El patito feo
Cuento clásico de Hans Christian Andersen
En la granja había un gran alboroto: los polluelos de Mamá Pata estaban rompiendo el cascarón.
Uno a uno, comenzaron a salir. Mamá Pata estaba tan emocionada con sus adorables patitos
que no notó que uno de sus huevos, el más grande de todos, permanecía intacto.
A las pocas horas, el último huevo comenzó a romperse. Mamá Pata, todos los polluelos y los
animales de la granja, se encontraban a la expectativa de conocer al pequeño que tardaba en
nacer. De repente, del cascarón salió un patito muy alegre. Cuando todos lo vieron se quedaron
sorprendidos, este patito no era pequeño ni amarillo y tampoco estaba cubierto de suaves
plumas. Este patito era grande, gris y en vez del esperado graznido, cada vez que hablaba
sonaba como una corneta vieja.
Aunque nadie dijo nada, todos pensaron lo mismo: “Este patito es demasiado feo”.
Pasaron los días y todos los animales de la granja se burlaban de él. El patito feo se sintió muy
triste y una noche escapó de la granja para buscar un nuevo hogar.
El patito feo recorrió la profundidad del bosque y cuando estaba a punto de darse por vencido,
encontró el hogar de una humilde anciana que vivía con una gata y una gallina. El patito se
quedó con ellos durante un tiempo, pero como no estaba contento, pronto se fue.
Al llegar el invierno, el pobre patito feo casi se congela. Afortunadamente, un campesino lo llevó a
su casa a vivir con su esposa e hijos. Pero el patito estaba aterrado de los niños, quienes
gritaban y brincaban todo el tiempo y nuevamente escapó, pasando el invierno en un estanque
pantanoso.
Finalmente, llegó la primavera. El patito feo vio a una familia de cisnes nadando en el estanque y
quiso acercárseles. Pero recordó cómo todos se burlaban de él y agachó la cabeza avergonzado.
Cuando miró su reflejo en el agua se quedó asombrado. Él no era un patito feo, sino un apuesto y
joven cisne. Ahora sabía por qué se veía tan diferente a sus hermanos y hermanas. ¡Ellos eran
patitos, pero él era un cisne! Feliz, nadó hacia su familia.
La princesa y el guisante
Cuento clásico de Hans Christian Andersen
Había una vez un príncipe que quería casarse con una princesa, pero tenía que ser una princesa
genuina. Para encontrar a esta princesa, viajó por todo el mundo, pero en ningún lugar podía
encontrarla. Princesas había por montones, pero el príncipe no podía estar seguro de que fueran
princesas reales; siempre descubría algo en ellas que le disgustaba.
Cierta noche cayó una tormenta, hubo truenos y relámpagos, y se desencadenó una lluvia
torrencial. Entonces alguien tocó a la puerta del castillo y la reina fue a ver de quién se trataba.
En el umbral del palacio apareció una joven, pero la lluvia y el viento causaron estragos en su
aspecto. El agua le corría por el cabello y el vestido estaba hecho harapos, había perdido sus
joyas y hasta los zapatos.
—Exijo hospedaje pues soy una princesa—dijo la joven con tono muy airoso.
La reina dudó que la joven poseyera algún título de nobleza, pero no dijo nada y la invitó a pasar.
La joven esperó en el salón real.
La reina se dirigió hacia el dormitorio de huéspedes, quitó toda la ropa de cama y puso un
guisante sobre el colchón, luego colocó otros 20 colchones encima del guisante, y encima de los
veinte colchones puso veinte edredones de plumas. Después regresó al salón real y señalando el
dormitorio de huéspedes dijo:
—Puedes dormir en esa habitación.
A la mañana siguiente, la reina y el príncipe le preguntaron a la joven cómo había dormido.
—¡Oh!, terriblemente mal — respondió la joven—. No pude conciliar el sueño en toda la noche.
Solo el cielo sabrá lo que había en la cama. Dormí encima de algo tan duro que tengo el cuerpo
lleno de moretones. ¡Fue horrible!
