TFGPSICO Martínez Jarana RaquelMaría
TFGPSICO Martínez Jarana RaquelMaría
Autora
Tutora
Facultad de Psicología
Universidad de Málaga
Septiembre 2017
Índice
Resumen……………………………………………………………………………………….3
1. Introducción……………………………………………………………………………......4
2. Desarrollo…………………….……………………………………………………………..5
2.1. Mindfulness……………………………………………………………………………5
2.2.3. Ínsula....…………………..…………………………………………………...14
3. Conclusión…………………………………………………………………………………22
4. Referencias bibliográficas………………………………………………………………..24
2
Resumen
3
1. Introducción
A nivel científico existen numerosos estudios acerca de las implicaciones cerebrales del
mindfulness tanto en personas sanas como en muestras de pacientes con algún tipo de patología.
La ciencia tiene por delante todo un entramado de investigaciones que podría dar lugar a
muchos cambios en el paradigma científico actual, pero es necesario llegar a un consenso acerca
de los mecanismos y efectos derivados de la práctica de la atención plena.
Dentro de la psicología existe aún una doble corriente respecto al mindfulness, una que
discrepa de su utilidad dentro del contexto clínico y otra que avala el uso de estos métodos
(Pérez y Botella, 2006). Dado este dualismo, es necesaria una comunión entre ambas actitudes
basada en una conceptualización clara acerca del papel del mindfulness en la psicoterapia y
cómo este beneficiaría tanto a las personas como a los terapeutas. Una vez visto esto, habría
que dejarse llevar por lo que verdaderamente debería de mover a los profesionales de la
psicología, el beneficio y la salud de las personas.
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En segundo lugar, se realiza una revisión bibliográfica acerca de estudios que sugieren
la participación de múltiples estructuras durante esta experiencia meditativa. Nos adentramos a
la integración de varios campos, la neurociencia, la psicología y las corrientes orientales,
anteriormente aislados entre sí (Simón, 2015). En la actualidad, gracias a los avances
tecnológicos, estamos capacitados para investigar el efecto de nuestros propios pensamientos,
emociones, sensaciones y sentimientos en nuestro cerebro (Simón, 2006). Dentro de la
neuropsicología hay autores que proponen un marco teórico del mindfulness como, Vago y
Silbersweig (2012), que lo refieren a través del auto-procesamiento explicando los mecanismos
por los cuales el mindfulness reduce los sesgos del modo automático e influye en nuestro
cerebro de forma saludable. Hölzel et al. (2011) proponen que la práctica de mindfulness se
relaciona con procesos de plasticidad neuronal, al igual que Davidson, el fundador de la
neurociencia afectiva (Gálvez, 2012).
Para terminar, se expondrán estudios relacionados con los aspectos clínicos, es decir,
los efectos positivos a los que da lugar practicar mindfulness, qué implicaciones tiene esto en
la práctica clínica y cómo los profesionales podrían exprimir estos conocimientos en beneficio
propio y de los usuarios. En esta línea, un reciente artículo en Harvard Business Review (2016)
recomienda a los seguros médicos estadounidenses que cubran las terapias preventivas de esta
índole como meditación, yoga y otras terapias orientales, ya que un estudio del Dr. James, E.
Stahl y su equipo de investigadores de Hardvard (2015) sugiere que las personas que practican
este tipo de actividades hacen un menor uso de los servicios médicos.
2. Desarrollo
2.1. Mindfulness
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Así mismo, el origen del mindfulness se remonta 25 siglos atrás, cuando Siddhartha
Gautama Sakyamuni, más conocido como Buda, inició una corriente religiosa y filosófica: el
budismo (Simón, 2006; Maña, 2009). Mindfulness es prácticamente la columna vertebral del
budismo, la esencia de diferentes técnicas meditativas: mantener un estado de atención plena.
