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Introduccion A La Catequesis

Este documento describe la catequesis como una acción de la Iglesia para transmitir la Palabra de Dios y educar en la fe. Explica que la catequesis forma parte del proceso de evangelización de la Iglesia, situándose entre la acción misionera dirigida a los no creyentes y la acción pastoral dirigida a los fieles. Su objetivo es preparar a los recién convertidos para que participen plenamente en la comunidad cristiana mediante una confesión adulta de la fe. Finalmente, señala que la catequesis tiene lugar en el

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Introduccion A La Catequesis

Este documento describe la catequesis como una acción de la Iglesia para transmitir la Palabra de Dios y educar en la fe. Explica que la catequesis forma parte del proceso de evangelización de la Iglesia, situándose entre la acción misionera dirigida a los no creyentes y la acción pastoral dirigida a los fieles. Su objetivo es preparar a los recién convertidos para que participen plenamente en la comunidad cristiana mediante una confesión adulta de la fe. Finalmente, señala que la catequesis tiene lugar en el

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Parroquia “Cristo Rey”

CAPILLA LUÍS ESPINAL

CATEQUESIS

COCHABAMBA - BOLIVIA
AÑO 2012 – EDITADO POR IVÁN-SANDY.
Capilla Luis Espinal. 2
UNIDAD 1 - LA CATEQUESIS EN LA IGLESIA

1.1
LA CATEQUESIS, ACCIÓN DE LA IGLESIA
La iglesia es ante todo asamblea de llamados, de convocados, de reunidos por la escucha y la
obediencia de la Palabra de Dios. "La Iglesia nace de la acción evangelizadora de Jesús y de los
doce" (EN, 15). Su palabra es la que convoca y hace nacer a la Iglesia como comunidad de creyentes
(cf. Hch 2,41.47).

La Palabra de Dios no sólo da origen a la Iglesia, sino que la edifica y la hace crecer (cf. Hch .
12.24; 19,29). La Iglesia se edifica y se desarrolla en la medida en que la Palabra de Dios reside en
ella abundantemente (cf. Col 3,16).

Al ser sacramento universal de salvación, la Iglesia no solo tiene necesidad de ser continuamente
evangelizada, sino que queda comprometida en el anuncio y transmisión de la Palabra de Dios al
hombre y al mundo.

La misión de anunciar y transmitir la Palabra evangélica representa de algún modo el vértice de la


misión eclesial, "la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda" (EN, 14).

Las formas básicas del ministerio de la Palabra son: el primer anuncio, la catequesis y la homilía. No
son las únicas, pero sobre ellas descansa, fundamentalmente, el anuncio y la transmisión de la
Palabra de Dios que habita en la Iglesia.

Como forma del servicio de la Palabra, la catequesis queda necesariamente marcada por el carácter
de eclesialidad de la palabra y de la fe, existiendo siempre una mutua dependencia entre Iglesia y
catequesis.

La catequesis es una acción eminentemente eclesial. No puede concebirse un desarrollo de la acción


catequética que no remita a la Iglesia como a su lugar y referencia indiscutible: "la catequesis ha
sido siempre, y seguirá siendo, una obra de la que la Iglesia entera debe sentirse y querer ser
responsable" (CT, 16).
La relación estrecha existente entre Iglesia y catequesis se expresa en la conciencia catequética
actual en términos según los cuales la Iglesia es para la catequesis lugar, sujeto, objeto y meta.

La Iglesia es el lugar natural de la catequesis. Esta idea claramente afirmada en el mensaje final del
sínodo de 1977 (n° 13), es hoy patrimonio común de la reflexión catequética. La catequesis
encuentra su natural y fundamental ámbito de referencia en la comunidad eclesial (cf. CC, 202),
como parte del ministerio de la Palabra.

La Iglesia es el sujeto de la catequesis. También es ésta una convicción proclamada en e] Sínodo de


1977: "la comunidad cristiana es responsable de la catequesis, en cuanto que es pueblo de Dios,
Cuerpo de Cristo y signo universal de salvación" (proposición 25). Es, por tanto, toda la comunidad
eclesial la que debe considerarse agente responsable de la acción catequética (cf. CC, 2226; Puebla
9833).

Capilla Luis Espinal. 1


La catequesis no es sólo una acción de la Iglesia y para la Iglesia, sino que es, igualmente, o quizá,
por ello mismo, una tarea necesaria y prioritaria dentro de la Iglesia. En este sentido se expresa la
CT cuando se afirma en ella que:

"Cuanto más sea capaz la Iglesia, a escala local o universal, de dar la prioridad a la catequesis -por
encima de otras iniciativas cuyos resultados pueden ser más espectaculares- tanto más la Iglesia
encontrará en la catequesis una consolidación de su vida interna, como comunidad de creyentes, y
de su actividad externa como misionera. En este final del siglo XX, Dios y los acontecimientos, que
son otras tantas llamadas de su parte, invitan a la Iglesia a renovar su confianza en la acción
catequética como una tarea absolutamente primordial de su misión.

La necesidad de prioridad de la catequesis reside en que es totalmente básica para la existencia y


desarrollo de la misma Iglesia y de la vida cristiana. Sin ella la acción evangelizadora y apostólica
de la Iglesia no tendría raíces y, prácticamente, no existiría "la catequesis está íntimamente unida a
toda la vida de la Iglesia... Su crecimiento interior y su correspondencia con el designio de Dios
dependen esencialmente de ella" (CT, 13).

Por ello la Iglesia "es invitada a consagrar a la catequesis sus mejores recursos en hombres y
energías, sin ahorrar esfuerzos, fatigas y medios materiales, para organizarla mejor y formar
personal capacitado. En ello no hay mero cálculo humano, sino una actitud de fe" (CT, 15).
En los momentos actuales, en los que la Iglesia quiere impulsar una nueva evangelización, la
catequesis adquiere una importancia prioritaria pala que esta acción evangelizadora tenga sólidos
fundamentos.
2.1
EL LUGAR DE LA CATEQUESIS
DENTRO DE LA VIDA DE LA IGLESIA
Si la catequesis es una acción de y para la Iglesia, conviene ahora situarla dentro de la vida misma
de la Iglesia para determinar mejor su función peculiar.

Todos los documentos actuales sobre la catequesis (DCG, EN, CT, CC), sitúan a ésta dentro de la
misión evangelizadora de la Iglesia, como parte integrante de la misma.

La evangelización es un proceso rico, complejo y dinámico que "resulta imposible comprender si no


se abarcan todos sus elementos esenciales" (EN, 17).

Ya el Concilio Vaticano II (cf. AG, 11-15) había descrito la dinámica y la sucesión lógica de todo
proceso evangelizador en estos términos: testimonio y presencia de la caridad, primer anuncio del
Evangelio y conversión, catecumenado e iniciación cristiana, formación de la comunidad cristiana y
apostolado.
Según esto, la Iglesia realiza la evangelización cuando desarrolla la totalidad de los elementos que la
componen, es decir, cuando:

 anuncia al mundo el Evangelio del Reino de Dios,


 da testimonio entre los hombres de la nueva manera de ser y de vivir que él inaugura,
 educa en la fe a los que se convierten a él,
 celebra en la comunidad de los creyentes, mediante los sacramentos, la presencia del Señor y el
don del Espíritu,

Capilla Luis Espinal. 2


 impregna y transforma con su fuerza todo el orden temporal, según el designio salvífico de Dios.

Esta concepción dinámica y totalizante de la evangelización es la que da sentido y coherencia a


todas las acciones pastorales que configuran la misión de la Iglesia.
Etapas en el proceso evangelizador
La evangelización está estructurada en etapas o fases sucesivas, "que es preciso abarcar
conjuntamente en la unidad de un único movimiento" (CT, 18).

 Las etapas que configuran el proceso evangelizador de la iglesia son tres:


 La acción misionera que, dirigida a los no creyentes y alejados de la fe, trata de suscitar en ellos
la fe y la conversión iniciales.
 La acción catequética que, dirigida a los que han optado por el Evangelio, trata de conducirles a
una confesión adulta de la fe.
 La acción pastoral que, dirigida a los fieles de la comunidad cristiana, ya iniciados en la fe, trata
de que crezcan continuamente en todas las dimensiones de la misma

La acción misionera

La acción misionera es la acción típicamente evangelizadora, se sitúa en el despertar del proceso de


la fe y va dirigida al mundo de los no creyentes.

Por acción misionera se entiende todo lo que la Iglesia vive testimonialmente, anuncia
explícitamente y hace por el hombre y su mundo, para establecer el Reino de Dios y para que las
personas den su adhesión a Jesucristo y su Evangelio.

El elemento más importante de la acción misionera es el anuncio explícito del Evangelio con
palabras y con signos, y los destinatarios de este primer anuncio son todos aquellos que, por una u
otra causa, no viven la Buena Nueva de Jesucristo.

La acción catequética

La acción catequética es una etapa de la evangelización que trata de conducir hasta la madurez de la
fe a quienes han optado por el Evangelio o se encuentran deficientemente iniciados en la vida
cristiana.

La acción catequética supone la adhesión global al Evangelio de Jesucristo y trata de hacer madurar
esa adhesión inicial. Por esos los destinatarios son todos los que vienen de la increencia o de la
indiferencia y los que, vinculados a la comunidad cristiana, necesitan una sólida fundamentación de
su fe.

La acción pastoral

La acción pastoral es la que la Iglesia realiza con los fieles de la comunidad cristiana, es decir, con
los ya iniciados y cuya fe, por tanto, está suficientemente fundamentada. La acción pastoral se
encamina tanto a seguir educando en la fe a los fieles como a hacer de ellos miembros vivos de la
vida y de la misión de la Iglesia. La acción pastoral comprende tanto el servicio de la Palabra como
la celebración litúrgica y la acción caritativa y social.

Capilla Luis Espinal. 3


La comunidad cristiana, lugar de la catequesis

La catequesis adquiere su razón de ser y su inspiración más profunda como parte integrante de la
misión evangelizadora de la Iglesia. La catequesis es un momento señalado del proceso total de la
evangelización y, como tal, no tiene sentido separado del conjunto de las actividades pastorales y
misioneras de la Iglesia (cf. CT, 18).

Sin embargo la catequesis no se confunde con otras acciones que preparan (charlas, convivencias...)
o siguen a la catequesis (predicación, celebraciones...) (cf. CC, 30-35). La catequesis se sitúa entre
la actividad misionera, dirigida a los no creyentes, y la acción pastoral dirigida a los fieles cristianos
y tiene como tarea preparar para una participación adulta en la comunidad cristiana a todos los
que se han convertido inicialmente al evangelio.

La catequesis sigue a la acción misionera y pone los cimientos de la comunidad cristiana la acción
pastoral que hay que desarrollar en ella pueda obtener todos sus frutos (CC, 33).

Función propia de la catequesis

En el apartado anterior hemos situado la catequesis dentro de la acción evangelizadora de la iglesia.


