtener es la cesación de los dolores de que son
asiento, AURUM, ASA FOETIDA, MAGNANUM
ACETICUM los hacen cesar perfectamente.
D. CARIES Y NECROSIS.- Los medicamentos

126
realmente apropiados a esta forma morbosa son:
AURUM, ARSENICUM, ASA FOETIDA, KALI
HYDRODICUM Y MERCURIUS BI-IODATUS.
AURUM, cuando la enfermedad ocupa los huesos
propios de la nariz, los palatinos, el esternón y las
costillas.
ARSENICUM, si la ulcera segrega un pus icoroso, y es
el asiento de dolores quemantes y lancinantes.
ASA FOETIDA, cuando la supuración es abundante, de
mal olor, y los dolores nocturnos son muy agudos.
KALI HYDRIODICUM, si existen signos de periostitis y
de exostosis, y la úlcera afecta la forma fistulosa.
MERCURIUS BI-IODATUS se recomienda sobre todo
para la caries de los huesos de la cara; y está indicado
si existe una sifílide tuberculosa al mismo tiempo que la
enfermedad de los huesos. Siendo precedida siempre
de la caries o la necrosis de una afección del periostio,
o del tejido huesoso, o de una enfermedad de las
membranas mucosas, sería posible evitarlas tratando
convenientemente las afecciones que las preceden.
Desde el momento en que se han establecido, los
medicamentos que se han mencionado, modifican la
úlcera huesosa y la de las partes blandas de un modo
favorable; pero como estas alteraciones se manifiestan
casi siempre en sujetos de constitución escrofulosa, es
raro que no haya necesidad de administrar el Sulphur a
titulo de intercurrente. Este medicamento está indicado
si las heridas permanecen pálidas y no parecen
modificarse, bajo la influencia de los medicamentos que
preceden.
Nada hay que decir de particular acerca de la
administración de estos útiles medicamentos, pues los
detalles que se han dado antes son suficientes.

127
En el caso de caries y de necrosis es donde
principalmente tiene que intervenir el cirujano, primero
para hacer una cura conveniente, y después para
extraer los secuestros, una vez formados: y aún se ha
aplicado algunas veces con ventaja el trépano cuando
son atacados los huesos del cráneo.
Los pormenores y las indicaciones relativas a estas
diversas operaciones, se hallan consignadas en todas
las operaciones de cirugía, y sería verdaderamente
superfluo insistir en ellos.
Lo que únicamente es necesario tener muy presente, es
que los medicamentos son incapaces de cicatrizar las
partes blandas, si no se extraen a tiempo o no son
eliminados los secuestros.
Por último después de modificada la herida y cubierta
de pezoncitos carnosos de buena calidad, cuando se ha
establecido la secreción francamente purulenta,
SILICEA es muy útil para activar y completar el trabajo
de cicatrización.
La existencia de las afecciones sifilíticas del sistema
nervioso es indudable en día; y por desgracia, los
caracteres de estas formas de la sífilis se hallan todavía
muy mal definidos. En 1860.

TRATAMIENTO DE LA SÍFILIS DEL SISTEMA


NERVIOSO.
Como ha podido verse, la neuralgia sifilítica es las más
veces un síntoma perteneciente a un estado más
general; y raro que por sí misma pueda fijar la elección
del medicamento.
Cuando coincide una sifílide, esta última es
relativamente determinante; si se trata de una afección
de los músculos o de los huesos, esta es igualmente

128
característica relativamente al agente que conviene
emplear, por lo consiguiente, sólo resta el caso de que
la neuralgia existe aislada.
Esto solo sucede en los primeros tiempos de la sífilis; y
entonces la neuralgia afecta a las más de las veces la
forma de cefalea nocturna la cual va acompañada
frecuentemente de un calor febril con ligera aceleración
del pulso.
MERCURIUS SOLUBILIS.- basta por lo general por si
solo para hacer cesar el dolor y la fiebre; únicamente
hay necesidad de darle a dosis repetidas con
frecuencia cada cuatro horas, por ejemplo.
Si el Mercurio no es suficiente, LACHESIS,
administrado enseguida y de la misma manera,
completa la curación.
SEPIA. Dada ésta a la 30 potencia a la dosis de 4 a 6
glóbulos disueltos en 120 gramos de agua, de cuya
poción estos enfermos tomarán tres cucharadas al día.
La sintomatología de este medicamento justifica
completamente su elección. Estas tres circunstancias
son seguramente las más eficaces; pero también
pueden usarse algunas otras.
AURUM, cuando el enfermo experimenta un dolor de
quebrantamiento, dolor bastante vivo para excitar los
movimientos de rabia, ruidos en los oídos y para alterar
la memoria, sobre todo si estos dolores se aumentan a
consecuencia de un trabajo intelectual.
CONIUM, si los dolores son dilacerantes o lancinantes,
sentidos solamente por la noche.
IODUM, cuando el enfermo se queja de latido con
sensación de tensión y dolores pulsativos, que se hacen
sentir particularmente en la región frontal y al nivel de
las sienes, en donde hay una sensación de hormigueo y

