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Significado Espiritual de los Nombres Bíblicos

Este documento discute la teoría del Arizal de que los nombres de las personas reflejan su esencia espiritual. Examina cómo los nombres de las 12 tribus de Israel, dados por sus madres, reflejaron precisamente sus caracteres a pesar de haber sido elegidos en base a la rivalidad romántica entre las esposas de Jacob. Explica que el vínculo espiritual entre marido y mujer influye el carácter de sus hijos, y que Jacob tenía una personalidad dual que le permitió conectarse espiritualmente con Lea y Raquel.

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Significado Espiritual de los Nombres Bíblicos

Este documento discute la teoría del Arizal de que los nombres de las personas reflejan su esencia espiritual. Examina cómo los nombres de las 12 tribus de Israel, dados por sus madres, reflejaron precisamente sus caracteres a pesar de haber sido elegidos en base a la rivalidad romántica entre las esposas de Jacob. Explica que el vínculo espiritual entre marido y mujer influye el carácter de sus hijos, y que Jacob tenía una personalidad dual que le permitió conectarse espiritualmente con Lea y Raquel.

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Vaietzé(Génesis 28:10-32:3)¿Qué hay en un nombre?

Una tradición que se remonta a la época del Arizal, el gran

cabalista y sabio medieval, nos presenta una sorprendente teoría

acerca de los nombres de las personas. Estamos acostumbrados

a pensar que un nombre es meramente una etiqueta arbitraria que

le asignamos a una persona con el propósito de identificarla. Toda

persona podría teóricamente portar cualquier nombre, puesto que

no existe ninguna conexión inherente entre un individuo y su

etiqueta. Pero el Arizal nos enseña que los padres judíos

adquieren Rúaj Hakódesh (una chispa del ‘Espíritu Sagrado’) en el

momento en que nombran a sus hijos. El nombre que ellos eligen

es invariablemente la verdadera descripción de la neshamá o

‘esencia espiritual’ de su hijo.

El Talmud expresa este mismo concepto en términos de carácter

(Yoma, 83b); el nombre de un judío refleja en forma muy precisa

su carácter esencial. La implicación de esto es que, cuando los

padres nombran a un hijo, ellos reciben la oportunidad de echar

un vistazo profético a la neshamá o ‘esencia espiritual’ de su hijo.

***

Rivalidad romántica

La parashá de esta semana describe en gran detalle el nacimiento

de los doce hijos de Yaakov, quienes eventualmente se


transformaron en las doce tribus de Israel, y se extiende

considerablemente para explicar el origen de sus nombres.

Incluso una lectura superficial de los capítulos 29 y 30 del libro de

Génesis nos lleva a algunas sorprendentes observaciones; todas

las tribus fueron nombradas por sus respectivas madres; su padre,

Yaakov, al parecer no tuvo ninguna influencia o participación en la

elección de sus nombres.

El principio común que fue empleado por las matriarcas en el

proceso de selección de nombres resulta también

sorprendentemente obvio. Todos los nombres elegidos describen

el estatus de la relación romántica entre Yaakov y la respectiva

madre. La historia de la elección de los nombres nos revela

incidentalmente que las esposas de Yaakov se encontraban

involucradas en una rivalidad permanente por el cariño y afecto de

su esposo. Estaban tan obsesionadas con ganar la batalla por

alcanzar el lugar dominante en la consciencia romántica de

Yaakov, que incluso los hijos que dieron a luz fueron considerados

‘medios’ para avanzar en esta extraña competencia.

¿Cómo es posible que nombres que fueron seleccionados en

base a dicho criterio lograsen reflejar la esencia espiritual de las

tribus? ¿Cómo podemos relacionarnos con la rivalidad y celos que

había entre las esposas en un hogar que supuestamente debe ser


la fuente de todo lo que es santo en el pueblo judío?

***

Realmente funciona

Comencemos nuestra discusión demostrando que este extraño

método de selección de nombres en realidad sí tuvo éxito en

producir nombres que describían en forma precisa el carácter de

cada tribu, tal como sostenía el Arizal. En otras palabras, la

elección de nombres en base a la intensidad del vínculo romántico

entre marido y mujer tuvo la misma precisión que comúnmente le

atribuimos sólo a un conocimiento profético para predecir el

carácter de los hijos que nacieron a partir de dicho vínculo.

