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Amor y Matrimonio Cristiano

El documento habla sobre el amor conyugal desde una perspectiva cristiana. En 3 oraciones o menos, resume lo siguiente: El amor conyugal es una decisión de entrega y compromiso que requiere esfuerzo constante. Es fiel, fecundo y busca la eternidad. Además, Jesucristo ilumina y fortalece el matrimonio a través del sacramento, llamando a los esposos a un encuentro permanente con Él.
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Amor y Matrimonio Cristiano

El documento habla sobre el amor conyugal desde una perspectiva cristiana. En 3 oraciones o menos, resume lo siguiente: El amor conyugal es una decisión de entrega y compromiso que requiere esfuerzo constante. Es fiel, fecundo y busca la eternidad. Además, Jesucristo ilumina y fortalece el matrimonio a través del sacramento, llamando a los esposos a un encuentro permanente con Él.
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Encuentro Prematrimonial

1. La experiencia única del amor. El amor conyugal


El amor es un decisión. Es una opción personal por le otro. A pesar de todo, lo quiero.
El amor es un trabajo. Se nos da como un regalo gratuito, pero su plenitud, su total
realización nos exige esfuerzo, dedicación y tiempo.
Los esposos comparten generosamente todo sin reservas indebidas o cálculos egoístas
Es un amor fiel
Es un amor fecundo que no se agota en la comunión entre los esposos, sino que está
destinado a prolongarse suscitando nuevas vidas.
El amor pide eternidad. Siempre puede mejorar y parece que nunca culmina, madura con
nosotros.
El amor sólo crece en la verdad, no resiste la mentira, el engaño o las apariencias.
El amor necesita confiar: creo en el amor, cuando creo en ti, creo en lo que eres y en lo
que vas a ser. Creo en lo que conozco, y también lo que no conozco. Apuesto por el amor
porque confío en ti.
El amor necesita la ofrenda : necesita ser entregado, no es una posesión, es un tesoro que
solo aumenta dándose.
El amor acepta : acepta y quiere a la otra persona tal como es y no tal como tú quieres que
fuera. Ámalo y respétalo en sus diferencias contigo, no pretendas convertirlo en un doble
tuyo.
El amor no exige : Ámalo tal cual es, sin exigirle previamente que cambie.
El amor acoge : acogida cordial que nace del interior, pero que se manifiesta exteriormente
al otro.
El amor respeta: comienza por no juzgarlo en nuestro interior, por no criticarlo con nuestros
pensamientos. Respétalo en todo.
El amor disculpa cuando actúa mal la persona amada y casi siempre esas excusan existen.
El amor perdona: Sin humillar a la otra persona, sin adoptar gestos teatrales ni dramatizar.
El amor no es susceptible: Mal viviríamos nuestra vida cristiana si al menor roce se
enfriara nuestra caridad y nos sintiéramos separados o nos pusiéramos de mal humor.
Nuestra postura ante los pequeños agravios ha de ser la de quitarle importancia y disculpar
con elegancia humana.
El amor comprende al otro: procura comprender su carácter, su educación, sus
circunstancias y así resulta más fácil perdonarlo.
El amor es amable: la amabilidad da lugar a unas relaciones más equilibradas y felices
2. Jesús sale a nuestro encuentro. Ser cristiano.
Encuentro con Cristo, por Él y con Él
El sacramento del matrimonio también es encuentro de Dios con los esposos. No se recibe
algo, sino a alguien. La donación es de personas y quien las santifica también es una
Persona, Cristo. En efecto, Cristo realiza en cada matrimonio el misterio de su amor de
esposo hacia su esposa la Iglesia. Cristo, al celebrarse el matrimonio dentro de la
Eucaristía, ilumina siempre a los esposos con su Palabra, los fortalece con su presencia
eucarística y hace de ellos “una sola carne”, poniendo por testigo de su gracia al sacerdote y
como ministros de su amor a los mismos esposos.
