Feudalismo
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El feudalismo en la Edad Media.
Feudalismo es la denominación del sistema político predominante en Europa
Occidental de los siglos centrales de la Edad Media (entre los siglos X y XI,
aunque no hay acuerdo entre los historiadores sobre su comienzo y su duración, y
esta varía según la región),1 y en la Europa Oriental durante la Edad Moderna,
caracterizado por la descentralización del poder político; al basarse en la
difusión del poder desde la cúspide (donde en teoría donde se encontraban el
emperador o los reyes) hacia la base donde el poder local se ejercía de forma
efectiva con gran autonomía o independencia por una aristocracia, llamada nobleza,
cuyos títulos derivaban de gobernadores del imperio carolingio (duques, marqueses,
condes) o tenían otro origen (barones, caballeros, etc.).
El término feudalismo también es utilizado historiográficamente para denominar las
formaciones sociales históricas caracterizadas por el modo de producción que el
materialismo histórico (la historiografía marxista) denomina feudal.2
Como formación económica-social, el feudalismo se inició en la Antigüedad tardía
con la transición del modo de producción esclavista al feudal, a partir de la
crisis del siglo III y, sobre todo, con la disolución del Imperio romano de
Occidente (siglo V) y la formación de los reinos germánicos y el Imperio carolingio
(siglos VIII y IX).
Fundamentado en distintas tradiciones jurídicas (tanto del derecho romano como del
derecho germánico –relaciones de clientela, séquito y vasallaje–), el feudalismo
respondió a la inseguridad e inestabilidad de la época de las invasiones que se
fueron sucediendo durante siglos (pueblos germánicos, eslavos, magiares,
musulmanes, vikingos). Ante la incapacidad de las instituciones estatales, muy
lejanas, la única seguridad provenía de las autoridades locales, nobles laicos o
eclesiásticos, que controlaban castillos o monasterios fortificados en entornos
rurales, convertidos en los nuevos centros de poder ante la decadencia de las
ciudades.
Desde el punto de vista institucionalista, el feudalismo fue el conjunto de
instituciones creadas en torno a una relación muy específica: la que se establecía
entre un hombre libre (el vasallo), que recibía la concesión de un bien (el feudo)
por parte de otro hombre libre (el señor), ante el que se encomendaba en una
ceremonia codificada (el homenaje) que representaba el establecimiento de un
contrato sinalagmático (de obligaciones recíprocas).3 Esta serie de obligaciones
recíprocas, militares y legales, establecidas entre la nobleza guerrera, giraba en
torno a tres conceptos clave: señor, vasallo y feudo. Entre señor y vasallo se
establecían las relaciones de vasallaje, esencialmente políticas. En el feudo,
entendido como unidad socioeconómica o de producción, se establecían relaciones de
muy distinta naturaleza, entre el señor y los siervos, que desde la historiografía
marxista se explican como resultado de una coerción extraeconómica por la que el
señor extraía el excedente productivo al campesino. La forma más evidente de renta
feudal era la realización por los siervos de prestaciones de trabajo (corveas o
sernas), con lo que el espacio físico del feudo se dividía entre la reserva
señorial o reserva dominical (donde se concentraba la producción del excedente) y
los mansos (donde se concentraba la producción imprescindible para la reproducción
de la fuerza de trabajo campesina). En otras formas, los siervos se obligaban a
distintos tipos de pago, como una parte de la cosecha o un pago fijo, que podía
realizarse en especie o en moneda (forma poco usual hasta el final de la Edad
Media, dado que en siglos anteriores la circulación monetaria, y de hecho todo tipo
de intercambios, se reducían al mínimo), a los que se añadían todo tipo de derechos
y monopolios señoriales.4
Índice
1 Etimología
1.1 Definición de feudalismo
1.2 Definición institucionalista
1.3 Definición marxista
2 Uso del término feudalismo
3 Antecedentes
3.1 Un nuevo poder
3.2 Entorno, tareas y división de la nueva sociedad
4 El vasallaje y el feudo
4.1 El homenaje y la investidura
4.2 La encomienda. La organización del feudo
5 Los estamentos sociales
5.1 Clero
5.2 Ejército
5.2.1 La caballería en los reinos de Hispania
5.3 Campesinado
5.4 Burguesía
6 Final
7 Economía feudal
8 Crisis del feudalismo
9 Véase también
10 Referencias
11 Bibliografía
12 Enlaces externos
Etimología
Herr Reinmar von Zweter, un Minnesinger del siglo 13, se representa con los brazos
nobles en el Codex Manesse.
La palabra «feudalismo» es un término erudito y tardío (siglo XVII), que deriva de
la palabra «feudo» (del latín medieval, feodum o feudum)5 por intermedio del
adjetivo «feudal». Los términos «feudo» y «feudal» son mucho más antiguos. En su
forma latina, la única empleada originalmente en los documentos, «feudo» (fevum) se
remonta al siglo X, pero no se expandió su uso hasta el siglo XI. Por su parte
«feudal» (feodalis) data del siglo XI.6
Definición de feudalismo
Existen en general dos definiciones de feudalismo:
La definición institucionalista y la definición marxista.
A continuación te mostramos estas dos:
Definición institucionalista
Conjunto de instituciones que respaldan compromisos generalmente militares, entre
un hombre libre, el vasallo (vasallus, vassus) y un hombre libre en situación
superior. El primero recibe del segundo un feudo (feodum, feudum) para su
mantenimiento.
Puede definirse el feudalismo como un conjunto de instituciones que crean y rigen
obligaciones de obediencia y servicio –principalmente militar– por parte de un
hombre libre, llamado «vasallo», hacia un hombre libre llamado «señor», y
obligaciones de protección y sostenimiento por parte del “señor” respecto del
«vasallo», dándose el caso de que la obligación de sostenimiento tuviera la mayoría
de las veces como efecto la concesión, por parte del señor al vasallo, de un bien
llamado «feudo».