Ahora sapbían que ella era una verdadera princesa porque había sentido el guisante a través de
los veinte colchones y las veinte edredones. ¡Solo una princesa genuina puede ser tan sensible!
Fue así como el príncipe se casó con ella, seguro de haber conseguido lo que tanto buscaba. En
cuanto al guisante, es exhibido en el museo, donde debe seguir todavía, si es que nadie se lo ha
llevado.
¡Y esta sí es una historia verdadera!
La princesa y la sal
Cuento popular italiano
Érase una vez una vez un rey orgulloso que vivía con sus tres hermosas hijas. Un día les
preguntó cuánto lo amaban. La hija mayor respondió:
—Te amo más que el oro y la plata.
La segunda hija respondió:
—Te amo más que a los diamantes, rubíes y perlas.
La hija menor respondió:
—Te amo más que a la sal.
El rey se enojó con su hija menor por comparar su amor con una especia común, y la desterró.
Una anciana cocinera de la corte, lo había escuchado todo y acogió a la princesa, enseñándole a
cocinar y cuidar de su humilde cabaña. La joven era una buena trabajadora y nunca se quejó.
Aun así, cada vez que pensaba en su padre, le dolía el corazón por haber malinterpretado su
amor.
Muchos años después, el rey convocó a los más nobles y ricos a un banquete en celebración de
su cumpleaños. Cuando la hija menor del rey se enteró de la noticia, le pidió a la anciana
cocinera que le permitiera cocinar para el rey y los invitados.
El día de la majestuosa fiesta, se sirvió un exquisito plato tras el otro hasta que no quedó espacio
en la mesa. Todo estaba preparado a la perfección, y todos los asistentes elogiaron a la cocinera.
El rey esperaba ansioso su plato favorito el cual lucía delicioso, pero al probarlo se llenó de ira:
—Este plato no tiene sal — dijo—, tráiganme a la cocinera.
Entonces la hija menor se presentó ante su padre quien sin reconocerla le preguntó:
—¿Cómo puedes olvidar ponerle sal a mi platillo favorito?
La joven princesa le respondió serenamente:
—Un día desterraste a tu hija menor por comparar el amor con la sal. Sin embargo, tu cariño le
daba sabor a su vida, así como la sal le da sabor a tu plato. Al escuchar estas palabras, el rey
reconoció a su hija.
Avergonzado, le suplicó que lo perdonara y aceptara regresar al palacio. Nunca más volvió a
dudar del amor de su hija.
Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
El zapatero y el millonario
Adaptación del cuento escrito por Jean de La Fontaine
Esta es la historia de un zapatero que era muy pobre, pero alegre. Él vivía tan feliz que cantaba
todo el día. Tan hermosa era su voz y contagiosa su alegría, que los niños se paraban al frente
de su vitrina para escuchar sus melodías.
Al lado del zapatero vivía un hombre muy rico a quien le gustaba pasar toda la noche contando
su dinero. Él intentaba dormir de día, pero le resultaba imposible con los cánticos alegres de su
vecino.
Decidido a resolver esta situación, el hombre rico visitó al zapatero llevando consigo una bolsa
llena de dinero y le dijo:
—Te quiero hacer un favor, toma esta bolsa y la guardas para cuando la necesites. Y se marchó
sin decir más.
El zapatero no lo podía creer, jamás en su vida había visto tanto dinero. Mientras los niños lo
miraban a través de la vitrina, se sentó en su banco y comenzó a contarlo cuidadosamente.
Había tanto dinero en esa bolsa que el zapatero temía perderlo. Tanto era su miedo que llevó la
bolsa a su habitación y la puso debajo de su cama, pero no pudo dormir. Muy preocupado, se
levantó de la cama y guardó la bolsa en un cajón de la cocina, pero seguía muy preocupado.
Después del desayuno, pensó que sería más seguro esconder la bolsa debajo de una teja. Pero
seguía sintiéndose intranquilo. Sin otro lugar donde recurrir, cavó un hoyo en su jardín y tal como
se hace con cualquier tesoro, enterró su valiosa bolsa.