Más concretamente, el mindfulness posee sus raíces en la meditación vipassana, la más antigua
de todas (Delgado et al., 2009). La meditación vipassana está encauzada a vivir la realidad tal
y como es; como dijo Mahasi Sayadaw (2008) es “la observación penetrante, ecuánime y sin
reaccionar de los fenómenos tal y como son. Entre las definiciones acerca de la meditación
vipassana, llama la atención la de Goldstein y Kornfield (2011). Ellos señalan que esta práctica
nos ofrece la posibilidad de ver claramente; con esto hacen alusión a que realmente nuestra
visión del mundo no se corresponde con ninguna verdad objetiva, sino que cada persona
observa la realidad desde su propia percepción, por lo que, a través de la observación de los
fenómenos de la mente, podríamos llegar a una mayor comprensión de nosotros mismos (mente,
cuerpo y alma) y del mundo en general, dando lugar a que cambiemos la forma de relacionarnos
con él hacia una actitud más inteligente y compasiva. Prácticamente el mindfulness y la
meditación vipassana persiguen este mismo objetivo; sus diferencias se encuentran en la
tendencia religiosa, mientras que vipassana pertenece a una tradición oriental budista,
mindfulness pretende despegar esta práctica de sus connotaciones religiosas e introducirlas en
la sociedad (Naranjo, 2003, citado en Tomás, 2017).
Kabat-Zinn y Davidson, han sido las principales figuras que han traído el mindfulness
a occidente con el objetivo de introducirlo en la psicoterapia y de promoverlo como práctica
saludable (Gálvez, 2013). Kabat-Zinn arrancó en 1979 en la Universidad de Massachussets el
programa de reducción de estrés basado en mindfulness (MBSR) (Villajos et al., 2013), pero
no fue hasta 2002 cuando los clínicos y los investigadores mostraron un creciente interés por
esta nueva corriente (Pérez y Botella, 2006). Actualmente el mindfulness se muestra dentro de
la oferta como práctica de ocio y salud y se está impulsando un creciente interés por su uso en
la clínica.
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2.1.2. Definición y características
Según Kabat-Zinn (2013) es necesario crear una “visión personal” en forma de valor
que apoye el acto meditativo. Crear unos buenos cimientos de base para comenzar a practicar
mindfulness con la finalidad de que, en los momentos de crisis, esos cimientos nos sustenten y
nos empujen a continuar con el compromiso de cambio. Además, añade siete “fundamentos”
de la práctica de mindfulness: 1) no juzgar; 2) paciencia; 3) mente de principiante; 4) confianza;
5) no esforzarse; 6) aceptación; 7) ceder.
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― La conciencia plena no se desarrolla meditando durante un año, sino que es un
compromiso de por vida, de ahí que uno de los fundamentos sea la paciencia.
Germer (2005, citado en Maña, 2009), propone tres elementos relacionados entre sí: a)
consciencia; b) el momento presente; c) y aceptación. El primer elemento se divide a su vez en
tres componentes 1) parar; 2) observar; 3) y volver. Anteriormente, ya hemos visto estos tres
elementos. Podríamos relacionarlos en una única conceptualización; mindfulness requiere
mantener la consciencia en el momento presente aceptando el devenir. Los componentes de la
consciencia hacen referencia a la relación con nuestros pensamientos; dado un momento,
tenemos que pararnos, observar qué es lo que está pasando en nuestra mente, dejarlo ir y volver
al momento presente.
En nuestra vida cotidiana se podría decir que actuamos en dos modos: automático y
“esforzado” (Stanovich y West, 2000, citado por Villajos et al., 2013). El modo automático se
activa en aquellas cosas que hacemos rápidamente, que no requieren de ningún esfuerzo ni
voluntad. El modo esforzado se activa en aquellas tareas que requieren procesos mentales
superiores. Actuamos continuamente con el “piloto automático” mientras nuestra mente vaga
desconcertada por miles de posibles realidades (Siegel, 2010). Nos volvemos robots. Simón
(2012), en su obra “Iniciación al mindfulness”, comenta que la mente en su estado habitual se
encuentra abstraída, “presa de sus animadversiones” …, que es incapaz de ver la realidad tal y
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como es. Esto nos lleva a resaltar un matiz acerca del piloto automático; cuando nos dejamos
llevar por el automatismo se producen muchos sesgos, es decir, la realidad se muestra en
múltiples interpretaciones y nosotros, inconscientemente, elegimos caminar por una de ellas
desechando las demás. De esta forma estamos categorizando y juzgando la experiencia,
promoviendo la intranquilidad en nuestro interior (Kabat-Zinn, 2013).
