El Elemento Aire
El Elemento Aire
• La diferencia en la temperatura del viento causa a quienes les afecta que cambien con
frecuencia su modo de vestir y de abrigarse. Algunas veces saldrán para tomar aire y otras
se resguardarán de él.
• El viento sopla y susurra, mientras pasa y mueve las ramas de los árboles.
• El viento es metiche: se mete por cualquier abertura que encuentra; basta con que le
abras una pequeña ventana y ya invade tu casa.
Así es la persona que sufre de altas dosis del elemento aire. Es inestable como él,
sin metas ni rumbo en la vida; es una persona impredecible que no sólo cambia con
facilidad su “clima”, sino el estado anímico de los que le rodean. Es muy comunicativo y en
cada conversación buscará la "ventanita” para meter su aire.
Desde un punto de vista más detallado y profundo, el elemento aire ataca tres áreas
importantes en la persona: el pensamiento, el habla y la acción. Veamos las consecuencias
de esto, primero en el lado negativo y después en el lado positivo.
En el área de la acción, habla mucho y hace poco, gasta todas sus energías en
soltar sólo palabras y no le queda energía para actuar. Como dice el dicho, "perro que ladra
no muerde".
Si sumamos a esto el hecho de que quien está dominado por el elemento aire no
tiene metas ni rumbo, tendremos ante nosotros el perfil de alguien que cambia de carrera
profesional constantemente, y ni siquiera en las mismas con facilidad un día querrá ser
astronauta y al día siguiente zapatero. Esto se reflejará también en sus trabajos y planes,
los cuales empezará y no terminará. Por supuesto, no le faltarán palabras para justificarse.
Como cualquier elemento, el aire posee un lado positivo que nos ofrece grandes
beneficios para la vida.
En la Toráh hay varios ejemplos de este don. Cuando Moshé Rabenu estaba ya
despidiéndose del liderazgo y preparando el terreno para un sucesor, pidió a Dios: “Por
favor, nombra para este pueblo un nuevo líder, que este lleno de vientos”. Explican nuestros
Sabios que quiso decir que ese nuevo líder debía tener el don del elemento aire y saber
adaptarse a cada hombre según su “clima”.
Al no ser terca ni estancada, la persona de elemento aire olvida rápido lo malo que
otros le hacen; da vuelta a la hoja y empezara un capitulo nuevo en una relación personal o
de trabajo. A veces lo que construimos llega a enfrentar un “terremoto” que puede
derrumbar todo lo que hemos logrado.
Por el hecho de llevarse bien con el viento de cada uno de los demás, y agregando
su poder de palabra, que posee ser un buen mediador, un puente entre dos bandos en o
entre una pareja con problemas. Su viento llevará y traerá el polen de una flor a otra
creando nueva vida, llena de paz y armonía.
Resumamos: el elemento aire, como todo, es una moneda de dos caras. Pero lo que
resulta seguro es que la dosis alta es mala en la persona, inclusive en su lado positivo.
Por ejemplo, si alguien sufre de altas dosis de viento y además tiene una cantidad
notoria de fuego, será un enojón devastador. Al igual que el fuego con el viento quema
hectáreas enteras de bosque y a una mayor velocidad, así esta persona arrasará
incansablemente todo. En su lado positivo de esta combinación, ya que el fuego representa
la Toráh, la mística y la espiritualidad, será una persona que "tome vuelo" en esta área.
Si es viento en combinación con el agua —la cual, como veremos, representa los
placeres y las adicciones—, será una persona que volará de un bar a otro y, de ahí, a las
"maquinitas” y sin cansarse "soplará" en una pista de baile. En su lado positivo, el agua
simboliza la bondad; por tanto, en este caso la combinación de viento y agua será alguien
que brinde mucha ayuda, que corra de una organización de caridad a otra, que esté
disponible las 24 horas del día... pero a costa de su pareja, familia y persona.
El solo hecho de que ponga orden en tu vida demuestra que eres un rey con el
control en la mano, al igual que el orden en una orquesta sinfónica es señal de que hay un
director que con su batuta va controlando y dirigiendo todos los instrumentos, permitiendo
asi que la sinfonía de la vida suene bien.
