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HQ HQ HF LP HF LP 6S 6S Inhalt / Contents / Sommaire Aufsätze / Articles Erich Poppe: The translation of morphological descriptions in Gruffydd Robert’s sixteenth–century Welsh Grammar .......................................................... 143 Beiträge zur Geschichte der Sprachwissenschaft Zanna Van Loon: How book history can contribute to Missionary Linguistics. Exploring the sixteenth–century production and publishing of the first Quechua vocabulary and grammar printed in South America ............. 165 Yehonatan Wormser: Jewish linguistics in light of its German sources. Judah Leib Ben-Ze‫ގ‬ev (1764–1811) and the cultural–linguistic agenda of the Jewish Enlightenment........ 198 Maria do Céu Fonseca, Fernando Gomes: Louis-Pierre Siret (1745–1797) et la grammaticographie du Portugais Langue Étrangère (PLE)....................................................... 215 María Martínez-Atienza de Dios: La ortografía en la 1ª mitad del siglo XX: la puntuación en Miranda Podadera .... 233 Elena Battaner Moro: Los First Principles de John R. Firth. Análisis preliminar de un manuscrito inédito............................................... 260 María Dolores Muñoz Núñez: Das Konzept ‘lexikalische Solidaritäten’ bei Eugenio Coseriu und seine Weiterentwicklung in der spanischen Linguistik .............................. 277 Diskussion / Discussion / Débat ....................................................... 291 Nachruf / Obituary / Nécrologie ...................................................... 305 Rezensionen / Reviews / Comptes rendus ........................................ 317 Kurzrezensionen / Short Reviews / Notes de lecture ...................... 328 Neuerscheinungen / New Publications / Publications récentes ISSN 0939–2815 ...... 339 30.2 (2020) Begründet von Klaus D. Dutz & Peter Schmitter Herausgegeben von Gerda Haßler (Potsdam) Angelika Rüter (Münster) in Verbindung mit David Cram (Oxford), Miguel Ángel Esparza Torres (Madrid), Stefano Gensini (Rom), Ludger Kaczmarek (Borgholzhausen), Masataka Miyawaki (†), Jan Noordegraaf (Amsterdam), Jacques-Philippe Saint-Gérand (Clermont-Ferrand) HQ HF LP Beiträge zur Geschichte der Sprachwissenschaft 6S 6S HF LP HQ ___________________________________________________________________________ María Martínez-Atienza de Dios La ortografía en la 1ª mitad del siglo XX: la puntuación en Miranda Podadera ABSTRACT In this work of linguistic historiography, we analyze the punctuation in nineteen editions of the Ortografía práctica de la lengua española written by Luis Miranda Podadera (1889–1969) and published in Madrid and Burgos between 1922 and 1969. To do this, we contextualize his work within the framework of other orthographies published in Spain since the second half of the 19th century, including those of the Academia. We analyze the presence and absence of signs in his work, the criteria used for his characterization and punctuation marks as separation of syntactic units. 1. Objetivos, hipótesis de trabajo y metodología Exponemos a continuación los objetivos fundamentales que nos proponemos en este trabajo: Die Beiträge zur Geschichte der Sprachwissenschaft sind zugleich Organ der Gesellschaften “Studienkreis ‘Geschichte der Sprachwissenschaft’” und “Werkverband ‘Geschiedenis van de Taalkunde’”. Veröffentlicht werden nur Originalbeiträge. Für unverlangt eingesandte Manuskripte wird keine Haftung übernommen. Die Verfasser tragen für ihre Beiträge die Verantwortung. — Estudiar las ideas de Luis Miranda Podadera presentes en el prólogo y en la introducción de su Ortografía práctica de la lengua española. — Estudiar el lugar dedicado en su obra a la puntuación, así como en otros trabajos sobre ortografía del español a lo largo de la historia. — Analizar los criterios que rigen el uso de los signos de puntuación, así como otros criterios no utilizados por Miranda Podadera, pero presentes en diversas obras ortográficas, en particular académicas. — Analizar el criterio sintáctico en el uso de los signos de puntuación a través de la terminología gramatical presente en su obra. © 2020 Nodus Publikationen. — Die in dieser Zeitschrift veröffentlichten Artikel sind urheberrechtlich geschützt. Nachdruck oder Vervielfältigung, auch auszugsweise, verboten. Gedruckt auf chlor- und säurefreiem, alterungsbeständigem Papier. Printed in Germany. ISSN 0939–2815 Este trabajo se inscribe en el marco del proyecto HISPANAGRAMA “Las ideas gramaticales en la América del Pacífico y El Caribe (1800–1950: fuentes, focos, series textuales y canon” [FFI2017–86335–P] del MINECO, Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica y de Innovación, de cuyo equipo investigador la autora de este artículo forma parte y cuyos IP son Alfonso Zamorano Aguilar (IP1) y Esteban T. Montoro del Arco (IP2). __________________________________________________________________________________ Beiträge zur Geschichte der Sprachwissenschaft, 30 (2020), 233–259 © Copyright 2020 by Nodus Publikationen, Münster. ISSN 0939–2815 La ortografía en la 1ª mitad del siglo XX: la puntuación en Miranda Podadera ___________________________________________________________________________ — Reconstruir la serie textual de la Ortografía práctica, en particular en lo relativo al prólogo, la introducción y la puntuación desde la 2ª edición de 1922 hasta la 35ª de 1969. fecha fue 1921, ya que cada año o cada dos años se publicaba una edición nueva y sería el único caso en toda la serie en el que entre una edición y otra habría una distancia de 13 años. 1) Así se afirma en las ediciones 24ª (1952), 26ª (1955), 29ª (1959), 30ª (1961) y 31ª (1962). HF LP De acuerdo con la hipótesis que pretendemos demostrar en este trabajo, el destinatario de las obras, fundamentalmente el alumnado y el profesorado del ámbito escolar, así como todas aquellas personas que tuvieran como objetivo alcanzar un uso correcto de la lengua con distintos propósitos (como preparar oposiciones), determinó el contenido y la forma en que el autor presentó su obra: excluye los signos ortográficos de uso menos frecuente, como el calderón, el asterisco o el apóstrofo, además de ofrecer una exposición clara sobre el uso de los signos, que podía ser seguida por cualquier lector con conocimientos básicos de lengua; no iba destinada a un público especializado. Defendemos que, precisamente, la lectura accesible de su obra favoreció la difusión y el número de ediciones que se publicaron en vida del autor, un total de 35 desde 1921, fecha en la que según Martínez de Sousa (2003) se publicó la 1ª, y 1969, año de la muerte del autor y cuando se publicó la 35ª. Dado el éxito de ventas, tras esta fecha se siguieron publicando ediciones hasta el siglo XXI, si bien su análisis no es de nuestro interés por no haber sido supervisadas por el autor. En cuanto a la metodología, seguimos, por un lado, la hipótesis de Zamorano Aguilar (2012), que desarrolla los objetivos de la Historiografía de la Lingüística a partir de la Teoría de la Comunicación. De este modo, distingue varias subdisciplinas en función del elemento de la comunicación en el que focalicen la atención, que puede ser el emisor, el receptor, el mensaje, el contexto, etc. Se unen a ello las posibles relaciones que se pueden establecer entre las subdisciplinas. De acuerdo con dicha hipótesis, nuestro trabajo está centrado en las relaciones entre receptor+mensaje, por tanto, Historiografía de la Lingüística Interna. Por otro lado, seguimos también la teoría de las series textuales (Haßler 2002; Zamorano Aguilar 2017 y 2018), que se construye teniendo en cuenta los textos que preceden al autor analizado incluidos en el mismo movimiento teórico, así como los textos coetáneos a los del autor y los posteriores a él. En particular, nos interesa tener en cuenta el denominado eje vertical por Zamorano Aguilar (2018: 413), esto es, las distintas ediciones de una misma obra por parte de un autor, en nuestro caso las ediciones de la Ortografía práctica que publicó Luis Miranda Podadera entre 1922 y 1969. La primera fecha corresponde a la 2ª edición, mientras que la última fecha corresponde a la 35ª edición, publicada el año de la muerte del autor. No hemos localizado la 1ª, que según Martínez de Sousa (2003) es de 1921, aunque en la página de créditos de varias ediciones se dice que la 1ª es de 1909.1 Suponemos que la 6S 6S HF LP HQ HQ María Martínez-Atienza de Dios ___________________________________________________________________________ 2. Ortografías publicadas en España en la 2a mitad del s. XIX y 1as décadas del XX Podemos distinguir dos grandes etapas en la historia de la ortografía española: la primera llegaría hasta 1800 y se caracterizaría por la ausencia de un sistema ortográfico que sirva como referente; la segunda etapa se iniciaría a partir de 1800 y en ella la influencia de la Academia sería cada vez mayor, hasta culminar en 1844 con la publicación del Prontuario de Ortografía, que está orientado a la enseñanza escolar (véase sobre esta idea Esteve Serrano 1982: 14). Esta influencia vino también marcada por la propia