Además de los cambios en la relación con uno mismo, se dan cambios en las relaciones
con los demás, ya que, a raíz de aumentar la capacidad de atención, se crea en el organismo un
estado de serenidad y se desarrolla una mayor comprensión de uno mismo y del otro, tomando
así una actitud de apertura y compasión (Simón, 2006). Davis y Hayes (2011) enumeran una
serie de beneficios derivados de practicar mindfulness: a) regulación emocional, practicar
mindfulness fomenta la actividad de aquella parte del cerebro que se dedica a gestionar las
emociones; b) disminución de la reactividad mental y aumento de la flexibilidad, a medida que
pasa el tiempo la latencia entre los pensamientos es mayor, la mente se encuentra más calmada
y, como consecuencia, menos rígida y más abierta a la experiencia; c) beneficios
interpersonales, las relaciones con los demás cambian, ponemos el poder en nosotros mismos
y descondicionamos nuestro comportamiento hacia los demás, para actuar desde el interior; d)
y beneficios intrapersonales, como todos aquellos derivados de un mayor conocimiento de uno
mismo y de la autoconfianza.
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2.2.1. Corteza Cerebral
Previamente en este trabajo hemos hablado del piloto automático, esa forma de estar y
hacer “casi” involuntaria de nuestra mente. Este estado de consciencia vaga se corresponde con
la activación de áreas fronto-mediales de la corteza cerebral (CPFM, córtex cingulado posterior
-CCP- y precuña). Cuando se producen pensamientos de forma espontánea (piloto automático)
estas regiones se activan y cuando nuestros pensamientos van dirigidos a una meta (modo
“esforzado”) su actividad se atenúa (Lutz et al. citado en Hölzel et al. 2007).
El estudio de Hölzel et al. (2007) apoyado por el Institut für Grenzgebiete der
Psychologie und Psychohygiene (Instituto para las Áreas Frontales de Psicología y Salud
Mental) pone en cuestión la existencia de diferencias significativas en la activación de estas
áreas comparando entre dos grupos: meditadores entrenados y controles. Su hipótesis defiende
una menor activación de la CPFM, la precuña y CCP en los meditadores entrenados que en el
grupo control. La muestra estaba formada por 30 participantes, atendiendo a edad y sexo. El
entrenamiento del grupo de meditadores consistió en la asistencia a los retiros de meditación
de 10 días del Centro Vipassana de Alemania, mientras que el grupo control no tuvo ni había
tenido experiencia previa con la meditación. En contraste con la hipótesis de los investigadores,
los resultados mostraron una mayor activación de la CPFM en el grupo de meditadores que en
el grupo control, y no se encontraron efectos en la precuña y el CCP. Dicha activación sugiere
una gran involucración en el procesamiento emocional dada la mejora en la regulación
emocional que presentaron las personas entrenadas en mindfulness participantes en el estudio.
Además, esta activación se produce también ante la anticipación del dolor y disminuye en la
CPF lateral de ambos hemisferios ante la estimulación eléctrica aversiva (Gard et al., 2014).
Congruentemente a estos resultados Tang et al. (2016), observaron un incremento de la
actividad de la CPFM en fumadores tras haber sido entrenados en mindfulness, dando lugar a
mejoras en la capacidad de autocontrol y regulación emocional.
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escrita en rojo) e incongruente (p.e., la palabra verde escrita en rojo). Los participantes debían
contestar diciendo el color en el que estaba escrita la palabra. En ningún momento se dijo a los
participantes del grupo de meditadores que mantuvieran un estado meditativo durante la tarea.
