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Shelly Laurenston - Serie Pride 01.5 - Shaw's Tail

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Shelly Laurenston

Serie Pride 01,5


Shaw's Tail
(Dentro de la antología “The Mane Event”)

1
Traducido y corregido por

Traductoras por orden alfabético: Correctoras por orden alfabético:

Annie Cate
Belgy Elvia
Carola_mm Javi
Cate Kyoko Chan
Eglan Mara
Galaciriaca Mari
ilusaAna María Pili
Javi Marta
Jules Mrs. C
Lizeth Variel
Katniss
Kisbel Revisión final y coordinadora:
Mari
Patrii27 Mari
Rachel
Techenita
Vanessita
Variel

2
Índice
Argumento…………………………………………………………………………………… Página 5

Dedicatoria…………………………………………………………………………………… Página 6

Prólogo…………………………………………………………………………………………. Página 7

Capítulo Uno………………………………………………………………………………. Página 12

Capítulo Dos………………………………………………………………………………. Página 35

Capítulo Tres……………………………………………………………………………… Página 58

Capítulo Cuatro…………………………………………………………………………. Página 75

Capítulo Cinco……………………………………………………………………………. Página 84

Capítulo Seis……………………………………………………………………………. Página 113

Capítulo Siete…………………………………………………………………………… Página 125

Capítulo Ocho…………………………………………………………………………… Página 135

Capítulo Nueve………………………………………………………………………… Página 145

Capítulo Diez……………………………………………………………………………. Página 173

Capítulo Once…………………………………………………………………………… Página 204

3
Capítulo Doce…………………………………………………………………………… Página 222

Capítulo Trece…………………………………………………………………………. Página 237

Capítulo Catorce………………………………………………………………………. Página 244

Capítulo Quince……………………………………………………………………….. Página 265

Capítulo Dieciséis…………………………………………………………………….. Página 288

Capítulo Diecisiete…………………………………………………………………… Página 297

Próximamente…………………………………………………………………………. Página 319

4
Argumento
Brendon Shaw, propietario de un hotel y león cambiaformas, ha visto
mejores días. Ha sido golpeado, tuvo una pistola apuntando a su
cabeza, y debió ser rescatado por una Manada de hombres lobo. Pensó
que no sobreviviría esa noche, mucho menos que encontraría a la mujer
de sus sueños. Y jamás pensó que esa mujer de sus sueños tendría
acento sureño y usaría botas vaqueras. Una vez que posa la mirada en
ella, el depredador dentro de él está listo para abalanzarse y nunca
soltarla.

Ronnie Lee Reed está lista para cambiar su vida, y la ciudad de Nueva
York es el lugar en donde cualquier chica —incluso una que viene
acompañada con una Manada— puede redefinirse a sí misma. Lo
primero a hacer: encontrar un compañero, establecerse, y dejar de
utilizar a los hombres para tener sexo. Incluso a un enorme y atractivo
león cambiaformas con unas oh-Dios-mío-qué-grandes-ehh-garras-
tienes. Por otra parte…

5
A mi madre, quien siempre tuvo fe en mí.

A Christina L. quien aún tiene fe en mí.

Y a Cypress B. quien sabía que yo podía hacer

todo lo que me propusiera… tan pronto como

dejara de quejarme.

Los amo a todos.

6
Prólogo
Traducido por Mari
Corregido por Eglan

“Señor Shaw, necesita levantarse. Ahora.” Brendon Shaw, quien


descansaba sobre sus rodillas y probablemente muriendo, se encogió
ante el sonido de esa voz. Era como el taladro de un dentista. Aún así,
le daba algo en qué concentrarse. Algo que le impidiera perder el
conocimiento completamente. No podía permitirse a sí mismo aminorar
el paso y retrasar a esta mujer. La conocía… de alguna parte. Recordaba
su aroma de alguna parte. Incluso conocía esa temible voz.

Lo más importante, ella era completamente humana. A pesar de que


esos bastardos, quienes le hicieron esto, ahora se encontraban siendo
destrozados por el clan de las hienas, pronto esas mismas hienas
regresarían por ellos. Por ella. No eran una raza que valorara la lealtad
o bondad. Siempre exterminaban a los débiles. Ella era débil porque era
humana. Él estaba débil porque sangraba a muerte entre los túneles
subterráneos. Así que tenía que sacarla de ahí. Ahora.

Aún así, no hacía milagros. Tenía al menos tres costillas rotas, una
clavícula fracturada, una rótula dislocada y una considerable cantidad de
hemorragias internas. Si pudiera llegar a un lugar seguro para permitir
que su cuerpo sanara, probablemente sobreviviría. De hecho, se
recuperaría por completo en unos pocos días… si vivía para contarlo.

7
Aunque no creía que eso sucedería. De cualquier manera, debía intentar
salir de esos túneles o las hienas acabarían con él. Tampoco permitiría
que esta mujer corriera la misma suerte. Entonces esta mujer —¿quién
demonios era?— tenían que irse.

Shaw sacudió la cabeza. “No puedo.”

“No puedo cargarlo, señor Shaw.”

Cosita persistente, ¿no?

Lo intentó otra vez. “Olvídate de mí. Vete.” Él podría mantener a


raya a las hienas. Ya no le quedaban muchas fuerzas, pero estarían tan
ocupadas atacándolo y desgarrándole las extremidades, que ella tendría
el tiempo suficiente para escapar… si tan sólo se fuera.

Ella soltó un suave suspiro de fastidio. “No puedo dejarlo aquí, señor
Shaw.”

Ahhh. Ahora recordaba. La policía. La policía de tetas enormes y con


el aroma de Mace Llewellyn por todo su cuerpo.

No le sorprendía que no lo abandonara. Estaba cumpliendo con su


deber cívico… o lo que sea. De todos modos, si no comenzaba a mover
ese bonito culo…

El olor de los lobos lo golpeó fuerte y rápido. Genial. Ahora tenía que
lidiar con hienas y lobos, justo después que le sacaran la mierda unos
leones callejeros. Dios, que porquería de Navidad era ésta.

8
Pero la mujer pareció tomar la presencia de la loba bastante bien,
inclinó su linda cabecita hacia un lado y preguntó, “¿Sissy Mae?” La loba
aulló en respuesta. “Estoy perdida y él se está quedando sin fuerzas.”

Quizás fue el mayor eufemismo de la noche. Comenzaría a toser


sangre en cualquier momento, lo que siempre era tan divertido.

Gritos, rugidos y el adorable aullido burlón de una hiena —como uñas


sobre una pizarra— le recordaron que rápidamente se quedaban sin
tiempo. La hembra de Mace se desempeño inteligentemente,
apuntando hacia la cabeza de la líder del clan de las hienas, quien fue
precisamente la que asesino a su amante león. Eso provocó que las
hienas enfocaran su atención hacia los tres bastardos que estuvieron a
segundos de dispararle por la espalda como si fuera un maldito humano.
Encontraría bastante divertido todo este giro de acontecimientos si no
se estuviera muriendo.

La loba echó la cabeza atrás y aulló, llamando a su Manada.

O los perros parecieron rápidamente o él perdió el conocimiento por


un tiempo, porque de repente estaba parado sobre sus pies, usando la
pared del túnel como apoyo, y un buen número de caninos se
encontraban parados a su alrededor. Dos machos cambiaron a sus
formas humanas y lo tomaron por los brazos. Normalmente, no
permitiría que un canino lo tocara pero, bajo las circunstancias, a
caballo regalado no se le miran los dientes.

9
Además, perdía las fuerzas rápidamente. Tan pronto lo llevaron a las
escaleras, las cosas comenzaron a obscurecerse. Entonces pudo oler
basura, café, las húmedas calles de Nueva York, y… y algo más. Algo
que era lo suficientemente maravilloso, poderoso y delicioso como para
que se le hiciera agua la boca y su polla se endureciera. Una especie de
milagro, ya saben, por estar sangrando hasta la muerte. Pero, Dios,
hablando acerca de tener una razón para vivir.

De algún modo logró abrir los ojos, y fue entonces cuando miró el
rostro más lindo que alguna vez hubiera visto. Unos hermosos ojos color
avellana, más amarillos que marrones, una nariz chata, que tuvo la
sospecha de que fue fracturada una o dos veces. Además de tener un
salpicón de pecas en el puente de la nariz y mejillas. Sus labios eran
exuberantes y prometían realizar todo tipo de maravillosas habilidades,
y cuando le sonrió, supo que podría estar enamorándose.

Entonces ella dijo, “No te preocupes de nada, cariño. Te cuidaremos


muy bien.” Mientras que el resto de su Manada ignoró por completo la
conversación, su sonrisa se volvió traviesa y descaradamente sexual, él
pensó que se correría ahí mismo. Esos bonitos ojos lo recorrieron de
pies a cabeza. “No puedo permitir que ese cuerpo se desperdicie, ¿o sí?
Sería injusto para todo el género femenino.” Levantó la mano y le tocó
la frente. Con dedos tan fríos y delicados. Suaves y gentiles. Nunca
antes sintió algo tan increíble. “Cierra tus ojos, cariño. Duerme. Cuando
despiertes, te prometo que estarás a salvo y respirando.”

Incapaz de seguir luchando contra ello, Brendon Shaw cerró sus ojos
y dejó que la maravillosa oscuridad llegara. Realmente no sabía si se

10
despertaría otra vez, como ella dijo. Pero sí sabía una cosa…
definitivamente estaba enamorado.

11
Capítulo Uno
Traducido por Variel
Corregido por Mari

Aquella esencia lo golpeó primero. Su nariz se crispó y sus labios


retrocedieron sobre sus colmillos. Su cuerpo ardía.

La fiebre. Dolía bastante, los cambiaformas sufren de una fiebre que


casi los desgarra desde dentro hacia afuera. Aunque, una vez que
terminaba de pasar por su sistema, las posibilidades de sobrevivencia
aumentaban en un ochenta por ciento.

Brendon sabía cuando una fiebre realmente mala lo tenía agarrado


por las bolas. Su cuerpo temblaba, sus manos se abrían y cerraban en
puños. Sería un largo y extraño viaje de vuelta a la normalidad, pero
sus otras opciones eran mucho menos placenteras.

Y esa condenada esencia sólo hacia las cosas peores. Llamaba al león
que ardía en su interior.

Un poco más y él no sería capaz de contenerlo. Un poco más y él


podría correrse sobre las sábanas.

Reprimiendo un gruñido, forzó sus ojos a abrirse. Sabía por la


manera en que se veía todo a su alrededor, que sus ojos estaban a

12
modo de león. Sus manos malditamente cerca de ser garras. Podía
sentir las puntas rasgando sus palmas cuando apretaba las manos.

Aunque no le importaba. No le importaba que su cuerpo entero


doliera. No le importaba la fiebre atravesándolo como una clase de
incendio forestal en California. No. ¿Qué era lo que le importaba? La
propietaria de esa esencia.

Explorando la habitación del hospital, ahora se dio cuenta de que


estaba a salvo ahí, la encontró junto a la ventana. Sentada en una silla,
volteada, así él podía ver su perfil. Ella tenía sus oh-tan-largas piernas
estiradas hacia el frente y sus pies cubiertos con botas extremadamente
largas en otra silla frente a ella. Un gran libro de tapa dura descansaba
sobre su regazo, pero aparentemente no mantenía su interés ya que
parecía totalmente entretenida lanzando nueces al aire y tratando de
atraparlas con su boca. No era muy buena en eso, y él encontró aquello
un poco sorprendente. Los perros generalmente podían atrapar
cualquier cosa con sus bocas.

Y fue ahí cuando se dio cuenta. Ella era de la Manada de lobos.

“Mierda.”

La palabra murmurada la sobresaltó y se volteó para mirarlo, la nuez


que había lanzado al aire momentos antes golpeó su mejilla. Ella
parpadeó y lo miró fijamente.

Él le devolvió la mirada.

13
“¿Qué estás haciendo levantado, cariño?” preguntó suavemente. “El
doc dijo que te dio bastantes medicamentos para noquear a un elefante
por una semana.”

Oh diablos. Ese acento. Dolorosamente sureño. Aún más, ese acento


con aquellos ojos... todo lo que podía pensar era en cómo ella susurraría
con ese maldito acento que iba a correrse.

Dejó caer un gran marcador gordo y una pluma azul en medio de su


libro y lo cerró. Él notó que sostenía un libro de texto. Miró su rostro,
rezando que ella no tuviera unos veinte años. A él le gustaba que sus
mujeres fueran un poco mayores. Un poco más experimentadas.

No. Esta no era una chica aburrida e ingenua que esperaba que él
tomara todas las decisiones. Lo supo con certeza cuando ella quitó las
largas piernas de la silla y se levantó. Como la mayoría de los lobos
hembra, era alta y poderosamente construida. Medía al menos un metro
ochenta y dos, con hombros y brazos fuertes. Esta mujer no era ningún
modelo de delgadez. Tenía un cuerpo que definitivamente podría
manejar un momento rudo y turbulento en la cama, y dejar a un
hombre desesperado por más.

Era lo que su abuelo habría llamado un “largo vaso de agua1.”


Aquellas piernas largas, enfundadas en unos vaqueros gastados y su
camiseta deslavada que no tomaría mucho sino un pequeño tirón para
arrancarla completamente de su cuerpo.

1
El dicho norteamericano: “Un largo vaso de agua”, hace referencia a un hombre o
mujer que es muy alto(a) de estatura y tremendamente atractivo(a). (N. de la C.)

14
Caminó sin prisa hacia él —y eso es lo que era, un deambular lento—
hasta que alcanzó la cama. Su cuerpo cerca del suyo, ella le tocó la
frente con la palma de su mano.

“Buen Dios.” Con un gesto de preocupación, le puso la mano en su


nuca y la otra en su mejilla. Tal frescura, suaves manos. “Oh, pobre
bebé. Estás ardiendo.”

Ella no tenía idea.

“Mejor voy por el doc.” Dio un paso para alejarse, pero él la agarró
del brazo.

“¿Cuál es el problema, querido? ¿Te preocupa que no vuelva?” Ella


sonrió y eso casi le arranca los intestinos. Él nunca había visto nada
más bonito. “Bueno, no dejes que eso te moleste ni un poquito. Estaré
justo afuera hablando con el doc.” La mano acarició su mejilla y él cerro
los ojos brevemente, frotando con su nariz la palma de ella y
ronroneando.

“Mmmmmm. Esa fiebre debe ser muy mala si estás haciendo sonidos
que nunca antes había escuchado. Los ruidos que generalmente oigo de
los gatos son rugidos y siseos. Mejor traigo al doc.” De nuevo ella trató
de alejarse, y Brendon no lo permitió.

Con un buen tirón, la arrastró a su regazo.

“¡Oye, oye, cariño! Ahora espera un segundo.” Brendon la giró de


manera que ella se pusiera a horcajadas sobre su cintura, sus generosas

15
tetas justo en su cara, él le agarró el culo y lo apretó fuerte contra su
creciente erección.

“Mira grandulón, no quiero lastimarte...”

Él gruñó, medio deseaba que le hiciera daño. Dentro de lo razonable,


por supuesto.

“...pero lo haré si no quitas esas grandes garras de gato de mi


trasero.”

Ignorándola, Brendon enterró su cara entre sus pechos y aspiró


profundamente. Guau, ella olía tan malditamente bien.

“Necesitas parar esto. Sé que estás enfermo y todo pero—”

El olisqueó un pezón luego el otro. “¡Detén eso!”

“Quédate conmigo,” él gruño contra su pecho, su voz sonando más


animal que humana.

“Estoy contigo, y si sólo me dejaras ir—”

“Fóllame.”

“Está bien. Se acabó.”

Fuertes manos golpearon contra sus hombros y ella misma se


empujó para alejarse tanto como podía. Él aún la tenía alrededor de su
cintura, pero sus tetas estuvieron súbitamente fuera de su alcance. No
le gustó ni un poco.

16
“Necesitas mantener el control de ti mismo. Justo ahora.”

“Bésame.”

“No.”

“Bésame y te dejaré ir.” Por el momento, de cualquier manera.

A pesar de que sus manos eran fuertes contra sus hombros, ella no
dio un “no” inmediato como él esperó.

“Lo prometo,” él persistió. “Sólo bésame.”

Ella se apartó otra vez, probando su fuerza. La sostuvo, apretándola,


no estaba dispuesto a soltarla. Si ella pensaba que la fiebre lo haría más
débil, estaba muy equivocada. Al contrario, ésta lo había hecho
peligrosamente fuerte.

“Maldita sea.” Ella dejó escapar un rápido aliento exasperado. “Está


bien. Bueno. Pero hazlo rápido.”

De mala gana soltó su culo, Brendon deslizó sus manos hacia arriba
hasta que se posaron contra su espalda, la jaló hacia adelante y se
inclinó, aquellos bonitos ojos observándolo, cautelosos y un poco
curiosos.

Brendon rozó sus labios contra los suyos, un pequeño movimiento


completamente inofensivo. Ella no hizo nada. Simplemente lo miró fijo.
Como no trató de arrancarle la garganta, él dio otro paso, esta vez un
poco más persistente.

17
Se quedó muy quieta, no hizo ningún movimiento para retirarse o
acercarse.

Jalándola cerca de su cuerpo, Brendon cerró su boca sobre la suya.


Las manos de ella permanecieron sobre sus hombros, tensas como el
resto de su cuerpo, lista para empujarlo en cualquier momento. Le
lamió sus labios, la punta de su lengua trazando una línea entre ellos.
Ella apretó sus manos sobre los hombros de él pero en lugar de
empujarlo, lo agarró fuerte y le devolvió el beso.

Y diablos... ¡qué beso!

***

¡Rhonda Lee Reed, eres una mujerzuela!

Síp. Ella podía escuchar la voz de su mamá, clara como una campana
en su cabeza. La misma cosa que le dijo cuando encontró a Ronnie en el
asiento trasero del Ford Pinto2 de Johnny Patterson, con su par de botas
rojas favoritas pegadas al techo.

2
El Ford Pinto fue un automóvil compacto para los estándares norteamericanos. Se
lanzó en 1971 para competir en el mercado estadounidense contra los importados
pequeños, y fue un resonante éxito comercial. (N. de la T.)

18
Y aquí estaba ella otra vez. Involucrándose con el sujeto equivocado.
De hecho, la especie incorrecta. Además enfermo. El hombre tenía un
horrible ataque de fiebre.

Él debería estar descansando. Debería estar bebiendo líquidos para


mantener baja su temperatura y gimiendo de agonía. No debería tener
la lengua de una desconocida metida hasta su garganta.

Así que ella tenía que parar esto. Ahora.

Pero demonios, si el hombre besaba muy bien.

Ronnie debió haber sabido tan pronto como ella miró aquella
maravillosa cara la noche anterior, que estaba en problemas. Ni siquiera
sangrando y con algunos huesos rotos por la paliza que recibió, podría
restarle a la belleza natural de su rostro. Pómulos marcados y una
afilada nariz no hacían más que realzar los labios completamente
pecaminosos. Labios con los que Ronnie no había tenido problema
imaginándolos sobre todo su cuerpo.

Pero fue cuando abrió sus ojos y la miró, que sintió cada hormona
femenina en su cuerpo, súbitamente, volver a la vida. Aquellos
asombrosos ojos dorado-oscuros, enmarcados por largas pestañas
negras como carbón, la hicieron adentrarse en ellos completamente.
Añadiendo a eso los dos metros de estatura junto con sus ciento treinta
y seis kilos de cuerpo musculoso y Rhonda Lee Reed estaba en el
paraíso del apareamiento.

19
Así que no era sorprendente que hubiera perdido el control absoluto
de la situación.

Un segundo estaba mirando fijamente al resplandecientemente


aburrido libro de texto de Ingeniería 101, preguntándose si su plan de
volver a la Universidad seguía siendo una de las mejores ideas que
había tenido recientemente, y al siguiente —en el regazo de un
condenado gato con la lengua dentro de su boca.

Aunque al final del día ella culparía a Sissy Mae Smith por esto. Su
mejor amiga desde que cumplió los tres años, aquella hembra malévola
había metido a Ronnie en más problemas de lo que parecía ser posible
para dos buenas lobas de Tennessee. Había estrellas de rock con
pasados más limpios que el de ella y Sissy. No es que alguna vez le
hicieran a las drogas ni nada por el estilo. Infiernos, ¿quién necesitaba
las drogas cuando Sissy no había tenido reparos en emborracharla con
tequila atándole un cordón de bungie alrededor de su cintura,
lanzándola del lado de un edificio, con el famoso “¿Confiarías en mí?” de
Sissy gritándolo detrás de ella. Luego estaba ese roce con la policía
mexicana y aquel pequeño pueblo en el Este de Alemania que les
ordenaron nunca más regresar...

Oh, y aquellos policías de las Vegas —vale, ellas no estarían de


vuelta en Nevada por algún tiempo.

Es más, Sissy Mae podría comenzar una pelea de cuchillos en un


convento.

20
Sin embargo, Sissy no era la que estaba peleando con un sobre
dimensionado gato doméstico. Sissy y el resto de la Manada Smith,
estaban disfrutando del día de Navidad, mientras ella se quedaba de
niñera. Lo cual, en el gran esquema de las cosas, era algo que el orgullo
de él debería resentir. De cualquier manera ¿dónde estaba aquella
condenada hembra? La que se había mostrado parecía extremadamente
“enfadada,” y una vez que el doc les había dicho que Shaw viviría, había
salido huyendo de allí. Ni siquiera fue a ver cómo estaba él. Y allí fue
cuando Sissy Mae le dio el golpe traicionero a Ronnie.

“No podemos dejarlo solo,” había dicho. “Nadie quiere despertar solo
en un hospital,” señaló ella.

“¿Y?” El hermano mayor de Sissy, Bobby, había demandado. “¿Qué


se supone que debemos hacer al respecto?”

Ronnie sabía como acabaría esto y rápidamente se había agachado


detrás de Mace Llewellyn para ocultarse. Como Shaw, Mace era un
macho grande. Así quizá Sissy Mae no la vería... “Ronnie Lee se
quedará. ¿No es así Ronnie?”

Si Ronnie creyera que podría salirse con la suya, habría escupido el


agua que se acababa de tragar, justo en la cara de Sissy. Pero ahora
que Sissy la había elegido específicamente a ella para quedarse,
ninguna otra loba lo haría. Así que, o se iban todos y dejaban que Shaw
despertara solo en un extraño hospital, o Ronnie tendría que quedarse.

21
Con toda una Manada para protegerla, más tres hermanos, un dolor
en el culo como su mamá, y por supuesto su papá, Ronnie nunca
despertaría sola en un hospital. El pensamiento de que alguien tuviera
que pasar por eso, aunque fuera un gato, la hacia sentirse como si
tuviera que hacer algo.

De mala gana, con los dientes apretados, ella estuvo de acuerdo.


“Bien, me quedaré.”

Ahora aquí estaba, besuqueándose como una quinceañera caliente


con un hombre a quien ni siquiera conocía. Está bien, la verdad es que
no era la primera vez que había hecho esto. Y ella lo sabía. Demonios,
hubieron numerosos conciertos de la banda .38 Special y Charlie Daniels
donde ella y Sissy Mae habían dejado una marca totalmente indeleble.
Pero se había prometido a sí misma, cuando había cumplido los treinta,
que aquellos días salvajes se acabaron. En lugar de eso, ella iría y
obtendría su título. Tratando de mantenerse en un mismo lugar por más
de cinco minutos. Lo cual significaba no más mochileros a lo largo de
Europa, Asia y África con Sissy Mae, alias la excéntrica. Y no más
tonteras con cambiaformas que ella apenas conocía.

¿Qué hacía peor este incidente? El pobre bastardo ni siquiera estaba


en sus cabales. Debería estar empujándolo lejos de ella y metiendo su
gran —y exquisito— cuerpo dentro de la cama del hospital, así él podría
superar esa fiebre en paz. Ella definitivamente no debería estar
apretando sus muslos alrededor de su cintura y acercándolo más.

Sólo las mujerzuelas lo hacen Ronnie Lee.

22
Allí iba otra vez la voz de su madre.

Últimamente ella no había sido capaz de sacar la condenada voz de


su madre de su cabeza. ¡Esto estaba comenzando a enloquecerla!

Apoyando sus manos contra sus grandes hombros, Ronnie lo empujó.


“Para, Para. Necesitamos detenernos.”

“¿Por qué?” murmuró él, inclinándose para mordisquear su cuello.

“Porque esto es... mmm...” a Ronnie le costaba concentrándose con


en él girando su lengua contra el punto justo debajo de su oreja, pero
ella tenía que intentarlo. “Esto es... mmm... algo.”

Sus dientes se apoderaron de la carne húmeda de su cuello y la


mordió. No mucho, pero lo bastante fuerte. Los colmillos de ella se
asomaron por sus encías y su cuerpo se estremeció.

“Tenemos que parar. ¡Ahora!” Ella nunca había perdido antes el


control de esta manera. Sus colmillos no sólo “salieron por accidente”.
Cuando se trataba de machos, Ronnie Lee siempre se había controlado.
Siempre. Eso era lo que había hecho fácil marcharse a la mañana
siguiente. Y ella siempre se había marchado a la mañana siguiente.

“No me hagas parar,” le rogó, sus enormes manos tratando


desesperadamente de jalarla contra él. “Por favor.”

23
Síp. Definitivamente, atrapado en la fiebre, porque los leones no
pedían nada. Seguro como el infierno que ellos no decían por favor o
rogaban. No estaba en su naturaleza.

Él le agarró la cintura y tiró de ella envolviéndola fuertemente. Podía


sentir el calor de su dura erección frotándose contra la parte interior de
su muslo. Mucho más de esto y estaría perdida. Mucho más de esto y no
le importaría si su mamá nunca la dejara volver al hogar familiar.

Ronnie lo empujó, mientras se forzaba a sí misma hacia la dirección


opuesta. Su agarre se perdió y ella se alejo de él y de la cama.

“No,” ordenó él. “No me dejes.”

Tratando de recuperar el aliento, Ronnie sacudió la cabeza. “No te


estoy dejando, grandulón. Sólo que tampoco voy a tener sexo contigo.”

Él gruñó, descubriendo enormes colmillos. “¿Por qué no?”

Ronnie caminó hacia atrás para tomar sus cosas y agarró el


dolorosamente aburrido libro de texto que había estado tratando de leer
sin esperanzas. “Porque tengo sensatez.”

“Tu sensatez apesta.” Ojos de león la miraban fijamente desde


debajo de una hermosa melena dorada y marrón que le llegaba hasta
los hombros. El gran cuerpo de Shaw se inclinó hacia adelante, y Ronnie
le dio cerca de diez segundos antes de que él saltara de aquella cama
hacia ella. “Ven aquí.” Gruñó.

24
Ella lo hizo, el libro aún en sus manos. “¿Qué?” preguntó una vez
estuvo parada cerca de él.

Aquellos ojos dorados la barrieron desde la cabeza hasta la punta de


los pies y de vuelta, dejando toda clase de interesantes hormigueos
recorriendo su cuerpo. “Quédate conmigo. En esta cama. Ahora.”

Ella asintió. “Está bien, grandulón. Está bien.” Se acercó, acariciando


su mejilla con la mano y él cerró los ojos con un suspiro.

Sus propios colmillos asomaron, Ronnie agarró el libro de


cuatrocientos kilos con ambas manos y giró. Éste dio un golpe cerrado
en la mandíbula de Shaw, noqueando al hombre hasta caer de lado y
completamente inconsciente.

Lanzando el libro al otro extremo de la habitación, Ronnie sacudió la


cabeza y suspiró. “Maldito gato.”

***

“¿Él tiene que estar así de caliente?”

El doctor, un lindo leopardo, miró atrás, a las enfermeras, quienes se


habían apartado de manera que no se pudieran reír en su cara.

“Señorita eh...”

25
“Ronnie. Sólo llámeme Ronnie. Y responda a mi pregunta, doc.
Quiero decir, podría haber sido enrollada en menta gatuna3 por la
manera en la que aquel muchacho estaba actuando.”

Aclarando su garganta, el doctor tomó su brazo y la alejó de la


recepción de enfermeras. Todas ellas cambiaformas, Ronnie no se
preocupaba por lo que podrían escuchar. Y en vista que el personal
estaba trabajando en plena fiesta navideña, a Ronnie no le importaba lo
fuerte que lo hiciera.

“¿Ronnie, nunca has cuidado antes de alguien con fiebre?”

“Por supuesto que lo he hecho. Mi papá. Mis hermanos. Pero ellos


nunca... usted sabe.”

El doctor rápidamente negó con su cabeza. “No. No. Claro que no.
Ellos son familiares. Pero ¿cómo actuó tu padre alrededor de tu madre
cuando él estuvo con fiebre?”

Ronnie tuvo que pensar sobre aquello. Ella tenía dieciséis años
cuando su papá tuvo fiebre después de una horrible batalla con un jabalí
y luego no pasó mucho tiempo pensando sobre eso una vez que él se
recuperó. Pero entonces recordó cómo su mamá la mantuvo alejada de
la habitación. Un montón.

“Oh.”

3
Menta gatuna, que en inglés se le conoce como “catnip”, es una planta de la familia
de la menta que estimula los receptores olfativos sexuales de los gatos. (N. de la T.)

26
Sonriendo, el doctor asintió. “Sí. ‘Oh’. Debió sentirse atraído por ti
Ronnie. De otra manera no se molestaría. Especialmente los leones.” Él
iluminó sus dorados ojos, lo que asustaría incluso a Ronnie afuera en la
oscuridad. “Ya sabes como son.”

Palmeó su hombro en un gesto casi amable. “Si te hace sentir mejor,


haré que uno de los enfermeros macho lo vigile. Él es un oso. Enorme.
Puede fácilmente manejarlo. De esa manera puedes reunirte con tu
Manada.”

Casi accede inmediatamente, pero luego recordó cómo él le había


ordenado que no lo dejara. Había una desesperación en su demanda,
ella frunció el ceño cuando se dio cuenta de que nadie de la Manada de
leones Llewellyn estaría allí para cuidarlo.

“No puedo irme.” Aunque realmente debería. “Le prometí que no lo


haría.” Ignorando la ceja alzada del doctor, Ronnie se dio la vuelta y se
dirigió a la habitación privada de Shaw.

“Usa el botón para llamar, si se te va de las manos, Ronnie.”

Ella hizo un gesto de asentimiento y siguió caminando, giró en la


esquina y se dirigió por otro pasillo. Considerando que los cambiaformas
no necesitaban el hospital tan a menudo, sí era seguro ver que tenían
un enorme espacio en este lugar.

Después de empujar la puerta de la habitación de Shaw, Ronnie se


congeló. Shaw no estaba, lo cual definitivamente le preocupaba. Pero
dos cuerpos yacían sobre el piso preocupándola aún más.

27
Ronnie se acercó, su nariz arrugándose cuando olió que eran
humanos. Ambos parecían estar en sus treintas, uno con el pelo castaño
oscuro y un gran bigote. El otro rubio, con una cicatriz brutal en su
garganta, como si alguien lo hubiera hecho con un cuchillo. También olía
el aceite de sus armas e hizo una mueca por sus trajes vulgares.

¿Y qué, exactamente, habían hecho ellos con su león?

Ronnie se agachó junto a los hombres y encontró sus armas, Glock


.45s, expertamente desmanteladas. Las piezas arrojadas debajo de la
cama. Parecía que su león millonario tenía algunas habilidades ocultas.
Shaw había golpeado bastante a estos tipos, pero definitivamente
vivirían.

Ella olfateó el aire y buscó la esencia de Shaw. Manteniendo su nariz


arriba, siguió a Shawn a lo largo del pasillo y dio vuelta en una esquina.
Cuando alcanzó el final del corredor, vio una puerta que guiaba a unas
escaleras que llevarían a Shaw hacia el primer piso y a las puertas del
edificio.

“Oh mi Dios.” ella corrió los últimos pasos, golpeando la puerta y


empujando para abrirla. Su impulso la mantuvo moviéndose hacia
adelante. Justo a la espalda de Brendon Shaw, quien por alguna razón
desconocida sintió la necesidad de sentarse en la barandilla. Ella debería
haberlo enviado a volar, pero él sólo gruñó cuando ella chocó en su
contra.

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Echando un vistazo sobre su hombro, Shaw le sonrió. “Vaya, hola,
sexy.”

Ronnie se apartó de su espalda, tomando unos cuantos segundos


para atarle la parte trasera de la bata de hospital así ella no se quedaría
mirando fijamente el culo perfecto del hombre.

“'Querido ¿qué estas haciendo aquí afuera?”

“Sólo mirando la salida del sol.”

Retirándole los cabellos de sus ojos, ella dijo, “Estás en el hueco de


una escalera, querido. Y el sol se levantó hace varias horas.”

“¿En serio? Y eso se vio tan bonito también.”

Ella sonrió y Shaw gruñó en respuesta. “Tienes la sonrisa más bonita


que he visto.” Ronnie sintió que su corazón se calentaba por la gran
bobada que dijo. Hasta que él agregó, “Justo como esa salida del sol.”

“Está bien, grandulón regresemos—” Aquella esencia la golpeó


fuertemente, provocando que se apartara.

“¿Qué?” preguntó él, sus ojos dorados súbitamente claros. “¿Qué


está mal?”

Colocó brevemente la mano sobre su boca para mantenerlo callado y


olfateó el aire otra vez. Los humanos que Shaw había abandonado
estaban en movimiento. Ella dudaba que todavía estuvieran buscando a
Shaw después de que los golpeara, pero no sabía lo que ellos harían si

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se tropezaban con él. Y Ronnie realmente no quería matar a nadie hoy
—si podía evitarlo.

“Tenemos que sacarte de aquí,” susurró, sabiendo que sus voces


resonarían lo suficiente como para que los humanos oyeran.

“¿Por qué estas susurrando?” Exigió Shaw, diez veces más fuerte de
lo necesario.

Ronnie azotó de nuevo la mano sobre su boca. “¡Más bajo!” Ella usó
su otra mano para quitarlo de la barandilla y ponerlo sobre las
escaleras.

“Vamos, querido. Tenemos que movernos.”

Lo empujó cinco tramos escaleras abajo, justo hasta a la salida que


la guiaría fuera de la parte trasera del hospital.

Sabía que podía llevar a Shaw de vuelta al hospital, pero no estaba


realmente impresionada con la seguridad navideña del recinto si
humanos podían andar a hurtadillas alrededor del piso de los
cambiaformas sin ser detectados. No, sería mejor que ella lo llevara a
algún lugar seguro y lejos de la ciudad.

“Quédate aquí,” le dijo a Shaw, dejándolo en las escaleras.

Ronnie dio varios pasos rápidos hacia la puerta trasera. Ella la


examinó y vio que tenía una alarma para alertar al equipo del hospital
de cualquiera que entrara o saliera. Todavía no queriendo alertar a los

30
hombres que iban tras Shaw, rápidamente localizó los alambres
necesarios y los arrancó, desconectando el sistema. El hospital
seguramente sabría que alguien había estropeado esto y la gente de
seguridad estaría comprobándolo pronto. Justo el tiempo necesario para
que ella sacara a Shaw.

Empujando para abrir la puerta, se inclinó cuidadosamente, así


podría ver si era seguro salir. Completamente agradecida, ella no vio u
olió ningún humano acechando alrededor y, aún mejor, había un taxi en
la esquina.

Pero antes de que pudiera moverse, sintió unos grandes dedos


frotando contra la parte baja de su espalda que jalaron la cintura de sus
vaqueros. Con los ojos bien abiertos, ella miró sobre su hombro al
hombre que observaba intensamente hacia abajo, al hueco entre sus
vaqueros y su piel.

“¿Qué crees que estás haciendo?”

“Tienes un lindo culo,” él suspiro. Los ojos dorados la miraron. Ella


no tenía idea si fue la fiebre lo que le dio esa mirada hambrienta o su
trasero. “Podría pasar horas jugando con este culo.”

“Ahora ¿no es ese un cumplido encantador?” Golpeó su mano


alejándola. “Mira, necesitas mantener más control de ti mismo.”

Colocando sus manos contra el marco de la puerta, con sus enormes


brazos sobre la cabeza, él se inclinó hacia ella. Grandioso, el hombre
estaba coqueteando con ella como si estuvieran en una discoteca.

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“Vamos a un hotel en algún lugar y resolvamos esto,” él murmuró.

“Necesitamos llevarte a algún lugar seguro, gato.”

“Pero me gustas. “

“Una vez que pases esta fiebre, ni siquiera recordarás mi nombre.”

“Pero recordaré ese culo.”

Encantador.

Una puerta se azotó varios tramos arriba, y Ronnie podía escuchar


gritos. Ya no podían esperar más.

“Vamos.” Ella jaló la puerta abierta y echó una rápida mirada afuera,
aliviada de encontrar la calle aún vacía. Agarrando la mano de Shaw, lo
empujó afuera, a la calle y hacia el taxi.

Una vez que consiguió meterlo en el interior, cerró la puerta y miró al


conductor.

“Hey,” saludó.

El conductor la miró y no dijo nada. Dios, estos Yankees eran


condenadamente groseros.

“Necesito ir a...” Ella sacó el pedazo de papel de su bolsillo y leyó la


dirección en voz alta.

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“Eso está en Long Island,” dijo el conductor. Como si eso significara
algo para ella.

Ronnie miró fijamente el pedazo de papel. “Esto dice Westbury.”

“Eso está en Long Island.”

Encogiéndose de hombros, “¿Cuál es su punto?”

“Él está diciendo,” gruñó Shaw mientras trataba de quitarse su bata


de hospital, “que es demasiado lejos para manejar —a menos que
tengas efectivo.”

“Tengo efectivo.”

“Mucho efectivo.”

“Tengo bastante dinero.” Ronnie miró al conductor a través del vidrio


que los separaba.

“Y le daré una gran propina aparte de lo que aparezca en el medidor,


pero tiene que conducir ahora.”

El conductor continúo mirándola y Ronnie le devolvió la mirada.


Cuando ella no se apartó ni se echó hacia atrás, él palideció un poco y
se internó en el tráfico.

No quería asustarlo, pero para ser completamente franca, no tenía


tiempo para las tonterías del hombrecito.

“¿A dónde vamos?” Preguntó Shaw.

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“A la casa de mi tía.” Ronnie jaló la bata para colocarla de nuevo en
su lugar. “Ella se mudó fuera de aquí hace unos años, y mi mamá me
dio su dirección en caso de que tuviera un problema.” Ella miró a Shaw.
“Y tu definitivamente eres un problema.”

“Aduladora.” Él sonrió, incluso mientras sus ojos se cerraban.

Finalmente, el gran bastardo caliente se durmió. Ronnie se relajó


contra el asiento y rezó para que él no comenzara a cambiar a su forma
de león en el taxi del pobre hombre. No tendría ninguna explicación
para el conductor.

Ella odiaba ir a casa de su tía por esta razón. Ronnie había planeado
llamar primero, averiguar si aún quería verla después de todo este
tiempo. Habían pasado cerca de quince años desde que la mamá de
Ronnie y su tía tuvieran aquella enorme y violenta pelea. Su papi y su
hermano mayor habían sacado a rastras a las mujeres, apartándolas.
Sin embargo, a pesar de que no habían hablado entre sí durante todo
ese tiempo, su mamá siempre decía, “La familia es la familia, Ronnie
Lee. Tú la necesitas, ve allá o llámala.”

Echando un vistazo al gran hombre a su lado, que roncaba


felizmente, Ronnie esperaba que su mamá tuviera razón.

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Capítulo Dos
Traducido por Eglan
Corregido por Elvia

Brendon se sentó en la cama extraña y miró alrededor de la


habitación. No reconoció ese lugar, pero le gustó. Olía bien.

Sin embargo, le gustaría más si esa loba estuviera aquí. ¿A dónde


pudo haber ido? Sabía que ella no lo dejaría mientras la fiebre aún
hiciera estragos en su cuerpo. A diferencia de la Manada de Leones, ella
no lo abandonaría. Eso era algo que él ya conocía acerca de ella.

Se recostó contra las almohadas, Brendon intentó recordar cómo


llegó ahí. Esto tenía algo que ver con su hermano. Quizás. Para ser
honesto, no podía recordar nada en ese instante, pero si su hermano
estuviera involucrado, no era algo que le sorprendería precisamente.
Mitchell había sido un pelotudo desde que nació. La hermana gemela de
Brendon, Marissa, se había alejado de Mitch hacía mucho tiempo, pero
Brendon no podía hacer eso.

¿Habría desaparecido el muchacho? ¿Otra vez? Mitch, ahora de


veintiocho años, al parecer desaparecía mucho. Los hermanos eran hijos
de madres diferentes, pero del mismo padre. Un padre que había criado
a Brendon y Marissa cuando su madre murió durante el parto y la
Manada de Leones de ella parecía menos interesada en la adopción de

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cualquiera de los dos. Un padre, que en los últimos años tuvo muy poco
que ver con Mitch. Algo que Mitch no podía olvidar ni perdonar.

La vida en la Manada de Leones. Definitivamente no era para todo el


mundo.

Cristo, ¿por qué no podía recordar? ¿Mitch estaba en Nueva York?


Por alguna razón Brendon pensó que podría ser así. ¿Ese era el motivo
por el cual lo estaban buscando?

Brendon sacudió su cabeza. No lo sabía. Todo era tan confuso. Pero


él estuvo en esos túneles por una razón, y probablemente una vez que
la fiebre desapareciera, recordaría el por qué. Sin embargo, ahora, todo
lo que quería era más tiempo con esa loba. Esa que besaba de las mil
maravillas. Increíble. Provocaba lujuria.

Ella no lo abandonaría.

A pesar de que su cuerpo ardía en fiebre, no podía ver cuál sería el


daño si revisaba el resto de la casa. Tal vez podría encontrar a La de los
Labios Maravillosos. Además, conseguiría explorar un poco, ¿no es
cierto? Eso no sería un gran problema, ¿verdad?

***

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Ronnie le sonreía al hombre que estaba sentado en el enorme SUV
en la acera, esperando a su tía.

“Mi cita caliente.” Annie Jo Lucas le hizo un guiño a Ronnie.

“Muy lindo.”

La otra mujer le sonrió. “Oso polar. Me encantan los osos.”

Ronnie rió. Había olvidado por completo lo divertida que su tía podía
ser. Y su mamá había tenido razón. La familia era la familia. Su tía no
movió ni un ojo cuando Ronnie tocó su puerta, sosteniendo a un hombre
que sólo iba vestido con una bata de hospital. Annie Jo los dejó entrar,
consiguió instalar a Shaw, e incluso le entregó a Ronnie un regalo de
navidad que le abría enviado después de las fiestas, de la misma
manera que lo hizo durante quince años. Cierto, Annie todavía no tenía
nada bueno que decir de la madre de Ronnie, pero eso iba en ambos
sentidos.

Su tía incluso habló sobre cancelar su cita, pero Ronnie no tenía


ninguna intención de entrometerse entre una loba y su “revolcón
seguro”. Eso, de plano, estaría mal.

“¿Qué pasa entre ese gato y tú?” Una ceja marrón oscura se levantó
mientras su tía le sonría. “¿Mmmmm?”

“Sólo le estoy haciendo un favor a mi Alfa.”

“Oh. ¿Eso es todo?”

37
“¿Qué significa eso?”

“Bueno, me resulta sorprendente que no aún no hayas llamado la


Manada. Deja que ellos se encarguen del Señor Soy muy Atractivo.”

“¿Por qué debería arruinar sus navidades?” De la misma forma en


que la suya fue arruinada.

“Porque cuando estás en Manada, nunca estás solo.”

“Los llamaré por la mañana. Lo prometo.”

Annie se dirigió hacia la SUV, Ronnie la seguía por detrás. “Sabes,


Ronnie, realmente me puedo quedar. Ayudándote con ese chico. Es muy
grande.”

“Estaremos bien. ¡Ve! Que tengas una increíble cita de navidad.”

“Tienes mi número de celular por si me necesitas.” Annie abrió la


puerta y le lanzó un beso a su cita.

“No te necesitaré. Puedo manejarlo.”

“¿En serio?” Annie sonaba como alguien que no se lo creía ni por un


segundo.

“Sí. Es sólo un hombre. Puedo manejar un sólo hombre.”

La cita de Annie se inclinó para mirar a Ronnie a través de la puerta


del acompañante que estaba abierta. “¿Ese es tu león?”

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Ronnie se dio la vuelta y vio a Brendon Shaw —en todos sus dos
metros y 225 kilos de peso, ahora transformado en un león— trotando
camino abajo por las lindas y tranquilas calles de Long Island, Nueva
York.

“¡Oh, Dios!”

Riendo, su tía agitó su mano. “Diviértete, cariño.”

Ronnie no esperó a ver cómo su tía se iba con su cita. En cambio, se


echó a correr tras el gran idiota.

Afortunadamente, no estaba tratando escapar realmente. Al


contrario, parecía que simplemente se encontraba vagando... y
correteando.

Lo alcanzó cerca de tres cuadras de distancia, rodando por el césped


de alguna pobre persona.

“Shaw,” lo llamó en voz baja. Él no le hizo caso.

“¡Brendon!” Esta vez lo intentó más alto, susurrando tan fuerte como
se atrevió, escuchando la música y a la gente dentro de la casa, riendo
y teniendo una fiesta maravillosa. “¡Ven aquí!”

Brendon, estaba de espaldas, con sus enormes patas en el aire, la


miró fijamente, con la lengua colgando. Dios, ¿qué estaba haciendo?

“Ya me has oído, señor. Ven aquí.”

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Poniéndose en pie, Shaw dio un bajo gruñido. Si comenzaba a rugir,
estaría perdida. Pero en vez de rugir, él... él...

Era la música de navidad estilo calipso4 que provenía desde el


interior de la casa que lo atrajo. Con los ojos bien abiertos, Ronnie
observó al rey de la selva contonear su trasero de león en el césped de
algún pobre ser humano. Ellos nunca entenderían de dónde salieron
esas huellas a la mañana siguiente.

La cabeza de Ronnie se inclinó hacia un lado. ¿Acaso está...? Síp. Él


estaba bailando el mambo. Con las patas cruzadas sobre sus otras
patas. Moviendo la cabeza según el ritmo. La gruesa, y majestuosa
melena ondeando en el frío aire de diciembre. Realmente Brendon no lo
estaba haciendo tan mal. Para ser un enorme gato bailando mambo.

Ronnie se frotó los ojos, dándose cuenta de que tenía que


concentrarse.

“¡Ven aquí!” Ordenó de nuevo, todavía susurrando.

Shaw levantó la vista hacia ella, luego bajó la cabeza hacia sus patas
delanteras, su gran trasero león en el aire.

Oh mi Señor del Cielo, estaba en la postura de juego.

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El género musical calipso pertenece a una tendencia afrocaribeña. (N. de la C.)

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Ella no había hecho una de esas posturas desde sus primeros años,
cuando fue capaz de cambiar completamente siendo todavía era una
cachorra. Y nunca escuchó alguna vez hablar que los gatos lo hicieran.

Ronnie se acercó, y él literalmente saltó hacia atrás lejos de ella.