Por ejemplo, Lea nombró a su tercer hijo Leví, que significa

“apegado a”, como nos relata la Torá:

“Nuevamente concibió y dio a luz a un hijo y declaró, ‘Esta

vez mi esposo se apegará a mí puesto que le he dado tres

hijos’. Por lo tanto, Él (Dios) lo llamó Leví” (Génesis 29:34).

Este niño resultó ser el progenitor de la tribu que vincula a Israel

con Dios; los descendientes de Leví se dividen en dos grupos: los

Kohanim, la clase sacerdotal, quienes oficiaban en los sacrificios

del Templo, y los Levitas, quienes acompañaban los sacrificios

con canciones y estaban encargados del mantenimiento general

de toda la propiedad sagrada. Nuestros sabios nos informan que


Dios Mismo estuvo de acuerdo con este nombre, como está

escrito, “Él lo llamó Leví”, la palabra “Él” en el versículo se refiere

a Dios, no a Yaakov. Lea lo llamó Leví y Dios respaldó con

entusiasmo su elección.

Por lo tanto, Lea estaba en lo correcto cuando percibió que si el

hijo que dio a luz fortalecía el vínculo romántico entre ella y

Yaakov sólo por el hecho de nacer, entonces, eso quería decir que

no era una consecuencia incidental del nacimiento de cualquier

hijo, sino que ese poder emanaba del poder espiritual inherente en

el carácter del niño. Leví no había tenido ese efecto porque nació

tercero, sino que todo lo contrario: dado que Leví era una persona

que tenía la habilidad de acercar a la gente, entonces había

nacido tercero.

***

Alabanza y gratitud

Posteriormente, Lea acertó una vez más al nombrar a su cuarto

hijo Yehudá, una derivación de la palabra hebrea Hodaá, que

significa “alabanza”. La Torá relata:

“Ella concibió nuevamente, y dio a luz a un hijo y declaró;

‘Esta vez déjenme alabar a Dios con gratitud’. Por lo tanto,

llamó su nombre Yehudá. Luego, dejó de dar a luz” (Génesis

29:35).
Nuestros sabios explican la lógica detrás de este nombre (ver

Rashi). Lea era una profetisa, al igual que todas las matriarcas, y

ella sabía que Yaakov tendría doce hijos que provendrían de

cuatro esposas; su cuarto hijo era, por lo tanto, más de la porción

que le correspondía según una distribución equitativa de tres hijos

por cada esposa, y eso ameritaba una gratitud especial. Este hijo,

Yehudá, se convirtió en el progenitor de la realeza judía. De los

primeros dos reyes judíos descendientes de Yehudá, el Rey David

fue el autor de los Salmos, el libro de himnos aceptado

universalmente como el libro de alabanza y agradecimiento a

Dios, y el hijo de David, Shlomó, fue el autor del Cantar de los

Cantares, la suprema expresión del amor que une a Dios e Israel,

considerado por muchos como la más sublime efusión de

alabanza Divina jamás escrita.

La elección del nombre Yehudá demuestra que este nexo entre la

realeza judía y la habilidad extraordinaria para cantar alabanzas a

Dios no es coincidencia. El rey judío simboliza la esencia

concentrada de su nación, y por lo tanto actúa como el foco

terrenal de conexión entre Israel y el Rey de reyes, Dios. Dios es

descrito como “el Santo, entronizado por las alabanzas de Israel”

(Salmos 22:4). El rey judío mortal simboliza la personificación

humana de las alabanzas de Israel a Dios.


***

¿Cómo funciona?

Ahora que conocemos la eficacia del método podemos proceder a

explicar cómo funciona. En la visión judía del mundo, la conexión

entre marido y mujer es fundamentalmente espiritual. Aprendemos

esto de la creación del primer ser humano:

“Entonces Dios creó al hombre a Su imagen, en la imagen de

Dios Él los creó, hombre y mujer Él los creó” (Génesis 1:27).