Los resultados fueron congruentes con la hipótesis en tanto que las regiones que se activaron
en los no-meditadores durante la tarea (giro fronto-medial derecho y temporo-medial, giro pre-
post central y núcleo lentiforme) presentaron un patrón menor de activación en los meditadores
para todas las condiciones, además de superar con mayor eficacia los ensayos incongruentes.
A diferencia del primer estudio en el que el patrón de activación se elevaba dadas las
implicaciones emocionales, en este podemos observar que, ante una tarea de atención sostenida
y control de impulsos, los meditadores superan eficazmente los ensayos con un patrón de
activación menor que los controles, sugiriendo efectos positivos del entrenamiento en atención
plena sobre el funcionamiento de estas áreas.
En esta misma línea de investigación Pagnoni et al. (2012) observaron que la activación
de la corteza prefrontal ventromedial (CPFVM) era menor en meditadores expertos que en
meditadores nóveles, lo que apoya las conclusiones del estudio citado anteriormente, y sugiere
que a medida que se alcanza mayor experiencia en la meditación se precisa una menos
activación de la red atencional para desenvolverse en tareas de atención sostenida.
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en las tres condiciones, los del grupo experimental mostraban un decremento de la activación
en la condición AI y mayor activación que los anteriores en las condiciones AE. Esto implica
un mayor rendimiento atencional durante la tarea. La disminución de la activación de la
CPFDM durante la AI conlleva implicaciones insulares que se explicaran en el siguiente
apartado.
A través de un estudio longitudinal, se han observado los efectos físicos del mindfulness
sobre el cerebro. Lazar et al. (2005), vieron que la tasa de degeneración de las neuronas
corticales se veía ralentizada en personas que llevaban años meditando en comparación con
sujetos controles.
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2.2.2. Corteza Cingulada Anterior
La corteza cingulada anterior (CCA) es aquella región del cerebro cuyas funciones se
relacionan con la resolución de conflictos. Algunos autores apoyan la idea de que, durante el
procesamiento de la información, cuando en nuestro cerebro se dan varias respuestas de forma
simultánea, la CCA pone orden eligiendo una y desechando otras, mientras que otros prefieren
una visión más general de la función ejecutiva de la CCA. En este caso actuaría como
monitorización general del sistema nervioso en tanto que, si saltase una señal de alarma, la CCA
redirigiría la atención o el control a la tarea en la que estuviese implicada la persona (Botvinick
et. al., 2004). La hipótesis del estudio de Zeidan et al. (2011) involucra entre otras regiones
cerebrales a la corteza cingulada anterior en los procesos de control atencional durante la
meditación en condiciones de modulación del dolor. El estudio contaba con 15 sujetos, los
cuales recibieron, previamente a los experimentos con los estímulos nocivos (calor), un
entrenamiento psicofísico. Después del primer ensayo fueron entrenados durante cuatro días en
meditación mindfulness (MM) con el fin de comprobar las respuestas de los sujetos pre-post
entrenamiento. Los resultados indican que se produce una reducción significativa del dolor en
la condición MM. En concreto, esta reducción se asocia a la corteza cingulada anterior cuya
actividad experimentó un aumento de forma bilateral durante esta condición. También se
activaron partes mediales del giro cingulado que se relacionan con la auto-regulación del dolor.
En la CCP, se produjo un decremento de la actividad que se asocia con la situación meditativa.
Un aumento de la actividad de esta región se asocia a niveles significativos de ansiedad (Zeidan
et al., 2014). A través del entrenamiento en MM, los sujetos experimentaron una mayor
actividad de la CCA y de la CCA perigenual, y consecuentemente al decremento en la actividad
del CCP experimentaron menor ansiedad.
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un mayor procesamiento cortical del conflicto emocional durante la meditación, es decir, mayor
fijación en redirigir la atención. Además, los datos individuales sugieren que los meditadores
tenía mayor éxito en la regulación de la atención y la resolución de conflictos por lo que una
mayor activación de la CCA se asociaría a la experiencia subjetiva de auto-regulación
atencional (Tang et al., 2016).
