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Conectando con la Fuente de Energía

Este prólogo presenta el libro Pide y se te dará como una obra que contiene enseñanzas poderosas provenientes de Abraham, un ser conectado a la fuente de energía. El autor, Wayne Dyer, recomienda leer el libro con atención y aplicar sus enseñanzas, las cuales sintetizan que cuando uno cambia su perspectiva, las cosas que contempla también cambian. El prefacio introduce a Abraham y Esther Hicks, quien es capaz de recibir pensamientos no físicos y traducirlos a palabras para compart

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Conectando con la Fuente de Energía

Este prólogo presenta el libro Pide y se te dará como una obra que contiene enseñanzas poderosas provenientes de Abraham, un ser conectado a la fuente de energía. El autor, Wayne Dyer, recomienda leer el libro con atención y aplicar sus enseñanzas, las cuales sintetizan que cuando uno cambia su perspectiva, las cosas que contempla también cambian. El prefacio introduce a Abraham y Esther Hicks, quien es capaz de recibir pensamientos no físicos y traducirlos a palabras para compart

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1 PIDE Y SE TE

Prólogo
Por el doctor Wayne W.
Dyer,
autor del éxito de ventas The Power of
Intention

El libro que el lector tiene en estos momentos en sus manos contie-


ne algunas de las enseñanzas más poderosas que existen hoy en
nuestro planeta. Me he sentido profundamente conmovido e influi-
do por los mensajes que Abraham ofrece en esta obra, y por las cin-
tas que Esther y Jerry nos vienen ofreciendo desde hace dieciocho
años. De hecho, me siento honrado de que Abraham me haya pedi-
do que escriba un breve prólogo a este libro, que considero un hito
editorial. Es una obra única en el mundo de la edición que permiti-
rá al lector adentrarse en el pensamiento de quienes están perma-
nentemente conectados con la fuente de energía. Por lo demás,
estas voces del espíritu se expresan en un lenguaje comprensible que
usted podrá llevar de inmediato a la práctica. Le ofrecen nada
menos que la pauta para comprender y llevar a buen término su
destino.
Lo primero que se me ocurre es que si usted no está todavía
pre- parado para leer y aplicar esta gran sabiduría, le recomiendo
que lleve consigo este libro durante unas semanas. Permita que la
ener- gía que contiene traspase cualquier resistencia que su cuerpo
o su mente ofrezca, y preste atención al eco de ese lugar interior
que ca- rece de forma y de fronteras y que solemos llamar alma,
pero que Abraham denominaría nuestra conexión vibratoria con
nuestra fuente.
Éste es un Universo de vibraciones. Como observó en cierta
ocasión Einstein: «Nada ocurre hasta que no se mueve algo», esto
es, todo vibra de acuerdo con una determinada frecuencia mensu-
rable. Si fragmentamos el mundo sólido en componentes minúscu-
1 PIDE Y SE TE

los observaremos que lo que parece sólido constituye un baile de


partículas y espacios vacíos. Si examinamos la más pequeña de es-
tas partículas quántum comprobaremos que ha emanado de una
fuente que vibra a una velocidad tan elevada que contraviene el
mundo de principios y fines. Esta energía que vibra a una elevada
velocidad se llama fuente de energía. Todo y todos, incluido usted,
nos hemos originado a partir de esta vibración y posteriormen-
te nos hemos trasladado al ámbito de los objetos, cuerpos, mentes
y egos. Al abandonar esta fuente de energía para convertirnos en
nuestro cuerpo/mente, asumimos nuestro mundo de problemas,
enfermedades, penurias y temores.
Las enseñanzas de Abraham se centran fundamentalmente en
ayudarle a retornar, en todos los aspectos, a esta fuente de la que
emana todo y a la que todo regresa. Esta fuente de energía tiene un
aspecto y produce una sensación que ya he abordado en mi libro
The Power of Intention. No obstante, Abraham es capaz de ofrecerle
esta maravillosa sabiduría gracias a estar conectado al ciento por
ciento con esta fuente y no dudar jamás de esa conexión, como
que- da patente en cada párrafo de este libro. Por eso lo
considero un hito editorial.
Estamos en contacto directo y consciente con un elenco de se-
res honestos y fiables a quienes lo único que les interesa es nuestro
bienestar. Nos recordarán que provienen de una fuente de bienestar
y que podemos invocar esa elevada energía vibratoria y permitir
que fluya libremente a través de todos los aspectos de nuestra vida,
o bien resistirnos a ella y permanecer desconectados de aquello que
nos lo da todo y es todo amor.
El mensaje que contiene este libro es extraordinario y a la vez
muy simple: provenimos de una fuente de amor y bienestar.
Cuando Estamos en sintonía con esa energía de paz y amor,
recobramos el poder de nuestra fuente, es decir, el poder de
manifestar nuestros de- seos, propiciar nuestro bienestar, atraer la
abundancia en lugar de la escasez y acceder a la guía divina en
forma de las personas adecuadas y las circunstancias idóneas. Esto
es lo que hace la Fuente, y puesto que usted emana de esa fuente,
usted puede y debe hacer lo mismo.
Prólo 1

