Palabras Son Amores. Jose Maria Cabodevilla
Palabras Son Amores. Jose Maria Cabodevilla
SON            AMORES
LIMITES        Y    HORIZONTES
DEL   DIALOGO HUMANO
                        POR
               MADRID   • MCMLXXX
                    BIBLIOTECA                 DE
AUTORES CRISTIANOS
                                de          interés
Declarada                                                                  пасional
                                          414
PRESIDENTE:
                               MADRID      •    MCMLXXX
                                                                       –
                                                                  INDICE GENÉRAL
                                                                                  PRIMERA   PARTE
                                                                         Tesis:
                                                                                    BOY MEETS       GIRL
                                                                                                                                  Págs
                                                                                                                                  .
                                                    1.
                                                         Las palabras,      papel   moneda                                         17
                                                    2.
                                                         Hablo, luego existo                                                       21
                                                    3.   Dos concepciones        del lenguaje: el mecano         y la caja
                                                         de herramientas                                                           25
                                                    4.
                                                         Polvo y palabras   seré                                                   29
                                                          Y dijo el hombre: «Hagamos
                                                    5.
                                                                                             el   lenguaje   a   nuestra
                                                         imagen y semejanza»                                                       35
                                                    CAPÍTULO                                                                       45
                                                                 II.-Vivir es       convivir, hablar   es    dialogar         .
                                                    1.
                                                                                                                                   45
                                                    2.   Carácter dialógico de la vida natural         y sobrenatu-
                                                         ral                                                                       49
                                                         La palabra fundamenta el orden social y la identi-
                                                    3.   dad personal; el Espíritu que abre nuestros oídos y
                                                         nuestros labios                                                           56
                                                    4.
                                                         La era del diálogo                                                        65
                                                    1.
                                                         Saber   escuchar                                                          71
                                                    2.   El diálogo y sus leyes de simetría                                        75
                                                    3.
                                                         Fe, esperanza y diálogo. Comprender        es
                                                                                                        una
                                                         forma de compartir                                                        80
                                                    4.   Igual que    oración y el        el
                                                    1.
Impreso en España. Printed in Spain                         muro
                                                                                                                                   95
                                                         muro
                                                                                    Págs.
                                                                                                                                                                         Págs
                                                                                                                                                                         .
                                                                                      99
     2.    Lo que decimos, lo que pensamos y los que somos.
 3.        Nuevo planteamiento de la sinceridad                                      107    3.
                                                                                                  Explicar unas palabras mediante otras palabras,
                                                                                                  mientras el polvo que quitamos de la mesa se de-
                                                                                                  posita sobre las sillas                                                207
                                            SEGUNDA PARTE
                                                                                            CAPÍTULO                              è corto
                               Antítesis:                                                                      V.-Oh quanto                 il dire                      215
                                             BOY LOOSES GIRL
                                                                                            1.
                                                                                                   Lo nombres y las cosas, o el triángulo              y la pirá-
 CAPÍTULO                                   de los comediantes                       119           s                                                                     215
                   I.-Diálogo                                                 ...                 mide
                                                                        ...                 2.    Contra la fascinación de las palabras                y    contra
 1.
          La importancia de la sintaxis o de cómo una más-                                        los fascinantes objetores de las palabras                              220
          cara llega a configurar un rostro                                          119    3.    Sentencia (más melancólica) de      discípulo (más
                                                                                                                                   un
 2.
          Hagan diálogo, señores, que la mentira es una                                           riguroso) de Protágoras: «El lenguaje del hombre
          verdad incipiente, que la verdad es una mentira                                         es la medida de todas las cosas»                                       226
          consolidada                                                                126    4.    Que trata del diálogo con Dios y del diálogo sobre
              camaleón                                                               133          Dios, con avisos par no pronunciar su nombre en
           El                    sobre la alfombra
 3.                                                         escocesa
                                                                                                                   a                                                     231
                                                                                                  vano
                                    de dialogar                   de persuadir.     143
CAPÍTULO           II.-Arte                            y/o arte
                                                                                                                              TERCERA   PARTE
1.
                                                                                    143
          No existen palabras en estado de inocencia
          Os advierto que toda conversación, jay!, es retó-                                                          Hipótesis: BOY GETS
2.                                                                                                                                              GIRL
          rica y comercial                                                          152
                                                                                    158
                                        lenguaje-siervo                                     CAPÍTULO           I.-Hacia   una definición más humana del
3.
          Lenguaje-señor            y
                                                                                                                                                                 la
CAPÍTULO           III.--El         diálogo como eufemismo                          163     1.    Lenguajes más aptos para el consuelo que para
                                                                                                  euforia                                                                241
                                                                                            2.    Dios inefable, pero elocuente                                          250
1.
                       y
          Discutir    matar moros, dos maneras muy afines
          de atenuar la monotonía de la vida                                        163     3.    La Palabra se hizo carne y las palabras              se   trans-
2.
          Cuando los de Apolo dialogan contra los de Cefas.                         167           formaron en acción                                                     256
3.        La secreta inseguridad de los dogmáticos y su ne-
          gativa al diálogo: su miedo al     es miedo a la
                                                         error                                                                                                   el
4.
          verdad
          Preguntas,       y    respuestas,        y
                                                                                    176
                                                                                    183
                                                                                            CAPÍTULO
                                                                                                 pluralismo
                                                                                                               II.-La  unidad hace posible el diálogo,
                                                                                                                   hace posibles a los dialogantes                       263
                                                       preguntas
                                                                                                                                                                 la
                                                                                            1.    Intercambio de verdades y búsqueda común de
                                                                                                                                                                         263
CAPÍTULO                                                                            191           verdad
                   IV.-Babel                                                                                                               derecho
                                                                                            2.
                                                                                                  La «diversidad de le  uas» (Act 2,4),
                                                                                                                                        un                           y
1.
          Comunicación de masas                e
                                                                                    191
                                                                                            3.
                                                                                                  Diálogo con        los antiguos   o las sucesivas relecturas
          sonas                                                                                           un texto                                                       279
2.        La irremediable ambigüedad del lenguaje o lugar
          donde se juntan las paralelas                                             197
                                                                                            4.   de
                                                                                                 Donde          se concluye que todo hombre es diferente
                                                                                                        todo    lenguaje es dialectal                                    285
                                                                                                   y
10                                                                                                                                                                              11
                                                                     Págs.
                                                                             РALABRAS SON АМORES
5.
     De cómo la tolerancia no significa         mal
                                           un          menor,
     sino   bien mayor                                               293
           un
CAPÍTULO                                                             299
             III.-Comunicación      y comunión
1.
      Los tres niveles del diálogo: el mantillo, el estrato
     calcáreo y la mina de metal precioso                            299
2.   Segunda conversación en el escenario                            305
3.    Yo-tú, yo-ello, yo-usted                                       308
4.
     Amor y respeto. Desgraciadamente, tenemos más
     palabras para distinguir que para resumir                       317
                                                          ....
CAPÍTULO    IV.-Invitación    al escepticismo entusiasta.            325
1.
     Más allá del engaño y del desengaño                             325
                                                      ...espe-
2.
      Un conocimiento sin desesperación,
                                                una
     ranza sin obcecación,       irónico,
                            un amor             un diálogo
     gramaticalmente correcto                                        330
     Las
         próximas tentativas de diálogo seguirán fraca-
3.
12
          PRIMERA PARTE
    (nar teeny
Tesis:   BOY MEETS GIRL
                                 CAPITULO I
  Si lo prefiere,como
       así         podemos considerar el lenguaje
como un mecano,        un tapiz continuo,
                             o            como uno
edificio que no se acaba nunca, pero al cual sólo con
manifiesta injusticia podríamos relacionar con la torre
de Babel. Quiero decir un conjunto indefinido de posi-
bles construcciones: los ladrillos     las palabras, y el ba-
                                   son
                                   las
rro de que están hechas       palabras es una mezcla de
veintitantos  fonemas; ese barro común que se da tanto
 en Ceylán como en Guadalajara, lo mismo hoy que en el
magdaleniense. Podemos también considerar el lengua-
je como un mosaico infinito, pues infinitas son las com-
binaciones de sus piezas, y mejor aún, como la suma
siempre abierta de los movimientos que sobre ese in-
menso ajedrez podrían realizar unas pocas figuras. Us-
ted puede, asimismo, utilizar el lenguaje
                                           como una ba-
raja y pasarse la tarde haciendo solitarios en espera de
un buen póker: pato apto, topa, tapo; tampoco un «full»
sería de despreciar: término, termino, terminó (mien-
tras, afuera, seguramente llueve), y he aquí que por fin,
finalmente, joh dadivosa Fortuna!, hemos podido re-
unir una escalera de color: paso, peso, piso, poso, puso.
                                          las palabras. Me
Pues   sí, ya   ve, confieso
                         que me gustan
gustan tanto    de
                 y la misma manera que a otros les gus-
tan las cosas. Hay palabras capicúas, ojo, eje, anilina, las
hay que pueden volverse del revés y significar otra cosa
completamente distinta: risa y asir, rata y atar. O signifi-
                                                         Sy-
can la misma cosa, pero en clave literaria: Arenys y
17
   Palahras       ma
                       rns
nera.   O   casi   la misma cosa,   pero en clave metafísica:
                                las palabras
                                                                la lógica  matemática le son ajenas); por otra parte, el pe-
Adán    y Nada. Otras veces,                 vienen engarza-    culiar lenguaje o código expresivo de cada disciplina re-
das, igual                                                      caba hoy una atención máxima en el ámbito de dicha
              que cuando sacamos cerezas de un cesto:
peto, petate, petardo, petunia, petulancia. Se dan asocia-      disciplina. «El signo lo es todo», exclamó nuestro orácu-
ciones fonéticas y otras de carácter conceptual: peto y         lo. Un poco como ocurrió a fines del siglo pasado con la
adarga, mano ypie, mano y guante, homóloga y homó-              psicología, ahora la.semántica ha invadido profusamen-
fona. Efectivamente, existen palabras homólogas y pala-         te todas las ciencias. Hay
                                                                                             un dominio donde todos los
bras homófonas. Cada una de ellas constituye un polo            saberes convergen, donde todas las investigaciones in-
de imantación que atrae a todas sus afines, mano, ma-           tercambian   sus hallazgos o desconsuelos,   y es el área del
secomplican más, se diversifican más. Existe la semiolo-        to;  aunque una batalla irremediablemente perdida, pues
gía, existe la gramática histórica, la fonética, y la fonolo-   toda huelga de hambre, para triunfar, necesita ser pu-
gía, y la ortofonía, la filosofía del lenguaje. Por una par-    blicada y conocida, necesita de las palabras. Pienso en
te, el estudio del lenguaje se ha convertido en el estudio      tantas obras recientemente editadas sobre la «muerte de
más complejo, más interdisciplinar (ni la neurología ni         Dios»; son libros de teología, claro está, aunque dotados
18                                                                                                                        19
de una ingenuidad de segundo grado. Pienso en esos.
gruesos tomos destinados a demostrar la imposibilidad
de una metafísica en nuestros días; son libros de metafí-
sica, claro está, sólo
                       que algo más melancólicos. Pienso
                                                                                            I
                                                                  Hace tiempo que los investigadores         descubrieron
                                                               cómo la idea de «decir» se halla estrechamente relacio-
en Pascal: «Burlarse de la filosofía es otra manera de fi-     nada, en multitud de idiomas, a partir de una misma
losofar».                                                      raíz, con la idea de «poner a la luz». Y es obvio que decir
                                                               algo equivale a mostrarlo, exponerlo, ponerlo a la luz.
   Las palabras son imbatibles, igual que aquel unicornio      Pero hay algo más. Debemos reconocer que sólo se llega
                                                               a iluminar del todo un pensamiento, esto es, a pensarlo
que tenía la virtud de situarse siempre a espaldas del ca-
zador.                                                         Con claridad,   en
                                                                                    el
                                                                                    momento en que lo expresamos. Ha-
   Las palabras son hermosas. Oiga esto: los castillos de
                                                               blar   escomo poner en claro nuestras ideas, como pasar-
                                                               Jas a
ladrillos amarillos. ¿Cacofonía? Sólo son condenables las            limpio. Cuando no encontramos la palabra precisa
                                                                                          ésta acaba desvaneciéndose y se
cacofonías indeliberadas, lo mismo que las metafísicas         para expresar una idea,
                                                               hunde de nuevo en      las sombras.
involuntarias.
   Me gustan las palabras. A Verlaine también. Usted re-          Así, pues, la palabra sería necesaria para que el pensa-
                                                               miento adquiriese suficiente claridad, plena existencia.
cuerda el final de aquella célebre estrofa suya: «Y lo de-
                                                               Pero la cuestión es aún más honda y la pregunta debe
más es literatura». ¿Un gesto de desdén? ¡Oh, no! Ver-
                                                               ser más radical: ¿Acaso puede existir un pensamiento,
Iaine sabía que esa frase era valiosa; literariamente va-
                                                               acaso puede empezar a existir, sin expresa referencia al
liosa, quiero decir.
                                                               lenguaje?
   Por favor, no crea nunca a los fumadores que dicen
                                                                  La palabra no es una mera transcripción del pensa-
abominar del tabaco, ni a los habitantes de la gran urbe
                                              y alabanza de    miento en forma verbal. No es un recipiente externo
que escribieron su menosprecio de corte
aldea, ni a los vivos que confiesan anhelar la muerte, ni      donde se aloja la idea. No e la denominación ulterior
                                                                                              s
a Verlaine. Las palabras siguen siendo valiosas. Las pa-
                                                               de algo que preexistía en
                                                                                          la  mente. No es una res extensa
                                                                                         cogitata.
Tabras valen, puesto                                           en que cristaliza una res           Quiero decir que la ра-
                       que siguen circulando. Su valor es
                                                               labra no es posterior a la idea: ésta se forja en ella y por
esencialmente convencional, y, por hipótesis necesaria,
                                                               ella. «En el principio era la palabra».
es suficiente. Valen para todos los usos, incluido el veja-
                          el propio lenguaje.                     Sólo podemos pensar con palabras y sólo progresamos
men reproche contra
      y
                                                                    el conocimiento a través de las palabras. El lenguaje
    A esos                                                     en
           que tanto hablan y escriben queriendo demos-
                                                               es, por su cara interior, la horma del pensamiento, su
trar la futilidad de toda palabra hablada o escrita, yo les
 contaría                                          está loco   molde. Un ergon que a la vez es energeia. Toda idea
           un viejo chiste americano: «Mi padre                constituye una verdadera palabra, aunque tácita. El len-
rematado;  se cree
                   que es una gallina».«¿Y por qué no lo
                                                               guaje trabaja ya en la elaboración de los conceptos, mar-
metéis en un manicomio?» «Porque entonces nos queda-
ríamos sin huevos».                                            ca su punto de arranque y acompaña todo el proceso de
                                                               creación. Hablo, luego existo. ¿Qué podría significar la
                                                               habilidad de un herrero si la consideramos como algo
                                                               independiente de sus herramientas? El trabaja el hierro
                                                                con el hierro, nosotros pensamos con el lenguaje y des-
20
                                                                                                                        21
de el lenguaje. No  basta decir que el pensamiento busca                   hombre piensa porque tiene manos, pero sólo en un
                                                                           sentido originario y remoto, porque un día las manos se
articularse en palabras, que           lo
                                 amorfo busca la forma;
                                                                           hicieron prensiles, las manos de un pitecántropo sufi-
su misma      búsqueda    misma indeterminación son ya
                           y su
                                                                           cientemente erecto, lo cual dio lugar a la retracción de
lenguaje balbuciente, forma formans. Cuando surge una
                                                                           la
idea nueva, empieza expresándose de modo vacilante                            mandíbula, liberada ya de su oficio predatorio, y,
                                                                                                    al
con palabras que ya existían, dotándolas de un sentido
                                                                           Consiguientemente,        aumento de la masa cerebral.
más restringido, más especializado; pero tal idea sólo al-                 Pero se trata sólo de un capítulo introductorio a la pre-
                                                                           historia. Porque lo preverbal ni siquiera es prehistórico.
canza vida propia cuando adquiere un nombre propio.
                                                                           Al
                                                                                decir que los hombres pensamos porque tenemos
   La palabra no es el vaso, y mucho menos la etiqueta
de una idea. Es, exactamente, su cuerpo. Y ¿qué es an-                     lengua, estamos diciendo algo muy distinto, estamos re-
tes, el cuerpo o el alma?                                                  firiéndonos a algo más cercano y cotidiano, a la causa
      alma no preexiste en ningún vago empíreo, incor-                     próxima de un efecto próximo. Los dadaístas lo expre-
  El
pórea, fluctuante, indiferente a un posible descenso a                     saban así: La pensée se fait dan la bouche. Y la refutación
este mundo sublunar. El alma nació a la vez que el cuer-                   de este movimiento artístico, la demostración de que
                                                                           toda expresión verbal, por automática que sea, responde
po. La idea nació a la vez que la palabra. No existen
ideas puras, ideas no verbalizadas.                                        siempre a mecanismos racionales, no invalida en modo
  Logos significaba idea y palabra.                                        alguno lo que he dicho; al contrario, amplía el veredicto
                                                                           dadaísta a todas las formas expresivas habidas y por ha-
                                                                           ber, incluida la poesía gongorina. También los refuta-
     El
     concepto nace con la palabra y con ella muere.                        dores de Dadá pensaban porque tenían lengua.
   Recuerdo aquel mundo atrozque George Orwell nos                            En el principio era, y sigue siendo, la palabra. Y la ра-
prometió para 1984. Una humanidad uniforme, plana,                         labra sigue siendo oral, gutural, aunque no llegue a ser
absolutamente sumisa a las consignas que emanan del                        pronunciada (hay otorrinos que prohíben toda lectura a
                                                                               pacientes que acaban de sufrir una operación de la-
dictador. ¿Cómo extirpar de raíz los pensamientos dis-                     los
crepantes? Simplemente, destruyendo todo residuo del                       ringe).
mundo anterior que no concuerde con el actual proyec-
to. Y ¿cómo abolir ese pasado, cómo borrar de las men-
                                                                                                                               si-
tes cualquier huella nostálgica? Simplemente,                               En cierto modo, podríamos decir que la palabra es
                                              expurgan-                             al             lo           el
do el               Palabras                  libertad,   derecho, demo-   multánea    pensamiento    mismo que    Hijo es simul-
cracia
          léxico.              tales
                                       como
                                                                           táneo al Padre.
          o moralidad son raídas del        diccionario. Privados de
                                                                                                                      las
                                                                             Ocurre que      esta   denominación de   personas divi-
su expresión,  privados de su cuerpo, dichos conceptos
                                                                           nas resulta, como todas, necesariamente torpe por antro-
van rápidamente languideciendo, se vuelven fantasma-
les y desaparecen                                                          pomórfica, por unilateral y peligrosa, incapaz de adver-
                                            El
                       la noche.   newspeak implantado
                    en
                                                                                                                                  el
                                                                              en su mera enunciación eso que es consabido en
en aquella dictadura bloqueaba así el desarrollo de las
                                                                           tir
                                                                           simbolizado, pero negado en el simbolizante:
ideas heterodoxas, pues faltaban
                                 para ellas
                                            las palabras.                                                                   la
                                                                                                                             coexis-
                                                                           tencia eterna del Padre y del Hijo. Hermosamente escri-
   Porque sin palabras no hay ideas. ¿Me permite usted
abreviar mucho y decirle que el hombre piensa porque                       bió San Ignacio de Antioquía: «El Padre dice relación al
tiene lengua? Ya sé que también podría afirmarse que el                    Hijo como el silencio a la palabra». Tal afirmación no
                                                                                                                                    23
22
expresa en favor del Padre ninguna prioridad, sino tan
sólo un comentario de orden místico, ese vivir del Hijo
                                                                                           III
en
    el
       seno del Padre, la palabra envuelta en el silencio y        Un atlas,
                                                                           efectivamente.
nutrida de silencio, palabra cargada de sentido e inte-          Disponer del  mapa de un territorio significa abarcar
rioridad. El Padre no es anterior al Hijo. Tampoco la         éste, comprenderlo, dominarlo,
                                                                                                una cierta manera de
                                                              poseerlo. Así, también los nombres de las cosas nos con-
idea es anterior a la palabra.
   Esta vez con mayúscula: «En el principio era la Pala-      fieren sobre ellas un cierto poder, pues en algún modo
bra».                                                         las hacen asequibles.
     El
      lenguaje, por supuesto, es un mecano para armar
mil modelos, un depósito de ladrillos para construir ca-
                                                              Los elementos    terribles, amenazadores, que angustiaban
                                                              su ánimo, quedaron,      en alguna medida, neutralizados
                                                                                                                       el
sas y más casas. Pero es también un duplicado del mun-                         les                  el
                                                                 en que él         puso un nombre:     nombre era como
do; un saco de semillas; un inmenso espejo;
                                              la  espelunca   díaconjuro.
                                                              un
de Platón; el arca de Noé y el agua alrededor, género
                                                                 En algunas civilizaciones antiguas, las personas solían
masculino, femenino y neutro; un orbe simétrico; una          tener dos nombres, uno público y notorio, el otro secre-
piscifactoría al lado del río; un atlas a escala natural.
                                                              to, reservado exclusivamente a los seres más allegados,
                                                              los únicos                                       los musul-
                                                                          con acceso a su intimidad. Según
                                                              manes,   Dios  tiene cien  nombres,  de  los cuales  sólo el
24                                                                                                                     25
centésimo    es el verdadero y sólo El conoce; he aquí
                                                        una   aplicados sobre los objetos. Esto implicaría que las ideas
magnífica descripción de la trascendencia divina. Tam-        preexisten a las palabras. Tampoco hay que concebirlo
       los israelitas podían enorgullecerse de
poco                                            conocer el    simplemente como un mecano. Esto supondría un
au téntico nombre de Dios: «Yo-soy-el-que-soy» no es un        mundo paralelo, sin intervención alguna en el mundo
nombre, sino todo lo contrario, el recuerdo de aquella        real. Me imagino el lenguaje, más bien, como una caja
tenaz negativa de Yahveh a revelar su nombre.                 de herramientas con que manipular en las cosas, con
   Por supuesto, se trata de costumbres, presentimientos
                                                              que fabricar       y crear Cosas.
y recursos pertenecientes   a una época auroral, prefilosó-
fica, propios de una mente infantil. De acuerdo. Pero           Si   nada existe mientras no tiene un nombre, todo
                                                              cuanto tiene un nombre puede existir, debe existir. Lo
sucede que el niño es el padre del adulto, y la infancia
                                                              primero de todo, convendrá advertir que las palabras
no    essólo una etapa pasajera de la vida, sino un estrato         son
permanente del alma. Sucede que ya entonces aprendi-          no        entes fijos, inflexibles e inertes. La consideración
                                                              morfológica del lenguaje da cuenta únicamente de las
mos todo lo fundamental, ydespués, a        lo  largo de la    formas, pero la sintaxis revela sus funciones. Dinámica
vida, no hemos hecho sino ampliar, atenuar o estructu-        de las palabras, aptas
                                                                                           para desempeñar mil cometidos.
rar  tales conocimientos.
                            El niño descubre muy pronto        Recuerdan aquellas cartulinas recortables, tres figuras y
algo importante: advierte que, cuando balbucea el nom-         veinte prendas de vestir. Una misma palabra podrá ves-
bre de su madre, ésta acude y lo atiende. El poder de                                                 d tirolés, según
ese niño ha crecido de repe te. Y su vida futura, sus in-
                                                               tirse de marinero, de obispo
                                                                                                 o    e
                                                              participar en una oración enunciativa, interrogativa, de-
                                                                                                                       vaya a
cesantes búsquedas,   su biografía intelectual   entera,      siderativa, dubitativa, exhortativa. Pedro ha venido a
arrancará de ahí. Algún día ha de tropezar con un             casa, ¿ha venido Pedro a casa? El lenguaje, como caja de
muro que no se puede horadar ni escalar: lo designará,        herramientas, y cada palabra, como una navaja de So-
indistintamente, como lo Incomprensible o lo Inefable.        lingen, provista de sacacorchos, punzón, abrebotellas,
     Amedida que crece el mundo del hombre, aumenta           lima y un extraño elemento que la mayoría de los ha-
su vocabulario, yviceversa. Por     medio del lenguaje va     blantes no sabe para qué sirve; sirve para    pulir   y perfec-
articulándose su relación con el entorno. Las cosas sus-      cionar los demás.
citan las palabras y éstas confirman aquéllas, las confir-                                  han sido asignadas al len-
                                                                Tres misiones superiores
man en su existencia. Propiamente, nada existe mien-          guaje: descubrir lo oculto, actualizar el pasado y hacer
tras no es nombrado con suficiente precisión. Todo es
                                                              presente el futuro.
más o menos irreal hasta que no adquiere una realidad
                                                               El
                                                                      descubrimiento de lo que está oculto parece
                                                                                                                   una
verbal. El bautismo constituye el verdadero nacimiento        función menor, exactamente la misma que viene insi-
de los seres. La manzana, el rinoceronte, el cuarzo.          nuada en la modesta etimología de «inventar». Inventar
   La palabra se identifica con el concepto, y éste con la    significa tan sólo encontrar. Cuanto inventamos existía
 cosa. Logos
              – concepto y palabra- fue el término usado      ya. No es otra la definición que suele darse de la origi-
      los Setenta
por               para traducir dabar, palabra y cosa.        nalidad: ésta consiste, simplemente, en ver algo que des-
                                                              de siempre estuvo ahí, pero que nadie veía, y en dar
                                                              nombre a lo que carecía de él. Definición humilde sólo
 Pero no hay que concebir el lenguaje como mera no-
                                                              en apariencia. Realmente, dicha operación es tan impor-
menclatura, como una colección de rótulos para ser            tante y fecunda, que sólo el significado posterior, mu-
26                                                                                                                         27
cho más ambicioso, del verbo inventar puede hacerle jus-             La pałabra,   algo de suyo tan insignificante que el
ticia. Se trata de la misión creativa del hombre y de la         Maestro Avila la describía como «un poco de aire heri-
                                                                 do»,
palabra humana. Esta, efectivamente, hace presente el                   mueve montañas, deseca pantanos, conforta o su-
futuro.                                                          bleva los ánimos, inaugura las edades de la historia. Los
   La palabra no se limita a ser descriptiva, es precurso-       cubanos cifraron en tres P el éxito de su revolución: Pa-
ra. No se reduce a cumplir el papel de comprobante de            labra, Pueblo y Pólvora. Lo primero, la palabra. Ella fue
una realidad siempre precaria, a reproducir la versión
convencional del mundo, a escribir la apologética de lo
                                                                la   que sacudió al pueblo y encendió la pólvora. En el
                                                                 principio fue la palabra.
establecido. Por el contrario, la palabra creadora antici-           Lo fue, lo es y lo será. La palabra se sitúa siempre en
pa lo que toďavía no es, percibe y libera lo que hay de          vanguardia. Por la punta de la palabra ha ido creciendo
movimiento y tensión en la realidad, es su comadrona, re-        y  dilatándose el espacio propiamente humano, como un
velando aquel otro fondo de verdad que sólo necesita,           tirón a la simple realidad bruta, la lucha contra lo real
para empezar a existir, del llamamiento de la palabra.           inerte en favor de lo posible. La palabra es creadora
                                                                                                       el
  Contra la definición de arte dada por Platón, la con-          porque es subversiva, constituye         gran poder de con-
cepción del arte practicada por Ratchasima. Platón esta-         testación del hombre contra todo aquello que sólo es ob-
bleció una escala mimética que era todo
                                          un proceso de         jetivo y obvio, la fuerza de agitación capaz de modificar
degradación: Dios crea el arquetipo de la mesa, el car-          los límites de                                     los únicos
                                                                                  un universo dado. Pienso que
pintero crea el simulacro del arquetipo y el pintor crea         grandes maestros son      los
                                                                                               que enseñan más de lo que sa-
 el simulacro del simulacro. Ratchasima,                         ben. Pienso que el pensador de casta escribe precisa-
                                               en cambio, un
viejo pintor tailandés, tenía del arte otra idea. Un día         mente de                 sabe, transgrediendo diariamente
                                                                             lo  que no
                                                                  esa frontera imprecisa
 cayó en desgracia de su rey, el muy honorable y justicie-                                   que separa sus conjeturas de su
ro Kompong,
                 el cual lo condenó a
                                         muerte. Mandó que       ignorancia. Sólo conocerá sus propios límites quien los
                                    hizo
de sus uñas, dos ratoncillos. Los            con                logía.
                                                 el mayor es-
mero, con enorme cuidado: con tanta perfección, que les
insufló vida. Las figuras, en efecto, una vez terminadas,
                                       la         la
comenzaron a moverse; saltaron de         pared a   cuerda,                                  IV
 y allí se dedicaron a roer el esparto hasta que rompieron
la cuerda. El pintor cayó al suelo y huyó.                         La palabra anticipa el porvenir   a   la vez que recapitula
28                                                                                                                         29
     El
     idioma es un baúl donde         se    guarda toda nuestra   fin representarían el último estadio, propio de organis-
experiencia histórica, la fijación   y    acumulación de expe-   mos semovientes,
                                                                                    las llamadas lenguas «flexivas», de
                                                                                                                        una
riencias que siguen ahí disponibles a través del tiempo.               ductilidad y especialización, con cambios vocálicos
                                                                 gran
La red de la memoria está tejida de palabras. Sólo me-                consonánticos
                                                                 ()
                                                                                  dentro de una misma palabra).
diante las palabras puedo retener mi propio pasado y el               Cada uno de     los
                                                                                     idiomas será después la mejor recapi-
pasado de mi especie; el agua es lo inasible, lo inasible es     tulación del pasado de un pueblo. Ciertamente, nuestra
lo  innominado. Nombrad y conservaréis. El nombre es
el cuerpo glorioso de cada una de las cosas nombradas,
                                                                 historia nacional puede contarse enumerando una larga
                                                                 serie de guerras, invasiones    y   alianzas, pero puede tam-
las cuales continúan
                      presentes en esa cuarta dimensión          bién ser   narrada puntualmente mediante la simple rela-
donde los adverbios de tiempo resultan tan irrelevantes          ción de vocablos que iban surgiendo e incorporándose
        los de lugar. Digo Edad Antigua lo mismo                 al idioma. Capítulo primero o época                  barro,
como                                                    que                                              prerromana:
digo Edad Contemporánea, igual que nombro las ané-               páramo,  izquierdo, expresiones indígenas, de origen ibéri-
                                                                         el
monas que tengo sobre la mesa.
   Más que por los utensilios materiales que cada época nos
                                                                 co. En capítulo siguiente, en lugar de citar a Daciano
                                                                      aBasílides, bastará citar las palabras persecución o mar-
legó, más que por sus realizaciones históricas, el pasado
de la humanidad nos es conocido
                                      por ese utensilio que
                                                                 o
                                                                 tirio.Después, aquella tediosa lista de reyes godos podría
                                                                 ser sustituida con ventaja por unas cuantas voces de ori-
es el lenguaje y      aquellas                                                       espuela, guardia, orgullo,
                  por          palabras  que dan cuenta de       gen germánico:                                 guerra. El capí-
dichas realizaciones. No hay mejor museo que las biblio-         tulo de la dominación árabe ocupa un gran número de
tecas. En ellas se conserva algo mucho más valioso y más         páginas: aduana, azotea, taza, laúd, albañil, alfombra, un
frágil que una vasija o un fragmento de collar: la pala-         perfecto sistema de alcantarillado y
                                                                                                           una deliciosa fruta
bra, el testimonio humano por excelencia, la memoria             llamada albaricoque. El renacimiento vino de Italia, y Уcon  con
simultáneamente era evolución lingüística. Por eso, la           guiente apartado, la España borbónica, llena de coquetas y
gramática es a la filología lo que la geografía es a la geo-     petimetres,usará corsé y tupé. Cuando el poder expansivo
logía. A medida que profundizamos en las capas inferio-          de  Francia sea superado por el de Inglaterra, los galicis-
                                                                                                           club, mitin, fútbol.
res, vamos pasando de la historia del idioma a su prehis-        mos son reemplazados por anglicismos:
toria, de nuestra lengua a otra lengua madre. (Resulta-          Punto por punto,    la historia de España   coincide con la
ba seductora aquella teoría según la cual la antigüedad          historia de la lengua española.
de las lenguas viene calibrada por su correspondencia
 con las distintas etapas de la evolución terrestre. Las            Cada lengua ha seguido su trayectoria especial y sin-
más primitivas serían las lenguas «aislantes», donde los         tetiza una determinada interpretación del mundo. Tal
vocablos constituyen entidades inalterables y meramen-           vez, el llamado genio del idioma revela, acerca de sus
te yuxtapuestas;   evocan el reino minerał. Las lenguas          hablantes, mucho más de lo que puede revelarnos el sis-
«aglutinantes», compuestas de palabras que ya admiten            tema de alimentación o la referencia de sus instituciones
afijos, corresponden al estadio de los vegetales. Y por          militares.
30                                                                                                                            31
   No hay duda que el desarrollo de una cultura es para-        balbuceó un día, ochenta años atrás. Entre un extremo
                                                                                             está hecha de palabras. Habló,
lelo a su desarrollo lingüístico. El castellano del siglo XI,   y otro, la vida humana
por ejemplo, un idioma tan rudimentario en compara-
                                                                luego    existió.   Dejó una viña, un reloj, algunas fotogra-
                                                                Tías: la
ción del latín que existió doce siglos antes, refleja la tos-             viña    fue vendida muy pronto, el reloj se extra-
quedad e indigencia de una sociedad que ensayaba en-            vió en cualquier mudanza, las fotografías deben de estar
tonces sus nuevas formas de vida. Así también, la rique-        metidas en alguna carpeta que nadie sabría ya encon-
za intelectual de una persona viene demostrada, ordina-         trar. Pero nos queda de él una frase.
riamente, por su mayor o menor dominio del lenguaje,               Polvo y palabras seré.
en cuanto éste indica el grado de su capacidad para de-
sarrollar y matizar ideas (por supuesto que la abundan-
cia de léxico nada vale como simple medida cuantitativa,           Antes de resumir la historia, el lenguaje     la hizo   po-
                                                                sible.
sino como posibilidad de elegir mejor, de precisar al
máximo, de obtener una expresión cualitativamente su-
perior: una expresión no sólo más aproximada, sino cer-
                                                                   Al  fondo de una caverna se guarece una mujer que
                                                                tiene a su hijo en brazos.       hombre ha salido a cazar.
                                                                                                  El
tera, en contraste con otras expresiones no sólo confu-         Ella hace lo que todas     las mujeres harán a lo largo de
sas, sino falsas). «Ca bien assí
                                 como
                                      el cántaro se
                                                    conoce      losmilenios: soñar en el futuro de su hijo y temer por
por sueno,
     su         otrosí el seso del ome es conoscido por la      él.Sabe hasta qué punto un niño es débil y vulnerable, y
palabra».
    Por la palabra el hombre es conocido, y por ella será
                                                                lo  difícil, lo azarosa que es toda vida humana sobre la
                                                                tierra; conoce muy bien el hambre y el frío, el espanto
recordado. Incluso los grandes héroes, más que pòr sus          nocturno, los largos viajes a través de una inmensidad
 grandes hazañas, pasan a la historia por una sola frase        desolada. ¿Qué puede hacer ella para proteger a su hijo
                                                                                                                     sí mis-
 feliz -auténtica o apócrifa, tanto
                                    da– con que supieron         ypara   que éste sea capaz luego de defenderse a
resumir, magnificar o menospreciar su hazaña. Sin una           mo? Dentro de algunos años aprenderá a luchar contra
                                                                las fieras, a escalar riscos, a pulir el pedernal y a perfec-
 buena frase, la gesta del vencedor quedará desteñida;
con ella, un fracasado es capaz de transmutar su desgra-        cionar los ardides de la guerra. Pero antes es preciso
cia en victoria. El martirologio no es tanto
                                             una crónica        que aprenda otra cosa, más fundamental que ninguna:
                                                                                                      le enseñará el manejo
de tormentos cuanto un florilegio de sentencias espiri-         que aprenda a hablar. La madre
tuales.                                                         de este utensilio básico,    los nombres, las denominacio-
   No sólo la poesía, como quiso Mallarmé, es «cuestión         nes, la expresión del ruego y de la amenaza, la alusión a
de palabras». También lo es la historia.                        los       ausentes. En este exiguo lenguaje, tan tosco
                                                                      seres
                                                                                   las herramientas, ella ha condensado
   Las palabras son lo único que no se lleva el viento. Las     como el resto de
                                                                                                                  el
palabras quedan, más duraderas que el bronce. Mueren            su experiencia y experiencia de sus mayores,
                                                                                             la                      cono-
los imperios, los                                               cimiento del mundo     y de la vida,     deberá ser entre-
                   monumentos se derrumban, perecen                                                  que
los hombres y bajan al          del olvido. Pero antes de       gado al hijo como su mayor tesoro, superior al cuchillo
                          pozo                                                                                   encendi-
                                                                            un legado delicadísimo, esa antorcha
          el                                                       ala sal;
expirar,    moribundo pronunció una frase entrecorta-
da, la última que a duras penas pudo articular. Sus hijos       y
                                                                da que va de generación en generación. Cada palabra es
la recordarán mientras vivan, lo mismo que su madre             como una abreviatura, una lección muy resumida, una
había recordado siempre aquella primera palabra que él          cifra donde quedaron compendiados tantos años de es-
32 33
alma. Henry Truby, profesor de lingüística en Miami,                 Habría que remontarse mucho para establecer la
afirma que, dado que el feto oye hablar a su madre (el            frontera que separa lo cultural de lo natural. Y además,
                                                                     en el hombre una gran parte de lo cultural es ya natu-
líquido amniótico es mejor conductor del sonido que el
aire), el aprendizaje del idioma se inicia antes del naci-
                                                                  si
                                                                  ral --naturaleza corregida y ampliada por la cultura,
                                                                                         los animales
miento. Poco a poco, el embrión humano va configu-                ¿no había también en                  ya algo cultural, más
                                                                  (o
                                                                                                                  iba adelga-
rándose no sólo para vivir, sino para vivir humanamen-               menos impropiamente culțural; algo que
      para poder hablar. «Venir
                                   al mundo                       zando poco a poco su naturaleza para permitir un día la
te:
                                               –dirá Gus-
 dorf-es tomar    la palabra». Desde los pulmones hasta el        aparición de lo propiamente humano, de lo propiamen-
 velo del paladar, desde la laringe hasta las cuerdas voca-       te cultural? La frontera entre ambos murndos sería no
 les, todo ha sido minuciosamente diseñado                        sólo sinuosa e intrincada, sino también permeable.
                                                 en función
 de esa actividad fundamental, indispensable,         que
                                                            el       Nadie ignora que hay animales dotados del poder de
 hombre deberá practicar. Es cierto que la misión prima-          organizarse colectivamente, de construir viviendas muy
 ria de los pulmones es respirar, y la de la nariz es oler, y     complicadas, de inventar y utilizar algún instrumento. Y
la de los dientes es triturar los alimentos. Pero también         hasta de «hablar». Entrecomillo la palabra para referirme
es cierto que, cuando decimos que los pulmones, la na-            a esa suerte de lenguaje con que se comunican tantos
riz o los dientes son para hablar, estamos refiriéndonos          animales capaces de emitir y recibir señales acústicas.
a una finalidad mucho más universal e inmanente que               Normalmente, se da tal comunicación entre miembros
cuando decimos que la nariz es para sostener las gafas.           de una misma especie, pero también entre individuos
La verdad es que los pulmones, igual que los labios o las         pertenecientes a familias muy distintas; el pez piloto,
                                                                                            la ballena. Insisto: digo hablar
cuerdas      vocales, son esencialmente   «órganos   de fona-     por ejemplo, habla con
34                                                                                                                        35
en  un sentido lo bastante amplio, pero a la vez lo bastan-        Cmocional. Nuestras exclamaciones instintivas, aun las
   inequívoco como para constituir su estudio una disci-
te
plina rigurosa llamada zoosemiótica. Sus orígenes hay
                                                                   más inmediatas, difieren lo suficiente de tales voces:
                                                                   han adoptado la forma de interjecciones, y éstas sí que
que buscarlos muy atrás. Los signos que investiga esta             pertenecen ya al lenguaje, porque constituyen modelos
rama de la semiótica se hallan ya presentes en los gra-            convencionales     y estilizados   de una expresión afectiva,
dos más bajos de la escala animal. Cualquier
                                                  ser vivo ca-     como   lo prueba    el hecho de
                                                                                                      que
                                                                                                           las interjecciones
                                                                                                                              sean
paz   de convertir sus  experiencias   en unidades  memorís-       diferentes en    los diferentes idiomas. Sucede lo mismo
ticas
       que orienten  su conducta,   es capaz también  de pro-      Con las onomatopeyas; son verdaderas palabras en la
ducir ciertos signos rudimentarios. Los animales supe-             11medida
                                                                             en que tomaron naturaleza léxica, y por eso va-
riores poseen ya un código mucho más variado de seña-              r'ían según el carácter fonético de cada lengua. La dese-
les, del cual constantemente      se sirven
                                             para convocar a       mejanza entre nuestro quiquiriquí y el kokeriko francés no
sus hijos, llamar a su pareja, ahuyentar a los enemigos,           significa precisamente que los gallos se expresen de dis-
dar la alarma a sus congéneres, practicar incluso esa              tinto modo aquende y allende los Pirineos. En realidad,
forma sofisticada de lenguaje que es la mentira: el recla-         ningún gallo dice una cosa ni otra, ni la vaca dice mu, ni
                    a sus posibles presas.
                                                                   el
mo con que atraer                                                       cordero dice be, ni el perro dice guau. Lo dice el hom-
     Todolo cual resulta suficientemente seductor para             bre. La diferencia entre los sonidos animales y las síla-
convencer a algunos científicos de que existe, entre di-           bas humanas
                                                                                   que
                                                                                         los remedan
                                                                                                         no es menor que la que
chos mensajes y la palabra humana,
ción ininterrumpida,
                                               de evolu-
                                         una curva
                         una indudable continuidad, aunque
                                                                   (xiste entre el rumor de las fuentes de Roma y         la  pieza
                                                                   para   piano que con    ese título  compuso    Respighi.
seguramente con     eslabones   perdidos. Según ellos, la di-          Nada prueban las onomatopeyas. Los recursos paró-
ferencia entre las pautas de comunicación animal y                 dicos del lenguaje no sólo han sido siempre mínimos,
nuestros sistemas verbales es meramente cuantitativa,              inapreciables, sino que ya desde un principio fueron re-
obedece tan sólo al aumento lineal de una facultad co-             sueltamente desechados, sustituidos por otro tipo de lo-
mún, no específica. La mayoría, sin embargo, de los in-            cución enteramente diverso, arbitrario y simbólico, el
vestigadores (cada vez aparece más lógica, más biológi-            único que hoy conocemos. Las voces imitativas resultan
ca, la singularidad del intercambio humano, ese hiato,
                                                                   sobremanera escasas en cualquier lengua (palabras que
esa fractura entre él y los lenguajes irracionales más de-         antiguamente fueron consideradas onomatopéyicas, se
sarrollados), la mayoría, digo, sostiene la teoríade la dis-       ha visto después que no eran tales; el fouet, tan sugesti-
сontinuidad.
   Entre las características propias del lenguaje humano
                                                                   vo, tan próximo al chasquido del látigo, procedía en rea-
                                                                   lidad de fagus, haya). Las onomatopeyas, pues, no prue-
destaca su «plurivalencia estructural» o diversidad de             ban nada. O prueban lo contrario. Bisbisear, refunfuñar o
significaciones perfectamente      discernibles en una mis-        cuchichear
                                                                                 son términos de fabricación muy reciente,
    oración.   Asimismo,   la «elasticidad»,  es decir, la apti-
ma                                                                 productos de un idioma altamente evolucionado.
tud para referirse a objetos o temas distantes, sea en el
                                                                      Al lenguaje de los animales le falta ese distanciamien-
espacio o en el tiempo. Esto es capital. Porque las voces
                                                                   to
                                                                        qu los filtros de la racionalidad imponen. El contac-
de los animales      sólo demuestran estados afectivos                  e
--miedo, deseo sexual, hambre, furia, dolor-; simple-              to  sensorial  directo debe ceder en favor de una cierta le-
                                                                   janía crítica, de una cierta elaboración. Sólo cuando ésta
mente son una expansión automática de su energía                   se produzca,     cuando   el   automatismo   sea   reemplazado
36                                                                                                                              37
  por la reflexión, es cuando el aullido podrá transfor-             Hablamos,no obstante, de lenguaje animal, de semió-
  marse en palabra. Palabra al principio muy tosca y vaci-      tica animal. Lo que ocurre es que aquí, como en tantos
  lante desde luego, difícil tal vez de distinguir del sonido   otros fenómenos de la vida y de la naturaleza, entende-
  más o menos equivalente emitido                               Hos lo inferior por su relación con lo superior, tratando
                                        por un animal, pero
 palabra al fin y al cabo; palabra que funda un tipo de         de explicar aquello a la luz que de esto se desprende.
 evolución divergente e indefinida, que puede incluso           Cuando decimos de alguien que tiene un corazón de
 dar lugar a fracasos o extravíos, ya que así como la inte-     hiena, injuriamos, sobre todo, a las hienas. Y las injuria-
 ligencia es más falible que el instinto animal, también        mos porque las sobrestimamos: porque estamos atri-
 las palabras pueden                                            buyéndoles una crueldad de la que no son capaces. No
                       ser más engañosas que el aullido.
 De esa primera y torpe palabra nacerán con el tiempo           hemos percibido     objetivamente su comportamiento,
                                                                             hemos interpretado humanamente. Por eso,
 los vocablos imprecisos, o mendaces, o equívocos, o in-        sino que     lo
 adecuados. No importa. El balance final es altamente ро-       sólo por eso, hablamos de la «crueldad» de la hiena o
 sitivo: en el haber hay que ir sumando los nombres de          del «lenguaje» de los animales. El grito instintivo de una
 las cosas,   el
             genitivo, el condicional, el circunloquio, el      gacela al avistar a un puma, hace que todos sus congé-
                                                                                                       la  huida; ese grito,
párrafo ciceroniano. Primero fueron las palabras con-            neres emprendan inmediatamente
cretas y después las generales. Primero el singular, lue-           nuestro parecer,   constituye    mensaje  transmitido a
                                                                il
                                                                                                  un
go el plural, luego la abstracción. El hombre dijo «ár-         los miembros    de  la manada, sencillamente porque lo re-
bol», y ya no señalaba ningún fresno, ningún roble.              lacionamos con la voz de alerta de un centinela. Pero tal
Otro día dijo «vegetal». Cuando habló del «ente»,               grito sólo posee un potencial informativo; en realidad
mundo universo era ya suyo.                                      fue nada más una reacción automática, refleja, pura-
                                                                                                               el peligro.
   He aquí la tercera, y más importante, característica          mente emocional, de aquella gacela ante
del lenguaje humano: su «productividad», sus infinitas
virtualidades, la capacidad de combinar unos pocos sig-
                                                                  El   aullido, el relincho, el zureo, no constituyen nin-
                                                                      primer capítulo de la historia del lenguaje. Son sólo
                                                                gún
nificantes para expresar, articulándolos de                     una introducción al prólogo, son otra cosa distinta.
                                                     u
                                               una    otra
forma, un sin fin de significados. Los mensajes, en cam-         Ilubo una vez, dentro de la continuidad visible, la
bio, que emiten los animales son reiterativos, ritualiza-        irrupción de      elemento diferente, un salto cualitativo,
                                                                                  un
dos, sin posibilidad alguna de desplegarse y alcanzar            algo que no era un tramo más en el progreso biológico,
                                                       un
tipo de discurso abierto. Jamás sus signos, sus contados         sino  una  dimensión nueva. Cuando la capacidad craneal
signos, podrán acumular la referencia a otros signos            llegó a tener el debido volumen, cuando la laringe, y la
dentro de       sistema históricamente progresivo. Ya se
               un                                               lengua, y el velo del paladar habían alcanzado la disposi-
sabe
       que
              los primates   superiores
                                 son capaces de utilizar        ción adecuada... De acuerdo. Existió una preparación
                                                                necesaria y lentísima, un grado 99 precedido del 98, del
algún instrumento       y hasta de
                              fabricarlo con sus propias
manos, pero lo que nunca han conseguido es producir             97, del 96; pero lo cierto es que, al llegar el agua a los
nuevos instrumentos a partir de los que ya poseían. De           100 grados centígrados, de repente se produjo
                                                                                                                  un fenó-
la misma manera, aunque el animal pueda usar de cier-           meno insólito, algo que hasta ese momento ni existía ni
                                                                                                   el hombre. Aunque
to signo para referirse a
                          un objeto, nunca es capaz de          era imaginable. Había aparecido
usarlo para referirse a otro signo, nunca es capaz de           muy elemental, la inteligencia empezaba a funcionar;
                                                                aunque balbuciente aún, había nacido
                                                                                                       el lenguaje.
construir una «frase» nueva.
38                                                                                                                       39
                    phoné, se convirtió    logos.
   Lo que sólo era                      en                        afirmar que fue necesario el lenguaje para inventar el
   Logos significa sonido cargado de idea, lenguaje, ra-          lenguaje, lo mismo que hace falta un obispo para consa-
 zón. La tradicional definición del hombre como «animal
                             definición como «animal parlante».   grar otro obispo. La palabra, en cuanto «denominación
 racional» equivale   a su
                                                                  convencional», implica una convención que implica...
 Definición       rigurosa e irreprochable, pues el lengua-
               esta
                                                                     Determinar los orígenes del lenguaje es tan imposible
je es algo exclusivamente humano, no compartido por
40                                                                                                                         41
las   tejas,
           sobreponiéndose   parcialmente, se solapan, se                                                           el sép-
                                                                  lenguaje a nuestra imagen y semejanza». Es
entremezclan,   los hijos coexisten                los pa-     el               descansa; Adán debe continuar       el
                                    un tiempo con              timo día. Dios  ya                                      tra-
dres. Pues de igual manera se suceden los idiomas, es          bajo de la creación.
decir, las generaciones de generaciones. Los científicos,        He aquí la única descripción posible de los origenes
a     sumo, podrán investigar y fijar el momento tres,
     lo                                                        de la palabra. Lo mismo que sucede con todo aquello
dos, uno, cero, de esta o aquella lengua, y después ave-                                  el hombre, los inicios del len-
                                                               que es fundamental en
riguar su entronque con otras lenguas de la misma fa-          guaje se sustraen a la investigación histórica y a la for-
milia, y después hallar una raíz común, y después... El        mulación racional. Por debajo de la conciencia está el
pasado resulta tan insondable como el futuro.                  subconsciente y, más hondo aún, el misterio; más allá
                                                               de la historia está la prehistoria y, más allá y más acá, la
                                                               metahistoria. La única forma de dar cuenta de todo ello
  Recordemos lo que páginas atrás dijimos sobre el po-         es el    mito   y la   expresión mitológica.
der de la palabra. Tan enorme es este poder, que, para
explicarlo, lo mismo que para explicar el poder del
fuego, los hombres hubieron de atribuirle un origen di-           En el principio era la palabra.
vino.                                                             La palabra constituye no tanto un resultado cuanto
     Es sabido  que todas
                           las lenguas
                                         que se tienen por
                                                               un presupuesto     de la vida humana. Porque vida hu-
primordiales, engendradoras de otras lenguas, recaban          mana es aquella que dispone de un lenguaje, la que se
      sí esa alta                            el mundo», y el
para              cuna. Dios dijo: «Hágase                     desarrolla dentro del marco del lenguaje. «La palabra es
mundo existió. Según los judíos, el universo no es sino                                                Loslímites de nues-
                                    las veintidós letras del   lacasa del ser», escribió Heidegger.
una misteriosa combinación de                                  tro mundo coinciden con       los  límites de nuestro len-
alfabeto hebreo. La palabra omnipotente de Dios se             guaje. Este representa la única perspectiva desde la cual
hace carne; la carne, a su vez, se hará luego palabra.         podemos contemplar las cosas, la manera en que las ex-
Así, de la palabra increada iba a nacer la palabra del         perimentamos, el artificio con que nos adueñamos de
hombre. Dios comunica a éste la facultad de hablar. Tal        ellas. No
episodio queda hermosamente descrito en un mosaico
                                                                          nos sería posible habitar en un universo sin
                                                               palabras. Faltaría no sólo el principal medio de comuni-
de la capilla Palatina de Palermo. Dios está vestido d         cación, los sistemas de referencia, el molde de hacer
                                                           e
azul y Adán se halla desnudo. Con la misma evidencia           ideas y la materia para hacerlas; faltaría el aire. Entre
brilla el manto del poderío y la desnudez de la miseria.       las cosas y nosotros median las palabras, los tentáculos
Pero Dios es bueno, Dios es fiel, Dios es munificente, y        que usamos para conocer, y reconocer, y medir el
de su boca fluye un rayo de oro que llega hasta la oreja       mundo, la capa de racionalidad que nos permite tomar
del hombre. Este recibe así la vida, cuando recibe un          contacto con él. Sólo se puede mirar el sol a través de
nombre. A continuación recibirá la misión más alta, la         un cristal ahumado, y la realidad, únicamente a través
                                                                                                                      tole-
que corresponde a su condición de imagen y semejanza           de las palabras, las cuales
                                                                                           nos la hacen inteligible y
del Señor: la misión de nombrar él a todas las demás           rable.
criaturas. Por este divino poder que le es concedido, por        Todo el progreso humano    radica en el lenguaje, que
obra y gracia de la palabra, las criaturas salen del ano-      va colonizando las sucesivas parcelas del cosmos, ten-
nimato: salen de la nada, empiezan a existir. «Hagamos         diendo puentes sobre el océano,  arma ofensiva y defen-
42                                                                                                                       43
siva,   basearticulada y articulante, tupidísima red de
caminos que se adentran en la jungla, palabras que sir-
                                                                                    CAPITULO II
                                                bestias
ven para ahuyentar el miedo, domesticar las             o
mencionar a Dios.
   Y
     el resto es silencio.
                                                                 VIVIR      ES   CONVIVIR, HABLAR               ES
                                                                                  DIALOGAR
                                                                                                                      45
44
                                                                              constante. Es
                                                                          uso               una lave, la llave que abre
 mejante a la del Cantar de los Cantares
                                           -el  más inspi-
rado, y famoso, y universal cantar, el cantar por exce-
                                                             lidad, de
                                                             todas las puertas, esa que en el diálogo abre mi mente y
                                                                                                    el
                                                                tuya, quizá también mi corazón y
 lencia-. Se trata, además, de una expresión de índole       la                                        tuyo.
 causal, lo mismo que cuando definimos la
                                                mano del        La palabra sirve para formular y probar hipótesis,
 hombre como «instrumento de los instrumentos»: el ins-      para narrar un hecho, para describir un objeto. Funcio-
 trumento que creó todos los demás e incluso sugirió la       nes todas ellas que pueden llevarse a cabo en soledad,
                                                                                                               si
 forma de todos ellos, ya que la mano, capaz de golpear,     pero que sólo alcanzan su entero cumplimiento        serea-
sujetar, sostener, contener y arrastrar, anticipab ya la     lizan ante, para, con, a favor, en contra de alguien.  Por-
invención del martillo, de la tenaza, del a gancho, del      que toda palabra tiene esencialmente un destinatario,
vaso y del rastrillo.                                        un tú que ha de escucharla. No importa que éste sea
   Signo de los signos, la palabra fundamenta y               más o menos vago, colectivo, potencial; más o menos so-
                                                  corona
                                                                                 o
cualquier otro modo de significar.                           brentendido       desatendido.
                                                                           suplicar, preguntar
   Siempre que se transmite una información hay un                Explicar,                             y
                                                                                                    responder, saludar,
emisor y un receptor. Conviene advertir que también          Compadecer, agradecer. Y también escarnecer, subyu-
                                                             gar, atacar y calumniar, mentir y tergiversar. «La lengua
los animales, y hasta las
                            máquinas, pueden ser emisores
   o receptores de la información que el hombre recibe o     es nuestra fuerza, nuestros labios nos defienden; ¿quién
emite. Pueden comunicarse con él activa y pasivamente,       podrá ser nuestro amo?» Así se expresan en el salmo 11
creando así un complicado tejido de intercambios, una        los hombres inicuos que detentan el poder de la pala-
                                                             bra. Porque la pałabra        palabra persuasiva para bien
presencia constante de signos. Nosotros transmitimos al
                                                                 para mal.
                                                                                            Ha
                                                                            es descrita en los tratados griegos de retó-
animal señales de amaestramiento, y de él recibimos se         у
                                                        -
ñales de llamada o de amenaza; las máquinas reciben y        rica como phármakon en la doble acepción de este térmi-
                                                                                  y
emiten datos, poseen órganos de entrada y órganos ter-       no:medicina            veneno.
                                                                                             un verbo intransitivo». Al
minales. En cierta medida, todos ellos son capaces de              el
                                                               «Para          escritor, escribir   es
                                                                                                            o
rio, nota marginal, resumen en cursiva o elaboración en                                                            orgu-
                                                             lloso. Escribir sin complemento directo ni indirecto, sólo
tercer grado, es decir, una tenaza perfeccionada,       un
vaso de mayor cabida, un martillo de uso especial. El         con esos complementos circunstanciales que serían la
lenguaje, recuerdan?, era una caja de herramientas,          pluma, la tristeza y las once de la noche. Una función vi-
 con las cuales el hombre va construyendo su mundo.          caria y, en cierto modo, truncada. En vez de establecer
Pero dentro de esa caja hay
                             un utensilio de máxima uti-     contacto con alguien a través de las palabras, se trataría
46                                                                                                                   47
tan sólo de escribir para aliviarse él mismo, para descar-      que coexistir. Es comunicarse, intercambiar ideas, com-
gar su tensión; una especie más sublime de vicio solita-        partir esperanzas, temores, problemas y soluciones. El
                                                  desdobla-
rio. Y, de todas formas, alguna alteridad         o             lenguaje es para el hombre su primera leche y su pan
miento se daría por fuerza en ese fenómeno, un interlo-          imprescindible, la sal de todos los días, la espesa trama
                                                                          está hecha su vida y la vida de la especie. De
cutor inevitable que no sería otro que él mismo, la otra        de   que                                                  nor-
mitad de sí mismo. Reconozco que se puede llegar a ello               a
                                                                        sur, de este a oeste, van y vienen
                                                                                                              las palabras,
dalgo que solía hablar consigo mismo por dos razones:            bre el planeta evocaría aquel grito continuado que reco-
porque le gustaba hablar a alguien inteligente y porque          rre una formación de aves migratorias en vuelo: un gri-
                                                                      que expresa y confirma la cohesión de todos los
le gustaba oír hablar a alguien inteligente; de vez en
cuando, por piedad, consentía en hablar con otras per-
sonas.
                                                                (o
                                                                miembros de la bandada, que los une y los sostiene.
                                                                   Se trata
                                                                              no sólo de la más alta función del lenguaje,
   Pero el destino normal de lo que se escribe no es ése.       sino de su estructura básica. Esta no es la mera enuncia-
Escritura y lectura son dos términos correlativos que           ción, el simple aserto; es la comunicación con otros.
confluyen en un tercer término: el diálogo entre escri-             Nadie ignora que dentro del comportamiento huma-
tor y lector, el diálogo que desafía al tiempo igual que al
espacio; «con pocos, pero doctos libros juntos, vivo en         no    existen dos modos capitales de relación: yo-ello y
                                                                yo-tú. Pues bien, la palabra se inscribe principalmente
conversación con los difuntos».                                  dentro de esta segunda figura, mira más al sujeto que
                                                                 me escucha que al objeto del cual hablo. Ciertamente,
     Repito, la palabra es comunicación, y la comunicación      en    toda comunicación se dan cuatro elementos: un emi-
                                                                sor, un receptor, un mensaje y un canal.      El  canal puede
es    fundamento indispensable, constitutivo, del animal         ser la página escrita o el hilo telefónico, aunque también
social.                                                         puede entenderse como canal la palabra estrictamente
     Una crónica de Salimbene cuenta el experimento que,        dicha, fonética; la palabra en cuanto vehículo o signifi-
a    principios del siglo XIII, decidió llevar a cabo Federi-   cante, con una inmediata referencia al significado. Pero
co II de Alemania, monarca interesado por las más diver-
                                                                su   misma naturaleza apunta también a un blanco, a un
sas ramas del saber. Mandó aislar a un grupo de niños           receptor. Alguien dice algo a alguien mediante algo.
recién nacidos, confinándolos   en una dependencia espe-         Este decir a alguien, esta referencia al que escucha, no
cial de palacio. Estos niños habían de ser esmeradamen-         significa un extremo, de suyo, prescindible y extrínseco,
te atendidos en todos los aspectos, con esta única restric-     sino un elemento consustancial a la propia esencia del
ción: prohibió que nadie les dirigiera, en ningún mo-           lenguaje. Una flecha disparada al vacío contradice su
mento, una sola palabra. Federico        no era cruel, sólo     propio ser; no es sólo una acción vana, es una operación
                                        II
era curioso; quería saber cuál sería el idioma que los ni-      f'allida y contra natura.
 ñosempezarían a usar espontáneamente, quizá el latín,
quizá el hebreo, y de ese modo podría averiguarse cuál
fue la lengua primigenia de la humanidad. Pero aque-                                          II
llos   niñosno hablaron hebreo ni latín; murieron.                Pero la comunicación humana          supone   todavía algo
     Porque vivir es convivir y porque convivir es algo más     más: aspira a la reciprocidad.
48 49
52                                                                                                                              53
e inamovibles. El agente deberá actuar desde ese nivel                         con las     palabras dialegeszai,   dialegomai.   Diálogo, no mo-
profundo de la común menesterosidad humana, y el pa-                            nółogo.
ciente responde desde ese otro nivel, igualmente pro-                             ¿No es, acaso, también un diálogo, un diálogo inte-
fundo, del ansia general de superación, esa raízde la                          rior, toda vida de fe? La fe se ha definido siempre como
                                                                               la aceptación de
vida que se niega a capitular, a perecer. El paciente no                                         unas verdades reveladas por Dios. Ver-
                                                                                                              porque su descubrimiento
                                                                               dades que fueron reveladas
es un   objeto que hay que restaurar, sino un sujeto en
relación.                                                                      sobrepasa el poder de nuestra mente. He ahí el aspecto
                                                                               de la fe que preferentemente quedaba subrayado; la fe
                                                                                    opuesta, pero sí contrapuesta a la razón; verdades
    Item más. Esa misma relación mutua y mutuamente
                                                                               no
                                                                               inaccesibles a la evidencia y al raciocinio, misterios,
                                                                                          lo
enriquecedora ha de establecerse entre lo que hasta                            "(reer     que no se ve». Pienso, sin embargo, que este
hace poco se llamaba el elemento «docente» y el «discen-                       elemento de
                                                                                                la
                                                                                                 definición es posterior e inferior al otro,
te» dentro de la Iglesia. Ya San Agustín confesó
54                                                                                                                                           55
                                                                                 más elemental, en el seno de cada célula:
mente en vocativo, dentro del marco colłoquial, como in-       lia en sudecampo
                                                                            la
vocación, no como materia de un discurso.                      dentro         célula se da un tipo de vida, de intercambio
  Eso es la fe, y eso es también la moral que dimana de        vital, que la biología denomina ya «intercambio de infor-
tal fe.                                                        mación», con sus estímulos y respuestas perfectamente
  Ciertamente, toda moral podría cifrarse en una sola          regulados.
palabra: responsabilidad. El hombre se constituye como
sujeto moral cuando es interpelado por una voz que lo
                                                                 El   diálogo constituye el esquema de funcionamiento
                                                               de la materia viva. Sin embargo, esta concepción resulta
hace responsable, en la doble acepción de esta palabra,        ser, más bien, una metáfora, aunque una metáfora
                                                               iatractiva e incluso fecunda; pero al fin y al cabo se trata
en cuanto que puede y debe responder de sus actos.
¿Responder ante quién? Las morales autónomas sostie-           de un modo de hablar analógico, descriptivo, para ex-
                                                                                                      la vida
nen que
         el juez del hombre es su propia conciencia. Por       presar gráficamente la dinámica de             en su estrato
                                                               más hondo.
supuesto; pero esta autorresponsabilidad es casi una                             Enotros estratos superiores habrá algún
tautología, significa que el sujeto es autor de sus propias     mayor motivo para emplear dicha denominación, y la
obras. Para nosotros, eso constituye, más bien, una             metáfora casi desaparece, casi es sustituida por su acep-
mera condición de imputación. La palabra decisiva per-         ción más inmediata, cuando nos aproximamos al plano
tenece a una responsabilidad más honda, en el momen-            de lo humano y nos referimos, por ejemplo, al «lengua-
    en que la autorresponsabilidad se descubre a
                                                     sí mis-   je» de los delfines. Casi.     Aún sigue habiendo ahí
to
ma como responsabilidad ante alguien que «me es más            metáfora,    y sólo nos expresamos así con licencia poética,
íntimo que yo mismo», como facultad y deber de res-            porque  ya    quedó dicho páginas atrás que sólo el lenguaje
ponder ante Dios. He ahí el carácter dialógico de nues-        humano        lenguaje.
                                                                            es
tra responsabilidad.                                             También     los animales practican
                                                                                                      un género de vida
                                                               más o menos comunitario. No obstante, cuando Platón
                                                               define al hombre como «animal social», está dando una
                            III                                definición rigurosa, con género próximo y diferencia
                                                               (specífica. Está afirmando, pues, que el hombre es la es-
   En definitiva, el lenguaje humano es esencialmente          pecie animal social, lo mismo que cuando lo define
diálogo, porque la vida humana, toda ella, es relación,        (omo «animal racional», es decir, único animal dotado
vecindad, pacto, complicidad o enfrentamiento, comer-          de razón o dotado de lenguaje, pues ambas significacio-
cio, cópula, convivencia. Todo es social en el hombre,          nes           logos utilizado
                                                                    posee el                  por Platón. Una colonia de
porque el hombre es un animal social.                          delfines, un enjambre de abejas, una manada de bison-
   Por supuesto que un cierto carácter social se da en to-     tes, distan de una sociedad humana lo que el mugido
dos los animales y hasta en cualquier conjunto vivo,           dista de la palabra: una diferencia no de grado, sino de
cuya composición ya no es la mera yuxtaposición de par-        esencia.
tes, sino su mutua articulación e interacción.     Esta es-        Y tanto da decir que somos racionales porque somos
tructura dinámica   puede  incluso calificarse de estructu-    sociales, como decir que somos sociales porque somos
ra dialógica, según aquella concepción que la moderna          racionales y dotados de palabra.
biología ha establecido del «organismo     como lenguaje».