Ahora vamos a relacionarla con la amplia tarea eclesial de la educación en la fe, en orden a seguir
perfilando su identidad propia.

Todas las acciones del proceso evangelizador de la Iglesia contribuyen, de alguna manera, a educar
en la fe, es decir, a hacer madurar la fe de los cristianos.

Esta educación se realiza por medio de múltiples formas y en ámbitos muy diversos: la predicación,
la catequesis, la celebración litúrgica, la acción de los cristianos en el mundo, la enseñanza de la
teología, etc.

Todo en la Iglesia, sus diferentes acciones, tomas de posturas o su propia configuración, educa en la
fe a los cristianos.

La misión propia de la catequesis es la de fundamentar la acción pastoral de la comunidad cristiana.


La catequesis es la escuela básica de la iniciación a la fe, porque contribuye a la construcción de los
cimientos de la comunidad cristiana (CC, 65), mediante una iniciación global y sistemática a las
diversas expresiones de la fe cristiana (cf. CT, 21), a través de un período intensivo y prolongado de
formación cristiana integral y básica (CC, 61).

Ciertamente la catequesis es una forma peculiar de educación de la fe y tiene una función propia, de
gran importancia. Pero "no debemos atribuirle, ni ella debe apropiarse, más campos y
responsabilidades que el suyo propio. Debemos evitar que la catequesis, pretendiendo que lo sea
todo, termine por perder su identidad dentro de la acción pastoral" CC, 59).

Para evitar esta confusión conviene ahora referirse a otras formas de ministerio de la Palabra
guardan con la catequesis una especial vinculación: primer anuncio, homilía, formación cristiana de
adultos, enseñanza religiosa escolar, teología, etc.

Capilla Luis Espinal. 4


UNIDAD 2 – IDENTIDAD DE LA CATEQUESIS

2.1.
CARÁCTER PROPIO
DE LA CATEQUESIS
Después de situar la catequesis en la misión evangelizadora de la Iglesia y de relacionarla con las
múltiples acciones educativas de la fe, vamos a ofrecer una síntesis sobre el carácter propio de la
catequesis. Será otro eslabón más de nuestra reflexión sobre su identidad.

Juan Pablo II señala en la Exh. Ap. Catechesi tradendae que no quiere dar una definición rigurosa y
formal de la catequesis, ya que esta tarea está suficientemente ilustrada en el Directorio general de la
Catequesis, y compete a los especialistas enriquecer cada vez más su concepto y articulación (CT,
18). Sin embargo, la descripción que da la catequesis es sumamente rica y permite delimitar bien su
carácter propio.

Habla de dos conceptos de catequesis: un concepto restringido y un concepto amplio o pleno:

Sentido restringido, la catequesis "es la simple enseñanza de las fórmulas que expresan la fe, sentido
al que, por lo común, se atienen las exposiciones didácticas" (CT,26). Este sentido restringido de la
catequesis no contradice, sino que está incluido en el sentido amplio, que es propiamente lo que hoy
día se entiende por catequesis.

Sentido amplio o pleno, la catequesis, "es la educación de la fe de los niños, de los jóvenes y
adultos, que comprende especialmente una enseñanza de la doctrina cristiana, dada generalmente de
modo orgánico y sistemático, con miras a iniciarles en la plenitud de la vida cristiana". (CT, 18).

Según esta última descripción, la catequesis abarca los siguientes elementos:


 una acción educativa de la Fe,
 dirigida a los niños, jóvenes y adultos,
 que comprende una enseñanza del mensaje revelado,
 ofrecido de modo orgánico y sistemático,
 para una iniciación en la plenitud de la vida cristiana,

La catequesis no es una mera instrucción doctrinal, sino una acción educativa de la fe. La forma
peculiar de educar en la fe de la catequesis, consiste en garantizar "una iniciación cristiana integral,
abierta a todas las esferas de la vida cristiana" i CT. 21).

Esta iniciación integral abarca tres componentes básicos:


 Cognoscitivo: adquisición de los conocimientos básicos de la fe.
 Afectivo: desarrollo de las actitudes y convicciones fundamentales de fe.
 Conductual: adquisición de las formas de conducta y acción que caracterizan el estilo de vida de
los cristianos.

La catequesis comprende la enseñanza del mensaje revelado. Un amplio capítulo de la Catechesi


tradendae, dedica a la fuente y contenido del mensaje de la catequesis es la palabra de Dios
transmitida en toda su integridad: "El discípulo de Cristo tiene derecho a recibir la 'palabra de la fe'
Capilla Luis Espinal. 5
(Rom 10,8) no mutilada, falsificada o disminuida sino completa e integral, en todo su rigor y vigor
(...). A ningún verdadero catequista le es lícito hacer por cuenta propia una selección del depósito de
la fe, entre lo que estima importante, y lo que estima menos importante, o para enseñar lo uno y
rechazar lo otro". (CT, 30; Cf CT.

 una enseñanza sistemática, no improvisada, siguiendo un programa que le permita llegar a un fin
preciso.
 una enseñanza elemental que no pretenda abordar todas las cuestiones disputadas ni
transformarse en investigación teológica o en exégesis científica.
 una enseñanza, no obstante, bastante completa, que no se detenga en el primer anuncio del
misterio cristiano, cual lo tenemos en el kerigma
 una iniciación integral, abierta a todas las esferas de la vida cristiana" (CT, 21)

La finalidad última de la catequesis es permitir una iniciación en la plenitud de la vida cristiana, lo


que distingue a la catequesis de otras formas de transmitir el mensaje revelado, es "hacer madurar la
fe inicial y educar al verdadero discípulo por medio de un conocimiento más sistemático de la
persona y del mensaje de Nuestro Señor Jesucristo" (CT, 19).

Como dijo el Concilio, la catequesis consiste en que "la fe ilustrada por la doctrina ,se haga viva,
operativa y explícita" (CD, 149)

Capilla Luis Espinal. 6


UNIDAD 3 – TAREAS DE LA CATEQUESIS

3.1.
LA CONFESIÓN DE LA FE
A la hora de definir la finalidad de la catequesis nos encontramos, en las orientaciones oficiales de la
Iglesia, con descripciones que apuntan hacia aspectos diversos y, a la vez, complementarios.

• Unas apuntan hacia la vinculación a Dios en Cristo: -por obra de la catequesis, las comunidades
cristianas adquieren un conocimiento más profundo y vivo de Dios y de su designio salvífico, que
tiene su centro en Cristo-(DCG, 21).
• Otras apuntan al cristo centrismo de la catequesis: "la finalidad de la catequesis es... el tiempo en
el que el cristiano, habiendo aceptado por la fe la persona de Jesucristo como el solo señor y
habiéndole prestado una adhesión global con la sincera conversión del corazón, se esfuerza por
conocer mejor a ese Jesús en cuyas manos se ha puesto" (CT, 20)
• Otras destacan la eclesialidad que persigue la catequesis: "La meta de la catequesis consiste en
hacer al catecúmeno un miembro activo de la vida y misión de la Iglesia" (CC,
• Otras, en fin, subrayan más el especto confesante de la fe en medio de los hombres: “Es en este
mundo (difícil) donde la catequesis debe ayudar a los cristianos a ser, para su gozo y para el
servicio de todos, luz y sal. Esto exige que la catequesis dé firmeza en su `propia identidad” (CT,
56)

Sintetizando los diferentes de la finalidad de la catequesis a que apuntan estas expresiones podemos
decir, con el Sínodo de 1977, que la finalidad de la catequesis es la confesión de fe: la catequesis
tiene su origen en la confesión de fe y conduce a la confesión (MPD, 8)

La confesión de fe es la señal de reconocimiento de los cristianos y la expresión de su propia


identidad, porque a través de ella expresa la razón de su esperanza y la raíz de su existir (cf. CC.
164)

En la gran tradición de la Iglesia, la confesión de fe es el símbolo de los apóstoles. A lo largo del


proceso catequético, el catequizando va descubriendo y profundizando los principales elementos de
este símbolo de la fe. Este es un resumen de la historia de la salvación y recoge las obras más
importantes que Dios ha realizado en favor de los hombres.

El símbolo apostólico no es una proclamación de creyentes aislados, sino la profesión de fe del


Pueblo de Dios que es la Iglesia. Cada cristiano lo recita siempre en singular, porque es una acción
personal, pero lo recita siempre en y a través de la Iglesia, puesto que lo hace como miembro suyo.
La fe cristiana no es sino participación de la fe común de la Iglesia.

La confesión de fe destaca en toda ella la palabra creo. Con esta expresión, más que un puro
asentimiento intelectual, se expresa la entrega plena e incondicional del hombre a Dios: la entrega
del hombre a Dios, expresada en la confesión de fe, se realiza a través de un proceso de vinculación
con Jesucristo y, a partir de El, a Dios trino, a la Iglesia y al mundo.

Capilla Luis Espinal. 7


La comisión internacional para la catequesis (COINCAT) en el documento "la catequesis de
adultos" en la comunidad cristiana" (cf. CACC 36-38), señala las dimensiones de la confesión de fe,
como finalidad de la catequesis, en estos términos:

La conversión a Jesucristo

Es el objetivo básico de todo proceso catequético:"En la catequesis lo que se enseña es a Cristo... la


constante preocupación de todo catequista debe ser la de comunicar la doctrina y vida de Jesús" (CT,
6). Por eso "la catequesis necesariamente debe ser cristo céntrica" (DCG, 40). La vinculación a
Jesucristo es el centro de todo proceso catequético y compromete el resultado final del mismo.

La vinculación a Jesucristo implica el conocimiento y seguimiento gozoso de su persona y de su


mensaje y la participación en su destino. Por la adhesión a El, toda la vida del hombre queda
incorporada a la suya y participa de su destino: vive, sufre, muere y resucita con cristo.

Por eso "no hay evangelización verdadera mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las
promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios"(EN,22).

La pertenencia a la comunidad eclesial

Pero Jesucristo vincula también a su Iglesia como depositaria de la continuación de su obra. A través
de la catequesis somos reunidos por El en la Iglesia, como comunidad fraterna y misionera.

Si todo proceso catequético, en cualquier edad y situación, debe suponer para quien lo hace una
verdadera experiencia de Iglesia"(CC, 23), la vinculación a la Iglesia que pretende la catequesis
debe hacerse siempre desde la óptica de una eclesiología de comunión de participación y de misión
(cf. Sínodo 1985,I1,C,1; Ch.L.19.32).