He pasado un día entero con Abraham en persona, he cenado


con Esther y Jerry y he escuchado centenares de grabaciones de
Abraham, por lo que puedo afirmar de primera mano que está us-
ted a punto de emprender un viaje que transformará su vida, en
compañía de dos de las personas más auténticas y espiritualmente
puras que he conocido jamás. Jerry y Esther Hicks cumplen su pa-
pel de proporcionarle estas enseñanzas con el mismo respeto que
yo siento al escribir este prólogo.
Le recomiendo que lea estas palabras con atención y las lleve
de inmediato a la práctica. Sintetizan una observación que vengo
ofre- ciendo desde hace años: «Cuando uno cambia su forma de
contem- plar las cosas, las cosas que contempla cambian». Se
dispone usted a experimentar un cambio a partir del cual se abrirá
un mundo nue- vo ante sus ojos. Es el mundo creado por una
fuente de energía que desea que usted vuelva a conectarse a ella y
goce de una vida plena y satisfactoria.
Gracias, Abraham, por permitirme decir unas palabras en este
magnífico y valioso libro.
Os quiero a todos.
WAYNE
2 PIDE Y SE TE

Prefacio
Por Jerry Hicks

El sol despunta sobre la costa de Malibú cuando inicio este


prefacio. A estas horas de la mañana el intenso color azul del
océano Pacífico es comparable al profundo gozo que experimento
al imaginar la utilidad de las revelaciones que ofrece al lector este
libro.
Pide y se te dará versa sobre el hecho de que las fuerzas
todopode- rosas nos conceden lo que pidamos. Pero ante todo trata
sobre cómo se nos concederá lo que pidamos; es asimismo el primer
libro que, con una terminología clara, nos ofrece una fórmula
sencilla y práctica so- bre cómo pedir, y recibir, lo que deseamos ser,
hacer o tener.
Hace décadas, mientras buscaba respuestas admisibles a mi in-
cesante afán de averiguar en qué consiste «Ello», descubrí la palabra
inefable, que significa «que no puede ser expresado con palabras».
El término inefable coincidía con una conclusión a la que yo había
llegado sobre «Ello». Había comprendido que cuanto más cerca es-
tamos de conocer lo «no físico», menos palabras tenemos para ex-
presarlo con claridad. Así pues, cualquier estado de conocimiento
completo equivale a un estado de inefabilidad. Dicho de otro modo,
en estos momentos de nuestra realidad tiempo-espacio no pode-
mos expresar claramente con palabras físicas lo no físico.
A lo largo de la historia de lo físico, hemos evolucionado hacia
y a través de miles de millones de filosofías, religiones, opiniones y
creencias. Pero pese a los miles de millones de pensadores que han
reflexionado, extraído multitud de conclusiones y transmitido sus
creencias a las generaciones siguientes, no hemos hallado palabras
físicas —en cualquier caso no palabras que nos permitan ponernos
de acuerdo— para expresar lo no físico.
2 PIDE Y SE TE

En los anales de la historia sólo hay constancia de unos pocos


de los numerosos seres que se han comunicado conscientemente
con la inteligencia no física. Algunos han sido reverenciados; otros,
condenados. Pero la mayoría de ellos, que eran conscientes de una
comunicación personal con lo no físico, decidieron (quizá por te-
mor a ser condenados o incluso institucionalizados) no relatar a
nadie esas revelaciones.
Moisés, Jesús, Mahoma, Juana de Arco, Joseph Smith, para
citar sólo unos pocos de los más conocidos en el mundo de habla
ingle- sa, manifestaron sin tapujos ser receptores de la inteligencia
no físi- ca, y la mayoría de ellos tuvieron un fin físico atroz. Por
consi- guiente, aunque cada uno de nosotros recibimos
directamente una orientación no física, sólo unos pocos reciben
porciones de pensa- miento no físico lo bastante claros para
traducirlos a nuestras pala- bras físicas, y de ellos, sólo unos pocos
están dispuestos a revelar su experiencia a los demás.
Hago mención de estos datos en el prefacio del libro que está a
punto de leer porque mi esposa, Esther, es una de esas raras
perso- nas capaces de relajar a voluntad su mente consciente para
recibir de lo no físico respuestas a determinadas preguntas. De
alguna forma, Esther recibe bloques de pensamiento (que no
palabras) y, al igual que un traductor de castellano-inglés oiría un
pensamiento proyec- tado en palabras castellanas y traduciría ese
pensamiento (no las pa- labras) en palabras inglesas, Esther traduce
al instante el pensamien- to no físico en la palabra equivalente más
aproximada.
Tenga presente el lector que puesto que no siempre existen pa-
labras físicas capaces de expresar con precisión el pensamiento que
recibe, en ocasiones Esther forma nuevas combinaciones de pala-
bras, además de utilizar palabras normales de otra forma (por
ejemplo, escribiéndolas con mayúsculas cuando no solemos hacer-
lo), con el fin de expresar nuevas formas de contemplar la vida. Por
esta razón, hemos creado un breve glosario al final del libro para
explicar nuestra particular utilización de algunas palabras corrien-
tes. Por ejemplo, «bienestar» es un término corriente que significa
un estado de felicidad, salud o prosperidad. Pero la base de la sin-
Prefac 2

