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de historiografía andalusí: las fuentes geográficas Dr. D. Juan Martos Quesada Universidad Complutense de Madrid jmartosq@ucm.es resumen En este artículo se pone de relieve la importancia que, para la historia de al-Andalus, tienen las fuentes geográficas por la cantidad de datos que nos aportan, no solo de tipo geográfico, sino también históricos y socioeconómicos; asimismo, se analizan las principales características historiográficas de estas fuentes, al tiempo que se hace una tipografía de las mismas y un estudio de su evolución. Palabras clave: al-Andalus, geografía árabe, historiografía. abstract This article highlights the importance of geographical sources for the history of al-Andalus due to the amount of data they provide us, not only of a geographical nature, but also historical and socioeconomic; Likewise, the main historiographic characteristics of these sources are analyzed, while a typography of them and a study of their evolution are made. Key words: al-Andalus, arabic geography, historiography. Las obras geográficas siempre han sido para el historiador medievalista un recurso importante, no solo por la información estrictamente geográfica que nos ofrece (paisaje, descripciones físicas, aproximación a las ciudades), sino por la cantidad de datos que pueden aportar desde el punto de vista social y económico; la vida rural, las costumbres, las tradiciones, las leyendas de las diversas comarcas, los productos cultivados, las formas de obtención del agua, la ubicación de las ciudades, de los poblados y de las fortalezas, el cobro de los impuestos, los cambios climatológicos, los desastres naturales, como las sequías o los terremotos, las rutas y los itinerarios, etc., son temas que podemos encontrar en estas obras. 506 dr. d. Juan Martos Quesada Es por ello por lo que la literatura geográfica árabe medieval ha estado siempre en el punto de mira de los especialistas, ya desde el siglo XIX, como lo prueba la publicación de la Bibliotheca Geographorum Arabicorum (1870-1994)1. Tal y como recuerda Miguel Ángel Manzano2, la literatura geográfica y el desarrollo de esta disciplina tienen su origen en el principio coránico de que la Tierra es una parte indisoluble de los Cielos -formando ambos el Universo creado por Allāh- y, al mismo tiempo, es el espacio físico en el que el hombre realiza y lleva a cabo su aspiración de ser su vicario, su representante en este mundo. en este mundo. A partir de estos principios y de los conocimientos obtenidos a través de la literatura geográfica griega, romana e india, surge en el ámbito islámico la necesidad de comprender este medio natural en donde tiene lugar la vida humana, asumiendo que es de una extensión vasta y considerable, visión a la que ayudó la expansión del imperio musulmán medieval. Así pues, el desarrollo cultural de la civilización araboislámica y las necesidades políticas y estratégicas posteriores contribuyeron al florecimiento de la disciplina geográfica entre los árabes. Los diversos califas, en particular con la dinastía abasí, necesitaron conocer las delimitaciones de sus provincias, la población de estas, las fronteras y los itinerarios por donde se desarrollaba el comercio, los lugares estratégicos desde el punto de vista militar, entre otras informaciones. Asimismo, el cumplimiento del precepto de la peregrinación, junto al interés personal de aprender de maestros de otras tierras, estimuló el viaje y el conocimiento geográfico del imperio y sus tierras. En cuanto a al-Andalus y su visualización en las obras geográficas, hay que reconocer, como ya comentó G. Cornu3, que fue un tanto tardía, pues 1 2 3 Editada por el orientalista M. J. De Goeje, y dada a la luz por la editorial Brill de Leiden. Otras obras para tener en cuenta acerca de este tema son Busse, H., « Arabische Historiographie und Geographie » , en H. Gätje (ed.), Grundrib der Arabischen Philologie, Band II : Literaturwissenschaft, Wiesbaden, 1987, pp. 264-297 ; Miquel, A., La géographie humaine du monde musulman jusqu’au milieu du XI siècle. París, 1967 ; Pourahmad. A.y Tavallai, S., “The Contribution of Muslim Geographers to the Development of the Subject”, Geography, 89/2 (2004), 140-44; Hanafi, H., “World-Views of Arab Geographers”,GeoJournal, 26/2 (1992), 153-156. Manzano Rodríguez, M.A., “El Magreb desde Oriente: un acercamiento al Libro de los países de Aḥmad al-Ya’qūbī, en Roldán, F. y Contreras, A. (eds.), Paisajes, espacios y objetos de devoción en el islam, Sevilla, universidad de Sevilla, 2017, pp. 141-160. Cornu, G., «Les géographes orientaux des IX et X siècles et al-Andalus», Sharq alAndalus, III (1986), pp. 11-18. de historiografía andalusí: las fuentes geográficas 507 hasta el siglo IX, con Ibn Jurdāḏbih y al-Ya‘qūbī, no aparecen los territorios