legislación, ya que el 25 de abril de 1844 se promulgó la Orden de Isabel II, que convertía en oficial la ortografía de la Academia en el ámbito escolar español (Martínez Alcalde 2010: 68). En efecto, principalmente en la 2ª mitad del siglo XIX, el influjo de la Institución ha sido determinante, ya fuera por los partidarios, por los detractores o por aquellos que simplemente se referían a la norma académica. Comprobaremos esta influencia también en Miranda, desde la declaración en la portada de varias ediciones de su obra. A lo largo de la historia de la ortografía, los autores han primado bien el criterio etimológico, bien el criterio de la pronunciación, bien el del uso.2 En las décadas que preceden a la publicación de la supuesta 1ª edición de 1921 de la Ortografía de Miranda, se publicaron numerosas obras, además de las distintas ediciones de la Ortografía académica posteriores a la 1ª, cuya fecha es 1741, obras que nuestro autor pudo conocer y que pudieron influir en su redacción. Siguiendo a González Pascual (2009: 346–385), nos referiremos aquí a algunas de las principales. En 1844 Mariano Cubí y Soler publicó en Madrid A la nación española sobre reformas ortográficas, donde defendió el criterio de la pronunciación para la ortografía.3 También siguiendo este crite- 2) 3) Agradecemos al personal de la Biblioteca de la Universidad Córdoba su trabajo por hacernos llegar las distintas ediciones de la Ortografía práctica de Miranda. Martínez Alcalde (2010: 15) compara la oposición entre los defensores de la etimología y los defensores de la pronunciación con la que se establece entre “las denominadas gramáticas ‘tradicionales’, calificadas de forma convencional como ‘meramente’ normativas o descriptivas, y las que se caracterizan como racionalistas, especulativas o filosóficas.”. Una propuesta de reforma ortográfica muy similar a la de Cubí y Soler, siguiendo el mismo criterio de la pronunciación, la encontramos en la obra de autor anónimo Reforma del alfabeto, como si dijésemos: mi Alfabetología: ó Pasatiempos de V. X i Q, publicada en 1883 en Valencia, tal y como ha estudiado Calero Vaquera (2006). Este ortógrafo defiende que se debe llegar a una correspondencia exacta entre fonemas y grafemas. Por otro lado, la citada estudiosa considera que esta obra anónima se adelantó con ello en más de tres décadas a la que se conside- ___________________________________________________________________________ ___________________________________________________________________________ – 234 – – 235 – La ortografía en la 1ª mitad del siglo XX: la puntuación en Miranda Podadera ___________________________________________________________________________ HQ HQ María Martínez-Atienza de Dios ___________________________________________________________________________ 4) raba “primera propuesta de promoción del español como lengua de entendimiento internacional: la realizada por José López Tomás (Valladolid, 1918) en su libro Lengua española universal” (Calero Vaquera 2006: 341). La crítica a la Academia por parte de este autor es evidente en el siguiente fragmento de su obra que recoge Esteve Serrano (1982: 85): “La ortografía castellana por su rudeza, lobreguez i escabrosidad no es fija, ni limpia, ni da esplendor; es, si ridicula, boluble, inintelijible e incisitorial […]”. HF LP 3. 6S 6S HF LP rio, aunque según el título el autor manifestara su acuerdo con la Academia, Luis de Mata y Araujo publicó en 1855 en Madrid el Nuevo epítome de gramática castellana puesta en diálogo i siguiendo los principios de la Academia Española. En defensa del criterio de la pronunciación también se mostraron los siguientes autores: Rafael Monroy en 1865 con obra Estudios ortográfico-prosódicos sobre la reforma que admiten la escritura y la pronunciación castellanas; Ezequiel Uricoechea en 1872 con su El alfabeto fonético de la lengua castellana; Francisco Ruiz Morote en 1875 con Ortografía castellana teóricopráctica4 o Juan Becerril con Ortografía berdadera de la lengua española, de 1881, cuyo título deja en evidencia la reivindicación del autor por el criterio de la pronunciación. Defensor del criterio etimológico se mostró en 1863 Felipe Monlau con la publicación Del arcaísmo y el neologismo. ¿Cuándo se debe considerar fijada una lengua?, en Madrid. También de acuerdo con los criterios académicos se manifestó Tomás Hurtado al publicar en 1864 el Tratado de ortografía, donde presenta de manera didáctica las normas de la Institución. Siguiendo los tres criterios de la etimología, el uso y la pronunciación se mostró en 1883 José Hilario Sánchez al publicar su Tratado de ortografía de la lengua castellana. No obstante, a finales del siglo XIX el criterio de la pronunciación fue el más seguido, con autores como Tomás Escriche y Mieg (1890) o José Jimeno Agius (1896), así como con otros autores que publicaron sus obras en el continente americano (en Chile Fernando Araujo 1894, y Echeverría y Reyes 1895; en Argentina Cayetano Aldrey 1896). En las primeras décadas del siglo XX, las ortografías que se publicaron siguieron también el criterio de la pronunciación y defendieron la reforma ortográfica: la Nueva ortografía del idioma castellano, de Onofre Peligro Valle (1905); la Ortografía ideal, de José P. Gómez (1914), o El castellano puede escribirse como se habla, de Alejandro Juliá (1915). En estos años, concretamente en 1921, publica Luis Miranda Podadera la 1ª edición de su Ortografía práctica de la lengua española, de acuerdo con el criterio de la pronunciación y también con la norma académica, y cuya finalidad es fundamentalmente didáctica. Con un título muy similar, Ortografía práctica, publicó en 1939 Samuel Gili Gaya su obra, que, como la de Miranda, también tenía un objetivo didáctico. La puntuación desde las primeras ortografías del español Actualmente entendemos que cualquier trabajo de ortografía debe incluir un apartado dedicado a la puntuación; sin embargo, a lo largo de la historia de la ortografía española no hay constancia de que haya sido así. El Anónimo de Lovaina (1559) justificó la ausencia en su obra porque afirmaba que era algo obvio e idéntico en las distintas lenguas, y algo similar encontramos en 1634, casi un siglo después, en las Cartas filológicas de Francisco Cascales (Santiago 1998: 247). Martínez Marín (1992a y 1992b) distingue entre lo que denomina ortografía letrista, que atiende exclusivamente a las grafías, y ortografía de la puntuación. Defiende que la atención a la primera en detrimento de la segunda ha estado motivada por la comprensión de la lengua solo como “un hecho escrito” y no también como “un hecho oral”. El citado estudioso destaca el trabajo de los autores del Siglo de Oro, que entienden, y así lo reflejan en sus obras, que la ortografía no debe prestar atención de modo exclusivo a la fijación de las letras y de los acentos, sino también a la puntuación, y por lo tanto a la combinación de las palabras en oraciones y, en definitiva, en el discurso. Entre otros autores, destaca a Nebrija (si bien al respecto hace algunas observaciones), a Cristóbal de Villalón, Juan López de Velasco, Mateo Alemán, Bartolomé Jiménez Patón, Gonzalo Correas, Nicolás Dávila o Juan Villar. Afirma también que se observan diferencias entre ellos en lo relativo al número de signos de puntuación y a su significado, lo cual demuestra que el sistema no estaba fijado. Por otro lado, estos autores son antecedentes claros, en opinión del estudioso, de la primera obra de la Real Academia en la que se habla de ortografía, el “Discurso proemial de la ortografía”, incluido en la Introducción del Diccionario de Autoridades, de 1726, que es, a su vez, el antecedente de la primera Ortografía española, que publica la misma institución en 1741.5 Ambas atienden a la adecuada puntuación. Respecto a Nebrija, es consciente de la importancia de los signos de puntuación, si bien su obra tiene aún un carácter fundamentalmente letrista: […] la paradoja que nos presenta nuestro primer ortógrafo propiamente dicho, A. de Nebrija, quien, como hemos señalado, consagra su obra ortográfica exclusivamente a las letras —de alguna manera también a la acentuación cuando estudia la sílaba—, pero al mismo tiempo nos demuestra su conciencia sobre los hechos de puntuación cuando da entrada en sus diccionarios a términos como cessura, coma o punto. (Martínez Marín 1992a: 755) En el siglo XVIII encontramos también autores que incluyen la puntuación en 5) Sobre esta obra, así como sobre las ortografías posteriores de la Real Academia, véase González Pascual (2009). Recomendamos también el análisis de Sarmiento (2001) sobre la ortografía académica de 1741. ___________________________________________________________________________ ___________________________________________________________________________ – 236 – – 237 – La ortografía en la 1ª mitad del siglo XX: la puntuación en Miranda Podadera ___________________________________________________________________________ sus obras ortográficas y que se unen en ello a las citadas obras de la Real Academia. Entre ellos, A. de Bordazar con su Ortografía española, de 