gular filosofía de Abraham se traduce en inglés como Bienestar, re-


firiéndose a un bienestar Universal, No Físico, que fluye de modo
natural a través de todos nosotros salvo cuando hacemos algo para
impedirlo. (Asimismo, el lector hallará en el texto algunos términos
y expresiones que hemos acuñados nosotros mismos que no son de
uso común.)
Desde 1986, Esther y yo viajamos cada año a unas cincuenta
ciudades para ofrecer seminarios, y los asistentes a ellos pueden co-
mentar o plantear preguntas sobre los temas que deseen, sin ningu-
na limitación. Acuden millares de personas, pertenecientes a distin-
tos grupos étnicos, estratos sociales y corrientes filosóficas, deseosas
de mejorar sus vidas, bien directamente para ellas mismas o, indi-
rectamente, para ayudar a otros. Y esos miles de personas que han
pedido más han obtenido respuesta, a través de Esther Hicks, de la
Inteligencia No Física.
Por consiguiente, en respuesta a las peticiones de esas personas
que, al igual que usted, desean saber más, esta filosofía del Bienestar
ha llevado a la creación de este libro.
El núcleo de estas enseñanzas lo constituye la poderosa Ley de
Atracción. Durante la última década, hemos publicado buena parte
de las enseñanzas de Abraham en nuestro boletín trimestral, The
Science of Deliberate Creation (la Ciencia de la Creación Delibera-
da), que ponen de relieve las perspectivas más novedosas obtenidas
a partir de las preguntas planteadas por los asistentes a nuestros se-
minarios, dirigidos a enseñarles el Arte de Permitir. Así, esta filoso-
fía evoluciona constantemente a medida que ustedes nos plantean
nuevas preguntas y perspectivas.
Este libro ofrece un eficaz curso en materia de práctica espiri-
tual. Se trata de un manual de instrucciones en el sentido más am-
plio del término, es decir, le enseña cómo ser, hacer o tener lo que
le complazca, y al mismo tiempo le enseña cómo no ser, hacer o
tener lo que le disguste.
JERRY
9 PIDE Y SE TE

Una introducción a Abraham


Por Esther Hicks

—¡Esa mujer se comunica con espíritus! —decían nuestros ami-


gos—. La semana que viene estará aquí, de modo que podéis con-
certar una entrevista con ella y preguntarle lo que queráis.
«Es lo último que deseo hacer», pensé, pero al mismo tiempo oí
a Jerry, mi marido, decir:
—De acuerdo, ¿cómo podemos concertar una entrevista con
ella?

Eso ocurrió en 1984, y en los cuatro años que llevábamos casados,


Jerry y yo jamás habíamos discutido ni habíamos cruzado una pa-
labra airada. Éramos dos jóvenes alegres, que vivíamos felices y
éramos compatibles en prácticamente todos los temas que se plan-
teaban. Lo único que me molestaba era que Jerry divirtiera a sus
amigos con sus anécdotas de veinte años atrás, relatándoles sus ex-
periencias con la tabla ouija. Cuando nos encontrábamos en un
restaurante u otro lugar público y yo presentía que Jerry iba a rela-
tar una de sus anécdotas, me disculpaba educadamente (a veces no
tan educadamente) y me refugiaba en el lavabo de mujeres, me
sentaba en la barra del local o daba un paseo hasta donde había-
mos aparcado el coche, donde permanecía hasta que había pasado
el suficiente tiempo para que Jerry hubiera concluido su relato. Por
fortuna, al cabo de un tiempo Jerry dejó de contar esas anécdotas
cuando yo estaba presente.
Yo no era lo que se dice una chica religiosa, pero había
asistido a suficientes clases de catequesis para desarrollar un
profundo te-
1 PIDE Y SE TE

mor al mal y al diablo. Bien pensado, no estoy segura de que nues-


tros profesores de catequesis dedicaran buena parte de las clases a
enseñarnos a temer al diablo o si era algo que yo tenía arraigado en
la mente. En cualquier caso, eso es lo que recuerdo a grandes
rasgos de esa época.
De modo que tal como me habían enseñado que hiciera, pro-
curaba evitar todo lo que pudiera estar relacionado con el diablo.
En cierta ocasión, de joven, estaba sentada en un cine al aire libre
cuando al mirar por la ventanilla trasera del coche hacia otra pan-
talla contemplé una escena horripilante de El exorcista (una pelícu-
la que había evitado), y lo que vi, sin oír el sonido, me impresionó
hasta el extremo de que tuve pesadillas durante varias semanas.