Persecución. El gran idiota quería jugar a que lo persiguiera.

No tenía tiempo para esto. Tenía que atrapar el trasero de ese gato
loco y llevarlo de regreso a la casa antes de que alguien lo viera.

“Brendon, por favor, ven aquí.”

Dio otro paso hacia él, y Shaw dio otro paso atrás. ¡Maldición!

Él la estaba observando, sus dorados ojos la examinaban de pies a


cabeza. Luego, su mirada se quedó fija en sus pechos... y se quedó allí.

Ronnie Lee rodó los ojos. No importaba de qué raza pudieran ser,
todos los hombres eran unos cerdos.

Sin embargo, con los años aprendió que los hombres podían ser
controlados. Con el señuelo adecuado.

Vio a su alrededor para asegurarse de que aún no eran detectados,


Ronnie hizo lo que se prometió que nunca haría de nuevo desde el
concierto de Motörhead cuando tenía dieciocho años. Se levantó la
camisa y el sujetador, mostrándoselas rápidamente.

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Shaw se abalanzó hacia adelante y Ronnie apenas tuvo tiempo de
acomodarse la ropa en su lugar antes de que diera un grito de sorpresa
y corriera de vuelta a la casa de su tía. Levantando sus piernas, Ronnie
saltó la valla de dos metros y medio que rodeaba el jardín del vecino de
su tía. Subió las escaleras del porche cuando escuchó que Shawn venía
directamente pisándole el culo. Ella entró, tirando de la puerta, la cual
se cerró detrás de ella, tenía la esperanza de que eso lo detuviera un
tiempo, pero él se estrelló justo en la puerta, con el golpe saltaron las
bisagras. Hizo una mueca, dándose cuenta de que tendría que arreglar
eso antes de que su tía llegara a casa.

Ronnie gritó otra vez cuando unas enormes patas golpearon contra
sus caderas, obligándola a caer sobre el piso del recibidor. Ronnie se
sacudió sobre su espalda, sólo para darse cuenta que tenía un hombre
desnudo sobre ella con la cabeza debajo de su camiseta.

“Dios, tus senos son hermosos,” dijo él con voz ronca. “¿Puedo jugar
con ellos un rato?” Brendon le plantó un pequeño beso justo al lado de
su pezón cubierto por el encaje.

“No, no puedes. ¡Ahora quítate de encima!” Ella le dio una palmada


en la cabeza, tratando de conseguir que la soltara. Sin embargo, un
ronquido le dio a entender que él no iba a ninguna parte hasta que
Ronnie lo moviera por sí misma.

“¡Dios!” Ella gruñó. “Voy a patearle el culo a Sissy cuando la vea.”

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Jadeante, Ronnie salió a gatas por debajo de Shaw. Intentó pensar
que su problema de respiración era simplemente el resultado de la
escandalosa situación en la que actualmente se encontraba y no porque
el gato tenía los más suaves labios conocidos por el hombre o por Dios.

Ronnie se levantó y movió su cuello hacia un lado hasta que escuchó


que crujía. Agarró la mano de Shaw, lo arrastró por el suelo y por las
escaleras hasta el dormitorio.

Y todo el tiempo maldijo el nombre de Sissy Mae Smith.

***

Okay. Tenía que dejar de sentir lástima de sí misma. Cierto, esta no


era la manera como quería pasar su navidad —arreglando puertas y
persiguiendo leones, pero ya estaba aquí y tendría que lidiar con esto.
Al igual que su madre fue tan elocuente al decir, “Oh, demonios,
supéralo, Rhonda Lee.”

Sentada en la mesa de la cocina de su tía con la cabeza entre las


manos, Ronnie se quedó mirando a la taza de chocolate que se hizo, la
cual rápidamente se enfriaba. Ni siquiera se molestó en ponerle
malvaviscos.

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¿Cómo exactamente se ponía a sí misma en este tipo de situaciones?
En primer lugar, sabía que no debía confiar en Sissy Mae. En segundo
lugar... oh infiernos. No hay segundo.

Aunque, todo esto, era el ejemplo perfecto de cómo necesitaba hacer


cambios en su vida. Estudiar parecía ser un buen comienzo. Ya había
concertado algunas entrevistas en algunas de las universidades locales
después de las vacaciones de Año Nuevo. Con suerte, ignorarían el
informe de las calificaciones de los estudiantes de primer año que datan
de doce años atrás. Eso no fue nada agradable, y la reacción de su
mamá... bueno, las peleas entre lobas nunca fueron bonitas. Un día
después de la discusión, ella y Sissy Mae partieron hacia Europa con sus
mochilas y quinientos dólares con en sus bolsillos. Ronnie viajó mucho
por el mundo a causa del constante impulso de Sissy de mantenerse en
movimiento. Inglaterra, Francia, Alemania, Italia... Cuando terminaron
de recorrer los países de lengua romance, viajaron hacia Asia, África. A
cualquier parte. A cualquier lugar donde dos lobas podrían meterse en
problemas, ahí estaban ellas.

Entonces, hace seis meses Ronnie Lee se despertó con un lobo


alemán del cual lo único que sabía era su primer nombre —y no mucho
más. “¿Cuántas veces?” se preguntó a sí misma en la ducha esa
mañana “¿Cuántas veces puedes despertarte de esta manera?” Fue
entonces cuando decidió que no lo haría nunca más. Ya no despertaría
con extraños. Ya no se metería en peleas de bar. Ya no desafiaría al
azar a otras Manadas por el control. Ya no se metería en más
problemas.

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Hace tres semanas, Ronnie Lee cumplió treinta años y parecía que
todo estaba bien en su camino. Por un tiempo, incluso tuvo un novio
estable. Pero eso sólo duró un mes. Ronnie llevó al pobre Beta a casa y
su papá y hermanos lo echaron a patadas, le dieron una golpiza. En
realidad él no hizo nada malo, simplemente no le agradó a su papi. No
fue nada extraño que ese lobo Beta nunca le regresó sus llamada
después de esa particular cena familiar. Así que unos días más tarde,
decidió que se despediría de los hombres por un tiempo. Poseía
juguetes, y era una mujer que no tenía miedo en usar sus dedos.
Realmente, ¿para qué más se necesita a un hombre con la excepción de
follar y tener crías con estos? Y ella estaba retrasando el tenerlas hasta
que pudiera rearmar su vida.

Desafortunadamente, besar a Shaw era como volver a caer en sus


viejos patrones. Peor aún, el gato pertenecía a una Manada de leones
de la que tenía que preocuparse. Guepardos, leopardos, incluso tigres
eran en su mayoría solitarios. Sin embargo, las mujeres de la Manada
de leones realmente eran muy protectoras sobre sus machos
reproductores.

Por supuesto, ¿qué tan protectoras podían ser cuando ni siquiera se


aparecieron en el hospital? Mace le dijo que Shaw debía de estar por
cuenta propia si no se molestaban en ver cómo se encontraba. Al
parecer, engendró a dos saludables cachorros con un par de hembras
del Llewellyn y eso era prácticamente todo lo que querían o necesitaban
de él.

“Que simpático,” murmuró en voz alta, sintiéndose mal por Shaw.

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Pasó unos momentos revolcándose en la miseria de él —
aparentemente la suya propia no era suficiente— cuando sintió su
aliento extremadamente caliente contra su cuello. Ronnie Lee se levantó
muy derecha y poco a poco volvió la cabeza. Él se había transformado
nuevamente en león. Le sorprendía la cantidad de veces que un cuerpo
podría transformarse al tener fiebre. Había perdido la cuenta de todas
las veces Shaw se trasformó. Era una pena que no hubiera manera de
controlarlo. Tal vez entonces Ronnie no tendría a uno de los más
grandes felinos del mundo mirándola como si fuera un trozo de costilla.

Eso era lo que conseguía por estar sentada en la cocina de su tía y


sintiendo lástima de sí misma. Ni siquiera escuchó cuando el gran
bastardo entró de repente en la pequeña habitación.

“¿Por qué estás afuera de la cama? ¿Estás tratando de irritarme?”

Él se le quedó mirando fijamente durante unos segundos, y luego su


enorme lengua salió de su boca y le lamió desde la barbilla hasta la
frente.

¡Ah, demonios! Ronnie se limpió la cara, asqueada. “No hagas eso.”

Shaw se acercó un paso y le acarició la barbilla, su gran melena


dorada y castaña de oro espeso le rozaron directamente la nariz.

Trató de alejarlo, pero fue incapaz de ver con todo ese maldito pelo
de gato en su cara, “¡A la cama! ¡Vuelve a la cama!”

“Ven conmigo.”

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Sorprendida, Ronnie Lee abrió los ojos y descubrió que Shaw ya
había cambiado de nuevo. Ahora estaba arrodillado, desnudo y tan
malditamente atractivo frente a ella.

Ronnie nunca pensó que se sentiría atraída por chicos bronceados.


Se hallaba perfectamente bronceado sin toda esa preocupación de tener
cáncer de piel. Ni un gramo de grasa en el organismo. Su rostro...
perfecto. Incluso con todos esos moretones y laceraciones que aún
estaban sanando, el hombre era tan malditamente hermoso.

“Ven a la cama conmigo, sexy,” ronroneó en su oído. “Te prometo…”

Ronnie esperó más. Como no hubo ningún otro comentario, tuvo que
preguntar: “¿Me prometes qué?”

“Todo lo que quieras.” Inclinó la cabeza un poco, y sus hermosos


ojos dorados la quemaron, atravesándola. “Absolutamente todo.”

Que el Señor la ayudara.

Tomando su mano, Ronnie se puso de pie. “Vamos,” ella lo


persuadió. “Vamos a la cama.”

Él ronroneó y la siguió.

***

47
Brendon despertó de nuevo en la misma habitación donde estuvo
hace cinco minutos... ¿o fueron cinco horas? Para ser honesto, ya no
estaba seguro. No importaba. Tenía que levantarse y comenzar el día...
¿o era de noche? No importa.

Trató de sentarse, y Brendon rápidamente se dio cuenta de que


alguien lo amarró de los brazos y las piernas al dosel de la cama.

¿Qué diablos?

“Oh, mira. El idiota de la selva se despierta.”

Brendon parpadeó, tratando de centrarse en la mujer que le hablaba.


Estaba de pie al final de la cama, con los brazos cruzados bajo los
pechos, mirándolo como si él le hubiera disparado a su perro.

“¿Dónde estoy?”

“Westbury.”

Con la voz entrecortada, Brendon gritó, “¿Long Island? ¿Por qué


demonios estoy en Long Island?”

“Este era el único lugar seguro que se me ocurrió.”

Brendon asintió, decidiendo rápidamente que no le importaba dónde


encontrara mientras que esta mujer estuviera con él. “Me parece justo.”
Tiró de las cuerdas. “¿Crees que puedes dejarme ir ahora?”

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Sin decir una palabra, caminó alrededor, colocándose a su lado
derecho. Su mano golpeó con fuerza contra la frente de Bendon.

“Auch.”

“Todavía tienes fiebre. Probablemente ya está bajando, pero no


tomaré más riesgos contigo. Creo que ya he perseguido suficientes
leones alrededor de Nueva York por el día de hoy. Así que te quedarás
ahí hasta que la fiebre termine.”

Diablos, hablando de estar enojados. No sabía qué era lo que había


hecho mal, pero no quería que ella estuviera harta de él.

“Lo siento.”

“¿Por qué?”

“Por cualquier cosa que te haya molestado.”

Finalmente, Ronnie le dio una sonrisa a regañadientes. “Bueno, al


menos no intentas decir mentiras de mierda para obtener lo que
deseas.”

Brendon miró alrededor de la habitación. No sabía dónde estaba ni


cómo llego hasta ahí. Todo lo que lo mantuvo anclado durante la fiebre
era esta mujer y su maravilloso olor. “¿Qué día es hoy?” Algo le decía
que era un día importante.

“Veinticinco de diciembre.”

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Haciendo una mueca, Brendon la miró. Eso explicaba el motivo de su
molestia. “¿Es navidad?” Ella hizo una breve inclinación de cabeza. “Lo
siento. Siento que estés atrapada aquí conmigo y no con tu Manada.”

El rostro de Ronnie se suavizó un poco con sus palabras y, para su


sorpresa, ella se sentó en la cama junto a él, con la cabeza apoyada en
su brazo extendido. Maldita sea, pero la mujer olía tan malditamente
bien.

“No dejes que esto te moleste.” Ronnie le dio una palmadita en la


rodilla, entonces sus ojos se entrecerraron y lo observó. “¿Y podrías
controlar esa cosa, por favor?”

Brendon bajó la mirada hacia su regazo. Su polla se presionaba


fuerte y exigente contra la única sábana blanca que lo cubría desde la
cintura hasta los pies.

“Eso no es mi culpa.” Sonrió con sorna. “Es tuya.”

“No es mi culpa. No tienes autocontrol.”

“Fuiste tú quien me tocó íntimamente.”

“Te di unas palmaditas en la rodilla.”

“¿Ves? Íntimo.”

Ella se echó a reír y sacudió la cabeza. El suave cabello le rozó el


brazo. “Eres un idiota.”

50
“A veces.” Brendon se relajó, dejando que sus brazos colgaran un
poco, para que así no se le cansaran. “Mira, realmente aprecio todo lo
que has hecho por mí esta noche. Sé que no fue fácil.”

Ella se encogió de hombros como si todos los días de la semana


atendiera a leones con fiebre.

“Supongo que te debo un regalo de navidad, ¿no?” preguntó el.

“¿Un regalo de navidad? ¿Para una pequeña como yo? ¿Qué quieres
darme?”

“¿Qué quieres tú?”

Se acurrucó en un poco más cerca de él, y amenazó a su polla con


provocarle un daño permanente si ésta se levantaba de nuevo. Las
lobas no se acurrucan con cualquiera, y él no quería asustarla.

“Déjame ver… un chico rico preguntándome qué es lo que quiero


para navidad.” Ella lo miró fijamente. “¿Eres rico, no? ¿No estás
viviendo con esas mujeres de la Manada de Leones, no es cierto?”

No en esta vida. “No. No estoy viviendo con ellas.”

“Oh, bueno, entonces, eso abre tantas posibilidades. Siempre he


querido un Maserati.”

“¿Un Maserati? Eres un poco alta para eso, ¿no crees?”

51
Ronnie volvió sus brillantes ojos de color avellana en su dirección.
“¿Y qué significa eso?”

“Que eres alta. Tal vez demasiado alta para el coche.”

“Será mejor que sea todo lo que tengas que decir,” murmuró.

“No, estoy seguro de que tus pies pueden encajar muy bien allí.”

“¡Ves! Ahí está. No vamos a hablar de mis pies.” Ambos miraron


hacia abajo a las botas de vaquero descansando en la cama. Cristo,
esos pies eran enormes. Pero las botas que Ronnie llevaba puestas eran
sexy como el infierno. “Ellas me llevan a donde tengo que ir.”

“¿Cómo podrían no hacerlo?”

“Entenderás que no tengo ningún problema en dejar tu desnudo


trasero en la carretera.”

“Entiendo.”

“Así que se amable conmigo.”

“Sí, madame.”

“Ahora, me conseguirás ese Maserati. Y joyas. De ese lugar con la


caja azul.”

Para no reírse Brendon se obligó a fruncir el ceño. “¿Te refieres a


Tiffanys?”

52
“Sí. Ese lugar. Quiero diamantes y platino. Collares y pulseras me
lucirían bien.”

“En realidad no pareces del tipo que usa joyería.” Ronnie ni siquiera
llevaba aretes.

“No soy de ese tipo. Pero puedo venderlos y poner el dinero en el


banco.” Ronnie volteó a verlo. “No me parece correcto aceptar tu dinero
contante y sonante.”

“Me alegra saber que tienes una posición moral.”

“La tengo. Aún no te he matado. Aunque se me ha pasado por la


cabeza varias veces esta noche.”

“Gracias por no matarme.”

“Sabes, podrías olvidarte del coche y joyas, sólo si me haces un


pequeño favor.”

“¿Cuál?”

“La próxima vez que veas a la Manada, no pienses para ti mismo


‘Hey, mira esos perros’. Piensa, ‘Ahh. Lobos. Los más poderosos de los
poderosos. Los más valientes de los valientes’.”

“Realmente preferiría comprarte el carro... y una isla.”

Ella empujó con el codo el costado de Brendon, un hombre inferior


sin duda hubiese gruñido de dolor. “Prejuicioso.”

53
“Odia gatos.”

Ronnie se rió y Brendon le acarició el cuello con la nariz. “Hueles


bien.”

Movió sus manos frente a su rostro como si él fuera una avispa,


“Detente. Basta. Basta. No estás ayudando a mantener mi control.”

“¿Por qué habría de hacerlo?”

“Típico.”

Brendon se encogió de hombros lo mejor que pudo entre sus


amarres. “Me gustas. No me siento mal porque me gustas.”

“No te gusto. Le gusto a tu fiebre. Sé que una vez que atravieses


esto volverás a ser un gato idiota.” Inclinándose, se acercó a él, sus
labios cerca de la suyos, “Y la mañana siguiente no será tan divertida
para mí.”

“Podemos manejar eso de la mañana-siguiente después. Vamos a


hablar sobre el aquí y el ahora.”

“Olvídalo, Garfield.” Ronnie se deslizó saliendo de la cama y su fuerza


aumentó rápida y poderosamente. Bendon rompió la cuerda que estaba
atada en su brazo izquierdo y la agarró del brazo de manera veloz,
sosteniéndola en su lugar.

“No te vayas.”

54
“Yo sabía que debería haber utilizado las cadenas que mi tía conserva
en su sótano. No quiero ni saber por qué las tiene.” Ronnie le agarró la
mano y trató de quitarse sus dedos de encima. “Ahora, si quitas tus
sucias patas de gato—”

Con un pequeño gruñido, Brendon soltó el resto de sus ataduras y la


que tenía debajo de él en cuestión de segundos.

Para ser sincero, nunca antes se sintió tan correcto en toda su vida.

***

Una vez más tuvo que preguntarse a sí misma, ¿Cómo te metes en


estas situaciones?

Es cierto que nunca debería haberse sentado tan cerca, pero parecía
bastante lúcido y le gustaba hablar con él. Había muy pocos, aparte de
su Manada o familia, que tenían algún interés en tener una verdadera
conversación con ella.

Definitivamente no ayudaba el hecho de que realmente le gustara


este hombre que estaba entre sus piernas. Le gustaba mucho más de lo
que debería.

Unos enormes dedos se clavaron en su cuero cabelludo y


masajearon. Sin querer, ella le gruñó, su cuerpo respondió

55
inmediatamente. De hecho, si el bastardo se movía dos centímetros
más abajo, encontraría su lugar feliz y la pierna comenzaría a sacudirse.
¿Qué tan vergonzoso sería eso?

“Ti... tienes que detenerte.” Y tengo que dejar de jadear. Y gemir.

“No quiero detenerme.” Esos increíbles y muy suaves labios se


deslizaron por su mejilla. “Y no creo que quieras que me detenga.”

“Por supuesto que quiero que te detengas,” gimió, sus manos


agarraron sus hombros y lo acercó más. “Quiero que te detengas ahora
mismo.”

“¿Ayudaría en algo si te dijera que no me puedo controlar?” La besó


en el cuello y se lo lamió, un fuerte ronroneo salió de su pecho. “Mis
instintos animales han tomado el control y no hay nada que tú o yo
podamos hacer al respecto. Me he vuelto totalmente salvaje.”

“Nadie va a creer...”

Shaw le dio un beso, cortando sus palabras y haciendo que se


retorciera debajo de él mientras sus caderas bombearon contra las de
ella. Con una sábana, sus vaqueros y las bragas entre ellos, eso no
debería haber hecho mucho por ella, pero Ronnie gimió y jadeó cada
vez que empujaba en su contra.

Ronnie abrió las piernas más ampliamente, envolviendo sus piernas


alrededor de sus caderas, pidiendo más sin decir una palabra.

56
Shaw entrelazó sus dedos con los suyos y le levantó las manos sobre
su cabeza, sosteniéndolos allí. Durante todo el tiempo se mantuvieron
moliendo sus caderas, juntos, moviéndose como si Shaw estuviera
dentro de ella. Follándola.

Brendon le chupó la lengua, y la sensación se estrelló en su clítoris y


recorrió todo su cuerpo.

Ya no trató de detenerlo. No podía.

Ronnie se unió a cada un de sus embistes, hasta que sintió un


orgasmo que milagrosamente desgarraba su espina dorsal y salía a
través de los dedos de sus manos y pies. Su agarre se apretó en sus
manos, su cuerpo arqueándose hacia él.

“¡Dios!” jadeó contra su boca. “¡Dios!”

Entonces, ambos se corrieron. Los dos gritaron y se molieron el uno


con el otro, hasta que Ronnie pensó que de seguro se desmayaría en
ese momento. El desmayarse sería elevar aún más el ego de este
hombre.

Mientras que los pequeños espasmos ondulaban a través de ellos y


luchaban por controlar sus respiraciones, se aferraron el uno al otro
hasta que Ronnie cayó en un profundo sueño.

57
Capítulo Tres
Traducido por Javi
Corregido por Cate

Brendon estiró sus músculos y suspiró. Nunca se había sentido


mejor. Había sobrevivido a la fiebre, sus heridas estaban
completamente sanas con la excepción de un par de cicatrices. Además
de todo eso, tenía una mujer cálida y mojada, con la que tenía toda la
intención de pasar el día entero en la cama. Sólo tenía que averiguar su
nombre.

Escuchó movimientos desde una de las esquinas de la habitación y se


giró, esperando ver a la mujer-lobo-de-piernas-infinitas esperándolo.
Preferentemente desnuda.

“Buenos días, rayito de sol.”

Sentándose con la espalda derecha, Brendan gruñó, “¿Qué demonios


haces aquí?”

Mace Llewellyn le dio una pequeña sonrisa desde la seguridad de la


esquina. “Estoy aquí para llevarte de vuelta a la ciudad, para que no te
quedes más tiempo de lo debido.”

“¿Dónde está ella?”

“¿Dónde está quién?”

58
Brendon se quitó la sábana que cubría su cuerpo desnudo y se
levantó. “¡Sabes perfectamente a quién me refiero! ¿Dónde está?”

Con un suspiró aburrido, Mace se paró. “Voy al piso de abajo. Tienes


diez minutos para ducharte y subir tu trasero en el auto. Después de
ese tiempo, me devuelvo a la ciudad y junto a Dez, contigo dentro del
coche o no.” Mace salió de la habitación sin decir otra palabra, y
Brendon quedó en medio del cuarto a dos segundos de descargar, con
un rugido, toda su frustración por la situación.

Duchándose rápidamente y poniéndose la ropa de ejercicio que Mace


le había traído, Brendon siguió el aroma irritante del bastardo hacia el
exterior y dentro del SUV negro que estaba estacionado en la esquina.
Sin esperar a que preguntara, Brendon le dio indicaciones a Llewellyn
para llegar a la casa de Marissa. El hotel podía esperar.

“¿Cuál es su nombre?”

“¿De quién?”

“No jodas conmigo, Llewellyn. ¿Quién es ella?”

“Ella es parte de la Manada, y es inalcanzable para ti.”

Él ya sabía eso. No significaba que no iría por ella de todos modos.


Los leones eran listos. Una hembra así venía sólo una vez en la vida. No
era tan tonto como para dejar que ella se alejara de él.

“¿Cómo se llama?”

59
“No es tu incumbencia. Oh, disculpa, quise decir la Señorita No Es De
Tu Incumbencia.”

Brendon rodó sus ojos y miró por la ventana. Nunca había estado tan
feliz de que terminara el su período con la Manada de leones hasta este
momento. Malditos Llewellyns. “¿Entonces, qué estabas haciendo en los
túneles de las hienas, de todas maneras?”

Estuvo a punto de decir: “No es de tu incumbencia”, pero Brendon


decidió controlar su temperamento que amenazaba con desbordarse.
“He estado buscando a mi hermano.”

“¿Tienes un hermano?”

“Sí, menor. Y una hermana gemela también.”

“¿En serio?”

Brendon dejó escapar un suspiro profundo. “Sí, en serio.”

“Estoy muy…” después de varios momentos Llewellyn se encogió de


hombros. “… poco interesado.”

“Lo sé. Pero agradezco que preguntes.”

“De nada.”

Brendon vio cómo Long Island se alejaba mientras Llewellyn rompía


varias leyes del estado y del condado al acelerar como si en eso se le

60
fuera la vida al encuentro de la ciudad… y probablemente de la mujer de
los grandes pechos que era su pareja.

Cuando llegaron al Túnel Midtwon Queens, Brendon preguntó,


“¿Tienes algunos clientes ya?”

“¿Clientes?”

“Sí, tu hermana mencionó que estabas comenzando un negocio de


seguridad o algo por el estilo.”

“¿Missy te dijo eso?”

“Sí, claro. Tenemos conversaciones largas y tendidas con Miss. Allie


me contó.”

“Oh, sí. Lo estamos armando. ¿Por qué?”

“¿Quieres un cliente?”

“¿Quieres que encuentre a tu hermano?”

“No, quiero información sobre mi hermano. El mierdecilla me está


ocultando algo y quiero saber lo que es.”

“¿Has tratado de preguntarle?”

“Cuando pueda comunicarme con él, pero no me dirá nada.”

“¿Cuándo fue la última vez que supiste algo?”

61
“Cada par de días me deja un mensaje de voz. Hay veces en que él
logra pillarme en el teléfono, pero no me dice dónde está. La última vez
que hablamos fue hace dos semanas atrás. Después de eso, Petrov me
dijo, antes de que muriera, que había visto a Mitch en la Capilla. Tenía
la esperanza de que volviera. Por eso estaba allá.”

“Okay. Veremos lo que podemos encontrar.”

“Gracias.”

“Y te vamos a cobrar más. Mucho más, sólo por ser tú.”

Brendon volvió a mirar por la ventana, preguntándose dónde estaba


su belleza de piernas largas y si se encontraba desnuda. “Sí, pensé que
algo así pasaría. “

***

Ronnie palmeó sus bolsillos, percatándose que no tenía la llave de su


dormitorio, pero cuando apareció justo frente a sus narices, no se
encontró particularmente sorprendida. Toda la Manada tenía llaves de
las habitaciones de los otros.

La vida en la Manada definitivamente no era para todo el mundo.

62
Tomándolas, se giró para encontrarse con la atractiva cara de Bobby
Ray Smith. “Gracias, Bobby Ray. ¿Dónde la encontraste?”

“En el hospital, junto con tu sweater, chaqueta y un gran libro.”


Bobby la miró durante unos segundos, y dijo, “Deberías habernos
llamado, pequeña. Tan pronto como las cosas se empezaron a
complicar, deberías habernos llamado.”

“Lo pude manejar, ¿o no?”

“Ese no es el punto. Sabes perfectamente cómo se ponen algunos


durante la fiebre. Las cosas se pudieron haber puesto peligrosas para ti,
cariño.”

“Me encargué de todo.”

Ronnie amaba a Bobby Ray, pero tenía demasiados hermanos


mayores en su vida y no quería seguir agrandando esa lista. “Bobby
Ray, estoy cansada.”

“Está bien. Lo siento si te presioné.”

Sólo Bobby Ray podía pensar que eso era presionar. Para los Reeds
eso era una conversación normal que se tenía sobre la cena antes de
que las verdaderas agresiones comenzaran. “No te preocupes, si me
hubieras molestado, ya hubiera atacado tu yugular.”

“Siempre me pregunté de dónde habían sacado tus hermanos las


cicatrices que tienen en el cuello.”

63
“¿Van a venir?” preguntó Ronnie, temiendo la respuesta.

“Probablemente. Por lo menos de visita, antes de que se decidan.


Separarse de una Manada nunca es fácil. Y mi papá se asegurará de que
no sea fácil para ellos.” Bobby la empujó cariñosamente con su hombro,
casi haciendo que volara a través de la puerta del hotel. “¿No quieres
que anden por acá?”

“Los amo, pero sabes cómo son los de mi sangre. Me sofocan. Si


están cerca, nunca más voy a poder acostarme con alguien.”

“Me dices esas cosas sólo porque sabes que me va a volver loco.”

Ella frunció el ceño. “¿Por qué lo haría?”

“Porque tú y mi hermana menor están casi unidas por la cadera


desde antes que supieran como caminar. Lo que hacía una, la otra tenía
que hacerlo y prefiero pensar que Sissy Mae Smith es virginal y que
nadie la ha tocado.”

Bobby dejó que la risa de Ronnie continuara hasta que ella,


literalmente, rodó de ida y vuelta a través del piso, y fue ahí cuando él
la levantó, plantándola de nuevo frente a su puerta.

“No quiero saber —nunca— lo que han estado haciendo desde que
me uní a las Fuerzas Armadas.”

64
“Y nosotras no tenemos ninguna intención en contarte, cariño.”
Ronnie se limpió las lágrimas de sus ojos y soltó un suspiro entretenido.
Esa había sido la mejor risotada que había tenido en días.

“Aún no se por qué la Manada dejó que te fueras. Todos ustedes eran
demasiado jóvenes como para andar solos por la vida.”

“No tuvieron otra alternativa. Nos escapamos en medio de la noche.


Para cuando se dieron cuenta de que no estábamos, ya teníamos la
mitad del Atlántico a nuestras espaldas.”

Bobby Ray la miró fijamente por unos segundos. “Si tus hermanos se
unen a mi Manada, ¿tú te irás?”

Ronnie suspiró. “No puedo decir que ese pensamiento no ha cruzado


por mi mente. Amo a mis hermanos, sabes que lo hago, pero ellos me
sobrepasan. Cuando están cerca, es como si yo no existiera. Sólo soy ‘la
hermanita de los Chicos Reed’.”

“Sabes que no va a ser así acá. Con o sin tus hermanos, Rhonda Lee,
quiero que seas parte de esta Manada. Eres una peleadora poderosa y
eres la única persona que tiene un ápice de control sobre mi hermana
menor. Lo más importante, es que eres buena persona, Ronnie Lee. Y
una mujer-lobo poderosa. Quédate y sé parte de esta Manada porque
perteneces a ella. Ambos lo sabemos.”

Ella pertenecía. No por ser la hija de Clifton Reed o la hermanita de


los Chicos Reed, sino porque Bobby Ray entendía lo que ella valía. Y eso
significaba más para Ronnie que todo el resto de las cosas.

65
En un impulso, Ronnie se paró de puntillas y lo besó en la mejilla.

“¿Por qué fue eso?” Bobby Ray sonrió. “¿No te estás enamorando de
mí, cierto, Ronnie Lee? No quiero romper más corazones de mujeres-
lobos, cariño.”

A Ronnie se le cruzaron los ojos. “Vas a ser un gran Alfa, Bobby Ray.
Pero aún así eres un idiota.”

“Está todo bien, cariño. Te entiendo.” Bobby le acarició el hombro.


“Muchas me han amado y me han perdido. No esperaría que tú fueras
diferente.”

“Tienes razón, Bobby Ray. Estoy perdidamente enamorada de ti. Mi


corazón puede que nunca se recupere.”

“Eso lo explica.”

“¿Explica qué?”

Bobby Ray le acarició la cabeza afectuosamente y se alejó de ella,


lanzando una frase por sobre su hombro. “Ese hedor a gato que tienes
sobre ti. Engañándome con un gato para poder alejarme de tus
pensamientos. Puta gatuna.”

Eso puso a Ronnie en acción automática. Entró a su habitación de


hotel e hizo un recorrido lo más recto posible hacia el baño, aunque
tenía que esquivar las pilas de regalos de navidad que esperaban por
ella y deshacerse de sus ropas mientras caminaba.

66
Una cosa era que Bobby Ray se diera cuenta de una cosa así, pero si
sus camaradas mujeres-lobo olían a un delicioso, arrogante y gran león
a lo largo de su cuerpo, nunca dejarían que viviera con eso.

***

La hermana gemela de Brendon abrió la puerta de su casa, sus ojos


agrandándose cuando se percató de su presencia.

“¿Qué diablos…?”

“No preguntes.” Empujó, pasó a su lado y se adentró en el


apartamento.

“¿No preguntes? ¿Cómo quieres que no pregunte?”

Dejándose caer de cabeza en el sofá de su hermana, Brendon dijo,


“No quiero hablar del tema.”

“Asumo que no quieres.” Brendon era capaz de sentir cómo su


hermana se acomodaba en su sillón favorito, con los pies sobre la
otomana que tenía en frente. “Después de que te patearan el trasero de
esa forma.”

La cabeza de Brendon se levantó y perforó los ojos de su hermana.


“No me patearon el trasero, me emboscaron. Y tenían armas.”

67
Ella frunció el ceño. “¿Hienas o lobos?”

Brendon tomó un cojín, posando su cabeza sobre él. Amaba los


muebles de su hermana, porque tenían el mismo gusto en cuanto a
comodidad se refería. “No en esta vida. No existe lobo ni hiena que sea
capaz de hacerme una cosa así. No, eran leones.”

“¿Leones? ¿Leones con armas? ¿Estás seguro?”

“Estuve seguro cuando tenían el cañón presionado contra la parte


trasera de mi cabeza.” Su hermana se quedó completamente callada y
Brendon volvió a levantar la mirada para ver la furia que recorría sus
facciones. Mierda. No había sido su intención hacer que su hermana se
enojara tanto. Una vez enfurecida, era difícil hacer entrar en razón a su
gemela. “Rissa, cálmate.”

“¿Calmarme?” Rissa se levantó de su asiento. “Quiero saber quién te


hizo esto. Quiero saberlo ahora mismo.” Y fue ahí cuando Marissa Shaw
soltó una letanía de groserías y maldiciones que hicieron a Brendon
recordar que, aunque su familia nadaba en dinero por estos días, no
hacía mucho tiempo que él y su hermana corrían por las calles de
Filadelfia causando más problemas de lo que parecía apropiado,
teniendo en consideración sus edades en esos momentos. Habían
trabajado mucho para llegar a donde se encontraban ahora. Había
costado mucho esfuerzo hacer pasar el nombre Shaw, de leones de
clase baja, a una casta privilegiada.

68
Brendon se levantó, pero antes de que pudiera decir nada, su
hermana le abofeteó la nuca.

“Auch.”

“¿Aún tienes la fiebre? Dios, ¿cuándo pasó todo esto?”

“En nochebuena y ya pasé por la fiebre.”

“¿Nochebuena?”

“Okay, en serio, tienes que dejar de repetir todo lo que digo. Me está
estresando.”

“Ya estamos a 26. ¿Dónde mierda has estado metido todos estos—?”

Brendon puso una mano sobre la boca de su hermana. “Si te callas


por dos segundos, te diré.” No quería hablar sobre el tema, pero ahora
ya no le quedaba otra opción. Era eso o escuchar las peroratas de una
leona loca.

Rissa se sentó en la mesa de centro, justo en frente de su gemelo.


“Comienza a hablar.”

***

69
Una ducha larga resultó ser exactamente lo que Ronnie necesitaba
para calmar sus nervios y sus preocupaciones. Mientras cepillabas sus
dientes y su cabello mojado, se dio cuenta de que el tiempo que había
pasado con Brendon Shaw había sido una coincidencia, un golpe de
suerte. Una pérdida momentánea de todo pensamiento lógico. No
importaba dónde Sissy y ella viajaran a lo largo de los años, ellas
siempre volvían a casa a tiempo para el Día de Acción de Gracias y para
navidad. Este había sido la primera vez que había pasado un día festivo
lejos de su familia o de su Manada.

Sola. Se sentía sola. Eso era todo. Pero en un par de días más iba a
ser la víspera de Año Nuevo. Saldría con su Manada a alguna fiesta
ostentosa en algún hotel, tomaría más alcohol de la cuenta y esta
navidad de mierda quedaría en el pasado.

Así que, desde este momento, dejaría de sentir lástima por sí misma
y olvidaría que este incidente tan particular relacionado con gatos había
pasado.

Asintiendo con la cabeza en frente del espejo, volvió hacia su


habitación y abrió su maleta. Revisó cada prenda de ropa hasta que
encontró un par de pantalones cortos muy usados, hechos de algodón y
una polera suelta. Se los puso, sacudió su cabello mojado y se dirigió a
la puerta.

Con la tarjeta en mano, cruzó el pasillo y tocó la puerta justo


enfrente suya. En menos de un minuto, Sissy Mae Smith le daba una
sonrisa. “Oh, hola, cariño. ¿Cómo te fue anoche—? ¡Auch!”

70
Ronnie dobló la nariz de su amiga hasta que Sissy se encontraba
inclinada, y de ahí, abofeteó la mano de su amiga, pegándole a la nariz
de Sissy en el proceso.

Girando sobre sus talones volvió a su habitación y mientras cerraba


la puerta con fuerza, pudo escuchar la respuesta de su amiga, entre
risas. “Sabía que él te iba a gustar.”

***

“Y esa es toda la historia,” finalizó Brendon.

Varios minutos pasaron para que su hermana dejara de mirarlo y


dijera, “¿Dejaste que un perro te llevara a Long Island?”

Brendon dejó caer su cabeza hacia adelante, “¿Eso es todo lo que


tienes que decir?”

“¿Qué más quieres que te diga? Además de que pensé que tenías
una mayor capacidad de pensamiento.”

“¿Qué hay de Mitch?”

“¿Qué hay de él? Es basura. Te sigo diciendo lo mismo y tú me


sigues ignorando.”

71
“Nuestro hermano menor puede estar en problemas. ¿Cómo no te
puede importar?”

“Justo de esta manera.” Marissa se levantó de la mesa y se comenzó


a alejar. Brendon tomó su brazo.

“Es nuestro hermano menor. Es un niño, Rissa. Lo protegemos a él


tal cual nos protegemos entre nosotros.”

“Mitch es un ladrón, un mentiroso y se junta con degenerados. Él no


es nuestro problema. Ahora, ¿quieres una soda o no?”

“No.”

“Está bien.” Marissa soltó su brazo del agarre de Brendon y fue hacia
la cocina, para volver con una Sprite. “¿Quieres algo para comer?”

“No.”

“Si estás diciendo no porque estás enojado, mejor deja de hacerlo,


porque tu hambre siempre gana. Siempre.”

Demonios. Marissa estaba en lo correcto. Brendon se sentía


hambriento, como si no hubiera comido en meses en vez de un día y
algo más.

“Está bien, comeré, pero aún así pienso que estás siendo demasiado
fría sobre esto.”

72
Marissa hizo un sonido de impaciencia desde la cocina. “¿Por qué?
¿Porque no estoy llorando y teniendo un ataque de pánico por Mitch?”

Brendon siguió a su hermana a la cocina. “Sí.”

“Se llama amor estricto. Deberías buscar lo que significa.”

“No, se llama desligarte de tu hermanito menor.”

“El niño está hecho mierda. Siempre lo ha estado. Eso no va a


cambiar.”

“Aún así es tu hermano.”

“Trágicamente.”

Brendon sacudió su cabeza. “Date por vencida, hermana. Creo que te


importa, pero no quieres que yo me entere.”

“Me importan pocas cosas en este mundo. Tienes suerte de ser una
de ellas, pero no puedo estirarme tan lejos.”

Sentándose en la cocina, Brendon miró hacia la gran ventana que


tenía una vista privilegiada de Manhattan. El apartamento de Rissa
ocupaba todo el piso más alto, pero ella era dueña del edificio. Aún
impresionaba a Brendon, cada vez que pensaba de dónde habían
venido, sus vidas en Filadelfia. Los dos metiéndose en situaciones que
deberían haber terminado con un tiempo en prisión y varios meses de
servicio comunitario. Ya no hablaban de esos tiempos. A veces, él

73
pensaba que Rissa pretendía que esos días nunca existieron, que eran
distintos de Mitch. Y sí, eran distintos. Ellos habían tenido suerte.

“No voy a darme por vencido con él.”

“Que jodidamente bien por ti.” Ella dejó caer el plato repleto de
lasaña casera en frente de él. “Ten. Hice esto anoche. Debería ser
suficiente mientras preparo las costillas que tengo en el congelador.”

“Gracias,” tomando el tenedor, Brendon comenzó a inhalar —no se


podía decir que comía, si se tomaba en cuenta la definición del
diccionario— la deliciosa comida. Tan enfocado estaba en su alimento
que se demoró unos momentos en registrar que había sentido los labios
de su hermana en la parte superior de su cabeza.

Sacando los ojos de su comida, “¿Eso por qué fue?”

“Por no dejar que te mataran. Trata de mantenerlo de esa manera,


por mí. ¿Podrás hacerlo?”

“Veré lo que puedo hacer.”

Brendon volvió a enfrascarse en su comida de nuevo y no permitió


que su hermana viera la sonrisa en su cara. Rissa se preocupaba y más
de lo que ella quería admitir. Por él y por Mitch.

74
Capítulo Cuatro
Traducido por Annie
Corregido por Javi

Su plan había sido sencillo. Pasar la tarde con sus amigas lobas.
Disfrutar de una cerveza o dos y descansar. Pero ese quinto chupito de
tequila… ese quinto chupito de tequila acabó con ella.

Debería conocerse mejor a sí misma. Los lobos no aguantan el


alcohol. Puedes considerarla su kriptonita. Si Ronnie hubiera sido
afortunada, habría pasado toda la noche vomitando en el baño de algún
club de lujo. La suerte, como siempre, no parecía estar de su lado estos
días. Porque si hubiera tenido suerte, ahora sería incapaz de hablar.

“Pero piensa en esa melena. Podría pasar horas dejándolo frotar esa
melena por todo mi cuerpo.”

Las otras tres lobas y Sissy asintieron con la cabeza. Habían perdido
a las otras cinco, más temprano por la tarde, cuando divagaron hacia
otro club o cuando regresaron al hotel.

“El hombre es maravilloso, no hay duda de ello.” Sissy Mae le sirvió a


Ronnie otro chupito de tequila. “Lo que no entiendo es por qué no
hiciste ningún movimiento, querida. Tenías toda esa gran casa para ti
sola y un hombre desnudo desesperado por meterse en tus bragas”.

75
“Un hombre desesperado, enfermo como un perro. Lo siento pero no
pienso que podría haber soportado la mañana coyote ugly5 de
arrepentimiento cuando se diera cuenta de que se había follado a una
loba.”

“¿Qué te hace pensar que a él le importaría una mierda? Un macho


es un macho, cariño.” Marty, una hembra lobo, ya emparejada y unos
veinte años mayor, daba sorbos de su vodka ruso. “Confía en mí cuando
te digo que lobo, león, guepardo, chacal, o cualquiera de las otras razas
no dan una mierda cuando un coño está mojado y dispuesto.”

Las mujeres miraron a Marty y ella casualmente se encogió de


hombros. “¿Qué?”

Supuestamente, Marty vino con Bobby Ray sólo para echarles una
mano, pero Ronnie tenía la sensación de que Marty se quedaría. Su
pareja iría siempre donde ella fuera y nunca se había llevado muy bien
con las mujeres-lobo de su misma edad del clan Smith. Lo que no era
de extrañar una vez que el pasado de Marty salió a la luz. La mujer
había vivido en el lado salvaje durante años, pasando por la mayor
parte de los machos de la Manada Smith antes de sentar cabeza con su
único y verdadero amor, para después tener algunos cachorros. Nunca
había hablado con detalle de su pasado, pero algunos cotilleos que se
dejaron caer sobre ella por aquí y allá, durante los últimos meses en
que habían pasado tiempo juntas, Ronnie y Sissy se convencieron de

5
La mañana a lo coyote ugly: despertarse y darse cuenta de que te acostaste con
alguien feo después de una fiesta. (N. de la T.)

76
que esa mujer no había vivido simplemente en el lado salvaje, sino que
era dueña de propiedades de primera calidad en ese sector.

Aún así, le daba esperanzas a Ronnie de que podría llegar a dejar sus
tiempos salvajes atrás y establecerse con un compañero no demasiado
irritante y tener unos cachorros.

“Marty está en lo cierto, querida,” insistió Sissy. “Eres muy guapa.


Tienes unos muslos duros. Y tienes habilidades orales por las que la
mayoría de los hombres matarían.”

Era el turno de Sissy Mae de ser observada por todo el grupo.

“Eso es adorable, Sissy,” Marty suspiró.

“Sólo la estaba elogiando.”

“Elogios así crean prostitutas.”

Ronnie agitó sus manos, golpeándose accidentalmente en su propia


cara. “No importa. Ya no busco alguien con quien dormir de manera
ocasional. Estoy buscando… buscando…”

“¿Qué?” preguntó Sissy, y parecía que realmente no quería saberlo.

“¿Amor?” Gemma, la prima lejana Smith de Sissy, preguntó con una


triste dosis de esperanza en su linda cara.

77
Ronnie y Sissy resoplaron. “¿Amor?” Ronnie no podía mantener la
incredulidad alejada de su voz. Esa palabra le era aún más extraña que
el Sánscrito. “No. Preferiría tener rabia antes que estar enamorada.”

“¿Por qué?”

“Porque por lo menos la rabia se puede superar con un par de


inyecciones.”

Marty rió y sacudió su cabeza. Parecía ser la única del grupo que no
se veía ni un poco ebria, pero se había vaciado una botella de vodka ella
sola. “Confíen en mi, cachorras, un día, encontrarán el macho que haga
que se enamoren de él, que cuiden de él y que deseen apuñalarle en la
cara, todo al mismo tiempo. Y sus vidas no volverán a ser las mismas.”

Ronnie y Sissy se estremecieron con horror.

“Estamos tan borrachas,” agregó Gemma sin motivo aparente.

“No estamos borrachas,” corrigió Sissy. “Estamos dadas vueltas de lo


ebrias y ni nos damos cuenta.”

Tomando su chupito de tequila de un trago antes de golpear el vaso


en la mesa, Ronnie ofreció un tema de conversación, “No quiero que mi
vida pase.”

Llenando de nuevo el vaso de Ronnie, Sissy prometió, “No sucederá.”

“Ya ha empezado. Está zumbando por mi lado como un tren de


carga.”

78
“¿Y? Hemos tenido grandes momentos, querida.” le recordó Sissy.

“Los hemos tenido. Pero discúlpame si no quiero andar corriendo


salvaje junto a ti cuando tenga cincuenta. La vida no puede ser una
serie de grandes jodidas y peleas de bares.”

Gemma se rascó la cabeza. “¿Y eso por qué?”

“Cuando pases tu cumpleaños número veinticinco, Tetas Turgentes,


pregúntamelo de nuevo.”

Mirando abajo hacia su pecho, Gemma sonrió. “Bueno, estaré… ¡Sí


que son turgentes!”

Sissy agarró el brazo de Ronnie antes de que pudiera lanzarse sobre


la pequeña y adorable loba.

“Vale.” Sissy mantuvo el agarre en Ronnie mientras acababa de


nuevo otro chupito de tequila. “Quizás deberíamos pensar en regresar al
hotel.”

“¿Por qué?” gimoteó Gemma.

En respuesta, Daria, la prima segunda del abuelo de Ronnie, abrió su


boca para decir algo, y entonces su cabeza golpeó la mesa cuando se
desmayó.

“Síp,” convino Marty. “Hora de irse.”

