JACOBINOS SIN REVOLUCIÓN
Las estrategias populares y armadas
en la Argentina Contemporánea
compilado por
Adrián Mercado Reynoso
Ediciones AMP
Epac_2019.indb 1
30/10/2019 04:12:56 p.m.
Ediciones A.M.P.
ISBN 978-987-46588-8-3
Hecho el depòsito que indica la ley 11.723.
Impreso en la Argentina.
Primera edición: agosto de 2019.
Diseño: Chango Studio.
Jacobinos sin revolución: estrategias populares y armadas en la
Argentina contemporánea / Florencia Bass Portugal ... [et
al.] ; compilado por Adrián Gustavo Mercado Reynoso.
- 1a ed.La Rioja : Ediciones AMP, 2019.
196 p. ; 21 x 14 cm.
ISBN 978-987-46588-8-3
1. Análisis Histórico. 2. Historia Argentina. I. Bass Portugal,
Florencia. II. Mercado Reynoso, Adrián Gustavo, comp.
CDD 982
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida en
todo ni en parte, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de
información, en ninguna forma ni por ningún medio sea mecánico, fotoquímico,
electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o en cualquier otro sin el permiso previo por escrito de los autores.
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ÍNDICE
A los Lectores
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Rogelio De Leonardi
¿Por qué la lucha armada? A manera de introducción
7
Adrián Mercado Reynoso
Artículos
Montoneros: De ‘juventud maravillosa’ a ‘estúpidos e imberbes’ .................................................................................... 13
Florencia Bass Portugal
Una Sombra en Orán: Masetti, el primer guevarista en Argentina (1929-1964) ............................................................ 29
Gonzalo Suárez
La Triple A, entre sus orígenes: Perón y sus referentes ...... 59
Luis Ramírez
El comando Camilo Torres entre O.P.M y grupo guerrille- 71
ro ............................................................................................
Matias Rumilla
El Pasaje de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR)
a los Montoneros ................................................................. 91
Lucia Moreno Vera
Montoneros: Secuestro, bisagra en la política argentina ... 111
Gabriel Moreno
Primeras aproximaciones: los orígenes del PRT y su vin-
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culación con la masa obrera ...........................................
121
Cristian Malnatti
Los nueve peronismos .......................................................
141
Adrián Mercado Reynoso
Treinta años de lucha de Greenpeace en Argentina .......
177
Joaquín Delgado
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Jacobinos sin revolución
Los nueve peronismos. La revolución
justicialista cortada a fetas (19332015)69
por Adrián Mercado Reynoso70
Resumen
El presente artículo se propone como una guía de estudio crítica sobre el hecho histórico llamado “peronismo” argentino, desde
sus orígenes a la actualidad. La misma fue pensada para alumnos
y futuros profesionales en historia. La pregunta que recorrerá este
artículo es la siguiente: ¿Es posible construir un modelo explicativo
que nos permita alcanzar una comprensión transversal e integral
del peronismo en los últimos tres cuarto de siglo? La hipótesis a
desarrollar es que, para entender el fenómeno político llamado peronismo, necesitamos hacer una elucubración heurística y teórica
dada en llamar: los nueve peronismos.
Ahora bien, esos nueve peronismos se corresponden con nueve
situaciones históricas y sistémicas que funcionan como campos de
fuerzas en pugna: sociales, institucionales y subjetivas. Luego, la correlación de fuerzas políticas al interior del justicialismo populista
como situación hegemónica, determina su catalogación en el espacio temporal. Se presentan, además, los recorridos de los estudios
académicos y clásicos angloestadounidenses más relevantes sobre
el tema, que aportan perspectivas concurrentes a las aquí desarrolladas. Se ilustra la perspectiva de estética y política en el análisis
69 El presente artículo es parte de una investigación en curso del cual
soy director e identificada como PIN-SECyT-CICyT n°026/18 del Instituto
de Historia y Filosofía de la Universidad Nacional de La Rioja (Argentina).
70 Adrián MERCADO REYNOSO (1967) Capital, La Rioja. Licenciado en Ciencia Política (UNR) y Doctor (Ph.D) en Historia (U. Pablo de
Olavide, Sevilla). Docente de Nivel Medio, Catedrático de Historia Argentina II y Estrategias Populares de la Argentina Contemporánea (UNLaR)
e investigador (CICyT-Instituto de Historia y Filosofía UNLaR). Ha escrito Tierras Cosas Consuetudes… (UNR Editora, Rosario, 2003), El inka
volverá…(ed. Imprenta y Boletín del Estado, La Rioja, 2007), El hereje. El
Obispo Angelelli…(Bs. As, ed. Turmalina, 2013), entre otros.
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“peroniano”, proponiendo abordajes sintéticos que resaltan el papel
de la experiencia y la imagen como instancias pre-discursivas.
Por último, se analiza la idea de revolución del mismo Juan Domingo Perón en el film “La Revolución Justicialista” de 1971.
Abstract
This article is proposed as a guide for a critical study of the historical fact known as Argentine “Peronism”, from its origins to the present day. It was designed for students and future historiography professionals. The question that this article will cover is the following: Is
it possible to construct an explanatory model that allows us to reach
a transversal and integral understanding of Peronism in the last
three quarters of a century? The hypothesis to be developed is that,
in order to understand the political phenomenon called Peronism,
we need to make a heuristic and theoretical lucubration called: the
nine Peronisms.
Now, these nine Peronisms correspond to nine historical and systemic situations that function as fields of competing forces: social,
institutional and subjective. Then, the correlation of political forces
within populist Justicialism as a hegemonic situation determines
their cataloguing in the temporal space. It also presents the routes
of the most relevant Anglo-American academic and classical studies
on the subject, which contribute concurrent perspectives to those
developed here. The perspective of aesthetics and politics is illustrated in the ‘Peroniano’ analysis, proposing synthetic approaches
that highlight the role of experience and image as pre-discursive
instances.
Finally, the idea of revolution by Juan D. Perón himself is analysed
in the 1971 film “La Revolución Justicialista” (The Justicialist Revolution).
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Jacobinos sin revolución
Introducción
“Nuestro camino es ancho y hermoso;
es el camino de la Patria. Y en él cabemos
todos: Estado, trabajadores y empresarios.”
José Ber Gelbard -ministro de economía peronista(Brennan, 1997, 101)
Definir al peronismo como populismo sigue siendo un tema
controvertido, un problema irresoluto o zanjado con consecuencias igualmente traumáticas. Y su lugar en la nueva sociedad política argentina puso en juego formas de ordenación, clasificación y denominación construidas bajo diversas
epistemologías historiográficas y sociológicas en Occidente.
En suma, un proceso dinámico, donde la posibilidad de conocimiento de las realidades sudamericanas (o rioplatenses)
se entrelazaba con representaciones (meta narraciones) y
prejuicios. Y estas lecturas estuvieron y están inmersas en ‘la
lucha política’, como lo ha explicitado Pierre Bourdieu, que
suele implicar una disputa por la clasificación y los esquemas
de clasificación del mundo social. Aquí indagaremos sobre los
marcos epistemológicos e historiográficos que abordan el “Peronismo” como categoría histórico-política explicativa de gran
parte de los fenómenos históricos argentinos de mediados del
siglo XX y lo que va del XXI; e indagaremos sobre las interpretaciones más conocidas en el ámbito académico, a saber: la
de Juan Carlos Portantiero y Miguel Murmis (portantierana),
la de Gino Germani (germaniana), la de Daniel James (jamesniana), y la de Ernesto Laclau (laclaudiana). Las cuatro interpretaciones corresponden a autores que se “especializan” en
un periodo específico, y no in totum. Luego,y a fin de proponer un resumen de la cuestión de la “cosa” peroniana y, de su
“episteme”, usaremos a los investigadores mencionados para
visualizar el cómo construyen la descripción de eventos, acon-
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tecimientos y rupturas históricas como marcos de observación del peronismo. Entonces la interrogación que acomete es:
¿cómo acercarnos a historiar el “peronismo” después de que
James, quien lleva años estudiando el fenómeno, nos advierta
en 2012 que el aumento de las voces académicas no necesariamente lleva claridad sobre lo que estamos hablando?71 Además, ¿cómo llevar claridad sobre el “peronismo”, a partir de
las mismas dudas de autores que dedicaron la mayor parte de
su trayectoria académica a historiar y enunciar en sus narrativas al “peronismo” cómo fenómeno? En suma, se trata de un
tema que engloba un número importante de actores, a saber:
historiadores, sociólogos y economistas que acumulan una
extensísima bibliografía72. Entonces, el fenómeno ha sido estudiadoen varias oportunidades; por ende, es menor lo que se
pueda aportar, si no se lo engloba en una hipótesis de partida.