andalusíes en los textos geográficos orientales4, tradición que continúa en el siglo X, con Ibn Hawqal, al-Muqaddasī y al-Iṣtajrī, recuperándose en los siglos posteriores a partir del XIII, con al-Qazwīnī, al-Dimašqī y Yāqūt, el siglo XIV, con Abu-l-Fidā’ y al-‘Umarī, y el XV con ‘Abd al-Basīt. Los textos geográficos andalusíes no aparecen hasta el siglo XI con los dos grandes geógrafos al-‘Udrī y al-Bakrī, para continuar el siguiente siglo con Abū Bakr b. al-‘Arabī, al-Zuhrī, Abū Ḥāmīd al-Garnāṭī e Ibn Ŷubayr y finalizar en el siglo XIII con Ibn Sa’īd5. En cuanto a las fuentes magrebíes, son más tardías y en menor número de las que cabría esperar, pues el primer geógrafo que nos habla de al-Andalus es al-Idrīsī, en el siglo XII, continuado por al-‘Abdarī, en el siglo XIII, y por al-Ḥimyarī, Ibn Baṯṯūṯa y el Dikr al-bilād al-Andalus, en el siglo XIV, debiendo ya esperar al siglo XVII con Juan León el Africano. En cuanto a la tipología de las obras geográficas, comenzaremos, en primer lugar, por hablar de los kutub al-‘ard, las obras generales de geografía. Como ya hemos comentado, los siglos IX y X han sido llamados el «período clásico» de la geografía árabe y están marcados por la asunción del legado de la geografía griega, persa y hasta india. En este «período clásico» se producirá una gran acumulación de nuevos datos e informaciones, enriquecedores para una geografía que ya comienza a poseer una personalidad propia. En esta primera época existen una serie de obras, complejas y de difícil clasificación, aunque pueden ser catalogadas en dos grupos esenciales, según su temática: a) Aquellas que tratan del mundo en general, aunque con más detalle del imperio islámico; sus obras recogen todos los datos posibles (por lo que se las encuadra bajo la denominación «literatura geográfica 4 5 Acerca de la visión de los geógrafos orientales de al-Andalus, véase Franco, F., “El occidente musulmán en los mapas del Mediterráneo de la escuela de al-Balŷī”, en A. Planet y F. Ramos (eds.), Relaciones hispano-marroquíes: una vecindad en construcción, Madrid, 2005, pp. 35-62; García Sanjuán, A., “La caracterización de al-Andalus en los textos geográficos árabes orientales (s. IX-XV), Norba. Revista de Historia, XIX (2006), pp. 43-59; Manzano Rodríguez, M.A., op. cit. Véase Tixier du Mesnil, E., Géographes d’Al-Andalus. De l’inventaire d’un territoire à la construction d’une mémoire, Paris, Publications de la Sorbonne, 2014, 21-22; Viguera Molins, M.ª J., “Fuentes de al-Andalus (siglos XI y XII). I: Crónicas y obras geográficas”, Codex Aquilarensis XIII (1998), pp. 11-32. 508 dr. d. Juan Martos Quesada profana de la época») y abordan a la vez la geografía matemática, astronómica, física, humana y económica. Cabría incluir en este grupo, entre otros, a Ibn Jurdāḏbih, al-Ya‘qūbī, y al-Mas‘ūdī. Como la zona de Iraq era el centro más importante de estos estudios geográficos, y la mayoría de ellos eran oriundos de él, también este grupo de autores es conocido como «escuela iraquí». b) La segunda vertiente de la geografía iraquí que se elaboró bajo el patrocinio directo o indirecto de los abasíes es la que se ha denominado del «Atlas islámico», por haber contribuido con sus obras a configurar una precisa y detallada descripción del Imperio. La obra conjunta de este grupo de geógrafos puede ser contemplada desde ángulos diversos, pues su contribución a la geografía árabe es esencial; así, por la finalidad, estructura y peculiaridades de sus obras se han considerado como el germen y principales representantes del género al-masālik wal-mamālik (sobre «los itinerarios y los reinos»), de la que hablaremos más adelante, mientras que si analizamos la cartografía asociada a ellas, han sido denominados como la «escuela de al-Baljī», por ser Abū Zayd al-Baljī (850-934) el primero y quien marcó las pautas6. Por haber sido moneda corriente entre los expertos y por su pragmatismo didáctico, traemos a colación la clasificación hecha en su día por Blachére y Darmaun7: l. Siglos IX-X: aparece la geografía literaria bajo la forma de: a) Compendios para uso de funcionarios; b) Obras geográficas para gentes ilustradas. 2. Siglos X, XI y XII: otros intereses y el propio desarrollo literario de la cultura árabe islámica terminan por agotar los géneros anteriores, dando lugar a: a) Relatos de viajeros, entre los siglos X y XII; b) Aparición del género de al-masālik wa-l-mamālik (Los itinerarios y Los reinos); c) Aparecen obras de vulgarización de los conocimientos geográficos, como las de al-Mas‘ūdī (m. 956) y al-Birūnī (m. 1048). 