Tal estructura es característica de todo               has-
                                           cuerpo vivo
56                                                                                                                      57
    Lo que me caracteriza como ser humano es la pose-              Co hay yo sin nosotros. Efectivamente, sin cuerpo no ha-
    sión de una
              conciencia, la conciencia de mi yo. Pero esta        bría cabeza ni miembros; sólo existirían objetos con for-
                                                                                  de piernas, de
 conciencia, este yo, ¿cómo llega a formarse? Unicamen-            ma  de cabeza,                manos, Unus christianus, nul-
 te en la confrontación con un tú. Este tú me limita, y, al        lus christianus.
limitarme, me configura, me concede mi propia identi-                Esa comunicabilidad que es propia de la persona al-
dad. La conciencia de singularidad surge de esa contra-            canzará su más alta y apremiante significación en el pro-
posición del yo y el tú. Adquiero conciencia de mí y del
       al mismo tiempo. La intersubjetividad funda la
                                                                   grama   de
                                                                                la
                                                                                santidad cristiana. Para cada cristiano, la
                                                                   santidad consiste en el cumplimiento de su misión, y
otro
subjetividad.                                                      ésta consiste en
                                                                                      una forma concreta, personal, de ser-
                   co                                el nú-        para-los-demás. Toda vocación es social por su origen y
         El
      encuentro n mi prójimo hace que fragüe
cleo de mi personalidad, alrededor del cual irá desarro-
                                                                   su  destino: a través de los hermanos y al serv cio de los
llándose el lento proceso de individuación. La colabora-           mismos. Cada santidad particular es       parte de la san-
                                                                                                             una
ción en una empresa común, la cópula sexual, la firma              tidad del cuerpo; pero una parte activa, en función del
    de un contrato, el ósculo de paz en la misa, constituyen       todo, influida e influyente. El deber de desposeimiento
    sólo los momentos fuertes, los puntos reveladores de           en favor de los demás se extiende a todos los niveles del
    una condición social que abarca e impregna la vida en-         alma, y, correlativamente, la participación en el bien co-
    tera.                                                          múnes tan completa, que incluye las riquezas igual que
          quiere decir «persona»? La antigua definición
       ¿Qué                                                        las deudas. «Perdona, Señor, a
                                                                                                   tu siervo los pecados aje-
de persona como autoposesión resultaba insuficiente; ha-           nos», traduce  curiosamente la Vulgata (Sal 18,14).
cíafalta completarla poniendo de relieve la proyección, la            Ello nos impone una moral íntegramente social. No se
    esencial proyección de cada persona a las otras personas.
                                                                   trata sólo de conceder mayor espacio al sector social de
    Era preciso resaltar dos cosas: a) que dicha autoposesión
    ha necesitado de una comunicación previa, y b que está
                                                     )
                                                                   la moral, sino de hacer social la moral entera: es preciso
                                                                   replantear a esta luz todos y cada uno de los conceptos
    destinada a una comunicación posterior.
                                                                   de la ética, trasladar de clave el tratado completo, pasar-
       La incomunicabilidad que las viejas definiciones atri-
    buyen a la persona tiene un sentido ontológico y signifi-      lo de clave ascética a clave eclesial.
    ca su unidad interior, la indivisión del in-dividuo; en de-         Elhombre, ¿se hace cristiano cuando se incorpora a la
                                                                   Iglesia criștiana, o se incorpora a ella cuando se hace
    finitiva, la autoposesión antes citada. Pero la persona se     cristiano? Vana cuestión. Cada hombre posee su voca-
    posee precisamente para entregarse (y al entregarse cre-       ción, su propio llamamiento. Pero ¿a dónde ha sido lla-
    cerá su autoposesión), y esa incomunicabilidad metafísi-
                                                                   mado?,     ¿a qué ha sido      llamado? A formar parte de    la
1   ca constituye justamente la condición básica de toda co-
                                                                   Iglesia.   Iglesia significa     precisamente   «convocación».
    municabilidad psicológica.                              ple-
                                El yo alcanza entonces su
                                                                   Por   lo
                                                                           tanto, más que llamados, hemos sido convocados.
nitud en el «nosotros».
  La literatura cristiana ha desarrollado espléndida-
                                                                   citados  todos a un mismo lugar; a esa arca de salvación
                                                                   donde la singularidad y solidaridad de cada alma quedan
mente este pensamiento en su simbología del Cuerpo
                                                                   garantizadas       la gracia del Dios Uno y Trino.
místico. Ciertamente que no hay nosotros si no hay di-                          por
                                         si                          La misma vana cuestión sería preguntar si somos hei
versos yo, como tampoco existe el cuerpo    no hay
                                                   cabe-
za y miembros. Pero el enunciado es reversible: tampo-             manos porque somos hijos de Dios, Padre de todos, o si
                                                                   somos sus hijos porque somostodos hermanos, herma-
    58
                                                                                                                               59
                                                                           social. Dentro de este contexto es capaz de producir
 nos del Primogénito, hermanos de Cristo y en Cristo.
                                                       Es                                                                          un
                                         los                               rudimento de habla personal en cuanto pura expresión
 su Espíritu    que abre simultáneamente
             el                              labios y los
                                                                           de sí mismo, pero en seguida irá desprendiéndose de es-
 oídos del neófito para que pueda pronunciar la palabra
                                                                           tas formas originales y aceptando   el lenguaje
                                                                                                                           que a su
 «Abba, Padre»
                 ypueda entender el lenguaje del pueblo                    alrededor se   emplea.
 santo. Entonces es regenerado como hijo y entonces
                                                                                                  No es que la voluntad de hacerse
                                                                           entender sea superior a su voluntad de au toafirmación,
 queda constituido como ciudadano de los cielos.
                                                                           sino que ésta necesita de aquélla, y a ella se pliega. La
                                                                           sumisión a un idioma común se revela así como la acep-
                                                                           tación primera, fundamental, de las leyes de conviven-
   La simetría con lo que acabo de exponer es casi per-                    cia. Empezamos a comprender y admitir el carácter
                                                       somos
                                                             o
fecta: ¿somos racionales porque somos sociales,                                                                                  nor-
                                                                           mativo de la vida en común cuando comprendemos y
sociales porque somos racionales y dotados de lenguaje?
   Sin sociedad no hay persona, y sin lenguaje no hay so-                  admitimos las normas gramaticales, cuando reconoce-
                                                                                 el sentido general de las palabras y sus reglas de
ciedad. Pero también es verdad directamente: sin len-                      mos
guaje no existiría la persona, la conciencia, el yo. Benve-                combinación. No hay un idioma individual. El idiolecto
                                                                           es sólo                                                 las
niste afirma: «Yo es el que dice 'yo'». No caben otras                              una ficción, una hipótesis de trabajo, como
                                                                           cantidades imaginarias.
pruebas      fuera de este testimonio tan irrefutable como
                                                                             Toda comunicación      supone una coincidencia de
                                                                                                                                   in-
                                                      El
  tautológico, fehaciente por sí mismo.                      capitel se
                                                                           terpretación, una trama semántica o complejo de signifi-
                                               la
                                        la basa,     bas  en la tierra,
 apoya en      el fuste, el fuste en
                                                                           caciones convenidas, un sistema codificado de vida so-
 la  tierra  en   la  tierra.  Un   testimonio   tan  superfluo   como
                                                                           cial, es decir, un mundo compartido. Tan perfecta so-
 sustentador: yo soy el que dice yo. Y, desde luego, al ha-
                                                                           cialización, tan radical sacrificio de la propiedad priva-
 blar así, mi palabra necesita de tu silencio, se produce
                                                                           da, implica que mis palabras no son mías, que incluso
 frente a tu silencio. Así como sin el tú no se daríael yo,
                                                                           cuando las pronuncio en soledad y silencio, en el fondo
 tampocu mi voz podría subsistir sin tu atención.
                                                                           de mi intimidad, sólo es mía la voz, ellas no me pertene-
         lenguaje tiene, respecto de los individuos de una
   El
 comunidad lingüística, la, misma doble relación que tie-                  cen. No son mías, aunque tampoco me son ajenas. Y no
                                                                           basta decir que yo no las he creado, debo reconocer que
 ne la sociedad respectó de sus miembros. Por un lado,
                                                                           ellas me han creado a mí. Lo que parecía       consigna
 ésta es la suma y resultado de sus miembros;
                                                              por otro                                                   una
 lado, cs ella la que los constituye como tales miembros;                  moral, resulta ser casi una ley biológica:   vivir, efectiva-
                         los precede. Así también, la langue es la         mente, es convivir.
  en cierto modo,
                                                                              Social no significa solamente apto para la vida en so-
 suma de
              las  paroles,   de las palabras particulares, pero es
                                                                           ciedad, sino también, y antes que nada, necesitado de
también la matriz en que éstas se forman, de tal suerte
                                                          el       efec-   sociedad. En primera instancia es un adjetivo que califi-
                    no significa, en definitiva, sino
        el habla                                              uso
 que
 tivo que cada hablante          hace  de  su lengua. En     este senti-   ca al hombre como un ser indigente, incapaz de auto-
                                                                           abastecerse. No obstante, en esta deficiencia esencial ra-
 do, el idioma representa el hecho social por antonoma-
                                                                           dican sus mayores y mejores posibilidades, su historia
  sia.
        Un niño puede desarrollar ciertas facultades -las                  progresiva, su porvenir indefinidamente abierto. Un ser
 motoras, por ejemplo- sin enseñanza alguna, por su
                                                                           completo, pero por eso mismo clausurado, sin referen-
 cuenta, actuando sobre el medio y reaccionando frente
                                                                           cia a los demás seres, sin engarces, sin deseos, no puede
  a él, pero sólo podrá adquirir el lenguaje en un contexto
                                                                                                                                     61
 60
                                                                                self-made-man
progresar; queda estabilizado en su perfección, es decir,                El
                                                                       capítulo
                                                                                            actual no es otra cosa que el último
                                                                                 de esas fantásticas ciencias naturales donde se
queda detenido en su crecimiento. Su perfección signifi-
                                                                       han ido registrando los sucesivos entes, ideales e ideali-
ca impotencia para perfeccionarse        más, para alcanzar
       niveles superiores.   En cambio, los seres incomple-            zados, que nacían por generación espontánea. Porque la
otros
                                                                       verdad es que todo            de la confrontación
 tos extraen todo el vigor de su propia deficiencia, de su                                  yosurge                      con un tú
hambre y sed. Cuando nace, el hombre es el animal                       ymi vida se teje incesantemente con los mil influjos que
                   el más inerme, el más necesitado de                 a diario recibo. Llegan éstos hasta mí desde el
peor terminado,                                                                                                           extremo
                                                                       más remoto del mundo, en
atenciones, que habrán de prodigársele durante un                                                     una cadena ininterrumpida
                                                                       e incalculable,
 tiempo incomparablemente mayor que el que abarca la                                    y, asimismo, cualquier movimiento mío
                                                                       añade un impulso que no cesará hasta la otra orilla.
crianza de cualquier otro animal. Es incapaz de tenerse
                                                                       Cada uno de mis actos altera           grado infinitesimal,
 en pie, de encontrar la ubre, de buscarse cobijo; es inca-                                             --en
                         sí
                            mismo. ¿Cuántos años habrá de              pero suficiente- la marcha      del universo (y sería inútil
 paz de sobrevivir por
pasar antes de que pueda considerarse un ser adulto?                   querer reprimir todo gesto,      todo juicio, pues de cual-
 Pues bien, la hegemonía de la especie humana estriba                  quier modo nuestra influencia está garantizada: ni si-
 precisamente    ahí, en la evidente inferioridad de sus               quiera sabemos con qué influimos más, si con nuestros
                                                                       actos o con nuestras omisiones, si con nuestras palabras
 miembros para bastarse a sí mismos. El pájaro será siem-
                                                                            )
                                                                           con
                                 el caballo será siempre                       nuestros silencios). Soy emisor y receptor. Cons-
 pre un pájaro, y nada más;                              un
 caballo, y nada más. El hombre, en cambio, será agricul-              tantemente recibo estímulos, llamadas, objeciones. Voy
                                                                       al                            víveres
                                                    y
 tor, monoteísta, filósofo, inventor de símbolos lengua-
jes, un extraordinario ser siempre     inacabado.
                                                                            mercado,  adquiero
                                                                                        y
                                                                                                los          que otros han cose-
                                                                       chado; abro un libro, y asimilo los conocimientos que
     Unser siempre menesteroso de los demás: un ser so-                otros descubrieron; oro con las plegarias que han llega-
cial. Sus carencias son su mayor riqueza, su acicate con-              do hasta mí a través de innumerables generaciones.
                                                                       Digo «yo», y esta palabra la recibí de otros labios. Digo
tinuo, y una especie de felix culpa, que hizo posible esta
situación de gracia redentora, muy superior a la inocen-               cualquier palabra, y ésta ha de ser, irremisiblemente,
                                                                       palabra de edificación o de escándalo. Nuestra vida es
                   la vida social se llega así a unos resulta-
cia primitiva.
                En                                                     social.
dos imprevisibles, a una suma cuyo valor excede con
                                                                          Cabe, por supuesto, pero sólo hasta cierto punto, la
mucho el de los sumandos, del mismo modo que el sig-
                                                         el            vida solitaria. Creo que lo que llamamos vida solitaria, o
nificado de una palabra excede indeciblemente                 valor
fonético de las letras que la componen.                                es infrahumana o es sobrehumana. Puedo imaginar que
   Ni   el nosotros es la simple agregación   del yo   y el   tú, ni   quien eligió la soledad, sabrá alzarse por encima del ni-
el diálogo es
               una mera adición o  alternancia de párra-               velcomún. Pero únicamente si esa soledad es una subli-
fos. El resultado de                                                   mación, no una represión, de su instinto social. La bue-
                    un verdadero  diálogo  no consiste en
            las ideas                                                  na soledad es al aislamiento lo que el silencio es al mu-
la suma  de            que traían sus  interlocutores; las
                                                                       tismo. No se trata de una vida fácil;
ideas de cada uno actúan como estímulos sobre el pen-                                                        por eso la llamo so-
samiento de los demás. Se obtiene                                      brehumana; yjustamente por eso, porque no es fácil,
                                      un efecto multipli-              suele ser infrecuente el éxito; tal vez, la soledad fecunda
cador.
                                                                       constituya un fenómeno tan improbable casi como el
                                                                       parto virginal. Al desierto no hay que ir renegando de
 62                                                                                                                             63
la comunidad    o huyendo de ella, sino a través de ellay                                            IV
llevando con nosotros el mayor amnor a los hombres, no
                                                                                                                              y
el
   temor o el desdén, sino,
                                al contrario, la voluntad de
                                                                           Lo sé. Sé que pasó   ya aquel interés   tan   vivo  univer-
rendir en favor de    la sociedad aquel misterioso servicio          sal
                                                                         que despertaba el tema del diálogo en la           década
                                                                                                                           de
que sólo en el yerno puede llevarse a cabo. El retiro y la           los sesenta. Llegó a ser una moda cultural, lo mismo
oración deberán estar poblados de nombres, de rostros,               que la no-violencia o la contracultura. Eran
                                                                                                                  los años de
                                                                     la
de necesidades ajenas que fueron asumidas como pro-                        Ecclesiam       del súbito entusiasmo por los colo-
                                                                                       suam,
pias. Pienso que ha de resultar desoladora una soledad                quios cristiano-marxistas,  y cómo los padres deben con-
                                   «social»
que no sea, por lo menos, tan                como la conviven-       versar larga y amistosamente con sus hijos, aquella pro-
cia. Valéry decía que el hombre se comunica consigo                  fusión de encuentros ecuménicos, las conversaciones
     los mismos medios y
por                          en la misma medida en que se            distensivas en torno al desarme, y una nueva espirituali-
comunica con sus semejantes.                                         dad conyugal basada en la «puesta en común».
   El extrañamiento del eremita guarda una esencial re-                 Como todas, una moda efímera. Creo, no obstante,
lación a la ciudad. Estas vidas solitarias pertenecen a la           que lo que ha dejado de ser actual no es
                                                                                                                 el diálogo, sino
                                          menos                      el diálogo sobre el diálogo, la apología del mismo. ¿Pue-
densa trama de la humanidad
                                    no           que la vida del
comerciante o del profesor. Dentro de un ordenamien-                 de, acaso, perder vigencia alguna vez el tema del diálo-
to social profundo, dentro de esa vasta arquitectura tan             go, o el de la violencia y las formas pacíficas de enfren-
compleja, ubicua, coextensiva al mundo y a la historia               tarse a ella? Sería como decir que pierde oportunidad
del mundo, tales vidas de soledad aparecen como espa-                un libro sobre la muerte cuando su aparición no coinci-
cios interiores, formando parte de la estructura total               decon la novena   de ánimas. Por lo demás, las modas no
exactamente lo mismo que los muros, los bloques                ola
                                                                s    son solamente fugaces, son también cíclicas, y su breve-
columnas. Las áreas no       edificadas    se hallan     afectadas   dad cada vez mayor da lugar a una periodicidad cada
     la intención y el propósito de la edificación, Se trata         vez más frecuente. Mañana mismo            esta
por
de áreas significadas por la cercanía de los volúmenes
                                                                                                             o       misma tarde
                                                                     volverá alguien a insistir con igual obstinación: yo dialo-
construidos, por su referencia a ellos. Y a la vez, recí-
                                                significantes, ca-
                                                                     go, tú  dialogas,
                                                                                          él
                                                                                         dialoga.
procamente, se convierten en elementos
paces de irradiar sentido, de adjudicar un sentido más
                                                                        El diálogo sigue siendo una cuestión viva,
                                                                     otros matices predominantes.
                                                                                                                    aunque con
alto al conjunto.
   El hombre es social siempre, en la ciudad y en despo-                El problema de la comunicación y la incomunicación
                                                                     preocupa por igual a psicólogos, sociólogos y expertos
blado. Y hasta para callar tenemos necesidad de la pala-             en cibernética. Hoy la lingüística prolifera en tantas ra-
bra. Con razón se ha dicho que el cine sonoro hizo posi-             mas como ayer la antropología. Donde un texto dice
ble el silencio en las películas. El silencio de las vidas si-       hombre, léase animal dotado de lenguaje o animal so-
lenciosas no está vacío; está lleno de vacío deliberado,             cial. Lo social es ya irreversible y constituye algo más
de viento, de alusión.                                                                      el enfoque o tratamiento actual de
                                                                     que un tema actual:
                                                                     cualquier tema. Un denominador común, un signo de
                                                                     nuestro tiempo. Es la hora del trabajo en equipo, de la
                                                                     actividad en grupo, de la poesía escuchada o cantada
                                                                     por la multitud. Los productos se fabrican en cadena,
64                                                                                                                                 65
                                                                     5.--Palabras
las misas se concelebran,   las
                                 empresas no podrían pres-       Ya no queremos ser arrastrados por una voz, sino
cindir ya de un técnico en relaciones públicas. El res-        persuadidos por una argumentación. Y puesto que en el
ponsable del descubrimiento de América fue un indivi-          mundo existen las convicciones más variadas, queremos
duo llamado Cristóbal Colón, mientras que la llegada a         <que  nuestras convicciones sean nuestras, que sean fruto
la Luna ha sido una hazaña conjunta de astronautas, as-        de una    elección personal. Somos también conscientes,
trónomos, físicos, biólogos, ninguno de cuyos nombres           más que nunca, de esa dimensión de historicidad que
                  los
es exigido en         programas de bachillerato superior.      tanto afecta a todo lo humano, principalmente en aque-
Hoy concedemos más valor al resultado de una encues-           Ilo que concierne a la conquista de la verdad, la cual no
ta entre mil personas que a la intuición y clarividencia
                                                               sólo posee muchos campos y vertientes, sino también
de un gran talento. El hombre económicamente           pode-                                                Es
       no es ya el que cuenta con mayor fortuna personal,      muy diversos grados de manifestación.           una verdad
roso
sino quien influye en mayor número de consejos de ad-          que  se  obtiene paso  a paso, día tras día,  mediante una
                                                               investigación progresiva, histórica, y una verdad que
ministración. Condiciones morales aparte, el político
                                                               hay que afrontar y ganar desde perspectivas muy dife-
más digno de confianza no e tampoco aquel que posee
                                s       el                     rentes, por vías muy distintas, con instrumental muy va-
una más profunda formación, sino           que ha sabido ro-   riado. ¿Cómo no reconocer aquí la trascendencia de lo
dearse de mejores asesores. Y no se trata sólo de un sa-       social? Nunca como ahora se había diversificado tanto el
ber colectivo, que, lógicamente, ha de ser más completo
                                                               saber, nunca se habían multiplicado tanto las especiali-
y contrastado;   se trata de aquel efecto multiplicador que
                                                               dades. ¿Cómo no reconocer la imperiosa necesidad de
atribuimos al diálogo. Diálogo real que enriquece siem-        los estudios interdisciplinares, es decir, del intercambio,
                        o diálogo más o menos simulado,
     al gobernante,
pre                                                            es decir, del diálogo?
pero que sirve para mejorar su imagen. Está demostra-             El diálogo sigue y seguirá vigente: sigue y seguirá
do efectivamente que el líder de más porvenir no es el
                                                               siendo un método imprescindible para la búsqueda de
gran orador, sino aquel que, cuando habla a
                                                   la muche-
66                                                                                                                      67
pirar, lejos de ser incompatibles, se armonizan hasta el         ontemplo algo que está sucediendo, en este mismo ins-
punto de crear el tipo humano más apto para el diálogo.        tante, a miles de kilómetros de distancia. No hay
                                                                                                                          tales
No es ninguna paradoja decir que a una sociedad más            kilómetros, no hay fronteras, no       hay  paredes.   Los pue-
pluralista corresponde un ciudadano más solidario, y a         blos se relacionan, se confederan y dialogan. Unión Pa-
una sociedad más colectivista, un ciudadano más indivi-        nafricana, Comunidad Económica Europea, Organiza-
dualista. Independencia e interdependencia no se con-          ción de Estados Americanos. Por primeraа vez, la histo-
tradicen: ésta hace posible el diálogo, aquélla hace posi-     ria universal se puede elaborar como un todo, ahora
bles a los dialogantes.                                              la Tierra, desde el espacio exterior, ha sido
                                                               que                                                     por pri-
   Todo ello tiene aplicación a las comunidades más mi-        mera vez    fotografiada  en  su totalidad:  un  hogar  común,
núsculas lo mismo que a
                            lallamada comunidad de na-         un   mundo    abreviado   y  amenazado    por   igual, una sola
ciones. Antiguamente, excepción hecha de algunos mo-           plaza de mercado, un único ·campo de batalla. De ser
mentos o territorios de encrucijada, todas las civilizacio-    puramente una noción teológica o filosófica, la «huma-
nes fueron como universos homogéneos y apenas per-             nidad» ha pasado a ser un hecho de comprobación. Su
meables, dentro de los cuales existía un solo esquema          unidad es patente. No aquella unidad de los teóricos,
mental, una única concepción de la vida y del mundo;           sino esta de las Naciones Unidas; no la humanidad
las ideas extrañas
                   que pudieran llegar quedaban auto-          Como concepto abstracto, sino como programa común.
máticamente reducidas    a objeto de refutación inmedia-
ta. Pues bien, he aquí que hoy asistimos al fenómeno
                                                               Por eso,
                                                                          la independenciasoberanía
                                                                                               de los pueblos se llama hoy
                                                                                                        efectiva no consiste
                                                               interdependencia, y su
contrario. Se ha producido una especie de unificación          tanto en la     capacidad    de  repeler cualquier invasión
de la humanidad; por fin ha llegado a obtenerse el             cuanto en  la  posibilidad  de  negociar en pie de igualdad.
«hombre planetario». La técnica posee
                                        un lenguaje uni-          No ha surgido aún      la  comunidad    de naciones capaz
versal -el desciframiento científico de
                                          larealidad, y        de ordenar con eficacia las relaciones entre las mismas.
en su grado actual de desarrollo permite la comunica-          Pero es porque los nacionalismos siguen todavía toscos y
ción instantánea entre todos los rincones del globo.           tribales: anacrónicos para este momento histórico. Sub-
Todo queda próximo, nada humano nos es ajeno; pero             siste el desnivel
                                                                                  entre pueblos desarrollados y subdesa-
ahora muy concretamente: la evolución del maoísmo no           rrollados, incluso en ciertos aspectos va en aumento;
esajena al incremento del comercio exterior americano,
                                              los transpor-
                                                               pero, al menos,
                                                                                  los responsables de tales diferencias se
la revolución iraní  no es ajena al futuro de                  ven obligados a explicarlas con argumentos más o me-
tes holandeses.  Hay prosoviéticos en Lisboa, hay yoguis        nos falaces. Existe todavía el hambre, y se han escrito li-
en Bogotá y mormones en Jaén. Porque lo importante             bros atroces, muy documentados, acerca de la desnutri-
es que esa variedad de culturas que conviven en un             ción de unos países y el despilfarro de otros; pero el he-
mundo unificado, ha venido a romper definitivamente            cho de que se hayan escrito supone una información e
aquella homogeneidad de las antiguas sociedades. La            intercomunicación que ayer eran impensables; consti-
diversidad profunda de los pueblos ha introducido el
                                                               tuyen una denuncia que aún es posible tergiversar, pero
pluralismo dentro de cada pueblo.                                                                         com la
   Escribo estas líneas en Madrid mientras escucho u
                                                           n
                                                               que ya es imposible desoír. Tanto la
                                                               son, antes que  nada, lugares de diálogo.
                                                                                                        FAO
                                                                                                          o
                                                                                                                 ONU
68                                                                                                                          69
marxismo   y  cristianismo, de aquellos prolijos diálogos
sobre la utilidad del diálogo. Sigue siendo tan actual
                                                                                                II
          el Paleolítico superior. Por dos                                           САPITULO
como en                                    razones nada
efímeras u ocasionales: porque el hombre es un animal                                                   Y META
social  porque es un animal racional. O resumiendo to-
                                                                     EL DIALOGO, CAMINO
      y
davía más: porque el hombre es esencialmente- un
animal dotado de lenguaje.
70                                                                                                                  71
   Cuando digo que para saber hablar hay que saber es-              sión: dotado de la misma naturaleza y derechos que tú.
cuchar, estoy enunciando casi una ley física, la misma              Tu relación con él no pertenece al esquema yo-ello, sino
                                los sordos de nacimiento            yo-tú. Aunque aparentemente no difieran, las operacio-
que impide físicamente que
lleguen alguna vez a hablar. Pero pienso, sobre todo, en            nes de ahí resultantes no pueden ser más opuestas. En
El   prójimo no     es
                       un objeto, es  un    sujeto dotado de vi-    mogéneas;      por eso   no pueden sumarse, por eso no pue-
72                                                                                                                           73
den    entrar en ninguna     totalidad   a   simple   título de   un inventario. Precisamente en la medida en que una
partes.                                                           descripción de este género intenta ser «objetiva», se hace
     Tal  vez, ninguna doctrina haya subrayado tanto como         falaz. Lo verdaderamente personal, ni puede ser capta-
     fe cristiana el carácter unitario de la humanidad, «un
la                                                                do como un dato ni puede tampoco darse por definiti-
solo cuerpo». En ella, sin embargo, la condición indivi-           vo.Rebasa por igual los cuadros de clasificación      y los
                                                                                                            es
dual de las personas no sólo queda sobrentendida, no              cálculos de futuro. El fondo humano          inasible e im-
sólo queda salvaguardada, sino elevada al rango máxi-             previsible.
mo, ese yo tan compacto y definido que nace del tú pro-
nunciado por el Creador. Miembros todos de un mismo
                                                                    El  otro, el interlocutor, será siempre el otro, con todo
cuerpo,
            los hombres
                          conservan su singularidad más es-
                                                                  lo
                                                                  Y
                                                                     que esto significa de ajeno, irreductible y sustantivo.
                                                                     es, a la vez, un semejante, idéntico a mí en dignidad y
tricta. Piedras destinadas a la construcción del Cristo to-       naturaleza, y, por eso mismo, un sujeto, co-sujeto con-
tal,                               vivas». Precisamente la ar-
       son, no obstante, «piedras                                 migo en una relación de rigurosa paridad. La relación
 monía e incluso la estabilidad de tal edificio, como suce-       yo-tú hunde así sus raíces en la tierra general del noso-
de con los elementos de una bóveda, exige que cada pie-           tros, que no significa solamente un vocabulario común,
dra ocupe un lugar único y desempeñe una función                  una riqueza común, sino también
                                                                                                         el único espacio don-
única. Sólo hay una Esposa, pero cada alma es regalada            de el enriquecimiento mutuo resulta posible.
por Dios con intimidad nupcial. En la grey inmensa,
cada una de las ovejas tiene su nombre; los tratos del
Pastor con ellas son de tal índole, que sólo les hace justi-
                                                                                               II
cia el adverbio nominatim que usó San Juan. Se trata de
                                                         hom-
personas, se trata de hombres. En rigor, la palabra                 Todo diálogo    supone esa fundamental igualdad entre
bre                      de                                                                           las desigualdades
      debería carecer       plural, como   todo   nombre pro-     los participantes
                                                                                     por debajo de                        even-
pio. Hasta cierto punto, igual que ocurre con la palabra          tuales que implica   la distinta cantidad  de conocimiento,
Dios; el término dioses no amplía el contenido del singu-
                                                                  la  distinta cantidad de «información»       transmitida por
lar, sino que lo altera por completo, lo destruye. Así            uno u otro emisor, desnivel este que precisamente
                                                                                                                             el
también, hacer del hombre un objeto repetible, nume-              diálogo tiende, por principio, a eliminar. Ocurre lo mis-
rable, supone, igualmente, no haber entendido en abso-            mo que con el amor: el amor o supone
                                                                                                                             hace
un inventario de datos podrá dar cuenta de la esencia             dar y recibir, voluntad de entrega y apertura. Según
de una persona. Su edad, nacionalidad, estado, profe-             esto, ¿cabe algo más contrario al diálogo que la discu-
sión. Rellene usted el impreso. He aquí una ficha que             sión?
pretende definir exhaustivamente a un hombre. Lo
principal, desde luego, se ha evaporado. El hombre no              La   discusión arranca de otros supuestos muy diferen-
                                                                  tes y se ha fijado otros objetivos muy distintos. La relati-
                y todo
es
   un objeto,          cuanto en él es personal queda sus-        va igualdad que permite discutir consiste en una relativa
traido a la voluntad de objetivación, a los renglones de          equivalencia de fuerzas, y el móvil de la polémica no es
74                                                                                                                            75
                                                                          los discrepantes, según
enriquecer al otro, sino derrotarlo; ni es tampoco llegar       en que                            una terminología usual,
a una verdad más clara o más completa, sino hacer que           son  calificados de «adversarios» entre sí, y sus argumen-
prevalezca mi parte de verdad. Cuando discuto, mis              tos, si poseen bastante fuerza, se llaman «contundentes».
 ideas son, sobre todo, argumentos, y las de mi interlocu-         Para quien tenga una idea tan precaria de lo que es el
          sobre todo, objeciones; él mismo no es otra cosa      diálogo y un ideal tan rastrero de lo que puede ser la
tor son, contrincante,
que un                 al cual
                               trato de convencer, es decir,    convivencia humana, la diferencia entre lucha armada y
de vencer. El apóstol Santiago recomendaba: «Sed pron-          lucha ideológica es total, porque es suficiente. Se trata,
                                                                sin embargo, de una diferencia no sólo mínima, sino
tos para     escuchar, lentos para hablar»; y muy certera-
 mente terminaba así: «lentos para la ira» (Sant 1,19).         también momentánea: mañana mismo, al menor malen-
 Pues nada hay más triste ni más frecuente que eso,que          tendido, la acción pasará de la sala de debates al campo
 el                                                             de batalla.
    acto de hablar se transforme en un acto de ira, que el
diálogo degenere en disputa.
    Controversia ideológica y lucha armada suelen apare-
 cer como dos formas muy diferentes, y aun opuestas, de            Pero hay también otros casos en que el diálogo resulta
enfrentamiento. En realidad son nada más dos varian-            imposible. Si éste no existe cuando se enfrentan dos in-
 tes de                                                         terlocutores sobre una misma palestra, tampoco puede
          un mismo fenómeno, dos formas de relación que,
 lejos de ser opuestas, andan muy emparentadas.         ¿No     existir si permanecen en planos mentales distintos; es
     define,          la                                               si hablaran idiomas diferentes.
se             acaso,    guerra como una   continuación  de     como
                                                                   Hay diversos sistemas de pensamiento, válidos, tal
la   política por otros medios? Clausewitz podía haber
 invertido los términos y decir que la política es sólo una      vez, cada uno de ellos en su propia esfera, que no ten-
continuación de la guerra, y no precisamente por me-            drían por qué ser incompatibles. La incompatibilidad
 dios tan distintos. Hay como una doble contaminación           empieza cuando pretenden convertirse en síntesis totali-
semántica: por una parte, se habla de «guerra» de ideo-         zadoras y excluyentes. El marxismo quiere explicarlo
logías; por otra, de «dialéctica» de los   puños y   las pis-   todo por la lucha de clases; el fatalismo religioso quiere
tolas.                                                          explicarlo todo por la predestinación divina; el positivis-
   Ciertamente, entre palabra y violencia física existe, en     mo científico quiere explicarlo todo en términos mate-
teoría, la misma distancia, la misma oposición, que exis-       máticos; el psicoanálisis quiere explicarlo todo desde el
                                                                subconsciente. De la observación de que todo está se-
te entre
           lo racional y lo irracional. En teoría, digo. De
hecho, la palabra se torna violenta
                                        muy a menudo,
                                                         vio-   xuado, se pasa a la ley de que todo es sexual. De la com-
lenta  e irracional. En  la discusión  no hay confrontación     probación de que todo es política, se pasa a la conclusión
de ideas, sino de elementos emocionales. Falta la sereni-       de que la política lo es todo. En términos generales, hay
dad y el desapego necesarios para analizar, para distin-        un reduccionismo hacia abajo, que interpreta los hechos
guir. Y, aunque lleguemos a comprender que el otro lle-         espirituales desde la pura materia, y otro reduccionismo
va razón, el ánimo belicoso que nos embarga prohíbe             hacia arriba, que interpreta los hechos materiales desde
                                                                el
terminantemente reconocerlo. Conceder que la verdad                puro espíritu.
                                                                                                         sistemas trata de
está de su
             parte sería humillante, porque sería una con-        Lo grave      que cada uno de esos
                                                                                 es
78                                                                                                                     79
                                 III                          a
                                                                 una relación yo-ello, la menos idónea para instaurar
                                                                                                                      el
                                                              diálogo. ¿Qué hacer entonces? Si permaneces en una ac-
     «Para dialogar, preguntad primero».                                                       d total desprendimiento,
                            el
                                                              titud de extrema modestia
                                                                                             o e
     Pero   esta vez   es
                         otro quien pregunta. Y pregunta      en completa receptividad, es posible que no le prestes
algo muy personal, trae una cuestión que lo desazona, y       ninguna ayuda, o que una conducta tan irreprochable
quiere exponértela y pedir tu ayuda. Se trata de uno de       por tu parte produzca en su ánimo una especie de corto
esos caso
       s
             en que el diálogo puede y debe descender a       circuito, prohibiéndole con tu propia perfección cual-
un   nivel de relativa profundidad. No suele ser cómodo.      quier otro comportamiento menos perfecto, desautori-
Por lo general, preferimos mantenernos en otros nive-         zando con tu admirable desinterés su posición tan inte-
les, hablar del tiempo o de política, o hablar de
                                                  terceros.   resada, aunque tan legítimamente interesada. ¿Cómo
Pero esta vez alguien ha acudido a ti para hablar de sí       actuar, pues?
mismo, y con una sinceridad nada frecuente. ¿Qué ha-             Lo primero de todo, advertirás que muy frecuente-
                      no te negarás a bajar con él hasta el
rás? Por supuesto,
                                                              mente esos peligros a los que acabo de referirme no pa-
fondo de su problema, no darás una respuesta inhibito-        san de teóricos, remotos o académicos, y que a menudo
ria o mecánica, no contestarás con palabras impersona-        los hombres necesitan ser descargados de su conciencia
les a la confesión
                    tan personal que él acaba de hacerte.     de culpa sin que les importe demasiado el fallo que reci-
«Decía Fromm...» Tampoco, claro está, vas a pronunciar        ban, con tal que los ilumine y apacigüe y los reconcilie
                 moral sobre el contenido de su confiden-
 un veredicto                                                 consigo mismos. Y ten presente que, por muy respetuo-
cia. Con seguridad has percibido en sus palabras alguna       sa que  sea la actitud por ti adoptada, significaría un pro-
obcecación, algún resto de vanidad herida; quizá, inclu-      pósito muy pueril el querer deslindar netamente los
 so élmismo empezó declarándose culpable. Pero conde-         campos, abstenerse, por ejemplo, de todo juicio de valor
narlo sería añadir sufrimiento al sufrimiento. Sería ade-        o d toda
                                                                            referencia ética. Los diversos aspectos del
                                                                   e
más injusto, porque te has dado cuenta de que él es,          hombre    están  siempre muy mezclados, y no hay más re-
más bien, paciente que agente de su propia situación,         medio que bajar al lugar de la coherencia. Sin duda, ha-
víctima de imponderables que lo sobrepasan. ¿Excusar-         brá que profundizar más, la base del discurso tendrá
lo, pues? Si lo excusas, lo estás considerando un ser dé-      que ser ampliada para asimilar nuevos datos que pare-
bil, más vulnerable que responsable; ¿no lo ofenderías,       cían estar desprovistos de significación, y que ahora, sin
quizá, más? El no quiere ser condenado, sino rehabilita-       embargo, al ser expuestos, obligan a replantear el senti-
do; no quiere tampoco ser absuelto, sino asistido. Se tra-     do de aquellos otros datos más llamativos, pero menos
ta de algo más difícil, se trata de comprenderlo. Pero, si     decisivos. Por otra parte, conviene saber que la com-
crees que lo has comprendido, si demuestras       haberlo      prensión no significa necesariamente reducir y degra-
comprendido, ¿no      te comportas  también  como un ser      dar lo comprendido a la categoría del ello, del simple ob-
superior ante él? De algún modo, estás afirmando que          jeto. Hay otra acepción mucho más fina y excelente del
     posee
                                                        lo
tú          una verdad más amplia, una verdad que              verbo comprender: yo creo que comprender puede llegar
     s
abarca y de la que él no disponía. Sería también, inevita-      a ser una forma muy pura de compartir. Lo cual tras-
blemente, como pronunciar un juicio sobre su situación;       ciende, por supuesto, el plano meramente intelectual: la
en definitiva, sobre él mismo: él mismo quedaría así ex-      capacidad de comprender la vida humana difiere sus-
plicado, descrito mediante predicados. Habríais llegado        tancialmente de la capacidad de conocer la vida de los
80 81
82                                                                                                                         83
pía. Lo que sí me exige la fe es, ante todo y sobre todo,
                                                                     Suspalabras     a clave de fe. De modo explícito, en prime-
 morir en un plano espiritual, morir a mis ideas demasia-                               me ha planteado una cuestión de orden
                                                                     ra  instancia,  él
 do particulares, que no suelen ser precisamente creen-              temporal: el deseo de encontrar un sentido a su vida
 cias religiosas, sino, a lo
                             sumo, opiniones doctrinales.                    y ahora. Traducir de
    Debo también, al confesar mi fe, evitar esa esquizo-             iquí                           repente esta cuestión a otros
                                                                     lérminos, aunque sólo sea por vía interrogativa, no sólo
frenia, esa especie de dualismo que concierne al lengua-             sería contraproducente, sería también injusto. Sería
je: un lenguaje rotundo y neto para mí mismo, para la                ofrecerle algo por ahora inasimilable y, a la vez, no to-
expresión íntima de mis creencias, y un lenguaje ambi-                                                                        sola-
                                                               mi-   mar en serio su actual situación, la cual no significa
guo, desdibujado, para los demás, una formulación                    mente una determinada etapa en su vida, sino también,
nimalista de mi fe ante los demás. Semejante duplicidad              quizá, un grado preciso de comunicación de la gracia.
se   haría en seguida evidente, y mi interlocutor tendría             Sería' incluso negarle su identidad, lo que él mismo es
 todo derecho a reprochármelo. Por un lado, mi fe apa-
                                                                     ante sus propios ojos (como sucede cuando se emplea el
rece ante él demasiado débil, y por otro, demasiado se-              (oncepto de «cristiano anónimo» a que más adelante me
gura; tan segura, que puede tomarse la libertad de                   r'eferiré). Al considerarlo así y expresarlo así, no le reco-
adoptar una apariencia difusa o problemática.                        nozco su propia personałidad,     no lo acepto en cuanto
                                                                                                      >
tor. Difícilmente puedo hablar en términos generales,                   Por fidelidad al Espíritu, no rehúso confesar mi fe,
valederos para el hombre universal, olvidando que estos                                             el                        fi-
                                                                     pero me niego a intentar que      otro abrace mi fe, por
 términos se encuentran, de hecho, dentro de mi propio               delidad, asimismo, al Espíritu, que trabaja de forma   dis-
discurso, afectados irremediablemente de una semánti-                tinta en el corazón de cada cual. La fe de cualquier cris-
ca de fe. Por otra parte, si permanezco en un plano deli-            tiano es siempre, en alguna medida, una versión dema-
beradamente neutro y renuncio a emplear otras catego-                siado personal y dialectal de la fe cristiana.
rías de pensamiento que tal vez resultasen para el no
                                                                        La fe implica espíritu de servicio al interlocutor: lo
creyente incomprensibles y hasta irritantes, es fácil que            que se me pide es que mi caridad esté, por
se produzca un lamentable desencuentro: él y yo nos                  la altura de mi fe.                              lo
                                                                                                                     menos, a
hemos situado en distintos niveles, pero nuestra situa-                 No hay inconveniente en afirmar que mi fe es para los
ción es precisamente la inversa de la que cabría esperar.            demás. Pero justamente en aquel sentido en que Cristo
Yo hablo con una admirable asepsia, evitando toda alu-               fue «el hombre para los otros hombres ». Quiero decir
sión trascendental como si fuese un barbarismo, mien-                que ser-para-los-demás exige, antes que nada, ser-con-
tras él, quizá sin saberlo, me está hablando desde su in-            los-demás: la encarnación como presupuesto de ila re-
satisfacción más profunda, desde su carencia religiosa.              dención. Esto me obliga a compartir con los no creyen-
Imposible cualquier disputa, pero imposible también                  tes su búsqueda de la verdad. Sin prescindir   de mi fe,
cualquier contacto. Yo simplemente he respondido con
                                                                     por supuesto, pero comprendiendo bien hasta qué pun-
corrección gramatical. El preguntaba por lo absoluto.                to mi fe es insuficiente y contaminada de incredulidad.
   Desde luego, esto no quiere decir que yo, al hablar
                                                                        Como dije antes, sólo entre iguales son posibles el
desde mi fe, deba trasladar inmediata y bruscamente                           el diálogo. Tanto
                                                                     amor y                      uno como otro, o bien presu-
84                                                                                                                              85
ponen la igualdad, o bien la crean. Ciertamente, esta            rara habilidad para hablar de ciertos asuntos sin pro-
igualdad no ha de conseguirse por allanamiento o des-            nunciarse sobre ellos, con una imprecisión muy estudia-
monte, rebajando lo que es superior al nivel de lo infe-         da, manejando como nadie el lenguaje de la abstracción
rior, sino, al revés, levantando esto al nivel de aquello.        y el método de los incisos adversativos. De esta forma
Pero es que, cuando yo me solidarizo con el no creyen-           podía aparentar decir mucho sin decir nada, evitando
te, no desciendo, no retrocedo a                          al
                                    un estadio anterior;         así el
                                                                        mayor peligro que algunos de sus jerarcas pueden
contrario, purifico    consolido mi  fe.         sentido, la     concebir, la obligación de retractarse algún día, o al me-
                     y                   En este
fe funciona  igual que la caridad, virtud que no consiste        nos ahorrándose el esfuerzo posterior de tener que ex-
tan sólo en repartir la riqueza, sino también en compar-         plicar, muy laboriosamente, cómo entre aquella y esta
tir  la
     pobreza.                                                    declaración no existe diferencia aiguna de fondo... Estas
   Probablemente en mi credo hay zonas oscuras a las             han sido las dos maneras de hablar más usuales en el
cuales me resisto a prestar un asentimiento incondicio-          magisterio de la Iglesia. ¿No sería posible una tercera
nal. Si soy interrogado, ¿qué debo hacer? No omitiré             manera, una tercera forma de dirigirse
                                                                                                                al mundo,
                                                                                                                             una
esos puntos, pero tampoco he de ocultar mi actitud ínti-         forma de veras dialogante? Pienso en un tipo de diálogo
ma respecto de ellos; sólo
                            así puedo                                                                el interlocu tor,
                                       ser honesto, a la         que suponga colaboración con                          un modo
vez, con mis creencias y con las personas que me piden           de proceder en
                                                                                   que
                                                                                        la Iglesia, cuando la verdad
                                                                                                                         no está
razón  de las mismas. Rezo en público las dos partes de
                                                                aún   esclarecida, ni pontifique    ni se inhiba, sino  que sim-
la plegaria, sin inflexión de voz: «Creo, Señor, pero ayu-       plemente aporte sus datos, que hable por turno, que
da mi incredulidad». Es en otros aspectos, sin embargo,          acompañe, que sea fiel a su condición de Pueblo de Dios
donde la flaqueza de la fe suele hacerse más evidente,          «en marcha».
más disuasiva. ¿No hay, acaso, como un escándalo de in-           Es indiscutible
                                                                                    que hoy existe más diálogo dentro de
                                                      crite-
coherencia entre mi fe y mi vida, entre mi fe y
                                                  los
rios que normalmente rigen mi vida? Si la fe no signifi-
                                                                la  Iglesia, y también de ésta con el mundo. Lo que no
                                                                está claro es hasta qué
                                                                                          punto este nuevo fenómeno se
ca sólo aceptación de unos dogmas, tampoco la incredu-          debe a una reflexión más profunda de la Iglesia sobre sí
lidad significa únicamente rechazo de los mismos.               misma, sobre su propia misión, o hay que atribuirlo,
  Decimos «los no creyentes»... Y proyectamos en ellos          más bien, a las circunstancias, al talante del mundo con-
todo lo que en nuestra conciencia hay de incredulidad           temporáneo, el cual es consciente de su plena autono-
larvada   y   vergonzante.                                      mía, y no está dispuesto a acatar, sin réplica, ninguna di-
                                                                rectriz, ninguna palabra definitiva o concluyente. Es di-
                                                                fícil saberlo. Y más difícil todavía una cuestión ulterior:
   Repito: sólo siendo con los demás podremos        cumplir    saber si ese diálogo a que nos referimos, diálogo todavía
el debe de            los demás. Principio           también
            ser para                        que es              tan incipiente, tan reticente a veces, lo ha establecido la
aplicable a la Iglesia,      tal institución,   su    diálogo   Iglesia (ha decidido establecerlo o ha consentido en ello)
                      como                 en
con el mundo.                                                   sólo porque comprende que le es necesario para trans-
   Hasta ahora, frecuentemente ella ha adoptado una de          mitir hoy con eficacia su mensaje, o también porque re-
estas dos formas de elocuencia: o bien empleaba el estilo       conoce que puede y debe aprender mucho de ese mun-
autoritario, definiendo, enunciando verdades incontes-          do con el que dialoga.
tables con palabras inequívocas, o bien usaba de una               De hecho, la Iglesia católica ha atestiguado la presen-
86                                                                                                                           87
cia de elementos religiosos válidos en otros credos y               va actividad  eclesiástica, sino, principalmente, una nue-
confesiones. No hay tampoco ningún inconveniente en                 va   dimensión de la propia conciencia eclesial.
decir que fuera de ella, más allá de sus fronteras, tam-
bién in partibus infidelium, también en la calle, también
en los laboratorios y en la efusiva o airada literatura del                                     IV
pueblo, pueden darse fragmentos de revelación divina,
                                                                       Resumiendo: ¿cómo aprenderemos a dialogar?
la «profecía exterior», a
                               la
                               cual los pastores deberán
                                                                      Hay gruesos tratados que explican las reglas lógicas
prestar oídos.
                                                                    de la argumentación. Pero esto, má bien, pertenece a la
    Est sociedad nuestra heterogénea, diversificada, pro-
                                                                    estrategia militar. Esto nada tiene que ver con el diá-
miscua, no es sólo un signo de los tiempos para que la
                                                                    logo.
Iglesia lo atienda cuidadosamente, y en su propio seno
                                                                       Hay manuales que exponen las diversas técnicas de
tolere y fomente cierto pluralismo correlativo, como un
                                                                    persuasión. Pero esto es sólo            las disciplinas
apremiante recuerdo de aquella observación, tan sagra-                                               una de                  que
                                                                    debe dominar todo agente de ventas. Cualquier pareci-
da y tan postergada a la vez, de que «en la casa del Pa-
                                                                    do con la realidad del diálogo es pura coincidencia.
dre hay muchas habitaciones». Es también un signo
                             «el Espíritu sopla donde quiere»          Existen libros, de bolsillo y de gran formato, sobre el
para que ella no olvide que
y se niega a ser acaparado
                                                                    arte de conversar, en los cuales se describe la figura del
                            por nadie. Sopla donde quiere y         contertulio ideal, ingenioso y brillante. Pero esto no
        quiere, «esparciendo  lejos las semillas del Verbo»,
como
certificando así de mil modos su verdad y remodelándola             pasa de ser un capítulo de «Cómo aprender en ocho días
                                                                    a triunfar en sociedad».
incesantemente. Negarse a explorar esos caminos, negarse
                                                                       No faltan publicaciones donde se nos dice con detalle
a escuchar esas múltiples voces, sería, desde luego, incapaci-
                                                                    qué hay que hacer para inculcar en los demás una idea
tarse para una proclamación      actualizada, inteligible, del
mensaje cristiano. Pero también algo más: sería incluso
                                                                      o un sentimiento. Pero esto constituye nada más una
                                                                    etapa en la formación de cuaresmeros y propagandistas
empobrecer y desvirtuar, en cierta medida, ese mismo
                                                                    políticos. Nada de esto tiene que ver con el diálogo.
mensaje.
                                                                       Hay una serie de principios, universalmente acepta-
       hallamos en un momento especialmente idóneo
     Nos                                                            dos, cuya finalidad es poner de acuerdo a las personas
para instaurar y desarrollar el diálogo. La relación de             que participan en un coloquio o debate y que se han
ambos interlocutores ya no es exactamente entre Iglesia             propuesto llevar a cabo alguna acción conjunta. Pero
docente y mundo discente. El diálogo debe ser mutuo y               esto es simplemente subordinar la palabra a las exigen-
                                                       el           cias de la acción, practicar
mutuamente ilustrativo. Una teología sin diálogo con                                             un tipo de ecumenismo empí-
mundo no   pasaría de ser un discurso plano, destinado a            rico, hacer del diálogo un instrumentum regni. Eso no es
comentarse indefinidamente a sí mismo, un disco raya-               dialogar.
do, que no conduciría nunca a un conocimiento mayor,
sino,   a   lo sumo, más sofisticado, cada   día más   alejado de
                                                                      Muchos se preguntan si el diálogo tiene sentido por sí
                                       el desarrollo de
la realidad. Nola es bueno confundir                    una         mismo, independientemente de los frutos que pueda re-
doctrina con      mera  inflación verbal.                                                el valor de                       al-
                                                                    portar, o sólo tiene             un medio con vistas a
                                                                         fin. ¿Qué fin?
   Diálogo de la Iglesia con el mundo: no sólo una nue-             gún
88                                                                                                                           89
   Hay ciertos diálogos que pretenden no tanto la com-          mos ya derecho a ninguna actividad que no resulte pro-
prensión del mundo cuanto su transformación. Su                 ductiva, ni a ningún tipo de descanso que no consista en
ejemplo más famoso ha sido el de aquellas conversacio-             acumulación de nuevas energías para volver al traba-
                                                                la
nes entre cristianos y marxistas que se celebraron en los           Los que trabajan tan sólo para asegurarse el descan-
                                                                jo.
                                                                 so, lo           qu quienes descansan
últimos años, bajo la inspiración de una cierta filosofía y              mismo
                                                                      las fuerzas econsumidas
                                                                                                         tan sólo para repo-
una cierta teología coincidentes
                                                                                                  el trabajo, han degrada-
                                    en la entusiasta valora-    ner                            en
ción de la praxis. Se trata de conversaciones ya más o          do por igual el trabajo y el ocio al darles un sentido ex-
menos superadas, pues los cristianos que aún podrían            clusivamente funcional, han caído en esa rueda loca de
tomar parte en ellas van prescindiendo de su identifica-        un círculo vicioso que nadie advierte porque es dema-
ción religiosa, a la vez que los marxistas,                     siado amplio, porque engloba la vida entera, porque
                                             por su lado, se
muestran    cada día  más  disidentes  respecto del modeło      sustenta y abarca la civilización total en que nos halla-
ortodoxo. Sucede además que mientras en grandes secto-          mos sumergidos.
res de la Iglesia y del partido todavía esos encuentros               He aquí un mundo presidido  tiranizado por el signo
                                                                                                   y
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                                                                                            y estricta
 el secretario del papa salió a pasear acompañado de Su                  su más noble             significación, si no consentimos
 Santidad; o también: el amor sirve para librarnos de la                 emplear dicho término tan abusivamente que llamemos
 soledad (el sol no sale para ahuyentar las tinieblas, sino              diálogo a la gestión realizada por un agente de ventas
 que éstas se retiran porque ha salido
                                       el sol).                          ante su cliente, entonces habrá que decir que sólo hay
                                                                         diálogo cuando hay encuentro entre personas a nivel de
                                                                                                                          sí
                                                                         personas, cuando ese encu entro resulta por         mismo
                                                                         tan satisfactorio, que el agente de ventas considera ya
     Losgrandes valores de la vida no tienen utilidad, sólo
tienen sentido.                                                          del todo irrelevante vender o no vender la mercancía a
                                                                          su interlocu   tor.
      amor no es útil. El diálogo, tampoco.Ciertamente,
     El
puede ser útil por añadidura, o como un adjetivo perte-                     Alguien dirá que lo importante es llegar a entenderse
                                                                         de verdad y que esto puede lograrse con diálogo y sin
neciente a su descripción más detallada,
                                                 lo
                                               mismo que
                                                                         diálogo; más aún, de suyo, el diálogo es de resultados
cuando decimos diálogo largo o corto, entre dos pers0-
                                                                         inciertos: lo mismo nos lleva a la amistad que a la ruptu-
nas o en dialecto bávaro. En todo caso, el diálogo siem-
                                                                                la concordia       la disensión; es algo accesorio,
                                                                         ra, a               que a
pre perfectible sería útil para ir alcanzando su propia
perfección. Así, quien tiene libre una mano, la usa, an-                 no sustantivo; no es un fin, es sólo un medio. Respondo
                                                                         sencillamente que, dentro de tal concepto de diálogo, ni
tes
     que nada, para soltarse la otra. Tanto la libertad
                                                                         están todos los que son ni son todos los que están. No
como el diálogo resultan ser nociones de doble nivel o
progresivas: son, a la vez, camino y meta.                               niego que el diálogo, lo mismo que el amor, pueda ma-
                                                                         lograrse;  ni tampoco niego que dos personas en cierto
   Sucede con el diálogo igual que con la oración: ésta
sólo tiene sentido en sí misma y sólo puede ejercitarse                   momento de su relación puedan entenderse sin pala-
                                                                          bras. Pero a esto segundo yo le llamo también diálogo, y
 correctamente con desinterés; a lo sumo, con aquel inte-
                                                                          del más alto linaje, lo mismo que se llama también ora-
rés tan casto y desprendido       que consistiría en orar para
 conocer  mejor   a  Dios  y
                             compenetrarse mejor con
                                                           él. He        ción aquella que acontece sin palabras, en el «silencio so-
 ahí la esencia de la plegaria como diálogo con Dios y he                noro».
                                                                            Puesto que el diálogo no tiene propiamente utilidad,
ahí   también una definición del diálogo a partir de las
 notas distintivas de la verdadera oración. Ciertamente,                 puesto que, de suyo, no está orientado a la consecución
 el alma puede acudir a su Señor llevada de                              de otra cosa distinta, decimos que el diálogo entre un
                                                       un deseo
                                  así llamada «oración de sú-            creyente y un no creyente no sólo es legítimo, sino que
 muy concreto y practicar la
 plica»; pero el objetivo esencial se cumple cuando ella                 tiene sentido por sí mismo, independientemente de
                                                                         cualquier resultado ulterior. Pero ¿no se trata precisa-
 entra en contacto amoroso con Dios, y se cumple con
 plenitud, con extraordinario éxito, cuando, en vez de al-               mente de transmitir una fe, no se trata de evangelizar?
                                                                el       Tal vez, esta palabra guarde aún una vaga connotación
 canzar aquella gracia que vino a pedir, alcanza, por
                                                                         colonizadora. Literalmente, sin embargo, evangelizar no
 contrario,  la  virtud   de  la indiferencia   o   desasimiento
 respecto de lo que al principio pedía. Se puede, asimis-            i   es otra cosa que comunicar una «buena noticia». Desde
                                                                         luego, ya sabemos cuál es el contenido propio, sobrena-
 mo, ir a dialogar con una persona impulsados por algún
                                                                         tural, de semejante noticia. Y el no creyente que se acer-
 interés, por alguna necesidad. Pero, si queremos expre-
 sarnos con rigor, si queremos reservar
                                                  el nombre de           ca a mí desde su menesterosidad humana, loy que busca
                                                                         es simplemente la salvación de su vida         ahora, en-
 diálogo para esas ocasiones en que       tal palabra adquiere                                                    aquí
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contrarle a ésta un sentido, si es que lo tiene. Tal vez, la
referencia a una salvación trascendente lo defraude o lo                                    САPITULO   IV
enoje. El prefiriría una solución por lo menos a medio
plazo,
      la  liberación política de Israel, la obtención de al-
                       evidencia. Y al más corto plazo, en
                                                                        LOS NIVELES DE SINCERIDAD
gún aval o de algunay
este preciso
              aquí ahora, lo que busca es atención para
 suproblema, lo que necesita es ser escuchado, tener la
seguridad de que existe para otro y que posee un valor.
                                                                                              I
buena noticia de salvación, porque en el diálogo los
hombres son considerados personas, constituidos en
cierto modo como tales personas. Y porque el diálogo                Lo primero que            quien participa en el diálogo
                                                                                       se pide a
                                                       sole-   es   que sus palabras sean veraces. Pedir que además sean
nos libra de la soledad (aunque no sirva para ello);
dad que es causa y efecto de todos los males, camino in-
                                                               verdaderas, quizá fuese demasiado pedir. He aquí lo ne-
       al camino del diálogo y                                 cesario y suficiente: que lo que dice esté de acuerdo con
verso                            meta situada en los infier-
nos, en los antípodas del diálogo.                             supensamiento, aunque no lo esté tanto con la realidad.
                                                               Implícitamente, en su sinceridad puede y debe darse tal
                                                               exigencia de verdad, que no se resigne con una verdad
                                                               meramente subjetiva, sino que de hecho tienda al des-
                                                               cubrimiento de la verdad real. Aun aceptando como
                                                               más verosímil la interpretación globalizada, conjunta,
                                                               del primer mandamiento de la ley --amar a Dios con
                                                               todo nuestro ser-, conviene recordar que ahí, cuando
                                                                  texto bíblico enuncia las varias facultades que han de
                                                               el
                                                                                                                        95
 94
    Lo más digno de aprecio es una palabra verdadera. El         ciante   holandés que nunca mintió y que amasó una
hombre más digno de estima es un hombre veraz.                                                                     las homi-
                                                                 gran fortuna, la escuela de Huang Tsung-hsi,
   «¿Puede un creyente ser avaro?», le preguntaron al            lías
                                                                      en honor del  apóstol Zaqueo, «varón  sin doblez»,  los
                                                                                                                          los
                                «Sí». «¿Puede                    libros de educación sexual que recomiendan a los pa-
gran profeta de Bagdad.                        un creyente ser
 lujurioso? » «Sí». «¿Puede un creyente ser iracundo?» «Sí».     dres responder con franqueza a las preguntas de los ni-
«¿Puede un creyente ser mentiroso?» «No». Compatible               ños. Suma y sigue. Loada sea
 con todas las flaquezas, la fe se niega a conciliarse en        dable sinceridad.
                                                                                                la santa, y preciosa, y salu-
ningún caso con la mentira. Quizá la específica entidad
 del pecado consista en violentar la naturaleza de las co-
sas, en cepillar contra la veta, en practicar cualquiera de         Al final, sin embargo, se añade una cautela: la sinceri-
 los mil posibles actos contra natura. Contra natura es          dad   no deberá lesionar nunca la caridad, ha de ser
matar a un hijo, adorar a una criatura, pretender domi-          siempre una sinceridad caritativa.
                        al Omnipotente, y
nar por la magia                              contra natura es      Pero esto, respondo, no puede significar una restric-
mentir, o sea, forzar las palabras hasta que digan lo con-       ción, sino una puntualización. Porque, si la sinceridad
trario de aquello para lo cual fueron creadas.                   tiene que ser caritativa, no menos la caridad tiene que
    Ni al colérico, ni al lujurioso, ni al avariento entre-      ser sincera. Y a la caridad, al amor en cualquiera de sus
                                                            al
gues fácilmente tu corazón; pero evita, sobre todo,              formas, corresponde también la obligación de ir elevan-
embustero, pues      te   acarreará daños innumerables. Los      do el grado de sinceridad posible entre aquellos que se
manuales más pragmáticos y rastreros coincidirán en              aman.
esto con las teorías éticas más sublimes: en condenar                Amor sincero: más que una calificación, parece una
enérgicamente la mentira y al hombre mentiroso. Es               redundancia. Porque lo mismo que decía de los creyen-
cierto que abundan también otros manuales, no menos               tes el profeta de Bagdad, pueden existir amores       ava-
pragmáticos, donde, en vez de condenar la mentira, se             rientos, lujuriosos y coléricos, pero de ninguna manera
recomienda hacer de ella un uso inteligente. Pero jamás           un amor insincero. Tal amor ni siquiera puede ser ima-
    llamarán por su nombre; al contrario, hablan de una           ginado. De suyo, el adjetivo sincero equivale a verdade-
la
prudente ocultación de la verdad, mejor dicho, de una
sabia administración de la misma. En el fondo, por lo
                                                                 ro,  y no hace sino corroborar y subrayar la significación
96 97
98                                                                                                                        99
   Conviene, antes que nada, advertir que se pueden de-            sofismas apaciguadores, en esos laboriosos razonamien-
cir las mayores mentiras diciendo las más incontestables           tos
                                                                        que llegan a la afirmación a través de la negación de
verdades. Una noche, el oficial encargado del diario de
navegación se emborrachó, y esa vez el parte del día              la   negación. La verdad no está más allá, sino más acá,
                                                                  en la simplicidad de corazón. Lo importante es lo que
hubo de redactarlo el propio capitán, quien al final aña-         somos; desde este nivel debe juzgarse lo que acontece
dió esta nota:    Hoy el teniente se ha emborrachado».             en los otros dos niveles.
                                                                                            Un     hombre dice mentiras, otro
                 «
Nota que naturalmente ofendió al oficial, tanto que en            manipula con la verdad hábilmente: ¿cuál de los dos
el
   parte del día siguiente se permitió él también agregar         miente más?
                  el capitán      s                                    Cabría citar aquí los tres órdenes de Pascal. Primera-
una nota: «Hoy               no e ha emborrachado».     He
ahí
      una
          verdad literal cuya lógica interpretación condu-        mente, el orden del mundo material, al cual correspon-
      al
 ce mayor       de los errores, pues lleva a creer que el capi-   dería la verdad objetiva, la conformidad de los hechos
         emborrachó el resto de los días que duró la trave-
tán    se
sía. (Porque la palabra                               sensible,
                                                                   con las palabras (lo contrario sería el error). A continua-
                                                                  ción, el orden de la inteligencia o conformidad de las
                            no es solamente un signo
 sino también inteligible.) Pero hay algo más importante          palabras con los pensamientos         (lo contrario sería la
que el recto o torcido uso de unas palabras objetivamen-          mentira en su     acepción   común). Finałmente está el or-
 te ciertas, físicamente conformes con loshechos. Me re-          den de la caridad; en nuestro caso, la conformidad de
fiero a aquella sinceridad de fondo que dije,     la que deci-
de sobre el valor de las palabras y también de los pensa-
                                                                  los pensamientos con el fondo del alma (lo contrario
                                                                  sería la inautenticidad, la mentira             sentido más
mientos. Pues hay como tres niveles: lo que decimos, lo
                                                                                                             su
                                                                  radical).
que pensamos ylo que somos. Las palabras serán acep-
 tables o rechazables según
                                  sean acordes o desacordes
 con el pensamiento de quien las pronuncia; pero tam-                  A la
                                                                           insinceridad profunda pertenece la falta de con-
bién ese pensamiento remite a un tercer punto de refe-            gruencia no sólo entre la conducta exterior y los propios
rencia, el centro o raíz de la persona. Por eso existen           criterios, sino también entre éstos y aquellos otros que
pensamientos viciados ya en su fuente, producto de al-            uno asumiría
                                                                                  si
                                                                                     se atreviera a criticar honradamente, va-
                                                       de-
guna operación previa cuya falacia ya no es posible               lerosamente,   los
                                                                                      que ahora posee.