Así, lo que sí se propone es descentrar el abordaje del fenómeno peroniano, en clave explicativa y no ontológica, entendiendo que estamos frente a una propuesta teórico-metodológica
para la comprensión del fenómeno peronista. Y ese abordaje
hipotético es el siguiente: en los últimos tres cuartos del Siglo
XX y principios del Siglo XXI, hubo nueve “ideal typus” sobre el fenómeno de marras, motorizados por clases, personas
o coyunturas que construyeron hegemonía73 sobre/en la so-
71 Literalmente “debo confesar que me asalta la sospecha de que la gran
multiplicación de voces académicas [sobre el peronismo] no ha producido
necesariamente niveles crecientes de comprensión entre los hablantes.”, en
D. James “El peronismo y el rol del investigador”, UNJu.(James, 2012:132)
72 Véase por ejemplo, “La Red de Estudios sobre el Peronismo” la cual
reúne a especialistas en la investigación sobre el peronismo, provenientes
de diversas instituciones universitarias y archivos, www.redesperonismo.
org-
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73 Aquí ‘hegemonía’ es más que una categoría histórica útil y básica de la
teoría política clásica: define el terreno en el que una relación política está
realmente constituida (Laclau, 2000:57).
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ciedad civil y el estado74. Y de esos nueve “tipos ideales”, tres
se desarrollan con Perón como partícipe y, sostenidos en su
liderazgo, el aparato estatal y el apoyo de la sociedad civil.
En el primer modelo y que como veremos es el segundo tipo
ideal, hay hegemonía de los sindicatos, en el segundo aparece
la figura de Eva Duarte y en el tercero las fuerzas paramilitares
de derecha. Ahora bien, la caída del gobierno constitucional
de Juan Domingo Perón en 1955 servirá como punto de partida para estudiar el desplazamiento de un sector de militantes hacia el peronismo en el marco de una renovada cultura
política, que incluyó conceptos tomados del léxico de las izquierdas, como: “socialismo”, “vanguardia” y “lucha armada”,
que coadyuvaron a crear una subcultura de la izquierda peronista, cobijada en el camporismo-montonerismo (1967-1973).
Esa vertiente es el resultado de una tradición de resistencia
inmediata a una cultura política autoritaria en sus diversas
variantes dictatoriales que conlleva una pérdida de derechos
laborales y políticos, que solo puede ser revertido a fuerza de
las armas (o en sus términos “de los fierros”). Luego, fallecido
el líder y abandonada la “tercera posición”, Isabel Martinez de
Perón que encara un nuevo tipo ideal, ya definido como sostén
del modo de producción capitalista y de la innovación de las
técnicas y las políticas de contrainsurgencia, no solo combate
la insurgencia peronista autodenominada “auténtica”, sino que
se las incentiva como tándem funcional para fortalecer la inserción del isabelismo75 en las clases dominantes, estremecidas
74 A lo largo del texto se ocupará la palabra “Estado” con mayúscula
cuando se hagan referencias relativas al Estado nacional o al Estado como
categoría analítica. En el caso de los estados federales provinciales se utilizará, en cambio, la palabra “estado”.
75 A lo largo del texto se ocupará la palabra “isabelismo” al gobierno
de Maria Isabel Martinez de Perón, “Cafierismo” al periodo del llamado
“Renovación Peronista” llevada adelante por Antonio Cafiero (1922-2015)
en los ochenta del siglo pasado, “Menemismo” con respecto al gobierno de
Carlos Saúl Menem, al “Kichnerismo-cristinista” al periodo de gobierno
de los ex presidentes NestorKichner (1950-2010) y Cristina Fernandez.etc.
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por la puesta en discusión de la propiedad privada de los medios de producción y la guerra fría. A posteriori del terrorismo de Estado y luego de la derrota electoral de 1983, en 1987
se postula al cafierismo como un tentativa de modernización
de la acción política, a través del partido político justicialista;
después con el triunfo electoral de 1989: el menemismo como
expresión del conservadurismo que retornará a la lealtad y la
unidad detrás del líder y uso del sentido común; y en el Siglo
XXI: el kirchnerismo-cristinismo, como intento de restablecer
las reglas del capitalismo serio, distributivo y subordinado a la
transferencia de recursos fiscales del agro al mercado interno,
concluyen la cronología nuestro campo de observación.
La revolución como construcción imaginaria emancipatoria
Una de las características más complejas del proceso de instauración del peronismo, fue su acceso al poder democráticamente con el 52% de los votos en las elecciones de Febrero de
1946. El sujeto político que centraliza este proceso es un Coronel que reviste como profesor de historia militar, pero que
se destaca en el grupo de conspiradores masónicos llamado
GOU (Grupo de oficiales Unidos) quienes se proponen: eliminar la corrupción y el “fraude patriótico” de la década infame
(1930-1940), teniendo como telón de fondo el fin de la Segunda Guerra. Al respecto, enuncia el Coronel Juan Domingo Perón en la campaña de 1946:
“En la mente de quienes concibieron y gestaron la Revolución del
4 de Junio estaba fija la idea de la redención social de nuestra patria. Este movimiento inicial no fue una ´militarada’ más, no fue
un ‘golpe cuartelero’ más, como algunos se complacen en repetir;
fue una chispa que el 17 de Octubre encendió la hoguera en la que
han de crepitar hasta consumirse los restos del feudalismo que aun
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asoma por tierra americana.” 76
En ese sentido, y siguiendo a Horacio González, hay una
conceptualización totalitaria de la revolución que suma a los
obreros, el ejército y los campesinos para que enciendan la
“chispa” de la insurrección. De esta idea se deriva una visión
cuasi-leninista de revolución que posteriormente, adoptará el
maoísmo y el guevarismo en el continente americano, pero
que tendrá correlatos mundiales como: el kemalismo turco y el
nasserismo arábigo. Ahora bien, aunque el Siglo XXI se le niegue una ubicación como sujeto ontológicamente privilegiado,
ese actor por antonomasia es el ejército. Al igual que lo fue
el ejército rojo, quién junto a obreros y campesinos, hubieron
actuado en favor del “interés nacional” según el análisis gonzaliano. Entonces, en el pensamiento de Perón, una revolución
se hace porque estuvo “pensada”, puesto que no hay revolución
sin plan revolucionario. Al respecto dice: “una revolución la
realiza un ideólogo y cien mil propagadores o predicadores”.
En ese sentido, él se sitúa en el rol de ideólogo, por cuanto
cuando relata que el GOU lo cita y, le dice “Hemos escuchado
sus ideas… nosotros vamos a tomar el gobierno y usted va a
realizar cuanto nos ha dicho de la revolución social”. Y concluye así: “había pasado de ser ideólogo a ser realizador”, y había que: “preparar el plan desde el gobierno”, porque “…hacer
una revolución desde la oposición no es lo mismo que hacerla
desde el gobierno”77. Por otro lado, esta selección arbitraria de
frases de Perón como sujeto político, tiene por objeto postular
76 Juan Domingo Perón, “Discurso del Coronel Juan D. Perón en oportunidad de lanzar su candidatura el 12 de febrero de 1946”.