El problema del elemento aire es que vuela todo, creando desorden y caos en todas
las áreas de la vida, desde pensar, hablar y hacer. Y así no se puede vivir. Más aun si
tomamos en cuenta que la vida vuela como el aire. Si no tomamos el control de este
elemento en la mano, nos pasaremos los días diciendo y desdiciendo, haciendo y no
haciendo, prometiendo y no cumpliendo. Y sin metas claras ni retos terminaremos, incluso
si vivimos 120 años, sin haber hecho nada. Hasta nuestro recuerdo se lo llevará el viento,
ya que no dejaremos ningún hecho sólido o palabras firmes que mantengan nuestra
memoria.
La Toráh relata la historia del primer rey de Israel, Shaúl, quien sufría de diversos
climas internos, lo cual se reflejó en su relación con su yerno, el futuro rey David. Un dia lo
abrazaba calurosamente y al otro, mientras David tocaba el arpa para alegrarlo, el rey
tomaba la lanza y la arrojaba contra él para atravesar su corazón. Un día lo perseguía por
todos los desiertos de Yehudá para matarlo y luego se disculpaba y le pedía perdón,
ofreciéndole su amistad y cercanía.
Así también era el famoso Ajashverosh, rey de Persia en la época del milagro de
Purim, como dice la Guemará (Meguilá 11a): "Dijo Rabán Gamliel: Ajasheverosh era un rey
hafajfaj”, ya que mató a su esposa por lo que le dijo su amigo Hamán y, posteriormente,
mató a Hamán por lo que le dijo su nueva esposa, Esther. Mandaba cartas en las que
decretaba el exterminio de los judíos y a los pocos días enviaba nuevas cartas que decían:
"Hay que amar y proteger a los judíos, y se les da permiso de matar a sus enemigos". ¡Vete
a vivir con un rey así!.
Hoy en día ya no hay tantos reyes, pero este problema puede llegar a presentarse
en cada hogar, donde uno de los padres —y tanto más en el caso de los dos— sufre de "
viento hafajfaj”. El efecto devastador en los niños se verá a la larga, tal como lo dice el
profesor Samuel Tiano, psiquiatra y subdirector de la Asociación Internacional para el Niño y
el Adulto:
Cuando un niño crece en una casa donde ambos padres (o uno de ellos) sufren de
un comportamiento no estable y su ánimo varía polarizadamente, sin motivos razonables, el
niño pierde la capacidad de entender la normatividad, ya que no sabe qué acción suya
causará una sonrisa y cuál provocará enojo ya que, en ocasiones, el mismo hecho o
calificación causa reacciones opuestas. Por tanto, el niño concluye que, sin importar lo que
haga, la reacción siempre será rara e inesperada.
Lo mismo se aplica en la relación de pareja, donde el hafajfaj provoca que el cónyuge sienta
que camina en un campo minado, pues teme a cada momento que, sin previo aviso ni
motivo que lo justifique, una bomba estallará.
Imagínense el efecto del elemento viento en un joven que desea casarse... No sabe
qué quiere ni qué exigir, ni cuál es su rumbo de vida a fin de buscar a la persona adecuada
para formar con ella una sociedad conyugal. Y cuando ya conoció a alguien y le presentó su
plan de vida e ideas, y a la siguiente cita ya cambió al otro extremo opinando diferente y
planeando otro rumbo, lo más probable es que su pretendiente lo deje, ya que, si no puede
vivir ni consigo mismo, menos todavía con una pareja... Excepto que se encuentre una igual
que él y lamentablemente juntos vuelen a donde el viento los lleve. Como dijo el profeta
Yejezquel (1:20): “A donde vuele el viento irán".
Es importante definirse, ya que quien "baila en dos pistas" termina por no bailar en
ninguna. Este concepto lo aprendemos de nuestra matriarca Rivká. Cuando estaba
embarazada, cuentan nuestros Sabios, al pasar junto a lugares puros pateaba en su vientre
Yaakov, y al pasar al lado de lugares desagradables y llenos de impureza, pateaba Esav.