6 7 Sobre esta escuela, véase Franco, F., “El occidente musulmán en los mapas del Mediterráneo de la escuela de al-Balŷī”, en A. Planet y F. Ramos (eds.), Relaciones hispanomarroquíes: una vecindad en construcción, Madrid, 2005, pp. 35-62. Blachére, R. y Darmaun, Extraits des principaux géographes arabes de Moyen Àge, París, Libraire Kinckisieck, 1957- de historiografía andalusí: las fuentes geográficas 509 3. A partir del siglo XII, el género evoluciona y da lugar a: a) Diccionarios geográficos; b) Cosmografías y geografías universales; c) Enciclopedias histórico-geográficas; d) El relato de viajes o riḥla. Siguiendo con el tipo de literatura geográfica general, la llegada al poder de la dinastía abasí en el 750 confirió un nuevo impulso a la geografía. Los nuevos gobernantes se dieron cuenta de que la anterior política de los omeyas debía renovarse, acorde a las nuevas circunstancias. Apoyados en los persas y animados por un espíritu autocrático y centralista, se hizo necesaria una nueva administración que sirviera para encuadrar las distintas situaciones políticas y las nuevas provincias; de este modo surge una literatura geográfica al servicio del poder. Estos geógrafos reciben una herencia geográfica y se pondrán a viajar para ampliarla y precisarla. En sus viajes indagarán y recabarán una información oral que les permitirá hacerse una idea exacta del país; la observación personal (‘iyān) es su principal aportación. Entre estos geógrafos tenemos a al-Iṣtajrī (m. después del año 951), que fue el primero en difundir la obra de al-Baljī, la cual corrigió y aumentó; este escritor, partiendo de la división griega en climas en siete aqālim longitudinales8, redefine el concepto de “clima” como una unidad política, diferenciando entre límites administrativos y las fronteras naturales. Otro gran autor es Ibn Hawqal (m. después del 988), que enriquecerá bastante, aunque de modo desigual, los datos sobre cada una de las veinte regiones (no ya los siete aqālim) en que divide su obra, describiéndolas en un amplio marco de relaciones económicas y políticas. Finalmente, al-Muqaddasī (946-1000) completa esta labor describiendo el orbe islámico bajo una nueva subdivisión provincial, e incluye doce mapas sobre el mismo, asegurando que su cartografía del mar que rodea Arabia es más exacta debido a su propia experiencia y a las noticias transmitidas por los marineros que consultó. En general, en los mapamundis de esta escuela se indican las fronteras arbitrarias de las provincias del islam, así como de las no islámicas, con la finalidad de ofrecer una imagen general de las divisiones étnicas y políticas del mundo. Pero es especialmente en la elaboración de los mapas provinciales en donde estos cartógrafos muestran su originalidad. En cada uno se indican las fronteras, ciudades, ríos, montañas, itinerarios, con 8 Los aqālīm ‘climas’ son divisiones teóricas griegas, al modo de paralelos, que definían siete paralelos encima del ecuador y dos por debajo del mismo. 510 dr. d. Juan Martos Quesada una gran habilidad, donde la finalidad es ofrecer una imagen lo más aproximada posible del mundo islámico. Los mapas de esta escuela difieren respecto de los greco-islámicos en la división matemática de los climas, lo cual justifica Ibn Hawqal porque dice que la división anterior era un sistema confuso. Otra de las peculiaridades de la cartografía de esta escuela son los numerosos mapas regionales y provinciales que acompañan las obras, como los de la península Arábiga, Irán, al-Andalus, etc. Así pues, estos mapas presentan una serie de características comunes, todas las cuales los caracterizan como surgidos de una mentalidad islámica9: a diferencia de los mapas de la «tradición greco-islámica evolucionada», en los cuales el Iraq estaba en el iqlīm central, en este caso es La Meca la que sitúan en el centro; otro rasgo de valoración islámica es la orientación: en la parte superior colocan el Sur, mientras que el norte lo ponen debajo. En tercer lugar, las tierras son rodeadas por el Océano Circundante y casi todo el cuarto meridional del globo se representa ocupado por la tierra, prolongándose el continente africano (según la noción griega de la tierra incógnita:); de este modo, el Mediterráneo y el Océano Indico son dos golfos del Océano Circundante que se vuelven a juntar a la altura del istmo de Suez y el Océano Índico, comunicado por el sudeste con el Pacífico, jamás se une al Atlántico. Las cartas consagradas a los mares presentan por lo común una forma geométrica, asemejándose a un pájaro o a cualquier otra figura. En segundo lugar, debemos hablar de las obras denominadas kutub almasālik wa-l-al-mawālik10 (“libros de los caminos y de los reinos”), denominación que ha tenido un gran éxito entre los estudiosos de la geografía árabe medieval, pues, desde que Ch. Pellat los agrupó en su estudio sobre este tipo de obras, estudiosos posteriores, como H. Darmaun y A. Miquel, etiquetaron otras obras, con distintos títulos, pero con idéntica factura bajo este epígrafe11. 