1728, o Juan Pérez Castiel con Breve tratado de la ortografía española, de 1727 (MartínezMarín 1992a: 759). En el siglo XIX encontramos en varias obras sobre ortografía la influencia de ideológos franceses como Destutt de Tracy, Condillac o Sicard. Así lo demuestra García Folgado (2011) al analizar la obra de Juan Manuel Calleja (1818) y, en particular, la puntuación, que, frente a numerosos tratados, no figura dentro de la ortografía, sino entre los capítulos dedicados a la sintaxis. Calleja manifiesta relación en sus obras con las ideas de Destutt de Tracy, Condillac o Sicard, autores para quienes el discurso es el reflejo del pensamiento. La siguiente cita de la estudiosa (García Folgado 2011: 220) refleja la ideología de uno de estos autores: García Folgado (2002), que ha analizado los criterios de puntuación en las obras académicas, demuestra que en las distintas etapas ha prevalecido uno(s) u otro(s). Nos referimos a obras académicas y no solo a ortografías, puesto que, como ha estudiado la autora, encontramos información sobre el uso de los signos de puntuación en las gramáticas y en los diccionarios académicos, no solo en las ortografías. Como hemos recogido arriba, la primera referencia a la ortografía por parte de la Institución la encontramos en el “Discurso proemial” incluido en la introducción del Diccionario de Autoridades (1726), antecedente, a su vez, de la primera Ortografía de la Academia, la de 1741. En ambos casos, el criterio principal en la definición de la puntuación es el semántico, si bien el sintáctico no queda excluido. En la Ortografía de 1754 la prosodia y la semántica determinan la puntuación, por lo que la sintaxis se excluye. Estos dos criterios continúan en la tradición académica posterior, hasta que en la obra de 1999 se incorpora el criterio sintáctico y, por tanto, los tres determinan el uso de los signos (García Folgado 2002: 156–157). Nos interesan en especial los criterios utilizados en las obras de la Academia más cercanas cronológicamente a la de Miranda, puesto que, de acuerdo con las afirmaciones del propio autor, estas obras están en la base de su Ortografía y constituyen, por tanto, el canon explícito. En efecto, desde la portada de la 2ª edición de 1922 hasta la 14ª de 1940, encontramos: “Obra que ha merecido informe de mérito para el autor, emitido por la Real Academia Española de la Lengua”. A partir de la 15ª de 1941 desaparece hasta que en la 33ª de 1965 la referencia a la Academia alude a la incorporación de las nuevas reglas: “con las modificaciones de prosodia y ortografía que la Real Academia declaró de aplicación preceptiva a partir de enero de 1959”. En la Ortografía académica de 1815 los criterios utilizados son, por tanto, el semántico y el prosódico, como ha señalado García Folgado (2002: 156) y como hemos tenido ocasión de constatar en la consulta de la propia obra, que citamos a continuación: Si, tal y como indica Destutt, “todo discurso es la manifestación de nuestras ideas” y “la esencia del discurso” es “componerse de proposiciones”, se entiende perfectamente la importancia otorgada al análisis como mecanismo de investigación y a la gramática —particular pero, sobre todo, general— como instrumento eficaz para desarrollar la inteligencia. Unas líneas más abajo, destaca la conexión en Condillac entre los signos de puntuación y los pensamientos: Ya Condillac, en su análisis del discurso de Racine (1789: 183 y ss.), adopta esta perspectiva y comienza su ejercicio —como después, en su estela, Jovellanos— señalando párrafos y puntos como elementos delimitadores de los pensamientos del autor. Asimismo, la autora considera que la Ortografía académica de 1815 manifiesta influencia de los ideólogos franceses. Entre otros indicadores de ello, figura el término proposición y se afirma que los signos sirven para “indicar las divisiones de los pensamientos” (García Folgado 2011: 223). Como comprobaremos al analizar la introducción en la Ortografía de Miranda, también está presente la concepción de la lengua como expresión del pensamiento, que refleja la influencia en el autor de la tradición racionalista. 4. HF LP 6S 6S HF LP HQ HQ María Martínez-Atienza de Dios ___________________________________________________________________________ El pulmon necesita estos descansos para tomar aliento, y la claridad pide que se hagan en las separaciones de las palabras segun lo exija el sentido; pues si para el pecho bastan unas pausas iguales hechas de cierto en cierto número de sílabas que se pueden proferir con un aliento, para el que oye serian muy desagradables por la monotonía que esta igualdad causaria en los intervalos; y de mucho perjuicio tambien, porque suspendiendo la locución en donde no tiene division el sentido, se confundirian los pensamientos é ideas que se quieren expresar. (90–91)7 Los criterios de puntuación en las ortografías Tres son los criterios fundamentales que suelen utilizarse para caracterizar el uso de los signos de puntuación: 1) El criterio semántico, de acuerdo con el cual la utilización de los signos está ligada a la interpretación del discurso; 2) El criterio prosódico, que se rige por las pausas que deben hacerse para leer adecuadamente un discurso; 3) El criterio sintáctico, que tiene en cuenta las relaciones estructurales que se establecen entre los distintos elementos del discurso.6 6) 7) Estos tres criterios figuran en las ortografías de los autores de los siglos XVI y XVII (Santiago 1998). Hemos transcrito el texto tal y como figura en el manuscrito, de ahí la discordancia de acentos con las normas vigentes hoy. ___________________________________________________________________________ ___________________________________________________________________________ – 238 – – 239 – La ortografía en la 1ª mitad del siglo XX: la puntuación en Miranda Podadera ___________________________________________________________________________ Como hemos recogido arriba, la autora demuestra, por otro lado, la influencia en esta obra del racionalismo francés, protagonizado por autores como Beauzée, Grimarest o Restaut, entre otros. Obsérvese que en la cita se recoge la idea de la lengua como expresión de los pensamientos. En las Nuevas normas de prosodia y ortografía de la RAE, publicadas en 1952,8 no figura un apartado dedicado a los signos de puntuación, pero sí encontramos referencia al uso de la diéresis, signo sobre el que volveremos más abajo al estudiarlo en la obra de Miranda. En el uso de este signo, el criterio es el prosódico; las afirmaciones al respecto son claras: ortografía, la acentuación y la puntuación”. Tal y como lo presenta el autor, parece que considera la acentuación y la puntuación como disciplinas distintas, no englobadas dentro de la ortografía. Las citas del prólogo y de la introducción corresponden a la edición de la obra de Miranda de 1922, si bien hemos realizado el contraste con toda la serie textual. En los años en que el autor publicó las primeras ediciones de su Ortografía, se sucedieron diversos planes de estudio en España. Encontramos en tales planes una referencia a la importancia de la ortografía y de la práctica para su fijación. Martínez Navarro (2000) ha estudiado los distintos planes en lo relativo a la enseñanza de la gramática en el bachillerato de España y los manuales principales que se fueron publicando de acuerdo con ellos. Si bien nuestro objetivo en este trabajo no es la enseñanza de la gramática, sino de la ortografía, nos referimos a ellos porque reflejan que los límites entre unas y otras subdisciplinas no estaban claros. Así, con relación a los vigentes en las primeras décadas del siglo XX (hasta 1926), afirma que identificaban la lengua con la gramática, lo que se reflejaba en el papel destacado concedido a la Analogía y a la Sintaxis, aunque para los gramáticos de estas mismas décadas también la Ortografía y la Prosodia formaban parte de la gramática. Con relación al plan de 1926, continúa la estudiosa, durante la Dictadura de Primo de Rivera, se lleva a cabo la reforma de la segunda enseñanza con el denominado Plan Callejo, desarrollado por Eduardo Callejo de la Cuesta (R.D. de 25 de agosto de 1926). Uno de los cambios fundamentales es la supresión de la asignatura de Lengua española, que queda sustituida por Literatura española o Literatura comparada. No obstante, la ausencia de la lengua española se procura compensar con determinados trabajos prácticos, entre los que tienen cabida los dedicados a la ortografía: § 49. Subordinación de la Ortografía a la Prosodia. La recíproca dependencia en que se hallan la Prosodia y la Ortografía da origen a un círculo vicioso cuando se intenta explicar la pronunciación con referencia a los signos de la escritura, mientras por otra parte se pretende regular el uso de estos signos tomando la pronunciación como pase. Parece natural, puesto que la imagen sonora de los vocablos es anterior a su representación escrita, determinar primeramente cuál es la prosodia correcta para ajustar a ella la ortografía. (74) Como estudiaremos en el § 5.3.1, en Miranda los criterios utilizados para caracterizar los signos de puntuación son el sintáctico y el semántico; salvo la referencia a la diéresis, el prosódico está excluido. Observamos, pues, que el autor no sigue los mismos criterios que la Academia, que en buena parte de sus obras concede importancia al criterio prosódico. 