Principios rectores de la protección del medio ambiente derivados del derecho
intencional ambiental
Las relaciones internacionales han partido, desde hace mucho tiempo, del principio de la
soberanía territorial de los Estados; sin embargo, en la materia ambiental dicho principio
no puede mantenerse tan firme como históricamente se ha hecho, puesto que la
contaminación que se produce en un Estado puede afectar a la comunidad internacional
en su totalidad o a un país en específico, esto es, los fenómenos contaminantes no respetan
fronteras. Por esta razón, de los tratados y acuerdos internacionales ambientales,
económicos y comerciales han surgido determinados principios generales que fijan las
bases para su futuro desarrollo en la legislación internacional y nacional de cada país.
Veamos los que tienen mayor importancia.
   1. Principio de prevención, reducción y control de daños al ambiente
       Este principio consagra la obligación a cargo de los Estados de no permitir el uso
       de su territorio para la realización de actividades que perjudiquen el medio
       ambiente de otros países. Este principio encuentra sus fuentes en el principio 21
       de la Declaración de Estocolmo sobre el medio ambiente humano, en el art SO de
       la Carta de Derechos y Deberes Económicos de [os Estados y en el principio 2 de
       la Declaración de Río sobre el medio ambiente y el desarrollo.
       Inclusive, el Tribunal Internacional de Justicia ha generado jurisprudencia
       internacional sobre este deber de protección a cargo de los Estados. Como ejemplo
       tenemos el dictamen de este tribunal sobre la legalidad de la amenaza o el empleo
       de armas nucleares, en el cual determinó que "... la existencia de la obligación
       general de que los Estados velen porque las actividades realizadas dentro de su
       jurisdicción o bajo su control no dañen el medio ambiente de otros Estados o zonas
       que están fuera de su jurisdicción nacional forma parte ya del corpus de normas
       internacionales en materia de medio ambiente".
       La obligación de prevención conlleva dos tipos de conductas:
       a. La primera, que consiste en la prohibición a los Estados de causar daños de
          manera directa al medio ambiente más allá de sus fronteras nacionales;
       b. La segunda, consistente en la obligación de los países de vigilar que las
          actividades que se lleven a cabo en sus territorios o bajo su control no den
          lugar a esa clase de daños transírontenzos. La violación a estos deberes genera
          responsabilidad internacional, cuyo contenido será la obligación de reparar el
          daño causado y la prevención de daños similares en el futuro, actuando con la
          diligencia debida.
   2. Principio de cooperación intencional
      Éste proviene del principio 24 de la Declaración de Estocolmo y del principio de
      la Declaración de Río sobre medio ambiente y desarrollo, y consiste en la
      obligación de los Estados de dar aviso previo y anticipado a los países que estén
      en riesgo de sufrir daños ambientales por la realización de actividades en el
      territorio de los primeros. Esta obligación se ha desarrollado en las normas
      internacionales de conservación del medio ambiente e incluye el deber de
   informar y consultar sobre las actividades perjudiciales para el medio ambiente de
   terceros Estados, cuya fuente se encuentra en el principio 19 de la Declaración de
   RIO.
3. Principio de comunicación y consulta
   Derivado del principio 19 de la Declaración de RIO, este fundamento establece la
   obligación de todos los Estados de advertirse recíprocamente acerca de cualquier
   hecho o actividad que pueda causar daño al medio ambiente fuera del límite de
   los territorios sobre los que tienen soberanía y jurisdicción. Al respecto, López-
   Bassols aclara las implicaciones de este principio, al señalar que... se impone la
   obligación de cooperar para el Estado que puede ser afectado [por la actividad
   contaminante], para que una obra que vaya a traer consecuencias benéficas para
   el Estado que realizará la actividad, no se vea impedido por la postura
   intransigente del Estado afectado. Lo que se busca es que lleguen a una solución,
   en donde, si no se evitan las consecuencias de la actividad, por lo menos sí se
   minimicen sus efectos. También puede llegar un acuerdo para repartirse los
   beneficios de manera que se compense el daño causado.
4. Principio "quien contamina pagan
   Este principio fue concebido por primera vez en el seno de la OCDE en noviembre
   de 1974, para asignar los costos económicos que genera cualquier actividad que
   produzca impactos ambientales. Se planteó "... como una forma de imputar al
   contaminador la carga de la lucha contra la contaminación, quien deberá asumir
   el costo de las medidas necesarias para evitarla o reducirla hasta los estándares
   marcados por las autoridades públicas de los países miembros “Este principio está
   claramente reflejado en el Acta Única Europea de 1986, que establece en su art
   25 que todas las acciones tomadas por la Unión Europea relacionadas con el medio
   ambiente deberán basarse en el fundamento de que el daño ambiental debe ser
   corregido desde su fuente, haciéndolo un acto prioritario del Estado y que el
   contaminador debe pagar”.
   Mediante la observancia de este principio se persigue que los bienes y servicios
   cuya producción y/o consumo sean causantes de contaminación, reflejen en sus
   precios el costo de las medidas de prevención y control de dicha contaminación,
   debido a que las valoraciones económicas pueden ayudar a que los agentes
   económicos consideren los efectos o impactos adversos al ambiente antes de
   realizar las actividades productivas o de consumo causantes de esos resultados.