129
compresión, con calor en la cabeza y en la cara.
Este medicamento da buenos resultados, sobre todo si
al mismo tiempo hay ganglios linfáticos indurados o
algún síntoma por parte del periostio o de los huesos.
MEZEREUM, es más apropiado al tic doloroso que a la
cefalea, si la neuralgia está acompañada de salivación,
con dolor de quemadura en la garganta y rubincudez de
la faringe.
STAPHYSAGRIA, se dirige a la prosonalgia compuesta
de dolores compresivos y pulsativos que se hacen sentir
al nivel del hueso maxilar superior extendiéndose hasta
los dientes con latidos agudos, sensación de tirantes, de
dilaceración, de quemadura y de hinchazón; frío de
manos y sudor del rostro.
THUJA, si los mismos dolores se presentan
francamente por la noche y van acompañados de
pulsaciones musculares.
Estos medicamentos deben administrarse a la 24a o 30
potencia en glóbulos y con intervalos bastante cortos,
de tres a seis veces al día.
ENFERMEDADES CONVULSIVAS.- Las convulsiones
epilépticas, todas han sido modificadas felizmente por el
Mercurio, dado repetidas veces bajo la forma de
sublimado. Este medicamento ha bastado
frecuentemente para la curación; y en el caso en que no
ha hecho más que aliviar, el KALI HYDRIODICUM ha
completado la curación.
Los síntomas de la enfermedad y los efectos
patogenéticos de estos medicamentos explican su
éxito.
Siendo las afecciones convulsivas debidas a la sífilis el
efecto de la presencia de una exostosis, de una
periostitis interna o de un tumor gomoso, no es

130
sorprendente que las sustancias capaces de curar los
gomas y las enfermedades de los huesos pueden ser
útiles. Además, en los efectos patogénesicos del
Mercurio y del Kali hydriodicum se encuentren síntomas
de convulsiones perfectamente caracterizados.
Tampoco deben olvidarse que no se han curado todas
las observaciones en que ha podido practicarse la
autopsia; y así no basta poder referir estas afecciones a
la sífilis para creerse con derecho de poder formar un
pronóstico favorable. Y no debe esperarse triunfar de
ellas si no en los casos en que es posible destruir las
mismas alteraciones orgánicas.
En cuanto a los distintivos que pueden sacarse de los
caracteres propios de las mismas convulsiones, ya se
trate de epilepsia, de la corea o del tétanos, están muy
mal precisados todavía para poder decir algo útil sobre
este asunto. Lo único que deberá hacerse es
individualizar cada una de estas formas que se
presenten, tomando por punto de partida los síntomas
de los huesos, de las membranas mucosas o de la piel,
mucho mejor que los de la misma convulsión.
Estas reflexiones son aplicables en todas sus partes a
la parálisis, siendo preciso dirigirse para curarlas sobre
todo a los medicamentos que convienen a las
enfermedades de los huesos y a los gomas.

SÍFILIS CONGÉNITA. Con respecto a la elección de los


medicamentos nada tengo que indicar; pues estos no
varían porque el enfermo es un niño. Por consiguiente,
no tengo que hacer más que remitir a los anteriores
medicamentos que se han descrito en las diferentes
formas morbosas bajo el doble aspecto de la patología y
de la terapéutica.

131
En cuanto al modo de administración, no hay dificultad
en homeopatía porque nuestros medicamentos
administrados a dosis infinitesimales, siempre los
toleran los niños; y así nada hay más fácil que hacerles
tomar glóbulos, forma que siempre debe preferirse para
ellos.
Si hay que dar el medicamento en forma líquida, se le
hace disolver en cinco gramos de agua alcoholizada,
haciendo tomar una o dos gotas cada vez, lo cual es
mucho más cómodo que querer hacer tragar una
cucharada entera de la poción.
El medicamento siempre debe darse media hora por lo
menos antes de darle de mamar al niño, y tres cuartos
de hora o una hora después.
Si el niño nace sin ningún síntoma evidente de la
diátesis y la salud de los padres hiciese temer el
desarrollo de la enfermedad, es necesario establecer un
tratamiento profiláctico cuya base deben formar
MERCURIUS SOLUBILIS, SULPHUR y LACHESIS.

Lo que ante todo debe hacerse es tratar a la madre


durante el embarazo o al padre en su caso.

Así se evitaran muchos abortos y en el niño muchas


molestias.

CONCLUSIONES.

En resumen, podemos decir que todos los médicos que

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se ocupan de este problema patológico conceptúan a la
sífilis como una ENFERMEDAD CRÓNICA DIATÉSICA,
Hahnemann también, colocando esta enfermedad
dentro de la clasificación de enfermedades crónicas o
MIASMAS que son los principales obstáculos a vencer
en el tratamiento de las enfermedades que marcan
(manchan, estigmatizan) a la humanidad y son la clave
para la resolución de la patología y con el conocimiento
de la teoría miasmática, da la solución y el
complemento para la realización a la perfección del
método.

Así también podemos agregar para estar de acuerdo


con los recientes estudios realizados en México
continuando la idea de la patología en el sentido que los
fenómenos de enfermedad solo se presentan en tres
formas, el defecto, el exceso y la destrucción orden en
cual se antoja lógico y subsecuente a la evolución de la
patología. La sífilis corresponde a la tercera face, la
DESTRUCCIÓN.

Es también interesante, el hecho de la transmisión,


subrayando lo que J. T. Kent dice, que no hay nada de
que del exterior enferme al hombre; que el hombre
enferma por sus propios actos. “-La voluntad y el
pensamiento son anteriores a la acción del hombre-” Y
esta transmisión se realiza en el mismo periodo en el
que se encuentra el paciente.

Es bueno hacer notar la importancia que en homeopatía


se le da al pronóstico y especialmente en el paciente
sifilítico, después de la ministración del medicamento
“simillimun”, recordando lo que Hahnemann dice: nunca

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es más facil de curar un miasma que cuando atraviesa
por su periodo exantémico. Esto, junto con el concepto
de curación nos entusiasma para preconizar y realizar lo
más ortodoxamente posible el método homeopático en
beneficio de la humanidad.

Para terminar, agregamos que, todos los conceptos


modernos sobre la sífilis, se pueden adaptar
perfectamente a la doctrina hahnemanniana
correspondiente a esta condición patológica de
manifestaciones tan múltiples y trascendentes.

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