Odiseo Sertorio, entre tuertos y ciervos*
Borja Antela-Bernárdez
Universitat Autònoma de Barcelona
En 1992, el profesor Luis García Moreno publicaba un precioso trabajo en el que señalaba
las relaciones entre paradoxografía y el relato de Plutarco sobre la Vida de Sertorio1. De
manera directa o indirecta, podríamos rastrear la influencia de estas ideas en estudios
posteriores, como el de Jean-Mallier Pailler2 (2000), por señalar el que, a mi parecer,
merece mayor atención. En estudios anteriores he planteado ya algunas reflexiones sobre
el personaje de Sertorio, pero quisiera retomar aquí, a partir del marco indicado, ciertos
elementos que me llaman la atención de la biografía de Plutarco. En cualquier caso, vale
la pena advertir a quien lee estas líneas que partiré aquí de una percepción y una idea
recurrente, a la que he ido dedicando algunas investigaciones3, en relación con las
ficciones que se transmiten en las narraciones históricas de nuestras fuentes, y que si bien
a veces han sido consideradas como verídicas, merecerían otro tipo de enfoque.
Ciertamente, mucho de cuanto los antiguos recogieron en sus obras de historia y
biografías o colecciones de hechos, exempla, etc, parece tener más que ver con lo ficticio
que con lo real. Es posible que, por ejemplo, ello haya podido tener que ver con una
intencionalidad voluntaria, como cuando Licurgo de Butadas rememora la noche del día
de Queronea recreando el frío que atenazaba los cuerpos de aquellos que tomaron la
responsabilidad de atender las defensas de Atenas, algo difícil de creer si tenemos en
cuenta que la batalla tuvo lugar en el mes de agosto y que las temperaturas habituales del
Ática en tal época del año suelen ser elevadas4. Pero es más probable que muchas de estas
referencias sean, en el fondo, producto de una forma de concebir la realidad, la historia,
y el mundo, propias de la Antigüedad, o quizás más concretamente de la cultura griega,
y que ciertos datos considerados como relativos a lo histórico no sean sino recursos de
caracter simbólico, o narrativo-culturales, a los que, en el esfuerzo hermenéutico de
comprender nuestras fuentes, debemos observar de forma crítica con cuidado, perspectiva
y detalle.
En lo tocante al caso de Sertorio, tal y como aparecen relatades sus vivencias en la
biografia que le dedica Plutarco, ciertamente son muchos los elementos que parecen
trascender lo histórico para enmarcarse más en lo ficticio. Los trabajos mencionados de
García Moreno y Pailler son excelentes pruebas de cómo analizar muchos de estos
hechos. A continuación quisiera llamar la atención sobre algunos aspectos que, hasta
donde yo conozco, no han recibido tratamiento, pero que vienen a completar la mirada de
los trabajos mencionados.
Theodor Mommsen consideraba a Sertorio como el más grande personaje que había
surgido en la Historia de Roma5. Sorprende la coincidencia de Mommsen con la
*
Desde que conocí al prof. Luis García Moreno en Jinan (China) en 2015, le he considerado un amigo.
Muchas conversaciones y contrastes de ideas me han hecho valorar profundamente, pese la distancia de
nuestros puntós de perspectiva, el valor de su experiencia, y el calor de su calidad humana.
1
L. García Moreno, “Paradoxa and Political Ideals in Plutarch’s Life of Sertorius”, en P. A. Stadter,
Plutarch and Historical Tradition, Londres, 132-158.
2
J. M. Pailler, “Fabuleux Sertorius”, DHA 26 (2000), 45-61.
3
B. Antela-Bernárdez, “¿La fuga de Sertorio? La búsqueda de aliados”, Athenaeum (2011), 399-410; B.
Antela-Bernárdez, “Desmontando a Sila. Persuasión e intencionalidad histórica en la propaganda sobre el
asedio de Atenas (87/6 aC)”, Historiae 11 (2014), 105-115.
