Juan Rulfo, autor de Pedro Páramo, nació en Sayula, Jalisco, el 16 de mayo de 1917.
Rulfo
sólo escribió dos obras, El llano en llamas (1935) y Pedro Páramo que es su primera y única
novela, para algunos críticos es en realidad una nouvelle o relato largo.
Pedro Páramo es una de las novelas más influyentes de la literatura mexicana y
latinoamericana del siglo XX, es realmente una obra maestra. Su estructura que rompe con
la temporalidad lineal, recorre entre fragmentos y saltos la vida de un hombre, Pedro
Páramo, la de su pueblo que fue asolado por su ira y su ambición, al mismo tiempo que
retrata con naturalidad el México de la Revolución. Esta estructura fragmentaria, adquiere
finalmente un orden circular al abrirse con Abundio Martínez como guía de Juan Preciado y
cerrarse con el mismo personaje como asesino del protagonista.
Las voces de los habitantes que oye Juan Preciado, son las que junto con el narrador
omnisciente irán reconstruyendo de manera fragmentaria la historia de ese pueblo y a través
de esos narradores, Juan Preciado podrá cumplir parte de su propósito: conocer a su padre,
Pedro Páramo.
Al mismo tiempo que Pedro Páramo cierra el ciclo de las novelas de la Revolución
Mexicana, inaugurada por autores como Mariano Azuela. La novela de Rulfo es también
una obra representativa del realismo mágico. La magia espectral que encierra Comala,
pueblo fantasmal y purgatorio de sus habitantes, es trabajada magistralmente por Rulfo
hasta hacer que lo imposible en ese universo cerrado de su novela se vuelva verosímil.
En la novela, protagonista y pueblo conforman un ente simbiótico, una estructura
indisoluble, al punto que en voz de los narradores sabemos que la tierra de Comala va
adquiriendo poco a poco características propias de Pedro Páramo, como su amargura, o
generadas por él: “aquí todo se da, pero todo es agrio”, dice el padre Rentería. Comala
muere con él, para convertirse en un territorio de almas en pena, en un lugar caliente,
calcinante y árido como el apellido del protagonista.
Personajes
Juan Preciado: viaja a Comala por orden de su madre (fallecida la semana anterior) a reclamarle a
su padre Pedro Paramo lo que les quito. Primero se encuentra con el herrero Abundio, quien dice
ser también hijo de Pedro Paramo y le dice que este está muerto, y lo guía a casa de doña
Eduviges Dyada. Muere en la plaza del pueblo, y es encontrado muerto por Donis y Dorotea.
Abundio: Herrero que encuentra a Juan Preciado cuando este llega a Comala. Es también hijo de
Pedro Paramo, quien según él está muerto, y lo guía a casa de doña Eduviges Dyada. Tiene el papel
de cerrar la obra al dar muerte a Pedro Páramo, este hecho da al texto una estructura circular.
Asesina a su padre, ya que este se niega a prestarle dinero para enterrar a su recién fallecida
mujer.
Doña Eduviges Dyada: era muy amiga de Dolores Preciado, madre de Juan. Podría haber sido la
madre de este, ya que se acostó con Pedro Paramo en la noche de bodas de su amiga Dolores, ya
que esta estaba indispuesta. Trabajó en la estancia de Pedro Paramo y fue la primera en enterarse
de la muerte de Miguel Paramo. Sirvió siempre a sus semejantes, y hasta les dio hijos, pero se
termino suicidando a causa de un gran dolor.
Maria Dyada: Le suplica al padre Rentería que bendiga a su hermana luego de su muerte, pero el
padre se niega con la excusa de que, al suicidarse Eduviges, había obrado contra la voluntad de
Dios. Pero la realidad es que no la quiso bendecir porque Maria no aportaba dinero a la Iglesia.
Dolores Preciado: apodada Lola. Pedro Paramo le ofrece casamiento, ya que dentro de toda la
gente que le debía dinero, era la que más tierras poseía, o sea se casaron solo para la
conveniencia de Pedro Paramo. Cuando le informó Fulgor que Pedro quería casarse con ella, se
puso muy feliz. Ya nacido su hijo Juan, se cansa de vivir con su marido y se muda a lo de su
hermana Gertrudis.