François-Louis Ganshof7
Definición marxista
Modo de producción con unas peculiares formas de relación socioeconómica, situado
entre el esclavismo de la Antigüedad y el capitalismo moderno. Concretamente, se
entiende como un conjunto de relaciones de producción y dependencia entre el
campesino y el señor, propietario de la tierra que aquel usufructúa, en un momento
de predominio de la agricultura como fuente de riqueza.
Un sistema bajo el cual el estatus económico y la autoridad estaban asociados con
la tenencia de la tierra y en el que el productor directo (que a su vez era
poseedor de algún terreno) tenía la obligación, basada en la ley o el derecho
consuetudinario, de dedicar cierta parte de su trabajo o de su producción en
beneficio de su superior feudal.
Maurice Dobb8
El feudalismo se puede entender también como consecuencia de la ruptura de todas
las estructuras de poder antiguo tras la caída del Imperio Romano. El poder estatal
se fragmenta y es asumido por los grandes propietarios de tierras, los señores.
Cada señor se convierte en juez, administrador, cobrador de impuestos y líder
militar de la comarca que controla. Este poder de los señores feudales recibía el
nombre de ban. Los campesinos ofrecían sus servicios en trabajo (corveas) o pagaban
un impuesto o tributo al señor feudal a cambio de protección, para poder protegerse
en los castillos durante las invasiones.
Pese a la ausencia de control estatal, el sistema feudal no era una anarquía. Se
forman relaciones feudovasalláticas de subordinación. Los señores débiles se
subordinaban a un señor más poderoso. En la cima de estas relaciones de vasallaje
estaba el rey, a quien todos los señores declaraban estar sometidos.
La postura habitual entre los medievalistas distingue dos procesos: un complejo de
compromisos militares, que junto con la disgregación del poder político, conlleva
una privatización de funciones públicas en beneficio de una minoría de libres
privilegiados.
Uso del término feudalismo
El fracaso del proyecto político centralizador de Carlomagno llevó, en ausencia de
ese contrapeso, a la formación de un sistema político, económico y social que los
historiadores han convenido en llamar feudalismo, aunque en realidad el nombre
nació como un peyorativo para designar el Antiguo Régimen por parte de sus críticos
ilustrados. La Revolución francesa suprimió solemnemente "todos los derechos
feudales" en la noche del 4 de agosto de 1789 y "definitivamente el régimen
feudal", con el decreto del 11 de agosto.
La generalización del término permite a muchos historiadores aplicarlo a las
formaciones sociales de todo el territorio europeo occidental, pertenecieran o no
al Imperio Carolingio. Los partidarios de un uso restringido, argumentando la
necesidad de no confundir conceptos como feudo, villae, tenure, o señorío lo
limitan tanto en espacio (Francia, Oeste de Alemania y Norte de Italia) como en el
tiempo: un "primer feudalismo" o "feudalismo carolingio" desde el siglo VIII hasta
el año 1000 y un "feudalismo clásico" desde el año 1000 hasta el 1240, a su vez
dividido en dos épocas, la primera, hasta el 1160 (la más descentralizada, en que
cada señor de castillo podía considerarse independiente); y la segunda, la propia
de la "monarquía feudal"). Habría incluso "feudalismos de importación": la
Inglaterra normanda desde 1066 y los Estados cruzados (siglos XII y XIII).9
Otros prefieren hablar de "régimen" o "sistema feudal", para diferenciarlo
sutilmente del feudalismo estricto, o de síntesis feudal, para marcar el hecho de
que sobreviven en ella rasgos de la antigüedad clásica mezclados con contribuciones
germánicas, implicando tanto a instituciones como a elementos productivos, y
significó la especificidad del feudalismo europeo occidental como formación
económico social frente a otras también feudales, con consecuencias trascendentales
en el futuro devenir histórico.10 Más dificultades hay para el uso del término
cuando nos alejamos más: Europa Oriental experimenta un proceso de "feudalización"
desde finales de la Edad Media, justo cuando en muchas zonas de Europa Occidental
los campesinos se liberan de las formas jurídicas de la servidumbre, de modo que
suele hablarse del feudalismo polaco o ruso.
El Antiguo Régimen en Europa, el islam medieval o el Imperio bizantino fueron
sociedades urbanas y comerciales, y con un grado de centralización política
variable, aunque la explotación del campo se realizaba con relaciones sociales de
producción muy similares al feudalismo medieval. Los historiadores que aplican la
metodología del materialismo histórico (Marx definió el modo de producción feudal
como el estadio intermedio entre el esclavista y el capitalista) no dudan en hablar
de "economía feudal" para referirse a ella, aunque también reconocen la necesidad
de no aplicar el término a cualquier formación social preindustrial no esclavista,
puesto que a lo largo de la historia y de la geografía han existido otros modos de
producción también previstos en la modelización marxista, como el modo de
producción primitivo de las sociedades poco evolucionadas, homogéneas y con escasa
división social -como las de los mismos pueblos germánicos previamente a las
invasiones- y el modo de producción asiático o despotismo hidráulico -Egipto
faraónico, reinos de la India o Imperio chino- caracterizado por la tributación de
las aldeas campesinas a un estado muy centralizado.11 En lugares aún más lejanos se
ha llegado a utilizar el término feudalismo para describir una época. Es el caso de
Japón y el denominado feudalismo japonés, dadas las innegables similitudes y
paralelismos que la nobleza feudal europea y su mundo tiene con los samuráis y el
suyo (véase también shogunato, han y castillo japonés). También se ha llegado a
aplicarlo a la situación histórica de los periodos intermedios de la historia de
Egipto, en los que, siguiendo un ritmo cíclico milenario, decae el poder central y
la vida en las ciudades, la anarquía militar rompe la unidad de las tierras del
Nilo, y los templos y señores locales que alcanzan a controlar un espacio de poder
gobiernan en él de forma independiente sobre los campesinos obligados al trabajo.