77 A mediados de 1971, Fernando Solanas y Octavio Getino realizaron
para el grupo Cine Liberación un largo reportaje a Juan Perón. La película, llamada “la Revolución Justicialista” incluye fragmentos musicales y
fotomontaje en las primeras secuencias. En ella el militar exiliado evoca
la doctrina y la práctica de la revolución. Este material fue exhibido, legal
o clandestinamente, en sindicatos, reuniones de militantes, agrupaciones
estudiantiles.
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su idea de una revolución burguesa con una fuerte redistribución del ingreso nacional en favor del proletariado argentino
y al industrialización metalmecánica, enmarcada en los planes quinquenales y nacionalización de los servicios públicos
y transportes. Para Perón, inaugurador de la lógica opositiva,
los enemigos de la patria son los grandes enemigos del pueblo,
puesto que todas las revoluciones en la historia mundial han
sido hechas por hombres que asumen las luchas de su pueblo
contra la oligarquía y los imperialismos dominantes. El punto a rediscutir es el uso del concepto revolución por parte del
populismo anticapitalista del último tercio del siglo XX, porque también el menemismo, como séptimo peronismo, usó el
concepto de “revolución productiva” para hacer exactamentelo contrario del segundo y tercer peronismos. Por último, discursivamente y ya en un nuevo siglo el abandono del concepto
de revolución se da con el kirchnerismo que adopta la noción
laclaudiana de “emancipación popular”.
Hipótesis
En efecto, la hipótesis que se esboza en este artículo será la
siguiente: el «peronismo» es inteligible a través de nueve nudos explicativos de “larga duración”, que se corresponden con
nueve correlaciones de fuerzas hegemónicas al interior de las
organizaciones políticas que componen el “movimiento”, y estos ‘nudos’ son:
1.
2.
49)
El pinedismo proto-peronista (1933-1943);
el laborismo bonapartista llamado “justicialista” (1943-
3.
el evitismo(1950-55);
4.
el camporismo-montonerismo(1967-1973);
5.
el segundo peronismo(1973-74);
6.
el isabelismo(1974-76);
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7.
el cafierismo(1987-89);
8.
el menemismo (1990-1999);y el
9.
el kichnerismo-cristinismo (2003-2015).
Eric Hobsbawm plantea que la mayoría de la población, léase: jóvenes y adultos, hombres y mujeres en el final del Siglo
XX crecen en una suerte de presente permanente, es decir, sin
relación orgánica alguna con el pasado (Hobsbawn, 1983).
Así, la posmodernidad genera una a-historicidad de los logros
del welfare state local y, la escuela neoliberal los piensa como
un incremento de la presencia del Estado. En este sentido es
destacable la idea populista y también neoliberal de hacer del
Estado un deus ex machina. Los estudios sobre el peronismo
del presente siglo no ayudan a contextualizar el pasaje a la
modernidad expresada por Gino Germani cuando mesura los
cambios sociales de mediados del Siglo XX. Esto es, el pasaje
de una sociedad rural y tradicional a una sociedad industrial y
urbana, que a la luz de los análisis empíricos y estadísticos, se
sitúan -como lo sugiere James- en una explicación del peronismo en su materialidad básica primitiva78:“el consenso acerca
de los avances económicos y sociales del primer peronismo en
beneficio e identidad de la clase obrera”79. Entonces, las gran78 “Sospecho que si nos impulsaran a explicar qué queremos decir por
identidad ‘peronista’, la mayor parte de nosotros (historiadores que escribimos sobre el peronismo) propondríamos una explicación fundada en referencias a una especie de escena primordial basada en los avances sociales y
económicos del primer peronismo, una suerte de explicación materialista
primitiva”(James, 2012:146)
79
Daniel James retoma el análisis de la clase obrera en base al articulación entre esta y el estado de bienestar, véase a Thompson, Edward Palmer, La miseria de la teoría, Crítica, Barcelona, 1981, p.19. Ya en otra obra
angular el autor refiere a esta concepción de experiencia pensada en articulación con el concepto de clase, como resultado de las relaciones tejidas
históricamente cuando “algunos hombres, de resultas de sus experiencias
comunes (heredadas o compartidas) sienten y articulan la identidad de sus
intereses a la vez comunes a ellos mismos y frente a otros hombres cuyos
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des masas de habitantes rurales inundan los grandes centros
urbanos y adhieren al líder, como el «hecho peronista»80 Por
otro lado, para estudiar el peronismo, este: ¿puede ser cortado
a fetas? 81 En rigor, son pocos los temas de la historia argentina
del siglo XX que hayan suscitado tantos “estados de la cuestión”, como lo ha hecho el peronismo. Sobre todo el denominado “primer” peronismo (1945-55)”. Así, como dice Omar
Acha, un estado de la cuestión es, a pesar de la objetividad
intereses son distintos (y habitualmente opuestos) a los suyos”, en Thompson, Edward Palmer, La formación de la clase obrera en Inglaterra, Crítica,
Barcelona,1989, p. XIV. En el mismo sentido, es significativo que tanto el
abordaje culturista-laborista de James como el estructural-funcionalista de
Germani anidan el resaltar las relaciones de producción y fuerzas productivas como estructurantes y explicativas.
80 “El éxito o el fracaso del intento de unir al país depende, en buena
medida, de cómo se interprete el hecho peronista”, eran las palabras de
Mario Amadeo (1956: 91) que resulta interesante no solo por ser la primer
referencia de la noción intelectual de hechura peroniana sino su clarividencia al publicarlo a solo siete meses del levantamiento que había puesto
fin al gobierno de Perón y a cinco del golpe de palacio que desplazó a los
nacionalistas -entre ellos al propio Mario Amadeo- del elenco gobernante
del nuevo orden.
150
81 “Le Goff, un connotado intelectual de la Escuela de los Anales especializado en historia del pensamiento medieval, publicó su libro póstumo
titulado ¿Es realmente necesario la Historia en rebanadas? (Éditions du
Seuil) en donde ensaya replanteos sobre el problema de la periodización
y la forma de comprender el pasado. Traído a nuestro tema, el Peronismo,
pareciera no ser ajeno a aquel planteo. Pareciera que hay que fraccionar
el peronismo, para ‘digerirlo’ mejor. ¿Es peronismo solo cuando el gran
líder vivió? Lo cual, acomodado en la academia, se entiende como el periodo argentino de 1945-1955 (algunos ven en él el 1° y el 2°) y el tercer
(1972-1973) e inmediatamente se sumergen en periodizaciones indeseables. Como si peronismo no fuera el sujeto que encaró el isabelismo, antes el evitismo, el camporismo y el montonerismo, luego el cafierismo, el
menemismo, el nestorismo y el cristianismo y via dicendo. A todos ellos le
introducimos la complejidad de lo jurisdiccional o como les gusta llamar a
estos actores mismos: lo territorial porque el peronismo es el dominio del
territorio (del territorio de las necesidades, dirán los anti-populistas, de “lo
federal”, dicen los pragmáticos-localistas).