Miguel Paramo: hijo de Pedro Paramo y una muchacha desconocida. El padre Rentería le explica a
Pedro que la madre de Miguel había fallecido en el parto. Pedro propone que el padre lo crie para
ser cura, pero este se niega, ya que poseería la sangre de Pedro Paramo, por lo que finalmente
este último se hace cargo. Años después, Miguel Paramo seria el asesino del hermano del padre
Rentería y violaría a su sobrina Ana. Por eso, el cura se arrepentiría del día en que lo dejo en
manos de Pedro Paramo. Miguel Paramo fallece al caerse de su caballo, y luego ser pisado por
este.
Padre Rentería: es el cura de Comala. Luego de la muerte de Miguel Paramo, no le quiere dar la
bendición por los actos que este había cometido. Solo le perdona los pecados y les dice que van a
ir al cielo a los que contribuyen económicamente con la Iglesia; en cambio a la gante pobre les dice
que no alcanzaran nunca el cielo.
Susana San Juan: hija de Bartolomé San Juan, aunque nunca lo llama “papá”. Padece una
enfermedad mental y esta postrada, ya que de pequeña su padre, que era minero, la introdujo en
una mina para buscar monedas y en vez de eso, encontró un cadáver. Fue la última esposa de
Pedro Paramo. Es cuidada por Justina. En un momento, recuerda el funeral de su madre, a donde
nadie había ido, ya que su madre había muerto de tisis y nadie quería contagiarse. Estuvo mucho
tiempo separada de Pedro, mientras tanto este mandaba gente a buscarla. Pero luego de 30 años,
vuelve a Comala, ya que Pedro Paramo atrae a su padre Bartolomé a la Media Luna, solo a cambio
de que le permita estar con su hija. Luego, lo hace volver a la mina en que trabajaba (llamada La
Andrómeda), para allí hacerlo desaparecer y dejar huérfana a Susana, porque sería más fácil darle
amparo. Nunca quiso a Pedro, sino que al único hombre que quiso fue a su anterior marido,
Florencio. Antes de su muerte, tiene una charla con el padre Rentería, pero ella quiere que este lo
deje en paz.
Pedro Paramo: hijo de Don Lucas Paramo, padre de Miguel Paramo y Juan Preciado. De pequeño,
vivía con su madre y su abuela. Con las ruinas heredadas de su padre construye un imperio,
comienza por adueñarse de la vida y las propiedades de Dolores Preciado, para finalmente
adueñarse de todo el pueblo, hasta llevarlo junto con él a la miseria, la desgracia y la
condenación .Le ordena a su administrador Fulgor que le pida la mano a Dolores Preciado, ya que
era a la familia que más dinero le debía, y se casaría con ella solo para salvar la deuda. Luego de la
muerte de su padre, don Lucas Paramo, Pedro causó gran mortandad en Comala. Durante un
tiempo, mucha gente abandonó el pueblo para alejarse de Pedro. Cuando Susana vuelve a
Comala, él la acompaña durante las noches. Apoya la Revolución Mexicana con dinero y hombres,
para que los revolucionarios no ataquen sus tierras, ya que estaban en contra del gobierno y de los
grandes terratenientes. Solo ama a su gran amor Susana San Juan, y a su hijo Miguel Paramo, ya
que se ve reflejado en él.
Don Fulgor Sedano: hombre de 54 años, soltero, de oficio administrador. Mano derecha de Pedro
Paramo. Es encargado por Pedro de pedir la mano de Lola. Es asesinado cuando fue a averiguar
por qué escaseaba el agua.
Toribio Aldrete: Es asesinado por don Fulgor por criticar al hijo del patrón de este, es decir, a
Miguel Paramo. En el acta contra los actos que había cometido, fue falsamente acusado por don
Fulgor de usufructo.
Damiana Cisneros: Mujer que había cuidado de Juan cuando este era recién nacido. Busca a Juan
Preciado, mientras este se encuentra en casa de doña Eduviges. Le pregunta a Juan por su madre,
y luego desaparece misteriosamente, lo que da a entender que está muerta.