        Muchas   de las llamadas «restricciones mentales»
tectar.                                                              Aparte de la calificación que merezca un determinado
pertenecen a esta insinceridad de segundo grado, justi-
ficadas por cualquier malabarismo de la casuística que
                                                                  comportamiento, el vicio consiste en       la    discordancia
                                                                  existente entre éste y las convicciones de la persona, in-
supuso de antemano un cierto quebranto de la moral                dependientemente, como digo, de que tal comporta-
fundamental. Lo que ocurre es que con tales argucias el           miento sea bueno o malo, nefando o heroico. Del peca-
hombre miente hasta tal punto, que niega mentirosa-               do de insinceridad participan tanto el respeto humano,
mente su mentira, que la convierte mentirosamente en              que nos hace parecer peores de lo que somos, como la
verdad para sí mismo; miente con tanta perfección, que            hipocresía, que nos hace parecer mejores.
                                                  cómo la
llega a convencerse de que no miente. He
                                                 ahí
mentira puede segregar en torno suyo la mayor confu-
                                                                    Tal insinceridad puede darse en cualquier aspecto de
sión: su propia apología.
                                                                  la vida, desde lo más grave a lo más trivial, desde la
                                                                  apostasía mantenida largos años en secreto hasta la
   Pero la verdad no está más allá de la mentira, en los                                 el modo de presentarse
                                                                  mera artificiosidad en                        uno en pú-
100
                                                                                                                           101
blico. (Existe incluso una insinceridad artística. De ésta          La mentira acostumbra vestirse de ángel de luz. A
yo diría, aplicándole la definición antes dada de carácter       menudo, mentimos con las palabras más veraces e inta-
general, que consiste en una discordancia entre lo que          chables: basta que sean abstractas y las pronunciemos en
groseramente llamaríamos fondo y lo que groseramente             una situación concreta inoportuna; se da entonces como
llamaríamos forma, es decir, una falta de corresponden-          un uso indebido de la «comunicación de idiomas». Los
cia entre lo de dentro y lo de fuera. Por el contrario, la       ejemplos son mil. El impotente alaba la virginidad; el
sinceridad literaria estribará, según muy certeras pala-                                                                 di-
                                                                perezoso, la igualdad social, y el rico, la Providencia
bras de Gide, en que jamais le mot ne précède l'idée.)           vina. Quien no ama a nadie, dice que ama      a  todos por
   No siempre la mentira se resuelve en mentiras. No             igual. El que ha abandonado la oración, afirma que la
siempre, ni siquiera principalmente, es de orden verbal.        jornada entera del cristiano es oración. El superior que
Porque bien puede ocurrir que uno no diga jamás una              gusta de mandar, asegura que hoy todo cargo es una
mentira
           se    suele ser veraz lo mismo que se suele ser
aseado-, y, sin embargo, su vida esté toda ella impreg-
                                                                cruz. El súbdito que no se somete a nadie, habla de la
                                                                 relación fraterna que debe unir a superiores y subordi-
nada de falsedad. Puede afirmarse incluso que hay dos           nados. El que se niega a hacer examen de conciencia,
maneras básicas de mentir: una es hablar, otra es callar.       afirma que hasta el justo peca siete veces. Todos ellos
Habrá, pues, dos mil especies diferentes de mentira. Di-        dicen frases que son verdad, pero ninguno dice la
cen que la mujer finge más que miente y que el hombre           verdad.
miente más que finge. Creo que se trata de una de tan-             Quien no ha tenido jamás en su vida ocasión de ex-
tas distinciones   tópicas, inconsistentes, culturales, de la   tralimitarse, secunda con entusiasmo cualquier campaña
psicología de los sexos. Distinción tan inane como la que       de moralidad. Ciertamente, él no practica ninguno de
puede darse entre la noción de mentir y la noción de            esos vicios que con tanto ardor fustiga, pero los mima
fingir. Siempre que se finge, se miente. Mentimos cuan-         de noche en la oscuridad. Yo creo que el hijo fiel de la
do fingimos un status que no es el nuestro, simplemente         parábola sintió envidia de su hermano pródigo no sólo
usando un traje de mejor o peor calidad, según nos in-          por
                                                                      la acogida
                                                                                   que el padre  le  dispensó a su regreso,
                                                                sino también por la vida disoluta que antes había lleva-
terese en cada caso, para aparentar que somos más ricos
   o má pobres de lo que en realidad somos. Hay quien           do; vida que resulta indeciblemente deseable cuando se
     s
afirma que trabaja en las Cortes, pero no especifica que
                                                                la imagina desde una castidad resentida, asténica y pro-
su trabajo consiste en atender el bar del edificio; no dice     vinciana. Aquel hombre estaba envidioso del perdón y
ninguna mentira, pero miente. Miente, asimismo, quien           del pecado
copia una cita mencionando la fuente original, pero no               . verdad la hipocresía constituye un homenaje que
                                                                   ¿De
el libro de donde sacó la referencia.
                                        Frecuentemente, la      el vicio rinde a
                                                                                    la virtud? Más bien deberíamos decir
mentira consiste en la superficialidad: tantos libros leídos    que   significa una nueva injuria, quizá la peor, la más
                                                                                                                            in-
por encima, tantos países visitados en una excursión de         sidiosa y sonriente. «El hipócrita -decía Víctor Hugo--
fin de semana, tantas personalidades ilustres de las que        es
                                                                    un hermafrodita del mal».
únicamente se obtuvo un saludo fugaz; pero la gente                Según los autores ascéticos, la hipocresía consiste en
habla con gran autoridad de esos libros, se envanece de         tener el cuerpo de rodillas y el alma
                                                                                                          tiesa. La autentici-
                                                                            el contrario, viene a ser una adecuación o con-
conocer a fondo esas ciudades, se jacta de tener innu-          dad, por
merables amigos en las más altas esferas.                       sonancia de lo que uno es por fuera y lo que uno es por
102                                                                                                                        103
 dentro. Por eso, evitar toda apariencia externa superior             Es menester   asumir íntegro nuestro pasado. Tengo
 a la calidad real del alma, constituirá la primera exigen-      mi opinión formada sobre qué cosa es el verdadero
 cia de la sinceridad. Mas he aquí que tal enunciado es          arrepentimiento. Este no exige la renuncia a ningún ca-
 reversible, he aquí que también cabe y es obligatorio un        pítulo de la propia historia, por deficiente o sórdido que
 esfuerzo por hacer nuestro interior más acorde con              haya sido. Ni la exige ni la permite. Entre los vanos fu-
 nuestro exterior. Quiero decir: no formarse uno ideas           turos prohibidos al corazón, se hallan, en primer térmi-
 demasiado elevadas, no cultivar el deseo de una perfec-          no, los futuribles. Toda libertad tiene un pasado. Yo
ción inasequible. Se trata de formular un «voto de esta-         acepto ese pasado. Sé que la vida no tolera ninguna mu-
 bilidad» completa y lúcida, mi sujeción al          yahora, y   tación sustancial. La vida continúa, es tenaz. Decimos
 también a mi penuria constitutiva,     el
                                              aquí               rehacer la vida; pero ¿qué puede significar eso? Quien
                                           sometimiento del
 yo a mi circunstancia, de un yo iluso a una circunstancia       se  negó en
                                                                                su día a ser un buen arquitecto, ahora sólo
desilusionante.    Me refiero a una especie de manda-            podrá empeñarse en ser alguna vez un buen aparejador.
miento fundamental, previo, que consistiríaen la senci-           Incipit vita
                                                                               nuova... Aquella mañana, Dante únicamente
lla aceptación de uno mismo.                                     cambió de pluma y tintero. ¿Año nuevo, vida nueva? El
    Reconozco que en la vida es necesario un ideal. Quizá        adjetivo más ambicioso que cabe sería el de vida renova-
convenga incluso apuntar un par de centímetros por en-           da. Aprecio grandemente las posibilidades que entraña
cima del blanco; lo mismo que la trayectoria de un               toda conversión; pero la conversión consiste en cambiar
  royectil, el curso del hombre suele ser, a la larga, des-      de    orientación nuestra conducta   y   nuestra mente,
cendente. Pero no te impongas, por favor, un ideal utó-
                                                                                                                           un-
                                                                 ca en cambiar de vía. La gracia no altera la naturaleza:
pico, un ideal desmesurado. Tarde o temprano ibas a              este axioma, que suele invocarse para alabar las actua-
sufrir una ruda decepción. Es posible que después de-            ciones tan respetuosas y gentiles de la gracia, expresa,
dujeras abusivamente que todo ideal, cualquiera que              asimismo, la restricción de sus efectos.
sea, resulta inalcanzable. Por lo demás, y esto es impor-           Sin embargo, esta aceptación del pasado es sólo una
tante, a cierta edad ya no parece decente preguntarse            parte de la aceptación total de mi ser; de un ser esen-
sobre los ideales, sino sobre las realizaciones. La pre-         cialmente histórico, y, por lo tanto, abierto constante-
                                                                                                                  el pasa-
gunta por el ideal suele idealizar la conducta que pre-          mente al porvenir. Hay que advertir que no sólo
tendemos examinar, derramando sobre ella un falso                                   presente, sino que también
                                                                                 el                             cada
                                                                 do influye en                                        mo-
resplandor. ¡Es tan gratificante demorarse en la consi-          mento presente está calificando ese pasado, lo redime o
deración de un gran ideal! Nada más amargo, en cam-              lo confirma en su nulidad. Coherente siempre con su
bio, que evaluar los frutos obtenidos.       Hace falta un       vida anterior, el hombre ha de ser, sobre todo, coheren-
gran    coraje para enfrentarse con    estos  resultados tan     te consigo mismo: con la condición evolu tiva de su con-
míseros. Nietzsche escribió: «¿Cuánta verdad soporta,            ciencia. Considero la fidelidad a mi propio ser como
cuánta verdad osa un espíritu? Esto se fue convirtiendo          fundamento incondicional de cualquier otra fidelidad y
para mí, cada vez más, en la más rigurosa unidad de              como criterio para saber cuántas presuntas fidelidades
medida. El error, el creer en el ideal, no es ceguera; et        mías no eran sino mera obstinación, terca repulsa de los
                                        las raíces más hon-      llamamientos que se elevaban de mi fondo más genui-
error es cobardía». He aquí una de
                                                                                           si
das de la insinceridad: nuestro miedo a la verdad, nues-         no. Tendré que averiguar     mi perseverancia en esta o
tra negativa a conocer y reconocer la verdad.                    aquella forma de conducta es algo más que simple iner-
104                                                                                                                        105
 cia, deseo de seguir sostenido y amparado por una es-               actitud moral, por genérica que ésta se considere, sino
                                                                                                              la integridad de la
 tructura espiritual tuteladora, cómodamente encarrila-              una propiedad del ser personal, de
 do en la dirección de lo habitual y consabido. ¿Cuántos             persona: sinceridad como equivalente de «simplicidad».
 de mis juicios son solamente prejuicios, críticas que yo            De hecho, al hombre sincero se le suele llamar hombre
 hago a partir de unos principios nunca criticados? Ha-              sin doblez. Una de las razones por las cuales la serpien-
 brá que observar y analizar despacio los puntos débiles                                                              al diablo, al
                                                                     te,
                                                                         en tantos textos mitológicos, representa
 de todos esos «sistemas completos» dentro de los cuales             «padre de la mentira», es precisamente su lengua bífida,
 nos sentimos a salvo de cualquier objeción desazona-                apta para que de ella broten
                                                                                                    las palabras engañosas
                                                                                                                               o de
dora.                                                                doble sentido. Su diálogo con Eva constituyó la antítesis
  La sinceridad nos prohíbe no sólo engañar            a   los de-   exacta de aquello a lo que nosotros reservamos
                                                                                                                           el
                                                                                                                              nom-
 más, sino también,   y   sobre todo, engañarnos   a   nosotros      bre de diálogo.
 mismos.
bría incluso decir que la sinceridad no es solamente una virtud, sino porque ya la reflexión sobre las virtudes se
106                                                                                                                             107
lleva   a cabo
             dentro de la consideración dedicada a sus          da al próposito de evitar toda mentira, mientras que la
pecados  respectivos. Eran, además, casi siempre libros         mentira se reduce a un simple desacuerdo entre lo que
                        los confesores, los cuales,
para uso exclusivo de                               por hi-     decimos y
                                                                            lo  que pensamos. De este modo resultan por
pótesis necesaria, reciben a más pecadores
                                                que justos.      fuerza definiciones de nivel ínfimo, cuando atribuimos a
También los códigos de derecho penal, más que sobre el          las nociones afirmativas el grado
                                                                                                      cero, aunque advir-
derecho, suelen versar sobre las transgresiones del mis-        tiendo algo tan obvio como que el cero es superior a
                           caso
 mo. En uno y en               se trata de razones de orden     toda cantidad negativa. Por ese procedimiento, defini-
                    otro                  los médicos a fre-
práctico, las mismas    que obligan a                           ríamos la inteligencia como posibilidad de errar, y la fa-
                           los
cuentar principalmente          manuales de patología. In-       cultad locomotriz, como posibilidad de tropezar. El pe-
cluso la gran mayoría de los mandamientos de la ley de          cado, en vez de considerarse una privación de virtud, se
Dios tienen una redacción         negativa, se refieren en      erige en concepto primario y sustantivo, en punto de re-
mayor número      y más  directamente    a los pecados que a     ferencia para cualquier virtud, la cual consistirá en no
las virtudes. «El             mentir».                                                       el bien? Carencia de mal. Un
                  octavo, no            Que haya, pues, más     pecar, en no caer. ¿Qué es
libros sobre la mentira que sobre la sinceridad, parece                  de   Gruyère reducido a su mínima expresión:
                                                                queso
una cosa muy natural.                                           agujeros con queso.
   Pero hay algo más. Recuerdo aquellos vocabularios               Es curioso. La veracidad tampoco se cita
                                                                                                              en
                                                                                                                 el cuadro
 teológicos o «índices de materias» vigentes todavía            clásico de virtudes. Hay que reconocer que Santo To-
                                                          no
hace mucho tiempo. Si
                           uno acudía a ellos buscando                      ejemplo, aunque no traiga el término «sinceri-
                                                           el    más, por
tema de la libertad, se encontraba con esta llamada: véa-       dad», sí que trae «simplicidad», concepto que, como ya
se Ley. ¿Y la mujer? Véase Concupiscencia. Por lo visto,        dije, puede dar cumplida cuenta de la esencia y exigen-
toda la finalidad de la libertad consistía en ser restringi-    cia de la sinceridad, pero sólo por deducción o por ele-
da por la ley, y la de la mujer, en poner a prueba la cas-      vación. O por inclusión en otra virtud. Propiamente,
tidad del varón. ¿Sinceridad? Véase Mentira. Ahora ad-          este autor trata de la veracidad cuando estudia el tema
vertimos que la actitud mental que inspiró la composi-          de la justicia. No es una concepción desacertada; real-
ción de tales índices no respondía tan sólo a la voluntad       mente, el mentiroso, al no dar a su interlocutor lo que
de ofrecer a los estudiosos un instrumento más simplifi-        en justicia le debe, esto es, una información veraz, le
                                                                                                                        de-
cado. Es cierto que nuestra inteligencia trabaja mejor          frauda en sus   legítimos  derechos.
con conceptos negativos, que son siempre mucho más                 Pero, aunque acertada, resulta una concepción insufi-
precisos («Inmaculada» resulta       palabra más exacta y       ciente. Lo cual se aprecia también en la calificación mo-
                                 una
terminante que «Purísima», y, sobre todo, en lo concer-         ral de las mentiras. De suyo, contra el octavo manda-
niente a Dios, no hay duda que sus adjetivos mayores            miento no existe gravedad de materia. La gravedad ad-
son de índole negativa: infinitɔ, inmortal, inefable, in-       viene por razones extrínsecas. La mentira más excusable
                                                                                                                        a
comprensible). Pero esto no basta para explicar aquellas        es aquella que
                                                                                 uno comete por evitar algún      daño    su
extrañas maneras de remitir: véase Ley, véase Concupis-         prójimo; su culpabilidad, por el contrario, crecerá a me-
cencia. Detrás de ellas existía y se transparentaba toda
                                                                dida que aumente el daño infligido y la voluntad de in-
una concepción de
                     la vida, del mundo y de la moral.          fligirlo. En definitiva, si alguien pone a su vecino una
Véase Mentira. La sinceridad, esa propiedad de la perso-        trampa mortal, no pecará por tramposo, sino por homi-
na de ser fiel a su más honda esencia, queda así reduci-        cida. Pero no es la justicia la única virtud que, al ser vul-
108                                                                                                                      109
nerada mediante una mentira, confiere a ésta su mayor               se ha desplazado. Idéntico desplazamiento  ha sufrido el
                                                                    eje del cuadro general de virtudes. La aureola de la hu-
  o menor gravedad. La mentira más reprobable de todas
esla que afecta a la virtud teologal de la fe, cuando un            mildad, por ejemplo, disminuye, mientras se otorga un
creyente miente aparentando renegar de su fe. Mentira               interés  creciente al espíritu de servicio. Quizá no hayan
de máxima gravedad; pero lo grave no es la mentira,                 mudado tanto las cosas, sino simplemente su disposi-
                                                                    ción, y el orden de los sumandos no altera la suma total
sino
       laficción   de apostasía.
                                                                    de la ascética. Quizá, en el fondo, las virtudes sigan
                                                                    siendo iguales, como son iguales las pasiones. Aquella
     Una nueva mentalidad en torno al tema ha aparecido             humildad de antes, si era verdadera, seguro que produ-
recientemente y se va difundiendo con rapidez. Los li-              cía frutos de servicio en favor de los hombres; sin duda
 bros actuales de moral reaccionan enérgicamente contra             también que el actual espíritu de servicio, si es verdade-
                                                                    ro, vendrá animado de sentimientos de humildad. Na-
 aquella concepción negativa
                                   o   minimalista de la veraci-
 dad, y buscan al hombre positivamente sincero, profun-             die, sin embargo, puede negar que, en cierto momento,
 damente sincero, dominado por la pasión de la verdad y             unas virtudes sevuelven mates, declinan, pierden incen-
                                   la mentira.                      tivo; otras, en cambio, pasan a primer plano e imponen
 no sólo cuidadoso de evitar
                                                                    al conjunto
    Esotra  escala,
                      otra   economía.    No una moral distinta,                  una perspectiva nueva.
 sino un enfoque distinto de la moral de                               Pues bien, tal vez la virtud más incontrovertida, más
                                                  ayer, de hoy y
de siempre. También los tratados de moral son hijos de              apremiante, más ensalzada y privilegiada entre todas las
    tiempo, no menos que los de cualquier otra discipli-            virtudes sea hoy la sinceridad.
su
na. Ya dije que
                    las virtudes,
                                   en
                                       sí
                                          mismas, tal vez no ten-      La Iglesia misma es sacudida por un ansia insólita de
gan   historia,         sí      la tienen   sus expresiones visi-   veracidad. Su afán de reforma y conversión no sólo re-
                pero        que
bles y
        concretas. No es igual la fe que impulsaba las cru-         clama de ella   una  mayor sinceridad en todos los cam-
zadas y la que inspira nuestros encuentros ecuménicos.              pos, sino que, en gran medida, ese trabajo de reforma y
No es igual la esperanza contenida en el antiguo con-               conversión deberá efectuarse precisamente en el campo
temptus mundi y esta
                           otra que contempla el mundo y su         concreto de la sinceridad. Dicha virtud inclina a la Igle-
                                                                    sia hacia
laboreo como una etapa de crecimiento hacia el punto                          un modo de proceder más abierto y diáfano;
 Omega. Hay también gran diferencia entre aquella cari-             exige de ella que no oculte sus intenciones inmediatas y
 dad que se satisfacía con las obras de misericordia, que            mediatas, su régimen interno, sus finanzas, su maquina-
 respetaba las estructuras sociales como implantadas                 ria. Y en primer lugar, quizá, que modifique su lengua-
                                                       por
la  Providencia, y la así llamada «caridad política» o ma-          je; un lenguaje a veces tan imperativo, que puede pare-
 crocaridad de hoy, resuelta a levantar una sociedad más             cer convincente; otras veces tan cau to, que resulta ambi-
justa desde sus cimientos. Las virtudes evolucionan,                guo; tan ambiguo, que resulta sospechoso. Como ya dije
 cambia su estímulo, su campo de acción. Hoy se pone el              en el capítulo anterior, se trata a menudo de una retóri-
 acento aquí y mañana allí. Hoy muestran todas ellas un             ca evasiva,   sumamente frondosa, más apta para ocultar
 notable énfasis social. La virtud de la pobreza ya no es           que para declarar. ¿Por qué   esa voluntad de encubri-
 tanto una modalidad de la templanza o una forma per-               miento? Venimos en silenciar      y silenciamos. ¿Y por qué
 sonal de vivir los consejos evangélicos: viene exigida,            razón se resiste a confesar sus   pasados errores? Por una
                                                                    especie de «razón de Estado»,
 más bien, por un agudo sentido de la fraternidad; su eje                                             que contradice su natura-
110                                                                                                                         11
 leza espiritual de Reino que no es de este mundo. ¿Por          dico: «El alma en la palma». Oraciones simples; sujeto,
 qué  se niega a reconocer  sus culpas? Decía Séneca que         verbo y predicado. Hábleme sin rodeos. La libertad de
 quien publica sus pecados, ya está, en alguna medida, li-       prensa es más inviolable que el derecho a la vida priva-
 bre de ellos, lo mismo que quien cuenta un sueño, de-           da. Tutéame, por favor. Han desaparecido aquellos cor-
                                                       el        dones, aquellas distancias que mantenían alejadas a las
 muestra haber despertado. En una época en que
 mundo    estima  la sinceridad como virtud máxima, esa          personas y permitían ocultar sus verdaderos sentimien-
confesión de sus culpas y errores sólo reportaría a la           tos. Padres e hijos aspiran a una relación más franca o
 Iglesia ventajas: vendría a ser, paradójicamente, su me-        han de consentir en ella. Se prodigan las celebraciones
jor apologética. Con la condición, por supuesto, de que          comunitarias de la penitencia. El best-seller más frecuen-
la sinceridad en ello demostrada fuese una sinceridad            te es el libro-reportaje; todos los ejemplares llevan esta
 sincera, no oportunista, no interesada en sacar de ahí          faja publicitaria: «La verdad íntegra sobre...» Se multipli-
ningún provecho.      Pues sería muy lamentable que la           can
                                                                      las películas documentales   y se cita a Godard:
                                                                                                                       la fo-
Iglesia fuese sincera sólo por conveniencia; tan lamenta-       tografía es verdad el cine es verdad veinticuatro veces
           si estuviese                                                                          el neorrealismo, el cinéma
ble como                pesarosa, más que de sus pecados,        por segundo. Ciertamente,
del descrédito que éstos puedan acarrearle.                     vécu, el cinéma         vérité,
                                                                                       tuvieron su momento; pero persis-
   Que no tema por su prestigio. Que no piense, desde           te, de                 otra
                                                                                   manera, lo que en ellos hubo de ansia
                                                                                u
                                                                        una
luego, que reconocer sus deficiencias significa tirar pie-      de veracidad, de acercamiento a la realidad. Se objeta,
dras sobre su propio tejado. Por el contrario, a los ojos       se interroga, se interpela, y hay que responder. Hay que
del mundo contemporáneo, no hay culpa más grave que             escribir una autobiografía contestando a una biografía
la mentira, ni error más lastimoso que el de sostenella y       calumniosa. La sociología practica sondeos de opinión,
noQueenmendalla.
        en esta alta estimación que
                                    el hombre actual
                                                      con-
                                                                interesada por conocer la verdad de lo que ocurre, con-
                                                                tra cualquier apriorismo de los especulativos. La psicolo-
cede a la virtud de la sinceridad, vea la Iglesia un signo
                                                                gíaelprofunda trata de llegar a una verdad más profunda
de los tiempos.                                                 en     conocimiento del hombre.
                                                                   Tampoco el arte, tampoco la arquitectura, es ajena a
                                                                esta pasión de la sinceridad. Funcionalismo, sobriedad,
     Un valor     en alza, insisto. En todos
                                             los mercados del   diseño en consonancia perfecta con los materiales. Que
 mundo      y   para todas las variedades y tamaños del pro-    las vigas de madera
                                                                                       no se cubran, que
                                                                                                          el hierro quede
ducto.                                                          bien visible, que el cemento no se revoque. ¿Quién pue-
   Hoy se exhuman los documentos más secretos, se               de intentar ya un arte neogótico o neoplateresco? Al
hurga en la intimidad de los grandes personajes, se             lado de esta obsesión por la autenticidad, y tan caracte-
vuelven del revés los mitos má intocables. Mérito de los        rístico de nuestro tiempo como ella, bien sé que existe
                            s
buenos entrevistadores: llegar a desnudar al entrevista-         un abigarrado pluralismo en todos los aspectos de la
do. Mérito del hombre que llegó al poder: publicar las          vida, también en el arte; la coexistencia de corrientes
cifras de su fortuna antes y después del período presi-         culturales del más variado signo, la recuperación simul-
dencial. Una nueva obligación prima ahora sobre todas           tánea de tantas modas y modelos que en el pasado sólo
     demás, y es esta exigencia común, universal, de            se dieron de forma sucesiva. Asistimos, por ejemplo, a
transparencia. Brindo a quien lo quiera un mote herál-          un revival completo del XIX, con su amor a la superflui-
112 113
cunscrita, verificable. Lo que importa es el hombre con-       temático resulta siempre más pobre que     este otro tipo
creto y la palabra concreta. Las mentes se vuelven con         de pensamiento, ya que desarrolla tan sólo una de las lí-
preferencia hacia el método severo, descriptivo, de las        neas posibles, línea reducida y reductora.
ciencias naturales, muy lejos ya de todo idealismo, se-
       el cual      el entendimiento quien creaba la
gún             era
dad; pero muy lejos también de cualquier realismo «re-
                                                       ver-
                                                                 Es la hora del desprecio de los grandes sistemas, las
presentacionista», que creía vẹr en el contenido de los       grandes palabras, las palabras vacías y convencionales.
conceptos el reflejo exacto de la realidad e ignoraba la      Sin duda, la vida humana será siempre convencional en
subrepticia actividad de la mente prestando continua-         alguna medida, pero trata de despojarse de cuanto es
mente significaciones a dicha realidad. La filosofía se       convención artificiosa, redundante, acumulada. «Muy
hizo existencialista por negación: por oposición a las         distinguido   y   honorable señor, mi indigna familia             se
concepciones esencialistas. La «condición humana», tan
histórica y multiforme, arguye contra aquella «naturale-
                                                              siente sobremanera feliz de que vos
                                                                                                         le
                                                                                                         concedáis el in-
                                                              merecido honor de venir a esta nuestra humilde mora-
za humana» estática, fraguada desde siempre y definida        da». Sobran los superlativos, sobran casi todos los adjeti-
                                  el antiguo
para siempre. En cierto modo,                punto de vista    vos, sobra ese suplemento de consternación de quien
objetivo de la verdad ha sido reemplazado         el          asiste             al entierro de
                                              por    punto            por deber                  un desconocido, sobran
de vista subjetivo de la sinceridad.                                                            con tornavoz,
                                                              los circunloquios y los púlpitos                el usía ex-
    Lo que importa es el pensamiento espontáneo, veraz,       plícito e implícito, y las cenas que se siguen celebrando
incluso fragmentado, incluso contradictorio. ¿Por qué?        cada sábado por mera rutina, con disgusto de todos los
Cioran lo sabe. No sólo porque cuadra mejor con nues-         comensales. Está de más el envaramiento, las grandes
tra época, con nuestro acusado sentido de la fugacidad,        abstracciones,    los   párrafos plurimembres   y el   estuco.
       el discurso espasmódico de
con                                  un hombre oscilante,
convulso y problemático, sino, sobre todo, porque se ha          Se tenderá a un lenguaje más económico, flexible,
hecho evidente que sólo el pensamiento fragmentado            funcional, ceñido en todo instante a la vida. Se antepon-
posee sinceridad. Cuando alguien se propone elaborar          drá lo genuino a lo suntuoso, las margaritas naturales a
un pensamiento sistemático, empieza por trazarse un es-       las orquídeas de
                                                                               cera,
                                                                                     el pronombre demostrativo a to-
114                                                                                                                             115
dos   los
        títulos honoríficos. Será respetado el hombre                    SEGUNDA PARTE
que proceda sinceramente, la autoridad que venga ava-
lada por su propia competencia personal, el científico      Antítesis:   BOY LOOSES GIRL
                      el apóstol
que sepa retractarse,            que no oculte su perple-
jidad.
116
                          CAPITULO   I
                                                          o
como cualquier otra cosa, como un santo románico
                  Es                                           n
billete de mil.       fácilmente falsificable; por consiguien-
te, podría muy bien ser falso. Y observe que esa         «
                                                         «falsa
sinceridad» no constituye ninguna contradicción; perte-
nece, más bien, a un orden de cosas triviales y cotidia-
       al apartado de los
nas,                           amores egoístas, de la justicia
meramente      legal,  de  la fe meramente supersticiosa. Lo
más lamentable del comportamiento humano no es que
sus virtudes sean exiguas, sino que a menudo son falsas.
   Tanto amor a la verdad y tan fervorosamente procla-
mado tenía que resultarnos sospechoso. Pienso en al-
guien que va exhibiendo un certificado médico donde
se atestigua que sus pulmones se hallan en perfecto esta-
do; ¿quién que tenga unos pulmones sanos se preocupa
de conseguir semejante certificado? De suyo, la veraci-
dad se sobrentiende; no habría por qué empeñarse en
demostrarla.  ¿Yqué quiere decir que la sinceridad está
                                                            119
 hoy de moda? Pues que se ha convertido en un produc-           Tal   vez, éste constituya una prueba de amor a la simpli-
      comercial.
to
                  Vender verdad es vender sensacionalismo:      cidad. Lo cual no es simplicidad, sino todo lo contrario:
                                                                nostalgia de una simplicidad perdida o ilusoria. Todo es
 se trata   de   explotar publicitariamente la verdad como
 un recurso insólito, de suscitar el interés de la gente ha-    artificiosidad,   y principalmente esa presunta naturali-
 cia lo excepcional y anómalo. «Vendo mil gabardinas de-        dad tan artificiosa. Me encanta la naturalidad de los
 fectuosas; vengan, vean y compren». ¿Cuándo se había           grandes actores de teatro. El arte de ocultar el arte, la
 visto que un vendedor empezase por. reconocer las defi-        preparación laboriosísima de una escena o un gesto has-
 ciencias de su mercancía? He ahí precisamente la origi-        ta conseguir que parezcan improvisados. La perfecta na-
 nalidad del anuncio, y, por lo tanto, su poder de seduc-       turalidad de un buen actor consiste en su perfecta afec-
 ción, y, por lo tanto, su eficacia. La verdad es explotada     tación, en una afectación doble, cuando por fin ha llega-
 de forma muy significativa: como un hecho inusitado.           do a disimular artificiosamente su artificiosidad.
 Llevada de sunecesidad de llamar la atención sea como
 sea, la propaganda recurrió al procedimiento más des-
 usado: decir la verdad.                                           No se fíe, amigo. Es una falsa sinceridad, es la falsa
    Entiendo que la verdad no es un alimento del hom-           exaltación de un valor que ocasionalmente se ha puesto
 bre contemporáneo, sino un condimento:el adobo de la           de moda. Es como comprar ropa que parezca que fue
 mentira. Resulta excitante, porque los paladares no es-        usada. Esos muchachos que compran vaqueros descolo-
                                                                ridos o que los manchan adrede antes de estrenarlos,
tán habituados a él. Poral supuesto, la verdad existe en
 función de la mentira,        servicio de la mentira; única-   son los más enardecidos apóstoles de la sinceridad.
 mente   se  usa en  la medida en que sirve para disfrazar el      Pero hay algo más. Debemos reconocer que la sinceri-
                                                                dad no deja de tener ciertos atractivos, así como      va
 disfraz, para disimular el engaño.
                                                                                                                    los-
    He aquí el famoso prestigio de la sinceridad. Simple-       queros tienen la ventaja, nada desdeñable, de su como-
 mente, hoy se lleva la sinceridad, como ayer pudo lle-         didad: no hay que limpiarlos ni preocuparse de no man-
 varse otro valor cualquiera, otra moda cualquiera. Ayer        charlos. ¡Oh, sí, la sinceridad también puede ser como-
seempleaba purpurina para simular oro y parecer ricos, dísima! Basta identificar sinceridad con vida natural,
                                                                           no
                                                                                  mediatizada
 hoy se usan materiales desnudos para simular sinceri-          instintiva,                   por norma alguna. Según
 dad y parecer modernos. A menudo esta simulación es            esto, todo cuanto sea aceptación de una ley, esfuerzo
 tan deficiente como el dorado de la purpurina. Nada            tras un ideal, se tacha de inautenticidad e hipocresía.
más falso, en efecto, que esas viviendas rústicas, con-         Existirá, por lo tanto, hipocresía siempre que se dé la co-
cienzudamente rústicas, que ahora tanto se estilan. Es          lisión entre un deseo y la represión de ese deseo, entre
                                                                             la ejecución del deber
verdad que a nadie se le ocurre hacer arte neogótico o          un deseo y                            que lo contradice. La
                         abundan las muestras de neorro-        moral entera resulta así una colosal impostura, en la
neomanuelino, pero
                       sí
mánico. ¿Por qué? Precisamente a causa de su ingenui-           medida en que propone un tipo de conducta que se
dad característica. Ocurre que, hasta en su misma false-        opone a nuestras inclinaciones naturales. ¡Bienvenida,
dad, el arte actual necesita aparecer como enemigo de           pues, la sinceridad!
toda falsedad.                                                     Lo que ocurre es que en el hombre hay varios niveles,
   Esta pasión por la sinceridad me recuerda lo más             desde el más biológico al más espiritual, y a cada uno de
opuesto que existe al arte primitivo: el arte primitivista.     ellos corresponde una forma propia de actuación y, por
120                                                                                                                    121
consiguiente,                                   las voces o    tad  deliberada y el consentimiento de una atracción, en-
               una forma de sinceridad. Entre
requerimientos que provienen de dichos niveles, suelen         tre   la
                                                                      voluntad «que quiere» y la voluntad «querida». En
darse frecuentes conflictos, y es preciso entonces optar                 sazón, el amor sólo obedece a sí mismo, porque
                                                               su  plena
                                                                  es su propia ley. Coincide así el
                                                                                                    amor auténtico con
                                                                                                                       el
por uno u otro, por una u otra modalidad de actuación.         él
¿Cuándo soy más sincero, al elegir ésta o aquella moda-        amor dichoso, y esta coincidencia recibe, indistintamen-
lidad? ¿Soy más sincero si me dejo llevar de los instintos     te, los nombres de fidelidad perfecta o sinceridad per-
    Por otra parte, la virtud de la sinceridad de ningún          «La verdad os hará libres». El verbo está en futuro. La
modo podría consistir en                                        verdad nos libera, porque acaba transformándonos. La
                            la   conformidad de una con-
ducta pervertida con unas tendencias perversas, ya que         libertad es una meta, se halla al final, en aquella situa-
no
                                              un               ción de madurez en que ya sólo nos sometemos a la cé-
     es concebible
                     una virtud inspirando cuadro de
conducta enteramente vicioso. Tampoco, desde luego,            lebre norma, que es lo contrario de toda norma: «Ama y
debemos soñar en aquella sinceridad consumada que              haz
                                                                     loque quieras». Pero  lo   que se afirma de la verdad
resultaría de un comportamiento totalmente intachable          no  puede  decirse  de la sinceridad, pues a menudo quien
respondiendo aunos deseos totalmente santos. Tal cosa          apela a la sinceridad es porque se niega a transformarse.
no puede obtenerse en esta vida. La única sinceridad           He ahí una sinceridad indigna de tal nombre, ya que es
aquí abajo posible consiste en una coherencia creciente,       solamente vida instintiva y desmandada, pura debilidad.
siempre relativa, entre nuestras obras y nuestros ideales      Se trata incluso de una actitud falsa; más que debilidad,
de perfección. El dilema, verbigracia,      que a veces se     es mentira, falseamiento:   quiere disimular   su
                                                                                                               flaqueza
plantea dentro de un matrimonio cuando el primer               SO сара de autenticidad.
                                                                                         Y así como la peor soberbia es
                             el dilema                            de quienes se envanecen de su humildad
amor ya se ha extinguido,              entre ser uno fiel al   la                                           -no de otra
cónyuge e insincero consigo mismo,
                                        por   una parte, y,    virtud sino precisamente de su humildad-, así también
               sincero consigo  mismo  y disolver la pareja,       peor hipocresía es la de quienes fingen no esta o
por  otra, ser
                                                               la
suele constituir un falso dilema, una falsa disyuntiva. Al     aquella virtud, sino precisamente la virtud de la since-
menos teóricamente, existe una tercera posibilidad que         ridad.
satisfaría tanto a la fidelidad como a la sinceridad: se         Las otras hipocresías son menos graves, porque son
trata de buscar una nueva congruencia entre la volun-          menos irreductibles.  Hasta pueden contribuir a hacer
122                                                                                                                     123
más soportable la convivencia.       Voltaire nos relata el     camiento de carácter, y llamamos perseverancia a la
caso   de aquel mandarín chino que, indignado por las           pura inercia, velocidad adquirida, falta de creatividad o
agrias disputas de dos misioneros cristianos pertenecien-       de coraje para. intentar algo nuevo. ¿Y los sentimientos
tes a escuelas teológicas distintas, los mandó encarcelar       de penitencia? La atrición suele ser nada más un movi-
a los dos hasta que se pusieran de acuerdo. «No se pon-         miento espontáneo de autodefensa y la contrición suele
drán», le advirtió su consejero. «Pues hasta que se per-        ser una atrición algo más elaborada, más depurada, una
donen». «Tampoco». «Pues hasta que finjan perdonarse». A        vez   enterados   de que cuanto más desinteresado       sea
falta de perdón, buena es la ficción de perdón. Si las tre-     nuestro amor, mayores      ganancias consigue.
                                                                                         todas las virtudes son con tanta
guas bélicas se prolongasen indefinidamente,      tendríamos       Y me pregunto:
                                                                                     Si
algo más o menos parecido a la paz. Por favor, reprima          frecuencia falsas, ¿por qué la sinceridad iba a constituir
usted día y noche sus tendencias antropofágicas, bese la        una excepción?
          las señoras, coleccione mariposas, hágase socio de       Pienso, no obstante, en una especie de sinceridad por
mano a
    club de  vegetarianos. Claudel resumía: «La hipocresía es   carambola, como el desasimiento espiritual de un amigo
un
preferible al cinismo».                                         mío, que, en lugar de renunciar a los placeres, ha re-
  Hay que reconocer     incluso que la hipocresía es algu-      nunciado a algo más valioso: al mérito que comporta la
                    de                                          abstinencia de tales placeres. A veces se dan estos ejerci-
nas veces síntoma      que ha habido algún progreso mo-
       la sociedad.                                             cios de ética muy sofisticada, corolarios imprevistos que
ral en               Lo es cuando la desproporción entre
el contenido y la apariencia se debe a                          aliviarían el tedio de los programas de moral. Pienso en
                                          un aumento de
ésta,
      no  a una  disminución   de aquél. Por ejemplo: las       una sinceridad de ese tipo, una afirmación por acumu-
condiciones de vida de los trabajadores en ciertos países       lación de dos negaciones, una virtud que consistiría en
distan muy poco del antiguo sistema de esclavitud; sin          aparentar no ser hipócrita... De este modo llega a ser
embargo, los patronos hoy tienen que esmerarse en de-           fiel la esposa que engaña a su amante cuando          se   acuesta
                                                                 con su marido.
mostrar, en aparentar que conceden a sus obreros todos
los derechos laborales, ya que nuestra sensibilidad ha            ¿Cualquier hipocresía    es   preferible   a   cualquier   cinis-
evolucionado y no toleraría un régimen que presumiese            mo? No lo creo. Existen los fariseos, pero existe otra
de bárbaro. El contenido sigue siendo prácticamente el          casta más peligrosa: la de lospublicanos farisaicos. El fa-
mismo, pero      fachada es distinta: lo manifiesta el he-       riseo se jacta de su santidad ritual, el falso publicano se
              la
cho de que tales patronos, aunque se nieguen todavía a          jacta de su arrepentimiento, esto es, de su sinceridad;
corregir su sistema, se ven obligados ya a simular que lo        sus golpes de pecho resuenan en el templo tanto como
                                                                las voces   de vanagloria de su vecino. Lo que ocurre es
han corregido. Su comportamiento es hipócrita, pero su
hipocresía es un síntoma de progreso.                           que,   tras  veinte siglos de cristianismo, todos hemos
                                                                aprendido algo, los protagonistas de la parábola y los es-
                                                                pectadores, que ya no soportamos la ingenua y tosca va-
   Es evidente que muchas virtudes no son tales, sino           nidad de los puros, ni tampoco la aparatosa humildad,
falsas virtudes. Lo que denominamos firmeza, a menu-            no menos ingenua, no menos tosca, de quienes confie-
do es sólo obcecación. Otras veces se toma por toleran-         san clamorosamente sus culpas. Aunque quizá cualquier
cia lo que es simplemente indiferencia hacia las perso-         falacia continúe, de suyo, abierta y admita rizar el rizo.
nas. Se alaba como humildad lo que no pasa de ser apo-          Muy bien puede uno, en efecto, declararse humilde pre-
124                                                                                                                            125
cisamente para que lo tengan por humilde: cree que los                ción... Tan amplio vocabulario demuestra la abundancia
más perspicaces deducirán que, al comportarse así, lo                 del producto. Los esquimales tienen más de veinte nom-
                                                                     bres distintos
que realmente buscaba era la humillación de que lo con-                               para referirse a la nieve.
siderásemos orgulloso... Repito, experimentos de moral                   ¿Qué ocurriría en la convivencia cotidiana si de repente
recreativa.                                                          suprimiéramos todos los pequeños engaños, los disimulos,
                                                                      los convencionalismos, todo eso                   las tres
                                                                                                        que constituye           cuar-
                                                                     tas partes de la educación y la cortesía? La piedad hacia el
126                                                                                                                              127
ceridad, se reconocía que los hombres cometen dema-             mentira. ¿Qué ha pasado con los juramentos? Los jura-
siadas mentiras, verbales y no verbales. Pero siempre           mentos son unas protestas tan enfáticas y solemnes de
quedaba sobrentendido que constituían excepción, que            veracidad, que parecen recabar para sí toda la verdad
   regla general seguía siendo la verdad. Algo así como
la
sucede con los billetes falsos, cuya posibilidad de circula-
                                                                posible, dejando libre a la mentira el espacio restante.
                                                                Vienen a ser como una tácita autorización del engaño
ción se debe precisamente al mayor número o predomi-
nio de billetes legales. ¿Realmente es así? Pienso que el      allí  donde las palabras no sean avaladas
                                                                                                             por ningún ju-
                                                                ramento. En principio éstos fueron inventados como un
símil sólo vale en un aspecto, en cuanto que eso que de-        dique contra la mendacidad, pero el resultado no ha po-
nominamos verdad posee el mismo valor que nuestros             dido ser más desastroso. El resultado fue su propio, in-
billetes: un valor convencional.     La verdad verdadera,      mediato descrédito. En efecto, puesto que los juramen-
el           debiera respaldar  toda  esa emisión de papel,
    oro que                                                    tosposeen, de suyo, una mayor credibilidad, se acogerá
cuenta con unas reservas muy escasas. Más o menos,             a ellos precisamente quien más la necesite, el hombre
esto se sabe, claro. De ahí esa asombrosa pregunta que a        más mentiroso. De este modo, repito, la mentira devora
veces oímos y que a nadie escandaliza: «¿Puedo hablarle        constantemente a la verdad. Es inútil poner en circula-
sinceramente?»   Se dice   que
                                 lasmujeres perdonan con       ción nuevos billetes con una firma más, que autentique
facilidad a quien les ha engañado, pero nunca al que no        las firmas del gobernador, del
                                                                                                   interventor y del cajero:
han podido engañar. Dígase de las mujeres, de los hom-         quien falsifica tres firmas, falsifica cuatro.
bres, de los niños y los militares sin graduación. Lo cier-        Se ha comprobado la ineficacia de los detectores de
to es que todos engañan a todos, y, por consiguiente,          mentiras. ¿Para qué sirve el suero de la verdad? Sólo
casi nadie engaña a nadie.
                                                               para que digan la verdad los individuos neuróticos que
   En tales condiciones, ¿cómo va a ser posible el diálo-       padecen amnesia a causa de una represión inconsciente.
                                                      se re-
go, cómo va a ser fácil la convivencia? Quizá todo              De nada sirve, en cambio, cuando se trata de alguien
duzca a un problema de adaptación. Bernanos decía              que conoce la verdad, pero se niega a confesarla. Sabido
      «el mundo
que               no es rebeldía, sino aceptación: acepta-      es también que el conductor
                                                                                               experto de un interrogato-
ción de la mentira». Por consiguiente, sólo deberíamos          rio atiende menos a las declaraciones verbales que a
llamar mentiroso al que miente de manera distinta, a            ciertas expresiones corporales que las acompañan y
                                                                                                                         que
quien quebranta no las leyes de la verdad, sino las leyes       muy bien pueden desmentirlas. Actúa así      porque   supo-
lingüísticas de la sociedad.
                                                               ne que dichas expresiones serán siempre más sinceras,
   Hay como un acuerdo tácito: los impuestos son mayo-         pues suelen hallarse fuera de control por parte del suje-
                                        sabe            los
res, justamente excesivos, porque se         que todos         to. Sin embargo, la gente, que ya lo sabe, va consiguien-
contribuyentes defraudan     al fisco. Por eso, para enga-     do dominar tales manifestaciones antes involuntarias. A
ñar, no basta mentir, hay que mentir en proporción su-                     los observadores aprenden a leer en el
perior a la consentida. Entonces se pone en marcha un
                                                               la vez que
                                                               de sus pacientes, éstos aprenden a confirmar sus menti-
                                                                                                                      rostro
proceso acelerado, como ocurre con la publicidad, la           ras con la adecuada expresión facial. El resultado puede
cual necesita cada día superarse a sí misma para seguir        causar consternación, pero no asombro: esas refinadas
siendo válida, para contrarrestar la creciente icreduli-       técnicas que los intérpretes de la verdad elaboran, son
dad de los compradores. Que nadie se extrañe: la ver-          rápidamente asimiladas por los individuos más menda-
dad será incesantemente, fatalmente rebasada por la            ces; al asimilarlas las invalidan. La verdad, insisto, es de-
128 129
                                                               9.-Palabras
vorada continuamente por la mentira. Arrastra consigo           de algo bajo un rótulo que afirma su presencia. Tras los
                                                                signos, el hombre inventó la ciencia de los signos: la se-
sugermen. del
   Asqueados         teatro, tan convencional y tan falso,      miótica. ¿En qué consiste la semiótica? «Es la disciplina
                              salas clásicas de Nueva York,     -define Umberto Eco- que estudia todo cuanto puede
que  se representaba   en las
un grupo de actores decidió montar su propio espec-             usarse para mentir».
táculo, «rabiosamente auténtico», que se le llamó Off              La palabra es nuestro signo por excelencia, el más co-
Broadway. Inmediatamente después surgiría tenía por             mún, el más flexible, el más elocuente. El vehículo usual
fuerza que surgir --- otro movimiento más radical, titula-      de la mentira por tanto. La pediatría moderna ha reve-
do Off off Broadway. Y así sucesivamente. La progresión         lado algo muy curioso. Parece ser que el niño, durante
es lógica, indefinida,
                        seguramente circular.                   sus primeros dieciocho meses, posee una extraordinaria
                                                                capacidad para detectar los estados emocionales de la
    Cierto que no hemos inventado nosotros la mentira.           madrę. Se trata de una facultad tan certera, tan segura
 Esta existió antes de que el hombre apareciese en el           e indefectible, que no se deja engañar por las demostra-
 mundo. De ella ha usado siempre la naturaleza con pro-         ciones contrarias que la madre ansiosa finge para cal-
 fusión. El caso de los camaleones no es único ni infre-                        los golpes cariñosos     la espalda, las pa-
                                                                mar a su hijo,                       en
 cuente, es sólo paradigmático. La imitación de las voces       labras apaciguadoras.   El niño no se deja embaucar. Sólo
 de otros animales, el reclamo, constituye una práctica         cuando ha alcanzado el año y medio de edad, es decir,
 inmemorial de la emboscada. Esa tendencia irresistible         cuando empieza a comprender y usar el lenguaje, esa
 al
                                                                                 uya disminuye y al fin
                                                                                                         acaba desaparecien-
    encuentro del macho y   la hembra, que a nosotros nos        infalibilidad
 parece un   juego  de  amor  totalmente   libre, encubre la    do. La facultad lingüística, pues, se adquiere a costa de
 voluntad ciega, indiferente, de las especies, su obstinada     esta otra facultad. Ingresar en el área del lenguaje es
 voluntad de pervivencia. Hay un tipo de mentira, con-          penetrar ya para siempre en la esfera de lo equívoco, la
 sustancial y universal, que podría llamarse mentira bio-       posibilidad de engañar y ser engañado.
 lógica.                                                            Un mundo de signos, de artificios; un mundo, por
    Pero el hombre ha sabido llevar la mentira a un gra-        consiguiente, donde ya todo es posible. La verdad hu-
 do de perfección indecible. Era su destino. Como espe-
                                                                mana significará un valor convencional, algo que no
                                                                                                                          te-
 cie más débil, sin cuernos, ni zarpas, ni grandes caninos;     nemos que descubrir, sino que podemos elaborar. Cier-
                                                     la espe-                       la realidad aspectos y propiedades
 menos robusta, menos veloz que cualquier otra,                 tamente hay en                                          que
 cie humana sólo pudo vencer a sus enemigos con un              son como son, independientemente de nosotros; por
         el engaño. Desde siempre, el entendimiento hu-         ejemplo: según el ejemplo clásico, el oro es amarillo.
 arma:
 mano habría de emplearse preferentemente en ello,              Pero tales aspectos y propiedades apenas tienen ningún
 cumpliendo así lo que casi es su función específica, la        interés.     Decir, en cambio, que el oro es valioso
 nota más descollante de la familia. Más tarde, al cabo de      -apreciación totalmente arbitraria- sienta un tipo de
 milenios, inventó los signos. El hombre es el «animal          verdad muy distinto, de trascendencia incalculable. So-
 simbolizante». ¿Y en qué consiste un signo? En la susti-       bre dicha verdad se montarán luego otras nuevas, y así
tución del significado por el significante; por consi-          un día quedará consagrada la equivalencia entre una
 guiente, en la posibilidad de esconder cualquier cosa          cierta cantidad de oro y un cierto papel denominado bi-
 bajo el rótulo de cualquier otra, o de ocultar la ausencia     llete de banco:   la apoteosis   de lo convencional.
130                                                                                                                      131
    Y sila mentira es un billete que consideramos falso y        obras y vanidades. Cuando el hombre empezó a mentir,
la  verdad es únicamente un billete de curso legal, la lí-       empezó a fabular. Cuando exageró ante la mujer amada
 nea divisoria entre verdad y mentira no puede ser sino          la expresión de sus sentimientos, nacía la poesía lírica.
la  convención de una convención. ¿Por dónde trazar la           La historia será después la rectificación creativa de lo
raya? Tengo un gallo en la cocina que me dice la menti-          acaecido. Propósito fáustico que anima a todas las activi-
 ra, tengo un gallo en el corral que me dice la verdad.          dades humanas. ¿O quizá solamente intención fáustica
Según una visión demasiado pesimista, lo que llamamos            que
                                                                        las
                                                                          contamina, que las extravía? ¿La mentira es cul-
verdad consistiría tan sólo en una mentira más generali-         tura  o la cultura es mentira? Media entre ambos enun-
zada, más maciza o más difícil de refutar. Según otra vi-        ciados la misma diferencia que existe cuando decimos
sión contraria, optimista en exceso, la mentira vendría a        que
                                                                      el poder del diablo es mentira y cuando decimos
 ser una verdad en estado naciente, una verdad más               que la mentira es
                                                                                     el poder del diablo.
arriesgada, más de vanguardia. Usted, ¿qué piensa?
    Yo pienso que toda palabra es una metáfora. Las me-
 táforas proliferan y engendran nuevas metáforas, que
                   las cosas directamente, sino a                                             III
 ya no remiten a                                  otras me-
 táforas anteriores. De ahí procede no sólo el tabú ono-           ¿Sabe usted qué significa propiamente, originalmente,
mástico, la sustitución de
                             un nombre prohibido por otro        la palabra «hipócrita»? Hypokrités era el actor de teatro, hy
                                                                                                                            -
 aceptado, sino la historia entera del lenguaje. Las pala-       pokrínesthai era representar un papel en el escenario.
                                                                 El
bras hoy de uso corriente no son sino metáforas este-               camino seguido por dicha palabra hasta significar
reotipadas,    sancionadas por el uso, petrificadas; metáfo-     hoy un comportamiento doloso, ficticio, no puede ser
ras que ya hemos olvidado que          son. La pata de una
                                    lo
        el ojo de la cerradura, el pie de una
                                                                 un  camino más directo, y tan corto, que en español un
mesa,                                           copa. Su sen-    solo término sirve aún para designar uno y otro extre-
tido figurado inicial pasó a ser sentido establecido. Ac-        mo: farsante. Tanto la hipocresía actual como la farsa
tualmente, nadie que oye la palabra ascendencia o espíritu       teatral de siempre suponen una especie de dicotomía, la
piensa ya en el acto de subir o de respirar. Siguen sien-        antítesis entre ser y
                                                                                       parecer, entre rostro y máscara.
do, no obstante, fórmulas que sirven de base y medida               ¿Y quién, entre los seres humanos, no es un come-
para otras asociaciones de vocablos, para otras metáfo-          diante, quién no tiene una doble conducta, una doble
      las cuales, mientras dure su novedad, resultarán           vida? El Sr. Rodríguez es magistrado del Supremo y
ras,
más estimulantes y fecundas. La cuestión, pues, no es si         poeta erótico; marxista militante y accionista de Iber-
                                a                  si
una palabra responde o no la realidad, sino           estimula   duero; crítico de cine y propietario de una distribuido-
          si favorece el discurso.
la vida,                                                         ra. El hombre juega a
                                                                                          dos barajas, tiene dos
                                                                                                                 caras, dos
    En este momento se nos aparece la cultura, la    obra to-    pasaportes,  dos firmas reconocidas, es secretamente bí-
 tal de la cultura,                                                                                al
                    como una gigantesca mentira:      Kultur-    gamo. Todo ciudadano tiene,          menos, dos profesio-
lüge. La cultura es mentira. Pero hay
                                      otra manera me-            nes:  notario  y  comediante,   peluquero   y comediante,
nos infausta de enunciar lo mismo: la mentira es cultu-          fraile mercedario y comediante. Sucede que las malas
ra. Es un impulso que leva
                              al hombre a cambiar el             acciones son presentadas como buenas, y las buenas
mundo, aunque sólo sea metafóricamente, verbalmente.
 Un impulso demiúrgico, un afán que inspirará todas sus
                                                                 fin de que ni la mano izquierda sepa lo que hizo la dere-
                                                                 cha- deben ser disimuladas al menos como triviales. El   a
132                                                                                                                       133
                                                                     cuando. Es la vida, desde lu ego. Y la vida es trágica, có
que no sabe, quiere hacernos creer que sabe, mientras
                                                                     mica o dramática, según. ¿Imagina al sargento de legio-
que quien más sabe, finge que no sabe nada. Actitud
esta última que se denominó en su día «ironía filosófi-              narios, tan insolente y duro con los reclutas, lo imagina
ca». Su mérito, sin embargo, no parece que fuera moral:              temblando ante el capitán? Pues tiembla. ¿Imagina a ese
se contraponía        a 'la jactancia, pero en realidad no era       hombre que siempre habla de su mujer en términos
modestia, sino falsa modestia; más que una simulación                despectivos, lo imagina ante ella temiendo contradecir-
                                                                                                                               si-
de ignorancia, resultó ser una forma disimulada de or-               la? Pues
                                                                                teme. Sería regocijante y aleccionador ir
                                                                     guiendo la   cadena,  cada          los eslabones de
gullo. La vida es teatro, señor. ¿Doble vida, decíamos?                                          uno de                    la ca-
No doble, sino triple, cuádruple, múltiple. El hombre                dena; contemplar al terrible guarda forestal hablando
                                                                          el ingeniero de Montes, y a éste luego con el minis-
posee más disfraces que trajes. Cuando va a dar clase, se            con
pone un disfraz; cuando acude
                                       al rectorado,
                                                     otro; al ir a   tro de  Agricultura, y a éste después con el arzobispo, y a
                                                                     éste más tarde
   iglesia, un tercero, que seguramente es reversible se-                             con su confesor. Pero ¿es que nunca, en
la                                                                   ningún momento, jamás, aparece el verdadero rostro
gún   las circunstancias.      Dígame, ¿cuántos personajes en-
                                                       si             del hombre? Tal vez, durante el sueño, o en la agonía, o
carna usted a lo largo del día? Observe esto:             por ca-
                                                                              se encuentra en el fondo de un
sualidad se encuentra a la vez con dos personas que de               cuando                                      pozo negro en
                                                                                                     está lleno de disfraces. Lo
ordinario trata por separado, personas ambas muy agra-               una  noche  negra.   El armario
dables       con las                                                 más impresionante es cuando el hombre los usa no de
           у         que usted cree tener verdadera amistad,
                                                                                                                    éstos se su-
resulta, sin embargo, que en ese momento está violento,              manera sucesiva, sino simultánea; cuando
                                                                                       el
no se halla cómodo. ¿Por qué? Piense en el desasosiego               perponen hasta       punto de abrumar y sepultar a su po-
del camaleón sobre una alfombra a cuadros escoceses.                 seedor, cuando alguien se disfraza de gerente disfraza-
                                                                     do de tenista disfrazado de adolescente disfrazado de
El
                    es
    individuo una suma de individuos. Existe el yo
profesional, el familiar, el político, el sexual; existe el yo       almirante disfrazado de incógnito disfrazado de Ploti-
ávido, el pusilánime, el piadoso, el mordaz, el frustrado.           no disfrazado de Platón disfrazado de Homero disfra-
                                                                     zado de inventor de quimeras disfrazado. Espectacular,
El individuo es una suma de contradicciones. En la Ilía-
da se habla de                                                       ¿no? Anote cuidadosamente este adjetivo: espectacular.
                 un animal mitológico llamado Quimera,
que tenía cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de ser-             La vida es teatro, señor mío. «¡El teatro ha muerto!
piente. Nunca he podido saber si era un león que se dis-             ¡Viva la calle!», gritaban en Hair. Intentaban crear un
frazaba de cabra y de serpiente, si era
                                             una cabra que se        nuevo tipo de teatro, participado, inmerso en la vida, re-
disfrazaba de serpiente y de león, si era una serpiente              presentado en mitad de la calle. Pero ese teatro es tan
                                         si                          viejo como la humanidad. Desde siempre, e inevitable-
que se vestía de león y de cabra, o         era un cuarto ani-
mal con tres   apariencias   falsas. El hombre posee más de          mente, la calle ha sido nuestro espacio escénico natural.
tres disfraces. ¿Me permite ver su armario? He aquí su               Usted camina desfilando, habla declamando, sonríe
traje de los domingos, el uniforme de servidor de la Pa-             cuando lo pide el libreto. La máxima autenticidad con-
                                                                     sistirá en que uno se represente a sí mismo. La mayor
tria,
      la corbata discreta y la corbata estridente, la bata
blanca de profesor de neurología; incluso su traje de                degradación es convertir lo dramático en melodramáti-
boda, su traje de marido fiel; incluso su traje de marine-            co. ¡Y los decorados! Desde esa cuarta dimensión de
      co el                                                          quien conoce el secreto de la farsa, todos estos paisajes y
rito
                       la primera comunión, y
      n     que hizo                              que, a pesar
de su corta talla, usted se empeña en vestir de vez en               mudanzas, estos tan sólidos volúmenes arquitectónicos,
134                                                                                                                           135
quedan   reducidos a la condición, росо má que bidi-
                                   poco s
mensional, de unas bamnbalinas. En fin, que, aunque
                                                                      toda revelación oculta algo, también todo ocultamiento
136                                                                                                                           137
sulta tan codiciable, no es sólo por lo que ella permite        fiere la velocidad. Toda su vida es una continua fuga,
adquirir, sino también por lo que permite ocultar. El
rico tiene una segunda casa donde poder retirarse, tiene
                                                                un eludir constantemente la verdad:         la
                                                                                                            verdad de los
                                                                acontecimientos, de las cosas, de los prójimos, de su pro-
al               escalera de servicio
    menos una                         por donde huir, tiene     pio corazón. ¿No parará nunca? ¿Nunca se resolverá a
un amigo abogado y, tal vez, un amigo juez; puede               afrontar la verdad, a ser sincero siquiera consigo mis-
mentir sin riesgo, dispone de alguien para contestar al         mo? Helo aquí por fin arrodillado en el templo. Pero
teléfono. Si acaso algún día es sorprendido en su intimi-       ¿qué hace? Se dedica a recitar oraciones, se recubre de
dad, tiene luego suficientes medios para hacer callar al        plegarias como de una solemne capa. La oración es
intruso. Puede levantar una tapia en torno a su vivienda        como cualquier otra actividad humana: puede ser igual
  y otra más alta alrededor de su vida personal. ¿Y qué es      de insincera. La acción transcurre en el proscenio, en
lo   que oculta ese hombre? Pues a lo mejor sólo su pro-
pia riqueza, los orígenes de esa riqueza o los procedi-
                                                                esos escasosmetros iluminados; lo que está detrás no
                                                                existe. Los más íntimos diálogos, los que acontecen sin
mientos con que fue acumulada, o quizá, por el contra-          palabras en el fondo del corazón, siguen sometidos a las
rio, su indigencia, su fracaso, decadencia y soledad.           mismas leyes de sintaxis, ornato y encubrimiento. Pero
Pues, aunque alguna vez nos disfrazamos de mendigos             alguna vez, es cierto, el hombre decide hacer examen
para conseguir un favor o suscitar un cariño por la tor-        de su alma. ¿Y qué ocurre? Lo mismo que en las batidas
tuosa vía de la piedad, generalmente nos solemos disfra-        de la policía contra los manifestantes:    de éstos única-
zar de autosuficientes, de dichosos, que es una forma de        mente son    apresados los
                                                                                           menos culpables, los
                                                                                                                menos
                                                                                                                       sig-
fingirnos superiores.)                                          nificativos. En el examen de conciencia únicamente apa-
   Todos somos comediantes. Un traje, una posición so-           recen episodios, hechos o palabras, pecados,
                                                                                                                   los sínto-
cial y un nombre; es decir, un disfraz, un lugar en el re-       mas; nunca    las raíces.
parto y una palabra que, más que designar una identi-                Goltzius grabó a punta seca siete deliciosos cuadros
dad, la fabrica.                                                  con las siete virtudes. La prudencia fue representada
                                                                 como una dama que lleva una máscara en la nuca          SOS-
138                                                                                                                         139
no existiera embozo ni máscara alguna. Pero puede ocu-             La vida   es   teatro. Y de la representación   ante los de-
rrir otra cosa, puede suceder algo no previsto: que la           más se ha pasado a la representación ante uno mismo:
máscara pase involuntariamente de la nuca al rostro, y           de un modo de estar se ha pasado a un modo de ser.
que ese semblante que el espejo devuelve, el que uno
mismo percibe, sea precisamente el de la máscara. Pien-
     no
so      en la señora que se maquilla escrupulosamente
       de salir de casa, sino en aquella otra que ordena a
                                                                    Pero que tire la primera piedra contra la adúltera
                                                                 quien nunca haya adulterado en su corazón, ¿No hay
antes
su  doncella maquillarla antes de mirarse al espejo.             nadie que sea puro? Después, que tire la primera piedra
   Alguno podría objetar que esta última señora, aunque          contra los jueces quien nunca haya formulado un juicio
ignore su verdadero rostro, no ignora que ese que con-           de condenación. ¿No hay nadie que sea indulgente?
templa no es el suyo propio. ¿Seguro? Cuando el yo per-            ¿No habrá ningún hombre sincero? ¿No habrá siquie-
sonal se disuelve por completo en el yo social, cuando la        ra alguno pesaroso de su insinceridad?
persona ha sido sustituida interiormente por
                                                el
                                                   persona-        Todos somos comediantes. Tal vez, en un momento
                                                                                     a
je, es
       porque  el proceso  de disociación ha avanzado has-       dado,   llegamos     ser sinceros por defección, por inhabi-
ta un trastorno total en la experiencia de la propia iden-       lidad, por  fatiga.  Si uno fuera siempre lo bastante resis-
tidad y de la conciencia del yo. Una segunda naturaleza          tente para  ocultar   su verdad o tuviera suficiente inventi-
ha suplantado a la primera. Es como cuando el rol social         va para desfigurarla siempre, seguramente nunca llega-
influye de tal modo en el rol natural de una cosa, que                a rendirse: no caería en el fácil recurso de decir la
llega a alterar y pervertir su función; cuando, por ejem-        ría
                                                                 verdad. ¡Oh, no es un problema ético, sino biológico!
plo,   se   usa   un tipo
                          de vestimenta
                                        que no protege
                                                       de la     Está el cansancio, el hastío, la insoportable ru tina de vi-
 intemperie, pero simula un status.                              vir siempre haciendo teatro. «¿Cuál es la primera cuali-
    Ya todo es exterioridad, dependencia de los demás.           dad que le pide usted a un hombre?». Y Brigitte Bardot
 Quien ha llegado a ese punto, se ve siendo como real-           contestó: De ne jouer jamais de la comédie.
                                                           así      Pero la comedia resulta inevitable. Esa sinceridad no
 mente quiere ser, pero no advierte que quiere ser
 sólo porque    los  demás lo quieren. Ciertamente puede
 haber diferencia entre lo que dice y lo que piensa, pero
                                                                 pasaría de ser otra forma de teatro,
                                                                                                          si bien menos ima-
                                                                 ginativo, más naturalista: algo más vulgar y más directo.
todavía es mayor el desacuerdo entre lo que piensa y lo          Es lo mismo que ocurre con las       palabras usuales, viejas
                      entr lo                                    metáforas fosilizadas, o con las realidades de la vida
                   o
 que pensaría                 que piensa y lo que cree que
                      e
 piensa. No es que oculte lo que piensa o siente, sino que       diurna, tejidas con el mismo hilo que nuestros sueños, y
 piensa y siente de modo inauténtico, conforme a un mo-          que sólo son sueños un poco más coherentes y de mayor
delo o estereotipo impuesto. Vive ejecutando a aqueilos          espesor, es decir, más capaces de engañarnos. No es un
 actos que responden a unos compromisos              unas ex-    problema ético, insisto, sino tal vez metafísico: afecta al
                                                o
pectativas, arrastrado por esa corriente que liamamos
 inercia social, tradición, prejuicios, buenas costumbres,
                                                                 ser y a su ubicación en el gran teatro del universo.