4
B. Antela-Bernárdez, “El tercer hombre. Leócrates, Macedonia, y el oscuro Amintas”, Aevum 93 (2019).
5
T. Mommsen, Historia de Roma, Madrid (1876), VII, 54.
afirmación de Teopompo sobre Filipo de Macedonia, quien afirmaba que nunca Europa
había dado un hombre como el rey macedonio6. En este sentido, es necesario recordar
aquí que ambos, Filipo y Sertorio, eran tuertos. Desde aquí, vale la pena detenerse en el
prólogo de la Vida de Sertorio, donde Plutarco expone su famosa máxima de que los
peores enemigos de Roma fueron, de hecho, hombres con un sólo ojo. Este peligro de los
tuertos para Roma, nos lleva a varios lugares que debieron ser comunes en la mente de
los receptores del texto en la Antigüedad. Quizás el más evidente en relación con Sertorio
sea el caso de Horacio Cocles.
Cocles tiene toda una serie de similitudes con Sertorio que, seguramente, escapan a la
coincidencia. Además de tuerto, Cocles fue protagonista de un episodio memorable de
la Historia de Roma. En 508 a.C. defendiendo en solitario en puente Sulpicio de las
tropas etruscas, con heroísmo, pero acosado por sus enemigos hubo de salvar su vida
arrojándose al Tíber:
“Cocles, entonces, grito:”Padre Tiber, te ruego, venerable, que acojas a estas armas y a este
guerrero en tus aguas propicias”. De esta suerte, armado como estaba, se lanzo al Tiber y a
pesar de la cantidad de proyectiles que caian sobre el, llego a nado sano y salvo hasta los
suyos, despues de aquel golpe de audacia que, entre la posteridad, iba a alcanzar mas fama
que credibilidad. Roma se mostro agradecida ante semejante muestra de valor: se le levanto
una estatua en el comido, se le concedio todo el terreno que pudo rodear de un surco en un
dia”7.
Como vemos, la historia de Cocles era bien conocida por los romanos, y la presencia
física de su recuerdo, por medio de una estatua, configuraba su exempla dentro del espacio
urbano de la ciudad. Más allá de ciertos simbolismos de interés como el valor religioso
de los puentes en la Antigüedad, y de la cultura romana en concreto, vale la pena señalar
los paralelismos con un episodio de la vida de Sertorio:
“En primer lugar, cuando los Cimbros y los Teutones invadieron la Galia, militó con
Cepión, y habiendo los Romanos peleado débilmente y entregádose a la fuga, no obstante
haber perdido su caballo y hallarse herido, pasó el Ródano a nado, costándole mucho el
vencer, embarazado con la coraza y el escudo, la contraria corriente: ¡tan fuerte y robusto
era su cuerpo, y tan sufridor del trabajo en fuerza del ejercicio!”8.
Sin duda, aquí hay una clara emulatio, no sabemos si consciente, y ni siquiera podemos
decir si el suceso es autentico o si responde a la asimilación de un tuerto (Sertorio) con el
otro (Cocles). Sin embargo, esta asimilación, que parece tener en la falta de un ojo su
origen, puede llevarnos a otras reflexiones. De hecho, los tuertos debieron ser a menudo
asimilados en la Antigüedad a los cíclopes. Y con ello, a la Odisea.
Ciertamente, Sertorio tiene muchos elementos comunes con el héroe Odiseo. Los más
evidentes son, precisamente, aquellos que conectan a Sertorio con sus viajes, su
herrabunda búsqueda de un lugar donde descansar y asentarse. Pero la equiparación entre
ambos personajes va, ciertamente, más allà. En primer lugar, debemos recordar aquí el
caracter de Odiseo como espia de los aqueos, capaz de colarse entre los enemigos9:
“Deformándose él mismo la piel con heridas crueles
y colgando del cuerpo unos malos harapos de siervo
6
Plb. 8.10.7ss. (= Theop. T 19 y F 27).
Liv. 2.12. Traducción de Villar Vidal 1990.
8
Plu. Sert. 3.1.
9
El tema ha sido abordado por J. Pórtulas, “Guerrers, llops i emboscats”, en O. Olesti, J. Vidal, B. AntelaBernárdez, Animales en guerra en la Antigüedad, Zaragoza (2014), 13-39.
