Compañías Samana Bay Company, Westendorp dominicana y la
Improvemend dominicana Y su intervención en la vida
económica de la República Dominicana.
A partir de 1871 la oposición política y militar en contra del Gobierno de
Báez se hizo sentir con más ímpetu ante el fracaso del proyecto
anexionista y el derrocamiento de su aliado el presidente haitiano Salnave
en enero del año anterior.
El nuevo gobernante haitiano, Nissoge Sajet adoptó una política de apoyo
a los enemigos de Báez, y en particular de los generales Luperón y Cabral.
Ante la situación que se le presentó con la llegada al poder de Sajet, el
gobernante dominicano no se amilanó e hizo uso de sus habilidades
políticas pretendiendo chantajear a los Estados Unidos comunicándole
que anexaría el país a Alemania.
Sin embargo, su intimidación no encontró respuesta en el Congreso
norteamericano que trataba otros asuntos que consideraba de mayor
interés para el mismo.
Los norteamericanos debían abandonar Samaná en 1872, por lo que Báez
inició conversaciones con el que fungía como gobernador de la bahía,
coronel Joseph Fabens, acordando que éste junto con otras personas
crearían la compañía «Samaná Bay Company» para arrendarle ese lugar
por 99 años, a razón de 150,000 pesos anuales.
La empresa disfrutaría de todos los beneficios que se les concedieron al
Gobierno norteamericano mediante los frustrados acuerdos de 1869.
El Senado, controlado por Báez ratificó el acuerdo el 28 de diciembre de
1872 y luego el mandatario trató de hacer creer que esta operación
contaba con el respaldo de la población, por lo que organizó un plebiscito,
el 19 de febrero de 1873, en que sólo recibió 19 votos en su contra. La
anexión, que no consiguió el Gobi
La anexión, que no consiguió el Gobierno norteamericano, la obtuvo con
la Samaná Bay Company que procedió a izar la bandera estadounidense
en Samaná, en señal de que ese territorio había dejado de pertenecer a la
República Dominicana.
El desastre de la política económica del Gobierno Lilisista se evidenciaba
en la situación financiera del Estado Dominicano. Por ejemplo, el
historiador Frank Moya Pons apunta que “el país seguía endeudándose
debido a la política de Heureaux de buscar dinero a préstamos tanto
localmente como en el extranjero para emplearlo en el pago de su servicio
de espionaje y en las asignaciones y prebendas a sus militares y seguidores
que le requería constantemente dinero a cambio de su apoyo al
Gobierno”.
En efecto, como fue el caso del empréstito con la Westendorp concertado
por el gobierno en el año de 1890. El gobierno recibiría 900.000 libras
esterlinas para supuestamente construir un ferrocarril para comunicar
Santiago y Puerto Plata.
La Westendorp pasó a ser una importante fuente de financiamiento para
el gobierno de Heureaux, quien en 1890 concertó un nuevo empréstito de
900,000 libras esterlinas para la construcción del Ferrocarril Central
Dominicano que unió las ciudades de Santiago y Puerto Plata.
Pero los contrabandos de mercancías permitidos por Heureaux a
comerciantes que le servían como prestamistas locales acabaron por
debilitar a la Westendorp, que resultó afectada por la reducción de las
percepciones aduaneras y se vio impedida de pagar intereses a sus
accionistas y tenedores de bonos.
Fue así como en 1892 la Westendorp traspasó sus acreencias e intereses
frente al Estado dominicano a la San Domingo Improvement Co. of New
York, constituida por un grupo de capitalistas estadounidenses, a la que
prontamente Heureaux requirió nuevos préstamos que situaron la deuda
externa del país en diecisiete millones de pesos en 1893.
Naturalmente, el Gobierno puso a las aduanas de manos de dicha
compañía; ésta instaló una Oficina Recaudadora conocida como “La
Regie”, la cual debía recaudar los ingresos por concepto de los aranceles,
pero esta no pudo recaudar la cantidad necesaria para recuperar su
inversión, y se vio envuelta en un proceso de crisis, que la llevó la
virtualmente a la quiebra.
Entonces la compañía financiera europea, para evitar la quiebra total
vendió su acreencia a capitalistas norteamericanos (que contaban con el
beneplácito del Gobierno de los Estados Unidos) quienes constituyeron a
la sazón una empresa financiera denominada la Santo Domingo
Improvement Company en el año de 1893.
Posteriormente, Lilis negocio un nuevo empréstito con la Improvement
por un monto de un millón doscientos cincuenta mil dólares
norteamericanos; con este último préstamo, la deuda pública ascendió a
la suma de diecisiete millones de dólares.
A partir de estos compromisos financieros con la Improvement, las
finanzas dominicanas, el comercio, las aduanas, y el negocio del azúcar
quedaban definitivamente bajo la influencia decisiva de los Estados
Unidos y los capitalistas de esa gran potencia imperialista.
En cuanto a presencia europea y a los intereses del viejo colonialismo,
esta quedaba relegada en un segundo plano. Naturalmente, el giro de
nuestra dependencia hacia los Estados Unidos es innegablemente obra de
Ulises Heureaux, en la medida que la acción de un solo hombre pueda
influir en los destinos de una colectividad.