                                                                    ¿Y qué decir del obstinado apóstol de la sinceridad
justificando sus propios actos mediante razones que le           que se niega a representar su papel y pretende desen-
                                                                                  a todos?
 son completamente exteriores.                                   mascararnos            No pasa de ser un actor más, aun-
                                                                                    Es
    He ahí una insinceridad de segundo grado, más difí-          que algo especial.    uno de esos actores adictos a la teo-
cil de corregir,
                    por ser más difícil de detectar.             ríadel «distanciamiento», que intenta alejarse de su per-
140                                                                                                                        141
sonaje en vez de encarnarlo; no mima la escena, simple-
                                                       in-
mente la narra; no representa su papel, lo recita, lo
                                                                                         CAPITULO   II
terpreta en tercera persona. Pero lo interpreta. El tam-
                         si bien
bién lleva su máscara,            es una máscara de no
participante. Ha preferido disfrazarse con traje de calle.      ARTE DE DIALOGAR Y/O ARTE DE
¡Teatro dentro del teatro! Es inútil querer evadirse de                              PERSUADIR
   vida, empeñarse en saltar del escenario. También el
la
director de escena es otro actor; un actor a quien ca-
sualmente ha correspondido el papel de director de una
obra menor incluida en otra obra mayor que engloba
por igual a director y a dirigidos. Hace de marqués de
Sade dirigiendo en el manicomio de Charenton una
obra sobre Marat. Y Peter Weiss, a su vez, hace de Peter       La retórica o arte de persuadir no es un arte fácil. Se
Weiss dirigiendo al marqués de Sade dirigiendo en el         gún Platón, un buen orador debe reunir la ciencia de
manicomio de Charenton... Etcétera.                          los filósofos,    la sutileza de los dialécticos, la dicción    de
                                                                              el saber hacer de los comediantes.
                                                             lospoetas y                                            Fénelon
                                                             le  exige una cualidad más: sinceridad absoluta; es decir,
                                                             el orador debe estar plenamente convencido de aquello
                                                                                                             el
                                                             que trata de inculcar a sus oyentes. Pero          gran predi-
                                                             cador francés precisa en seguida: «No digo esto por ra-
                                                             zones éticas, lo digo como orador». Lo decía, pues, por
                                                             experiencia. Una experiencia, como todas, personal, li-
                                                             mitada y discutible. Si la sinceridad no es un deber mo-
                                                             ral, sino sólo un requisito de eficacia, bastará que el ora-
                                                             dor simule ser sincero; únicamente necesitará aňadir, a
                                                             lademostración
                                                                  lo     dice.
                                                                                de lo que dice, la demostración de su fe
                                                                                     lo cual es suficiente la última cuali-
                                                             en      que       Para
                                                             dad requerida por Platón: la técnica de los comediantes.
                                                                Asunto, pues, en definitiva, más bien propio del arte
                                                             dramático.
                                                               En el   trance de tener que aleccionar       a
                                                                                                                la gente   de la
                                                             farándula, Fénelon les hubiera explicado cómo todo ac-
                                                             tor  debe asimilar su propia ficción, cómo debe compe-
                                                                                              el
                                                             netrarse con su personaje hasta     punto de llegar a una
                                                             total identidad con  él; si                            dis-
                                                                                         permanece interiormente
                                                             tante,  despegado,  perdería autenticidad   y,  en último
                                                             término, poder de convicción. Creo que no es así. Perso-
                                                             nalmente, me adhiero a la teoría opuesta, la que Dide-
142                                                                                                                         143
                                   del comediante, según la     manuales de elocuencia. Sin embargo, pienso que esto
rot hizo famosa en su Paradoja
cual es mejor que     el actor no sienta, no comparta las       es, más bien, una apología pro vita sua que se fabricaron
                                                                los mismos oradores.
emociones que se ha propuesto suscitar, que se manten-                                     ¿Una jactancia grosera? Una auto-
                                                      así po-   defensa necesaria. Ni siquiera en la edad de
ga íntimamente alejado de su papel, ya que sólo                                                                      oro de la
                   sí             el             dominio        retórica  gozó   ésta  de
drá ser dueño  de     mismo, con     necesario            so-                             una reputación    óptima. Los filóso-
bre su propia expresión. Dígase del cómico, dígase del          fos empíricos griegos la habían incluido despectivamen-
orador. Si es un buen orador, no sólo sabrá hacer creí-         te entre las «ciencias conjeturales»,        en contraposición
bles sus mentiras, sino también fingir
                                         que
                                              las
                                                  cree con la   nada honrosa con las «ciencias exactas». Estas proceden
                                                                                                          el cual partimos de
misma firmeza y buena fe con que el veraz cree sus ver-         por razonamiento riguroso, según
dades. Pues no s trata de verdad, sino de verosimilitud.        un  dato  cierto  y, a través de un garante igualmente cier-
                 e
Tampoco se trata de sinceridad moral, sino de sinceri-          to, Ilegamos   a una   conclusión  tan cierta como sus premi-
dad artística.                                                  sas. A, B y C. Nada por aquí, nada por allí; la operación
  En su tratado   de retórica, Aristóteles sienta un princi-    es
                                                                    un modelo de limpieza. ¿Y la retórica? También ella
                      incuestionable: «El orador debe ser       deberá mostrar al público el fondo del sombrero y el re-
pio que  me   parece
profesionalmente capaz de persuadir de una cosa y de            vés de la chaqueta: nada por aquí, nada por allí, pero
su contraria». Por la mañana nos convencerá de las ex-          ustedes verán, el mérito estriba en la habilidad del pres-
celencias incomparables de la coca-cola; por la tarde va        tidigitador. Pues ya dije que no se trata de verdad, sino
a demostrarnos, de
                       manera irrebatible, la superioridad      de verosimilitud. El razonamiento retórico ni tiene
                                                                                                                            por
de la pepsi-cola. Tanta versatilidad supone unas dotes          qué partir de principios indiscutibles ni tiene por qué
extraordinarias, no menos de las que necesita el come-          proceder mediante pruebas apodícticas. Reconozco que
              hacer hoy de Yago y mañana de Otelo.              así        el apóstol ha de dar testimonio de su doctrina
diante  para                                                        como
                                                                con                vida, también el orador está obligado a
   Pero esto no quiere decir que siempre tenga que ser
                                                                      su propia
                                                                dar testimonio de sus conclusiones a través de la hones-
así necesariamente.  Cabe el orador leal e incorruptible,
fiel en todo momento a su casa comercial o a su progra-         tidad de su discurso. Pero si
                                                                                                 para la eficacia apostólica
                                                                basta la ejemplaridad pública, al orador, asimismo, le es
ma político. Un orador puede ser tan sincero
                                                  y conse-
cuente como un    ebanista. Hablo de la retórica como  tal,     suficiente la rectitud y coherencia de su pensamiento vi-
de la retórica en cuanto arte de persuadir. ¿Es posible         sible. Traduzcamos, pues,
                                                                                              la virtud de la sinceridad a
dar de ella alguna calificación ética? En los libros actua-     términos más asequibles: digamos credibilidad. En retó-
les de moral, la propaganda –versión contemporánea              rica no se trata de propaganda veritate, sino de propagan-
más frecuente de lo que aún podríamos llamar retóri-            da fide,
                                                                         y, en última instancia, ni siquiera podemos pre-
     es descrita como
                        un conjunto de técnicas persuaso-       tender una fe convencida, basta una fe convincente.
ca-
rias no necesariamente inmorales y destinadas a la con-            Pero, repito, tampoco significa eso que la oratoria
secución de un objetivo social no necesariamente ilícito.       contenga necesariamente falsedades. ¿Cómo negar que
La modestia de tales exigencias no es precisamente un           lo verosímil puede ser verdadero? Pienso incluso que la
índice de santidad, pero sí una buena muestra de rea-           diferencia esencial entre argumentación científica y
lismo.                                                          ejercicio retórico no estriba en el mayor o menor grado
   Conozco la clásica definición del orador: vir bonus di-      de verdad que les es exigible. Consiste en otra cosa muy
                                    el frontis de todos los
               que suele figurar en                             distinta: mientras el científico atiende exclusivamente a
cendi peritus,
144                                                                                                                       145
                                                                     Polabras.
las  certidumbres que maneja y ał rigor con que actúa, el            ocupa un lugar intermedio entre la demostración y la
 orador debe estar pendiente de su auditorio, pues sus               sugestión, participa de ambas. Su paradigma seríael «si-
palabras tienen siempre, esencialmente, un destinatario,             logismo retórico», llamado entimema, que mira, simultá-
al cual
         no se limita a exponerle una doctrina, sino que             neamente, a la inteligencia y al corazón. En términos
debe persuadirle de ella. El hombre de ciencia cumple                anatómicos y pedantes, diríamos que mientras la demos-
 con su misión cuando baja de la tarima tras haber cu-               tración interesa sólo la zona cortical del cerebro, y la su-
bierto de números el encerado; el orador no cumplirá                 gestión sólo su zona talámica, la persuasión debe afectar
 con la suya mientras no haya convencido, conmovido,                 a una y otra por igual, suscitando reacciones tanto inte-
convertido a sus oyentes. Allí, el término u objeto de la            lectu ales como afectivas. ¿Mitad y mitad? Henry Hoke
operación seríala verdad en sí misma; aquí, en cambio,               ha distribuido las reglas retóricas en cuatro apartados
los receptores de la verdad.                                         -dos y dos- según un sistema que es ya mundialmen-
   Es sabido que el lenguaje tiene tres funciones: denota-           te conocido con el nombre de P.P.P.P. Hay que empezar
                                                                                                    (picture) del tema; luego se
tiva, que se refiere al contenido del mensaje; expresiva,            por una somera descripción
                 al emisor, y conativa,                                       las pruebas, contrapruebas y
que concierne                           que concierne
                                                        al re-       pasa  a                                 argumentos (prove);
ceptor.   Estas funciones  adquieren    muy  diversa  impor-         a  continuación conviene prometer (promise) que, si los
tancia según el tipo de cada frase u oración. En una ora-            oyentes aceptan esa propuesta, si compran ese producto,
ción exclamativa, por ejemplo, destaca la función expre-
siva. Si se trata de oraciones imperativas o interrogati-
                                                                     si hacen suyas esas ideas, no quedarán defraudados o
                                                                     insatisfechos; finalmente, ya no resta sino empujarlos
                                                                     (push) a                                               fi-
vas, pasa a primer plano la función conativa, pues en ta-                      tomar la decisión deseada, con unas palabras
                                                                 :
les casos el receptor cobra un interés primordial. Está              nales calurosas y oportunas.
claro que en una exposición científica importa, sobre
todo, la función denotativa,
                               la  descripción sin modula-
ciones de un fenómeno, ese 17 por 100 de católicos                      Quisiera, antes de seguir; afirmar solemnemente que
practicantes que los métodos sociológicos han obtenido.              no he olvidado ni por un momento cuál es el tema de
La retórica, por el contrario, deberá conceder una espe-             mi libro. En otras palabras, quisiera advertir al lector
cial atención a la función conativa, dado el especial re-            que cuanto vengo diciendo en este capítulo no se refiere
lieve que para ella tienen los oyentes, aunque sus inte-             exclusivamente al período grecolatino, los oradores sa-
rrogaciones vayan dirigidas a un receptor inconcreto y               grados y los agentes de ventas. Todos los que hacemos
sus oraciones imperativas estén cortésmente redactadas               uso del diálogo somos siempre, en cierta medida, retóri-
                                               el predica-            cos, es decir, vendedores de algún producto, exponen-
en subjuntivo: en adelante es menester que
dor obtenga de sus feligreses una tasa de asistencia al              tes de alguna idea, deseosos d convencer de algo a al-
                                                                                                     e
templo superior a la registrada por los sociólogos.                  guien en algún momento.
  ¿Y   cómo llegar eficazmente hasta los oyentes, cómo
conseguir su adhesión? Difícilmente podrá ser movido
                                                                        Ni tampoco piense nadie que la retórica es un género
                                                                     literario en desuso. Sólo han cambiado sus modelos, su
el
    ánimo mediante un razonamiento estricto, desnudo.                estilo, su aparato. Para aquellos que tienen de ella un
Hay que emplear recursos emotivos. ¿Puramente emoti-                 concepto infausto, utilizaré una comparación adecuada,
                                                                                                         el diablo, persiste
 vos, irracionales? Tampoco vamos a decir que la retóri-
                                                                      ydiré que la retórica, igual   que                      en
ca sea una variante atenuada de la hipnosis. En realidad             nuestro   mundo   con una salud envidiable. Ni el diablo se
146                                                                                                                         147
adorna ya con tanto rabo, ni la retórica con tanto almi-            tar para referirse al ajusticiamiento de un enemigo o de
dón, pero ambos conservan intacto
                                        su
                                         vigor y hasta su
ubicuidad. Antiguamente, el diablo solía presentarse
                                                                    un reo. įPor qué? Aunque, de suyo,
                                                                                                             tal vocablo pudiera
148                                                                                                                          149
gadas de hipercodificación, de una fuerza argumental              de la humanidad?» Continúe en este tono por espacio de
preestablecida. Hablar,                  «la tierra regada        varios minutos. Sólo entonces, cuando el interés de sus
                         por ejemplo, de
     la         de nuestros  mártires», no significa
                                                      sola-       oyentes esté al rojo vivo, podrá exponer el núcleo del
por     sangre
                                                       casi       asunto con fundadas esperanzas de éxito: «Pues he aquí
mente hacer mención del territorio nacional, es
cantar una oda o casi propugnar la movilización de los            que, para lograr tan altos ideales, les propongo adquirir
                                                                  el
ciudadanos. Lo que ocurre es que muchas de esas ex-                  mayor número de acciones de ECOB, nuestra gran
presiones, por tener un grado tan alto de institucionali-         empresa de insecticidas».
                                                                              el
zación, se han ido desgastando y han terminado en tópi-              Pero
                                                                  retórica.
                                                                                   tono retórico   no   es   la única modalidad de la
 cos, en estereotipos carentes de valor significativo. De
     la reticencia                                                   Probablemente, le conviene a usted bajar el diapasón.
ahí                o el acento claramente despectivo con
que hoy nos referimos a
                           las llamadas expresiones retóri-       Ante todo, debe trazarse un esquema del discurso y se-
cas. ¿Qué significa en nuestros días la «defensa del ho-          guirlo inflexiblemente. Expóngalo incluso, a grandes
nor»? Poco más que una alusión al teatro calderoniano.            rasgos, ya desde el principio, aun sacrificando toda posi-
Decir «liberal» es ya simplemente indicar un partido po-          bilidad de sorpresa ulterior. Hay quien afirma que la
lítico. Y sería inútil querer reivindicar ahora su sentido        mejor oratoria consiste simplemente en decir la misma
                                                                   cosa tres 'veces:   diga usted que lo va a decir, dígalo, y
original. En una campaña electoral italiana en        laque
                                                             el
                        el slogan «Quien    libre    liberal»,    diga que ya lo ha dicho. De todas formas, el orden a se-
partido liberal utilizó                  es       es
                                                                  guir tiene una gran trascendencia. Cuando se trata de
no recuerdo bien qué otro partido añadió este comenta-                                            los cuales algunos resultan fa-
rio: «Quien vegeta es vegetal».                                   exponer unoshechos, de
                                                                  vorables al objetivo propuesto y otros desfavorables, su
          las expresiones   retóricas            la
                                              única expre-        disposición tiene que obedecer a una ley de prioridad
  Pero                                  no son
                                                                                             así, lo importante adverso podrá
sión de   la retórica.                                            muy bien estudiada;
                                                                            fútil   lo  insignificante  favorable cobrará un re-
                                                 su               parecer         y
  Tiene usted mil recursos lingüísticos a      disposición,
desde la elipsis a la sinécdoque, desde la metonimia al           lieve mucho mayor. Cuide el orden. Si se trata de razo-
                                                                  nes, comience usted por las que le perjudican y termine
polisíndeton. ¿Que no sabe lo que es el polisíndeton? No
                                                                       las
se aflija. Tal vez le interese, eso sí, conocer y manejar         por      que están a su favor. No importa que éstas sean
bien la perífrasis. Consiste en aludir a una cosa o perso-        mucho más débiles que las primeras. Un adjetivo puede
                                                                  afectar al sustantivo de tal modo, que altere por comple-
na sin nombrarlas: una manera retórica de nadar y
                                                                  to su significación. Así es como
guardar la ropa. Pero existen otras recomendaciones                                                      un «enemigo amigable»
                                                                  resulta preferible a un «amigo enemistado» y un «igno-
mucho más importantes. Si tiene usted que hablar en
público y quiere conseguir algo muy particular de sus             rante inteligente» vale mucho más que un «sabio idiota».
                                                                  Es la conocida táctica del sí, pero:
oyentes, hágame caso, empiece suscitando su curiosi-                                                      aunque lo que decimos
dad. No revele desde el principio su propósito y deseche          en  segundo     lugar tenga una      categoría subordinada, la
                                                                  categoría de un matiz, objecióno reserva, de hecho es lo
lo trivial, arranque con
«¿Desean
                             unexordio de mucho aliento:
           ustedes, señoras y caballeros, realizarse plena-       que acaba siempre prevaleciendo. «Justicia, pero en
                                                                                                                               li-
                                                                  bertad» nos resulta una consigna más bien liberal; «liber-
mente en la vida, vencer su complejo de frustración,
                                                                  tad, pero con justicia» sería una réplica de sabor socia-
ayudar eficazmente al progreso, gloriarse de pertenecer
                                                                  lista.
a esa raza superior de hombres que son los benefactores
150                                                                                                                               151
   ¿Manipulación de la verdad a través de la manipula-            o superficial, o recurrente a fecha fija) se limita exclusi-
ción sintáctica? Como cualquier otra virtud, la sinceri-       vamente
                                                                            al
                                                                                sexo. Entre el amor humano y el aparea-
dad nunca es plana y homogénea; es compleja, es sutil.         miento de dos animales hay tanta diferencia como entre
Hombre veraz es aquel que sabe administrar la verdad.          la palabra humana y el ladrido. No obstante,
                                                                                                                    en ambos
¿Distorsión de los hechos? Simplemente, interpretación         casos existe un subsuelo común, una prehistoria común.
de los hechos. No podemos pedir una verdad absoluta.           Conviene tenerlo en cuenta, ya que, si lo superior nos
La retórica     le
                ofrece su propia verdad, esto es,
                                                  una ver-
dad retórica. Siempre hay algún epíteto restringiendo el
                                                               sirve, a veces, para mejor comprender lo inferior, tam-
                                                              bién esto puede ayudarnos a esclarecer aquello.
ámbito de la verdad: verdad física, metafísica, hipotéti-         Estoy hablando del diálogo en su más alto sentido o
ca, soviética, americana, etc.                                de la persuasión en su aceptación más noble; pienso in-
  La retórica no se refiere únicamente    al buen             cluso en la adecuada disposición de las partes dentro de
                                                 uso del
polisíndeton. La retórica es todo un orbe de pensamien-       un discurso,
                                                                            el exordio, los
                                                                                            argumentos y la peroración,
         de conducta.
to   y
                                                              tareas todas ellas muy espirituales y refinadas. Paul
                                                              Chauchard, sin embargo, ha estudiado concienzuda-
                                                              mente la «fisiología de la persuasión». Remontándose a
                            II                                lousted asocia repetidas veces
                                                                 más primitivo, llega a fijar su atención en las amebas.
to     temor de hacer algo que no hacen sus vecinos, el            ción, masa y alienante; allí, actividad, ser, por qué, mejor,
                                                                                                                                    y
hombre tiene el deseo de sobresalir y descollar. Concre-           aquí,pasividad, tener, cuánto, más. Pero quizá estamos re-
tamente, un coche no se vende sólo por ser más rápido              firiéndonos    a
                                                                                      un concepto muy alto de diálogo y a un
   o má económico, sino también por ser más llamativo.              concepto muy bajo de publicidad (como cuando compa-
     s
Tampoco debe olvidar usted el instinto de adaptación.                       al cristiano más santo       el
                                                                    ramos                           con     moro más pecador),
La adaptación al medio, a nuestra sociedad de consumo                yesta falta de simetría constituye, sin duda, una falta de
-adaptación      imprescindible
                                  si   queremos sobrevivir         justicia.
como personas respetables-, exige adquirir continua-                  La publicidad, es cierto, extorsiona el lenguaje; a ve-
mente más y más objetos, cualesquiera que éstos sean,              ces, hasta un límite intolerable. Llama «revolución»       al
 con total indiferencia
                        por su tamaño, duración o utili-           impacto  que una nueva clase de sopa puede ocasionar
dad; el hombre adaptado es el ciudadano electrodomes-                                                                     los
                                                                   en nuestra vida. Habla de «libertad» para ponderar
ticado. Yo titularía así: Curso introductorio sobre los            efectos de cierto tipo de                 palabra
                                                                                              compresas. La          «amor»
instintos humanos ode cómo
                               una sustancia química no            define la relación de una mujer con sus sales de baño. Se
atractiva puede llegar a hacerse atractiva: basta asociar          llama «felicidad» al estado que en nosotros produce la
repetidamente el producto con algún ideal fascinante, la           ingestión de un coñac. Es una distorsión grotesca de las
chaqueta blazer con la idea de superhombre.                        palabras operada por una publicidad grotesca. Pero
                                                                   cuando la publicidad se limita a estilizar discretamente
                                                                   el   lenguaje, mientras   su      de buen gusto y sola-
                                                                                                  osadía sea
  ¡Oh, sí, es fácil                                                                                                      si-
                  componer un severo y minucioso plie-             mente artística, sigue siendo una práctica aceptable,
go de cargos contra la publicidad!                                 gue dentro del dominio clásico de la retórica. Por otra
154                                                                                                                              155
                                                             dor una alteración de         reflejos bajo   el efecto de
parte, el                                                                            sus
          uso   comúnmente extremado de una palabra
hace que deje de ser un uso impropio. Casi siempre em-       sugestión emocional.
                                                                                                                          una
                                                                                                                    eso?
pleamos las palabras así, aplicándolas a esto o aquello         Respondo: ¿y tan
                                                                                    extraño otan infrecuente es
                                                             Desde luego, no puede decirse que sea exclusivo de la
por extensión. Dígame: ¿no promete también «felicidad»
a su amada el                                                publicidad comercial. A la esencia del arte de persuadir
               mozo que la pretende?
                                                             corresponde interesar la emotividad. Es más, todas las
  ¿Miente ese mozo? ¿Miente la publicidad cuando pro-
                                                             actividades de comunicación, todas las emisiones de
mete lo que no puede dar?
                                                             mensaje, tienen en cuenta las motivaciones subalternas
   En todas las formas de lenguaje hay un exceso, un         de sus destinatarios y actúan en función de ellas. Todas.
 margen sobrentendido de fraude, que por eso mismo           Desde el proselitismo político a la captación de la pareja.
no engaña a nadie. Los detractores de la publicidad re-      Función expresiva del lenguaje: expresa el entusiasmo
sultan ser así detractores del pueblo: injustamente le       del vendedor o del orador; función denotativa: describe
atribuyen una credulidad exagerada. Los hombres no           las excelencias de su mercancía o de su ideología; fun-
 son amebas. Frente a los incentivos de la publicidad,       ción conativa: intenta modificar la actitud del receptor
han aprendido a mantener un cierto escepticismo. Des-        según los deseos del emisor.
confían, cotejan, prueban, eligen. Unas galerías de París       Todos sabemos en qué consiste una campaña electo-
lanzaron este slogan: «Yo compro todo en Pritemps con        ral. «Cómo se vende un presidente». Un mismo esquema
los ojos cerrados». Otro establecimiento rival inventó en    inspira esta campaña y cualquier otra campaña publici-
seguida un slogan de respuesta: Yo abro los ojos y com-
                                 «
                                                             taria. Se trata allí de hacer comprar, aquí de hacer vo-
        el Bon Marché». Creo
pro en                        que no se trata sólo de una    tar. Lo que se vende es siempre una imagen de marca,
respuesta feliz, es también la constatación   de un hecho    sea un artículo alimenticio, sea un candidato a la presi-
cada vez más generalizado.                                   dencia. Los argumentos son también idénticos: nuestro
  Pero iy qué me dice usted de esos procedimientos tan       pan de molde está elaborado con las mejores harinas,
equívocos, tan capciosos, que emplea sistemáticamente        nuestro candidato es doctor por Harvard. Toda propa-
                Lo racional sería que ésta recomendase       ganda política es publicidad comercial.
la publicidad?                                                  ¿Sólo la propaganda política? La hermenéutica, o teo-
un   producto   demostrando     sus ventajas  objetivas en
comparación con otros productos similares. Pero no. El
método ordinario es estrictamente irracional: no apela a
                                                             ría
                                                             era
                                                                  de la interpretación, debe su nombre a Hermes, que
                                                                   el mensajero de los dioses. Originalmente,
                                                                                                               para
                                                                                                                    los
                 a                                           griegos, la hermenéutica consistió en la exégesis de los
la razón, sino la emotividad. Junto auna nevera o un         oráculos divinos. Más he aquí que Hermes pasó a ser
automóvil, la publicidad coloca una muchacha espléndi-
da. Cuando el cliente se decida a comprar uno de esos        después, en la mitología latina, el dios del comercio. En
objetos, en realidad irá a comprar otra cosa, respon-        ese corto trayecto de Atenas a Roma, įse degradan las
diendo a otro estímulo muy distinto. La nevera y el au- cosas o se esclarecen mejor?
tomóvil han sido sublimados, sustituidos por una ima-           Seamos equitativos. Ni la publicidad en particular ni
                                                             el
gen erótica (tampoco la clientela femenina se libra de           arte de la persuasión en general pretenden ningún
este fatal mecanismo     inconsciente; la imagen erótica     privilegio, ninguna indulgencia, a la hora de un enjui-
            ellas      identificación seductora, despierta   ciamiento moral. Sólo piden justicia, sólo exigen un tra-
provoca en         una
   deseo de ser deseadas). Se produce así en el compra-      to igualitario con las restantes modalidades de comuni-
su
156                                                                                                                       157
cación humana. Que se incoe, pues, el proceso a escala       dad ha acabado por modelar completamente la semánti-
universal. Reconozcamos que todo lenguaje es retórico,       ca de nuestras comunicaciones sociales. Yo vendo, tú
                                      está siempre desti-
porque es siempre artificial y porque                        compras, él avala la compraventa. En términos genera-
nado a persuadir. Lo que llamamos retórica no es sino        les, la civilización
                                                                                  entera viene a ser una gigantesca em-
un desarrollo mayor, más explícito y conceptualizado,        presa de condicionamiento.
de una de las tres funciones propias del lenguaje.              Quien tiene el poder lo sabe. Sabe hasta qué punto los
   Que nadie me entienda mal. No estoy haciendo la de-       ciudadanos se hallan indefensos frente a una propagan-
fensa de la publicidad y de la retórica. Más bien lo que     da envolvente, omnímoda, tan insolente como sutil.
hago es poner pleito a la totalidad del lenguaje, denun-     Quien tiene el poder ha incrementado su poder hasta lí-
ciándolo por publicitario y por retórico. Unicamente         mites insospechados. Sus instrumentos de persuasión
quisiera dejar en claro que si cualquier forma de diálo-     equivalen a instrumentos de coerción irresistible.
     si
go,     cualquier forma de comunicación humana, es, en           Siempre el que poseía la fuerza quiso poseer también
definitiva, un ejercicio de persuasión, quien se sienta          razón, porque poseía los medios para demostrar que
víctima, considérese también cómplice. Y si todos somos
                                                             la
culpables, todos somos, por eso mismo, inocentes.
                                                             la  tenía. Hay como una lenta evolución desde una retó-
                                                             rica primitiva (expresión de la fuerza en el lenguaje)
  Si
blicidad, ya nada        publicidad.
                                           Si
       todo es retórica, ya nada es retórica. todo es pu-    hasta
                                                                      una retórica consumada (expresión de la fuerza
                                                             del lenguaje). Es
                                                                                  como la transición de un Estado de he-
                    es
158                                                                                                                   159
 hechos? Los hechos tamizados, seleccionados, interpre-        manos la técnica pierde el candor original. Así como de
 tados. ¿Quién dijo que el cine es verdad veinticuatro ve-     trás de toda política, por pragmática que sea, hay siem-
                                                                                 así también
 ces por segundo? ¡Ay, Godard, qué desconsuelo! Cual-          pre una teoría,                por debajo de cualquier teo-
                                                               ría, por pura   y científica que parezca, late siempre una
quier testimonio es verdad, pero verdad parcial; y digo
                                                               política. La tecnocracia es una ideología enmascarada:
 que es parcial de dos maneras: porque no es total y por-
que no es imparcial.                                           inmanente al sistema.
                                                                 Todo termina,               al   fin   y a la postre, en sometimiento al
    Toda persona tiene libertad de opinión y expresión.
                                                               sistema. ¿Qué significan                  los órganos de opinión pública?
Por consiguiente, toda persona tiene el derecho de com-
                                                               No son órganos que expresen dicha opinión; más bien
prar rotativas, linotipias, teletipos, de fundar un periódi-
                                                                         la divulgan y la imponen. El lenguaje mismo
 co;pero la conclusión resulta tan irrefutable como eté-       la crean,
rea, meramente formal. La conclusión es una libertad            en su raíz más honda, por su propia inercia, constituye
                                                                el medio principal de             el sistema
meramente formal: todos, ricos y pobres, poseemos los                                 que dispone            para perpe-
mismos derechos y deberes. Todos tenemos libre acceso          tuarse en nosotros.
al premio Nobel de Física y a todos, a los potentados
                                                          no
               los mendigos,
menos que a                     nos está prohibido por igual
pedir limosna en la vía pública. Cualquiera, repito, es li-       Es cierto que quienes están arriba emplean un léxico,
bre de fundar un órgano de opinión. Naturalmente, la            yotro, muy diferente, los que están abajo. A una misma
 opinión que se dejará oír será sólo la de quien ha podi-      situación política, aquéllos la llaman gobierno eficaz, y
                                                               éstos, tiranía. Pero el lenguaje
do comprar rotativas, linotipias, teletipos y periodistas.                                       que prevalece es siempre
Supongamos que esta vez setrata de alguien que renun-          el de quien manda, el de quien posee los medios necesa-
cia a exponer su opinión, alguien                              rios para difundirlo, quien elabora las definiciones e in-
                                        que se ha propuesto
ser   absolutamente  imparcial,   creando un órgano de es-     terpreta los hechos. No debemos olvidar que se trata de
                                                               dos fuerzas
tricta información. Pero también se ha propuesto, claro                       muy desiguales, que unos están arriba y
está, sobrevivir. Esta inevitable                              otros abajo: «lenguaje-señor»      y «lenguaje-siervo», dirá
                                    servidumbre económica
                                                                Hegel; una distinción lingüística tan venerable ya como
le   obligará a evitar tomas de posición que podrían
ahuyentar a una parte de su clientela, yno tiene más re-        aquella de las oraciones principales y subordinadas.
medio que aumentar en su periódico el espacio neutro,             Buscad, pues, hermanos, una vía o sistema donde di-
destinado a favorecer la indiferencia de los lectores. Lo       chas fuerzas sean cada vez menos desiguales, a fin de
cual acaba fatalmente adscribiendo dicho órgano a               que algún día se obtenga un equilibrio en el poder o
                                                        una                       el poder. Hace
determinada política: el apoliticismo es siempre una for-       una rotación en                    ya más de dos milenios
ma de hacer política en favor del poder establecido.            que  a esta fórmula  le llamamos  democracia.  A ella pue-
Pues si toda política es, en definitiva, económica, tam-        de llegarse desde un convencimiento optimista, afir-
bién toda  economía es política.                                mando que la aptitud innata del hombre para la justicia
   La ciencia  misma, la técnica misma, se vuelven políti-      hace posible la democracia. Prefiero partir de
                                                                                                                 una con-
cas. Por eso el poderoso ama la técnica y alaba su asepsia      vicción menos risueña, pero que da lugar a un principio
                                                                más firme y más apremiante: la tendencia del hombre,
 yobjetividad: le basta remitirse a esta objetividad para
                                                               también congénita, a la injusticia hace necesaria la demo-
que todas sus decisiones y proyectos queden aureolados
 con el prestigio de una verdad científica. Pero en sus         cracia. Sólo en un régimen democrático las diversas
160                                                                                                                                   161
                                                               11.-Palabras   son   amores
fuerzas (siempre prontas      a desmandarse)    pueden llegar
a   neutralizarse por concurrencia, por oposición mutua.
                                                                                       CAPITULO   III
     Puesto que en la democracia todo depende del pueblo
   y el pueblo depende de la palabra, tal sistema recibió
también el nombre de «logocracia». ¿Tanta es nuestra                    EL DIALOGO COMO EUFEMISMO
  fe en el poder creador y redentor de la palabra? Para-
  fraseando lo anterior, diré que, si la aptitud del hombre
  para la verdad hace posible la   confrontación de ideas, su
  tendencia al engaño hace necesaria esta confrontación,
  pues sólo así las distintas versiones de la realidad (siem-                               I
 pre prontas a erigirse cada una como única verdadera)
 podrán compensarse debidamente. Que nadie sueñe                  Pero al diálogo se opone también, y con las mismas
   con un órgano de información totalmente veraz; cabe,         probabilidades de éxito, el dogmatismo.
 sin embargo, esperar que los diversos órganos de opi-            De un lado, nuestra insana tendencia a persuadir de
nión se desmientan mutuamente, que sus respectivas              cualquier modo; de otro lado, esta obstinación, igual-
 mentiras se anulen entre sí. La verdad resultante será         mente insana, en no dejarse persuadir de ningún modo.
 laboriosa y modesta, pero suficiente.                          Se trata de una obstinación perfectamente explicable: es
     Según esta predilección por los enunciados minimalis-      dogmático quien está seguro de que «posee» la verdad;
                                                                     él,
 tas, afirmo que la democracia me parece siempre prefe-
                                                                para     pues, ser persuadido significaría ser engañado.
 rible a cualquier tiranía: porque es una tiranía dulcifica-    Su incapacidad para el diálogo resulta, más que lógica,
da, porque es una dictadura de la cual participan muchos        consustancial: si se halla ya en posesión de la verdad, no
 más, porque puede enmascararse de tal forma que se             puede en manera alguna practicar el auténtico diálogo,
 haga irreconocible y hasta indolora, porque al menos           aquel diálogo que páginas atrás quedó descrito precisa-
 teóricamente es posible turnar, porque nivela los len-         mente como    una   búsqueda de    laverdad en colabora-
 guajes, porque permite hablar y exhorta a hablar, lo           ción. En vez de dialogar, se dedicará a discutir o a ma-
cual siempre es gratificante para el homo loquax.               tar moros, dos maneras muy afines de atenuar la mono-
                                                                tonía de la vida.
                                                                   Como tantos otros ismos, el dogmatismo constituye
                                                                una degradación, un fruto degenerado. En su origen,
                                                                dogma  equivalía a opinión. Opinión filosófica, esto es,
                                                                opinión referente a los principios universales. Por tanto,
                                                                decir dogmático era decir «fundamentado en principios».
                                                                Pocoa poco esta fundamentación se fue haciendo, en la
                                                                obra de algunos filósofos, cada vez más rutinaria e in-
                                                                discriminada, más alejada de la realidad. De ese modo
                                                                iba ahondándose la diferencia entre dichos filósofos y
                                                                aquellos otros pertenecientes a una corriente contraria:
                                                                los «observadores» de
                                                                                       la realidad, los esceptico (palabra
                                                                                                        s
162                                                                                                                    163
 que luego iba a tener una historia paralela de envileci-       malos. Son buenos cuantos están del lado de quien hace
 miento). Mientras éstos permanecían atentos a las cosas
                                                                   clasificación, y malos todos los demás: los fascistas, o
  ylas mudanzas de las cosas, abiertos al desarrollo de los     la                 los revisionistas, o los güelfos, o los gi-
  conocimientos, los dogmáticos se inmovilizaron
                                                    en sus
                                                                los marxistas,
                                                                                o
                                                                belinos.
 convicciones.  Quiero decir convicciones categóricas,
 acríticas       incondicionales,                                  Una verdad absoluta tiene que ser, por fuerza, ex-
             e                 de tal suerte que llegó a pro-
                                                                cluyente. Excluye cualquier idea que se le oponga o que
 ducirse
           una  especie de perversión o inversión de su sig-
                                                                difiera de ella. Quien profesa tal verdad, lógicamente
 nificado primitivo, una actitud de la mente que vendría
                                                                ha de considerar falsas las ideas que no coinciden con la
 a ser lo más opuesto a la opinión: ésta es de orden
 coyuntural y tiene carácter analítico; la convicción, en       suya, y, además, peligrosas y reprobables todas aquellas
cambio, es de orden estructural, tiene carácter sintético       que, aun siendo semejantes a la suya, presentan alguna
                                                                flexibilidad o transigencia. Pues la verdad es una, pero
  yestá teñida de una gran carga afectiva.
    Convicciones dogmáticas son aquellas que no se dis-         loserrores son innumerables.
                                                                   Una verdad excluyente tiene que ser, por necesidad,
cuten, sino desde las que        discute. Si digo que discu-
                                    se                          beligerante. Las opiniones pueden coexistir, las convic-
sión   es a diálogo  como convicción es a opinión, me ex-
                                                                ciones sólo pueden pelear. Automáticamente, las ideas
cuso de explicar que ésta nada tiene que ver con la ver-
satilidad, ni aquélla con la firmeza. No es firmeza, sino       seconvierten en ideologías. Es inútil que frente a un fa-
                                                                nático adoptemos una actitud dialogante; seremos siem-
fanatismo, adhesión ciega: obcecación.
                                                                     su adversario. Es asimismo inútil que en      discu-
    Dogmático, fanático, esquemático. La consonancia de         pre                                               una
estas tres esdrújulas es perfecta y esclarecedora. Del es-      sión entre dos fanáticos tratemos de sugerir un pensa-
                el dogmatismo su misma condición simpli-        miento ecléctico o neutral; ni la neutralidad ni la tran-
quema tiene                                                     sacción son posibles: rehuir dos posturas extremas signi-
ficadora y totalizante. No hay en él lugar para los mati-       fica
ces; toda complejidad ha sido excluida. La verdad es la              para ellos establecer una tercera posición de com-
                                                                bate.
verdad y el error es el error; la complejidad, por tanto,
                                                                   Todos sus juicios son sumarísimos, inapelables y nece-
no es más que un subterfugio de los vacilantes. La doc-
trina dogmática constituye siempre un «cuerpo de doc-           sariamente condenatorios. Si usted se muestra toleran-
                                                                te, le dirán que peca de indiferencia hacia la verdad. Si
trina» completo y cerrado sobre sí mismo. Dentro de él
                                                                duda, es porque es un indeciso. Si evoluciona, peca de
no hay sitio para las preguntas; éstas quedan descarta-
das                                        si                   deslealtad. Si muestra alguna ambigüedad intelectual,
      por superfluas o por insolentes;        no fueran una     ésta quedará inmediatamente registrada como flaqueza
simple demanda de aclaración, serían «objeciones». Y,
                                                                moral. Si piensa de otra manera,       lo
                                                                                                        tachan de impío.
puesto que la verdad es inmutable, dicha doctrina, ade-
más de completa, resulta definitiva.                            Simplemente con que piense, será considerado sospe-
                                                                choso.
164
                                                                                                                          165
                     las
               ideas absolutas, aquellas que tienen de                  a toda redacción esquemática: su fácil repetibili-
ocurre que                                                    herente
idea lo menos posible, poseen             casi tan            dad y su frecuente repetición, es decir, su vinculación a
                               una fuerza          gran-
de como la fuerza física. ¿Se extraña usted? Nuestro
                                                              un lenguaje literal. Las afirmaciones dogmáticas son
mundo          poblado por una mayoría de hombres que
              está                                            siempre    fórmulas cristalizadas, donde cada palabra
aborrecen    toda complejidad, que sienten una predilec-      -ésta y no otra, ésta y no una sinónima- ha adquirido
ción innata por los esquemas más simples, las explicacio-     un vałor mágico. Son fórmulas axiomáticas, sonoras y
nes en blanco y negro, las películas donde los buenos         casi tangibles, aptas
                                                                                    para ser enarboladas; tan inconmo-
son buenísimos y los malos, además de malísimos, feos.        vibles, que ofrecen seguridad a una mente débil; tan
 Incapaces de captar las combinaciones, sólo saben perci-     esotéricas, que seducen a una mente infantil.
bir los contrastes. Insensibles a la peculiaridad de cada       Los otros, aquellos que se esmeran en seguir buscan-
 ser y cada época, impotentes para realizar ningún análi-     do, incapaces de dar a la gente soluciones simples e in-
sis, se alinearán                   d                         mediatas, no tienen porvenir alguno. Son demasiado
                              voz
                  gustosos a la
                                    e
                                      mando de cualquier
dogmático que surja en     ese  momento. El dogmático les     exigentes consigo mismos y demasiado metódicos: son
libera de una pesada carga: les exime de pensar. Y una        demasiado lentos. Su rigor intelectual les prohíbe pre-
 mente no ejercitada, una mente infantil, es forzosamen-      sentar como cierto lo que no está debidamente probado.
te maniquea. Para el niño, el pecho
                                      que se ofrece es un      Su empeño explorador aleja a quienes reclaman un pen-
objeto «bueno» y el pecho que se retrae es un objeto          samiento tradicional y concluso. Su honestidad no les
«malo»; en consecuencia, sus sentimientos hacia el pecho      consiente atropellar la conciencia de nadie utilizando un
materno son alternativamente de amor y de odio; ten-          arte de persuadir que suponga alguna coacción. Se
drá que pasar bastante tiempo hasta que comprenda             imagina usted a         persona tan escrupulosa adoctri-
                                                                                    una
que se trata del mismo pecho y esto suscite en él un sen-     nando   a la multitud desde un estrado? A lo sumo, pu-
timiento ambivalente y matizado. Por desgracia, el co-        blicará un tratado en cinco tomos, con una escritura lle-
                                                                                                                   al pie.
mún de las mentes humanas no pasa de ese primer es-           na de paréntesis, y distingos, y retrocesos, y notas
tadio.                                                           El dogmático no duda jamás;       ofrece verdades  como
  En     el
          libro    de la Retórica, afirma Aristóteles que     piedras; su voz suele ser estentórea. No dialoga, arenga.
                II                                            No piensa,        limita
«muy frecuentemente, por estar más cerca de su audito-                     se            a
                                                                                             creer.
                                oradores
rio, son más persuasivos
                           los           ignorantes que los
doctos». Lo cual no significa necesariamente una desca-
lificación de todo orador aplaudido por las masas, pues                                           II
                                                                                                       si el
reconozço que hay personas tan inteligentes, que, cuan-         Me pregunto, sin embargo,          dogmático cree real-
do les conviene, son capaces de fingirse ignorantes, así      mente.
como hay también hombres tan listos, que saben servir-          Casi siempre, el fanatismo viene a ser un producto de
se de otros más listos que ellos. Sin embargo, estadística-   descomposición, el resultado de una fe enconada, o ai-
mente, no puede negarse que el ganado sigue mejor al          rada, o mixtificada, o corrompida: cuando el apóstol se
cabestro que al mayoral.                                      hace proselitista, cuando el testigo se hace sectario,
  Esta adhesión de las masas a cualquier tipo de pensa-       cuando el creyente se convierte en dogmático. (Me pa-
miento dogmático viene estimulada por otra razón, por         recería una ofensa al lector puntualizar que no entiendo
otra cualidad que es característica de tales sistemas e in-   aquí por  dogmático el que profesa una fe que su Iglesia
166                                                                                                                   167
 articuló en «dogmas». Mi idea de lo dogmático nada tie-                     Nunca se sabrá cuántos de los héroes más famosos de
 ne que ver con el objeto, sino con el sujeto; idea, por
  consiguiente, que ni es aplicable a todos los adictos a un
                                                                           la humanidad,fe,que al parecer fueron inmolados   por
                                                                           confesar una     en realidad murieron, más bien, por
 credo -religioso, político o de cualquier otra índole--                   empecinarse     en una idea.
 ni tampoco exclusiva de ellos.)                                             Era   su idea.Habría que subrayar repetidas veces este
    Ciertamențe existe un riesgo común a cualquier pen-                    posesivo. La pretendida adhesión a la verdad no es, en
 samiento que se revela fecundo: acabar siendo sistema-                    muchas ocasiones, sino apego a la propia idea acerca de
 tizado rígidamente. De este modo, los marxistas redu-                     la verdad. De hecho, los herejes sacrificados en el supli-
 cen a Marx, los tomistas desprestigian a Santo Tomás,                     cio no son menos numerosos que aquellos otros ǝnt
los discípulos y secuaces rebajan el ideal de su funda-
                                                                           cada ortodoxia considera sus mártires. (A menudo, la
dor, las luces primeras, la intuición original, que, al ser                inculpación versaba sobre una cuestión de pałabras: de
ahormada según el comentario empobrecedor de los                           sintaxis o hasta de hipérbaton. «La letra mata», también
 epígonos, acaba perdiendo casi toda su vitalidad. Pienso
                                                                           en sentido material. Son losgrandes desastres causados
 incluso que en todo esto hay
                                   una especie de entropía                       las palabras,                  ídolos del foro           Ba-
                                                                           por                   por aquellos                   que decía
inevitable. Es el destino fatal de los grandes creadores,
                                                                           con, y que no son menos crueles ni voraces que cual-
los cuales dejaron tras sí,
                              junto con una obra valiosa,                  quier otro ídolo sediento de sangre, los daños incalcula-
unos seguidores incompetentes y puntillosos, que en se-                    bles
                                                                                que ha producido esa oscura fascinación de
                                                                                                                              las pa-
guida la sistematizaron torpemente. Desconfie usted de                     labras; palabras obsesionantes como un ojo fijo, devasta-
todo sistema muy acabado. Nunca es producto del au-                                                  vanas como
                                                                           doras como un tifón
                                                                                                      y           una nuez vana.)
tor, sino de otros; unas veces, de sus adversarios, y                         ¿Cuántos de   los
                                                                                                que se adjudicaban
                                                                                                                     el título de márti-
otras, de sus discípulos. Pues bien, ni aquéllos suelen ser                                                   fe?  ¿Cuántos        obsti-
                                                                           res murieron por lealtad    a
                                                                                                          una                  por
rivales de su misma talla, ni éstos suelen ser capaces de                  nación en su idea? Quizá    muchos   de  ellos olvidaron  que
otra fidelidad que no         sea   fidelidad   a   la letra, casi nunca   el         la verdad es
                                                                                                    un deber y
                                                                                                                el martirio es sólo
                                                                              amor a                                                 una
el espíritu.                                                               gracia. Hoy decimos que hay muchos ateos que
  Pero   el              de                                                                                                     so ver-
               caso l temperamento fanático agrava ex-                     daderos creyentes aunque ellos mismos no lo sepan;
traordinariamente las cosas. El fanático seguirá invocan-                  pues habrá que reconocer también que acaso existan
do un nombre, seguirá repitiendo incansablemente        la                 creyentes que son verdaderos idólatras aunque ellos
misma palabra: hasta que ésta pierda todo sentido. Su fe                   mismos no lo sepan. Tanto la fe como cualquiera de sus
corre idéntica suerte. Esa célebre firmeza que se le atri-                 formas de suplantación pueden llegar a sus últimas con-
buye, llega un      día en que
                             ya sólo es una corteza hueca,                 secuencias, al martirio y a la perversión del martirio.
el tronco     se secó.
                     La fe ciega acaba en fe muerta. Por                      Sólo
                                                                                   Dios sabe. Nosotros únicamente podemos pre-
supuesto, él no lo reconocerá nunca, jamás manifestará                     sentir esa impalpable diferencia que se da entre la ver-
al exterior su vaciedad íntima. ¿Es siquiera consciente
                                                                           dad de quienes están inocentemente en el error y el
de su tragedia? Por una necesidad lógica de compensa-
                                                                                         que se han instalado orgullosamente en la
                                                                                     los
                                                                           error de
ción, se aferra a las formas, al simulacro, con redoblada                  verdad.
furia. Pero su perseverancia es nada más obstinación, lo                     Cada secta venera a sus mártires y justifica la acción
mismo que la perpetuación de una unión matrimonial                         de sus propios tribunales,     los cuales probablemente
es, tantas veces, sólo una parodia de la fidelidad.                        crearon  un número muy     similar  de víctimas, sólo que
168                                                                                                                                      169
pertenecientes   otras sectas. ¿Cuántos de esos presun-
                   a
                                                                 mandamientos de la ley: amor         a la   verdad   y
                                                                                                                          amor al
                        en la lucha contra el Enemigo y
tosmártires murieron                                             hombre.
cuántos de ellos cayeron, tristemente, en reyertas intes-          Pero el     fanático de la verdad incumple el primer
tinas dentro del cuartel? Fuera de los casos, suficiente-        mandamiento no menos que el segundo.
mente documentados, que un martirologio canónico                    Su pretendido amor a la verdad carece de un elemen-
haya podido registrar, me pregunto cuáles eran, en esa               básico, imprescindible: el respeto a la verdad. Sólo
                                                                 to
frenética zarabanda, en esa loca rotación de víctimas y          este respeto nos permite tener de ella una idea suficien-
verdugos, cuáles eran verdaderamente «los de Cristo» y
                                                                 temente elevada, idea incompatible con laconvicción de
cuáles eran nada más «los de Apolo» 0 «los de Cefas».                                                          la verdad; sólo
                                                                 que nosotros podemos llegar a poseer
                                                                 podemos aspirar a ser poseídos
                                                                                                     por ella. Y esta apertura
                                                                                                                              fa-
                                                                 a la verdad se configura como apertura al diálogo. El
  Porque el fanático no sólo   está dispuesto a    morir, sino   nático, sin embargo, rehuirá todo intercambio generoso
también a matar.                                                              que toda confrontación humilde.
                                                                                                                   Se encastilla
                                                                 lo mismo                              de
      Máso menos, el proceso podría ser
                                              el
                                               siguiente.        en sus   afirmaciones,   gloriándose      tenerlas  por incon-
                                                                 movibles: identifica   la verdad con      verdad.   Su amor a
 1)Creo sinceramente que yo estoy en la verdad y el otro                                                su
en
   el
      error.
             2) Mi convencimiento de
                                     que poseo
                                                la verdad
                                                                 la verdad es    solamente   amor  a su  verdad; en el mejor
guarda proporción directa con    la convicción de que él         de los casos, deseo de que triunfe esa parte de verdad
                                                                                                                      él mismo
está equivocado.     Si entrase en diálogo con él, comete-
                       3)                                        que confirma sus prejuicios y cohonesta ante
                       contra la verdad al dar al error la       su agresividad     contra los que yerran. Muchos apologe-
ría una grave  ofensa
misma beligerancia que a ésta. 4) Por otra parte, mi si-         tas    de Dios   se han interesadobastante menos por Dios
                                                                             la refutación de sus adversarios. Para llevar a
lencio, mi inhibición respecto del error, supondría tam-         que por
                                                                 cabo dicha refutación, el fanático no dudará en execrar
bién una traición a la verdad, que tengo obligación de
difundir, e incluso sería un agravio o perjuicio para el         de cualquier modo al enemigo. Su amor a la verdad
                                                                 acaba siendo un forma de animosidad contra quien
que yerra, pues todo hombre tiene derecho a ser libera-                          a
                                                                 está
 do de su error. 5) La represión del error és el primer               en el error, un aborrecimiento vestido con manto
requisito para la expansión de la verdad; la humillación         sagrado, un odio que él ejercita legalmente y hasta ri-
del extraviado es el primer requisito de su conversión.          tualmente: pensando que honra la verdad, «pensando
                                                                                           (Jn 16,2).
6) Mi celo y mi dureza consolidan
                                    en él la idea
                                                  de
                                                     que el      que rinde culto a Dios»
equivocado soy yo, y, lógicamente, tiende a extremar su             Aunque  se trate de la verdad más pura, si el servicio a
                                                                 ésta                                 al hombre, termina
propia posición. 7) La espiral es imparable; finalmente,              no viene acompañado de amor
identifico al sujeto concreto que yerra con la imagen            siempre en ignominia, en un tipo de verdad cuyo espíri-
abstracta del error, y llego a la conclusión de que sólo         tu fue abolido por la letra. Ofrecer la verdad sin amor
eliminando a aquél se puede extirpar éste.                       es mucho peor que presentar un buen manjar en mala
                                                                 bandeja; es dar un escorpión a quien pide un pez. Y es
   Técnicamente existe una distinción muy nítida y, en           también, desde luego, desacreditar la verdad que se
consecuencia, un programa irreprochable: intransigen-            ofrece.
cia con el error, tolerancia con 'el que yerra. Lo cual po-         Esa disociación entre teoría y práctica, entre orto-
dría incluso traducirse en algo así como los dos grandes         doxia y ortopraxis, contribuye a tergiversar con el tiem-
170                                                                                                                           171
                                                                          éste vence de algún modo cada vez que ataca:
 po   la misma ortodoxia. Efectivamente, para justificar          mente,
 cierto modelo de conducta será necesario acudir a un             obligando a la apologética a centrarse en aquel punto
                                                                             ha golpeado, la descentra, esto es, la obliga a
 punto determinado
                     de doctrina (que, sin duda, es
                                                    ver-          donde    él
 dadero, pero como parte de un todo, en conexión con              sobreabundar allí,   a   extralimitarse.
  otros puntos que lo complementan) y darle un relieve
 grande, mayor, es decir, desproporcionado. Esta des-
 proporción, esta hipertrofia de una parte a expensas de             La ortodoxia, insisto, no debe disociarse de la orto-
 las                                                              praxis. Ciertamente, a la Iglesia corresponde definir el
     otras, puede llegar a alterar seriamente el significado
 de la totalidad.   Insensiblemente, el conjunto se va des-       contenido de la fe y fijar los límites de su interpreta-
                                                                  ción; ella es depositaria de la revelación divina. Pero
 equilibrando,   hay  un corrimiento de tierras cuyo alcance
 al principio                                                     existen también otros límites infranqueables, límites de
               no sabríamos valorar. El símbolo, por ejem-
 plo, de la «oveja perdida» que hay que rescatar para el          conducta que la Iglesia no puede transgredir si quiere
 rebaño, evoluciona más y más hacia el símbolo de la              seguir siendo en el mundo la revelación del amor del
 «oveja sarnosa» que debe ser expulsada del aprisco. Al           Padre. ¿Cómo, por salvar una doctrina, han llegado a
 comienzo es sólo una insistencia, después un predomi-            emplearse los métodos más contrarios a ésta? ¿Es que el
 nio, luego una polarización total y exclusiva.                   fin justificaba los medios? Pienso que han de ser, más
    Cristo dijo: «Elque no está conmigo, está contra mí»          bien, los medios los que justifiquen el fin, lo anticipen y
                                                                     hagan creíble. El fin determina la elección de los me-
 (Mt 12,30). Y dijo también: «Quien no está contra nos-           lo
                                                                  dios, debe estar ya presente en ellos.
 otros, está con nosotros» (Mc 9,40). Por supuesto,estas
 dos frases son perfectamente compatibles, y a ellas me              ¿No podría servir de excusa decir que un fin espiri-
 referiré más tarde con detenimiento. Pero son también            tual es siempre mucho más importante que los daños
                                                                                                                           Se
 dos frases bien distintas, que hacen posible una bifurca-        materiales producidos       unos medios inadecuados?
                                                                                             por
ción de caminos. Según se ponga el énfasis en una             e   trataba de la salvación de las almas. Compelle intrare. Las
                                                         o
 otra, surgirán dos estilos diferentes de espiritualidad y
 hasta de teología. Si la predilección por una de ellas lle-
                                                              n   almas son invitadas al banquete y rehúsan la invitación.
                                                                  Entonces, el señor de la parábola, que había preparado
                                                                                                                           los
ga a acentuarse hasta el punto de olvidar o silenciar a la        una gran cena, ordenará a sus criados que vayan por
 otra, se producirá el desastre: o dogmatismo o relativis-
                                                                  caminos,      cuantos encuentren a su paso les obliguen
                                                                                y a
                         los casos, el diálogo resulta impo-      a venir a palacio y a participar en el banquete, impidien-
 mo. En cualquiera de
sible, ya sea porque se exacerba hasta el fanatismo, ya           do así que las inteligencias se extravíen o se demoren en
                                                                     error. Si se consigue tan alto objetivo, ¿qué importa
                                                                  el
sea porque languidece hasta la indiferencia.
   Generalmente, el error humano suele consistir en               que los criados usen, en algún momento, de modales
                                              es ta,              bruscos? ¿Qué importa que sus métodos de persuasión
 una verdad desorbitada (el            error         improba-
                                puro                                                           Compelle intrare. Pero
ble como la
               pura maldad).   La verdad    se estira más allá    sean demasiado explícitos?                          ¿entrar
de lo justo, se extrapola, o simplemente se aleja de aque-        adónde? ¿Adónde se les invita a entrar? ¿Al palacio del
                                                                  señor, al reino de Dios? Ninguna Iglesia en la tierra es
lla otra verdad que, por ser complementaria, podría ser
su correctivo. Es un peligro que amenaza a todas las for-         elreino de Dios, sólo su signo visible e itinerante, aun-
mas de apologética. Dado su carácter «defensivo», mar-            que eficaz.
cha siempre condicionada por el objetante. Inevitable-                 Pero el fanatismo   religioso se alimenta   de esa arro-
172                                                                                                                         173
gante convicción de que puede sujetar a Dios a su tien-        ligionarios»- hacen frecuentemente un absoluto, un
da de campaña y hasta puede reemplazarlo con ventaja           credo. Nada tiene de extraño que los credos religiosos
en todas sus operaciones. Aquellos hombres que defen-          adopten una formulación política, agresiva y beligeran-
 dían la ortodoxia como se defiende una hacienda fami-                 una contaminación recíproca:
                                                                                                     la
                                                               te. Hay
                                                                                                        guerra se titula
 liar, creían que estaban ofreciendo la verdadera imagen                    religión se torna belicosa. En su Discurso
 de Dios, cuando la reducían a su propia imagen y seme-
                                                               cruzada y
                                                                           la
                                                               breve de las miserias   dela vida (1636), escribía Ambrosio
janza. Se tenían por infalibles, y demostraban descono-        Bautista: «El francés que cree en Dios es mi español yel
                   la esencia de la fe, el carácter libre
cer por completo
misterioso de la fe. Afirmaban que, al castigar los cuer-
                                                           y   español que no cree en
                                                                                            éles mi francés». Frase altamen-
                                                               te deplorable por dos razones: porque considera enemi-
pos, reconocían a las almas su valor supremo, cuando
                                                                                      porque usa del término francés para
                                                                   al increyente y
                                                          en   go
realidad estaban atropellando sin escrúpulo las concien-       insultar al enemigo.
cias. Se tenían                          la caridad divina
                por representantes de                            ¿Y    hoy? Los manuales de historia que hoy manejan
cuando mandaban a la gente a     la hoguera. Hacían gala       los niños franceses difieren notablemente,
                                                                                                                 en todas las
de su condición de jornaleros celosos cuando arranca-          cuestiones   fronterizas,   de  los manuales que se explican
ban la cizaña de los campos. Son demasiadas contradic-             las escuelas españolas. ¿Por qué? Son textos dogmáti-
                                                                en
ciones.
                                                                 cos: se ama más cualquier otra cosa      --la    patria, por
                                                               ejemplo-      que la verdad. El mismo fanatismo aquí y
                                                               allende los Pirineos, parecido fanatismo hoy que hace
   Por supuesto, eran otros tiempos. Era otro el contexto      trescientos años. Ocurre igual que con los mitos. Se cree
sociocultural, otro el concepto de la vida y del mundo.
                                                               que hemos exorcizado el mito del padre, y sólo ha sido
Incluso diríamos que muchos de aquellos tristes sucesos        desplazado, trasladado al jefe del partido, al cabecilla de
de la historia eclesiástica antigua pertenecen más bien
                                                               la  banda o, tal vez, al fundador de un movimiento de
a la historia antigua que a la historia eclesiástica.
                                                               desmitificación.   Los fantasmas no son solamente indes-
   Hoy, desde iuego, no se envía a nadie al fuego por          tructibles, pueden ser también sarcásticos.
sus ideas religiosas. Sin embargo, el fanatismo religioso
                                                                  Por otra parte, tampoco está claro que la disminución
subsiste bajo otras formas. Subsiste aún la jactancia de       del fanatismo religioso se debe a un mejor entendimien-
quien se cree en posesión de la verdad. La coacción so-        to de la religión. Tal vez no dependa tanto de que las
bre las mentes ha adoptado otras modalidades más sola-         cuestiones de fe hayan sido resueltas o mejor plantea-
padas, pero también más profundas. En todo caso, aun-          das, sino simplemente de que tales cuestiones han deja-
que la intransigencia religiosa haya descendido notoria-       do de interesar. El observador se pregunta: ¿Es que ha
mente, no
             sé si             lo mismo de las restantes
                   podría decirse                              aumentado la comprensión o es que ha disminuido la
clases de                       el fanatismo se ha trasla-
            intolerancia. Tal vez,                             fe? ¿Se
                                                                         trata de una fe más pura o sólo de una fe más
dado a otrossectores y otros aspectos de la vida, sobre        endeble?
los cuales ha desteñido su fuerza sacrosanta original.
                                                                 Ningún verdadero creyente puede decir que el Filio-
Nada más frecuente que transferir a la esfera política         que no merecía una guerra; pero sí puede y debe decir
los residuos. del absolutismo religioso. «Toda guerra
 -decía          es guerra de religión».
                                                               que ninguna  guerra merece acogerse al sagrado pre-
        Alain,                                                 texto del Filioque.
  De un programa político, sus seguidores –los «corre-
174
                                                                                                                         175
                             III                                matismo y la seguridad de que presumen vienen inspi-
                                                                rados por un sentimiento de inseguridad íntima. Nada
      A primera vista, parece bastante ilógico que, siendo      más arduo, nada más improbable que hacer ver una
tan difícil hallar la verdad de las cosas y, una vez ha-        contradicción a quien vive dentro de ella y de ella ali-
 llada, expresarla luego con precisión, sea el hombre tan
                                                                menta su discurso.
 propenso    a las afirmaciones    sumarias,  impulsivas  e
                                                                   Son los integristas, y pocas cosas habrá en el mundo
irrevocables.
   Pero quizá exista una especie de lógica propia de la         tan deficientes y parciales como su manera de pensar.
                                                                   Son los conservadores, y lo único que pueden conser-
naturaleza humana en su totalidad, lógica que no coin-
                                                                var es su penuria interior, la inanidad de sus ideas, un
cide con aquella que el entendimiento está obligado a
                                                                tipo de pensamiento que ya no tiene curso legal.
observar. Quiero decir que, precisamente       para com-           Son los dogmáticos, y nadie como ellos ha contribuido
                                   el hombre tiende «ló-
pensar la fragilidad de sus ideas,                              a desacreditar los dogmas desde el momento en que los
gicamente» a canonizarlas: cree prestarles así una fuerza
                                                                hicieron suyos.
de
  la cual carecen. Se aferra
mientras las sostiene
                             enérgicamente        a ellas, y,
                                                                   Se consideran modelo de pureza en la fe, y nada hay
                        tanta vehemencia,
                       con                      no advierte     más contaminado que su fe, cargada de lastres emoti-
que su precariedad consiste en el hecho de que nece-             vos, intereses inconfesados y temores irracionales; una
 sita sostenerlas así. Confunde la firmeza de su adhe-
                                                                fe necesitada de exhibirse y confirmarse a sí misma
sión  con  la firmeza de aquello a
                                   quese adhiere.
                                                                como espectáculo, necesitada siempre de apoyarse en
   He aquí la secreta lógica del dogmatismo, una lógica
                                   La biología tiene sus        recursos materiales. Nunca podrían prescindir de estos
de orden más bien biológico.                             ra-                                                 fe es
            la                                                  recursos, debido justamente a que su                muy débil: ni
zones que      razón ignora.                                    siquiera son capaces de admitir el poder espiritual de la
   Acaso el talante dogmático posea tantos atenuantes
                                                                pura
                                                                        fe. Se
                                                                               trata de un fenómeno curioso.Comprendo
como adictos. A veces se trata solamente de una espe-                  bien        los hombres tiendan a justificar sus defec-
cie de «anacronismo                                             muy          que
                        cultural». Aunque el mundo ha
                                                                                                                            o
                                                                                                                                me
ido avanzando poco a pocohacia formas más abiertas y            tos  rotulándolos con el nombre de virtudes más                 -
                                                                nos próximas; que llamen, por ejemplo, fidelidad a lo
liberales de pensamiento, sobreviven todavía concien-
cias pertenecientes   á                                         que es pura inercia, espíritu de ahorro a lo que es avari-
                        otra época, que no han sabido,          cia, humildad a lo que es apocamiento. Lo que ya resul-
podido   o  querido evolucionar. Casi siempre, el pro-          ta más difícil de entender es que apliquen a sus defec-
ducto reaccionario es un subproducto cultural. Ahora
                                                                     el nombre de las virtudes que les son contrarias: que
bien, ¿por qué juzgar a esas personas con una ley o             tos
                                                                se  considere
                                                                               la     fe más viva y ardiente lo que precisa-
baremo que no les corresponde? ¿No sería preferible                       es falta   de  fe, total desconfianza       los valores
                                                                mente                                              en
ayudarlas a comprender que los tiempos han cam-                 propios de la fe.
biado, que todo lo humano (y todo lo divino encarnado
                  está sometido a
en lo humano)                        un proceso histórico?
Difícil tarea, difícil por hipótesis necesaria: precisa-           Según esa misma paradoja, se considera un paradig-
mente lo que ellos afirman con mayor énfasis es la in-                            la arrogancia de los fanáticos,
                                                                ma de seguridad                                   que no
mutabilidad de su verdad.                                       es otra cosa que
                                                                                 un síntoma de su inseguridad.
