JORDI BORJA; el espacio público, ciudad y ciudadanía
*No tengo ninguna duda que esta
tendencia explosiva y desordenada -- discontinua -- proviene de un sistema de uso del suelo
impuesto por los intereses particulares del mercado por encima de las necesidades colectivas,
“El espacio público desde este planteamiento es el lugar de la expresión pública del interés común,
donde el ser humano busca los lazos compartidos y la diferenciación. En cambio el espacio privado
es aquel en que se asegura la reproducción de la vida. “Lo público remite a la acción y al discurso;
lo privado, a la reproducción y al trabajo. Lo público es lo aparente y manifiesto; lo privado, lo
oscuro que debe ser ocultado, sustraído a la mirada de los demás. Lo público es el espacio de la
libertad, de la capacidad de inicio de algo nuevo; lo privado, el ámbito de la necesidad, de la
reproducción”
*También hay otro frente que me parece más sutil y, por lo tanto, más peligrosos. Corresponde
a los que dicen que, si bien la forma urbana –y, por lo tanto, la ordenación del espacio público -
- es un factor de aglutinamiento social y de creación de identidades, esta aglutinación puede
convertirse en un elemento negativo --e incluso subversivo-- para la buena convivencia en
libertad. El mantenimiento del espíritu de vecindad, el refuerzo de las identidades a través de la
forma, la aceptación de la imagen representativa de lo que es público, puede acabar
enmascarando la realidad de los problemas insalvables de la vida colectiva e, incluso, puede
ser un germen de clasificación social agresiva y, finalmente, un punto de partida para solidificar
los guetos. Por lo tanto, la ciudad radicalmente libre sería la ciudad sin forma, sin barrios, sin
calles ni plazas. Una ciudad en la cual el espacio público no sea urbano.
*La historia de la ciudad es la de su espacio público. Las relaciones entre los habitantes y entre
el poder y la ciudadanía se materializan, se expresan en la conformación de las calles, las
plazas, los parques, los lugares de encuentro ciudadano, en los monumentos. La ciudad
entendida como sistema, de redes o de conjunto de elementos – tanto si son calles y plazas
como si son infraestructuras de comunicación (estaciones de trenes y autobuses), áreas
comerciales, equipamientos culturales es decir espacios de uso colectivos debido a la
apropiación progresiva de la gente – que permiten el paseo y el encuentro, que ordenan cada
zona de la ciudad y le dan sentido, que son el ámbito físico de la expresión colectiva y de la
diversidad social y cultural. Es decir que el espacio público es a un tiempo el espacio principal
del urbanismo, de la cultura urbana y de la ciudadanía. Es un espacio físico, simbólico y
político.
*El espacio público define la calidad de la ciudad, porque indica la calidad de vida de la gente y
la calidad de la ciudadanía de sus habitantes.
El derecho a la centralidad accesible y simbólica, a sentirse orgullosos del lugar en el que se
vive y a ser reconocidos por los otros, a la visibilidad y a la identidad, además el disponer de
equipamientos y espacios públicos cercanos, es una condición de ciudadanía. También es un
derecho de ciudadanía el de la movilidad, ya que supone información e intercambio,
oportunidades de formación y de ocupación, posibilidades de acceder a las ofertas urbanas y
apropiarse de la ciudad como un conjunto de libertades. Si los derechos de centralidad y de
movilidad no son universales, la ciudad no es democrática.
Lo expuesto supone asumir y construir una ciudad de ciudades. Ciudades policéntricas y
plurimunicipales, en las que el espacio público es a la vez un elemento articulador del tejido
urbano regional o metropolitano y elemento de cohesión, tanto física como simbólicamente, de
las áreas densas.
*Sin duda, la deformación del urbanismo funcionalista combinando zonificación y privatización
es la caricatura perversa del movimiento moderno, crea una nueva imagen de la “ciudad
emergente” en la que las piezas, los “productos”, la arquitectura de los objetos - mercadería,
sustituyen la ciudad del intercambio y de la diversidad. La ciudad fragmentada tiene tendencia
a ser una ciudad físicamente despilfarradora, socialmente segregada, económicamente poco
productiva, culturalmente miserable y políticamente ingobernable. Es la negación de la ciudad,
que en la práctica niega el potencial de las libertades urbanas, la promesa de justicia y los
valores democráticos.
*La ciudad actual sufre un triple proceso negativo: disolución, fragmentación y privatización.
Disolución por difusión de la urbanización desigual y el debilitamiento o especialización de los
centros. Fragmentación por la exasperación de algunos supuestos funcionalistas: la
combinación de un capitalismo desreglado con la lógica sectorial de las administraciones
públicas, produce la multiplicación de elementos dispersos y monovalentes en un territorio
cortado por vías de comunicación; “los no lugares ya no se interpretan como recipientes
existenciales permanentes, sino que son entendidos como enormes focos de acontecimientos
(...) no lugares definidos por la sobreabundancia y el exceso. Son siempre espacios
relacionados con el transporte rápido, el consumo y el ocio.”
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Y privatización con la generalización de ghettos según clases sociales desde los condominios
de lujo hasta a las favelas o similares y la substitución de las calles, las plazas y los mercados
por centros comerciales; “... transformar el espacio público de la calle en un espacio comercial
privatizado de un centro de compras tiene claros costos sociales en términos de acceso
democrático y responsabilidad pública... la domesticación del espacio a través de la purificación
y privatización involucra crecientes exclusiones sociales y acrecienta las desigualdades...”
MANUEL CASTEL, la cuestión urbana