Cristo, a partir del sacramento del matrimonio entra en la vida de los nuevos esposos, en la
medida que ellos lo quieren recibir, como dice Juan en el Apocalipsis: “Mira que estoy a la
puerta y llamo, si alguien escucha mi voz y me abre, entraré a su casa a comer. Yo con él y
él conmigo” (3,20).
El sacramento del matrimonio también es un encuentro permanente con Cristo
Este sacramento y este encuentro, por tener como ministros a los mismos esposos, les exige
ser mejores y santificarse todos los días de su vida porque toda la vida seguirán
entregándose uno al otro, con la firme voluntad de amarse para siempre. Por lo tanto, la
gracia sacramental del matrimonio no se recibe de una vez para siempre, sino que implica
un crecimiento y un flujo y reflujo continuos en todos los actos de la vida de los esposos.
La gracia del sacramento del matrimonio se actualiza en cada acto de amor, de entrega, de
donación. El “sí”, ha de ser cada día. (Equipo Diocesano de Pastoral Familiar Diócesis de
San Juan de los Lagos, 2006)
La celebración del sacramento del matrimonio es sólo el inicio de una nueva vida. El reto
de los esposos es que no acabe en separación, por falta de madurez humana, o falta de
respuesta de uno o de otro, o de los dos. Los esposos han de pedir continuamente la ayuda
de Dios para que no se acabe el aceite de su lámpara ni se apague el fuego de su amor, sino
que crezca, nutriéndose siempre de Cristo.
El sacramento del matrimonio exige libertad, unidad, indisolubilidad y fecundidad
La libertad es la primera exigencia del sacramento del matrimonio. Porque libremente se
escogieron, libremente se casan, y también libremente tienen que aceptar todas las
exigencias y responsabilidades del sacramento del matrimonio.
La unidad, porque el amor cuando es exclusivo no admite divisiones; porque sólo en la
unidad puede darse una entrega y donación total.
La indisolubilidad, porque compromete a la persona para toda su vida presente y futura. El
amor verdadero es para siempre. Además, se trata de una comunidad de vida y de amor que
no se puede realizarse en plenitud si hay ruptura, o si es por un tiempo determinado. El
verdadero amor no se agota; va más allá de la muerte; es como el amor divino, por toda la
eternidad.
La fecundidad es la otra exigencia, porque es inseparable del amor. El amor es difusivo y
expansivo; quiere prolongarse en los demás. Los hijos son el testimonio vivo del amor de
los esposos. Los hijos pueblan la tierra de nuevos ciudadanos y enriquecen la Iglesia con
nuevos hijos de Dios. Los hijos aseguran que el amor de los padres se prolongue en la
eternidad.
Por todo lo dicho, el amor siempre ha de ser fecundo y la fecundidad siempre será dar vida,
no sólo biológica.
3. ¿Como construir el mejor hogar? Proyecto de vida matrimonial
Aspectos que se deben tomar en cuenta al momento de hacer un proyecto de vida
matrimonial:
a) Visión de la vida de cada uno. Se incluyen hábitos, valores, sueños, defectos y virtudes.
b) Metas. Deben ser concretas a largo y a corto plazo, incluyendo las personales y las de
pareja.
c) Medios. Indican cómo se van a lograr las metas.
d) El proyecto de vida es negociable no en sus aspectos esenciales pero sí en los aspectos
materiales, dependiendo de la etapa de vida en que se encuentre el matrimonio. Es decir, a
través del diálogo descubrirán que no cambiarán su meta de tener un matrimonio y una
familia feliz, pero sí pueden cambiar ciertas metas y medios para lograrlo.
En la sesión comenzarán a hacer su plan de vida, dando un tiempo aproximado de 30 min.
No importa que avancen poco pero es importante que inicien y luego lo puedan continuar.
Se sugieren los siguientes puntos:
Áreas del Proyecto de Vida Matrimonial y Familiar
1. Pareja: cuando haya malos entendidos o incluso una discusión que harán en común
acuerdo para contentarse. Lo que les ayuda a estar en comunión, que han de evitar.