Ella acudió al gran profeta Shem, el hijo de Nóaj, y se expresó asi: "¿Para qué necesito
esto?". Explican nuestros Sabios que ella no sabía que iba a tener mellizos. Creyó que se
trataba de un solo bebé, y que era hafajfaj. Por eso se expresó de tal modo como diciendo:
"No quiero tener un hijo no definido, al que todo le llama la atención y en un momento
puede ser justo y a los cinco minutos quiere ser malvado".
Sin embargo, cuando Shem le dijo que iba a tener dos hijos, de los cuales uno
tendría una definición al camino de la pureza y la bondad, y el otro al camino negativo y de
la maldad sorprendentemente ella se tranquilizó y, con un suspiro, pareció decir: "Más vale
dos precisos, cada uno en su camino que uno confuso".
Esta Idea se repitió muchísimos años después, en la época del profeta Eliyahu,
cuando muchos de los judíos en Israel siguieron a la idolatría con sus 400 profetas falsos. Él
los desafio a debatir en el Monte Karmel para que, de una vez por todas el pueblo definiera
su camino. En esta reunión ante todo el pueblo, el profeta Eliyahu pronunció unas palabras
adecuadas al tema que estamos abordando: "¿Hasta cuándo caminaran por los dos
senderos? Si creen que Dios es la verdad, síganlo a Él y sólo a Él. Pero si creen que la
idolatría es el verdadero camino, rompan cualquier vínculo con el judaísmo y váyanse. Pero
no bailen en las dos pistas".
Encontramos este concepto en la orden de la Toráh que dice “No ararás tu tierra con
un toro y un burro juntos". En la explicación literal, esto se entiende con claridad, ya que la
fuerza del toro es mayor que la del burro y, además, el toro es rumiante. Al caminar el toro y
regurgitar la comida para masticarla de nuevo, el burro puede creer que a su compañero le
dieron de comer otra vez y a él no, por lo que sufre. Y está prohibido provocar sufrimiento
innecesario a un animal.
El Viento Parlante
Es sabido que Dios creó el mundo con la palabra, como dice el versículo: "Y dijo
Dios: Que se haga...". También las catástrofes y la destrucción que mandó el Creador,
como el diluvio, la lluvia de fuego y azufre sobre Sodoma y Gomorra, las diez plagas en
Egipto, etc., fueron ordenadas con un dicho, para enseñarnos que la palabra construye y
destruye.
El hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios. Por tanto, también posee en
su pequeña boca el poder de destruir y construir. Por medio de buenos consejos, críticas
constructivas adornadas con elogios y bendiciones, puede llegar a construir toda una vida
para un hijo, un alumno o un amigo. Y al contrario, con una humillación, una maldición o una
burla la destruirá por completo.
Escuché una vez que en un colegio se hizo una investigación respecto al poder que
tienen sobre los alumnos las palabras y la atención del maestro. Al nuevo profesor de un
grupo le cambiaron las notas y el reporte de los alumnos: sobre los que llevaban diez,
dijeron al maestro que eran los peores y que tenían déficit de atención y notas bajas. Y
sobre los que demostraban flojera y tenían notas bajas, le informaron que eran buenos
muchachos, muy amables y con gran potencial. Sorprendentemente, al final del año, los
estudiantes igualaron las notas inventadas sobre ellos al principiar el curso.
Esto significa que las palabras del maestro, sus elogios alumnos flojos pensando
que eran buenos estudiantes mirada amigable y su atención ayudaron a mejorar su
personalidad y desempeño. Y por el contrario, los reproches, las ofensas, la falta de cariño
hacia quienes el maestro considero que eran malos alumnos, provocaron que así lo fueran.
El viento alza globos y hace caer ramas, al igual que la palabra: puede elevar y
puede hacer caer. Por ello, quien posee dosis del elemento aire en su derivación del habla
debe medir sus palabras. Como dice el dicho: "El que habla mucho, seguro peca". Es
imposible abundar en palabras sin "meter la pata".
¿De qué maneras específicas afecta la palabra, perdemos el control sobre ella?