Ya no tenía sentido tratar de trabajar, él estaba demasiado preocupado por su bolsa. Tampoco
tenía sentido cantar, pues se sentía demasiado triste y desgastado para entonar una canción.
El zapatero no podía dormir, trabajar, ni cantar y peor aún, los niños no volvieron a visitarlo.
Al final, el zapatero se sintió tan infeliz que tomó su bolsa llena de dinero y tocó la puerta de su
vecino, el hombre rico, y le dijo sin titubear:
—Te devuelvo tu bolsa. La preocupación de tenerla me está enfermando, he perdido mis fuerzas
y a todos mis amigos. Prefiero ser un zapatero pobre como antes. Sin esperar respuesta, se
dirigió a su casa.
El hombre rico tomó el dinero más no se sorprendió; el mismo lo sabía y lo tenía muy claro: el
dinero no compra la felicidad.
La maceta vacía
Cuento tradicional chino
Hace muchos siglos atrás, el emperador de China hizo un gran anuncio: necesitaba encontrar a
alguien para reemplazarlo como emperador pues estaba envejeciendo y no tenía hijos. Como
siempre le había encantado la jardinería, decidió repartir semillas de flores entre todos los niños y
niñas del reino.
—Quien dentro de un año me traiga las flores más bellas, será el sucesor al trono— proclamó el
emperador.
Todos los niños y niñas fueron al palacio a reclamar sus semillas. Entre los niños se encontraba
Cheng, el mejor jardinero de todo el reino. Sus habichuelas y melones eran siempre las más
dulces y sus flores las más coloridas y perfumadas del mercado.
Con cuidado, él plantó la semilla que el emperador le había dado en una maceta con tierra fértil.
El pequeño regó y cuidó la semilla con mucho esmero, pero no pasó nada.
Sin embargo, las semillas de los otros niños brotaron rápidamente y crecieron hasta convertirse
en hermosas flores de todos los colores y tamaños. Todos se los burlaron de Cheng y
comenzaron a llamarlo el niño de la maceta vacía.
Cheng plantó su semilla en una maceta más grande con tierra negra fertilizada. Aun así, nada
brotó.
Finalmente, llegó el día de llevar las plantas al emperador. Cheng estaba triste, pero tomó su
maceta vacía y caminó hacia el palacio. El emperador examinó las plantas verdes de flores
coloridas de los niños y niñas. Cuando llegó hasta Cheng, dijo con el ceño fruncido:
—¡Me trajiste una maceta vacía!
Todos comenzaron a reírse del niño de la maceta vacía.
Cheng bajó la cabeza y dijo con mucha vergüenza:
—Lo siento su majestad. Intenté e intenté cultivar la semilla, pero no brotó nada de ella.
El emperador se rascó la barbilla y sonrió. Luego, les dijo a todos los presentes:
—¡Les presento a Cheng, el nuevo emperador de China! Todas las semillas que les entregué
fueron cocinadas para que no pudieran crecer. No sé cómo el resto de ustedes cultivaron flores,
pero ellas no crecieron de mis semillas. Cheng es el único que ha sido honesto y por esto merece
ser emperador.
Cheng creció para convertirse en uno de los más memorables emperadores de China. Él fue
siempre honesto y dedicado; se preocupó por sus súbditos con el mismo esmero con el que
cuidó la semilla que lo hizo emperador.
La llorona
Una de las leyendas más populares
de Guatemala es la leyenda de La
Llorona, en esta, se le describe como una
mujer que pierde a sus hijos y convertida
en alma en pena, los busca en vano para
toda la eternidad, aterrorizando con su
llanto a todo el que la escucha.
La Llorona se aparece vestida de blanco y con
el rostro cubierto por un velo,
caminando de forma lenta hasta
acercarse a un lugar con agua en el cual
desaparece.