2.2.3. Ínsula
A continuación se exponen las implicaciones insulares del estudio de Farb et al. (2013)
explicado en el apartado anterior. Los datos encontrados reflejaron una mayor activación en la
ínsula anterior dorsal del grupo experimental en la condición AI, lo que refiere una mayor
integración de las señales perceptivas-emocionales ante eventos internos. Además, se
observaron niveles de activación mayores de la ínsula posterior en el grupo MBSR en ambas
condiciones (AI, AE), es decir, estos sujetos presentaban una mayor conciencia de las señales
corporales internas cuando prestaban atención interoceptiva y cuando se desenvolvían en una
tarea externa. La relación entre la actividad de la ínsula y el decremento de la activación en la
CPFDM del grupo mindfulness sugiere que hay una interacción entre las señales interoceptivas
y las respuestas aprendidas de la mente incluso ante estresores, es decir, la mayor consciencia
corporal da lugar a la disminución de las respuestas automáticas y permite que la persona decida
sobre su propia voluntad cómo actuar ante situaciones de estrés (Kabat-Zinn, 1990).
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la mayoría de los sujetos B rechazan la oferta. Esto se debe a la competición interna previamente
nombrada que se produce en ese momento en nuestro cerebro. La ínsula responde de manera
aversiva ante la injusticia incitándonos a rechazar la oferta, mientras que el córtex prefrontal
nos guía de una forma racional y lógica a quedarnos con el dinero, como hemos mencionado,
la mayoría de las veces gana la ínsula y la toma de decisiones racional se convierte en un
proceso emocional. Durante el estudio, se observó que ante ofertas asimétricas los meditadores
expertos elegían quedarse el dinero en más de la mitad de los ensayos, en tanto que estas solo
fueron aceptadas en un cuarto de los ensayos en el grupo control. Las imágenes de fMRI
mostraron que la actividad insular de los meditadores en contraposición a la de los controles
disminuía en su parte anterior, la justiciera que nos empuja a rechazar el dinero, y aumentaba
en su parte posterior y media ante ofertas injustas, dando lugar a una mayor consciencia
interoceptiva durante el proceso de toma de decisiones. Además, los sujetos controles que
elegían aceptar la oferta injusta mostraban activas áreas prefrontales (CPFDL, contrarrestando
la actividad insular anterior), la precuña (la cual permita basarse en experiencias vividas o
hipotéticas), el núcleo caudado dorsal (activo ante recompensas/pérdidas económicas), el surco
temporal superior y la CCA, mientras que los meditadores mostraban la activación de un
circuito diferente (núcleo talámico ventromedial―corteza somatosensorial―ínsula posterior
medial―córtex parietal posterior―córtex temporal superior posterior―giro parahipocampal)
que les permitía tomar una decisión basándose en las señales interoceptivas y en el momento
presente, teniendo en cuenta la ganancia de ambos participantes.
Mientras la activación insular varía entre controles y meditadores, se han observado los
cambios en el grosor cortical en una población de meditadores participantes en un estudio
longitudinal (Lazar et al. 2005); Estos sujetos presentan aumentos en la ínsula anterior superior-
medial derecha.
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Tabla 2. Resumen hallazgos insulares.
Farb et al. (2013) Mayor activación insular en el grupo MBSR ante eventos
internos y externos. Mayor consciencia interoceptiva e
integración emocional.
Gard et al. (2014) Aumento de la actividad insular ante estimulación aversiva.
Nuevo procesamiento del dolor centrado en señales
interoceptivas.
Zeidan et al. (2011) Aumento de la actividad de la ínsula anterior y posterior
bilateral durante estimulación aversiva en un estado
meditativo.
Zeidan et al. (2014) Aumento de la actividad de la ínsula anterior bilateral
asociado a niveles más bajos de ansiedad en personas
entrenadas en meditación mindfulness.