El primer ser humano es descrito como hombre y mujer al mismo

tiempo; sólo la pareja humana representa la imagen completa de

Dios que Él llamó adam, o ‘hombre’. El marido y la mujer que se

encuentran unidos en un matrimonio judío constituyen dos

mitades de una única entidad espiritual; y es sólo cuando están

juntos que ellos constituyen un Tzelem Elokim, una ‘imagen viva

de Dios’. El matrimonio no crea el vínculo que los une, sino que

simplemente vuelve a ensamblar la manifestación de la imagen

Divina que representa la combinación única de sus almas

particulares. Por lo tanto, no es sorprendente que las almas de los

hijos que nacen de dichos matrimonios se vean fuertemente

influenciadas por la intensidad del vínculo espiritual que existe

entre sus padres.

***
Personalidad dual

Pero si esto es verdad, ¿cómo es posible que una persona tenga

más de una esposa? ¿Cómo explicamos la existencia de más de

un alma gemela? Estudiemos nuevamente el matrimonio de

Yaakov a la luz de lo que nos enseñan nuestros sabios acerca de

sus esposas:

“Labán tenía dos hijas. El nombre de la mayor era Lea y el

nombre de la menor era Rajel. Los ojos de Lea eran

delicados, mientras que Rajel era bella de forma y apariencia”

(Génesis 29:16).

Rashi explica: “Los ojos de Lea eran delicados porque ella

lloraba constantemente y rezaba para escapar a su destino

de casarse con Esav. La gente solía decir que por cuanto

Rivka tenía dos hijos y Labán tenía dos hijas, la hija mayor

(Lea) se casaría con el hijo mayor (Esav), mientras que la hija

menor (Rajel) estaba destinada a casarse con el hijo menor

(Yaakov)”.

Yaakov era una persona especialmente santa y por lo tanto “se

enamoró” de Rajel a primera vista; él percibió instantáneamente el

vínculo espiritual existente entre ellos y la reconoció como su otra

mitad (Génesis 29:18). Él estaba interesado en Rajel y era

totalmente indiferente a Lea, tal como esperaríamos que fuese.


Sin embargo, con el transcurso del tiempo, Yaakov sufrió una

metamorfosis y se transformó en una persona compleja con una

dimensión espiritual extra. Luego de la victoria de Yaakov en su

batalla con el ángel (Génesis 32:25), quien es identificado por

nuestros sabios como el poder espiritual de Esav (ver Rashi), el

ángel le informó a Yaakov:

“No será más dicho que tu nombre es Yaakov, sino Israel, por

cuanto has luchado con lo Divino y con el hombre y has

prevalecido.” (Génesis 32:29)

De acuerdo al concepto del Arizal con el cual comenzamos este

ensayo, este nuevo nombre, Israel, necesariamente representa un

aspecto espiritual que Yaakov de alguna manera adquirió en forma

posterior. Por lo tanto, en términos espirituales, Yaakov debe ser

visto realmente como dos personas envueltas en un solo

individuo: Yaakov e Israel. Y como cada alma es formada a

imagen de Dios, lo cual significa que es masculina y femenina al

mismo tiempo como establecimos anteriormente, cada uno de los

dos nombres de Yaakov debe contar con su aspecto femenino

correspondiente. De aquí se desprende que Yaakov debía tener

dos mitades femeninas diferentes: Rajel, quien se encuentra

vinculada con su aspecto de Yaakov, y Lea, quien es la

contraparte espiritual de la faceta de Yaakov llamada Israel.


***

Rastreando el origen

En realidad, esta idea de que Yaakov cuenta con un aspecto

espiritual dual no debiese ser para nosotros algo sorprendente. La

creación de tal dualidad fue el resultado inevitable de su

apropiación de las bendiciones que le habrían correspondido a

Esav si la historia hubiese seguido su curso natural. Cuando

Yaakov asumió el rol de líder —que es normalmente el destino del

primogénito— Esav se vio enfrentado a una difícil decisión: él

podía aceptar el cambio de roles y ocupar el lugar que

anteriormente le había sido asignado a Yaakov en la futura nación

de Israel, o podía rechazar la nueva situación y optar por dejar de

ser parte del pueblo judío. Esav decidió salirse y esta elección

causó un serio problema espiritual. Esav había sido dotado con

aproximadamente la mitad del potencial espiritual de la futura

nación judía. El vacío causado por la pérdida de potencial

espiritual que él representaba tenía que ser llenado de alguna

manera.