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constatativa que su nombre sugiere [es] una operación performativa. Ahora bien, descripto el gobierno de Perón en sus dos
mandatos iniciales, la problematización aparece con fuerza en
el cuarto peronismo, dado en llamar: “camporismo-montonerismo” donde, en apariencia desaparece el nexo explicativo y
organizador, que se complejiza con el retorno al gobierno de
Juan Perón (1973-1974) y que torna evanescente al consenso intelectual para una explicación lineal de fenómeno. Y a la
aparición de este peronismo denominado “de la resistencia”,
se adhiere el mote de “montonerismo”, que surge de lo que el
mundo académico ha denominado “organizaciones político
militares” (Manghiatini, 2015, p.81) surgidas para hacer frente
a la cultura autoritaria militarista y golpista y pugnar por la
revolución socialista, y via dicendo. Y luego, en democracia,
la derrota del “cafierismo” como el arribo del “menemismo”,
no han sido explicados por el impulso del populismo emancipador como epistemológicamente construye Laclau (Laclau
2005, Baglieri 2011). In fine, el “kirchnerismo” es interpretado,
como modelo redistributivo concurrente con una tentativa de
reindustrialización y el auge del precio de las materias primas
al igual que en el periodo del proto-peronismo pinedista que
se ubica entre 1933 y 1943; como así también con la ampliación de derechos universales, y algunos aspectos negativos a
saber: la corrupción de la obra pública y el liderazgo autoritario. Con respecto al armado conceptual de Gino Germani,
del peronismo en clave transitiva desde una sociedad tradicional a una formación social moderna, César Tcach la desarticula académicamente, y presenta el análisis del “peronismo
periférico”, evidenciando algunos rasgos comunes, como ser:
permanencia de actores tradicionales, la centralización de las
decisiones y el escaso pluralismo político, constituyendo un
aporte novedoso y fundamental en el mapa interpretativo del
peronismo82. Además, el hilo invisible que conecta los ciclos
82
Macor, Darío y Tcach, César (eds.) La invención del peronismo
en el interior del país, edit. UNL, Santa Fe, 2003.
151
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o nudos del peronismo propuestos, adquiere dimensiones
como: la composición de clase, el tipo de liderazgo, el funcionamiento del partido, la composición sindical y el discurso/
semántica política. No obstante, hay escasos análisis comparativos de estos “ciclos” que nosotros llamamos, siguiendo a
Max Weber83 como ideal typus. Y con relación al peronismo y
su ausencia de comparabilidad, Melon Pirro y Quiroga (2014)
escriben:
“Los estudios sobre el peronismo, con algunas excepciones han
considerado períodos discretos en la historia de ese movimiento.
Las comparaciones, al cuidado de análisis de cambios y continuidades entre un ciclo y otro, son más bien escasas entre el primer
peronismo, el peronismo de la resistencia, el de los setenta, los
ochenta, el menemismo y el kirchnerismo. Sin embargo, existen
interrogantes comunes sobre sus formas de organización política
(...)84.”
La idea de estos autores es explorar algunos de interrogantes
para ensayar, no una historia de larga duración, sino una compilación de preguntas duraderas acerca de las prácticas políticas en el peronismo. En definitiva, qué es lo perdurable de las
83
Según Max Weber, el uso de estos conceptos es peculiar de las
ciencias humanas frente a las ciencias naturales. El científico social no debe
proceder como en las ciencias naturales; a saber, intentando sistemáticamente subsumir enunciados de observación bajo leyes generales, cuyo descubrimiento sería la finalidad de la ciencia, sino que debe dar explicaciones de eventos particulares a través de hipótesis que refieran a la relación
causal entre estos eventos y otros eventos particulares, porque es en el fenómeno particular en su singularidad, el evento-particular y no el eventotipo, en lo que está interesado el científico social; es decir, su objetivo no
es establecer leyes generales y entonces subsumir el fenómeno que se va a
explicar el caso particular, sino explicar el fenómeno qua particular. Véase
la discusión en “El carácter de los tipos ideales weberianos y su relación
con las ciencias naturales”, por Xavier De Donato, en Diánoia, volumen
LII, número 59 (noviembre 2007): pp. 151–177.http://www.scielo.org.mx/
pdf/dianoia/v52n59/v52n59a7.pdf
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84 Melon Pirro y Quiroga, 2014, p.11.
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Jacobinos sin revolución
prácticas políticas, convencionalmente llamadas peronistas. Y
con Germani se llega al concepto de masas, al que se objeta
desde una revisión historiográfica de la relación líder-masas
que, al “mirar” el desarrollo en la multiplicidad de jurisdicciones -heterogeneidad social, étnica y espacial- lleva a una
primera conclusión: no es que Perón quién decidía todo –esto
es una representación de la llamada agencia cero entre el ‘conductor’ y el ‘movimiento’- porque el estudio pormenorizado
de las segundas líneas de las élites peronistas provinciales nos
obligó a desarrollar un arco analítico local para ubicar el sustento del poder político en jurisdicciones específicas que contribuían a crear hegemonía y, pusieron en duda los términos
(nacionales) de bonapartismo, carisma o clientelismo como
series conceptuales estructuradas nacionalmente. Ahora, su
perspectiva teleológica explicativa, en última instancia, se presenta débil empíricamente; puesto que el enfoque discursivo
de la política de Laclau, nos permite repensar el marxismo y su
concepción de las relaciones sociales basada en una la estructura socio-económica que las subyace y que explica la totalidad del devenir histórico. Por ende, se buscan los significantes
flotantes en los nodos explicativos porque el análisis laclaudiano es incómodo para encontrar ejemplos históricos85. Veamos
pues un somero listado de los ideal typus en “construcción”.
85 De nuevo James “El propio Laclau no ha hecho mucho para hacerse
querer por los historiadores del peronismo. Su obra, aun en su encarnación original en Política e ideología en la teoría marxista, tenía escaso interés para el análisis histórico detallado o los estudios de casos específicos.
Si mencionaba ejemplos concretos de la historia argentina, lo hacía para
brindar una explicación más pormenorizada de Yrigoyen y el radicalismo
que del surgimiento del peronismo a mediados de los años 40. Esta actitud
ha persistido” (James, 2012, 144).
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I.El pinedismo proto-peronista
A fines de la década de los ’60 en la academia argentina con
una fuerte represión ideológica, se debatía sobre la naturaleza
de las transformaciones públicas y políticas que había dado el
peronismo. Al respecto, Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero no se dejaron encandilar por la propaganda a favor o en
contra del General y, para estudiar el fenómeno se situaron en
la denominado década infame. Allí verificaron e identificaron
que, en la Argentina posterior a la crisis de 1929, hubo una
alianza de clases entre: los capitalistas industrialistas, los ganaderos criadores y los sindicatos obreristas tendiente a crear
las bases para consolidar una zona industrial, urbana, moderna, llena de afiliaciones sindicales, logros salariales y convenciones colectivas. Estos actores colectivos entraron en disputa
con la Sociedad Rural Argentina. Entonces, la lucha obrera
tocaba el cielo por asalto con la toma de la empresa agroexportadora por excelencia: el frigorífico. O con la paralización
por huelga de las líneas ferroviarias y portuarias que obligaban
a las empresas exportadoras a compartir sus dividendos bajo
forma de salarios sectorizados. Así los hechos históricos, la
pregunta que surge es: ¿quiénes son los actores para Murmis y
Portantiero? Y la respuesta es: la Sociedad Rural Argentina, los
sectores burgueses y obreros industriales textiles, del rubro bebidas, alimentos y metalúrgicas (metalmecánica y artesanal).
El Plan Pinedo estaba en marcha con: la compra de cosechas
por parte del Estado para mantener el precio y la construcción
de obras públicas para multiplicar las actividades económicas
e incentivaban la industria; no obstante, las diferencias entre
las clases dominantes, y entre éstos y los sindicatos configuran
un escenario inaudito. Aparece allí el papel del Estado como
mediador entre los intereses de clase. Otras de las interpretaciones que sugerimos en la Cátedra es la de Robert Potash86,
154
86 Por razones de espacio no nos explayaremos sobre la meritoria tesis
del historiador R. Potash, TheArmy and Politics in Argentina.Stanfort Uni-
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quien explica la época incorporando al ejército como fuerza
política (y ya no solo como instituto) y, la visión posmoderna
de Patrik Dove, donde hay modernidad y conciencia social de
clase generada por los “trabajadores” en los “lugares” de trabajo. A modo de ejemplo, Dove (2011) sintetiza:
“Let me begin this outline by identifying a key social conflict that
sets the stage for populism in 1940s Argentina. While Argentina
entered the 20th century with a thriving agroindustrial economy
that ranked among the ten largest in the world, the country’s elite
was slow in extending political rights to marginalized groups, including a growing number of industrial workers. Universal male
suffrage was granted in 1912, but after two election cycles the representative political mechanisms were interrupted by a military
coup in 1930 followed by a series of authoritarian regimes. The
period from 1930-43, which became known as “the Decade of
Infamy,” saw widespread corruption, the outlawing of opposition
political parties, and the erosion of what little legal protection had
been won for workers in the workplace”87.