79
Volvieron al hotel en dos taxis y habían dos posibilidades, una, le
habían pagado diez dólares menos a los choferes o, dos, le habían
pagado mil dólares de sobra. Desafortunadamente, no estaban muy
seguras de cuál opción era, pero los choferes parecían felices y Marty
seguía riendo disimuladamente

Con los brazos entrelazados unas con otras, llegaron a tropezones al


Kingston Arms. Un refinado establecimiento que era administrado y
pertenecía a un cambiaformas. A diferencia de otros centros turísticos
vacacionales de las que su especie era propietaria, aquí, la Manada no
podía correr por ahí en su forma animal, ya que humanos se quedaban
en el hotel también y no había forma de mantenerlos alejados del lugar.
Pero los cambiaformas recibían lo mejor de todo a un costo muy bajo.

“Oooh. Bar.” Sissy Mae se tropezó un par de veces en dirección al


lujoso bar del hotel, pero Ronnie y Marty la alcanzaron.

“Oh, no, tú no. Vamos arriba,” Marty la reprendió. “Ella va a


lamentarlo tanto cuando despierte mañana.”

“Estoy relativamente segura de que todas lo haremos.” Juntas


tropezaron hacia los ascensores, y mientras esperaban, Ronnie miró
hacia atrás y se dio cuenta de que Marty estudiaba una de las vitrinas
del bar. Ronnie apenas lo había notado, cosa que le pasaba muchas
veces. Parecía una vitrina cualquiera de premios, típico de un hotel
importante. “¿Qué estás mirando?”

“Estoy leyendo ese artículo de los propietarios de este hotel.”

80
“Fascinante.” Ronnie miró Sissy y ambas rodaron sus ojos.

“Oh, lo es,” Marty se entusiasmó. “Aquí. Déjame leerte un poco…”

“Por favor no,” Sissy murmuró en la oreja de Ronnie.

Aclarando su garganta, Marty empezó a leer, “ ‘El Hotel Kingston, en


el centro de la ciudad de Nueva York, estaba a pocos días de demolerse
cuando los empresarios Alden, Brendon, y Marissa Shaw compraron el
viejo hotel y lo renovaron. Desde entonces, los Hoteles Kingston Arms,
aún propiedad de la familia, se han convertido en un paraíso exclusivo
para los muy ricos, con establecimientos situados por todo el mundo. De
vez en cuando el anciano Shaw hace de cada ubicación su casa’.”
Tomando una bocanada de aire profunda y sin siquiera molestarse en
ocultar su sonrisa o risa, Marty acabó con, “‘El único hijo, Brendon, aún
vive en el Kingston Arms de Nueva York.’”

Ronnie miró a la mujer mayor. “De ninguna manera.”

“Lo siento, querida. Parece que vas a verlo de nuevo lo quieras o no.”

“Sabes, podrías disfrutarlo un poco menos.”

“Podría.” Marty entró en el ascensor, manteniendo la puerta abierta


para el resto de las lobas. “Pero planeo disfrutar de todo esto al máximo
alcance de mis habilidades.”

“Te odio,” Ronnie masculló cuando su prima la empujó dentro.

“Oh, sé que lo deseas, cariño. Sé que lo deseas.”

81
***

Brendon fulminó con la mirada la parte superior de la cabeza de su


hermana. “¿Estás llorando?”

“No,” murmuró mientras trataba discretamente de limpiar sus ojos.

“Sí lo estás,” la acusó, empujando del brazo donde ella se había


estado apoyando. “¡Estás llorando por Nacida Libre6!”

“Bueno, es que es tan triste.”

“¿Lloras por una película pero no por tu hermano?”

“¿Por qué iba llorar por él?”

Brendon devolvió su mirada a la televisión. Él sabía que debería


haber vuelto al hotel pero, para ser honesto, no estaba realmente de
humor para estar solo. Así que aquí se encontraba, sentado, mirando
Nacida Libre y escuchando a su hermana llorar. No lo llamaría
exactamente una tarde salvaje.

6
Nacida Libre o La Leona de dos Mundos, es un film dramático de 1966, basada en la
historia real de una pareja que crió a Elsa la Leona, un cachorro león huérfano, que
posteriormente reinsertaron a la vida salvaje de Kenia. (N. de la C.)

82
Pudo haber salido. Probablemente también podría haber encontrado
alguna compañía. Pero no quería eso. Brendon ya no quería despertar al
lado de un culo sin nombre al que no quería hablarle por la mañana. A
los veintitrés años eso era todo en lo que podía pensar. A los treinta y
tres, ya estaba empezando a ser un poco espeluznante.

“¿Estás pensando de nuevo en ella, verdad?”

Atrapado. “¿De qué estás hablando?”

“No me mientas, Bren. Estás pensando en Benji.”

“No la llames así.”

Ahora, con la película finalizada, Marissa cogió el mando y cambió a


Resident Evil. No era exactamente Ciudadano Kane, pero mejor que
Nacida Libre. Al menos no lloraría con ésta.

“¿Qué te importa cómo la llame? ¿Cuándo te convertiste en protector


de los perros?”

“Desde que me salvaron el culo.”

“Sí, pero eso fue obra de Llewellyn.”

“Puede que él los haya llevado allá abajo, pero no tenían por qué
ayudarme. Tú y yo sabemos que, a algunas Manadas, les hubiera
encantado dejar mi culo allí para las hienas.”

“Sí.”

83
“Y ella no tenía por qué quedarse conmigo en el hospital. No tenía
que protegerme de esos dos tipos que se colaron en mi habitación.
Estoy seguro como el infierno de que no tenía que llevarme a casa de su
tía. Así que ¿crees que podemos considerar a esa Manada más arriba
que el estatus de perro?”

“¡Cristo! Vale. Vale. Caray. ¿Cuándo conseguiste una conciencia, de


todos modos?”

“Sólo hazme un favor y no te metas.”

“Bueno. Como sea.”

“Bueno. Como sea,” dijo el imitándola. El gruñido que recibió a


cambio habría asustado a cualquier hombre con menos carácter.

84
Capítulo Cinco
Traducido por Galaciriaca
Corregido por Variel

Brendon y Marissa cogieron el último trozo de pomelo al mismo


tiempo. Mirándose fijamente a los ojos, intentaron obligarse el uno al
otro a bajar la mirada. De repente, Brendon rugió y Marissa se echó
hacia atrás con un siseo feroz. Todo arrogante, Brendon cogió el pomelo
y lo cortó por la mitad. Lanzó una de las mitades a Marissa, riendo
cuando éste le golpeó en la cara.

“Bastardo.”

“Como lo somos todos,” bromeó él, con la boca llena de pomelo.

“Así que ¿qué vas a hacer hoy?” dijo Marissa poniendo mantequilla
en su tostada y dando la vuelta a la página de su Wall Street Journal.

“Tengo que pasar por la Manada de leones y ver a los chicos.


¿Quieres ir?”

Ella asintió con la cabeza, pero de pronto se detuvo. “¿Esa perra va a


estar ahí?”

“¿Te refieres a Missy?”

“La odio.”

85
“Sí. Lo sé. De hecho, creo que el universo entero lo sabe.”

“Lo único que me la hace más llevadera es saber que nunca te


apareaste con ella.”

“¿Bromeas? Estoy casi seguro que ella tiene colmillos en su


entrepierna. Despedazaría el pene de un hombre en un segundo.”

Marissa se echó a reír.

“Si vienes conmigo, puedes darles a los chicos sus regalos.”

Ella dijo sí con la cabeza, pero no contestó.

“Ya tienes los regalos de éste año, ¿no?”

“Por supuesto que los tengo.” Ella mordió su tostada. “Dinero en


efectivo es un regalo.”

“Marissa.”

“No me vengas con ese tono. Mira, yo no sé qué darle a los niños. Y
no hay absolutamente nada de malo en una tarjeta de regalo de Baby
Gap.”

Brendon suspiró. “Eres patética.”

“Sí. Pero me quieres de todos modos.”

“No tengo opción.” Brendon miró a su alrededor en busca de una


tostada, pero no encontró ninguna, por lo que alargó el brazo y tomó la

86
que estaba en la mano de Marissa. “Mira, ¿alguna vez has pensado en
tener tu propia Manada de leones? Tenemos primos que te parecen un
tanto... soportables.”

“Ya hemos tenido esta discusión y no quiero volver a ella.”

“Muy bien. Pues dentro de veinte años serás la tía gruñona de los
niños.”

“Bueno, ya soy su tía gruñona, así que no hay tanta diferencia. ¿Qué
más vas a hacer hoy? Y quita tus malditas manos de mi salchicha.”

Brendon soltó la salchicha que había sacado del plato de su hermana.


“Nada. Los niños y luego el hotel. Tal como están las cosas, los chicos
me tomarán un par de horas y tengo que asegurarme que todo está
bien en el hotel. Luego tengo que buscar el rastro de una loba.”

Marissa tiró el tenedor. “Debes estar bromeando,” le reprochó.

“Nop. Sé que está en alguna parte. Sólo tengo que encontrar a la


Manada Smith.”

Estirándose, Marissa le dio a su hermano un manotazo en la cabeza.

“¿Por qué hiciste eso?”

“¿Hola? Gato.” Le dijo mientras hacía un gesto con las manos entre
los dos. “Perro.” Ella hizo el movimiento de lanzar algo lejos; Brendon
no sabía por qué. “Enemigos Mortales.”

87
“En realidad eso es más bien para las hienas.”

Ella apretó los puños. “Lo que quiero decir, grandísimo idiota peludo,
es que esa no es la hembra para ti.”

“¿Por qué?”

“¿Qué quieres decir…? Espera un minuto. ¿Por qué tienes esa


mirada?”

“¿Qué mirada?”

“La misma que tenías cuando fuiste a por el pomelo. La mirada de


‘esto es mío y nunca renunciaré a ello’. Nunca antes la habías tenido por
una hembra. Al menos elige una chita, tal vez. O a un leopardo,” gritó
desesperadamente. “Bueno, vale, se pasan la mayor parte del tiempo
en los árboles. Pero, ¿un perro? ¿Un perro con un grupo de perros
detrás de ella? ¿Estás loco? Aúllan. Ladran. Gimotean.”

“Ellos salvaron mi vida.”

Marissa dejó escapar un gran suspiro. “¿Estás echándomelo en cara,


no es así?”

Brendon sonrió. “Sí.”

***

88
“¡Alto! ¡Oh, por Dios! ¡Por favor, para!”

Ronnie agarró el teléfono del hotel que estaba a un lado de su cama


que no dejaba de sonar, lo arrancó de la pared y lo lanzó a través del
cuarto. Gimiendo en absoluta agonía, echó la espalda sobre el colchón.

Ni sonido. Ni luz. Ni nada. No permitiría nada dentro de su “espacio


vital.”

Recordó claramente la noche pasada. No existía un agradable olvido


para ella. No. Ronnie Lee debía recordar cada humillante segundo.
Como cuando le dijo a su Manada que quería que Brendon Shaw
recorriera con su melena todo su cuerpo.

Y lo que era peor... no podía quedarse ahí sabiendo que Shaw podía
aparecer en cualquier momento.

Por supuesto, su mente racional le decía que eso no importaba. No


importaba si se encontraba a Brendon Shaw parado en la puerta de su
habitación bailando el mambo otra vez. Lo único realmente cierto, era
que él no recordaría mucho después de una fiebre tan mala.
Probablemente despertó en su cama pensando que todo había sido un
sueño extraño. Nada más y nada menos. Así que preocuparse por un
encuentro inesperado en el vestíbulo del hotel... era una tontería,
incluso para ella.

Muy, muy lentamente, Ronnie Lee giró sobre su costado, lo que


provocó un cruel ataque de nauseas. Maldita sea, era una Reed. No

89
dejaría que un gato se metiera bajo su piel y la hiciera salir corriendo
asustada, como una niña grande.

Más tarde, mientras se deslizaba hacia un sueño profundo, se


prometió a sí misma por milésima vez —No más tequila.

***

Brendon ignoró a su hija, que estaba subiendo por su espalda,


tratando de encontrar una posición cómoda en la parte de arriba de su
cabeza, mientras que su hijo le agarraba la pierna y trataba de morder
sus rodillas con sus menos-que-mortales dientes de leche humanos. El
pequeño no tendría colmillos hasta alcanzar la pubertad, y su madre
probablemente lo dejaría en la casa de Brendon y no volviese por él
hasta que cumpliera veintiún años.

“Ahí estás,” Allie Llewellyn cerró la puerta del solarium detrás de ella,
bloqueando todos aquellos gritos. “Me imaginé que habías tenido que
escapar tan pronto como comenzó la pelea.”

“Nunca debí haber traído a Marissa estando Missy aquí.” Se dio


cuenta de su error a los diez minutos de su llegada. Tan pronto como
Missy, cabeza de la Manada Llewellyn, caminó dentro de la enorme sala
de estar, Marissa se enfrentó a ella exigiendo saber por qué nadie de la
Manada Llewellyn se había quedado con Brendon en el hospital y por

90
qué ninguno de ellos se había molestado en llamarla. Cuando Missy le
gruñó a Marissa que ella no era ningún servicio de información, todo se
fue cuesta abajo desde allí.

Tres horas más tarde y las dos hembras todavía seguían en eso.

Allie, estirada en una tumbona, lo miró fijamente. “Pareces


inusualmente alegre, considerando todos los gritos y el drama.”

“Deben ser las fiestas.”

Riendo, ella dijo, “De acuerdo. ¿Cuál es su nombre?”

“Sólo necesitas conocer los datos imprescindibles, y nada más.”

De hecho, a Brendon le gustaba Allie. No cuando estaba cerca de


Missy, pero sí cuando se estaban solos. Allie y la madre de Erik, Serita,
eran relativamente agradables y haberse apareado con ellas había sido
bastante entretenido.

“¿Entiendes que a Missy no le va a gustar que te involucres con


alguien de otra Manada? Al menos sin una transacción comercial.”

“Nuestro contrato involucra a los niños y sólo a los niños.”

“No te lo discuto. Sólo te lo hago saber. Y hay algo de queja allí,


porque tendré que escuchar acerca de eso. Constantemente.”

91
Bloqueando el pequeño puño de su hija, que intentaba hacer
contacto con sus ojos, él dijo, “Suena como si todavía estuviese furiosa
con Mace y su lady m del Bronx7.”

Allie se rió de su uso de ‘lady m’. “Oh, sí. Exactamente, ella todavía
está furiosa. Además, ahora hemos perdido dos machos. Petrov se va.
Tú te vas. Y Mace no la dejará que lo intercambien. Así que la vida de
Missy es un desastre.” Allie puso los ojos en blanco. “Personalmente,
me importa un bledo. La Pequeña Señorita Gatita Malvada por allá” —
señaló a su hija— “es más que suficiente problema por el momento.
Desde luego, no necesito agregarme otro cachorro, hasta que ésta esté
un poco más crecida.”

“Tiene sentido.” Brendon levantó a su hijo y lo puso sobre su rodilla,


ignorando los dientes que se hundieron en su antebrazo. “Pero lo que
Missy tiene que entender es que no la voy a dejar que utilice a mis hijos
para tomar ventaja contra mí.”

Allie sacudió la cabeza. “No voy a dejar que eso pase, Brendon. No te
estoy diciendo que ella no lo intentará, pero no dejaré que se salga con
la suya.” Ella le sonrió. “Me gustas. Me irritas mucho menos que la
mayoría de machos. Además, nuestra querida y pequeña mocosa querrá
arrancar mis largos y sedosos cabellos si alguna vez trato de
entrometerme entre ella y su papi.”

“¿Y Serita?”

7
Hace referencia a la palabra Milady, M lady, la lady de M, en este caso la lady de
Mace. (N. de la T.)

92
“Missy tendrá suerte si Serita no inicia su propia Manada.
Últimamente se han estado peleando como dos gatas dentro de una
bolsa. Además, ambos sabemos que ella no puede utilizar a los niños.
Nosotros leímos el contrato que firmamos. Es totalmente seguro.”

“¡Maldita sea, así es!” Tres caros abogados especializados en


legislación cambiaformas y su hermana se aseguraron de ello.

“No te culpo del todo,” dijo ella con un suspiro, recostándose en la


tumbona y mirando hacia el techo. “No hay nada más triste que un viejo
león de la Manada que no ha visto a sus cachorros por décadas.” Como
su padre que nunca vio a Mitch.

Allie bostezó, con sus ojos cerrándose. “¿Vienes a cenar con


nosotros, Brendon? Tenemos reservas en ese nuevo lugar de sushi en la
parte alta de la ciudad. Se supone que el chef es un dios.”

Brendon preferiría remover algunas partes de su cuerpo antes que


sentarse con Missy en algún carísimo lugar de comida para nuevos
ricos. Pero antes que Brendon pudiera afirmar eso en voz alta, sonó su
móvil. Miró el identificador de llamadas y respondió. “¿Sí?”

“Hola, señor. Soy Timothy.”

“Lo sé. Comprobé el identificador de llamadas.” Después de ocho


años como su asistente personal, uno podría pensar que Timothy ya
sabría eso acerca de su jefe. “¿Qué ocurre?”

93
“Recibí un mensaje de Louise.” Louise había sido secretaria de
Brendon durante más tiempo del que Timothy había sido su asistente.
“¿Usted quería que verificara los hoteles locales para encontrar a la
Manada Smith?”

“Sí. ¿Conseguiste algo?”

“Señor, están aquí.”

“¿Aquí? ¿Quieres decir, en Nueva York?”

“No. Me refiero a Kingston Arms. Llevan más de una semana


registrados bajo el nombre de… ah… Sissy Mae Smith.”

Brendon miró fijamente a la pared, completamente ajeno a su hija,


que estaba agarrándole el pelo y colgándose de su cabeza como si fuera
un mono.

“¿Estás seguro?”

“Sí, señor. Incluso fui y comprobé en otros hoteles en el área de los


tres estados que se adaptaban a su,” —Timothy se aclaró la garganta—
“especie, ya que Smith es un nombre tan común... pero la única
Manada Smith que pude localizar está en este hotel.”

Dejando escapar un profundo suspiro, Brendon sonrió. “Buen


trabajo.”

“¿Me necesita para algo más, señor?”

94
“No. Deberé volver al hotel dentro de poco.”

“Sí, señor.”

Brendon finalizó la conexión. “Me tengo que ir.”

Sin abrir los ojos, Allie sonrió. “Me lo imaginé.”

Después de soltar a su hija de su cabello, Brendon la hizo girar en


sus brazos y le besó en el cuello, y luego besó la parte superior de la
cabeza de su hijo. “Ambos sean buenos.”

“No te olvides,” Allie le recordó, “que mañana nos vamos a la


propiedad de la Abuela en Sag Harbor para pasar allí el Año Nuevo.”

“Está bien. Me pasaré otra vez por la tarde para despedirme.”

Colocó a sus hijos junto a Allie y abrió la puerta del solarium. La


discusión lo golpeó en la cara. Le tomaría tiempo para hacer que su
hermana se fuera. Tiempo que no estaba en el humor de perder.

“Cuando haya terminado, dile a mi hermana que volví al hotel.”

Allie abrió un ojo y miró a Brendon. “¿La estás dejando aquí?”

“No tengo ganas de arrastrarla fuera. Incluso dejaré el coche. Yo


agarro un taxi.”

Riendo, Allie volvió a cerrar los ojos. “Está bien. Pero ni tu hermana
ni Missy estarán contentas. Así que espero, quien quiera que sea ella,
que lo valga.”

95
Oh, ella lo valía.

***

Un buen y largo sueño, junto con un poco de adoración al dios de la


porcelana8, y Ronnie se sentía mucho mejor. Aunque no tenía ganas de
salir esa noche, y no sabía cómo lo manejaría el resto de las lobas.

Planes para una gran cena y algunas apariciones en varios clubes


para toda la Manada, cortesía de Bobby Ray. Él incluso trató de
arrastrar a los pobres Mace y Dez, pero del final de la conversación que
Ronnie escuchó, Mace no tenía intención de salir pronto de su cama en
cualquier momento, siempre y cuando Dez estuviera en ésta.

Ronnie sonrió al pensar en esos dos. Eran una adorable, aunque


insólita, pareja. Le encantaba el pánico que siempre reflejaban los ojos
de Dez cada vez que atrapaba a Mace mirándola como si fuera a
comérsela viva. El hombre estaba enamorado. No se podía dar vuelta la
página al respecto y nada de lo que Dez hiciera o dejara de hacer podría
cambiar eso, así que ella bien podía tragárselo, por así decirlo.

La Manada estaba plantada frente a la recepción del hotel. En algún


momento encontrarían guaridas permanentes, y esa búsqueda sería

8
Hace referencia a vomitar de rodillas delante del inodoro. (N. de la T.)

96
llevada a cabo por las hembras. Hasta entonces, seguirían disfrutando
del lujo del Kingston Arms.

Bobby Ray recuperó otra pila de documentos mercantiles del


personal de recepción. Él y Mace ya habían contratado a un abogado, y
aparentemente Sissy Mae había comenzado a trabajar con agentes de
bienes raíces para encontrar una casa con el espacio suficiente para su
oficina. Evidentemente Mace y Bobby Ray no eran hombres que perdían
el tiempo analizando el “qué pasaría si”. Ellos sólo iban con la corriente
Y eso le encantaba a Ronnie.

“¿Estás segura que no quieres ir?”

Echando un vistazo a la pila de papeles legales que Bobby Ray le


había echado en sus brazos, y con los pantalones cortos rasgados que
habían visto mejores días, unas botas vaqueras desgastadas con
décadas de antigüedad, y la deteriorada camiseta de los Lynyrd Skynyrd
que perteneció a su papi, Ronnie se encogió de hombros. “Sé que éste
es el atuendo perfecto para los treinta grados que tenemos afuera, pero
creo que me quedaré aquí.”

“No tienes que ser una sabelotodo. Sólo estaba preguntando, Ronnie
Lee.”

Sintiéndose mal por criticarlo, empujó su hombro contra Bobby Ray.


“Lo siento. Pero culpa a tu hermana por mi actitud gruñona.”

“Te dije que no fueras a beber con ella.”

97
“Lo sé. Lo sé. Pero es tan persuasiva.” Ronnie Lee hizo malabares
con los papeles que tenía y extendiendo la mano, tiró del pelo de Sissy
Mae.

“¡Ay! ¿Por qué hiciste eso?”

“Por guiarme por el camino del pecado y la embriaguez.”

“A mí me pareció que te conducías muy bien por tu cuenta.”

Bobby Ray azotó otros cuatro sobres gruesos llenos de papeles de su


abogado y sobre la parte superior de la pila que ella ya llevaba. “Deja
estos en mi habitación cuando subas.”

“Seguro.”

“Si nos necesitas, todos tenemos los móviles.” Bobby Ray frunció el
ceño. “¿Y por qué la gerencia me llamó diciendo que arrancaste el
teléfono de la pared?”

“No paraba de sonar.”

Sacudiendo la cabeza, Bobby Ray se dirigió a uno de los otros


machos, y Ronnie se concentró en Sissy Mae. “¿Cómo lo haces?”

“¿Hacer qué?”

“Mantenerte tan despabilada y alegre después de una borrachera


como la que tuvimos anoche.”

“Fácil. Me tomo un par de aspirinas antes de irme a dormir.”

98
“¿Eso es todo?”

“Eso es todo.”

“Así que mi mamá tiene razón. Eres Satán.”

“No puede demostrarlo.”

Ronnie se echó a reír hasta que la esencia la golpeó. Ese delicioso


aroma del gato que tres días antes habría jurado que nunca le gustaría,
y mucho menos la excitaría.

Tragándose un leve ataque de pánico, Ronnie Lee se recordó a sí


misma que era una Reed y que no saldría corriendo por causa de algún
gato. Además, él se había olvidado por completo de ella, ¿verdad? No
tenía que hacerse la tonta por un macho que ni siquiera la recordaba.

Decidida a mantenerse firme, Ronnie vio cómo Shaw atravesaba el


vestíbulo del hotel. Viéndose increíble, llevaba un grueso suéter de
punto trenzado de color verde bosque, vaqueros descoloridos y botas de
trabajo desgastadas. Tan pronto como apareció, los empleados se le
acercaron desde todos lados, demandando su atención y pidiéndole que
firmara cosas. Despidió a todos, menos a uno con un movimiento de su
mano. Ella tenía la sensación de que el hombre más pequeño, un
humano que caminaba con él hasta la recepción, era el asistente
personal de Shaw. Dios del cielo, el hombre tenía un asistente personal.

Ella se mantuvo firme hasta que él se encontró a no más de doce


metros de la Manada, y luego entró en pánico. Agachando la cabeza,

99
Ronnie dio un paso atrás. Sissy Mae se dio cuenta y de repente se puso
delante de Ronnie, bloqueándola de la vista de Shaw. Eso era lo único
que Ronnie amaba de Sissy. Le echaría la bronca después por ser una
cobarde, pero ahora protegería a Ronnie sin hacer preguntas.

Dios, eso era lo que ella necesitaba.

Para su creciente horror, Shaw se detuvo junto a la Manada y levantó


la vista de los documentos que su asistente le había puesto entre sus
manos. Miró a Bobby Ray y ella comenzó a alejarse, a correr en
realidad, pero Sissy la agarró por su camisa y la mantuvo en su lugar.
Mujer inteligente. Como depredador, Shaw notaría inmediatamente que
una hembra salía a toda velocidad de la habitación.

Sabiendo que algo ocurría, tanto Marty como Gemma se pararon


junto a Sissy Mae, bloqueando más a Ronnie de la vista de Shaw.

“Tú eres el amigo de Mace, ¿Verdad?” Preguntó Shaw. “De los


túneles, la otra noche.”

“Síp,” Bobby Ray le devolvió la respuesta eventualmente. Era de los


que no creían en darse prisa para nada. Especialmente con las palabras.

“Gracias por lo que hiciste.”

“Cuando quieras.”

Ella suspiró en silencio. Machos.

100
Shaw se volvió para decirle algo a su ayudante, y Sissy le dio un
empujón a Ronnie para sacarla de la habitación. Justo a tiempo.

Ronnie corrió hacia el ascensor y pulsó repetidamente el botón de


llamada. “Vamos,” suplicó. “Vamos.”

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, las puertas del


ascensor se abrieron y Ronnie se apresuró al interior. Se puso a hacer
malabares con las grandes carpetas de manila y los papeles en sus
manos para que pudiera apretar el botón de su piso. Una vez encendido,
se apoyó en la pared y dejó escapar un suspiro de alivio cuando las
puertas comenzaron a cerrarse.

Pero cuando una mano enorme dio un golpe tremendo a una de las
grandes puertas de metal para evitar que se cerrasen, ella apenas se
contuvo para no dejar escapar un grito de sorpresa. Ronnie se empujó
contra la pared y contuvo la respiración mientras Brendon Shaw entraba
en el ascensor con su asistente.

“Pases de cortesía para sus habitaciones.”

“¿Señor?”

“¿Acaso balbuceé?”

“Por lo general no lo hace, señor.”

“Y asegúrate que tienen todo lo que necesitan mientras están aquí.”

“Sí, señor. Su hermana llamó.”

101
“¿Qué quería?”

Ronnie miró a los números del elevador deseando que los pisos
pasasen más rápido.

“Um...” El ayudante le echó una ojeada. “Eso puede esperar, señor.”

“Timothy... escúpelo.”

Él se encogió de hombros. “Dijo: ‘Dígale, muérdeme’.”

En lugar de enojarse, Shaw soltó una risa profunda. Tenía una risa
agradable. Grave y real. A ella le gustó.

“Está enojada conmigo. La dejé sola con Missy Llewellyn.”

“Yo también estaría enojado con usted, señor,” bromeó Timothy,


riendo junto con su jefe hasta que el ascensor se detuvo en el vigésimo
cuarto piso. “Estaré aquí hasta tarde, señor, si me necesita para algo.”

“No, no te quedes hasta tarde. Vete a casa a ver a tu... uh...”

Sonriendo con suficiencia, Thimothy preguntó: “¿A mi novio, señor?”

“Sí. Lo que sea. ¿No podemos sólo llamarlo Frank?”

Con una sonrisa de oreja a oreja, Timothy salió del ascensor. “Como
usted diga, señor Shaw.”

“Te lo digo. Vete a casa. Te veré mañana.”

102
“Buenas noches, señor.”

Las puertas del ascensor se cerraron y Shaw dejó escapar un suspiro.


Por el rabillo del ojo ella pudo ver cómo la miraba. Él se quedó
observando sus piernas desnudas durante unos instantes y luego miró
hacia otro lado.

Supo entonces que él no la acordaba. Como ella adivinó, una vez que
desapareció la fiebre, había vuelto a ser un gran gato arrogante que no
trataba con los “perros”.

Lo que más le molestaba, era lo irritada que se sentía por ello. Había
cuidado de ese hombre mientras estuvo con fiebre y luego tuvo un
orgasmo asombroso con él. Se podría pensar que recordaría algo.

Debería haberlo sabido mejor y sentirse agradecida por no haber


follado con él. La humillación si ella hubiera... El ascensor se detuvo en
el trigésimo octavo piso —una planta sólo para cambiaformas— y ella
salió sin mirarlo. Se adentró por un largo pasillo hasta que paró frente a
la habitación de Bobby Ray, buscando en su bolsillo trasero la llave
electrónica e intentando no dejar caer la pila de papeles que llevaba
encima.

Acababa de pasar la tarjeta, abriendo el cerrojo de la puerta, cuando


él rugió, “Ibas a fingir que no me conoces, ¿verdad?” y los preciosos
papeles y sobres de Bobby Ray salieron volando por todas partes.

103
***

Brendon no podía creer lo enojado que estaba con ella. ¿En serio
pensó que no la iba a notar? ¿Que no la había olido tan pronto como él
entró en el vestíbulo? Había mantenido la boca cerrada, para ver si ella
decía o hacía algo para admitir quién era, pero cuando la vio agachar la
cabeza y esconderse de él, su corazón se hundió.

Podría haberla dejado marcharse. Casi lo hizo cuando la observó


escabullirse por el vestíbulo como un ratón asustado. Pero estaba
demasiado enojado como para dejar que se saliera con la suya.
Tampoco ayudaba lo condenadamente bien que se veía en aquellos
pantalones cortos y esas botas.

“¿No es así?” gritó de nuevo.

Ella se dio la vuelta y se enfrentó a él, con la mano sobre su corazón.


Se dejó caer contra la pared. “Dios del cielo, ¡Me has dado un susto de
muerte!”

“¡Bien!”

“Bueno, no tienes por qué gritar. Te oigo muy bien.” Ella miró hacia
abajo, a los papeles y carpetas desparramados por todo el suelo.
“Maldita sea. Ahora tengo que volver a ordenarlos.”

104
¿Papeles? ¿Estaba preocupada por unos papeles? ¿A quién rayos le
importaba?

La vio agacharse y recogerlos. “¿Es eso todo lo que tienes que


decirme?”

“¿La fiebre se ha ido?”

“Sí.”

Con todos los papeles en una mano, se levantó y le puso la mano


libre sobre la frente.

“En mi opinión, todavía te sientes un poco caliente. Probablemente


deberías acostarte y descansar un poco, antes de empezar a trabajar de
nuevo. De cualquier manera, es sólo mi opinión. Puedes hacer lo que
quieras.”

Se dio la vuelta y de nuevo pasó la llave electrónica para abrir el


cerrojo de la puerta. Antes de poder escapar hacia dentro y darle con la
puerta en las narices, él le arrancó los papeles de las manos, ignorando
su quejumbroso “¡Oye!” y los arrojó a ambos dentro de la habitación.
Podía oler que ese no era su cuarto. Ese cuarto pertenecía a un macho y
él no la quería allí. Brendon cerró de un portazo.

“¿Qué diablos crees que haces—?” Brendon interrumpió su diatriba


besándola. No pudo evitarlo. Nunca había visto a una hembra que se
viera tan bien con un par de pantalones cortos, botas vaqueras y una
camiseta que había sido lavada tantas veces y visto tantos años que él

105
podía ver fácilmente el sujetador azul turquesa con encaje que llevaba
debajo de ésta. Un buen desgarrón y se la sacaría en segundos.

Para evitar hacer exactamente eso en medio del pasillo, Brendon le


introdujo las manos en el pelo y hundió su lengua entre sus labios. Las
manos de ella se cerraron con fuerza en sus hombros, y estaba seguro
de que lo empujaría para alejarle. Quizá incluso le abriera el pecho con
sus garras. Las lobas podían ser hostiles cuando se les provocaba.

Pero sus dedos se aferraron a su carne dura y tiró de él para


acercarle, poniéndose de puntillas para encontrarse con su boca, su
lengua combatiendo contra él.

Brendon no quería darle la oportunidad de empezar a dudar, de


preocuparse de lo que su Manada dijese, así que metió las manos
debajo de su perfecto culo y la levantó. Colocó sus piernas alrededor de
su cintura y se dirigió por el pasillo hacia el ascensor. El elevador que lo
llevaría directamente a su apartamento situado en el piso superior.

Llevaba andado unos tres metros cuando una de las manos de ella se
levantó sobre su hombro y golpeó contra la pared.

Ella se retiró de su beso. “Espera. Sólo espera.”

Él gruñó.

“Y no me gruñas.” Al menos ella estaba jadeando. Que estuviera


jadeando era bueno. “¿Dónde diablos vamos?”

106
“A mi apartamento.”

Ella sacudió la cabeza, la confusión y la lujuria, todo sobre su


hermoso rostro. “No podemos... no deberíamos hacer—”

Una vez más la besó para callarla y porque ella sabía tan
jodidamente maravilloso...

Se puso en marcha otra vez, y las garras de ella iban raspando una
línea en la pared, mientras que él la empujaba en dirección al alejado
ascensor.

Ella separó sus labios de nuevo. “¡Espera!”

Él se detuvo y la miró.

“Estoy relativamente segura que no debemos hacer esto.”

“¿Quién lo dice?”

“Las leyes de la naturaleza y Dios.”

“Las leyes están hechas para romperse y Dios sólo quiere que
nosotros seamos felices.” Follar a esta mujer le haría tan
condenadamente feliz... “Venga. Vamos a romper algunas leyes.”

“¡No, no, no! Pensemos esto un minuto. Sólo dame un segundo.”

Él no la soltó. Y ya que sus pechos estaban allí... Ella se quedó sin


aliento, con sus manos agarrando su cabeza, jalándolo fuertemente,
mientras él succionaba su pezón a través de su camiseta y sujetador.

107
“No me estás dando ni un minuto para pensar.”

“Lo sé,” dijo él alrededor de su pezón. “No quiero que pienses.


Pensar es lo que te hizo correr lejos de mí.”

“Yo no... No podría...” Ella jadeó más fuerte. “Deja de chuparlo así.”

“Está bien. ¿Qué tal esto?” Él la chupó más profundamente y ella


gritó.

La mano de la loba se estrelló con fuerza contra la pared, con las


garras afuera una vez más. “Tu habitación,” exigió. “Tu habitación,
ahora.”

Brendon no discutió, y sólo se movió.

***

La campana del ascensor privado casi sacó a Ronnie de su idiotez,


pero no del todo. No con un hombre que podía besar así. Si la forma en
que usaba su lengua imitaba remotamente a sus habilidades con su
polla, ella estaría lista en un momento.

¿Pensé que eras una adulta y que no ibas a volver a hacer esta clase
de cosas? ¿Recuerdas? Año nuevo... vida nueva.

108
Allí estaba otra vez. Esa maldita voz en su cabeza. La que sonaba
sospechosamente como su mamá. La que nunca escuchaba incluso
cuando debería. Probablemente debería escucharla ahora, pero los
besos de este hombre eran adictivos. Ronnie no podía pensar en nada
más allá que sus labios tocando los suyos. Su lengua deslizándose en
todo el interior de su boca, acariciándola y degustándola. Ella no podía
dejar de pensar en cómo la haría sentir una vez que estuviera en su
interior, aunque la sola idea la hizo estremecerse y sentir que su coño
se apretaba firmemente.

El ascensor no se abrió directamente a su habitación, sino a un


pasillo y una puerta justo enfrente. Shaw la empujó contra la pared
mientras pescaba las llaves de su bolsillo trasero y abría el pestillo de la
puerta. La llevó dentro y la empujó contra otra pared mientras cerraba
de un portazo y echaba las cuatro cerraduras.

No soltó sus piernas hasta que la tuvo justo donde quería, sus
caderas meciéndose contra su cuerpo. Ronnie gimió, deslizando sus
manos bajo su suéter y dentro de la parte trasera de sus pantalones. Le
apretó el culo y se rió cuando él gimió contra su boca.

Los labios de Shaw bajaron por su mandíbula hasta su cuello, sus


dientes raspando a lo largo de la palpitante zona donde latía el pulso de
su garganta. Él continuó, llevando su boca de vuelta a su pecho y
empujando la blusa hacia arriba, mientras jalaba la copa del sujetador
de encaje hacia abajo. Su cálida boca envolvió su pezón, tirando de él
con avidez.

109
Ella le clavó las manos en el cabello para mantenerlo en el lugar,
preguntándose si podía llevarla al borde sólo chupando su pecho. Había
oído que algunos hombres tenían esa habilidad, aunque, hasta ese
momento, todavía no encontraba a uno.

El cuerpo de Ronnie se puso rígido por la anticipación, todos sus


músculos en tensión, preparándose para la liberación, que sabía, se
avecinaba.

Abrió los ojos para mirar al hombre que manipulaba su cuerpo con
tanta facilidad, y fue allí cuando vio a alguien salir de la cocina de Shaw.

El tipo se quedó paralizado al verla, mientras que el jugo de la


manzana verde que acababa de morder chorreaba por su barbilla. No
era como los que estaban en el hospital. No era un humano. Al menos,
no completamente.

Gruñendo y sacando los colmillos, Ronnie le pegó un puñetazo a


Shaw al costado de la cabeza.

“¡Ay!” Él se apartó, frotando con su mano la mejilla que ella había


herido. “¿Qué rayos fue eso?”

Jalando su sostén hacia arriba y su blusa hacia abajo, enseñándole


los dientes le dijo: “¡Si crees que soy esa clase de loba, más te vale
cambiar de idea!”

“¿Qué?” Shaw parecía genuinamente confuso y un poco herido.

110
Ella señaló hacia la cocina.

Frunciendo el ceño, Shaw se irguió y se volvió. Los dos machos se


miraron fijamente durante unos segundos. Entonces, Shaw estaba sobre
él, agarrando al macho por la garganta y golpeándolo contra la pared.

“¿Dónde diablos has estado?”

Rugiendo, el macho empujó a Shaw hacia atrás y volviéndose, hizo


chocar a Shaw contra la pared.

“¡No es tu maldito asunto!”

Ronnie puso los ojos en blanco. Hermanos.

Tenían que serlo. Sólo con la familia uno se podía cabrear tanto.

Shaw puso su antebrazo contra la garganta del otro, se volteó y


golpeó a su hermano contra la pobre pared maltratada.

“¡Casi me maté buscándote!”

“¿Quién te dijo que me buscaras? ¡Te dije que te metieras en tus


propios malditos asuntos!”

Literalmente, se pusieron a rugirse uno al otro, y Ronnie decidió que


era un buen momento para irse. Silenciosamente abrió el cerrojo y la
puerta, pero antes de que pudiera colarse hacia el pasillo, los dorados
ojos de láser de Shaw se posaron sobre ella, clavándola en su sitio con
una sola mirada.

111
“Ni se te ocurra salir.”

Ronnie habría discutido con él. Diciéndole que era mejor que él y su
hermano hablaran a solas. O que estaba siendo un asno y que podía ir a
buscar a alguien más a quien joder. Pero antes de que pudiera decir una
palabra, el hermano de Shaw empujó al hombre más grande al suelo y
los dos empezaron a comportarse como... bueno... como dos grandes
gatos.

No era bonito.

Aunque su parte canina seguro que estaba disfrutando del


espectáculo.

112
Capítulo Seis
Traducido por Vanessita
Corregido por Kyoko Chan

Todavía no habían cambiado, pero sí había pasado por la cabeza de


Brendon.

Especialmente cuando la pequeña mierda hundió sus colmillos en el


cuello de Brendon. ¡Sin su melena protectora esa mierda realmente dolía!

No era así como había planeado hablar con Mitch, cuando finalmente
lo encontró. Brendon lo tenía todo resuelto. En tonos agradables y fáciles,
le preguntaría a su hermano lo que estaba pasando y si se encontraba
bien.

Desafortunadamente, él había estado tan tenso por los besos


apasionados con la loba y sexualmente frustrado debido a todas las cosas
que quería hacer con ella, pero que no había podido realizar aún, que
había desatado toda su furia directo en la cabecita de su hermano. Como
de costumbre, Mitch se lanzó directo a esa lucha.

Honestamente, algunas veces el muchacho no tenía sentido común.


Aunque sí poseía un malvado gancho derecho, y de que a veces se sentía
como que sus colmillos eran súper afilados.

113
Brendon agarró a su hermano por el cuello, dejando que sus uñas se
clavaran en su piel lo suficiente como para poner nervioso a Mitch. Pero
antes de que tuviera tiempo para regodearse sobre el repentino silencio
de su hermano, el agua, fría e importada directamente de Dinamarca, se
estrellaron contra su cara.

Ambos hermanos gruñeron y se separaron, mirando la petulante cara


de una magnífica loba.

“No hay tiempo para preocuparse por el agua del grifo.” Ella sostuvo la
botella vacía en la mano. Agua que costaba cinco dólares cada una. “Pero
nunca sabré por qué alguien iría todo el camino hasta Dinamarca para
conseguir agua. ¿No es el agua americana lo suficientemente buena para
ti?”

Ella dejó la botella de plástico vacía en la parte superior de una mesa


auxiliar. “De todos modos, lo siento por eso, pero pensé que tenía que
haber una mejor manera para que ustedes dos trataran lo que sea que
tienen que solucionar. Y, para ser sincera, ustedes no me dejan ir y no
tengo toda la noche para sentarme por aquí esperando a que ambos se
aburran. Entonces” —extendió las manos hacia ambos— “por qué no
intentan los dos hablar esto en lugar de rasgar la garganta del otro. No
me gustaría tener que explicarle toda esa sangre a las pobres sirvientas.”

Sin saber qué más hacer, Brendon agarró su mano y Mitch agarró la
otra. Ella tiró y ambos se pusieron de pie, por encima de ella.

114
“Tengo tres hermanos mayores,” explicó ella con una sonrisa. “Si no
hubiera detenido algunas de sus peleas, esos muchachos habrían peleado
todo el maldito día y uno de ellos habría muerto a causa de la pérdida de
sangre. Eso habría trastornado a mi mamá hasta el fin, y ella habría
encontrado la manera de echarme la culpa.”

Utilizando las puntas de sus dedos, volteó un poco la cabeza de


Brendon para poder mirar su cuello. Hizo una mueca, jalando aire entre
sus dientes. “Oh, muchacho. Realmente necesitas aprender a retirarte
cuando es tu propia familia.”

Los ojos de Mitch se estrecharon peligrosamente. “¿Y quién eres tú


exactamente?”

“Sé amable,” gruñó Brendon, sus manos se apretaron en puños.

“No empiecen con esa mierda de nuevo.” Ella dio un paso atrás. “Mira,
estaré abajo. ¿Por qué—?”

“No. Tú quédate aquí.” Brendon agarró la desgastada chaqueta de


motociclista de cuero de su hermano y le dio un tirón a la puerta. “No te
vayas. Volveré.”

“¿A dónde diablos vamos?” Preguntó Mitch.

“Te conseguiré una habitación y te quedarás la noche. Y no se te


ocurra darme alguna mierda sobre eso.”

115
Abriendo la puerta, empujó a Mitch a través de ella y hacia el
ascensor. Volvió a mirar a la loba. “Vuelvo en un rato. Siéntete como en
tu casa, pero prométeme que no te irás.”

Ella abrió la boca para discutir, podía verlo en su rostro, por lo que,
añadió, “Prométemelo o empezaré a patearle el trasero de nuevo, aquí
mismo.”

Su hermano se alejó del ascensor y gruñó, “Ya te gustaría—”

“Cállate.” Brendon le espetó a su hermano mientras la miraba


fijamente. “Prométemelo.”

Exasperada, ella puso los ojos en blanco. “Muy bien. Vale. Por el bien
de la armonía familiar, me quedaré. Pero no por doce horas o algo así. Mi
Manada podría notar si estoy fuera tanto tiempo.”

“No te preocupes. Volveré.” Él comenzó a cerrar la puerta, pero dio un


paso atrás y la miró. “Una cosa más.”

“¿Si?”

“¿Cuál es tu nombre?”

Ella se vio dividida entre estar divertida, avergonzada y horrorizada.


“Rhonda Lee Reed. Todo el mundo me llama Ronnie Lee o Ronnie.”

“¿Alguien alguna vez te ha llamado Ron?”

“No y luego viva para contarlo.”

116
Brendon sonrió. Síp. Le gustaba. “Está bien, Ronnie Lee. Siéntete
como en casa y regresaré en un rato.”

“Sí. Sí. Pero será mejor que tengas televisión,” murmuró ella mientras
cerraba la puerta principal.

Él se acercó a su hermano y las puertas del ascensor se abrieron.


Tomando al joven por la parte trasera del cuello, lo arrojó dentro. “Y eso
es por tratar de arrancarme la garganta, pedazo de mierda.”

***

Cómo no pudo notar desde un comienzo la televisión de plasma de


cincuenta pulgadas, pantalla plana, conectada a la pared de Shaw, no
tenía idea. Por otra parte, la lengua en su garganta y las manos en sus
senos podría haber tenido algo que ver con eso.

Acomodándose en el suave sofá de cuero de color mantequilla del


hombre y recogiendo su gigantesco mando a distancia, empezó a cambiar
los canales, Ronnie movió su cabeza negando. Él ni siquiera sabía su
nombre. Casi había follado con un hombre que ni siquiera sabía su
nombre. Dios, no había hecho algo tan sucio desde hacía bastante
tiempo.

117
Así que, ¿por qué no corría a la salida en lugar de sentarse en el sofá
de un león, reprogramando su inadecuado control remoto?

Porque... porque le gustaba. Tan estúpido como era, le gustaba un


gato. Le gustaba un hombre que nunca querría más de ella que una
anónima follada rápida para poder decirles a sus amigos que lo había
hecho con una loba.

A pesar de que pensaba eso, sin embargo, ella se dio cuenta de que
no parecía ser la forma en que Shaw se comportaba. Podría tener a quien
quisiera. Humano o licántropo. Cualquier raza. Pero él la deseaba. Lo
había dejado claro frente a la habitación de Bobby Ray. Ella no podía
entender si se trataba de un error o no.

Por otra parte, siempre y cuando lo mantuvieran simple, tal vez no lo


fuera. Tal vez podría tener diversión, aventura sin sentido. Dios sabía que
no sería su primera vez.

Por supuesto, si todo fuera tan condenadamente fácil, ¿por qué sentía
nudos en su estómago?

Debería irse. Debería escribirle una pequeña nota diciéndole al gato,


gracias, pero no, gracias. Debería hacerlo. En serio.