Yaakov era el responsable del descarrilamiento de Esav, y por lo

tanto, se vio forzado a adquirir una dimensión espiritual extra para

compensar el poder espiritual que el pueblo judío estaba a punto

de perder por la partida de Esav. Fue sólo después de su victoria


sobre el ángel de Esav (que simbolizaba este poder espiritual

perdido), que Yaakov recibió el nombre Israel.

***

División de poderes

La división espiritual de roles involucrada en el proceso de

concepción de un hijo entre padres judíos toma la siguiente forma:

El potencial espiritual del niño judío es bajado desde el cielo por el

padre, pero es la madre la que posee la capacidad de expresar

esta nueva dimensión espiritual en el mundo físico, a través de

formar un cuerpo dentro de su vientre para este nuevo pequeño

ser humano. La palabra hebrea ‘zajar’, que significa ‘masculino’,

tiene el mismo valor numérico que la palabra hebrea brajá, que

significa ‘bendición’. El Talmud nos enseña:

“Un esposo debe ser siempre cuidadoso del honor de su

mujer, porque la bendición se encuentra en el hogar de una

persona sólo por causa de su esposa” (Baba Metzia 59a).

El hombre puede ser la fuente de la bendición, pero es sólo a

través de su contraparte femenina que el hogar judío se llena de

esta bendición.

Cada expresión única de la imagen de Dios tiene su propio y único

aspecto femenino por definición; el repositorio de la capacidad de

traer cada imagen particular de Dios a la tierra. Dice el Talmud:


“Cuarenta días antes de la formación de un hijo, un anuncio

es hecho en el cielo; la hija de X está designada para Y”

(Sota 2a).

***

La contraparte de Israel

Yaakov tenía una contraparte femenina, Rajel, a quien Dios había

creado especialmente para expresar el potencial inherente en el

nombre Yaakov; pero Rajel no había sido diseñada para darle

forma y expresión a la imagen de Dios inherente en el nombre

Israel. Y puesto que la composición espiritual de Israel era

equivalente al poder espiritual perdido por la apostasía de Esav, la

parte femenina idónea para darle a este poder su expresión

adecuada era Lea, quien estaba destinada a ser la esposa de

Esav.

Pero la combinación de potenciales espirituales dentro de un

individuo singular tuvo un curioso efecto secundario. Mientras que

en el estado inicial de separación Yaakov era obviamente el

hermano más espiritual, después de que el potencial de Esav

fuera añadido al suyo la situación se revirtió. El pueblo judío es

llamado por el nombre Yaakov cuando se encuentra en un estado

espiritual disminuido, mientras que en todo momento en que se

superan a sí mismos y alcanzan una cúspide espiritual son


llamados Israel. Israel es Yaakov más Esav, y el todo es más que

la suma de sus partes. Fue Lea, la contraparte espiritual de Israel,

la que dio a luz a los progenitores de la realeza judía (Yehudá), de

la clase sacerdotal (Levi) y de la erudición en Torá (Isajar).

***

Finalizando la transferencia

A pesar de que estos hijos nacieron antes (en nuestra parashá),

Yaakov sólo fue confirmado como el poseedor de la altura

espiritual encapsulada en el nombre Israel cuando luchó

exitosamente con el ángel de Esav y lo forzó a ceder

voluntariamente las bendiciones. La finalización del proceso de

crecimiento es marcado por el otorgamiento oficial del nombre

Israel, tal como fue explicado por el Arizal. La adquisición de las

bendiciones sólo fue confirmada cuando Yaakov demostró que

éstas le pertenecían legítimamente por causa de su mérito y no se

encontraban accidentalmente en su posesión por medio de

artificios y engaños. Yaakov demostró dicho mérito al ganar la

batalla contra el ángel.

Pero esta batalla no tuvo lugar sino hasta que Rajel, quien en

primera instancia era infértil, dio finalmente a luz a un hijo, Yosef.