• La hipocresía. El elemento aire puede hacer que sintamos o pensemos una cosa y que
digamos otra, engañando así con nuestras palabras y ocultando nuestros verdaderos
sentimientos, lo que está prohibido y va contra la ética. El problema es que en la actualidad,
esto se ha legalizado e incluso se considera un don, ya que hemos remplazado la palabra
"mentiroso" por "político", como podemos verlo en cada proceso electoral: antes de las
elecciones, los candidatos prometen cada clase de cosas, las calles y las paredes están
llenas de fotos suyas y anuncios con sus promesas, las cuales olvidan minutos después de
haber sido elegidos. No en vano se dice: “Antes de las elecciones las paredes te hablan;
después de ellas, tú hablas a las paredes". Cuando confesamos nuestros pecados,
decimos: "Perdón por hablar Dofí”. Dofí es una palabra hebrea compuesta por dos: du y fí,
Que significan: "dos bocas", lo que alude a decir algo y pensar otra cosa.
La mentira, al igual que la hipocresía, es una característica del elemento aire. Para muchos
de nosotros la mentira fue un medio para salvarnos de castigos en el colegio o en la casa,
ganar partidos de futbol, y además hacernos interesantes con nuestras falsas historias, etc.
Más adelante en la vida, este “don” puede llegar a ayudarnos a hacer dinero, ya que con
una pequeña mentira sobre la mercancía la vendemos al doble. Sin embargo, es de suma
importancia aclarar que el viento mentiroso tiene efectos devastadores.
El Rey David (Salmo 15:2) menciona las características que debe tener la persona a
fin de obtener “la visa” para entrar al paraíso y estar cerca de Dios; entre otras, se
encuentra: “Siempre di la verdad”. El sello de Dios es la verdad y el de la serpiente es la
mentira. Por tanto, al mentir nos apegamos a lo negativo y a su veneno, y al hablar con la
verdad nos apegamos a Dios y obtenemos Su bendición.
Relata Rashí (Makot 24a) que Rab Safrá era un hombre apegado a la verdad y un
día, mientras rezaba, se le acercó un gentil que le ofreció diez monedas por una mercancía
que vendía. Al ver que el rabino no respondía, el gentil pensó que el precio era muy bajo,
por lo que le aumentó un poco la oferta; al seguir sin responderle, éste la duplicó e incluso
la triplicó. Cuando finalizó Rab Safrá de rezar, dijo al gentil: "Disculpa, estaba rezando. Te
escuché desde un principio. Dame la primera cantidad que ofreciste, ya que en mi mente la
acepté en el momento que la escuché". La pregunta que surge aquí es: ¿acaso no era
válido quedarse callado y aceptar la oferta más elevada, ya que al hacerlo no causaría daño
a nadie? Sin embargo, es posible que Rab Safrá nos hubiese respondido: "Quizás perdí
valores pero gané valores. Además, con la verdad estoy más cerca de Dios. Y si Dios es mi
pastor, nada me faltará" (Tehilim 23:1).
Cuenta la Guemará (Yevamot 63:1) que Rab tenía una esposa muy mala. Cada
mañana ella le preguntaba: "¿Qué quieres de comer? ¿Pollo o pescado? ¿Con papas o con
arroz?". Y cuando él respondía pollo con papas, ella le preparaba pescado con arroz, y si
pedía pescado con arroz le preparaba lo contrario. Así ocurría día tras día, año tras año. En
cierta ocasión, su hijo se dio cuenta de lo que pasaba; preguntó a su padre qué quería
comer y, simplemente, cambió la orden a fin de que comiera lo que le había apetecido ese
día. Una semana después, el padre expresó: "Estoy muy contento. Tu mama, gracias a
Dios, empezó a portarse bien conmigo", a lo cual contestó su hijo: "No, papá, lo que sucede
es que yo le cambio la orden cada mañana". Al escucharlo, le dijo Rab: “¿Tú crees que yo
no puedo hacer eso? Sólo que está prohibido mentir. Así que, hijo, prefiero comer todos los
días lo que no me apetece, con tal de que ni tú ni yo saquemos una mentira por la boca.
