EL DIARIO DEL PUEBLO
Desde hace como tres años leo con relativa frecuencia El Diario del Pueblo. Es de los
pocos diarios autóctonos que circulan por la Gran Urbe, aquí en los Estados Unidos.
Transmite de una u otra manera el lado oscuro de la idiosincrasia de nuestro amado
pueblo que vive en el extranjero gracias a 80 años de políticas exitosas de una serie
de magníficos gobiernos. Parece ser que bajos niveles de educación atraen pésimos
hábitos de lectura o viceversa. En realidad siempre es difícil saber si fue primero el
huevo o la gallina, o el gallo persiguiendo a la gallina o la gallina dejándose agarrar
por el gallo, o simplemente tratar de entender qué diablos sucede con los periódicos
que informan y entretienen a nuestro querido pueblo en el extranjero.
El diario siempre pone en su portada, en la esquina superior derecha, a una dama
semi encuerada. Y siempre con notitas que cachan el ojo: “Que Lola Lalela baila el
pasito duranguense”; “Que le regresen por favor a la Misifusa Pérez sus videos
porno caseros”; “Que la Shantal sólo lo hace por amor y con los ojos cerrados”; “Que
la Joaquina Vergader casi no es lesbiana para nada”; etc. Aunque las notidamas pues
en realidad se quedan cortas con el atractivo principal de la portada, las primeras
líneas con letras bien grandotas, acompañadas de fotos que no guardan relación
alguna con la noticia: “Mató a su madre y después la revivió para volverla a matar”;
“Violó a su suegra y todavía quería mas la desgraciada, por lo que tuvo que quemar
viva a la depravada”; “Narcos y federales se matan continuamente sin piedad y a
puñaladas por ahí merito”; “Quema viva a su familia para después suicidarse
comiendo impresionante cantidad de mocos revueltos con diesel”; “Cruel sujeto
voltea gato al revés, desde adentro, pues”. En la parte inferior derecha, siempre se
pone el clima del día en la Gran Urbe, en grados Centígrados y Fahrenheit.
En las páginas interiores del diario, pues constantemente informan sobre las
actividades de la comunidad y su liderazgo: “Que tal líder ya no contesta nuestras
llamadas telefónicas: por algo ha de ser…”; “Que tal lideresa ya no sabe ni qué
inventar para sacarle dinero a la gente decente e indecente por igual”; “Que en la
iglesia de San Vito Corleone, el sacerdote manosea a las vírgenes descalzas y que ya
se quejó la comunidad ante la falta generalizada de huaraches”. También sale una
sección sobre las quejas del paisano: “Que el servicio del metro es muy malo, que
casi nunca pasa y que mejor se van a ir en bicicleta al trabajo”; “Que la calidad de
vida es muy alta en la Gran Urbe, que mejor se van a vivir a North Carolina”; “Que
si las cosas están mal hoy, que mañana se van a poner peor y que pasado mañana ni
pensarlo, pues”.
El resto del diario se la pasa reportando la nota roja de los pueblos migrantes en
nuestro querido Máxico; en realidad casi no hay notas periodísticas sobre ciudades
maxicanas, sólo los pueblos cuentan. Páginas y páginas llenas de asesinatos,
violaciones, traiciones, suicidios, terribles accidentes, dramáticas confusiones,
balaceras mortales, increíbles fraudes, violentas huelgas, abusos policíacos, robos
espectaculares y robos aburridos, emboscadas viles, machetazos por la espalda,
posibles crímenes pasionales, venta de niños y niñas, parricidas sin remordimientos,
borrachazos de campeonato, mujeres infieles sorprendidas en el mero acto (con fotos
y toda la cosa), complots exitosamente consumados, congestiones etílicas que
rebasan cualquier límite conocido y por conocer, incendios sospechosos, amenazas
de muerte cumplidas y por cumplir, levantados ejecutados y encajuelados
encobijados, consumo desenfrenado de drogas bien gruesas, sexo sucio al
descubierto, narcoediles sin escrúpulos, sacerdotes con sotanas erectas, casetas
telefónicas que vuelan por los aires por razones difíciles de explicar, castigos
ejemplares a extorsionadores ejemplares, judiciales confesos y arrepentidos, tráfico
de órganos inimaginables, deseos prohibidos encubiertos, diabéticos que no quieren
dejar de comer chocorroles, desempleo galopante, subempleo asfixiante,
incertidumbre financiera, caos vial por todas partes, rechazo contundente al café
transgénico por agricultores bastante ofendidos, alcoholímetros que funcionan
dependiendo de qué tan guapo se ponga el sospechoso con las autoridades,
autobuses desbarrancados que iban llenos de peregrinos penitentes, falta de
liderazgo ante cualquier problema real o imaginario, ecología dañada más allá de lo
permisible, etc. El toque de surrealismo mágico se lo da un par de secciones al final
del diario: la primera se titula “Policiaca” (sin comentarios) y la segunda se titula
“Última Hora”, misma que ofrece información sobre los crímenes cometidos al cierre
de edición.