2. Hijos: número de hijos, espaciamiento, educación de los hijos.
3. Tiempo libre: en pareja, con los hijos, tiempo libre personal.
4. Sexualidad: comunicación, valores de la sexuali- dad, conocimiento de los métodos
naturales de control natal.
5. Economía y patrimonio: aportación económica de cada uno, administración del hogar,
adquisición y administración de los bienes como casa, auto, etc.
6. Carrera profesional: si la van a ejercer y cómo manejar, si es el caso los celos
profesionales.
7. Diversiones: en pareja, con los hijos, tipos de diversión, papel de la televisión en la
familia.
8. Valores y principios evangélicos, como honestidad, veracidad, caridad.
9. Espiritualidad.
10. Relaciones con los demás: familia de origen y amistades.
4. Será una sola carne. De la complementariedad y el dialogo en la comunión
conyugal
El hombre y la mujer iguales pero distintos.
Dios al crear al ser humano hombre y mujer (Gen 1,27), a los dos los hizo directamente a su
imagen y semejanza-. Por esto, son los dos de la misma dignidad como personas humanas .
Por esto, los dos, hombre y mujer, tienen la misma naturaleza aunque sea expresada de
manera diferente en cuanto al aspecto físico, psicológico, moral y espiritual.
Distintos para completarse.
Esta diferencia tiene la finalidad de la complementariedad y está claramente orientada hacia
el matrimonio y desarrollo de la vida familiar.
Mucho se ha discutido sobre lo que determina las diferencias de comportamiento entre el
hombre y la mujer. La mayoría se inclina por afirmar que son el resultado de la educación y
el ambiente social y cultural. Ciertamente la única diferencia absoluta será que la mujer es
capaz de gestar al hijo en su seno, mientras que el hombre no.
Las principales diferencias entre el hombre y la mujer
Estas diferencias son fisiológicas, sensitivas, cognoscitivas-intelectuales, volitivas,
religiosas, morales, etc.
Pudiéramos señalar como las más generales del hombre frente a la mujer: el deseo de
cambiar las cosas frente al deseo de conservarlas como siempre han estado. Impetuosidad,
impaciencia, rapidez frente a perseverancia, preocupación, deseo de seguridad y de evitar
riesgos. Deseo de tomar la ofensiva frente al deseo de permanecer a la defensiva.
Insaciabilidad, espíritu provocativo, competitividad frente indulgencia, pacifismo. Su
máximo es sentirse y ser reconocido como importante frente a su máximo es amar y
sentirse amada.
Dios creó el matrimonio para ser uno solo
Dios al crear como personas diferentes al hombre y a la mujer; y al darles una mutua
atracción para formar una comunidad de vida y de amor, inventó el matrimonio.
Expresamente en el libro del Génesis invita al hombre y a la mujer para ser los dos “una
sola carne” y para formar una nueva familia, dejando a su padre y a su madre.
El matrimonio, pues, es la primera y básica comunidad humana; y les exigirá a los esposos
un conocimiento de sí y un conocimiento como personas de diferente sexo que, en todo
momento, buscan formar una comunidad matrimonial.
El nuevo estilo de vivir hoy el matrimonio
Esta vida matrimonial no pueden (y tampoco, con frecuencia, quieren) comportarse según
el estilo de vida de sus padres y abuelos. El estilo de vida matrimonial va cambiando
conforme va pasando el tiempo.
Hoy en día, las mujeres, porque han tenido más oportunidad de estudiar y participar en la
vida de la comunidad, son capaces de mantenerse con su trabajo. No están tan dispuestas a
ser solo amas de casa; ni se preparan sólo para los quehaceres domésticos.
Hoy en día, la mujer ya no se entrega al hombre, sino que se une a él y ambos asocian su
vida no sólo para fundar una familia, sino para compartir una vida que va mucho más allá
de las paredes de un hogar.
Hoy en día, como las tareas del hogar se han simplificado mucho, las mujeres como amas
de casa, disponen de más tiempo libre.
Hoy en día, la autoridad y la obediencia se entienden de manera diferente. La autoridad es
servicio, no imposición; la obediencia se ejerce en la libertad, no en la sujeción.