En una de las versiones de la leyenda, se
afirma que La Llorona fue una mujer llamada María que pertenecía a la alta sociedad y que estaba casada con un
hombre adinerado y bastante mayor que ella. Era costumbre de esta mujer despilfarrar las riquezas de su esposo y
divertirse frecuentemente en fiestas y eventos sociales. Durante sus años de matrimonio, la pareja tuvo dos hijos.
Inesperadamente, el esposo de María falleció y la riqueza se fue terminando. Luego de vender sus pertenencias, la
mujer no halló forma de seguir alimentando a sus hijos, por lo que un día les hizo creer que los llevaría de paseo, al
llegar al lugar que tenía planeado arrojó a los menores a un caudaloso río, en el que murieron. La mujer abandonó
el lugar, pero el remordimiento la hizo regresar y tirarse también al río.
Continúa la leyenda afirmando que desde el momento en que la mujer perdió su vida y la de sus hijos, a partir de la
medianoche, su alma deambula por las calles de Guatemala llorando y gritando ¡Aaaay mis hijos! Existen quienes
afirman haberla visto cerca de cualquier lugar en donde haya agua.
El Sombrerón
El Sombrerón es un hombre de muy poca
estatura que siempre viste de negro, utiliza un
cincho grueso y brillante y un par de botas que
dejan un ruido estruendoso a su paso. En la
cabeza lleva un sombrero de grandes
proporciones, el cual esconde su mirada y sus
intenciones y al hombro una guitarra.
Se afirma en la tradición oral que El
Sombrerón recorre las calles y los barrios de
Guatemala acompañado de cuatro mulas. Su
propósito es enamorar a jóvenes mujeres,
especialmente a las de ojos grandes y cabello largo. Las enamora y atrae interpretando canciones con su dulce voz y
los mejores acordes de su guitarra.
Se dice que este ser concreta su hechizo al amarrar las cuatro mulas frente a la casa de la joven de la cual se ha
enamorado. Las jóvenes al notar la presencia de El Sombrerón, quedan embrujadas e hipnotizadas por él, quien
luego las persigue, les trenza el cabello, no las deja comer ni dormir.
El final para quienes caen en el hechizo de El Sombrerón es la muerte.
El cadejo
El Cadejo es el espíritu que cuida el paso
tambaleante de los hombres ebriosque deambulan por
la noches. Este les ayuda a encontrar el camino a sus
casas. Se dice que es un ser en forma de perro,
negro, lanudo, con casquitos de cabra y ojos de
fuego. En la tradición oral se afirma que existen dos
tipos de Cadejo, uno malo y diabólico que es de color
negro y cuida de quienes ingieren bebidas
alcohólicas, y uno bueno cuyo color es blanco y su
trabajo es proteger a niños y mujeres.
Hay quienes manifiestan haber visto a los dos
cadejos juntos. De hecho, afirman que El Cadejo
negro suele ser más inquieto y distante. Mientras que
El Cadejo blanco se mantiene siempre al lado de la persona a quien cuidan. Pese a que se le considera como
un espíritu protector, se debe tener mucho cuidado. Ya que si encuentra a un hombre ebrio y le lame la boca, este
jamás tendrá la voluntad de volver a la sobriedad. Y El Cadejo lo seguirá por nueve días seguidos hasta que el
hombre muera.
La siguanaba
La siguanaba se presenta a los hombres
infieles como una mujer de hermoso cuerpo y
cabello largo. Pero cuando la observan de
cerca, tiene rostro de caballo y se aparece
frecuentemente en áreas solitarias,
especialmente en barrancos. Esto se debe a
que es ahí a donde atrae a los hombres para
luego arrojarlos, haciendo que pierdan la vida
y el alma a favor de ella. En otra de las
versiones se afirma que La Siguanaba era una
mujer joven que fue obligada a casarse con un
hombre cuarenta años mayor que ella.
