En 1656, a sus 48 años, Ana de Brito, una mulata de la Habana, fue procesada por el Tribunal de la inquisición de Cartagena por los delitos de “hechicería, sortilegio, ser maestra de todas ellas y de haber tenido pacto expreso con el...
moreEn 1656, a sus 48 años, Ana de Brito, una mulata de la Habana, fue procesada por el Tribunal de la inquisición de Cartagena por los delitos de “hechicería, sortilegio, ser maestra de todas ellas y de haber tenido pacto expreso con el demonio”. A sus hijas, María Sebastiana, Tomasa y otras compañeras se les acusó de haber aprendido la suerte de las habas para adivinar el porvenir, de haber tenido culto expreso con el demonio y de realizar suertes del estaño para conseguir lo que, sus hombres, les habían prometido.
La presente ponencia es una reflexión sobre la vida cotidiana de mujeres de origen africano procesadas en la inquisición de Cartagena durante el siglo XVII. En esta, se muestra cómo estos expedientes son una fuente de gran riqueza para reconstruir las historias de vida, pues los inquisidores al documentar los delitos iban reconstruyendo las imágenes de las acusadas y, de manera no intencional, exponían fragmentos
de sus historias. Tales fragmentos no solo hacían parte del ámbito privado, sino que constituían prácticas, lógicas, relaciones de género, espacios y temporalidades que garantizaban la reproducción social. La pregunta guía es ¿Cuál es el papel de la brujería y la hechicería en la vida cotidiana de ciertas mujeres de origen africano en el contexto
inquisitorial de Cartagena en el siglo XVII? Para responderla es necesario aproximarse a los documentos a partir de la etnografía de archivo siendo conscientes de que, a pesar de lo profundo que se pretenda llegar en la vida de las procesadas, hay aspectos que nunca podrán conocerse.