5. La Ortografía práctica de Luis Miranda Podadera (19211–196935) 5.1 El autor, el prólogo En el prólogo de su Ortografía, deja claro el objetivo práctico de su obra: “desarrollar un práctico procedimiento artificioso para poder dominar en breve tiempo la ortografía y acentuación”. La importancia que concede a la práctica la podemos deducir desde el propio título de la obra y sobre ello insiste en el prólogo (Miranda Podadera 1922: 8): Una vez estudiadas [las reglas ortográficas] es de importancia suma que diariamente escriba un par de temas, fijándose en las incorrecciones cometidas y recordando el recto uso del signo para no reincidir en la misma falta en los ejercicios siguientes. A partir de la 8ª edición de 1929, incluye también la puntuación: “desarrollar un práctico procedimiento artificioso para poder dominar en breve tiempo la 8) Parece que esta obra tuvo una gran repercusión en Hispanoamérica, donde dio lugar a una serie de publicaciones en las que bien se defendía la reforma, bien se criticaba o simplemente se comentaba (Esteve Serrano 1982: 101). HF LP 6S 6S HF LP HQ HQ María Martínez-Atienza de Dios ___________________________________________________________________________ Dichos “trabajos” se organizan asignando al 1º curso “la lectura en prosa y verso de autores castellanos con ejercicios fonéticos o de pronunciación”; al 2º curso, la “escritura al dictado con ejercicios de ortografía y análisis gramatical”; y al 3º curso, la “redacción y composición sobre temas propuestos, con manejo de diccionarios y obras de consulta, anuarios, etc.” (Callejo 1926: 100) La primera edición de la Ortografía práctica de Miranda se enmarcaba, pues, en un contexto de legislación educativa en España en el que la enseñanza de las normas sobre esta materia formaba parte de la enseñanza de la lengua y, en particular, se concedía importancia a un aprendizaje de tipo práctico. No obstante, nuestro autor reclama en el prólogo una mayor atención a esta materia en los centros educativos, habida cuenta del escaso número de personas que no comete algún error ortográfico. Además, entiende que el uso que hacemos de la ortografía es un indicador de nuestra cultura, “es, por decirlo así, el ter- ___________________________________________________________________________ ___________________________________________________________________________ – 240 – – 241 – mómetro que marca el grado de ilustración individual” (Miranda Podadera 1922: 7).9 Otra de las ideas destacadas del prólogo tiene que ver con la experiencia del autor como profesor de gramática durante más de veinte años, lo que, según afirma, asegura el éxito: “El procedimiento empleado en este librito es de resultado seguro, garantizado con la práctica de quince años de enseñanza de Gramática” (Miranda Podadera 1922: 7–8).10 En efecto, de acuerdo con la biografía del autor elaborada por su propio nieto,11 Luis Miranda Podadera fue profesor de lengua española en la academia que él mismo fundó en Santander, “una academia de Lengua Española para opositores”. Previamente había ganado una oposición a funcionario de Correos, que completaba con el trabajo de profesor. Según se desprende de la biografía, la venta de sus libros sobre lengua le había aportado importantes beneficios económicos, además de haberle ofrecido la oportunidad de conocer a personas relevantes en este ámbito, entre ellas a Julio Casares. El autor de la biografía que seguimos asegura que las obras de Miranda fueron utilizadas para la preparación de oposiciones no solo en España, sino también en Hispanoamérica, por lo que su obra trascendió hasta el continente americano, algo a lo que también hace referencia Fustes Nario (2016: 92– 105). En la edición de 1922 que aquí citamos no hay ninguna referencia a ello en el prólogo, pero en la de 1934, sí hace el autor una llamada de atención a los opositores: “En un nuevo capítulo se insertan algunos ejercicios ortográficos que se dictaron en oposiciones”.12 Por último, si bien no menos importante, destacamos el fin claramente didáctico de sus obras, pensadas tanto para el alumnado como para el profesorado y que, según nuestra hipótesis, determina varias de sus características. Concluye así su prólogo: “El haber logrado hacer un libro práctico y de fácil dominio para todos, sería la mayor satisfacción del autor” (Miranda Podadera 1922: 8).13 aspecto social de la ortografía como indicador de la formación cultural de las personas ha sido observado también posteriormente por Casares (1941), Rosenblat (1951), Polo (1974), Martínez de Sousa (1991) y Mosterín (2002). 10) A partir de la 5ª edición de 1929 no habla de librito, sino de libro, quizás por la difusión que había alcanzado una obra inicialmente pensada como apoyo a los estudiantes de la academia que había fundado. Además, cambia los años de experiencia que avalan su obra: “con la práctica de más de veinte años de enseñanza de Gramática” (Miranda Podadera 1929: 5). 11) Disponible en la siguiente página sobre Castro del Condado (León): http://www.castrodelcondado.com/miscelanea/miscelanea3/misc12_pers.htm 12) Afirma así el biógrafo: “Aquellos fueron los años en los que mi abuelo forjó su leyenda, que aún perdura entre la gente de cierta edad que estudió los únicos libros que servían para aprobar las oposiciones y sobre todo en los pueblos de Iberoamérica, ya que según me relataron, mientras mi abuelo enseñaba con complicadísimos ejercicios de dictado, los secretos del idioma cervantino, mi abuela, con mi padre en brazos y una cesta de mimbre, vendía en el puerto de Santander ejemplares del primer libro que publicó mi abuelo, su Gramática Española, cuya primera edición le costó ¡nueve pesetas! […]” (Miranda Podadera 1929). ___________________________________________________________________________ – 242 – 6S HF LP 6S HF LP 9) Según Sánchez Jiménez (2009: 2), como recoge Vidal Díez (2015–16: 192, nota 3), este HQ La ortografía en la 1ª mitad del siglo XX: la puntuación en Miranda Podadera ___________________________________________________________________________ HQ María Martínez-Atienza de Dios ___________________________________________________________________________ 5.2 Introducción. De la escritura Comienza este apartado destacando la importancia de la escritura: “Tan precisa y necesaria ha sido y es la escritura, que sin ella la civilización y el progreso hubieran sido relativamente escasos”.14 Señala, además, que su importancia se debe a que contribuye al desarrollo del pensamiento de las personas: de aquí nace la utilidad e importancia de la escritura, que es verdaderamente trascendental, constituyendo un auxiliar poderosísimo para el desarrollo del pensamiento humano. (Miranda Podadera 1922: 9) La concepción de la lengua como expresión del pensamiento, que figura en la introducción de su obra hasta la 35ª edición de 1969, remonta a la tradición aristotélica y llegó a España por influencia de la Grammaire générale et raisonnée de Port-Royal (1660). Encontramos esta línea racionalista en varios gramáticos de la tradición hispánica de los siglos XVIII y XIX (Calero Vaquera 2007: 100 y Gómez Asencio 2014: 63–65). Entre los ejemplos de estas obras, cita el segundo estudioso GRAE (1771), Jovellanos (¿1795?), GRAE (1796) y (1854), Muñoz (1799), Lacueva (1832) o Noboa (1839). Como hemos estudiado en el apartado anterior, también en ortografías del siglo XIX, entre otras en la de 1815 de la Academia, se refleja la influencia de ideológos franceses como Destutt de Tracy, Condillac o Sicard. Esta misma concepción de la lengua está presente en Miranda, lo que muestra en la obra del autor una influencia de ideas racionalistas y de concepciones decimonónicas. 13) Parece que desde las primeras ediciones logró su objetivo. Tal y como hemos podido constatar, su Ortografía se publicitaba como un éxito de ventas en la Revista técnica de la Guardia Civil. Hemos encontrado el anuncio desde la edición de septiembre de 1929 de esta publicación periódica; figura así (Número 235, página 304): “es, sin discusión, de un valor inapreciable para el profesor, pues le sirve de poderoso auxiliar, y para el alumno, porque tiene en este libro la más sólida garantía de su éxito”; “Infinidad de testimonios confirman que los exámenes más brillantes de corrección ortográfica los han realizado quienes se valieron de este libro”; “SS. AA. RR. los hijos de los Reyes lo utilizan en sus estudios”. Hemos encontrado también publicidad de la obra en las ediciones de la revista de enero, marzo, junio y julio de 1930. En un próximo trabajo, analizaremos la ideología presente en su obra y si esta pudo explicar (no obstante el claro éxito que tuvo la Ortografía), la publicidad casi laudatoria de la revista. También en ABC hemos encontrado publicidad de esta obra, en la edición del 24/05/1935 (p. 2) y en la de 07/04/1943 (p. 13). 