Antecedentes
El sistema feudal europeo tiene sus antecedentes en el siglo V, al caer el Imperio
romano. El colapso del Imperio acaeció básicamente por su extensión y la
incapacidad del emperador para controlar todas sus provincias, sumado cada vez más
numerosas incursiones de pueblos bárbaros que atacaban y saqueaban las provincias
más retiradas del imperio. Esto provocó que los emperadores necesitaran gente para
defender sus grandes terrenos y contrataran caballeros o nobles (precursores del
modelo de señor feudal), que a su vez contrataran vasallos, villanos, etc. Se llegó
incluso a contratar a jefes y tropas mercenarias de los mismos pueblos "bárbaros".
A partir del siglo X no queda resto de imperio alguno sobre Europa. La realeza, sin
desaparecer, ha perdido todo el poder real y efectivo, y sólo conserva una
autoridad sobrenatural remarcada por las leyendas que le atribuyen carácter
religioso o de intermediación entre lo divino y lo humano. Así, el rey no gobierna,
sino que su autoridad viene, a los ojos del pueblo, de Dios, y es materializado e
implementado a través de los pactos de vasallaje con los grandes señores, aunque en
realidad son estos quienes eligen y deponen dinastías y personas. En el plano
micro, los pequeños nobles mantienen tribunales feudales que en la práctica
compartimentalizan el poder estatal en pequeñas células.
Un nuevo poder
La Iglesia Católica conocedora de la fragilidad de los reinos y del poder que ella
misma tiene en esa situación, durante los concilios de Charroux y de Puy consagra a
los prelados y señores como jefes sociales y sanciona con graves penas la
desobediencia de estas normas. Los señores, a partir de ese momento, "reciben el
poder de Dios" y deben procurar la paz entre ellos, pacto que deben renovar
generación tras generación.
Se conforma así un modelo en el que la "gente armada" adquiere determinados
compromisos sobre la base de juramentos y deben proteger el orden creado, y los
eclesiásticos que forman la moral social y se encuentran salvaguardados por los
señores.
Entorno, tareas y división de la nueva sociedad
El castillo encaramado sobre un alto será la representación del poder y la fuerza.
En principio, baluarte que se daban las poblaciones para protegerse de las
depredaciones. Luego, hogar del señor y lugar de protección de los vasallos en los
conflictos. Desde allí se administra justicia a todos cuantos se encuentran
sujetos. En un principio, las personas libres están sometidas a unas mínimas normas
de obediencia, defensa mutua y servicios prometidos. Los demás son siervos.
En los países donde la dominación romana duró más tiempo (Italia, Hispania,
Provenza), las ciudades se conservan, si bien con menor importancia numérica, pero
a salvo de señoríos. En los países, más al norte, donde los romanos se asentaron
menos tiempo o con menor intensidad, la reducción de la población en las ciudades
llegó a hacer desaparecer los pocos núcleos importantes que había y el feudalismo
se implanta con más fuerza.
La sociedad se encuentra entonces con tres órdenes que, según la propia Iglesia,
son mandatos de Dios y, por tanto, fronteras sociales que nadie puede cruzar. La
primera clase u orden es la de los que sirven a Dios, cuya función es la salvación
de todas las almas y que no pueden encomendar su tiempo a otra tarea. La segunda
clase es la de los combatientes, aquellos cuya única misión es proteger a la
comunidad y conservar la paz. La tercera clase es la de los que laboran, que con su
esfuerzo y trabajo deben mantener a las otras dos clases.
El vasallaje y el feudo
Un vasallo arrodillado realiza la inmixtio manum durante el homenaje a su señor,
sentado mientras un escribiente toma nota.
Dos instituciones eran claves para el feudalismo: por un lado el vasallaje como
relación jurídico-política entre señor y vasallo, un contrato sinalagmático (es
decir, entre iguales, con requisitos por ambas partes) entre señores y vasallos
(ambos hombres libres, ambos guerreros, ambos nobles), consistente en el
intercambio de apoyos y fidelidades mutuas (dotación de cargos, honores y tierras
-el feudo- por el señor al vasallo y compromiso de auxilium et consilium -auxilio o
apoyo militar y consejo o apoyo político-), que si no se cumplía o se rompía por
cualquiera de las dos partes daba lugar a la felonía, y cuya jerarquía se
complicaba de forma piramidal (el vasallo era a su vez señor de vasallos); y por
otro lado el feudo como unidad económica y de relaciones sociales de producción,
entre el señor del feudo y sus siervos, no un contrato igualitario, sino una
imposición violenta justificada ideológicamente como un quid pro quo de protección
a cambio de trabajo y sumisión.
Por tanto, la realidad que se enuncia como relaciones feudo-vasalláticas es
realmente un término que incluye dos tipos de relación social de naturaleza
completamente distinta, aunque los términos que las designan se empleaban en la
época (y se siguen empleando) de forma equívoca y con gran confusión terminológica
entre ellos:
El vasallaje era un pacto entre dos miembros de la nobleza de distinta categoría.