Donis: hombre que, junto a su hermana, le abre la puerta de su casa a Juan Preciado. Con su
hermana mantiene una relación conyugal. Cuando Juan comunica que quiere abandonar el
pueblo, Donis le aconseja que no lo haga a esa hora, ya que estaba por oscurecer y que al otro día,
el podría acompañarlo. Más tarde, abandona a su hermana y no vuelve más.
Dorotea: Mujer que, junto con Donis, encontró a Juan muerto en la plaza. No tuvo ningún hijo,
aunque por una ilusión, creyó haber tenido 2. Miguel Paramo le propone que le busque mujeres, y
ella se vería beneficiada teniendo un plato que comer todos los días. Afirma haber visto morir a
Susana.
Gerardo Trujillo: es el abogado de Pedro Paramo. Informa a Pedro de que habían derrotado al
Tilcuate. Tiene la intención de dejar de administrarle los papeles a Pedro e irse a Sayula, y
esperaba que cuando dijera que se iba, su cliente lo retribuyera económicamente, pero eso no
sucede, entonces decide seguir trabajando para Pedro, a pesar de que don Lucas siempre le debió
dinero y todas las veces que tuvo que defender y ocultar los delitos cometidos por Miguel Paramo
(asesinato del hermano del padre Rentería y violaciones a muchas mujeres).
Ángela y doña Fausta: Caminando cerca de la Media Luna, observan que la luz de la habitación de
Susana estaba apagada, lo que era muy extraño, ya que durante 3 años todas las noches estuvo
prendida. Ven además a un doctor dirigiéndose a la Media Luna, seguramente para asistir a
Susana.
Justina Díaz: Nana de Susana San Juan, cuida de ella incluso en su locura.
Damasio “Tilcuate”: Matón a sueldo de Pedro Páramo a quien éste convierte en falso
revolucionario para mantener protegidas sus tierras.
Resumen de la obra:
Juan Preciado le promete a su madre, en su lecho de muerte, ir a Comala en busca de su
padre, a exigirle lo que era suyo. En realidad, Juan no pensaba cumplir la promesa que
había hecho a su madre, pero “se llenó de sueños”, empezó a hacer de Pedro Páramo una
ilusión y una esperanza. Así decide salir de Sayula, su pueblo, hacia Comala para cumplir
con el juramento mortuorio que hizo a su madre, para exigirle a su padre lo que les
correspondía por derecho, para cobrarle “muy caro”, le había advertido su madre, el
abandono en que los tenía.
Juan Preciado se encuentra con Abundio Martínez, éste le indica dónde está Comala y
cuáles son las dimensiones de “La media luna”, la principal propiedad de su padre.
También es Abundio quien le aconseja que busque a Eduviges Dyada para que le dé
hospedaje, aunque también, le advierte que Comala es un lugar desierto, un pueblo
fantasma.
La visión de Comala contrasta con la imagen idílica que su madre tenía de su tierra, no hay
árboles ni vida, sólo hierbas que se van apoderando de las puertas cerrándole el paso a los
vivos a aquel mundo de murmullos y de penas.
Eduviges Dyada lleva a Juan Preciado hasta su casa de huéspedes y le da una habitación sin
cama, en medio de la noche, Preciado empieza a concebir a Comala como un pueblo vivo,
pues entonces comienza a escuchar los rumores de los “habitantes”.
El narrador omnisciente nos introduce al protagonista, al joven Pedro Páramo, un chiquillo
algo holgazán, de malas costumbres como robar los cambios a sus padres, pretencioso e
insumiso. También inaugura la historia de amor entre Pedro y Susana San Juan, quizá lo
único puro, verdadero e inocente que tuvo la vida del terrateniente. A lo largo de todo el
texto, los soliloquios de Pedro Páramo se centran en su idilio con Susana San Juan, es a
través de ellos que se prefigura su partida de Comala, pero su presencia sempiterna en el
corazón del protagonista, para bien y para mal.
Pedro Páramo se convierte en un joven aprendiz de telegrafista, inconforme con su suerte,
crítico tanto a la sumisión y debilidad de su madre, como al conformismo de su padre.