   No menos difícil va a ser convencerles de que su dog-           Hombre inseguro es el político que no somete a deba-
176 177
                                                                   _Paahras.
te    programa porque dice que es el único viable:
      su                                                           La jactancia,la proclamación presuntuosa de las pro-
                                                              pias
porque teme que sus pałabras serían inmediatamente                  ideas o creencias, la frecuente mención de unos
desmentidas.                                                  principios pretendidamente axiomáticos, todo ello es
   Hombre inseguro es quien se gloría de su virilidad         una forma de enmascarar problemas latentes. Proble-
burlándose de los homosexuales: porque proyecta en            mas, desde luego, que, lejos de resolverse así, se agudi-
ellos su propia vacilación sexual.                            zan y se infectan. Quien ante todo y sobre todo busca su
                                                 condena
   Hombre inseguro es el moralista rígido que                 seguridad, vive en perpetuo estado de autodefensa; por
todo lo que no cuadra con sus rígidos criterios: porque       consiguiente, en estado de alarma incesante; por consi-
                     sí
teme descubrir en       mismo algo que no sabría asumir       guiente, acaba experimentando su ansia de seguridad
ni
      encauzar.                                               como un estado de ansiedad constante y angustiosa.
   Hombre inseguro es el creyente que quisiera mandar            Justamente lo contrario, el ejercicio de un pensamien-
a
   la hoguera a cuantos no tienen su misma fe: porque         to crítico y de un diálogo expansivo, sería lo único capaz
eliminándolos eliminaría sus propias incertidumbres.          de reportarle alguna seguridad mediante la explicación
     El
      integrista es un ser inseguro, que además, cuando
es religioso, busca en la religión una
                                       suprema seguridad
                                                              de
                                                                      que es explicable y la confianza ahí obtenida de
                                                                     lo
                                                              que otro día podrá explicarse lo que aún no es explica-
que respalde   aquellas seguridades terrenas a las que él     ble. Como hizo el ángel con Tobías, se trata de sacar de
se ha acogido,   su status social, sus hábitos mentales, su   ese fondo de inseguridad que los fanáticos se niegan a
sobrestima del orden por encima de cualquier otro va-         visitar, el extraño animal que tan temible parece bajo el
lor, el Dios que con su inmutabilidad consagre la estabi-     agua, y que en la           resulta
                                                                                                  ser un pez inofensivo y
lidad del universo.                                           hasta minúsculo.
                                                                                   mano
   Todos ellos son fanáticos. Todos ellos adolecen de in-
                                                                            loEl
                                                                 No es fácil.    dogmático necesita estar seguro de sus
seguridad profunda. ¿Qué esperanza de diálogo cabe en         ideas, para     cual no encuentra mejor camino que con-
semejantes condiciones?     Diálogo significa apertura al     vencerse de que ya lo está. Y,
                                                                                             si lo está,
                                                                                                         no tiene por qué
otro. Elfanático, es decir, el inseguro, tiende inevitable-   replanteárselas. Es más, eso le parecería una acción no
mente a cerrarse, a atrincherarse.                            sólo superflua,   sino pecaminosa:      ofensiva contra la
   Insisto, hay secretas leyes de compensación que obe-       grandeza propia de una verdad que se impone por sí
decen a una lógica biológica. Por eso, cuando tenemos         misma. Por otra parte, esta clase de gente suele tener de
miedo de nuestras dudas, decimos que creemos ciega-              inteligencia humana un concepto muy bajo; para ellos
                                                              la
                                                   los
                                                     demás,
mente. Cuando tememos la refutación de                        no pasa de ser una máquina de engaños, un incesante
     adelantamos   a afirmar              teoría es irrefu-   peligro de descarrío.
nos                           que nuestra
table. Cuando no estamos ciertos de algo, decimos que            Me pregunto hasta qué punto la inconsciencia del fa-
es evidente.   Cuando, frente a alguien que confiesa su       nático es vencible o invencible, culpable o inculpable, y
turbación, nosotros nos erigimos como rocas de fe, es         hasta qué punto él es consciente de que esa negativa
            acaba de revelarnos que en nosotros existía
porque         él                                             suya a examinar sus ideas depende de un oculto temor
una oscura afinidad, un desfallecimiento que nos negá-        a descubrir
                                                                           que son
                                                                                    falsas.
bamos      a   reconocer.                                        Habría que saber si el deseo de conocimiento de los
                                                              hombres es tan común como decimos. Creo que el de-
     En el fondo de todo    se   halla el miedo.              seo de seguridad es mucho más hondo y general. A pri-
178                                                                                                                  179
 mera vista, parece que uno y otro deseo han de coinci-            consiste en sacar a flote pequeños peces inofensivos,
 dir; pero las cosas no son tan sencillas. La búsqueda su-         sino en permanecer largamente bajo el agua, seguir bu-
 pone ponerse en marcha hacia terrenos no familiares, y            ceando, enfrentarse con espectros, comprobar que no es
  toda pregunta implica la posibilidad de una respuesta            posible tocar fondo.
  adversa. Requiere audacia: sapere aude. Concretamente,
 yo diría que
                  el miedo del dogmático
                                            no es sólo miedo al
           sino también a    la verdad: no es sólo temor a caer       Certeza y seguridad. En el habla común resultan ex-
 error,
  en   el          sino  miedo   a descubrir que la verdad no      presiones equivalentes: «estoy cierto de eso, estoy total-
          error,
 coincide con su verdad.                                           mente seguro». A la denotación intelectual de cierto aso-
      En definitiva, esa ingenuidad característica del dog-        ciamos la connotación afectiva de seguro.
 mático, que puede resultarnos irritante o enternecedo-               Cuando se trata de una fe religiosa, ¿en qué medida
                                                                   puede hablarse de certeza y de seguridad? Según la cé-
  ra, pienso que no es tal ingenuidad; a lo sumo es una in-
 genuidad afectada, obstinada, que se niega a reconocer            lebre fórmula de Hugo de San Víctor, la certeza de la fe
 todo aquello que la podría desarmar o desmentir. En su            es «superior a la de la opinión e inferior a la de la cien-
 «fe ciega» hay                                                    cia». Bien entendida, esta calificación
                     una repulsa deliberada a la luz.                                                         de inferior no
      Existe el miedo a la verdad, como existe el miedo a la       contiene ningún menosprecio;     significa que la certeza
 libertad. De ordinario sólo oímos hablar del derecho a            de la fe es menos apodíctica que la de un raciocinio. Son
                        ésta
 la libertad; pero           no es solamente un derecho, sino      certidumbres de distinto nivel: no se puede identificar
también un deber: el penoso deber de conquistar y                        que
180                                                                                                                          181
sulta bastante reveladora: expresa la creciente preocu-            dogmas, dado de una vez para siempre,     sino que es un
pación de los teólogos por la firmeza de sus enunciados.           largo camino, largo  y   probablemente sinuoso, en segui-
                                                                                                        «sin saber    dónde
Antiguamente, incluso durante la escolástica medieval,             miento  de  nuestro padre Abrahán,              a
no se hablaba de
                    tesis,
                           sino de cuestiones. Cuestión signifi-   vamos», Una marcha que oficialmente se describe como
ca pregunta,   tesis   significa posición. Lo cual no quiere       un éxodo, un abandono de nuestra patria, de todas esas
decir que las cuestiones carezcan de respuesta ni que las          certidumbres nuestras tan inertes como confortables.
posiciones sean necesariamente apriorísticas. Pero sí que          Una aventura, en definitiva, que viene a sacudir doloro-
esta diversa nomenclatura supone, al menos,                 con    samente el ánimo dogmático, contradiciendo de plano
cepciones de la teología muy distintas y dos modos
                                                       dos  -      sus anhelos de seguridad.
                                                            muy
diferentes   de     entender el progreso en   el   conocimiento.      Ya sé que es cosa   muy legítima buscar la certeza; lo
Sobre todo, dos actitudes casi contrapuestas por lo que            contrario no sería normal ni sano. Pero advirtiendo que
                                                                              buscar tiene
se refiere a   manera de entablar un diálogo. La
               la
            seguridad anticipada,            toda
                                                   tesis es
                                                                   la palabra               en esa frase, por
                                                                                                             lo menos, tanta
                                                                    importancia como la palabra certeza. Y advirtiendo que
como una                          anterior a      prueba.
                                                                                     cesará nunca, que el éxodo no termina
Enprincipio,     una teología articulada en
                                            tesis
                                                  no concede       la búsqueda no
espacio a la                                             y         mientras no   lleguemos   a la tierra de promisión, que la
               pregunta, elimina esa hora de tanteo ex-
ploración, esa    fase interrogativa en que el pensamiento         interrogación del alma no será jamás satisfecha del
ensaya y la verdad se encuentra en estado problemático,            todo.
todavía no verificada. Propiamente no existen pregun-                Puede incluso   afirmarse que la fe cristiana contiene
 tas, la respuesta precede a la pregunta. La impresión do-         más preguntas que respuestas. Más que una respuesta a
minante es que ahí no hay sitio para la inteligencia que           nuestras ansiedades, es algo así como una constante in-
se plantea algo,que se cuestiona algo; no hay lugar para           terpelación dirigida a nuestras humanas certidumbres.
el hombre que vive con cierta intensidad y sinceridad su           Lejos de ser su mensaje una teoría coherente y plausible
                                                                   sobre el mundo, constituye un escándalo para el hom-
 momento de búsqueda, su experiencia personal de la
búsqueda.                                                          bre racional, una radical impugnación de todos los siste-
                                                                                       éste ha montado y       los cuales su
         evidente que dentro de                                    mas y teorías que                       en
     És                         una religión institucionali-
 zada como comunidad de fe tiene que existir alguna de-            mente descansa. Por eso, el creyente no sólo interroga
finición de esa fe, una formulación que sea, a la vez, de-         desde su fe, sino que es interrogado por su fe.
 terminada y determinante. Lo que empezó siendo im-                   Nada más ajeno, por supuesto, a las nociones e inten-
pulso profético, doxología, himno, adquirió luego otro             ciones de un talante dogmático.
tipo de redacción más acorde con lo que exige toda doc-
trina. Tuvo lugar una conceptualización de la fe, la ela-
boración de un credo. Era necesario e indispensable.                                            IV
Pero esta mayor atención al «objeto» de la fe (fides quae
creditur) llevó consigo,                                              Las instituciones que profesan una ideología o un cre-
                         por desgracia, un cierto olvido de
                                                                   do muy definidos parecen brindar a los individuos de
la naturaleza «subjetiva» de la fe (fides qua creditur), de su
carácter personal e histórico, esencialmente ligado a los          carácter dogmático el asilo más apetecible y adecuado.
avatares de la persona.                                            Al imponerles una serie de verdades (que luego, por
   Pues la fe no significa simple asentimiento a unos              exigencia de ellos mismos, se ramifican indefinidamente
                                                                                                                          183
182
en otras verdades más menudas, pero asumidas todas               gioso que la duda. Se le suministrará comida, pero la
 indistintamente como principios básicos e irreforma-            olla    cuchara que use no las tocará nadie más que él.
 bies), les evitan de ese modo cualquier desazón o perple-
                                                                 Podrá casarse, pero sólo con mujer que padezca su mis-
jidad, les prohíben inquietarse, les proporcionan un cáli-       ma enfermedad. En la cabaña que se le asigne dispon-
do refugio, donde se sentirán seguros para siempre.                    d agua, leña, ropón de repuesto y
                                                                                                          un catre donde
    No es extraño que tales instituciones atraigan prefe-       drá    e
                                                                 tenderse y descansar, si sus dudas le permiten conciliar
rentemente a esa clase de hombres ansiosos de seguri-            el sueño. Solamente
                                                                                      una persona de la comunidad puede
dad. No es extraño tampoco que dentro de ellas experi-           establecer contacto con él, el maestro espiritual, el por-
menten cierto malestar aquellos otros fieles que no par-        tavoz oficial de la verdad, al cual está reservado el uso
ticipan de dicho temperamento, almas más reflexivas y            de los exorcismos, la proclamación de las premisas fun-
más críticas. Pero ese malestar no proviene sólo de que          damentales y de las conclusiones obvias, los argumentos
se encuentran casi siempre en franca minoría, sino tam-         que inmunizan
                                                                                al
                                                                                   sano y que tal vez devuelvan
                                                                                                                 la salud
bién de que su situación resulta cada vez más precaria e        al enfermo. Desde luego, jamás entablará
                                                                                                          con él  un diá-
incómoda: se sienten mirados por los demás con reti-            logo propiamente dicho: más que aclararle sus dudas, le
cencia, como sospechosos, como elementos indeseables.           advertirá que el estado de duda es impiedad o flaqueza.
              si
                el mayor mal que los dogmáticos pueden
En  efecto,
              la duda, lógicamente el peor peligro para
                                                                Sabiamente escribió Wittgenstein que los problemas fi-
concebir es                                                     losóficos no son tales problemas, son tan sólo estados
ellos será la vecindad de un compañero que duda. ¿No            patológicos de la mente; el modo más correcto de afron-
seríapreferible, por el bien de la comunidad, alejarlo de       tarłos no puede ser una discusión teórica, sino una pra-
su seno? Resulta un cuerpo extraño y, como tal, nocivo;         xis terapéutica. Yo te exorcizo, demonio impuro...
un   foco potencial de descomposición.
   Es decir, un leproso, según la inolvidable parábola             Por supuesto, el magisterio de una comunidad de fe
        él            el místico Merton. Un leproso dentro
que de      nos dejó                                            debe ser un magisterio muy especial.
de       sociedad   de  hombres sanos, los cuales, por otra
    una                                                            La autoridad tiene derecho a hablar autoritativamen-
parte, se
ta caridad,
           consideran    obligados a ejercer con
                                                 él una cier-
                        ésta, desde luego, se halla subordi-
                                                                te. Se trata, en efecto, de
                                                                                             un magisterio que en ciertas
              aunque                                            ocasiones incluye, diríamos, la competencia y el estilo de
nada a otros intereses más amplios o más altos. ¿Qué            la práctica judicial. De hecho, el modo
                                                                                                        supremo de ense-
conducta, pues, habrá que observar con ese miembro              ñanza en la Iglesia -sancionando la doctrina justa, con-
enfermo, con esa alma dubitativa? La autoridad ha arbi-         denando las proposiciones heréticas, prohibiendo libros,
trado un recurso que le permite seguir manifestando su          pronunciando anatemas- respondía más bien a un pro-
              él, a la vez
amor hacia                   que impide que la  enfermedad      cedimiento forense que a un método pedagógico. Mu-
contagie al resto de los hermanos. No lo arrojará a las         chos de sus documentos doctrinales se denominan «de-
fieras, no lo enviará al fuego, ni siquiera lo va a expul-      cretos» y el organismo encargado de velar por la pureza
sar definitivamente fuera de la ciudad. Lo interna en           de la fe se ha llamado durante muchos años «tribunal»
un lazareto, lo lleva a un lugar aparte. De vez en cuan-        del Santo Oficio. Había que «dictaminar» sobre la ver-
do, a ciertas horas, tendrá licencia de salir a los caminos,    dad. Venimos en definir y definimos; venimos en de-
pero ha de hacer sonar constantemente una esquila, con          cretar y decretamos. He aquí cómo la revelación conver-
el fin de                  le
           que nadie se       acerque: nada hay más conta-      tida en código puede convertir al discrepante en reo.
184                                                                                                                    185
   Evidentemente, se han producido excesos. Para repri-          jor  que de fidelidad. A primera vista, parecería que
mir la «libertad según la carne» se utilizaron medios que        hace falta un extraordinario coraje para tomar una de-
                                    así
eran también según la carne. Y          como la represión de     cisión así, que se presume irrevocable. Es como quemar
la libertad puede acabar            estado  de servidumbre,      las
                             en un                                   naves. Sí, justamente es eso; pero debemos tener en
así también la restricción del pensamiento puede dege-
                                                                 cuenta que, para esa clase de personas, el verdadero pe-
nerar en abolición de todo pensamiento. No es extraño            ligro, el único peligro que les asusta, no está en tierra,
que tantos fieles hayan llegado a una manera de pensar           en cualquier tierra donde hayan ido a parar, sino preci-
que es más bien una renuncia a pensar. Teóricamente,             samente en el océano, en las mudanzas de una certi-
                                                           la
una inteligencia fiel, pero activa, parece más útil para         dumbre siempre fluctuante. Quemar las naves es licen-
propagación     y desarrollo  de la doctrina que una inteli-     ciarse de semejantes trabajos. Para ellos, cualquier indi-
gencia meramente pasiva; sin embargo, los riesgos de             cación revestirá la fuerza de una sentencia judicial, cual-
extravío que comporta el uso del entendimiento hacen             quier enseñanza debe ser vinculante: en el vínculo en-
 aconsejable, por lo visto, que los discípulos se abstengan      cuentran su salvación. Para calmar totalmente su alma
 de pensar. A éstos sólo les incumbe familiarizarse con el       sólo necesitan someterse al veredicto, la verdad pronun-
 archivo; las verdades son datos. Esta absolutización del        ciada de modo tan taxativo, que es jurídicamente inape-
 contenido, de lo que se enseña, redunda en favor de             lable. ¿Cabe mayor seguridad? Nada más seguro que el
 quien enseña. La perfecta compenetración del maestro            recurso al «padre espiritual»; se extrapola interesada-
  con la doctrina hace que su figura se vea envuelta en la       mente una virtud, el espíritu de infancia, para conseguir
 misma aureola de lo que dice. Poco importa que sea un           una transferencia apaciguadora, una perpetuación del
simple repetidor de   lo  que recibió de otros; es, a la  vez,   arrimo paterno. Y llegará a acuñarse una expresión que
 insignificante y soberano, reiterativo e infalible, infalible   en
                                                                     sí
                                                                        misma resulta contradictoria, «director de almas».
 por reiterativo. Según esta concepción de la autoridad          ¿Cómo se puede dirigir un alma? ¿Cómo se puede cum-
 magisterial, a los escribas de palacio corresponderá una        plir con ella, sin avasallarla, sin sofocar su vida, otra
 misión doble, aunque muy modesta: han de preparar               función que no sea el mero asesoramiento?
  con sus informes la intervención de la autoridad y luego
han de comentarla mediante una explicación compla-
 ciente y apologética. Operaciones estas que por su ritmo           Para evitar cualquier vacilación, cualquier sensación
 alterno recuerdan vagamente el ejercicio del diálogo.           de intemperie, los fieles se refugian bajo el manto pro-
 Nada más opuesto, sin embargo, a un verdadero diálo-            tector de la autoridad.       la autoridad? Se acogerá al
       Los pensamientos inertes                                                            Y
go.
miento.
                                 generan inercia de pensa-       testimonio indefectible de la tradición.
                                                                    No podemos despreciar la gran carga emotiva que la
    Más adelante habrá que volver sobre ello para matizar        palabra tradición posee a efectos de seguridad. El pasado
 y distinguir. Por ahora me interesa agregar que nada de         significa un suelo firme. Cada maestro estrecha la
                                                                                                                        mano
 eso hubiera sido posible sin la anuencia, sin la positiva       de su predecesor y, a través de las generaciones, enlaza
 complicidad de tantos fieles dogmáticos que sólo quie-          con el oráculo. Nada más tranquilizador que poner los
                                                                 pies sobre las huellas de nuestros mayores, nada más
 ren verse descargados de la obligación de pensar. Con
 grandísimo gozo y alivio hacen una especie de voto de           consistente que una doctrina garantizada por los siglos.
 castidad mentał perpetua, de perfecta abstinencia, me-          El magisterio espiritual es la conciencia del fiel, la tradi-
 186                                                                                                                     187
ción es la conciencia del magisterio.
                                       En el principio se os            es que eso supondría, probablemente, un           desa-
dijo... Cuanto más literal sea la interpretación, tanto        lo grave
                                                                   a nuestra autoridad, a todo aquello tan santo e irre-
más incontestable. ¿Anteponen, quizá, la letra al espíri-
                                                               fío
                                                                nunciable     que nuestra dignidad representa.
tu? Pero ¿cómo conservar el espíritu si no es mantenien-           Insisto, son hombres: tan vulnerables y expuestos a la
do la letra? Posee tal valor eso que la tradición ha hecho     perplejidad como cualquiera, y también tan inclinados
llegar hasta sus manos, que es mejor no tocar lo acci-         como cualquiera a dar de su comportamiento la explica-
dental para no correr el riesgo de alterar lo esencial. Se     ción más honrosa.
trata de la seguridad del tesoro. ¿Sólo de eso? Y de su            Deberían recordar que su autoridad no es la única ga-
propia seguridad, por supuesto.                                rantía de la unidad y continuidad en la Iglesia de Dios.
    Sí,ellos también son hombres. Creo sinceramente que         La diversidad de carismas no atenta contra ellas. Puede
las
     razones que han venido a conceder tal relieve y pres-      haber carismas de interpretación que contribuyan a des-
tigio a la tradición no fueron tan sólo de orden teológi-       arrollar la verdad. No se trataría de una interpretación
 co. Influyeron, asimismo, razones psicológicas. Razones        menos fiel, sino de una fidelidad más creativa.
                                                                                                                         Cierta-
no confesadas, aunque tampoco inconfesables. Hay un             mente    hay   un  mínimum,      un  límite por debajo del cual
miedo muy arraigado a cualquier novedad, hay una ló-            toda elucubración degenera en arbitrariedad y desvarío,
gica resistencia a replantear las antiguas verdades, las        pero existe también un máximum infranqueable que
verdades intemporales, en forma más actual e inteligi-          prohíbe dar como probado lo que sólo es probable, ofre-
                                                                                                     qu sólo es glosa humana,
                                                                                             lo
ble. Hay también
                    una propensión a extender el carácter       cer como palabra divina              e
de intangible y sagrado a muchos sectores de doctrina           aplicar  la  exégesis de   la «roca inconmovible» cuando sólo
que en su día fueron pura elaboración humana. Hay               es cuestión     de  la «tienda de campaña». A nadie, ni si-
una identificación afectiva, muy difícil de superar, con        quiera a    la autoridad magisterial investida de los mayo-
las
     estructuras de pensamiento que esos hombres asimi-         res talentos, le está permitido explicar la fe como una
laron en sus mejores años. ¿Qué hacer ahora, cuando la          respuesta humanamente satisfactoria. No tiene derecho
vida ya está declinando? «Sal de tu tierra nativa y de la       a exponerla como
                                                                                        un sistema apodíctico, como un con-
casa de tu padre, a la tierra que te mostraré». Cada uno       junto    de  soluciones   a todas las dudas posibles. No tiene
                                                                              sí
                                                                                   alos
     Sí, también ellos sonhombres. Detrás de su defensa         ner junto a             que vacilan y dudan, no puede arro-
de   la letra  que contieneel espíritu, anida un cierto te-    jarlos a     un  lazareto, ni exorcizarlos, ni darles el pan
           la
           irrupción  imprevista                                          indigerible   de                          des-
mor   a                            del Espíritu que quizá      duro   e              un manual. Deberá también
obligue a abandonar una patria intelectual muy queri-          hacerse de la torpe, interesada, clamorosa adhesión de
da; no la tradición, por supuesto, sino su idea particular     tantos fanáticosque han desfigurado ignominiosamente
de tradición. Detrás de ese tono solemne con que ha-           el
                                                                  rostro de la madre Iglesia: eran lobos vestidos no de
blan, se esconde, a menudo, el desamparo de quien              ovejas, sino de mastines.
teme exponerse a una confrontación. ¿Qué hacer si al-             Y habrá quc rehabilitar el noble sentido de la duda.
guien presenta una objeción inesperada? Lo de menos,           La duda propia de los grandes creyentes y de los verda-
piensan, sería que sufriese nuestra reputación personal;       deros sabios. Nadie con menos presunción de su saber
188                                                                                                                         189
que estos sabios; constantemente recurren a salvedades,
 a locucionesdubitativas –-quizá, acaso, tal
                                             vez-, y tam-                          CAPITULO IV
bién adversativas --no obstante, con todo, sin embar-
go-,  matizándose y corrigiéndose indefinidamente. Me
                                                                                  ВАВЕ            L
parece lógico. Quien más sabe es quien mejor puede
percibir cuán poco  sabe. Y, a medida
                                      que aprende más,
          sabe
cree que       menos, porque comprueba con creciente
lucidez que las cosas que conoce son infinitamente me-
 nosque  aquellas otras  que  ignora:
                                    crece
                                            el círculo de                                I
sus conocimientos,                    la circunferencia,
                    pero crece con él
                                                                  Sr. Rodríguez sale de su casa por la mañana tem-
la
no
   frontera de  loque permanece ajeno, de todo cuanto
     sab todavía ni sabrá
     e                    nunca. La modestia de
                                                  los sa-    El
                                                            prano. ¿Cuál será la odisea de este nuevo Ulises? Desde
bios es tan sincera como la compunción de los santos,       ahora ruego al lector que deponga toda esperanza de
                                                                                       la culpa de
como el sentimiento de incredulidad de los grandes          sorpresa. Yo no tengo                   que el periplo del
creyentes.                                                  Sr. Rodríguez sea anodino, incruento y previsto por la ley
   Por lo demás, el único catecismo aceptable es el que     de tráfico. Mil coches circulan por la misma avenida.
está hecho de                                               Adivine usted cuál es la embarcación del Sr. Rodríguez.
               preguntas y respuestas y preguntas. Un
diálogo, pero no un simulacro de diálogo.                   Pero será preferible rebajar la metáfora y afirmar que
                                                            cada conductor va dentro de su vehículo igual que un
                                                                                                        sí
                                                            pez en una pecera. Incomunicados entre         quiero decir,
                                                            y conviene retener el dato, pues no ha de olvidarse que
                                                            éste es                  la comunicación (o incomunica-
                                                                     un libro sobre
                                                            ción)             Através del cristal,
                                                                   humana.                         cuando el tráfico se
                                                            detiene, los peces se miran unos a otros. Ni pueden de-
                                                            cirse nada ni tienen nada que decirse. De nuevo los co-
                                                            ches se han puesto
                                                                                 en marcha. A sus ocupantes sólo les
                                                            está permitido comunicarse por medio del intermitente,
190                                                                                                                  191
mo, planta 12, escalera izquierda. Es su lugar de tra-          la definición    ha de ser algo más melancólica:               vivir   es so-
 con el mismo automatismo con que se quita la corbata,          una hipótesis lírica.
el Sr. Rodríguez enchufa la televisión.                            Podría decirse que la causa de tal incomunicación es
   Este es un libro sobre la comunicación (o incomunica-        la carencia de un lenguaje adecuado. Realmente, no dis-
                                                                ponemos de lenguaje idóneo para relacionarnos a otros
ción) humana. Y        le
                       diré a usted lo siguiente: nunca
                                                      el fe-    niveles más hondos. El lenguaje social es tópico, elusivo,
como   ahora  se había dado  un interés tan vivo por
              la comunicación, ni habían existido nuca          estereotipado.   Observe    usted cómo la conversación
nómeno de
                                                                            fluidamente   siempre       los
los portentosos medios de comunicación que nosotros             transcurre                         que      temas sean tri-
poseemos. A continuación conectamos con nuestro co-
                                                                viales
                                                                          -el
                                                                            Atlético perdió por culpa del árbitro, anoto
rresponsal en Bonn. Pero lo siento, nunca tampoco ha-           en su crédito la factura que acompaña a su carta del día
                                                                       ycómo
                                                                               se vuelve torpe y balbuciente desde el mo-
bía sido tan aguda, tan lacerante, la conciencia de inco-
municación entre las personas. Compro en Madrid un
                                                                28-
                                                                mento en que los hombres intentan abrirse y llegar a un
bolígrafo fabricado en Osaka, pero el señor que me lo           plano más íntimo, más personal.
vende me es tan extraño e intercambiable como un ja-               Pero lo razonable es invertir los términos: en lugar de
ponés.                                                          decir que no hay relaciones profundas porque no dispo-
   Masificación,  relaciones contractuales, desconfianza,       nemos de un lenguaje apropiado, deberá decirse que
cálculo, sobrestima de la ordenación racional, creciente
                                                                                                    no
                                                                éste                          existen dichas relaciones. O
                                                                      no existe porque
indiferencia hacia las personas. ¿Quién dijo que vivir es       sea, porque no existe ningún deseo de establecerlas, El
convivir? En     unasociedad eminentemente competitiva,         deseo de realizar una obra suscita la invención del ins-
192 193
                                                                13.-Palabras
trumento capaz de llevarla a cabo. En esto consiste la                   Člaude Goretta nos dio en La Dentellière un delicioso
historia de la cultura e incluso de la naturaleza.                    drama de amor con final desgraciado. ¿Por qué desgra-
   Es un modo de vida lamentable. Sin embargo, salvo                 ciado? El era un joven intelectual, ella era una aprendi-
en muy contados momentos, nos encontramos cómodos                    za de peluquería. Goretta tuvo el acierto de revelarnos
así, ignorando todo lo que puede perturbarnos, envuel-               la  incompatibilidad de los amantes a través del desajuste
tos en una atmósfera de palabras consabidas y triviales,             de sus respectivos lenguajes. ¿Qué significa estructura?,
                                                                                                  de una reunión en la Facultad,
protegidos por ellas contra cualquier contacto íntimo,               le pregunta laella al volver
                                                                                              había sentido totalmente margina-
informados tan sólo de aquello que en nuestro prójimo                reunión en       que  se
es más superficial y más común, esquivando cuidadosa- da y abatida. Ahora, por la noche, los dos solos, po la
                                                                                                          a
mente la verdad de las situaciones, de las cosas y de las             muchachita recuperar para
                                                                                                          sí
                                                                                                            su amado. Pero iqué
personas. «¿Cómo está usted, Sr. Rodríguez?» Y el                     quiere decir estructura? El intenta explicarle, y lo hace
Sr. Rodríguez sabe muy bien que no debe explayarse                    mediante otras palabras que ella, jay!, tampoco entien-
 sobre sus problemas, sino que la única contestación           co-   de. ¿Hasta dónde tendrían que remontarse el intelec-
 rrecta es: «Muy bien, gracias».                                     tual y
                                                                             la peluquera para encontrar un suelo firme, un
                                                                      lenguaje común? El rostro de él acaba reflejando una
    Pero existe una comunicación privilegiada, un diálogo            desesperada impotencia; en los ojos de ella percibimos
     la intimidad,                     de relación yo-tú.            el
 en                  un modelo excelso                                   pasmo, la inevitable humillación; finalmente, ese re-
    Mientras                                   y                     traimiento interior hacia su mundo de origen; la madre
               pelean  o comercian montescos capuletos,
 Romeo   y   Julieta    se   amany dialogan. El amor de la pare-     lavandera, el hogar aldeano donde jamás entró un li-
ja  en contraste       con las tensiones, la frialdad o los sórdi-   bro. En resumen, hay una fatal distancia que hará ya
 dos intereses de una sociedad competitiva. El diálogo               imposible el amor. Todo había sido un espejismo. Las
                                                                                                    las palabras,       los separaban   irre-
 amoroso como culminación feliz del lenguaje humano.                 palabras,   precisamente
    Todo empezó seguramente el primer día, en aquel                   mediablemente.
 primer encuentro de aquella primera pareja. El ser hu-                Goretta, sin embargo, nos dio              así
                                                                                                                         un amargo relato
 mano se había alejado lo bastante del animal para ser                    se   prestaba   a   las   deducciones         más optimistas. En
                                                                      que
 capaz de pronunciar una palabra y capaz de dar a su                  efecto, si un amor fracasa porque los amantes usan dis-
 amor una complejidad distinta, una expresión nueva.                  tintos lenguajes, allí donde el lenguaje sea idéntico, el
                                                                     amor será invencible. Como si dijéramos: un amor
                                                                                                                   si
 Desde entonces, la palabra iba a ser el gran vehículo del
                                                                      fracasa porque   la amada padece   herpe, allí donde no
 amor, su celestina más eficaz. Peitó, diosa de la persua-
 sión, es presentada                                                  haya herpe está garantizado el amor.
                       por Esquilo como indispensable
 acompañante y colaboradora de Afrodita. La persuasión                   Por supuesto, además del lenguaje, existen otras mu-
 retórica se especializa gustosamente en esa función pri-             chas cosas. Lo sabe Goretta, la niña Enriqueta y hasta
                                                                                                              m
 mordial, universal, de la seducción amorosa. Y después,                                                         interesa decir
                                                                      cualquier anacoreta. Pero loque          aquí e
 cuando todo otro estímulo y encanto hayan desapareci-               esque    todas esas cosas, que son más de mil y una, según
 do, seguirá
              aún siendo válido el principio     de Huxley:           vayan marchando, repercutirán por fuerza en el lengua-
«El amor   es conversación».  Lo será junto a la mesa cami-          je,lo   modificarán, pueden arruinarlo definitivamente;
                                                                      pueden llegar a hacer, de lo que fue un lenguaje común
lla, igual que lo fue un día a la orilla del
                                             mar. La palabra
                                                                      (a la vez, resultado e instrumento de la mejor
como texto, pretexto ycontexto del amor.                                                                              compene-
                                                                                                                                         195
194
tración),  dos idiomas distintos (a la vez, causa y efecto
                                                                       las palabras                 y trémulas de
de
    un alejamiento cada vez mayor). Babel en versión                                muy personales                uno, respon-
privada, cotidiana, infinita. Al principio es siempre el               den las observaciones generales del otro, datos de etno-
éxtasis: la palabra más grávida, informulada e informu-                logía, citas de los románticos alemanes. A los íntimos re-
lable, indiferenciada, preverbal. Qué ocurrirá luego,                  querimientos de aquél, las prolijas y documentadas des-
                                                                       cripciones de éste, dispuesto siempre a aportar una ex-
en el transcurso del amor, cuando esa palabra vaya des-
glosándose en diálogo?                                                 plicación totalizadora, en la cual quedará englobada in-
  Digámosło brevemente: Romeo y Julieta tuvieron la                    cluso la decepción ya prevista de la otra persona, insatis-
                                                                       fecha        lo comprendo, créeme, es natural»-     con se-
suerte de morir muy pronto. Por eso constituyen el más                            «y
                                                                       mejante explicación... Tal desigualdad de lenguajes se
hermoso emblema del amor, porque son una foto fija
             el instante prodigioso, el de la víspera                  resuelve en una especie de desigualdad social: al final,
que perpetúa                                          por              el señor es siempre emisor, el siervo es siempre
                     la leyenda                                                                                             recep-
la tarde,   porque                  ha embalsamado para siem-
                                                                       tor. Pero a la mañana siguiente, como todos los días, des-
pre  sus   cuerpos jóvenes, porque su amor no llegó a te-
ner historia. Generalmente,
                                    sin embargo, los            tie-   ayunarán juntos. «Puso el café en la taza. Puso la leche
                                                       amores                                                el café
                                                                                                el azúcar
       historia,    la larga historia de                el  Sr. Ro-    en la taza de café. Puso           en         con leche». Y
nen                                        amor entre                  el resto es silencio.
driguez y la Sra. de Rodriguez. Y generalmente, en la
historia de dos seres humanos, uno de los dos suele                      Hay un momento en la vida en que las palabras hu-
                 el
                      otro menos. No querría que se entendie-          manas revelan súbitamente su radicał insuficiencia. Por
amar más y
ra  esto  como un juicio moral; digamos, más exactamen-                una parte, son como gritos afónicos, venidos a menos,
te, que cada                                                           incapaces de expresar el furor, el júbilo o la desespera-
                 uno de ellos ama a su manera, Lo que ocu-
      es que tal situación a            le satisface y al              ción de nuestro ser. Tan bastas, por otra parte, tan pri-
rre                               uno                      otro no,
                 y otro tienen diferentes expectativas, distin-        mitivas y groseras, para llegar a perfilar con mediana
porque uno                                                                                                                   dos
                                                                       exactitud un pensamiento,     para distinguir entre
tos  grados de necesidad. Y, automáticamente, de este
desnivel va a surgir una relación entre señor y siervo, la             sentimientos, para formular  los diez matices del hastío.
doble polaridad de sujeto y objeto, por muy dulcificada,
y sublimada, e inculpable que se quiera. ¿Qué culpa tie-
        de ser como es, de poseer esa constitución mental,
                                                                                                   II
ne    él
      la cual tiende siempre a observar y evaluar todo, a                 Porque la cuestión que se plantea no es ya sobre el
por
transformarlo todo en objeto? Observa siempre, observa                 usoadecuado o inadecuado del instrumento, sino sobre
sin participar, participa sin abandonarse.         Su inteligencia     el instrumento mismo. Es un proceso contra el lenguaje,
                                                                            contra los hablantes.
predomina, jamás se inhibe, lo comprende y abarca                      no Al ser traducido en palabras, todo pensamiento se en-
todo, incluso e amor que entonces está viviendo. ¿Y
                       l
cómo lo puede vivir desde dentro si lo abarca? La otra                 fría, seempobrece. Conviene advertir que esta degrada-
                                                                       ción va precedida de otra, cuando se convirtió en pensa-
persona no dejará de intuir ese involuntario desdobla-
miento, ese círculo concéntrico mayor dentro del cual                  miento lo que en principio era intuición o vivencia, en el
ella se siente comprendida, es decir, objeto de compren-               momento en que éstas fueron conceptualizadas: desgra-
sión. He aquí una asimetría que se pondrá inmediata-                   ciadamente, el pensamiento posee ya la estructura re-
                                                                       ductora del lenguaje. Observen cómo una vivencia amo-
mente de manifiesto en el desajuste de sus lenguajes. A
                                                                       rosa es siempre más rica que cualquier especulación so-
196
                                                                                                                              197
bre el amor; cómo la sensación de culpa que a veces nos           Pero, por otra parte, si empleo un lenguaje singular
sobrecoge, es mucho más profunda que cualquier pen-             para expresar estos hechos singulares, ¿cómo podría
samiento acerca de nuestra responsabilidad; cómo los             comunicarme, cómo podría hacerme entender?
sentimientos de gratitud o de gozo que embargan a un            Cuando el destinatario es muy concreto y familiar, tal
alma que se sabe redimida, son superiores a sus propias         vez recurrimos a palabras nuevas, inventamos nuevos
ideas, en torno al misterio de salvación. Pues bien, to-        términos; éstos, sin embargo, constituyen un código
                                                                                 y a la vez
das estas ideas y pensamientos      habrán de sufrir una        muy limitado                superfluo, una cłave entre dos
 nueva y mayor restricción cuando se conviertan en –se          personas cuya intimidad viene así reconocida más que
reduzcan          palabras. Hay como una depauperación           expresada, esa sensación de alianza que tales palabras
           a-
progresiva y fatal. No sólo Dios, sino también cualquiera       producen frente a un mundo ancho y ajeno. Recursos
de sus criaturas, verius cogitatur quam dicitur et verius est   de muy corto alcance. ¿Cómo ampliar el radio de mis
quam cogitatur.                                                 oyentes sin traicionar la verdad de mis pensamientos?
        una experiencia penosa, descorazonadora,
  Es                                                     que    Surge así una inevitable tensión entre la necesidad de
hemos sufrido todos alguna vez. Cada uno, claro está,            decir algo personal y la necesidad de acudir a un léxico
percibe mejor aquella deficiencia del lenguaje que más          de validez general. De un lado, nuestra tendencia a usar
                                                                un lenguaje más subjetivo, por más ajustado a lo que
 contraría sus pretensiones. Los enamorados se lamen-
                                                                                                                           el
tan de que las palabras les resultan insuficientes para         queremos decir; de otro lado, la prohibición de volar
declarar su pasión; protestan contra un lenguaje tan            puente. Por fuerza ha de quedar siempre un residuo
átono, uniforme e impersonal. El filósofo lo encuentra          inefable, un margen que se pierde en ese largo camino
demasiado equívoco y concreto. Al poeta, en cambio, le          del cerebro a los labios. Un idioma exhaustivo resulta tan
parecerá demasiado abstracto, inflexible y pálido. El           imposible como un idioma personal: porque uno y otro
científico lo querría más riguroso, y el sofista, más am-        son la misma cosa, la misma utopía.
biguo. El pedagogo echa de menos un lenguaje más                   No obstante, podemos seguir puliendo incansable-
claro y el místico anhela otro más oscuro. Ante una             mente nuestras modestas hachas de sílex. Por ejemplo,
situación límite, ante una muerte         un
                                                                en un texto escrito entrecomillamos alguna que otra
                                      o
                                          a
                                              grave injusti-
cia, el
         creyente   se avergüenza  de lo que dice, porque       palabra; es como un guiño al lector, la tenue diferencia
comprende que sus palabras de fe no están a la altura           consabida entre digo y Diego. Utilizaremos también los
de la situación.                                                                                                           el
                                                                puntos suspensivos, que parecen dejar inconcluso
   Dante lo resumió así por todos: Oh quanto è corto il         párrafo, y resonante. El subrayado,     la cursiva, las
                                                                                                                        ver-
dire (Paraíso 33,121).                                          sales, todos esos notables perfeccionamientos del neolí-
   He aquí una queja tan frecuente, que ha pasado a             tico.  Y los signos de exclamación, que intentan trans-
                                                          s     mitir al papel lo que verbalmente es énfasis añadido a
                                                    «No
                         tic de la conversación:
ser una muletilla, un                                     é                                                             alte-
                                                                                              la
                                                                                               voz intensificando
                                                                                                                   -o
                                                                   palabra, modulación de
cómo decirte», «En fin, tú ya me entiendes», «No me
                                                                la
expreso bien», «Me faltan   las palabras». Es lógico e ine-     rando-    el significado   de la frase.
vitable. Pues nunca podrá darse una coincidencia per-
fecta entre la experiencia, que es personal, y su signo              En
                                                                      efecto, la voz puede tener más importancia que
linguístico, que es universal. ¿Cómo transmitir con pa-         palabra, el cómo se dice puede ser más elocuente que lo
labras generales hechos que son únicos?                         que se dice.
198                                                                                                                     199
   Según el psicólogo Albert Mehrabian, el valor signifi-      constituyen, por otra parte, el tejido y marco dentro del
cativo de los vocablos es harto limitado: a ellos sólo co-     cual adquiere un determinado sentido lo que decimos
rresponde un 7 por 100 del mensaje que comunicamos             en un determinado momento. No debe olvidarse que,
al hablar. El 38 por 100 corresponde a la entonación y         además del lenguaje propiamente dicho, que es privati-
                                                                   de hombre, continúan
modulación de la voz. Y el resto, el 55 por 100, es obra
de todos los otros elementos expresivos que colaboran
                                                               vo  l
                                                                                            presentes en nosotros, toda-
                                                               vía más o menos en activo, ciertos canales y formas de
en la emisión del mensaje: la mirada,
                                          las
                                              manos, el ros-   comunicación comunes a otras especies, filogenética-
tro, el cuerpo entero del que     habla.                       mente muy antiguos, pero válidos aún en parte.
   He aquí, pues, cómo la voz, mero vehículo de la pala-         De donde se deduce que la comunicación entre perso-
bra, resulta ser muy superior a ésta en punto a eficacia       nas se establece por encima o por debajo del lenguaje,
comunicativa. El tono, el volumen, el timbre, el campo         incluso a pesar de él, incluso contra él. No sería ninguna
de entonación y los registros tonales, las pausas y acele-     broma esa conclusión a que han llegado algunos antro-
raciones, la duración de cada sílaba. No sé qué célebre        pólogos lo bastante expertos también en zoología: las
                               a                               palabras son el sistema de comunicación a que recurre
actor de teatro se dedicó trabajar a fondo una frase
     simple             noche, empeñado                        el hombre cuando le fallan todos los demás.
tan          como Esta                    en explotar todas
sus posibilidades; pues bien, logró dar a esas dos pala-
bras, en una cinta grabadora, cincuenta flexiones de voz
distintas, expresando así otros tantos matices diferentes.        Pero todos somos cocineros a la vez que frailes, recep-
Junto al plano conceptual del lenguaje, existe un plano        tores a la vez que emisores.
fonético de importancia decisiva. Por mi parte, confieso          La insuficiencia del lenguaje no es sólo un hecho cier-
que tolero muy mal
                       las películas dobladas. Me acuerdo
                                                               to, sino también un hecho experimentado por todos. Y
de Renoir: «En cine, el diálogo es una parte del sonido».      entonces, ¿qué ocurre? Puesto que ya sabemos todos
    Y el sonido quizá no sea más que un acompañamien-          que
                                                                     las palabras dicen
                                                                                         menos de lo que con ellas quere-
    de la
          imagen, en el cine y en la vida. Pues, con arre-           decir, cabe afirmar
                                                                                          que contienen un trasfondo, un
to
                                                               mos
glo a los porcentajes arriba citados, viene a ser mucho        plus, una carga de sentido superior a la que oficialmen-
                                    los elementos
mayor la capacidad expresiva de                    no ver-     te  declaran. Habría, pues, en el lenguaje como un se-
bales. Resulta así que la faceta visible de un mensaje         gundo nivel, una mayor significación virtual. Aquí radi-
oral posee mayor elocuencia que su faceta audible. De          ca la posibilidad del «comentario». Comentar es ir expli-
                                                      está
             tan importante ver la cara de quien nos
ahí
      qu sea                                                   cando lo que un texto guarda en sus capas más profun-
      e
habłando. Se han llegado a registrar, como anatómica-          das. No se trata de atribuir
                                                                                             nuevos sentidos a la palabra,
mente posibles, hasta mil expresiones faciales, mil movi-      sino de revelar lo que en ella estaba latente o de desa-
mientos de los músculos del rostro, capaces de otorgar a       rrollar lo que en ella era germinal. Podría así decirse
las palabras otras tantas variantes de sentido. Añádase a
                                                               que toda palabra rebasa su propia letra. Entre el signifi-
ello todo lo que puede comunicar el resto del cuerpo,          cante y el significado no hay nunca un ajuste perfecto y
desde la mímica de las manos hasta la forma de cruzar          definitivo. Por el contrario, se da un superávit del signi-
las piernas. Y algo más. Añádase, sobre todo, el conjun-       ficado sobre el significante, la paradoja de un contenido
to de señales subliminales que se emiten, y se reciben, y
 son interpretadas a nivel no consciente; .señales que
                                                               mayor que su continente.    El  significado desborda los lí-
                                                               mites de la palabra; pero ésta, aunque sca incapaz de ex-
200                                                                                                                    201
presar dicho excedente, sigue aludiendo a él. Y, cuando       léxico. Pobreza y también sobreabundancia,     porque fre-
esto se sabe, sabemos ya que lo inexpresable está dicho,                     ésta
                                                              cuentemente         no nos sirve para precisar mejor, sino
indeciblemente, en lo expresado. Por eso, la palabra es       todo lo contrario. Cuando Umberto Eco estaba redac-
una fuente que siempre mana: que puede ser comenta-           tando A theory of Semiotics para la Indiana University
da indefinidamente.                                           Press, advirtió cómo sus carencias léxicas y sintácticas en
   De acuerdo, el lenguaje se queda corto, y los oyentes,      un idioma que no era el suyo, le permitían ser más ce-
de modo automático, le conceden aquella extensión de           ñido, más exacto, atenido exclusivamente a unos pocos
sentido que necesita. Esta extensión o incremento ha ve-
                                                              términos que repetía sin cesar y sin sonrojo; así decía
nido   a
           ser un valor convenido, añadido al valor contan-   nada más lo que quería decir y           el lenguaje dice
                                                                                             no lo que
te y sonante     del signo. En definitiva, puesto que todo                  sí solo
                                                              a veces
                                                                       por          imponiéndose  a quien   lo escribe.
signo es convencional, no hay dificultad en que lo sea
                                                                 Las palabras expresan más de lo debido o menos de lo
doblemente: acordamos, en una segunda fase, que el            necesario. ¿Cómo sabremos cuándo hay que sumar y
kilo equivalga a mil doscientos gramos.
                                                              cuándo hay que restar?
   Pero ¿acaso se remedia así
                              la situación? ¿Hemos otor-
gado a las palabras el suplemento de significado que re-
querían, o más bien hemos introducido en ellas un peli-          En toda comunicación hay un código de señales, que per-
grosísimo elemento de ambigüedad? Ahora resulta que                 al emisor transcribir su mensaje, y
                                                              mite                                          un descifra-
expresan, simultáneamente, más y menos, menos y más,          miento posterior  de  éste a cargo del receptor. Para que
de lo          sí mismas
       que por            enuncian. He ahí el problema.       el mensaje sea interpretado fielmente, es necesario que
«Experiencias» pasa así a significar «amargas experien-
cias, «Promesas», igual a «falsas                             su codificación y su descodificación se efectúen con
                                     promesas».               arreglo a un mismo código. Ahora bien, emisor y recep-
  Y palabras, igual    a   vanas palabras.
  «Pase, está usted                             si el visi-   tor, ¿poseen siempre el mismo código? La palabra pro-
                    en su casa». ¿Qué ocurriría               nunciada por aquél, ¿es entendida por éste correcta-
tante tomara esta frase al pie de la letra? A menudo las      mente, es decir, en el sentido preciso que aquél le dio?
palabras dicen menos de lo que deberían decir, a veces
                                                              Según Montaigne, toda palabra pertenece por igual, mi-
dicen mucho más de lo justo. En ocasiones, las palabras       tad y mitad, al que habla y al que escucha. ¿Coinciden
 nos traicionan; frecuentemente, las traicionamos noso-       siempre realmente ambas mitades?
 tros a ellas. El pecado de inexactitud es constante por         El peligro de desajuste, de desencuentro, se hace evi-
exceso o por defecto, y constante también el peligro de       dente și recordamos que la insuficiencia natural del len-
tergiversación. La realidad está ahí, los objetos, los sen-   guaje nos obliga siempre a sobrentender más allá de la
timientos, las situaciones, todo eso que tiene unos lími-
                                                       que,   pura letra. He aquí, pues, la misma pregunta, pero agra-
tes estrictos,
               un contorno minucioso; pero sucede             vada: ese plus sobrentendido por el oyente, ¿coincide
al                      de
    querer dar cuenta      ello, nuestras palabras «redon-    conaquel superávit que el hablante sentía y no pudo ex-
dean» ilusoriamente la realidad, según la célebre acusa-
                                                              presar?
ción, igual que solemos redondear una suma, despre-
                                                                  Amenudo, los sobrentendidos se transforman en mal-
ciando los decimales. A esta fraudulenta operación per-
                                                              entendidos.
tenece todo cuanto en el lenguaje es vaguedad, negligen-         Ardua operación la de descodificar. Porque no se tra-
cia, confusión, falsos sinónimos,
                                   anfibología, pobreza de    ta sólo de interpretar con acierto lo que se nos dijo, sino
202
                                                                                                                     203
                                                                      palabra, basta sobrentender esto o lo otro en cada una
también   lo que fue imposible decir. Esta exégesis de lo
                                                                      de las palabras. Decimos que la discusión suele ser un
entredicho resulta muy arriesgada, y sus posibles erro-
                                                                      diálogo en el que se introdujo algún malentendido.
res no podrán ser subsanados, puesto que no existe
                                                        un            Creo que no, creo que es en las discusiones donde preci-
texto al cual remitirse (éste sería, justamente, el margen
                                                                      samente, paradójicamente, acostumbra       haber mayor
que falta al texto que poseemos). ¿Sobrentiende él en lo              coincidencia («Francisco I y yo -decía Carlos
que me dice lo mismo que yo sobrentiendo en lo que es-                     totalmente  de acuerdo: los dos
                                                                                                                           V-
                                                                                                                          esta-
                                                                                                                      Milán»).
cucho? Los riesgos se duplican cuando el mensaje obtie-
                                                                      mos                                   queremos
                                                                      Lo más melancólico es ese otro diálogo que consiste en
ne respuesta, ya que ésta implica otro sobrentendido y,                    yuxtaposición de discursos paralelos. Cada uno va
        lo                                                            una
por    tanto, otra posibilidad de malentendido. «¿Vas a                                                      los dos
pescar?» «No, voy a pescar». «jAh, creía que ibas a pes-              por una orilla; no hay puentes;                 avanzan, pero
mitiendo en cadena una frase. Al cabo de diez eslabo-                 por XXVII? El progreso       fue  y  sigue   siendo posible gra-
                                                                      cias a la utilización de
nes, el mensaje conserva solamente una cierta fidelidad
                                                                                               un lenguaje idóneo en cada caso.
                                                                       Un lenguaje cabal y escueto en cuya significación con-
fonética: «El pato se ha subido a la copa con pericia».
                                                                      cuerdan todos aquellos que lo emplean. Si en otras ma-
Pero pongámonos en el caso óptimo, en el caso ideal,
                                                                      terias o disciplinas         política, por ejemplo- no ha
cuando la fidelidad es literal y completa; el gato sigue                                     -en
                                                                                               si
                                                                                                  se encuentran estancadas o gi
                                                                      habido tal desarrollo,
siendo gato y Alicia sigue siendo Alicia; ¿se habrá man-                                                                             -
                                                                      rando en redondo desde hace milenios, ¿no habrá sido
tenido por eso el mensaje en su pureza primitiva? Pien-                     la carencia de
                                                                      por                   un leguaje científico, de un código
so que toda repetición, por fiel que parezca, es siempre              preciso, severo     universal?
una traducción. Basta poner el énfasis en esta o aquella
                                                                                                                                 205
204
    Uno se pregunta si no sería posible hacer extensivo         modificaciones    innumerables;    se  añadió nuevos pi-
                                                                                                        les
 ese género de lenguaje altamente formalizado a todos            sos, se abrieron corredores, se levantaron algunos tabi-
 los sectores yniveles de la vida. Y la
                                        respuesta es, sin re-   ques. La única operación hoy posible es fijar, limpiar y,
 medio, negativa. Ciertamente, ya se ha ensayado una se-        tal vez, dar esplendor.
 mántica «fisicalista» para hablar de los sentimientos hu-
                                                                  El   lenguaje estaba ahí, lo estuvo         siempre.    A   la lin-
 manos, convirtiendo eso tan fluido y misterioso que es         güística incumbe simplemente estudiarlo.                 Qué duda
 el            o la ira, o el desprecio,                 al-
      amor,                         en simples estados y        cabe que la lingüística es una ciencia, pero en un senti-
 teraciones del sistema nervioso. Como era de prever, los       do muy peculiar. No es una ciencia apriorística, sino na-
 resultados fueron, más bien, desalentadores;       no sólo     tural, igual que la zoología: estudia y clasifica unas espe-
 porque   lo más fluido y misterioso de esas realidades si-     cies que preexistían y que no dependen de ella. Los ti-
 gue siendo inasible (algo así como querer describir en                las panteras, los leopardos. Y, asimismo, la palabra
                                                                gres,
 grados térmicos la tibieza de un regazo maternal), sino,       «tigre», «pantera» o «leopardo».
 sobre todo, porque los gastos resultan muy superiores a
 los beneficios. Quiero decir que
                                           lo
                                      que se gana en preci-
sión,          pierde en eficacia;   aumenta enormemente el                                  III
         se
206                                                                                                                              207
como cuerpos, y, por consiguiente, cada frase como la          muy dispar; y cada uno de ellos, sobre   todo, provoca
                                                                                                   es
expresión corporal y temporal de un ente autónomo y            una asociación mental diferente. No    lo mismo econó-
                                                               mico            barato,                           enflaquecer.
                                                                                                              Pues bien, es-
eterno; nada más lógico entonces que pretender suscitar              que          adelgazar que
una migración de significaciones, una metempsicosis            tas mismas diferencias, aumentadas,      solapadas, más su-
                                                                                                               las significa-
prodigiosa. ¡Ay, los prodigios humanos, los juegos de          tiles, incontrolables,  se dan siempre   entre
manos! Es muy difícil que el traductor sea consciente, a       ciones que dos personas otorgan a una       misma   palabra.
         de la modestia y la grandeza de su misión.                                                está       descrito  y de-
la vez, teología,                                                 Ciertamente, en   el diccionario      todo
  La            por   ejemplo, ha acabado    reconociendo      finido, y,  teóricamente, existiría un  código  al cual remi-
 que existe un desajuste irremediable entre el ruah he-        tirse en cada caso. Pero el diccionario, o bien es como
 breo, el pneuma griego y lo que nosotros denominamos
                                                               un   círculo vicioso, donde cada término se explica por
espíritu. El significado pleno de los profetas de Israel y
                                                               otro término, y éste, en definitiva, por el primero, o
de San Pablo resulta ya irrecuperable                          bien empareja como cosas idénticas aquellas que sólo
                                             para nosotros.
 Han pasado muchos siglos, por supuesto. Pero no es             son afines, produciéndose así un constante deslizamien-
 sólo cuestión de historia, sino también de geografía.             de voces contiguas que se desplazan, que invaden
¿Qué tiene que ver nuestro espíritu con el esprit francés?
De una misma palabra original, el successus latino, proce-
                                                               to
                                                               otro campo, que son engullidas por otras voces, palabras
                                                               movedizas en las que no podemos hacer pie. En suma,
de el succès francés, que significa éxito, y nuestro suceso,                    es tautología,             ambigüedad.
                                                               loElquelenguaje,
                                                                                                      es
                                                                        no
                 casi lo contrario,
que significa                       un suceso desgraciado,                      además,            cambia. Cambia porque sin cesar
como     se echa de ver en las «páginas de sucesos». No es                                     términos y abandona otros      -una
                                                               incorpora nuevos
extraño, pues, que en los libros actuales de cierto rigor      cuerda que se trenza por un cabo por el otro se
                                                                                                 y               des-
nosencontremos, cada vez más frecuentemente, con pa-           trenza-, lo mismo que   todo ser vivo, sometido a
                                                                                                                  un
labras en cursiva, que se citan en el idioma original, por-    constante proceso de asimilación y desasimilación. Sólo
que el traductor reconoció que eran intraducibles en su        las llamadas lenguas muertas
                                                                                               permanecen inalterables.
total pureza o plenitud.                                        Y sólo sus diccionarios resultan permanentemente váli-
   Pues bien, en cierta medida, podríamos decir eso mis-       dos, porque en ellos las palabras están ya inertes y em-
mo
       d muchas palabras
                             dentro del propio idioma, ya      balsamadas. En las lenguas muertas todo está fijado y es
       e
que hasta cierto punto cada hablante usa un idioma dis-        inmodificable. Por              eso,    Vendryès         las   definía diciendo
tinto. Quiero decir que si hay tantos vocablos que en                                                      está permitido
                                                               que son aquellas lenguas en que ya no
                                                                                   el            las
una y otra lengua no se corresponden del todo, también         cometer faltas. Por    contrario,     lenguas en uso expe-
existen en cada lengua muchos términos que en                  rimentan constantes mudanzas precisamente porque sus
                                                     uno y
otro hablante sólo coinciden parcialmente. Toda pala-          leyes son quebrantadas a diario, y estas transgresiones,
bra arrastra consigo una estela de connotaciones, reso-        cuando      generalizan, se convierten en nuevas leyes, a
                                                                           se
nancias, sedimentos, nunca los mismos en la mente de              vez también vulnerables y vulneradas. (Podría decir-
esta y aquella persona. A nivel general, ya se sabe
                                                               su
                                                        que    seque el estilo de un autor consiste en ciertas desviacio-
no existen términos totalmente sinónimos: cada uno de          nes o distorsiones afortunadas que él impone al patrón
ellos proviene de un tronco distinto, que sigue comuni-        académico, a la costumbre vigente, a las significaciones
cando savia distinta; cada uno de ellos está emparenta-        establecidas.) De este modo, las lenguas cambian
do, etimológicamente, con otras voces de contenido             sólo porque su vocabulario                   se
                                                                                                                  renueva, sino también,     y
208 209
                              o
tación, de envilecimiento       d                                                                                       Si
                                  ennoblecimiento: en su         que constituye la «información» estrictamente dicha.
         pedante                e
origen,           fue el maestro, el que enseña; canciller       falta ésta, no se comunica nada nuevo, no existe propia-
fue el que guardaba la cancela, el portero. Pero éstos
                                                                 mente comunicación. Pero si faltara el primer compo-
     los ejemplos
son                que siempre se citan; ejemplos de libro,      nente,
                                                                          si
                                                                             no hubiera un fondo consabido, tampoco po-
 los más llamativos y evidentes, los más inocuos. Lo ver-
                                                                 dría darse   comunicación alguna, pues no entendería-
daderamente inquietante es el proceso larvado, la ero-           mos nada;   algo así
                                                                                      como una ecuación de tercer grado
sión imperceptible, actual, de las palabras, esa historia        propuesta  a  quien no sabe siquiera sumar. La redun-
aún   no registrada. Las palabras cambian de sentido, y          dancia es el peldaño donde nos apoyamos para alcanzar
cambian insensiblemente,
                             porque cada día reciben y            una nueva altura.
provocan nuevas influencias.                                        Siempre que se establece un diálogo, éste presupone
    Y he aquí lo más grave de todo, una nueva ambigüe-
dad que se suma al carácter esencialmente ambiguo del
                                                                 la posesión solidaria del universo del discurso por parte
                                                                 de los dialogantes. Pero įse trata verdaderamente de un
lenguaje: a menudo, los participantes en el diálogo se            universo compartido, de unos conceptos que poseen la
hallan en distintos niveles históricos.                          misma significación para todos? Para averiguarlo habría
   Hay, sin embargo, otra cosa más grave, y es que tal           que dar marcha atrás, retroceder hasta encontrar un
cosa no se sepa. Que la gente crea que usa un idioma              vocabulario común desde el cual poder avanzar seguros.
«común», el idioma que todos manejan, adjudicando a                  Dospersonas están hablando de democracia. Sus opi-
                                                                    Dos
cada palabra el mismo significado. Creen, pues, que se           niones son divergentes; tan distintas, que en un mo-
entienden mientras no surge un malentendido notorio.              mento dado se preguntan
                                                                                              si
                                                                                                 ambos estarán tratando de
Sin duda, esto es lo más lamentable: no el que dos inter-
locutores acaben sin entenderse, sino que piensen que
                                                                 la misma cosa o no. Efectivamente,      hablaban de cosas
                                                                 muy   distintas. Aclarado este  punto, parece que la con-
se han entendido perfectamente. Si no se descubre el             versación    puede   seguir adelante   sin   equívocos. Mas    he
mal, no hay posibilidad de atajarlo. Cuando un español                                       tiempo surgen de nuevo las
                                                                 aquí   qu   al cabo de poco
          sabe de inglés     la palabra outlaw, hoopoe o                e
que nada                 oye                                     dudas: cuando uno y otro emplean la palabra derecho, la
needle,
         no comprende absolutamente nada y pide expli-           cual formaba parte de las dos definiciones que uno y
caciones, aunque sean mímicas;             si     constipated,                                              los dos lo mis-
sensible, actually, conductor,
                                     pero,    oye                otro dieron de la democracia, ¿entienden
                               fácilmente atribuirá a tales      mo?  Es necesario, pues, ensayar una definición de dere-
términos   el significado  que tienen sus parónimos caste-       cho para comprobar si hay o no acuerdo... Etcétera.
llanos: creerá que ha entendido lo que se le decía, no in-          Muchas veces se trata de simples palabras, cuestión de
dagará más, y sufrirá una gran equivocación. Suceden             palabras. Y resulta desolador pensar que gran parte de
cosas así. No todos los interlocutores saben que, cuando         los conflictos que sacuden a la humanidad están motiva-
se dice de alguien que es muy entendido en toros, se             dos por palabras, no por los objetos designados con tales
dice algo completamente distinto de lo que                       palabras. ¿Son galgos o podencos? Lo más grotesco es
                                                   queremos
expresar cuando decimos
                              que otra                                                                                 dis-
                                                                 que ambos interlocutores entienden lo mismo bajo
                                       persona   es
                                                      muy en-
tendida en vacas.                                                tintas denominaciones. Otras veces ocurre al revés: en-
210                                                                                                                            211
tienden la palabra democracia de dos maneras distintas,
                                                               ¿no?;   el tren se retrasa demasiado; dentro de cien
dan a la palabra derecho dos acepciones diversas. Los
                                                               años, todos calvos. Existe un grado ínfimo del lenguaje,
lingüistas llaman metalenguaje al lenguaje que ellos
                                                               que casi no es ya proposicional, que tiene un carácter
usan para dar explicaciones previas; no ya para hablar         más bien autoexpresivo y sólo eventualmente indicati-
del lenguaje, sino para hablar de cómo han de hablar
sobre el lenguaje. Parece que el metalenguaje es necesa-        vo,el mismo fenómeno que se da también en otras es-
                                                               pecies: un animal expresa un estado emocional que re-
rio a todo individuo que acomete en serio la gran aven-                                        los otros miembros de la
                                            democracia,        suena por connaturalidad en
tura de dialogar con otro. Entiendo por                 en-    colonia. Este  sol  de noviembre es agradable; mañana,
tiendo por derecho, entiendo por entender... Hay que ir
                                                               viernes; la vida es así. Son como juegos de palabras,
desandando el camino, deshaciendo lo que se hizo mal.           son ingenuas pero eficaces artimañas que sirven para
¿Hasta dónde habrá que remontarse?
                                                               evitar el horror del vacio. S habla para huir de la sole-
   Las sucesivas dilucidaciones sólo retrotraen el proble-                                 e
                                                               dad, buscando compañía. Nada mejor que una compa-
                                                        sig-
ma, pues cada vez que pretendemos determinar un
nificado, aparecen determinaciones con significados     dis-   ñía discretamente locuaz, «El amor es conversación».