El caballero de menor rango se convertía en vasallo (vassus) del noble más
poderoso, que se convertía en su señor (dominus) por medio del Homenaje e
Investidura, en una ceremonia ritualizada que tenía lugar en la torre del homenaje
del castillo del señor. El homenaje (homage) -del vasallo al señor- consistía en la
postración o humillación -habitualmente de rodillas-, el osculum (beso), la
inmixtio manum -las manos del vasallo, unidas en posición orante, eran acogidas
entre las del señor-, y frase que reconociera haberse convertido en su hombre. Tras
el homenaje se producía la investidura -del señor al vasallo-, que representaba la
entrega de un feudo (dependiendo de la categoría de vasallo y señor, podía ser un
condado, un ducado, una marca, un castillo, una población, o un simple sueldo; o
incluso un monasterio si el vasallaje era eclesiástico) a través de un símbolo del
territorio o de la alimentación que el señor debe al vasallo -un poco de tierra, de
hierba o de grano- y del espaldarazo, en el que el vasallo recibe una espada (y
unos golpes con ella en los hombros), o bien un báculo si era religioso.
El homenaje y la investidura
Torre del Homenaje del Castillo de Olbrueck en Alemania.
El homenaje era un ritual por el que un señor concedía un feudo a otro hombre de la
clase privilegiada a cambio de algunos servicios y prestaciones, generalmente de
orden militar.
La figura del Homenaje adquiere mayor importancia entre los siglos XI al XIII,
destinándose la parte más noble del castillo para ello, la torre, y en el
ceremonial participaban dos hombres: el vasallo que, arrodillado, destocado y
desarmado frente al señor12 con las manos unidas en prueba de humildad y
sometimiento, espera que este le recoja y lo alce, dándose ambos un reconocimiento
mutuo de apoyo y un juramento de fidelidad. El señor le entregará el feudo en pago
por sus servicios futuros, que generalmente consistía en bienes inmuebles: Grandes
extensiones de terreno, casi siempre de labranza. El juramento y el vasallaje será
de por vida.
La entrega del feudo o algún elemento que lo represente constituye la investidura y
se realizaba inmediatamente después del homenaje. El régimen jurídico de entrega
es, de forma general, un usufructo vitalicio, aunque también podía ser en bienes
materiales, pero que con el tiempo se convirtió en una ligazón de familias entre el
señor y sus vasallos, pudiendo heredarse el feudo siempre que los herederos
renovaran sus votos con el señor. Sin embargo, el señor feudal tenía derecho a
revocar el feudo a su vasallo si este no se comportaba como tal, o demostraba algún
signo de deslealtad, como conspirar contra él, no cumplir entregando las tropas de
su feudo en caso de guerra, etc., ya que cometía el delito de felonía. A un felón
se le consideraba un mal vasallo y una persona de la que desconfiar. En el sistema
feudal, la felonía era una terrible mancha de por vida en la reputación de un
caballero.
La encomienda. La organización del feudo
La encomienda, encomendación o patrocinio (patrocinium, commendatio, aunque era
habitual utilizar el término commenpdatio para el acto del homenaje o incluso para
toda la institución del vasallaje) eran pactos teóricos entre los campesinos y el
señor feudal, que podían también ritualizarse en una ceremonia o -más raramente-
dar lugar a un documento. El señor acogía a los campesinos en su feudo, que se
organizaba en una reserva señorial que los siervos debían trabajar obligatoriamente
(sernas o corveas) y en el conjunto de los pequeños terrenos para explotaciones
familiares (o mansos feudales) que se atribuían en el feudo a los campesinos para
que pudieran subsistir. Obligación del señor era protegerles si eran atacados, y
mantener el orden y la justicia en el feudo. A cambio, el campesino se convertía en
su siervo y pasaba a la doble jurisdicción del señor feudal: en los términos
utilizados en España en la Baja Edad Media, el señorío territorial, que obligaba al
campesino a pagar rentas al noble por el uso de la tierra; y el señorío
jurisdiccional, que convertía al señor feudal en gobernante y juez del territorio
en el que vivía el campesino, por lo que obtenía rentas feudales de muy distinto
origen (impuestos, multas, monopolios, etc.). La distinción entre propiedad y
jurisdicción no era en el feudalismo algo claro, pues de hecho el mismo concepto de
propiedad era confuso, y la jurisdicción, otorgada por el rey como merced, ponía al
señor en disposición de obtener sus rentas. No existieron señoríos jurisdiccionales
en los que la totalidad de las parcelas pertenecieran como propiedad al señor,
siendo muy generalizadas distintas formas de alodio en los campesinos. En momentos
posteriores de despoblamiento y refeudalización, como la crisis del siglo XVII,
algunos nobles intentaban que se considerasen despoblados completamente de
campesinos un señorío para liberarse de todo tipo de cortapisas y convertirlo en
coto redondo reconvertible para otro uso, como el ganadero.13
Junto con el feudo, el vasallo recibe los siervos que hay en él, no como propiedad
esclavista, pero tampoco en régimen de libertad; puesto que su condición servil les
impide abandonarlo y les obliga a trabajar. Las obligaciones del señor del feudo
incluyen el mantenimiento del orden, o sea, la jurisdicción civil y criminal (mero
e mixto imperio en la terminología jurídica reintroducida con el Derecho Romano en
la Baja Edad Media), lo que daba aún mayores oportunidades para obtener el
excedente productivo que los campesinos pudieran obtener después de las
obligaciones de trabajo -corveas o sernas en la reserva señorial- o del pago de
renta -en especie o en dinero, de circulación muy escasa en la Alta Edad Media,
pero más generalizada en los últimos siglos medievales, según fue dinamizándose la
economía-. Como monopolio señorial solían quedar la explotación de los bosques y la
caza, los caminos y puentes, los molinos, las tabernas y tiendas. Todo ello eran
más oportunidades de obtener más renta feudal, incluidos derechos tradicionales,
como el ius prime noctis o derecho de pernada, que se convirtió en un impuesto por
matrimonios, buena muestra de que es en el excedente de donde se extrae la renta
feudal de forma extraeconómica (en este caso en la demostración de que una
comunidad campesina crece y prospera). También en muchos casos se puede demostrar
que el vasallo era más privilegiado en comparación con el siervo por simples
razones: el señor feudal le daba protección, justicia y sustento económico al
vasallo a cambio de consejos, ayuda militar y ayuda económica.
