R
E
S
E
Ñ
A
Joan Antón Mellón (coordinador), 2002, Las ideas políticas en el Siglo XXI, Ariel (Colección
Ciencia Política), Barcelona.
L
ideas como condensadoras de visiones presentes y
de futuro. La revolución inglesa sería incomprensible sin el debate Iusnaturalista o la revolución
francesa hubiera tenido otro cariz sin la Ilustración. Estos ejemplos, que por conocidos no dejan
de representar hitos históricos, remiten al papel de
las ideas en conjunción a los actores que las despliegan, sin que de manera necesaria las primeras
deban ser seguidas, de forma rígida, por los segundos. Ejemplo de ello, de nuevo, es el del pensamiento de Marx y sus seguidores en la revolución rusa.
Lo que pretendo afirmar es que acercarse a la
historia de los movimientos sociales, que en la
actualidad tienen en Chiapas un hito con el levantamiento neozapatista, sin escudriñar las ideas implícitas y también explícitas que les dan contenido
es, seguramente, una pretensión falsa al dejar en
manos de los sujetos sociales la creación de conceptos construidos en la larga duración histórica.
Este preámbulo a la obra coordinada por Joan
Antón Mellón tiene sentido si se piensa que las
interpretaciones de la realidad chiapaneca oscilan
entre la profundidad democrática, por indígena,
de los planteamientos formulados desde 1994, o
la creación, por original, de los actores que le dan
as ideas políticas no están de moda o, al
menos, no tienen el interés que merecen
ocupar en la ciencia social. La disciplina histórica, por citar la más cercana a los debates políticos que nos precedieron, ha arrumbado el estudio
de las ideas como una reacción al devenir fáctico
que marcó el quehacer de la historia política y, también, como una forma de reconstruir el pasado a
través de los actores que no solían aparecer en los
textos históricos.
La nueva historia social o cultural, como es
denominada esta matización de la precedente historia de las mentalidades, sucumbe al afán
democratizador de los hechos empíricos al pretender reformular los acontecimientos y las ideas
gracias al tamiz de los sujetos, convertidos en los
creadores, por intérpretes, de hechos como el nacional o las transformaciones sociales. Sin negar
esta vertiente interpretativa de los actores históricos, creo que este olvido de las ideas, y concretamente de las ideas políticas, resta posibilidades a la
discusión en torno al pasado y al presente.
Las ideas políticas en el siglo XXI, el libro coordinado por Joan Antón Mellón, es una magnífica llamada de atención sobre el papel que juegan estas
99
R
E
S
forma. Considero que el conocimiento de las ideas
que han dado lugar al perfil político de las sociedades actuales y el debate constante, y a veces
cruento, que las ha acompañado sería un buen principio para poder analizar, con el rigor académico
necesario, un hecho que ha trascendido los espacios locales de discusión.
En este sentido, leer los diversos ensayos que
dan cuerpo a Las ideas políticas en el siglo XXI permite tener un amplio panorama de los debates
que, arrastrados desde el siglo XX, inauguran el
nuevo milenio.
El texto tiene una clara intención didáctica y, a
la vez, polémica, aunque en muchos casos los autores tengan una preferencia ideológica marcada,
sin que ello reste veracidad a sus planteamientos.
Hago hincapié en lo didáctico porque en todos se
observa un interés clasificatorio que parte de mostrar las corrientes o perspectivas vigentes para entender los temas abordados. De tal suerte que los
ensayos no se limitan a reflexionar sobre las diversas ideas políticas, sino que apuntan las variadas
maneras de comprenderlas.
Qué mejor forma para cumplir estos propósitos si se inicia con una introducción de las ideas
políticas del siglo XX. Joan Antón Mellón y Joan
Josep Vallbé son los encargados de efectuar el intenso repaso a hitos ideológicos que en buena
medida conformarán la entrada al nuevo siglo. Para
ello, y como forma de indicar que ciertas transformaciones son lentas en la historia, se apoyan en
obras de sociólogos, como Max Weber, o de historiadores, como Arno J. Mayer. Este último un polemista que demuestra en su libro La persistencia del
Antiguo Régimen: Europa hasta la Gran Guerra (1984),
cómo las formas de pensar y de actuar de la emergente burguesía europea eran de alguna manera
una prolongación de las vividas por el Primer Es-
E
Ñ
A
tado, si se sigue la división estamental del periodo
moderno.