9 10 11 Véase Franco, F., op. cit., p. 40. Sobre este tipo de obras, véase Ch. Pellat, Masālik wa-l-mamālik, en E.I.2, V, pp. 639640. Véase Franco, F., “Al-masālik wa l-mamālik: precisiones acerca del título de estas obras de la literatura geográfica árabe medieval y conclusiones acerca de su origen y estructura”, Philologia Hispalensis, 31/2 (2017), pp. 37-66; Franco, F., “Al-Masālik wa l-mamālik (II). Construyendo una nueva imagen del mundo: ruteros, geografía y cartografía al servicio de la causa ši’í”, Cuadernos del CEMYR, XXVI (2018), pp. 111-170. de historiografía andalusí: las fuentes geográficas 511 Estos tratados geográficos son una serie de obras que fueron escritas en la época abasí a lo largo de los siglos IX y X, con el fin de dar respuesta a la necesidad del gobierno de conocer sus tierras y, sobre todo, los itinerarios que unían los pueblos y las ciudades, siendo sus destinatarios, no solo el aparato administrativo califal, sino también los funcionarios que eran destinados a tierras lejanas o se ocupaban del cobro de los impuestos. Así pues, estas obras son básicas para el estudio de las rutas, de las formas y los medios en los que se trasladaba la gente, los modos de transporte de mercancías, el comercio a corta y larga distancia, los puestos amurallados, las caracterísdticas de las localidades, etc. Estas obras describen las vías y las dificultades que entrañaban para el acarreo de armas y pertrechos militares, en particular en la lucha contra los territorios rebeldes a la autoridad califal; asimismo, estos libros contenían datos sobre las condiciones climáticas, las lluvias e inundaciones, etc. Haremos brevemente una mención de sus principales características: a) son bastantes las obras que aparecen con este nombre, casi unas veinte; surgen durante los siglos IX-X, en la época abasí, siendo escritas por autores chiíes, con mentalidad chií, en una época en que esta doctrina se va imponiendo; b) la información es objetiva y concreta: itinerarios, rutas, habitantes, distancias, etc.; c) está escrita para la administración y para los funcionarios abasíes; d) los autores son gente que han visto de primera mano lo que cuentan y no se fían o recelan de lo que no han visto o comprobado; e) marginan por obsoleta la tradicional división griega en siete climas de la tierra, que había servido de base a los primeros geógrafos musulmanes; f) son obras descriptivas; g) su estilo no es literario, sino más bien monótono y, en ocasiones, repetitivo; h) hay una especial atención al tema de las fronteras, tanto dentro del imperio como las exteriores, así como a los contactos en estas zonas con los cristianos; i) son libros con un gran componente didáctico; j) estas obras son complementarias o paralelas a las de la cartografía desarrollada por la escuela de al-Baljī. Parece ser que el primer autor de este tipo de libros fue Ibn Aḥmad alMarwāzī (m. 887), de acuerdo con las noticias que nos dan Ibn al-Nadīm y Yāqūt, pero la primera obra que conservamos de este género es el Kitāb al-masālik wa-l-mamālik de Ibn Jurdāḏbih, autor de procedencia iraní, fallecido en el año 912, musulmán, pero de tendencias zoroastrianas; llegó a desempeñar el cargo de Jefe de Correos con los abasíes, actividad profesional que le llevó a escribir la obra. Asimismo, es obligado citar en- 512 dr. d. Juan Martos Quesada tre los autores de este género de obras al geógrafo de la escuela de Baljī, al-Iṣṭajrī, fallecido en el año 951, que además corrigió y amplió la obra de al-Baljī, lo que nos da idea de que ya nos encontramos con geógrafos profesionales y expertos, que incluyen la cartografía entre sus textos escritos. Quizás el más conocido autor de este tipo de obras geográficas sea Ibn Ḥawqal y su obra Kitāb ṣūrat al-arḍ, (“Tratado de la descripción de la tierra”), fallecido en el año 988; llegó a conocer personalmente a al-Iṣṭajrī y su curiosidad por conocer otros pueblos y su profesión de comerciante lo llevaron a redactar esta obra, aunque algunos arabistas, como Dozy, están convencidos de que en realidad fue un espía fatimí. Otro autor importante es el andalusí al-Bakrī (1040-1094)12, cuya obra no nos ha llegado completa, aunque se ha podido rehacer a base de fragmentos que han perdurado de la misma; su obra es como un eco tardío andalusí de un rutero muy informado de elementos históricos, que sabe aprovechar muy bien anteriores obras similares y que no pone recelos en añadir relatos maravillosos. Otro autor andalusí del mismo siglo XI es al-‘Udrī (1003-1085) y su obra Kitāb tarṣī‘ al-ajbār wa-l-bustān fī garā’ib al-buldān wa-l-masālik il’a ŷamī‘ al-mamālik13, que con trece años su padre lo llevó de viaje fuera de las fronteras de al-Andalus. Por último, citaremos entre estos autores al oriental al-‘Umarī (1301-1349), ya del siglo XIV, en donde este género típicamente geográfico acaba convirtiéndose en una especie