Ronnie seguía pensando en eso, incluso cuando estiró las piernas en el


sofá y sonrió cuando se dio cuenta de que había tenido la suerte de caer
en algunas retransmisiones de CSI.

118
***

Brendon se frotó la cara y se echó hacia atrás, mirando a su hermano.


Después de tres horas y dos enormes bocadillos de la cocina, sabía que el
chico no había tenido una comida decente desde hace mucho —todavía
no sabía absolutamente nada.

“Por lo menos dime por qué apareciste en mi apartamento después de


todo este tiempo.”

Mitch se detuvo un momento, realmente contemplando su respuesta.


Brendon conocía esa expresión. Sabía que Mitch sólo le diría la verdad
suficiente para sacarse a Brendon de su espalda. Lo había hecho
bastantes veces. Con el tiempo, Mitch se encogió de hombros y dio otro
mordisco. “Marissa dejó un mensaje en mi buzón de voz,” se quejó con la
boca llena de comida.

“¿En serio?”

“Sí. Y estaba muy enojada. Me culpa por lo que pasó, ¿no?”

“No te preocupes por ella. Entonces ¿Viniste a verme?”

Mitch puso los ojos en blanco. “Si eso te ayuda a dormir mejor,
hermano.”

“Es bueno saber que te importa.”

119
Enseñándole el dedo medio, Mitch volvió a su sándwich de carne.
“Entonces, ¿quién lo hizo?”

“Los hermanos Doogan.” Por una fracción de segundo, Brendon vio


sorpresa registrarse en la cara de su hermano pequeño antes de que
rápidamente lo disimulara. El chico tenía talento para eso.

“Mataron a Petrov antes de Navidad,” continuó Brendon. “Le


dispararon en la parte trasera de la cabeza.”

“¿Usaron armas?” Mitch hizo un sonido de disgusto. “Que chabacano.”

“Los Doogans,” Brendon le recordó, reclinándose en la silla. “Querían a


la Manada Llewellyn. Mataron a Petrov. Y casi me matan a mí.”

“¿Eso es lo que te pasó en la cara?”

Brendon se rió entre dientes. “Sí. Eso es lo que me pasó en la cara,


pero se está sanando.”

“¿Dónde están ahora? ¿Los Doogans?”

Brendon conocía esa mirada en el rostro de su hermano. La había visto


en Marissa también. Sabía lo que el chico haría si tenía la oportunidad.
Lástima para él que no la tuviera. “Las hienas se los comieron.”

Mitch lo miró fijamente durante un largo tiempo. Casi un minuto.


Hasta que dijo, “¿Perdón?”

120
“Las hienas se los comieron.” Brendon levantó las manos y las dejó
caer. “Como cuarenta de ellas. Los destrozaron a los tres hasta hacerlos
pedazos. Teniendo en cuenta que los bastardos estaban a punto de
pegarme un tiro en la parte trasera de la cabeza —como que se lo
merecían.”

“Buen punto. Aunque no veo a un grupo de hienas ayudándote.”

“No lo hicieron. Una policía muy bien dotada y una Manada de lobos
me ayudaron.”

“¿Fue ahí donde conociste a la de los Sexy Shorts?”

“Ella se quedó conmigo durante mi fiebre. Me protegió de un par de


sujetos. Me sacó del hospital y me escondió en la casa de su tía.”

Una vez más vio esa mirada en el rostro de Mitch, indicando


claramente que sabía más de lo que se estaba contando. Sólo por una
vez, se veía con un poco en pánico. “¿Qué sujetos?”

“No lo sé. Blancos. Humanos. Eso es todo lo que sé.” Información


completamente inútil en un tribunal de justicia.

“Tú no... eh... quiero decir...” Él se aclaró la garganta. “Qué tal mal
tú... eh...”

“Están respirando aún, si es eso lo que me estás preguntando.”

Mitch asintió, bebiendo su cerveza.

121
“De todos modos, ella se quedó conmigo, hombre. No me abandonó. Y
se ve increíble en esas botas de vaquera.”

Mitch dejó su cerveza. “Te gusta.”

Brendon sonrió. No pudiendo evitarlo. “Sí. Me gusta.”

“¿Y qué dice tu preciosa Manada acerca de eso?” Nunca podía evitar el
disgusto en su voz cuando los mencionaba. Igual que con Marissa. Lo
odiarían si supieran lo parecidos que eran.

“Sólo he estado dando vueltas últimamente debido a los Doogans. No


iba a dejar que se acercaran a mis hijos. Pero hemos terminamos por
ahora. Consiguieron lo que querían de mí y me dieron lo que quería de
ellos. Así que todo el mundo es feliz.”

Mitch sonrió. “¿Cómo están mi sobrina y sobrino?”

“Hermosos. Son unos gatitos-irritables.”

“Me encanta esa edad.”

“Les encantaría verte.”

“Tal vez.”

“¿Qué está pasando, Mitch?” Brendon volvió a preguntar.

Con su rostro perfectamente en blanco, Mitch dijo, “Nada.”

122
Un extraño podría haberle creído, pero Brendon lo conocía mejor.
Desafortunadamente, Mitch tenía la obstinación de Shaw. No le decía
nada a nadie hasta que él así lo quisiera.

“Así que, básicamente, viniste a verme. Estabas preocupado por tu


hermano mayor.”

“No estaba preocupado. Pero sabía que si estabas muerto, querría tus
cosas.”

“Oh, eso es muy bonito.”

“Vamos. ¿Puedes culparme?” Mitch hizo un gesto a la opulenta


habitación. “Este precioso hotel. El personal esperando para hacer mi
voluntad. Una hermosa mujer arriba... aunque sea un perro.”

Brendon ignoró el inusual destello de celos que de repente


experimentó. “Loba.”

“Lo que sea.”

“Todavía tendrás que pelear con Marissa por todo.”

"Podría vencerla. Una vez le di con un bate en la cabeza.”

“Que familia tan amorosa tenemos.”

“Somos como el equivalente león de La Familia Ingalls.”

Brendon se rió y negó con la cabeza. “Eres todo un idiota.”

123
Le hacía sentirse muy bien cuando Mitch sonreía.

124
Capítulo Siete
Traducido por Rachel
Corregido por Mrs. C

Brendon abrió la puerta delantera no creyendo, pero sí esperando


encontrar a Ronnie aún ahí. Y lo hizo. Dormida en su sofá, al fondo, la
televisión mostraba un capítulo repetido de Los Expedientes Secretos X.
Su cuerpo hecho un ovillo, sus pies y manos sacudiéndose mientras
soñaba. Lucía como si estuviera... mmm... corriendo. En su sueño.

Forzándose a sí mismo a no reír, se agachó frente a ella. Con cuidado,


Brendon cepilló el cabello castaño de su rostro. Ella hizo pequeños
sonidos gimiendo en su sueño y luego haló su labio hacia atrás en un
gruñido.

Era quizás la cosa más linda que Brendon haya visto en toda su vida.
Besó su mejilla y Ronnie se despertó... y levantó. Sus cabezas chocaron.
Casi se pudo oír el “golpe seco”.

“¡Ayy!” Brendon frotó su nariz donde su mejilla hizo contacto. Cristo,


su cuerpo había sufrido demasiados abusos en los últimos días.

“Perdón,” dijo ella mientras agarraba su propia cabeza.

“No fue mi intención asustarte.”

125
“No. No. No fue tu culpa. Soñé que estaba luchando con un puma. Uno
gigante,” añadió, lo cual explica el por qué estaba tan sobresaltada. Una
Manada de cambiaformas no debería atacar a un lobo solitario, porque
saben que su Manada vendrá tras ellos, pero los de sangre pura no tienen
tales preocupaciones sobre las repercusiones.

Lo que explicaba por qué Brendon le dejó la caza en los parques de


animales salvajes a los robustos e insanos, de los cuales su padre resultó
ser ambos.

“¿Te lastimé?” ella preguntó con una risita.

“No. Estoy bien.”

Ella le tocó la frente. “Sigo diciendo que la fiebre esta allí. No mucho,
pero un poco.”

“Mi fiebre se ha ido. Deja de preocuparte.”

“Mi papá pensó una vez que venció la fiebre después de meterse en
una pelea con un jabalí. Luego se desmayo en el Piggly Wiggly. Su cabeza
se vino abajo primero. Y ¡Bam! Rompió todo el mostrador de los
caramelos.”

Así de rápido, la mujer tuvo su corazón en la palma de la mano. Para


citarla, así de rápido, “¡Bam!” probablemente ni se dio cuenta, y Brendon
estaba seguro como el infierno que no tenía intención de decírselo.

126
“Estoy bien,” la tranquilizó antes de que él dijera algo estúpido. Como
“cásate conmigo.”

Ella se encogió de hombros. “Bien. Cuando los hombres quieren correr


riesgos con su salud, ninguna mujer alrededor puede convencerlos de lo
contrario.”

Ronnie se sentó, rascándose la cabeza y bostezando. “¿Resolviste todo


con tu hermano?”

Brendon dio un resoplido. “No en realidad. Mi hermano no es bueno


hablando conmigo o mi hermana, de nada.”

“¿Todos pertenecen a la misma Manada de Leones?”

Sentándose al lado de ella en el sofá, simplemente disfrutando el


tenerla allí, “Nop. Su madre pertenece a la Manada de West Filadelfia y
nuestra madre a la de South Philly. Nuestra madre murió cuando nacimos
y su Manada no nos quería.”

“¿Por qué no?”

Él se encogió de hombros. “No lo sé. Algunas veces los gatos son


tratados de esa manera.”

“¿Entonces tu padre te recibió?”

“Sí. Él nos crió. Estaba determinado a hacer las cosas de diferente


manera.”

127
“¿Diferente de qué?”

“Su padre. Él murió en prisión. Ladrón de obras de arte.”

Ronnie atrajo sus piernas al sofá, envolviéndolas con sus brazos y


descansó la barbilla en sus rodillas. “Yo tuve un tío, Louie que robaba
bancos hasta que le dispararon en la cabeza.”

Brendon se reclinó y levantó sus pies en la mesa de sala. “Debes amar


a tu familia, ¿no?”

“No en realidad. Pero uno no puede elegir a su familia. Es de la


manera que es. Tu hermano no puede ser tan malo, creo.”

“¿Qué te hace decir eso?”

“No creo que te preocuparas por él si pensaras que no tiene remedio.”

“Ya sabes tanto sobre mí, ¿no?”

“Nooo. Sólo lo presiento. Y usualmente acierto con las personas. Lo


obtuve de mi abuela. Ella fue de la tribu Blackfoot... o... algo así.”

“Y tienes tres hermanos.”

“Síp.” Ella sacudió su cabeza. “A ellos no les gustaría tu cara bonita ni


un poco.”

“Me importa una mierda tus hermanos. ¿A ti te gusta mi cara bonita?”

128
“Sí. Me gusta.” Ella gentilmente acarició su mejilla. “Pero si mis
hermanos vienen a Nueva York y te encuentran husmeando a mi
alrededor, lo que los hermanos Doogan te hicieron en
esos túneles parecerá un juego de niños comparado a los chicos Reed.”

Brendon se inclinó sobre ella, sus ojos se fijaron en sus labios.


“Tomaré el riesgo,” le susurró y avanzó.

Pero debería haber mantenido sus ojos abiertos. Lo hubiera prevenido


de irse de cara a su sofá.

Para cuando se sentó, ella tenía su puerta delantera abierta.

“¿A dónde vas?”

“Mi mamá dice ‘al infierno en una canasta de mano’9, pero estoy
combatiendo eso.”

Ella llegó hasta el elevador antes de que él atrapara la parte de atrás


de sus shorts para luego jalarla de vuelta a su apartamento.

“No te alejarás de mí otra vez.”

“No puedo quedarme. No puedo hacer esto.”

“¿Hacer qué?”

9
“To hell in a hand basket”, es un dicho urbano utilizado para referirse cuando alguien
está obrando mal o cayendo en pecado por una mala acción. (N. de la T.)

129
“Tener sexo con hombres que ni siquiera saben mi nombre.” Ella se
agarró del marco de la puerta y se aferró desesperadamente.
“Me prometí a mí misma no más de esta basura de mierda. Tengo treinta
años ahora, debo ser responsable.”

“¿Y estar conmigo no es ser responsable?”

“Repito —ni siquiera sabes mi nombre y ya has chupado mis pezones.


Así que sí, digo que lo de nosotros es irresponsable.”

Él tuvo que soltar sus dedos del marco de la puerta y jalarla dentro de
su apartamento. “Tu nombre fue la primera cosa que planeé preguntarte
cuando salí de la fiebre, pero tú ya te habías ido.”

Ella se arrastró fuera de sus brazos y retrocedió al apartamento. Por


suerte, no olía asustada, pero parecía recelosa. Simplemente no creía que
fuera por él.

“Te juro que no es nada personal,” ella insistió, “pero es lo mejor.”

“No te vayas Ronnie.”

Ella negó con la cabeza. “No puedo quedarme. No voy a quedarme.”

Brendon se dio cuenta que sólo había una cosa que él podía hacer. Era
un riesgo. Pero tenía que intentarlo. “Entiendo.” Se alejó de la puerta
para que ya no bloqueara su salida. “Lo siento.”

130
“No, no. No hiciste nada malo, cariño. Soy yo.” Con una última mirada
a él, esos hermosos ojos se llenaron de remordimiento, ella se dirigió a la
puerta.

Inclinándose, con un suspiro apenado, se sentó en el brazo de una de


sus sillas del club, con la cabeza colgando hacia abajo.

“¿Qué... qué está mal?”

“Nada. Estoy bien. Es mejor que te vayas.”

Él no la miró cuando escuchó que la puerta se abría, le tomó todas sus


fuerzas no atropellarla y tirar la puerta antes de que ella pudiera irse.

Esperó. La puerta no se cerró.

“¿Estás seguro que te encuentras bien?”

“Sí, sí. Vete. Sólo estoy cansado.”

Otro momento de silencio, un gruñido, y luego la puerta delantera dio


un portazo. Manos frías cogieron su mandíbula y levantaron su cabeza.
“Mírame.”

Él lo hizo... y Cristo, esos ojos.

“Apuesto a que es esa fiebre. Te dije que no había terminado contigo


todavía.”

“Estaré bien. De verdad. Estoy seguro que sólo estoy cansado.”

131
“Vamos.” Ella lo tomó del brazo y lo puso alrededor de sus hombros.
“Te llevaré a la cama antes de que te desmayes o empieces a correr hacia
la Quinta Avenida en cuatro patas.”

Brendon dejó que lo ayudara, y la guió directo a su dormitorio.


Mientras que ella le llevó a su cama y luego le quitó sus botas, él se dio
cuenta de que sí, se iría al infierno por engañarla.

Sin embargo, de alguna manera, supo que Ronnie Lee Reed valdría
cada segundo que él se quemará.

***

Él podría estar fingiendo. Mierda, seguramente estaba fingiendo.

Y si ella iba a ser honesta consigo misma, no le importaba. Le dio una


excusa para regresar y llevar a este hombre a la cama... mmm... para
ayudarlo con la fiebre.

Ella no se metería a la cama con él.

A menos que la necesitara.

Aclarándose la garganta, dejó sus espantosamente grandes botas de


trabajo al lado de su cama. “Deberíamos... mmm... sacarte los vaqueros
también.”

132
“Está bien.” Se reclinó sobre sus codos y dejó salir ese suspiro de
nuevo.

“No te exijas demasiado. No me importa ayudar.” Síp. Ayudar. A ella


no le importaba ni un poco ayudar.

Forzándose a sí misma a ser imparcial, agarró sus vaqueros. “Te


sacaremos estos y a la cama. Por la mañana deberás sentirte bien.”

Bajó sus pantalones por sus caderas, dándose cuenta demasiado tarde
que él no llevaba ropa interior.

Tragando el nudo de lujuria en su garganta, cerró sus rodillas


firmemente y dio un tirón a sus vaqueros por sus piernas.

“Realmente aprecio que me cuides de esta manera.”

“Oh, no me molesta.” Ningún problema, cuando un hombre tiene unos


muslos como esos. Grandes. Fuertes. Perfectos. Ella podría llegar a su
orgasmo en esos muslos.

Agachándose al final de la cama para terminar de sacarle los


pantalones, trató de no pensar en la apetitosa polla a pocos centímetros
de su boca. No lo hizo muy bien, pero realmente trató.

“¿Ronnie?”

Ronnie cerró sus ojos. Si lo miras estás perdida. Cualquier cosa que
hagas, no lo mires.

133
“Ronnie. Mírame.”

¡Demonios, demonios, demonios! Aún en cuclillas al lado de la cama,


Ronnie lentamente levantó su cabeza.

“Abre tus ojos.”

“No creo que deba.”

“Está bien. Déjalos cerrados.”

Unas manos fuertes se apoderaron suavemente de su cara, dedos


grandes se deslizaron por su cabello, llevando su cabeza un poco arriba y
a un lado.

“Déjalos cerrados,” él susurró, su cálido aliento contra su boca.


“Mantenlos cerrados y sólo bésame, Ronnie Lee.”

Los labios de Shaw rozaron los suyos. La lengua acariciando, los


dientes mordiendo. Ronnie sujetó sus muñecas y gimió. Abrió su boca, y
Shaw se zambulló en ella. Su lengua enredándose con la suya, ambos
gimiendo.

Luego, con los dedos todavía enterrados en su cabello, él la ayudó a


levantarse. Antes de que siquiera pudiera parpadear, él la tenía de
espalda en medio de su cama de tamaño león.

Síp. Pérdida.

134
Capítulo Ocho
Traducido por Patrii27
Corregido por Mara

Absolutamente. Esta mujer era absolutamente merecedora de


cualquier temporada que tuviera que pasar en el infierno. Su olor. Su
sabor. Ese sonido “yip” tan canino que hacía cada vez que le mordía el
cuello. Todas esas cosas estaban llevando al león enterrado en su interior
fuera de control.

“Cristo, hueles bien.”

Ronnie no le respondió, pero deslizó sus manos debajo de su suéter y


tiró hacia arriba. Él dejó de besarla el tiempo suficiente para que sacara el
suéter por la cabeza y lo lanzara al otro lado de la habitación.

“Si valoras tu ropa,” dijo mientras besaba su garganta, “tendrás que


quitártela en los próximos treinta segundos. No seré responsable de lo
que pase después de eso.”

Se alejó de sus besos y salió de debajo de él.

“De mi padre,” explicó sobre la camiseta antes de que ésta volara a


través de la habitación. Su sujetador de encaje salió volando después.

“No,” gruñó. “Las botas se quedan.”

135
Brendon nunca había conocido a una mujer que lo mirara con un
hambre sexual tan salvaje. Exactamente del mismo modo en que Ronnie
lo miraba ahora, sus manos deslizándose por la bota de vaquera que
había estado a segundos de quitarse hasta que llegó al borde de sus
pantalones cortos. Broche abierto, cremallera abajo, y sacó ese cuerpo
precioso de los trozos de tela vaquera.

“Ven aquí,” le ordenó, y observó con los ojos entrecerrados mientras


ella se alejaba de él, todavía de rodillas.

Sus labios se curvaron en una sonrisa y sus ojos cambiaron de


humano a lobo. Llegó a la parte superior de la cama, poniendo sus
almohadas en el suelo antes de inclinarse hacia atrás contra el cabecero,
con los brazos enganchados en la parte superior.

Ella extendió sus rodillas ampliamente para que pudiera ver la


humedad de su coño y sus muslos temblorosos. Suavemente, le dijo, “Si
quieres esto, campeón, es mejor que vengas aquí y lo consigas.”

***

Nadie había acusado nunca a Ronnie de ser tímida. Si sabía lo que


quería, iba tras ello sin pensarlo un segundo. Siendo una loba, esto no
era muy sorprendente.

136
Esta parte de su personalidad intimidaba a la mayoría de hombres
humanos o atraía a los realmente asquerosos. Los hombres lobo lo veían
como un desafío.

Una oportunidad de dominar. Ellos siempre pensaban que tenían que


hacerlo. Y una vez que la hacían correrse, pensaban que les pertenecía.
Siempre les chocaba despertar en la mañana y encontrar que ella había
desaparecido.

Ella podía decir con total honestidad que, aunque había tenido algunos
amantes maravillosos, nunca había conocido a su compañero.

Hasta que Brendon Shaw lo puso todo patas arriba y se arrastró sobre
su cama con ella. Los colmillos se deslizaron lentamente de sus encías y
sus garras seguían agarrando las sábanas. Él no se apresuró hacia ella o
la aprisionó. Se movía como el rey de la selva que creía ser. Como si
supiera que con el tiempo conseguiría lo que quería. A ella le gustó que
no se hubiera sumergido de cara en su coño con la esperanza de forzarla
a tener un orgasmo y así poder penetrarla y correrse.

No.

Shaw serpenteaba su camino a través de la cama como si el mundo le


perteneciera. Una vez que llegó a ella, le acarició el muslo y le lamió la
parte posterior de la rodilla. Sus manos se deslizaron por su piel,
explorando cada centímetro, tomándose su tiempo. Incluso frotó la
melena sobre sus pechos y el estómago, sensación que la excitaba más
que cualquier lengua o dedo posible.

137
Finalmente se movió más abajo, su lengua desplazándose hacia arriba
entre sus piernas, lamiendo la humedad que ya cubría el interior de los
muslos. Luego susurró, y los ojos de Ronnie bizquearon. Se agarró al
cabecero y apretó los dientes. “Deja que se esfuerce” había sido siempre
su lema, pero sus habilidades eran tales, que no tenía que trabajar muy
duro.

Grandes manos se deslizaron alrededor de la parte posterior de las


piernas levantándole sus caderas, sus muslos descansando sobre sus
hombros. Sus botas vaqueras enterradas contra su espalda, y sus manos
tomando el control de su culo. Su lengua se deslizó dentro de ella y
Ronnie gritó, sus caderas meciéndose contra su boca. Brutalmente rápido,
el orgasmo se arrastró por su espalda. Su cuerpo se tensó, sus garras
sujetaban la parte posterior de la cabecera de la cama, desgarrando la
madera.

Sin embargo, el hombre no parecía tener nada de prisa. Lamiéndola


lenta y tranquilamente, todavía ronroneaba en contra de su carne. Ronnie
miró hacia abajo para ver esa oh-tan-feliz sonrisa que lucía, y se corrió
como un tren de carga en su preciosa cara.

Shaw la sostuvo en el momento, manteniendo un férreo control sobre


ella hasta que sus gritos estáticos se convirtieron en un lloriqueo agotado.

Sonriendo como si el universo le perteneciera, bajó las piernas hasta


que descansaron contra sus muslos. Ronnie todavía tenía los brazos
sosteniendo el cabecero, por lo que Shaw deslizó las manos por su
cuerpo. Cuando sus grandes pulgares rozaron sus pezones, ella chilló.

138
“Demonios,” suspiró, “eres fácil.”

La habían llamado así antes, pero por una vez no se cabreó, ya que
sabía que él no lo quiso decir como un insulto. “No te pongas soberbio,
gato. Todavía no ha terminado. Tenemos kilómetros que recorrer antes de
dormir.”

Él se rió y la besó, tirando de su cuerpo contra el suyo. “Eres tan


hermosa,” dijo contra sus labios mientras sus manos recorrían cada
centímetro de ella. “No puedo esperar a estar dentro de ti.”

“¿Y qué estamos esperando exactamente?”

Se encogió de hombros, le besó los hombros. “Trataba de ser un


caballero, o... lo que sea.”

Ella soltó un bufido. “¿Sabes lo que hago con los caballeros? Los
mastico y los escupo, luego dejo los restos para las hienas.” Ronnie
envolvió sus brazos alrededor de su cuello. “Los caballeros no me ponen
caliente. No hacen que me retuerza. Y tan cierto como la mierda que no
me hacen acabar.” Le hundió las manos en su pelo, amando la manera en
que él nunca tuvo verdadero control sobre eso. Una gran melena sana.
“Si tu fueras un caballero, yo no estaría aquí contigo. Estaría en cualquier
otro lugar excepto aquí.”

Shaw se echó hacia atrás, con las manos apartándole el pelo de la


cara. “Pero estás aquí conmigo.”

“Sí. Lo estoy. Ahora es el momento para que te pongas a trabajar.

139
Muéstrame cómo eres el rey de la selva y todo eso.”

Él se rió y bromeó, “¿Estás segura de que es una buena idea? Una vez
que hayas tenido al rey, nunca querrás volver a los humildes machos
alfa.”

Él sabía cómo divertirse en la cama. ¡Gracias a Dios! Nada odiaba más


que un hombre que tenía que ser serio todo el tiempo. En la cama o fuera
de ésta. Pero sobre todo en la cama. Aquí estaban, desnudos y
acariciándose. Parecía el momento perfecto para bromear, burlarse y
divertirse. Sin embargo, algunos hombres actuaban como si estuvieran
“tomando sol” en Normandía durante la Segunda Guerra Mundial.

Ronnie deslizó su mano derecha hacia abajo, agarrando la polla de


Shaw y disfrutando totalmente de la forma en que él gemía mientras
bombeaba lentamente.

“Hablas. Hablas. Hablas. Pero todavía estoy esperando por una


prueba, campeón.”

Hizo rodar sus ojos provocativamente. “Si insistes en que tengamos


relaciones sexuales para probar mi teoría, y que además te arruine para
otros hombres, supongo que no tengo más remedio que satisfacerte.”

Se estiró para alcanzar el cajón de lado, ella yendo con él, ya que
ahora descansaba en su regazo y todavía tenía su polla en la mano.

Sacando una larga tira de condones, los levantó y le preguntó, “¿Crees


que necesitaremos todo esto para esta noche?”

140
“Si quieres oírme presumir de ti por la mañana, entonces da lo mejor.”

***

“Aquí.” Brendon le entregó un condón. “Haz algo útil.”

Ella sonrió mientras desgarraba el paquete, y trató de no entrar en


pánico por el tumulto de emociones que le asaltaron en el momento. En
su lugar, la abrazó y acarició, se deleitaba con la suavidad y la dureza del
cuerpo de un depredador femenino. Trazó las cicatrices que acribillaban
sus hombros, espalda y torso. Ella no las ocultaba, ni le impidió tocar,
explorar. Realmente le gustaba eso de Ronnie Lee. Ella no se
avergonzaba, al parecer, de nada.

El condón se deslizó sobre su polla dolorida, y ella lo hizo rodar hasta


la base. Envolvió su mano alrededor y apretó.

Dejando escapar un gemido, “Malvada.”

Ronnie se rió entre dientes, probablemente sin darse cuenta de que el


dominio que tenía de él era más profundo que el dominio que tenía sobre
su polla.

Agarrando su culo, Brendon puso a Ronnie firmemente en su regazo


hasta que su polla se deslizó justo dentro de ella. Sus brazos otra vez
envueltos alrededor de su cuello, con el rostro enterrado en su garganta.

141
Brendon la empaló con un firme empuje, amando la exclamación de
sorpresa que ella dejó escapar y la forma en que sus dedos se apretaron
en su pelo.

***

La sostuvo así durante un buen rato, disfrutando de la forma en que se


envolvía alrededor de él y cómo se sentía en sus brazos.

Perfecta. Así era como se sentía. Absolutamente perfecta.

Él la mantuvo en sus brazos como si fuera frágil, como si sus huesos


humanos fueran completamente débiles. Como si el más leve movimiento
pudiera romperla. Lastimarla. Ella mordió su cuello, recordándole lo que
eran. No era suficiente para romper la piel o para accidentalmente
marcarlo como suyo, pero lo suficiente como para devolverlo de vuelta a
la acción.

Lo siguiente que supo era que Shaw la tenía de espaldas de nuevo. El


gatito manso había abandonado el edificio, sustituido por el gato asesino.
No es que le importara. Le gustaban ambos.

Entrelazando sus dedos con los de ella, le sujetó las manos a la cama
al lado de su cabeza, mientras la miraba con los ojos de león. Incluso
podía sentir las puntas de sus garras contra el dorso de la mano. ¡Y... síp!

142
Esos eran los colmillos.

Ella le sonrió, mostrando sus propios colmillos caninos. Desafiándolo a


follar bien.

Él gruñó y luego se movió. Follándola duro, tan duro. Haciendo uso de


su peso y la fuerza de sus brazos para mantenerla en su lugar mientras
se golpeaba contra ella.

¡Dios, sí que se sentía bien! Tan condenadamente bien.

Ellos gruñeron y se mordieron el uno al otro, y él se aseguró de


golpear su clítoris con cada brutal embestida.

“Sí,” dijo ella cuando sintió otro orgasmo comenzando a moverse a


través de su sistema. “Sí, sí, sí,” cantó una y otra vez hasta que se corrió
con tanta fuerza que ni siquiera podía gritar.

Seguía inmovilizándola, Shaw la besó, sus colmillos raspando contra


los suyos, la lengua lamiendo y acariciando. Su polla se estrelló contra
ella, empujándola hacia otro orgasmo. Exigiéndolo. No podía resistirlo. No
podía detener el modo en que la hacía sentir. Ella se sacudió debajo de él,
la fuerza de su orgasmo borrándole la mente. Ni siquiera podía gritar
más, sólo podía jadear y gemir.

Cuando Shaw se corrió, rugió tan fuerte que Ronnie se preguntó si


todos los cincuenta y tres pisos lo oyeron.

Se dejó caer sobre ella, jadeando con fuerza, sus manos todavía

143
cerradas a pesar de que ambos conjuntos de garras y colmillos se habían
retirado.

Permanecieron en silencio durante un rato, hasta que Ronnie dijo,


“Bueno, esa es sin duda la mayor diversión que un cuerpo puede tener
mientras está desnudo.”

Ella sonrió cuando él soltó una risa en su cuello.

144
Capítulo Nueve
Traducido por Lizeth
Corregido por María Pili

Él se sentía bien. Mejor que bien. Había dejado las persianas abiertas y
podía ver el horizonte oscuro de su ciudad.

Seguía oscuro afuera y no tenía ni idea por qué estaba despierto tan
temprano —pero se sentía de maravilla.

Cabello cepillaba el interior de su muslo, miró hacia abajo de su


cuerpo.

Ya no tenía ninguna duda del por qué se sentía tan malditamente bien.
Ni tenía ninguna duda del por qué estaba despierto tan temprano.

Ronnie lo tragó profundo otra vez, la mano masajeaba sus bolas


mientras lo hacía.

“Cristo, Ronnie,” dijo en tono raspado cuando ella arremolinaba su


lengua alrededor de la punta de su polla, después lo tomó profundo otra
vez.

Chupó fuerte y lo liberó. “Oh, no me importa nada.”

Brendon rió. “Estás bromeando, ¿no?”

145
“Nah. Vuelve a dormir”. Ella abrió otro condón y se lo puso. “Sólo
necesito pedir prestada una parte de ti por un rato, es todo.”

Él se hubiera reído si ella no se sintiera tan malditamente bien


hundiéndose sobre su dura polla.

Su cabeza caía hacia atrás, y Ronnie dejó salir un largo y lujurioso


gemido. “Sí. Esto es exactamente lo que necesitaba.” Ella empezó
moviéndose lento y despacio, una sonrisa de puro placer sobre su
maravillosa cara.

Lo miró a los ojos mientas lo cabalgaba. “No te molesta ¿verdad? ¿Si


tomo una sucia y repugnante ventaja de tu cuerpo dormido?”

“Cuando quieras, sexy. En cualquier maldito momento que quieras.”

“Podrías arrepentirte. Puedo ser realmente exigente.” Ella se inclinó


sobre él, sus manos agarrando sus hombros. Manteniendo el ritmo y su
coño apretándolo en cada empuje.

“Así que eres insaciable. ¿Siempre exigiendo más?”

“Tanto como pueda obtener, grandulón. Puedo ser demasiado para ti.
Mucho más de lo que puedas manejar.”

Él agarró sus caderas lo suficientemente fuerte para dejar un moretón.


“No sexy. Tú eres suficiente.” Brendon usó sus manos para acelerar el
ritmo. Haciéndola mecerse dentro de él más fuerte y rápido.

146
Sus gemidos crecieron más fuertes, más desesperados. Sus cuerpos
resbalaban por el sudor.

“Cristo, Ronnie. Eres asombrosa.”

Ella rió. “Apuesto que le dices eso a todas las chicas que te despiertan
con una mamada.”

Brendon le dio un azote en el trasero, provocando un grito mientras su


coño lo apretaba con fuerza. “Te lo digo a ti.”

“Está bien, grandulón. Está bien. No hay necesidad de que te pongas


gruñón.”

Él la frotó donde había azotado su trasero. “¿Te gustó eso verdad?”

Ella se inclinó hacia abajo, lamiendo sus pezones, y Brendon apenas se


contuvo de venirse.

“¿Gustarme qué?” Muy gentilmente agarró un pezón entre sus dientes,


después lo acarició con su lengua.

Brendon cerró sus ojos y brevemente pensó acerca de la temporada


del equipo de béisbol de Phillies. Tenía que recordar obtener los boletos
este año. Tal vez podría convencer a Ronnie de ir con él a un par de
juegos.

“¿Gustarme qué?” ella preguntó otra vez, sus manos corriendo a lo


largo de sus hombros, sus caderas y coño meciéndolo en el olvido.

147
“Cuando azoté tu trasero. Te gustó.”

“¿Realmente crees que voy a contestar esa pregunta?”

Él se arqueó dentro de ella. “Ya lo hiciste, sexy. Ya lo hiciste.”

Ronnie dio un frustrado quejido.

Brendon abrió los ojos para ver a Ronnie sacudir su cabeza, con un
frustrado ceño fruncido en su cara.

“¿Necesitas ayuda para venirte, nena?”

Ella asintió quejándose otra vez. “Estoy tan cerca.”

Alejó una mano de sus caderas y puso su pulgar sobre su boca.


“Chúpalo como chupaste mi polla.”

Sin dudar, ella tomó su pulgar dentro de su boca y chupó fuerte, su


lengua arremolinándose alrededor un poco, antes de volver a chupar.

“No puedo creer que dormí la mayor parte de esa mamada.”


Arrastrando el dedo de su boca, Brendon lo puso sobre la mitad de su
cuerpo hasta que lo rodó sobre su clítoris. Él se quedó mirando su cara,
queriendo ver a Ronnie mientras lo hacía. Mientras le daba esto.

Tocó su clítoris con la yema de su pulgar haciendo pequeños círculos.

“Oh Dios, sí,” ella jadeó, “Oh sí.”

148
Brendon incrementó la presión un poco y Ronnie explotó, su orgasmo
rasgando a través de ella, dejándola temblorosa, jadeando. Y sonriendo.
Siempre sonreía cuando se venía. Mantuvo la presión y el movimiento
hasta que ella atrapó su mano con la suya.

“Alto. Alto.” Ronnie rió y se recostó, sacudiendo su cabello que le


llegaba hasta los hombros. “¡Guau! Esto era exactamente lo que
necesitaba, querido.”

Tomando las manos de Brendon y poniéndolas sobre sus pechos, ella


dijo, “Ahora necesito saber qué necesitas.”

Él sonrió, encantado de que se preocupara lo suficiente para


preguntar. “Que termines esa mamada.”

“Oh, cariño. Eso puedo hacerlo.”

***

Ronnie se despertó cuando el sol de la mañana golpeaba


completamente en su cara. Se tomó un momento para disfrutar la
sensación de la espalda de Shaw contra la suya. Tomándose un momento
para disfrutar de la esencia de hombre que la envolvía. La esencia de
Shaw. Pero ella sólo se rindió por un instante. Ahora era momento de
irse. Como ella lo hacía casi cada mañana que se despertaba en la cama

149
de un hombre. Y Shaw no sería diferente. Nada diferente de los otros
hombres en su vida con quienes se retorcía de placer y que después
dejaba antes de que despertaran. Antes de que tuvieran la oportunidad
de pedirle que se quedara.

Moviéndose con el sigilo que había nacido, Ronnie se deslizó de la


cama de Shaw y empezó a dirigirse a la puerta. Aunque rápidamente se
dio cuenta que tenía que orinar como un caballo de carreras. Tomando un
desvió, ella fue al baño contiguo de Shaw, deteniéndose por un momento
en la entrada. Buen Dios, el hombre tenía un inmenso baño.

Enorme baño, enorme apartamento, enorme polla.

Ella usó el baño, se lavó las manos y cara, se cepilló los dientes
usando su dedo.

“Lo estas postergando, chica,” se dijo a sí misma en el espejo. “Sólo


toma tu ropa y vete.”

Ronnie se deslizó de regreso en el cuarto, tomó su ropa y botas, y se


dirigió a la puerta. Se detuvo enfrente de ésta, y se quedó mirándola.

Todo lo que tenía que hacer era poner la mano sobre la perilla y abrir
la puerta. Miró hacia atrás a Shaw. Seguía dormido, no sabría que se
habría ido hasta horas después. Volvió a mirar a la puerta.

Abre la puerta, Ronnie Lee. Abre la puerta y vete. Pero el pensamiento


de regresar a su aburrida cama de hotel no le daba ninguna emoción.

150
Normalmente, ella podía salir del cuarto —y lejos del hombre con quien
acababa de tener sexo— bastante rápido.

Por primera vez en la historia, no sentía ese abrumador deseo de


escapar. La comprensión la inquietó, pero lo descartó. Era simplemente
por la navidad, se dijo a sí misma. La gente se siente sola en las fiestas.

Tirando su ropa sobre una silla, Ronnie caminó de regresó sobre la


cama. Una profunda respiración, y ella se deslizó de regreso bajo las
sábanas, descansando en su lado. Se sentía bien y correcto, pero también
lo descartó. Sólo estaba cansada, eso era todo.

Shaw se dio la vuelta y envolvió su brazo alrededor de su cintura, su


cara clavada en su cabello, su polla ajustada contra su trasero. Ella
descansó su mano sobre su brazo, y volvió a dormir

***

Brendon esperó hasta que supo que ella estaba dormida antes dejar
escapar el aliento que estaba reteniendo. Cierto, podría haberla detenido
antes de que llegara a la puerta principal, pero quería que regresara por
sí misma. Quería ver si el vínculo que ella sentía era tan fuerte como el
suyo.

151
Él no se sentía un presumido por saber que ella regresaría. Más bien
aliviado. Se había enamorado duro y rápido por esta hembra. Esta mujer.
No tenía intención de dejarla ir ahora, pero no era lo suficientemente
estúpido para creer que sería fácil mantenerla. A Ronnie no le gustaba
que nadie tuviera un dominio sobre ella. Ni un hombre ni su familia. Ni
siquiera su Manada. Si ella supiera que Shaw quería que se quedara en
su vida para siempre, habría corrido por la puerta como una de esas
caricaturas de Bugs Bunny, dejando un gran hoyo con forma de Ronnie
en la madera.

No, tenía que ser astuto. No engañaría a Ronnie. No quería que se


quedara porque pensara que él se estaba muriendo o algo. Quería que se
quedara porque lo amaba. Porque la loba en ella se diera cuenta que
había encontrado su compañero. Así que tenía que ser astuto para
mantenerla cerca hasta que se diera cuenta. Hasta que lo admitiera, no
sólo a él si no a sí misma.

Afortunadamente, los gatos eran conocidos por ser astutos y


extremadamente pacientes.

Ya planeando su siguiente movimiento, Brendon la jaló más cerca y


sonrío de puro placer cuando ella agarro su brazo fuerte —con miedo de
dejarlo ir.

***

152
Ronnie se paró enfrente del refrigerador de Shaw y continúo su debate
de los pros y contras sobre su contenido.

Ella absolutamente odiaba los huevos, así que estaban fuera. El


hombre tenía suficiente tocino para alimentar a la Legión Extranjera de
Francia, pero entonces tendría que cocinar. Se esforzaba mucho para
evitar usar esa cosa llamada estufa.

Podría comer algo de fruta fresca, pero… nah.

“Uh… ¿disculpa?”

Ronnie no se molestó en mirar a su espalda, al hermano de Shaw. Lo


escuchó en la puerta principal tan rápido como deslizó la llave en la
cerradura y lo olió tan rápido como salió del elevador. Y no se sentía
cohibida, porque la camisa de hockey de Los Filadelfia Flyers de Shaw le
llegaba debajo de sus rodillas, cubriendo su trasero desnudo.

“Él está en el baño,” respondió su pregunta no dicha.

“¿Quieres que me vaya?”

“No. Es que no quiero que vayas caminando por el apartamento


gritando su nombre como un cachorro extraviado, pensando que él te
está ignorando cuando sólo está en el baño,” ella le guiñó un ojo.
“Supuse que era mejor decírtelo de frente.”

153
A su sonrisa, él pareció relajarse. No tenía idea del por qué parecía
estar tan tenso. Ella había sido más que amable con el hombre, mientras
que él había rodado por el piso tratando de matar a su propio hermano.

“¿Desayuno o comida?”

“Sé que el reloj dice comida, pero me acabo de levantar después de mi


propio baño. Mi estomago quiere ser alimentado pero no veo nada de lo
que tenga la energía o ganas para preparar.”

“Um… ¿puedo hacer una sugerencia?”

Para un hombre, quien su propio hermano lo llamaba “basura”, parecía


ser muy educado.

Alejándose del refrigerador, pero manteniendo la puerta abierta con su


trasero, Ronnie le hizo un gesto hacia el frío depósito. “Ni más faltaba.”

Mitch se agachó enfrente de la puerta abierta del refrigerador y buscó


en el fondo. Realmente, la maldita cosa era enorme, sacando las
estanterías, podrías amoldar cómodamente una familia de cuatro ahí
dentro.

“Mi hermano usualmente tiene… ah… aquí está.” Miró a lo que sea que
estuviera sosteniendo en su mano. “La fecha de caducidad es buena
también. Toma.” Le entregó un cubo mediano de yogurt de vainilla bajo
en grasa.

154
Si ella no hubiera estado teniendo sexo salvaje con su hermano toda la
noche, podría haberlo besado. “¡Sí!” Agarró una cuchara, luego saltó
sobre el mostrador sin usar las manos. Un viejo truco de loba. Cruzó las
piernas por los tobillos y abrió el yogurt fresco. “¿Cómo sabías?”

Mitch se encogió de hombros y cerró la puerta del refrigerador. “Solía


salir con una loba cuando tenía dieciséis.” Él abrió la puerta del
refrigerador otra vez, agarró una botella de agua, y la volvió a cerrar.
“Fui a su casa para la cena de Acción de Gracias. Para el postre, ellos
tenían cinco clases de tortas, seis pasteles y un enorme tazón de yogurt
de vainilla bajo en grasa.” Se inclinó en el otro extremo de la barra,
forzándola a girarse un poco para verlo, pero manteniendo una distancia
saludable. “Para el final de la noche, unas cuantas rebanadas aquí y allá
del pastel, las tortas se habían ido, pero el tazón de yogurt…
completamente limpio. Cuando le pregunté, ella me dijo que los lobos
aman el yogurt.”

“¿Te burlaste?”

“No. Si lo hubiera hecho, no se habría acostado conmigo.”

“Eso es muy cierto.”

Ronnie se comió su yogurt, sus pies golpeando contra las puertas del
mostrador.

“¿Sabes?” Dijo finalmente mientras continuaba su camino a través del


envase de yogurt, “pareces muy educado para ser un delincuente.” Ella
se encogió de hombros cuando él la miró. “Usas esa chaqueta de

155
motociclista rebelde, parece que te rasuras sólo una o dos veces a la
semana, tienes un par de cicatrices interesantes en tu cuello, pero…”

“¿Pero qué?”

Se encogió de hombros. “Te bañaste esta mañana. Usaste


acondicionador. Las uñas que tienes están limpias. Y yo no conozco
muchos delincuentes que escarben en el refrigerador para darle al
revolcón del momento de su odiado hermano un yogurt sin tratar de
meterle algo en su coño y todavía te mantienes alejado. Por respeto.”

Él cogió la envoltura de su ridículamente costosa botella de agua y la


miró fijamente.

Luego, dijo, “Yo no odio a mi hermano.”

“Lo sé. Aunque no estoy segura que Shaw lo sepa.”

“Y eso te molesta— ¿Por qué?”

“No lo hace. Sólo transmito la información.”

Mitch sonrió y se pareció mucho más a su hermano cuando lo hizo.


“Creo que te gusta.”

“No, en absoluto. Siempre tengo sexo con hombres que no puedo


soportar.”

“No me refiero a esa clase de gustar. Quiero decir, te gusta.”

156
Alcanzando el fondo del cubo de yogurt, ella bromeó, “Tienes razón,
Mitchy. ¿Le podrías pasar una nota en la sala de clases por mí?”

Él resopló. Después se congeló, sus ojos dorados pegados a la puerta


oscilante de la cocina. Los ojos de Ronnie se entrecerraron, una esencia
femenina la golpeó fuertemente.

La puerta voló, abriéndose y una alta, hermosa, notoria felina y muy


femenina mujer entró pavoneándose.

Ella miró directamente a Mitch. “¿Viniste para pedir prestado a


Brendon otra vez?”

“No necesito pedir prestado. Puedo robar su cartera.”

“Y estoy segura lo harías.” Su nariz se arrugó. “¿Por qué huele a perro


mojado?” Los ojos dorados se giraron a Ronnie. “Oh. Debes de ser tú.”

Mitch se enderezó, pero Ronnie levantó su mano para detenerlo. “Está


bien, Mitch.” Ella se bajó de la encimera, volviéndose hacia la leona,
quien tenía que ser la hermana de Shaw. Se veía exactamente como él,
sólo que más femenina. Pantalones elegantes y lisos de diseñador, un
suéter y botas costosas, pero seguía sin poder ocultar los ojos fríos de
depredador. O las asperezas de la crianza menos que buena que Shaw
había mencionado, sobre noches desveladas con tazones de cereal.

“Eventualmente tendrás que aceptarnos,” dijo simplemente Ronnie,


con sus ojos afligidos.

157
“¿Tendré?”

Ronnie alisó la mano sobre su estomago. “Por supuesto. Una vez que
tenga a nuestro bebé.”

La mujer pegó un salto de quince pies, que la dejó a pocos centímetros


de Ronnie como ella le incitó a hacer. Tan pronto como aterrizó, Ronnie
estrelló sus manos sobre el pecho de la mujer, forzando que su espalda
fuera directamente a los brazos de Shaw mientras caminaba dentro de su
cocina.

***

Él había tenido un buen día también. Había dormido, tenía una linda y
dolorida polla después de mucho sexo, una pequeña y sexi loba toda para
él. Pero siempre podría dejar que sus propios parientes trataran de
arruinarlo todo.

Miró abajo, a su gemela. “¿Por qué estás aquí?”

Gruñendo ella se zafó de sus brazos. “Para estar pendiente de ti y


asegurarme que este idiota,” ella apuntó a Mitch, “no robara toda tu
vajilla de porcelana. Pero no tenía idea que estabas entreteniendo
caninos. ¡O dejándolas embarazadas!”

158
“¿Embarazada?” Brendon sabía que él era potente, pero ir a través del
látex… Guau.

¿Por qué debería preocuparse? La idea de Ronnie cargando a su bebé,


no lo asustaba del todo. Apostaba a que se vería realmente hermosa
embarazada.