14) A partir de la 8ª edición de 1934 y hasta la 35ª y última de 1969, elimina de esta afirmación el adverbio escasamente. Tomamos como última la de 1969 porque es el año de la muerte del autor, de modo que, a pesar de que hubo ediciones de su Ortografía práctica hasta el siglo XXI, no contaron con la supervisión del autor, por lo que no son objeto de nuestro análisis. ___________________________________________________________________________ – 243 – 6S HF LP se debe la invención de la escritura a ese afán natural del género humano de perpetuar sus ideas, hechos y preceptos para que sirvan de base y estímulo a estudios posteriores, llevados a cabo por venideras generaciones. 5.3 La puntuación 5.3.1 Los criterios de definición de los signos de puntuación A diferencia de buena parte de las obras académicas, no encontramos en el autor estudiado una definición de puntuación. Tras el título inicial dedicado a este tema en su obra: “Uso acertado de los diversos signos de puntuación”, figura el subapartado “Uso del punto” en las 19 ediciones consultadas. Los criterios que determinan la utilización de los signos en su Ortografía se encuentran, pues, en la caracterización que hace de cada signo. Son los criterios semántico y sintáctico los que rigen para nuestro autor, criterios que permanecen en todas las ediciones analizadas. El prosódico figura en su obra exclusivamente al hablar de la diéresis: “se coloca solamente sobre la ü en las sílabas gue, gui cuando ha de pronunciarse esta vocal, como: cigüeña, lengüita (1922: 47)”. Un criterio morfológico rige el uso del guion, de modo que segmenta los pronombres personales en nos-otros, vos-otros, en lugar de no-sotros, vo-sotros. Así pues, salvo el caso de la diéresis, el criterio prosódico está excluido como criterio de puntuación en Miranda; son, pues, el semántico y el sintáctico los que rigen el uso. En el caso del punto (sea punto y seguido, punto y aparte o punto y final), solo el semántico, así como en el paréntesis, mientras que los dos puntos, el punto y coma, la coma, la interrogación y la admiración están regidos por criterios semánticos y sintácticos. Lo mostramos en el siguiente cuadro con un ejemplo en cada caso de uno u otro criterio, ejemplos que están tomados de la edición de 1922 (cf. CUADRO I). En la caracterización de los signos de puntuación, el autor se refiere al sentido y a la estructura de las secuencias; la entonación queda prácticamente excluida, dado que solo se hace referencia a ella al hablar de la diéresis. Hay una simplificación con ello respecto a los tres criterios utilizados en buena parte de las obras académicas, para lo que seguramente el autor tuvo en cuenta el público al que iba dirigida su Ortografía. HQ La ortografía también parece ocupar en los estudios sobre la lengua del siglo XIX un puesto más relevante respecto a los del siglo XX, cuando, según Martínez de Sousa (2003: 1), a partir de Saussure (1916) la ortografía queda en cierto modo arrinconada por la importancia concedida a la lengua oral. Otra idea destacada de la introducción es la escritura como perpetuadora de las creaciones del ser humano; este fue, precisamente, el motivo de su creación: La ortografía en la 1ª mitad del siglo XX: la puntuación en Miranda Podadera ___________________________________________________________________________ CUADRO I: 6S HF LP HQ María Martínez-Atienza de Dios ___________________________________________________________________________ Los criterios en el uso de los signos de puntuación en la Ortografía de Miranda Uso del punto Uso de los dos puntos Uso del punto y coma Uso de la coma SEMÁNTICO SINTÁCTICO SINTÁCTICO SINTÁCTICO Punto y aparte ha de ponerse al hacer referencia a un asunto diferente por completo del tratado en el párrafo anterior. después de las palabras ordeno y mando, hago saber, fallo, certifico. en párrafos algo extensos antes de las conjunciones adversativas. El caso vocativo irá siempre entre comas. SINTÁCTICO- SINTÁCTICO- SEMÁNTICO SEMÁNTICO se colocan cuando se sienta una proposición y se comprueba o explica inmediatamente, separando con este signo la proposición de la explicación. Pondremos cuando, después de varios incisos separados por comas, hayamos de emplear una oración que se refiera a los mismos o los abarque y comprenda todos. Punto y seguido se usa cuando vamos a tratar el mismo asunto desde otro aspecto. SINTÁCTICOSEMÁNTICO como separación entre las oraciones que completan un mismo sentido. Uso de la interrogación y de la admiración SEMÁNTICOSINTÁCTICO se colocan donde empieza y termina el sentido interrogativo y admirativo, aunque sea en el centro del período. Uso del paréntesis Uso de la diéresis, guion y comillas SEMÁNTICO PROSÓDICO cuando interrumpimos el sentido del período para hacer una aclaración oportuna o necesaria Diéresis se coloca solamente sobre la ü en las sílabas gue, gui cuando ha de pronunciarse esta vocal como: cigüeña, lengüita. MORFOLÓGICO Guión […] Las compuestas se separan o dividen por composición; sí dividiremos nos-otros, vosotros, es-otros, desatender, etc. SEMÁNTICO Comillas se usan para distinguir o llamar la atención sobre aquellas palabras que más nos interesa dar a conocer. 5.3.2 Presencia y ausencia de signos En la tradición ortográfica es frecuente distinguir dos niveles entre los signos de puntuación: con variada terminología, unos serían los primarios y otros los secundarios, cuyos criterios de distinción cambian de unas a otras obras. Entre los primeros figuran el punto, la coma o el punto y coma, mientras que en el ___________________________________________________________________________ ___________________________________________________________________________ – 244 – – 245 – segundo grupo se incluyen las comillas, los puntos suspensivos o el paréntesis, entre otros. En las distintas ediciones de las ortografías académicas, ha habido algunos signos, como los guiones, los puntos suspensivos o las comillas, que en ocasiones han estado incluidos en el primer grupo y en ocasiones en el segundo. En cuanto a los criterios que están en la base de esta distinción, el principal ha sido el uso: signos como el punto o la coma se consideraban más frecuentemente utilizados que el asterisco o el paréntesis, como en la Ortografía académica de 1844, de ahí su agrupación en clases distintas. En esta misma obra, además, se distingue entre aquellos que indican pausa, como el punto o la coma, y aquellos que indican entonación, como los signos de interrogación y admiración, lo que mantiene la Academia hasta 1974 (García Folgado 2002: 157–159). No figura en Miranda una clasificación en distintos niveles de los signos de puntuación. Titula el apartado dedicado a ellos “Uso acertado de los diversos signos de puntuación” y los trata en los siguientes subapartados: cuenta los destinatarios, simplifica la exposición de los signos al no distinguir dos niveles. Si bien los distintos apartados recogidos arriba no cambian en la serie textual, sí hay alguna variación en los signos incluidos en tales apartados. Es el caso de los puntos suspensivos: desde la 2ª edición de 1922 figuran en el apartado dedicado a los dos puntos, pero a partir de la 31ª edición de 1962, aparece en el dedicado al punto, lo cual muestra variación en la categorización de este signo en la obra del autor.15 Hemos constatado también variaciones respecto al uso de la diéresis, que recogemos en el siguiente cuadro y que demuestran la atención a los cambios que introduce la Academia en su uso: Uso del punto: incluye punto final, punto y aparte y punto y seguido Uso de los dos puntos Uso del punto y coma Uso de la coma Uso de la interrogación y de la admiración Uso del paréntesis Uso de la diéresis, guion y comillas No hay ninguna referencia a la frecuencia de uso de cada signo en su obra ni tampoco a la entonación. Como hemos señalado en el apartado dedicado a los criterios, utiliza los semánticos y los sintácticos para la caracterización de cada signo, y tan solo el prosódico en el caso de la diéresis. Comprobábamos que para los signos de interrogación y admiración hacía referencia fundamentalmente al sentido y, en menor medida, a la sintaxis. Además de la ausencia de dos niveles de signos de puntuación, no figuran en Miranda signos como el calderón, el asterisco, la manecilla, la señal de párrafo o el apóstrofo, presentes en diversas ortografías académicas (García Folgado 2002: 157–159). De acuerdo con nuestra hipótesis, el destinatario de las obras determina una y otra ausencia: Miranda reduce los signos de puntuación a aquellos que presentan una mayor frecuencia de uso, que son también los que entendía que debía conocer el alumnado de enseñanza media y superior y cualquier usuario que no aspirara a un conocimiento de la lengua como experto. Los signos ausentes en su obra solían ser utilizados en mecanografía, y por tanto quedaban fuera de sus objetivos. Por otro lado, teniendo de nuevo en 6S HF LP 6S HF LP CUADRO II HQ La ortografía en la 1ª mitad del siglo XX: la puntuación en Miranda Podadera ___________________________________________________________________________ HQ María Martínez-Atienza de Dios ___________________________________________________________________________ CUADRO III: Contraste de varias ediciones de la Ortografía práctica con relación a la diéresis 2ª edición de 1922 y siguientes Diéresis se coloca solamente sobre la ü en las sílabas gue, gui cuando ha de pronunciarse esta vocal; como: cigüeña, lengüita. 