Si la finalidad de la catequesis es también vincular al cristiano con la Iglesia, el proceso catequético


debe facilitar y hacer crecer en los catecúmenos una honda vivencia eclesial, un gozoso sentido de
pertenencia y un desarrollado talante misionero y apostólico

El servicio al mundo

Jesucristo nos vincula igualmente con los hombres, con quienes se identifica y a quienes llama
hermano (cf. Mt. 25,40). La catequesis educa para esta vinculación del cristiano a los hombres,
desde la manera de ver y actuar de Jesús en favor de la persona humana. La Iglesia, continuadora de
la misión de Cristo, piensa que el hombre es el camino primero y fundamental" de su misión (RH,
14). La conciencia de esta solidaridad humana la expresa Juan Pablo II cuando afirma que "la Iglesia
se hace sierva de los hombres"(Ch L, 36) o cuando habla de la responsabilidad de "servir a la
persona y a la sociedad"(Ch L.,39; cf. GS,I).

La finalidad de la catequesis consiste también en descubrir el verdadero rostro de los hombres, como
hijos de Dios y hermanos unos de otros, y desarrollar la dimensión social y pública de la fe, en favor
del hombre, de su verdad y de su dignidad.

Y también, consiste en lograr la adhesión plena a Jesucristo, en la Iglesia, para el servicio


evangelizador al hombre y a su mundo. Esta experiencia sólo se lo consigue a través de unos
medios adecuados.

Capilla Luis Espinal. 8


Según esto, la iniciación cristiana propia de la acción catequética se realiza a través de cuatro
dimensiones o tareas:
 una iniciación orgánica en el conocimiento del misterio de la salvación, centrado en Cristo.
 una capacitación básica para orar y celebrar la fe en la liturgia. (
 un entrenamiento en la adquisición de actitudes y comportamientos evangélicos.
 una iniciación en el compromiso misionero y apostólico (cf. CC, 84-93; RICA, 19; CA, 174).

3.2.
LA FE ADULTA
Como hemos afirmado anteriormente, la catequesis es un periodo intensivo y prolongado de
formación cristiana básica e integral, que favorece la verdadera identidad cristiana, y tiene como
meta ultima la confesión de la fe adulta.

Cualidades de una fe adulta

 Integrada
 Diferenciada
 operativa
 Psicológicamente fundada
 Profundizada
 Abierta

Modos de expresión de la fe adulta.

La fe adulta se manifiesta:

En una constante conversión al evangelio


En actitudes y conocimientos de fe
En formas de vida y acciones cristianas.

Conversión
La conversión es un elemento indispensable en el dinamismo de una fe que quiere llegar a ser
adulta.
La conversión cristiana es la adhesión global al Evangelio del Reino con sus exigencias radicales y
concretas e implica:

 la aceptación de Dios Padre


 la liberación del pecado
 el seguimiento de Jesús
 la incorporación a la comunidad cristiana

La conversión es una decisión libre y personal que afecta al hombre entero y al sentido total de su
existencia; debe ser consolidada y profundizada a lo largo de toda la vida.

Conocimientos y actitudes de fe
La adquisición y desarrollo de conocimientos y actitudes de fe son elementos fundamentales de la fe
que estamos describiendo.
Capilla Luis Espinal. 9
Por ser una forma particular de entender y enfocar la existencia y la historia humana, la fe supone
necesariamente la adquisición y profundización de conocimientos concretos. La visión cristiana de
la vida exige el conocimiento de la historia de la salvación que arranca en el pueblo de Israel,
alcanza su punto culminante en la persona de Jesucristo y se continúa en la realidad histórica de la
Iglesia. No se puede dar una fe adulta que prescinda de un conocimiento profundo de todas estas
realidades.

La fe adulta necesita también concretarse en actitudes básicas de fe, que constituyen las respuestas
fundamentales del hombre al plan salvífico de Dios.

La actitud es "un sistema duradero de valoraciones positivas o negativas, de sentimientos y de


emociones, y de tendencias a obrar en pro o en contra respecto a una situación de vida determinada"
(Krech). En esta idea de actitud va incluida la realidad de un modo de ser, de una conducta global,
que abarca y moviliza la esfera cognoscitiva, afectiva y conductual de la vida humana.

La maduración de la fe supone la adquisición de ciertas actitudes básicas de fe que orientan y


definen la posición del creyente y de la comunidad cristiana frente a la existencia y las diferentes
situaciones significativas de la vida.

Formas de vida y de acción cristiana

Una persona o una comunidad de fe madura manifiestan esta realidad a través de diversas formas de
presencia y de acción en la Iglesia y en la sociedad.

Algunas formas de vida pueden señalarse como elementos fundamentales de esta fe:

 la lectura y meditación de la Palabra de Dios.


 la celebración litúrgica, especialmente la Eucaristía.
 la fraternidad cristiana y sus múltiples formas de expresión.
 el compromiso personal y grupal por la liberación de los hombres.
 la acción evangelizadora hacia dentro y hacia fuera de la comunidad, etc.

Ahora vamos a concluir señalando algunas ideas básicas en relación con todo lo expuesto
anteriormente:

 El proceso catequético es inseparable del proceso normal de crecimiento y maduración humana.


Sin ésta no es normalmente realizable y verificable la madurez de la fe. Esto afecta tanto a los
destinatarios como a los agentes de la catequesis.
 La meta de la fe adulta no puede ser alcanzada en un solo momento de la existencia imana y de
modo definitivo. Este proceso se va realizando a lo largo de la entera existencia.
 El proceso de maduración de la fe de la persona y del grupo está condicionado por múltiples
factores: edad, sexo, situación social y cultural, etc. Para cada situación concreta es necesario
especificar y adaptar todos los elementos de la actividad catequética en función de esta situación
concreta.
 El camino de la maduración de la fe aparece hoy condicionado y dificultado por un cambio
social y religioso profundo y acelerado. Esto hace que pensemos en la tarea de la catequesis en
términos de educación permanente de la fe, que será uno de los remas que abordaremos en la
siguiente unidad.

Capilla Luis Espinal. 10


UNIDAD 4 – EL PROCESO CATEQUÉTICO

4.1.
EL PROCESO PERMANENTE
DE LA CATEQUESIS
La afirmación de Juan Pablo II de que "en la Iglesia de Jesucristo nadie debería sentirse dispensado
de recibir la catequesis" (CT, 45), invita a repensar la actividad catequética como proceso educativo
permanente, que se hace presente a lo largo de las diferentes etapas y situaciones de la vida,
constituyendo así un proceso coherente.

Si la catequesis consistiera solamente en el aprendizaje memorístico de un catecismo o en la


preparación inmediata para recibir un sacramento, acabaría al saberse el texto o al recibir dicho
sacramento. Sin embargo, no es éste el sentido y alcance del término catequesis que se a ha visto en
la unidad anterior, ni tampoco es éste el horizonte de la vida cristiana en sentido pleno y total.

El cristiano, en ningún momento de su vida, puede considerarse suficientemente maduro en la fe.


Ningún miembro de la comunidad cristiana alcanza su perfecta madurez de la fe en una etapa
determinada de su vida. Por eso, la catequesis debe considerarse como proceso permanente de
iniciación, profundización y maduración en la fe que abarque todas las etapas de la vida del hombre.
La programación catequética de una comunidad cristiana que se limitara a la catequesis de la
infancia o a la preparación para recibir los sacramentos sería del todo insuficiente.

El planteamiento de la catequesis como proceso permanente no significa que durante todas las
etapas de la vida haya que mantener el mismo ritmo, nivel, personas o estilo de catequizar. Cada
etapa de este proceso tiene sus propias características y exige un tratamiento peculiar.

Tampoco hay que confundir "proceso catequético permanente" con "educación permanente en la
fe"; ésta es más amplia que aquélla. La educación permanente se realiza por medio de múltiples
acciones y acompaña al cristiano durante toda su vida. El proceso catequético, en cambio, es sólo un
período intensivo y prolongado de catequesis sistemática y se sitúa dentro de la educación
permanente en la fe.

Proceso catequético

Se llama proceso catequético a todo período intensivo de formación cristiana integral y fundamental
que se realiza a lo largo de un tiempo determinado, es decir, marcado por un principio y un final, y
de forma sistemática y organizada (cf. CC, 236).
La catequesis es, por tanto, un período intensivo y suficientemente prolongado de formación
cristiana básica, pero un período que empieza y termina. Por consiguiente, el proceso catequético
tiene siempre un carácter temporal.

Este proceso catequético es permanente porque abarca todas las etapas de la vida: infancia_
adolescencia, juventud, adultez, sin quedarse reducido a la infancia.

Capilla Luis Espinal. 11


Durante mucho tiempo, bastó que se situase el proceso catequético en la infancia. En las actuales
circunstancias la comunidad cristiana debe ofrecer a todos sus miembros la posibilidad de seguir un
proceso catequético en cualquiera de las grandes etapas de la vida o en situaciones particulares
significativas de la existencia humana. Estos procesos catequéticos permanentes son los que van
vertebrando la personalidad del creyente a lo largo de su vida y favorecen la maduración progresiva
y continua de la fe.

Catequesis ocasional

Junto a este proceso catequético permanente, existen otras formas de catequesis, llamadas
ocasionales, que tienen su importancia dentro de un itinerario de educación permanente en la fe. Se
llaman así porque se realizan con ocasión de determinados acontecimientos de la vida personal,
social o eclesial. Así, por ejemplo, las catequesis pre-sacramentales dadas con motivo de la
celebración de los sacramentos; las catequesis ante determinados acontecimientos sociales (paro,
violencia, leyes civiles...) o eclesiales (concilios, visitas del Papa, cuaresma...). Las catequesis
ocasionales no se pueden identificar con el proceso catequético permanente ni pueden sustituirlo
nunca. Sí pueden complementarlo o ser punto de partida para el mismo. De ahí su necesidad e
importancia.

El proceso permanente de la catequesis no se puede concebir fragmentado por edades y ámbitos


cerrados e independientes, sino como un proceso continuo que abarque las distintas edades de forma
coherente, progresiva y complementaria. Por eso, "es importante que la catequesis de los niños y de
los jóvenes, la catequesis permanente y la catequesis de adultos no sean compartimentos estancos e
incomunicados. Más importante aún es que no haya ruptura entre ellas. Al contrario, es menester
propiciar su mutua complementariedad " (CT, 45).

El punto de referencia en este proceso no es el niño, sino el adulto, que es el verdadero destinatario
de una confesión de fe madura y plena de significación. Todo proceso catequético tiene que tener
como fundamento y punto de referencia la catequesis de adultos, que es el paradigma en el que
deben inspirarse las otras formas de catequización (cf. DCG, 20).

4.2.
ETAPAS VITALES
DEL PROCESO CATEQUÉTICO
Dentro de este itinerario permanente de maduración en la fe algunas situaciones o grupos de
personas merecen una atención y dedicación especial según los documentos oficiales:

 La catequesis de adultos, como "forma principal y prioritaria de la catequesis", porque va


dirigida a las personas con "mayor capacidad de vivir el mensaje cristiano bajo su forma
plenamente desarrollada". (cf. CT. 43).
 La catequesis de niños y jóvenes porque estas edades son etapas fundamentales para la "re-
evangelización o re-estructuración de la personalidad humana y cristiana" (cf. CT, 22-23).
 La catequesis familiar "que precede. acompaña y enriquece todas las otras formas de catequesis"
(cf. CT. 68).