7
sle introdujo en la vasta ciudad enemiga. Su engaño
le llevó a parecer un mendigo cualquiera: ¡cuán otro
del Ulises que andaba entre el campo y las naves varadas!
Y con ese disfraz introdújose en Troya; cayeron
los demás en la trampa,...”10.
El pasaje tiene mucho en común con otro, protagonizado por Sertorio:
“Sertorio tomó a su cargo la labor de espiar a los enemigos. Tras vestir una indumentaria
celta y aprender lo más común de la llengua para una conversación en el momento
oportuno, se mezcla con los bárbaros; y cuando de las cosas más urgentes unas las vio y
otras supo de oídas, regresó junto a Mario. Así entonces obtuvo los premios al valor; y
durante el resto de la campaña por demostrar muchas acciones de sagacidad y audacia
adquirió prestigio y la confianza por parte del general”11.
No es ésta, además, la única muestra de la habilidad de Sertorio para infiltrarse entre las
líneas enemigas:
“Ordenó que todos los soldados se desprendieran de sus propias armas y vestiduras y que,
vistiendo las de los bárbaros, siguieran hacia aquella ciudad desde la cual habían sido
enviados los que les atacaron por la noche. Tras engañar a los bárbaros con la visión de las
armas, encontró las puertas abiertas y sorprendió a una multitud de personas que creían
encontrarse con amigos y ciudadanos que habían tenido éxito. Por eso la mayoría fueron
muertos por los romanos junto a las puertas y los demás, una vez que se rindieron, fueron
vendidos”12.
Cuesta no ver, en este último episodio, concomitancias entre la acción de Sertorio y la
toma de Troya por los Aqueos mediante el astuto ingenio de Odiseo. De hecho, hasta el
orden de la narración parece invitar-nos a ello, pues este relato va, en la obra de Plutarco,
justo después del episodio de emulación a Cocles, que comentábamos. En este sentido, la
celebrada astucia de Odiseo tiene, de hecho, en Sertorio un caracter propio. No en vano,
Sertorio serà recordado, en especial por la historiografia, como un modelo de general
avezado a la trampa y al engaño, especialista en la guerra de guerrillas13. Los episodios
que demuestran su habilidad en este ámbito son frecuentes, y subrayan de nuevo unos
vínculos con la métis de Odiseo. Es possible que la relación entre ambos venga subrayada
no sólo por el caracter viajero de Sertorio, sino también por ese rasgo físico del único ojo,
y por ende, de los cíclopes, que conectaría al general romano con la tradición del poema
homérico.
Existen, pues, ciertos elementos en la Vida de Sertorio que podrían hacernos dudar de la
autenticidad de lo relatado, y preguntarnos hasta qué punto Sertorio, en tanto que
personaje dentro del relato histórico, vivió realmente estos sucesos como tales o si, por
contra, los hechos se amoldan a una serie de tópos que conciernen al conocimiento
popular y ayudan a éste a enmarcar al personaje y a conectarlo con otros, para desde aquí
poder entenderlo mejor. Supongo que la pregunta resulta irresoluble.
10
Od. 4.244-250. Tradución de Pabón 1983.
Plu. Sert. 3.3-4. Trad. de J. M. Guzmán Hermida, 2007.
12
Plu. Sert. 3.8-10.
13
F. Cadiou, “Sertorius et la guèrrilla”, en C. Auliard y L. Bodiou (dirs.), Au jardin des Hespèrides: Histoire,
société et épigraphie des mondes anciens. Mélanges offerts à Alain Tranoy. Rennes, 2004, 297-314. Para
ciertas consideraciones historiográficas sobre la percepción de los historiadores modernos en relación con
la guerra de guerrilas, vid. B. Antela-Bernárdez, “World is not enough: Alexander the Great in Sogdiana.
A Study in Historiography”, en B. Antela-Bernárdez, J. Vidal (eds.), Central Asia in Antiquity, Oxford
(2014), 77-84.
11
No obstante, un último aspecto de la biografia de Plutarco me parece digno de mención
en este estudio.
