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La Creación en Los Salmos Ángel Aparicio Rodríguez

Este documento discute cómo la creación narra la gloria de Dios a través de un "lenguaje imperceptible". Analiza cómo los salmos describen a la creación (el día y la noche) comunicando el mensaje de Dios. Finalmente, explora cómo la poesía puede ayudarnos a percibir este lenguaje de la creación y comprender mejor al Dios escondido que se revela a través de Su obra.

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La Creación en Los Salmos Ángel Aparicio Rodríguez

Este documento discute cómo la creación narra la gloria de Dios a través de un "lenguaje imperceptible". Analiza cómo los salmos describen a la creación (el día y la noche) comunicando el mensaje de Dios. Finalmente, explora cómo la poesía puede ayudarnos a percibir este lenguaje de la creación y comprender mejor al Dios escondido que se revela a través de Su obra.

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AA.VV. “Trinidad y Creación”.

Semanas
de Estudios Trinitarios. Secretariado
5
Trinitario, Salamanca 2003
Cántico al Creador
Teología narrativa de la creación en los Salmo

ÁNGEL APARICIO RODRÍGUEZ


UNIVERSIDAD PONTIFICIA
SALAMANCA

La creación tiene un lenguaje imperceptible; lenguaje qu e es una auténtica


teología narrativa, según leemos en el Sal 19,2 el cielo 6 proclama la gloria de
Dios, / el firmamento anuncia la obra de sus manos; / el día al día le confía" el
mensaje, / la noche a la noche se lo notifica.
"Proclamar", "anunciar" son dos verbos propios de la teología narrativa. Es una
proclamación incesante, un anuncio copioso, añaden los dos verbos siguientes:
"confiar" (de suyo "borbotar") y "notificar." El día tiene su lenguaje abundante, como
las aguas del manantial. La noche no cesa de hablar, de notificar o de susurrar en forma
litánica el quehacer y la obra divina: "El día al día le confía el mensaje, / la noche a la
noche se lo notifica." Día y noche se convierten en narradores del obrar divino: de su
gloria desbordante, cuyo resplandor se refleja en la creación, así como de la justicia con
la que el Dios litigante pone al descubierto las acciones del inicuo: "El cielo proclame su
justicia, / Dios en persona va a juzgar" (Sal 50.6).
Misión del poeta, del salmista, es poner voz y sonido a lo creado. La mirada
penetrante, iluminada por la fe, es capaz de percibir lo que aparentemente es
susurro, cuando en realidad es una palabra incontenible, que brota a
borbotones. ¿Seremos capaces captar lo que la creación va diciendo de su
Creador?
Organizo el material bajo los títulos siguientes: 1) Nuestro Dios es un Dios escondido,
por el que se interroga Juan de la Cruz: “¿A dónde te escondiste, / Amado, y me
dejaste con gemido"? Es el Dios del que pretende hablar: del Creador y de su
entorno ¿Cómo hablar de Dios Creador? ¿Qué nos susurra el día y qué notifica la
noche? ¿No hablamos de un Dios escondido?. 3) “Y todos cuantos vagan" ¿qué
gracias nos van refiriendo? Es decir, la creación tiene su consistencia y su caducidad.
4) El ser humano tiene un puesto destacado entre las criaturas. Después de ser
mirado por Dios ¿Qué gracia y hermosura dejó en el hombre?. 5) Todo ser creado
da gracias a Dios y canta el "Aleluya": ¿Por qué unir nuestra voz a la de las criaturas
y decir, con todas ellas:
“Loado seas, mi Señor"?

1. Dios CREADOR Y SU ENTORNO ("¿ADONDE TE ESCONDISTE, / AMADO...?")

nosotros preguntamos; interrogamos a los poetas, esos seres privilegiados que ven lo
que nuestros ojos ni atisban. El teólogo dirá: "La noción de creación aparece,
históricamente, como algo original y característico del pensamiento bíblico” El poeta
no habla de "nociones". Tiene el recurso de las imágenes. Que ellos, los poetas nos
acompañen en nuestra búsqueda. De la mano de los poetas acaso podamos
acercarnos al Dios Creador y a su entorno.
Todo el arco temporal, cuyo principio y fin se desconoce, es superado y está cubierto
por Dios. Si se mira hacia el inicio de todo, Dios es; si se contempla el final, Dios es.
Lo afirma así el salmo 102,28: "Tú eres aquél cuyos años no se acabarán14. La eternidad
del Dios de Israel se sitúa por encima de todo lo creado. ¿Cómo se imagina Israel a su
Dios?