Por el momento no centraremos en la catequesis para niños y jóvenes.

Capilla Luis Espinal. 12


Catequesis de niños y jóvenes

El proceso catequético de niños y jóvenes coincide con la etapa de formación de la personalidad


humana, que va desde la infancia al umbral de la madurez. Desde una perspectiva catequética, se
debe considerar como un único proceso permanente de educación en la fe en el que intervienen
varias acciones educativas: la educación cristiana de la familia, la formación catequética
propiamente dicha, la enseñanza religiosa escolar, y la formación que se da en los movimientos,
grupos, asociaciones...

Cada una de estas acciones tiene su propia especificidad y su importancia. Todas actúan en mutua
interacción y complementariedad, y su conjunción coherente es la que proporciona una adecuada y
completa educación de la fe, ya que los destinatarios son los mismos aunque los lugares y
circunstancias sean diferentes.

La primera iniciación cristiana del niño tiene lugar en la familia. En ella "el niño pequeño recibe de
sus padres y del ambiente familiar los primeros rudimentos de la catequesis, que acaso no serán sino
una sencilla revelación de Dios, Padre celeste, bueno y providente, al cual aprende a dirigir su
corazón" (cf. CT, 36).

Esta iniciación cristiana familiar debe ser entendida como un despertar religioso que los padres
ofrecen a sus hijos, envuelto en las relaciones afectivas familiares. Este despertar religioso, al que el
niño bautizado tiene derecho, por desgracia no siempre se da hoy en el seno de la familia, con grave
detrimento para la construcción de la personalidad creyente. Esta ruptura de la tradición educativo-
cristiana exige una acción pastoral de la Iglesia, tanto a través de la catequesis de los padres y
padrinos previa al Bautismo de los niños como de la catequesis parroquial, que debe ayudar a los
padres en esta tarea suya" (cf. CT, 42).

El proceso catequético de niños propiamente dicho trata de "introducir al niño, de manera orgánica,
en la vida de la Iglesia, incluida también una preparación inmediata a la celebración de los
sacramentos" (CT, 37). Se trata, por tanto, de una:

 Catequesis didáctica, pero encaminada a dar testimonio de la fe;


 Catequesis inicial, mas no fragmentaria, puesto que deberá revelar, si bien de manera elemental,
todos los principales misterios de la fe y su repercusión en la vida moral y religiosa del niño;
 Catequesis que da sentido a los sacramentos, pero a la vez recibe de los sacramentos vividos una
dimensión vital que la impide quedarse en meramente doctrinal, y comunica al niño la alegría de
ser testimonio de Cristo en su ambiente de vida" (CT, 37).

La catequesis de niños no se propone prevalentemente como meta la mera iniciación de los niños en
la vida sacramental, sino el promover en ellos un itinerario personal de vida cristiana, dentro del
cual se insertan los sacramentos como momentos fuertes del crecimiento en la fe. Es decir, los
Sacramentos que el bautizado recibe en la etapa de su infancia no deben ser considerados como
metas aisladas o conclusivas del itinerario catequético propio de ese período vital, sino como
momentos de expresión de la maduración cristiana que poco a poco se va alcanzando.

El proceso catequético de los jóvenes, situado en torno al sacramento de la Confirmación o en otro


contexto más amplio de catequesis orgánica, en el marco parroquial o de asociaciones o
movimientos apostólicos, ha de tender "a la creación de comunidades cristianas juveniles" (CC,
248).

Capilla Luis Espinal. 13


En líneas generales, la catequesis de jóvenes podrá caracterizarse por estos rasgos:

 Ha de tener en cuenta las expectativas de los jóvenes y respetar sinceramente -tratando de darles
una respuesta cristiana- sus problemas, dudas y dificultades.
 Ha de implicar a los jóvenes, en la medida en que son capaces de ello, en los problemas de la
promoción humana y cristiana, exponiendo "sin simplismos y esquematismos ilusorios el sentido
cristiano del trabajo, del bien común, de la justicia y de la caridad..., de la promoción de la
dignidad humana, del desarrollo y de la liberación tal como los presentan documentos recientes
de la Iglesia" (CT, 39).
 Ha de proponer el mensaje cristiano en confrontación con los humanismos modernos de modo
que los catecúmenos sean capaces de dialogar con otras formas de pensar y con otros estilos de
vida que son frecuentes entre los jóvenes de nuestro tiempo (cf. CC, 248).

El proceso catequético de niños y jóvenes ha de tener en cuenta la relación entre la enseñanza


religiosa escolar y la catequesis, tal como ya ha sido desarrollada en la unidad didáctica 1 de este
mismo texto.

Baste, por el momento, tener en cuenta las clarificadoras palabras de Juan Pablo II: "El principio de
fondo que debe guiar el empeño en este delicado sector de la pastoral es el de la distinción entre la
enseñanza de la religión y la catequesis que, por otra parte, son complementarias... La enseñanza
religiosa impartida en las escuelas, y la catequesis propiamente dicha, desarrollada en el ámbito de
la parroquia, aunque distintas entre sí, no deben considerarse como separadas... Las enseñanzas de la
religión puede considerarse tanto como calificada premisa para la catequesis, como también una
reflexión ulterior sobre los contenidos de la catequesis ya adquiridos" (Alocución a los sacerdotes de
Roma, 5 marzo 1981).

Sobre la base de la distinción y complementariedad expresada en estos documentos oficiales, y


recogida en la unidad didáctica 1, en la práctica deben tenerse en cuenta las diferentes variables que
se presentan para proceder con un sano realismo pastoral y no aplicar los principios de manera
simplista e indiscriminada:

 Si los alumnos son pequeños o mayores, ya que la distinción entre enseñanza religiosa escolar y
catequesis se va haciendo más acusada a medida que la edad del niño va madurando. Esta
distinción se hará más neta en los objetivos, metodología y desarrollo concretos de ambas
acciones que, incluso, en los instrumentos mediante los cuales se proponen al niño los
"documentos de la fe".
 Si se trata de una escuela estatal o de la Iglesia, ya que la enseñanza religiosa escolar en este
último caso no deberá hacerse sin las referencias necesarias a su intencionalidad institucional y a
su contexto educativo peculiar.
 Si los alumnos son creyentes o no creyentes, ya que este dato cualifica de modo distinto:
enseñanza religiosa escolar.
 Si los alumnos están siendo catequizados en la comunidad cristiana, o si no reciben catequesis
en ningún sitio, ya que este dato afecta a la complementariedad. cuando se da la catequización o
a la insoslayable suplencia, cuando se carece de aquella.

Capilla Luis Espinal. 14


UNIDAD 5 – EL CONTENIDO DE LA CATEQUESIS

5.1.
EL CONTENIDO CATEQUÉTICO
La catequesis debe favorecer la identidad cristiana de los catequizados. Toda identidad exige la
referencia a una realidad, a un contenido concreto que determine una visión y una postura
específicas ante la vida.
Para que la catequesis contribuya a crear la identidad cristiana, es necesario, por tanto, que ofrezca
un contenido concreto y explícito desde el cual cada persona y grupo human puedan configurar su
propia personalidad de creyentes.

Una catequesis que favorece la identidad cristiana, como señala el Sínodo de los Obispo: exige, por
su propia naturaleza, un contenido. Sin una proposición de fe, sin un mensaje claro y asequible, la
acción catequética está llamada al fracaso.

En el campo de la educación se entiende por contenido "aquello que el alumno incorpora su


totalidad personal, ya sea por vía de racionalidad, afectividad o instancia de operatividad (JM.
Martínez).

El contenido educativo abarca no sólo el mundo de las ideas y de los saberes, sino también ( mundo
de los valores, las actitudes y los comportamientos. De este modo, el contenido de 1 educación
queda ensanchado y enriquecido.

Desde .esta perspectiva, el contenido educativo de la fe abarca el conjunto de verdades valores,


actitudes y pautas de conducta que integran la totalidad del mensaje cristiano servicio de todo el
hombre: inteligencia, afectividad y operatividad.

El contenido de la catequesis se ha presentado de manera diferente a lo largo de la historia Hoy nos


encontramos con circunstancias nuevas que obligan a repensarlo y presentarlo c acuerdo con esas
circunstancias. Según los documentos oficiales sobre la catequesis aparecidos estos últimos años (cf.
DGC, 36-44), el contenido catequético debe s( presentado de manera:
 íntegra
 nuclear
 significante
 gradual
 globalizada

Integra: todo el mensaje revelado.


El Sínodo del 77 (prop.10) y Juan Pablo II (CT.30) insisten en que la catequesis ha ( transmitir el
mensaje de Jesús en toda su integridad y pureza. La presentación integral d mensaje cristiano abarca
"los núcleos esenciales o sustancia viva del anuncio evangélico que nunca pueden ser cambiados o

Capilla Luis Espinal. 15


silenciados" y que se nos dan en "el Sínodo, que recoge núcleo fundamental" del misterio de Dios,
de Cristo y de la Iglesia (cf. Sínodo, prop. 10).

Nuclear: no todo tiene el mismo valor.


El Concilio Vaticano II habló sobre "el orden o jerarquía en las verdades de la doctrina católica"
(UR, 11), que la Iglesia siempre reconoció al confeccionar los Símbolos o compendios de las
verdades de fe. Pero eso no significa que unas verdades pertenecen a la fe meno que otras, sino que
algunas son principales e iluminan a las demás (DCG, 43).

La catequesis tiene que intentar volver a ofrecer unos contenidos de fe que, sin ocultar nada o
esencial, sean realmente básicos y fundamentales para vertebrar la personalidad del abre creyente de
hoy.

Significante: el mensaje revelado es para el hombre.


El mensaje cristiano debe ser presentado siempre como Buena Nueva que da sentido a la vida de
cada persona, a los acontecimientos sociales y a la historia humana en su conjunto. Sólo desde esta
perspectiva es como la fe puede presentarse como palabra novedosa y fuerza transformadora para el
hombre y su mundo.

Gradual: no todo el mensaje al mismo tiempo.


La catequesis tiene en cuenta los condicionamientos y posibilidades reales de los .7atequizandos.
Por ello, "la presentación concreta del mensaje cristiano está determinada por el nivel y la situación
de fe en que se encuentran los oyentes. El cristiano está llamado al conocimiento pleno de este
mensaje. Pero llegará de manera progresiva, gradual, según las necesidades de su edad, de su estado
social, de su nivel personal de fe" (Asamblea XVIII, Episcopado Español).

Globalizado: todo el mensaje forma un conjunto armónico.


Los diversos elementos que integran el mensaje cristiano son todos interdependientes y necesarios,
aunque no todos igualmente importantes. Todos forman un conjunto armónico y globalizado en
torno al hecho fundamental del Misterio revelado, que es Cristo.