El pensamiento golpeó a Brendon como un ladrillo en la cabeza a


donde su mente había viajado felizmente.

Enfócate. Tu corazón se detuvo en tu pecho, pero sigues respirando.

Para evitar preguntarle a Ronnie si quería ir de compras a la tienda de


maternidad, él la miró y suavemente pregunto, “¿Embarazada?”

Ronnie se encogió de hombros. “Nah. Yo sólo la estaba jodiendo. Tan


rápido como trato de matarme debería de haber olido que yo no estaba
embarazada.”

¡Vaya! A él realmente le gustaba esta hembra. Siempre le había


gustado una mujer con un sano sentido del humor. Pero una que se
rehusara a ser intimidada por su hermana lo ponía todo caliente y ansioso
por regresarla a la cama.

Tratando de no reírse por la cara de rabia cegadora de su hermana,


dijo, “Ronnie, esta es mi hermana gemela, Marissa. Rissa, esta es Ronnie.
Ella y su Manada me salvaron la otra noche.” Tiró de la espalda de
Marissa. “Así que pórtate bien,” gruñó en su oído.

159
Ella no se disculpó y Brendon no lo esperaba, pero se contuvo de
hablar y miró a otro lado.

“Ronnie, ¿podrías darnos un minuto?”

“Sí. Por supuesto.” Agradecido porque ella no parecía enojada por


pedirle que se fuera.

Ella empujó la puerta y Rissa se giró hacia él. “¿Podrías al menos


joderte a una de las pequeñas? Ella se parece a un defensa del equipo de
fútbol americano.”

Como era de esperarse, la puerta oscilante, se golpeó al abrirse de


nuevo, abollando la pared de Brendon mientras Ronnie corría gritando,
“¡Tú, vaca trepa-árboles!”

“¡Tú, zorra persigue-coches!”

Mitch dio la vuelta al mostrador y agarró a Marissa, mientras Brendon


ponía sus brazos alrededor de Ronnie y tiraba de ella.
Desafortunadamente, las dos mujeres estaban tan furiosas, que ni
siquiera el rugido de Brendon consiguió callarlas.

Pero Mitch estaba tranquilo “Cómo bien saben, los leones realmente no
trepan árboles,” los gritos finalizaron abruptamente, y los tres lo miraron.

Él se encogió de hombros. “Quiero decir… nosotros podemos trepar


árboles. Especialmente uno con ramas bajas. Pero luego no podemos
bajar otra vez. Los Leopardos, sin embargo, son muy ágiles. Así que ellos

160
toman su presa en los árboles. Para que otros depredadores, como
nosotros o las hienas, no puedan robar su comida.”

Después de un largo momento de silencio, Ronnie sacudió su cabeza y


se zafó de los brazos de Brendon. Sin una palabra, caminó fuera de la
cocina. Él esperó hasta que escuchó la puerta de su cuarto cerrarse, y
miró a Marissa.

“Yo creo que mejor te vas acostumbrando.”

“¿A qué?”

“A ella.” Se acercó a su hermana. “Porque si me salgo con la mía, ella


estará por aquí durante mucho tiempo. Un montón.”

“¿También realizarás una donación a la Sociedad Protectora de


animales? No sabía que te habías vuelto tan altruista.”

Sabiendo que él estaba muy cerca de golpear a su propia hermana en


la boca, Brendon la levantó y la dejó en frente de Mitch.

“¿Qué demonios se supone que haré con ella?”

“Llévatela a tu cuarto. Los dos pueden comer y discutir otras


fascinantes trivias de gatos.”

Marissa se alejó de Mitch. “Brendon—”

161
“¡Fuera!” Tomó una respiración profunda. “Fuera de mi vista. Hasta
que esté listo para verte otra vez. Por supuesto, esto podría ser hasta
después del Año Nuevo.”

“¡Bien! Haz lo que quieras, pero cuando te pegue las pulgas no vengas
a mí a quejarte.”

Mitch empujó a Marissa fuera de la puerta. Se detuvo y miró a


Brendon. Por un segundo, Brendon pensó que tenía algo realmente
profundo que decir. Pero el chico sólo sacudió su cabeza y dijo, “Te veré
luego, hermano.”

Su familia se fue y caminó de regreso a su cuarto para encontrar a


Ronnie vestida en su propia ropa.

“Ronnie—”

“Olvídalo.” Ella se dio la vuelta y lo miró. “Me voy y no te quiero volver


a ver otra vez.”

Él se tragó el nudo de pánico en la garganta. “Si tú me dieras una—”

Ella lo interrumpió. “Shaw…”

“¿Si?”

“Sólo estoy bromeando.” Estalló en risas. “¡Deberías verte la cara!”

Él entrecerró los ojos. “¿Crees que eso es gracioso?”

“Creo que es muy gracioso.”

162
“Eres cruel.”

“No tan cruel como esa hermana tuya. He conocido serpientes más
lindas, pero comparadas con mi mamá, ella es un peso ligero. No me
asusto tan fácil.”

“Eso es bueno. Ahora ven aquí.”

“¿Tú quieres que camine todo ese tramo? Eso es un largo paseo.”

“No me hagas ir por ti, Ronnie Lee.”

“Oooh. ¿Y qué si te hago venir por mí? ¿Qué vas a hacer, Yankee?” Él
miró cómo sus pezones se endurecieron debajo de su camisa usada.
“¿Qué le vas a hacer a esta pobre pequeña?”

Lentamente, Brendon se movió alrededor de la cama. “Te di una orden


y no la seguiste.” Hizo un sonido de tsk-tsk. “Eso requiere de un castigo,
Ronnie Lee.”

“¿Castigo?” La vio pelear contra una sonrisa mientras tomaba unos


pasos alejándose de él. “¿Tú me castigarías?”

“Sí. Lo haría. Y te aseguro que disfrutarás cada minuto de ello.”

“Esa no es una buena idea, grandulón.”

“¿Oh?”

“Yo soy una peleadora. No voy a caer fácilmente. No estoy destinada a


hacerlo.”

163
“Bien. No necesito ninguna hembra débil en mi cama. Ahora ven aquí
y toma tu castigo como una buena cachorrita.”

“Lo siento, gatito. No puedo hacerlo.”

Ahora, a sólo unos pies de ella, Brendon se encogió de hombros. “Eso


está muy mal, sexy.”

Hizo un movimiento para agarrarla, pero ella expertamente lo esquivó,


evitando sus brazos y audazmente abofeteando su trasero al pasar.

“¡Tú, pequeña mocosa!”

Ella se rió y dio un salto sobre su cama, corriendo a través de ésta. No


se molestó en correr tras Ronnie, en su lugar, saltó a la derecha del lugar
donde estaba parado. Ella alcanzó la puerta cuando él la tacleó desde
atrás, golpeándola al piso.

Brendon usó sus brazos para protegerla mientras se aseguraba de caer


sobre su lado.

Ella forcejeó incluso mientras se reía histéricamente.

“¡Shaw, loco bastardo! ¡Déjame ir!”

Saltando sobre sus pies, Brendon la agarró de su tobillo y la arrastró


de regreso a la cama. “Oh, no te voy a dejar ir, sexy. No por un rato, de
todos modos.” Nunca.

164
Él la agarró por su cintura y la levantó, lanzándola sobre la cama. Ella
trató de correr a toda velocidad, pero Shaw golpeó su espalda con una
mano, con el poder para mantenerla en su lugar. Aunque tenía que ser
cuidadoso. Un golpe demasiado duro de su mano o pata y podría romper
su espalda como una ramita.

Ronnie golpeaba, maldecía y se reía, tratando de alejarse de Brendon.


Él se sentó en la orilla de la cama y la arrastró sobre sus rodillas.

“Tengo que decir, Ronnie Lee, que amo este trasero.” Pasó la mano
entre ambos y expertamente obtuvo sus shorts sueltos.

“Ni siquiera lo pienses, Shaw,” chilló cuando jaló la tela fuera de su


trasero.

“Demasiado tarde.” Bajó su mano sobre una de sus nalgas

“¡Ow! ¡Bastardo!”

“Esto era lo que significaba, Ronnie Lee.” Él azotó su otra nalga.

“¡Alto, Alto!” Ella alcanzó su pantalón y trató de cubrir su trasero.

“Ya, ya, Ronnie. Sabes cuán importante es tener tu castigo.”

“No,” ella suplicó, incluso mientras reía. “Haré cualquier cosa.”

“Tú dices eso, pero creo que no hablas en serio.” Levantó su mano y
ella se meneó desesperadamente.

“Lo prometo. ¡Cualquier cosa!”

165
Brendon pretendió pensarlo por un segundo. “¿Cualquier cosa?”

“Sí.”

“Está bien. Hoy quédate conmigo. Saldremos, nos divertiremos, y


después volveremos aquí en la noche.”

Ronnie parpadeó en sorpresa. “¿Pasar el día juntos? No lo sé…” Él


levanto su mano otra vez.

“¡Está bien! ¡Está bien! Pasaré el día contigo.”

“Y esta noche.”

“Tú dijiste el día.”

Él trajo su mano sobre su trasero y ella aulló. Literalmente. “¡Está


bien! Esta noche también.”

“¿Lo prometes?”

“Sí. Lo prometo.”

“Bien.”

Brendon no dijo nada por un minuto y finalmente ella lo miró sobre su


hombro. “¿Qué?”

“¿Te mojaste, sexy?”

Sonriendo, miró a otro lado. “Tal vez.”

166
La empujó, su espalda sobre la cama y le sacó completamente sus
pantalones cortos.

“¿Qué estás haciendo?”

“No te puedo dejar así. Toda mojada y caliente a causa de este


pequeño.”

Ella rodó los ojos. “¡Oh, por favor!”

Brendon empujó hacia abajo sus pantalones cortos de basquetbol y


puso sus piernas sobre sus hombros. Agarró el último condón de la caja
sobre la mesita de noche, haciendo una nota mental para comprar más
mientras estuvieran afuera. “No hay necesidad de rogar, sexy. Yo me
ocuparé de esto.”

“¿Ellos son todos como tú?”

“¿Todos los qué? ¿Gatos?”

“Sí.”

“Lo quieren ser, pero no son los reyes de la jungla. Sólo yo lo soy.”
Ella lo miró hacia arriba con una ceja levantada. Se encogió de hombros y
añadió, “Duh,” antes de enterrarse hasta las bolas muy profundo dentro
de ella y “encargarse de esto.”

***

167
Ronnie sacó un par de pantalones negros, un suéter negro que
mostraba un poco de escote y su par de sus botas vaqueras negras
favoritas. A Shaw parecía gustarle cómo se veía en botas vaqueras.
Ahora, si ella pudiera conseguirle a él un par de botas vaqueras, todo
estaría correcto en su mundo.

Sonriendo, Ronnie hizo una pequeña pila de ropa y después se paró en


frente de su cama tratando de descubrir qué más podría estar olvidando.
Sabía que probablemente olvidaba algo. Especialmente con su mente
vagando a la última noche con Shaw. Podría decir con toda honestidad
que ella nunca había tenido tan buen momento en la cama, y había
tenido buenos momentos en la cama. Aunque de alguna manera, estar
con Shaw se sentía correcto.

Como sea. Hasta el año pasado, Ronnie nunca había estado


preocupada ni angustiada en cómo podrían salir las cosas en unos meses
o años. Y no empezaría ahora con Shaw. Mantendría esta relación tan
simple como había mantenido las otras. Ellos disfrutarían el ahora y lo
terminarían cuando se volviera aburrido. Lo que actualmente tenían, era
una vida útil de tres días. Pensaba que para la víspera de Año Nuevo,
ambos estarían buscando algo más parecido a lo eran. Shaw podría
recurrir a alguien de su Manda de Leones y Ronnie estaría en la búsqueda
del lobo de sus sueños.

168
Hasta entonces, hasta que ambos estuvieran tan aburridos que no
pudieran soportar la vista el uno del otro, ella y Shaw simplemente
disfrutarían de los momentos —y del sexo increíble.

Satisfecha con su plan, Ronnie no se molestó en voltearse cuando la


puerta de su cuarto se abrió. Sabía que Sissy y Marty entraron detrás de
ella.

“Hey a ustedes.”

Cuando no respondieron, ella miró a Sissy, sorprendida por la furia


que vio ahí.

“¿Qué? ¿Qué está mal?”

“¿Tú crees que no lo sabemos?”

“¿Que la Manada completa no lo sabría?” Marty añadió con más


veneno que Ronnie nunca había oído en una mujer.

“Si todas ustedes están hablando acerca de Shaw—”

“¿Lo estás haciendo con más de un león?”

“¿Sabes qué, Smith? Éste no es asunto tuyo,” no sabía por qué Sissy
estaba tan enojada. En el bar, la otra noche, prácticamente puso la cara
de Ronnie dentro de las rodillas de Shaw.

“Todo lo que pasa en esta Manada es ahora mi responsabilidad.”

169
“Tú ni siquiera sabes si pasó algo,” Ronnie le recordó a su amiga. “Tú
no estabas aquí.”

“Nosotras tenemos pruebas.”

¿Huh? “¿Pruebas de qué?”

“De las asquerosas cosas que ustedes dos estaban haciendo,” espetó
Sissy.

Ronnie se frotó los ojos “¿De qué demonios están hablando ustedes
dos—?”

Ella se detuvo cuando Sissy Mae arrojó la primera fotografía de ocho


por diez sobre la cama. Mirando ciegamente, le tomó a Ronnie varios
segundos para entender qué estaba realmente viendo.

“Eres una puta, Ronnie Lee,” dijo Sissy mientras tiraba más fotos.

Dios… demasiadas posiciones sexuales. Demasiadas asquerosas e


inapropiadas cosas que dos seres se hacían a cada uno. “Y ahora todo el
mundo en la Manada lo sabe.”

“Tú.” Ronnie dijo a través del rechinido de dientes. “¿Le mostraste


esto a todos en la Manada?”

“Tenía que,” Marty intervino. “Tenía que probar que eres una puta.”

Ronnie tomó la fotografía de un hombre y una mujer teniendo sexo


oral. “¿Ustedes dos gastaron tiempo en esto?”

170
“Seguro.” Marty se encogió de hombros “Una rápida parada en FAO
Schwartz10 para recoger a Ronnie” —Marty levantó el lobo de peluche que
escondía detrás de su espalda—“y a Shaw.” Su otra mano sostenía el león
de peluche.

“Después usamos la cámara digital de Bobby Ray, así pudimos


capturar la verdadera esencia de lo que ustedes dos han estado haciendo
desde ayer.”

Ronnie seguía mirando las fotografías. Ella no pudo evitarlo. “¿Dónde


encontraste la pequeña tanga de látex? ¿Y el látigo?”

“Ingenio lobuno, querida.”

Idiotas. Su Manada estaba llena de absolutos idiotas.

Marty tomó otra fotografía. “Yo había oído que tenías algunas
habilidades orales, querida. Debo decir que estoy impresionada.”

Sissy sostuvo una foto diferente, la representación en peluche de


Ronnie en una posición con el peluche de Shaw que, por ninguna cantidad
de dinero en el mundo, Ronnie intentaría. “Y ella no tiene miedo de
experimentar. ¿No es así mi amiguita pervertida?”

Ronnie agarró varias otras fotos: Peluche-Ronnie recibiéndolo por


atrás. Peluche-Ronnie sentándose sobre la cara del peluche-Shaw. El
peluche-Ronnie vistiendo un sostén de cuero y una pequeña máscara de

10
FAO Schwartz: Es la Tienda de juguetes más antigua en USA, fundada por el
inmigrante alemán Frederick August Otto Schwarz, en 1862. (N. de la T.)

171
cuero. Ellos ataron sus patas a la cama improvisada de cartón de cuatro
postes y el peluche de león Shaw estaba —oh buen Dios del cielo.

“¿Ustedes le mostraron esto a la Manada?”

“Oh, claro. En el desayuno en ese lujoso restaurante que tienen en el


piso de abajo. Una pareja de tigres estaban ahí también, se acercaron y
vieron, porque ellos nos escucharon riendo. Después se rieron.”

“Y los chacales. No olvides los chacales.”

“Oh. Esos chacales eran muy entretenidos.”

Olvidando completamente el título de Smith como hembra Alfa de la


Manada, Ronnie lentamente rodeó a su mejor amiga de la niñez. “¿Sissy
Mae?”

“¿Sí, querida?”

“Corre.”

172
Capítulo Diez
Traducido por Jules
Corregido por Marta

Ella olía bien. Había usado su champú y jabón, y le gustaba cómo esos
olores se aferraron a su cuerpo.

También se había deslizado en un par de desgastados jeans negros, un


suéter con cuello en V negro y botas vaqueras negras que sonaban sexys
como el infierno haciendo “clock” en contra de sus pisos de madera.
Incluso su chaqueta de cuero de motociclista la hacía parecer uno de esos
lobos motoqueros que vagaban por la Costa Oeste y Texas.

“¿Qué pasa?” Le preguntó ella en cuanto vio su rostro.

“Nada. ¿Estás lista para ir?”

Empezó a levantarse, pero lo empujó hacia el sofá y se metió en su


regazo, con las rodillas a ambos lados de los muslos.

“Vamos, cariño. Algo no está bien. ¿Qué es?”

Ronnie puso sus brazos alrededor de su cuello y lo miró, esperando a


que él respondiera. Se le ocurrió que en realidad le importaba.

Brendon había mantenido la mayoría de las cosas para sí mismo o


entre él y su hermana. Había pocos en quienes confiaba su información

173
personal, pero esos pacientes ojos color avellana lo miraban fijamente y
lo hacían sentir muy seguro.

“Mi hermano se fue de nuevo.”

Ella hizo una mueca y él sabía que tenía razón. Ella se preocupaba. “Lo
siento, cariño.” Sus dedos se enredaron en su cabello. “Sé que estás
preocupado por él. Y creo que tienes razón. Definitivamente está
escondiendo algo. Pero no puedes protegerlo si no quiere que lo hagas.
Sea lo que sea, creo que es algo que tiene que hacer por sí mismo.”

“Lo sé. Pero siento que deberá ayudarle. No supe nada de él hasta que
tuve quince años y no estuve allí para protegerlo como debería.”

“No es tu culpa.”

“Lo sé. Pero sin embargo, no me hace sentir mejor.” Suspiró. “Eso no
me hace sentir menos responsable de él siendo tan...”

“¿Gilipollas?"

Asintió con la cabeza. “Sí.”

Ella le rozó la mejilla con la palma de su mano. “Odio tener que


decírtelo, pero no se ve exactamente indefenso. Además de que no
parece que quiera la ayuda de nadie. Y, como mi papá suele decir: ser un
‘gilipollas’ es relativo.”

Shaw soltó una breve carcajada. “Tu padre tiene un montón de frases
interesantes.”

174
“No tienes ni idea. También diría que no hay absolutamente nada que
podamos hacer acerca de esto. Tu hermano ha crecido. Él tiene que
tomar sus propias decisiones. Lo único que puedes hacer es esperar a
que empiece a hacer las cosas bien y que no se prenda fuego en el
proceso.”

Brendon frunció el ceño en confusión. “¿Eh?”

“Olvídalo. Es una larga historia. Ahora” —ella sonrió y sintió que su


estado de ánimo se aligeraba al instante— “me prometiste que íbamos a
salir de aquí.”

“Eso hice.”

“Entonces no me hagas esperar, grandulón.”

“En un segundo.” Él inclinó la cabeza y frotó las mejillas contra su


cara, cuello, pecho, y finalmente sus manos mientras ella se reía y
trataba de empujarlo.

“¿Qué demonios?”

“Bien, ahora nos podemos ir.” Levantándose, Brendon la puso de pie.

Se dirigió hacia la puerta mientras ella olió sus manos.

“Hey... ¡Hey! ¿Me marcaste?”

Agarrando la parte posterior de su chaqueta, la llevó hacia la puerta.


“Deja de chillar, sexy. Es totalmente temporal.”

175
***

“¡Paaaaaaaaappppppppppppiiiiiiiiiiiiiiiiii!”

Ronnie rodó sus ojos. La chica pegó un grito en señal de ataque que la
hizo sentir como querer ladrar en respuesta.

La niña se alejó de su madre y fue de frente contra los brazos abiertos


de Shaw. Él la cogió en brazos, levantándola en el aire. Ella gritó de
alegría otra vez, sus pequeñas piernas pataleando.

Ronnie dio un paso atrás, porque no quería entrometerse y se


rehusaba a preguntar por qué Brendon Shaw le llevó a conocer a sus
malditos hijos. No significa nada, Ronnie Lee. Imaginaba que acababa de
hacerse cargo de esto mientras él estaba fuera.

Sí. Este razonamiento sonaba estúpido, ¿no?

Al no querer obsesionarse con él, Ronnie hizo lo único que pudo


pensar. Observó la tranquila calle de la ciudad por cualquier peligro. Ella
haría lo mismo si se tratara de un cachorro de la Manada.

“¿Qué hace mi pequeña levantada?”

“¡Ir a casa de la abuela para la Caza de Año Nuevo!” Se animó.

176
Al parecer, la hija de Shaw tenía un alto nivel de decibeles, y la cabeza
de Ronnie ya había empezado a palpitar.

Una joven pareja caminaba por la acera de enfrente, y Ronnie los


miraba con una intensidad que rayaba en lo psicótico. No pudo evitarlo.
No los conocía, no estaba segura de que le gustaban, y los niños de Shaw
estaban justo detrás de ella. La pareja no debió haberle gustado lo que
vio en su cara, ya que aceleró y desapareció en una esquina. Fue
entonces cuando Ronnie se dio cuenta de que Shaw la llamaba.

“¿Qué?” Se dio la vuelta y se encontró a Shaw sosteniendo a su hija


contra su pecho con un brazo, mientras extendía la otra mano hacia ella.
Movió los dedos y ella le tomó la mano.

“Cariño, esta es la amiga de papá, Ronnie. Ronnie, esta es mi hija,


Serena.”

“Hola, soy Serena.”

La niña se acurrucó en el torso de su padre, mientras penetrantes ojos


dorados de gran tamaño la miraban. Bebés depredadores. Tienes que
amarlos.

“Hueles diferente,” dijo finalmente.

Ronnie asintió. “Así es.”

“Y hueles como papá, también.”

Observado a Shaw, Ronnie dijo, “Es cierto.”

177
“¿Así que eres de la Manada de Leones?”

“Uh...”

“No seas grosera, Serena,” una leona la reprendió al ver al


mayordomo o chofer o quien sea que cargara una de las limusinas que
esperaban. “Estaremos de vuelta una semana después de Año Nuevo,
Brendon.”

“Eso está bien, Allie.” Él y su hija se frotaron la nariz. “Cuando vuelvas


te quedarás conmigo por un tiempo, cariño.”

La niña aplaudió y besó el rostro de su padre.

Otra leona salió, con un pequeño niño en sus brazos. “Hey, Brendon.”

“Hey, Serita.”

“Me alegro de que hayas podido venir antes de irnos.” Ella vio que el
conductor de la limusina trataba de poner una bolsa en el maletero. “¡No,
no! No es así. Oh, ¡yo lo haré!”

Se volvió hacia Shaw y viendo que tenía las manos llenas, se giró
hacia su hermana, que levantó una ceja. “Manos llenas.”

Debía de ser por el pequeño bolso de Louis Vuitton que tenía en su


brazo. “Aquí.” Miró a Ronnie. “¿No te importa, verdad?”

“Uh...” Antes de que Ronnie pudiera responder de cualquier manera, el


niño se acercó a ella, y la leona prácticamente se lo lanzó a los brazos.

178
Shaw sonrió. “¿Estás bien?”

“Sí. Claro.” Había sostenido niños antes. Muchos de ellos. Tenía más
de treinta y cinco primos según el último recuento. Sin embargo, esto no
era un cachorro de lobo. Este era un león. Futura cría de macho. Se
sentía un poco abrumada. ¿Y si él se cae o algo?

“Asumo que Missy no está aquí, Allie.” Shaw frotó su mejilla contra la
de su hija mientras extendía la mano y acariciaba cariñosamente la
cabeza de su hijo.

“Nop. Ella se fue temprano esta mañana con los otros niños. Gracias a
Dios. Si tuviera que oír su queja una vez más acerca de Mace y esa
mujer, le hubiera arrancado los brazos.”

“Puta de clase baja.”

Sorprendidos, todos miraron a la niña en brazos de Shaw.

Allie se estremeció cuando Shaw miró. “Lo siento, Brendon.” Ella tiró el
pelo de su hija. “Te he hablado de esas malas palabras, Serena. Y tú no
debes de decirlas.” Allie miró a Shaw. “Voy a hablar con Missy cuando la
vea.”

“Más vale que así sea. No me gustaría tener que ejecutar los términos
de nuestro contrato porque tu hermana no puede vigilar su boca.”

179
“Dije que me ocuparé de ella. ¡Hey!” Allie gruñó cuando su hermana
lanzó una de las maletas en el portaequipaje. “Esa es una de mis
maletas.”

Ronnie abrazó al niño en sus brazos. Sólo tenía dos años más o
menos, si estaba adivinando correctamente, con una increíble y fuera-de-
control melena de bebé. Todavía no era una melena completa, pero un
día podría rivalizar con la de su padre. “¿Contrato?”

“¿Realmente crees que haría todo esto sin un contrato que me


protegiera?” Murmuró, besando la parte superior de la cabeza de su hija y
acariciando con la mano su espalda.

Dios, un contrato de crianza. Sólo a los leones se les ocurriría eso. Los
lobos eran mucho más... “del momento”, una botella de tequila y un lugar
tranquilo en el patio trasero de alguien en una fiesta, y toda una Manada
entera era creada con apareamientos que duraban cincuenta o sesenta
años.

Curiosa, le preguntó, “¿Cuánto te pagan... exactamente?”

“¿Cuánto me pagan?”

“Tu sabes... para... uh...” Ella bajó la voz a apenas un susurro,


“¿reproducirte?”

Shaw parpadeó, y luego explotó. “¿Qué?”

180
Ronnie dio un rápido paso atrás, mientras que su hija se rió. “Lo
hiciste enojar.”

“Sólo pensé…”

“Bueno, te equivocas.” Parecía herido de que ella incluso lo pensara.


“El contrato no es con respecto a los cachorros. Todo es muy claro.
Custodia. Visitación. Y las reglas básicas. Eso es todo. Todo lo demás es
por... bueno...”

Miró a la cabeza de su hija.

Ronnie sonrió. “¿Mutuo acuerdo?”

“Así es.” Se encogió de hombros. “No me crié en una Manada de


Leones. Quería ver cómo era.”

“¿Y?”

Él asintió con la cabeza. “Amo a mis hijos.”

Riendo, Ronnie abrazó y se meció al niño en sus brazos.

La expresión de Shaw se suavizó al ver a su hijo enterrar su cara en el


cuello de Ronnie. “Él te quiere.”

“De tal palo, tal astilla aparentemente. Ha estado mordisqueando mi


cuello los últimos cinco minutos.”

“Agradece que no tiene sus colmillos todavía.”

181
“Está bien. Hora de irse.” Allie intentó sacar a su hija lejos de Shaw,
pero la niña lo abrazaba como si su vida dependiera de ello, se negaba a
dejar ir a su padre. Shaw la llevó a la limusina y él mismo la aseguró en
el asiento del coche con sorprendente eficiencia.

Su pequeño individuo, Erik, finalmente descubrió Ronnie, no opuso


resistencia cuando su padre lo sacó de sus brazos, pero el pequeño la
miró profundamente a los ojos durante unos segundos, y luego la besó en
la mejilla antes de dejar que alguien lo pusiera en su propio asiento para
niños.

Cuando la limusina se alejó, Ronnie se volvió a Shaw. “Dios mío, ese


chico es igual a ti.”

***

“Háblame de tu madre.”

Él no esperaba hacerle esa pregunta que la lanzó tropezando con sus


propios pies y salió volando hacia la sección erótica de la tienda de libros
a la que la había seguido. Por suerte, tenía manos rápidas y la atrapó
antes de que su cabeza pudiera hacer contacto con el Kama Sutra.

182
“¡Guau! ¿Estás bien?” Las pocas veces que había mencionado a la
mujer, no había sido muy positiva. Brendon simplemente esperaba
averiguar por qué.

Ronnie se agarró de sus brazos y dejó que la pusiera de vuelta en sus


pies. “Estoy bien. Estoy bien.”

“No tienes que responder si no quieres.”

Sacudió la cabeza, “No. No. No me importa.”

“Ustedes dos discuten mucho, supongo.”

“No muy a menudo. Sólo cada vez que el sol sale o se pone en algún
lugar de la Tierra.”

Brendon se rió y no la soltó de inmediato. Le gustaba tenerla entre sus


brazos. “Muy bien, así que ustedes dos tienen sus, eh, asuntos.”

Ronnie trató de salirse de sus brazos, pero cuando él no la soltó, ella


se encogió de hombros y se recostó. “Sí. Nosotras no nos llevamos bien.
Nunca lo hemos hecho. Mi papá dijo que comenzamos a discutir cuando
yo todavía estaba en su vientre.” Se inclinó hacia delante y tomó uno de
los libros de la estantería. “Dijo que una vez entró en la habitación y la
encontró gritándole a su estómago, diciéndome que dejara de patear
tanto.”

Manteniendo una mano alrededor de su cintura, Brendon tomó el libro


de sus manos. “Vamos a ver lo que tenemos aquí.” Rápidamente leyó la

183
propaganda en la parte posterior. “Nop. Olvídalo. No hay azotes. Te
aburrirás.”

Ella le dio un codazo en el estómago. “No voy a aburrirme.” Cogió el


libro. “Yo no necesito leer sobre nalgadas, ¿sabes?”

“Es cierto. ¿Por qué leer sobre eso cuando puedo darte una palmada
en el culo por mí mismo?”

Ella golpeó con el pie su empeine. Y, si fuera menos hombre, le habría


dolido como el infierno. Trató de recuperar el libro, pero ella se aferró a
él, los dos rieron mientras luchaban por la novela. Les tomó unos
segundos darse cuenta de que estaban siendo observados. Poco a poco,
vieron por encima del hombro al macho humano que se los comía con los
ojos. Se miraron fijamente durante unos instantes, luego Ronnie gruñó y
chasqueó. El hombre no podía correr lo suficientemente rápido.

Sonriendo, Ronnie miró a Brendon. “Me encanta hacer eso.”

***

Mencionó las universidades con las que tenía entrevistas y Shaw la


llevó a la más cercana. Se apearon y caminaron por el campus desierto
por unos buenos treinta minutos antes de que Ronnie tuviera que

184
sentarse en el banco de un jardín japonés, así podía poner la cabeza
entre las piernas.

“No puedo hacer esto. No puedo volver a esto.”

“¿Por qué no?” Se sentó junto a ella, con la mano alisando su espalda.
“Ronnie, no habrá ningún problema.”

“Voy a estar atrapada. Igual que un animal. En esas pequeñas aulas. Y


ellos esperan que yo vuelva en un momento determinado en ciertos días,
durante cuatro años.” En ese momento, cuatro años sonaba más o menos
lo mismo que cuarenta.

“Realmente no te sientes bien con la rutina diaria.”

“¿Por qué debería estarlo? ¿Qué hay de bueno con la rutina? Es lo


mismo todos los días. ¿Hay algo más deprimente?”

“La rutina no siempre significa algo aburrido.”

“¡Ja!”

Shaw se rascó la cabeza y se inclinó para besar su sien. “¿Qué estás


pensando en estudiar de todos modos?”

Ella se encogió de hombros, y respondió, “Probablemente ingeniería.


Es lo que estudié en la universidad la primera vez.”

Cuando él no dijo nada, Ronnie lo miró. Él echó un vistazo alrededor


de todo el campus, con el ceño fruncido en su rostro.

185
Sintiéndose insultada, ella le dio un puñetazo en el hombro,
provocando que él hiciera una mueca de dolor. “Sé que este acento los
confunde a ustedes, Yankees superiores, pero ser del sur no te hace
estúpida.”

“Nunca dije…”

“Cállate.”

Shaw obedeció rápidamente, pero sabía que él estaba tratando de no


reírse. Al igual que ella.

Se aclaró la garganta y dijo, “¿Ese era el libro que tenías en el


hospital? ¿Con el que me golpeaste?”

“Te lo merecías. Y sí. Uno de mis viejos libros de texto de ingeniería.”


Se frotó las manos por la cara y se recargó en el respaldo del banco.
“Empecé a leerlo, y todo vino de nuevo a mí. Lo aburrido que era todo.
No es de extrañar que Sissy Mae no me tuviera que torcer el brazo para
huir de esto. Y sí que salí huyendo.”

Él se rió entre dientes. “Pero pensé que estabas lista para cambiar su
vida. Para cálmate…”

Ronnie se sentó bruscamente y golpeó su boca con la mano. “No


vamos a usar esas palabras en este momento.”

186
Intensos ojos dorados la observaron, y él sacó la mano de su boca. “¿Y
si encuentras a la persona correcta, Ronnie? ¿Quieres asentarte,
entonces?”

“¿Te refieres al lobo correcto?” Quería dejar las distinciones claras


porque no le gustaba mucho la expresión de ese rostro hermoso.

“¿Por qué limitarse?”

“Sobre todo porque no quiero niños de aspecto gracioso.”

Shaw puso los ojos en blanco. “No me digas que crees en esa mierda
sobre el apareamiento. Sólo porque dos compañero sean de razas
diferentes no quiere decir…”

Ella sacó su billetera y las imágenes se desplegaron antes de que


pudiera terminar. “Un verano, nos quedamos con los primos de Sissy Mae
en Carolina del Norte. La mamá es de la Manada Smith, el papá es un
leopardo negro. Esta es su hija cuando cambia.”

Ronnie le entregó a Shaw la fotografía de Sissy Mae y su prima hace


varios años atrás, descansando después de la caza familiar del Cuatro de
Julio.

Shaw se echó hacia atrás. “Cristo.”

“Sí. Exactamente. ¿Crees que esos dientes sobrepuestos son


atractivos?”

187
Se estremeció, pero trató de ocultarlo. “Está bien. Pero ese es un solo
caso.”

“¿En serio? ¿Has visto a un lobo con una melena abundante? ¿O un


gato con un hocico largo?”

Se estremeció de nuevo. “Está bien. Vale.” Señaló la fotografía. “Pero,


¿qué aspecto tiene de humana?”

Pasó un par de fotos más y le mostró una imagen de uno o dos años
atrás, de las tres amigas en la playa de Carolina del Norte en bikinis.

“Guau.” Shaw tomó la billetera de su mano. “Ella está caliente.” Él


miró a Ronnie y volvió a la imagen. “Carolina del Norte, ¿verdad?”
Empujó a Ronnie desde el banquillo. “¿Ahí es donde puedo encontrar a la
preciosura de los dientes montados?”

Por un segundo, corrió tan rápido que ella no estaba segura de poner
alcanzarlo.

***

Brendon miró alrededor del estudio de danza y frunció el ceño.


“Explícame por qué estamos aquí.”

188
Por alguna razón desconocida, lo había arrastrado a uno de esos
estudios de baile de salón y se había inscrito en una de las clases
avanzadas. Ella no le dijo el por qué, pero se mantuvo riendo, lo que
había comenzado a ponerlo muy nervioso.

“¿Podrías relajarte? Estás tan tenso.”

“No estoy tenso. Es sólo que no me gusta estar confundido. Es una


cosa de gatos.”

Ronnie arrugó la nariz y lo miró. “¿Estás tratando de dar a entender


que a los lobos les gusta estar confundidos?”

“No estoy tratando de dar a entender nada. Ustedes son los que
persiguen sus colas sin razón aparente.”

Ella fue a golpearlo en el empeine de nuevo, pero él la esquivó esta


vez. Luego el ritmo palpitante de la música latina comenzó, y el profesor
se puso en el centro de la habitación.

“Muy bien, todos. Van a ponerse en pareja y empezar a trabajar.”

Ronnie Lee tomó su mano y lo arrastró hasta el medio de la pista de


baile.

“¿Has perdido el juicio? No sé cómo hacerlo.”

“Oh, sí lo harás.”

“No, no lo haré.”

189
Ronnie comenzó a moverse al ritmo, meneando ese delicioso culo
como sólo ella podía. “Vamos, querido,” lo convenció. “Hiciste un gran
trabajo de la otra noche.”

“La otra…” ¡Oh Dios! Miró a las parejas de baile. “Yo... yo pensé que
había soñado eso.”

Ella agarró sus manos y comenzó a llevarlo a través del mambo. “Nop.
No soñaste nada. No tenía idea de que te podías mover tan bien.” Ella dio
un paso atrás y giró su cabeza de un lado a otro como, ahora se daba
cuenta, lo hizo él esa noche, sólo que con su melena meciéndose en el
frío viento de diciembre.

“Oh Cristo, dispárame ahora.”

“Ya, ya. No hay necesidad de ser tímido con la vieja Ronnie Lee.” Se
dio la vuelta y frotó el culo contra su polla al ritmo de la música. “Un día
voy a tener que enseñarte el paso doble, pero esto servirá por el
momento.”

Tomando su mano, él le dio la vuelta y la tomó en sus brazos. “Nunca


le dirás a nadie sobre esto, Rhonda Lee.”

“Mis labios están sellados, querido… excepto cuando tenemos sexo.”

“Muy bien.” Empezó a moverse y luego se detuvo bruscamente,


mirándola en estado de pánico. “Esa noche... ¿Yo no hice nada, uh,
vergonzoso?”

190
Ella resopló mientras observaba y emulaba los movimientos de pie de
los otros bailarines. “Tengo dos palabras para ti, grandulón. Jugar. Lazo.”

Oh, por favor, que alguien me dispare ahora.

***

Ronnie dio un paso atrás, arrugó la cara, y se encogió de hombros.

“¿Qué significa eso?” Shaw miró lo que llevaba. “¿No se ve bien?”

“Se ve muy bien.” En realidad, el hombre lucía increíble. “Los


esmoquin son...” Ella se encogió de hombros. “Aburridos.”

Él levantó las manos. “¿Y qué sugieres?”

“¿Qué me preguntas a mí? No me importa lo que usas.”

“Te lo estoy preguntando porque estarás conmigo cuando me ponga


esto en la víspera de Año Nuevo.”

Ronnie dio otro paso atrás. “¿Qué? ¿Cuándo estuve de acuerdo en


eso?”

“No lo hiciste. Pero eres mi cita para el Año Nuevo.”

“¿Y cuándo decidiste eso exactamente?”

191
“Cuando te conocí.”

“¿Y asumiste que yo diría que sí?”

“Sí. A menos que tengas otra cita.”

“Si tuviera otra cita, yo no estaría aquí contigo ahora.” Molesta, ella se
acercó a él. “Yo salgo con un hombre a la vez. Tal vez no salga con
alguien durante mucho tiempo, pero no salgo con varios a la vez.”

Shaw metió la mano detrás de su cuello, la piel le hormigueó donde la


tocó, y la atrajo hacia sí.

“Bien,” murmuró. “No me gustaría tener que matar a un hombre por


estar en mi camino.”

“No te me pegues demasiado, grandulón. Esto es temporal.” Divertido,


pero temporal. ¿Cierto?

“¿Vas a algún lugar que no sé?”

Ella trató de responder, para decirle que pronto se iría, al igual que lo
había hecho tantas veces antes. Pero él masajeó la parte posterior de su
cuello y tuvo que agarrar su mano cuando su pierna empezó a temblar.

Estudiándola, Shaw observó sus piernas y ella se alejó antes de que


pudiera empezar de nuevo.

192
“¡Hombre, estoy hambrienta!” Se aclaró la garganta para que no
gritara la siguiente oración como lo había hecho con la anterior. “¿Qué
hay de cenar?”

“Conozco un lugar perfecto. Buenos postres italianos, es increíble.”

“Perfecto.”

“¿Qué pasa con el esmoquin?”

Se encogió de hombros, “Si es lo mejor que puedes hacer.”

“Es Armani.”

Señaló sus vaqueros. “Y estos son Old Navy. No importa cuando tengo
hambre. Movámonos, grandulón.”

***

Brendon dio otro mordisco a la masa de dulce de chocolate negro del


pastel con caramelo y chocolate negro belga, “envuelto” en la oscura
monstruosidad de salsa de chocolate que había pedido para el postre. El
platillo que llegó ocupaba la mitad de la mesa. Por suerte, sólo pidieron
uno y decidieron compartir.

Ronnie cogió otra cucharada. “Bueno, ¿alguna vez has estado


enamorado?”

193
Habían pasado todo el día juntos y Brendon nunca había disfrutado
tanto con una mujer. Ronnie mantuvo todo ligero y divertido, parecía
disfrutar de la vida en general, y adoraba a sus hijos. Ahora que comían
en uno de sus restaurantes favoritos para la cena, tomando asiento en el
exterior para que pudieran ver el mundo girar mientras que devoraban
dos cenas de ternera. Medio cruda.

Brendon masticaba las crujientes nueces que tenía la mitad de su


postre de chocolate. “Una vez,” dijo después de un momento de reflexión.
“Cuando yo tenía trece años. Su nombre era Denise Leweskie. Aprendí a
bailar la polka por ella.”

Él esperaba que Ronnie se riera de él, su hermana de seguro como el


infierno que lo hizo cuando estaba en el séptimo grado hasta que la
empujó al armario del gimnasio con su ropa de atletismo sin lavar.

Pero Ronnie no se rió. En cambio, dijo, “Eso no es nada. Para


impresionar a un oso polar que conocí en Suiza, una vez subí con dos
palos pequeños y volé por una montaña cubierta de nieve.”

Brendon parpadeó. “¿Quieres decir que hiciste esquí?”

“Sí. Nunca más. Que es exactamente lo que dije cuando me fui


volando de esa montaña. Lo dije en el hospital, también. Y mientras
estaba en la camilla.”

Centrándose en el postre delante de él para evitar que viera la risa en


su cara, le preguntó: “¿No se toman lecciones para eso?”

194
“¿Lecciones? Oh no. Yo no necesité lecciones.” Miró hacia arriba y la
encontró sacudiendo la cabeza con disgusto ante su propia estupidez.
“Verás, Sissy me dijo que no iba a necesitar lecciones. ‘Eres una
cambiaformas’, dijo ella. ‘Podemos hacer cualquier cosa’, agregó. Y el
hecho de que hubiera tomado seis chocolates calientes mezclados con
tequila me tenían creyendo que tenía razón. Por lo tanto, estábamos en
esta montaña en algún-puto-lugar en Suiza, a la medianoche...”

“¿Medianoche?”

“Sí. Y yo estaba de pie junto a la pista pequeña para niños, pensando


para mis adentros, ‘Chica, ¿has perdido la maldita cabeza?’ Y Sissy dice,
‘Si vas a impresionar a un oso polar, Ronnie Lee, será mejor que corras...
por allá arriba.’ Así que, como una tonta, allí fui.”

“¿Y qué edad tenías exactamente?”

“Diecinueve, creo. Diecinueve y tonta como una carga de ladrillos.


Tonta y muy caliente.”

“¿Y el oso polar?”

Ronnie le dio una lenta sonrisa que hizo que su polla se pusiera dura.
Brendon tuvo que admitir, que estaba empezando a amar esa sonrisa.
“Digamos que hizo que las noches fueran muy rápido en un solitario
hospital suizo donde el personal, en su mayoría chacales, se burlaron de
mí.”

195
Brendon no podía creer que las siguientes palabras acabaran de salir
de su boca, pero descubrió que no podía evitarlo. “¿Alguna vez has visto
a ese oso polar desde entonces?”

Ella pareció sorprendida por la pregunta. “¿Es una broma? Eso fue
hace mucho tiempo. Ni siquiera estoy segura de acordarme de su cara o
que él recuerde la mía. Además, él sólo visitaba Suiza, era originario de
Noruega. Y, lo último que supe, es que Sissy y yo seguimos teniendo
prohibido ir ahí.”

Los celos sobre algún grande y tonto oso volaron por la ventana
mientras miraba a Ronnie. “¿Tú... tú fuiste expulsada de Noruega? ¿El
país?”

“Sí. Qué gente tan estirada. Al parecer, no tienen sentido del humor.”

Brendon miró la cuchara llena durante varios segundos. “Um... ¿hay


otros países donde no tienes permitido entrar?”

“¿Países completos?” Ella se encogió de hombros. “Bueno, está Corea.”

“¿Norte o Sur?”

“Las dos.”

Brendon bajó la cuchara. “¿Ambas?”

“Sí. Y entonces fuimos vetadas de Japón, pero lo levantaron. Perú y


Marruecos también fue temporal. Ahora Bélgica dijo que no volviéramos
jamás, pero aún no me parece justo. Por una vez no fue culpa nuestra. Y

196
Alemania... bueno, digamos que todo lo de que la autopista no tiene
límite de velocidad —no es del todo exacto.”

La “velocidad recomendada” en partes de la autopista es de ochenta


kilómetros por hora. Aparte de eso, la mayor parte era bastante
despreocupada. Brendon y su hermana, después de hacer varios
millones, habían viajado allá, con Ferraris alquilados, y corrieron por la
Autobahn11. Compitieron entre sí por horas, pero los lugareños
igualmente los sobrepasaron.

“Y los policías son crueles,” agregó.

“¿Fuiste detenida en la Autobhan?”

Ronnie se encogió de hombros. “Eventualmente nos atraparon.”

Brendon se reclinó en su silla, con los brazos cruzados delante de él.


“Nunca vas a manejar mi coche.”

Confundida, Ronnie preguntó, “¿Por qué no?” Entonces sus ojos se


iluminaron. “¿Qué tipo de coche tienes?”

“No importa. No lo conducirás. Nunca.”

11
Autobhan es una red de autopistas sin peaje coordinada a nivel nacional en Alemania.
Estas autopistas no tienen ningún límite general de velocidad, aunque la recomendación
oficial es ir a 130 kilómetros como máximo, pero no está especificado por ley. (N. de la
C.)

197
Brendon tenía más de un coche. Su Mercedes lo conducía por la
ciudad. Pero tenía un Jaguar que nunca pondría en las manos de esta
mujer. Podía cuidar de sus hijos, pero nunca de su coche.

Ella puso mala cara durante unos dos segundos, luego lo miró
asustada y trató de agacharse.

“¿Qué?” Cristo, él esperaba que no fuera algún ex-novio. Algo le decía


que se estaría encontrando a varios con el paso del tiempo.
Probablemente tenían alguna “Asociación de Ronnie Anónimos” para
ayudar a superar la naturaleza adictiva de esta mujer.

“Bueno, hola a todos ustedes.”

Brendon miró la cara de una loba. Le resultaba familiar. Es probable


que la viera con la Manada Smith.

“¿No te importa si nos unimos a ustedes?”

Ronnie se sentó con la espalda recta. “Pues de hecho…”

Demasiado tarde. Ella había sacado una silla y se dejó caer a sí misma
en su mesa. Otra mujer se acercó. Un ser humano. Un humano que
Brendon reconoció.

Sonrió. “Detective MacDermot.”

“Shaw.” Ella miró a Ronnie y se encogió de hombros. “Traté de hacer


que siguiera adelante, pero ella insistió.”