de enciclopedia que versa sobre numerosos temas (literatura, historia, geografía, religión, derecho, etc.), pero que fueron muy útiles durante el periodo mameluco y posteriormente imitadas por autores como al-Qalqašandī. El tercer gran género geográfico específicamente musulmán es la riḥla o viaje14, un género que alcanzó una gran importancia en la civilización 12 13 14 Véase Tixier du Mesnil, E., Géographes d’Al-Andalus. De l’inventaire d’un territoire à la construction d’une mémoire, Paris, Publications de la Sorbonne, 2014, 21-22. Véase Roldán Castro, F. y Valencia, Rafael: “El género “Al-Masālik wa-l-mamālik”: su realización en los textos de al- ‘Uḏrī y al-Qazwīnī sobre el Occidente de al-Andalus”, Philología Hispalensis III (1978), 7-25. Sobre este género geográfico, véase el artículo de I.R. Netton, “Riḥla” en E.I.2, VIII, pp. 545-546; Aguiar, M., “El relato de viajes (riḥla) en la literatura árabe”, Leia, X (2007), pp. 21-28; Marín Guzmán, R., “Al-rihla. el viaje científico en el islam y sus implicaciones culturales·, Reflexiones, LXXXIX (2) (2010), pp. 225-245. Beckingham, C. F. “The Riḥla: Fact and Fiction.” En Ian Richard Netton (ed.), Golden Roads: Migration, Pilgrimage, and Travel in Mediaeval and Modern Islam, Richmond, Surrey: Curzon Press, 1994, pp. 86-94.; Chalmeta, P. “El viajero musulmán.” En J. L. Hernando, M. Á. García Guinea & P. L. Huerta (coords.), Viajes y viajeros en la España Medieval. Actas del V Con- de historiografía andalusí: las fuentes geográficas 513 islámica, posiblemente por dos razones; en primer lugar, al hecho de que se partía de un antecedente cultural de la Arabia preislámica en donde el concepto de viaje estaba implícito en el de beduino, tema bastante recurrente en la poesía oral y en las narraciones de la época; en segundo lugar, el precepto musulmán de la peregrinación a La Meca potencia y estimula el viaje en sí, viaje que no solo tiene una concepción religiosa, sino que llega a ser una actividasd cultural y de aprendizaje de los peregrinos o viajeros, que aprovechan para aprender de los maestros de las ciudades por donde pasan y para escribir sobre los lugares que transitan. Aunque su origen religioso es evidente, el arabismo occidental ha incluido a los libros de viaje dentro de la disciplina geográfica, en especial a partir de los estudios de Blachère y Darmaun15, dándole un aspecto científico, a semejanza de las obras griegas de este tipo. Este género de libros de viajes es un tanto tardío, pues, aunque hay relatos de viajeros en los siglos X y XI, no es hasta el siglo XII cuando hacen su aparición las grandes obras de este género, que supera las fronteras de género científico para convertirsde en una expresión literaria también Así pues, la riḥla acaba por convertirse en un género literario clásico de la literatura en lengua árabe que consiste en el relato de un viaje; La palabra rihla, que propiamente significa «viaje por etapas», designa tanto el viaje como la posterior crónica del mismo. Sus creadores son personas que viajan hacia Oriente por diversas razones y que, al volver, dado lo largo y accidentado de este tipo de viajes, dejan plasmadas sus vivencias y observaciones en una crónica, para disfrute e instrucción de sus conciudadanos o de alguna autoridad local. Las razones más frecuentes de los viajes eran el ḥaŷŷ o peregrinación ritual a La Meca, los viajes de estudios a alguno de los grandes centros de saber del oriente musulmán (Alejandría, El Cairo, Bagdad o Damasco, principalmente), el comercio a larga distancia o la simple ansia de aventuras, que lleva a los viajeros más al este, a Persia, Jorasán, India y China, o también hacia el Cáucaso y Rusia. Una de las claves de esta expresión científico-literaria es la individualidad o la objetividad del viajero, pues, como ya hemos señalado anteriormente, estaba muy mal visto que alguien escribiera sobre una ciudad 15 greso de Cultura Medieval, Aguilar de Campoo (Palencia), 20-23 septiembre de 1993. Aguilar de Campoo/Madrid: Centro de Estudios del Románico/Polifemo, 1997, pp. 97-107. Blachére, R. y Darmaun, op. cit. 514 dr. d. Juan Martos Quesada o una región sin haberla visitado; es por ello por lo que estos libros son auténticos pozos de información sobre aspectos etnográficos, sociales, culturales, económicos o demográficos, además de las informaciones más nítidamente geográficas que nos aportan. La riḥla es un viaje en búsqueda del conocimiento, aunque tenga un alto porcentaje de inspiración y fundamentación religiosa; el propósito final es el aprendizaje y la ciencia, la tecnología, al tiempo que se describen y se dan a conocer tierras lejanas, mares, ríos y montañas del más allá, productos agrícolas o manufacturados desconocidos, costumbres de los pobladores inéditas, la historia de ciudades que solo se conocen de oídas y, por