Además, otra gran pérdida del mentiroso es que cuando finalmente dice la verdad
nadie le cree. Como en la famosa fábula de pedro y el lobo cuando el niño gritó: "¡Lobo,
lobo...!", nadie le hizo caso. Y peor aún: "Quien habla mentiras vive en las mentiras y su
vida se vuelve una gran mentira".
Meditación y Control
Sin embargo, para controlar una dosis alta de alguno de los elementos, no es
recomendable quedarse definitivamente en el otro extremo; sólo debe servirnos como
rehabilitación, a fin de que logremos una dosis equilibrada de los elementos
Para ello la persona necesita, de vez en cuando, frenar su viento y su ánimo volátil,
"desconectarse" del mundo y sentarse en un lugar tranquilo, relajado, con buen ambiente, y
olvidar el ajetreo de la vida cotidiana... y, por supuesto, también el celular.
Hay varios tipos de meditación. Algunos sirven para “desconectarse” del mundo y
“conectarse” con un rezo; otros son para relajarse del enojo y del odio hacia alguien, y otras
más. La clase de meditación que estamos abordando aquí podríamos llamarla “meditación
y acción”, porque nos permitirá meditar para saber qué hacer... y hacerlo, y no solo para
analizar y volver a analizar, y así sucesivamente, sin actuar. Sobre esto dijeron nuestros
Sabios (Zóhar, 258a): Sof maáse bemajshabá tejilá, cuya traducción literal es "Al final,
acción; pensar primero". Esto quiere decir que cuando te sientes a meditar, el fin que debes
tener en mente es llegar a la acción, y para lograrlo, piensa y medita desde un principio.
De esta forma irás eliminando ideas vanas que no tienen ningún futuro y que sólo
estorban y ocupan espacio en tu mente. Otras quizá sean buenas, pero no para hoy.
"Congelalas" para usarlas el día de mañana. Así irás limpiando tu mente de fantasías, ideas
irreales o planes obvios que igualmente se darán, y podrás escoger la mejor idea, la más
benéfica para tu vida, a fin de fijarla como tu meta principal y tu mayor reto.
Quien tiene mucho del elemento aire carece, entre otras cosas de decisión, ya que
cada día espera ver hacia dónde soplara el viento y hasta dónde llegará. Si no es capaz de
tomar control, mucho menos puede sentarse para meditar y emitir un veredicto que marque
su camino.
En la Kabalá, este proceso de decisión se define por medio de los conceptos Jojmá,
Biná y Daat.
Jojmá es la primera idea que nos surge en la mente; por ejemplo, “Voy a construir
una casa", "Quiero dibujar un árbol”, “Voy a comprar una mercancía”.
Este concepto se observa también en la estructura cerebral. El cerebro está dividido en tres
partes: hemisferios izquierdo y derecho, y tallo cerebral. El hemisferio derecho del cerebro
percibe el mundo y la vida de manera muy general, y hasta fantasiosa. El hemisferio
izquierdo, en cambio, lo ve con más detalle y a un nivel más realista. Al respecto, un
reconocido neurólogo dijo: "El lado derecho ve el bosque, pero el lado izquierdo ve los
árboles".
Esto se refleja también en la forma en que debemos estudiar la Toráh, que consiste
en tres ramas:
1. La Toráh Escrita, que es Jojmá, ya que cada versículo encierra mucha información,
pero de una forma tan comprimida que dificulta a veces la comprensión total.
EI Silencío
Como ya vimos, perder el control de la boca nos hace hablar demasiado y, por tanto,
podemos pecar, dañar y destruir; pensamos equivocadamente que las palabras "se las lleva
el viento” y, en consecuencia, no medimos los resultados catastróficos del poder del habla.
La rehabilitación y la corrección de todo lo anterior se logra mediante el don del silencio.
No es fácil para alguien del elemento aire mantenerse sin hablar. Sin embargo, si
quiere controlar la palabra y usarla sólo para lo positivo, necesita primero irse al otro
extremo, por un tiempo no hablar más de lo estrictamente necesario y, cuando haya
dominado el arte de guardar silencio, sólo entonces podrá hablar para bien... pero también
con moderación.