Lo destacable del abordaje de Dove es que ubica, en un proceso acontecimental previo a la llegada de Perón a la presidencia, al lugar-espacio de trabajo (con sus convenciones colectivas, protecciones legales, identidad sindical) como el ámbito
natural desde donde se denuncia a una cultura autoritaria que
pretende cercenar derechos laborales.
versity Press, 1969.
87 Dove, P.; “Political Philosophy: On the (non)ground of the political”,
Indiana University 2011.
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II. El laborismo bonapartista o «justicialismo»
(1943-1950)
-Hablen tranquilos. ¿Cuál es el problema? Hablá vos Tedesco.
El Coronel lo va a entender mejor.
-Bueno…
-¿Usted es Tedesco? Hijo de italianos
¿No?
-Si, Coronel.
-Ya me parecía. ¿Qué pasa Tedesco?
-Muy sencillo, Coronel Perón: mucho
laburo y poca guita.
-Eso está claro. ¿Dónde?
-Trabajamos de noche en… Nos pagan
tres (3) pesos con treinta cada noche.
-¡Qué barbaridad! Enseguida lo arreglamos. Haré llamar a los dueños de la
fábrica para que se haga un convenio de
parte con ustedes. ¿Cuánto quieren ganar?
-Nos tiramos a 3 pesos con treinta y
tres pero lo justo sería 3,50 por noche.
-Todo va a andar bien. No puede ser
que todavía se explote así a los trabajadores.
-Gracias Coronel.
-Tedesco usted quédese. Los demás
pueden irse y tengan confianza…
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[Diálogo entre Mariano Tedesco, fundador de la Asociación Obrera Textil (AOT)
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y el Secretario de Previsión Juan Perón, en
Daniel James, Resistance and Integration.
1988, Cambridge University Press, p.45]
Daniel James nos trae este diálogo para introducir una visión
humana y de escala individual de los complejos procesos de
mediación y conflicto en la modernidad argentina de mediados del siglo pasado; sin embargo, este periodo 1943-1950 se
puede entender mejor, a través del trabajo de Gino Germani
publicado y, entendido como una saludable y académica polémica con Portantiero y Murmis. Así, -según Germani- el
peronismo en su pasaje de una sociedad tradicional y rural a
una sociedad moderna y urbana ha introducido a la Argentina
en la modernidad occidental. De hecho, Germani afianza esta
idea con un complejo y detallado dispositivo estadístico para
explicar el periodo. Así demuestra el desarrollo de un fuerte proceso de industrialización junto a una masiva migración
interna que trajo aparejada una sociedad rioplatense integrada por nuevos ciudadanos a los cuales el régimen acompaña, imitando a cualquier estado de bienestar mundial, en sus
conquistas laborales y sociales. En este sentido, la parte más
polémica en la obra de Germani, es la distinción que realiza
entre “viejos” y “nuevos” militantes sindicales. Los primeros
responderán a una tradición sindical socialista, mientras que
los segundos adoptaran una visión laborista dependiente del
liderazgo, al que se denomina heteronomía, es decir, la pérdida de autonomía de las masas (Germani, 1969,1974).
No obstante, el “nociolo” de la investigación germaniana, su
excelente trabajo estadístico sobre la base del Censo de 1947,
tendiente a desentrañar las “masas” peronistas, es decir, la
composición de la clase social que apoya al peronismo, sigue
siendo invalorado. Por otro lado, al analizar las migraciones recientes se pone en evidencia que, entre 1935 y 1946, migraron
unos cuatrocientos mil argentinos, sin embargo, entre 1947 y
1949, lo hicieron un millón y medio de personas; y de estos
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migrantes el 50% tiene menos de cinco años de residencia y
el 63% proviene de migración interna. Además estos obreros,
de origen rural y de una sociedad tradicional, se insertaron
en una estructura económica que no solo cambia cualitativa y
cuantitativamente: la PEA (Población Económicamente Activa) sino también el PBI (Producto Bruto Interno). Al respecto, Germani lo ejemplifica, en lo que se denomina estructura
administrativa estatal educativa, y es la burocratización del
servicio educativo como característica de la sociedad moderna y, como signo de una gradual modificación de la composición de las clases bajas, por movilidad social y por integración
efectiva a lo que hoy se llama: el sentido de pertenencia. Así
las cuestiones, en el campo académico, uno de los principales
debates sobre el populismo es: la disputa por su definición.
Con relación al particular, Germani identifica algunas características centrales: “As a form of governance, discourse, and
political representation, populism posits and fosters division between ‘the people’ and ‘the oligarchy’”. Es decir, Germani postula
una lucha entre el bien (el pueblo) y el mal (el anti-pueblo),
y la relación directa entre el líder y sus seguidores por sobre
las mediaciones institucionales. En Siglo XXI, y aún con tensiones con instituciones de la democracia liberal y los agentes
del mercado, los gobiernos llamados populistas han obtenido
buenos resultados en cuanto a la reducción de la pobreza y la
desigualdad en la región marcada por inequidades históricas y
estructurales. Además, y por afuera de la materialidad básica
—que une a liberales y marxistas en su análisis de la economía
de base privada como generadora de riquezas y en las variantes para distribuirla de tipo populista— hay nuevas epistemes
interpretativas tan sugerentes como posmodernas. Una de
ellas es la relación entre el peronismo y la estética que el mismo plantea como universo simbólico popular e identitario que
otorgan valencia simbólica a las construcciones imaginarias.
Al respecto, D. James ( nos ilustra:
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“(…) como los nuevos enfoques entre Peronismo y estética pugnado por Patrick Dove, que enseña literatura latinoamericana en
la Universidad de Indiana. En un trabajo reciente (Dove, 2011),
él se concentra en dos momentos de los sucesos del 17 de octubre.
Ambos están representados por textos culturales. El primero se
centra en la famosa escena representada por la hoy icónica imagen de ‘Las patas en la fuente’. Sobre la base del análisis que hace
Jacques Rancière de la política y la estética (y su crucial interrelación), Dove interpreta la imagen en términos de las categorías
de desacuerdo, política y policía, de importancia crucial en el filósofo francés. En un sentido fundamental, para Dove la imagen
representa la irrupción de la política propiamente dicha, la aparición de la ‘parte que no tiene parte” que trastorna la distribución
dominante de lo sensible, el cálculo social hegemónico que hasta
entonces sostenía la sociedad argentina”.
Afiche de la Secretaria de Trabajo, s.f. Fuente: Archivo General de la Nación.
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III. El evitismo
Los estudios de Marysa Navarro88 son descriptivos de lo dado
en llamar el tercer peronismo. En este orden, el ingreso de la
mujer a la vida política argentina ha sido el significante ineludible y la investidura afectiva radical de este peronismo. En
este sentido, es significativo como la demanda particular de
democratización expresada en la apertura al voto femenino
son canalizadas como una reivindicación propia de la figura
de la primera dama, quien sin abandonar completamente su
particularidad, comienza a funcionar también como un significante que representa a la cadena como una totalidad. Nuevos
estudios episódicos muestran los límites de la acción social reparadora89 sin olvidar que este tipo de peronismo está inmerso en las mejoras sustantivas de indicadores sociales como el
incremento de las tasas de alfabetización, la evolución de los
índices de analfabetismo, tasa de mortalidad infantil, matriculación universitaria, número de camas hospitalarias, el incremento del salario real y la cobertura en salud, el salto de los
número de afiliados del sistema previsional, etcétera.
IV. El camporismo montonerista
En términos hegelianos el cuarto peronismo puede ser entendido como el zeitgeist o espíritu de una época, que se sitúa desde la construcción de la resistencia, la guerrilla, y la
exasperación del conflicto sindical entendido como armado,
lucha política y configuración identitaria de las organizaciones político militares para confrontar con una cultura dictato88 Navarro, Marysa, “Evita” en Juan Carlos Torre (Dir) Nueva Historia
Argentina Los años peronistas (1943-1945), Sudamericana, pp. 313-357.