Hoy en día, los que se casan están más convencidos de que el amor es el verdadero
fundamento de su matrimonio y su familia. No se ve el matrimonio como un contrato
obligatorio de permanecer juntos y de ayudarse a tener hijos. Hoy, se privilegia el amor
como un llevar una vida en común, en una relación de mucho más igualdad, donde hay que
buscar mutuamente el bien de toda la persona y su felicidad temporal y eterna.
Los obstáculos para vivir hoy el matrimonio
Hay una serie de obstáculos que impiden este nuevo estilo de vida, siempre cambiante y
con nuevas posibilidades de mejorar. Ellos son: el machismo entendido como la
superioridad del varón que no quiere compartir ni la autoridad ni sus privilegios de varón
con su esposa.
La pereza de la mujer que, infantilmente, se niega a exigirse más y prepararse mejor para
ser algo más que una simple ama de casa.
Los celos que consideran al otro como propiedad absoluta y ven como un peligro todo afán
de promoverse y participar en la vida de la comunidad.
El miedo a ser diferentes a las parejas tradicionales que marcan fuertemente la separación
entre el mundo del hombre y el de la mujer.
El miedo a la incomprensión mutua
5. La sexualidad, lenguaje del amor. La sexualidad matrimonial
a.- La Bondad de la Sexualidad.
La corporalidad es buena como también es buena la sexualidad; salió de Dios. La
sexualidad no se identifica con el pecado. La sexualidad es una dimensión de toda la
persona y en toda ella está presente. La sexualidad es más que la genitalidad.
b.- Fin de la Sexualidad:
La sexualidad Dios la puso en los humanos para la cercanía y unidad de los esposos y para
expresar su amor y llevarlo a su plenitud.
c.- La Relación Sexual como Acto de Amor.
La relación sexual para que sea acto de amor ha de ser un acto verdaderamente humano. Y
no lo será si no es signo de donación total, si no es honesto y digno.
d.- Orientación del Placer Sexual
El placer sexual para que sea humano ha de trascender lo sensitivo y llegar a lo psicológico
y espiritual.
f.- La Sexualidad en la Moral Cristiana.
La moral sexual cristiana insiste que la sexualidad es un don de Dios; una responsabilidad
mutua; un derecho igual para los dos; busca el bien integral del otro; no debe separarse el
aspecto unitivo del aspecto procreador; debe respetar la vida en cualquier circunstancia; no
debe ir contra la naturaleza; no debe ni anticiparse al matrimonio ni practicarse fuera del
matrimonio; debe observar la decencia.
g.- Orientaciones Prácticas Para los que se van a Casar:
Planear la luna de miel; tener el varón delicadeza, sobre todo si es la primera vez; no
angustiarse si la relación no se consuma o es deficiente; cultivar el atractivo mutuo; seguir
las indicaciones del médico, para las relaciones sexuales en el tiempo del embarazo, los
días antes y después del parto; no absolutizar ni minimizar las relaciones sexuales.
h.- Cuando el Tema lo da Un Médico
Es una serie de sugerencias para hablar, desde un punto de vista médico, sobre temas que
son importantes para los novios y que quizá muchos muy poco o nada saben.
Se sugieren los temas de: Anatomía y fisiología, higiene sexual, virginidad biológica,
etapas en la relación sexual, respuesta sexual del hombre y la mujer, posibles dificultades
en la vida sexual de los esposos.
6. El amor matrimonial, signo del amor de dios. alianza fiel y fecunda
Fue Dios quien inventó el matrimonio.
El matrimonio es una realidad sagrada que surge del mismo Dios. En efecto, Dios desde la
creación tiene un plan para el hombre y la mujer como pareja. Y este plan se realiza en el
matrimonio.
El plan divino es crecer en el matrimonio.
El Génesis nos revela las ideas básicas de este plan divino por el cual Dios quiere que los
esposos sean, uno para el otro, el mejor camino hacia Dios. Este plan divino se realiza en el
matrimonio y se expresa en el sacramento del matrimonio, sacramento del crecimiento,
donde cada uno de los esposos crece como persona; crece en su capacidad de amar; crece
en cada hijo que engendran.