—Se llama Sheila —explicó nuestro amigo a Jerry—. Concertaré


una entrevista con ella y os comunicaré cuándo puede recibiros.
Jerry se pasó los días siguientes tomando nota de las preguntas
que deseaba hacer a Sheila. Me dijo que había varias que deseaba
plantearle a alguien desde que era niño. Por mi parte, en lugar de
hacer una lista de preguntas, traté de hacerme a la idea de que íba-
mos a visitar a esa mujer.
Cuando aparcamos frente a una bonita casa situada en el
centro de Phoenix, Arizona, recuerdo que pensé: «¿Pero qué
diantres hago aquí?» Nos encaminamos hacia la puerta principal y
nos abrió una mujer de aspecto afable, que nos hizo pasar a una
elegante sala de estar para esperar a que nos recibiera Sheila.
Era una casa espaciosa, amueblada con sencillez, pero elegante,
en la que reinaba una insólita quietud. Recuerdo que sentí una pro-
funda sensación de respeto, como si estuviera en una iglesia.
En éstas se abrió una puerta de gran tamaño y aparecieron dos
atractivas mujeres vestidas con blusas de algodón y faldas de vivos
colores. Por lo visto, Jerry y yo éramos las primeras visitas
después de comer. Ambas mujeres presentaban un aspecto alegre y
distendi- do, lo cual hizo que me relajara un poco. Quizá no
resultara una ex- periencia tan rara como me temía.
2 Una introducción
PIDE Y SE TE a 2

Nuestras anfitrionas nos invitaron a pasar a un hermoso dor-


mitorio en el que había tres sillas situadas al pie de la cama. Sheila
se sentó en el borde de la cama y su ayudante en una de las sillas,
junto a una mesa sobre la que había una grabadora. Después de que
Jerry y yo ocupáramos las otras dos sillas, me preparé para la expe-
riencia que me aguardaba.
La ayudante nos explicó que Sheila se relajaría y liberaría su
conciencia, y que entonces Theo, una entidad No Física, se dirigiría
a nosotros. Cuando eso ocurriera, podíamos hablar sobre cualquier
tema que deseáramos.
Sheila se tendió en el borde de la cama, a escasa distancia de
donde Jerry y yo estábamos sentados, y comenzó a respirar
profun- damente. Al cabo de unos minutos una voz que tenía un
tono ex- traño dijo:
—Esto es el comienzo, ¿no es así? ¿Tenéis algunas preguntas
que formular?
Miré a Jerry confiando en que estuviera dispuesto a empezar,
porque yo sabía que no estaba preparada para hablar con quien-
quiera que se había dirigido a nosotros. Jerry se inclinó hacia
delan- te, deseoso por formular su primera pregunta.
Cuando las primeras palabras de Theo brotaron lentamente de
labios de Sheila sentí que me relajaba. Y aunque sabía que oíamos la
voz de ella, también sabía que el origen de esas maravillosas res-
puestas era algo muy distinto de Sheila.
Jerry explicó que desde que era un niño de cinco años deseaba
plantear a alguien estas preguntas, y las formuló tan rápidamente
como pudo. Los treinta minutos de nuestra entrevista pasaron muy
deprisa, pero durante ese tiempo, sin que yo pronunciara una pala-
bra, mi temor ante la extraña experiencia remitió y disfruté una
sensación de bienestar muy superior a todo cuanto había experi-
mentado antes.
Cuando nos montamos de nuevo en el coche le dije a Jerry:
—Me gustaría volver mañana. Quiero preguntarle algunas
cosas. Jerry se mostró encantado de concertar otra
entrevista con
Sheila, pues deseaba también formularle más preguntas.
2 Una introducción
PIDE Y SE TE a 2