La catequesis tiene que presentar los núcleos de la fe desde esta perspectiva globalizadora que da
unidad y cohesión a todo el conjunto.

5.2.
EL MENSAJE CRISTIANO
Vistos los criterios generales sobre el contenido catequético, parece necesario preguntarse ¿cuáles
son los principales elementos del mensaje cristiano? No queremos hacer una enumeración de los
mismos, sino señalar únicamente algunas sugerencias que deben tenerse en cuenta especialmente
hoy día.

Cuando Pablo VI se planteó este tema señaló como "en el mensaje que anuncia la Iglesia hay
ciertamente muchos elementos secundarios, cuya presentación depende en gran parte de los cambios
de circunstancias.

Tales elementos cambian también. Pero hay un contenido esencial, una substancia viva que no se
puede modificar ni pasar por alto sin desnaturalizar gravemente la evangelización misma" (EN, 25).

Capilla Luis Espinal. 16


Y a continuación desarrolla, en un amplio capítulo, el contenido del mensaje de la evangelización y
de la catequesis (EN, 26-39).

Conviene señalar que el Papa recuerda que una expresión doctrinal privilegiada de la fe de Iglesia se
encuentra en el "Credo" o, más concretamente, en los Símbolos que, en momentos: cruciales,
recogieron en síntesis felices la fe de la Iglesia (CT, 28). Entre ellos señala "Credo del Pueblo de
Dios", compuesto por Pablo VI en 1968, y donde "quiso reunir los elementos esenciales de la fe
católica, sobre todo los que ofrecían mayor dificultad o están en peligro de ser ignorados". Ese
Credo, concluye el Papa, "es una referencia segura para contenido de la catequesis" (CT, 28).

A continuación te presentamos los elemento nucleares y significativos del mensaje cristiano que
todo proceso catequético tiene que transmitir, y que constituye "el contenido esencial, la sustancia
viva del

Evangelio, tal como se nos ha transmitido por la fe apostólica" (CT, 28: EN, 25).

Para hacer esta presentación seguimos fielmente el documento “la Catequesis de la Comunidad”, del
Episcopado Español, editado en Madrid. 1983, pp. 79-100 (para mayor profundización)

Elementos significativos del mensaje cristiano

 Jesús de Nazaret es el Cristo, el Hijo de Dios vivo


 Jesús fue crucificado, murió por nuestros pecados y fue sepultado
 Dios Padre resucitó a Jesús
 Jesús se nos ha revelado el Dios invisible
 En Jesús se nos revela lo que es el hombre
 Jesús envía el Espíritu desde el Padre
 Dios Padre congrega a su Iglesia en Jesucristo por el don del Espíritu
 La Iglesia peregrinante espera el retorno del Señor

5.3.
LA FUENTE DE LA CATEQUESIS
Juan Pablo II expone este tema con palabras claras:

"La catequesis extrae siempre su contenido de la fuente viva de la Palabra de Dios, transmitida
mediante la Tradición y la Escritura, dado que la Tradición y la Escritura constituyen el depósito
sagrado de la Palabra de Dios, confiado a la Iglesia (...). Hablar de la Tradición y de la Escritura
como fuentes de la catequesis es subrayar que ésta ha de estar totalmente impregnada por el
pensamiento, el espíritu y actitudes bíblicas y evangélicas a través de un contacto asiduo con los
textos mismos; y también recordar que la catequesis será tanto más rica y eficaz cuanto más lea los
texto con la inteligencia y el corazón de la Iglesia y cuanto más se inspire en la reflexión y en la vida
dos veces milenaria de la Iglesia. La enseñanza, la liturgia y la vida de la Iglesia surgen de esta
fuente y conducen a ella bajo la dirección de los Pastores y concretamente del Magisterio doctrinal
que el Señor les ha confiado" (CT, 27).

La Palabra de Dios
La catequesis, que se propone como meta el crecimiento y maduración de la fe, brota siempre de la
"fuente viva de la Palabra de Dios, transmitida mediante la Tradición y la Escritura" (CT, 27).
Capilla Luis Espinal. 17
Dios se reveló en el pasado "por obras y palabras intrínsecamente ligadas" (DV, 2). Esta Revelación
la recoge y proclama la Sagrada Escritura y la Tradición (CT, 27-28). Por eso, "el mensaje revelado
de la catequesis lo encontramos como en su fuente principal y constitutiva en la Palabra de Dios
escrita y transmitida por la Tradición" (DCG, 45). La Sagrada Escritura leída en la Iglesia es la
fuente primera y principal de la catequesis.

Esta Palabra de Dios, que se profundiza continuamente en la catequesis, es una Palabra viva y
eficaz, que funda y recrea constantemente a la Iglesia y a la historia humana y debe ser anunciada
hasta los confines de la tierra, porque es palabra de salvación y de vida (cf. Heb 4,12; Rom 1,16;
Hch 8,4-25; 13,26; Flp 2,16).

La Palabra única y definitiva de Dios se nos ha revelado en y por Jesucristo (Heb 1,1-4). Por eso, la
dimensión cristológica de la Palabra de Dios en la catequesis es fundamental y decisiva.
Nadie posee en exclusiva esa Palabra, ni nadie puede servirse de ella. Todos los miembros de la
comunidad cristiana están llamados a testimoniarla con audacia y a servirla a través de funciones
diferentes. Todas las acciones pastorales de la Iglesia: "la enseñanza, la liturgia y la totalidad de la
vida de la Iglesia surgen de esta fuente y conducen a ella bajo la dirección de los pastores y
concretamente del magisterio doctrinal que el Señor les ha confiado" (CT, 27).

La comunidad eclesial

La comunidad creyente es también fuente de la catequesis porque en ella crece y se desarrolla la


Palabra de Dios al mismo tiempo que es celebrada y confesada. El crecimiento y desarrollo de la
Palabra en el Pueblo de Dios son animados por la acción del Espíritu y discernidos por el magisterio
de la Iglesia, como un servicio a la misma Palabra y al Pueblo de Dios.
Los "documentos de la fe" de la comunidad son anunciados y comunicados en el proceso
catequético para que, a su vez, sean transmitidos y hechos realidad en la vida de los catequizandos.

5.4.
ORDENACIÓN Y ESTRUCTURA DEL CONTENIDO
CATEQUÉTICO
El Catecismo de la Iglesia Católica (1992) que tiene por fin presentar una exposición orgánica y
sintética de los contenidos esenciales y fundamentales de la doctrina católica tanto sobre la fe como
sobre la moral, a luz del Concilio Vaticano II y del conjunto de la Tradición de la Iglesia. Sus
fuentes principales son la Sagrada Escritura, los Santos Padres, la Liturgia y el Magisterio de la
Iglesia y está destinado a servir "como un punto de referencia para los catecismos o compendios que
sean compuestos en los diversos países" (Sínodo de los Obispos 1985. Relación final II, B, a, 4). Se
inspira en la gran tradición de los catecismos, los cuales articulan la catequesis en torno a cuatro
"pilares": la profesión de la fe bautismal (el Símbolo), los Sacramentos de la fe, la vida de fe (los
Mandamientos), la oración del creyente (el Padre Nuestro).

Primera parte: La profesión de la fe

Los que por la fe y el Bautismo pertenecen a Cristo deben confesar su fe bautismal delante de los
hombres (cf Mt 10,32; Rm 10,9). Para esto, el catecismo expone en primer lugar en qué consiste la
Revelación por la que Dios se dirige y se da al hombre, y la fe, por la cual el hombre responde a
Dios (Primera sección). El Símbolo de la fe resume los dones que Dios hace al hombre como Autor
Capilla Luis Espinal. 18
de todo bien, como Redentor, como Santificador y los articula en torno a los "tres capítulos" de
nuestro Bautismo -la fe en un solo Dios: el Padre Todopoderoso, el Creador; y Jesucristo, su Hijo,
nuestro Señor y Salvador; y el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia (Segunda sección).

Segunda parte: Los sacramentos de la fe

La segunda parte del catecismo expone cómo la salvación de Dios, realizada una vez por todas por
Cristo Jesús y por el Espíritu Santo, se hace presente en las acciones sagradas de la liturgia de la
Iglesia (Primera sección), particularmente en os siete sacramentos (Segunda sección).

Tercera parte: La vida de fe


La tercera parte del catecismo presenta el fin último del hombre, creado a imagen d Dios: la
bienaventuranza, y los caminos para llegar a ella: mediante un obrar recto y libre, con la ayuda de la
ley y de la gracia de Dios (Primera sección); mediante un obrar que realiza el doble mandamiento de
la caridad, desarrollado en los diez Mandamientos de Dios (Segunda sección).

Cuarta parte: La oración en la vida de la fe

La última parte del catecismo trata del sentido y la importancia de la oración en la vida de los
creyentes (Primera sección). Se cierra con un breve comentario de las siete peticiones de la oración
del Señor (Segunda sección). En ellas, en efecto, encontramos la suma de los bienes que debemos
esperar y que nuestro Padre celestial quiere concedernos.

5.5.
LENGUAJE Y MATERIALES
CATEQUÉTICOS

Después de haber reflexionado sobre la necesidad e importancia del contenido de la catequesis,


sobre el mensaje cristiano y sobre las fuentes de la catequesis, terminamos este tema haciendo una
breve consideración sobre dos puntos especialmente significativos para la renovación del contenido
catequético:

- el lenguaje catequético. - los materiales catequéticos

El lenguaje catequético
El lenguaje es un medio imprescindible de comunicación. Esta es posible gracias al lenguaje. La
catequesis, como acción comunicativa de la fe, necesita un lenguaje propio que le permita realizarse
y desarrollarse como acto de comunicación del mensaje cristiano. Así lo expresa el Mensaje del
Sínodo:

"El primer lenguaje de la catequesis es la Escritura y el Símbolo." Es normal que a lo largo de la


formación, se aprendan de memoria ciertas sentencias bíblicas, fórmulas litúrgicas, plegarias
comunes y expresiones de fe acuñadas por los cristianos durante siglos. La catequesis es así
"transmisión de los documentos de fe" (MPD).

La catequesis tiene necesidad de un lenguaje fijo, acuñado y formulado. Ser cristiano es, entre otras
cosas, insertarse en la fe del Pueblo de Dios que se transmite de generación en generación. Esta
comunidad de fe implica necesariamente comunidad en el mismo lenguaje.
Capilla Luis Espinal. 19
La catequesis no se reduce a una mera enseñanza de fórmulas abstractas y desconectadas de la vida
del hombre. La catequesis es el lugar donde los documentos de la fe se comunican y son recibidos
desde la comprensión que el hombre tiene de sí mismo y de su propia realidad. A esto se llama
tradición viva de los documentos de la fe.