Fue sólo en ese momento que Yaakov estuvo listo para dejar la

casa de su suegro, Labán, y encarar a Esav. No fue sino hasta


ese entonces que él pudo materializar espiritualmente el nombre

Israel. Por lo tanto, no es ninguna sorpresa que Yaakov estuviese

atemorizado de la confrontación con Esav.

“Rescátame por favor, de la mano de mi hermano, de la mano

de Esav, pues temo que él me ataque, y a mi madre y a mis

hijos” (Génesis 32:12).

Hasta que fue oficialmente confirmado como Israel, los hijos de

Lea, quienes habían nacido como la expresión terrenal de este

nivel espiritual, se encontraban en riesgo.

Resulta obvio que la ascensión al nivel espiritual llamado Israel

debía producirse a través de la expansión del nivel llamado

Yaakov. Fue Rajel, la contraparte femenina de Yaakov, quien

poseía la habilidad de darle una expresión terrenal a este nivel

espiritual. Las cosas sólo pueden crecer y desarrollarse si son

primero expresadas. Si Rajel hubiese permanecido sin hijos, no

habría habido ninguna expresión del Yaakov espiritual, y Yaakov

nunca se habría convertido en Israel. Hasta que Rajel dio a luz a

Yosef, la confrontación con el ángel de Esav y la habilidad de ser

confirmado como Israel eran cosas simplemente impensables. El

estado espiritual final que el pueblo judío adoptaría se encontraba

aún en la cuerda floja.

***
Desenredando los nudos

Los hijos de Lea eran la expresión terrenal del nivel espiritual

superior llamado Israel. Pero la dependencia de Lea en Rajel es

evidente y clara a lo largo de toda la historia. Yaakov no tenía

intención alguna de casarse con Lea; era Rajel quien era su

contraparte femenina innata y era a ella a quien él quería. De

hecho, fue Rajel la autora del engaño que hizo que el matrimonio

de Yaakov con Lea fuera posible. Yaakov había ideado señales

secretas entre él y Rajel precisamente para prevenir que aquello

ocurriese, pero Rajel se las enseñó a Lea para evitarle a su

hermana la humillación de ser descubierta (Ver Rashi Génesis

29:15)

La transformación de Yaakov a Israel fue lograda a través del

engaño en ambos ejes, el masculino y el femenino. Primero

Yaakov engañó a su padre Itzjak para obtener las bendiciones que

le correspondían a Esav. Luego, Rajel engañó a Yaakov y logró

que se casara con Lea, la contraparte espiritual de Esav. Por esta

razón, Rajel es llamada la madre de todos. En un sentido muy

verdadero, fue sólo a través de ella que los hijos de Lea y el poder

espiritual que ellos representaban recibieron su expresión terrenal.

Ella fue la que arregló el matrimonio entre Yaakov y Lea.

Las matriarcas, siendo profetisas, tenían un agudo y exacto


sentido del poder espiritual que debían traer al mundo. Cada una

quería servir a Dios por medio de traer a la tierra las ‘imágenes de

Dios’ que sólo podían ser traídas como la expresión de la fuerza

espiritual que cada una representaba. Ellas no estaban tratando

de superarse una a la otra. Los hijos de Lea no podrían haber

provenido de Rajel o viceversa. Ni siquiera estaban buscando el

mismo vínculo espiritual con su esposo. Rajel estaba buscando a

Yaakov, mientras que Lea buscaba a Israel; cada una estaba

buscando completar un aspecto diferente de la imagen de Dios en

la tierra.

Juntas, Rajel y Lea ilustran el poder de la mujer judía de traer

espiritualidad al mundo físico.

Hay dos tipos de creatividad. Un tipo de genio es aquella persona

a la que se le ocurren ideas creativas, pero se requiere de otro

tipo de genialidad para darle a esa idea abstracta su expresión

concreta. Hay una distancia enorme entre el descubrimiento de

Einstein que E=MC2 y la habilidad de construir reactores

nucleares que generen electricidad y que explotan esa idea.

Es sólo a través de la genialidad de la mujer judía que la

inspiración que representa el judaísmo impacta en el mundo real.

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