Al día siguiente, a la mitad de la entrevista, Jerry me cedió a


re- gañadientes el tiempo que nos restaba.
—¿Cómo podemos alcanzar más eficazmente nuestros objeti-
vos? —pregunté a Theo. La respuesta no se hizo esperar:
—Meditación y afirmaciones.
La idea de meditar no me atraía en absoluto, y que supiera no
conocía a nadie que la practicara. De hecho, la mera palabra me ha-
cía pensar en personas postradas sobre un lecho de clavos, cami-
nando sobre carbones encendidos, pasando años apoyadas sobre
un pie o mendigando donaciones en el aeropuerto.
—¿A qué se refiere con lo de meditación?
La respuesta fue breve y las palabras me tranquilizaron.
—Sentaos en una habitación tranquila. Poneos ropa cómoda y
concentraos en vuestra respiración. A medida que vuestra mente se
relaje, al cabo de unos minutos, liberad vuestros pensamientos y
concentraos en vuestra respiración. Conviene que lo hagáis juntos.
Así será más poderosa.
—¿Puede proponernos una afirmación que nos sea útil? —pre-
guntamos.
—Yo (pronunciad vuestros nombres) veo y atraigo hacia mí,
a por medio del amor divino, a los Seres que buscan la
iluminación a través de mi proceso. El hecho de compartir esta
experiencia nos ele- vará a los dos.
Las palabras que brotaban de Sheila/Theo penetraban hasta lo
más profundo de mi ser. Me invadió una sensación de amor que
fluyó a través de mí con una fuerza inaudita. Mi temor se desvane-
ció por completo. Tanto Jerry como yo experimentamos una
sensa- ción maravillosa.
—¿Podemos traer a nuestra hija, Tracy, para que la conozca?
—pregunté.
—Si ella lo desea, pero no es necesario, pues vosotros (Jerry y
Esther), constituís unos cauces.
Esa frase no tenía el menor sentido para mí. Me parecía increí-
ble haber cumplido los treinta años y no conocer aquel detalle, su-
poniendo que fuera cierto.
2 Una introducción
PIDE Y SE TE a 2

La grabadora se detuvo y Jerry y yo sentimos una leve


decepción al percatarnos de que nuestra extraordinaria experiencia
había con- cluido. La ayudante de Sheila nos preguntó si
deseábamos formular una última pregunta.
—¿Queréis conocer el nombre de vuestro guía espiritual? —
pre- guntó.
Yo jamás habría preguntado eso, pues no había oído nunca el
término «guía espiritual», pero me pareció una buena pregunta. Me
gustaba la idea de tener un ángel guardián. De modo que respondí:
—Sí, ¿puede decirnos el nombre de mi guía espiritual?
—Según nos informan, te lo facilitarán dentro de poco —con-
testó Theo—. Tendrás una experiencia clariauditiva, y entonces lo
sabrás.
«¿Qué es una experiencia clariauditiva?», me pregunté, pero an-
tes de que pudiera formular mi pregunta, Theo dijo con tono con-
cluyente:
—¡El amor de Dios penetra en vosotros!
Acto seguido Sheila abrió los ojos y se incorporó. Nuestra
asombrosa conversación con Theo había terminado.
Cuando Jerry y yo abandonamos la casa nos dirigimos en
coche hasta un lugar con preciosas vistas ubicado en la ladera de
una de las montañas de Phoenix. Nos apoyamos en el coche y
contempla- mos la puesta de sol en el horizonte. No teníamos
remota idea de la transformación que se había operado ese día en
nosotros. Sólo sa- bíamos que nos sentíamos maravillosamente.
Ya en casa tomé dos nuevas y poderosas decisiones: iba a
medi- tar, aunque no sabía muy bien lo que significaba esa palabra,
e iba a averiguar el nombre de mi guía espiritual.
Así pues, Jerry y yo nos pusimos nuestras batas, corrimos las
cortinas de la sala de estar, nos sentamos en unas cómodas butacas
orejeras y colocamos una banqueta entre él y yo. Theo nos había
re- comendado que practicáramos juntos la meditación, pero nos
pare- cía extraño, y la banqueta contribuía a paliar esa sensación.
Recordé las instrucciones de Theo: «Sentaos en una habitación
tranquila, poneos ropa cómoda y concentraos en vuestra respira-
2 Una introducción
PIDE Y SE TE a 2

ción». Pusimos el despertador para que sonara al cabo de quince


minutos, cerré los ojos y empecé a concentrarme en mi
respiración. Pregunté mentalmente: «¿Quién es mi guía
espiritual?», tras lo cual conté las veces que inspiraba y exhalaba
aire. De inmediato, mi cuerpo se quedó como dormido. No
podía distinguir mi nariz de los dedos de mis pies. Era una
sensación extraña pero cómoda, que me complació. Parecía que
mi cuerpo girara lentamente, aunque sabía que estaba sentada en
una butaca. Entonces sonó el desperta- dor, sobresaltándonos.
—Hagámoslo otra vez —dije.
Volví a cerrar los ojos, conté las veces que inspiraba y
exhalaba y sentí que mi cuerpo se quedaba dormido. Cuando el
despertador sonó de nuevo dije:
—Repitámoslo.
De modo que pusimos el despertador para que sonara al cabo
de otros quince minutos y volví a sentir que un entumecimiento
invadía mi cuerpo. Pero esta vez noté que algo, o alguien, respira-
ba a través de mi cuerpo. Desde mi punto de vista, parecía como
si un amor arrebatado fluyera desde lo más profundo de mi ser
hacia fuera. ¡Era una sensación gloriosa! Jerry me oyó gemir sua-
vemente y más tarde comentó que parecía como si estuviera en
éxtasis.
Cuando sonó el despertador y salí de mi meditación, los dien-
tes me castañeteaban de una forma inaudita. La palabra «zumba-
ban» se ajusta más a la experiencia. Los dientes me zumbaron du-
rante casi una hora mientras yo trataba de relajarme y recobrar mi
estado normal de conciencia.
En esos momentos no comprendí lo que había sucedido, pero
sabía que había experimentado mi primer contacto con Abraham.
Aunque no sabía qué había ocurrido, sabía que fuera lo que fuese
era una experiencia magnífica. Y deseé que se repitiera.
Jerry y yo decidimos meditar todos los días durante quince
mi- nutos. Creo que durante los siguientes nueves meses no
dejamos de hacerlo un solo día. Cada vez sentí un entumecimiento
en mi cuer- po, o una sensación de separación del mismo, pero
durante nues-
2 Una introducción
PIDE Y SE TE a 2