Kirk et al. (2011) Ante la aceptación de ofertas asimétricas se produce en los
meditadores experimentados un aumento de la actividad de
la ínsula posterior, disminuye la de la ínsula anterior y se
activan la corteza somatosensorial y temporal superior en
vez de la corteza prefrontal.
Lazar et al. (2005) Mayor grosor cortical de la ínsula anterior derecha en
meditadores.
Laneri et al. (2016) A largo plazo la meditación da lugar a mejoras en la
conectividad de la ínsula.
2.2.4. Amígdala
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Desbordes et al. (2012) realizaron un estudio con el propósito de observar, mediante
fMRI, los cambios en la respuesta de la amígdala en sujetos que habían recibido un
entrenamiento en mindfulness. Su hipótesis consistía en que este grupo, tras el entrenamiento,
mostraría un decremento longitudinal de la activación amigdalina en un estado no-meditativo.
Compararon los resultados entre tres grupos de sujetos: el grupo mindfulness, entrenado durante
8 semanas en atención plena (Mindful Attention Training, MAT); el grupo compasivo
entrenado en un tipo de meditación caracterizada por la compasión (Cognitively-Based
Compasión Training, CBTC); y el grupo control, que no recibió ningún entrenamiento. Durante
los escáneres de fMRI se le presentaban a los sujetos imágenes correspondientes a estímulos
emocionales positivos, negativos y neutros a las que debían responder de forma natural tanto
en una sesión PRE como en la POST. En el grupo MAT se produjo una disminución
longitudinal significativa de la activación de la amígdala derecha ante todas las imágenes. En
el grupo CBTC ante las imágenes negativas se dio un aumento de la activación, mientras que
en el grupo control no se observaron cambios. Estos resultados, consistentes con la hipótesis
inicial, avalan la idea de un procesamiento emocional diferente entre meditadores y no
meditadores tanto por los datos aportados de las condiciones PRE-POST como por la
comparación entre grupos, traduciéndose en una mayor estabilidad emocional en aquellos
sujetos que practican mindfulness.
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presente, podríamos decir que, los meditadores al cabo de años de práctica, consiguen no
identificarse con las emociones transitorias.
Volviendo al estudio de Laneri et al. (2016), observaron niveles más altos de anisotropía
fraccionaria en la amígdala y la corteza cingulada anterior. Estos resultados sugieren que los
meditadores muestran una mayor conectividad entre estas áreas, las cuales están directamente
relacionadas con la regulación emocional.
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2.3. Aspectos clínicos del mindfulness: el para qué científico de la sociedad
La OMS define la salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social,
no solamente la ausencia de enfermedad o dolencia”. En la actualidad, la mayoría de las
personas se preocupan por cuidar su cuerpo y sus relacionas sociales, sin embargo, no muchas
conocen de qué forma pueden cuidar su mente.
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― La atención basada en la reducción del estrés (MBSR) utilizada en el tratamiento del
dolor físico y psicosomático.
De cara a la realidad clínica, es importante que los profesionales conozcan este tipo de
técnicas y continúen formándose para poder ofrecer a las personas herramientas útiles tanto en
las sesiones durante el tratamiento como para gestionar su mundo interior. Practicar
mindfulness como persona y como clínico no significa dejar de trabajar de una forma o desechar
otras técnicas, sino ampliar el abanico de opciones para ayudar a las personas. Mindfulness
puede combinarse con técnicas y modelos de otras corrientes como la terapia cognitivo-
conductual (TCC). Kumar et al. (2016) integraron esta terapia con mindfulness (MITCC) para
tratar pacientes con trastorno obsesivo compulsivo (TOC) en los que predominaban las
obsesiones en ausencia de compulsiones. La muestra de 27 pacientes libres de medicación o
con una medicación estable dos meses previos a la realización de la línea base de tratamiento,
recibían entre 12 y 14 sesiones distribuidas dos veces a la semana con una duración de 90
minutos cada una, además de repetirlo como tarea en casa. El tratamiento estaba basado en
psicoeducación, restructuración del pensamiento, practicar la atención plena en el momento
presente sin juzgar y creando frases de ayuda o mantras, metáforas y discriminación del
momento en el que se dan las obsesiones. Tras la intervención, 18 pacientes lograron una
remisión total de los síntomas obsesivos y tres meses después estos resultados se mantuvieron.
