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EN EL FONDO DEL MAR Henos aquí, en el fondo del mar, tu mano sobre la mía. Sonrientes. Amorosos. Muertos. Arriba todo es calma. El viento juega con las aves, los peces muerden el anzuelo, el sol deslumbra, la luna a veces es llena y, cuando puede, se acuesta con el mar por las noches. Los recuerdos de las batallas épicas alimentan nuestro amor. Batallas que fueron derrotando mentira tras mentira, tras mentira y cuya final victoria se convirtió en la mayor mentira de todas. Los mil dragones jamás tuvieron oportunidad alguna. Tus pétalos fueron cristalizados al comienzo de los tiempos, no sin antes haber sido arrancados y destrozados en tu niñez por el ogro que todo lo sabe y todo lo controla. Ese ogro que tanto odias y amas, el ogro que ha impuesto su enferma voluntad ante el silencio de los demás, cómplices voluntarios e involuntarios de todas las cruces que cargas, de todas las cruces que lames, de todas las cruces que te han penetrado, te penetran y te penetrarán, por los siglos de los siglos. Maldigo a Dios. Maldigo a ese Dios al que se le reza sin sentir y que prohíbe pensar. Maldigo a ese Dios que solapa las peores injusticias en tierra santa. Maldigo a ese Dios que mata y cuyas manos ensangrentadas son expuestas, orgullosamente en su hijo, como su obra magna. Su crucificado y derrotado hijo. Lleno eres de gracia. Desgraciadamente el Señor es contigo. Bendito entre todas las putas, que fue lo más noble que te pudo haber sucedido. Por no mencionar el pasado nazi de tus representantes terrenales. Acá, en el fondo del mar el siempre y el nunca pierden sentido. El tiempo llega a su ansiado fin. La luz y la oscuridad comienzan y se acaban y vuelven a comenzar y vuelven a acabar, siempre donde mismo. En realidad no importa. Nunca importó. Acá, en el fondo del mar se vive la muerte, se muere la vida, se ama sin erecciones y se copula sin excitación. Es un amor francamente inexplicable. Y quizá es lo más puro que queda entre nosotros: El amor que dura un segundo, un amor que es inmortal por un segundo, por un eterno y bendito segundo. Allá afuera, en la playa, bajo el clima perfecto, juguetean en la arena un par de felices jóvenes. El futuro les sonríe y los cobija. Ambos viven el sueño de la vida. Ellos quieren creer que amarse es su derecho. No importa, al contrario. De esta manera nunca se acabará el material. El material del que está hecho el fondo del mar. P. 176 --- © 2009, © 2014 Ludwig von VanBrutten