                                                               Todavía no sé bien si esta frase de Aldous Huxley signi-
tintos. El codificar y descodificar resulta así una tarea
                                                               fica un elogio de la conversación o un vilipendio del
sin fin, una marcha circular, tejer y destejer, una labor
                                                               amor.
tan agotadora como inagotable, la vana persecución de
Aquiles tras la tortuga. Todo diálogo mínimamente cui-
dadoso se convierte en un comentario infinito: aclarar
cada palabra con ayuda de otra, la cual a su vez habrá de
                                             como quitar el
ser aclarada con ayuda de una tercera. És
polvo con un plumero;    el polvo que estaba sobre la mesa
    deposita ahora en la silla.
se
212
                                                                                                                    213
                          CAPITULO   V
                                                            215
    Lo concreto es inefable. Las palabras son siempre abs-      amplitud y energía, los delgados canales de asimilación
 tracciones. He ahí la grandeza y miseria del hombre, he        que el lenguaje ha interpuesto. Cada idioma incluso es
                                                                                                                     siste-
ahí                                                             como una retícula, impone al hablante un cuadro
      s
      u
         mayor obra, tan equívoca. El hombre empieza to-
mando contacto con las cosas, con este objeto que pri-          mático de formas que vuelve a filtrar lo que ya filtraron
                                                                los receptores sensoriales. La palabra sustancia la ima-
mero aprenderá a llamar Tom y después perro. Más
tarde sabrá qué cosa son los mamíferos, los vertebrados.        gen y la extenúa más y más.
una cantidad muy reducida de mundo. las      Lo grave es el      varía en boca de alguien que está alegre y de otro que
filtro que en nosotros han ido armando          palabras, el    está triste, la misma diferencia
                                                                                                  que   se daría en la pro-
filtro través del cual
       a               se destila  una mínima parte de lo       nunciación de automóvil.
que hubieran podido captar
                               los  sentidos en su natural         Nuestro lenguaje es simbólico; pero ni siquiera natu-
216                                                                                                                       217
 ral en cuanto simbólico, sino convencional, dependiente        tros bidimensionales y degradados, capaces únicamente
 de un código muy arbitrario. Es curioso cómo las expre-        de ver la música en la partitura, sin poder oírla jamás.
 siones lingüísticas o plásticas de los llamados primitivos        Abandonado a sí mismo, el lenguaje cobra un poder
 nos resultan a nosotros ininteligibles a primera vista, y      loco, la facultad de abstraer, de separar las partes del
 nos vemos obligados a descifrarlas, para luego traducir-       todo y los aspectos de cada parte, la facultad de actuar
 las a                                                          sin limitación alguna, de edificar modelos en el aire, de
        nuestro lenguaje, siendo así que son mucho más
 naturales que éste; como                                       pensar y decir esto y aquello y, a la vez, lo contrario de
       le decimos, tuviera
                             si     alguien, para entender lo
                                                                esto y de aquello. Unicornio o liliputiense son palabras tan
 que                            que verlo antes por escrito,
cuando en realidad la escritura constituye un simbolis-         legítimas como árbol o lápiz y pueden desempeñar per-
 mo ulterior, de tercer grado (palabra interior, palabra        fectamente todas las funciones gramaticales. «Yo he
sonora, transcripción gráfica). Es decir, que nos move-         muerto esta mañana» es una frase lingüísticamente
mos entre símbolos
                          de símbolos. Nuestras palabras se     irreprochable. «Dos y dos son cuatro» y «dos y dos son
hallan, respecto     de las imágenes primordiales, a la mis-    cinco» constituyen dos proposiciones enteramente indi-
 ma   distancia que nuestra caligrafía respecto de aquellos     ferentes desde el punto de vista del lenguaje; ambas son
pictogramas que originalmente representaban a los ob-           igualmente posibles, igualmente correctas. En suma, la
jetos por vía imitativa. Tan alejadas entre sí, por decirlo     realidad de la expresión no tiene nada que ver con la
 de otra
           manera, como
                            los viejos instrumentos manuales    expresión de la realidad.
 y  un  aparato   electrónico:   éste lleva
                                            ya incorporado el      Se trata de un poder ilusorio en la misma medida en
                                                                                                    la realidad,
control, el cerebro; de ahí que el proceso entre la simple      que es ilimitado; un poder que                   tan obstina-
pulsación de dicho aparato y los efectos provocados por         da e inexorable, desmentirá constantemente.        Al ser
ella resulte para el usuario totalmente incomprensible.         pensada y hablada por el hombre, la naturaleza queda
                                                                       éste desnaturalizada;
Han desaparecido el contacto y la transparencia.                para                         pero, precisamente por es0,
                                                                ella sigue en sí misma intacta, impenetrable, refractaria,
                                                                sordamente irónica.
218                                                                                                                      219
evolucionan mucho más lentamente que las cosas por
                                                                    Los«ídolos    de la tribu» son comunes a todos los hom-
                                                                  bres; por ejemplo, la costumbre de atribuir a la marcha
ellos mencionadas. El lenguaje cataloga las cosas, las ar-
                                                                  del universo un orden y una regularidad que de hecho
chiva, pero la vida escapa al poder estabilizador de las                            «ídolos de la
palabras.                                                         no posee.  Los                   caverna» son privativos de
                                                                  cada                y
    La realidad es cambiante y es continua. ¿Cómo captar                individuo se deben a su particular constitución
                                                                  espiritual y física. Después vienen los «ídolos del teatro»,
este continuum mediante vocablos que sólo designan seg-
                                                                                                las diversas escuelas filosófi-
 mentos? ¿Cómo meter todo eso que es ubicuo y simultá-            que han sido creados por
                                                                  cas, cuyos sistemas no  son otra cosa que frágiles escena-
neo dentro de una sucesión lineal de palabras? El len-            rios donde se montan mundos ficticios. Finalmente, los
guaje consta de unidades,       éstas
tes arbitrarios que nosotros hacemos en
                                       y
                                       son acotaciones y cor-     «ídolos del mercado» proceden del fácil encantamiento
                                                una totalidad                                   las palabras.
sin orillas ni fisuras. Espontáneamente, uno piensa en            que sobre nosotros ejercen
 los sustantivos, esas palabras más firmes, los                      Justamente, la filosofía analítica nació como un movi-
                                                   puntos fijos   miento iconoclasta contra esta última clase de ídolos. Se-
que articulan una frase: justamente los términos menos
                                                                        Wittgenstein, se trata de luchar contra la fascina-
aptos de todos. El único idioma hábil para dar cuenta,            gún
más o menos, de algo que por indiviso                             ción de    nuestro entendimiento por el lenguaje. Ocurre
                                                fluido resulta                                                       las pala-
                                                                  que el hombre es deslumbrado fácilmente por
inasible, sería aquel donde
                                       no
                                   hubiera   sustantivos, sino
                                   series de adjetivos yuxta-     bras,  las
                                                                              acoge gustoso, y en ellas se recrea como si po-
a
 lo   sumo, para   reemplazarlos,
                                                                                               poseyera la verdad.
puestos, elásticos, y verbos en infinitivo.
                                                                  seyera un tesoro, como    si
                                                                     En lugar de remitir a la realidad, según dije, las pala-
   Cualquier palabra es siempre demasiado esquemática,
                                                                  bras, a menudo, la suplantan. Y nosotros nos acostum-
demasiado simplificadora. Reduce, y por eso falsea. Es
                                                                  bramos fácilmente a vivir instalados en ellas, satisfechos
como una ficha de diez líneas donde se intentó resumir
                                                                   con ellas. Las palabras nos tranquilizan, nos eximen de
un libro de quinientas páginas. Decimos «voluntad», y
                                                                  indagar. (De indagar y de actuar, por supuesto. El que
traicionamos la dualidad complejísima de un yo que si-
                                                                  dice «Señor, Señor», cree que así entrará en el reino de
multáneamente quiere y no quiere, manda y obedece.                los cielos. Fue la       acusación de los obreros franceses
  Oh quanto   è
                  corto   il   dire.                                                 gran
                                                                                                        68:
   Las palabras son rígidas, como una túnica de piedra;           contra la revuelta estudiantil del        que, en lugar de
                                                                        la Bastilla,  la juventud se limitara a tomar la pala-
incapaces de ceñirse fielmente a un cuerpo.                       tomar
                                                                  bra.)
   Son intemporales, y por eso irreales, como la «ciencia
                                                                     Las palabras nos permiten rodear la realidad, orillar-
perenne».
                                                                  la, etiquetarla; todo menos entrar en ella. Decimos li-
  Son planas, y por eso reductoras, y por eso ineptas, lo
                                                                  bertad, decimos paz, decimos revolución. Amamos las
mismo que un triángulo es inepto para representar una
                                                                  palabras.     Mentalmente, las escribimos siempre con
pirámide.
                                                                  mayúsculas. Y, ante el esplendor de la Libertad, de la
                                                                  Paz o de la Revolución, pierden automáticamente toda
no
    el estacionamiento.    Quien desee solamente seguir vi-    dió: «La   poesía no   se   hace con ideas, sino con palabras».
viendo, sin importarle     el fraude en que vive, la mentira   Creo que la filosofía también.
que padece    y  que ejerce, puede continuar así, utilizando      Ya se sabe que las palabras son papel moneda y que
las palabras                                                   sólo valen por su respaldo en oro, por la reserva de
                como hasta ahora. Las palabras distraen,
consuelan, se interponen entre nosotros y la realidad,         ideas que hay detrás. Pero ni es oro todo lo que reluce
entre nosotros y el silencio. Son necesarias para que los      ni es valioso todo lo que contienen las ideas. Así como la
oídos humanos no sucumban al vértigo del silencio,             palabra tiende por sí misma hacia la palabrería, también
para que el hombre no tenga que afrontar la verdad             el pensamiento tiende a pulular: es
                                                                                                    un mismo fenómeno
desnuda.                                                       de inflación.
222                                                                                                                        223
cantidades   no homogéneas.   Estas cantidades son las teo-     fistas sicilianos llegaron a demostrar que nada existe,
rías, es decir, las terminologías (en definitiva, los dere-      nada es demostrable. El poder de persuasión de la filo-
chos de autor no se refieren a las ideas, sino a las pala-       sofía no desaparece, se transforma: se convierte en po-
bras, único sello persònal que un autor es capaz de im-         der de disuasión.
primir a su pensamiento). En el campo de las ciencias,             En resumidas cuentas, parece que a los filósofos no
los lenguajes se han diversificado de tal modo y tan            les interesa la verdad, sino la construcción de su propio
grande es la dificultad de entendimiento entre los estu-        sistema, tanto más perfecto cuanto más circular y tauto-
diosos de una y otra especialidad, que los centros técni-       lógico. En lugar de exponer inductivamente unas ideas,
 cos donde confluyen datos de diversa procedencia se            cuya validez     vendría sancionada o desmentida por su
han visto obligados a crear un nuevo tipo de expertos:          capacidad de explicar la realidad, se trata de construir
especialistas de la no especialidad, coordinadores de los       deductivamente un modelo teórico cuya calificación de-
diferentes lenguajes. Naturalmente, no unifican los len-        pende tan sólo del grado de su coherencia interna. Una
guajes, ya que cada ciencia requiere e impone su propio          buena arquitectura, una trabazón sin fallos: he ahí la
código, sino que practican una especie de traducción si-        obra digna de admiración. Son los decorados de cartón
multánea. ¿No sería posible algo parecido entre las dis-         piedra, son los «ídolos del teatro». Toda una vida no bas-
tintas filosofías? Nada menos parecido que una filosofía        tará para perfeccionar más y más el sistema. De lo que
 yuna ciencia matemática o experimental. Por lo visto, es       se trata, en suma, es de seguir dando vueltas, de seguir
indispensable que todo filósofo comience desde cero:            pronunciando palabras, de pedalear sin tregua. En el
toda teoría ha de ser un replanteamiento general. El            momento en que parasen, se caerían de la bicicleta; en
idioma propio del filósofo sería el idiolecto. «Humano,         cuanto dejasen de hablar, el silencio de la nada o de la
demasiado humano».                                              evidencia los aniquilaría.
   Pero ya que no podemos sumar unos resultados a                  No sólo porque el lenguaje constituye hoy el gran
otros, ¿no podríamos siquiera corregir las deficiencias                                     también por otra razón más
                                                                 tema de la filosofía,       sino
de un sistema con los aciertos de otro sistema? Aplicar
                          al cartesianismo,    aplicar un co-
                                                                 obvia, es por lo que cabe decir que
                                                                                                        la
                                                                                                       filosofía es cues-
un correctivo kantiano                                          tión de   palabras.
rrectivo cartesiano al  kantismo.   Pero  las cantidades  he-
                                                                    Pero filósofo no     únicamente el profesional de la fi-
                                                                                        es
terogéneas  ni se
                  suman ni   se restan.  ¿Y  hasta  qué punto    losofía. El filósofoes, sobre todo, un arquetipo de hom-
 son compatibles? Ciertamente, lo que cada filósofo ve,         bre, tanto como puede serlo el soldado o el moribundo.
                     los demás han visto; sin embargo,
no excluye lo que                                               Lostres reflejan, agudizado, un aspecto de la condición
siempre quedaría algo por aclarar: esa compatibilidad            humana, pues todos nos encontramos en una perma-
              las distintas  versiones, ¿no se deberá preci-
presunta de                                                     nente lucha, todos estamos abocados a la muerte y todos
samente  a  que son   versiones  imaginarias, no lo que cada    condenados a pensar pensamientos, serrar serrín y en-
uno ve,  sino  lo que  cada  uno se figura? Los cuerpos fan-    sartar palabras sin descanso.
tásticos toleran fácilmente una coexistencia que no tole-          El hombre parlotea. Il cause, il cause, c'est tout ce qu'il
rarían los cuerpos reales.                                      sait faire,
                                                                            como gritaba
                                                                                          el loro de Queneau. El loro
                                                                                                                         acu-
   Al final, el entusiasmo y el tedio       partes iguales-,    saba al hombre repitiendo interminablemente la acusa-
                                      -a
   ingenuidad y el escepticismo, acaban estableciendo           ción que el hombre había hecho del loro.
la
una misma afirmación: todo es demostrable, y, si los so-
224                                                                                                                       225
                              III                            cuanto para saber algo de los opinantes. Efectivamente,
                                                              nunca conoceremos mejor a una persona que por lo que
  El
guarda
      hecho de que haya tantas filosofías como filósofos,
         una estrecha relación con
                                    el hecho, innegable,
                                                             ella diga de otras personas; al lado de este dato, apenas
                                                             vale nada lo que éstas puedan decir de ella. Pues cuan-
                        no
de que una filosofía       no                                do alguien da un juicio sobre cualquier materia, lo que
                              gusta porque nos parezca
                           s
acertada, sino que nos parece acertada porque                hace, sobre todo, es darnosun juicio involuntario sobre
                                                nosgus-           mismo. Y
                                                             sí
ta. Tanto el filósofo como el no filósofo se hallan a                      esto ocurre con muchos libros y hasta con
merced de los «ídolos de la caverna»; cada uno, de su        épocas enteras de la historia de la cultura: apenas dicen
ídolo, de su prejuicio, de esa particular angulación en      nada relevante sobre la realidad, pero sí sobre el tiempo
                                                                                             tales expresiones cultura-
que se sitúa todo hombre cuando, contempla el mundo.         y lugar
                                                                      en que se produjeron
                                                             les. Cuando                                    sol es varón
   He ahí algo inevitable, el condicionamiento de una                      un texto egipcio afirma  que el
mirada por el lugar concreto de observación y, sobre            ou    texto japonés afirma que es mujer, ciertamente
                                                                   n
todo, por la índole personal del observador. Unpaisaje       ninguno de      los dos da
                                                                                          una información válida sobre di-
puede ser totalmente distinto desde el norte o desde el      cho astro; en cambio, resulta de gran interés lo que di-
sur, pero desde cualquiera de estos dos puntos será tam-     cen para conocer los esquemas mentales que hay detrás
bién muy   diverso según lo contemple un agricultor, un      de esas afirmaciones.
cazador, un geólogo o un pintor.                                Es inevitable, repito, el hecho de
                                                                                                         que mi situación en
   Yo no puedo estar cerca de todo ni puedo estar den-       el mundo condicione mi visión del mundo. Esto carece-
                                                    está
tro de nada, sino de mí mismo. Todo conocimiento
                                                             ría  de importancia si todos nos diésemos cuenta de ello,
marcado por     la peculiar naturaleza del cognoscente.
Desgraciadamente, el mundo tiene las mezquinas di-
                                                             si  todos reconociéramos       que nuestras perspectivas son
                                                             parciales. Tales perspectivas podrían, quizá, sumarse y
mensiones de mi mundo: basta que yo pierda mi interés        arrojar un resultado final equivalente a una visión más
por algo, para que esto inmediatamente palidezca; basta         o meno completa, más          menos armónica. Sería
                                                                                         o
                                                                                                                         como
                                                      in-          s
que suspenda mi curiosidad, para que todo se vuelva          una    descripción,  incluso  como una definición, del diálo-
significante;   basta
                   que retire mis ojos de un objeto, para    go ideal tantas veces aquí postulado. Sería. Por desgra-
    éste sedisuelva en la oscuridad, Es mi codicia lo que    cia, esta labor de equipo suele                   los individuos,
que                                                                                               ser, entre
hace apetecible
                   el
                  mundo, es mi emotividad lo que hace        tan infrecuente como lo es entre          los distintos sistemas
que algo sea emocionante, son mis recuerdos y mis es-        de pensamiento.       Primero, porque no se trata tanto de
                                     el tiempo.              visiones parciales complementarias, aptas para yuxtapo-
peranzas quienes ponen en marcha
  Todo esto,                     una manera retórica de      nerse, cuanto de visiones muy propensas a superponerse
                 *
                   supuesto,  es
expresar, más que de excusar, mis limitaciones. Cuando       unas a otras, a erigirse cada una de ellas en visión exclu-
digo que es mi mirada        que hace que las cosas sean     siva y excluyente. Y segundo, porque es muy improba-
                         lo
perceptibles, estoy diciendo que únicamente puedo per-       ble que una nueva prueba, la experiencia de cambiar de
cibirlas a la luz de mi mirada. Y la versión que yo ofrez-   punto de vista, venga a rectificar o enriquecer la imagen
ca de ellas, seguramente dirá de mi situación y de mi ta-    adquirida anteriormente. Hay una especie de inercia en
lante, de mí mismo, más que de ellas mismas. Es por          nuestros sentidos, que no es sino la ley impuesta por la
esto por lo que solemos pedir a la gente su opinión: no      memoria sensorial. Nuestros ojos reconocen mucho más
tanto para saber algo del tema sobre el cual opinan,         fácilmente aquello que ya han contemplado alguna vez
226                                                                                                                      227
  y se resisten a registrar lo que, en un cuadro visto ya           Ya nos lo advirtió Paul Nizan: la inteligencia sirve
 otras veces, les resulta nuevo o insólito.                       para todo, es dócil para todo. Hembra pasiva, no
                                                                                                                          le im-
    Esta inercia y parcialidad de los sentidos se verá luego              a quién unirse; justificará la     y la
                                                                  porta                                  paz      guerra, es tan
 reproducida en el comportamiento de la inteligencia.              útil para la verdad como para el error; con una apatía
 Ordinariamente, nuestros juicios no vienen determina-            de esclava, refuerza los objetos a los que, según su tur-
 dos por unos datos empíricos neutros; dependen, más                                                                       los
                                                                  no, consiente en someterse. Los ídolos del mercado,
 bien, del esquema conceptual con que hayamos aborda-             del teatro y los de la caverna, todos ellos, en definitiva,
 do tales datos. De ahí que cualquier investigación sea           están subordinados al gran ídolo de la tribu, el ídolo
                                                                                                                     6.
228                                                                                                                         229
 razón,   éstadesempeña, a la vez, el papel de juez y de        tad cuyo objetivo, por lo visto, no es obtener la verdad,
 reo. He aquí una gloriosa propiedad de nuestro enten-          sino simplemente pensar: girar en torno a la verdad. Lo
 dimiento, el reflexionar sobre sí mismo y sus propias          cual al visitante marciano lo sume en profundo estupor.
 obras, el construir un lenguaje y acto seguido someterlo                         como el hombre es primero inocente sin
 a juicio. Cuando trabajamos   sobre las palabras, cuando
                                                                Sucede que
                                                                              así
                                                                saber que existe la virtud y después culpable añorando
 las convertimos en objeto de examen y discusión, pare-         la virtud, así también su entendimiento es al principio
  cería que       distanciamos de ellas, que las trascende-
             nos            si
                                                                certero sin saberlo y luego aberrante sin quererlo, asen-
 mos.   Me  pregunto hoy       todos esos análisis tan minu-    tado en la verdad sin enterarse y afanoso buscador de la
 ciosos, tan               se  vienen haciendo del lenguaje,    verdad cuando se ha alejado de ella.
             severos, que
si  todo ese encarnizamiento contra el lenguaje, es algo
 más que la rebelión de un animal dentro de su jaula.
 Porque lo cierto es que seguimos dentro del lenguaje.                                      IV
 Porque para plantear la cuestión del lenguaje no tene-
 mos más remedio que recurrir a él. Se trata de una                Se ha dicho que la filosofía es la reflexión del hombre
 cuestión tan singular como aquella otra sobre «qué es          sobre lo que conoce y que la religión es la reflexión so-
 ser», en cuyo enunciado estamos utilizando ya el verbo                 que desconoce. Pienso que estas palabras, tanto
                                                                bre   lo
 ser, o como aquella otra que pregunta acerca del hom-          como        desestima de la religión, contienen una so-
                                                                        una
 bre, sin que sea posible que conteste nadie que no sea         brestima de la filosofía.
 hombre.                                                           Hay un cierto sector del pensamiento humano donde
    Čiertamente, nuestra respuesta tiene que ser símétrí-       la frontera entre filosofía y religión no está naďa clara.
ca de la que Protágoras daba del hombre: la palabra es          Terreno de nieblas persistentes y, sobre todo, terreno
«la medida de todas las cosas».                                 de arenas movedizas. No me refiero, por supuesto, a la
    Hasta para denostar el lenguaje tenemos que servir-        «filosofía de la religión», sino a algo completamente dis-
 nosde él, lo cual es una manera de reconocer su valor.         tinto, más próximo a lo que podría llamarse religión de
Sin embargo, se puede matar al tirano con su propia
                                                                la filosofía: cuando nos percatamos de que conocer
daga, se puede usar de una bomba para hacer estallar el         equivale, muy frecuentemente, a creer.
arsenal de bombas. ¿No cabría aquí una solución seme-              Incluso la ciencia, la ciencia misma, viene a ser, en
jante? La única victoria efectiva sobre la palabra sería el     cierto modo, una creencia, construida con más candidez
silencio; pero, al no poder dar ninguna explicación de          que rigor; un credo secularizado, en el cual sólo cambió
nuestro silencio, dicha victoria tendría todas las aparien-     el objeto de la fe,
                                                                                      pero el sujeto sigue practicando un
cias de                                                         tipo de actividad cuasirreligiosa. «Todo conocimiento es
         una derrota. Los insurrectos moriríamos duran-
te la huelga de hambre.                                               fe
                                                                           -afirma Santayana-,   si
                                                                                                  bien una fe con inter-
                                                                una
                                                                posición de otros símbolos». La mente cree en su propia
                                                                capacidad para inquirir la verdad, en la validez de la ló-
  La verdad es patrimonio de todo lo existente, ¿Por             gica, en la pureza de sus procedimientos, en la garantía
qué el hombre no la alcanza, o por qué duda de ella, o          de sus propias leyes; en definitiva, cree en los «ídolos de
por qué se ve desposeído de ella? Curiosamente, parece          la tribu».
         la culpa fuera de su inteligencia,
que toda                                    extraña facul-          No es que la fe venga a introducirse subrepticiamente
230                                                                                                                    231
    los sistemas de pensamiento                                 las impías palabras de un hombre iletrado. Pero ni Job
en                                  por esas grietas o porti-
llos que siempre quedan descuidados, logical gaps sino          atacaba realmente     Dios ni ellos defendían realmente a
que fue ella quien presidió la construcción de tales siste-     Dios. En verdad sólo defendían su propia causa. Por de-
mas. Cada uno de éstos descansa sobre presupuestos              bajo de las acusaciones que lanzan contra el hereje, el
que no pueden justificarse por el propio sistema. Se em-        subtexto era así: ¿Quién es éste para impugnar nuestra
                       fe y se termina                          doctrina, la creencia que nosotros hemos erigido en
pieza por un acto de                    en la elaboración de
un   credo.   Ese principio  según  el cual  debe admitirse     ciencia? ¿Quién es este advenedizo que pretende turbar
nada más lo empíricamente verificable, ¿es, acaso, un           el orden de la ideas establecidas?
principio empíricamente verificable? «Sólo hay hechos»,            Y ¿quiénes son estos teólogos infatuados, estos me-
dicen; esto parece bastante sólido, parece modesto y            ticulosos mensajeros     del Verbo? Pretenden saberlo
realista. Pero lo verdaderamente modesto y realista se-         todo. Una vez por semana se sientan a la mesa de Dios;
ría decir que sólo hay interpretaciones de hechos.               son sus asesores. Se trata de hombres demasiado orgu-
   La filosofía, antes «sierva de la teología», se ha hecho     llosos para apearse alguna vez de su tono autoritario;
sierva de la ciencia. Y al final ésta se erige en tribunal      demasiado teorizadores para comprender el hecho de la
de última instancia para emitir sentencias absolutas, es        duda; demasiado astutos para hablar de algo que pueda
decir, metafísicas.                                             ser desmentido, y demasiado ignorantes para conocer
                                                                hasta dónde lega su ignorancia; demasiado seguros de
                                                                    mismo
                                                                           para tolerar una objeción y a la vez demasia-
                                                                sí  s
   El peligro que acecha a los hombres religiosos es de         do inseguros para exponerse a ella. Y habrá de ser pre-
signo inverso.Deseosos de hacer razonable su fe,        sis-
                  el
                                                      la        cisamente Job quien tenga que defender a Dios de tan
tematizan hasta      punto de hacerla racional. Nada tiene      indignos defensores suyos.
de extraño que, si una ciencia puede convertirse en                Nunca la impostura y la precariedad del lenguaje hu-
creencia, también las creencias puedan transformarse            mano han llegado a límites tan extremos como cuando
en ciencias. Por consiguiente, la frase que encabezaba          se emplea para hablar así del Inefable. Cuando comete-
este apartado habría que redactarla en términos más             mos el grave pecado de pronunciar el nombre de Dios
melancólicos: la filosofía es la reflexión del hombre no        en vano.
sobre lo que sabe, sino sobre lo que cree que sabe, y la
religión es la reflexión del hombre no sobre lo que cree,                     riesgo amenaza a toda teología, el mismo
                                                                   Un gran                                 la teología janse-
sino sobre lo que cree que cree.                                que sirvió para definir el descarrío de
    Esos presuntuosos teólogos son los mismos sabios que        nista: llevar la lógica humana a las cosas divinas. Utili-
 un día fueron a conversar con Job, que le dieron aque-         zar, para hablar de Dios, un leguaje al cual se atribuye
las respuestas tan documentadas, aptas para explicar            una solvencia expresiva no inferior a la ordinaria.
exhaustivamente los misterios de este mundo y del otro.            Solamente es lícito el lenguaje analógico, en la medidá
Job, hombre de fe mucho más pura que la de sus inter-                                                                      fi-
                                                                en que confiesa no haber semejanza alguna entre lo
locutores, rechaza tales explicaciones como «verdades de        nito y lo infinito, sino a lo sumo, cierta proporción o co-
polvo». Los sabios se escandalizan, lo tachan de blasfe-        rrespondencia entre una relación de finitos y otra de in-
mọ.  Es el clásico camino de retroceso: del diálogo al                    sabiduría divina, por ejemplo, es a la esencia
                                                                finitos. La
                                                                                                     a
anatema.   Se   erigen en defensores   del Altísimo contra      divina como la sabiduría humana es la esencia huma-
232                                                                                                                       233
na. Lo que excede estos niveles es sugestión del malig-            La más austera teología ya no trata de cómo hablar
no. Porque «¿con quién compararéis a Dios, qué imagen          sobre Dios, sino de cómo callar sobre él.
vais a aducir?» (Is 40,18). La analogía consiste en un uso         En cualquier caso, la mejor manera de hablar sobre
traslaticio, una distorsión impuesta a las palabras, que       Dios será la que más se asemeje a una manera de callar.
nacieron para unas determinadas funciones, con el fin
de que cumplan otra función diferente. Pero ¿cuál es el        El   principal elemento del lenguaje analógico no es lo
                                                               que afirma
                                                                              (el
                                                                                    puente que permite decir algo), sino lo
grado de elasticidad de esas palabras? ¿En qué medida          que   niega   (cuando      señala el abismo entre las dos ori-
hay que estirar el lenguaje humano si queremos que sal-        las). Por   eso,   los   mejores enunciados teológicos se con-
ve la distancia entre este mundo y el otro? ¿Podrá             densan en unos poco adjetivosnegativos: Dios es infini-
                                                                                      s
aguantar sin romperse hasta llegar a mencionar correc-         to, insondable, indecible, inmortal, incomprensible. Lo
tamente a Dios?                                                que ocurre es que incluso a estas palabras solemos dar-
   Sólo me parece aceptable aquel lenguaje analógico           les
                                                                    un sentido particular, demasiado humano: infinito
que confiese constantemente       su penuria, su 'radical
                                                               es lo que es inasequible para nuestros instrumentos de
ineptitud; que nos obligue a entrecomillar mentalmente         medición. ¿Acaso no es también infinito el universo?
                                                         las
cuanto dice para recordar que no debemos entender              Giordano Bruno definía el mundo como el efecto infi-
palabras así, sino de otra manera. Palabras que ellas          nito de una causa infinita. Al aplicar el mismo epíteto a
mismas se van borrando a medida que son escritas. Y,           dos magnitudes
                                                                                      tan diversas, lo invalidaba, reducía su
                                 Dios. ¿Qué valor puede te-
antes que ninguna, la palabra                                  valor. Y ¿qué significa que Dios es incomprensible? La
ner   este  vocablo?  Un valor  convenido,  que sólo en la     tela de la analogía se adelgaza más y más: ni siquiera po-
medida en que hayamos acordado que es insuficiente,            demos comprender hasta qué punto él es incomprensi-
resulta válido. Es un ventanal pintado en la pared, pero       ble. Y, cuando decimos que es incomprensible, hemos
hay que saber que es pintado. Es sólo una maqueta de           de reconocer incluso que esta afirmación versa más so-
libro, un libro en blanco. No es propiamente el nombre         bre el hombre que sobre Dios; hasta tal punto permane-
de Dios,
            sino su vaciado en yeso, en palabra humana.        ce él indecible e intocable.
No designa a Dios; tan sólo alude a él oblicuamente,              ¿Cabe excederse en esta actitud iconoclasta? De cual-
mediante el recurso de una doble arbitrariedad. Digo           quier modo, siempre habrá que dar la razón a aquel ra-
Dios, y pronuncio nada más el signo de un signo, mero          bino que advertía:   la cosa  mejor es creer en Dios, y des-
soporte cifrado, falsa abreviatura del infinito. Por eso,      pués, la segunda, no creer en los ídolos. Pienso que la
entre todos los nombres divinos, Santo Tomás prefería          crisis actual del lenguaje religioso y esta creciente des-
el de Tetragrammaton, las «cuatro letras»,
                                              que es el sig-   confianza en sus posibilidades se deben, en gran parte, a
     del  signo de     signo, el término más inmaterial y      los antiguos intentos, tan impertinentes como bieninten-
no                  un
abstracto, un signo de taquigrafía, la pretensión más hu-      cionados, de emplear un lenguaje más racionał, inteligi-
mi. e. Un modo repetuoso de referirse a él, al nombre          ble y prolijo, menos abrupto.
divino; tan excelso, que entre los judíos había llegado a           Apesar de su terminología paralela, nada tiene que
hipostasiarse en el ángel del Nombre (Ex 23,21). Prefi-             la teo-logía     la geo-logía. Un tratado sobre Dios es
                                                               ver               con
rieron omitir completamente toda denominación y sus-           algo completamente distinto de cualquier otro tratado.
tituirla por una pausa. Sólo el silencio es digno del In-
nominable.                                                     El  no puede ser propiamente objeto de un estudio; sería
                                                               convertirlo en algo exterior, hablar desde una pretendi-
234                                                                                                                     235
 da posición al margen de él, siendo así que él lo abarca y       Fácilmente, la plegaria, en lugar de ser comunicación,
 lo penetra todo, incluida la mente que se dedica a estu-      se convierte en un muro que devuelve el eco de las pala-
 diarlo. Al final de cada capítulo, para su sonrojo y salva-   bras para complacencia y engaño de quien las pronun-
 ción, el teólogo tiene que agregar siempre aquella frase      ció; he ahí el modo más frecuente de escuchar la voz de
 de Isaías: «Mis pensamientos
                                    no son vuestros pensa-     Dios. Es menester callar, si queremos oír lo que él quie-
                                                               ra decirnos. ¿Y qué nos dice? Tampoco Dios suele
                                                                                                                          ha-
 mientos, ni vuestras sendas las mías, oráculo del Señor»
                                                                                 la                     habla,         le oí-
 (55,8). Cuanto pueda decir él sobre Dios es mucho me-         blar. Conozco         explicación:  nos         pero no
 nos importante que lo que es incapaz de decir. Y en           mos; no podemos oírle a causa del tumulto y vocerío de
 aquello que dice, cuando delimita un concepto, no inte-       nuestras pasiones, porque el ruido del mundo nos impi-
 resa la costa de la
                     isla, sino el perfil del océano.          de escucharle, porque vivimos en la superficialidad, y
                                                               para poder oírle tendríamos que cambiar de registro
                                                               hasta coger         onda. Es una explicación valedera sólo
                                                                             su
   En sentido estricto, Dios no puede ser objeto de nues-      como invitación al recogimiento, ciertamente necesario.
tros pensamientos. Por eso decimos que su nombre sólo          ¿Y después? En la soledad de nuestra cámara interior,
se usa con propiedad en vocativo, como invocación de           icómo discernir sus voces de nuestros pensamientos, de
una plegaria, nunca como materia de nuestra investiga-         lo que tal vez es sólo especulación nuestra, interpolación
ción. Sólo cuando decimos Tú, mencionamos a Dios con           ilegítima, nostalgia de otra clase de diálogo?
  alguna garantía. Cuando el discurso se transforma en            Decimos también que la Escritura es la palabra de
  diálogo, y el razonamiento en oración.                       Dios. Pero ¿qué queremos decir con ello? Tomo el libro
     Pero también nuestra oración está amenazada               y leo. ¿Qué leo, qué entiendo, qué oigo en esas páginas?
                                                      por el
  mismo peligro; fácilmente cae en aquello que Jesús con-      Por desgracia, no existe el «evangelio sin glosa». Todo
  denó como «palabrería» (Mt 6,7). El alma se desangrą         lector añade necesariamente        su propio comentario em-
  por cada palabra superflua que pronuncia. Del hombre         pobrecedor,    su   propia  interpretación.  ¿Hasta qué punto
                                                               ésta
  de letras suele decirse que disminuye con cada palabra             reduce o falsea la palabra divina? Quiero saberlo,
 que escribe, y sólo su vanidad resulta inagotable. En el      necesito saberlo, interrogo a Dios desde el fondo de mi
  creyente entregado a la locuacidad, lo que resulta ina-      alma. A este nivel, en este segundo momento, ya no hay
 gotable es su presunción, su infatuado convencimiento         ninguna frase suya con sujeto, verbo y predicado: lo
 de que tales fórmulas expresan algo válido. A Dios no se      que no es silencio, es ambigüedad.
     puede hablar así, disponiendo de él como se dispone          Sólo cuando digo Tú lo nombro de verdad. Pero tam-
 le
 de la presencia de un interlocutor, sino a través de la                            el                 si
                                                                                                      ese pronombre al
                                                               poco puedo evitar       preguntarme
                                                                                                                  la fe
 humilde esperanza, a través del mar, a cuyas aguas he-        que me aferro obstinadamente para extraer de
                                                               algún               no será también un antropomorfismo
                                                                                si
 mos arrojado un mensaje metido en una botella. Esas                  consuelo,
 pocas palabras han de pronunciarse entre silencio y si-       más, una personalización demasiado humana, el fruto
 lencio, entre el silencio de nuestro corazón atónito y el     de una analogía todavía muy grosera.
 silencio impenetrable de Dios. También en el tiempo,             Saber orar. Ya no se trata de cómo hablar con Dios,
 las palabras se hallan,    el mejor de los casos,             sino de cómo callar ante él.
                         en                        enmarca-
das por dos estados de alma que son dos silencios: el de
241
242                                                                                                                            243
    En otras palabras: ¿tesis, antítesis y síntesis?                                                       la
   La síntesis no es, por fuerza; una resta: la tesis menos         que llevaron a una persona a elegir        carrera judicial.
la antítesis, la tesis corregida         la antítesis. Tampoco      ¿Por qué razón este hombre es juez? Tesis, de carácter
                                     por                            optimista: porque su vocación es implantar la justicia en
                               tesis enriquecida
es  una suma    de  ambas:  la                     por la antíte-   el mundo. Antítesis, de carácter pesimista: porque se
sis, la virtud fortalecida          la tentación. ¿Qué puede
                               por                                                                          los demás,
significar que las posibilidades del diálogo son recorta-           cree un ser superior; tan superior a                 que se
                                                                                                                     le
das o son ampliadas por una experiencia anterior adver-             cree con derecho a juzgarlos. Síntesis: porque      suspen-
sa? La diferencia                                                   dieron cuatro veces en Notarías. He aquí otro tipo de
                      no sería nunca cuantitativa, sino cuali-
                                                                    realismo; lejos de ser una aleación de optimismo y pesi-
tativa. Además, la tercera parte de este libro, esencial-
                                                                    mismo, es un agua regia capaz de disolver cualquier
mente interrogativa y abierta, no se presta mucho a ser             aleación.
considerada como una síntesis. Más bien habría que de-
                                                                       Desde luego, las explicacioes realistas suelen ser mo-
cir: tesis, antítesis, hipótesis. El gets resulta sumamente
                                                                                           que, más que incierto, o acumulati-
                                                                    destas. Quiero decir
ambiguo.                                                                             el
                                                                     vo,
                                                                           oambiguo,         es modesto. Modesta y cotidiana
                                                                                        gets
  Por supuesto, aquí    la síntesis
                                    no podría ser un intento        es la vida matrimonial, modesta es la vida humana, mo-
de restablecimiento    de la tesis, una recuperación     del
                                                                    destas deberán ser tanto la
                                                                                                  esperanza como la desespe-
lenguaje adánico, sino, quizá, todo lo contrario: un per-
                                                                    ración suscitadas por las posibilidades o los fracasos del
feccionamiento gradual de las condiciones del destierro,
                                                                    diálogo humano. Esta sería la síntesis de la síntesis co-
un género de diálogo más próximo al consuelo que a la
euforia, una vocalización más esmerada para hacernos en-
                                                                    rrespondiente a la tercera parte del libro.
tender mejor. ¿Demasiado melancólico? El porvenir no
está escrito. La
                 suerte del diálogo forma parte de ese ig-
                                                                      Tercera     última parte, en la que el autor pide bene-
                                                                                   y
norado futuro que abarca la vida entera. Según una ter-
minología extraída del propio taller, el tríptico quedaría
                                                                    volencia   aquien leyere y donde se propone conciliar y a
enunciado así: oración aseverativa, oración negativa y              la vez trascender  lo ya dicho anteriormente.
                                                                       Lo primero   de todo,   convendrá ir dando definiciones
oración condicional. El gets resulta condicionado, incier-
                                                                    humanas de las cosas humanas.
to, oscilante.
  Sila   tesis y la antítesis contienen
                                     lo que podríamos lla-            Si  medimos al hombrè con la vara de medir gigantes,
                                                                         fuerza dará la talla de un pigmeo. Hay que renunciar
      optimismo   y pesimismo      estado puro, ¿cuál será          por
mar                            en                                   de una vez a esas definiciones maximalistas, químicas,
   aleación propia de la síntesis?
la Para esta tercera fase hay dos respuestas que equiva-
                                                                    inalcanzables,     que no   tienen   casi
                                                                                                                nunca   aplicación    en
                                                                    este mundo. ¿Realmente no es posible el diálogo, ni el
len a dos definiciones: o bien el pesimista es un optimis-
ta mejor informado, o bien el optimista es un pesimista             amor, ni la sinceridad, ni el lenguaje capaz de expresar
                                                                    la realidad? Todo depende del
                                                                                                      metro que empleemos,
mejor dotado.En ambos casos, indefectiblemente, se in-
                                                                    todo estriba en la definición dada a tales vocablos. En ri-
vocará la palabra realismo. Pero yo pienso que el realis-                                   así, podría decirse
                                                                    gor, podría hablarse                          que efectiva-
mo es otra cosa muy distinta, que no se trata de mezclar            mente no hay amor, ni comunicación, ni lenguaje veraz,
cantidades, sino de subir o bajar un peldaño. La síntesis,                                                             la tierra
efectivamente, se halla en un nivel distinto. Me explica-           como también podemos decir que no existe en
                                                                    el color blanco. Pues ni siquiera la nieve es blanca: no es
ré. Basta poner el ejemplo de las motivaciones íntimas
                                                                    perfectamente blanca. Pero el hombre no se mueve en
244                                                                                                                                  245
                de nociones ideales. Por eso decimos, y de-       Naturalmente,       el
                                                                                    lenguaje trae de origen una limita-
un universo
cimos con todo derecho, que la nieve, y
                                             la leche, y una    ción que    proyecta en todas sus obras: es humano, y
                                                                             se
pared encalada son blancas. O incluso que son muy blan-         humaniza todo lo que toca. Por eso decimos que la miel
cas. El superlativo resultaría inverosímil si la acepción       es dulce o que la piedra es dura. Mal dicho. En rigor,
normal de la palabra fuese absoluta, es decir, insupera-        tendríamos que decir que tales o cuales objetos produ-
ble. Sería
            tan extravagante como hablar de un año muy          cen en nosotros tales o cuales sensaciones, ya que la
bisiesto o de una línea muy perpendicular.                      dulzura  y la dureza no pertenecen a las cosas, sino a la
   Por consiguiente, fuera de esos contados casos en que        percepción de nuestros sentidos. Pero acaso hablaría-
se trata, más bien, de conceptos teóricos o convenciona-        mos así con mayor precisión? También la precisión es
les, nuestro vocabulario tiene                                                humano.
                                 que ser, por fuerza, elásti-   un concepto
       Los términos absolutos son como los cuerpos de             Debo      señalar
                                                                                  incluso que hay un grado de impreci-
 co.
laboratorio. Ya sabemos que el agua enteramente                 sión que es esencial a nuestro lenguaje, ya que tal inde-
pura, H2O y nada más, sólo existe en la probeta, pero           terminación permite un espectro más amplio de signifi-
todos decimos, sin incurrir en ninguna impropiedad,             cados y, por tanto, una comunicación más compleja y
que el agua del manantial es pura. Si utilizáramos otro         más flexible. En cada caso, la situación concreta del ha-
nivel de definición, habría que dejar sin empleo la             blante, su contexto, dejará ver cuál es el verdadero sen-
mayoría de las voces del idioma. O practicar constante-         tido que él da a sus palabras (cada palabra posee su sig-
                                                                                                                      ésta
mente un ejercicio mental de traducción. ¿De qué servi-         nificado especial dentro del contexto de la frase,
ría  esto? Cualquier día, alguien iba a averiguar               dentro del contexto  de
                                                       que el                            un discurso que engloba  la rela-
autor   de la Ilíada no fue Homero,   sino  un contemporá-      ción total de los interlocutores). La simple letra del
neo suyo y convecino que además se llamaba también              mensaje expresa, por ejemplo, una súplica; pero ésta ad-
Homero.                                                         mite innumerables matices:
                                                                                               lomismo puede ser la for-
  Espreciso     dar, de las cosas humanas, definiciones hu-     mulación de una orden en términos corteses que la ma-
manas.   Dino    Formaggio se expresó muy sensatamente,         nifestación de un deseo sin ninguna esperanza de verlo
 con gran sentido práctico, cuando, al ser interrogado          satisfecho. Sólo el contexto nos revelará en cada caso
sobre la esencia y extensión del arte, dijo que «arte es        cuál es el sentido de dicho mensaje. He aquí cómo esa
todo aquello que los hombres han llamado arte». Sería           ambigüedad de fondo puede considerarse una cualidad
absurdo dar definiciones inasequibles. Es absurdo pre-          altamente positiva: la gran plasticidad del lenguaje. Un
guntarse
           si el diálogo
                          es verdadero diálogo, si la comu-     lenguaje más riguroso, además de restringir el campo
nicación  es  verdadera comunicación, si la sinceridad es       del pensamiento, impediría la dimensión personal del
verdadera    sinceridad.  Es absurdo decir que «Dios» no es     discurso.
un nombre,     sino  un pseudónimo.                               Ya   se   comprende que   las palabras imprecisas, las ex-
                                                                presiones  vagas, nos son   indispensables     siempre que
                                                     los
  ¿Vale   o no vale el lenguaje humano para que                 queremos decir   algo impreciso  y vago.   Cuando    una na-
hombres   se comuniquen entre sí? Por ahora, nos basta-         ción amenaza   a otra con tomar   ciertas  represalias, hará
246                                                                                                                     247
dad  de aumentar o atenuar las represalias        según   se   chos?  Tampoco sabría nadie, por supuesto, decir dónde
                    los acontecimientos.                       acaba lo preciso y dónde empieza lo impreciso.
vayan desarrollando
                                                                  Dos cosas debemos tener presentes. Por una parte, el
   Pero no sólo es impreciso, por su propia naturaleza, el
                                                               lenguaje está regulado por ciertas leyes, ciertas normas
lenguaje diplomático. Todo lenguaje es impreciso en al-
                                                               sintácticas, léxicas, morfológicas, que no podemos que-
guna medida, tiene que serlo necesariamente. A una
                                                               brantar si queremos seguir entendiéndonos. Es una má-
realidad tan compleja y fluida como la de nuestro mun-
do, no puede corresponder un lenguaje exacto. La exac-         quina cuyo funcionamiento hay que respetar escrupulo-
                                                               samente so pena de echarla a perder. Es un edificio al
titud sólo se conseguiría a costa de un cierto empobreci-
                                                               cual se entra por la puerta y sólo por la puerta; sería ab-
miento. Todo lo que es claro es incompleto. Un axioma
chino afirma que quien todo lo entiende, es que está           surdo querer derribar las paredes para entrar con más
                                                               libertad, ya que precisamente esas paredes sostienen la
mal informado. ¿Cómo podría expresarse lo que es os-
                                                               casa. Por otra parte, sin embargo, el lenguaje se nos pre-
curo con palabras claras, lo que es irracional con pala-              bajo el         de  algo muy precario y fluctuante3;
bras racionales, lo que es complejo en términos simples?       senta          aspecto
                                                               hasta tal punto, que su eficacia, su utilidad como tal len-
La vaguedad no siempre es un pecado de negligencia
                                                               guaje, estriba en su propia indeterminación y penuria.
que debamos evitar. Es también una característica del
lenguaje, lo que permite a éste su «contextura abierta».       Si podemos comunicarnos, si podemos hablar, es justa-
                                                               mente porque no existen palabras diferentes para todas
   Nuevamente hay que hacer la apología de la indeter-         las cantidades imaginables de
                                                                                                granos de arena.
minación; ésta viene exigida no sólo por la condición de
los hablantes, sino también por el contenido de los men-
sajes. Una
            gran muchedumbre llenaba la plaza... ¿Cuán-          Cuando uso la palabra superpoblación, no estoy pen-
tas personas hacen falta para que podamos hablar de
                                                               sando en términos matemáticos:     señalar el número
«muchedumbre»? Literalmente, muchas, lo cual dista bas-
                                                               exacto de habitantes por hectárea que se necesitan para
tante de ser un número exacto. ¿Dónde empieza y dón-
                                                               que pueda hablarse de superpoblación,    no sólo rebasa
de termina un «montón» de arena? ¿Cuántos granos de
                                                               mis conocimientos, sino que seguramente atenta incluso
arena se necesitan para formar un montón y cuántas to-         contra el grado de elasticidad verbal que permite y re-
neladas son necesarias para que no podamos seguir ha-
                                                               quiere una ciencia como la demografía. Otras ciencias
blando de montón?                                              habrá que permitan y exijan mayor afinamiento; para la
   No se  crea que he aducido dos ejemplos, muchedum-          química, por ejemplo, es más fácil y más necesario de-
      y
       montón, que constituyen dos excepciones. Tal vez,       terminar exactamente el concepto de «saturación». Quie-
bre
en  estas palabras la indeterminación resulta más mani-        ro decir con ello que cada forma de conocimiento posee
fiesta, pero ésta se halla presente en la mayoría de las
                                                               su  propio rigor y, por consiguiente, su propio lenguaje.
voces que usamos a diario. ¿Cuándo algo puede llamar-          No puede ser igual el lenguaje místico que el lenguaje
se grande y cuándo debe llamarse pequeño? ¿Por dónde           argumentativo, ni los cultivadores de un determinado
pasa la frontera que separa el aquí del allí,
                                              la miseria de    lenguaje tienen derecho a acusar a los otros por no suje-
                                                               tarse a su mismo criterio. Sería como exigir a los juga-
la  pobreza,  la amistad de
                           la  camaradería,  lo  normal de
lo  anormal? ¿Quién sería capaz de trazar la raya que
distingue al último de los pocos del primero de los mu-
                                                               dores de fútbol que se movieran según las reglas del
                                                               ajedrez. A los detractores de la metafísica, según los
248                                                                                                                   249
cuales ésta  carece totalmente de sentido, les contestó
Waismann:     «Es
                 un sinsentido decir que la metafísica es
                                                            riesgos de tal posesivo son muy gra
                                                                                                 .s.Para darse cuen-
                                                            ta de ello basta observar esta serie de sustantivos y ver
un sinsentido».                                             cómo la significación elemental del primer adjetivo, ple-
   El grado de precisión, pues, depende de cada lengua-     na, indiscutible, sancionada por Hacienda, va deslizán-
je: de su objetivo no menos que de sus instrumentos. Al     dose hasta contaminar las restantes expresiones: nuestra
 medir una finca, no pedimos la misma precisión que al      casa, nuestros alumnos, nuestra patria, nuestro Dios. Al
                                                                                                                    si
 medir una tela, ni tampoco cuando medimos una tela         final tomamos posesión del concepto de Dios como
 nos mostramos tan exigentes como un diseñador de           fuese la casa que acabamos de comprar.
joyas. Medimos y nos expresamos de tal modo, que el            Por eso, todas las cautelas serán pocas para impedir
 margen de error que pueda quedar sea irrelevante para      que nuestras palabras, cuando se refieren a Dios, co-
nuestro propósito concreto.                                 bren un sentido más positivo -más posesivo- que el
   La exactitud completa, total, ¿dónde la hallaremos?      que
                                                                 les corresponde.     Y el que les corresponde es muy
Ni siquiera el 3,14159 equivale exactamente a pi. Pero      remoto   y
                                                                       muy  tibio.  De ahí que, para hablar de tales te-
esa cantidad, que es sólo aproximada, nos sirve; sirve            siempre  será  la vía negativa mucho más
                                                            mas,                                             segura que
para hacer cálculos correctos, permite que nuestras            vía afirmativa. No hay duda que la proposición «Dios
construcciones
                                                            la
                 tengan toda la firmeza deseable. La        es bueno» resulta menos verdadera que esta otra: «Dios
exactitud perfecta, así como la perfecta objetividad, es    no   es   equinodermo». Cualquier enunciado afirmativo,
sólo un valor límite, asintótico, ideal.
                                                            por elogioso que sea, hay que destilarlo siempre y to-
   Nos bastan las aproximaciones. Y nos bastan, de las      marlo según un sentido anałógico, muy modestamente
cosas humanas, definiciones humanas.      He aquí, por      analógico.
ejemplo, una buena definición del lenguaje humano:            Sin embargo, no se puede atenuar de tal modo el len-
para hablar con el vecino, basta el román paladino.         guaje, que equivalga a una pura destrucción. Porque
                                                            tampoco esto carece de peligros. Es preciso reconocer
                                                                  si Dios
                                                            que,          no cabe en ninguna palabra, tampoco cabe
                                                                           que queda después de tachar la palabra.
                                                                el hueco
                           II                               en
                                                            Una pausa como aquella que hacían los israelitas cuan-
   Bastan la palabras humanas para referirnos arealida-     do en la Biblia tropezaban con el ombre de Yahveh, no
des  humanas: son palabras adecuadas, son suficientes.      deja de ser también algo muy limitado, no deja de ser
¿Y cuando se trate de otro tipo de realidades que no son    una  medida indigna de quien excede toda medida. En
humanas? Ya dije que, inevitablemente, nuestro lengua-      el vacío del santuario Dios
                                                                                          no estaba más presente que
   humaniza todo lo que toca. La miel es dulce, la piedra
je             es
                                                            en un  templo   repleto de imágenes.
es dura,
          Dios bueno.                                          Los cristianos sabemos que Dios vino al mundo y se
   Dios es bueno: un antropomorfismo, por supuesto.         hizo presente. Y así como un día se dignő encarnarse en
Incluso cuando decimos que Dios es incomprensible (su       el cuerpo de Jesucristo, así también, de alguna manera,
atributo más puro, el menos afectado por nuestra pala-      condesciende en morar dentro de nuestras palabras, tan
bra), estamos haciendo una afirmación que, como ya          humanas y carnales. La Palabra se hizo carne en las pa-
advertí antes, versa más sobre nosotros que sobre él. In-   labras.
defectiblemente,   Dios será siempre nuestro Dios. Y los       La palabra, el oído, la fe: he aquí el camino normal de
250                                                                                                                 251
                                                                 pre han preferido expresar sus vivencias religiosas a tra-
nuestra noticia sobre Dios (Rom 10,14). Y la respuesta           vésde una fórmula simbólica, ya que hoy también ésta
será correlativa: la fe, las exigencias de la fe, el testimo-    sigue siendo, en cierto modo, irreemplazable. Carente
nio verbal acerca de lo que hemos conocido. «Creemos;            de la dimensión horizontal propia de la abstracción, el
                     (2
por eso hablamos»        Cor 4,13).                              lenguaje del mito posee, en cambio, una potencia de
                                                                 profundidad sobre lo particular que lo hace especial-
                                                                  mente apto para la expresión de lo religioso. Su lectura,
    Toda forma de conocimiento tiene su propio lengua-
                                                                 por lo tanto, ha de practicarse también en profundidad,
je, regido por una gramática. Por eso se ha dicho que la         atendiendo cuanto en él hay de evocación. Es menester
teología es a la fe lo que una gramática es a un lenguaje.       dejar que resuenen en el alma, con todas sus secretas
 La teología sería el metalenguaje del lenguaje religioso;       virtualidades, relatos tales como el del diluvio o la ex-
 comentario, exégesis y argumentación de un lenguaje             pulsión del paraíso, palabras tales como aliento, agua, ser-
 que pudo ser cultural, notificador, profético, místico,         piente, polvo de la tierra. Estos relatos y palabras
                                                                                                                      expresan
 apostólico. Sin embargo, ella no proporciona una clave           niveles de experiencia que de otra manera seguirían
 para el entendimiento de este lenguaje de manera simi-           siendo inexpresables; expresan y al mismo tiempo ilumi-
 lar a como lo hacen otras disciplinas con su propio códi-                                                   las épocas descen-
                                                                  nan, permitiendo al hombre de todas
 go de signos. La clave estaría, más bien, en una cierta
                                                                 der él   también a   dichos niveles.
 experiencia interior que faculta al oyente para la recta             lenguaje de     la      es fundamentalmente narrati-
 inteligencia de lo religioso. De todos modos, el lenguaje          Elcuenta las «obrasBiblia
                                                                                        maravillosas del Señor». Incluso los
 religioso jamás tendrá la misma transparencia que pue-          vo:
                                                                 atributos divinos más            personales y estáticos
                                                                                       puros,                           son
 den alcanzar otros lenguajes. La verdad se revela en él
                                                                 narrados. No se nos dice que Dios sea inmutable, sino
 de una forma tan misteriosa
      como Dios se revelaba
                                 -tan patente y tan oscu-        que «está sentado por encima del aguacero»
                                                                                                               (Sal 29,10).
                             en Cristo.
ra-Los dos grandes modelos lingüísticos de nuestra ex-
                                                                 Sin embargo, ninguna palabra abstracta podría darnos
                                                                 de su inmutabilidad una vivencia tan intensa, ni siquiera
presión religiosa son
                            la
                         narración y la plegaria, dos mo-
                                                                 una noción tan clara, como esa expresión de carácter
delos que además se hallan estrechamente unidos: el re-
                                                                 mitológico.
lato de cómo busca Dios al hombre desemboca en
                                                      una           La Escritura no contiene una sola definición de Dios,
comunicación que es búsqueda de Dios por parte del                      éste queda suficientemente descrito
                                                                 pero                                         por su activi-
hombre.                                                          dad en favor de los hombres. Su definición, pues, se da
   Ciertamente, los mitos fueron siempre el vehículo pri-        mediante verbos, no con sustantivos. El creó a los hom-
vilegiado, la forma primordial de las grandes nociones
                                                                 bres, firmó una alianza con ellos, los sacó de Egipto, los
sobre la divinidad y sobre la relación de ésta con los hu-
                                                                 condujo a la tierra prometida, los desterró a Babilonia,
                 el mito es
manos. Porque                un lenguaje dramático, de ac-       los libró de la cautividad. Toda la Escritura
                                                                                                                 no es otra
ción, concreto. Probablemente surgió en los inicios de                              sagrada.
                                                                 cosa que historia
la historia del hombre,   cuando éste carecía de términos            Son libros que relatan y anuncian. El anuncio perte-
suficientemente   abstractos  para articular de otra mane-       nece a la misma esencia del relato: lo justifica, lo orien-
ra su discurso. Sin embargo, no es la tosquedad o insufi-        ta, lo hace florecer. Sus verbos en pretérito enlazan
ciencia, no es
                 la falta   de otras palabras más idóneas, la
                                     la cual los hombres siem-
                                                                 constantemente con las formas verbales de futuro, que
única ni la principal razón por
                                                                                                                           253
252
apuntan  a un gran acontecimiento venidero. Porque el            Este nombre, en vocativo, será la raíz de toda oración.
pueblo de la Biblia es el pueblo de la Promesa. Mas he               el tú que los hombres pronuncian desde el fondo
                                                                 Es
aquí que, a partir de cierto punto, a partir de esa raya      de  su  alma, ya que Dios constituye el verdadero tú del
                                                       la                                  Es
que separa y une el Viejo con el Nuevo Testamento,            verdadero yo de cada      uno.   un yo que surge cuando
                                                                                                                      qu
narración adquiere otro tono, se empieza a hablar de          él  me   llama, cuando  él me nombra. Lo    primero     e
otra manera: en un presente que asume y corona todos          Adán recibió fue un nombre, una identidad: una capa-
los pretéritos. ¿Qué ha ocurrido? El cumplimiento de la       cidad de respuesta personal a un llamamiento igual-
Promesa. Y iqué ha ocurrido en los redactores de estos        mente personal. Y, ya para siempre, el lenguaje será
últimos libros? Que hacen una «interpretación» de todos       el lugar de encuentro, la casa común de Dios y del
los libros anteriores y
                        que esta interpretación es Jesús de   hombre.
Nazaret.
                                                                  Dios sigue siendo el Incomprensible; pero los creyen-
   Pero el género literario sigue siendo idéntico, de ca-      tes, más que de incomprensibilidad, prefieren hablar de
rácter narrativo. El concepto de Dios sigue siendo el
                                                              ocultamiento. ¿Qué diferencia hay? Aquello es una pro-
mismo, de índole operativa. ¿En qué consiste la esencia       posición de orden intelectual, esto es una experiencia de
divina? He aquí su definición: Dios se hizo hombre,           índole afectiva. Así también, Dios sigue siendo el Inefa-
vino a los suyos, y los suyos no le recibieron; dio vista a   ble, pero los creyentes se sienten autorizados y obliga-
los ciegos y   curó   a los   leprosos, murió
                                         y resucitó, se so-
                                                              dos a repetir cada día: «Santificado sea tu nombre».
metió a la ley            de la ley, padeció
                nos libró
                  y                          en la carne y
                                                                  Ese nombre, en nuestra boca, ha sido mil veces man-
obtuvo para nosotros la resurrección de la carne. Trajo
                                                              cillado, pero mantiene aún un extraño poder de seduc-
la Buena Noticia. Sus palabras fueron palabras de ver-
dad y de salud. Y así como él se asemejó en todo al           ción. Lo puedo pronunciar en privado y en público,
hombre, menos en el pecado, así también sus palabras,         pero no es susceptible de apropiación. Nombre que no
expresadas en palabras humanas, se asemejan a éstas en        contiene a Dios, pero me vincula a él. Moneda muy gas-
                                                              tada por el uso, que ha perdido su efigie, pero que con-
todo, menos      en el error.
  Todos   los esfuerzos realizados                            serva su valor. Nombre que ha sido de tantas maneras
                                  por el hombre para pe-
                                                              profanado; no obstante, algo sigue intacto detrás de
netrar en el misterio de Dios encuentran su más conmo-
                                                              esas cuatro letras. Nombre desacreditado por los sabios,
vedora ilustración en aquella lucha que sostuvo Jacob
 con el ángel a orillas del río Yabboq. Su lucha era su       utilizado en   sufavor por los poderosos, abominado por
empeño por conocer el nombre de Dios. Aquí se com-
                                                              los enemigos   y trivializado por los amigos, todavía pue-
                                                              de ser objeto de análisis y de amor. Dios. A este monosí-
pendia todo. Cuando un día Yahveh se mostró a Moisés,
                                                              labo convienen, en el más alto grado, aquella restricción
lo hizo manifestándole su nombre (Ex 3,14). Pero esta
manifestación era todavía muy imperfecta y su nombre
                                                              y aquella alabanza: «Palabra que no es concepto,
                                                                                                                  porque
                                                              es ella la que hace concebir».
                                o
era tan sólo   un esbozo      anuncio. «Yo soy el-que-
                                                soy»                  fe se
                  soy el-que-      Hasta que llegó Jesús,                                   La fe es como un diálogo
quiere decir «Yo                                                La          expresa en oración.
cuya obra salvadora él mismo
                               la resumió así: «He revela-               tácito. Aunque nada le digamos aDios, aun-
                                                              existencial,
do tu nombre a los hombres» (Jn 17,6).                                                                       nuestros
                                                              que no pensemos en él, esa fe hace que todos
                                                              actos puedan convertirse en adoración, súplica y agra-
                                                              decimiento. Pero es menester que alguna vez pronun-
254                                                                                                                 255
ciemos ante él palabras de adoración, súplica o agradeci-         sino, sobre todo, de obras y omisiones (la oración cristia-
miento.
                                                                  na no es especulativa, también ella es narrativa).
  Sé     que más de
                    una vez experimentaremos la inutili-             Resulta, en verdad, digno de atención el giro dado re-
dad de nuestras plegarias, su atroz falta de sentido o su         cientemente por los métodos de espiritualidad: si antes
 trivialidad. Tú eres, joh Dios!, el Señor de los cielos y la     se iba de arriba abajo, extrayendo de la meditación las
tierra. Lo digo con la misma rutina con que se dice todo          aplicaciones oportunas para nuestra conducta, ahora,
lo  coisabido: dos y dos son cuatro. Lo digo con la mis-          generalmente, se procede al revés, de abajo arriba, em-
ma convicción con que     se dice    lo
                                          que no   podemos com-   pezando por la vida, tomándola como punto de arran-
 probar personalmente:    elRhin es más corto que el Vís-                                                        la plegaria.
                                                                  que, haciendo que ella vaya configurando
 tula. Tal vez, un día nos resolvamos a prescindir de la                                             historia.
                                                                  Así oró Israel,  desde  su propia            Una oración
oración, decisión que puede estar motivada incluso por            desconectada de la vida es una oración sin vida,       саusa
                                                                                                                       у
 razones de un discreto realismo y hasta de reverencia.           hoy a las almas un penoso sentimiento de irrealidad.
 Nos damos cuenta de lo peligroso que puede ser citar a              En cierto modo, este mismo giro puede observarse en
 Dios en vano, percibimos también cuán impropio resulta
retirarnos a un lugar solitario y cerrar los ojos para diri-
                                                                  la
                                                                  la
                                                                     teología, todas esas teologías que podríamos llamar de
                                                                      gama cálida, teología pastoral en una acepción muy
girnos a aquel que está en todas partes y en el fondo de
                                                                  amplia, y que no constituyen ningún manual de evange-
nosotros mismos, y cómo puede ser también un desati-              lización, sino todo lo contrario, una suerte de cuestiona-
no el pretender amar con un amor nominal y expreso a              miento de la teoría desde la praxis. Mientras la teología
quien está detrás y debajo de todo amor. ¿No sería pre-           habitual solía partir de los principios para iluminar los
ferible renunciar a proyectos tan inanes y reducirnos a           hechos y definir su valor cristiano, aquí, en combinación
un silencio tenaz, laico, humilde?                                 con ese esquema, se parte también de los hechos para
   Oración, que viene de os, «boca», obligando incluso al         contrastar y verificar el valor cristiano de una determi-
maestro de meditación a retroceder a las formas más
                                                                  nada manera de pensar.: Pero esta misma conexión
materiales de plegaria, a emplear de nuevo este rústico
                                                                  -constante, programática, quizá obsesiva, con
                                                                                                                     la exis-
instrumento, a vocalizar cuidadosamente. He ahí la úni-           tencia real ha obligado a la escatología, o teología del
ca humildad. Porque se trataba de una tentación;
                                                      la de       mañana, a desistir de toda lucubración sobre el pasado
quien arroja de su mente, por inadecuadas, todas las              mañana, sobre la eternidad, y a definirse a sí misma no
imágenes de Dios con el fin de adorar puramente a
                                                                  tanto como ciencia de las postrimerías, sino, más bien,
Dios, y luego acaba adorando ese vacío, ese
                                                hueco qu          como investigación de
                                                                                          las realidades actuales
                                                                                                                  en su dina-
contempla embelesado como obra suya purificadora, e y
                                                                  mismo hacia esas postrimerías; hacia un futuro que no
que tristemente confunde con la trascendencia divina.             sólo ha de trascender, sino también recapitular, todos
   Oremos.                                                        los futuros históricos.
256 257
258                                                                                                                    259
 ma de ese otro tú, el tú del hermano. Entre todos los            dos en torno a un sacramento escueto y a unas pocas,
                                al hombre, considero el más
 errores que pueden afligir                                       muy sobrias afirmaciones compartidas por todos.
                                                                                                                                Es la
 pernicioso y patético el de quienes creen que aman a             hora   de la acción,   hermanos.     «El que tenga   algo  que de-
 Dios sólo porque no aman a nadie más.                            cir, que  se adelante    y  calle».