Es bien conocida la historia de Sertorio y su cierva blanca14. La cuestión de dicho animal,
que hasta donde yo sé no ha llamado la atención de los investigadores, merece cautela.
En primer lugar, sabemos que la pequeña cierva blanca fue rápidamente relacionada por
Sertorio con Ártemis15. De ello obtendría Sertorio interesantes beneficios
propagandísticos, al hacer creer a sus seguidores hispano-lusitanos la protección y
beneplácito de la diosa en su empresa.
Podríamos tratar de entender la figura de este animal en muchos sentidos. En primer lugar,
sabemos que el ciervo es un animal fundamental de la actividad cinegètica de los héroes
homéricos16, aunque también cabe señalar que en Homero sólo Odiseo se viste con una
piel de ciervo, gracias a Atenea17. En ello coincide, de hecho, con el mismo Acteón18. Por
otra parte, la cierva podria hacer referencia a múltiples aspectos: hace años, el prof. A.
Ñaco del Hoyo me proponía, en una conversación informal, que esta cierva estuviese
relacionada con las ciervas de las acuñaciones de Mitrídates VI Eupator19. Teniendo en
cuenta los vínculos entre Mitrídates y Sertorio, recogidos además por Plutarco, ello podria
ser una opción. Otra, también relacionada con estas acuñaciones, sería que la cierva en
cuestión estuviese relacionada con Ifigenia, convertida por Ártemis en cierva sagrada, lo
que de nuevo nos devolvería al ámbito homérico. Teniendo en cuenta que el viaje de
Ifigenia tiene lugar en regiones que la geografia más arcaica había asociado con Iberia,
quizás podríamos conectar ambas ideas. Todo ello, sin embargo, parece un tanto excesivo,
y merecería mayor atención que la que aquí puedo dedicar.
Sin embargo, el uso de este engaño no deja sino de suponer, en sí, un posible delito de
hýbris, una agresión contra la diosa y el respeto que ella merecía. Ello aparece de hecho
incluso señalado por el mismo Plutarco:
“Convencidos de que eran conducidos no por los planes de un extranjero, sino por un
dios”20.
La misma idea de que Sertorio haya animado o alimentado creencias de caracter divino
sobre sí mismo nos muestra, para cuanto sabemos de la Antigüedad, en una situación
compleja, y ciertamente ello debió motivar recelo entre los romanos, temorosos del
castigo divino que pudieran padecer por esta causa. Efectivamente, éste parece ser el
sentido de la idea con la que Perpena inicia el discurso que dirije a los hombres de Sertorio
para conducirlos a la sedición y la conjura.
“¿Que malvada divinidad despues de apoderarse de nosotros nos lleva de mal en peor?”21.
La misma idea, aunque de forma velada, aparece implícita en el relato de la pérdida y
recuperación de la cierva, que Sertorio orquesta hábilmente para que parezca que ello es
un nuevo designio de la divinidad, y con ello, también reafirmar su imagen de hombre
piadoso y querido por los dioses22, cuando en realidad se trataba de una artimaña suya.
14
Plu. Sert. 11.3-8; 20.1-5; App. BC 1.110.
Plu. Sert. 11.7.
16
Presente también en el mundo macedonio, tal y como evidencian algunas pinturas de Pela.
17
Hom. Od. 13.434-437. O. Levaniouk, Eve of the Festival: Making Myth in Odyssey 19. Hellenic Studies
Series 46. Washington, DC (2011).
18
Paus. 9.2.3.
19
Vid. F. De Callatäy, L’Histoire des guerres mithridatiques vue par les monnaies, Louvain (1997).
20
Plu. Sert. 12.1.
21
Plu. Sert. 25.3.
22
Plu. Sert. 20.
15
Sabemos que Sertorio fue asesinado por sus propios hombres, durante un banquete23. Tal
vez resulte un tanto audaz pensar aquí en que su muerte podria relacionarse con la de
Acteón, convertido el ciervo por Ártemis y despedazado por sus propios perros24. Sin
embargo, el mismo Plutarco nos invita en cierto modo a ello desde el mismo prólogo de
su Vida de Serorio, donde Acteón aparece ya mencionado25, de una forma que quizás
parezca accidental. En cualquier caso, es posible que el elemento de la caza tenga aquí
cierto peso, teniendo en cuenta el valor que esta actividad tiene tanto en el mito de Acteón
como en la escena de la Odisea donde el héroe aparece ataviado con la piel de ciervo. Y
lo mismo sucede en el episodio de la muerte de Penteo, despiezado por una persona de su
confianza, en las Bacantes26.
