Cruzadas
Campañas Militares y Religiosas por la Recuperación de Tierra Santa y la Caída de Constantinopla
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Para otros usos de este término, véase cruzado.
«Cruzada» redirige aquí. Para otras acepciones, véase Cruzada (desambiguación).
Las cruzadas fueron una serie de guerras religiosas impulsadas por la Iglesia católica durante la Edad
Media. Dichas campañas militares tenían como objetivo declarado recuperar para la Cristiandad la
región del Cercano Oriente conocida como Tierra Santa, la cual se encontraba bajo el dominio del Islam.
Otras expediciones armadas con el propósito de conquistar territorios musulmanes previamente
cristianos, como en España, de implantar el cristianismo, como en Prusia, o incluso de suprimir por la
fuerza movimientos contra el poder de la Iglesia, como en el sur de Francia, también fueron conocidas
finalmente como Cruzadas.
Cruzadas
SiegeofAntioch.jpeg
Representación del asedio de Antioquía durante la primera cruzada en una miniatura medieval (Jean
Colombe).
Fecha
Siglo XI-siglo XIII
Lugar
Tierra Santa
Resultado
Primera: Victoria cristiana
Segunda: Victoria musulmana
Tercera: Victoria musulmana
Cuarta: Creación del Imperio Latino
Quinta: Victoria musulmana
Sexta: Victoria cristiana
Séptima: Victoria musulmana
Octava: Statu quo ante bellum
Novena: Victoria musulmana.
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Las cruzadas del Mediterráneo Oriental, las primeras a las que se les aplicó este nombre, fueron llevadas
a cabo por señores feudales y soberanos de Europa Occidental, sobre todo los de la Francia de los
Capetos y el Sacro Imperio Romano, pero también de Inglaterra y Sicilia, a pedido del Papado y, en
principio, del Imperio de Oriente. Tuvieron lugar durante un período de casi dos siglos, entre 1096 y
1291, llevaron al establecimiento efímero de un Reino cristiano en Jerusalén y la conquista, temporal, de
Constantinopla.
Las guerras con sanción religiosa en España y Europa Oriental, algunas de las cuales culminaron en el
siglo XV, recibieron la calificación de cruzadas por parte de la Iglesia. Se enfocaron en la lucha contra los
gobernantes musulmanes de territorios españoles, contra los eslavos y bálticos paganos (prusianos y
lituanos sobre todo) y en algún caso contra el Imperio Oriental o los otomanos.
En la cruzada contra los albigenses la lucha fue contra cristianos disidentes y los nobles que los
apoyaban, en especial contra los seguidores del catarismo.
En muchos casos, las cruzadas fueron causa de persecuciones contra los judíos, cristianos ortodoxos
griegos y rusos.
Los participantes de las cruzadas, conocidos como cruzados, tomaban votos religiosos de manera
temporal y se les concedía indulgencia por sus pecados.
Sobre los motivos Editar
Caballeros franceses de la quinta cruzada llegan al fuerte de Damieta (actual Egipto) en 1249.
Las cruzadas fueron emprendidas para liberar los Lugares Santos, es decir las regiones donde vivió
Jesucristo, de la dominación musulmana. Se iniciaron en 1095, cuando el emperador bizantino Alejo I
solicitó protección para los cristianos de oriente al papa Urbano II, quien en el concilio de Clermont inició
la predicación de la cruzada. Al terminar su alocución con la frase del Evangelio «renuncia a ti mismo,
toma tu cruz, y sígueme» (Mateo 16:24), la multitud, entusiasmada, manifestó ruidosamente su
aprobación con el grito Deus lo vult, o Dios lo quiere.[1][2]
Posiblemente, las motivaciones de quienes participaban en ellas fueron muy diversas, aunque en
muchos casos se puede suponer un verdadero fervor religioso. Se arguye, por ejemplo, que fueron
motivadas por los intereses expansionistas de la nobleza feudal, el control del comercio con Asia y el
afán hegemónico del papado sobre las monarquías y las iglesias de Oriente, aunque se declararan con
principio y objeto de recuperar Tierra Santa para los peregrinos, de los cuales los turcos selyúcidas y
zanguíes, una vez conquistada Jerusalén en 1076, abusaban sin piedad, a diferencia de la época de los
Califas fatimíes (909-1171) cuya regla fue la libertad de pensamiento y la razón extendida a las personas,
que podían creer en lo que quisieran, siempre que no infrinjan los derechos de otros.
Sobre el término Editar
El origen de la palabra y de por qué le pusieron así, se atribuye a la cruz de tela usada como insignia en la
ropa exterior de los que tomaron parte de esta empresa de reconquista de Tierra Santa.[3]
Escritores medievales utilizan los términos crux (pro cruce transmarina, Estatuto de 1284, citado por Du
Cange, s.v. crux), croisement (Joinville), croiserie (Monstrelet), etc. Desde la Edad Media, el significado de
la palabra cruzada se extendió para incluir a todas las guerras emprendidas en cumplimiento de un voto
y dirigidas contra infieles, p. ej. contra musulmanes, paganos, herejes, o aquellos bajo edicto de
excomunión.[4]
Las guerras que desde el siglo VIII mantuvieron los reinos cristianos del norte de la península ibérica
contra el musulmán Califato de Córdoba, y que la historiografía conoce como Reconquista, continuaron
de forma igualmente discontinua desde el siglo XI contra los reinos de taifas, los almorávides y los
almohades. En algunas ocasiones, el papa les otorgó la calificación de «cruzada», como sucedió con la
batalla de Las Navas de Tolosa (1212) o con el episodio final de la Reconquista: la guerra de Granada
(1482-1492). En el norte de Europa se organizaron cruzadas contra los prusianos y lituanos. El exterminio
de la herejía albigense se debió a una cruzada y, en el siglo XIII, los papas predicaron cruzadas contra
Juan Sin Tierra y Federico II Hohenstaufen.
Pero la literatura moderna ha abusado de la palabra aplicándola a todas las guerras de carácter religioso,
como, por ejemplo, la expedición de Heraclio contra los persas en el siglo VII y la conquista de Sajonia
por Carlomagno. Nuevamente resonó dicho término durante la primera mitad del siglo XX, utilizado por
las potencias del Eje o de su círculo de influencia: la guerra civil española o la invasión alemana de la
URSS, recibieron tal calificativo por parte de la propaganda oficial.
Sin embargo, utilizada con un criterio estricto, la idea de la cruzada corresponde a una concepción
política que se dio solo en la cristiandad desde el siglo XI al XV. Suponía una unión de todos los pueblos y
soberanos bajo la dirección de los papas. Todas las cruzadas se anunciaron mediante la predicación.
Después de pronunciar un voto solemne, cada guerrero recibía una cruz de las manos del papa o de su
legado, y era desde ese momento considerado como un soldado de la Iglesia. A los cruzados también se
les concedían indulgencias y privilegios temporales, tales como la exención de la jurisdicción civil o la
inviolabilidad de las personas y propiedades. De todas esas guerras emprendidas en nombre de la
cristiandad, las más importantes fueron las cruzadas orientales, que son las tratadas en este artículo.