Rey David dice: "¿Quién es el hombre que desea la vida buena?", a lo que
cualquiera contestaría con un entusiasta: “!Yo!". A continuación el Rey David dice: "Si es
así, pon un candado a tu boca" (Tehilim 34:13). Y así lo expresó Rabí Shimón en Pirké Abot
(1:17): "Toda mi vida me senté entre los sabios; escuché consejos, conceptos y sabias
ideas.
Cada vez que quieras decir algo lógico, adecuado y medido, debes primero guardar
silencio, pensar, analizar y medir tus palabras. A eso se refirió el versículo (Ejá´3:29): "Pon
tierra en tu boca", queriendo decir: sabemos que la tierra es la muralla limitante del mar; sin
ella, las olas arrasarían y destruirían. Por tanto, en un sentido metafórico, debemos usar ese
límite para evitar que de nuestra boca salgan "palabras-tsunamis". De esta manera,
evitaremos también hechos lamentables, como se vio con el patriarca Yaakov cuando su
suegro Laván lo persiguió para reclamarle: "¿Por qué huiste sin avisarme? ¿y por qué
robaste mis ídolos?". Yaakov Avinu, que normalmente era una persona centrada y tranquila,
en ese momento estalló y en esa situación dejó salir de su boca una maldición, diciendo: "El
que te robó, que muera”, sin saber que había sido su amada esposa Rajel quien los tomó
para impedir que su padre siguiera rindiendo culto a la idolatría.
Aunque Yaakov Avinu no pronunció esa maldición a propósito, y menos todavía con
la intención de matar a su propia esposa, estas palabras surtieron su efecto y Rajel, a la
hora del parto de Binyamín, falleció con solo 36 años de edad.
Después de tres décadas, hubo hambruna y los hijos de Yaakov viajaron a Egipto
para comprar comida. Allí Yosef — el hermano al que primero quisieron matar y al que
después vendieron como esclavo— era ya el virrey y el abastecedor de los alimentos;
aprovechó que no lo reconocieron para hacerse pasar por un dictador malo, que los acusó
de espionaje y los trato muy mal (aunque todo era un plan maravilloso de Teshuvá, como
puede leerse en mi libro las Alturas de Mi Pueblo pág. 120, en la segunda edición).
Cuando los hijos contaron a su padre sobre aquel malvado, por lógica Yaakov Avinu
pudo haber soltado una maldición devastadora, pero "llenó su boca de tierra" y optó por
guardar silencio, y esperar a ver qué rumbo tomarían los caminos de Dios. Gracias a este
silencio Yaakov no provocó la muerte a su querido hijo Yosef.
Con esto, nuestros Sabios quieren enseñarnos que es menos riesgoso y más
benéfico mantenerse callado.
En cuanto al área de la acción, dicen nuestros Sabios (Abot 1:14): "Habla poco y haz
mucho", lo que aprendimos de Abraham Avinu en la forma en que recibió a sus invitados:
“Pasen y tomen un poco de agua y una rebanadita de pan", les decía. Y cuando ya
pasaban, extendía ante ellos mesas llenas de manjares dignos de reyes.
Esto también se refleja en el famoso dicho: "No hables sobres tus acciones; deja que
tus acciones hablen por ti".
Además, dicen nuestros Sabios que la persona a la que otros ofenden en público y,
aunque ella tenga mucho responder, guarda silencio, y se muerde los labios, debe
aprovechar ese momento para bendecir a sus familiares, ya que este acto provoca que,
cuando use la boca para rezar, sus plegarias sean bien recibidas en el Cielo. El Gaón de
Vilna dijo al respecto: "En cada momento que la persona guarda y controla su boca, se
envuelve con una luz divina que le trae bendiciones" (Igueret Hagrá).
Uno de los dones del elemento aire es el poder de expresión que se manifiesta de
manera especial a través del rezo: el rezo es la maravillosa oportunidad de comunicarnos
con nuestro Creador, desahogarnos con él y pedirle favores. Sin embargo, como ya vimos
en el capítulo anterior, también las cosas buenas (como el estudio de la Toráh) deben ser
controladas y limitadas.