supuesto, las leyendas y maravillas, que nunca faltarán. La tipografía del viajero nos las han dado las fuentes biobibliográficas; el estereotipo del peregrino musulmán16 era una persona que, tras dejar resuelta la vida de su familia, partía durante varios años en un periplo físico, pero sobre todo espiritual, intelectual y formativo. El itinerario era marcado por una serie de metas parciales, en el fondo ciudades famosas por sus ulemas, en donde el viajero pasaba un tiempo viviendo y aprendiendo de algún maestro que, finalmente le daba la iŷāza, o certificado de asistencia sus clases y permiso para enseñar lo aprendido. De este modo, la obligación de llegar en peregrinación hasta La Meca y la de buscar el saber y el conocimiento allá donde estos se encontrasen, fue perfilando el concepto de riḥla fī ṭalab al-‘ilm, es decir, el viaje en busca del saber. Como ya hemos comentado, es en el siglo XII cuando aparece este género geográfico de viaje como una creación, literaria y geográfica, como creación de los viajeros musulmanes occidentales. Las dos obras de referencia de este género son de los siglos XII-XIII y, precisamente, andalusíes; nos referimos a las obras de Ibn Ŷubayr e Ibn Baṭṭūṭa. Ibn Ŷubayr (1145-1217), nació en Valencia y sus aptitudes lo llevaron a conseguir un puesto de secretario (kātib) al servicio del gobernador de Granada; el motivo de su viaje, según la leyenda fue su propósito de hacer la peregrinación para lavar el pecado de haber bebido vino; fuera el motivo que fuera, en 1183 partió de Granada hacia La Meca, en donde pasó nueve meses; tras su regreso a al-Andalus, en donde escribe su Riḥla, cuatro años más tarde decidió realizar un segundo viaje, del que no dejó nada escrito que sepamos, llegando a Alejandría en 1217, en donde fallece repentinamente. La obra de este autor se considera una fuente importante de datos e 16 Véase Chalmeta, P., op. cit. de historiografía andalusí: las fuentes geográficas 515 información, siendo un modelo de libro admirado e imitado por autores posteriores; entre otras cosas, nos informa acerca de las cruzadas, de las condiciones de navegación por el Mediterráneo o de las ciudades que visita, todo ello en un estilo literario y casi periodístico17. En cuanto a Ibn Baṭṭūṭa (1304-1377), nacido en Tánger, comenzó su riḥla en 1325, antes de cumplir los veintidós años, y su viaje lo llevó a residir durante diez años en la India; llegó a realizar hasta cuatro veces la peregrinación y fue testigo de hechos singulares como la peste negra de 1348 a su paso por Siria. Con Ibn Baṭṭūṭa el género de viajes alcanza su máximo apogeo, pues el contenido de la obra va más allá de la mera descripción de los lugares visitados en el cumplimiento del sagrado deber de la peregrinación. Del siglo XII es necesario citar al granadino Abū Ḥāmid al- Garnāṭī (1080-1169), que recorrió el norte de África, Siria, Iraq, Persia, la Transoxiana y el sur y el centro de Rusia; su obra Tuḥfāt al-albāb (“Regalo de los corazones”), no es solo un libro de viajes, sino también el principal representante de la cosmografía popular de la época, existiendo autores que la clasifican como una obra del género ‘aŷā’ib, de las narraciones fantásticas. También del siglo XII es el andalusí Abū Bakr ibn al-‘Arabī (1076-1148), sevillano obligado a residir en Marruecos durante el periodo almorávide, quien en su viaje llegó a vivir tres años en la ciudad santa de Jerusalén, dejándonos en su obra un retrato impagable de la vida en esta ciudad durante el periodo selyúcida. Del siglo XIII es al-Abdarī, que en 1289 hizo un viaje a La Meca y que, según R. Arié18, inaugura una nueva forma de relato de viaje, en el mismo estilo que el ceutí Ibn Rušayd, en donde el entorno cultural de las ciudades visitadas cobra una mayor importancia, al tiempo que se describen las localidades de una forma más literaria que realista. Del siglo XIV tenemos al cadí de Almería al-Balawī, que hizo su viaje en 1335, regresando en 1340, y al al-Numayrī, que acompañó al sultán meriní Abū-l-Ḥasan en su peregrinación. Finalmente, en el siglo XV, tenemos la riḥla del matemá17 18 El libro de viaje de Ibn Ŷubayr no se dio a conocer en Europa hasta mediados del siglo XIX, aunque en 1906 aparece su traducción a una lengua europea, el italiano, llevada a cabo por Celestino Schiaparelli; ya, a mediados del siglo XX, en torno a 1950, aparecerán las traducciones inglesa Wright y Broadhurst y la francesa de Gaudefroy-Demombynes. Arié, R., Historia y cultura de la Granada nazarí, Granada, universidad de Granada, 2004, pp. 142-143. 