198
“Ya, ya. Si Ronnie me ama.” La loba señaló una silla. “Siéntate, Dez.
Siéntate.” Ella puso los codos sobre la mesa, entrelazó los dedos y apoyó
la barbilla en la parte superior de sus manos. Grandes e inocentes ojos
marrones se volvieron hacia él, y sonrió. “Ahora, dinos, Brendon Shaw.
¿Estás pasando un buen rato con mi amiga aquí?”

Si Brendon fuera menos hombre, habría corrido por su vida.

***

Ronnie suspiró y miró a Dez.

“Lo siento,” murmuró Dez. “Traté de detenerla.”

“Estoy teniendo un buen momento,” respondió Shaw, con una cálida


sonrisa en su rostro. “El mejor momento que he tenido en mucho
tiempo.”

Sissy se enderezó y sonrió a Ronnie. “Bien. Muy bien.”

Shaw apuntó al rostro de Sissy. “¿Qué te pasó en el ojo?”

Ronnie se rascó la nariz para contener la sonrisa. “Sí. Dile cómo


obtuviste ese ojo negro, Sissy.”

Mirando fijamente, respondió, “Atravesé una puerta.”

199
Ronnie observó a Dez sólo para encontrar su mirada fija en lo que
quedaba de su postre.

“¿Quieres un poco?”

“Se ve muy decadente.”

“Porque lo es, querida. Toma.” Ronnie se acercó a una mesa vacía


junto a ellos y agarró una cuchara. Se la entregó a Dez y empujó el
cuenco enorme hacia ella.

Dez, con un brillo profano en la mirada que sólo los amantes del
chocolate realmente podían entender, hundió la cuchara en el postre. A
medio camino de la boca, se detuvo cuando se dio cuenta de que Shaw la
miraba.

“¿Qué?”

Dez no era exactamente una chica sutil, pero eso podría explicar el por
qué a todos les gustaba tanto. Antes de que la conocieran, pensaron que
sería más como un gato estando con Mace quien era un león y todo eso.
Pero ella era mucho más parecida a un perro.

“Quería darte las gracias.”

Sus ojos se estrecharon. “¿Por qué?”

Shaw hizo una pequeña mueca. “Por salvarme la vida.”

200
“Oh. Eso. Sí. No hay de qué.” Ella hizo un gesto a la taza frente a ella.
“¿Crees que puedo comer ahora sin que tú me estés mirando?”

Síp. Sutil.

“Ustedes deben salir con nosotros esta noche,” Sissy ofreció,


ignorando la mirada puntiaguda de Ronnie. “Nos vamos a reunir con la
Manada y Mace en un club del lado este.”

“Olvídalo,” Ronnie gruñó antes de que Shaw pudiera decir una palabra.

“¿Por qué? ¿Te avergüenzas de tu nuevo novio?”

“Él no es mi novio.”

“¿No lo soy?”

Sorprendida, Ronnie volvió a ponerle mala cara Shaw. “¿Qué?”

“¡Oh, Dios mío! Esta es la cosa más asombrosa que he probado.”

Haciendo caso omiso de la reacción orgásmica de Dez con su postre,


Ronnie se inclinó hacia delante. “¿De qué estás hablando?”

“Estoy herido. Obtuve la licencia de matrimonio por nada.”

“Matrimonio… ¿Te has vuelto loco?”

“Ya te agregué a mi testamento. Y, por supuesto, a nuestros futuros


hijos de dientes montados. Los diez.”

201
Sissy se rió tan fuerte que gritó, y Dez golpeó su mano libre sobre la
mesa. “Enloquecedoramente increíble. Este chocolate tiene que ser
importado.”

Shaw hizo una seña al camarero para la cuenta. “¿Por qué no


volvemos al hotel y hablamos de esto y empezamos el proceso de
apareamiento de inmediato? No hay más pastillas conceptivas para ti y
los preservativos se pueden ir también.”

“¡No en tu maldita vida, gato!” Una ceja dorada se alzó ante el sonido
un poco histérico de su voz, y Ronnie se aclaró la garganta. “Vamos a ir
al club con la Manada. ¿Te acuerdas?”

“¿Ah, si?” Volvió hacer un puchero. “Supongo. Si tú realmente lo


deseas.”

¡Maldito gato tramposo!

“Y ya saben, este pastel,” Dez continuó, completamente ajena, “está


hecho completamente sin harina. Increíblemente denso. Y rico.”

“Supongo que si estás insistiendo.” Shaw sonrió, actuando como si


hubiera ganado algo. “Iremos a pasar el rato con tu Manada.”

“Las pagarás por esto.”

“Sí,” estuvo de acuerdo. “Esta noche.”

202
Dez señaló el tazón con su cuchara. “El dulce... creo que es chocolate
negro importado. Apuesto que tiene un 72 por ciento de cacao. ¿Sabes
que esto es una prueba de que Dios existe?”

Shaw dejó escapar un suspiro de satisfacción. “Sabes, detective, tengo


que decir que voy a disfrutar que seas parte de la familia Llewellyn.”

203
Capítulo Once
Traducido por Katniss
Corregido por Mari

“Le gustas mucho,” Sissy dijo con entusiasmo, aún ignorando otro
suspiro de Ronnie. “¿No tengo razón, Daria? No puede quitarle las
malditas manos de encima.”

“Síp,” Daria aceptó. “Siempre está tocándola. Coqueteando con ella.


No sabía que los felinos podían ser tan amistosos.”

“Yo tampoco. Creo que es bastante dulce. No seas estúpida Rhonda


Lee. Tienes que quedarte con éste.”

“Pero es un felino,” agregó Marty. “A los chicos Reed no les va a


gustar eso.”

“No importa si es un felino o un lobo. A los chicos Reed no les va a


gustar que un macho se acerque mucho a su hermanita. Y eso es un
hecho.”

“¿Podemos hablar de esto en otro momento?” gruñó Ronnie.

“Dios, chica. ¿Qué estás hacienda allí dentro?”

204
Se sostenía elevada sobre el retrete ya que ninguna cantidad de dinero
o papel higiénico harían que se sentase en él mientras gritaba a través de
la puerta del urinario “¡Estoy intentando hacer pis!”

“Bien, apúrate. Necesitamos analizar esto.”

“No quiero analizar nada. Y aléjense de la maldita puerta.”

Le hicieron caso, permitiéndole hacer pis en paz. Una vez que terminó,
salió enfurecida del urinario hasta los lavabos. Se lavó las manos y Sissy
se sentó en la mesada.

“Te gusta.”

Ronnie tomó las toallas de papel absorbente que Marty le entregó. “Sí,
me gusta. ¿Y?”

“Entonces no hagas nada estúpido, Ronnie. Enserio le gustas. Me doy


cuenta.”

“Déjalo así, Sissy Mae.”

“Dile, Marty.”

Marty cruzó los brazos sobre su pecho. “Tengo fe en que Ronnie


tomará la decisión correcta sin nuestra ayuda.”

Ronnie, sintiéndose petulante, repentinamente arrojó la toalla de papel


mojada en el tacho de basura y se dirigió hacia la puerta. “Y dejen de
intentar que beba tequila esta noche.”

205
“Tal vez te relaje un poco.”

“¿Recuerdas la última vez que me dijiste eso?”

“No, pero—”

“Estábamos en Praga. Me dijiste: ‘Relájate. ¿Qué tiene de malo?’”

Entraron en el vestíbulo empujando a su camino a algunos de los


humanos más bellos del mundo como si éstos fueran vagabundos en la
calle.

“¿Todavía no has superado eso?” Sissy suspiró.

“¿Crees que la cárcel en Praga es divertida? No lo es.”

“No fue mi culpa. Tal vez olvidaste a las hienas que estuvieron
involucradas.”

“No he olvidado nada, Sissy Mae Smith. Entonces, a menos que


quieras que te meta un vaso de tequila por el culo, deja de molestarme.”

***

Brendon bebió lentamente su trago e intentó ignorar la sesión de


besos que se llevaba a cabo a su lado en el bar. Finalmente, tuvo que
mirar por detrás de la pareja a Smitty, quien se encontraba de pie al otro

206
lado. Él le levantó una ceja y Smitty lentamente le dio una sonrisa
relajada que dejaría hembras desmayadas a sus pies.

El lobo se dio vuelta y descansó su codo contra la barra


concentrándose en la pareja. Brendon lo imitó y ambos observaron hasta
que los ojos de Dez se abrieron repentinamente y vio a los dos hombres
observándola fijamente.

Dez empujó a Mace con una fuerza increíble para ser un humano.
“¿Por qué no vas a ver si encuentras un reservado o algo?”

Se alejó casi corriendo y Mace Llewellyn los fulminó con la mirada.


“Bastardos.”

Él salió enfurecido tras su hembra y Smitty se movió al taburete al


lado de Brendon, tomando por sorpresa al felino. De hecho, toda la noche
había sido una sorpresa. Las Manadas que Brendon había conocido desde
que era dueño del hotel habían sido casi intolerables y otras
completamente violentas. Pero Smitty y su Manada de lobos parecían
indiferentes a él y a Ronnie. Él apreciaba eso porque mientras más
tiempo pasaba cerca de esa mujer, más crecían sus sentimientos por ella.
Pero sólo tenía que mirarle la cara una sola vez para saber que la idea de
algo remotamente permanente la asustaría como el infierno.

Brendon se entretenía mirándola luchar constantemente entre querer


encontrar un buen “lobo” y sentar cabeza y querer seguir siendo esa niña
aventurera en sus propios recreos.

207
No sería fácil convencer a Rhonda Lee Reed de que podría darle todo lo
que ella quisiera. Pero él siempre era decidido y no tenía intenciones de
darse por vencido.

“Así que…” Smitty empezó.

“¿Así que…?”

“Tú y tu pequeña Ronnie, ¿eh?”

“Sí.”

“Mi hermana dice que te gusta.”

“Sí. Me gusta.” Brendon se encogió de hombros. “Me gusta mucho.”

A Smmity se le escapó una carcajada de sorpresa. “Hombre, tú y Mace


sí que confunden las cosas.”

“¿Cómo hacemos eso?

“Nosotros somos los leales. Los que aman para siempre. Todos
ustedes son gatos del callejón. No se puede confiar en ustedes. Todos
han estado arruinando lo que he usado a mi favor por tantos años
placenteros y eso no me gusta ni una mierda.”

Brendon rió. Podía ver por qué a Mace le gustaba Smitty. Inteligente y
divertido, escondido bajo una capa de macho sureño tonto.

“Lo siento, pero nunca me la esperé.”

208
“La mayoría no lo hace.” Tomó un trago de su cerveza. “Mucha gente
piensa que Ronnie sigue a Sissy Mae como un lemming12. Creo que hasta
ella lo piensa a veces. Pero es más lista que eso. No le hubiese confiado
mi hermanita a nadie más que a ella cuando se fue de viaje por Europa.”

Smitty lo observó. “Sus hermanos vendrán pronto Shaw. Si no la


tomas en serio, te sugiero que lo termines rápido.”

“Me lo tomo muy en serio. Pero ella se asusta fácilmente.”

“Sissy también. Tienen miedo a parecerse a algunas de las hembras


Smith. Atrapadas en un pueblo pequeño, emparejadas con hombres que
aman pero que no pueden soportar, criando otros cinco o seis machos
Smith. Las dos querían más, salieron y lo consiguieron. Yo mismo admiro
eso.”

“Yo también.”

“Entonces mejor te lo advierto… los chicos Reed aman a su hermana


con intensidad. Pero ella los usa a ellos y a su papi para mantener a los
hombres serios alejados. Si quieres a esa muchacha, tendrás que
enfrentar a los chicos. Van a arruinarte esa cara bonita un poco, pero
dudo que te maten… a menos que realmente no les agrades. Lo que, con
los chicos Reed, es un riesgo asegurado porque no les agrada nadie.”

12
Lemming, también conocidos como lemmini, son roedores que habitan en el norte del
continente americano y algunas regiones de Eurasia. (N. de la T.)

209
Brendon agitó su cabeza y miró a Smitty. “¿Por qué me dices esto? Es
decir, ¿por qué me adviertes?”

“Realmente no lo sé. No me irritas mucho. Y eres algo gracioso.


Además, porque Ronnie y Sissy son como dos gotas de agua. Cada una
puede convencer a la otra de algo y después hacerlo. Pero tal vez si
Ronnie encontrara a alguien…”

“¿Entonces Sissy dejaría de resistirse?”

“No me malentiendas. Preferiría que me arrojaran un machete en el


ojo antes de pensar que mi hermanita está con cualquier macho del
planeta. Pero no quiero verla sola y amargada porque no quiere
parecerse a nuestra madre. Porque mientras más duro intenta no
parecerse a ella, más se parece a nuestro padre. Y amigo, no puedo dejar
que eso suceda.”

Brendon le hizo señas al camarero para que le alcanzara dos cervezas


más. “¿Entonces supongo que es mi turno para hacer que esto suceda,
no?”

“Mejor mueve tu culo y ve empezando hijo. Porque esa Ronnie… no se


queda mucho tiempo con ningún macho.”

***

210
Las cuatro hembras entraron al centro del club. La música pulsaba, las
luces titilaban destellantes y los cuerpos se contoneaban en la pista de
baile. A Ronnie le sorprendía lo poco que todo aquello le interesaba.
Antes, hubiera estado con Sissy justo en medio de esa gente bailando
como loca.

Sissy se paró junto a ella. “¿Quieres bailar, cariño?”

Ronnie miró a su amiga. “¿Tú quieres?”

Sissy frunció un poco su rostro. “No realmente.”

“Yo tampoco.”

“Dios, nos estamos poniendo viejas, ¿no Ronnie?”

“Nah. No viejas. Estamos madurando. Madurar es algo bueno.”

“¿Quien te dijo esa mentira?”

Ronnie comenzó a reír, pero se detuvo repentinamente y miró fijo


hacia la multitud en la pista de baile. Algunos de ellos eran cambiaformas
pero la mayoría de los cuerpos contoneándose eran humanos. Aún así,
ella siempre había sido buena reconociendo aromas.

Sissy Mae la observó. “¿Qué pasa?”

Ronnie olfateó el aire y gruñó. Caminó varios pasos hacia adelante y


sus ojos alcanzaron a uno de ellos. Ella recordaba la cicatriz en su cuello,
los hematomas que todavía estaban en su rostro desde su encuentro con

211
Shaw, y el persistente olor a aceite para armas. Comenzó a acercarse a él
observando cómo se dirigía hacia la puerta trasera y se escabullía.
Ignorando completamente que los estaban rastreando, como sucedía
siempre con la mayoría de los humanos.

Sin saber por qué, Ronnie lo siguió. Pero sabía que no lo rastrearía
sola. Sin tener que decirles una palabra, las lobas estaban justo detrás de
ella, escabulléndose de la multitud y siguiéndola. La mejor parte de de
estar en una Manada —nunca estabas solo. Los demás siempre te cubrían
la espalda. Siempre protegían a los suyos. Sin importar qué pelea interna
ocurriese cuando cada miembro intentaba no quedar último, siempre
formaban una unidad. Con un aullido, los machos aparecerían también.
Pero no los necesitaban. Rara vez los necesitaban cuando se trataba de
cazar un humano.

Ronnie llegó hasta la salida de emergencia por la cual había escapado


el hombre y la abrió con un empujón. La puerta de salida se cerró. Ronnie
se sujetó del pasamano y saltó sobre él aterrizando en cuquillas.

Haciendo crujir los huesos de su cuello, abrió la puerta de un empujón


y salió hacia un callejón trasero. En la boca del callejón, el hombre con la
cicatriz se apoyaba contra un Ford de último modelo hablando con el otro
hombre que Ronnie recordaba haber visto en la habitación de Shaw. Los
dos se inclinaban sobre el techo del auto hablando en voz baja.

Ronnie deambuló por allí disfrutando del fresco aire de diciembre


contra su piel. Siempre la invadía un calor molesto cuando acechaba. No
había nada mejor que el aire fresco.

212
Ninguno de los dos hombres se dio cuenta que ella estaba allí hasta
que posó sus manos a los lados del hombre con la cicatriz. Sus dedos
apretaron el techo metálico del auto y casi no pudo retener sus garras.
Sólo las sacaría cuando fuese necesario.

“Hola, cariño”, ella le ronroneó en el oído.

Ambos hombres se congelaron pasmados. Rápidamente vieron a las


otras mujeres detrás de ella acercándose al coche lentamente.
Rodeándolos mientras Ronnie cercaba al hombre.

El sujeto suavemente se dio vuelta, tomó sus manos y la empujó. “¿En


qué puedo ayudarte?”

Ronnie sonrió. El acento neoyorquino era tan marcado y poderoso que


rechinaba en sus oídos sensibles de loba.

“Sólo me preguntaba”, articuló suavemente mientras volvía a


acercársele. Sus manos descansaban en el pecho del hombre cuando se
inclinó sobre su delgado y largo cuerpo, “¿Cuál es tu fascinación con
Brendon Shaw?”

El hombre resopló rechazándola. “Métete en tus propios asuntos,


lindura.”

Sin mucho esfuerzo, Ronnie golpeó al hombre contra el auto, y lo


sujetó con la fuerza de su cuerpo.

“Lo siento. Tal vez no fui clara, cariño.”

213
Las lobas se acercaron. Genna trepó al capó del auto y Sissy Mae se
acercó al otro hombre olfateando su cuello y frotándose contra su cuerpo.
En cualquier otro momento, Ronnie hubiese apostado que al hombre le
encantaría eso. Ahora mismo, parecía aterrado.

“¿Qué quieres con Brendon Shaw?” volvió a preguntar.

El hombre la miró fijo. Eran de la misma estatura pero Ronnie pesaba


más. Ella sintió su arma atada a sus pantalones pero no temía que él
pudiese tomarla aún si lo intentase.

“Nada. No quiero nada con Brendon Shaw.”

“Te vi en su habitación en el hospital. Sé que estabas allí.”

Sonrió con petulancia, entonces Ronnie se inclinó y le chasqueó los


dientes. No mostró sus colmillos pero sí produjo un gruñido para crear el
efecto.

“Respóndeme, chico. Odiaría tener que arruinar esa cara más de lo


necesario.”

Su sonrisa se volvió salvaje y dijo, “Señorita, aléjese de mí antes que


la arreste por atacar a un oficial.”

Ronnie elevó una ceja. “¿Eres un policía? ¿Esperas que crea eso?”

El otro hombre sacó una cadena escondida bajo su sweater naranja. La


placa que colgaba al final de la cadena brilló con las luces de la calle.

214
¡Mierda, mierda, mierda!

Ronnie se alejó con las palmas en el aire. Maldición, ella no quería ir a


la cárcel esa noche. Aunque las cárceles de Nueva York no podrían ser
peores que las de México o las de Rusia.

“Son policías”, dijo impasible.

“Sí, geniecitos. Somos policías.”

Después de una seña de Sissy Mae, las lobas se alejaron.

Los humanos abrieron las puertas del coche, pero Ronnie no podía
dejarlo así.

“¿Qué quieren con Brendon Shaw? ¿Por qué estaban en el hospital?”

El hombre en la puerta del conductor la ignoró y se subió al coche


inmediatamente encendiéndolo. El pobre tipo no podía esperar para irse
de allí. El otro la miró y sonrió. “Sólo digamos,” dijo, mientras subía al
vehículo, “que no estamos aquí por Brendon Shaw.”

***

“Sabes, la primera vez que hablaste conmigo, mantuviste una


conversación con mis tetas.”

215
Un hombre más débil hubiese escupido su cerveza en la mesa.
Brendon, sin embargo, se la tragó y miró fijamente a un Mace con ceño
fruncido y una Dez que sonreía petulante del otro lado del reservado en el
que se escondían.

Encogiéndose de hombros él dijo, “¿Qué puedo decir? Estaban… justo


ahí. Es difícil no hablar con ellas como si fueran personas individuales.”

Dez entrecerró los ojos, pero Mace gruñó y se dio la vuelta. Le tomó
cinco minutos completos darse cuenta que él estaba riendo. “¿De qué
mierda te ríes?” demandó ella.

“De nada.” Mace se aclaró la garganta y la volvió a mirar, intentando,


se dio cuenta Brendon, de evitar que sus ojos cayeran cerca de sus muy
prominentes pechos. “Sólo pensaba en lo mucho que am—”

La mano de Dez aterrizó sobre la cara de Mace tan rápido y fuerte que
Brendon casi saltó.

“Pensé,” gruñó, “que ya lo habíamos discutido.”

Mace cogió su mano y besó sus dedos. “Tú discutiste. Yo no estuve de


acuerdo en ninguna maldita cosa.”

“Gato tramposo.”

“Lo dices como si fuera algo malo. Además” —acarició su palma con la
nariz— “sabes que me am—”

La mano libre de Dez lo abofeteó en la boca. “¡Basta!”

216
De seguro, la mayoría de las personas se irían dándoles tiempo a solas
a este par. Pero Brendon era un felino y, para ser honestos, encontraba
toda la situación absolutamente fascinante. Los humanos podían ser tan
raros. Especialmente las humanas. ¿Acaso no vivían para escuchar que
alguien les dijese que las amaban? ¿Cuándo cambió eso?

En serio, podría con una depredadora. Eran tanto más fácil lidiar con
ellas y con mucho menos drama.

“Entonces” —Ronnie se dejó caer en el reservado junto a él— “casi me


arrestan de nuevo.”

Después, claro… estaba Ronnie.

Inhalando profundamente, Brendon preguntó, “¿Por qué casi te


arrestan… de nuevo?”

“Por, de acuerdo con él, atacar a un oficial.” Ahora Ronnie, sin notarlo,
tenía la atención de Dez. “Aunque no lo ataqué. Sólo estaba molesto
porque lo apreté contra su auto con mi rodilla muy cerca de sus huevos.”

Después de varios largos segundos, Brendon se encogió de hombros


nuevamente. “Sabes, no tengo absolutamente ninguna respuesta para
esa declaración.”

Sin embargo, Dez sí la tenía. “Explícame por qué apretaste a un policía


contra un coche.”

217
“No sabía que era un policía. Pensé que era un idiota. Parecía un
idiota. Y era el que este viejo Tigger apaleó en su habitación del hospital.”

Brendon hizo un gesto de dolor. “¿Yo apaleé policías?”

“Por supuesto que lo hiciste. Tenían placas y todo.”

Dez resopló. “Desafortunadamente eso no significa una mierda.


¿Cuáles eran sus nombres?”

Esta vez Ronnie se encogió de hombros. “No lo sé. Aunque su aroma sí


tenía un fuerte vestigio de chacal. Pero eran completamente humanos.”

Tomando un respiro profundo y tranquilizador, Dez preguntó, “Bien, no


voy a dejar que tu declaración me asuste. Intentemos esto, ¿Cómo
lucían?”

Después de pensarlo por varios momentos, “Uno tenía pelo rubio


oscuro y una cicatriz sobre su cuello.”

“¿Una cicatriz? ¿Como si alguien lo hubiese cortado de oreja a oreja’”

“Sí. Exacto.”

“¿El otro era un poco escuálido con cabello oscuro? ¿Con un bigote?”

“¡Sí! Son ellos.”

Dez asintió con la cabeza. “Síp. Apaleaste policías.”

Brendon frunció el ceño. “¿Entonces no debería yo estar en la cárcel?”

218
Ronnie descansó la cabeza en su hombro y bostezó. “Dicen que no te
quieren. Creo que quieren a tu hermano.”

Completamente agotado, Brendon descansó sus codos sobre la mesa y


se frotó los ojos con los nudillos. “¿Exactamente qué hizo ese idiota de
mierda?”

“No puedes asumir que hizo nada.” Cuando Brendon la miró con
incredulidad, Ronnie se encogió de hombros. “Inocente hasta que se
demuestre lo contrario. Y si es culpable, seguro tiene una explicación.”

“¿Por qué proteges constantemente a ese imbécil?” Brendon odiaba lo


mucho que sonaba como Marissa, pero de repente vio lo idiota que de
seguro sonaba para ella. Siempre inventando excusas para Mitch. Mitch,
quien estaba siendo buscado por la policía. Bien hecho, estúpido.

“Lo protejo porque él es tu familia.” Ella le rozó sus nudillos sobre la


mejilla. “Lo protejo como te protegería a ti o a tus cachorros. Aunque” —
le ofreció su sonrisa adorablemente petulante— “tu hermana está sola.
Porque Mitch puede o no ser un criminal, pero al menos es amable
conmigo. Me dio yogurt.”

“¿Yogurt?” preguntó dándose unos segundos para controlar sus


emociones a punto de estallar. No por Mitch. Mierda, se había
acostumbrado a su hermanito. Pero por el hecho de que Ronnie lo
protegía a él y a su familia como si fuesen su Manada. Brendon ni si
quiera sabía si ella se daba cuenta todavía. Si se daba cuenta cuánto esa
confesión significaba para él.

219
“Amo el yogurt, y él escudriñó tu inhumanamente grande refrigerador
para dármelo. Lo hizo por mí. Los criminales duros no hacen eso a menos
que esperen conseguir algo de sexo con ello.”

Brendon tomó su mano y besó sus nudillos. “Eso fue elocuente,


Ronnie.”

Ella resopló en respuesta y subió a su regazo. Él la envolvió en sus


brazos y la acercó a su pecho.

Ronnie acarició su cuello con su nariz y lamió su mandíbula. “¿Por


alguna casualidad no estarás listo para volver a casa, grandulón?”

Brendon mordisqueó su oreja y le susurró, “Más que listo. ¿Qué te


gustaría hacer cuando lleguemos?”

Ella envolvió sus brazos en sus hombros. “No nos preocupemos por la
familia o los policías o por nada esta noche.” Ella lo besó y se alejó con
una sonrisa. “Esta noche soy una colegiala coqueta y tú eres el vecino
pervertido intentando convencerme de que te entregue mi virginidad.”

Dez se ahogó con su cerveza y Mace tuvo que palmearla en la espalda


para aliviar su tos.

Brendon los ignoró y miró fijamente a los ojos color avellana de


Ronnie. Debido a la oscuridad del club, sus ojos destellaban cuando se
movía. “¿La colegiala coqueta?”

220
“Confía en mí, cariño.” Se deslizó de su regazo y se puso de pie, tomó
su mano y lo arrastró fuera del reservado. “Tengo la falda perfecta.”

221
Capítulo Doce
Traducido por Belgy
Corregido por Mari

Prácticamente lo había empujado al elevador y le dijo que lo


encontraría arriba en un rato. Eso había sido hace cuarenta minutos y él
comenzaba a inquietarse. Había algo en esa mujer, algo que hacía que
Brendon se pusiera loco y salvaje. Algo que le hacía querer hacer lo que
fuese necesario para que ella fuese parte de su vida para siempre. No
sólo porque era buena en la cama, y Dios, lo era, sino porque tenía un
corazón tan grande como Asia. Él amaba cómo Ronnie se preocupaba por
la gente en su vida y hacía lo que sea para cuidarlos. Protegerlos.

Admiraba cómo ella amaba la vida. La mujer había pasado por más en
sus treinta años, que muchas personas de sesenta, pero aún así, actuaba
como si todo fuese maravilloso y nuevo. Ella siempre encontraba algo
interesante que aprender.

Dios… él la amaba. Él la amaba y ella era su hogar. Los dos lo eran. Es


sólo que ella aún no se daba cuenta.

El golpe en la puerta lo sorprendió ya que le había dado sus llaves.


Dejó su cerveza en la mesa y se dirigió a la puerta principal. No
necesitaba ver por la mirilla, porque podía olerla al otro lado de la puerta.
Él olía su excitación y deseo. La esencia hizo que se pusiera duro y
desesperado, pero cuando abrió la puerta se quedó congelado.

222
Creyó que ella estaba bromeando. Pero no. No su Ronnie. Estaba
parada con una falda muy corta a cuadros, una blusa blanca y zapatillas
de lona blanca. Se había tomado su cabello en una cola de caballo en lo
alto de su cabeza, e incluso usaba unas pequeñas gafas de molduras
metálicas. Tenía un cuaderno y un libro contra su pecho, y miraba hacia
el suelo.

“Vi… vine para tus clases de reforzamiento,” tartamudeó, y lo único


que Brendon pudo hacer fue recostarse en el marco de la puerta,
mirándola. Ella levantó la mirada. “¿No me dejarás entrar? Mi mami se va
a enojar mucho si regreso antes de una hora,” su acento era más
marcado, su voz un poco más elevada y sonaba insegura.

Ella quería jugar para hacer que él olvidara a su hermano y estaba


más que feliz en obedecerle.

“Creo que mejor entras,” se hizo a un lado y ella ingresó, haciendo el


esfuerzo de no tocarlo.

“Quieres una cerveza,” le ofreció, asegurándose de cerrar fuerte la


puerta a su espalda.

Ella se sobresaltó y se giró. “Mmm… no. No. Eso no estaría bien.”

“¿Segura? Podría relajarte.”

“No necesito relajarme, Brendon Shaw. Necesito meterte la


trigonometría por la cabeza, así puedo llegar a la casa a cenar,” entró
furiosa a la sala y soltó sus libros en la mesa de centro, luego se sentó en

223
la orilla de su sillón. “Sólo hago esto porque el entrenador Wilson me lo
solicitó.”

“Tiene sentido. Eres la presidenta del club de matemáticas.”

Brendon se sentó en el sillón a su lado, “Entonces, dime, Ronnie Lee,


¿Por qué no te gusto?”

“¿No me gustas? ¿Quién dice que no me gustas?”

“Tú, y bastante. Nunca me saludas o te sientas a mi lado en historia,”


él acarició el cabello que caía de su cola de caballo sobre su cuello, “Ni
siquiera me miras.”

Ella cerró los ojos cuando sus dedos tocaron su cuello, y un pequeño
temblor recorrió su cuerpo. “Eso… eso no es verdad. Yo sólo… nosotros…”
ella negó, “no puedo pensar si haces eso.”

“¿Hacer qué?” preguntó él con suavidad mientras volvía a besar su


cuello. “No sé de qué estás hablando.”

“Necesitamos estudiar.”

“Estudiaremos después. Necesito que ahora me tranquilices.”

“¿Te tranquilice?”

“Di que te gusto, Ronnie Lee,” él mordisqueó su cuello. “Mejor aún…


demuéstramelo.”

224
***

Ronnie se puso bizca y juntó sus piernas. Pensó que tendría que
arrastrar a Brendon Shaw en este jueguito de roles. No muchos hombres,
humanos o cambiaformas, se sentían cómodos con esto. O lo hacían mal.
Iban directo al grano y ni siquiera se preocupaba de la escena que ella
creaba.

No Brendon. Fácilmente podía imaginarlo como el capitán de un equipo


de fútbol americano de una escuela de Texas, engatusando a chicas hasta
que perdieran la virginidad. Por más que ella estuviese lista para sentarse
a horcajadas sobre él y joderlo hasta el olvido, no tenía problema en
seguir el juego un poco más. ¿Cuán a menudo encontraba a alguien que
valiera el esfuerzo?

“¡Detente en este instante, Brendon Shaw! No soy como esas


promiscuas porristas,” ella golpeó el rostro con su mano para apartarlo y
gritó cuando su lengua le lamió la mano. “Soy… soy una chica buena.”

“No tienes que serlo, Ronnie Lee,” una de sus enormes manos ahuecó
uno de sus pechos, con el pulgar acariciando su pezón. “Déjame
enseñarte qué tan divertido puede ser portarse mal de vez en cuando.”

“No… no puedo. Está mal. ¿Qué pasa si mi mami se entera? ¿O el


pastor? Lo verán en mi rostro. Sé que lo harán y me quemaré en el
infierno.”

225
Con él besando su cuello y masajeando su pecho, le tomó a Ronnie
unos treinta segundos darse cuenta que Shaw la había puesto de
espaldas.

“Nadie lo sabrá, Ronnie Lee. Lo prometo.”

“Se lo dirás a todos.”

“No lo haré. Sé lo que me haría tu padre si se entera,” él le


desabrochó la blusa en tiempo record, sacándosela por los hombros.
“Será nuestro pequeño secreto, Ronnie Lee. Tuyo y mío.”

Las grandes manos de Brendon se deslizaron bajo su falda y se


apoderaron de sus bragas de algodón blanco por las que había tenido que
dar vuelta su maleta para encontrarlas. Siempre se aseguraba de tener
un par de esas con ella, y nunca estuvo tan agradecida de ello.

“Pero… nunca lo he hecho.”

Él deslizó sus bragas por sus piernas. “¿Nunca?”

“No. Nunca.”

“¿Será tu primera vez?”

Ella asintió tímidamente. Sorprendente, porque nunca había sido


tímida en su vida. Ni siquiera cuando perdió su virginidad.

“No te preocupes, preciosa. Yo me ocuparé de ti.”

226
Pensó que Brendon sólo se pondría sobre ella y se lo haría, no es que
le importara, pero no lo hizo. Él jugaba el juego del vecino-no-tan-malo.
Permaneció en su lado, mirándola, con la cabeza apoyada en su brazo.
“Como es tu primera vez, debemos tomárnoslo con calma. No puedo
apresurarte o te dolerá.”

Oh Dios.

“Y no quiero lastimarte, Ronnie Lee.”

“Okay.”

Los dedos de su mano libre se deslizaron por su pecho, deteniéndose


brevemente para desabrochar el gancho frontal de su sujetador y con
cuidado apretó su pecho. Luego su mano continuó su viaje por su cuerpo
hasta que llegó a sus piernas, se deslizó por sus muslos, y bajo su falda.
Que era lo único que aún tenía puesto a parte de sus zapatillas.

Él deslizó uno de sus dedos en su interior y Ronnie cerró los ojos.

“No, preciosa. Quiero que me mires. Necesito saber si te hago daño.”

Oh Dios. ¡Este hombre es bueno!

Lentamente y con timidez Ronnie abrió sus ojos.

“Buena chica. Ahora dime si esto te duele.” Su dedo índice comenzó


lentamente a bombearla, entrando sólo hasta donde hubiese un himen
que romper. Por lo general, esto no la encendería mucho, pero la forma

227
en que Shaw la observaba y hacia que lo mirara, mientras seguían con su
jueguito, hacía que se arquera contra su mano. “¿Te gusta?”

Ella asintió tímidamente y suprimió el deseo de empujar al hombre de


espaldas y tomarlo a la fuerza.

“¿Y qué tal esto?” su dedo del medio se unió al índice, moviéndolos
lentamente y con cuidado en su interior. “¿Se siente bien?”

“Sí.”

“Bien,” él se acomodó en el sillón, aún con la cabeza apoyada en la


palma de su mano.

Todo el cuarto se llenó con el sonido de sus pesadas respiraciones y


sus dedos acariciando su interior, muy mojada, haciendo ruidos que
hubiesen avergonzado a una mujer menor.

“Ahora, voy a intentar otra cosa, Ronnie Lee. Puede ser que te asustes
al principio, pero lo que sientas será completamente normal, ¿De
acuerdo?”

Ella asintió y se aferró de los hombros de él cuando su pulgar comenzó


a acariciar su clítoris. Sus piernas se movían inquietas sobre su sillón y su
respiración se convirtió en fuertes jadeos.

“Eso es, preciosa. Déjate ir.” Shaw la miraba con ojos salvajes, como
si no pudiera esperar por verla correrse. ¿Era meramente el
descontrolado mariscal de preparatoria que triunfaba sobre la mojigata

228
genio de matemáticas haciendo que se corriera en su mano? No. Ronnie
lo sabía mejor. A Shaw simplemente le gustaba hacer que las mujeres se
corrieran. Una característica rara y poderosamente atractiva en un
hombre.

El pulgar presionaba con fuerza su clítoris moviéndose en círculos.


Ronnie ya no podía resistirse más. Su cuerpo se arqueó y echó su cabeza
hacia atrás, las gafas volando por el cuarto. Vagamente las escuchó
deslizarse por el piso de madera, y ella se corrió. El poder de él
explotando en su cuerpo, sus dedos enterrándose en los hombros de
Shaw mientras montaba su mano.

Cuando regresaba a la realidad, Shaw se había quitado la ropa y


puesto un condón, quizás era uno de la caja que compró antes en la
pequeña farmacia.

Ella supo que en verdad le había gustado su falda, cuando no se la


quitó, sólo la subió un poco, colocándose entre sus piernas.

“¿Está listas para mí, Ronnie Lee?” le preguntó entre profundos besos.

Ronnie sólo podía asentir. No quería decir nada tonto. Como “cásate
conmigo”. Ella no quería enamorarse de este tipo, ¿pero cómo podría
evitarlo? Claro, él era increíble en la cama, pero muchos sujetos lo eran.
No, Brendon Shaw era una dulzura hecha y derecha, honesto y con un
pésimo sentido del humor.

229
Y ella le gustaba. No sólo la deseaba, si no que le gustaba. Podía verlo.
Había conocido a suficientes hombres para saber cuándo simplemente
querían a una mujer para el sexo y cuando les gustaban.

Y a ella le gustaba. Mucho.

Las manos de él se aferraron a sus caderas, levantándolas un poco.


“Duele un poco al principio,” le susurró en el oído. “Pero luego te prometo
que se pone mejor.”

Ella sonrió, amando que él aún siguiera en su rol en el juego.

“¿Será igual a lo de recién?” ella jadeó, amando la sensación de su


polla deslizándose en su interior.

“Mejor, cariño,” él gimió desesperadamente en su oído. “Dios, mucho


mejor.”

***

“Brendon Shaw, no sabes compartir.”

Brendon levantó la mirada del vaso de leche fría en el que acaba de


sumergir una galleta Oreo.

“¿Aló? Hombre león aquí. Duh.”

230
Luego de más de una hora en su sillón, de alguna forma terminaron de
estómago en el suelo de su sala con un montón de comida chatarra. Pero
al parecer, a los dos les gustaban las galletas de chocolate con crema en
el medio. Para desgracia de Ronnie, sólo había un paquete.

Decidida, Ronnie estiró la mano para sacar otra galleta y Brendon


apartó el paquete, acercándolo a su cuerpo. Ronnie gruñó y Brendon le
rugió en respuesta.

Ella entrecerró los ojos. “¿Me rugiste?”

“Y lo volveré a hacer si no puedes alejar tus patas de mis Oreos.”

Ella se movió con rapidez, no podía negarlo, y aterrizó sobre su


espalda antes de que él pestañara. Aunque no podía decir que le
importaba. Con los dos desnudos, se sentía muy bien tenerla moviéndose
ahí.

“¡Dame las galletas!”

“Consíguete las tuyas, carroñera.”

Ronnie gritó de furia y pescó su lóbulo entre los dientes mientras


estiraba la mano y agarraba las galletas.

“Quitas tus dientes de mí, mujer.”

“Empieza por compartir,” exigió entre sus dientes, firmes en su oreja.

231
“No comparto,” debido a su respuesta, ella mordió un poco, “¡Aah!
Okay, ¡OKAY! Puedes tener un pequeño bocado.”

“Quiero todas las galletas, gato,” ella soltó su oreja y estiró su brazo
para quitárselas de la mano.

Se giró quedando de espalda, agarrando las caderas de ella antes de


que se escabullera de él. Al darse cuenta que la tenía, se metió toda la
galleta a la boca y sonrió.

“No puedo creer que me robaras mi galleta.”

Ella masticó un poco y sacó su lengua, mostrándole pedazos de


galletas con crema.

“Oh, qué lindo.”

“Ven, Shaw. Bésame.”

“No,” él alejó su rostro y ella le dio un beso con galleta molida en su


mejilla.

Ella tragó y suspiró con placer. “Esa fue la galleta más deliciosa que he
comido.”

“Te creo.”

“No te pongas celoso.”

“No lo estoy. Sólo creo que es triste que peleemos por una galleta
siendo que yo tengo un paquete completo aquí.”

232
“Oh. Es verdad.”

Ronnie hizo un movimiento para alcanzar las galletas, pero él las


apartó.

“Quiero otra galleta, ¡Ahora!”

“Bien. Con una condición.”

Ella se echó hacia atrás y lo miró. “¿Esto no tiene que ver con que me
vista de enfermera usando unos zapatos con taco aguja, cierto?”

“No esta noche.”

“¿Látex? ¿Esposas de piel? Entretenimiento que me involucre a mí, un


vibrador y…”

“Detente por favor,” Brendon le ordenó a su polla que se comportara y


básicamente ésta se burló de él. “Eso será más adelante.” Tal vez incluso
esta noche, si es que pudiera conseguir el traje de enfermera. “Ahora
quiero que me prometas algo.”

“¿Qué?”

Él tenía que irse con cuidado. “Si tienes que irte por un largo… eh…
tiempo, me lo harás saber.”

Ella se echó hacia atrás y si él no la hubiese estado afirmando,


probablemente hubiese escapado. “Eso suena como a un compromiso.”

233
“No, no,” dijo rápidamente, ya oliendo su pánico. “No es un
compromiso. Es de buena educación. Eso es todo. Lo correcto.” Sureños,
por lo que él sabía, eran muy educados y corteses. “No querrías que me
preocupara si tú y Sissy Mae sólo están de compras ¿O sí? Especialmente
con todo lo que está sucediendo con mi hermano.”

“¿No me estás pidiendo que me quedé para siempre, o sí?”

“Nop. Sólo hazme saber cuando vayas a algún lugar.” De esa forma, si
ella lo dejaba, él podría convencerla de que se quedara por siempre.

Podía ser muy persuasivo si se le daba la ocasión.

“¿Es sólo para que no te preocupes?”

“Así es.”

“No porque estás esperando que me quede contigo y esas cosas.”

“Nunca,” mintió. Desafortunadamente, había ocasiones en las que un


hombre necesitaba mentirle a su mujer. Por la mirada salvaje de pánico
en sus ojos… mentir era algo necesario en estos momentos. Tenía que
atraerla más antes de abalanzarse y hacer que Ronnie fuese suya por
siempre.

“Bien. Estoy de acuerdo con eso. Y sólo eso,” agregó con una
innecesaria vehemencia.

“Perfecto.”

234
“¿Ya terminamos con esta terrorífica conversación?”

“Sí.”

“Bien. Quiero más galletas.”

“Consigue tus propias galletas.”

“Dame esas galletas o patearé tu trasero, Yankee.”

Riendo, sus manos se deslizaron por el cuerpo desnudo de ella.


“Sabes, hay formas mucho más agradables de hacer que te dé las
galletas.”

“Oh,” ella pestañeó, “tienes razón.”

Antes de que Brendon pudiera moverse, Ronnie se soltó de sus brazos


y se giró dándole la espalda.

“Ronnie que ha…”

De repente, tenía su rostro pegado a su chocha y la boca de Ronnie


alrededor de su polla. Ella la chupó, haciendo que pusiera los ojos en
blanco, luego movió su trasero.

“Ponte a trabajar, grandulón,” dijo después de soltarlo con un


maravilloso sonido pop. “Cuando terminemos con esto, podremos luchar
un poco más por las galletas.”

Brendon se aferró a sus caderas y la bajó un poco. “Sabes, preciosa,”


suspiró antes de llevarla al cielo, “Me encanta luchar contigo.”

235
Ronnie gruñó largo y profundo cuando él puso su lengua dentro de
ella, “A mí también, grandulón,” ella jadeó. “Dios mío, a mí también.”

236
Capítulo Trece
Traducido por Carola_mm
Corregido por Mari

Ronnie estaba sorprendida de poder caminar hacia el salón de Shaw.


El servicio de habitaciones ya había entregado el desayuno, apretándose
el cinturón alrededor de la bata, se sentó a la mesa frente a Shaw. Tenía
el Wall Street Journal frente a su cara, y había algo increíblemente
domestico en la escena.

Vertiéndose una taza de café, comprobó lo que había bajo las


cubiertas de plata que mantenían la comida caliente o fría.

Cuando Ronnie encontró un gran tazón de yogur natural bajo una de


las tapas casi gritó. Tirando un poco de fruta fresca sobre el yogur cogió
la taza, la cuchara y se sentó en la silla. Había terminado la mitad del
recipiente cuando Shaw bajó el periódico y la miró.

Levantando la ceja dijo, “¿No se te ocurrió ofrecerme un poco?”

Ronnie negó con la cabeza. “No.”

“¿Cuantas veces tengo que decirte que los reyes de la selva comemos
primero?”

“Y las lobas aman perseguir gatos en los árboles, después se ríen, así
que no me molestes.”

237
Sonriendo, cogió un trozo de tocino de corte grueso. “Entonces, ¿qué
quieres hacer hoy?”

“¿No tienes que trabajar o algo así?”

“Estoy trabajando. Me voy a quedar fuera del camino de mi personal.


A ellos les encanta cuando lo hago.”

“Tú eres uno de esos jefes quisquillosos, ¿no es cierto?”

“Eso es correcto. Yo sé lo que quiero. No voy a aceptaré nada menos


que eso.”

Ella se negó a comentar sobre eso. No cuando él tenía más que una
intensa mirada con esos ojos dorados fijos en ella.

“¿Te gustan los museos?” pregunto. “Podemos ver algunos. Y después


podríamos hacerlo en los baños del Guggenheim13.”

“Cuánto respeto por los artistas.”

“Lo intento.” Él la miró fijamente. “Te ves bien en mi bata, sexy.”

“Gracias por tu amabilidad.”

“Ábrela.”

Ella ocultó su sonrisa metiéndose una cucharada de yogur en la boca.


“Estoy comiendo,” dijo entorno a la comida.

13
Guggenheim es el museo del diseño en Nueva York. (N. de la C.)

238
Él apoyó el codo sobre la mesa, con la barbilla en la palma de su
mano. “Abre la bata, Ronnie lee.”

Ella puso a un lado su plato casi vacío, aflojó el cinturón de la bata.


Manteniendo los ojos en él, Ronnie se la sacó por los hombros y se lamió
los labios. “¿Te gusta?”

Brendon gruñó, cuando y ella pensó que se acercaría la mesa, su


celular sonó.

Tomándolo de la mesa. Ladró. “¿Qué?”

Él la miró y Ronnie abrió la bata por completo, arqueando la espalda.


Sus ojos se clavaron en su pecho y dio un pequeño gemido. Él frunció el
ceño. “¿Mace quién?”

Se tapó la boca para evitar reírse.

Brendon se estremeció. “Oh. Llewellyn. Sí. ¿Qué pasa?”

Ronnie vio el humor salir de sus ojos. “¿No me puedes decir eso por
teléfono? Sí. Vale. Okay. Una de la tarde. Voy a estar allí.” Él suspiró y se
desconectó.

“¿Qué pasa?”

“Mace tiene que verme. Tiene información sobre mi hermano.”

Ronnie se puso de pie. “Vamos.” Ella se acercó a él y le tendió la


mano. “Vamos a ducharnos y a vestirnos. Después podemos hacer lo del

239
museo si quieres.” Aunque dudaba que pasase, ella quería actuar lo más
positiva posible. Pero si Mace no tuviera malas noticias lo habría dicho por
teléfono.

“No tienes que ir.”

“¿Quieres que vaya?”