Entre los temas favoritos del diario también aparecen notas diarias sobre los
gobernadores de Pueblote y Nuevo Gato y sobre el estado de Zacatuercas. Sobre el
gobernador de Pueblote, pues se informa que no sirve para un carajo, que todo lo
que hace está para ponerse a llorar, que más corrupto el señor no puede ser, que
cobra aguinaldo sin remordimientos, que da permisos de construcción en terrenos
pantanosos, que su esposa enseña los calzones en actos públicos, que sus hijos son
bien burros en la escuela, que su amante tampoco da una y que está chaparra, gorda,
prieta y bigotona. En cambio, acerca del gobernador de Nuevo Gato, ¡n’hombre! una
finura de persona: que acaba de inaugurar una escuela muy bonita, que el progreso
es su mejor amigo, que el pueblo de Nuevo Gato está más feliz que la Chilindrina en
sus mejores tiempos (gracias a las siempre adecuadas y generosas gestiones del
gobernador, por supuesto), que el gobernador usa una loción que desparrama
elegancia, que el señor ya no sabe ni qué hacer para atender a la ciudadanía y que
siempre lo hace sonriendo y con excelentes resultados. Sobre Zacatuercas se habla
de manera menos frecuente, pero siempre sobre el problema migratorio y describe
cómo la falta de empleo y los bajos salarios provocan que hasta los perros emigren
a los Estados Unidos con todo y pulgas y también narra cómo el proceso hace que
pululen con virulento ahínco los pueblos fantasmas en la entidad; por no mencionar
el terrible y destructivo impacto del narcotráfico en el tejido social de pueblos como
Ixtacuacalco Capital, San Juan Tlalnelhuayocan, Petatlán-Huajuapan del Alto Petén
o del mismísimo Tepexí de los Morris Martínez.
Existe también una sección de chistes. Estos muy peculiares, chistes más o menos
breves y a lo que van. Por ejemplo: Estaban un judío, un hindú y un argentino
viajando juntos y llegaron a un pueblo rascuache donde sólo había una habitación
disponible con dos camas. El dueño del hotel les dijo que la tercera persona podía
quedarse a dormir en el establo del hotel, sin cargo alguno. Ellos estuvieron de
acuerdo y en un principio el hindú dijo que él se podía ir a dormir al establo. A los
20 minutos, tocan la puerta de la habitación del hotel y era el hindú, que les
comentaba al judío y al argentino que en el establo había una vaca y que para ellos
la vaca era un animal sagrado y que, por razones religiosas, el hindú definitivamente
no podía pernoctar en el establo. Acto seguido, el judío se ofreció para dormir en el
establo. A los 15 minutos, tocan la puerta de la habitación y era el judío, que comenta
que en el establo hay un cerdo y que, definitivamente por razones también religiosas,
no podía pernoctar con esos animales en ningún lado. Entonces el argentino dijo que
no había problema y que él se podía ir al establo. Pasan 10 minutos y tocan la puerta.
Entonces el judío y el hindú la abren y eran la vaca y el cerdo diciendo: “¿Qué pasó?
¿¡Nosotros qué les hicimos!?” O también chistes sexistas del estilo: ¿Cuántos tipos
de mujeres hay? Sólo dos…
Finalmente, la sección que se lleva las palmas: una periódico-novela de dibujos y
página completa que dura 10 capítulos campechaneados en el transcurso de 2
semanas. Una joyita del lectio vulgato sin precedente alguno, al menos en el planeta
tierra. En esta sección, donde las damas generalmente son dibujadas con una
voluptuosidad indescriptible, se narran historias de una imaginación sin rival en la
que siempre el bien triunfa, literalmente, de una u otra manera y caiga quien caiga.
Está la historia de un mago que, mediante su magia cura gente en el pueblo y acaba
por desaparecer a la atractiva esposa del hacendado y dejan a la imaginación del
lector si el mago se llevó a la dama a una isla paradisíaca donde vivieron felices para
siempre o si la desgraciada se fue mucho al infierno y ahí se la pasará sufriendo
retortijones por el resto de sus días como castigo por su adúltera odisea. Está la
historia de un galán de galanes que enamora a la mamá (que es tortillera), pero
también a la hija (que es secretaria) y bueno, en un mismo capítulo, primero aparece
montándose a la mamá y luego a la hija y ambas son muy felices mientras dura la
epicúrea relación. Hasta que se dan cuenta de la canallada y lo mandan al carajo,
quedándose el galán como “el perro de las dos tortas”. En otra historia, el galán
finalmente logra probar a la sociedad que no es joto, que nada más es medio rekete
amanerado y su hombría la hace patente después de unas cuantas revolcadas con
varias damas que al principio nada más se burlaban de él y lo creían inofensivo; no
sin antes esquivar con relativo éxito las labiosas garras de los machitos calados del
estado de Xalixco.
Está también la amarga historia de la pobre Dulce, una dulce niña de seis años. Sus
papás le echan en cara que si se casaron fue por su culpa y que el papá nada más
quiso a su mamá para bajarse la calentura y su mamá sabía que su esposo se había
casado con ella para que no lo acusaran de haber violado a una menor, ya que la
madre de Dulce tenía 16 años cuando quedó embarazada. Ya casi al final de la
historieta, mientras la mamá de Dulce se agarraba del chongo con la amante del
señor a las dos de la mañana, al mismo tiempo que el señor regañaba a las dos, Dulce,
siempre dulce, se salió a caminar por la calle y la atropelló un camión de volteo. Al
final, Dulce muere, pero bien contenta, ya que ella le dice al doctor que atendió su
agonía que ya no iba a ser un estorbo para sus papis y además se lo dijo sonriendo.
En un segundo final, sus papás se reconcilian en el entierro y viven más o menos
felices para siempre. Después de todo, ellos también son humanos.
Todo esto por cincuenta centavos de dólar el ejemplar. Creo que ya entiendo por qué
no extraño tanto las sesiones nocturnas de autoflagelación. Mi terapeuta está muy
contenta al respecto.
P. 46 --- © 2009, © 2014 Ludwig von VanBrutten