17ª edición de 1943 y siguientes 26ª edición de 1955 y siguientes Suprime el último párrafo de las edicioTambién se utiliza sobre la primera vocal de un nes anteriores y quediptongo (menos en gue, gui), cuando usando de dan solo los dos prilicencia métrica, conviene al poeta deshacerlo meros. para dar a la palabra una sílaba más, como: sü-ave. Igualmente se emplea a veces para deshacer un diptongo cuando se tiene especial empeño en destacar, de manera precisa, la pronunciación de una palabra. Así vemos en el Diccionario de la Real Academia: düán, düeto, dïoso, pïón, etc. Al párrafo de ediciones anteriores, añade: A partir de la 17ª edición de 1943, al uso de la diéresis para pronunciar la u en las sílabas güe, güi, añade la posibilidad de introducirla por licencia métrica o simplemente para destacar una determinada pronunciación, en lo que cita el Diccionario de la Real Academia. Esta última posibilidad la suprime a partir de 1955 y deja exclusivamente la licencia métrica. Efectivamente, el autor demuestra con estas variaciones que sigue los cambios ortográficos que introduce la Academia en distintas obras: antes de la edición de 1955 de Miranda, la Academia había publicado en 1952 sus Nuevas normas de prosodia y ortografía, en las que se refiere al uso poco claro de la diéresis en el Diccionario y concluye que no debe utilizarse para destacar determinadas pronunciaciones, lo que explicaría que a partir de 1955 Miranda suprima el último párrafo en el 15) Respecto a este signo, la Academia presenta cambios en su terminología y en el número: en la Ortografía de 1754 habla de puntos suspensivos, un cambio con respecto a la 1ª ortografía de 1741, donde figuraba el término puntos seguidos, aunque aún no se aclaraba el número concreto de puntos que lo debían integrar (González Pascual 2009: 320–321). ___________________________________________________________________________ ___________________________________________________________________________ – 246 – – 247 – que hacía referencia a este uso. Recogemos las afirmaciones de la Institución en 1952: fía de Miranda con un criterio semántico; se concibe la oración como unidad de sentido, lo que nos lleva a incluir al autor en una determinada tradición gramatical. Hemos contrastado el significado de este término en su Ortografía con el que figura en el Análisis gramatical de la lengua española, por tratarse de una obra cuyo objetivo principal es trabajar, precisamente, con estas unidades. Encontramos una definición similar: “Llámase oración gramatical la reunión de varias palabras y a veces una sola, con que expresamos un concepto cabal […] exponemos un sentido completo.” (Miranda Podadera 1932: 141). Este tipo de definición (sententiam perfectam) figura ya en Prisciano, quien a su vez sigue a Dionisio de Tracia, y está presente en varias ediciones de la Gramática académica, de modo particular del siglo XIX. En alternancia con la caracterización de oración de tipo lógico-sintáctico, la definición semántica se mantuvo vigente a lo largo de la tradición hasta los siglos XIX y XX (Calero Vaquera 1986: 215), como se muestra en la obra de Miranda. En la tradición hispánica previa (El Brocense 1587; Jiménez Patón 1614; Correas 1625 y 1627 o Villar 1651) sí encontramos una caracterización formal de la oración como unidad compuesta por nombre + verbo (Calero Vaquera 2007: 99–100). Otro contraste entre las distintas ediciones de su obra reside en la advertencia sobre el uso de los signos que incluye a partir de 1943 y que continúa hasta 1969: no existen reglas exactas sobre su utilización, de modo particular en el caso de la coma, puesto que depende del estilo de cada persona y de otras variables: No puede haber reglas exactas para fijar el empleo de algunos de los signos de puntuación, y especialmente de la coma, sino unas cuantas normas para casos generales, puesto que la clase de estilo, la forma de redacción, la intención del escritor y otras causas exigen el uso circunstancial de signos que escapan a todo precepto que pudiera citarse. (Miranda Podadera 1943: 39) Consideramos que esta advertencia es coherente con la exposición de los signos que lleva a cabo en su obra: el usuario debe aspirar a conocer los principios fundamentales que regulan el uso de los signos, sin que ello implique que se presenten reglas exactas que funcionen del mismo modo con independencia de los escritores. 5.3.3 El criterio sintáctico y el semántico a través de la terminología gramatical En los siguientes subapartados, analizaremos el uso de los distintos signos de puntuación para la separación de las unidades gramaticales. Como veremos, estas unidades pueden recibir una caracterización de tipo sintáctico o semántico; estudiaremos su definición en Miranda y, con ello, la tradición o tradiciones gramaticales con la(s) que entronca el autor. 5.3.3.1 La coma para separar oraciones e interrupciones del sentido Observemos las siguientes afirmaciones sobre el uso de la coma: Se usa también la coma como separación entre las oraciones que completan un mismo sentido. Cuando se interrumpe el sentido de la oración y se intercalan palabras, irán éstas entre comas. (1922: 44) Comprobamos aquí que la coma separa bien incisos dentro de la oración, bien oraciones. Observamos, además, que estas unidades se definen en la Ortogra- 6S HF LP 6S HF LP El Diccionario emplea la diéresis con tal arbitrariedad que no es posible deducir el criterio en que se ha inspirado. No se comprende, en efecto, por qué pïada y piador llevan diéresis y no la llevan piar ni piante; […] ¿Sería aconsejable pasar de la recomendación al precepto y hacer obligatorio el uso de la diéresis a fin de reflejar en lo escrito ciertas finuras de pronunciación? No parece oportuno. (RAE 1952: §51, p. 77) HQ La ortografía en la 1ª mitad del siglo XX: la puntuación en Miranda Podadera ___________________________________________________________________________ HQ María Martínez-Atienza de Dios ___________________________________________________________________________ 5.3.3.2 Los dos puntos en la separación de la proposición y de la explicación Afirma al respecto Miranda: Dos puntos se colocan cuando se sienta una proposición y se comprueba o explica inmediatamente, separando con este signo la proposición de la explicación […] [Ej.] La ley debe ser clara, precisa, uniforme: interpretarla es corromperla. —Napoleón. (1922: 40–41) Los dos puntos sirven para separar la proposición de la explicación. El término proposición es utilizado en Miranda como unidad formada por sujeto y predicado, de un nivel jerárquicamente inferior a la oración en cuanto a que implica una relación de dependencia. En el ejemplo citado, sería, pues, proposición La ley debe ser clara, precisa, uniforme, y está separada por dos puntos del fragmento sucesivo que constituye la explicación. El término proposición, que está tomado de la Lógica, aparece en la gramática española por primera vez en Villar (1651: 89). Posteriormente, figura en el Arte de B. de San Pedro (1769: lib. II, cap. IV, p. 2), así como en la Gramática académica de 1771, en Salvá (1830), Lacueva (1832), Noboa (1839) o Calderón (1843), donde se intercambia con el término oración. Un cambio en la concepción de la proposición lo encontramos en Bello (1847), quien lo utiliza para la unión de sujeto + predicado con relación de dependencia, lo que conduce a distinguir entre la oración y la proposición (Calero Vaquera 2007: 99, 101). Esta caracterización ha continuado hasta las gramáticas más recientes y es también la que encontramos en Miranda. ___________________________________________________________________________ ___________________________________________________________________________ – 248 – – 249 – 5.3.3.3 El punto y coma en la separación de los miembros de períodos formados por oraciones El término menos claro en la Ortografía es cláusula, que también incluye dos o más unidades oracionales y que, por tanto, se sitúa en un nivel jerárquicamente superior a estas. En el Análisis gramatical, encontramos una caracterización más clara de cláusula como unidad formada por proposiciones, y con ello también obtenemos información acerca de esta unidad a la que nos hemos referido en el apartado 5.3.3.2: El punto y coma supone una pausa mayor respecto a la coma, puesto que esta separa oraciones o incisos dentro de la oración, mientras que el punto y coma separa miembros de períodos que están compuestos por oraciones. El término período está situado en un nivel jerárquicamente superior al de la proposición y la oración. Concretamente, para Miranda un período incluye varias oraciones y explica el uso del punto y coma para separar, precisamente, estas unidades jerárquicamente superiores. En el Análisis encontramos una caracterización más clara de período como equivalente a oración compuesta: “el enlace de unas palabras con otras, para componer la oración gramatical, y la unión de las oraciones entre sí, para formar la oración compuesta o período” (Miranda Podadera 1932: 141).16 En cuanto a la tradición gramatical con la que entronca el autor, ya en Jiménez Patón (1614: 76), en Correas (1625: 135–136) o en Villar (1651: 155), encontramos período como término que alterna con cláusula para hacer referencia a la unidad que tiene sentido completo. En el siglo XIX se usa con frecuencia, de nuevo por influencia de la Lógica, con sentidos diversos, desde unión de oraciones y cláusulas hasta tipo de cláusula, pero a partir de Cejador (1905) se empieza a utilizar período como unidad formada por dos oraciones que se relacionan por coordinación o subordinación (Calero Vaquera 2007: 101–102). Esta es también la acepción que encontramos en nuestro autor. 