Resuelve no aceptar esa realidad como la única posible, así se lo hace saber a su abuela
cuando ella le dice que como aprendiz tiene que hacer lo que se le mande, aunque no le
paguen, pues le están enseñando un oficio del cual podrá valerse. Es este episodio el que
muestra mejor el carácter del personaje: “Que se resignen otros, abuela, yo no estoy para
resignaciones.” (p. 26) No será sino mucho después cuando sabremos la causa de este
ánimo tan resuelto a abrirse camino en la vida a costa de lo que sea:
       Esperé treinta años a que regresaras, Susana. Esperé a tenerlo todo. No solamente
       algo, sino todo lo que se pudiera conseguir de modo que no nos quedara ningún
       deseo, sólo el tuyo, el deseo de ti. ¿Cuántas veces invité a tu padre a que viniera a
       vivir aquí nuevamente, diciéndole que yo lo necesitaba? Lo hice hasta con engaños.
       (p.88)
A la muerte de su padre, Lucas Páramo, su hijo asume las riendas de las propiedades como
primera medida para resolver sus problemas económicos, manda a Fulgor Sedano a pedir la
mano de Dolores Preciado a su nombre, dueña absoluta de la herencia de su familia, que se
case con él. Dolores acepta gustosa. Naturalmente, Pedro Páramo exige que el estatuto
matrimonial sea por bienes mancomunados.
Eduviges le cuenta a Juan lo unidas que eran ella y su madre, Dolores, y cómo ella la
sustituyó en su noche de bodas, pues Dolores no podría estar con Don Pedro porque la luna
estaba brava, según un charlatán a quien Dolores consultó. Dolores se casó ilusionada, pero
la indiferencia y las exigencias de Pedro Páramo terminaron por amargarle la vida. Un día
comentó con su marido que extrañaba a su hermana, éste la mandó a visitarla, pero nunca
volvió a reclamarla, por ello Juan lleva sólo el apellido de su madre. Al abandonarlos,
también los despojó de todo.
Eduviges introduce una historia más: la muerte de Miguel Páramo. La madre de Miguel
Páramo muere al dar a luz, mientras el padre Rentería le da la extremaunción, la mujer le
confiesa que la criatura es hijo de Pedro Páramo, así que el padre lo va a entregar. Pedro
Páramo, en principio no quiere recibirlo, pero se siente retado por el sacerdote cuando éste
le dice que no lo lleva al seminario porque él no puede cargar con una sangre tan mala.
Pedro Páramo se queda con el niño para demostrar que su sangre no es tan mala, sin
embargo, consciente y asume como propios los crímenes e injusticias perpetrados por
Miguel: asesinatos y violaciones.
Miguel Páramo se enamora de una muchacha de Contla, todas las tardes va a verla, el
camino es largo, así que vuelve ya entrada la noche. Eduviges oye correr despavorido al
alazán de Miguel. Al poco rato, Miguel busca a Eduviges, pues cree que es la única que lo
comprenderá, le cuenta que su camino se llenó de humo y no pudo encontrar Contla, que ha
estado buscando un lugar que no existe, incluso afirma que quizá la gente del pueblo tenga
razón y él esté loco. Eduviges le explica que no, que no está loco, sino muerto. El propio
Miguel, aún inconsciente de su muerte le cuenta a Eduviges que por ahorrarse el rodeo por
la finca, saltó con su caballo sobre el lienzo de piedra, frente a éste encontraron su cuerpo
con la cara deshecha.
Durante el entierro de Miguel Páramo nos enteramos de que gran parte de sus fechorías
afectaron a la familia Rentería. Miguel mató al hermano del cura, violó a su sobrina, amén
de injuriar y faltarle al respeto al sacerdote a la menor provocación. Por todo ello, en
principio el padre Rentería se niega a darle la bendición, pero finalmente cede ante el poder
de Pedro Páramo. El sacerdote se va arrepentido y le ofrece el dinero a Dios, pidiéndole
perdón por haberle faltado a su familia, se siente incapaz de darle un perdón sincero a
Miguel Páramo, al mismo tiempo que trata de justificarse con Dios, pues piensa que no le
queda otro remedio, los pobres no lo pueden alimentar. En su discurso, se refleja que en su
caso la salvación se puede comprar, sin embargo, también se nota su rencor, pues la
absolución que le concede a Miguel Páramo, a él se la niega el Obispo. El padre Rentería,
les niega la absolución a Dorotea y a Eduviges, a esta última por haberse suicidado.