Por ser el matrimonio una alianza exige fidelidad hasta la muerte
Este plan, Dios ha querido ilustrarlo a través de la alianza matrimonial que hizo con su
Pueblo de Israel: “Yo seré tu Dios y tú serás mi Pueblo” Esta alianza la hace Dios
exigiendo una fidelidad total y para siempre a cambio de un amor que salva en todo
momento y ama con entrega total.
Los profetas fueron quienes más plantearon la alianza de Dios con su pueblo, como una
alianza matrimonial, sobre todo el profeta Oseas, quien de nuncia con fuerza la frecuente
infidelidad de Israel y el amor inquebrantable de Dios que siempre lo perdona y lo invita a
la comunidad de vida y de amor.
Cristo eleva a sacramento el matrimonio y no acepta el divorcio
7. Llamados a ser padres. Paternidad responsables

A menudo se entiende por paternidad responsable: tener pocos o ningún hijo y estar de
acuerdo en usar cualquier método para evitar un embarazo no deseado. Quien así piensa,
está separando la procreación de la paternidad responsable. Por eso, tenemos que decir que
la paternidad y la maternidad son mucho más que la procreación.
La paternidad y maternidad responsable: consisten en asumir el papel de padre y madre
durante todo el tiempo de la existencia del hijo. La paternidad y la maternidad tienen
diversas etapas, desde la concepción hasta la edad madura del hijo.
En conclusión: La paternidad responsable consiste en asumir el papel de padre y de madre
durante todo el tiempo de la existencia del hijo
La paternidad responsable solo dentro del matrimonio.
En el plan de Dios la procreación debe realizarse dentro del matrimonio. La paternidad
verdaderamente responsable se apoya en la conyugalidad responsable. Saber ser esposos
para saber ser padres.
Sólo en el matrimonio se puede comunicar la vida en plenitud a los hijos. Y en plenitud se
entiende: Material: alimento suficiente, vivienda adecuada, vestido y vigilancia a su salud.
Humana: atención y cuidado, tiempo y desvelos, amor y comprensión. Educación digna:
que les enseñe lo mejor de sí mismos para que puedan desarrollarse como personas
conscientes y libres.
También incluye, esta vida en plenitud a los hijos, educarlos en la fe para que sean los
hijos, hijos de Dios, crezcan y lleguen a ser como nuestro Padre Dios.
En conclusión: El plan de Dios pide que sólo se comunique la vida en el matrimonio porque
sólo en él puede comunicarse a los hijos la vida en plenitud
8. ¿Como ser una familia cristiana? Espiritualidad y misión de la familia en la
iglesia y en el mundo
Construir la Iglesia desde la familia
Los esposos como cristianos están llamados a construir la Iglesia desde su propia familia.
Llevar a otros el amor al estilo de Cristo. El estilo de relaciones humanas que corresponde a
toda familia y con mayor razón a la familia cristiana es el que nace del amor. La Iglesia
tiene el encargo de Jesús de sembrar en el mundo el amor. La iglesia cumple esta misión
por medio de las pequeñas Iglesias que son las familias. El deber apostólico de los laicos
nace del bautismo y se especifica en el matrimonio; están llamados a ser apóstoles del
Reino de Dios como esposos y como familias.
Cultivar la fe cristiana en la familia
En el interior de la familia, los esposos deben cultivar su propia fe, ilustrarla y nutrirla. Son
para sus hijos los primeros predicadores de la fe por la palabra y por el ejemplo. Otras
personas los pueden ayudar, pero nadie los puede sustituir. Poner interés en conocer el plan
de Dios para el ser humano y para la sociedad. Los esposos están llamados a ser misioneros
del amor y de la vida. Necesidad de conocer mejor la Palabra de Dios. Cuidar la fe propia y
de los hijos.
Algunas exigencias de la familia como bautizados:
- Preocuparse por los alejados de Cristo, comenzando por las personas más cercanas. La
familia tiene una vocación misionera, que no se agota en la propia familia.