Dicho hombre la hechizó, convirtiéndola en
una mujer fea y vieja. Otra adaptación de la
leyenda dice que aparece en lugares
cercanos al agua, ya que se suele bañar al mismo tiempo que peina su cabello con un peine de oro. Los hombres
que la observan en esta situación quedan embrujados por la hermosa mujer. Es entonces cuando ella los llama.
En el momento en que ya se los ha ganado, muestra su rostro con apariencia de caballo. Sus víctimas ven sus ojos
rojos y la piel arrugada, sus uñas crecen al momento en que desata una risa aterradora.
Las ánimas benditas de Guatemala
La leyenda de las ánimas benditas, tiene sus
bases en el catolicismo guatemalteco. Además
de la idea acerca de la existencia
del purgatorio. Ya que se afirma que las almas que
no logran entrar al cielo por tener algo pendiente
de solucionar en la vida se encuentran vagando por el
mundo sin poder descansar en paz. En la mayoría
de las versiones de esta leyenda, las ánimas
benditas son descritas como seres y espíritus
buenos que aún están en el mundo con el
propósito de proteger y ayudar a quienes rezan por
ellas. Según la tradición oral, las ánimas benditas
son seres que aparecen vestidos de blanco, con
capucha y con velas en las manos. Generalmente
no suelen descubrir su rostro. Todo el tiempo están rezando y hay quienes afirman haberlas visto en procesión por
las calles.
Trabalenguas
CHISTES
-¿Por qué está triste el libro de matemáticas?
- Porque tiene muchos problemas
-¿Cómo se escribe dormiendo o durmiendo?
-Ninguna de las dos, ¡Se escribe despierto!
Un borracho va a Alcohólicos Anónimos y le
preguntan:
Jaimito, ¿quién fue Juana de Arco? – ”¿Vino solo?”.
– Una drogadicta, maestra. – No…con hielo por favor.
– ¿¿De dónde sacas eso?
– El libro dice que murió por heroína.
Un niño entra a una óptica y le dice al
vendedor:
-Quiero comprar unas gafas, por favor.
¿Para el sol?
-No, ¡para mi!
Policía! hay dos mujeres que se están peleando
por mi!
-Y que problema hay?
-Pues que va ganando la fea!
Un señor le dice a otro: -¿ A aprendido tu niña
ha andar ya? -Si. Lleva tres meses andando.
-Pues si que estará lejos.
Va un señor al confesionario y justo el cura
estaba comiendo. Entonces, el señor le dice:
– He pecado.
Y el cura le responde:
– No, es pollo.
-¿Y tu cómo te llamas? - Pepedro totorres. -
¿Eres tartamudo, hijo? - No, el tartamudo era mi
padre, y el del registro se creía muy gracioso.
POEMAS POPULARES
Poema a la bandera DESEOS
Aunque soy todavía Trópico, para qué me diste
niño pequeño, las manos llenas de color.
bandera de mi patria Todo lo que yo toque
contigo sueño. se llenará de sol.
En las tardes sutiles de otras tierras
Sueño que un día pasaré con mis ruidos de vidrio tornasol.
seré tu abanderado, Déjame un solo instante
bandera mía. dejar de ser grito y color.
Déjame un solo instante
En mi sueño glorioso cambiar de clima el corazón,
tu paño beso
beber la penumbra de una cosa desierta,
y siente ya en el
hombro inclinarme en silencio sobre un remoto balcón,
tu dulce peso ahondarme en el manto de pliegues finos,
dispersarme en la orilla de una suave devoción,
Bandera amada, acariciar dulcemente las cabelleras lacias
en mi sueño de niño y escribir con un lápiz muy fino mi meditación.
vas reclinada. ¡Oh, dejar de ser un solo instante
el Ayudante de Campo del sol!
¡Trópico, para qué me diste
las manos llenas de color!
como en el campo nace la flor.
LOS AÑOS VIEJOS
Cuanto añoro mis años viejos,
que fueron juventud y lozanía;
Como desprecio los años nuevos
que me envejecen más cada día.
Y se quieren nuevos tiempos.
Yo mis pasados añejos;
Entre más viejos mis lapsos,
eran más robustos mis pasos.