5.3.3.4 La coma en la separación de la cláusula Se pone coma cuando se invierte el orden regular de las oraciones en la cláusula y adelantamos lo que debía ir después: la coma se pondrá al fin de la parte que se adelanta: [Ej.] Que lo primero es la salud y que a ella hay que atender antes que a nada, es cosa lógica. (1922: 44) Observamos que vuelve Miranda al uso de la coma, que esta vez explica como separación de las oraciones en la cláusula cuando hay un orden inverso al que considera el autor un orden menos marcado en español. 16) Al explicar las oraciones condicionales en esta misma obra, se refiere de nuevo a período: “Prótasis es la primera parte de un período cuyo sentido queda incompleto y se termina en el segundo miembro, que es la apódosis” (Miranda Podadera 1932: 210, nota 1). 6S HF LP 6S HF LP Usamos punto y coma para separar entre sí los miembros de los períodos que constan de varias oraciones entre las que se colocan comas: [Ej.] La buena mujer en su casa reina y resplandece, y convierte así juntamente los ojos y los corazones de todos. Si pone en el marido los ojos, descansa en su amor; si los vuelve a sus hijos, alégrase con su virtud; […]. (1922: 42) HQ La ortografía en la 1ª mitad del siglo XX: la puntuación en Miranda Podadera ___________________________________________________________________________ HQ María Martínez-Atienza de Dios ___________________________________________________________________________ Análisis lógico es el que considera las distintas proposiciones de una cláusula, fijándose preferentemente en los pensamientos e ideas. Proposición principal: el pensamiento dominante. Proposiciones subordinadas: juicios que completan dicho pensamiento. (Miranda Podadera 1932: 228) En las distintas ediciones de la Ortografía con las que hemos trabajado, encontramos variación sobre este término. Desde la 2ª edición de 1922 hasta la 15ª de 1941, figura sobre el uso de la coma: Se usa también la coma como separación entre las oraciones que completan un mismo sentido. [Ej.] Las fuentes la entretienen, los prados la consuelan, los árboles la desenojan y las flores la alegran. —Cervantes (1922: 44) Sin embargo, a partir de la 17ª edición de 1943 y hasta la 35ª y última de 1969, al mismo ejemplo de Cervantes le precede la siguiente afirmación, donde en lugar de hablar de la coma para separar oraciones, se habla de este signo para separar los miembros de la cláusula: Se usa la coma entre los miembros de una cláusula, independientes entre sí, aunque los preceda la conjunción. (1943: 42) Siguiendo con la referencia a estos términos en la tradición hispánica, encontramos cláusula en Villalón (1558: 85) como unidad con sentido completo que puede estar constituida por una sola oración o por varias, sentido que continuó en los gramáticos del Siglo de Oro; posteriormente lo encontramos en el siglo XIX, con autores como Salvá, y llegó hasta el siglo XX (Calero Vaquera 2007: 100–101). En esta tradición se enmarca, pues, la conceptualización de Miranda. De los cuatro términos relativos a unidades sintácticas, cláusula es el que presenta mayor variación entre las distintas ediciones de la Ortografía, lo que demuestra escasa fijación en la obra del autor. Donde en unas ediciones encontramos que la coma sirve de separación “entre las oraciones”, en otras encontramos “entre los miembros de una cláusula”. Por otro lado, tampoco queda clara la diferencia entre cláusula y período en la Ortografía; concretamente, a partir de la 20ª edición de 1946, se refiere a cláusulas o períodos al hablar de las citas entre comillas, donde antes se había referido a las palabras o cláusulas o solo a las citas de palabras. ___________________________________________________________________________ ___________________________________________________________________________ – 250 – – 251 – 6S HF LP HQ La presencia de esta terminología en Miranda demuestra, pues, la conexión del autor con la tradición decimonónica. Por otro lado, desde la 2ª edición de 1922, habla de caso para referirse al vocativo: “el caso vocativo irá siempre entre comas” (1922: 43), pero a partir de la 31ª edición de 1962, suprime el término que entronca con la tradición gramatical grecolatina y presenta una versión más propia de una lengua que carece de casos: “Los vocativos irán siempre entre comas” (1962: 48). Por último, Miranda habla en todas las ediciones de signos para referirse a las marcas formales con las que puntuamos. Este término figura ya en la primera edición del Prontuario de ortografía de la lengua castellana de la Academia, 1844, si bien en esta obra alterna con el de notas. En obras precedentes, la Institución había utilizado términos como señales, partículas o caracteres (García Folgado 2002: 157 y 158). En Miranda no hay oscilación al respecto, lo que de nuevo lo relacionaría con la tradición decimonónica, en particular con la académica. Sintetizamos en el siguiente cuadro el uso de los signos de puntuación con relación a las unidades gramaticales, de las que indicamos la tradición en la que se incluyen: La ortografía en la 1ª mitad del siglo XX: la puntuación en Miranda Podadera ___________________________________________________________________________ 6. 6S HF LP HQ María Martínez-Atienza de Dios ___________________________________________________________________________ Serie textual de la Ortografía práctica Una vez analizada la serie textual desde la 2ª edición de 1922 hasta la 35ª de 1969, establecemos cuatro ediciones de la Ortografía práctica como aquellas que introducen determinados cambios que son seguidos en las posteriores. Lo recogemos en el siguiente cuadro y lo explicamos a continuación: CUADRO V 2ª edición (1922) — Los fragmentos que hemos citado a lo largo del trabajo están tomados de esta edición. 17ª (1943) — Advertencia al inicio del apartado de la puntuación sobre la imposibilidad de fijar todas las variables que determinan el uso: No puede haber reglas exactas para fijar el empleo de algunos de los signos de puntuación, y especialmente de la coma, sino unas cuantas normas para casos generales, […], (p. 39) — Cambio en el uso de la coma y las unidades gramaticales que separa: edición 8ª edición (1922) y siguientes Se usa también la coma como separación entre las oraciones que completan un mismo sentido (p. 44) — Introduce el término transposición. — Cambios en el uso de la diéresis. Refleja atención a los cambios de la Academia. CUADRO IV: Terminología gramatical en el apartado relativo a la puntuación Separación de oraciones mediante comas ORACIÓN = unidad de sentido Separación de la proposición y la explicación mediante dos puntos PROPOSICIÓN = unidad formada por SJ + predicado en relación de dependencia Separación de los miembros de períodos mediante punto y coma PERÍODO = unidad formada por varias oraciones La coma en la separación de la cláusula CLÁUSULA = unidad formada por varias oraciones Caracterización con criterios semánticos que remonta a Prisciano y que está presente en varias ediciones de la Gramática académica, de modo particular del siglo XIX. Presente en general en la tradición hispánica de los siglos XIX y XX. Término tomado de la Lógica, presente desde el s. XVII en la gramática española. La acepción de Miranda es la de Bello y la tradición posterior hasta nuestros días. Término presente en la gramática española desde el s. XVII. La acepción en la obra de Miranda remonta a Cejador (1905) y la tradición posterior. Término presente en el s. XVI, que encontramos también en la tradición decimonónica y que llega hasta la actualidad. 17ªedición (1943) y siguientes Se usa la coma entre los miembros de una cláusula, independientes entre sí, aunque los preceda la conjunción (p. 42) 26ª (1955) edición — Nuevos cambios en el uso de la diéresis. Refleja atención a los cambios de la Academia. — Cambios en el uso del guion. 