    La Palabra soberana, eterna y sin contexto, suena en             ¿Y la verdad? Porque nadie puede negar que existe
 las voces más trémulas y a través de los signos de los                                                       el deber de indagar
                                                                   una verdad objetiva, y que existe
 tiempos, que sólo se hacen perceptibles en la medida en          esta verdad, y que existe el deber de confiar en las posi-
                          la realidad y comprometidos
 que vivimos dentro de                                   con      bilidades de esta indagación... Ellos ni afirman ni nie-
 ella. No esperemos  epifanías.   Hay que trabajar en la dia-               hombre pensante no abarca al hombre contra-
fanía, haciendo transparente el corazón al tú de Dios, y
                                                                   gan. El
                                                                  dictorio. La fe documentada palidece junto a la fe des-
 transparente el mundo a la revelación de los signos.             nuda. Las palabras se hacen, se deshacen y rehacen. ¿Es
    Tan frecuente ha sido un pensamiento puro que sólo                respuesta algo más que la gracia inmanente a la pre-
 era pura irrealidad, teoría montada sobre
                                                 el vacío, teo-   la
                                                                  gunta? Querido Ignacio Escribano, tú lo viste y nos lo
      sumada a otra teoría; tan frecuente era el recurso a
ría                                                               explicaste: el nido que construyen las golondrinas en el
lo   inverificable para evitar el enfrentamiento con la rea-      cáliz de piedra del pórtico. ¡Ah, ese último consuelo de
 lidad, tantas veces las grandes palabras sólo servían para          mente, que ha hecho al fin su descubrimiento supre-
 tapar agujeros, han sido tantos los crímenes contra la
                                                                  la
                                                                                importante no es encontrar, sino seguir bus-
 vida cometidos en nombre de la superioridad del pensa-
                                                                  mo: que    lo                           razón y de la fe que no
 miento, que a nadie puede extrañar esta reacción de
                                                                  cando! He aquí un Sísifo de
                                                                                                     la
                                                                  cesará de intentar      subir   a la montaña una y mil veces.
 sentido contrario a que asistimos ahora; esta impugna-           Pero en lo sucesivo podrá hacer esto con otro ánimo
 ción, este apremio, esta impaciencia y desdén, los folle-                                                    la verdad      está
                                                                  muy diferente: convencido de que                       no       en
      sobre cómo transformar el mundo en ocho días. Ya
tos                                                               la cumbre, sino
                                                                                       en  el  camino,   y  Dios  no
                                                                                                                     está más allá,
260                                                                                                                             261
                           САPITULO II
     LAUNIDADDIALOGO,
               HACE POSIBLE EL
                                                           263
          la    verdad íntegra; no sólo la verdad, sino toda la
 poseer                                                                                                    clase de                  ob-
                                                                          ¿Qué tipo de verdad? ¿Qué                   verdad puede
  verdad   y    nada más que la verdad. Por el contrario, y
                       el pluralismo habla de la verdad en plu-         tenerse en tales condiciones?
  como es obvio,                                                          Cualquiera que sea la materia de que se trate, pienso
  ral: de    verdades    lo bastante numerosas para evitar
                                                                  una   que todas las opiniones pueden y deben ser expuestas
  conclusión demasiado parcial, lo bastante flexibles para
                                                                         con libertad. Basta privar de la palabra a un opinante,
  aceptar corregirse mutuamente y lo bastante diferentes                                                                Si su opi-
                                                                        para que los efectos lleguen a ser desoladores.
              para poder compensarse unas con otras.
          sí
  entre                                                                 nión era la verdadera, porque se impide así conocer la
     Por lógico y necesario que nos parezca, el pluralismo              verdad; si era falsa, porque se impide ese mejor y más
                 situación natural. Digo natural no ya respecto
  no es una                                                             matizado conocimiento de la verdad que sólo tiene lu-
  de una naturaleza humana perfecta, infalible, sino res-                                              el
                                                       e insegura, a    gar tras su confrontación con     error. Pero lo que suce-
  pecto de esta naturaleza nuestra averiada                             de de ordinario, como        bien  advirtió Stuart Mill, es
                                               las                                              muy
                 mezquina.     Porque              muchas   taras del
 la vez quese                          entre
                                                                        que  ni esa opinión  ni las demás   suelen ser totalmente
  hombre,          halla su  tendencia   a mirar   lo otro, lo ajeno,   acertadas o totalmente falsas. Cuando dos ideas entran
 según una de estas dos perspectivas desgraciadas: o bien
                                                                        en liza, generalmente no se trata de dos verdades, ni
 como algo rival, o bien como algo extraño y anómalo,                   tampoco de dos errores, sino de dos medias verdades. Si
 capaz de suscitar nuestro escándalo o nuestro desprecio.               evitamos su contraste, ¿qué ocurrirá? La media verdad
  ¿Qué fondo aldeano, xenófobo, pervive en el corazón                   que se ha dado por buena, al no encontrar antagonista
  del hombre? Se trata de una propensión a destruir, re-                donde limitarse y pulirse, se hipertrofia y acaba convir-
  primir o subestimar todo aquello que es diferente. Por                tiéndose en un error; la otra, la que fue silenciada, ali-
       el pluralismo significa una victoria,
 eso,                                               un estadio supe-    menta   en
                                                                                     elexilio su resentimiento, afirmándose a         sí
 rior y, dada nuestra labilidad, una situación siempre                  misma con parecido exclusivismo. Y así, de esas dos me-
 amenazada de retroceso. (¿Como una síntesis inestable?                 dias verdades, hemos hecho dos errores.
  La tesis representaría la unanimidad; la antítesis, el con-              En esto acaba la famosa verdad íntegra de los inte-
 flicto; la síntesis, el pluralismo y la tolerancia. Habrá              gristas y la famosa verdad pura de los incontaminados.
                                             gets de la convivencia
 que volver nuevamente sobre este                                          Omar era un fanático ejemplar cuando ordenó que-
 ganada día a día, progresiva y siempre precaria; de un                 mar la biblioteca de Alejandría: «Porque no hay más
 diálogo que significa respeto a las verdades y búsqueda
  común de la verdad.)
                                                                        que  un    libroverdadero, que es el Corán; todos los de-
                                                                                        dice lo
                                                                                                 mismo que el Corán, y son inúti-
                                                                                      o
                                                                        más libros,
                                                                                        n
     En el mejor de los casos, en los casos más moderados,              les, o dicen
                                                                                     otra cosa  distinta, y son nocivos».
 cuando el integrismo significa tan sólo una aspiración a
 la homogeneidad de opiniones y convicciones, el resul-                   Conozco     las objeciones   contra   el
                                                                                                              pluralismo. La pri-
 tado supone ya un innegable empobrecimiento. Tal ob-                   mera, el pluralismo degenerando en dispersión y atomi-
                            si
jetivo no se alcanza           no es a costa de la creatividad de       zación. Efectivamente, ése es su riesgo, pero no mayor
 los individuos
                     que  piensan   y de la complejidad de las co-      del que acecha por el otro cabo a la unidad, la cual pue-
 sas que se piensan. Pero la pretensión del integrismo di-              de, con la misma rapidez, degenerar en uniformidad y
 fícilmente se detendrá ahí. Por naturaleza tiende a ir                 opresión.
 más allá, hasta imponer tiránicamente un único tipo de                    De hecho, pese al pluralismo hoy existente, muy supe-
 verdad.                                                                rior al de épocas pasadas, la humanidad ha logrado un
264                                                                                                                                  265
                                                  básicos,
consenso, por
               lo  que respecta a algunos puntos
mucho más sólido y generalizado que en tiempos ante-
                                                               conservadores y contra el Rácing de Santander; y no
                                                               está,
                                                                        no puede estar, completamente contra nadie. Se
riores. Existe una carta magna de los derechos humanos          trata de grupos dispares, funcionales, permeables. Se
que ningún sistema ideológico      osaría hoy rechazar o       trata de una sociedad compleja y muy fragmentada, en
discutir. Estosderechos, ya se sabe, son frecuentemente
                                                               la cual intervienen simultáneamente tendencias que
violados en muchas sociedades; pero quienes así actúan         conjugan y hasta cierto punto neutralizan sus intereses,
se  ven obligados ante el mundo a dar una explicación, o       sus programas y sus modelos. Teóricamente, es la situa-
bien negando de plano que existan tales violaciones, o         ción ideal para el diálogo, con múltiples accesos laterales
bien justificándolas como un recurso de emergencia, re-          yvías de confluencia.
curso que tiende precisamente al más eficaz estableci-             Nadie ha de sorprenderse tampoco ante un hecho
 miento de un nuevo orden tutelador de todos los dere-         que podría parecer paradójico: el hecho de que coinci-
 chos. Si la hipocresía es un homenaje que el vicio rinde      dan hoy esa diversidad de tendencias y la más aguda
 a la virtud, también     los sofismas constituyen             conciencia unitaria; conciencia que no responde sola-
                                                   una inne-
 gable forma de pleitesía a la racionalidad. Sofistas y no     mente a una idea religiosa o metafísica, sino a una expe-
 sofistas, hipócritas y
                         personas sinceras, demuestran estar   riencia vivida: la efectiva unificación de los hombres por
concordes en lo fundamental. Nunca como en nuestros            medio de la ciencia y de      la técnica. La «humanidad» ya
 días había sido tan grande el acuerdo teórico de los          no   es   un concepto abstracto,   es un hecho de comproba-
hombres acerca de los derechos del hombre. El pluralis-        ción. Ahora bien, esta unificación ha suscitado inmedia-
mo empieza donde esa unanimidad termina.                       tamente su propia respuesta; no de signo contrario,
     Cabría pensar también que el pluralismo fomentará                 sí
                                                               pero complementario. A fin
                                                                                                   de
                                                                                                      atenuar
                                                                                                               los peligros de
 las contiendas,
                                                               una civilización que, por ser universal, podría convertir-
                    disensiones y enfrentamientos. A esta
 segunda objeción respondo que en un régimen pluralis-         se en igualitaria y niveladora, surge en todas partes, con
ta es mucho más improbable que las discrepancias          se   pujanza cada vez mayor, un espontáneo movimiento en
conviertan en conflicto. La diversidad de valores admiti-       favor de las culturas locales. Tal reacción no consiste
dos hace         los distintos
            que                 grupos humanos sólo parcial-   sólo en una reflexión retrospectiva, un estudio de los
mente se opongan, mientras que parcialmente coinciden          orígenes en busca de la propia identidad, sino también
  y se compenetran. Lo que pudiera ser un factor multi-        en un proyecto de autonomía, una voluntad de afirma-
plicador de discordias, cumple a la vez una misión regu-       ción de todo      loautóctono. Curiosamente, las regiones,
ladora al evitar cualquier oposición total. Los grupos po-     las nacionalidades,                      sello más particular y
                                                                                      van a tener un
líticos, por ejemplo, ya no cuadran con los grupos reli-       distintivo dentro de esta unidad supranacional. Cuanto
giosos, económicos o geográficos. Hay ingleses que no          más se asemejan los españoles y los franceses, más se
 son anglicanos, comunistas que no son prosoviéticos, in-      distinguen los catalanes de los castellanos. El desarrollo
telectuales que militan al lado de los trabajadores, blan-     del ecumenismo coincide también con la progresiva di-
 cos qu hacen causa común con los negros. Es posible           versificación de las Iglesias locales. Lo cual, en el fondo,
      e
que una misma persona, un campesino, esté hoy a la              no es ninguna paradoja; es un fenómeno tan lógico, que
 vez, y por distintas razones contra los obreros industria-    más bien resulta un fenómeno mecánico.
les,
     contra la clase burguesa, contra los movimientos fe-          Hay que reconocer, sin embargo, que sobre el plura-
ministas, contra el Mercado Común, contra los obispos          lismo   se   cierne                        Sucede que las di-
                                                                                     una grave amenaza.
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versas formas culturales de la humanidad no sólo son               Resumiendo: la unidad hace posible           diálogo,
muy variadas, sino también muy desiguales. Existen              ralismo hace posibles a los dialogantes.
pueblos que son, sobre todo, «emisores», y otros que son,
sobre todo, «receptores». Con frecuencia, éstos se limi-
tan a asimilar los esquemas de cultura que les transmi-                                      II
ten los otros, los pueblos poderosos, tan ambiciosos qui-
zá, que exportan su propia concepción de la vida como              Pero el auténtico pluralismo no significa solamente la
otra mercancía cualquiera; tan altruistas quizá, que            existencia simultánea, en un mismo espacio, de varios
quieren imponer al mundo entero lo que ellos conside-           estilos de vida y varias concepciones de la realidad. As-
ran motor del progreso y clave de la felicidad. Pero se         pira a una convivencia efectiva y a un intercambio fe-
trata de un falso altruismo o de una ambición equivoca-         cundo. No se trata de permitir a cada uno su monólogo,
da. De hecho, sobreviene el empobrecimiento para unos           sino de establecer el diálogo entre todos.
  ypara otros, para los pueblos ricos y para los pueblos           Por supuesto, esto exige de cada una de las partes la
pobres. Estos pierden su identidad y aquéllos se ciegan,        renuncia a pretender imponer al conjunto su propia
sevuelven insensibles a cualquier otro valor que difiera        idea particular, su norma o su proyecto. Pero supone
de los
         suyos, a cualquier otra figura de vida que no en-      también que cada sistema de pensamiento renuncia a
caje dentro de sus criterios preferentemente económi-           erigirse como el único exhaustivo, el único que abarca a
 cos.
      He ahí el peligro, inevitable en todo diálogo donde       los demás, el único que proporciona las explicaciones úl-
los interlocutores                                              timas. Tales pretensiones carecen de futuro. La época
                     poseen una fuerza muy desigual.
   Pero no es inevitable sucumbir a tal peligro. Ni siquie-     de los sistemas totales pasó a la historia.     Ningún     pensa-
    la ciencia, ni siquiera la técnica (a                       dor serio se jactaría hoy de poseer la llave de la verdad y
ra                                        cuyo avance sería
inútil querer oponerse o sustraerse), tienen por qué ser        de poder ofrecer al mundo un mensaje personal de sal-
consideradas un factor de uniformidad en el mundo               vación. Ya no toleramos tampoco los dilemas demasiado
moderno. A pesar de su carácter objetivo, universal y           simples.   Osocialismo o capitalismo... Hace tiempo que
universalizador -ese lenguaje común que proviene del                 y
                                                                uno otro      ven obligados a ensayar soluciones mixtas;
                                                                               se
desciframiento matemático de lo real-, la ciencia no            mientras los países socialistas relajan su economía dirigi-
                   a                                            da, la economía de libre mercado se impone restriccio-
tiende, de           suprimir o difuminar las diversidades
            suyo,
culturales. Cultura y ciencia, efectivamente, no consti-        nes cada vez más severas.
 tuyen dos esferas distintas y contrapuestas; ésta forma            En un mundo pluralista no tienen aceptación -ni tie-
parte de aquélla, es parte de una determinada totalidad          nen cabida ni tienen sentido- esos dilemas apremiantes
cultural. En ningún sitio la ciencia puede ser concebida         del tipo «O yo o el caos»; esos enunciados maniqueos,
como algo ajeno, exterior, como algo perteneciente a             dogmáticos, que explican el universo mediante alguna
                  mental más
otro universo                  evolucionado. Cada civiliza-      disyuntiva tan tajante como falsa. El mundo es comple-
ción debe realizar su propia síntesis, la incorporación de      jo, y las posiciones dogmáticas quedan condenadas, an-
la ciencia a sus raíces culturales; síntesis tan diferencia-     tes que nada,
                                                                                por su irrealismo, por ese error de simpli-
dora como esas mismas raíces. Ni la ciencia ni
                                                  la  técnica   ficación que subyace a los diversos
                                                                                            nada?
                                                                                                     errores propios de
                                                                                          o
vienen a abolir las diferencias, simplemente nos obligan        cada variante. ¿O todo            Hay otras muchas sali-
a replantear éstas en otro nivel.                               das: ni
                                                                           todoninada, sino
                                                                                            una parte; ni todo ni nada,
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sino una tercera cosa; a la vez,     y
                                 todo nada, pero en dis-         la segunda      nos invita a interpretar de manera amplia,
                                                                                                              los
tintos tiempos, o al mismo tiempo, pero en distintos pla-        generosa, afirmativa, la situación de            no cristianos
nos. El mundo es complejo.                                        con respecto a Cristo. Entre una      y  otra frase hay algo
                                                                 más que compatibilidad: quien no está con Cristo (es de-
                                                                 cir, quien no piensa con Cristo que todos aquellos que
                                                                      están contra nosotros, están con nosotros), está con-
   Los dilemas resultan falsos dilemas cuando son for-
 mulados de
                                                                 no
                                                                 tra Cristo.
                manera interesada y capciosa.
   Por ejemplo, ciertos intérpretes de la doctrina católica         Fuera de la Iglesia se dan preciosos frutos de santi-
         a menudo de este ardid expresa o tácitamente.           dad, las olivas que maduran fuera del arca, según pala-
 usaron
   O sumisión incondicional a su magisterio, o anarquía de       bras de San Agustín (Contra Faust. 12,20). Porque las
                     un exégesis definitiva y rígida, o el       fronteras de   la   Iglesia visible no coinciden con las del
 pensamiento;      o a                                     ex-
                                                                                     la  Iglesia nunca podrá apropiarse del
travío  de  las versiones  subjetivas; o piedad tradicional o    Reino. Porque
 sentimentalismo aberrante. Se trataba de forzar la adhe-        todo los atributos que son exclusivos de su Señor. Cristo
                                                                 es el único camino, pero la Iglesia no es la única senda
sión de la gente proponiendo disyuntivas cuyo segundo
                                                                                                            la luz del mundo,
 término fuera odioso e inadmisible. Demasiado fácil,            que conduce a ese camino. Cristo es
desde luego; demasiado fácil y demasiado innoble. De             pero   la Iglesia
                                                                                    no  tiene  el monopolio de su irradiación.
 sobra sabían ellos que, además de las dos posibilidades         Cristo   es  la única puerta del redil, pero la Iglesia no es
expresadas en cada uno de tales dilemas, existe siempre          el  único   acceso a dicha puerta. Cristo es el único templo
270                                                                                                                        271
                                                     la
misteriosa,   de resultados   nada cuantificables,        oscura   y
                                                                     una finalidad muy diferentes, sino, sobre todo, por-
misión de seguir siendo sal de la tierra: no un grupo              que su lógica, subordinada en todo momento a
                                                                                                                       las im-
humano al lado de otros grupos, ya que tampoco la sal              previsibles mociones del Espíritu, nada tiene que ver
                                                                                     las sociedades humanas.
es
    un alimento junto a otros alimentos. Antiguamente,             con la lógica de
                                                                                    el  pluralismo cristiano presupone la uni-
cuando los límites de la Iglesia se calcaban sobre los lí-            Desde luego,
mites del Imperio, configurando el perfil de una socie-            dad. Siempre tiene que existir una identidad religiosa.
dad perfectamente     homogénea en lo espiritual y en lo           Siempre    debe darse no sólo la comunión de los corazo-
temporal, el peligro de confusión era realmente mucho              nes en una misma fe, sino también la posibilidad de co-
mayor. De hecho,
                    los criterios
                                   para determinar
                                                     la perte-     municación de las diversas experiencias de fe: el dere-
                            de                 la Iglesia,         cho a la diversidad comporta el deber correlativo de ca-
nencia o no pertenencia          un hombre   a              no
siempre estuvieron exentosde contaminación política.               tolicidad, de apertura a las otras maneras de confesar y
Además de influir poderosamente en los sínodos ecle-               practicar un mismo credo. Habrá que evitar también, en
siásticos, los emperadores llegaron a dictar ellos mismos
                                                                   lo  posible, el escándalo de los hermanos más pequeños,
                                                                       turbación inútil de aquellos aquienes cierta multipli-
leyes contra los herejes.
                            Tan grande era su celo por
                                                             la
                                                                   la
casa de Dios? Simplemente, los herejes atentaban contra            cidad de formas sólo traería desconcierto, incertidum-
la estabilidad del Imperio, cuya unidad descansaba so-             bre y desazón. A veces, un teólogo o           un
                                                                                                                     grupo de
                                                                                            la libertad del pluralismo, hacen
bre la fuerza unificadora de una religión única. La he-            creyentes, invocando
rejía, por tanto, constituía, a la vez, un crimen de lesa          afirmaciones cuya letra parece oponerse a las fórmulas
Iglesia y de lesa patria. De ahí que la fórmula del credo          establecidas o al sentir del pueblo. No les reprocho su
                                                                           al pluralismo, sino la insuficiencia de ese
fuese utilizada contra los herejes, por el brazo secular,          amor                                                 amor. Si
                                                                                                        evitarle todo  obstáculo
como un código contra desertores.                                  loamasen más, esmerarían en
                                                                                      se
                                                                                                                            273
272
                                                                   18.–Palabras son amores
éstos. Habrá que evitar también una doble tentación:            ñor, reconocen  hoy que ninguna de ellas agota la expre-
por una parte, hacer del pluralismo una teoría cómoda,         sión de  la fe común, que ninguna puede dar de él la
                                                                                  y definitiva: él es «siempre
que nos exima de todo rigor; por otra parte, pretender         imagen  completa                                mayor». No
que esta diversidad de actitudes tenga que concretarse         hay duda que esta división de las Iglesias representa un
necesariamente   en enunciados precisos, nítidos, sobre        escándalo, un hecho triste que resta ante el mundo cre-
cuya ortodoxia  poder dar en seguida un veredicto.              dibilidad a su misión, y no hay duda que para ellas eso
  La unidad y universalidad de la fe no estriba en for-        significa una grave pesadumbre. ¿No cabría, sin embar-
mulaciones abstractas, tanto más elásticas cuanto más          go, desde esta pesadumbre, desde esta humildad, desde
abstractas, sino en la vida de comunión de todos cuan-         el reconocimiento de la parte de culpa que a todas in-
     se llaman cristianos, capaces de intercambio y            cumbe, ver en ello una misteriosa gracia? Cada una de
tos
nocimiento recíproco. Movidos por el Espíritu, podrán
                                                      reco-
                                                               las Iglesias
                                                                            puso s énfasis particular, subrayó especial-
practicar aquella «multiplicidad de lenguas» que trajo         mente un aspecto u del mensaje, tal vez con vehemencia
Pentecostés, y que constituye la más excelsa forma de          excesiva, pero ninguna de las demás puede renunciar a
diálogo, de comunicación con cada uno.                         ninguno de esos aspectos. ¿No cabe ahí la posibilidad de
   La unidad que degenera en uniformidad es mala,              un enriquecimiento mutuo para el futuro? ¿Cómo re-
                                        la autenticidad de
porque sólo se obtiene a costa de                              unir en un haz de luz tantos destellos, tantos rasgos
nuestra    adhesión  personal, y el pluralismo que llega a     sueltos de ese rostro que todos amamos, pero sobre el
dispersión es malo, porque disuelve la fe. Sin una fe co-      cual todos hemos puesto también una sombra, una
                                                               mancha, la huella de un oprobio? Hubo pe
mún   no hay comunidad. Sin autenticidad no hay perso-
nas para formar comunidad.                                     duda, en el hecho de la separación. ¿No podría hoy, a
                                                               pesar de todo, interpretarse esa culpa como una felix
                                                               сulpа?
   Es evidente, repito,   que debe existir una definición de
fe. La  religión católica profesa un credo, un conjunto de
dogmas a los que el creyente ha de prestar su asenti-             Pero la verdad de Jesucristo no se halla solamente en
miento. Pero est conjunto, según quedó dicho en el             las Iglesias
                                                                            que se proclaman cristianas. Hay reflejos y
                 e
Vaticano II, decreto sobre ecumenismo, está articulado         fragmentos de esa verdad repartidos por todo el mun-
como una «jerarquía de verdades». Las hay principales          do: son las famosas «semillas esparcidas del Verbo». Este
                                                           y
accesorias, determinantes y determinadas: Se trata de          convencimiento, que no es de ahora, sino que data ya
círculos concéntricos alrededor de una verdad funda-           delos Padres, debe suscitar en nosotros gran respeto
                                                                                                       un
mental, que es Cristo, el Señor; verdad que en cierto          por tantas maneras diferentes de pensar, a la vez que el
modo constituye una verdad preconceptual y que puede           propósito de ampliar y ahondar nuestra verdad con esas
ramificarse en distintas fórmulas conceptuales, depen-         remotas aportaciones.   Pero nunca impaciencia   por bau-
dientes de su marco cultural. Para que puedan ser luego        tizarlas.
cotejadas correctamente,        necesitarán antes de una         Ya   sé
                                                                       que
                                                                             la expresión «cristianos anónimos», hoy tan
transcripción a     las
                         estructuras básicas de la fe pri-     en boga, no   es propiamente una calificación que la Igle-
mordial.                                                       sia se
                                                                      arroga el  derecho de imponer a los hombres del
   Las distintas Iglesias que aclaman a Cristo como Se-        exterior. Es, más bien, una persuasión de uso interno,
274                                                                                                                  275
        los
que       creyentes emplean precisamente para valorar
                                                             todos que   nuestras respectivas religiones poseen una
con mayor     modestia su propia condición, inmerecida,
de cristianos explícitos. Es
                             una expresión que traduciría
                                                             raíz misionera  y una irrenunciable vocación universal.
                                                              ¿Cómo compaginar ambas cosas? La impresión domi-
aquella frase de Jesús antes citada: «Quien no está con-
                                                             nante es que nos falta sinceridad, bien sea en la acogida
tra nosotros, está con nosotros». Es una forma de ha-
                                                             que concedemos a nuestros interlocutores, bien sea en
blar, sin embargo, que puede resultar poco afortunada,
                                                                exposición que hacemos de las pretensiones de nues-
poco deferente, incluso injuriosa para alguien que quizá     la
                                                             tra fe. Todo ello podría expresarse también de otra for-
vea en ella la graciosa concesión de una ciudadanía que                                                si
                                                             ma. La acogida al hermano no es plena        no deseamos
él ni desea ni ha solicitado. Lo que íntimamente obede-               lo mejor, y cada              (y
ce a una razón de humildad en el cristiano, aparece ha-      para él                   uno entiende    no puede dejar
                                                             de entenderlo así) que lo mejor para todos es la religión
cia afuera como un gesto de superioridad, como una
condescendencia; tal vez, como una gestión solapada de       concreta que él profesa. ¿Cómo conciliar esto con aquel
anexión espiritual. Por mi parte, confieso que siempre       otro elemento que supone una acogida respetuosa, la
                                                             voluntad de aceptar y amar al otro en cuanto otro? De-
que oigo tales palabras, me parece que expresan una          cir que cada caminante debe seguir su camino y que to-
operación a la vez demasiado fácil y demasiado porten-       dos los caminos desembocan finalmente en el mismo
tosa, lindante con la prestidigitación, y no puedo evitar
                                                             Dios, me parece una respuesta insuficiente, tal vez evasi-
el pensar en un teólogo vestido de lamé, habilidosísimo,
                                                             va, tal vez tocada de irenismo. Creo que debemos reco-
sacando de un sombrero sintoísta la paloma del Espíritu                        el fondo de tales diálogos late
Santo. Con los mismos motivos, un musulmán podría            nocer ya que en                                   una tre-
                                                             menda paradoja, una contradicción humanamente inso-
llamarme a mí «musulmán anónimo». Pero yo tengo mi
                                                             luble. Subrayo el adverbio humanamente,    para poner de
nombre, al que me adhiero, y no me gusta que nadie lo
                                                             relieve la necesidad de invocar aquí el nombre del Se-
considere un anónimo, o más bien un pseudónimo bajo
                                                             ñor; sólo él, para quien nada hay imposible, nos permite
el cual se escondería una identidad que me niego a re-
                                                             afrontar un deber imposible. Sólo él ha podido desper-
conocer.
                                                             tar en nuestro corazón, juntos y al mismo tiempo, este
   La fe cristiana debe dejar a las otras formas de fe ser   deseo ardiente de dialogar, este penoso sentimiento de
lo que son. No tenemos derecho a englobar todas las ex-
                                                             su inviabilidad y esta esperanza contra toda esperanza.
periencias espirituales dentro de nuestra propia termi-
nología, no podemos integrarlas precipitadamente en lo
                                                             Se trata de una esperanza que desborda nuestra capaci-
                                                             dad de espera, en la misma medida en que su perdón
que ya conocemos, ni tampoco pretender dar de ellas          rebasa nuestra conciencia de culpa.
                                        sin duda,
una explicación suficiente, que sería,            una ex-       Tal vez, la integración ecuménica de todas las verda-
plicación reductora.
                                                             des sólo podrá darse
       que el diálogo                                                                en el último día, lo mismo que la
  Sé                  no es fácil. Quienquiera que haya      reunión completa y definitiva de todos los elegidos. Na-
asistido a una reunión donde participan miembros de
                                                             die sabe cuándo será ese día. El aplazamiento de la veni-
distintas religiones, ha podido advertir como una espe-
cie de contradicción latente, casi
                                                             da de Jesucristo nos obliga a una laboriosa paciencia,
                                     nunca declarada. Por    abre ante nosotros un espacio para la convivencia pacífi-
              todos  decimos                    a
una parte,                    que acogemos todos tal y       ca y obsequiosa, para el análisis y los tanteos, para la
como son,   sin  reservas ni segundas  intenciones que pu-   multiplicidad de respuestas siempre provisionales.    Es
dieran tacharse de proselitistas. Por otra parte, sabemos
                                                             verdad que, de algún modo, en nuestra mano está «ace-
276
                                                                                                                   277
lerar  la parusía»,
 cendidos deseos,
                      esperar  advenimiento con tan en-
                                 su
                                                                                                 III
                   qu él      digne
                                se  adelantarlo, Pero lo
que jamás podemos hacer es anticipar pornuestra cuen-               Cabría decir que  el pluralismo es
                                                                                                        un fenómeno relati-
ta, ilusoriamente, esa parusía, improvisar                                                     al espacio. Sin afectar, desde
                                           una falsa uni-         vo al tiempo no menos que
dad con el pretexto de un falso pluralismo.                      luego, a la continuidad de la fe más de lo que está per-
                                                                 mitido afectar a su unidad.
                                                                    La doctrina en que se articula nuestra fe es histórica,
  El
        verdadero pluralismo y        la
                                 verdadera unidad son
        cosa     distinta.                                       porque proviene de un pasado y porque en ningún mo-
otra      muy
   Ni el pluralismo destruye la unidad ni ésta sofoca el         mento puede identificar su propio contenido, su conte-
                                                                 nido pleno, con la formulación concreta que de él ofre-
pluralismo. Lo uno no elimina lo otro, antes al contrario
                                                                 ce en dicho momento. Sólo reconociéndolo así es legíti-
           fin de que ni el pluralismo se convierta en
lo exige,      a
dispersiónni la unidad degenere en uniformidad. Bien             ma su pretensión de validez duradera. Antes dije que
                                                                 ninguna versión oficial agota las virtualidades de la fe
entendido que no tiene por qué ser más peligroso acen-
                                                                 cristiana; ahora hace falta añadir que tampoco la suma
tuar un aspecto u otro, una propiedad u otra. Quiero             de todas las versiones que se han ido sucediendo al cabo
decir que no tiene por qué ser, de suyo, más disgrega-
                                                                 de los siglos, puede llegar nunca a esa plenitud de ex-
dor el pluralismo que opresora, de suyo, la unidad.
                                                                 presión. (Hablar de historicidad de la verdad no creo que
Constantemente estamos oyendo que «la libertad no es                                                     dureza del cobalto.
                                                                 sea más incorrecto que hablar de la
libertinaje»; de acuerdo; pero sería necesario repetir con
la misma frecuencia que tampoco el orden es precisa-             No es incorrecto, es humano. Aunque supongo que no
                                                                 hace fałta advertir que nunca podrá ser criterio de ver-
mente justicia. Porque los riesgos de distorsión y abuso
                                                                 dad ni la conformidad de un texto con una época deter-
no son menores en el concepto de orden que en el con-
                                                                 minada ni su fecundidad para el futuro. Tal pragmatis-
cepto de libertad. Lo que ocurre es que siempre suena
                                                                 mo  resulta indigno del concepto de verdad.)
más alto la voz de quien tiene más poder. ¿Cómo llegar
                                                                   Vive    la Iglesia   sumida en    el tiempo,
                                                                                                          y, con ella, su en-
     a                                     la libertad y el
así    un diálogo constructivo, en el cual
pluralismo intercambiaran sus dones, sus buenos ofi-             señanza    y su   conciencia   de   sí.
                                                                                                  Esta temporalidad perte-
cios, su fuerza correctora, con la unidad    el orden?           nece a su propia estructura interna, es parte de su fini-
  Repito, los excesos o descarríos pueden darse igual-           tud y acicate de su esperanza. Vivirá, por lo tanto, muy
                                      Parece que, dentro de la   atenta a los signos de los tiempos, cada uno de los cuales
mente por ambos extremos.
Iglesia, muchos de los que con más ardor pedían el diá-          es para ella como una pałabra de Dios que debe inter-
logo, se hallan hoy cada vez menos dispuestos a ejerci-          pretar a la luz de esa gran palabra permanente que re-
tarlo, y no es infrecuente que al monólogo autoritario           suena en la Escritura, pero reconociendo, a la vez, que
desde arriba corresponda ahora un monólogo reivindi-             también la Escritura ha de recibir luz de dichos signos.
cativo desde abajo.                                              Estos contribuyen a hacerla legible, comprensible en
                                                                 cada momento, con tal que las sucesivas interpretacio-
                                                                 nes vayan progresando en la misma dirección y sentido.
                                                                   Una doctrina de expresión irreformable, elaborada
                                                                 de una vez por todas, sería un elemento de oclusión,
                                                                 una manera de «encadenar la palabra de Dios». Porque
278                                                                                                                      279
ésta
      no queda silenciada únicamente cuando se la pros-       construcción de aquella pregunta que dio origen a esa
cribe, sino también cuando es declarada intocable,                                                                        posi-
                                                        SO-
                                                              respuesta. ¿Con qué probabilidades de éxito? ¿Es
metida a una exégesis de   bloqueo, confinada al reino de      ble recuperar, en su genuina unicidad existencial, el
lo  intemporal. He aquí cómo puede la verdad ser se-
cuestrada con grandes honores, cerrada con llave de
                                                              pensamiento de los medievales? La Ilustración recons-
                                                               truyó a su modo la Edad Media, el Romanticismo tam-
oro, atada con cintas de
                          seda.                               bién, nosotros también. Pero nuestra idea del siglo XIII
                                                               es distinta de la que dieron de él los hombres del XVIII y
dieval la teología escrita durante la Edad Media. Pienso                                              de dar muerte al con-
     las proposiciones
                                                              bién agente de corrupción, capaz
que                      mismas de fe, más que «transpa-      junto. Aquí encuentra su      sitio el célebre   axioma: «Es por
         la revelación, la «reflejan», ya                          física                       las  metafísicas».
rentar»                                    que propiamente    su          por donde mueren
                  respuesta que los hombres han dado a la         Desde luego, una proclamación actual de la fe tiene
pertenecen a
              la
revelación.                                                   que haber asimilado lingüísticamente lo esencial de la
   Es menester preguntarse: la filía y el agapé de enton-     tradición, pero al mismo tiempo debe liberarse de todas
ces, ¿coinciden exactamente con
                                     lo que nosotros tradu-   aquellas adherencias que por ser hoy irrelevantes, por
cimos por amistad y caridad? ¿A qué modalidades de            haberse hecho opacas, falsearían el mensaje. De Lubac
nuestro amor actual corresponden? Cuanto dije antes           nos advierte cómo, si queremos que el río de la auténti-
de la historia y geografía del lenguaje, tiene aquí una       ca tradición llegue hasta nosotros, necesitamos dragar
acuciante aplicación. Sucede que el magisterio eclesiásti-    constantemente su lecho.
co
     n                                                           Hace falta, pues, a la hora de expresar nuestra fe,
        posee el control de las palabras; éstas siguen su
     o
curso, amplían o reducen su sentido; muchas de ellas          algo más que una fidelidad indiscriminada: hace falta
son, al cabo de un tiempo, desplazadas, marginadas, se        una «fidelidad creadora».
                                                                                         Es menester memoria e imagi-
hacen irreconocibles. ¿Cómo trasladar esos conceptos a        nación. No hay más remedio que formular y reformu-
otro código, a otro sistema de significación hoy vigente?     lar. Pues es bien sabido que los clásicos no envejecen,
Se necesita un replanteamiento de los datos, una re-          pero  sus traducciones sí.
280                                                                                                                         281
  Ya desde los origenes, el mensaje cristiano ha sido         gueraestéril, de la cosecha del juicio final. El lenguaje
siempre «locura para el mundo». Conseguridadlo es y           liturgico es actual, tanto como pvedeserlo la madera 0
lo     seguira siendo. Su contenidodificilmente puede de-     el cobre.
jar de ser escandaloso.                                         No podria decirse lo mismo dela tinaja de madera, el
     Pero hoy este escandalo reviste en muchoscasos for-      candil de cobre y el lenguaje teolégico que ordinaria-
masespeciales. No se refiere tanto al contenido cuanto a      mente se ha venido usando. Hace mucho tiempo que a
la manera en que éste viene expresado. Con frecuencia,        la teologia le presté la filosofia escolastica su aparato
las verdades de fe, a las cuales se reconoce un caracter      conceptual, y en pagodesusservicios recibié eltitulo de
metahistorico, siguen siendo formuladas segtin modos          Filosofia Perenne. {Puede darse un titulo mas sospecho-
conceptuales histéricamente caducados. A quienes por          so? Ella, humildemente, se proclamaba«sierva de la teo-
inercia continuanutilizando semejante lenguaje, convie-       logia>, pero en realidad ha funcionado casi siempre
ne aquel reproche de Péguy: porque noestanconla na-           como duena de su duena, atandola a su carro, lastran-
turaleza, creen queestan conla gracia, y porque no son        dola con unléxico categorial que le impidié evolucionar
de su tiempo, creen que pertenecena la eternidad. Tal         debidamente. Lafilosofia, sierva de la teologia, y la teo-
lenguaje suscita en mucha gente un escandalo que no           logia, sierva de la Escritura. Tal gradacion recuerda, fi-
tenemos ningun derechoa identificar con el «escandalo         nalmente,eltitulo pontificio de «siervo de los siervos de
dela cruz».                                                   Dios», demasiadoretorico para ser creible en el mundo
   Puesto que dependedela predicacién, la fe depende,         de hoy.
en cierto modo, del lenguaje. Su suerte esta ligada al          Demasiado retérico, ampuloso y arcaico, cierto len-
lenguaje que emplee en su transmisién. Preguntarnos,          guaje eclesiastico. «En medio de esta tan grande perver-
pues, si ese lenguaje es actual o no, equivale a pregun-      sidad de opiniones depravadas, Nos, urgidospor la sa-
tarnossi es valido 0 no.                                      gradaresponsabilidad...» Se presta a un juego de adivi-
     Enciertos aspectos, el lenguaje de la Iglesia se halla   nanza: adivinen ustedes cuando, en qué siglo, en qué
necesariamente vinculado al lenguaje biblico, el cual         edad geoldgica, fue escrito ese parrafo. Es un lenguaje
constituye no s6lo su expresi6noriginal, sino también su      que huele a alcanfor. Aun despuésde traducido, parece
inspiracién permanente e irrenunciable. Lenguaje, es          que sigue redactado en latin. ¢Cémovana sentirse los
verdad, propio de una cultura agropecuaria. Principal-        hombres del mundointerpeladosporesas palabras, in-
mentela liturgia se articula todaella sobre fragmentos        vitados al didlogo? ¢Y¥ cémo podranlosfieles responder
extraidos de la Escritura, e incluso los himnos y preces      a su obispo adecuadamente, con la debida simetria que
que hoy componenlos técnicos conservan su mismoes-            exige todo dialogo? «A Su Excelencia Reverendisima,el
tilo y sabor. Unayotra vez se reelaboran los temas dela       que suscribe, con el maximo respeto y consideracion...»
oveja perdida, la siembra a voleo, la mujer amasandoel        La misma conversaci6noral, normal, entre obispoy fie-
pan,el cayadoy las flechas. ¢Lenguaje anacrénico? Len-        les discurrira también, de algtin modo, sobre esa com-
guaje intemporal. En esas imagenes se reconoceyse ex-         plicada falsilla. Por deformacionprofesional, cuando él
presa el hombre de todos los tiempos. También el len-         hable de una excursi6n a los Pirineos o incluso de la
guaje profano sigue hablando de cosechar éxitos, de           confianza y espontaneidad con que desea ser tratado
obras fecundas, de instituciones esteriles. Nadie se sor-     por la gente, ha de seguir hablando, mas o menos, en
prenderasi en misa oye hablar dela vid fecunday la hi-        letra gotica, con finos y gruesos. jOh!, lo sé, monsefnor;
282                                                                                                                 283
las cosas
           van cambiando, ya no son hoy lo que eran
                                                                                         IV
                                           las formas de
ayer. Pero ¿es suficiente perfeccionar
                                   lo                          La Iglesia es histórica también en lo que atañe al co-
ayer? Pienso que, para ser actual,    mejor es remontarse
mucho más atrás, volver a las fuentes, donde, además         nocimiento de la verdad, y sus miembros no lo son me-
de discurrir sobre viñas e higueras, se recomienda a los     nos,  todos ellos sujetos activos y pasivos de la historia.
                                                                    sólo                       de la Iglesia, formando
cristianos no llamar a nadie padre, ni jefe, ni maestro.      No        porque viven dentro
                                                             parte   de un pueblo que    camina  a través de los siglos,
¿ Para qué esmerarse en actualizar o mejorar el lenguaje     sino porque cada uno de los fieles atraviesa, él también,
de ayer? El avión no se inventó actualizando la forma
                                                             distintas etapas y en su trayectoria personal repite, una
del zepelín, sino imitando la forma del pájaro.
                                                             vez más, la azarosa marcha de Israel.          biólogos ha-
                                                                                                       Los
                                                             blan de filogénesis y ontogénesis, de cómo el individuo
       Evangelio cuenta ya con dos mil años de vida. No
séEl si hemos comprendido suficientemente que, además
de tener un origen divino, tiene una historia humana,
                                                             reproduce en miniatura, a escala particular, el ciclo de
                                                             su  especie.
                                                                 Dada mi condición histórica, el único modo que tengo
esdecir, concreta, siparticular, contingente. Piénsese qué
                                                de venir a   de aceptar las verdades de fe es asimilándolas desde la
hubiera ocurrido       los apóstoles,
                                      en lugar
                                                             situación concreta de mi pensamiento.       No me refiero
Occidente, toman una trayectoria opuesta, cómo serían
hoy las nociones de nuestra fe expresadas según un es-       sólo a mi entorno cultural, a las estructuras conceptua-
                                                             les                    la época
quema mental indio o chino.                                       que caracterizan            que me ha tocado vivir,
                                                             sino también a mi propia situación intelectual, igual-
   Tal vez, nunca como ahora se había hecho patente
esta relatividad, nunca había existido                       mente histórica y evolutiva. Pues la fe, como ya quedó
                                        una conciencia tan
aguda del carácter histórico inherente a todo lo huma-       dicho, no significa  un  asentimiento tácito, sobrentendi-
                                                             do de una vez por todas, sino que es un perpetuo cami-
no y, por consiguiente, a todo lo divino encarnado. Esta
peculiar conciencia del «tiempo» es un signo de nuestro      nar: no una fe-posesión, sino una fe-búsqueda. Buscad
tiempo. De ahí que una formulación doctrinal absoluta,         yencontraréis. Y lo que encuentro suele ser un aumen-
fixista, irreformable, sería hoy una pretensión doble-       to de energía
                                                                             –de paciencia, de esperanza, de rastros-
                                                             para   seguir  buscando. Desde luego, no se trata de una
mente inactual.
                                                             búsqueda ciega y a partir de cero («montó a caballo y se
  Como tal signo de los tiempos, es menester que vea-
mos en él un aspecto de
                           la voluntad de Dios referido      puso a galopar en todas las direcciones»), sino apoyán-
también a  la modalidad   de nuestra inteligencia, al dis-   dome en unos datos y una tradición. Pero de todos mo-
                                                             dos tendrá                                   la cual puedo
curso progresivo de
                     los hombres. El no es solamente el                    que ser una búsqueda mía, en
                                                                                         y acompañado, nunca sustitui-
Eterno; es también «el que era, el que es y el que ven-      ser más o menos asistido
drá». Seňor de la historia, su palabra sobrepasa las posi-   do. Esta dimensión de la fe, personal e itinerante, ha
bilidades de comprensión de toda época. Su dignidad          sido puesta de relieve especialmente en nuestros días.
nos prohíbe cualquier intento de expresión o sistemati-      En lo sucesivo, advierte Jean Pierre Jossua, tampoco los
zación exhaustiva. Su trascendencia relativiza nuestros       teólogos podrán ya trabajar ocultándose tras la objetivi-
                                                             dad de su discurso, sino                                  'e
conocimientos sobre él.                                                                que están obligados a restitui
                                                             a éste su base biográfica, su génesis interior.
  Es  en él en quien creemos. Las fórmulas de fe no
pueden convertirse en objeto de fe.                              Cada creyente tiene su propia historia. La tiene el en-
284                                                                                                                  285
 tendimiento del teólogo, y por eso no se deben tratar                 grandemente, a la vez que su dimensión personal, su di-
 sus momentos de investigación como productos termi-                   mensión comunitaria, tan inseparables las dos. El dog-
 nados, listos para el dictamen. La tiene el alma, con sus             matismo sólo da lugar a unas relaciones jurídicas, rela-
                 y                                                     ciones de mera exterioridad. En cambio, la fe interroga-
 horas de
            luz de fatiga, sus avances y retrocesos;
            también sus dudas, relativas incluso al
                                                             segu-
                                                                       tiva postula y provoca, espontáneamente,     la
 ramente,                                                    lugar                                                     mutua ayu-
 que ocupa respecto      la fe oficial de la Iglesia. ¿Puede
                         a                                             da, la puesta en común, el diálogo: la vida eclesial.
 exigírsele que precise mejor su ubicación? El hombre de                  ¿Dónde empieza y dónde acaba la Iglesia de Cristo?
 hoy no se expresa en fórmulas tan nítidas. Es tiempo de               Pienso que sus lindes serán cada día menos definidas, y
 ambigüedad. Lo cual no significa necesariamente una                   su  comunidad, cada vez menos homogénea. No deja de
 desgracia. ¿Eran más afortunados aquellos tiempos en                  ser significativa la predilección actual por esa imagen di-
que la firmeza y entereza de la fe se medíapor el núme-                námica de «Pueblo de Dios», con preferencia sobre
ro
      de
         moros alanceados? Pienso que no deja de ser un                aquella otra, estática, asentada y cristalina, de «Ciudad
 progreso el haber aclarado que las cosas no son tan cla-              de Dios». Se trata de un pueblo en marcha, y su camino,
 ras como se pensaba. Tal vez, el simbolismo del trigo y               probablemente, tiene mil curvas, y sus estadísticas, pro-
la cizaña no se refiera únicamente a la calidad moral de               bablemente, acusarían una gran población flotante.
 los hombres, sino también a sus ideas, las cuales a me-
 nudo no son más discernibles que la inocencia o culpa-
 bilidad de quienes las sustentan. No cortéis la cizaña, no               Esun deber de toda autoridad religiosa mantener la
 sofoquéis ningún pensamiento. ¿Es quizá                               integridad del credo y, por lo tanto, la cohesión de los
                                                una hora es-
pecialmente apta para el diálogo, la hora en que el diá-               creyentes. Pero es una tentación suya extremar las exi-
logo resulta más necesario que nunca?                                   gencias de ese credo llevándolas hasta lo accesorio y opi-
                                             Un diálogo tran-
sido de respeto, difícil tal vez, paciente e interminable,             nable, así como recabar de los fieles un grado de cohe-
hasta el día en que Dios juzgue a todas las almas.                     sión mayor del que sería necesario y conveniente. Suce-
    Es la hora de los perplejos, de los vacilantes y fronte-           de que en aquellas personas que tienen la misión de ve-
rizos. ¿Están dentro? ¿Están fuera? Ellos mismos serían                lar por lo establecido, se da siempre una natural tenden-
incapaces de decirlo. Incoherente, contradictorio, el hijo             cia    sobrestimar el orden y la continuidad. De ahí esa
de Adán oscila entre el quizá sí y el quizá no, y sólo en-             prevención suya, que es casi un reflejo automático, con-
cuentra un relativo descanso en aquella frase del Evan-                tra todo lo que pudiera constituir una novedad o una
gelio: «Creo, Señor; ayuda mi incredulidad». No hay en                 excepción.
este mundo sonidos puros,colores                                          Conozco los argumentos que suelen darse para justifi-
                                       puros, tampoco amo-
                                                                                         Sé hasta qué
res ni creencias puras: sólo existen acordes, combinacio-              car tal actitud.               punto es grave la responsa-
nes, pasiones y estados de fe confusamente percibidos,                 bilidad de quienes deben conservar unido el rebaño e
temerariamente expresados. En el interior de cada cual                 indemne el depósito de la tradición. No ignoro tampoco
tendrá que entablarse también un diálogo entre esas                    que en las ovejas existe otra tendencia no menos peli-
dos mitades del hombre; un diálogo, sin duda, difícil,                 grosa, una tendencia a la dispersión y
                                                                                                                    al extravío. Sin
                                                                                                          las aplicaciones de la pa-
 paciente e interminable, hasta    el   día en que   el   alma   sea   embargo, no es lícito extrapolar
juzgada por Dios.                                                      rábola en    una línea indebida: la oveja no habla, la oveja
                                                                                        creyente tendría que renunciar
  Este sentido                                                                       el                                         propia
                     de búsqueda   propio de    la   fe favorece       no piensa,                                        a su
286                                                                                                                               287
condicién de hombre. ¢Y ese otro simbolo, también bi-         tantemente por abrir nuevos caminos y jensayar expe-
blico, del cuerpo y sus miembros? Unainterpretacién           riencias nuevas: Jjustamente en ello consiste la historia
igualmente abusiva nos llevaria a deducir que, pueslos        dela evolucion, de la aparicién de especies   inéditas, mas
miembros no tienden en absoluto a desprenderse del            complejas y mas avanzadas.Y la historia   natural se pro-
cuerpo, resulta superflua e impertinente todavigilancia       longaen la historia humana. Siempre que        ha cono-
sobreellos.                                                   cido algun progreso, fue obra dela diversidad, del in-
  Todo es mas complejo, efectivamente. Nadie debe ol-         conformismo, de la creatividad centrifuga. Lo mismo
vidar que, en la Iglesia del Sefor, también los pastores      que ocurrié en los origenes, cuando un grupo de homi-
son ovejas, y que tambiénellos tienen sus propiospeli-        nidos disidentes emigré del bosque a la sabana pare
gros y temtactones, sus particulares maneras de desca-        inaugurar una nuevavida, se repetira luegoenci
trio. Ellos también son humanos, y a veces habria que         pitulo, en cada episodio de la historia humana. ¢La h
aducir razones bien humanaspara explicar su celo por          toria se repite? Lo que se repite es precisamente ese re-
la unidadde la grey y la incolumidad dela tradicién. A        chazo dela repeticién indefinida,esa resistencia a
menudo, se rechazan las novedades slo porque es mas           carse en una forma de vivir, el repudio de la inercia.
facil actuar de forma consabida, y se condenan las ex-        Hoy existe el servicio civil como alternativa al servicio
cepciones sdlo porque es mas facil actuar de manera           militar porque alguiense atrevié a objetar, a desertar ¢1n
uniforme.                                                     conciencia. Hoyse celebran las misas en lengua vert
                                                              cula con general aprobacién porque undia alguien dejé
   Es humano.El fenémenose da en cualquier sociedad           de celebrar enlatin, incurriendo encierta desobedien-
humana. Siempre el poder ha preferido stbditos déci-          cia. Pero noeran rebeldes, eran mutantes.
les: docilidad significa capacidad para ser ensefiado, para      Quienes ostentan algun poder en la sociedad debe-
ser persuadido. Porque todo poderaspira a someter no          rian entenderlo asi y apoyar las nuevasiniciativas, los
s6lo los cuerpos, sino también las almas. Tiende a ser        proyectos innovadores. Pero viven atentos nada mas al
poder en todo, tiende al monopolio. Este se configura         momentopresente. Por eso suelen considerar perju
comola imposicién de un modelo tinico de pensamiento          cial lo que no es inmediatamente beneficioso. Por eso
y de conducta. Contrala proliferacién de ideas subjeti-       llaman subversivo todo lo que no es hoy mismointegra-
vas, la autoridad exige el sometimiento a una verdad          ble y consideran peligrosos a los ciudadanos maspacifi-
que define como objetiva. Contrala existencia de carac-       cos si sus costumbres resultan minimamente excén-
teres y modosdevivir mas 0 menosoriginales, su afir-          tricas.
macién de que las diferencias sélo son aberraciones. Lo          He aqui Ja perfeccién: un patrén de pensamiento y
curioso es que esto ha calado muy hondoenel cuerpo            conducta extraido de las ideas mas generales y delas
mismodela sociedad, la cual ya espontaneamente con-           formas de comportamiento mas usuales. Razonable es
dena comoindeseables a los individuos que se apartan          aquello que todos piensan, justo es aquello que todos
del patrén comun. Podria creerse que hay como una             hacen, objetivo es aquello en que todos coinciden. De
suerte deinstinto, el instinto de la especie, a fin de que    este modo, lo normal y lo anormal, que erancalificacio-
ésta se mantenga solidaria y firme.                           nes meramente estadisticas, obtienen un        rango de
  Pero he aqui que junto a ese instinto hay otro en la        enunciadoscasi metafisicos. Lo normal se erige en nor-
naturaleza mas terco, mas profundo, que pugna cons-           mativo.
288                                                                                                                 289
                                                              Fabes ee
  La actitud de la sociedad hacia los marginales y disi-        tegrado en el Todo, y frente a las teorías que encerra-
dentes puede ser más o menos severa, más o menos                ban al individuo dentro del ciclo de las reencarnaciones
comprensiva, pero siempre será reprobadora. En cual-              y concebían el tiempo circularmente, como un eterno y
quier caso, los tratará como excepciones, como tipos            desengañado retorno, y frente a la vieja mentalidad he-
anómalos.  Y, al quedar definidos como tales, ayudan a          brea, que reconocía en el judío a un miembro de Israel
confirmar la regla, a consolidar el modelo oficial. Hoy
se tiende a reemplazar el juicio penal por el diagnóstico
                                                                antes que a un  individuo, la revelación cristiana afirmó,
                                                               desde el primer momento, la singularidad de todo ser
médico: de ser un culpable, el inconformista ha pasado          humano, único eirrepetible, que dispone de un tiempo
a ser un enfermo, y como enfermo será atendido. No se          único e irrepetible para salvar su vida.
                                                  al
trata solamente de preservar de su contagio          cuerp0       Cada hombre es una idea particular de Dios, pues
social, sino también de intentar recuperarlo a él cuanto       Dios es incapaz de ideas generales. Sólo nosotros habla-
 antes a fin de evitarle el sufrimiento de su inadaptación,    mos de humanidad: la humanidad se obtiene por abs-
de su desajuste. En definitiva, pues, aunque con otra          tracción, es una abstracción.
versión y por otras razones, sigue en pie la vieja ley, la        Piénselo, usted que es pastor encargado de velar
                                                                                                                       por
ley que ordena eliminar las discrepancias y someter a los
discrepantes.                                                  la  unidad de su grey. No sólo deberá tolerar las схсер-
                                                               ciones, sino reconocer que cada alma es una excepción.
   ¿Y nuestro célebre pluralismo actual? Nada tan frágil       No sólo tiene que soportar pacientemente que haya ex-
ni tan falseable. Ciertamente, hoy existe una diversidad       cepciones, sino que debe fomentarlas: hacer que cada
                                            pero también ha
                              los órdenes,
mayor que antes en todos                                       uno de sus fieles descubra y cultive su propia originali-
crecido el poder de     la autoridad para albergar en su       dad. He ahí un mundo tal y como Dios lo amó, hecho
ámbito esas nuevas diferencias, y así regirlas y domesti-      todo él de diferencias, de excepciones que ya no serían
carlas. Se han abierto nuevos caminos, pero ha aumen-          tales, pues diferenciarse ya no sería excluirse, sino afir-
tado    plantilla de la policía de tráfico. Se permite pen-
          la                                                   marse uno mismo como tal. Descartes lo dijo sin amba-
sar con más libertad, pero se hace lo posible para que la      ges: «Ser diferete es ser existente». Permita, pues, se lo
gente piense cada vez menos. Todos hablan de pluralis-         ruego, que cada hombre sea
                                                                                               el
                                                                                                  que es. Y haga todo lo
mo, pero muchos lo consideran una depravación, como            posible por que cada uno llegue a ser el que está llama-
   poligamia, o     simple entretenimiento, como la poli-
la
 fonía.
                un                                             do a ser. Para lo cual deberá usted practicar la «diversi-
                                                               dad de lenguas».
                                                                  Deje que se multipliquen las formas de pensar y de
                                                               comportarse. No tema que por eso vaya a sobrevenir la
   Sin embargo, en algún lugar de los cielos está escrito:      dispersión de su comunidad o un relajamiento de la
todo ser humano es una excepción, u nombre que ca-              moral. El sano pluralismo ético nada tiene que ver con
rece de plural, un ser irreductible a número.                  la  llamada «ética de situación», que niega la voluntad de
  Deberíamos recordar cómo la gran aportación cristia-         Dios como norma objetiva y privilegia los juicios indivi-
                               el descubrimiento del valor
na consistió precisamente en                                   duales al extremo de proponer como ideal de perfec-
                           las
de la
       persona. Frente a       metafísicas panteístas, que     ción la simple conformidad de las obras con dichos jui-
despreciaban la multiplicidad como mera apariencia o           cios; esto sería
                                                                                tanto como canonizar la sinceridad hasta
                                    el cual todo sería rein-
como fenómeno transitorio, tras                                convertirla en menosprecio de toda verdad objetiva. El
290
                                                                                                                     291
pluralismo no        es eso.   El pluralismo contempla la situa-   miembro de     la comunidad  tiene la obligación de reco-
                                                                                       las
                                                                                        diferencias de los demás, junto con
ción precisamente  como lugar idóneo para descubrir en             nocer  y  respetar
él la voluntad de Dios, que es una voluntad totalmente             la obligación de reconocer y hacer respetar su propia di-
particular para cada caso particular: se trata de que cada         ferencia.
alma pueda devolver al Señor, doblados, los talentos
                           de él.
que un    día recibió      Es imposible la comprensión
 moral exhaustiva de una conducta en términos de man-                                            V
damiento universal. Por eso, la categoría de situación y
la categoría de ley en ningún modo han de proponerse                  La palabra tolerancia es una palabra cargada de con-
                                                    ésta,          notaciones negativas. Para algunos, viene a ser casi sinó-
como un dilema: aquélla no es una alternativa de
sino una parte integrante, una iluminación, un cauce,              nima de indiferentismo. Generalmente, se la asocia con
 una declaración de validez.                                       una actitud pasiva, inerme; a lo sumo, paciente. Tolerar
                                                                   equivale, de ordinario, a aceptar o aguantar. Se tolera
     No tema, insisto, ningún aflojamiento de los vínculos
 morales. Todo                                                     algo como mal menor, y la tolerancia misma es también
                   lo contrario. La moral general versa ne-
 cesariamente sobre un mínimum, es de interpretación               algo así como un mal menor, o al menos un bien muy
 restrictiva, atenida a la letra. La moral personal, en cam-       inferior a otro tipo de conducta más firme y activa, aun-
 bio, exhorta a superar estas cifras, obliga a profundizar         que quizá en ese momento desaconsejada por las cir-
 hasta el nivel de las más secretas intenciones. Mientras          cunstancias. Sería, pues, una tolerancia táctica. Sólo
 aquélla se limita a señalar el campo estricto de la justi-        cuando el que tolera tiee en su mano la potestad de ser
 cia, ésta abre los horizontes inmensos de                         intolerante, pero ha renunciado temporalmente a ella,
                                               una donación                la tolerancia de ese
total. En eso consiste la superioridad de las bienaventu-          carece                       rasgo de debilidad que pare-
ranzas sobre
              el decálogo.                                         ce serle propio. Equivale entonces a permisividad.
   Lejos, pues, de toda tibieza o relajación, se trata de             Por supuesto, nada de ello tiene que ver con la tole-
llegar a las últimas consecuencias, allí donde la moral            rancia que aquí se alaba.
universal nada tiene que decir, donde la voz de Dios no               Contra la vieja concepción apologética, que veía en la
puede expresarse en términos oficiales, porque sólo vale           tolerancia una flaqueza o dejación, digo que es precisa-
                                                                   mente todo      contrario, que es un síntoma de fuerza y
para este hombre y este momento.                                                lo
                                                                   demuestra plena confianza en el poder intrínseco de la
   Quien ostenta alguna autoridad en la Iglesia, no sólo
ha de ser guardián de la unidad, sino también promotor             verdad. El celo de los intransigentes no es sólo innecesa-
de la diversidad. Su servicio se concreta así como servi-          rio, es también indigno de la verdad que tratan de de-
cio a los hombres y como servicio a Dios, el cual espera           fender.
de cada                    el cumplimiento de                        Contra la concepción táctica u oportunista, digo que
          uno de sus hijos                      un desig-
nio totalmente singular. El płuralismo aparece entonces            la tolerancia tiene validez permanente y real, no provi-
                                                                   sional ni hipotética.
como el lógico resultado de un derecho inalienable de
las
      personas   y
               como el contexto adecuado para una glo-                Contra el concepto de tolerancia discrecional o permi-
rificación de Dios más sinfónica.                                  siva, digo que la auténtica tolerancia, lejos de ser una si-
    Derecho y deber. Porque el pluralismo es también el            tuación de condescendencia, es una actitud exigida por
                                                                   la más elemental justicia.
resultado natural de un deber, de un doble deber: cada
                                                                                                                           293
292
  Contra la acusación de indiferentismo, digo que la to-       certidumbres,          éstas   resultan   difícilmente comunicables
lerancia no significa indiferencia hacia la verdad, sino        o convincentespara sus hermanos. Pero todas
                                                                                                             las demás
respeto a la verdad.                                          virtudes son también así, propias de un estadio de im-
   La verdad no adquiere valor efectivo mientras no sea       perfección: la esperanza significa que nose tiene lo que
conocida por el hombre. De suyo, no debe entenderse la                espera; la        creer lo que aún no vemos; el
                                                              aún                         te
                                                                      se             es
subjetividad de la verdad como algo contrapuesto a su
                                                              amor mismo,única virtud que permnanecerá en         otro
                                                                                                                             el
objetividad, sino como la verdad objetiva misma en tan-       mundo, adopta aquí unas modalidades propias de este
to en cuanto s manifiesta al sujeto y tal y como a él se      tiempo de indigencia, una de las cuales es precisamente,
manifiesta. Pore eso, el derecho a la verdad, para que sea    necesariametnte, la tolerancia.
tal derecho,                                      al
              supone necesariamente el derecho     error.
Hay que advertir, sin embargo, que la virtud de la tole-
 rancia no contiene directamente referencia ninguna a la         Sería empeñarse en una distinción irreal el querer
transigencia con el error, de la misma manera que tam-        distinguir, por un lado, la persona como tal, merecedo-
poco definimos el entendimiento del hombre como fa-           ra de toda consideración,  y, por otro lado, sus ideas y
cultad capaz de extraviarlo, ni la potencia locomotriz        convicciones, que pueden ser erróneas y, en tal caso, in-
como facultad capaz de hacerle tropezar y caer. Antes         dignas de respeto. Y sería caer en grave incongruencia
que una aceptación compasiva de la falibilidad humana,        el otorgar nuestro respeto a tales convicciones, pero ne-
294                                                                                                                               295
 lerancia no es por sí misma un arma capaz de desarmar         dola así como insuperable. Pero yo pregunto: ¿es que
 a los intolerantes. En caso de conflicto, más bien será       acaso en este mundo es superable la pluralidad
                                                                                                                 si
                                                                                                                    real-
 ella la víctima, engullida inmediatamente
                                               por el fragor   mente   hay ejercicio de pensamiento?   En  mi  concepto,
 de las espadas, los cien axiomas y los himnos bélicos glo-    no. No es superable en ninguna de
                                                                                                    las dos acepciones
 rificando la Verdad, esa terrible mayúscula que todos         del vocablo: ni evitable ni tampoco sustituible por algo
 los dogmatismos
                    han pintado de rojo sangre, esa mayús-      superior.
 cula que institucionaliza y deseca la verdad. ¿Qué hacer          Pienso, pues, que no debe considerarse la tolerancia
 entonces? ¿Qué puede hacer en defensa propia la virtud                                             el sentido de
                                                                como una actitud pasajera en                       que ella mis-
 de la tolerancia sin incurrir en contradicción?     Porque     ma, por su propia dinámica, aspirase a un mundo ideal
  sería una contradicción decir que la violencia es algo tan                                                                 dis-
                                                                en el cual ya no sería necesaria, porque no habría
 nefasto, que cualquier medio, por violento que sea, re-        crepancias que tolerar, un poco como         sucede      la cari-
                                                                                                                     con
 sulta lícito para combatirla. El fin no justifica los me-      dad en ciertos campos, llamada a reabsorberse y desapa-
 dios; al contrario, los medios pueden desacreditar com-        recer dentro de un estado de justicia, dentro de una
                                                                                                                              si-
pletamente el fin. Está claro, el diálogo pacífico, el libre    tuación más evolucionada en la que ya no existirían po-
 intercambio de ideas, supone, esencialmente, la renun-         bres con los cuales poder practicar la caridad. No. La to)-
cia a la fuerza. Pero supone también otra cosa: supone          lerancia -después lo veremos más detenidamente- tie-
la existencia de una fuerza-marco que los amigos de la          ne mucho que ver con el respeto, y
                                                                                                             éste
                                                                                                                  no es sólo un
tolerancia están obligados a reclamar y hacer respetar,         requisito del amor, un umbral,
                                                                                                        una   condición  previa,
la fuerza-marco que proteja el juego, que señale sus re-        sino un elemento sustancial y permanente.
glas.                                                              Nunca la tolerancia quedará ociosa. Tal y como suce-
                                                                de con la verdadera caridad, descubridora incansable
                                                                de nuevas necesidades y lacerias, que, cuando ha termi-
   En   un mundo pluralista, la tolerancia significa poner-     nado en un sitio su labor colonizadora y ha implantado
nos acuerdo sobre el modo de no estar de acuerdo.
     de                                                               ala justicia
296                                                                                                                         297
cambio   y confrontación de ideas, creando dentro de la
Iglesia misma un área donde todas las opiniones y for-
                                                                                  CAPITULO
mas de búsqueda puedan ser contrastadas y decantadas:                                        III
la Iglesia como lugar de diálogo y como maqueta de un
mundo abierto al diálogo.                                      COMUNICACION Y COMUNION
                                                                                        I
                                                             En   la comunicación humana     yo    distinguiría   tres eta-
                                                          pas, que son más bien tres niveles         (porque pueden su-
                                                           perponerse, porque       pueden   coexistir). Hay un primer
                                                            nivel, superficial, al cual corresponden no sólo esas rela-
                                                           ciones que solemos llamar superficiales (profesionales,
                                                           de vecindad, funcionales, el tráfico constante de la cor-
                                                          tesía y los servicios), sino también tantos amores, al pa-
                                                           recer muy hondos, pero que no han hecho aún la expe-
                                                           riencia de la aridez y de la desolación. Bøy meets girl, un
                                                           primer contacto, una forma de comunicación fácil y
                                                           prometedora, presidida por los felices augurios del año
                                                           nuevo. És el nivel exterior, una capa muy delgada, el
                                                           mantillo donde arraiga la vegetación. Y después viene
                                                           febrero, marzo,abril; basta que los días se sucedan, bas-
                                                           ta perforar un poco el terreno o que una mediana creci-
                                                           da de aguas arrastre consigo esta capa fértil, para que
                                                           inmediatamente aparezca la tierra dura, el estrato calcá-
                                                                  los hombres perciben
                                                           reo;                           entonces la extrema penuria
                                                           de su diálogo, el amante tropieza con esa resistencia sor-
                                                           da, inexplicable, del otro corazón, y sobreviene una es-
                                                           pecie de «noche de los sentidos». El cuerpo, el lenguaje,
                                                           que hasta ahora funcionaban, que servían como de tabi-
                                                           que entre dos celdas contiguas, permitiendo la transmi-
                                                          sión de mensajes entre los presos por medio de golpes
                                                           cifrados, se revelan ahora en toda su opacidad: cierta-
                                                                                                         Boy   looses
                                                          mente,  un tabique separa más que une.             girl.