Tras la narración de estos acontecimientos, Damiana Cisneros va en busca de Juan
Preciado, pues se entera de que él está en casa de Eduviges durmiendo en el mismo cuarto
donde un hombre acreedor de Pedro Páramo había sido ahorcado, no lo enterraron nunca,
encerraron su cuerpo en ese mismo cuarto para que nunca pudiera descansar. Damiana
Cisneros, le informa a Juan que ha estado hablando con un alma en pena, la de Eduviges.
Damiana Cisneros también parece inconsciente de su propia muerte y se lleva Juan
Preciado camino de “La media luna”, mientras le va contando historias de otros pobladores
de Comala. Cuando Damiana le cuenta a Juan que ha visto a su hermana Sixtina, quien
murió cuando ella tenía doce años, Juan empieza a sospechar que Damiana también es un
fantasma, cuando le pregunta si está viva, las dudas de Juan desaparecen junto con el
cuerpo de Damiana.
Presumiblemente, es justo aquí cuando a Juan “lo matan los murmullos”, cuando muere del
susto al darse cuenta de que ha estado rondando en un pueblo de almas penitentes y que a
eso obedece el calor infernal que sentía desde el principio. Pero como la mayoría de los
pobladores de Comala Juan también tarda en percatarse de su propia muerte. Su alma vaga
por el pueblo encontrando a diferentes pobladores, todos con alguna historia sórdida, la
mayoría relacionadas con Pedro Páramo, con algún pecado que ni ellos mismos se
perdonan: suicidio, incesto, locura, adulterio.
Después de muchos años, los San Juan, Don Bartolomé y su hija Susana regresan a
Comala, con la ayuda de Pedro Páramo quien les ofrece su casa. Susana perdió la razón con
la muerte de su marido Florentino. Para Don Bartolomé, Pedro no era hombre para su hija,
mucho menos porque seguía casado con Dolores. Así es como el terrateniente se vio en la
necesidad de eliminarlo para cumplir con sus fines, pasar los últimos años de su vida a lado
de Susana.
Después de mandar asesinar a Don Bartolomé, Pedro Páramo asume los cuidados de
Susana, logró su cometido que Susana fuera parte de su vida, pero él nunca fue parte de la
vida de Susana, para ella, sólo existía Florentino, el recuerdo de su marido. Pedro sabía que
él no podía luchar contra lo que rondaba la mente de Susana y se conformó con velar su
sueño y poseer a las mujeres de su servicio, hasta la muerte de Susana.
Al morir Susana, Pedro Páramo se deshace de todo, no vuelve a sembrar ni a invertir en sus
tierras, metafóricamente condena al pueblo a hundirse con él. Mientras viva no le faltará
nada, pero Comala se irá muriendo con él. El tema de la revolución se introduce con la
muerte de Fulgor Sedano y la intrusión de los revolucionarios en “La media luna”, sin
embargo, aquí de nuevo la historia nos sorprende, cuando en vez de morir también a manos
de los alzados, Pedro Páramo les ofrece financiamiento y hombres para seguir la lucha.
Para garantizar su seguridad, el terrateniente introduce a uno de sus hombres de confianza,
Damasio, el Tilcuate. Cuando Pedro Páramo se cansa, en realidad muy pronto, de financiar
la revolución, alecciona al Tilcuate hasta convertirlo en un verdadero revolucionario y lo
manda a asaltar Contla.
Abundio Martínez pierde el rumbo con la muerte de su esposa Refugio, al igual que su
padre tras la muerte de Susana. Se emborracha en la tienda de mamá Villa y va a “La media
luna” a pedir una caridad para enterrar a su mujer, Damiana se asusta, pues él está armado
con un puñal, no escucha o no quiere escuchar que el hombre sólo quiere dinero. Abundio
entra en la habitación de su padre y lo mata.