El Dios que es, que está más allá de toda medida temporal que se emplee (Sal 102,28).
Dios es también soberano, rey cuyo trono se asienta sobre la justicia y el derecho. Con
el destierro ha retornado la tiniebla del caos. Se impone una nueva intervención divina
que recree todo y mantenga en la existencia a lo creado. Tras el exilio Dios regresa al
templo, retornará la gloria del Señor, cortejada por Amor y por Verdad, que son dos
atributos de Dios. Dios sacará a su pueblo de las tinieblas caóticas, similares a las
tinieblas que se cernían sobre el abismo antes de que apareciera ser alguno sobre la
tierra según el relato sacerdotal (Gn 1,2)
Historia y naturaleza, naturaleza e historia se dan la mano en el tema de la creación.
Aunque éste no tenga un peso específico en el antiguo Testamento, adquiere su
importancia para establecer relación de la historia salvífica con la creación.
El empeño de los autores bíblicos es relacionar la creación con la historia de salvación.

2. ¿CÓMO HABLAR DE DIOS CREADOR? ("EL DÍA AL DÍA LE PASA EL MENSAJE”)

. "El Señor hizo los cielos" confiesa el Sal 96,5b. Tal acción es consecuencia de la palabra
divina, que es creadora como leemos en el Sal 33,9, haciéndose eco del relato sacerdotal
de Gén 1: "Él lo dijo y existió / él lo mandó y surgió." Estas afirmaciones explicitan el
enunciado del v. 3: "Por la palabra del Señor se hizo del cielo." El verbo "hacer" se
convierte en participio en algunos otros salmos, adquiriendo así el rango de atributo
divino: Dios es el "hacedor" del cielo y de la tierra (cf. Sal 124,8; 146,6; 134,3; 135,5,
etc.) y también de las "grandes luminarias" y de los cielos (Sal 136,7.8), etc. La creación
para Israel no es un objeto, sino un acto en el que intervienen la palabra y la acción
divina, "la razón es que para Israel el mundo no era un ser sino un acontecer, una
realidad que él experimentaba de una manera siempre nueva y compleja"." La palabra
es eficaz; lo es mucho más si se trata de la palabra divina. En la creación del firmamento
la acción se une a la palabra (cf. Gn. 1,6-7).
La creación no es mera actuación de una inteligencia, un poder distante, sino de un
artesano, cuyas huellas quedan impresas en lo creado, sin que, por ello, la creación se
sustraiga a su propia mundanidad; muy al contrario, cuanto más se resalta el hecho de
ser creado, más se enfatiza el aspecto mundano de lo creado; más se le despoja de la
aureola numinosa que tiene en otras culturas26.
El verbo "fundamentar" nos remite inevitablemente al Señor. La relativa
estabilidad de lo creado es una referencia a la estabilidad absoluta del Creador.
Ya que la creación es obra de las manos divinas, que cimentan y fundamentan,
todo lo creado pertenece al Creador.
Afín al verbo "fundamentar" es el verbo "afianzar / consolidar" o "estar
firme" (fe). En el Sal 24,2 forma paralelismo con "fu ndar / fundamentar": "...
pues él la fundó sobre los mares, la afianzó sobre los ríos." La fuerza caótica del
mar 8 o el ímpetu devastador de las aguas son una amenaza, sin duda, para la
creación, siempre tan frágil. Esta, sin embargo, recibe estabilidad o firmeza de Aquel
que es verdaderamente estable y firme.
La duración celeste y la estabilidad de la tierra son un pálido reflejo de la fidelidad de
Dios, cuya palabra es eterna. Quien contempla el mundo con mirada creyente no abriga
los temores que originan las aguas destructoras o los espacios infinitos, sino todo lo
creado le habla de la fuerza y estabilidad divina.
Una cuarta acción nos envía al taller del alfarero. Se trata del verbo "formar". Así es
como Dios formó al primer hombre: modelando barro de la tierra (Gen 2,7s).
La fragilidad propia de la cerámica, que es nuestra fragilidad, tiene la ventaja de que