Dame tus años nuevos,
para tener tu pubertad
yo te doy mis años viejos,
para amarte a tu edad.
Es que el corazón no envejece,
ni tampoco envejece el amor,
que en el alma siempre florece,
MI BELLA GUATEMALA.
Al despuntar el alba,
al pie de bosques y volcanes,
despiertas mi bella Guatemala,
entre trinos de Quetzales.
Y en tus costas,
cálidas, majestuosas,
el sol irradia tus mares,
entre silvestres azahares.
Tus tierras fértiles, morenas,
preñan la semilla en su vientre
y de tus montañas serpentean,
cascadas de cristalino torrente.
En tus verdes, verdes, ondulados
y entre el frio de altiplanos,
el aborigen con místicas manos, A GUATEMALA
recoge los cultivos cosechados. Dulce tierra solar, de piel oscura, dulce tierra caliente, a
nadie extraña, yo amo desde tu seno de montaña, hasta
Cuanto aroma de cafetos, el húmedo pie de tu llanura! El Océano que abraza tu
de blancos azahares, cintura hecho torrente, se internó en tu entraña y en la
se ofertan lozanos y frescos, lluvia y el río que te baña, madre, joven.
entre bosques desombrados.
Dulce tierra solar, de piel oscura,
Selvas verdes, frondosas, dulce tierra caliente, a nadie extraña,
dan clorofila y frescura, yo amo desde tu seno de montaña,
hechizantes y misteriosas, hasta el húmedo pie de tu llanura!
bajo cielos de regia albura.
El Océano que abraza tu cintura
Mi bella Guatemala, hecho torrente, se internó en tu entraña
orografía de real hermosura. y en la lluvia y el río que te baña,
Por ti mi alma un suspiro exhala madre, joven, mantiene su frescura.
y mi corazón reboza de ternura.
Se inclina hasta besar tu piel morena
un cielo azul, traslúcido y sereno;
la montaña te hincha, como llena
un suave cuerpo femenil el seno
y vas preñada de la dulce pena
de un pardo vientre eternamente bello.
REFRANES
RONDAS
Un elefante se balanceaba
Un elefante se balanceaba
sobre la tela de una araña,
como veía que resistía
fue a llamar a otro elefante.
Dos elefantes se balanceaban
sobre la tela de una araña,
como veían que resistía
fueron a llamar a otro elefante.
Tres elefantes…
Cuatro elefantes…
Cinco elefantes…
Seis elefantes…
Cú cú cantaba la rana
Cú cú cantaba la rana.
Cú cú debajo del agua.
Cú cú paso un caballero.
Cú cú con capa y sombrero.
Cú cú paso una senora.
Cú cú con traje de cola.
Cú cú paso un marinero.
Cú cú vendiendo romero.
Cú cú le pedí un ramito.
Cú cú no me quiso dar.
Cú cú me puse a llorar
Aserrín aserrán
Aserrín aserrán
los maderos de San Juan
piden pan no les dan
piden huesos y les dan queso
piden vino y si les dan
se marean y se van.
Aserrín aserrán
los maderos de San Juan
piden pan no les dan
piden huesos y les dan queso
piden vino y si les dan
se marean y se van.
Si te sientes hoy feliz
Si te sientes hoy feliz, aplaude a̮ sí. (2 aplausos.)
Si te sientes hoy feliz, aplaude a ̮ sí. (2 aplausos.)
Si te sientes muy feliz, tu rostro no podrá mentir.
Si te sientes hoy feliz, aplaude a ̮ sí. (2 aplausos.)
Pin pon es un muñeco
Pin pon es un muñeco, Apenas las estrellas
muy guapo y de cartón, de cartón, comienzan a salir, a salir,
se lava la carita Pin pon se va a la cama
con agua y con jabón, con jabón. se acuesta y a dormir, a dormir.