tras meditaciones no ocurrió ninguna cosa extraordinaria. Poco an-


tes del día de Acción de Gracias de 1985, no obstante, mientras
me- ditaba, mi cabeza empezó a moverse ligeramente de un lado a
otro. Durante los días siguientes noté que mientras meditaba mi
cabeza describía un movimiento suave y fluido. Era una sensación
maravi- llosa, como si volara. El tercer día que se produjo ese
curioso fenó- meno, durante mi meditación, me percaté de que mi
cabeza no se movía de forma aleatoria, sino que parecía como si mi
nariz trazara unas letras en el aire: «S-N-O-F».
—¡Jerry! —grité—. ¡Estoy dibujando unas letras con la nariz!
Y al pronunciar esas palabras experimenté de nuevo una sensa-
ción de éxtasis. Sentí que se me ponía la piel de gallina cuando esa
Energía No Física me recorrió todo el cuerpo.
Jerry se apresuró a sacar su bloc de notas y a escribir las letras
mientras mi nariz las trazaba en el aire: «SOY ABRAHAM. TU
GUÍA ESPIRITUAL».
Posteriormente Abraham nos explicó que «ellos» son muchos.
Se refieren a sí mismos en plural porque forman una Conciencia
Colectiva. Nos explicaron que, al principio, las palabras «Soy
Abraham» fueron pronunciadas sólo a través de mí porque yo
imaginaba a mi guía espiritual en singular, pero que son muchos,
y se expresan con una sola voz, por así decir, o un consenso de
pensamiento.
Según Abraham: «Abraham no es una conciencia singular como
creéis que sois vosotros, que moráis en cuerpos singulares.
Abraham es una Conciencia Colectiva. Existe un Flujo de
Conciencia No Físi- ca, y cuando uno de vosotros formula una
pregunta, hay infinidad de puntos de conciencia que circulan a
través de lo que consideráis que es una sola perspectiva (porque, en
este caso, hay un ser huma- no, Esther, que lo interpreta o
articula), y por eso creéis que es sin- gular. Lo cierto es que somos
multidimensionales, multifacéticos y formamos una
multiconciencia».
Abraham nos ha explicado que no murmuran palabras en mis
oídos, que yo luego repito para otros, sino que me ofrecen unos blo-
ques de pensamiento, como unas señales de radio, que recibo a ni-
3 Una introducción
PIDE Y SE TE a 3

vel inconsciente. Luego traduzco esos bloques de pensamiento en


palabras físicas equivalentes. Yo «oigo» las palabras a medida que
las pronuncian a través de mí, pero durante el proceso de traduc-
ción no soy consciente de las palabras que brotan de mis labios, ni
recuerdo las que ya he pronunciado.
Abraham explicó que hacía mucho tiempo que me ofrecían esos
bloques de pensamiento, pero como yo trataba de seguir las
instruc- ciones de Theo al pie de la letra —concretamente, «cuando
tu men- te se relaje, lo cual hará al cabo de unos minutos, libera
tus pensa- mientos y concéntrate en tu respiración»— tan pronto
se iniciaban esos pensamientos yo los liberaba rápidamente y me
concentraba de nuevo en mi respiración. Supongo que el único
medio que tenían para lograr que yo reparara en ellos era hacer
que mi nariz trazara unas letras en el aire. Abraham dice que esas
maravillosas sensacio- nes que sentí a través de mi cuerpo cuando
me di cuenta de que tra- zaba unas letras en el aire se debía a la
alegría que experimenté al percatarme de nuestra conexión
consciente.
Nuestro proceso de comunicación evolucionó rápidamente du-
rante las semanas sucesivas. Dibujar letras en el aire con mi nariz
era un proceso muy lento, pero Jerry estaba tan entusiasmado con
esa fuente de información clara y viable que a menudo me desper-
taba en plena noche para formular preguntas a Abraham.
Pero una noche, inopinadamente, sentí una sensación muy in-
tensa que fluía a través de mis brazos, mis manos y mis dedos. Está-
bamos acostados en la cama viendo la televisión y mi mano
empezó a golpear el pecho de Jerry. Mientras mi mano seguía
golpeándole, sentí la imperiosa necesidad de sentarme ante mi
máquina de escri- bir IBM Selectric. Cuando apoyé los dedos en el
teclado, mis manos empezaron a moverse rápidamente sobre las
teclas, como si alguien hubiera descubierto de repente la utilidad
de esta máquina de es- cribir y el lugar que ocupaba cada tecla.
Mis manos empezaron a escribir: cada letra, cada número, una y
otra vez. Y las palabras em- pezaron a cobrar forma sobre el papel:
«Soy Abraham. Soy tu guía espiritual. He venido para trabajar
contigo. Te amo. Escribiremos juntos un libro».
3 Una introducción
PIDE Y SE TE a 3