Por eso, la catequesis debe utilizar un lenguaje significativo para que los cristianos puedan
reformular y expresar su fe de una manera más vital y comprensible.
Es preciso que el lenguaje básico de la catequesis recoja todas las formas del lenguaje de la Biblia y
de la tradición y sea presentado en forma de síntesis accesible al hombre de hoy.

Los materiales catequéticos


Relacionado con el lenguaje catequético está el tema de los materiales catequéticos, que son los
instrumentos imprescindibles para poder realizar el acto catequético adecuadamente.
Teniendo en cuenta la gran variedad de materiales catequéticos existentes, vamos a señalar algunos
criterios para la elección, revisión y utilización de los mismos.
Estos criterios serían los siguientes:

 El principio de fidelidad a Dios y al hombre.


 La armonía entre las dimensiones antropológica, cristológica y eclesial de la catequesis.
 La integridad del mensaje cristiano tal como es confesado por la fe de la Iglesia.
 La adecuación del contenido y lenguaje catequéticos a las distintas edades y situaciones de los
destinatarios.
 La capacidad de los mismos para facilitar una iniciación o reiniciación a la fe y a la comunidad.
 Su adecuación para una catequesis activa, grupal, inductiva, que responda a todas las
dimensiones del hombre y esté abierta a los diversos lenguajes.
 Su adaptación a las posibilidades reales de los catequistas de nuestras comunidades.

Capilla Luis Espinal. 20


UNIDAD 6 – EL ACTO CATEQUÉTICO

6.1.
CONSTITUTIVOS DEL ACTO
CATEQUÉTICO
El acto catequético, que anuncia y ofrece la Palabra de Dios a los hombres, tiene que ser por su
propia naturaleza fiel a una doble realidad: Dios y el hombre. La fidelidad a Dios se entiende como
fidelidad a la transmisión íntegra del mensaje revelado, y la fidelidad al hombre, como fidelidad a su
experiencia y a su historia.

Para que esta fidelidad sea posible y real, el acto catequético-ha efe integrar varios elementos o
factores que se reclaman mutuamente y que, por tanto, no se pueden disociar entre sí.
Los elementos del acto catequético son tres:

 La experiencia humana y cristiana del catequizando.


 La Palabra de Dios contenida en la Sagrada Escritura y en la tradición viva de la Iglesia.
 La expresión de la fe en sus diversas formas: confesión de fe, celebración y compromiso

Estos factores tienen que aparecer a lo largo de todo proceso catequético, aunque no se actualicen
todos al mismo tiempo, ni siempre de acuerdo a un orden fijo.

A continuación vamos a describir cada uno de estos elementos para comprender bien su significado
en el acto catequético.

Experiencia humana y religiosa

El tema de la experiencia tiene una importancia decisiva en la etapa actual del movimiento
catequético. El término experiencia es frecuentemente utilizado en el lenguaje común para designar
la vida humana en su conjunto identificándola con el tiempo transcurrido en una determinada
actividad, o con el conjunto de las realidades vistas o vividas a lo largo de la vida.

Existe otro significado del término experiencia, más técnico y antropológico, que es el que nos
interesa para nuestra reflexión. La experiencia humana es: "la condición humana realizada en una
historia concreta, la vida humana con los valores que descubre e instaura, con los ideales que se
propone, con las evidencias de que parte y de que goza, con las aspiraciones que la mueven, con las
realizaciones que la constituyen en cada momento histórico. La experiencia humana significa, pues,
la existencia humana ejercida en unas circunstancias concretas iluminada por unas evidencias y
orientada por unos valores" (J. Martín Velasco).

La experiencia humana tiene lugar cuando:

 se da un contacto vital y existencial con una realidad o situación. A esto se llama vivencia
inmediata de esa realidad o situación.

Capilla Luis Espinal. 21


 este contacto vital es vivido con intensidad y profundidad, implicando a la totalidad de la
persona que la vive en su triple dimensión: cognoscitiva, afectiva y conductual.
 la realidad experimentada es reflexionada y valorada por la persona y se convierte en fuente de
vida y orientación para su propia existencia.
 esta situación vivida es expresada en formas diversas de lenguaje: palabra, gestos, ritos, cambios
de conducta, etc.

El conjunto de la realidad humana designada con el término experiencia puede ser interpretada y
vivida desde otra perspectiva: la religiosa. ¿Qué añade la experiencia religiosa a la experiencia
humana? La experiencia religiosa no es un sector particular de la realidad sino un modo particular y
más profundo de entender y vivir la misma realidad. La experiencia religiosa es la misma
experiencia humana interpretada y vivida a un nivel más profundo y radical. Por ello, la experiencia
religiosa tiene lugar cuando la experiencia humana se orienta a la búsqueda del sentido último de la
vida, a la necesidad de la salvación absoluta o a la dimensión trascendente del "totalmente Otro".

La experiencia religiosa, como la experiencia humana, se expresa también a través de diferentes


formas de lenguaje: ritos, creencias, instituciones, conductas, símbolos, etc.

La experiencia humana forma parte del acto catequético por derecho propio. Desde el momento en
que la máxima comunicación de Dios se ha dado en la persona de Jesús de Nazaret, convirtiendo la
experiencia humana asumida en su persona en una auténtica hierofanía, toda experiencia humana se
revela como lugar teológico del encuentro con Dios.

Dios se manifiesta y se revela en la vida y en la historia de los hombre, y en ellas y desde ellas, el
hombre es capaz de acoger su proyecto salvífico. Por esto el acto catequético debe asumir la
experiencia humana, para profundizar y valorar la vida de las personas y de los grupos y descubrir la
presencia de Dios, con los interrogantes y las respuestas que su Palabra suscita en la vida de los
hombres. "la catequesis debe preocuparse por orientar la atención de los hombres hacia sus
experiencias de mayor importancia, tanto personales como sociales" (DCG,74).

La catequesis de la experiencia es algo más que una metodología catequética. Es un proceso de


profundización y confrontación de la propia vida y de la historia del hombre con las experiencias
fundamentales de la Palabra de Dios. La catequesis refiere siempre la experiencia humana a las
experiencias bíblicas fundamentales para obtener una más honda comprensión de sí mismo desde la
Palabra de Dios, ya que "esta revelación no está aislada de la vida ni yuxtapuesta artificialmente a
ella. Se refiere al sentido último de la existencia y la ilumina, ya para inspirar, ya para juzgar, a la
luz del Evangelio" (CT, 22).

La fidelidad a la experiencia humana dentro del proceso catequético supone:

 Fidelidad al hombre concreto, entendida como fidelidad a su experiencia y a su historia.


 Fidelidad a la situación que vive el grupo humano a quien se dirige: situación individual y
psicológica, pero también colectiva, social y cultural. Es obvio que se incluye también la
experiencia cristiana y eclesial, sin reducir la experiencia a experiencias sólo humanas.
 Fidelidad a una pedagogía válida para ayudar a hacer la lectura cristiana de la propia experiencia
humana.

La fidelidad a la experiencia humana, dentro del acto catequético, no se realiza cuando ésta queda
reducida a un simple ejemplo ilustrativo, o a una serie de situaciones estereotipadas, como recurso
pedagógico para entender mejor un mensaje intelectualizado y abstracto, sino cuando se concibe la

Capilla Luis Espinal. 22


propia experiencia humana como parte necesaria para que el Evangelio pueda ser recibido, como
mensaje de salvación. El Evangelio está destinado a penetrar en el terreno de la experiencia humana
para fecundarlo y hacer que brote de él la fe.

El acto catequético debe privilegiar todas aquellas experiencias que son nucleares y decisivas según
la edad y situación de los hombres. Si tuviéramos que elegir algunas parcelas de la vida
particularmente significativas, señalaríamos éstas: la vida como don, sentido último de la vida,
necesidad de liberación integral, amor y donación, fidelidad al propio proyecto humano y a los
otros, solidaridad, gratuidad, creatividad, fiesta, gozo, esperanza, dolor muerte (cf. CT, 38).

Todo proceso catequético ha de conjugar las experiencias nucleares del hombre con lo nuclear del
mensaje cristiano, superando la falsa dicotomía, catequesis vivencial o catequesis doctrinal,
mediante un proceso de catequización que integre Evangelio y vida (cf. CT, 22).

La Palabra de Dios
La catequesis es el proceso en el que un grupo humano entra en contacto con la Palabra de Dios para
conocerla en profundidad, dejarse interpelar por ella y orientar toda su existencia desde ella. "La
Palabra de Dios, ilumina todo el acto catequético y es el elemento que da conexión a todos los
demás" (CC, 228):-
La catequesis es una forma del ministerio de la Palabra, es decir, un servicio de la Palabra de Dios
tal como se contiene en la Escritura y en la Tradición. Por ello a través de ella:

 se anuncia el mensaje evangélico en las situaciones concretas vividas por los hombres.
 se descubre el sentido de la vida a la luz de Cristo Resucitado.
 se refiere a Cristo y se valora desde él, lo que el hombre ya vive y a lo que aspira
auténticamente.
 se vive en Cristo toda la realidad humana.

La catequesis no busca hacer hombres eruditos y sabios, sino que pretende un fin eminentemente
práctico: hacer nacer un tipo de hombre transformado por la fe dentro de una situación humana
determinada. La originalidad de la experiencia cristiana consiste en favorecer que un grupo de
hombres, que viven una situación humana concreta, aprendan a descubrir el sentido de lo que viven
a la luz de la Palabra de Dios. Es en el interior de todo este contexto existencial como la palabra de
Dios se convierte en Buena Noticia de liberación para el hombre.

6.2
PEDAGOGÍA
DEL ACTO CATEQUÉTICO
La catequesis es una forma de educación en la fe y, por tanto, una acción esencialmente educativa.
Por consiguiente, necesita de una cierta pedagogía para su desarrollo y realización.

La pedagogía catequética no puede ser reducida a una simple mediación táctica o a una cuestión
meramente metodológica; la pedagogía catequética obedece, más bien, a un talante, a una manera de
pensar y a un estilo de hacer en la acción educativa de la fe.

La pedagogía catequética debe inspirarse en la pedagogía divina, es decir, en la que "Dios mismo a
lo largo de toda la historia sagrada y principalmente en el Evangelio se sirvió" y "que debe seguir

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siendo el modelo de la pedagogía de la fe" (CT, 58). Porque, efectivamente, "existe una pedagogía
de la fe y nunca se ponderará bastante lo que ésta puede hacer en favor de la catequesis" (CT, 58).
Dios, al revelarse a los hombres, ha utilizado una pedagogía que constituye el modelo de referencia
para la catequesis.

Pedagogía divina
Se llama pedagogía divina a la manera con que Dios ha conducido a Israel hacia Jesucristo, y al
modo con el que el propio Jesús, vivió la voluntad del Padre y comunicó e hizo realidad entre los
hombres el Evangelio del Reino de Dios. La pedagogía divina debe inspirar la pedagogía catequética
y ésta debe tomar de aquélla su estilo educativo peculiar.