Se desenreda el pelo, Y aunque hagan mucho ruido
con peine de marfil, de marfil, con el despertador
y aunque se da tirones Pin Pon no hace caso
no grita y dice ¡uy!, dice ¡uy! y no vuelve a despertar
Pin Pon toma su sopa Pin Pon dame la mano
y no ensucia el delantal con un fuerte apretón
pues come con cuidado que quiero ser tu amigo
como un buen colegial Pin Pon, Pin Pon, Pin Pon.
A LA VÍBORA DE LA MAR
A la víbora, víbora de la mar, de la mar,
por aquí pueden pasar,
los de adelante corren mucho
los de atrás se quedarán, ran, ran, ran.
—Una comerciante que frutas vendía
ciruelas, chabacanos, melón o sandía,
¿Será melón? ¿Será sandía?,
¿será la vieja del otro día?
—Campanita de oro
déjame pasar
con todos mis hijos
menos el de atrás, tras, tras…
—¿Con quién te vas, con Melón o con Sandía?
Arroz con leche
Arroz con leche,
me quiero casar
con una señorita
de la capital
que sepa coser
que sepa bordar
que sepa abrir la puerta
para ir a pasear.
Con ésta sí.
con éste no,
con esta señorita
me caso yo.
Casate conmigo
que yo te daré
zapatos y medias
color café.
La ronda de las vocales
Salió la a, salió la a
no sé a dónde va (bis)
a comprarle un regalo a mi mamá
a comprarle un regalo a su mamá
Salió la e, salió la e
no se a dónde se fue (bis)
fui con mi tía Marta a tomar té
fue con su tía Marta a tomar té
Salió la i, salió la i
y yo no la sentí (bis)
fui a comprar un punto para ti
fue a comprar un puntico para mí
Salió la o, salió la o
y casi no volvió (bis)
fui a comer tamales y engordó
fue a comer tamales y engordó
Salió la u, salió la u
y que me dices tú (bis)
salí en mi bicicleta y llegué al Perú
salió en su bicicleta y llegó al Perú
A, e, i ,o, u, a,e
A, e, i, o, u
A, e, i, o, u, i, o
A, e, i, o, u
Juguemos en el bosque
Juguemos en el bosque, mientras el lobo no está.
Juguemos en el bosque, mientras el lobo no está.
¿Lobo estás?
Me estoy bañando.
Juguemos en el bosque, mientras el lobo no está.
Juguemos en el bosque, mientras el lobo no está.
¿Lobo estás?
Me estoy poniendo los pantalones.
Juguemos en el bosque, mientras el lobo no está.
Juguemos en el bosque, mientras el lobo no está.
¿Lobo estás?
Me estoy poniendo un saco.
Juguemos en el bosque, mientras el lobo no está.
Juguemos en el bosque, mientras el lobo no está.
¿Lobo estás?
Me estoy poniendo un sombrero.
Juguemos en el bosque, mientras el lobo no está.
Juguemos en el bosque, mientras el lobo no está.
¿Lobo estás?
Me estoy poniendo las medias.
Juguemos en el bosque, mientras el lobo no está.
Juguemos en el bosque, mientras el lobo no está.
¿Lobo estás?
Me estoy poniendo los zapatos.
Juguemos en el bosque, mientras el lobo no está.
Juguemos en el bosque, mientras el lobo no está.
¿Lobo estás?
¡Aquí voy para fuera a jugar con ustedes no se vayan!
QUE LLUEVA QUE LLUEVA
Que llueva, que llueva,
la vieja está en la cueva,
los pajaritos cantan,
las nubes se levantan,
¡que si! ¡que no!
que caiga un chaparrón,
con azúcar y turrón,
que rompa los cristales de la estación,
y los tuyos si, y los míos no.
CANTOS INFANTILES
ay! que agua tan fresquita.
Todos los
patitos
Los patitos en el agua
Todos los patitos meneaban la colita
se fueron a nadar y decían uno al otro
y el más pequeñito ay! que agua tan fresquita.
se quiso quedar
su mamá enfadada
le quiso regañar
y el pobre patito
se puso a llorar
Los patitos en el agua
meneaban la colita
y decían uno al otro
los números
Un, dos, tres El cinco es un conejo que salta sin parar.