Así, pues, en primer lugar, los rezos del día están limitados a un tiempo específico.
No podemos rezar Shajrit por la noche, o Minjá por la mañana. Cada rezo tiene un orden
establecido por nuestros Sabios, con hermosos motivos y explicaciones basados en la
Kabalá, en la estructura de los cuatro mundos y en la forma en que las plegarias van
ascendiendo los Cielos, hasta llegar al Trono celestial (como lo explique en la introducción
al Yalkut Yosef; tomo 5).
En segundo lugar, el Jazán que dirige el rezo debe tener un límite de tiempo para no
extenderse y causar molestias al público pensando que disfrutan de su "agradable" voz, lo
que se conoce como Tirjá detziburá. Aunque esté haciendo algo positivo con su elemento
aire, al pasar cierto límite convierte el sublime rezo en algo fastidioso.
En tercer lugar, también la forma de expresar las plegarias debe ser delimitada, ya
que es incorrecto pedir, por ejemplo: "Dios, ayúdame a casarme con fulana", "Dios, dame
este negocio", "Haz que fulano acepte mi sociedad". Esta forma de rezar, en lugar de ser
una petición, parece más una orden. Además, puesto que nadie sabe en realidad lo que es
bueno para él, puede pedir algo que le resulte perjudicial.
Por eso, la forma correcta de pedir algo a Dios es, por ejemplo "Dios mío, quiero
casarme. Ayúdame. Tú sabrás con quién", "Quiero buena manutención. Tú sabrás por cual
canal y con qué socio mandármela".
A este respecto, el Midrash (Esther Rabá) cuenta que una vez el sabio Rabá llegó a
una aldea y al finalizar el rezo en un templo, escuchó a un joven clamar frente al hejal:
"Dios, haz que fulana se enamore de mí. Quiero casarme con ella y sólo con ella". Al
terminar su plegaria, se le acerco Rabá y le dijo "Así no se reza. ¿Quién te dijo que ella es
buena para ti?”.
Con esto el rabino quiso decir al joven: "Controla tus instintos que persiguen la
belleza, el dinero y el placer, y pide a Dios que te dé la mujer adecuada para ti. Si insistes
en que sea ésa y no otra, te la darán, aunque no sea la mejor para ti. Un rezo así es una
falta de respeto al Creador, pues parece que dices: 'Mira, Dios, no me interesa la que
planeaste darme. Yo quiero a fulana. Yo sé lo que es bueno para mí”. Y finalmente es
posible que Dios te la dé, pero como castigo”.
El joven miró con burla al sabio que se entrometía en su vida, y le dijo: "Tú, sabio,
entenderás de libros. Yo entiendo de mujeres. Ésta, con su belleza, dinero y fama, es lo
adecuado para mí".
Relata el Midrash que al cabo de dos años, Raba fue de nuevo a esa aldea y se
asombró al ver de nuevo al muchacho aquel, pero diciendo ahora frente al hejal: "¡Oh, Dios!
Llévame a mí o llévatela a ella! ¡Los dos ya no podemos vivir juntos!
Ten cuidado con lo que pides, porque se te puede cumplir. Es por esto que al
terminar nuestros rezos decimos: "Cumple nuestros deseos, siempre y cuando sean para
nuestro bien". Con esto aclaramos que si acaso nos extendemos o pedimos, o peor aún,
exigimos algo que no es para nuestro bien, que quede nulo, y que recibamos sólo lo
adecuado y lo positivo para nosotros.
Ahora bien, aunque las plegarias son placenteras al Creador, no debemos pasarnos
el día entero rezando por la manutención y esperando que nos caiga del Cielo. Hay un
tiempo para rezar y un tiempo para actuar. Así lo aprendimos también del caso de la
partición del Mar Rojo: durante un buen rato estuvieron parados frente a las aguas Moshé y
el pueblo elevando plegarias, hasta que, sorpresivamente, Dios dijo a Moshé: "jQué tanto
rezas? Deja de hacerlo y avanza. Llego la hora de la acción".