- Oración en común, de pareja y de familia. La bendición de la mesa es un momento
precioso de la liturgia familiar. Participación en la liturgia de la Iglesia: Eucaristía,
Reconciliación. Prepararse para el bautismo, confirmación y primera comunión de los hijos.
- Cultivar los lazos de pertenencia con la Iglesia, por medio de la participación activa en la
propia parroquia (Familia de familias cristianas).
- Vincularse a grupos apostólicos, especialmente de apostolado familiar.
- Poner al servicio de la Iglesia su experiencia de vida conyugal y familiar, así como las
capacidades profesionales, artísticas y técnicas participando activamente en programas: de
evangelización y formación en la fe; de educación para la vida familiar (educación para el
amor, educación sexual); de ayuda a parejas en dificultad; de educación sexual; de
preparación para el matrimonio; de formación cristiana para la paternidad responsable.
Está llamada toda la familia y todas las familias a ser fermento de nuestras comunidades,
para contribuir a construir en nuestros ambientes la “Civilización del amor”.

9. Nuestro amor. Signo del amor de cristo. Sacramento del Matrimonio (Liturgia
– Rito)
Bien podemos afirmar que hoy se valora menos el sacramento del matrimonio. Cada día los
jóvenes que se acercan al sacramento del matrimonio, lo entienden como un evento social,
y lo buscan más o menos presionados por la fuerte tradición que recibieron de sus padres o
por el sueño que tiene toda mujer de verse vestida de blanco, ataviada como una reina,
caminando hacia el altar.
Por temor al fracaso alguno no se casan por la Iglesia
Hay algunos que por el temor de no poder volver a casarse, si fracasa su matrimonio, est án
optando por hacerlo solamente al civil. Y hay quienes se acercan al sacramento, sin aceptar
internamente que sea el matrimonio para toda la vida, y mucho menos, aceptando los hijos
que Dios les dé.
El sacramento del matrimonio se expresa a través de diversos signos.
Indudablemente que el signo principal del matrimonio son los esposos mismos, no sólo
ministros del matrimonio, sino signos del mismo.
Pero, también se expresa a través de varios objetos como: el lazo: signo de la unidad, los
anillos: signo del amor y de la fidelidad, las arras: signo de la ayuda mutua, el tomarse de la
mano: signo de la entrega y donación total del uno para el otro. Estos objetos materiales y
sensibles son signo de las realidades espirituales que se operan en el sacramento del
matrimonio.
Dios da su gracia a quien llama por el camino del matrimonio
El sacramento del matrimonio, pues, significa y realiza la unión de Dios con su pueblo y la
unión de Cristo con su Iglesia. Significa y realiza la donación permanente del amor de los
esposos. Significa y realiza la comunidad de vida y de amor que Dios establece entre el
hombre y la mujer que reciben el sacramento del matrimonio. (Juan Pablo II, 1981)
Para recibir el sacramento del matrimonio es necesario tener esa vocación, porque, aunque
todos hemos sido llamados a la vida del amor, no todos hemos sido llamados a vivir el
amor conyugal. Y cuando los llama, al que llama, también le da su gracia. Por eso, ofrece a
los que se casan en el Señor, la ayuda necesaria para que puedan amarse en las diferentes
etapas de la vida matrimonial.
Los signos del matrimonio: son el lazo, los anillos, las arras, pero sobre todo el tomarse de
la mano, con ellos se expresa el amor que con palabras mutuamente se profesan ante toda la
comunidad públicamente.
Bibliografía:
Equipo Diocesano de Pastoral Familiar Diócesis de San Juan de los Lagos. (2006).
Catequesis prematrimoniales (1a ed.). Centro Diocesano de Pastoral.
http://www.dsanjuan.org/boletin/bol_biblioteca/Boletin_286.pdf
Juan Pablo II. (1981). Familiaris Consortio (1a ed.). Libreria Editrice Vaticana.
Folleto. ¿Cómo ser una Familia Cristiana? Pastoral Prematrimonial para el equipo de
acogida. Arzobispado de Madrid.

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