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89 Véase a Carolina Barry, “Mujeres en Tránsito”. En Barry, Carolina:
Karina Ramacciotti y Adriana Valobra (compiladoras) La Fundación Eva
Perón y las mujeres: entre la provocación y la inclusión. Buenos Aires, Biblos, 2008
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rial encabezada por el ejército. Esta visión de ninguna manera
pretende presentar al oponente como quietista o conservador,
sino como una derecha proactiva que busca en forma continua forzar los mecanismos para trasladar la represión desde
la legalidad constitucional, a un sofisticado mecanismo de inteligencia y muerte. Con relación al periodo definido como
anticapitalista forjado en la resistencia y nostálgico de aquel
primer peronismo, que se manifestó cuando un sector de la
Confederación General del Trabajo de la República Argentina (en adelante CGT) empezó a negociar con los factores de
poder, Daniel James sostiene que la IP (identidad peronista)
irrumpe episódicamente: 1) en 1959-60 con la línea dura sindical dirigida por Andres Framini90, que rechazó el proyecto integracionista del frondizismo91; 2) en 1964-1965 para sumarse
a las sesenta y dos (62) Organizaciones Peronistas de Pie Junto
a Perón, y oponiéndose al proyecto vandorista92; 3) en 19681969, para formar la CGT de los Argentinos contra la claudicación del vandorismo frente al gobierno de Onganía. Fue en
este período cuando con el apoyo de Perón a las “formaciones
especiales” adquieren presencia dentro del movimiento, pero
limitada a las iniciativas de Perón para apoyarse en los sectores
opuestos al laborismo vandorista. Así este peronismo volvía a
congregar a un pequeño número de agrupaciones y sindicatos a través de una serie de programas antiimperialistas como
90 Andrés Framini, (1914-2001), fue un dirigente sindical y político
argentino. En 1962 fue elegido gobernador de la provincia de Buenos Aires pero presionado por los militares, el resultado fue desconocido por el
Gobierno del Presidente Arturo Frondizi, quien a su vez resultó derrocado
por un golpe militar pocos días después. Fue secretario general de la Asociación Obrera Textil entre 1951-1955 y 1959-1968.
91 Arturo Frondizi (1908-1995) fue un abogado, periodista, docente y
político argentino, que fue elegido presidente de Argentina y gobernó entre
el 1 de mayo de 1958 y el 29 de marzo de 1962.
92 Augusto Timoteo Vandor (1923-1969) fue dirigente sindical del gremio de los metalúrgicos.
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Huerta Grande en 1962 o la Declaración de Tucumán en 1966.
V. El “segundo” peronismo (1973-74); y el VI. Peronismo o “isabelismo” (1974-76)
En este acápite se agrupan el quinto (V) peronismo, que transcurre entre la entrega del poder de Cámpora a Perón hasta su
fallecimiento; y el sexto (VI) peronismo centrado en la figura
de la riojana Isabel Martinez de Perón, y que por cuestiones de
espacio se remite, in totum, al artículo de Maristella Svampa93.
Este es tal vez uno de los nudos más débiles del esquema interpretativo aquí propuesto. El interrogante que acomete es ¿por
qué dos nudos?, ¿acaso, no habría una relación de continuidad
entre el presidente fallecido y su vicepresidente? En rigor, y
aunque haya que seguir indagando, el populismo peronista es
tensionado por el conflicto entre: la variante camporista y la
versión isabelina con el evidente triunfo de la segunda sobre el primero. Esto se puede observar con la nueva alianza
de clases que se materializa cuando José Ber Gelbard94 sale del
Ministerio de Economía argentino y provoca una ruptura de
la cadena de equivalencias que había sostenido las respuestas
a las demandas organizadas.
VII. El Cafierismo
En 1984, y a una década del fallecimiento del líder ocurrido
en 1974; el peronismo continúa generando interpretaciones
contradictorias dentro de la filosofía política, la ciencia política y la historiografía. Por caso, algunas veces problematizan
93 Svampa, Maristella, “El populismo imposible y sus actores, 19731976” , en James, Daniel (Dir) Nueva Historia Argentina, Tomo 9, Sudamericana, Buenos Aires, 2003, pp.398-426.
162
94 José Ber Gelbard (1917-1977) fue un empresario y activista comunista de la Argentina que fue ministro de Economía durante la tercera presidencia de Juan Domingo Perón y Héctor Cámpora.
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sobre el cómo otros líderes nacionalesy populares o, simplemente populistas, al igual que Juan Perón (1895-1974), tales
como el brasileño Getulio Vargas (1882-1954) o el mexicano
Lázaro Cárdenas (1891-1970), no han pervivido políticamente a sus desapariciones físicas. En efecto, este peronismo post
isabelino, denominado “cafierismo”, se define como una tentativa racional de organizarse como partido político moderno. Al respecto, el académico Carlos Altamirano describe este
periodo trayendo palabras del entonces diputado cafierista,
German Abdala:
“Nosotros quisimos ser la conducción del verdadero peronismo,
pero en esto hay que ser sinceros: hemos perdido. En las elecciones
de 1991 quedó demostrado que el Partido Justicialista como estructura es la que gobierna el país, y el peronismo que intentamos
expresar es ya solo un dato histórico”95.
Entonces, los años de proscripción y la adultez del líder permitieron que el peronismo estuviera sustraído de las reglas de
la competencia interna y, solo conociera una disputa sin reglas.
Por ello, el cafierismo con el “Grupo de los Ocho” y la llamada “renovación peronista” intentaron, mediante el llamado a
elecciones internas elegir candidatos desde una normalización
democrático-partidaria. Pero como advierte Ernesto Laclau,
los “significantes flotantes” en la construcción de la identidad
popular una vez que la presencia de una frontera estable se da
por sentada, aparece: el significante vacío, y los desplazamientos de esa frontera hacia “flotantes” se dan, en este caso, por la
disputa contra-hegemónica; y aun forzando el análisis de la demanda insatisfecha, la cadena de demandas contra-hegemónicas será encabezada por un caudillo provinciano que, a priori,
era la antítesis de condición misma de posibilidad de unificación. Entonces, la estructura representacional compleja per se,
que es el peronismo, adquiere una nueva dimensión territorial
95 Altamirano, Carlos. Peronismo y cultura de izquierda, Buenos Aires,
Siglo XXI, 2011, p.129.
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o regional. Al respecto, es de destacar el trabajo editado por
Macor y Tcach como resultado de diversos abordajes sobre
este movimiento desde una perspectiva federal para alcanzar
una interpretación que supere las fronteras de la Buenos Aires
industrializada y repoblada por migrantes provenientes del interior. En rigor, el enigma peronista, como centro del trabajo
inicial realizado por los editores, hace las veces de introducción y, comienza refiriendo la presunción de in-clasificación
de la política argentina, extensiva al peronismo, que “habría
sido un movimiento único, original, extraordinario, reacio a
las clasificaciones y marcos teóricos de las ciencias sociales”.
Ergo, a pesar de esa pretendida in-clasificación, y valiéndose
del mito originario del peronismo, los autores evidenciarán su
clara cercanía con una visión acrítica del populismo. Con relación al tópico escriben: “en términos elementales, un pueblo
al que no se le reconocen clivajes de clase y un líder taumatúrgico que es portador de una promesa mítica”96. A posteriori, y
fallecido el líder, aparecen un conjunto de caudillos provinciales, a saber: Carlos Saúl Menem en La Rioja; Jorge Obeid
en Santa Fe; Adolfo Rodríguez Saá en San Luis; Néstor Carlos
Kirchner en Santa Cruz, entre otros, que han desdibujado la
unicidad de interpretaciones respecto al “primer” peronismo
(1945-55), acaso en una suerte de disputa por la herencia simbólica e ideológica del enigma peroniano. Y para el pensador
Horacio González, esto de los nueve peronismos no sería más
que un alarde de imaginación, una especie de reedición sospechosa de ilustración rioplatense revestida de pensamiento
posmoderno. En este sentido, los intelectuales forman una especie de cofradía quirúrgica en las postrimerías del campo de
batalla tratando de juntar los cadáveres políticos (como metáfora médica). El pensamiento gonzaliano no avala la primitiva
explicación materialista, por medio de cual: “los peronistas,
son tal cosa porque recibieron o reciben algún beneficio a sus
demandas”, ni otra explicación “despersonalizada” como pre164
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Macor, p.5.