Los estamentos sociales
Véase también: Estamento
La división en tres órdenes se subdividía a su vez en estamentos compactos y
perfectamente delimitados.
En una primera división, se encuentra el grupo de los privilegiados, todos ellos
señores, eclesiásticos o caballeros. En la cúspide se hallaba el Rey, después el
Alto Clero integrado por arzobispos, obispos y abades y el Bajo Clero formado por
los curas y sacerdotes, y por último la nobleza. Es este grupo de privilegiados el
que forma los señores y los caballeros, y estos últimos a su vez podían ser señores
de otros caballeros, dependiendo de su poder y de la capacidad de subinfeudar sus
tierras. El Alto Clero, además de las tareas que dentro de los tres órdenes le
habían sido encomendadas, la guía espiritual y sostener la doctrina moral que
mantenía el feudalismo, podían ser a su vez señores y entregar parte de sus bienes
para la defensa de su comunidad. Los privilegiados no pagaban impuestos.
Los no privilegiados eran la burguesía, los artesanos, los sirvientes y los
campesinos, que se subdividían a su vez en colonos y aldeanos. A estos correspondía
el sometimiento a la tierra y, por lo tanto, a quien de ella dependiera,
trabajándola y entregando una parte de sus frutos al señor, o bien, en el caso de
artesanos y burgueses, debían obediencia a quien les garantizaba la defensa de la
ciudad y la entrega de bienes o dinero.
Clero
Véase también: Clero
Cruz de Calatrava, emblema de la Orden de Calatrava, organización religioso-militar
fundada en 1158 en Castilla.
El Alto Clero estuvo siempre dominado por el episcopado, cuyos poderes terrenales
eran equiparables a los de cualquier señor laico. En un primer momento, los monjes,
todos pertenecientes al Bajo Clero, quedaban dentro del ámbito de poder de los
obispos; más tarde, serían los abades quienes terminarían por delimitar su
autoridad sobre los miembros de las órdenes monásticas, quedando los sacerdotes en
el ámbito de la diócesis episcopal.
En las abadías, se fueron perfilando modelos distintos: por un lado, aquellas que
no eran poseedoras de grandes propiedades y que dependían para su supervivencia de
las limosnas de los fieles, y de algunos predios entregados por los señores del
lugar para garantizar el sustento de la comunidad religiosa. La necesidad de dinero
favorece que sea en este instante en el que la figura de la limosna es ensalzada
como deber fundamental para el creyente y camino para la salvación del alma.
Otros monasterios poseían extensas propiedades y el abad actuaba como un señor
feudal, en algunos casos incluso nombrando caballeros que le protejan o
favoreciendo la creación de órdenes religioso-militares de gran poder. Sea como
fuere, en estos el dinero proviene de las rentas que son entregadas por los
siervos, generalmente en especie, así como de las aportaciones, muchas de ellas
generosas, y a veces interesadas, de otros señores. La necesidad de mantener una
buena relación con el abad de un monasterio poderoso favorecerá que otros señores
entreguen ofrendas de alto valor y ayuden a la construcción y embellecimiento de
iglesias y catedrales que simbolizaban el poder.
El diferente destino de los eclesiásticos venía determinado por su ascendencia
social. Se trata del estamento social más abierto, pues cualquier persona libre
puede incorporarse al mismo pagando una cantidad de dinero dote. Este será el
elemento que determine dentro del estamento la posición que, efectivamente, va a
ocupar cada uno. Los hijos de los señores que se integran dentro de la iglesia
aportarán cuantiosas sumas que garantizan, no solo su supervivencia de por vida,
sino un incremento patrimonial notable para el cabildo catedralicio o monasterio en
el que se integran, y un rango alto de los donantes dentro del sistema. Son estos
los que ocuparán más tarde los cargos obispales. Por otro lado, los clérigos serán
los hijos de los campesinos y, en general, de los no privilegiados, y cuyas
funciones, además de las religiosas, estarán limitadas al ora et labora. Esta
práctica degeneró en la práctica de compraventa de cargos eclesiásticos llamada
simonía.
Ejército
Armadura y armas de los caballeros, generalmente aportadas por el señor en la
Investidura.
La obligación primordial del vasallo y secundaria del siervo era cumplir con los
deberes militares, para la defensa del señor y sus bienes, pero también la defensa
del propio feudo. Una obligación pareja era aportar una parte mínima de los
tributos recaudados al señor para engrandecer sus propiedades. El caballero no
tenía en realidad un dueño, ni estaba sometido a poder político alguno, de ahí que
se encontrasen caballeros que luchaban en las filas de un rey un día, y al
siguiente en las de otro. Su deber real era para con el señor a quien le unía un
espíritu de camaradería.
En el siglo IX aún se usaba el término milites para hacer referencia a los
caballeros, aunque pronto los idiomas locales fueron gestando términos propios que
se agrupaban en "jinetes" o "caballeros". Su importancia fue en aumento al
prescindirse cada vez más de la infantería. El caballero debía proveerse de
caballo, armadura y armas, y disponer de tiempo de ocio para cumplir su misión.
Aunque abierto al principio, el estamento de los caballeros tendió a cerrarse,
convirtiéndose en hereditario. Con el tiempo, los caballeros eran ordenados al
terminar la adolescencia por un compañero de armas en una ceremonia sencilla. En
este momento ya no importa la fortuna, sino la ascendencia, creándose diferencias
notables entre los mismos. Los más pobres disponen de un pequeño terreno, y ocupan
su tiempo entre las labores propias del campesino y la guerra. Los más poderosos,
que disponen de tierras y fortuna, comenzarán a formar la auténtica nobleza,
concentrando poder económico y militar.