Esta prolongación de ideas o de actitudes, que
puede parecer circunstancial o reducida a un periodo histórico o lugar geográfico determinado, no
debería echarse en saco roto si tomamos en cuenta
que gran parte de los debates políticos que atraviesan el siglo XX están determinados por las corrientes de pensamiento surgidas durante el XIX.
El romanticismo, el darwinismo social o el marxismo, por condensar en "ismos" la lógica heterogeneidad que los identifica, tienen una continuidad
matizada en el convulso siglo XX. El caso mexicano, con la prolongación del positivismo y sus discursos, como ha demostrado de manera espléndida
Mauricio Tenorio en su obra Artilugio de la Nación
Moderna. México en las exposiciones universales, 18801930 (1998), es un nítido ejemplo. Lo mismo se
podría decir del conglomerado de ideas que atraviesan la revolución mexicana, herencia del periodo porfiriano a la vez que se retoman elementos
del regeneracionismo hispano ilustrado por Joaquín Costa, el redentorismo fascista, o el corporativismo bolchevique.
Este repaso exhaustivo de corrientes de pensamiento y de autores tiene también ausencias notables como la del anarquismo, vivificado en México
en la actualidad con la relectura de los hermanos
Flores Magón. En el caso de los autores la apreciación es personal, aunque Hannah Arendt, Elias
Canetti o Norberto Bobbio podrían tener una
mayor presencia. Elección de los ensayistas compensada, desde mi punto de vista, con la aparición
siempre magisterial de Isaiah Berlin.
Tras la introducción, recomendable a todas luces para tener un panorama de los debates que
atraviesan el mundo contemporáneo, el libro se
divide en cuatro apartados: "¿Qué ha cambiado
100
R
E
S
E
en las ideologías del siglo XXI?", "Las ideologías
clásicas", "Los nuevos movimientos sociales" y
"Retos para la democracia en el siglo XXI".
En el primer apartado se discutirá, mediante su
puesta en entredicho, el papel de las ideas políticas
en la actualidad. Su carácter o no de ideologías en
pos de proyectos determinados será analizada a
través de las supuestas crisis del liberalismo político,
que no el económico, y de la caída del socialismo
real en lo que fue la Unión Soviética. La sustitución de las ideologías por movimientos sociales, el
descentramiento del mundo gracias a la desaparición de los metarrelatos de la modernidad propuestos por las visiones posmodernas, el
multiculturalismo, o la idea de pensamiento único,
entendido como acción pragmática sin soporte
ideológico y sin horizonte de aplicación definido,
permean los ensayos para cuestionar si la crítica a
la labor política, o al papel de las ideas, en su pretensión local o universal, no es parte del mismo
engranaje criticado.
Los desafíos de estos nuevos planteamientos no
deben dejar que la supuesta originalidad nuble la
percepción. Propuestas como la de Charles Taylor,
el referente obligado en el debate multiculturalista,
se encuentran asentadas en el romanticismo, y
concretamente en Herder, autor citado constantemente por el pensador canadiense y que no
todos leen con el rigor que lo hizo Isaiah Berlin
para recordarnos que el relativismo, en muchos
casos pretendido para las poblaciones indígenas
de Chiapas, no era en el pensador alemán un pasaporte para el esencialismo o la inconmensurabilidad,
sino para la relación entre pueblos, para su comprensión y, también, para el ejercicio de la crítica.
El segundo apartado repasa la actualidad y el
porvenir de tres ideologías presentes y vigorosas,
con distintos matices, hasta el momento. El libera101
Ñ
A
lismo, el socialismo en su versión de la socialdemocracia de Giddens, mediante su concepto de
tercera vía, y el nacionalismo.
"Más allá del pensamiento único: los liberalismos", ensayo de Ángel Rivero, constituye un
ejercicio de síntesis y a la vez de matización de
las facetas que el liberalismo tiene. El mismo
título lo indica, "los liberalismos", puesto que
no existe uno solo, aunque sea, como afirma el
autor, "la ideología fundadora de la Edad Contemporánea" (103). Creo que para los críticos
del neoliberalismo, muletilla o concepto cajón
de sastre como el de globalización si no se especifica qué define, es una magnífica síntesis que
remite a las interpretaciones de la libertad negativa y positiva realizada por Isaiah Berlin y
Norberto Bobbio, especialmente del primero en
su lectura de la obra de John Stuart Mill, y cuestiona cómo se utilizan conceptos liberales desde planteamientos que no lo son. Tal vez una
ausencia destacada en su bibliografía: la de John
Rawls, seguramente el más destacado y ortodoxo
liberal de la actualidad, aunque en una de sus
últimas obras, El derecho de gentes y <<una revisión
de la idea de razón pública>> (2001), intente nuevas vías de acercamiento a la multiculturalidad,
con poco éxito y soporte empírico.
