ATRIBULADOS, EN APUROS, PERSEGUIDOS Y DERRIVADOS
“…estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros,
mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados;
derribados, pero no destruidos” (2 Corintios 4:8-9)
El texto anterior, nos enseña que el pueblo de Dios puede
atravesar por diferentes situaciones adversas, pero al mismo
tiempo el apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, nos dice
que a pesar de estas dificultades el cristiano puede manejar
dichas situaciones sin que estas le vayan a detener en su lucha
por alcanzar los propósitos de Dios para su vida.
ATRIBULADOS EN TODO, MAS NO ANGUSTIADOS
Jesucristo dijo “…en el mundo tendréis aflicción…” (Juan 16:33), es decir, tendremos tribulaciones,
momentos tristes; sin embargo, no debemos angustiarnos. El mismo Señor Jesús, también expresó “…
Confiad…” (v33); pues la aflicción o tribulación no debe llegar al punto de que sintamos una angustia
todo el tiempo.
El rey David sabía que no debemos angustiarnos en medio de las situaciones adversar porque pueden
inducirnos a que nuestra confianza en Dios disminuya. David decía ¿Por qué te abates, oh alma mía, y
por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío
(Salmo 42:11)
Debemos esperar en Dios, confiando que tarde o temprano el hará algo por nuestra causa. David decía
“Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo
estaré confiado” (Salmo 27:3)
Muchas veces es difícil no angustiarnos, pero debemos confiar en Dios y perseverar en medio de
nuestros padecimientos, porque “…los mismos se van cumpliendo en nuestros hermanos en todo el
mundo” (1 Pedro 5:9)
EN APUROS, MAS NO DESESPERADOS
En medio del apuro, podemos hacer cosas que no debemos; pues caemos en desesperación. Cuando
confiamos, podemos ver más allá de la angustia, más allá del problema, de las adversidades. (También
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El rey Saúl estaba en apuro cuando los filisteos se reunieron en Micmas, y “…cuando los hombres de
Israel vieron que estaban en estrecho (porque el pueblo estaba en aprieto), se escondieron en cuevas,
en fosos, en peñascos, en rocas y en cisternas” (1 Samuel 13:6), esto provocó en medio del aprieto o
apuro, el rey Saúl se desesperara y cometiera un gran error.
Al ver que Samuel no llegaba y que el pueblo desertaba, ofreció holocausto; razón por la cual, Samuel
reprendió a Saúl y le dijo: “…locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que
él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre, mas
ahora tu reino no será duradero…” (1Samuel 13:13-14)
Podemos estar en apuros pero no hay que caer en la desesperación, ya que nuestro Dios nos dará la
salida en medio de los problemas o situaciones que nos pongan en aprieto. Jonatán cuando procuraba
pasar a la guarnición de los filisteos, en medio de dos peñascos y los desfiladeros; a pesar del apuro,
jamás se desesperó (1 Samuel 14:4)
Jonatán supo esperar confiado en Dios y derrotó a los filisteos. Es necesario que en medio de la
dificultad podamos mantener la calma y no desesperarnos, sino al contrario esperar en Dios porque él
nos dará la victoria en nuestras batallas.
PERSEGUIDOS MAS NO DESAMPARADOS
Israel en el desierto, frente al mar rojo. Faraón detrás de ellos. Se sentían perseguidos y sin escapatoria,
pero no estaban desamparados, no estaban solos. El Dios que los había sacado de Egipto estaba con
ellos. Fue quien les abrió camino en medio del mar, no los dejó desamparados.
Nuestro Dios, jamás nos dejará desamparados, siempre nos dará una salida cuando nos sintamos
perseguidos. No estamos solos, pues como dijo uno de los profetas del antiguo testamento: “…más
Jehová está conmigo como poderoso gigante…” (Jeremías 20:11)
Elías en el desierto, se sentía solo, desamparado; pero Dios le hizo saber que no estaba luchando solo
que habían en Israel “…siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron” (1
Reyes 19:18)
Así hoy en día, hay un pueblo de Dios que jamás se rinde y que en medio de las dificultades, Dios jamás
ha desamparado; por lo tanto, no hay que doblegarse ni sentirse solo como se sintió el siervo de Eliseo
cuando miró venir a los sirios. (También te invito a leer: Viviendo en Tiempos Difíciles)
Cuando venía el ejército de los Sirios con sus carros y caballos, el criado de Eliseo se turbó, pero el
profeta le dijo: “No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con
ellos” (2 Reyes 6:16)
Para que podamos decir las palabras de Eliseo debemos abrir nuestros ojos espirituales, tal como dijo
Eliseo, “…te ruego oh Jehová, que abras sus ojos para que vea” (v17). Así que, podemos sentirnos
perseguidos pero jamás estaremos desamparados, pues tenemos un Dios que está con nosotros.
DERRIBADOS PERO NO DESTRUIDOS
La escritura dice que cuando los hijos de Israel consultaron a Dios acerca de quién subiría en la batalla
para enfrentar a Benjamín, Dios les dijo que subiría Judá; sin embargo, a pesar de esto, “…los hijos de
Benjamín, derribaron por tierra aquel día veintidós mil hombres de los hijos de Israel” (Jueces 20:21) (Si
gustas, puedes leer: La Prueba de Nuestra Fe)
Los hijos de Israel estaban derribados, pero no destruidos. Consultaron nuevamente a Dios si subían de
nuevo, y una vez más, Dios les dijo que subieran a la batalla. Cualquiera después de la primera derrota,
al ser derribados, no quiere levantarse nuevamente, pero los hijos de Israel lo hicieron pues no estaban
dispuestos a ser destruidos.
Israel había perdido una batalla, pero no la guerra. “…Reanimándose el pueblo, los varones de Israel
volvieron a ordenar la batalla en el mismo lugar donde la habían ordenado el primer día…”. El problema
es que nuevamente fueron derrotados, lloraron se lamentaron, pero una vez más fueron a la batalla.
Lo impresionante es la determinación de Israel para seguir insistiendo y obedecer a Dios de ir a la
batalla. Además, lo más maravilloso de todo es que a la tercera vez, la escritura dice que “Jehová
derrotó a Benjamín delante de Israel; y mataron los hijos de Israel aquel día a veinticinco mil cien
hombres de Benjamín…”
“Jehová derrotó a Benjamin”, Dios pelea nuestras batallas cuando ya no podemos con nuestras propias
fuerzas. Y si nos disponemos a obedecer, levantarnos después de cada derrota, podremos decir que
fuimos derribados pero no derrotados; por lo tanto, nuestro Dios nos dará la victoria.
Hay gente que quiere verte destruida. Los supuestos amigos de Jeremías “…miraban si claudicaría…
prevaleceremos contra él…tomaremos de él nuestra venganza” (Jeremías 20:10). A Sansón, después que
le cortaron el cabello y le sacaran los ojos, se burlaban de él; sin embargo, ni Jeremías se dejó derribar,
ni Sansón pensó que ya no podía hacer nada, pues mató a todos los filisteos aún en ese estado.
En fin, podemos estar atribulados, pero jamás angustiados; en apuros, pero sin entrar en la
desesperación; sentirnos perseguidos, pero nuestro Dios jamás nos dejará desamparados; incluso
podemos ser derribados, pero nunca destruidos porque tenemos a nuestro Dios con nosotros.