Los obispos españoles, en su reciente documento "La catequesis de la comunidad", hablan de una
catequesis "al servicio de la acción de Dios en cada catecúmeno y en el grupo catecumenal que
vivencia una y otra vez el don de la fe que ha recibido... porque sólo desde la vivencia de haber
descubierto un tesoro se nos pueden plantear a los cristianos todas las exigencias evangélicas". Una
catequesis "respetuosa con el proceso personal de la fe de cada catecúmeno y que tenga en cuenta
que Dios habla desde lo ordinario y se revela al hombre con sencillez". Una catequesis que,
"partiendo de los hechos abra al misterio y que ayude a buscar en la experiencia humana los signos
de Dios" (cf. CC, 206-220).

Algunos de los rasgos de esa pedagogía divina, inspiradores del estilo o talante propios de la
catequesis, son los siguientes:

 una pedagogía del don


 una pedagogía de encarnación
 una pedagogía de signos

Pedagogía del don

El carácter gratuito y sorprendente de la revelación de Dios sitúa a la acción catequética bajo el


signo de una pedagogía del don.

La actuación de Dios en la historia de la salvación está impregnada de gratuidad absoluta y no


aparece condicionada al grado de respuesta del hombre. "Dios quiso en su sabiduría y bondad
revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad" (DV, 2). Poco a poco fue
revelándose a sí mismo y realizando su plan de salvación por propia iniciativa suya. Esta es la
misma pedagogía que utilizó el mismo Jesucristo cuando llegó la plenitud de los tiempos. Y ésta
debe ser la misma pedagogía utilizada en la catequesis.
Toda la acción catequética está al servicio de la acción salvífica de Dios en cada catequizando y en
cada grupo catequético. Por tanto, la catequesis, utilizando una pedagogía del don, se esfuerza por:
cultivar una actitud de acogida gratuita y comprensiva de la Palabra de Dios; favorecer un clima de
oración para poder escuchar las invitaciones y llamadas de Dios, siempre imprevisibles y
desconcertantes; educar para la vivencia gozosa de quien ha descubierto un tesoro, un camino nuevo
de vida, y fomentar la acción de gracias y el reconocimiento de los dones recibidos de Dios.

Pedagogía de Encarnación

El carácter histórico de la Revelación de Dios sitúa también a la catequesis bajo el signo de una
pedagogía que asume la encarnación y la historicidad del hombre (cf. CC. 213). Toda la historia de

Capilla Luis Espinal. 24


la salvación de Dios es un ejemplo de la adaptación de Dios al carácter histórico y encarnado del
hombre. Esta adaptación de Dios al hombre tiene su manifestación plena en la encarnación del Hijo
de Dios.

Este carácter histórico de la Revelación proporciona a la pedagogía catequética otra de sus


características peculiares, convirtiéndola en una pedagogía que ayuda a leer los acontecimientos y la
experiencia humana a la luz de la fe.

La utilización de esta pedagogía divina de la encarnación obliga a la catequesis a ser respetuosa con
el ritmo personal de fe de los catequizandos, a saberse adaptar a sus condiciones y situaciones
históricas, y a buscar los medios sencillos y significativos para facilitarles el acceso al mensaje
cristiano.

Pedagogía de signos

La realidad de Dios es un misterio para el hombre. Los acontecimientos de la historia de la salvación


son sólo signos de una presencia que trasciende al propio hombre. Este carácter trascendente del
misterio de Dios y de la salvación proporciona a la pedagogía catequética el carácter de ser una
pedagogía de signos: "la característica propia del conocimiento de la fe es la de ser un conocimiento
por medio de signos" (DCG, 72).

La pedagogía catequética, inspirada en la pedagogía divina de los signos, debe enseñar a leer e
interpretar los signos de los tiempos, tratando de descubrir en ellos la presencia y los planes de Dios.
También debe iniciar en el conocimiento y lenguaje de los símbolos y de los signos cristianos,
propiciando para ello "el conocimiento de las cosas invisibles por las cosas visibles" (DCG, 72).
Igualmente, debe ayudar a conocer y dejarse interpelar por el testimonio de tantos creyentes que
muestran con su vida evangélica, la acción del Espíritu en ellos (cf. DCG, 35).

La pedagogía catequética, así enfocada, se convierte en un instrumento idóneo para aprender a


descubrir el sentido de la vida humana, a la luz de la persona de Jesús, el Señor, y la vinculación
gozosa, afectiva y efectiva a la comunidad de los creyentes, la Iglesia.

UNIDAD 7 – EL CATEQUISTA

7.1
IDENTIDAD DEL CATEQUISTA
Acabas de reflexionar sobre el ministerio catequético y has podido llegar a la conclusión de que ser
catequista es algo muy importante y que no puede serlo cualquiera de cualquier manera.
Por ello, en este último apartado, vamos a describir los rasgos más significativos de la identidad del
catequista. Quizá, al leerlos, puedas asustarte. No te desanimes. Se trata, más bien, de señalar metas
y subrayar los perfiles que tenemos que cuidar con especial interés para mejorar la calidad de
nuestro trabajo eclesial.

El catequista es:
“Una persona (varones y mujeres) creyente, enviado de la comunidad
para ser animador y educador de la fe de sus hermanos
en un proceso constante de formación”
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Varón/Mujer, enviado de la comunidad

El catequista es un hombre adulto, entendiendo por adultez haber logrado una cierta unidad y
estabilidad en su personalidad. Esta madurez se expresa en un equilibrio psicológico, en una
capacidad de responsabilidad y coherencia de vida, en una actitud de apertura y convivencia con los
otros hombres, en una postura a favor de la vida, de la verdad, de la libertad y del amor.

Este hombre adulto asume y vive toda su realidad humana desde la perspectiva de Jesús, Señor de su
vida personal y colectiva. Por ello fundamenta toda su vida en la Palabra de Dios, asume los valores
del Reino por encima de cualquier otro valor que se le pueda proponer, se identifica con un estilo de
vida verdaderamente evangélico y está abierto a la acción del Espíritu, dejándose guiar por El, a
través de la comunidad, de la celebración y oración cristianas y de los signos de los tiempos.
Este hombre creyente está integrado en una comunidad cristiana y se sabe llamado por Dios y
enviado por la comunidad a la que pertenece para realizar una misión determinada mediante la cual
va construyendo, día a día, con otros cristianos, el Reino de Dios en la tierra.

Si afirmamos que el catequista es un hombre creyente, si nuestro ministerio catequético brota como
servicio de una comunidad, debemos preguntarnos continuamente por la calidad de nuestra
experiencias de fe vivida en comunidad con otros hombres. Si toda comunión cristiana es una
comunidad de ministerios, debemos también preguntarnos qué necesitamos de los otros ministerios,
qué les aportamos nosotros...

Para ser animador y educador de la fe de sus hermanos

El catequista no transmite su propia fe, sino la fe de la Iglesia que le envía. Por ello tiene que ser
testigo y apóstol de la totalidad del proyecto salvador de Dios, manifestado en Jesucristo y que
permanece en la memoria viva de la Iglesia por la acción del Espíritu Santo. Esto implica que se
debe:

 Poseer una síntesis básica y significativa de los elementos fundamentales del mensaje cristiano.
 Ser fiel al proyecto salvífico de Dios para los hombres.
 Estar abierto y en comunión con la totalidad del Pueblo de Dios.

Es te proyecto s alvífico de D ios va dirigido a unos hombres concretos , con unas


características propias y unas necesidades determinadas. Esto exige al catequista:

 Estar enraizado en el ambiente de sus hermanos, compartiendo sus esperanzas y sus


angustias, sus éxitos y fracasos.

 Ser sensible a los problemas de los hombres y solidario con ellos, captando sus valores y
aspiraciones profundas, asumiendo la cultura de donde viven con sus posibilidades y
ambigüedades.

 Tener una visión dinámica del hombre y del mundo y sentirse en todo momento constructor de
justicia y fraternidad.
Capilla Luis Espinal. 26

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Para que el catequista llegue a ser verdadero educador de la fe de sus hermanos es preciso,
también, que favorezca en el grupo catequético un clima donde se viva:

 Una relación de confianza, autenticidad y libertad para que cada miembro se sienta
aceptado y acogido y pueda expresar su experiencia profunda, en un clima de participación
y comunicación gratificante.
 Una relación abierta y sincera, que permita acoger la Palabra de Dios y la
experiencia que otros creyentes tienen de Jesucristo.

 Un clima de respeto a las etapas y a los ritmos de cada miembro sin atropellos y
autoritarismos.

Este nuevo clima pedagógico supone también un estilo peculiar de realizar la catequesis.
Cualquiera que sea la metodología utilizada, parece que todo grupo catequético, como ya
hemos dicho en la unidad anterior, ha de vivir estos tres momentos:

 Evocación-profundización de la experiencia del grupo.


 Lectura creyente de la misma: búsqueda del sentido cristiano de la experiencia vivida.
 Expresión de esta experiencia.

Este nuevo "saber hacer" catequesis supone también que el grupo de catequistas prepare las
sesiones de catequesis, precisando juntos las experiencias, los materiales, las técnicas a
utilizar. Programar en equipo y evaluar periódicamente el trabajo realizado es necesario y de
gran utilidad para que el catequista mejore la calidad de su trabajo.

Es un proceso constante de formación

La importancia y originalidad de la acción catequética exigen una preparación adecuada para esta
tarea. Si la "competencia profesional" es una necesidad en todos los órdenes de la vida social,
también debe serlo en el ámbito del ministerio catequético. La preparación y formación de los
catequistas es hoy una de las exigencias fundamentales para renovar en profundidad el movimiento
catequético.

Teniendo en cuenta la nueva cultura de nuestra sociedad y la nueva imagen de Iglesia, descritas en
unidades anteriores, la formación de los catequistas debiera orientarse a conseguir los objetivos
siguientes:

 Profundizar la experiencia de fe, vivida dentro de una comunidad y testimoniada en el


propio contexto social.

El catequista necesita estar en un constante crecimiento de su vida cristiana para lograr una perfecta
armonía entre madurez humana y madurez cristiana.

 Conseguir una síntesis básica de los elementos fundamentales del mensaje cristiano.

El catequista necesita adquirir una comprensión viva y global del mensaje revelado, expresado en el
símbolo apostólico y configurado en la misma vida de la Iglesia. Al mismo tiempo debe estar

Capilla Luis Espinal. 27


capacitado para una lectura significativa de la Palabra de Dios en la Escritura y en los signos de los
tiempos.

 Conocer la cultura y ambiente donde viven y crecen los hombres con sus ambigüedades y
riquezas, con sus límites y posibilidades.
El catequista necesita conocer la realidad de la gente de la que es educador de la fe y asumir de
forma lúcida y crítica la historia concreta que viven los hombres de hoy.