Quizás podria existir cierto vinculo entre la cierva sagrada de Sertorio y el ciclo
dionisíaco. En otro lugar, Plutarco menciona ya ciervas sagradas27, de nuevo en contexto
beocio.La relación de Acteón con Semele también tiene que ver con ello, así como los
vestidos habituales de las bacantes, el nebris28. Sólo se me ocurre que esta fuerte presencia
de lo dionisíaco, del ciclo mítico beocio tanga que ver, en realidad, con el origen beocio
de Plutarco. Por otra parte, si bien Pailler habría señalado los elementos propios del
modelo heróico de Heracles en la Vida de Sertorio, además de apuntar ligeramente
aquellos que podrían remitirnos a la Odisea, lo cierto es que a estos dos aspectos podemos
claramente añadir los de Dioniso y el ciclo tebano.
Volviendo a la fuerte presencia de la metàfora cinegética en Acteón y en el episodio de
la Odisea que Odiseo se viste con piel de ciervo, cabe preguntarse hasta qué punto el
conflicto en Hispania protagonizado por Sertorio habría sido planteado también en estos
términos por Plutarco. En efecto, durante su lucha con Metelo, Plutarco señala a Sertorio
como el cazador, pese a cierto giro de roles:
“Metelo era ya viejo y dedicado por entonces a un tipo de vida relajado y muelle tras
muchos y grandes combates, y se enfrentaba con un Sertorio lleno de espiritu vigoroso y
que tenia maravillosamente preparado su cuerpo en fuerza, rapidez y austeridad43. Porque
no se embriagaba cuando descansaba, y estaba acostumbrado a grandes esfuerzos, largas
caminatas y constantes vigilias, bastandole vivir con alimentós escasos y ligeros; al
practicar siempre la marcha y la caza cuando tenia tiempo libre, habia adquirido de
antemano la experiencia de los lugares accesibles e inaccesibles para una evasion completa
si huia y para un cerco si perseguia. Por eso a Metelo, impedido del combate, le tocaba
sufrir cuanto les ocurre a los vencidos, pero Sertorio, al huir, tenia lo de los
perseguidores”29.
Nótese el valor que en esta supremacia de Sertorio sobre Metelo tiene la experiència de
Sertorio como cazador. Nuevo Acteón, Sertorio, gran cazador, habría sido finalmente
23
El episodio tiene muchos elementos en común con el banquete en que Alejandro asesina a Clito. Sobre
los vínculos de este episodio de la vida de Alejandro y el mundo homérico.
24
Resulta importante señalar que en las primeras versiones que tenemos del mito de Acteón, la razón de
este castigo no parecen tener que ver con Artemis directamente, sino con el deseo de Acteón de desposar a
Semele: O. Levaniouk, Eve of the Festival: Making Myth in Odyssey 19. Hellenic Studies Series 46.
Washington, DC (2011). La competición de caza entre Acteón y Ártemis aparece, de hecho, en las
Bacantes, de Eurípides, donde además otro personaje, Penteo, es despiezado por sus personas cercanas.
Vid. O. Levaniouk, Eve of the Festival: Making Myth in Odyssey 19. Hellenic Studies Series 46.
Washington, DC (2011).
25
Plu. Sert. 1.4.
26
Eur. Bacch. 337-342.
27
Plu. Ages. 6.8.
28
O. Levaniouk, Eve of the Festival: Making Myth in Odyssey 19. Hellenic Studies Series 46. Washington,
DC (2011).
29
Plu. Sert. 13.1-4.
asesinado por los suyos. La elaboración narrativa de Plutarco, y el delito religioso
cometido contra Artemis, harían al público presuponer el final que la historia le tenia
reservado.