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tende este artículo, sino que son otros autores y actores como:
Juan Domingo Perón, John William Cooke, Cipriano Reyes y
Rodolfo Walsh, a quienes, Horacio González ubica como sujetos «cruciales» en el ensayo “El peronismo fuera de las fuentes” (2007), quizá una especie de búsqueda de la catolicidad
de la santísima trinidad por fuera de los concilios. En suma,
en éste título González promete vertebrar las “peripecias” del
nombre “peronismo” (es una palabra pero también una palabra evocadora de sentido) como secuencias de debates y debatientes, tales como: Antonio Cafiero, Carlos “Chacho” Álvarez,
Carlos Saúl Menem, Fernando “Pino” Solanas, Néstor Carlos
Kichner; porque el peronismo es eso: nombres públicos, o más
gonzalianamente, personas públicas. Entonces, el populismo
solo tiene sentido si hay nombres propios o personas físicas
identificables. Por ello, el peronismo se referencia en imágenes, discursos, y símbolos de los herederos del líder. En la misma línea se puede arriesgar al fenómeno de marras como un
constructo de sentido y pertenencia.
VIII. El menemismo
El arribo de Carlos Saúl Menem a la Casa Rosada como Presidente de la Nación se da en un contexto de creciente derechización del mundo. Como preludio a este octavo peronismo,
en la década del ochenta Ronald Reagan llega a la Casa Blanca en EEUU; Margaret Thatcher al poder en Gran Bretaña y,
el Papa Juan Pablo II (Karol Wojtyla) al Vaticano. Y en año
1989 se produce la caída del Muro de Berlín. Así, el menemismo como octavo peronismo se caracteriza por un fuerte
liderazgo carismático, una desproletarización del peronismo
y la internacionalización de las empresas en manos aún de la
burguesía nacional. Los acontecimientos políticos de la época
como el arribo al poder de los Bush, padre e hijo, adoptando la
orientación neoconservadora y republicana del acontecimiento, han sido confundida por estos lares con el pragmatismo de
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la realpolitik. Entonces, a diferencia de la lógica opositiva, se
postula un esquema de incorporación de lo potencialmente
opositor para hacerlo eventuales beneficios en la asociación.
Los casos de las negociaciones por Malvinas, la reforma del
Sistema de Pensiones y la privatización de empresas estatales
de servicios y transporte son los ejemplos elocuentes. Y ante
la indiferencia generalizada de las organizaciones sindicales y
sus afiliados, el menemismo privatiza las empresas públicas; y
a cambio de aceptar las citadas privatizaciones, les ofrece participación porcentual en las futuras sociedades, haciendo a los
líderes sindicales nacionales y provinciales socios capitalistas
de las empresas, a pesar de los despidos masivos y los ajustes
de preventa. Este análisis preliminar presupone un énfasis en
la agencia humana y, una voluntad política en el devenir de
los acontecimientos. De nuevo, en términos laclaudianos: Perón, Menem, Kirchner o Fernández de Kirchner, ¿eran quienes decidían todo? O él es el líder que, ante la imposibilidad
popular de emancipar todas las demandas, enajena su acción
que para el populismo es una mismidad coherente y unificada
en la figura estable de significación llamada “líder” y “pueblo”.
Por caso: el establecimiento de la convertibilidad o paridad
cambiaria: un peso argentino convertible y equivale a un dólar
estadounidense. Así, Menem establece a través de su Ministro de Economía de raigambre liberal, Domingo Felipe Cavallo un complejo intercambio de la base monetaria nacional a
su equivalente monetario estadounidense como una medida
tendiente a empoderar al sujeto común o, al pueblo ante las
clásicas demandas de aumento de salarios y ataque a la inflación. Entonces, el populismo menemista construye en este
ejemplo, la equivalencia de la moneda argentina con la moneda norteamericana, una ¿ficta? patrimonialización de todos
los bienes e ingresos en moneda “durable” para todo el “pueblo” obrero, empresario, pequeño propietario, gran capitalista,
cuyo escandaloso alcance aún es difícil de medir y de mixturar (como sistema estable de significación). Otro punto de
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reflexión de este armado nodales: ¿cómo periodizar el octavo
peronismo? Acaso, ¿cuándo Menem asume en la casa Rosada?
¿O es posible pensarlo antes de la asunción de la presidencia?
En fin, lo menemista se puede historiar desde 1973 cuando ese
abogado hijo de inmigrantes sirios, asume su primer mandato
como Gobernador de La Rioja en San Antonio –la casa natal
del histórico caudillo Juan Facundo Quiroga- y, con el telón
de la bandera de Montoneros y las FAR -Fuerzas Armadas Revolucionarias-, y como dato histórico contradictorio se puede
agregar el veto a la Ley de expropiación del latifundio Azzalini97. O bien, se puede hacer una cronología de vida pública de
Menem hasta la privatización de ENTEL y Aerolíneas Argentinas, etc98. En nuestro caso, lo interesante es la proximidad y
el localismo: nos une la riojanidad. Luego, se puede invocar
a Jacques Ranciere para entender este tipo de peronismo. Al
respecto, Ranciere ha sido utilizado por Dove (2011), James
(2012), Laclau (2008) para explicar el populismo argentino
entendido como política y estética. Por ende, si se aplica su
episteme, no se está intentando “explicar” a Menem sino focalizando imágenes que representan símbolos identitarios, o
instantes privilegiados como fragmentos y pasajes de una obra
(artística) siempre en movimiento. Entonces, sin prolegómenos se llama aquí a dos fotografías; a saber: la primera, sin
fecha ni lugar pero que dio a Carlos Menem al entonces periodista Gustavo Beliz en 1986 para su libro Argentina hacia el
año 2000 (Beliz: 1986). Y la otra foto, la ubicamos en el libro
de Carlos Menem (pero de dudosa autoría suya) titulado Universos de mi tiempo (Menem: 2009).
Al respecto Carlos Menem dijo en Julio de 1985 en el IV
Congreso de Federalismo Argentino: “El mundo español,
vencido antes de poder evolucionar, fue la barbarie. El modelo
97 Mercado Reynoso, Adrián, El hereje. Angelelli, un obispo entre la
construcción y la delación, Turmalina, Buenos Aires, 2013.
98 Verbitsky, Horacio, Robo para la corona, Planeta, Buenos Aires, 1992.
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anglo-frances, adoptado por las jurisprudencias nativas, fue la
civilización. La civilización engendró clases dominantes”99, rodeado de Fermín Chávez y de José María Rosa, dos exponentes historiadores y representantes del revisionismo argentino,
Dicha literatura y narrativa histórica se estructuraba en una
noción el colonialismo externo revertido en colonialismo interno y, culminaba en una estratificación social producida por
el empobrecimiento de ese interior subordinado y expulsor de
población. La desigualdad regional argentina ponía de manifiesto la dependencia, que se traducía en un a acentuación de
las diferencias de clase: la oligarquía portuaria al servicio del
imperialismo, y el “pueblo” único sujeto posible defensor de la
soberanía.
La segunda foto es de 16 años después. Con George Bush
padre y Bush hijo jugando al golf en Houston, Texas, EEUU,
después de haber participado en la Cumbre de Petróleo y Gas,
también llamada de Energía. “En 1999, Menem y Bush padre
se vieron dos veces, en Argentina y en los Estados Unidos.