31ª (1962) edición — Los puntos suspensivos figuran en el apartado dedicado al punto. Desde la 2ª edición de 1922 figuraban en el dedicado a los dos puntos. — Elimina la palabra caso y habla solo de vocativos. Como hemos indicado al inicio, Luis Miranda Podadera fundó una academia en la que impartía clase y en la que adoptaba como manuales sus obras, de modo que determinados cambios bien pudieron estar basados en su propia experiencia y en los logros o fracasos de sus estudiantes. A partir de 1943 y hasta la última edición, incluye al inicio del apartado de la puntuación una advertencia sobre la inexistencia de reglas exactas para el uso de los signos de puntuación, lo que pudo estar motivado por la propia dificultad de su alumnado. En cuanto a los cambios con relación a la terminología gramatical, también presentes en esta 17ª edición, ya nos hemos referido a la escasa fijación del término cláusula en particular. Respecto a los cambios en el uso de la diéresis que introduce tanto en la 17ª edición de 1943 como en la 26ª de 1955, consideramos que es una evidencia de la atención, al menos en este caso, a la norma académica, dado que en las obras que preceden a estas ediciones, se hace referencia a dichos cambios. En la 31ª edición de 1962 incluye los puntos ___________________________________________________________________________ ___________________________________________________________________________ – 252 – – 253 – suspensivos (que desde 1922 figuraban en el apartado de los dos puntos) en la sección dedicada al punto, lo que demuestra, como ya hemos afirmado, variación en la categorización del signo. Por último, respecto a la eliminación de la palabra caso, muestra una adaptación a la terminología adecuada al español. Nuestro análisis es el resultado de la serie textual compuesta por 19 ediciones, concretamente publicadas entre 1922, fecha de la 2ª edición, y 1969, fecha de la 35ª. Nos hemos concentrado, en particular, en el análisis de los criterios que utiliza para caracterizar los signos, que son el semántico y el sintáctico, de modo que el prosódico queda excluido, a excepción de la referencia a él en el uso de la diéresis. Comprobábamos al respecto que se distanciaba de la Academia, que sí concede importancia a este criterio en numerosas obras. Por otro lado, constatábamos que, frente a otras ortografías, en Miranda no figura una distinción entre dos niveles de signos, así como tampoco figuran signos como el calderón, el apóstrofo o el asterisco. Nuestra conclusión es que la explicación reside en el destinatario de su obra: los usuarios del ámbito escolar que pretenden adquirir un uso correcto y que agradecen una lectura sencilla; no se trata, por tanto, de un público especializado, y entendía Miranda que no eran pertinentes ni los niveles ni los signos de uso menos frecuente o de uso por parte de mecanógrafos y taquígrafos. También al respecto observamos el contraste con obras de la Academia. En lo que claramente sigue a la Institución es en lo relativo al uso de la diéresis, para la que comprobábamos los cambios entre unas ediciones y otras en consonancia con las variaciones en las ediciones académicas. Por otro lado, hemos analizado los distintos signos de puntuación como separación de las unidades sintácticas, en particular de la oración, la proposición, la cláusula y el período. Hemos estudiado con ello el significado de estos términos en su obra, que relaciona a Miranda con la tradición decimonónica, si bien son términos utilizados desde las gramáticas renacentistas. En suma, una obra de lectura sencilla, carente de terminología excesivamente específica, dirigida a un público amplio no especializado, que explicaría su éxito y el elevado número de ediciones que tuvo. Podemos concluir que consiguió el objetivo que se proponía en el prólogo: “El haber logrado hacer un libro práctico y de fácil dominio para todos, sería la mayor satisfacción del autor”. Resumen y conclusiones Hemos partido de la hipótesis de que el destinatario de la Ortografía práctica de la lengua española de Luis Miranda Podadera, el alumnado y el profesorado de la academia que él mismo fundó y, en general, del ámbito escolar, determinó su contenido y la forma en la que este se presentó, hipótesis que creemos haber confirmado con nuestro análisis. En efecto, escribe una obra cuya lectura no está orientada a un público especializado, lo que favoreció su difusión y el número de ediciones que tuvo durante la vida del autor: 35 entre 1921, fecha en la que suponemos, de acuerdo con Martínez de Sousa (2003), que se publicó la primera, y 1969, año de la muerte del autor y de la publicación de la 35ª. La obra gozó desde el principio de éxito de ventas. Hemos revisado los tres criterios fundamentales que han primado a lo largo de la historia en unas y otras ortografías: el criterio etimológico, el de la pronunciación y el del uso, y hemos comprobado que el segundo es el utilizado por nuestro autor (así como por muchos ortógrafos del mismo período), si bien respeta la norma académica, a lo que se refiere desde la portada de numerosas ediciones de su obra. Nos hemos concentrado, en primer lugar, en el análisis del prólogo y de la introducción, a partir de lo cual hemos comprobado que la ortografía es para Miranda un indicador del nivel cultural de las personas, de ahí la importancia que le concede. A ello se une la superioridad que otorga a la lengua escrita respecto a la oral: la primera permite la perpetuación del ser humano. Otra de las ideas fundamentales es la concepción de la lengua como expresión del pensamiento, que relaciona al autor con la tradición racionalista que se extiende posteriormente en el siglo XIX, tanto en España como fuera de España. En segundo lugar, hemos centrado la atención en la puntuación en su obra, de la que comprobábamos que no presentaba una definición. Antes de empezar con este análisis, hemos revisado el lugar concedido a la puntuación en la ortografía española: no siempre se le ha dedicado un apartado en las obras ortográficas; sí lo hacen los autores del Siglo de Oro, conscientes de la importancia del uso adecuado de los signos de puntuación. En efecto, a veces se ha atendido solo a lo que Martínez Marín (1992a y 1992b) denomina ortografía letrista, que se ocupa exclusivamente de las grafías. No es, desde luego, el caso de la Ortografía de Miranda. 6S HF LP 6S HF LP 7. HQ La ortografía en la 1ª mitad del siglo XX: la puntuación en Miranda Podadera ___________________________________________________________________________ HQ María Martínez-Atienza de Dios ___________________________________________________________________________ María Martínez-Atienza de Dios Área de Lengua Española Facultad de Filosofía y Letras Universidad de Córdoba Plaza del Cardenal Salazar s/n 14071 Córdoba España mmartinezatienza@uco.es ___________________________________________________________________________ ___________________________________________________________________________ – 254 – – 255 – La ortografía en la 1ª mitad del siglo XX: la puntuación en Miranda Podadera ___________________________________________________________________________ HQ HQ María Martínez-Atienza de Dios ___________________________________________________________________________ Fuentes primarias 6S HF LP 6S HF LP 196231 Referencias 196332 Miranda Podadera, Luis 19222 Ortografía práctica. 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Madrid: Librería y Casa Editorial Hernando. 194317 Ortografía práctica de la lengua española. Método progresivo para escribir correctamente al dictado. Nociones de paleografía. Madrid: Librería y Casa Editorial Hernando. 194418 Ortografía práctica de la lengua española. Método progresivo para escribir correctamente al dictado. Nociones de paleografía. Madrid: Librería y Casa Editorial Hernando. 194620 Ortografía práctica de la lengua española. Método progresivo para escribir correctamente al dictado. Nociones de paleografía. Madrid: Librería y Casa Editorial Hernando. 195224 Ortografía práctica de la lengua española. Método progresivo para escribir correctamente al dictado. Nociones de paleografía. Madrid: Librería y Casa Editorial Hernando. 195526 Ortografía práctica de la lengua española. Método progresivo para escribir correctamente. Nociones de paleografía. Madrid: Librería y Casa Editorial Hernando. 195929 Ortografía práctica de la lengua española. Método progresivo para escribir correctamente. Nociones de paleografía. Madrid: Librería y Casa Editorial Hernando. 196130 Ortografía práctica de la lengua española. Con nociones de paleografía. Método progresivo para escribir correctamente. Madrid: Librería y Casa Editorial Hernando. 196533 196734 196935 Ortografía práctica de Método progresivo para rial Hernando. Ortografía práctica de Método progresivo para rial Hernando. Ortografía práctica de Método progresivo para rial Hernando. Ortografía práctica de Método progresivo para rial Hernando. Ortografía práctica de Método progresivo para rial Hernando. la lengua española. Con nociones de paleografía. escribir correctamente. Madrid: Librería y Casa Editola lengua española. Con nociones de paleografía. escribir correctamente. Madrid: Librería y Casa Editola lengua española. Con nociones de paleografía. escribir correctamente. Madrid: Librería y Casa Editola lengua española. Con nociones de paleografía. escribir correctamente. 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