                                                          Gabriel Marcel resumía todas las dificultades de comu-
298                                                                                                                     299
nicación  humana en la conciencia «reflexiva», es decir,      etapa más que debemos recorrer. Boy gets girl, finalmen-
retraída, replegada; la comunicación se establece sin tra-    te. Una comunión tan intensa y estable como esosmiste-
bas
     antes y después: antes de la aparición de dicha con-     rios de la vida cristiana que denominamos gloriosos y
ciencia, cuando impera la espontaneidad, y después,
                                                              que enlazan con
                                                                               los gozosos
                                                                                           pormedio de los dolorosos.
una vez que la conciencia ha triunfado sobre
                                                sí misma,
tiene bien clasificado, y que seguramente encontraría su      por su ubicación en la frase, el sentido de la frase sólo
                                                              puede ser percibido dentro de la totalidad del discurso,
descripción menos inepta en términos de vida mística.
                                                                yéste dentro de la situación concreta en que se hallan
    el
És lugar de una comunicación altamente evoluciona-
da: no más acá de nuestras pretensiones, sino más allá
                                                              los dialogantes. Es la frase la
                                                                                              que confiere significado a
                                                              las palabras,     al revés. Las palabras sueltas son ele-
                                                                             no
de nuestras previsiones. Por debajo de cualquier expe-
                                                              mentos abstraídos del contexto del lenguaje, y el len-
riencia negativa, de la esencial limitación y ambigüedad      guaje es sólo un elemento abstraído de ese gran lengua-
de todo diálogo, viene a establecerse
                                         una confianza fir-       envolvente que es la vida en todas sus dimensiones.
mísima. ¿Qué es lo que fundamenta esta confianza? El          je
                                                              La convivencia entera de los hombres está articulada
universo descansa sobre el lomo de un toro; el toro, so-      lingüísticamente.
bre una peña; la peña, sobre el agua; el agua, sobre el          También la franqueza o sinceridad entre las personas
viento, y el viento, sobre la oscuridad. Sólo la confianza
                                                              constituye un fenómeno sumamente complejo. Sin vera-
puede cimentar la confianza.                                  cidad no puede existir comunicación alguna, pero la sin-
   Lo importante es llegar a este tercer estrato. Lo im-      ceridad es mucho más que la mera conformidad de lo
portante es que el amor esté debajo de la decepción, no
                                                              que se dice
                                                                            con lo
                                                                                    que se piensa. La sinceridad es coex-
encima. Tal amor no suprime la soledad, ya lo sé,
                                                    pero'     tensiva a la vida,  afecta  a toda la conducta. Por eso, de-
le dará sentido, la abarcará, sabrá explicarla como                                               resulta casi tan obvio y
                                                     una      cir que   debemos    ser  sinceros,
300                                                                                                                   301
 abstracto como decir que debemos obrar el bien y evitar        cializado. Dígame, señor: ¿debe una persona ser siem-
 el mal. Y si nos referimos a la sinceridad como virtud         pre absolutamente franca con su cónyuge? Las respues-
 particular, ya expliqué anteriormente cómo ésta no sur-        tas se dividen y subdividen.   Tal vez, el cónyuge tenga
 ge nunca en el vacío ni puede mantenerse en el vacío, al       una resistencia muy limitada ante cierto género de reve-
              las demás virtudes, al                            laciones. O al contrario, quizá tenga una especial suscep-
 margen de                           margen principalmen-
 te del                       las hace a todas compatibles,     tibilidad para algunos silencios,y sufra pensando que es
        amor, que es quien
 quitándoles sudureza y sutendencia al exceso.                  considerado incapaz, acaso indigno, de recibir determi-
    Entendida de modo material o al pie de la letra, la ve-     nadas confidencias. La confidencia puede ser no sólo
racidad no sólo es insuficiente, sino que puede llegar a        dolorosa para el que escucha, sino también humillante
 ser nociva. Lo mismo que cualquier otra virtud. Aislada        para el que habla,   y entonces éste fácilmente encontrará
del cuadro general, la prudencia se convierte en astucia        razones  más  o menos especiosas para callar. Otras veces,
egoísta; la intransigencia con el mal fácilmente dege-          en  cambio,  el secreto pesa demasiado en el alma, y uno
                                                                tiende a descargarse de él, a aliviarse la conciencia, sin
nera en aborrecimiento de los malos; la hegemonía de
                                                                                                                         la
la castidad encumbra a los eunucos.    Yla sinceridad sin       pensar si ese peso va a gravar después el corazón de
cautelas destroza la convivencia. También en este cam-          otra persona; en tal caso, el amor propio funciona en
                                                                sentido contrario y busca otra coartada, exaltando el
po   existe
            un summum
                       rus
                           que es una summa iniuria. En
nombre de la sinceridad pueden cometerse tantos atro-           mérito de la sinceridad por encima de cualquier otra
pellos como en nombre de cualquier ideal sublime. San           consideración. Cada caso es un caso, y los casos son diez
Agustín llegó a hablar de «verdad homicida»,                    mil. Los riesgos de hacer mal uso de la sinceridad, otros
   ¿Qué es antes: la verdad o el amor, la fidelidad a la        tantos.
verdad o la fidelidad a los hombres? He aquí un falso
dilema. En la primera parte de este libro me extendí de-
mostrando que la caridad tiene que ser siempre sincera.            La verdad no consiste en la conformidad aritmética
Ahora conviene insistir en que la sinceridad tiene que          de las palabras con los pensamientos. Es una magnitud
                                                                complicada, difícilmente mensurable, muy sensible a los
ser siempre caritativa.
                                                                posibles conflictos entre la letra y el espíritu de la letra.
   Un enfermo ha sido desahuciado. Sus familiares, ¿de-
ben decírselo claramente, en honor a la verdad? Entien-
                                                                El  lenguaje sincero no es el lenguaje literalmente veraz,
                                                                sino aquel que responde al espíritu de amor que debe
do que,
bién  lo
          si toda persona tiene derecho a la verdad, tam-
         tiene  a la esperanza, por infundada que ésta nos      presidir toda relación humana. No puede la veracidad
resulte. Podrá discutirse si sus familiares tienen derecho      establecerse de forma exclusivamente objetiva, porque
                                                                   palabra no puede ser desligada de la situación concre-
  o n a engañarlo compasivamente,
      o                                perolo que sí parece     la de
                                                                ta      quienes a través de ella se comunican.
seguro    que no tienen derecho a desengañarlo de tal
          es
forma, que maten en él esa autodefensa innata, ese ex-               Sientendemos la veracidad como una parte de la jus-
                                                                ticia, habrá que definir la mentira como un rehusar la
pediente de consuelo de creer que nunca hay nada defi-
nitivamente perdido, esa gracía que pertenece a la pie-
dad de la naturaleza. La sinceridad caritativa dista tanto
                                                                verdad debida, y, por
                                                                                        lo tanto, habrá que determinar
                                                                grado exigible de veracidad con arreglo al derecho de la
                                                                                                                           el.
                                                                                      al deber de la
de la mentira como de la falta de caridad. Los casos po-        persona que escucha y                persona que habla;
drían multiplicarse, dando lugar                                deber este que puede estar ligado con otras obligaciones
                                   a   un consultorio   espe-
302                                                                                                                      303
muydiversas, desde la delicadeza hasta elsigilo sacra-          Notodo puedeser revelado. Existe el pudor. Hay co-
mental. Hay cosas que no se pueden decir y que no po-        sas que deben permanecerocultas. Su exhibicién nose-
demos en ese momento decir que no se pueden decir.           ria siquiera sinceridad, sino torpeza, desconsideracién 0
Lo cual no debe impedirel dialogo, pero si rodearlo de       cinismo.
precauciones.
  La verdad se da siempre dentro de un contexto deter-
minado,y la veracidad habra de tener muy en cuenta                                      I
dicho contexto, Contra la opinién de Freud, el Dr.
Brennerse negabaa revelar a un pacientecierto secreto           En su momento hice la denuncia del comediante: el
que resultaba perjudicial para su padre. «Los padres         hombre no es mas que un comediante las veinticuatro
—dijo— son una cosa sagrada». Freudinsistia: «Somos          horasdel dia. Dispone de tantos disfraces como funcio-
médicos; nada hay sagradosino la verdad». «Somos mé-         nes esta obligado a representar. Todo ello quedé ex-
dicos —replicé Brenner—; recetar verdad puede ser tan        puesto en la segundaparte del libro, boy looses girl, un
peligroso comorecetar estricnina».                           interminable pliego de cargos, un gran lamento, la men-
  Lafelicidad, desde luego, consistiria en poder decir       tira permanente del lenguaje, la imposibilidad de dialo-
siempre la verdadsin lastimar a nadie. Pero esto es ut6-     gar recitandopapeles.
pico, significa algo ideal. Digo ideal en los dos sentidos     Esta claro queesta tercera parte no puede consistir en
de la palabra: porque constituye una meta la cual de-        la refutaci6n de algo tan obvio comoesla existencia de
bemos tender siempre y porque siempre resultara una          tales disfraces, ni tampoco en una exhortaci6n a que el
meta inalcanzable. Algo tan ideal, tan ilusorio, como la     hombre se desprenda de ellos y se muestre tal como es,
felicidad misma.                                             en su desnuda autenticidad. No. En esta tercera parte
  Comprendo que no es grato expresarse asi; parece           mepreguntotan sélosi la persona humananosera pre-
que uno defiende y fomenta el engafio. Pero el engaiio       cisamente eso, la suma de todos esos personajes y nada
consistiria precisamente en hacer de la sinceridad una       mas, lo mismo que unacebolla, que esta hecha de capas
apologia indiscriminada, absoluta, es decir, inaplicable.    y capas, de capas y nada mas. Un protagonista de Bor-
«La incomprensién ajena —se excusaba Valéry— nos             ges se definia a si mismo, desencantado: «Soy dios, soy
obliga a mentir y no es culpa nuestra si los otros no        héroe,soy filésofo, soy demonio y soy mundo, lo cual es
comprenden tampocoesta necesidad». Dadoel fanatis-           unafatigosa manera dedecir que nosoy». Cualquier ser
mo actual en favor dela sinceridad, afirmar hoy que          humano,en una fase posterior al desencanto, podria
ésta representa un valor supremo, un valor que debe-         afirmar con el mismo derecho: No soy, lo cual es una
mos anteponer a cualquier otro, sonaria como una de          manera demasiado esquematica de decir que soyinfini-
aquellas mentiras que Valéry consideraba necesarias.         tas cosas, infinitos personajes.
No es necesaria. Necesario es, por el contrario, renun-         Mepregunto, pues, si la autenticidad de la persona no
ciar a esa facil gloria de los campeonesdela sinceridad      consistira en asumir auténticamente todos los papeles
a ultranza, de la franqueza sin miramientos, de la vera-     que le corresponden. También los detractores del amor
cidad sin limites. Hay que ponerlimites, hay que mati-       humanosuelen obstinarse en demostrar que no existe
zar, hay que decir algo tan impopular comoesto: que no       tal amor, que sdlo existe el deseo sexual, el miedo a la
siempre se puededecirla verdad.                              soledad, el agradecimiento mutuo, la mutua necesidad,
304                                                                                                              305
                                                             20.—Palabras son amores
la fuerza de la costumbre. Pero, sefores, ¢no sera que el      quelos suplanta. No es una recriminacién, sino un elo-
amor humanoconsiste precisamente en la suma de to-             gio: Orson Welles representa a Orson Welles represen-
dos esos sumandos?                                             tando a Macbeth, Laurence Olivier representa a Lau-
  Es menester dar definiciones humanas de las cosas            rence Olivier representando a Hamlet.
humanas.                                                          Cabe discurrir largamente sobre el gran teatro del
                                                               universo, que lo abarca todoy tiene dos puertas, una de
                                                               acceso y otra de salida: el nacimiento y la muerte. Pero
  éDe qué serviria definir la sinceridad sdlo como un          esto es ontologia mas que moral; lo que Ilamamosreali-
deseo desinceridad? Digamosquela sinceridad humana             dad, viene a ser s6lo la sombrade unarealidad quella-
es simplemente esto.                                           mamosgracia. La moral comparece después, y se limita
  Queel didlogo humanoesesto.                                  a recompensar a cada unodelos actores segtin hayan
   Y que el ser humanoesesto.                                  ejecutado su papel. «No hay papeles secundarios, sdlo
                                                               hay actores secundarios». Lo dice elcritico de teatro y lo
  éUn comediante nada mas? Caberepetir aqui lo que se          dice el moralista. En este inmenso montaje, segin ad-
dijo del filésofo. Igual que éste, el comediante viene a ser   vertian nuestrosclasicos, los apuntos son las leyes divi-
un simbolo mas de la condicién humana, y lo mismo              nas, que indican a cada uno delos participantes c6mo
podria decirse del soldado, del peregrino o del prisio-        ha deser su actuacién, Son leyes morales, son leyes de
nero. Cada unodeellos refleja un aspecto de nuestra            segundo grado, sujetas ellas también al método dela
naturaleza, ya que todo hombrese halla siempre en es-          gran farandula. En definitiva, la ley primordial que sus-
tado de guerra, y atravesando un inmenso desierto, y
                                                               tenta todas las demas es una leyfisica, la cual, transcrita
encarcelado dentro de sus propias limitaciones, y al           en términos morales, seria algo asi comola prohibicién
mismo tiempo representando una obra de teatro tan              de toda imprudencia que pudiera provocar un incendio
larga como su vida en unescenario tan vasto comoel             en el escenario. Detras de los innumerables decorados,
mundo.                                                         tan varios y moviles, se hallan las paredes desnudasdel
  De hecho, se da la incubacion perfecta del personaje         local, y sobre el revoque hayescritas estas dos tnicas pa-
dentro de la persona, unatotal posesién de la persona          labras: Prohibido fumar.
por sus personajes. ¢Qué sentido tendria, pues, decir             La vida es teatro. Pero esto no significa un reproche,
queel hombrehasido toda su vida un farsante? Farsa y           es solo una definicién. Es como decir que la vida es m
autenticidad no se oponen, sino todo lo contrario: su          cia o peregrinacion.Lastres definiciones son igualmen-
autenticidad consistia precisamente en su manera par-          te ciertas, pero parciales; igualmente necesarias y, desde
ticular de representarla farsa. Al ritmo de cada uno de        luego, compatibles. Sélo serian negativas, tristes, si el
sus papeles, va realizandose el hombre en sus diversas         hombre por fuerza tuviera que ser derrotado en esa
facetas, y a través deellos se transparenta siempre la         guerra, si por fuerza tuviera que extraviarse en ese de-
misma personalidad. De ahi que esos sucesivos persona-         sierto, si tuviera que ser necesariamenteinsincero cuan-
jes que le toca encarnar tengan unaprofunda,extrana            do representa esa comedia recita los didlogos enella
coherencia, porque detras se halla siempre la misma            contenidos.
persona, el mismo actor; tan irreductible y vigoroso,
que, en lugar deinterpretar dichos personajes, se diria
306                                                                                                                   307
                           ul                                tu en usted, la farmacia de Nunez en una farmacia de
                                                             guardia. Las relaciones nominales ya no son posibles, ni
  En el principio era la palabra yla alabanzadela pala-      tampocodeseables. Los clientes no desean tener ningun
bra, la alabanza del didlogo humano, de la comunica-         trato especial con sus proveedores. Al encargado delta-
cién personal; un comentario divagante y hagiografico        ler no le interesan en absoluto las ideas politicas de
sobre aquella formula que acuné Buber: la relacién           quienesle llevan sus coches a reparar. Todosprefieren
yo-tu. En las paginas siguientes veiamos, consternados,      queel carterose limite a depositar el correo en el buzén
quecasi nuncallega a darse entre nosotros el verdadero       y queel operario de teléfonos no se demoreenel piso
didlogo, como la desconfianza, la retérica o el espiritu     masalla del tiempo necesario para arreglar la averia.
mercantil impiden todo contacto satisfactorio y sincero      Los vecinos de un gran inmueble no deseanestablecer
entre las personas. Acabamos constatando que Ja comu-        entre si mayoresrelaciones: quieren conservar su auto-
nicacién interpersonal se establece, generalmente, a ni-     nomia ¢ incluso su anonimato. Aunque cada uno de
vel imperscnal, es decir, que nuestras relaciones perte-     ellos esté dispuesto a ayudar a los demas cuandolo ne-
necen, mas bien, al otro esquema, tan   innoble y desdi-     cesiten, se trataria siempre de casos de emergencia, de
chado, del yo-ello. ¢Qué decir  ahora, en esta tercera       ocasiones excepcionales. Quiza funden unajunta de ve-
parte?                                                       cinos, perolo haran conla exclusiva finalidad de prote-
  En su célebre estudio sobre la «ciudad secular», Har-      ger unosintcreses comunes de llevar a cabo unasrei-
vey Cox introdujo una nueva férmula, yo diria que in-        vindicaciones concretas. El presidente dela junta los ha
termedia entre las dos de Buber: la relacién yo-usted.       citado para el dia 8 a las 19,30. No interesan sus nom-
Bajoesta denominaci6n quedantipificadas todasesas re-        bres; se presentaran como los inquilinos del 8.° B dere-
laciones, mas o menos superficiales, mas 0 menos efime-      cha odel 5.° A centro.
ras, en que suele moverse el habitante de la gran urbe;        Reconozco que, en muchos aspectos, la gran ciudad
relaciones digamos publicas, en cuanto que, normal-          puederesultar odiosa, inhumana,aplastante. En ella, las
mente, éste no desea que se conviertan en privadas. No       personas parecendiluirse hasta el limite de aquella defi-
son, desde luego,relaciones deltipoclasico yo-ta, ni hay     nicién atroz: personaes el cociente de un millon de per-
que pretenderquelo sean, pero tampoco debe permitirse        sonas dividido por un mill6n. ¢Cémosalvarla singulari-
que degeneren al nivel del yo-ello.                          daddel individuo, cémo instaurar en ese mundo unas
  La vida en nuestras ciudades, como exponente de la         relaciones mas personales? Curiosamente,hasta los me-
vida moderna,se diferencia por completodela vida de          dios asi llamados de comunicacion de masasse han pro-
otras €pocas, que ordinariamente se desarrolaba dentro       puesto luchar contra la masificacién; fomentan los con-
de pequefios nucleos homogéneos y que hoytodaviasi-          sultorios domésticos, astrolégicos y sentimentales, las
gue vigente en algunas zonas rurales. En unaaldea se         lamadas     tclefénicas a y desde los estudios, el derecho
conocen todos sus habitantes, todos saben casi todo de       de réplica;   han introducido incluso una seccién de co-
todos. Las relaciones son nominales; no existe el panade-    rrespondencia entrelos lectores. La gente quiere comu-
ro, ni el guarda de caminos,ni el veterinario; existen La-   nicarse con la gente aunquesea a través de periédicoin-
rraga, Miguel, D. Antonio. En la ciudad esto no es po-       lerpuesto, por medio de mensajes que meten en una bo-
sible. CuandoHega a un cierto punto,la diferencia cuanti-    tella y arrojan al mar. La gente nose satisface con ser
tativa se convierte en cualitativa, la aldea en ciudad, el   gente, contribuyente, usuario, vecindario, copropietario,
308                                                                                                                309
titular de los recibos de gas, destinatario de una bendi-     no menos que la historia de sus antepasados. La vida
cién urbi et orbi. La gente busca con angustia otro tipo de   privadaes publica, y la vida publica penetra enel recin-
relaciones menos impersonales y masgratificadoras. Vi-        to de la vida privada. Digame: ¢a estole Ilamaria usted
vir es convivir, y convivir es algo mas que coexistir den-    intimidad? ¢Estas son las tan deseadasrelaciones yo-tu?
tro de la misma area metropolitana.                           Una convivencia asi puedellegar a ser mucho mas ago-
  Pero conviene dejarlo muy claro: nada de eso arguye         biante que la incomunicaci6npropia de las grandes ciu-
lo mas minimo contra aquellas relaciones funcionales          dades.
antesresefiadasy en nada contradice al deseo dela gen-           El hombre de ciudad prefiere una separaci6nnitida
te de seguir manteniendoa la vez su independencia. Lo         entre lo publico y lo privado, entre su casa y su oficina,
cortés no quita lo intimo.Eltrato intimo se supone, las       entre sus amistadesy sus relaciones vecinales 0 profesio-
amistades se suponen, pero no necesariamente dentro           nales. ¢Vida deshumanizada? Lo que haria su vida in-
del mismo inmueble. La vida que en éste transcurre, la        humana, sofocante, seria precisamente lo contrario: la
sumadecontactos esporddicos y funcionales que consti-         promiscuidad, la familiaridad indiscriminada, el acceso
tuye la vida propia de nuestras ciudades, ¢diremos que        incontrolado,esos constantes allanamientos de morada
es una vida deshumanizada? Puede y debeser perfecta-          que practica el inquilino de enfrente para pedircerillas
mente humana, porquelasrelaciones entre los seres hu-         © conversacién,la carencia de vida privada. Cuandoel
manos puedeny debenser multiples, varias, diversifica-        didlogo degenera en algarabia.
das. Entiendo que, si los vecinos se niegan a estrechar         Ocurre que seguimos manteniendodelas relaciones
sus lazos de vecindad, es precisamentepara salvar aque-       humanasuna idea demasiado uniforme,ligada a tiem-
llos otros vinculos privados, intimos, que librementese-      pos pretéritos y a estructuras sociales ya caducadas. Y
leccionaron. Es falso que el amor no ocupalugar. Si           asimismo del amorcristiano, del cual se nos ha inculca
multiplicamos nuestras relaciones, éstas se hacen cada        do un concepto nivelador, univoco y, por eso mismo,
vez masinfrecuentes y mas espaciadas, tienden a debili-       irreal.
tarse. La amistad necesita cultivo; ocupa lugary tiempo.         Bien sé que en todo tiempoy lugar conservara su va-
  Y asi es comolas relaciones yo-usted salvaguardan la        lor la parabola del buen samaritano. Sé que, por muy
existencia de aquellas pocas que merecen la denomina-         perfectos y eficaces que sean los organismos deasisten-
cién yo-tu.                                                   cia en carretera, seguiremos encontrandonosporlos ca-
                                                              minos, en las ocasiones mas imprevistas, con gente que
                                                              reclama nuestra ayuda, y sé que ningtinsistema tributa-
  Secularmente, se ha venido haciendo unafalsa apolo-         rio podra eximirnos del deber deejercer la caridad; la
gia de la convivencia en grupos humanos reducidos.            caridad directa, artesana y anecdotica. Lo sé. Sin embar-
Comoocurre concasi todaslas «alabanzasde aldea», era          go, esto no significa que no haya queadaptar y trasladar
obra de ilusos nostalgicos que residian en la corte e ig-     a escala actualesa parabola y todaslas demas, ese arque-
noraban por completo aquello que alababan. No sabian          tipo de amorcristiano que hallegado hasta nosotros de-
queenel senode esos pequefios grupos es donde tienen          masiado rigido, demasiado atado la letra. Asi comoes
lugar las pasiones mas destructoras, los odios mas tena-      menestertraducir las viejas obras de misericordia a un
ces, las envidias mas mezquinas, las formas de opresion       lenguaje de «macrocaridad» o «caridad politica», asi tam-
mastiranicas. Todos se conocen, conocen sus flaquezas         bién debemosbuscar cuidadosamente el nuevo nivel de
310                                                                                                                 311
aplicacién de aquellas relaciones interpersonales propias    da, y escribié después Las fiestas de locos, dondesalia por
de una mentalidad preurbana y que nos fueron legadas         los fueros de la espontaneidad, de lo lidicoy fraterno, y
con unsello de validez perenne. Me parece que impo-          condenaba los convencionalismos de una sociedad de-
ner hoy, al hombre contemporaneo, el modelo de tales         masiado racional yplanificada. Sin duda, sus reflexio-
relaciones, aquelideal de préjimo quesirvié para épocas      nes fueron validas, las de antes y las de después. Pero
tan diferentes de la nuestra, seria algo asi como retro-     tambiénla actualidad de su segundolibro pas6. Pasé la
traernos al mundo, ya abolido, de las practicas judai-       fiebre de contestaci6n contracultural que lo habia hecho
zantes.                                                      posible y plausible. Porque todos los fenémenos huma-
  Seguramente, la palabra amoresinsustituible, y habra       nosson efimeros y son ciclicos. Sobrevino pronto el can-
que seguir empleandola. Pero pienso que hablarsin dis-       sancio. Otra vez se impone,tras aquelretornoa la natu-
cernimiento de «amor universal» puede conducirnos a          raleza, una repatriacion a la ciudad. Se imponela evi-
un amor puramentete6rico. Nada masfacil, en efecto,          dencia de la ciudad. Desde luego, ahi sigue, y seguira
y a la vez nadamas imposible que amar globalmente a          vivo, «el tigre bajo el asfalto», un pitecantropo apenas
los paganos,a losasiaticos 0 a los habitantes de Madrid.     erecto que, bajo el pretexto de una mayorespontanei-
Nada también mas lejos de una relacién yo-ti. (Me            dad, querria devolver la sociedad a su primitiva confi-
acuerdo de aquella increible censura contra las «amista-     guracion de horda.Poreso es preciso defender constan-
des particulares». ¢Es que cabe una amistad que nosea        temente —y rehabilitar periddicamente— la famay las
particular?)                                                 formas del respeto. Los fenémenossuperficiales son fu-
   En lugar de hablar tan rutinariamente de amor, tal        gaces y ciclicos, pero hay un suelo que permanece siem-
vez fuera conveniente mencionar el respeto. Y no creo        pre, asi como un subsuelo que amenaza siempre.
queencarecerel respeto supongaentibiarel amor.Lali-            Hoy, repito, es mas urgente que nunca insistir en la
nea de demarcacion entre ambos conceptos es harto di-        necesidad del respeto y nociones afines. Incluso como
fusa, pero no carece de importancia poner el énfasis         un recurso de saneamiento del lenguaje.Tenemos que
aqui o alli. Creo que hoy, mas que nunca, hacefalta          esmerarnos en utilizar un vocabulario mas austero y
sistir en el respeto, subrayar Ja importancia del respeto.   masreal. En vez de santidad, honradez; en lugar de he-
Ciertamente, éste corre el riesgo de degenerarenfrial-       roismo, fortaleza; en vez de felicidad, bienestar; y, en
dad, despego e indiferencia; pero también el amortiene       vez de llamar«querido amigo» a uncorresponsal que no
sus peligros correlativos; por ejemplo,el de acabar con-     conoce, encabeceustedsu carta asi: «Senor» (no sdlo por
virtiéndose en una patente de corso para todaslas ex-        respeto a su destinatario, sino, principalmente, por res-
torsiones e intromisiones en la vida de los demas o en       peto a sus verdaderos amigos).
un titulo de propiedad sobre la persona amada.El res-
peto constituye la base del verdadero amory garantiza
su rectitud, algo asi comola justicia sirve para funda-        Tal vez, la formula intermedia de Cox, la relacién
mentary vertebrarla virtud de la caridad, impidiendo         yo-usted, se haga ininteligible dentro de poco:el usted,
que ésta se disipe en merafilantropia, disfraz, mas que      de un tiempoa esta parte, va cayendo rapidamente en
alivio, de la injusticia.                                    desuso. Pronto sera un arcaismo, asimilable al vuesa-
   Nadie ignora que aquel fervor y apoteosis de la «ciu-     merced.
dadsecular» ya pas6. El propio Cox lo advirtié en segui-       ¢Es quese esta generalizando, por fortuna, la relacién
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ideal yo-tti? No nos engafiemos. Ese ti actualmente en         El respeto debera ser reivindicado como unvalorper-
boga viene a ser tan conveucional como el usted de an-       manente, un valor de ayer, de hoy y de manana. Hay
tes. Y, precisamente a causa de su divulgacién, carece       reglas de comportamiento perfectamente derogables
de la carga de intimidad quese reservaba alta selectivo      —épor qué coger necesariamente el cuchillo con la de-
de otro tiempo. Equivale ya al usted, con la desventaja      recha y el tenedor con la izquierda?—, pero hay otras
de que no hemos inventado ningun otro pronombre              normas que habran de permanecer siempre en vigorsi
que sustituya al ti para aquellos casos de tratamiento       queremos que nuestra convivencia sea minimamente
mascualificado. Noslo se ha perdido la formalidad del        digna. Esel respeto precisamentelo que dignifica las re-
usted, sino, sobre todo —y esto es mas deplorable—, la       laciones humanas, al mismo tiempo que las facilita;
esencia del tu. El ta universal es como el amor univer-      pone como un sistema de amortiguadores que hacen
sal: una especie de indiferencia universal. Y si es cierto   méssoportable el encuentro entre los descendientesdel
que la distancia que imponia el usted dificultaba la sin-    pitecantropo. Ciertamente, si suprimimoslas leyes del
ceridad, no es menos cierto que la falsa confianza del ti    respeto, se suprimen tambiéntodaslasdificultades del
actual fomenta la insinceridad. Lo tnico auténtico es        didlogo: éste se convierte en otra cosa distinta. Esel sis-
una de estas tres cosas: la vulgaridad, el esnobismo o la    tema, tan acreditado, de curar la jaqueca cortandola ca-
impertinencia.                                               beza.
  Yo-usted: he aqui una formula queresultara ya mas 0           Didlogo y respeto. Quien valora el respeto, jamas hara
menos incomprensible para muchos, y no slo por su            una pregunta extemporanea o forzara una confidencia.
enunciado, sino también por su contenido, en la medida       Dara siemprea suinterlocutor lo mas precioso quese le
en que dicha expresion incluye la idea de respeto. (Qué      puede dar: tiempo. Es paciente, es comedido, sabe pedir
significa hoy, para mucha gente, el respeto? Respeto,        permiso y excusas, usa normalmente el modo subjunti-
gola, mirifiaque, objetos diversos que los arquedlogos       vo. Considera un gesto de deferencia mas valioso que
tendran que datar. Porfin, el dialogo humanohallega-         todoslos gestos de valentia. Prefiere la conversacién en
do a su perfeccién:   todaslas dificultades desaparecieron   voz baja, la ternura que solo se insinta, la orden que
gracias al acreditadosistema de cortar la cuerda en lu-      s6lo queda sugeriday esas perifrasis de lenguaje inspi-
gar de soltar el nudo. Actualmente, usted puede hacer a      radas en el deseo de no herir innecesariamente. Por su
su interlocutor todas las preguntas que se le ocurran,       parte, agradece muchoel quenosele insista, el que le
aun las mas intempestivas; puede obligarle a definirse       entiendan cuando no quiere ser mas explicito, el que no
en cualquier momentoy ante cualquier asunto; no tema         le hagan participar en unadiscusién sobreel sexo de los
ser indiscreto, pues ya no existe la indiscrecién. Cierta-   angeles, y piensa que casi todas las discusiones versan
mente, hubo un tiempo en que conducirseasi, iniciar de       sobre una u otra variante de dicho tema. Le pareceria
modoabruptola conversacién o Ilevarla por la fuerza a        abominable exteriorizar sus propias penas o furores,
un terreno personal, era considerado una ofensa, una         confiar a cualquiera sus pensamientos, mirarfijamente
intolerable falta de respeto. ¢Respeto ha dicho usted?       a una persona. Nunca seencarniza en la refutacién, ni
Respeto, exordio, peroracién y rond6. Hubo otro tiem-        agota las posibilidades de una idea o de un argumento.
po. Hoy elrespetoes un valor que apenasse cotiza. No         Sabe reconocer suserrores: por estima del interlocutor
sé si por anacrénico ya o por prematuro aun. Probable-       y de si mismo. Pero, entiéndanme, no es un exquisito,
mente, por intemporal y por costoso.                         aunque tampoco un hombrede pocasalud; es, simple-
314                                                                                                                 315
mente, alguien que valora y practica el respeto. Se en-.                                  IV
cuentra perfectamente a gusto entre personas que pien-
san de distinta manera queél, con tal que sepan hablar           Pero, incluso en su naturaleza masradical, mas pura,
sin ira y escuchar conatencién. jOh, no, no es un hom-         el hombre conserva un cierto sentido de su inviolabili-
bre perfecto! Al contrario, sabe muy bien que todolo           dadintima. La resistencia que opone a que otra persona
humanoes imperfecto, y el dialogo mas que ninguna              invada el coto de su alma, es como unaprolongaci6n,
otra cosa. Pero, cuando surja un malentendido, nunca           una aplicaciéna otro nivel de aquella repugnancia que
dira: «No meha entendidousted», sino: «Perdén, me he           su propio cuerpo siente a la aproximacién excesiva de
expresado mal».                                                otros cuerpos. En esto consiste el sentido del espacio
    Urbanidad viene de urbe, y la urbe exige acatar las nor-   personal: la circunferencia de amplitud variable que tra-
mas de educacién igual que las leyes de trafico. Ya sé         zamos alrededor de nosotros mismos. Cuando, por ex-
que un cierto grado de represién es el precio pagado           cepcién, nos vemos obligados a estar demasiado cerca
por toda cultura mas o menosdesarrollada. Y seria ab-          los unos de los otros, apretujados, como sucede en el
surdo, porqueseria inutil, a estas alturas querer desha-       Metro, automaticamente tratamos de compensarese ex-
cernos detales condicionamientos con el propésito de           ceso de proximidad, esa alteracién de nuestro medio,
recuperar aquella libertad y naturalidad primitivas. :De       replegandonos mas, mirandoa otra parte. Es una reac-
qué naturalidad meestan hablando? Debodecir, en pri-           cién tan natural e instintiva, que hundesus raices enel
merlugar, que inclusolos animales observan escrupulo-          comportamiento animal. Todo animal, efectivamente,
samente complicadosrituales de conducta, lo mismo en           posee un sentido muy agudode su propio territorio, su
sus costumbres amatorias que enel trato con un adver-          distancia critica, «distancia de fuga» primeramente, y
sario. En segundolugar, debo decir que cualquier in-           luego, si el espacio se estrecha atin masyse siente aco-
tento de restablecer aquella presunta espontaneidad ori-       rralado, «distancia de ataque». La especie humana ha
ginal no     s6lo esta condenadoal fracaso, sino, ya de en-    heredado        pautas de conducta.
trada, inficionado de mentira. La confianza impuesta             Las distancias, claro es, varian. No tiene el mismo ra-
pordecretoesfalsa. El tu indiscriminadoesfalso, es ar-         dio nuestra circunferencia cuandoestamosen presencia
tificioso, es tan sofisticado como todos los prosaismos,       de un amigoode undesconocido, cuando noshallamos
que formanparte del género cultismo.                           con un amigoo ante undesconocido.
  Ciertamente, se podran supri    de nuestras relacio-
nes, y en buena hora se han suprimido, muchas cosas
superfluas, muchos circunloquios,protocolos y otros de-          Peroexiste un caso excepcionalenel cual toda distan-
talles de pasamaneria; la urbanidad perdurable no con-         cia queda abolida, debe quedar abolida: es el encuentro
siste precisamente en un tratado de urbanidad escrito          amoroso. La propia naturaleza de ese encuentro exige
en 1890. Ciertamente, se puede y se debe conseguir un          la cercania maxima, el contacto mas inmediato, la mas
mayor grado de naturalidad, pero conviene recordar             estrecha intimidad. Lo que en cualquier otro caso resui-
que el hombre noes un sernatural, sino histérico, o            taria intolerable, aqui se convierte en placentero y nece-
sea, artificial. Su naturaleza, comosu naturalidad, es ya      sario. Por la misma dindmicade su pasién, los enamora-
otra cosa.                                                     dos tienden nosolo a la mayor proximidad, sinoa la fu-
                                                               sion, a«unasola carne». Y esto que acontece en el plano
316                                                                                                                  317
fisico, ocurrira, igualmente, a nivel espiritual. El amor    dolorosa limitacién de nuestra naturaleza, ha de ser en-
aspira a una total compenetracién, la mutua posesién de      tendido comoun recurso de autodefensa, tan instintivo
las almas, «unasola alma».                                   comocertero. Efectivamente, podemos preguntarnos
  De tales operaciones, el Orfeo de Anouilh tenia una        qué es lo queahi se oculta con tantocelo, bajo siete Ila-
idea muy pobre y decepcionada: «Dos pieles, dos envol-       ves. ¢El tesorode las maravillas? Posiblemente, nada; es
torios impermeables alrededor de nosotros. Uno se            decir, algo cuyo descubrimiento, lejos de satisfacer el
aprieta contra el otropara salir un pocodeesta espanto-      amor, lo lastimaria: produciria tanta decepcién en el
sa soledad. Y se produce, en efecto, una ilusién. Pero lo    amante comohumillacién en el amado. Semejante reve-
cierto es que unose encuentra completamentesolo, con         laci6n se paga cara. Tal vez constituya el mas amargo
sus propias visceras, sus inicos amigos». Cada unovive       fruto del arbol del conocimiento.Si en cualquier empre-
irremisiblemente metido dentro de su piel, encapsulado,      sa necesitamos un margen de ingenuidad, de obceca-
clausurado. El amor no llega, ni mucho menos,a los           cién, para poder acometerla con el debido coraje, mu-
huesos; en los huesosse aloja el yo irreductible, que se     cho mas enaquello que concierne al amor. La ignoran-
resiste a toda absorciény fusién con la persona amada.       cia nos envuelve misericordiosamente. La manifestaci6n
Ahi radicaria la triste fama de la carne, su caracter a la   de la verdadsin velos nos abrasaria igual queel sol si no
vez acaparador retractil, insolidario, orientado a su        tuviéramosencimala capa protectora de la atmésfera.
propia subsistencia. Pero se trata de una calumnia.Enla        Pero seguramente éste es un modo de hablar impro-
unién de los cuerpos los amantes se encuentran mas           pio, y, por consiguiente, injusto. Podemos cometer con-
profundamente que nunca, en ese vértigo se hunden            tra el amor humano,en general, idéntica injusticia que
juntos, olvidan su condicién de entes confinadosen islas     contra el amorcarnal. Se trata siempre del mismo agra-
remotas. E] acto funciona. El reproche que podria ha-        vio al hombre. ¢Es que el hombre ha de ser evaluado
cérsele no es por su imperfeccién, sino por su fugaci-       precisamentepor lo que hay debajo de su propia obra y
dad. Consumadala breve unidn, los cuerpos son de-            de su nivel consciente? Ya se sabe que, si escarbamosen
vueltos a su singularidadinevitable.                         el ruso, encontraremosal cosaco, y, si escarbamosenel
  éY las almas? ¢Quéclase de compenetracién son capa-        cosaco, encontraremosal oso. Pero ¢es que el estiércol
ces ellas de obtener? Tarde o temprano, el alma del          es masverdadero quela rosa? Denigrar al hombre por su
amante tropezara con un muroinfranqueable, que no            fondo de oscuridad, menospreciar el amor humano
arguye, por supuesto, ninguna voluntaria resistencia en      porqueno llega hasta los huesos, desestimarlas palabras
la persona amada,ya que ésta tambiénansia, con idénti-       porque no pueden expresarciertas vivencias, todo esto
ca ansiedad, poseer y dejarse poseer. Pero no puede. El      me parece insensato. En definitiva, depende del absur-
fondo del corazén permanece inasequible y recéndito.         do empenio de dar definiciones imposibles, inhumanas,
Y, desde luego, inexpresable: ni puede ser expresado de      de las cosas humanas.
fuera adentro ni puede expresarse de dentroafuera. A
Ja insuficiencia del lenguaje articuladoen los asuntos de      Sucede que también el amor tienesusleyes, las cuales
amor, de todos conocida y lamentada, se afiade en se-        son de ordenfisico y de orden moral. Lo importante es
guida la incapacidad de cualquier otra forma de comu-        comprender que uno y otro género de leyes concuer-
nicacion mas inmediata. E] santuario intimo sigue cerra-     dan, que poseen casi un mismocontenido con diversos
do, inalcanzable. ¢Por qué? Pienso que, mas que una          nombres. Asi, puede hablarse, indistintamente,delprin-
318                                                                                                               319
cipio de impenetrabilidad de las personas      puede ha-
blarse del respeto que merecen las personas.     o               alivio (cuéntame;
                                                                 Dulcemente, tal
                                                                                      verás que no tiene tanta importancia).
                                                                                     vez involuntariamente, va extorsionan-
     A u objeto cualquiera nos acercamos hasta cogerlo           do a la persona      amada, ejerciendo su coacción sobre
       n
 con la mano y adueñarnos de él, hasta hacerlo propie-           ella.
dad nuestra. Pero esto es imposible con la persona, que             Respetar al otro    respetar su condición de otro. Es
                                                                                           es
 en todo momento sigue siendo un sujeto, un yo. Y digo           aceptar no comprenderlo nunca del todo. Todo amor,
 que es imposible no sólo en el sentido moral, sino tam-         no sólo
                                                                          el sobrenatural, exige fe,
                                                                                                     supone siempre admi-
bién físico. El castigo impuesto a quien infringiera esa            algo que no vemos, que no comprendemos. Creer en
 ley de inviolabilidad de la persona, no sería arbitrario,       tir
                                                                 alguien es confiar en él a pesar de todo, a pesar de ese
 extrínseco, separado de su delito, del tip0 «si no estu-        elemento de opacidad que ninguna maniobra amorosa
 dias,
       no irás al cine», sino que se trata de un castigo infa-   podrá destruir o disolver. Sería un despropósito que dos
lible«si
       y mecánico,
                     una pena coincidente con la culpa, del      muchachos quisieran casarse al día siguiente de haberse
 tipo    tocas la plancha, te quemas»: si quebrantas la ley      conocido, pero nos parecería igualmente desatinado que
 del amor, el amor desaparece. Porque la persona no
                                                                 se negaran    a casarse mientras no tuvieran la evidencia
  sólo merece respeto, también lo necesita. Nada más cier-       total de que su unión iba a ser un éxito total. Pues seme-
to:todo sea
         cuanto
            el
                  atenta contra la libertad de la persona,       jante evidencia no se alcanza jamás. Ninguna de esas
aunque          amor, acaba destruyendo el amor.                 dos decisiones sería razonable. Lo razonable se halla en-
   Se  equivocan   los amantes cuando sueñan
                                                  con una        tre lo irracional y la pretensión de una racionalización
 compenetración absoluta. Cada
                                    uno de ellos lo exige        completa; pretensión que, por ser inalcanzable, es igual-
todo del otro, a la vez que está dispuesto, por amor al
                                                                 mente irracional.
otro, a una donación total y a una inmolación completa.             Las cosas humanas son así. El amor humano es así.
Ocurre, sin embargo, que todo lo que él puede darle,              Sus más
                                                                           hondos sentimientos pertenecen a un nivel pe-
no compensa aquello que le quita, que es el espacio don-         núltimo. En el último, ya sólo existe un acto de fe o, lo
de el otro se afirma a sí mismo como otro. De cualquier
                                                                 que es igual, una actitud de respeto.
forma, va a tropezar pronto con una barrera, la de la              Habrá que renunciar a toda exigencia desmedida, al
 persona amada en cuanto persona, y eso, desgraciada-            sueño de una identificación perfecta, al propósito de
                                                    bie
 mente, lo interpretará -triste disyuntiva-      o      como     conseguir un conocimiento exhaustivo. Es menester sus-
                                                    n
 una traición a su amor, o bien como un desafío a su po-         tituir ese afán de compenetración       irrealizable por un
 der. ¡El diálogo de los amantes! El amante interroga,           deseo perseverante de mayor aproximación, la cual pue-
 pide explicaciones, las exige. ¿Qué espera escuchar? No         de ser indefinida, creciente (las limitaciones del corazón
 hay nada que decir, y lo que está por decir resulta inde-        son obvias, pero sus posibilidades son misteriosas), con
.cible. Pero el amante sigue preguntando, ensaya otros           tal que nunca deje de estar asistida por un respeto tam-
 modos, insiste. Cuenta para ello con una perfecta coar-               creciente. Rilke no era un escéptico, sino un ena-
 tada de conciencia: él no tiene derecho a forzar ningu-
                                                                 bién
                                                                 morado algo más lúcido que otros, cuando propuso
 na confidencia, pero tiene el deber de facilitarla. Según       como ideal supremo del amor:
                                                                                                    «dos soledades
                                                                                                                     que mu-
 las ocasiones, utilizará el registro preocupación (algo te
                                                                 tuamente    se protegen y se reverencian».  He ahí una des-
 pasa, dímelo), el registro reciprocidad (yo te lo cuento        cripción del bo gets girl más bien modesta, pero en nin-
 todo y descanso contándotelo),      el registro                                y
                                                 promesa de            modo desdeñosa.
                                                                 gún
320                                                                                                                     321
                                                                       Ralchras
        sé
  Ya       que, para muchos, el respeto significa, a lo        sición. ¿Resuelve algo decir amor respetuoso, respeto
sumo, una condición básica.del amor. Todo el mundo             amoroso? Tenemos más palabras para distinguir que
           la necesidad del respeto cuando el
reconoce                                        amor se ini-   para sintetizar. Nos falta la palabra precisa para desig-
cia, cuando está dando sus primeros pasos. ¿Y después?
                                                               nar aquella matriz común de la que salieron estas dife-
Después y siempre sigue siendo el respeto una condi-           rencias o aquella unidad dichosa en que un día se des-
ción básica; aquí básica no quiere decir preliminar o          vanecerán estos conflictos.
preparatoria, sino fundamental. Fundamento del cual
                                 el cual la casa se vendría
nunca puede prescindirse y sin
abajo.   Que nadie imagine el respeto como un andamio
provisional, necesario tan sólo mientras levantamos el
edificio, y que luego, una vez éste terminado, se des-
monta    y se   retira.
  No, no es el respeto una cualidad del amor exclủsiva
de sus primeros estadios, sino un componente esencial,
perdurable, y cada vez más depurado cuanto más vigo-
             los afectos. Tal y como sucede en el
rosossean                                         amor a
Dios: las almas que más lo aman son aquellas que más
veneran su trascendencia. ¿No hay también como una
trascendencia en todo ser humano, algo que está en él
superior a él mismo? Si es verdad que el tú de Dios se
                                                     de-
nos revela en el tú del prójimo, también podríamos
cir que en la trascendencia del tú divino se nos mani-
fiesta la trascendencia del tú humano, su condición de
otro, de sagrado e inabarcable.
   Termino. Dios es el modelo sumo del amor en su vida
trinitaria, ese misterio en el que reconocemos la perfec-
ta comunión de las tres personas, al mismo tiempo qu
                                                       e
la perfectasemejante
              singularidad de cada una de ellas. ¿Cómo
trasladar              modelo escala humana? Lo que en
                               a
322                                                                                                                 323
                          CAPITULO IV
          INVITACIONAL ESCEPTICISMO
                      ENTUSIASTA
                                                            325
te condenables.  No tanto por su negatividad o impiedad           tra simpatía,    tan escarmentados          estamos de tanto mani-
cuanto por su incoherencia íntima. Son, por ejemplo,              queísmo,    tanmpoco podemos
                                                                                                     poner nuestra confianza en
aquellos que se empeñan seriamente en demostrarnos la                 Si                        solicitan su arbitraje, de los cua-
                                                                  él.   dos cotendientes
imposibilidad de toda demostración. Cuando alguien                les
                                                                      uno afirma que las urracas son negras y el otro que
afirma de ese modo que nadie puede estar seguro de                 son blancas, él sonreirá con benevolencia y dictaminará
                                                                                     o
nada, sobrentiende que nadie excepto él, puesto que él,           que son, más
                                                                                     menos, gris
                                                                                                 marengo. No alcanza a com-
dado el énfasis de su afirmación, sí que parece estar se-                                  de   dos                        fá-
                                                                  prender que, por huir             errores, se puede caer
guro de que nadie más puede estar seguro. ¿Habrá algo             cilmente en un tercer error. Suele buscar, sin éxito,
más absurdo que ese escepticismo dogmático? Los ab-                                                   los extremos;
                                                                  una salida de conciliación entre                  pero ni es
surdos abundan. Quien asegura que la incredulidad es              capaz  de  discernir la parte de verdad
                                                                                                              que hay en cada
326                                                                                                                                327
norando,    pero prácticamente    negando,   todo aquello     violencia, un arma efectiva de pacificación, y la contra-
que supera  sus   comprobaciones.                             cultura, otra forma de cultura. Asimismo, el escepticis-
   El escéptico no teme la inseguridad y desdeña el asilo     mo puede ser una verdadera teoría: la de que lo real
      le proporcionaría
que                     un sistema de pensamiento totali-     trasciende todla teoría, y, consiguientemente, no convie-
zador y concluso. Porque sabe que ningún pensamiento          ne adherirse a formas de pensar que, por su pretensión
de este tipo abarca la realidad completa; sabe
                                                que lo real    de exhaustivas, no son sino creencias más reductoras y
se extiende mucho más allá de donde puede llegar cual-         más obstinadas. El escéptico duda, pero su duda no es
quier instrumento de verificación y el mismo pensa-           un elemento puramente negativo.
miento racional. Cuandđo la razón pretende encerrar              Habría que rehabilitar de nuevo el prestigio de la
dentro de sí la totalidad de lo real, ella misma se traba,    duda.
cae en su propio cepo, y se convierte en razón racioci-           Habría que volver a esculpir, sobre el frontis de las
                           sí
nante, alimentándose de       misma y confundiendo eł es-     academias, en el dintel de todas las aulas, en las páginas
pejo con un mirador suficiente sobre el ancho mundo.          liminares de los grandes tratados, aquellas palabras de
Contra la idea generalizada de locura, que define al          oro, de Dante:
                                                                               Che, non men che saver, dubbiar m'aggrata
loco como persona que ha perdido la razón, Chesterton         (Paraíso 11,93). Lejos de ser paralizadora, como se dice,
afirmaba, muy certeramente, que el loco es alguien que        la duda puede ser más estimulante que muchas certezas.
ha perdido todo menos la razón; es decir, alguien que             dice que una duda es capaz de resquebrajar       edifi-
                                    base
                                                              Se                                                un
razona sin parar y en el vacío, sin       en lo real.         cio y derribarlo; pero en realidad sucede otra cosa muy
   Nada más razonable, pues, que sospechar de la razón.       distinta: la duda es esa grieta que nos avisa del mal esta-
Muy razonablemente, el escéptico piensa que el univer-        do del edificio, que nos permite detectar el peligro y
     es demasiado
so
por
                   complejo y fluido para ser sometido
     el pensamiento conceptual, y demasiado
                                                 vasto para
                                                              conjurarlo. La duda es positiva, porque a partir de ella
                                                              son posibles todas las rectificaciones.
caber dentro de los límites de ningún sistema. Dice que
es menester vigilar esas fisuras e intersticios   de lo que     El   hombre escéptico duda, sabe dudar. No cede a los
                                                              prejuicios, no se deja obnubilar por la carga emocional
comúnmente llamamos      realidad y
                                    permanecer atentos a      de una doctrina, no sucumbe a la ansiedad obsesiva de
los posibles movimientos del piso. Por lo cual, considera     certidumbre. Tampoco, desde luego, reniega en absolu-
preferible vivir en descampado         lo sumo, instalarse       de la verdad,            se le oculta
                                                                                                       que el otro nombre
en una de esas casas japonesas
                                  -a
                                   de papel, tan livianas y
                                                              to                 pero no
                                                              de la sabiduría es «ignorancia»; una docta ignorancia
provisionales-, mucho mejor que dentro de un edificio                     de la ignorancia ignorante todo ese largo tra-
                                                              que dista
con fama de sólido, dentro de un sistema que se preten-       mo,  ya superado,   que erala    vanidad.
de irrefutable, definitivo, antisísmico.                        Gustosamente reconocerá el escéptico la parte de ver-
                                                              dad que haya en todo pensamiento. Criticar no es de-
                                                              moler, sino discernir. La duda es un instrumento delica-
   Pero es injusto definir el escepticismo exclusivamente     do, más parecido a un bisturí que a una piqueta. Sképto-
por vía negativa. Sería una definición tan pobre como         mai significa precisamente examinar con cuidado, mirar
las contenidas        los términos contra-cultura, no-
                  en                                          dentro y mirar en torno. En las doctrinas articuladas or-
violencia o anti-comunismo. Recuérdese que el antico-         gánicamente, bien sistematizadas, el escéptico no deja
munismo puede constituir toda una ideología, y la no-         de admirar     su voluntad de coherencia. Por eso hace
328                                                                                                                  329
 suya esta necesidad de coherencia, llevando su propia          tolerancia, al pluralismo y a la comprensión. Su opinión
                                                                             la contraria; al revés, la            le hace
duda hasta el final, aplicando la duda a sus mismas du-         no excluye                              presupone,
 das. Ninguna duda hay digna de culto, digna de                 sitio de antemano, le concede aquel tanto de probabili-
                                                       una
adhesión incondicional. Siguiendo al Qohelet, él afirma         dad que a ella le falta. Sólo es beligerante contra los es-
que no sólo
             el mundo y la vida, sino también sus propias       píritus belicosos: al condenar toda forma de fanatismo,
opiniones acerca del mundo y de la vida, son como               declara la guerra a la guerra, demuestra la perfecta ina-
humo en la mañana. Con paciencia hace la crítica de su          nidad de la lucha de ideologias. Practica la ironía, pero
crítica y practica el escepticismo respecto de su misma                 emplea como una espada, sino como un dlesinfec-
condición escéptica. He ahí la piedra de toque, semejan-
                                                                no
                                                                tante.
                                                                      la
                                                                                                      escéptico se ha vedado
te la
    a   del verdadero humorista, aquel que sabe reirse                Aprimera vista, parece que       el
                                                                   sí
                                                                                                   de maestro, de orador,
                                                                                                                  el
de sí mismo. Aprende a dudar -enseña Machado-, y
              «                                                 a      mismo algunos oficios:     el
                                                                el de metafísico. Sin embargo, puede desempeñar
acabarás dudando de tu propia duda; de este modo pre-                                                                         con
mia Dios al escéptico y al creyente». No es que el resulta-     éxito el papel de objetor     d  la metafisica, y realizar así
330                                                                                                                          331
cómo evolucionará éste, aunque los adversarios del es-               nocimiento sin desesperación, una esperanza sin obceca-
cepticismo parecen estar seguros de que el porvenir de-              ción, un pesimismo optimista, un amor irónico. No es
pende tan sólo del simple desarrollo de nuestros actua-             ningún absurdo, ya que ni el entusiasmo suprime el es-
les sistemas. También los dinosaurios,
                                       en efecto, creían             cepticismo ni éste hace inviable el entusiasmo. También
que el mundo sería totalmente suyo cuando su especie                la locura tiene su lógica, y el crimen, su ética. No es nin-
produjera ejemplares aún más potentes y voluminosos.                gún absurdo. Absurdo es un círculo cuadrado, un hie-
En cambio, el escéptico tiene una visión mucho más am-              rro de madera o un escepticismo dogmático; pero no el
plia: no descarta la aparición del mutante. Se trataría de          escepticismo entusiasta. ¿Una paradoja? Una paradoja
algo que el pensamiento concluso y pretencioso suele re-                 la cual         y
                                                                    en                    otro término, lejos de neutralizarse, son
chazar por principio, y que, sin embargo, tantas veces ha            susceptibles uno
                                                                                    de intensificación simultánea (hay paradojas
асаecido ya, eso que precisamente se denomina error en              de este género
                                                                                          en el orden operativo: San Ignacio de
historia natural: algo no previsto, algo que constituye              Loyola recomienda actuar como si todo dependiera de
un error dentro del esquema biológico imperante, pero                                                                              él).
                                                                                                           si
                                                                     nosotros y confiar en Dios como sólo dependiera de
que se convierte en verdad a otro nivel distinto; una                Decir que todo cuanto progresa o avanza, lo hace por la
verdad nueva, fundacional, capaz de engendrar un nue-                alternancia del pie derecho y el izquierdo, es todavía de-
     esquema más complejo.
voOcupado                                                           cir   muy poco. En la oposición dualista los contrarios se
              en minar las certezas inertes, en dudar de
 aquello que a los demás parece obvio, el escéptico traba-
                                                                     suceden; en
                                                                                    la vía media se castran; sólo en la paradoja se
                                                                     fecundan mutuamente.
ja en los márgenes y fuerza los límites. Rehúye esa segu-               Toda paradoja podría considerarse una especie de
 ridad que a los otros proporciona el vivir acogidos a un            síntesis. Está claro que el escepticismo entusiasta signifi-
 sistema fijo de referencia. ¿Por qué ha de ser fijo? El             ca un estadio posterior al engaño y al desengaño. Boy
 trata de modificarlo, trata de cambiar de ecosistema,              gets girl. Pero
                                                                                       no es una verdadera síntesis, plena y defi-
 practica el arte de la inadaptación,   que significa una            nitiva. En    este   inundo, toda síntesis es poco más que
 adaptación más imaginativa, más creadora.                                 tesis, y ésta                                          «sín-
                                                                     una                  росо más que una hipótesis. Es una
                                                                     tesis de trabajo»,                 tal                  final  del
                                                                                            un camino;        vez, un tramo
                                                                                           la                        saben      la sín-
                                                                     camino, pero no          meta. Los creyentes          que
  Es un escéptico que no se rinde, que no renuncia                   tesis perfecta pertenece sólo a la vida futura. Sin embar-
cuando los demás renuncian. ¿Podría hablarse de escep-               go, dentro de la comunidad de los creyentes igual que
ticismo    entusiasta?
                    Kazantzakis hablaba de «pesimismo
                                                                     fuera de ella, caben diversas maneras de entender y vi-
intrépido»; Mounier, de «optimismo trágico»; Alan Wood               vir. Quiero decir que también en cuanto creyentes,
llamó a B. Russell «escéptico apasionado». Ninguna de                pueden éstos hallarse en estado de tesis, de antítesis o
estas fórmulas, ciertamente,   implica mayor contradic-              de síntesis; esa síntesis precaria, itinerante y en hilván,
ción   que esa que     es   inherente  a toda persona humana.
                                                                    que es tan compatible con la oscuridad de la
                                                                                                                     fe. Se
                                                                                                                            pue-
  No me refiero        a    una mera  coexistencia de escepticis-   de leer a Job a  la luz del Evangelio  y  se puede volver a
mo    y   entusiasmo       dentro del mismo individuo, sino a       leer el Evangelio en el mismo corral donde Job escondía
                         su
       sola cosa con   anverso
una                            y su reverso, cada uno de            su lepra. La futilidad universal eslael envés de esta vida;
los cuales justifica y provoca al otro.
                                          Es la fe la
                                                      que           pero dicha futilidad es tan sólo       cara visible de otra
duda, es la duda la que impulsa la fe. Se trata de un co-           vida: para percibir   lo primero hace   falta ser escéptico,
332                                                                                                                               333
                                                                                                                  trocko
para darse cuenta de lo segundo se necesita un cierto          que concatenarse, contliuyen en un                      difuminado
margen de entusiasmo. Es cosa fácil el desprecio del           donde impera cierta monotonía, pero                   donde súbita-
                                                                                                                          Es
mundo, y es igualmente fácil la valoración del mundo           mente, de vez en c'uandlo, aparece um error fecundo.
                                                                                                           de UUtopía,
como realidad positiva y redimida; ya es más difícil re-       escéptico porque no cree en   la existencia              perO
                                                                                                                cde
conocer que, salvo en un plano muy misterioso y para              entusiasta porque cree que, buscando lit isla      Utopía,
                                                               es
mentes muy purificadas, también la llamada «ciencia de         seencuentra uno con las Américas. Prefiere un método a
                                                               cualquier sistema. En su alma hay vacio y desco; o al
la cruz» suele ser ciencia mundana, presuntuosa e inane.
                                                               revés, algo presiente él, pero no se rebaja a descarlo, Un
Lo                          lo
    más difícil de todo es    más evidente de todo: ad-
vertir que el día empieza a medianoche.                        amarillo que tiende al azul, el azul que tiende al rojo, el
   La paradoja no constituye, ciertamente, una síntesis        rojo que vuelve otra vez, desencantado, al amarillo; pero,
plera y cuajada. Pero tampoco puede decirse que sea            poniendo el disco en movimiento, se obtiene                 el
                                                                                                                     blanco:
                                                                                                                  la formu-
naca más un estímulo ocasional del pensamiento, que            conviene acclerar
                                                                                      el
                                                                                     proceso   del pensamiento,
sea   únicamente   su sal, no su pan, y que no hay que con-    lación de tautologias aparentes...
                         la luz. La paradoja es
fundir   la chispa
                    con                         mucho más
que   eso. Tal vez, las más altas realidades sólo podemos
                                                                                                    111
expresarlas   mediante paradojas,   y ello no se debe sim-
plemente a la pobreza de nuestro lenguaje, incapaz de
recoger en un solo vocablo lo que sería una sola idea,             ¿Es la   nuestra   una
                                                                                            época     propicia   al escepticismo   en-
sino que también acontece lo mismo a nivel de pensa-           tusiasta?
miento, que tampoco podemos pensar dichas realidades              Dicen que el heroísmo es hoy un valor en crisis. Cier-
                                                               tamente, en las actuales circunstancias, el heroísmo mili-
si no es a través de constantes paradojas. No sólo deci-
mos intimidad y respeto, sino que también lo pensamos          tar significa el arma menos importante de
                                                                                                                 la panoplia;
334                                                                                                                                335
  sosdepositaron       sobre la arena. Jirones de un pendón                   así», y después añaden alguna conjunción adver-
                                                                      parece
   arrebatado          turcos, la honra mancillada del marido,
                    a los
                                                                      sativa. Dios los coja confesados.
  una   lista de principios    irrefutables, algún pedazo de pa-        De sobra sabe el escéptico que la historia se repite, que
  pel donde aún pueden leerse palabras tales como alazán,             a Alarico         sucederá Alarico
 filosofía perenne o pífano. Lentamente cae la tarde sobre                       LXII                     LXIII,  que hay como
  los despojos, igual                                      el olvi-   un proceso cíclico, monótono y ciego. Sin embargo, el
                         que una polvareda, igual que                 entusiasmo inherente a su escepticismo le permite modi-
  do. Dicen         el  análisis  ha  vencido  sobre los axiomas;
               que                                                    ficar ligeramente una conclusión que sería demasiado
  el posibilismo, sobre la intransigencia; el consenso, so-
                                                                      rotunda y demasiado desalentadora. Dicho entusiasmo
  bre   la obcecación. Que los sistemas de pensamiento se             basta para forzar, para alterar      grado mínimo, pero
  han hecho más flexibles o más cautelosos. Que los dile-                                             en
                                                                      suficiente- esa línea circular de la historia, abriéndola
  mas ya no versan sobre el bien absoluto y el mal absolu-             unos milímetros, convirtiendo la circunferencia en espi-
              la política      ha dado un giro notable: los
 to. Que
 partidos
                            misma
           de militantes fueron sustituidos por partidos de
                                                                      ral: las cosas nunca son exactamente iguales, la suplan-
                                                                      tación del diálogo por el uso de la fuerza causará una
ciudadanos, partidos electorales que se disputan los mis-               consternación cada vez mayor, cada vez se hará más sos-
mos votos, la momentánea adhesión de una población                    pechosa la identificación del dogmatismo con la verdad;
versátil e indiferente. Dicen que vivimos una época de                               la comunicación        los hombres ganará
                                                                      poco a poco,                    entre
desarme mental, que vivimos en un mundo de gentes
                                                                      nuevos horizontes,   y, por supuesto, el fanatismo volverá
menos obstinadas.                                                           y
                                                                             otra vez, pero cada vez será un fenómeno más re-
    Dicen. También por lo que a esto respecta, el verda-              una
                                                                      ducido, más irrisorio o menos presentable. Aun en su
dero escéptico se muestra más bien escéptico. El sabe                 versión más modesta, el pronóstico parece esperanza-
                         casi siempre la misma lamentable
que la historia repite                                                dor: nuestras tentativas de diálogo seguirán fracasando,
crónica, una sucesión de gestas que dejaron los campos
                                                                      pero fracasarán cada vez un poco menos.
 y las mentes sembradas de sal, una bandera que un día
alguien levanta convocando      una purificación univer-
                                      a
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