Él no respondió al principio, mirando fijamente la mesa, deslizó la


mano en la suya. “Sí, quiero que vayas,” dejó escapar otro suspiro y le
permitió tirar de él fuera de la silla. “Te necesito para que yo no golpee
hasta la mierda a Mitch. ¿Quién sabe en lo que ese pequeño idiota se
metió ahora?”

***

Brendon miró ciegamente mientras charlaban a su alrededor. Se


quedó mirando sin ver el tablero de corcho con sus imágenes y
diagramas. Miró, miró y miró, sin saber lo que realmente estaba viendo.
Dándose cuenta de que no sabía nada acerca de su propia sangre. Su
propio hermano.

Alrededor de él conversaban en las oficinas que Mace y Smitty había


conseguido rápidamente con la ayuda de Sissy Mae, incluyendo una
preciosa recepcionista guepardo que parecía organizada, altamente

240
competente, y probablemente podría escapar de un velocista ganador del
oro olímpico. Charlaron sobre el tiempo y la fiesta de fin de Año Nuevo en
el hotel. Conversaron acerca de un nuevo club en la Decimocuarta
Oriente. Llewellyn y Smitty tiraron la bomba y luego le dejaron lidiar a él
por su cuenta, mientras bebían agua embotellada y charlaban sobre sus
vidas.

Finalmente, después de que él se quedó mirando el tablero de corcho


—y esa única imagen diciendo tanto— por más tiempo de lo que muchos
podrían considerar normal, explotó, su rugido sacudiendo las ventanas y
el vidrio en las mesas.

El silencio, como es lógico, siguió hasta que oyó a Ronnie preguntar,


“¿Podrían ustedes dejarnos a solas un minuto?”

Se fueron sin hacer ruido, y las manos, que se estaban volviendo tan
familiares como las suyas propias, ahuecaron su cara. Ronnie le dio
vuelta para que él la pudiera ver. Una mirada en esos ojos color avellana
y Brendon la tomó en sus brazos, enterrando la cara en su cuello.

“¿Por qué no me lo dijo?”

Los brazos de Ronnie lo mantuvieron firme y respondió, “Porque él


está siendo un cabrón pasivo-agresivo. Pero hay esperanza.”

“Voy a pateare el culo cuando lo vea.”

“Llámalo. Dile que vaya al hotel. Te sentirás mejor una vez que sepas
que está a salvo. Alrededor de su propia especie.”

241
“Debería deja que lidiara con esto por su cuenta.”

Ella lo besó en la mejilla. “Nunca te lo perdonarás si algo le pasa. Los


dos sabemos eso.”

Él asintió con la cabeza, sabiendo que ella tenía razón.

“Así que llama al pequeño cabrón para decirle que traiga su flaco culo
de león al hotel.”

“Y a mi hermana.”

“Si tienes que hacerlo.”

Él la soltó para poder sacar el teléfono de sus pantalones vaqueros.

Dez entró en la habitación por una puerta independiente, con dos


botellas de agua. Miró a su alrededor mientras se acercaba a ellos.
“¿Dónde está todo el mundo?”

“Corrieron hacia la seguridad,” bromeó Ronnie.

Esos extraños ojos verdes-grises se estrecharon y Dez dijo, “¿Mace les


rugió a ustedes? Yo le dije que no siguiera haciendo eso.”

“No.” Ronnie dio unas palmaditas en el hombro. “Era Shaw.”

“Oh.” Dez pareció perder el interés inmediato, volviéndose y mirando


el panel de corcho que Mace y Smitty habían armado. Ella frunció el ceño
y señaló una foto de Mitch. “¿Quién es?”

242
Suspirando, cuando encontró el número de su hermano, contestó.
“¿Él? Ese es mi hermano.”

“No sabía que su hermano era un policía.”

Brendon miró a la imagen de su hermano en el uniforme de la Policía


de Filadelfia. Su foto de la graduación. La graduación y la carrera que
Brendon nunca había sabido.

“Sí. Yo tampoco lo sabía.”

243
Capítulo Catorce
Traducido por Techenita
Corregido por Mari

Brendon miró a su hermano paseándose en la suite que fue reservada


para él.

Con sus manos en los bolsillos y una postura arrogante, él miró a


Brendon. “¿Qué?”

“Tu dijiste que estarías en treinta minutos. Eso fue hace tres horas.”

“Estaba ocupado. ¿Qué es lo que quieres?”

De pie, Brendon caminó hacia la pequeña nevera en la esquina. Él


tomó una cerveza y ofreció una a su hermano. Mitch la rechazó.

“¿Ocupado haciendo qué?” Brendon preguntó, quitando la tapa de su


Heineken. “¿Negociando? ¿Quebrándole las rotulas a alguien?
¿Proxenetismo?”

Mitch se encogió de hombros. “Algo que no te interesa. Es por tu


propia seguridad, hermano”.

“Ya veo”. Tentado a usar la botella de cerveza, en su lugar, Brendon


usó su codo, tirando a Mitch al suelo. Con su pie firmemente plantado en

244
la parte posterior de su cuello, él dijo calmadamente, “Probemos otra vez,
Detective Shaw. ¿Qué es lo que has estado haciendo?”

“Joder,” Mitch gruñó mientras trataba de quitar el pie de su hermano.

“No, estoy seguro que no has estado follando. Estarías mucho más
relajado.”

“¡Suéltame, imbécil!”

“¿Soy un imbécil? ¿A caso sabes cuánto tiempo he creído que eras una
escoria que yo tenía que reformar?

“Claro. Ahora puedes presumirlo con tus amigos del club de yates.”

“Primero, idiota, no pertenezco a ningún club de yates. Segundo, ¿qué


te he hecho yo para que estés tan cabreado conmigo? He tratado, Mitch,
de verdad he tratado. Pero no importa cuánto lo intente, tú continúas
siendo un idiota.”

De repente, Mitch dejó de pelear. Se quedó quieto. “Yo nunca quise


nada de ti.” Dijo suavemente. “Nunca quise tu ayuda. No quiero tu
limosna. Quería demostrar que no te necesito.”

“Probado.” Brendon levantó su pie del cuello de Mitch y dio un paso


atrás, alejándose.

“No me necesitas. No necesitas a Marissa. Eres un ejército tú solo.


Bien por ti.”

245
“Al principio.”

Brendon se giró y miró a su hermano menor, que se levantaba del


suelo. A veces era como verse en el espejo, pero Mitch no tenía tanto
pelo castaño en su melena todavía. Lo tendría pronto cuando esté más
crecido. “¿Al principio?”

“Al principio yo iba a demostrarte todo. Demostrártelo para la cena de


Acción de Gracias con mi placa de oro y la actitud suficiente para ahogar
a una morsa.”

“¿Y?”

“Estaba trabajando de encubierto. Yo me hice parte de un caso.


Mafiosos irlandeses. De la vieja escuela. Cielos, Bren, Hice cosas… vi
cosas.” Mitch sacudió su cabeza y se dio la vuelta. “Al final, era más
seguro que ellos no supieran de tu existencia o la de Marissa. No quería
que tuvieran ninguna ventaja sobre mí. No me preocupé por mamá. Su
fortaleza es veinte veces más grande que la de cuatro machos Alfa. Pero
Marissa no tiene esa fuerza… no podía arriesgarla. Tampoco a ti. Dejé que
pensaras que era una escoria. Así era más fácil que ustedes dos
estuvieran lejos de mí.”

Brendon tragó el nudo en su garganta. “Dos policías estaban


buscándote la otra noche.”

“No. Ellos no estaban buscándome. Estaban vigilándote a ti.” Mitch se


rió. “Pobres hombres. Primero le das una paliza en el hospital, luego tu
novia y su grupo de lobas les sacan la mierda. Ellos me hicieron un favor,

246
pero estoy casi seguro que sus esposas no me volverán a invitar a cenar
pronto. Son chacales y no muy amigables como parecen.”

“Entonces, ¿Ellos no intentaron arrestarte?”

“No. Escuché que estuviste en el hospital antes de que Marrisa me


hubiera llamado.” Mitch dio un profundo respiro. “La verdad es, Bren, que
se supone que estaría en custodia preventiva ahora mismo. Daría
testimonio en algunos meses, y la justicia me pondría en este pequeño
hotel de mierda con otros tres policías. Humanos. No podía soportarlo. No
podía irme, el cuarto era pequeño, el olor de esos humanos algunos días
era…” Él sacudió su cabeza con el recuerdo. “Demasiado. Unos cuantos
días más y ellos podrían haber sabido exactamente qué era yo. Me fui. He
estado en Nueva York desde entonces. Dije a Monahan y Abbott que te
vigilaran a ti y a Rissa tan pronto yo estuviera en custodia preventiva.”

“¿Por qué?”

“La gente que he delatado… estaba preocupado que ellos pudieran


encontrar algo sobre ti. Asustado que ellos te usaran para llegar a mí.”

“¿Y qué pasa con el juicio?”

“La fiscal es una de nosotros. Una leopardo. Ella sabe dónde estoy y
cómo ponerse en contacto conmigo. Dijo que sabía que no duraría ni
cinco minutos en ese hotel. Pero casos como estos toman meses si no
años para llegar a juicio. Ellos no pueden esperar que yo me quede
encerrado por todo ese tiempo. Estoy mejor cuidando de mí mismo.”

247
Mitch pasó las manos por sus cabellos. “Lo siento mucho, Bren. Nunca
quise…”

“Olvídalo”. Y Brendon lo dijo en serio. “Ya pasó. Ahora lo sabemos y


podremos planear qué hacer de aquí en adelante.”

“No te quiero involucrado, Brendon.”

“Cállate, Mitch.” Brendon se sentó en el sillón. “Solamente… cierra la


boca. Es tarde para que me protejas. Es tarde para que protejas a Rissa.
Te quedarás aquí. Haremos un perímetro de seguridad. Mace Llewellyn y
Smitty pueden conseguir a nuestra gente. Nuestra propia especie. Hasta
que todo esto termine, hasta que tú termines con el juicio, no tenemos
opción.” Brendon lo miró. “No quiero perderte, hermanito.”

La puerta de la suite se abrió y Marissa entró, cargando una maleta


con un cambio de ropa.

“Bueno, estoy aquí como ordenaste.” Ella frunció el ceño, viendo


fijamente a los dos. “¿Qué? ¿Qué está mal?”

Brendon suspiró. “Estoy enamorado de una mujer-lobo y Mitch es un


policía encubierto, los mafiosos están constantemente tratando de
encontrarlo y matarlo. Ellos probablemente tratarán de matarnos a
nosotros también porque somos su familia.”

Marissa dejó caer el equipaje, tenía la cara blanca por el shock.


Lentamente caminó más cerca de los dos hombres. Apenas miró a Mitch,

248
empujándolo fuera del camino, mirando fijamente a Brendon. “¿Cómo
diablos te enamoraste de una mujer-lobo?”

Los hermanos se miraron mutuamente… y sonrieron.

***

“¿Estas segura, cariño?”

Ronnie Lee sonrió a Sissy Mae cuando su amiga caminaba hacia ella.
Sabía que eventualmente Sissy vendría a buscarla. Han sido compañeras
de viajes por tanto tiempo, que conocían el estado de ánimo de la otra
como el suyo propio. Ahora las dos amigas estaban paradas afuera de un
lujoso hotel de Nueva York, en el frío penetrante, a punto de dar un
nuevo giro a sus vidas —en las buenas y en las malas.

“Llamé a mamá esta noche.” Ronnie admitió.

“Dios, mujer. ¿Por qué hiciste eso?”

“Por masoquista, supongo.”

“Eso creo.” Sissy se apoyó en una pared cerca de ella. “¿Ella te dijo si
tus hermanos están de camino para acá esta noche?”

Ronnie hizo un suspiro largo y fuerte. “No. Ella no mencionó eso.”

249
“Probablemente quería que fuera una sorpresa.” Probablemente.
Ronnie había notado la tensión en la llamada telefónica, su madre sabía
que algo estaba pasando. Seguramente sus hermanos encontrarían la
información y la buscarían. Luego ella discutiría con Ronnie sobre ello.

Una vez que sus hermanos llegaran aquí, la fiesta con Shaw se habría
acabado. Ella no los había visto esta noche, pero ellos estarían sobre su
trasero en la mañana. Según sus cálculos, tendría una buena noche más
con su león, luego debería apartarse. Esto le daba una excelente excusa.
Por lo menos es lo que ella se decía a sí misma.

“¿Te dijo que eras un caso perdido y que no servías para nada?”

“No. Esta vez era que no me importaba lo suficiente para llamar en


navidad y cómo podía ser tan mala con papá. Oh. Y luego un montón de
suspiros.”

“Siempre hay muchos suspiros cuando a tu madre se refiere. ¿No lo


sabías? El peso del universo recae en esos hombros.” Sissy Mae empujó
con su hombro el de Ronnie. “Ella te ama, Rhonda Lee. A su manera,
como-una-malvada-serpiente, todos-están-en-su-contra.”

“Sí, creo que ella lo hace.”

“¿Qué le contarás sobre Shaw?”

“Nada, ¿Por qué?”

250
“¿Qué quieres decir con por qué? Tendrás que decirle algo a tu madre.
El hombre está tan enamorado de ti, que no puede ni ver con claridad.”

Ronnie siempre había sido la racional. La que nunca se emborrachaba,


siempre decía, “¿Seguro que queremos hacer esto?” Pero claramente
toda esa maravillosa racionalidad se fue volando por la ventana cuando
ella balanceó su primer golpe a la cara de Sissy.

Sissy Mae atrapó el golpe. En un instante, sus ojos cambiaron de


humanos amigables a Lobo Alfa mientras empujaba a Ronnie contra la
pared. Convertirse en Hembra Alfa no era para nada fácil, al igual que
convertirse en Macho Alfa. Necesitas el ingenio y la habilidad para tomar
decisiones rápidas. Necesitas ser capaz de atemorizar a la gente. Cuando
Sissy se acercó a Ronnie mostrando sus colmillos blancos como perlas,
gruñendo brutalmente, Ronnie supo que se había pasado de la raya.

Volviendo la cabeza de lado, ella se presionó contra la pared,


encogiéndose cuando Sissy estaba a un pelo de su cara, gruñendo y
mordiendo. Dejando claro quién era la Hembra Alfa y quién era
solamente la Beta.

Ronnie mantuvo su mirada baja y su cuerpo sumiso. Si ella tuviera


una cola, ésta se encontraría entre sus piernas. Cuando Sissy Mae sintió
que ella se encogió lo suficiente, soltó la mano de Ronnie y retrocedió.

“Algún día tendrás que contarle a tu madre acerca de Shaw. Primero,


porque tus hermanos se darán cuenta que un gran gato se frota contra ti

251
ronroneando. Segundo, el muchacho no se alejará de ti pronto, Ronnie
Lee. Y puede que te acostumbres a ello.”

Ronnie no sabía si ella momentáneamente odiaba a su amiga por


hacerla acobardarse… o por tener la razón.

***

Después de cinco horas enteras discutiendo. Brendon perdió la


paciencia y se fue de la suite. Mitch y Marissa no se dieron cuenta.

Dormir. Unas pocas horas de sueño y él sabía que se sentiría mucho


mejor y la maldita pelea carecería de sentido. Porque después de arbitrar
entre esos dos, no le encontró sentido.

Entró en el departamento y fue directo a la cocina. Empujando la


puerta giratoria, Brendon se congeló.

Ella estaba sentada en mostrador, con una revista abierta, una pila de
M&M’s a la par. Lo que encontró más preocupante era cómo los separó
por colores. Negros y rojos en una pequeña pila, en pequeños pares.
Verdes en otras. Amarillas y naranjas en otras. Azules no, algo que lo
hizo pensar que los puso de nuevo en la bolsa o se los comió. Nada como
una ligera loba obsesiva-compulsiva para hacer la vida interesante.

“Estas aquí.” ¿Dios, es lo mejor que puedes decir, idiota?

252
Ella ni siquiera quitó la vista de la revista. “Así es. Parece que sí, ¿no
es verdad?” Ella cambió la página. “Si quieres que salga corriendo, todo
lo que tienes que hacer es decirlo. Ambos sabemos que no necesitas
mucho para hacer que me corra.”

“Quédate si quieres. Vete si lo deseas.”

¿Qué demonios le pasaba a este hombre? ¿Por qué diablos él estaba


fastidiándola? No quería que Ronnie se fuera. Nunca. ¿Puede ser porque
ha gastado cinco horas peleando con su gemelo? ¿Entonces, por qué la
empujaba hacia la puerta ahora?

Ronnie levantó la vista de la revista. “¿Vas a ser un idiota el resto de


la noche?” Preguntó calmadamente.

“Ya sabes,” respondió sarcásticamente, “Eso creo. Así que siéntete


libre de no estar aquí.”

Ya está. Le dio una salida. Ahora ella se podría ir y él podría ser más
miserable. Buen plan, Bren.

Ronnie cerró la revista y se deslizó de la superficie. Andaba con un par


de shorts raídos y una camiseta de Coors Beer. La mujer realmente sabía
cómo usar ropas que la mayoría de las mujeres ni muertas se atreverían
llevar.

A pocos pasos estuvo enfrente de él. Miraba dentro de sus hermosos


ojos y no vio lágrimas ni dolor. Ella no parecía lastimada. Más bien

253
divertida. Pero antes de que pudiera hacerse una idea, su puño se estrelló
contra su mandíbula, golpeando su cabeza hacia un lado.

“Hijo de puta—”

Acercándose a su oreja mientras él se masajeaba la cara magullada y


maldecía hasta por los codos. “Háblame así otra vez y perderás una de
tus bolas de león, de las que estás tan orgulloso, grandulón.” Su frente
rozó la mandíbula lastimada. “Ahora tendrás que convérseme para que
me quede. ¿Tienes las bolas para hacer que me quede, Brendon Shaw?”

Sin decir más, ella lo empujó y salió de la cocina. Tal vez fuera de su
vida.

Y no había forma en el infierno de que él la dejara ir nunca.

***

Típico cambio de macho. Ellos manejan el estrés de la peor forma.


Especialmente cuando se trata de sus parientes. Su padre solamente
estaba de verdadero mal humor cuando peleaba con su madre. Algo
acerca de que ella presionaba todos sus botones de malhumor. Sin
embargo, después de una buena pelea, sus hermanos a menudo tenían
que arrastrar a Ronnie fuera de la casa a ver una película —o dos— hasta
que todos sentían que era lo bastante seguro para regresar a casa.

254
Ronnie estaba llegando a la puerta cuando Shaw se encontró con ella.
Su gran cuerpo se puso enfrente, bloqueando su camino hacia la salida
del departamento.

Apenas pudo dejar de sonreír en el momento.

“¿Te vas a mover?” ella preguntó.

“Nop.”

Ronnie se alejó de él, liberando sus garras. “Esto no será bonito,


Shaw. Tuve un pequeño disgusto con Sissy Mae esta noche y no soy la
divertida loba de costumbre.”

“Te pateó el culo, ¿verdad?” murmuró, ignorando el gruñido molesto y


tirando su chaqueta de cuero a un lado. “Lamento haberme perdido eso.
Especialmente si ustedes estaban desnudas y hay aceite o lodo
involucrado. Ahora ven acá.”

“Ya te gustaría que fuera así de fácil,” ella dio varios pasos hacia atrás.
“Me quieres, grandulón, será mejor que vengas a buscarme.”

Olvidando —otra vez— que los leones tienen un gran salto, ella casi no
pudo moverse a tiempo. Se desplazó cruzando su sala, evadiendo
fácilmente los muebles, se dirigió al pasillo. Él no hizo ningún sonido
cuando se movió hacia ella, pero la única cosa que Ronnie sabía sobre los
leones era que las hembras se encargan de la caza. Los machos llegaban
para el mordisco fatal y alimentarse. De otra forma, puedes encontrar sus

255
perezosos culos durmiendo en la sombra mientras que las hembras hacen
todo el trabajo.

Shaw llegó por ella, y Ronnie se agachó debajo de él, tomando la


dirección contraria.

“Tu pequeña…” Ella rió, amando la persecución. Necesitando sus


ridículos jugueteos para quitar de su mente todo lo demás.

Se encontró con ella, y Ronnie sintió el aire moverse cuando los brazos
de él se balancearon para agarrarla. Cayó sobre sus rodillas y Shaw cayó
justo cerca de ella, aterrizando con un golpe doloroso. Se detuvo lo
suficiente para mirarlo a los ojos. La observaba claramente sorprendido.

Lamiendo sus labios, ella susurró, “Tendrás que ser más rápido que
esto, gatito.” Luego saltó sobre sus pies, brincando sobre él, llegando al
otro extremo del ridículamente enorme apartamento. Su rugido sacudió
las paredes, y Ronnie se movió más rápido, sabiendo que él estaba justo
detrás del ella. Sabiendo que la iba agarrar.

Ronnie entró en una de las habitaciones sin usar, cerrando la puerta


detrás de ella. Iba entrando al cuarto de baño cuando la puerta de la
habitación se abrió de golpe. Tuvo la sensación que el hombre la había
arrancado de las bisagras.

Ella pasó por el cuarto de baño a la habitación contigua y salió por la


puerta. Pero Shaw no la había seguido, se devolvió en sus pasos hacia la
otra puerta, y corrió justo a sus brazos.

256
La empujó hacia la pared opuesta, su boca aplastando la suya,
mientras sus manos cuidaban que sus garras no lo tocaran. Ella peleó con
él. No era una pelea falsa. Pateó, mordió y supo que lo lastimaba por sus
gruñidos de dolor.

Ella saboreó la sangre y supo que sus colmillos habían raspado duro.

Jadeando, él se apartó, la agarró con fuerza de la cintura, y salió


corriendo por el pasillo. Pensó que la llevaría a su habitación, así él
tendría sus sucios y desagradables juegos con ella —al menos eso era lo
que ella esperaba— pero aparentemente la cocina estaba más cerca.

Empujó a través de la puerta giratoria, y lo siguiente que vio Ronnie,


era que la tenía boca abajo sobre el mueble de la cocina

***

Un labio ensangrentado, una mandíbula lastimada y unas cuantas


costillas magulladas. Parecen un pequeño precio a pagar por tener a
Ronnie Lee Reed inclinada sobre la isla en medio de la cocina.

Ella todavía tenía sus garras afuera e insistía en levantarse para seguir
peleando. Sonriendo, Brendon presionó su rodilla entre sus piernas,
forzándolas a separarse y levantándola un poco, así no tendría

257
oportunidad de golpearlo en sus testículos —otra vez. Él puso la mano
abierta contra su espalda, manteniéndola quieta en el lugar.

Con la mano libre rozó la mandíbula palpitante. “Tienes un buen


derechazo, sexy.”

“Muy amable, gracias.”

“Fuiste un poco ruda conmigo, ¿no es así?”

Ella se rió mientras sus garras se clavaban en la encimera de mármol,


tratando de apartarse debajo de su mano “¿Estas bromeando? Tú viste
cada uno de esos golpes venir.”

“Tienes razón. Fui un verdadero idiota contigo.” Brendon movió su


mano, estirándose tras ella, apoyándose en su espalda. Ronnie se tensó
debajo de él.

“Lo siento, Ronnie,” el susurró en su oído. “Lamento haber sido un


idiota.”

Se quedó rígida por unos momentos y esperó a que ella empezara a


forcejear.

En lugar de eso, dejó escapar un suspiro y volvió su cabeza para


mirarlo. “No lo hagas otra vez.”

“No lo haré.”

“Porque la próxima vez no seré tan amable.”

258
Él se estremeció, imaginando cuál sería el significado de eso. Luego
Brendon decidió que no quería saber y esperaba no averiguarlo.

“Lo tendré presente.”

“Hazlo.”

Acarició su barbilla. “Entonces, ¿me perdonas?”

“Si debo hacerlo.”

“Debes hacerlo.” Besó su frente y su mejilla. “Me gusta tenerte cerca,


Ronnie. No quiero que estés molesta conmigo.”

“Entonces no me cabrees,” dijo con una sonrisa.

“Te prometo que trataré de mantener el cabreo al mínimo.”

Ella soltó un bufido. “Por lo menos eres realista.”

“Me gustan los objetivos factibles.”

Ella se presionó contra él, su trasero frotándose contra su polla dura.


“¿Todavía tienes aquel condón que íbamos a usar si llegábamos al
Guggenheim?”

“Es un hecho…” Brendon buscó en su bolsillo trasero y lo tiró sobre la


encimera.

259
Ronnie movió su mano hacia atrás y agarró su polla a través de los
vaqueros. “Yo digo que averigüemos qué tan resistente es esta elegante
encimera.”

Brendon apartó su mano antes de que ella lo hiciera correrse en sus


pantalones. La mujer tenía unos dedos perversos. Tomó ambas manos,
las puso sobre la encimera y las mantuvo ahí con las suyas.

“Todo a su tiempo, Ronnie.”

Ella le devolvió la mirada y mordisqueó su barbilla. “Esperaré, pero es


mejor hacer que valga la pena.”

***

Ronnie se inclinó hacia adelante, descansando su mejilla sobre la


encimera de mármol frío. Shaw soltó sus manos y pasó sus dedos por sus
brazos, sobre sus hombros y recorriendo su espalda.

“Mantén tus manos en la encimera.” Ordenó mientras alcanzaba su


cintura y le quitaba el pantalón corto. La mezclilla rasgada cayó al suelo,
y él gimió mientas sus manos abiertas tocaban su culo desnudo.

“¿Sin bragas? Eres toda una cosita caliente, ¿no es así, Ronnie Lee?”

260
“Nunca he sido una gran fan de perder el tiempo. Aparte. Eres un
destructor. Una mujer puede perder sus mejores bragas con un hombre
como tú destrozándolas todo el tiempo.”

Shaw acarició con las manos su trasero, y ella arqueó la espalda. El


hombre tenía las mejores manos. Ásperas e insistentes la mayor parte
del tiempo, pero él sabía cuándo acariciar de nuevo y cuándo ella
deseaba que lo hiciera.

“Buen punto,” murmuró, y escuchó cuando él desabrochó sus


vaqueros. Su polla salió tan rápido, que ella sabía que no se había
molestado en bajar sus pantalones. Oyó el sonido de la envoltura del
condón arrugada y luego su rodilla presionando sus piernas para
separarlas más.

Ronnie se preparó, sabiendo que la primera vez con Shaw siempre


tenía un límite de dolor para hacerlo interesante. Dos grandes dedos se
deslizaron entre sus piernas, y ella jadeó cuando los empujó dentro de su
coño.

“Cielos, Ronnie. Estás tan mojada.” No podía responder, sólo gruñía


mientras sus dedos salían y volvían a entrar. “Y caliente,” susurró contra
su pelo. “Tan malditamente caliente.”

Ella se empujó contra su mano, amando la forma en que su cuerpo se


tensaba cuando dejó claro lo que quería.

261
Su mano se retiró repentinamente y Ronnie gimió, sintiendo la pérdida
hasta que su polla remplazó los dedos y las caderas de Shaw golpearon
hacia adelante, penetrándola en un largo y duro golpe.

Se frotó contra su espalda, su polla estaba firmemente en su interior,


Shaw se apoyó en ella, los dos jadeando sobre la encimera de mármol.
Sus manos descansando en su cuerpo, sus dedos rasguñando la piel.

Él esperaba y ella no sabía por qué. No quería que esperara más.


Quería que se moviera.

Ronnie inclinó su cabeza hacia atrás, frotándose contra su mejilla, su


nariz acariciando su barbilla. Luego mordió su mandíbula, fuerte, y Shaw
le mostró los colmillos.

Su mano izquierda se deslizó por su pelo, tirando su cabeza para atrás


y dejando su cuello expuesto mientras su cuerpo se balanceaba sobre el
de ella. Cerrando sus ojos, Ronnie dejó que la sensación de su polla
forzándose en su interior una y otra vez la llevara donde quería estar.
Perdida en las sensaciones que sólo Shaw era capaz darle. Su cara
enterrada contra su cuello, duras y jadeantes respiraciones en su piel
mientras él la cabalgaba con fuerza. Sus dedos le soltaron el pelo lo
suficiente para tener un mejor agarre de éste y con más fuerza.

Dejando que sus instintos se apoderaran, Ronnie se arriesgó a perder


un poco de pelo para inclinarse un poco hacia atrás y presionarse contra
Shaw otra vez. Ella ni siquiera se había dado cuenta que tenía sus
colmillos afuera hasta que ellos rozaron su labio.

262
Con un corto y poderoso rugido, Shaw la empujó hacia adelante y
puso su cabeza de lado, agarrando su hombro con los dientes. Típico
movimiento de predador para evitar que una amante peligrosa causara
daños mortales permanentes.

Pero Ronnie se estremeció cuando sintió que los colmillos de Shaw


profundizaron más allá de su camiseta, en su piel. Sus ojos se abrieron
con sorpresa cuando ella se dio cuenta, muy tarde, de lo que él estaba
haciendo.

“¡Espera!”

O bien él no la escuchó o no le importó porque los colmillos


desgarraron la piel y el músculo, hundiéndose profundamente en su
hombro y manteniéndola en su sitio mientras él la follaba duro y sin
ninguna misericordia.

Su corazón se aceleró mientras su estómago se contraía, y Ronnie


gritó, tratando de soltarse. Shaw mordió más profundo, un pequeño
gruñido de advertencia, dejando claro que no la dejaría ir. Su loba interior
dejó de pelear, lo suficientemente inteligente para reconocer a su pareja,
aún si Ronnie no lo hacía.

La mano libre de Shaw se deslizó entre sus piernas y se quedó quieta,


dejando que sus embestidas empujaran su clítoris entre sus dedos.
Incluso mientras ella luchaba, aunque trataba de que no pasara porque
sabía que eso sería el último clavo en su ataúd, el orgasmo atravesó su
sistema como una venganza.

263
Gritando, Ronnie explotó. Sus garras rasgaron la encimera de mármol
dejando surcos profundos, y su cuerpo se sacudió por la fuerza del
clímax.

Finalmente Shaw soltó su hombro y rugió fuerte su orgasmo. Todo su


cuerpo se estremeció detrás de ella y su agarre se apretó alrededor de su
cuerpo.

Acostados sobre la encimera, los dos jadeaban y no se dijeron nada.

Ronnie no sabía qué decir. ¿Qué le dices a un hombre que acaba de


hacerte suya para la eternidad?

Especialmente cuando ella tenía la sensación que el gran-idiota-de-


melena ni siquiera se dio cuenta.

264
Capítulo Quince
Traducido por Kisbel
Corregido por Mari

Sólo el sonido de sus duras respiraciones llenaba la gran cocina.


Brendon todavía descansaba contra ella y podía sentir cómo su cuerpo
temblaba debajo de él con cada áspero jadeo.

Mía.

Era el único pensamiento que seguía sonando en su cabeza. Una y otra


vez.

Mía.

Ella siempre será suya. Así como él siempre será de ella.

Los labios de Brendon se curvaron en una sonrisa y la acercó aún más.


Ella es mía.

“Suéltame, Brendon.”

Guau. Eso no sonaba bien. Especialmente porque usó su primer


nombre. Nunca lo llamaba por su primer nombre. Y nunca había sonado
tan fría. Nunca.

“Ahora. Suéltame, ahora.”

265
Lentamente, Brendon se enderezó y se alejó suavemente. Dio un paso
atrás, rápidamente desechando el condón y metiéndose a sí mismo
nuevamente en sus pantalones.

Ronnie se alejó de la encimera y se agachó para recoger sus shorts. La


vio ponérselos silenciosamente, se dio la vuelta, y salió de la cocina. En
todo ese tiempo ella nunca lo vio, y no dijo ni una palabra.

Él la siguió mientras que ella caminaba hacia la puerta principal, la


abrió, y caminó hacia el elevador. Presionó el botón de llamada y las
puertas inmediatamente se abrieron. Dio un paso adentro, pulsó el botón,
y finalmente lo miró.

Confundido y con un poco de pánico, preguntó. “¿Qué estás haciendo?


Prometiste decirme si ibas a irte por un tiempo.”

“Tienes razón, lo hice.” Ella se encogió de hombros. “Europa.”

Negándose a creer que escuchó correctamente, espetó. “¿Qué?”

“Europa. Me voy a Europa. Adiós.”

Entonces las puertas se cerraron justo en su cara.

***

266
Ronnie cruzó el vestíbulo principal, sus ojos enfocados en el piso. Ella
necesitaba irse. Necesitaba correr. Tenía que hacer algo, porque quedarse
aquí y afrontar esto. No, ella no podía enfrentarlo.

Abrió la puerta del hotel y salió afuera. Después de pasar más allá del
portero, quien ayudaba a unos recién llegados. Paró en la esquina. Podría
haber estado ahí minutos u horas. No lo sabía.

“Puede que desees ponerte zapatos.”

Ronnie miró abajo a sus pies y vio que no sólo no llevaba zapatos, sino
que todavía tenía unos shorts y una camiseta. No era de extrañar que
tuviera frío.

Ella miró la atractiva cara de Mitch Shaw.

Preocupado, él pregunto, “¿Cariño, estás bien?”

“Me voy. Antes de quedar atrapada más de lo que estoy. Me voy.” Ella
espetó.

“¿Te vas? ¿Ahora? ¿Estás segura que es una buena idea?”

“Yo siempre me voy.” Se dirigió hacia la calle.

“¿Pero por qué? Tú y Bren—”

“No. No.” Ella se detuvo y se giró hacia él, golpeando sus manos
contra su pecho como le había hecho a su hermana. A diferencia de su
hermana, Mitch no se movió. Ni siquiera un centímetro. “Yo y ‘Bren’

267
nada”. Me voy antes de empezar a conducir una minivan y preocuparme
por el sistema educacional.”

“No puedes dejarlo.”

“Bueno, ¡Dios sabe que no puedo quedarme!” Ella sabía que sonaba
histérica. Las personas en las calles de Manhattan estaban mirándola. Y
se necesita bastante para llamar su atención.

Negando con su cabeza, avergonzada, Ronnie se marchó, con Mitch


detrás de ella.

“¿Por qué estás siguiéndome?”

“Voy a caminar contigo. De todas maneras estaba yéndome.”

Ronnie se detuvo y se giró de nuevo, Mitch chocó con ella. Si él no la


hubiera agarrado, habría caído al suelo después de colisionar contra todos
esos músculos.

Ella inmediatamente notó el bolso en su hombro. “Tú también te vas.”

Él pareció algo avergonzado. “Sí. Marissa y yo tuvimos una pelea. Ella


se enfureció y… pensé que tal vez si—”

“¿Salías corriendo?”

Los ojos dorados se estrecharon. “Yo no te veo quedándote.”

268
Sin responder, Ronnie se giró nuevamente y comenzó a caminar. Ella
no quería tener esta conversación. No quería hablar sobre esto. Quería
irse. Quería irse lejos. Tan lejos como fuera posible.

“Ronnie, espera.” Mitch la agarró por el brazo. “Disculpa, espera. Lo


siento.”

“Él te ama, Mitch. No puedes irte sin decírselo.”

Mitch se rió por lo bajo. “Él te ama también.”

Ella sacudió su cabeza. “No puedo escuchar esto. No puedo—” Trató de


soltar su brazo, pero Mitch no la dejó.

“Hagamos esto.” Su mano libre tomó su barbilla, sus dedos


acariciaban su mejilla. Conocía ese movimiento. Él estaba tratando de
calmarla. Calmando al perro chillón antes de que comience a ladrarle a
los vecinos.

“Volvamos adentro,” ofreció, “y hablemos. Voy a comprarte un


chocolate caliente. No vamos a ningún lado hasta que hablemos. ¿Vale?”

Ella sabía que debía largarse, pero no quería ver a Mitch irse también.
No sería justo para Shaw. “¿Tú te quedarás?”

“Si tú te quedas.”

No podía dejar que Mitch saliera corriendo nuevamente. Shaw


enloquecería si su hermano menor se marchara otra vez. “Okay.
Solamente por el chocolate caliente.”

269
Mitch sonrió abiertamente, se parecía tanto a Shaw que hizo que su
corazón doliera. “Sí. Aunque deberíamos conseguirte zapatos antes de
irnos. Caminar por Nueva York en diciembre sin zapatos… probablemente
no es una buena idea.”

Él la dirigió hacia el hotel, llevándola al interior de un pequeño


restaurante escondido detrás de los más deslumbrantes lugares
populares. Se sentaron y una camarera les dio la carta para tomar sus
pedidos de bebidas. Una vez que él se alejó, Mitch le frunció el ceño. “Te
ves como si estuvieras congelándote".

“¿Congelándome? No realmente.” Pero sus dientes castañearon


cuando habló.

Dando un resoplido de irritación, Mitch tomó su chaqueta y la puso


alrededor de los hombros de Ronnie.

“Dime qué ha sucedido, Ronnie.”

Ella se encogió de hombros en su chaqueta, apretándola más a su


alrededor. “Nada.”

“Ronnie, él te marcó. Puedo olerlo en ti.”

Colocando sus hombros en la mesa, Ronnie descansó su cabeza en sus


manos.

“¿Eso no es lo que querías?”

“Habría sido genial si él me lo hubiera preguntado.”

270
“Cierto. ¿Pero un lobo preguntaría? ¿O habría tomado su vida en sus
manos y esperado lo mejor?”

Ronnie bajó sus manos de la mesa, moviéndolas cuando la camarera


dejó su enorme taza de chocolate en frente de ella. Con un gigante
malvavisco justo encima.

“¿No lo ves, Mitch? Estoy atrapada ahora. Tengo que decirle a donde
voy. Cuando volveré. Si soy arrestada.”

Mitch parpadeó y se recostó en su silla. “Um… ¿eres arrestada con


frecuencia, cariño?”

“¿En este país? No realmente.”

“Eso es bueno saberlo. ¿Pero no querrías que alguien pague tu fianza


cuando te arresten?”.

“Para eso está mi Manada. Y no necesito darles actualizaciones


constantes sobre mi paradero.”

“Cierto, pero ahora tienes a Bren. Piensa en ello como en un par extra
de ropa interior térmica. A veces te encuentras en una situación donde
realmente necesitas dos.”

Ronnie empezó a sorber su taza de chocolate pero se detuvo y bajó la


taza. “Cariño, esa es una de las analogías más estúpidas que he
escuchado nunca.”

271
Él se encogió de hombros. “Dame un respiro. Estoy improvisando
aquí.” La cara de Mitch se volvió solemne. “La conclusión es, cariño, que
romperás su corazón si lo dejas.”

“Los gatos no se emparejan de por vida.”

“¿Quién te dijo eso?”

“National Geographic y Discovery Channel. Los machos van y vienen,


saltando de Manada en Manada. Y los lobos no compartimos nada
excepto nuestra comida, pero hasta con eso nos peleamos.”

“Todo eso es absolutamente cierto… para los gatos que viven en


grupos de doce y residen en Serengeti. La última vez que miré, esto era
Nueva York y Bren y yo tenemos otros cincuenta o sesenta años para
rellenar. Sé que Bren quiere compartirlos contigo. Y ninguno de nosotros
tiene la intención de pasar el resto de nuestras vidas alrededor de un
montón de mujeres que apenas nos soportan.”

“Él sólo me quiere porque me quedé esa noche. Los demás se fueron y
yo me quedé.”

“Ese no es el porqué. Él está agradecido por haberte quedado esa


noche. Te quiere porque te ves genial en esos shorts.” Mitch sonrió
cuando ella rió. “Y te ama porque tú lo haces feliz. Nunca lo había visto
con esa gran sonrisa de idiota.”

“Él me hace sentir…” Ronnie paró y miró detrás de la mesa.

272
“¿Qué, Ronnie? ¿Qué te hace sentir?”

“Es lo que no me hace sentir, ese es el problema.”

“¿Y eso es?”

Ella tomó aliento. “Inquieta. Nunca siento que me tengo que ir cuando
estoy con él. Nunca despierto en la mañana con un pie fuera de la cama.”

“Y eso es un problema porque…”

“Porque yo siempre me voy. Ahora sólo quiero quedarme, y eso está


enloqueciéndome.”

“Tú estas enloqueciendo porque tu vida está cambiando para bien. Si


no estuvieras perdiendo la razón yo estaría preocupado.” Él tomó un gran
sorbo de su chocolate caliente. “¿Qué tal si te propongo un trato?” Mitch
sugirió suavemente.

“¿Qué trato?”

“Tú te quedas… y yo me quedo. Al menos por un tiempo.”

“No debería importarme si te quedas o te vas. No debería


preocuparme en cómo lo afecta en absoluto.”

“Pero lo haces, Ronnie. Y eso está bien.”

“Bien.” Ronnie puso su taza a un lado. “Me quedaré.”

273
“Bien. Ahora vamos a encontrarlo antes de que destroce el maldito
hotel buscándote.”

***

Revisó su cuarto. El lobby principal. Hasta en un par de restaurantes.


Pero ella desapareció.

Demonios. Lo había dejado.

Ahora tenía que estar aquí lidiando con Sissy Mae Smith. Otro hombre
ya la habría matado.

“Pensemos… ¿Donde podría haber ido? ¿Se llevó su pasaporte?”

“No tengo idea,” respondió.

“No tienes idea.”

Eso estaba irritándolo. Ella seguía repitiendo todo lo que él decía.

“¿Te dio una pista de adónde podría ir?”

“Dijo Europa.”

Dio un toque con sus dedos contra el mueble de roble sólido de la


recepción. “Europa.”

274
Brendon dejó caer sus codos en el escritorio y apoyó la cara en sus
manos.

“Ya, ya, cariño. No llores. La encontraremos eventualmente.”

“No estoy llorando. Estoy tratando de detenerme para no arrancarte


las cuerdas vocales.”

Sorprendentemente, ella rió. “Mi Dios, Brendon Shaw. Eres la cosa


más dulce cuando estás enojado.”

Cuando ella pellizcó su mejilla, todo lo que él pudo hacer fue reír.

Sissy Mae miró sobre su hombro. “Mira. Allí está.”

Brendon volteó. Primero sintió alivio, seguido por unos celos cegadores
al ver a su hermano caminando a su lado. Ella incluso tenía puesta la
preciada chaqueta de cuero del bastardo. Mitch nunca había dejado a
nadie usar esa chaqueta —hasta ahora.

“Mmmm,” Sissy Mae reflexionó. “Me pregunto dónde han estado esos
dos durante todo este tiempo.”

Una pequeña parte racional de él sabía que Sissy estaba metiéndose


en su cabeza; basado en las historias de Ronnie, sabía que eso era lo que
ella hacía por diversión, como algunas personas tejían o jugaban video
juegos. Eso no detuvo que lo celos surgieran y lo ahogaran.

Brendon acechó al par, ignorando la sonrisa que Ronnie le dio, la cual


rápidamente se convirtió en un ceño fruncido.

275
“¿Qué demonios está sucediendo?” Él no miró a Ronnie, sólo se
concentró en Mitch.

“Nada, hermano mayor. Sólo… tu sabes…” Mitch colocó sus manos en


los hombros de Ronnie y luego acarició sus brazos. “Tratando de hacer
sentir mejor a Ronnie.”

En ese instante, todo se fundió en ese momento. El ataque, la verdad


sobre Mitch, Ronnie huyendo de él —todo se estrelló en Brendon ahí
mismo, dejándolo con una rabia que no había sentido desde los días
salvajes corriendo las calles del Sur de Philly con su gemela.

Cuidadosamente, Brendon levantó a Ronnie y la quitó del medio, no


haciendo caso de las palabras que ella le decía para calmarlo. Entonces
cerró de golpe sus manos en el pecho de Mitch, enviando a la pequeña
mierda a un metro y medió atrás.

“Tal vez eres un idiota,” Brendon gruñó. “Tal vez tienes algo de daño
cerebral.” Empujó a su hermano de nuevo. “Cualquiera sea la mierda que
sucede contigo, necesitas recordar que ella es mía.”

Mitch bajó la cabeza y le gruñó a Brendon, tirando atrás sus labios


sobre sus brillantes y blancos colmillos. “Entonces, quizás, hermano
mayor, tú deberías aprender cómo mantener a tu mujer sin necesitarme
para que lo haga por ti.”

La rabia de Brendon se centró y se estrechó en un punto fino y afilado,


como el león que era, él fue por la garganta de su hermano, sin

276
importarle todos los rugidos y gruñidos en el medio de su hotel cinco
estrellas.

***

“¿Qué le dijiste?”

Sissy le dio una inocente mirada. “¿Yo? No dije nada, querida.”

“Estas mintiéndome, Sissy Mae.”

“Mentir es una palabra fuerte.”

El olor la golpeó y Ronnie se giró, su nariz chocó contra el pecho de


Rory Lee Reed.

“Hermanita,” la voz profunda de su hermano le dio la bienvenida.


“Típico. Acabamos de llegar a la ciudad y te encontramos a ti y a Sissy
Mae en el punto muerto de una tormenta de mierda.”

“¿De todos modos qué está sucediendo?” Ricky Lee Reed preguntó,
curioso como siempre.

“Nada,” Ronnie se ahogó, agarrando el brazo de Rory tratando de


arrastrarlo lejos, esperando que Ricky Lee y Reece automáticamente lo
siguieran como siempre hacían. Pero aparentemente Sissy Mae tenía
otras ideas.

277
“Esos dos leones están peleando por Ronnie Lee.”

Poco a poco su hermano miró a Sissy Mae. “¿Disculpa?” Rory


preguntó.

“¿Ves al más grande?” Ella amablemente señaló a Shaw. “Ese es


Brendon Shaw. Él marcó a tu hermana esta noche. Si aspiras bien puedes
recoger su olor por todo su cuerpo... y el otro ligeramente más pequeño…
ese es su hermano menor, Mitch.” Ella gruñó. “Creo que es muy lindo.
Ahora, veamos, Brendon está celoso porque vio a Ronnie Lee y Mitch
caminar juntos. Pobre chico, No creo que esté acostumbrado a ser
posesivo con una hembra.”

Ronnie Lee se volvió hacia su amiga. “¿Has perdido tu jodida cabeza?”

Rory le dio un codazo a su hermana. “Cuida tu boca, Ronnie Lee.”

“¿Durante cuánto tiempo ha estado sucediendo esto?” Ricky preguntó,


sus grandes manos dentro de los bolsillos delanteros de sus vaqueros.

“Sólo unos pocos días, pero tu hermana se mueve rápido como bien
sabes.”

Ella iba a matarla. Definitivamente iba a matar a su mejor amiga.

Reece miró alrededor, al creciente número de observadores. “Creo que


mejor lidiamos con esto. No podemos dejar que esos gatos avergüencen
el apellido Reed.”

278
“Espera.” Ronnie saltó enfrente de sus tres hermanos antes de que
estos pudieran moverse. “No lo lastimen.”

“Por lo menos no lastimen su cara,” Sissy intervino amablemente, pero


luego ella golpeó su mano sobre su boca cuando Ronnie le dio una mirada
fulminante.

“¿Por qué no deberíamos?” Rory exigió en esa baja y calmada voz


suya. “Ese bastardo ha estado metiéndose con nuestra hermanita, según
lo que Sissy Mae dijo.” Los ojos color avellana de Rory la miraron. “¿Vas a
darme una razón por la que no debo destrozarlo, Rhonda Lee?”