Concretamente redujeron en un 56% la puntuación de gravedad en el Yale–Brown Obsessive-
Compulsive Scale (YBOCS). Además, se trabajó de forma colateral la ansiedad y la depresión,
cuyos niveles disminuyeron de forma significativa. Estos resultados sugieren que la
combinación de mindfulness y terapia cognitivo conductual es efectiva para el tratamiento de
la ansiedad y depresión coexistentes en pacientes que presentan TOC con fuertes obsesiones.
La mayoría de complicaciones de índole psicológica conllevan una disregulación emocional
que se trabaja directamente al practicar mindfulness (Guendelman et al. 2017). Este estudio
muestra una nueva línea de actuación, combinando mindfulness y la TCC, una posibilidad que
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no se ha valorado demasiado hasta el momento; quizá por la rigidez de los enfoques
profesionales o porque no se le ha dado demasiado peso a la meditación, ya que su renacimiento
en las terapias de la tercera ola es relativamente moderno.
En esta línea Russell et al. (2016), proponen a los clínicos el mindfulness dentro de un
marco de actuación enfocado en tres componentes: las características del cliente, la evidencia
y la experiencia del clínico. El trabajo de autoconocimiento del terapeuta se considera esencial
dados los procesos de resonancia emocional, transferencia, capacidad de aceptación y habilidad
de sostener los propios asuntos. Estos puntos, donde no vamos a profundizar, son
fundamentales en la guía del paciente y conllevan mucho tiempo de práctica, así la
investigación da a conocer que el entrenamiento en mindfulness de los terapeutas mejora sus
habilidades terapéuticas básicas y da lugar a un impacto positivo tanto en la experiencia de
paciente como en los resultados clínicos, poniendo en evidencia la necesidad de continua
formación de los profesionales.
Por último, haciendo una breve referencia al tratamiento farmacológico dentro del
contexto clínico, Goyal et al. (2014) realizaron una revisión sobre los efectos de los programas
de mindfulness en el tratamiento de la ansiedad, el estrés y la depresión. Concluyeron que, en
comparación al uso de antidepresivos, la meditación da lugar a mejoras clínicamente
significativas sin los efectos secundarios y la toxicidad asociada a estas sustancias.
3. Conclusiones
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los cambios a nivel emocional se producen a través de la disminución de la actividad
amigdalina, sin embargo, este patrón de activación cambia, mostrándose un aumento en la
actividad cortical medial en conexión con la CCA, dando lugar a que la respuesta emocional
sea estable con independencia tanto del estímulo evocador como de la situación. Además, al
practicar mindfulness se mantienen conexiones mejores y más rápidas entre las estructuras y se
observa más cantidad de materia gris (sobre todo en la amígdala).
Aún existen muchos datos contradictorios que necesitan claridad lo que invita a que se
continúe investigando en la línea de los mecanismos neurobiológicos subyacentes; sería
interesante poder complementar y/o fusionar investigaciones de esta índole con aquellas
referidas a los correlatos psicológicos.
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interesan por investigarlo. Haciendo un símil, sería como aquellas asignaturas de contenido
pobre que impartidas por un gran profesor motiva e incentiva al alumnado.
Para finalizar, me gustaría dejar abierta una reflexión acerca de las respuestas a las
siguientes preguntas: sabiendo esto, ¿deberíamos empezar a practicar mindfulness? ¿estamos
dispuestos a cuidar nuestra mente?, y como clínicos ¿tenemos el interés y la curiosidad
suficiente para abrirnos a estas nuevas terapias? ¿tenemos la capacidad para integrar esto en
nuestra vida y nuestro trabajo?
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