La caballería en los reinos de Hispania
En los reinos peninsulares, los reyes, siempre necesitados de tropa para
enfrentarse a los moros, promueven la caballería entre sus súbditos de modo muy
sencillo: Se denominaba caballero aquel capaz de mantener un caballo, cosa para la
que se requería una mínima fortuna, pues el caballo no sirve para las tareas del
campo. Al cabo de tres o cuatro generaciones, manteniendo un caballo, se adquiría
la calidad de hidalgo (hijo de alguien). Ésta es la razón por la que Alonso
Quijano, don Quijote, tuviera un caballo flaco: para seguir llamándose hidalgo y el
hecho de que quisiera ser armado "caballero", una burla más de Cervantes que
entendían quienes, en la época, sabían que hidalgo era más que caballero.
Tener un caballo suponía poder participar en las guerras del rey y, comportándose
valientemente, optar a la posibilidad de que el rey le concediera mercedes.
Esta organización, mucho más permeable socialmente, tuvo dos consecuencias:
fortalecer el poder real frente a los nobles, puesto que el rey tenía ejércitos sin
necesitar su ayuda, y haciendo más fuerte el poder real, hacer más poderoso el
país, como así ocurrió. Véanse las guerras civiles entre Pedro I de Castilla y su
hermanastro Enrique, cómo el primero se apoya en las ciudades y el segundo en los
nobles, pero cambia de bando hacia las ciudades cuando derrota y mata a Pedro.
Campesinado
Artículo principal: Villa (población)
No debe confundirse con villano.
Véanse también: Repoblación e Historia de las ciudades.
Véase también: Colonato
Recibían el nombre de villanos los hombres libres de las villas dedicados a la
agricultura (también llamados colonos ingenuos) y gracias a eso podían cambiar de
lugar, contraer matrimonio, transmitir sus bienes. Sin embargo, estaban obligados
al servicio militar y a pagarle al señor impuestos en dinero o en especie por el
uso de la tierra. Entre estos sigue habiendo diferencias, según se sea labrador que
dispone de una yunta de bueyes o mero peón. En algún caso singular, campesinos
libres llegan a poseer grandes extensiones que les permitirán más tarde llegar a la
condición de terratenientes y, de ahí, a nobles, pero serán situaciones
excepcionales.
Siega del heno, con guadaña. Psalterio Hunter, hacia 1170.
Campesino cavando Psalterio Hunter, hacia 1170.
Viñateros podando. Psalterio Weinbau, hacia 1180.
Campesinos vendimiando. Psalterio Weinbau, hacia 1180.
Campesinos segando. Ilustración del siglo XIV (Tacuinum sanitatis).
Campesinos separando el grano de la paja con trillos manuales. Ilustración del
siglo XIV (Tacuinum sanitatis).
Campesino arreando mulas de carga. Biblia Maciejowski, hacia 1250.
Oficios de la construcción. Ilustración del siglo XI (Construcción de la torre de
Babel, del Maestro del Pentateuco).
Artículo principal: Siervo
La minoría de la masa campesina eran los siervos, esta clase, más bien condición
social fue introducida por los germanos en el Imperio Romano, debido al foedus y a
las invasiones, eran hombres libres, más bien semilibres, que estaba ligados a la
gleba y sometidos al señor de esa tierra.
Su situación es de dependencia frente a un señor que no han elegido y que tiene
sobre ellos el poder de distribuir la tierra, administrar justicia, determinar los
tributos, exigirles obligaciones militares de custodia y protección del castillo y
los bienes del señor y apropiarse como renta feudal de una parte sustancial del
excedente, en trabajo, en especie (porcentajes de la cosecha) o dinero.
Burguesía
Era libre, porque los señoríos no abarcaban su control e igualitaria. El término
burguesía (del francés bourgeoisie) se utiliza en la economía política y también
ampliamente en la filosofía política, la sociología y la historia para designar a
la clase media acomodada, aunque su uso inicial y específico en las ciencias
sociales o en el ideoléxico (especialmente, en la fraseología marxista) tiene
diversas variantes y matices.
Final
El sistema feudal, desde el punto de vista político, inicia su decadencia al
comenzar las Cruzadas. Aun cuando desde el punto de vista social y económico en
algunos países persiste hasta nuestros días. El predominio absolutista de los reyes
y con la adquisición de libertades por parte de las ciudades termina de poner fin
al sistema.
Economía feudal
Artículo principal: Economía feudal
Véanse también: Modo de producción feudal, Renta feudal, Señorío y Pensamiento
económico medieval.
Las invasiones que sufre Europa durante más de cien años (normandos, musulmanes,
eslavos) con la caída del Imperio romano de Occidente y el posterior debilitamiento
del Imperio carolingio frenaron la actividad económica hasta las puertas del año
1000.
Es en este momento cuando se extienden modernas técnicas agrícolas que, existiendo
anteriormente, habían quedado reducidas a pocos espacios territoriales. Entre ellos
cabe destacar el aumento en el uso de los molinos de agua como fuerza motriz y de
las acequias para riego, extendiendo los cultivos y liberando mano de obra. Además,
mejoran los métodos de enganche de los animales, especialmente el caballo y el
buey, cuya cría aumenta de manera notable y permitirá disponer de animales de tiro
en abundancia. Los instrumentos de uso agrícola, como el arado o la azada,
generalmente de madera, son sustituidos por otros de hierro.
La explotación agraria feudal era de subsistencia. Los siervos cultivaban lo
suficiente para mantenerse a sí mismos y para pagar los diezmos a la Iglesia y la
renta al señor. De la recolecta se separaban también las semillas necesarias para
la siguiente siembra. Los mercados urbanos se abastecían con las porciones de los
diezmos y la renta.