Dios es el alfarero, sólo Dios. Se entiende también que el Señor sea "bueno con todos,
tierno con sus criaturas (Sal 145,9). ¡Cómo no va a serlo, si todo ha pasado por el
cuidado y mimo de sus manos! No se le ha escapado ni el más pequeño detalle.
Añado una acción más a este esbozo de la actuación divina: "edificar" o "construir".
"Tu amor edificó los cielos37, más estable que ellos es tu fidelidad", leemos en el Sal 89,3.
En paralelismo con el verbo "fundamentar", los cielos, como obra de albañilería, tienen
una solidez similar a la que es propia de la fidelidad divina. La fidelidad de Dios
permanece de generación en generación; será cantada eternamente y anunciada por
generaciones
El verbo del que hablo ahora nos remite a la construcción de la casa, del templo, de la
dinastía, etc., como aparece claramente en el v. 5, con el mismo paralelismo de verbos:
"Afianzaré a tu linaje para siempre / y consolidaré tu trono por generaciones."
Recuérdese cuanto he dicho anteriormente del verbo "fundamentar", porque también es
aplicable a este verbo. La solidez y consistencia de la construcción no procede de la pericia
ni del saber humano, sino de la actuación divina, como se advierte en aquel otro salmo
127,1:
¡Bienvenido sea todo esfuerzo humano! Pero todo cuanto es existe gracias a la actuación
divina, que construye y da consistencia a lo existente.
Se debe a la reflexión sacerdotal la anteposición de la palabra a la acción creadora, y,
sobre todo, que en la narración actual todo el relato venga a ser una explicación del verbo
"crear". Este verbo "no designa una acción descriptible, sino que indica únicamente que
la palabra imperativa de Dios da origen sin ninguna otra intervención, a algo
absolutamente nuevo, que no existía antes. Él lo mandó y fueron creados (Sal 148,5)39".
La mentalidad ya está preparada para poder decir que todo, es creación divina.
Una acción divina tan directa, que rechaza el mero hacer para el hombre y
recurre al verbo crear (cf. Is 45,12: Dios hizo la tierra, pero al hombre lo ha
creado, parece pedir tal peso de eternidad que induce a preguntar al autor del
Sal 89,48:
Estamos ante algo extraordinario la creación "soberana, sin esfuerzo y completamente
libre, por parte de Dios43."
La consecuencia de todas estas acciones divinas es que la creación se "mantenga en
pie", que "surja" o "permanezca firme”, como canta el Sal 119,90s: El cielo y la tierra,
es decir toda la creación responde puntualmente a la orden divina.
"¿Adonde te escondiste, / Amado...? ¿Es acaso un Dios escondido? Sí, pero tras el
lenguaje silencioso de la creación. El silencio se relaciona con el oído: penetra, llena,
despierta el oído. Tiene perfecto sentido tender el oído hacia la bóveda celeste, orientar
nuestros tímpanos hacia el tímpano celeste. Escuchando el silencio, algo hemos
aprendido a decir, aunque sea con múltiples palabras, fragmentos de la única Palabra.
Hemos balbuceado algunos verbos: "hacer", "fundamentar", "afianzar / consolidar o
estar firme , formar , edificar , crear , mantenerse en pie , etc. son tan sólo fragmentos
de la única Palabra, del Verbo, que permanece en silencio, acaso para que siempre
tendamos el oídos hacia la bóveda celeste, o mejor hacia el "Verbo". La palabra de Dios,
creadora del cielo y de la tierra, se desdobla en muchas palabras, pronunciadas por el
poeta que escucha el lenguaje de la creación, pero se dice definitivamente en única
Palabra, que es el "Verbo", que da sentido y unidad a los fragmentos. Pronunciada esa
Palabra, la última y unitaria, Dios permanece en silencio.

11
3. CONSISTENCIA Y CADUCIDAD DE LO CREADO ("... DE TI ME VAN MIL GRACIAS REFIRIENDO")