Ronnie aclaró su garganta y miró a los lados. Algunos de los machos


de la Manada se estaban acercando, atraídos por el sonido de la pelea.
Ahora se hallaban parados detrás de sus hermanos, mirándola y
esperando. Desafortunadamente, Smitty estaba fuera con Mace. El único
lobo racional entre un montón de perros de depósito de chatarra.
¡Demonios!

“Respóndeme, Rhonda Lee,” presionó Rory. “Respóndeme o apártate


de mi camino.”

Ella no podía responder. No podía. Hasta que Rory se encogió de


hombros y trató de rodearla.

“¡Lo Amo!”

Rory se detuvo, sus ojos en ella. Reece y Ricky Lee se acercaron más,
mirándola, pero sin decir nada.

279
“¿Qué dijiste hermanita?”

“Yo… Yo dije que lo amo.” Las mejillas de Ronnie quemaban de


vergüenza. De repente se sintió como una virgen de la escuela secundaria
y Shaw era el primero con el que se había manoseado. Sin duda, les
había dicho a su familia y amigos que los amaba. Pero nunca se lo había
dicho a un macho. Un macho con el que tenía sexo regularmente. Que
Dios la ayude, pero era cierto.

“¿Estás segura sobre eso, hermanita?”

“Sí. Estoy segura.”

Los tres hermanos se miraron y luego la pusieron a sus espaldas,


avanzando hacia el enfrentamiento de Shaw. Aparentemente, no les
importaba que ella lo amara…

“Sólo recuerden… ¡no en su cara!” Les dijo en un último esfuerzo por


salvar algo.

Rory se agachó y agarró a Shaw por la parte posterior de su cuerpo,


tirando de él hacia arriba, pero Shaw tenía sus garras clavadas en los
hombros de su hermano, así que Reece agarró a Mitch, jalándolo en
dirección opuesta, y Ricky Lee fue sacando garras de partes importantes
del cuerpo.

“Ustedes necesitan calmarse,” Rory les advirtió suavemente. “Hay un


montón de humanos alrededor y los están observando.”

280
Shaw cerró sus ojos y tomó un aliento profundo. Mitch sacudió su
cabeza, tratando de quitar el cabello de sus ojos. Lamentablemente,
envió un poco de sangre volando en el proceso.

Rory agarró a Shaw por el cabello y tiró de su cabeza hacia arriba. Él


miro su cara. “Tú sanarás.”

“Aunque debemos limpiar a éste.”

“Síp. Vamos.”

Los hermanos Reed empujaron a los hermanos Shaw hacia el


elevador.

“¿A dónde demonios van?”

“No te preocupes, Ronnie Lee. Te lo devolveremos en una pieza.”

Rory le guiñó un ojo y se alejó, el resto de la Manada siguió detrás de


él.

Una vez que las puertas del elevador se cerraron, Ronnie se volvió a
Sissy Mae. “¿Qué demonios fue eso?”

“Eso, amiga mía, es negocios de hombres.”

“¿Negocios de hombres?”

“Sí. Mierda demasiado estúpida como para que una mujer se


interponga en medio de eso.”

281
“Ahh.”

“Vamos, querida. Vamos a ponerte algo de ropa antes de que te


congeles a muerte. Y conseguiremos un enorme chupito de tequila.”

“Buen plan.”

Pero antes de que pudieran dar un paso, Marissa Shaw salió de uno de
los elevadores.

Sus ojos dorados registraron el lobby, y cuando vio a Ronnie, caminó


directamente hacia ella.

Ronnie hizo una mueca. “Ahh, mierda.” Había esperado que su noche
de emociones hubiera terminado. Aparentemente no.

“No temas, querida. Cubro tu espalda.”

“Dijiste eso en Budapest. Todavía tengo las cicatrices, también.”

“Eres una llorona.”

Marissa Shaw se paró frente a ellas, con los ojos fijos en Ronnie.

“Uh… Hola, Marissa.”

“Después de una pelea con ese idiota hermanito mío,” ella lanzó sin
ningún preámbulo, “el teléfono de Brendon sonó. Era Missy Llewellyn.”

Ronnie frunció en ceño. “¿Missy?”

282
“Sí. Missy. Aparentemente su hermana acaba de contarle sobre
Brendon y tú.” Oh-oh.

Los brazos de Marissa se cruzaron sobre en su pecho y sus pies se


separaron. La mujer era definitivamente robusta y poderosa. Un típico
depredador.

“Mira, Marissa…”

La leona levantó la mano, silenciando a Ronnie. “Cuando ella me


preguntó qué estaba sucediendo, yo me vi obligada a contarle sobre ti y
Brendon. Sobre cómo Brendon me dijo que te amaba y cómo yo estaba
casi segura que iba a marcarte como suya.”

Sissy Mae abrió su boca, probablemente para confirmar eso, pero


Ronnie la golpeó con su pie en el empeine. La boca de Sissy se abrió en
un grito silencioso, pero contuvo su dolor.

“Tal vez deberías preguntarle a Bren—”

“Tuve que decirle que una loba ayudará a criar a los cachorros de la
Manada Llewellyn. Y que estos tendrían hermanas y hermanos medio
lobos algún día. Y además, no hay nada que pueda hacer al respecto
debido al contrato. También tuve que decirle que cada Manada en la
costa oriente sabrá que perdió a uno de los machos de cría a su favor, no
por alguna Manada rica de Boston o Connecticut, sino por una loba de la
Manada Smith de los bosques de Tennessee.”

283
Ronnie probablemente se habría enojado de no ser por las lágrimas
deslizándose en el rostro de Marissa. Oh Dios mío, ella está llorando.

“Tuve que decirle todas esas cosas y tengo que decir, que
absolutamente nada, nunca, me ha hecho más feliz.”

Ronnie parpadeó. “¿Qué?”

“Tú, mi amiga loba, me has dado esperanza cuando yo sólo veía


oscuridad. Me has dado alegría, cuando sólo conocía la miseria. Tú,
Ronnie Lee Reed, me has hecho más feliz de lo que he sido nunca.”

Entonces Marissa envolvió en sus brazos a Ronnie y le dio un gran


abrazo de oso. Ronnie miró de reojo a Sissy quien también estaba
observándola.

Guau. Y ella que pensaba que su familia era extraña.

“Eso es… uh… fantástico, Marissa.” Ronnie incómodamente le dio una


palmada en la espalda. “Me alegra haber sido de ayuda.”

“Ah, sí, serás. No he tenido esa clase de diversión desde que dejé de
robar autos.”

Fue entonces cuando Sissy Mae cubrió su boca con su mano y se dio la
vuelta, sacudiendo sus hombros por la risa.

Ronnie empujó cuidadosamente a Marissa lejos de ella. “Estoy tan feliz


de poder darte esa alegría.”

284
Marissa se paró derecha y se limpió los ojos con el dorso de las manos
“¿Por qué no conseguimos algo de comida y champán para celebrar este
magnífico evento, hacer de Missy Llewellyn la mujer más miserable de
este planeta?”

Ronnie miró hacia abajo, a la chaqueta de Mitch que todavía tenía


puesta y echó un vistazo a sus piernas que sobresalían debajo de esta.
“No estoy exactamente bien vestida como para entrar en ninguno de los
restaurantes del hotel.”

Deslizando sus brazos al rededor de ambos hombros de Ronnie y


Sissy, Marissa les recordó, “¿Hola? Soy la dueña de este cuchitril.
Podemos ir a cualquier jodido restaurante que queramos, vistiendo lo que
nos de la jodida gana.” Ella comenzó a caminar, ambas lobas atrapadas
en sus brazos de hierro, imposibilitadas de escapar. “Me provoca un
bistec. ¿Qué tal a ustedes señoritas?”

¿Qué podría decir Ronnie? Nunca correría más rápido que una leona.
“Seguro. Suena genial.”

Rayos, ella haría pagar a Shaw por esta pesadilla.

***

285
¿Cómo podía Ronnie abandonarlo? Durante dos horas estuvo atrapado
con sus hermanos, otros cinco lobos de los que no se molesto en
aprender sus nombres, y su idiota hermano menor. Quien, en ese
momento, estaba parado en el balcón con Ricky Lee y aullaban a una
inexistente luna.

Frotando sus ojos con la esperanza de poner fin a su insoportable


dolor de cabeza, Brendon preguntó otra vez. “¿Estás seguro?”

“Yo estaba parado allí mismo. No soy sordo.” Rory Reed forzó la
botella de regreso en la mano de Brendon. Cuando empezó a pasarlo a
otro lobo, Rory le dio esa mirada otra vez.

Con un suspiro, él tomó un largo trago del líquido transparente y sintió


cómo se quemaba todo el camino hacia su esófago. Después de unos
momentos, aclaró su garganta y le entregó la botella a Rory. “¿Ella
realmente dijo esas palabras?”

“Síp.” Rory tomó un trago, pareciendo totalmente indiferente a la


cantidad de alcohol que había bebido en las últimas dos horas. “Ella dijo:
‘Lo amo’.”

“¿Ella quiso decirlo?”

“Bueno, nunca lo había dicho antes.”

“Tampoco nos había detenido de lastimar a otro macho antes,” Reece


Reed agregó. “La mayor parte del tiempo, ella nos insentiva. Así que
debe quererte un poco.”

286
¿Ella debe quererme un poco? Qué declaración tan ambigua.

Los aullidos se volvieron más altos y Brendon no pudo soportarlo.


“¡Mitch! ¡Podrías parar de hacer ese maldito sonido!” Los aullidos pararon
de forma abrupta, pero ahora Brendon tenía la atención de cada lobo en
la habitación. Aclarándose la garganta, él añadió, “Es molesto cuando los
gatos lo hacen, ¿no creen?”

Los lobos asintieron y Rory le ofreció la botella de nuevo.

“No, gracias. Yo realmente no…”

Todos lo miraron fijamente y Brendon se dio cuenta de que no tenía


elección. Así que tomó la botella y tragó más, se sentía bastante seguro
que esa cosa podría corroer el titanio.

Hombre, él haría pagar a Ronnie por esta pesadilla.

287
Capítulo Dieciséis
Traducido por Cate
Corregido por Mari

Ronnie fue a golpear la puerta de su hermano, pero ya estaba


entreabierta. Se mantuvo así por un largo trecho.

“Oh, Dios.”

Ronnie abrió la puerta y golpeó directamente la enorme cabeza de


Ricky. Ella siguió empujando hasta que pudo entrar fácilmente.
Disgustada, se acercó a su hermano e irrumpió en medio de la
habitación, mirándolos a todos.

Con un gruñido enojado, pateó a Reece en la cabeza. “Despiértate.”

Sin soltar la botella, Reece gruñó y se giró. Luego empezó a roncar de


nuevo.

“¡Rory Lee Reed!”

Rory se enderezó. “¿Qué? ¿Qué?”

“¿Dónde está?”

“¿Eh...?”

288
Ronnie esperó a que su hermano respondiera, hasta que se dio cuenta
de que se había desmayado de nuevo mientras estaba sentado.

“Maldita sea.”

Escuchó una cadena del inodoro y la puerta del baño se abrió.

“Hola, cariño.” Mitch pasó junto a Ronnie y le revolvió amistosamente


la cabeza.

Bueno, al menos uno de ellos había sobrevivido. “¿Estás bien?”

“Me va a doler en la mañana por todo ese licor. Pero ahora siento muy
poco dolor.” Bajando la mano, Mitch agarró a Reece, lo levantó,
llevándolo a una de las dos camas tamaño queen, y con mucho cuidado lo
colocó sobre el colchón.

“¿De verdad bebiste el licor del Tío Willy?”

“¿Esa cosa en el tarro de vidrio? Síp. Claro que lo hice. Por eso no
siento ningún tipo de dolor.”

Pero no arrastraba las palabras o caminaba gracioso o se desmayaba a


la mitad de la frase. Se veía sobrio como un juez.

“¿Dónde está Shaw?”

“En la cama, creo. Él se acostó cuando Rory cayó. Y eso fue después
de que esos tres tipos de ahí cayeran.”

“¿Pero está bien?”

289
“Él está bien. Es un imbécil, pero está bien.” Le dedicó una sonrisa
asesina que todos los varones Shaw parecían tener, entonces tomó a
Ricky, y lo puso al lado de Reece.

Fascinada, Ronnie vio cómo Mitch hizo lo mismo por Rory,


cuidadosamente lo puso en la cama. Fue la cosa más bonita que jamás
había visto, que un hombre fuera tan amable con otro hombre.

Hasta que Mitch empezó a recoger los otros lobos y los colocó en la
parte superior de cada uno de los chicos Reed en la maravillosa posición
del sesenta y nueve. Afortunadamente, todos estaban vestidos, pero ella
sabía que sus hermanos se despertarían...

“Eso está muy mal,” dijo por fin con voz entrecortada, con lágrimas
rodando por sus mejillas de tanto reír.

“Sí. Lo sé.” Mitch sonrió. “Pero admítelo. Es tan jodidamente


divertido.”

***

Dónde ella había conseguido una bocina de aire a las dos de la


mañana, no tenía idea, pero la maldita cosa lo tiró fuera de la cama y al
otro lado del cuarto.

290
“¿Qué demonios en el santo infierno estás haciendo?” Rugió mientras
se cubría la oreja. Él sabía que debía estar sangrando. Probablemente
quedaría sordo de por vida. Aún así, la loba demente por la que sentía
una gran necesidad de aparearse no parecía demasiado preocupada por
el daño que pudiera haber causado.

“Buenos días, cariño.”

Brendon miró por sus grandes ventanales que daban a la ciudad.


“Todavía está oscuro. Así que no es por la mañana en mi universo.”

“Lo sé. Ustedes, citadinos, se emplean para la pereza y se levantan


cuando el día apenas les ha pasado por alto. Pero tenemos algunas cosas
para enderezar antes de llegar a dormir.”

Uh-oh. “¿Qué tipo de cosas?”

“Primero, nunca me dejes sola con tu hermana. Ella me da miedo, lo


que no es fácil.”

“Qué pasó entre tú y…”

Ella pulsó el botón de la bocina de aire y él se estrelló contra la pared,


todo su cuerpo temblaba de rabia. Apostaría mucho dinero a que
consiguió esa maldita cosa de Timothy.

“¿Había terminado de hablar?” preguntó alegremente. “No, claro que


no. Ahora, ¿dónde estaba antes de que fuera tan groseramente

291
interrumpida? Oh, sí. Tu hermana está loca, y no se te permite
abandonarme si ella está cerca.”

“Bien,” escupió. Él realmente podría dejar a sus dientes como


pequeñas protuberancias a este ritmo. “¿Algo más?”

“Sí. Quiero tres crías, a los que claramente tendrás que enseñar cómo
luchar porque un lobo con una melena... no es una imagen bonita. Y la
miseria de nuestros hijos será todo culpa tuya.”

“Ronnie…” Él alzó con rapidez sus manos cuando ella lo señaló con la
estúpida bocina de aire otra vez.

“¿Parezco como si hubiera terminado de hablar?”

Se quedó mirando al techo, rogando que Dios le diera fuerzas. “No.”

“También, de vez en cuando, podría largarme a lugares desconocidos.


Sí dejaré una nota y te llamaré regularmente. Voy a volver, pero tengo
que sentir que puedo salir cuando quiera o me volveré loca como tu
hermana. Y si me vuelvo loca, me aseguraré de llevarte conmigo.”
Levantó una ceja y él otra vez levantó las manos, haciéndole saber que
no iba a decir una palabra. “Vas a dejarme conducir tu coche... todos tus
coches.”

“Ahora, espera un maldito minuto…” Él se estrelló contra la pared otra


vez, con las manos sobre las orejas. “¡Deja de hacer eso!”

292
“Para,” respondió ella con calma, “de interrumpirme.” Se aclaró la
garganta y continuó. “Ya no serás un Macho de Crianza a menos que críes
conmigo. Me marcaste, ahora estás atascado conmigo. No comparto la
polla, ropa interior o juguetes. Es así de simple. Cualquier leona que
venga a husmear a tu alrededor, nadie va a encontrar sus restos durante
mucho tiempo. Tú, por supuesto, no pasarás a husmear a nadie más
porque ya sabes cómo puedo ser. Ahora, lo último, y esto es lo más
importante. Siempre habrá Oreos en el armario, y los compartirás,
Brendon Shaw. Conmigo, y sin duda con nuestros hijos. Vas a comer
primero si el resto de nosotros no está en la habitación. Okay. ¿Estamos
claros?”

Brendon asintió y ella sonrió. “Bien.”

Él sostuvo su mano. “¿Pudo tener eso?”

“¿Esto?” Ella levantó la bocina. “Por supuesto.” Sin ningún esfuerzo,


partió la pieza de plástico barato de la lata y se la arrojó. “¿No pensaste
que te daría la cosa entera, verdad?”

“Eso no importa. Yo sólo iba a romperla por la mitad de todas formas.”


Él tiró la lata a un lado y dio un paso hacia ella. “Ahora vas a decirlo.”

“¿Decir qué?”

“Ya lo sabes.” Siguió avanzando, y ella empezó a retroceder a


trompicones. “Lo dijiste en frente de tus hermanos, bien puedes
decírmelo a mí, maldita sea.”

293
“Oh, eso.” Ella salió corriendo de la habitación, por el pasillo, y hacia
su sala de estar. “Sólo lo dije para que mis hermanos no te hicieran
daño.” Se puso de pie al lado del gran sofá. “Me sentiría muy mal si lo
hubieran hecho.”

Sus ojos se estrecharon. “Ronnie Lee...”

“Brendon Shaw...” él fingió ir a la derecha y ella se lanzó hacia la


izquierda, la tenía en sus brazos antes de que llegara al sofá.

“¡Suéltame!”

“Dilo.”

“No.”

Le dio la vuelta y la sostuvo sobre sus muslos. “Dilo, Ronnie Lee.”

Riendo, ella gritó y golpeó con las piernas. “¡No! No voy a decirlo.
Ahora bájame.”

“Está bien. No lo digas.” Él se apoderó de su tobillo con una mano y le


golpeó el culo con la otra.

“¡Hijo de puta!”

“Deja de quejarte. Sabes que te encanta.” Él la palmeó de nuevo. Una


vez más, chilló.

“¡Alto!”

294
“Dilo, Ronnie Lee. Di las palabras.”

“Enderézame primero.”

“No. Dilo.”

“Bien, hijo de puta. Te quiero. ¿Contento ahora?”

***

Ronnie chillaba otra vez mientras Shaw la volteó de espalda de nuevo.


Pero antes de que pudiera decirle lo idiota que era, él la besó con tanta
pasión, tanto amor, ella sintió que sus entrañas se derretían. La empujó
en una de las sillas, arrancó sus pantalones cortos, y enterró su cara
entre sus muslos abiertos.

Ella gritó por puro placer. No sólo el placer que le dio, sino de la
alegría que sus palabras le trajeron. No se había dado cuenta de lo
mucho que significaban para él. O lo mucho que significaría para ella
hacerlo tan feliz.

Clavándole los dedos en su cabello, ella susurró, “Te amo, Shaw. Te


quiero.”

Grandes ojos dorados la miraron desde su regazo. “Dilo otra vez,”


exigió. “Dilo de nuevo.”

295
León, típico... son unos glotones.

“Te quiero.”

De repente, sus brazos estaban a su alrededor y su boca se aplastó


con la suya. Dejó que el flujo de la pasión de él entrara en ella.
Permitiendo que le mostrara cuánto significaba para él de cualquier forma
en que quisiera.

“Te amo,” jadeó contra sus labios. “Te amo, Ronnie.” La sacó de la
silla y la extendió en el suelo. “Yo siempre te amaré.”

Ella lo sabía. Y por primera vez, la idea no la asustaba en absoluto.

296
Capítulo Diecisiete
Traducido por ilusaAna
Corregido por Mari

Ronnie no sabía que la obsesión por la limpieza de un gato se podía


convertir en tal placer.

Brazos estrechados en torno a sus hombros y piernas apretadas


alrededor de su cintura, Ronnie dejó a Shaw embestirse en ella. Una y
otra vez. Perdió la cuenta de las veces en que se había corrido, sólo
durante ésta sesión matinal, pero tenía la impresión de que iba a ser algo
habitual. No es que le importase. Una chica tiene que mantenerse limpia,
¿no es así?

Los colmillos sujetaron la piel de su garganta y otro orgasmo comenzó


a atravesarla. “No puedo,” rogó sobre el ruido de la ducha corriendo. “No
de nuevo.”

“Puedes. Lo harás. Cristo, Ronnie, te sientes tan bien.” Ella explotó


con sus palabras, con el sonido de la desesperación en su voz. Y esta vez
se aseguró de apretar su coñito tan fuerte que arrastró su culo gatuno
junto con ella.

Él rugió contra su garganta y ambos se deslizaron hacia el suelo de la


ducha, el agua cayendo sobre ellos.

297
Ronnie finalmente abrió los ojos y sonrió a Shaw. Él tenía esa mirada
otra vez. Aquella que solía asustarla. Aquella que la miraba con tanto
amor que no sabía bien qué hacer.

“Te quiero,” le dijo él de nuevo. Decía mucho eso. No es que a ella le


importara.

Se inclinó hacia delante y lo besó. “También te quiero.”

“¿Puedes andar?”

Soltó una risita. “Con una pequeña ayuda, seguro.”

“Tengo una sorpresa para ti.”

“¿Qué sorpresa?”

Con gran esfuerzo, Shaw se puso en pie y la levantó con él. Se aferró
a ella mientras cerraba la ducha y salía a su enorme cuarto de baño.

“Dime.”

“¿Estás segura de que no quieres esperar?”

“Estoy segura. Dime.”

“No.” La subió a la encimera del baño y besó su nariz. “Pero te contaré


una parte.”

“De acuerdo.”

298
Ella le observó coger una toalla, y empezó a contonearse, perdiendo la
paciencia. “Dime,” lloriqueó.

“Vale, vale.” Empezó a secarla con la toalla. “Esta noche tenemos el


asunto de la fiesta de Nochevieja. Tengo que ir, siendo el anfitrión y todo
eso.”

“Sí, sí.” No era gran cosa. Ella tenía ya un vestido para eso. Y unos
zapatos también, pero Shaw había dejado claro que la quería en sus
botas. Él realmente amaba esas botas.

“Entonces mañana, el Día de Año Nuevo...”

“Hey, hermano.”

Apretando los dientes y escudando el cuerpo de Ronnie con el suyo,


Shaw miró a su hermano pequeño por encima de su hombro. “¿Qué?”

“Necesito que me prestes un esmoquin si voy a ir esta noche.”

“¿No puedes comprar uno?”

“¿Te parece que estoy hecho de dinero? ¿Hola? Sueldo de poli.”

“¿Hola? Heredero de una fortuna. Baja y dile a Timothy que te preste


algo. Y para de entrar por las buenas a nuestro apartamento.”

“¿Por qué? No es que Ronnie tenga algo que no haya visto antes.”
Mitch agitó sus cejas hacia ella, haciéndola reír.

299
“Parece que quieres que te asesine.” Brendon hirvió. Ella casi se odió
por disfrutar de sus celos.

Mitch se inclinó un poco para verla mejor. “Hey cariño, ¿dónde está mi
chaqueta?”

“Sissy Mae la tiene.”

Mitch frunció el ceño. “¿Por qué?”

“Porque ella dijo, ‘Ooh. Bonita chaqueta. Me la llevo’.”

Ahora él parecía cabreado. “¿Y tú sólo se la diste?”

“Hembra alfa, ¿recuerdas? Además ella me gruñó y regañó antes. Yo


no tenía ganas de pasar por eso otra vez. Si quieres tu chaqueta de
vuelta, estás solo, Rey de la Selva.”

“Bien. Lo que sea.” Mitch desapareció de la puerta y Ronnie empezó a


decirle a Shaw que terminara de hablarle de la sorpresa cuando Mitch
volvió a la carga... con los tres hermanos Reed tras su culo.

“Vuelve aquí, tú, maldito bastardo, animal duermo-veinte-horas.”

Brendon sacudió la cabeza. “Necesito cambiar esa cerradura.”

“Dará igual. Todo lobo sabe cómo forzar una cerradura, grandulón.”

“Genial.”

300
“No me mires así. Me querías. Me tienes. Eso incluye mi Manada.
Ahora háblame de mi sorpresa.” Ella volvió a contonearse y Shaw rió.

“Casi puedo ver tu cola meneándose.”

“Ja, ja.”

“De acuerdo. Tú y yo nos vamos de viaje mañana por la tarde.


También tomaremos el jet privado de papá.”

“Genial. Espera.” Ella frunció el ceño. “¿Comprobaste la lista?”

Shaw suspiró. “No te preocupes. Legalmente, puedes ir a donde te


llevo.”

“No utilices ese tono. Te dí esa lista para que no te decepciones


cuando tratases de ir a Singapur o Madrid o...”

“Sí. Agradezco la útil y larga hoja de cálculo con todos los muchos
sitios donde no puedes ir.”

“Bueno esa declaración está cuajada de sarcasmo.” Ella se meneó de


nuevo. “¡Dime a dónde vamos!”

“Nop. Es una sorpresa. Pero vas a agradecérmelo absolutamente


cuando lleguemos allí.”

***

301
“¡Tú, mentiroso, intrigante, hijo de puta! ¡Déjame ir, Brendon Shaw!”
Ronnie trató de escabullirse por su lado otra vez y él la agarró de la
cintura, forzándola a subir los escalones del porche mientras continuaba
discutiendo con su hermana a larga distancia.

“Mira, Rissa, estaré en casa como en una semana,” ladró al teléfono.


“Deberías ser capaz de dirigir el hotel hasta que vuelva. No es
neurocirugía.”

“Lo sé, pero ha pasado un tiempo, Bren. Y todo lo que digo es que un
pequeño aviso antes de irte a vagabundear con tu campesina habría
ayudado considerablemente.”

“Supéralo. Me tengo que ir.” Él desconectó y agarró firmemente a


Ronnie para poder arrastrarla hacia la puerta.

Había esperado que ella estuviese demasiado cansada para resistirse


mucho. La fiesta del hotel duró hasta las cinco de la mañana. Una gran
noche de bebida, comida y Ronnie. No podía pensar una mejor manera de
entrar en el año nuevo. Después de la fiesta, Brendon la llevó de vuelta al
apartamento y la folló hasta la inconsciencia por varias horas, le dio sólo
tres horas para dormir, entonces la llevó a rastras al aeropuerto. La metió
en el avión y no dejó que durmiera sacando a relucir sus planes
universitarios, los cuales ella aún no había decidido, pero la discusión
causó un bonito momento de pánico que la mantuvo completamente
despierta.

302
Pero tan pronto bajaron del avión privado de su padre y ella se dio
cuenta de dónde estaban, él tuvo un rato infernal siguiendo su rastro.
Trató de dejarlo plantado en el alquiler de coches y después en una
parada para gasolina en el camino. Y ya había tenido que perseguirla por
los bosques de los alrededores una vez. No deseaba hacerlo
nuevamente... a no ser, por supuesto, de que estuvieran desnudos.

Antes de que ella pudiera alejarse retorciéndose, llamó a la puerta y la


lucha de su mujer se hizo decididamente peor.

Pero tan pronto como el pomo giró, paró de luchar y se volvió para
enfrentar el horror del otro lado.

Si él no tuviera ya a Ronnie en sus brazos, habría sumido que ella


acababa de abrir la puerta... y que había envejecido unos años. Guau,
pensó con sorpresa, va a estar buena cuando lleguemos a los cincuenta.

“Rhonda Lee.” Fuertes brazos se cruzaron sobre una camiseta de


Randy Travis. “¿Qué te trae por aquí... después de todo este tiempo?”

“¿Después de todo este tiempo? Estuve aquí hace cuatro semanas.”

“Pero pasaron las navidades y ni una palabra de ti. ¿Crees que es justo
para tu papá?” Con un suspiro resignado, Tala Lee Evans se movió hacia
ellos con un gesto de su mano. “Bueno, podrían entrar igualmente puesto
que ya están aquí. Tus hermanos llegaron hace unas horas.”

“¿Por qué están aquí?” Ronnie exigió sin entrar.

303
“Tendrás que preguntarles. Supongo que querían pasar el Día de Año
Nuevo con sus padres. No como otros niños desagradecidos que podría
nombrar.”

“Ya está.” Ronnie alzó sus manos “Me marcho.”

Brendon la alcanzó en los escalones del porche y tuvo que soltarle los
dedos del pasamano.

La acarreó dentro de la casa, y su madre se dirigió a la sala de estar,


aparentemente, sin importarle que su hija mayorcita tuviese que ser
físicamente forzada a entrar en la casa de su niñez.

“Sigan dentro.” Tala suspiró. Él nunca antes había oído un sonido


femenino tan molesto. Casi cada frase empezaba después de un suspiro
profundo y sentido. Sin embargo, no percibía ningún enfado o molestia
real. Sólo drama.

Tala observó a Brendon transportar a Ronnie a la sala de estar y


bajarla. Aún así, mantuvo un agarre firme de su chaqueta antes de que
ella se pudiera largar.

“Entonces... un gato,” dijo Tala.

Con una inclinación de cabeza, “Sí, señora.” Una mano aún sujetaba la
chaqueta de Ronnie mientras avanzaba y extendía la otra. “Brendon
Shaw.”

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Tala miró fijamente a su mano y, con un suspiro dramático dijo,
“¿Quieres algo de café y unos bollos dulces, Brendon Shaw?”

“Eso sería estupendo señora.” Él brevemente se preguntó si siempre le


llamaría por su nombre completo.

“Bueno entonces, tú también podrías sentarte un rato.” Ella lanzó una


mirada a Ronnie. “Tus hermanos están en el granero. Volverán pronto.”
Arqueó una ceja a su hija y salió sin una palabra más.

“¿De qué iba eso?”

Ronnie quitó la mano de Brendon de su chaqueta con un manotazo.


“Mi mamá piensa que voy a tener sexo contigo en su prístina sala de
estar.”

Él no llamaría exactamente prístina a la sala de estar de Tala Evans.


Más bien ordenada y confortable. Pero justo esa mañana había empezado
a notar que las ropas de Ronnie parecían encontrar sitios fijos en el suelo
del dormitorio. Tenía la sensación que su hembra era una chica
desordenada, por lo que probablemente pensaba que la casa de su madre
era prístina.

“¿No vamos a tener sexo en su prístina sala de estar?”

“Sí,” espetó exasperada. “Pero ella no debería asumir que lo


tendremos. Mi propia mamá piensa que soy una puta.”

“Sólo conmigo.”

305
Cuando ella le miró fijamente, él se alejó para mirar las fotos de
Ronnie y sus hermanos desde el nacimiento hasta ahora. Llenaban la
pequeña habitación, probando justo lo que Brendon había pensando. Ellos
podrían discutir desde la salida del sol hasta su puesta, pero claramente
Tala amaba a sus hijos. Incluso a Ronnie. Suponía que especialmente a
Ronnie.

“No puedo creer que me engañaras para venir aquí,” ella refunfuñó,
los brazos cruzados sobre su pecho.

“No te engañé,” respondió cansinamente, y sonrió hacia una foto de


Ronnie cuando era una cachorrilla berreante. “Engañarte sería meterte en
el coche, llevarte a cinco millas de casa y soltarte en un campo. Lo que
habría estado muy mal.” Apenas esquivó su puño y rió mientras la atraía
a sus brazos.

“Quería conocer a tu familia, Ronnie, y esperar hasta que uno de ellos


muriera, como tú sugerías, es inaceptable.”

Ella refunfuñó e hizo un mohín pero descansó la cabeza en su pecho y


sus brazos alrededor de su cintura. “Ésta me la debes Shaw.”

“Te debo un montón, sexy.” El besó su coronilla y después su mejilla.


Ella se puso de puntillas y tocó sus labios con los suyos. Fue todo lo que
necesitó. Ella enredó los dedos en su pelo, gemidos deslizándose desde
fondo de su garganta mientras Brendon la atraía fuerte contra su cuerpo,
sujetándola de la manera que planeaba sujetarla el resto de su vida.

306
Ella bajó una mano y agarró su polla a través de los vaqueros,
haciéndole estar duro y preparado de inmediato. Sus pezones estaban
duros debajo del jersey, y él estaba a segundos de empujarla sobre el
sofá y a la mierda la sala...

“¡Rhonda Lee Reed!” El gruñido golpeó a través de la habitación,


sobresaltando a los dos y separándoles. “Sé que no tengo que decirte que
no vas a tener sexo con ese chico en mi sala de estar.”

De pronto Brendon se sintió como un quinceañero pillado en el sofá de


su novia. Él incluso tuvo que apartarse un poco para volver a tener su
polla bajo control.

“Y déjame decirte algo más.” Tala estampó sobre la mesa una bandeja
con dos tazas de café y bollos recién hechos, “van a dormir en cuartos
separados.”

Ronnie jadeó indignada. “¿Qué? No tengo dieciséis, mamá. No


puedes...”

“Oh sí, puedo, niñita. Esta es mi casa. Lo será hasta que entierren mi
huesudo culo en el patio trasero. Hasta entonces, no tendré a tu pobre
padre oyéndolos a los dos teniendo... relaciones. ¿Me entiendes, Ronnie?”

Dando su propio suspiro dramático, Ronnie se giró y fijó la vista a


través de la ventana. Nada como el retraimiento de una hembra Reed.

Por lo que Brendon contestó por los dos. “Lo entendemos, señora.”

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Esos ojos avellana oscuro, tan parecidos a los de Ronnie, examinaron
a Brendon. “Al menos el gato tiene algo de maldito sentido común,”
murmuró. “Ahora, cuando tu padre vuelva de su alambique, Ronnie Lee,
es mejor que tengas más control de lo que acabo de presenciar.”

Tala caminó de vuelta hacia el vestíbulo pero se paró y giró hacia


Brendon. Oh-oh. “¿Te gustaría jamón para la cena, Brendon Shaw?”

Preguntó azorada, y dándose cuenta de que estaba siendo invitado a


cenar entre lobos, Brendon contestó rápidamente, “Sí, señora.”

“Bien. Tenemos que tener cerdo el Día de Año Nuevo. Da buena


suerte. Incluso estoy haciendo mi famoso estofado de jamón, y galletas.
Te gustará.” El ‘más te vale’ definitivamente implícito.

“Suena maravilloso, señora.” Ella gruñó y se encaminó de vuelta a la


cocina.

Ronnie se giró de la ventana y le dio un puñetazo en el brazo. “Tú,


lameculos.”

Él le devolvió el empujón. “Busca broncas.”

Se miraron fijamente por un momento, después ambos empezaron a


agarrarse de cualquier parte del cuerpo que estuviera a su alcance,
haciéndose cosquillas con malicia mientras se movían de prisa hacia el
sofá. Apenas controlaban la risa, empeorado porque no querían que la
madre de Ronnie, quien tenía nada menos que audición lobuna, se diera
cuenta de su forcejeo. O, como a Ronnie le gustaba llamarlo, “lucha”.

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De pronto la semana de vacaciones en Tennessee parecía muy larga
con la idea de los cuartos separados, y al mismo tiempo, Brendon no
podía pensar en nadie más con quien prefiriese escabullirse, intentando
conseguir algún manoseo.

Una cosa que podía decir sobre su Ronnie Lee, era que ella
prácticamente hacía todo divertido.

La puerta delantera se abrió, y él y Ronnie se despegaron hacia ambas


esquinas del sofá.

Un corpulento, poco amigable, lobo gigante se paró delante de la sala


de estar y les observó.

“¡Hey, papá!” Ronnie saltó y corrió hacia su padre, lanzándole los


brazos al cuello. Ella besó sus mejillas y el hombre mayor le devolvió el
abrazo. Pero esos ojos lobunos permanecieron anclados en Brendon.

“Te eché de menos, papá.”

“También te eché de menos, cachorrita.” Dijo Clifton Reed


bruscamente. “¿Quién es?

Ronnie volvió al lado de Brendon mientras él se levantaba a encarar al


hombre que había herido a un montón de tipos que consideró que no
merecían a su hija.

“Papá, éste es Brendon Shaw. Mi compañero. Brendon, éste es mi


padre. Clifton Reed.”

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“Señor Reed.” Brendon dio un paso adelante y le dio la mano al viejo
lobo. “Encantado de conocerlo señor.”

El hombre mayor gruñó. “Niño.” Volvió la vista a Ronnie. “Tus


hermanos están trayendo leña para el fuego. Parece que va nevar.
¿Dónde está tu madre?”

Ronnie suspiró con cordialidad. “Donde está todos los días a esta hora
durante los treinta y cinco años que han estado emparejados. En la
cocina.”

“Eso es todo lo que necesitabas decir, cachorrita.” Con otro gruñido en


dirección de Brendon, el lobo salió.

Ronnie le miró radiante. “Le gustas,” susurró.

Brendon frunció el ceño. “¿Le gusto? El hombre me ha gruñido. Dos


veces.”

“Aún respiras, ¿no?” Brendon ni siquiera supo cómo responder a eso,


lo que Ronnie tomó por acuerdo. “Exacto.”

La puerta delantera se abrió de nuevo, y pesados pasos se oyeron


mientras los hermanos de Ronnie entraban al cuarto, sus brazos llenos
tanto de troncos como de frascos en conserva atiborrados de ese
disolvente que pretendían hacer pasar por licor.

Rory paró primero, mirando fijamente a la pareja. “¿Qué están


haciendo aquí?”

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“Me engañó,” Ronnie dijo sencillamente.

“Decidiste liarte con un gato.” Rory dejó caer un montón de troncos a


la chimenea. “¿Qué esperabas exactamente?”

Ricky Lee se quitó su pesada chaqueta de invierno y la tiró


descuidadamente en una silla.

“No dejes ese abrigo tirado por ahí, Ricky Lee,” su madre gritó desde
la cocina.

“¿Cómo hace eso?” Preguntó mientras recogía el abrigo y lo llevaba al


armario del recibidor.

Ronnie abrió la boca para contestar y Rory la cortó sin ni siquiera


mirarla, “Y no digas Satán, Rhonda Lee. No era divertido hace veinte
años, menos lo es ahora.”

“¿Van a quedarse con la Manada de Smitty, chicos?” Preguntó Brendon


mientras recorría el cuarto, absorbiendo todo. Disfrutando este lado de la
vida familiar que él no había experimentado antes, pero que podría,
ahora que ambos, Marissa y Mitch, habían reconocido los lazos de sangre.

“Síp, ya hemos hablado con papá, sabe que es lo mejor.”

“Además,” añadió Reece, con sus grandes dedos rascando


cariñosamente la cabeza de Ronnie mientras pasaba por su lado para
servirse del plato entero de bollos dulces, “le gusta la idea de que no
perdamos de vista a este monstruito.”

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“No los necesito a todos vigilándome.”

“¿Eso es así?” La gran sonrisa en la cara de Rory hizo que Brendon


entrecerrase los ojos.

Agachándose junto a la chimenea, el hermano de Ronnie miró atrás,


hacia Brendon. “¿Rhonda Lee alguna vez te ha contado cómo ella y Sissy
Mae ganaban dinero mientras viajaban por el mundo?”

“No, ¿Cómo ella...?”

“Haciendo la calle,” Ronnie Lee soltó desesperadamente. “Era


prostituta. Una muy buena, además.”

“Para de mentir, Rhonda Lee,” su madre chilló desde la cocina. “Dudo


que fueras buena en absoluto.”

Brendon agarró a Ronnie antes de que pudiera ir a por su madre.

“No era una prostituta,” dijo Ricky Lee, alejándose rápido de Ronnie,
pero no antes de darle un toque en la frente con su dedo corazón.

“Prueba con carreras ilegales,” dijo Rory y su sonrisa creció.

Brendon parpadeó. “¿Qué?”

“Me oíste, grandulón.”

“Ella y Sissy Mae.” Añadió Ricky Lee.

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“Sissy Mae les tendía la trampa y Ronnie los derribaba.” Reece rió.
“Todavía venden sus camisetas en Japón y Corea.”

Con la cara roja de vergüenza, Ronnie Lee se alejó de ellos y se arrojó


en uno de los sillones reclinables afelpados.

“¿Cuál era su lema de nuevo, Ricky Lee?” Preguntó Rory con las
manos extendidas frente al fuego, ahora rugiente, en la chimenea.

“Un niño rico y su dinero pronto se separarán.”

“Es correcto. Sissy Mae encontraba algún chico rico sin juicio y un
coche bien chulo. Le desafiaban a una carrera, y la neurocirujana de allí
corría contra él. Para cuando habían acabado, tenían las ganancias, el
coche del pobre bobo y a veces propiedades.”

“Las cuales ellas vendían e invertían. Sissy Mae puede convertir diez
centavos en diez mil dólares en una hora.”

“Esa loba realmente tiene talento.”

“No quiero hablar más de esto,” Ronnie dijo gruñendo.

Asintiendo, Rory se levantó. “Ella tiene razón. También podríamos


dejar la información realmente buena para la cena de esta noche.”

Los tres hermanos se encaminaron hacia el vestíbulo, pero Rory se


paró y preguntó, “¿Cómo es que han llegado tan pronto de todas
maneras?”

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“Tomamos el jet de su padre.”

“¡Hey!” Ricky aclamó. “¿Oyeron eso, chicos? Volvemos en jet a la


ciudad de Nueva York.”

“¿Quién demonios los invitó?” Ronnie prácticamente chilló.

“Ronnie Lee, no puedes esperar que vayamos en autocar ahora que te


has agenciado un novio rico.”

Ronnie mostró rápidamente sus colmillos a Ricky y Rory se interpuso


entre ellos. Mirando fijamente a su hermana, dijo, “Se amable, Rhonda
Lee, o tendré que decirle a mamá cómo el granero se arrasó en el
incendio aquella vez.”

Ella entrecerró los ojos. “Juraste que nunca lo dirías.”

Su hermano resopló y guiñó a Brendon. “Rory Lee Reed en un jet.


Suena bien, ¿no?”

Riéndose, los tres hermanos salieron, y para cuando Brendon se giró


hacia Ronnie, ella ya tenía una de las ventanas abierta y estaba medio
fuera.

Él puso los ojos en blanco y la agarró, arrastrándola de vuelta a la


casa. Ella forcejeó en sus brazos.

“¡No me quedaré!”

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Brendon la giró y besó. En segundos, ellos prácticamente estaban
arrancándose las ropas.

“¡Rhonda Lee!” su madre vociferó desde la cocina. “¡Trae ese culo aquí
ahora mismo, señorita!”

Sobresaltada, la pareja se separó de un salto.

Ronnie se bajó la camisa mientras Brendon ajustaba la parte delantera


de sus pantalones.

“¿Qué pasa, mamá?” Ronnie Lee gritó, de alguna manera manteniendo


sus jadeos bajo control.

“Ven a la cocina y hazme compañía mientras tu papá y los chicos


cazan ese jabalí para la cena.”

Como una adolescente, Ronnie puso los ojos en blanco. “Pero...”

“Ahora, Ronnie Lee.”

“¡Bien!”

Dando pisotones, Ronnie comenzó a marcharse enojada, pero Brendon


agarró su brazo, retrasándola un poco.

“No comiences una pelea Ronnie.”

“¿Yo? Ella comenzó...”

“Ronnie.”

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“Bien. Si quieres ponerte de su parte, adelante. Espero que disfrutes
durmiendo solo, grandulón.”

Ella se giró y empezó a marcharse enojada de nuevo cuando Brendon


dijo a su silueta en retirada, “Empaqué la falda.”

Ronnie se congeló en el umbral, su cuerpo tenso, sus dedos agarrando


el marco de la puerta. Después de unos momentos, se giró y susurró,
“Contente, Brendon Shaw. Si mi mamá descubre lo que hicimos en el sofá
de tus padres me despellejará viva.”

Introduciéndose en su jueguecito, Brendon se movió frente a ella y


colocó sus manos en el arco de la puerta, sus brazos y cuerpo inclinado
hacia Ronnie Lee. Si recordaba correctamente, hizo lo mismo en el
hospital. Era un movimiento característico de Shaw que éste solía usar en
el instituto. “Te prometí que no lo contaría y no lo haré. Pero necesito
verte esta noche.”

“Yo... Yo no puedo. Tengo un examen de cálculo la semana que


viene.”

“Reúnete conmigo, Ronnie.” Se inclinó más cerca, sus labios rozando


su frente. “Promete que nos encontraremos.”

“¿Dónde?”

“Mi coche. Esta noche.”

Ella tragó. “¿Tu coche?”

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“Sí. Quiero ver si esas botas lucen tan bien contra el techo interior de
mi coche como lo hacen contra este suelo.”

Ronnie pareció sinceramente sorprendida por varios segundos, antes


de que una bonita sonrisa se extendiera por su cara. Ella sacudió la
cabeza e instantáneamente volvió a su juego. “¿Vamos a hacer lo que
hicimos... antes?”

“¿Te gustó lo que hicimos antes?”

Pareciendo apropiadamente avergonzada y girándose al mismo


tiempo, ella asintió. “Me... me gustó.”

“Entonces, sí. Haremos lo que hicimos antes. Todas las veces que
quieras.”

“Rhonda Lee. ¡Trae tu culo aquí, ahora!”

Su sonrisa volvió. “Voy mamá,” ella respondió. Miró a Brendon,


evaluándolo. “Al menos me iré. Esta noche. En ese coche.”

Brendon rió. “Eso lo prometo firmemente.” Él deslizó un dedo por su


mejilla. “Te quiero, Ronnie Lee.”

Ella se puso de puntillas y le besó en los labios. “Yo también te quiero.


Ahora,” ella tomó su mano con la suya, entrelazando los dedos, “vayamos
a divertirnos importunándonos el uno al otro cuando mi familia no esté
mirando.”

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Sonriendo, Brendon dejó que Ronnie le condujera a la cálida cocina de
la familia Evan-Reed.

“Rhonda Lee Reed. Amo absolutamente como piensas.”

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Próximamente

Shelly Laurenston - Serie Pride 02 – La Bestia en él

Algunas cosas valen la pena esperar. Como el momento cuando Jessica Ward
“accidentalmente” se encuentra con Bobby Ray Smith y le demuestra cuán lejos ha
llegado desde sus días en la escuela. En ese entonces, las desgarbadas
extremidades de Jess y su corazón herido se convertían en gelatina cada vez que el
cuerpo de Smitty “que nada podía hacer mejor que extasiar” se acercaba a ella. Así
que, las cosas no han cambiado. Excepto que ahora Jess es exitosa bajo sus propios
términos. Y puede disfrutar de un manoseo o veinte con el grande y malvado lobo,
para luego alejarse. Fácilmente.

La sexy y refinada CEO que contrató la empresa de seguridad de Smitty podría estar
a kilómetros de distancia de la cerebrito que él conoció, pero sus besos, sus caricias,
son tan candentes como se los imaginó. Jess nunca fue la clase de mujer en pedir
ayuda, y ahora tampoco la buscaba, ni siquiera cuando alguien tiene por objetivo su
Jauría. Pero Smitty no va a ocultar su cola y huir. No antes de probar que su lujuria
animal calienta-sábanas es sólo el comienzo de algo mucho más salvaje…

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