 Aprender a comunicarse con los nuevos lenguajes de nuestra cultura

El catequista debe saber utilizar con soltura los nuevos lenguajes que el hombre de hoy utiliza para
comunicarse. Aunque la comunicación verbal sigue siendo imprescindible, el lenguaje del hombre
moderno es mucho más rico y variado: el cuerpo, la imagen, el signo, la música... A través de ellos
también puede resonar en el corazón del hombre la Palabra fecunda de Dios.

 Adquirir una metodología activa y grupal

El catequista necesita de las actitudes y de los medios que le permitan un diálogo permanente con
las ciencias pedagógicas, que le capaciten para ser verdadero animador de grupo, que le provean de
un talante comunitario y que le abran a un análisis y autocrítica de su propia acción catequética.

Lo que hemos apuntado no son más que algunos rasgos generales que necesitan ser concretados en
cada situación y por cada persona o grupo.
La calidad de nuestro ministerio catequético nos exige continuamente revisar nuestra propia
identidad, buscar cauces para una formación competente y profundizar en nuestros estilos de
comunicación y de acción.

7.2
LUGARES DE CATEQUIZACIÓN
Hemos afirmado que la acción catequética es responsabilidad común y diferenciada de todo el
Pueblo de Dios, y que la comunidad cristiana inmediata es el lugar propio de la catequesis.
Ahora vamos a señalar algunos ámbitos comunitarios como lugares privilegiados para desarrollar la
catequesis. Entre éstos destacamos:

 la parroquia
 la familia
 las comunidades eclesiales de base
 los movimientos apostólicos

Si es cierto que la comunidad cristiana realiza la acción catequética en diferentes lugares, todos
éstos han de articularse expresamente en referencia a la Iglesia local y a la totalidad del Pueblo de
Dios, de los que son parte integrante.

La parroquia
La parroquia, como comunidad cristiana local, es el ámbito ordinario donde los cristianos se inician
y maduran en la fe. En ella acogen la Palabra de Dios y celebran la Eucaristía, toman conciencia del
compromiso evangelizador en el mundo y entran en comunión con la Iglesia local y la totalidad del
Pueblo de Dios. Por eso, es el lugar privilegiado donde se realiza la comunidad cristiana.
Capilla Luis Espinal. 28
El papa Juan Pablo II nos recuerda que "la comunidad parroquial debe seguir siendo la animadora de
la catequesis y su lugar privilegiado" por ser "una casa de familia, fraternal y acogedora, donde los
bautizados, los confirmados toman conciencia de ser Pueblo de Dios" (CT, 67).

En la parroquia, todos los creyentes han de encontrar a la comunidad de personas que profesan su
misma fe, y descubrir la pluralidad y riqueza del Pueblo de Dios diversificado en distintos carismas
y funciones.
Por todo esto, es propio de la catequesis parroquial:

 iniciar y hacer participar en la vida litúrgica.


 expresar la unión de todos mediante el servicio mutuo y el interés por crear una verdadera
comunidad.
 descubrir la importancia de la Iglesia ministerial y el valor de la acción evangelizadora en la
sociedad.

La actividad catequética que se realiza en el ámbito parroquial constituye, al mismo tiempo, un


medio privilegiado para que ésta se renueve, porque ayuda a crear las condiciones básicas para que
llegue a ser un verdadero espacio de comunión y evangelización.

La validez actual, y en el futuro, de la parroquia como lugar catequético fundamental va a depender


en gran medida del esfuerzo que haga por recuperar el sentido y talante comunitario y
evangelizador, superando la polarización en lo cultual y la masificación de las personas. Por eso, es
tarea principal en la responsabilidad catequizadora de la comunidad parroquial estimular a los
distintos agentes pastorales a asumir sus propias responsabilidades.

Las comunidades eclesiales de base

Las comunidades eclesiales de base son expresión típica del dinamismo comunitario que llena hoy a
la Iglesia. A pesar de la gran variedad de matices con que se presentan, tienen unos rasgos comunes
fundamentales que las hacen propiamente eclesiales. Estos rasgos son:

 deseo de concretar la comunidad cristiana en grupos que permitan relaciones personales


profundas.
 interés por vivir en una dimensión más humana:
 la escucha actual de la Palabra de Dios.
 la búsqueda de su sentido en el contexto socio-cultural en que se vive.
 la celebración de los misterios cristianos desde la propia vida.
 el compromiso con la realidad histórica y las situaciones vitales.
 el anuncio testimonial de la fe en común.

Estos rasgos hacen de ellas, como admite el Sínodo de la catequesis, lugares privilegiados de
catequización, porque:

 facilitan la experiencia compartida de la fe y permiten descubrir la dimensión social de ésta.


 favorecen la conciencia de fraternidad y estimulan la práctica del servicio mutuo.
 son testimonio vivo de eclesialidad y lugar de acogida para quienes, realizado el proceso
catequético, se insertan en la Iglesia como miembros de ella.
 son un modelo de referencia y de identificación cristiana para los hombres de nuestro tiempo.

Capilla Luis Espinal. 29


En este sentido se pronuncia el documento de Puebla, cuando afirma que:

"Las pequeñas comunidades sobre todo las Comunidades Eclesiales de Base, crean mayor
interrelación personal, aceptación de la Palabra de Dios, revisión de vida y reflexión sobre la
realidad a la luz del Evangelio; se acentúa el compromiso con la familia, el trabajo, el barrio y la
comunidad local" (Puebla, 629).

Juan Pablo II en su mensaje a los animadores líderes de las comunidades de base de Brasil admite
que "estas comunidades pueden ser válido instrumento de formación cristiana y penetración capilar
del Evangelio en la sociedad. La condición sería que se mantuviesen fieles a las características que
las hace verdaderamente eclesiales" (cf. EN, 58 y Sínodo 77, prop. 29).

Es importante que estas comunidades se mantengan siempre abiertas y en solidaridad con las
comunidades parroquiales y con el conjunto de la Iglesia local. Esta actitud redundará en un sentido
más eclesial de ellas mismas y en la renovación de las parroquias, haciéndolas, como decía el
Sínodo del 77 "comunidad de comunidades". Así ofrecerán a toda la Iglesia toda su potencialidad, al
conceder a una comunidad más amplia su propia riqueza.

La familia

La familia, por su carácter de primera comunidad donde el hombre se inicia en el amor y en la


verdad, puede ser un factor primordial de catequización "en cierto modo insustituible" (CT, 68),
como el Vaticano II así lo ha reconocido ampliamente (cf. GE, 3; LG, 11; AA, 11.30; GS, 52).

Dos razones principales avalan la capacidad catequética de la familia cristiana:


 su naturaleza de célula básica de la Iglesia que, al participar, como tal, de las acciones de la vida
de la misma Iglesia, se constituye en espacio propicio para el nacimiento y la maduración de la
fe.
 su misión respecto a la educación de la fe de sus miembros, que es una tarea que pertenece por
vocación, tanto a los padres como al conjunto familiar.

"La familia cristiana debe ser considerada como un cauce catequético de importancia primordial, en
cierto modo insustituible" (CC, 272; CT, 68).
"La familia cristiana debe ser un espacio donde el Evangelio es trasmitido y donde éste se irradia"
(EN, 71).

La catequesis familiar que "precede, acompaña y enriquece a toda otra forma de catequesis" (CT,
68), tiene como objetivos específicos:

 el despertar religioso de los niños,


 la iniciación en la oración personal y comunitaria,
 la educación de la conciencia moral,
 la iniciación en el sentido cristiano del amor, el trabajo y la convivencia.

Para que estos objetivos puedan ser realizados adecuadamente, necesitan una pedagogía propia,
nacida de la misma vida familiar. Por ello, la catequesis familiar es "una catequesis más del

Capilla Luis Espinal. 30


testimonio que de la enseñanza, más ocasional que sistemática, más permanente que estructurada en
períodos" (CC, 273).
La fe se transmite en el ámbito familiar creando, principalmente, un ambiente cristiano que abarque
todo lo que la familia es, dice y hace.

Para que la familia sea un lugar privilegiado de acción catequética, será necesario que se potencien
tres acciones pastorales en torno a la misma:

 incorporación de los padres en el proceso catequético de sus hijos,


 complementariedad de la acción catequética familiar con la de la parroquia, la comunidad
escolar y otros ámbitos de vida eclesial,
 desplazamiento de la familia hacia la comunidad cristiana, integrándola en un proceso
catecumenal comunitario junto con otras familias.

Asociaciones y movimientos apostólicos


Las asociaciones, grupos y movimientos apostólicos son verdaderos ámbitos comunitarios, porque
tienen como misión ayudar a los cristianos a desempeñar su tarea laical en la Iglesia y en la sociedad
de acuerdo con su originalidad propia y, por tanto, son verdaderos lugares de catequización.

Según el deseo del Papa Juan Pablo II, estos grupos "alcanzarán mejor sus objetivos propios y
servirán mejor a la Iglesia, cuanto más importante sea el espacio que dediquen en su organización
interna y en su método de acción, a una seria formación religiosa de sus miembros. Toda asociación
de fieles en la Iglesia debe ser, por definición, educadora de la fe" (CT, 70).

Este proceso educativo de la fe de los miembros de los movimientos apostólicos debe estar
vinculado al dinamismo catequético de la comunidad eclesial y tiene que ayudar a la maduración y
síntesis básica de la fe cristiana.

Capilla Luis Espinal. 31


Como ayuda complementaria para ampliar los conocimientos adquiridos con este texto,
puedes servirte de estos documentos:

 SCG, Directorio General de la Catequesis. Roma 1971.


 Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, Roma 1975
 Juan Pablo II, Catequesis tradendae, Roma 1979
 CEEC, La Catequesis de la comunidad, Edice, Madrid, 1983
 CEEC, El catequista y su formación, Edice, Madrid, 1985
 Catecismo de la Iglesia Católica, Madrid, 1992
 Alberich, E, La catequesis en la Iglesia, CCS, Madrid, 1991
 Diccionario de Catequética, CCS, Madrid, 1987.

SIGLAS

AA = Apostolicam actuositatem AG = Ad Gentes


CA = Catequesis de adultos
CACC= La catequesis de adultos en la comunidad cristiana
CC = La catequesis de la comunidad CD = Christi Dominus
CDC = Código de Derecho Canónico CF = El catequista y su formación Ch L= Christifideles Laici
CT = Catechesi Tradendae
CVP = Los católicos en la vida pública
DCG = Directorium Catechisticum Generale
DM = Dives in Misericordia DV = Dei Verbum
EN = Evangelii Nuntiandi
GE = Gravissimum educationis GS = Gaudium et Spes
LG = Lumen Gentium
MPD = Mensaje al Pueblo de Dios RH = Redemptor Hominis
RICA= Ritual de la iniciación cristiana de adultos
SC = Sacrosanctum Concilium

BIBLIOGRAFÍA

Plan de formación catequética – Instituto internacional de teología a Distancia – José Ortega y


Gasset – Madrid.

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