516 dr. d. Juan Martos Quesada tico granadino al-Qalaṣādī (1412-1486) y la del almeriense Ibn al-Sabbāḥ, considerado como el último viajero clásico. Ya, como géneros menores de temática geográfica, tenemos las obra de ‘aŷā’ib o de maravillas, los diccionarios enciclopédicos de geografía y las descripciones regionales y locales, todas un tanto tardías. El siglo XII fue un siglo testigo de cambios estructurales en la geopolítica internacional; la derrota almohade en Navas de Tolosa (1212) y la toma de Bagdad por los mongoles en el año 1258, supuso, por una parte, que el Meditrráneo empezara a ser señoreado desde la ribera norte, apagando la hegemonía norteafricana hasta ese momento, y por otra parte que la ruta a China, hasta ahora controlada por los árabes y los persas, quede totalmente fracturada y en manos de intermediarios; puertos como los de Basora o Siraf queda obsoletos, aunque aparecerán nuevos puntos de embarque como Ormuz y Adén, al tiempo que surgirán nuevas factorías locales comerciales en las costas indias y malayas, que tratarán de atraer la atención de los comerciantes musulmanes, dando lugar a la progresiva islamización de esta zona19. Una consecuencia colateral de esta situación es que la visita por exploradores musulmanes de extremos del mundo habitado, como la ruta de India y China, será especialmente productiva en leyendas y narraciones fantásticas, dando lugar a la conocida como “literatura de maravillas” o ‘aŷā’ib20. El imaginario árabe construirá todo un mundo de folklore en torno al océano Índico que devendrá patrimonial en la historia de la cultura universal; los navegantes musulmanes emprenderán la ruta de la India hasta los confines del mundo en China, pasando por las islas de los caníbales, encontrndo seres monstruosos y fantástico y haciendo frente a los monzones; desde los viajes de Sindband, presentes en las Mil y una noches21, hasta los libros que recogían las narraciones maravillosas que los marineros del Índico relataban, podemos encontrar toda una literatura de fascinación en torno a este periplo que llevaba al fin del mundo. 19 20 21 Sobre el proceso de islamización del sudeste asiático, véanse M.B. Hooker, Islam in the South-East Asia, Leide, Brill, 1983; R.D. McAmis, Malay Muslims. TRhe History and Challenge of Resurgent Islam in the Southeast Asia, Cambrigde, Eerdemans, 2002. Acerca de este género, véase la entrada de C.E. Dubler, “’Aŷā’ib” en E.I.3, I, p. 209. Es curioso cómo estos relatos, convertidos en cuentos infantiles, han acabado siendo patrimonio cultural mundial a través de una larga historiografía occidental, que arranca con los franceses de comienzos del siglo XIX. de historiografía andalusí: las fuentes geográficas 517 Aunque los autores más conocidos, y más representativos de esta género de maravillas son al-Qazwīnī e Ibn Sa’īd, del siglo XIII, creemos oportuno señalar una obra anterior, del siglo XII, del almeriense al-Zuhrī, su Kitāb al-Ŷa‘rāfiya (Libro de Geografía), concluido antes de 1147. Como dice su biógrafa D. Bramons22, nada sabemos de su vida, pero sí que su tratado de geografía universal tiene todos los rasgos del género de los ‘aŷā’ib, en donde el predominio de los fantástico, lo singular y maravilloso predomina ante los datos científicos y realistas. La obra, curiosamente, está escrita siguiendo un itinerario parecido al que haría un animal de tracción al hacer surcos, hacia adelante y hacia atrás; así pues, inicia su relato en China, la India y el Sind, para continuar hacia el oeste hasta Egipto y regresar, en dirección este, a Persia e Iraq, volviendo a continuación nuevamente al oeste a través de Turquía, el mar Caspio y los países del Rūm hasta al-Andalus, en donde se vuelve para continuar con el norte de África y los países de los negros; de todas formas, hay que advertir que, a pesar de sus relatos fantásticos, la obra contiene datos históricos objetivos, por lo que su utilidad está fuera de toda duda. Al-Qazwīnī (1203-1283) es el mejor representante de esta coyuntura entre lo maravilloso y las exigencias técnicas de los nuevos tiempos del siglo XIII; ya su obra, ‘Ayā’ib al-majlūqāt wa-garā’ib al-mawŷūdāt (“Maravillas de la creación y enigmas de las criaturas”) refleja en su título la elocuencia de su contenido; su libro Aṯār al-bilād extiende su narración para ahondar en los detalles maravillosos de los lugares, de modo que, más que una obra geográfica al clásico modo, acaba siendo una recopilación antológica de la literatura de maravillas, razón por la que quizás llegó a ser tan famosa y popular. Un giro más científico al género de maravillas geográficas será dado por el andalusí Ibn Sa‘īd (1214-1286), pues además de geógrafo era matemático y añadió las coordenadas de longitud y latitud a su obra; en Ibn Sa‘īd encontramos enumerados multitud de lugares nuevos, topónimos desconocidos y elementos geográficos que aparecen en las fuentes árabes por vez primera23. 