La crisis del Gobierno se hizo insoportable y dramática, cuando todo el
dinero de las aduanas pasaba a manos de la Improvement. Llegó un
momento que dicha compañía se negó a entregarle más dinero.
Asimismo, las Juntas de Créditos, entidad de los comerciantes criollos que
se dedicaba a prestar dinero a los gobiernos se negaron a hacerle nuevos
préstamos al Gobierno de Heureaux.
Los inconvenientes financieros eran tan profundos que el propio
presidente de la República debió. en una ocasión, usar de sus recursos
personales para pagar gastos corrientes de su Gobierno.
Por otra parte, en el 1897 el dictador Heureaux logró un acuerdo con la
Improvement, para emitir cierta cantidad de bonos para pagar algunas
deudas anteriores; así se emitieron cinco millones de libras esterlinas,
pero no se recogieron los bonos antiguos, con lo cual la deuda con la
Improvement aumentó considerablemente.
En ese mismo año, el Gobierno Dominicano decidió emitió cinco millones
de pesos, pero sin respaldo de ninguna especie; esas papeletas con escaso
valor, el pueblo las llamó despectivamente “La papeleta de Lilís”.
Esta emisión inorgánica fue rechazada por la población y particularmente
por los comerciantes, quienes estaban totalmente inconformes con la
política económica de la tiranía. Huelga, hay que señalar que a pesar de la
actitud en esa coyuntura recalcitrante de los comerciantes dominicanos
de rechazo a la política monetaria y financiera del General Heureaux,
siempre fueron buenos socios del dictador, obteniendo pingues ganancias
en sus negociaciones.
Para finales del año de 1898, el Gobierno estaba atrapado
financieramente hablando, entre los acreedores extranjeros y los
acreedores nacionales. El Gobierno tiránico recibió un préstamo Europa
por la suma de $600,000, suma que fue usada para pagar exclusivamente
deudas internas. Fue un intento de Lilis para la presión del os capitalistas
locales.
Pero Heureaux, en vez de distribuir equitativamente dicha suma entre
todos los acreedores locales del Gobierno, solamente les pagó a los
comerciantes de Santo Domingo y de San Pedro de Macorís, dejando fuera
a los del Cibao. Grave error pues el rencor de los cibaeños contra el tirano
se hizo aún más fuerte.
En un último instante por sobrevivir a la crisis financiera, y de la
impopularidad de su gobierno, Lilis quiso salir de la Improvement, pues
esta empresa norteamericana manejaba todas las finanzas del país, y en
los días finales de la tiranía se negó concertar nuevos préstamos al
presidente Heureaux.
Este desesperado intentó buscar nuevos financiamientos en Europa, pero
esas gestiones fueron también infructuosas. En fin, y como un ejemplo
postrero de su falta de amor por la nación dominicana y su soberanía
territorial, negoció con el Gobierno haitiano cederle unos territorios
fronterizos que desde hacía muchos años estaban en disputas, a cambio
de cuatrocientos mil pesos.
Entonces, producto del descontento generalizado, y de la desesperación
de la población, se produjo un intento de invasión organizada por Juan
Isidro Jiménez, un rico comerciante liberal de la zona Norte, quien a bordo
de un barco que compró en los Estados Unidos llamado “Fanita”, intentó
iniciar una revolución en la línea Noroeste para derrocar la Tiranía lilisista.
La misma fracasó por la intervención de los Estados Unidos.
Así, el líder revolucionario Juan Isidro Jiménez tuvo que exiliarse. Pero su
actuación dejó una buena impresión en la población dominicana,
valiéndole el reconocimiento popular que lo convirtió posteriormente, en
uno de los principales líderes nacionales de inicios del siglo XX.
De todos modos, el régimen de Ulises Heureaux estaba viviendo sus
últimos días, y al fracaso de la repatriación de Juan Isidro Jiménez, le
siguió una conspiración que surgió en el Cibao, concretamente en Moca.
Al analizar los factores que incidieron para el derrumbamiento de la
tiranía lilisista, debemos señalar como un factor principal la profunda crisis
económica y financiera en que la mala administración del presidente
Heureaux, conducto la República Dominicana.
Para concluir el análisis del derrumbe de la tiranía de Ulises Heureaux, nos
parece interesante la explicación de Juan Isidro Jiménez Grullón, según él,
“para entonces ya había surgido una nueva generación burguesa y de
clase media, y tanto esta como la vieja, vio en Juan Isidro Jiménez pese al
fracaso del “Fanita” la figura cardinal de la posición aun desarticulada.
Pero casi totalmente arruinado, a éste se le hacía imposible organizar un
nuevo movimiento expedicionario. Lo más resuelto enemigo del régimen
se dieron cuenta de ello y alertaron, desde entonces la idea del tiranicidio,
que no demoró en llevarse a efecto (...) Quedó así decapitado el
absolutismo apartidista, y los acontecimientos ulteriores, evidenciaron
que lo que se llamó “lilisismo”, estaba circunscrito a una estricta minoría
burguesa y de la clase media que pudo mantenerse en el poder durante
los últimos años gracias a la resuelta actuación terrorista del tirano”.