Comprobamos que cuando yo apoyaba las manos sobre el te-


clado me relajaba, como ocurría durante la meditación, y que Abra-
ham (al que en adelante llamaremos «ellos») respondía a cualquier
pregunta que formulara Jerry. Fue una experiencia asombrosa. Eran
seres increíblemente inteligentes, amables y accesibles. Siempre es-
taban dispuestos, a cualquier hora del día y de la noche, a conversar
con nosotros sobre el tema que quisiéramos plantearles.
Una tarde, mientras circulábamos en coche por una autovía de
Phoenix, sentí una sensación en la boca, el mentón y el cuello seme-
jante a la que experimentamos cuando vamos a bostezar. Era una
sen- sación muy intensa, hasta el punto de que no pude reprimirla.
Enton- ces tomamos una curva entre dos camiones gigantescos, que
parecía que iban a invadir nuestro carril al mismo tiempo, y durante
unos ins- tantes pensé que se nos echarían encima. Pero de
improviso brotaron de mis labios las primeras palabras
pronunciadas por Abraham:
—¡Tomad por la próxima salida!
Abandonamos la autovía y nos detuvimos en un aparcamiento
situado debajo de un paso elevado. Jerry y Abraham charlaron du-
rante horas. Yo mantuve los ojos cerrados mientras mi cabeza se
movía rítmicamente de un lado a otro y Abraham respondía a las
incesantes preguntas de Jerry.

¿Cómo es posible que me haya sucedido algo tan maravilloso? A


ve- ces, cuando pienso en ello, me resulta increíble. Parece un
cuento de hadas, casi como si hubiera frotado una linterna mágica
y mis sue- ños se hubieran cumplido. Otras pienso que es la
experiencia más natural y lógica del mundo.
En ocasiones apenas recuerdo cómo vivía antes de que Abra-
ham apareciera en nuestras vidas. Siempre he sido, con escasas ex-
cepciones, lo que la mayoría de la gente describiría como una per-
sona feliz. Tuve una infancia maravillosa, sin grandes traumas y,
junto con mis dos hermanas, tuve la suerte de tener unos padres
amables y cariñosos. Como ya he dicho, Jerry y yo llevábamos
feliz- mente casados cuatro años, y me sentía, en todos los
aspectos, con-
3 Una introducción
PIDE Y SE TE a 3

tenta y satisfecha. No me consideraba una persona atormentada


por numerosas preguntas sin respuesta. De hecho, no solía plan-
tearme muchas preguntas ni me había formado opiniones firmes
sobre demasiados temas.
Jerry, por el contrario, estaba lleno de preguntas apasionadas.
Era un lector voraz, siempre en busca de herramientas y técnicas
que pudiera transmitir a otros para ayudarles a que sus vidas fueran
más satisfactorias. Jamás he conocido a nadie más dispuesto a ayu-
dar a otros a gozar de vidas más satisfactorias.
Abraham nos ha explicado que el motivo de que Jerry y yo
for- memos la combinación perfecta para realizar este trabajo
juntos se debe a que el poderoso deseo de Jerry fue el que invocó a
Abraham, mientras que la ausencia en mí de opiniones y agobios
me convertía en una buena receptora de la información que Jerry
había solicitado.
Jerry se mostró eufórico desde sus primeras interacciones con
Abraham, pues comprendió la profundidad de su sabiduría y la
cla- ridad de lo que le ofrecía. A lo largo de estos años, su
entusiasmo por Abraham no ha mermado ni un ápice. Ninguno de
los presen- tes en la habitación disfruta más de lo que dice
Abraham que Jerry.
Al principio de nuestras interacciones con Abraham, en reali-
dad no sabíamos lo que ocurría y no teníamos forma de averiguar
con quién hablaba Jerry, pero no dejaba de ser emocionante, asom-
broso, fantástico y curioso. Era tan extraño que estoy segura de que
la mayoría de las personas que yo conocía no lo comprendía y
pro- bablemente no deseaba comprenderlo. Por consiguiente, hice
que Jerry prometiera no revelar a nadie nuestro extraordinario
secreto.
Es obvio que Jerry no cumplió su promesa, cosa que no lamen-
to. No hay nada que nos guste tanto como estar en una habitación
llena de personas que desean comentar distintos temas con Abra-
ham. Lo que oímos con mayor frecuencia, de personas que conocen
a Abraham a través de nuestros libros, vídeos, cintas de audio,
talle- res o páginas web, es: «Gracias por ayudarme a recordar lo
que de algún modo he sabido siempre», y «Esto me ha ayudado a
reunir las piezas de la verdad que he ido descubriendo. ¡Me ha
ayudado a comprender que todo tiene sentido!»
3 Una introducción
PIDE Y SE TE a 3