Foto del historiador José María Rosa, Carlos Menem y
el historiador Fermín Chávez en el Congreso de Federalismo Argentino, Córdoba, 1985. Fuente: Beliz, 2000.
168
99
Gobierno de la Provincia de La Rioja, Mensajes, discursos y conferencias del gobernador de la Provincia de La Rioja Dr. Carlos Saúl Menem 1983-1987, Buenos Aires, Subsecretaria de Prensa y Difusión, 1987, p.
128.
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En ambas jugaron al golf. En el país norteamericano se sumó
George Bush hijo, que había sido reelegido como gobernador
de Texas y se encaminaba a ser candidato a presidente, cargo
que conquistaría en 2001. La relación, como había dicho alguna vez Neil Bush, era sólida con toda la familia”100.
Foto del gobernador George Bush (hijo), el presidente argentino Carlos Menem y el presidente de
EE.UU., George Bush (padre) en Texas, EE.UU.,
1999. Fuente: Menem (1999 192.
IX El kichnerismo o cristinismo
Cuando en el año 2000, en Londres se publicó un libro llamado Contingency, Hegemony, Universality, la autora Judith
Butler101 ponía en duda que la existencia de sujetos pre-constituídos (políticos, sindicatos, partidos, estudiantes, etc) en las
100
Infobae, Buenos Aires, 01/12/2018, p. 9. Recogido en https://
www.infobae.com/politica/2018/12/01/golf-negocios-y-apoyo-internacional-las-relaciones-carnales-de-menem-y-george-h-w-bush/
101 Butler, Judith, Ernesto Laclau y Zizek, Slavo. Contingency, Hegemony, Universality. Contemporary Dialogues on the Left, Verso, Londres,
2000.
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coyunturas contestatarias. Epistemológicamente se preguntaba si Lacan y la constitución de la intersubjetividad iba acompañada (era compatible) con la idea de Gramsci de hegemonía
y contra-hegemonía. En definitiva, se estaba preguntando si la
constitución de la subjetividad requiere de sujetos activos preconstituidos y de condiciones objetivas de estructuras opresivas. Así, Laclau será el anclaje teórico para disputar -porque la
disputa es construcción- la renta agraria con los “oligarcas” o
representantes del campo en la famosa disputa de la Resolución 125, de la estatización de empresas estatales y la defensa
de una política de la memoria histórica reciente con el fortalecimiento de la política de derechos humanos. En una reinvención de una tradición, el pueblo, retornaba ahora como “sujeto” de una política “emancipadora” y soberanista. Por último,
el noveno peronismo estaría emparentado con el kirchnerismo que, al igual que Menem, viene de una provincia marginal
en la vida política nacional y no obstante, logra hegemonizar
los significantes flotantes (elecciones republicanas y orden
constitucional relativamente sólido) para perpetuarse más de
una década al frente del ejecutivo. En suma, el pasaje identitario del cafierismo al menemismo no es de fácil identificación
en lo que respecta a la lógica de las identidades colectivas. Lo
propio acontece entre el menemismo y el kirchnerismo. En rigor, aún hay mucha tela que cortar respecto a la posición de
éstos frente al gran capital. No se sabe de forma fehaciente que
aconteció con la plusvalía cuando se dolarizó la economía, con
la equiparación legal del peso frente al dólar estadounidense.
Así, la moneda peso (con Menem), o las retenciones a la renta diferenciada del complejo agroexportador pampeano (con
Kirchner). Entonces, como si la historia reciente obnubilara,
lo que ocupa el centro de la escena es lo político subordinando
las demás esferas del conocimiento.
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X. Algunos comentarios finales
Para finalizar se explicita que los nodos son explicativos y
no episódicos; sin embargo el acontecimiento va acompañado de una lectura de la Rechtspraxisperoniana y del ejercicio del poder estatal. Y por regla, el populismo (aquí usado
como sinónimo de peronismo) emerge de la particularidad y
deviene con efectosuniversalizadores -en otras palabras construye- cuando ocupa la cúspide del Poder Ejecutivo Nacional
-el Estado Nacional o Provincial-. Y situacionalmente, la década de gobierno efectivo del Estado argentino de Juan Perón
(1945-1955/1973-74) se emparenta con la década de Menem
(1989-1999) y con la década del kichnerismo (2002-2012), infravalorando la experiencias de estos dos últimos en la gestión
provincial de La Rioja, y municipal y provincial de Santa Cruz.
No sabríamos entonces si hay expertise o contingencia, o ambas cosas a la vez. O como dice González son solo personas
adscriptas a un ideario peroniano.Y en términos de Laclau,
podría decirse que estos últimos dos tipos ideales de peronismo, han llenado, cada uno en su década, el significante vacío
en pos a emancipación popular, no sin ser ajenos a la polémica
planteada por el pensamiento laclaudiano en el sentido que no
existe en el populismo una racionalidad ontológicamente preconcebida, es decir, no tienen que hacer esto o aquello para ser
populistas. Se puede enunciar que Perón, Menem y Kirchnersobre significa(n) el significante vacío qué, en palabras borgianas, estuvieron constituidas con un carácter escénico “hechas
de necesidades y fábulas para el consumo de los patanes”102 . En
otras palabras, estos líderes llevan adelante una construcción
hegemónica -en sentido gramsciano- y una relación equivencial que no tienen que ver con ninguna racionalidad intrínseca
(económica- político/institucional) que los sitúe por un afuera del peronismo y del modo de producción capitalista. Estos
102
Jorge Luis Borges: “L’illusioncomique”, en Sur, N° 237, Buenos
Aires, noviembre-diciembre de 1955, pág. 9. Extraído de Macor, Darío y
Tcach, César, La invención, p. 6.
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liderazgos no son únicos ni excluyentes a otros concurrentes
como el de Héctor Cámpora, Isabel Martínez de Perón o Mario Firmenich, etc. En rigor, en la elaboración discursiva de la
Razón populista son y serán casamatas defensivas identitarias
de lo que la intersubjetividad denomina peronismo. Para decirlo con palabras de Laclau:
“Nuestro intento no ha sido encontrar el verdadero referente del
populismo, sino hacer lo opuesto: mostrar que el populismo no
tiene ninguna unidad referencial porque no está atribuido a un
fenómeno delimitable, sino a una lógica social cuyos efectos atraviesan una variedad de fenómenos. El populismo es, simplemente,
un modo de construir lo político” 103
En definitiva, el planteamiento de “los nueve peronismos”,
sitúa en la centralidad a lo político,entendido como poder público, en una alegoría de una historia cíclica como tirabuzón,
para adentrarnos involuntariamente en las marismas del posmodernismo. Sin “clases sociales”, sin “derechas” ni “izquierdas”, el peronismo escapa, así, a la metáfora arbórea que tan
bien describen los dispositivos organizacionales en donde hay
aspectos centrales y otros complementarios aunque formen un
todo. Y siguiendo con esta metáfora, en general, se considera
que existe un conjunto de hitos troncales que conforman al
peronismo, a saber: lo conforman: “17 de Octubre”, Eva Perón,
los sindicatos, etc. Y del mismo se desprenden las ramas del
árbol: “Montoneros”, “sueldo anual complementario”, “industrias Kaiser Argentina S.A.”, etc. En contraposición con esta
idea, se propone con los “nueve peronismos”, otra perspectiva
de análisis, que pone el foco en la estética y el poder inmerso
en la lógica de acción colectiva. De este modo, puede concebirse al peronismo como una metáfora animal: “la manada de
animales” que se desplazan por el bosque comiendo los frutos
silvestres que encuentran a su paso. La metáfora animal sigue,
y como eventuales científicos naturistas, no debiéramos inten172
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Laclau, Ernesto, La razón populista, p.11
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tar historizar, ni analizar su ADN, ni describir sus jerarquías,
sino centrarse dialécticamente en su espíritu de grupo y en su
lógica de acción colectiva.
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