El mismo autor repasa la idea de tercera vía y
el problema de la redistribución de la riqueza, hecho que en México tiene en la idea de justicia social un acicate no cumplido desde la Revolución
Mexicana. Las dificultades de compatibilizar la lógica de mercado y el papel del Estado aparecen en
este artículo que antecede al de Ramón Maíz sobre el nacionalismo. Resumen osado, por el sinfín
de estudios y tipologías que existen sobre el tema,
pero que cumple esa función didáctica que mencionaba al principio. La de condensar, en forma de
R
E
S
cuadros y apartados, la variedad de posiciones que
su militancia y estudio provocan.
La tercera parte de la obra introduce al lector a
movimientos políticos que no necesariamente surgen como tales, pero que han adquirido en la actualidad dicho carácter. Me refiero al feminismo,
al ecologismo y a los opositores a la globalización.
La heterogeneidad y las contradicciones internas de estos tres movimientos, así como las novedades que ofrecen en el ámbito ideológico, no
pueden hacer olvidar que tampoco se construyen desde la originalidad. En todos los casos
mantienen nexos con propuestas anteriores, ya
sea para reformularlas o para utilizarlas sin un
aparato crítico solvente. La validez de algunas reivindicaciones no implica la congruencia de los
planteamientos, por lo que la emergencia romántica de líderes globalifóbicos, o ciertos nexos de
las propuestas ecologistas con los naturalismos
del facio, insinuados en el ensayo de Andrew
Dobson, pero no citados en la figura de su autor,
Luc Ferry, deben llamar al ejercicio de la crítica,
más que de la creencia. De lo contrario las propuestas políticas se convierten en fe, más que en
elementos conceptuales para la construcción de
la sociedad.
Por último, el texto "Retos para la democracia
en el siglo XXI" conjuga corrientes que están
permeando la acción política en la actualidad. La
primera es la que presenta la unión de lo político
con lo religioso, ejemplificado por el polémico
Antonio Elorza en los fundamentalismos
islámicos, aunque podría extenderse a otros casos como el estadunidense y su "religión civil",
como hace varias décadas enfatizó Robert Bellah.
En segundo lugar, y nexo entre los artículos de
Meindert Fennema y Joan Antón Mellón, el rebrote de movimientos populistas en la derecha
E
Ñ
A
europea, aunque no sea el único espacio donde
se despliegan con relativo éxito electoral.
Una de las diferencias destacadas de estos
movimientos con sus antecedentes fascistas,
como Joan Antón afirma, es su aceptación de
las reglas democráticas y su respeto al mercado.
El antiliberalismo de las corrientes ideológicas
de principios del siglo XX queda permeado por
la utilización del vocabulario liberal, dándole matices propios y adecuados al ultranacionalismo,
racismo y demagogia, elementos característicos
de los populismos carismáticos.
Isaiah Berlin afirmaba en su ensayo "Filosofía
y represión gubernamental" (2000) que "Contra
fanáticos (...) —los más peligrosos para la libertad
humana, ya sean utópicos seculares o intolerantes
teocráticos— la filosofía es el arma más segura y
profiláctica. Pues toda su historia es una advertencia contra la creencia de que hay preguntas permanentes y soluciones finales" (124).
La historia de las ideas o la filosofía política, al
igual que cualquier ideología, no son la panacea
para la construcción de sociedades más justas, sin
embargo, para realizar el intento se deben conocer
cuáles son los antecedentes del pensamiento que
permea la vida de los seres humanos, en forma de
discurso o de acción política. La obra coordinada
por Joan Antón Mellón es una herramienta precisa para sintetizar buena parte de las ideas del mundo
contemporáneo y es, también, un acicate para quienes deseen adentrarse en la arqueología del pensamiento político. La labor no es sencilla, pero en el
intento está la certeza de construir propuestas razonadas, discursos coherentes y, sobre todo, de
asentar en la crítica la factibilidad del futuro.
102
Miguel Lisbona Guillén
PROIMMSE-IIA -UNAM