Abraham no parece interesado en pronosticar nuestro futuro,


como haría un clarividente, aunque creo que ellos siempre saben lo
que el futuro nos deparará. Son maestros que nos guían desde don-
de nos hallamos hacia donde deseamos ir. Nos han explicado que su
misión no consiste en decidir qué debemos desear, sino ayudarnos
a alcanzar lo que deseamos. Como dicen ellos: «Abraham no pre-
tende guiar a nadie hacia algo o alejarlo de algo. Queremos que vo-
sotros toméis vuestras propias decisiones según vuestros deseos.
Nuestro único deseo es que descubráis la forma de alcanzar vues-
tros deseos».
Mi comentario favorito a propósito de Abraham lo hizo un chi-
co adolescente que acababa de escuchar una cinta en la que Abra-
ham abordaba unas preguntas que le habían planteado otros ado-
lescentes. El chico dijo: «Al principio, no creí que Esther hablara por
boca de Abraham. Pero cuando escuché la cinta y oí las respuestas
de Abraham a esas preguntas, comprendí que Abraham era real,
porque no emitía juicios de valor. No creo que ninguna persona pu-
diera ser tan sabia, tan justa y tan ecuánime».
Para mí, este viaje con Abraham ha sido tan maravilloso que no
puedo expresarlo con palabras. Adoro el sentido de Bienestar que
he alcanzado gracias a lo que he aprendido de ellos. Me encanta
que su dulce orientación me produzca siempre una sensación de
poder personal. Me encanta comprobar que las vidas de muchos
de nues- tros queridos amigos (y nuevos amigos) han mejorado
gracias a ha- ber llevado a la práctica las enseñanzas de Abraham.
Me encanta que esos seres brillantes y amables aparezcan en mi
mente cada vez que los invoco, siempre dispuestos y deseosos de
ayudarnos a com- prender algo.
(Varios años después de que conociéramos a Sheila y a Theo,
Jerry miró el nombre de «Theo» en nuestro diccionario. «¡Theo
sig- nifica Dios!», me anunció entusiasmado. Es un nombre
perfecto. No puedo por menos de sonreír cuando recuerdo ese
maravilloso día, que constituyó un jalón muy importante en
nuestras vidas. ¡Pensar que yo temía acabar interactuando con el
diablo, cuando en reali- dad me disponía a mantener una charla
con Dios!)
3 Una introducción
PIDE Y SE TE a 3

Cuando comenzamos a trabajar con Abraham, las personas que


asistían a nuestras sesiones querían que les explicáramos nuestra
relación. «¿Cómo se produjo vuestro encuentro con ellos? ¿Cómo
mantenéis vuestra relación? ¿Por qué os eligieron a vosotros? ¿Qué
se siente al ser el portavoz de esta sabiduría tan profunda?» Al ini-
cio de cada presentación oral o entrevista por radio o televisión
Jerry y yo dedicábamos unos minutos a tratar de responder a esas
preguntas. Pero esa parte de nuestra presentación me irritaba. Tan
sólo deseaba relajarme y dejar que la Conciencia de Abraham
fluye- ra a través de mí, para centrarnos en lo que Jerry y yo
considerába- mos que era el motivo de nuestra presencia allí.
Por fin decidimos crear una grabación gratuita titulada Intro-
ducción a Abraham, para que la gente la escuchara cómodamente,
en la que explicábamos los pormenores de cómo comenzó y se de-
sarrolló nuestra experiencia con Abraham. (Hemos incluido esta
Introducción de 74 minutos, que se puede descargar gratuitamente
en www.abraham-hicks.com., en nuestra página web para explicar
quiénes somos y qué hacíamos antes de conocer a Abraham.) Tan-
to Jerry como yo disfrutamos con el proceso de plasmar el
mensaje de Abraham en un formato que pudiera ser escuchado y
utilizado por otros, pero siempre hemos creído que lo importante
es el men- saje de Abraham.
Esta mañana Abraham me ha dicho: «Esther, somos conscien-
tes de las preguntas que irradian de la conciencia colectiva de vues-
tro planeta, y estaremos encantados de ofrecer aquí, a través de ti,
las respuestas. Relájate y disfruta con la deliciosa creación de este
libro.»
De modo que voy a relajarme y dejar que Abraham comience
de inmediato a escribir este libro para usted. Imagino que ellos le
explicarán, desde su perspectiva, quiénes son, pero, lo que es más
importante, creo que le ayudarán a comprender quién es usted.
Confío en que su encuentro con Abraham resulte tan valioso para
usted como sigue siéndolo para mí.
Cariñosamente, ESTHER

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