Por último, la ramificación positiva del habla como rezo tiene sólo una dificultad: por
pertenecer al elemento aire contiene el don de la palabra, pero también la volatilidad de la
mente. En el momento del rezo puede ser que la mente vuele muchas veces ni el Cielo es
su límite. De ahí que sea tan difícil concentrarnos al rezar.
Para lograr la plena concentración en nuestros rezos debemos usar también la "lupa
mental" para canalizar todos nuestros “rayos mentales" y concentrarlos en las plegarias
dirigidas Dios, en lugar de "lanzar flechas" sin dirección y esperar que alguna casualmente
dé en el blanco, es decir: al Trono Celestial.
Conclusión Equilibrada
Este equilibrio lo tenemos insinuado en la anatomía del cuerpo humano, que está
formado por dos ojos, dos oídos, dos fosas nasales, dos manos y dos pies, además de la
mente, la boca y el corazón, y nos enseña que en la vida, para tomar buenas decisiones,
primero debemos usar la volatilidad del viento y ver con cada uno de tus dos ojos las dos
caras de la moneda; escuchar con tus dos oídos diferentes opiniones, argumentos,
consejos; olfatear con tus dos orificios nasales cuál puede ser el mejor de los dos caminos;
medir las acciones que realizas con tus dos manos; ver qué resultara si caminas con tus
pies a la izquierda o a la derecha. Después de analizar bien, toma la decisión más centrada
y ubica tu mente, tu palabra y tus sentimientos en un solo canal. Debido a que el mejor
camino es el del medio, la dualidad de los miembros está en los extremos (oídos, pies,
manos) y la unidad está en el centro (cerebro, boca y corazón), y lo que debes procurar es
pensar, hablar y sentir con congruencia.
Así que ahora procederemos a ver cómo se vive y se disfruta el elemento aire en
equilibrio.
Respecto al don del habla, usemos la boca para sacar sólo perlas. Tengamos cuidado con
la lengua filosa y siempre tengamos presente la siguiente moraleja del Jafetz Jaim: una vez
se le aproximó un hombre diciéndole que quería reparar todas las difamaciones que había
pronunciado durante su vida. El Jafetz Jaim le dijo: "No hay problema. Sólo tráeme una
almohada de plumas". El hombre se la llevó, el sabio subio a la azotea y la rasgó dejando
que todas las plumas volaran con el viento. Luego pidió al hombre que fuera a recogerlas.
Cuando el hombre le replicó, asombrado, que eso era imposible, el Jafetz Jaim le dijo: "Así
han sido tus palabras. Después que las soltaste y dañaste mentes, vidas y personas,
¿cómo puedes recogerlas ahora?".
Un último consejo: en tu vida debe haber dos cosas, una brújula y un reloj. Algunos usan el
reloj y corren todo el tiempo, apurados para realizar a tiempo todas las diligencias del día;
sin embargo, no usan la brújula para analizar y decidir el rumbo. Otros más usan sólo la
brújula; saben exactamente a dónde ir y qué hacer, pero no usan el reloj a fin de fijar un
tiempo para hacerlo. Así, para controlar tu vida primero hazte de una brújula y decide tu
rumbo; y luego observa el reloj, para que puedas alcanzar la meta lo más rápido posible.
Nuestro tiempo de vida es muy valioso... pero vuela. Y no importa si vives hasta los
120 años; al final, miras hacia atrás y ves qué rápido pasaron los días. Lo único que
quedará son los hechos.
Hoy en día, en Israel, hay una frase muy popular: Javal al hazmán, que traducido
literalmente significa "Lástima por el tiempo”, pero se usa más como sinónimo de
"buenísimo”. No me pregunten qué tiene que ver una expresión con la otra, pero así se ha
acostumbrado a usar. Constantemente y ante cualquier pregunta, como: "iQué tal estuvo la
boda?", parece el traje?", "¿Te gustó la comida?", responden: Javal al Hazmán.
Considero que fue Dios quien nos mandó esta frase en esta generación, en la que la
velocidad de la tecnología, el ritmo de los placeres, y la persecución constante de la
manutención nos hacen perder el tiempo y no usarlo para lo que realmente vinimos al
mundo. Y por eso debe resonarnos en el oído: "Lastima por el tiempo".