Nuestro Dios escondido está patente en "las obras de sus manos", tal como le ven
los ojos del poeta, del salmista. Nuestro Dios silencioso no deja de hablar
incesantemente, por más que se haya dicho en su Verbo. Toda su creación se torna
"mensaje "susurro", se sumerge en la palabra. Los verbos que hasta ahora han sonado
en esta sala son verbos referentes a la actuación divina. La creación en sí misma, desde
su consistencia y también desde su fragilidad, continúa hablando.
Continuamos con el oído tenso hacia la creación: que nos diga algo más de
nuestro Dios, aunque sólo escuchemos "un no sé qué quedan balbuciendo." Si
la creación, tan frágil, se mantiene pie, es porque otro la sustenta.
"Vacilar", por consiguiente, no es tan sólo "titubear", "mover se" o
"estremecerse", etc., sino que alude a la caída mortal, a la desaparición. Es un
verbo que habla de la caducidad de la creación, de su hundimiento en la nada o
en la muerte, si Dios retira su apoyo. De Dios recibe estabilidad y consistencia.
Si retira su mano o su arrimo, imperará la muerte. Esta se convertirá en dueña
y señora.
Sólo el hombre, imagen de Dios, y con mayor precisión, sólo el hombre que tiende su
oído al silencio y a la sonoridad del Verbo silencioso tiene la habilidad de captar lo que
dicen 'cuantos pasan". Los sentidos impondrían su propia verdad: Todo es bello, sí, pero
todo se tambalea; y se llegaría a la conclusión propia de Qohelet: "Vanidad de
vanidades., todo es vanidad" (1,2). La creación vendría a ser, así, la suprema aberración,
la vacuidad absoluta, el máximo sin sentido. Tiene su propia consistencia, sí; pero si se
le retira el apoyo, se hunde en el vacío; y a la postre se impone la oscuridad absoluta.
4. EL SER HUMANO EN LA CREACIÓN ("… QUE GRACIA Y HERMOSURA EN MÍ DEJASTE")

Vayámonos a ver en la hermosura del ser creado que es el hombre. Dios hizo
la tierra, pero creó al ser humano, oímos decir a Is. 45,12. El profeta hace justicia
a la escuela sacerdotal, acuñó por tres veces el verbo "crear" cuando habló de
la creación del hombre. La tradición presacerdotal prescindía de la palabra y se
centraba en la acción, cuya formulación es solemne: hagamos al hombre..." (Gen
1,26). El hombre como toda la creación, está expuesto al tropiezo y a la caída, a
la muerte, pero también sabe que Dios le tiene de la mano, porque ha elegido a
Dios como a su Guía perpetuo. "Aunque caiga, no quedará postrado" (Sal 37,23).
Ante el derrumbamiento de lo creado, puede negar a Dios, que se muestra
inoperante, pero también puede confiar con absoluta confianza. "Lo coronaste
de gloria y honor 88 " (8,6b). Al dominio absoluto de Dios corresponde el dominio
vicario del hombre. Como lugarteniente, como vasallo, como embajador del
único "Dueño en la lejana provincia de la tierra, el hombre es "casi un dios". Un
"casi" que ha de ser respetado para que el hombre ostente su dignidad. Si el
hombre se empeña en arrebatar la igualdad con Dios, cual engreído Prometeo,
se estrellará contra el "alcázar" divino del que habla también este salmo:
"Construíste un alcázar 8 frente a tus adversarios,/ para acallar al enemigo
vengativo (Sal 8,3)
El ser humano, insisto, es el visir de Dios en esta provincia del imperio divino
que se llama tierra.

Pese a tanta dignidad y belleza, también el ser humane proclive al tropezón


y a la caída mortal, como el resto de lo creado. Si sus pies no vacilan, es porque
el amor de Dios lo sostiene.
5. CÁNTICO DESDE EL CIELO y DESDE IA TIERRA ("¡LOADO SEAS, MI SEÑOR...!")

(Sal 102,20-21). También el individuo, cada ser humano, es invitado a dar gracias al
Señor: "Te doy gracias porque eres prodigioso100: / soy un misterio, misteriosa obra
tuya101" (Sal 139,14). He aquí que el hombre es una miniatura del prodigioso misterio
divino. Dicho de otro modo, Dios manifiesta su grandeza, sus prodigios, en la historia
santa. Nuestra tierra es el escenario de la epifanía divina, de su actuación salvífica.
de su actuación salvífica.
El misterio divino adquiere corporeidad en el hombre. Éste se contempla y se define
como "misterio, misteriosa obra de Dios." Ha de ser, necesariamente, el liturgo de la
creación. En su alabanza se recogen y resuenan las voces de creado en el cielo y en la
tierra, y el hombre entona su acción de gracias a Dios. La acción de gracias al Dios del
cielo (cf. Sal 136,5.26) se resuelve, a la postre, en una acción de gracias al Dios
prodigioso.
"
La acción de gracias, sin embargo, no es la última palabra de la creación, sino la
alabanza. En la acción de gracias el hombre se contempla aún a sí mismo, si bien a
la luz del Creador. Es necesario que su mirada se centre sólo en el Creador y que se
dé paso a la alabanza.

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