Un, dos, tres El seis es una pera redonda y con rabito.
Son los números El siete un caballero con gorra y con bastón.
son los números El ocho son las gafas que usa don Ramón.
si, si, si El nueve es un hijito atado a un globito.
Uno, dos, tres, cuatro El cero una pelota que acaba esta canción.
si, si, si
Son los números
son los números
si, si, si
El uno es un soldado haciendo la instrucción.
El dos es un patito que está tomando el sol.
El tres una serpiente que baila sin parar.
El cuatro es una silla que invita a descansar.
Debajo de un botón
Debajo de un botón, ton, ton,
Que encontró Martín, tín, tín,
había un ratón, ton, ton
ay que chiquitín, tin, tin,
Ay que chiquitín, tin, tin,
era aquel ratón, ton, ton,
que encontró Martín, tin, tin,
debajo de un botón, ton, ton.
La vaca lechera
Tengo una vaca lechera, Tengo una vaca lechera,
no es una vaca cualquiera, no es una vaca cualquiera,
me da leche condensada, me hace torta de cereza,
para toda la semana, ay! que vaca tan traviesa,
Tolón, tolón, tolón , tolón. Tolón, tolón, tolón , tolón.
Un cencerro le he comprado,
Y a mi vaca le ha gustado,
Se pasea por el prado,
Mata moscas con el rabo
Tolón, tolón Tolón, tolón
Tengo una vaca lechera,
no es una vaca cualquiera,
me da leche merengada,
ay! que vaca tan salada,
Tolón, tolón, tolón , tolón.
los pollitos
Los pollitos dicen
pío, pío, pío
cuando tienen hambre
cuando tienen frío.
La gallina busca
el maíz y el trigo
les da la comida
y les presta abrigo.
Bajo sus dos alas
duermen los pollitos
y hasta el otro día
duermen calentitos
ADIVINANZAS
MITOS
EL
NAWAL
De acuerdo con las creencias del pueblo de Zacualpa, El Quiché, se dice que cada
persona al momento de nacer trae el espíritu de un animal (según el calendario
Maya), que se encarga de protegerlo y guiarlo. Estos espíritus, llamados nahuales,
usualmente se manifiestan sólo como una imagen que aconseja en sueños, o con
cierta afinidad al animal que nos tomó como protegidos. Una mujer cuyo nahual
fuera un cenzontle tendrá una voz privilegiada para el canto. Una creencia común
afirma que el contacto con sus nahuales es común entre los guías espirituales o
sacerdotes Mayas, quienes buscan el beneficio para su comunidad, aunque éstos
no se valen de la capacidad de transformación. Para los sacerdotes el nahual es una forma de introspección, que le permite a
quien lo práctica tener un estrecho contacto con el mundo espiritual, gracias a lo cual encuentra con facilidad soluciones a
muchos de los problemas que afligen a los que buscan su consejo.
Zeus.
Zeus, es un Dios griego, que gobernaba a los dioses del monte olimpo y a los hombres, como si fuera un
padre de familia, de esa forma sus hijos naturales se dirigían hacia él como padre, y de la misma manera los
hombres le llamaban padre Zeus; gobernaba a los dioses, y a los hombres, y se encargaba del universo, desde
el cielo o el monte Olimpo.
Cuando castigaba, utilizaba el rayo como forma de ejecución personal, su equivalente en la mitología romana
era Júpiter, y los hijos (semidioses), entre ellos el más conocido era Heracles, (Hércules entre los romanos).
El monstruo del lago Ness.
Este es un mito moderno. No existe ninguna evidencia científica, ninguna prueba ni nada que nos lleve a pensar
que realmente existe un monstruo en este lago escocés. Lo que se cree es que quizá se haya visto alguna vez
un gran esturión o algún otro animal desconocido para quién lo observase, y a partir de ahí se habría generado
la confusión.