Los cultivos se organizaban en torno a las poblaciones en tres anillos. El primero
y más cercano a la población se dedicaba a las frutas y hortalizas. El segundo era
para los cereales, principal sustento de la época. El tercer núcleo eran tierras de
pasto y monte explotadas de forma comunal. Los pastos comunales limitaban por tanto
la expansión de las tierras de cereales e impedían ampliar la extensión cultivada
según la demanda de la población.
La rotación de cultivos era el principal sistema utilizado para evitar el deterioro
de la tierra. Este método consiste en dejar en barbecho (es decir, sin cultivar)
una parte de la tierra cada año para permitir su regeneración. En las regiones
mediterráneas se usaba la rotación bienal, según el cual la mitad de las tierras
quedaba en barbecho cada año. En las regiones europeas atlánticas se usaba la
rotación trienal: un tercio de la tierra para cereal de ciclo largo -de invierno-,
otro tercio para cereal de ciclo corto -verano- y el último tercio en barbecho. La
tierra que quedaba sin cultivar se dedicaba a uso comunal, permitiendo que los
animales pastasen en ella (práctica conocida como derrota de mieses).
El aumento de la producción como consecuencia de las innovaciones supone ya en el
siglo XI una reducción de las prestaciones personales de los siervos a sus señores
en cuanto a horas de trabajo, sustituyéndose por el pago de una cuantía económica o
en especie. Se reducen las tierras del señor y aumentan los arrendamientos. Al
mismo tiempo, los campesinos aumentan sus rentas disponibles y ganan en
independencia.
Se incrementa el número de tierras roturadas y comienza el periodo de eliminación
de los bosques europeos, drenaje de las tierras empantanadas, la extensión de los
terrenos arados lejos de las aldeas y la construcción dispersa de casas campesinas.
Las mejores tierras atraen a una mayor masa de población y se producen migraciones
en todo el centro de Europa. El crecimiento de la población es notable a partir del
1050, llegándose a duplicar la población de Inglaterra en 150 años y se triplicará
hacia el final de la Edad Media. En el siglo XI las hambrunas han desaparecido.
A partir del siglo XII, la existencia de excedentes incrementa el comercio más allá
de las fronteras del señorío. Las actividades comerciales permiten que surja una
incipiente burguesía, los mercaderes, que debe realizar su trabajo pagando
igualmente una parte de sus beneficios en forma de tributos a los señores, que a su
vez incrementan con ello sus recursos. Las rutas de peregrinaje son los nuevos
caminos por donde se abre el comercio. Roma, Jerusalén o Santiago de Compostela son
los destinos, pero las comunidades situadas en sus vías de acceso florecen. Las
ciudades, burgos, son al mismo tiempo espacios de defensa y de comercio conforme
avanza el tiempo y se va gestando una nueva sociedad que despegará en los siglos
XIII y XIV.
Crisis del feudalismo
La crisis del feudalismo es el periodo de decadencia por el cual pasa el
feudalismo, y se caracteriza por el agotamiento de las tierras de cultivo y la
falta de alimentos, lo que por consecuencia produjo hambruna y una gran cantidad de
muertos. A ello hay que añadir la aparición de graves enfermedades
infectocontagiosas o epidémicas, como las pestes. Tal es el caso de la conocida
peste negra, que disminuyó notoriamente la población europea.
A partir del siglo XIII, la mejora de las técnicas agrícolas y el consiguiente
incremento del comercio hizo que la burguesía fuera presionando para que se
facilitara la apertura económica de los espacios cerrados de las urbes, se
redujeran los tributos de peaje y se garantizaran formas de comercio seguro y una
centralización de la administración de justicia e igualdad de las normas en amplios
territorios que les permitieran desarrollar su trabajo, al tiempo que garantías de
que los que vulnerasen dichas normas serían castigados con igual dureza en los
distintos territorios.
Las ciudades que abrían las puertas al comercio y otorgaban una mayor libertad de
circulación, veían incrementar la riqueza y prosperidad de sus habitantes y las del
señor, por lo que con reticencias pero de manera firme se fue diluyendo el modelo.
Las alianzas entre señores eran más comunes, no ya tanto para la guerra, como para
permitir el desarrollo económico de sus respectivos territorios, y el rey fue el
elemento aglutinador de esas alianzas.
El feudalismo alcanzó el punto culminante de su desarrollo en el siglo XIII; a
partir de entonces inició su decadencia. El subenfeudamiento llegó a tal punto que
los señores tuvieron problemas para obtener las prestaciones que debían recibir.
Los vasallos prefirieron realizar pagos en metálico (scutagium, «tasas por escudo»)
a cambio de la ayuda militar debida a sus señores; a su vez estos tendieron a
preferir el dinero, que les permitía contratar tropas profesionales que en muchas
ocasiones estaban mejor entrenadas y eran más disciplinadas que los vasallos.
Además, el resurgimiento de las tácticas de infantería y la introducción de nuevas
armas, como el arco y la pica, hicieron que la caballería no fuera ya un factor
decisivo para la guerra. La decadencia del feudalismo se aceleró en los siglos XIV
y XV. Durante la guerra de los Cien Años, las caballerías francesa e inglesa
combatieron duramente, pero las batallas se ganaron en gran medida por los soldados
profesionales y en especial por los arqueros de a pie. Los soldados profesionales
combatieron en unidades cuyos jefes habían prestado juramento de homenaje y
fidelidad a un príncipe, pero con contratos no hereditarios y que normalmente
tenían una duración de meses o años. Este «feudalismo bastardo» estaba a un paso
del sistema de mercenarios, que ya había triunfado en la Italia de los condotieros
renacentistas.