22 23 Bramons, D., “África negra en la Geografía de al-Zuhrī”, Revista de Filología de la Universidad de La Laguna, XVII (1999), pp. 169-179. Véase Donoso Jiménez, I., “Aportaciones originales de Ibn Sa‘īd a la geografía de Asia oriental en el siglo XIII”, Alcazaba, XIV-XV (2014-2015), pp. 3-14 518 dr. d. Juan Martos Quesada Otro subgénero geográfico musulmán es el de los diccionarios enciclopédicos, obras aparecidas a finales del siglo XIII y desarrollados en el siglo XIV. Son diccionarios toponímicos que suponen una forma distinta de ordenar la información geográfica, más sistemática ahora, y que presentan una vocación más puramente geográfica, es decir, menos interesada en darnos información y datos de índole histórico, político o social, tal y como veíamos en las obras geográficas anteriores, aunque no por ello dejan de aparecer interesantes datos etnográficos e históricos de los lugares mencionados24. Grandes representantes de este género son Yāqūt, al-Ḥimyarī y Abū-l-Fidā’. Yāqūt (1179-1229), esclavo bizantino cuya vida lo llevó a trabajar como agente comercial por todo el oriente medio y Persia, acabó residiendo en Merv (Turkmenistán) en donde redactó su Mu‘ŷam al-buldān (“Diccionario de países”), que ha acabado convirtiéndose en una de las máximas obras de la geografía histórica árabe. Clasificado como “geografía literaria” por la cantidad de poemas incluidos en sus páginas, fue compuesto entre 1224-1228, y completado un año antes de la muerte del autor; como novedad, contiene un índice alfabético de nombres de lugares del corpus literario arábigo, además de vocalizaciones y otros datos sobre el nombre de la localidad, junto a su ubicación. Yāqūt complementa las descripciones geográficas con material narrativo histórico, etnográfico y asociado a bocetos históricos y relatos de conquista musulmanes, nombres de gobernadores, monumentos, celebridades locales, etc., y, como ya hemos comentado, conserva mucho material literario, histórico, biográfico y geográfico primitivo de prosa y poesía25. Al-Ḥimyarī (m. 1325/6), ya en el siglo XIV, es autor de la oba enciclopédica Kitāb al-Rawḍ al-mi‘ṭār fī jabar al-aqtār (“El libro del jardín fragante”), diccionario de nombres de lugares, ciudades, comarcas, pueblos, localidades, regiones, montañas, ríos, etc., obra que fue muy popular y utilizada hasta el siglo XIX; aunque es una obra realista y descriptiva, no por eso 24 25 Acerca de estas obras, véase la entrada “Djughrāfiyā”, de M. Ahmad, en la E.I.2, II, pp. 582-583. Con respecto a las referencias sobre al-Andalus contenidas en la obra de Yāqūt, es necesario mencionar la obra de G. ‘Abd al-Karim, Terminología geográfico-administrativa e historia político-cultural de al-Andalus en el Mu’yam al-buldan de Yaqut, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1972. de historiografía andalusí: las fuentes geográficas 519 deja de recoger maravillas y leyendas, que lo acerca al género, también en boga en este siglo, de los ‘aŷā’ib, además de noticias históricas26. Y también del siglo XIV tenemos la figura de Abū-l-Fidā’ (1272-1331), que, descendiente de la familia real de los ayyūbíes, llegó a ser gobernador con los sultanes mamelucos; su obra Taqwīn al-buldān es un diccionario geográfico universal, aunque no por ello deja de señalar las características regionales de las localidades que reseña, diferenciándose de las obras similares anteriores en que pone el acento en los datos descriptivos, los cuales completa con informaciones de naturaleza física y acotaciones matemáticas. Tras una larga introducción acerca de varias materias geográficas, acomete su descripción en veintiocho secciones que tratan en forma tabular las principales ciudades del mundo, en donde, a continuación de cada nombre, nos da la información sobre longitud, latitud, clima y orografía, a la que adoba con observaciones generales tomadas de autores antiguos. Y, finalmente, citaremos en esta tipografía de obras geográficas árabes, a aquellas dedicadas a lugares concretos y regiones particulares, normalmente obra de autores con origen o residentes en estas tierras y que gozan de un mayor detallismo y concreción que las obras generales. Como ejemplo de este tipo de obras citaremos al andalusí del siglo XII Ibn Gālib, del que apenas sabemos nada de su vida, pero sí que escribió una obra a caballo entre la geografía y la historia, Farḥat al-anfus fī ajbār al-Andalus (“Alegría de las almas en las noticias de al-Andalus”), obra que se divide en dos partes, una geográfico-descriptiva y otra de un mayor carácter histórico; tras una introducción general, nos describe las provincias y ciudades andalusíes, en donde destaca la descripción de la ciudad de Córdoba, para continuar con una enumeración de los montes y ríos de la península, además de una serie de datos sobre minerales, economía, nombres de emires y califas, etc. 26 Para al-Andalus, lo cierto es que lo único que hace es recoger noticias de geógrafos anteriores como al-‘Uḏrī, al-Bakrī y al-Idrīsī.