   El principio que nos ocupa se estableció en la Declaración de Rio sobre medio
   ambiente y desarrollo, que en su principio 16 lo consagra en el ámbito general
   aplicable a todos los Estados que produzcan daños ambientales a otros y no sólo
   a los países industrializados integrantes de la OCDE como originalmente se
   pensaba en la comunidad internacional.
5. Principio de responsabilidad común pero diferenciada
   Este fundamento fue establecido en el principio 7 de la Declaración de Rio Y en
   los convenios sobre cambio climático y la diversidad biológica, derivados de la
   Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo. Su
   contenido lo podemos dividir en dos partes:
   a. la primera, en la responsabilidad común de todos los Estados en la
      degradación del medio ambiente, en virtud de que cada uno ha contribuido a
      ella, y en el deber de no dañar el ambiente en el futuro, cooperando para
      solucionar las consecuencias presentes de la degradación ambiental;
   b. la segunda parte consiste en la distinta medida en que los Estados han
      contribuido a la degradación del medio ambiente, lo que hace la diferenciación
      de responsabilidades con especial énfasis a la correspondiente a los países
      desarrollados, quienes han reconocido internacionalmente la responsabilidad
      que les atañe "... en la búsqueda internacional del desarrollo sostenible, en
      vista de las presiones que sus sociedades ejercen en el medio ambiente
      mundial y de las tecnologías y los recursos financieros de que disponen.
   El contenido de este principio fue planteado particularmente por la mayoría de los
   países en vías de desarrollo, que tomaron como antecedente las manifestaciones
   emanadas de la Declaración de Estocolmo -antecedente de la Cumbre de Río de
   Janeiro- y las consideraron con escepticismo, "... ya que juzgaron que la
   responsabilidad del deterioro ambiental debía fincarse no en el resultado de su
   propia actividad económica, sino en el de las naciones que habían alcanzado ya
   grados avanzados de industrialización y, de paso, de explotación de los recursos
   naturales del planeta.:",28 especialmente por el desarrollo de sistemas productivos
   basados en el empleo intenso de energía proveniente de materiales fósiles.
   De esta manera, se estableció que la responsabilidad común no corresponde en
   partes iguales, sino que se tiene que tomar en consideración el daño ambiental que
   cada Estado realiza, siendo responsables en parte proporcional al daño ambiental
   causado."
6. Principio de precaución o de cautela
   El fundamento de precaución -o dicho en rigor, el criterio de precaución- fue
   establecido en el principio 15 de la Declaración en de Río, aunque su afirmación
   con carácter general se produjo en la Declaración Ministerial sobre el Desarrollo
   Sostenible, adoptada en Bergen en mayo de 1990 por los países integrantes de la
   Comisión Económica para Europa de las Naciones Unidas.
   Este principio se ha erigido -por iniciativa de los países industrializados- como
   uno de los instrumentos fundamentales de la protección internacional del medio
   ambiente, y algunos países -como México- lo han incluido en sus respectivas
   legislaciones. En dicho principio se establece:
   Con el fin de proteger el medio ambiente, los Estados deberán aplicar
   ampliamente el criterio de precaución conforme a sus capacidades. Cuando haya
   peligro de daño grave o irreversible, la falta de certeza científica absoluta no
   deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces en
   función de los costos para impedir la degradación del medio ambiente. No
obstante, contrario a lo que pudiera parecer, de su contenido se desprenden
determinados límites para su observancia y aplicación:
a. Que los Estados apliquen ampliamente el enfoque de precaución conforme a
   sus capacidades, significa que su interpretación será menos estricta respecto
   de los países en vías de desarrollo, considerando el principio de
   responsabilidad común pero diferenciada.
b. La aplicación del principio tendrá lugar en casos de falta de evidencia
   científica absoluta, por lo que debe tratarse de cuestiones respecto de las cuales
   se han alcanzado conocimientos precisos aunque persistan algunas
   incertidumbres; en sentido contrario, este principio no debe aplicarse en
   relación con problemas eventuales.
c. Las medidas eficaces para impedir la degradación del ambiente sólo pueden
   postergarse en función de los costos, dejando abierta la posibilidad de retardar
   tales medidas que, aunque seguramente serán eficaces, presentan un costo
   excesivo o desproporcionado.
d. Dicho principio sólo opera cuando hay peligro de daño grave o irreversible,
   mientras que en caso de riesgo cuyo alcance es reducido no es necesario
   aplicar un enfoque o criterio precautorio.>? El criterio de precaución debe
   incluirse en las acciones de gobierno cuyo objetivo sea la protección del
   ambiente, mas no como un instrumento de aplicación a todo caso particular
   que propicie injustificadamente -sin bases sólidas- estancamiento en
   inversiones y sistemas de producción cuyo impacto ambiental puede ser
   controlado, mitigado, minimizado o reducido, pues esos no son sus alcances
   originales.