Véase también
Feudalismo en Francia
Feudalismo en España
Feudalismo en Hungría
Refeudalización
Edad Media
Feudo
Señor
Vasallaje
Castillo
Incastellamento
Caballero
Colonato
Orden militar y órdenes militares españolas
Cruzadas
Poderes universales
Economía feudal
Renta feudal
Sociedad feudal
Sociedad estamental
Privilegiados
Historia de las ciudades#La ciudad en la Edad Media
Transición del feudalismo al capitalismo
Antiguo Régimen y Antiguo Régimen en España
Antigüedad tardía
Castellano (cargo)
Referencias
Véase Duby (1976) p. 205, 288
Luis García de Valdeavellano señala la identificación de "feudalismo" y
"servidumbre" en la historiografía marxista, y en concreto en Maurice Dobb;
mientras que para el propio Marx lo que principalmente caracteriza al "feudalismo"
es la "sujeción personal", tanto en las condiciones de producción material propias
del sistema como en las relaciones de vida cimentadas sobre esa sujeción (cita
literalmente: "el hombre independiente ha desaparecido y todo el mundo vive
sojuzgado"). En cuanto a las instituciones feudovasalláticas que originaron la
forma política del Estado feudal no serían en lenguaje marxista sino una
"superestructura". El feudalismo hispánico y otros estudios de historia medieval,
Crítica, 2000, ISBN 84-8432-145-2, pg. 25.
François-Louis Ganshof, Qu'est-ce-que la féodalité?, París: Tallandier, 1982, ISBN
2-235-01299-X, p. 13.
Para autores como Otto Hinze, Marc Bloch o François-Louis Ganshof el concepto de
"feudalismo" parece referirse especialmente al régimen feudal del occidente europeo
en la Edad Media. Especialmente, en opinión de Otto Hinze, en realidad sólo debe
hablarse de "feudalismo" en su pleno sentido cuando se trata de un sistema
político-social, en cuya configuración como tal sistema actúan conjuntamente un
factor militar, un factor económico social y otro de localización de la nobleza
militar, con predominio de los medios de dominación personal sobre los
"institucionales" y ello de tal manera que todos los factores se condicionen
recíprocamente García de Valdeavellano, op. cit., pg. 23-24.
Shumaker, Walter A.; George Foster Langdorf. The Cyclopedic Dictionary of Law,
pág. 365 y 1901.
Lemarignier, Jean-François (2005). La France médiévale - Institutions et société.
París: Armand Colin, p. 100.
“Introducción”, en El feudalismo, Editorial Ariel, Barcelona, 1975, p. 17.
Estudios sobre el desarrollo del capitalismo, p. 465-466. Buenos Aires, Siglo XXI,
1971.
Fourquin, Guy (1977), Señorío y feudalismo en la edad media. Madrid: EDAF, ISBN
84-7166-347-3.
Es la tesis principal de Perry Anderson op. cit.. Es comentada y criticada por
Gregory Elliott (2004) Perry Anderson: El laboratorio implacable de la historia
Universitat de València, ISBN 84-370-5935-6 pg. 144. La expresión síntesis feudal
es utilizada habitualmente en ese sentido: Bisso y otros Occidente y su legado. Una
historia. Volumen I. Desde las primeras civilizaciones a la crisis del mundo
medieval ISBN 987-9164-80-6 reseña
Witold Kula Teoría económica del sistema feudal; Perry Anderson, op. cit.
Quien jure fidelidad a su señor debe tener siempre presente las seis palabras
siguientes: incolume, tutum, honestum, utile, facile, possibile. Sano y salvo para
que no cause daño alguno al cuerpo de su señor. Seguro, para que no perjudique a su
señor revelando su secreto o entregando las plazas fuertes que garantizan su
seguridad. Honesto, para que no atente a los derechos de su señor o bien a otras
prerrogativas insertas en lo que considera su honor. Útil, para que no dañe sus
posesiones. Sencillo y posible, para que no haga difícil a su señor el bien que
podría hacer fácilmente, y a fin de que no haga imposible lo que hubiese sido
posible a su señor. Es justo que el vasallo se abstenga de este modo de perjudicar
a su señor. Pero con sólo esto no se hace digno de su feudo, pues no basta con
abstenerse de hacer el mal, sino que es necesario hacer el bien. Importa, pues, que
en los seis aspectos indicados proporcione fielmente a su señor consilium et
auxilium, si quiere aparecer como digno de su beneficio y probar la fidelidad
jurada. También el señor debe, en todos sus dominios, pagar con la misma moneda al
que le juró fidelidad. Si no lo hiciere, sería considerado de mala fe con pleno
derecho, al igual que el vasallo que fuese sorprendido faltando a sus deberes, por
acción o por omisión, sería culpable de perfidia y perjurio. Carta de Fulberto de
Chartres a Guillermo, Duque de Aquitania (h. 1020) en Ganshof, F.L., El Feudalismo,
op. cit.
Voces coto redondo, señorío y serna, en Diccionario Temático de la Enciclopedia de
historia de España, Miguel Artolas (dir.), pgs. 370-371 y 1086-1089
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Historia Universal (volúmenes 11, 12 y 13). Barcelona: Club Internacional del
Libro. ISBN 84-7461-654-9.
Enlaces externos
Wikcionario tiene definiciones y otra información sobre feudalismo.
El Diccionario de la Real Academia Española tiene una definición para feudalismo.
Definiciones de feudalismo (textos comparados de Claudio Sánchez Albornoz, Maurice
Dobb, Paul Sweezy, Witold Kula y Guy Bois.
Reseña en español de La mutation de l'an mil a-t-elk eu lien. Servage et chevalerie
dans la France des X e et XI e siecles
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