Relaciones Internacionales
nº 55/2018 – (269- 273)
ISSN 1515-3371
Reflexiones
La presidencia argentina del G20
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Pedro Villagra Delgado
La crisis financiera que afectó a países asiáticos y luego a Brasil a fin de la década
de 1990, llevó a que en 1999 los miembros del G7 (los países más desarrollados del planeta: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido), propusiesen la creación de otro grupo de países que incluyese a las otras economías más significativas del planeta, convencidos de que la estabilidad y la gobernabilidad de las finanzas
y la macroeconomía globales no podían ya decidirse ni garantizarse sólo con el concurso
de los primeros. Era menester crear un ámbito de diálogo, cooperación y de toma de
decisiones que fuese más allá y que incluyese a las principales economías emergentes,
cuyo dinamismo se había vuelto crucial para el funcionamiento de todo el sistema.
En esa instancia inicial el G20, se creó a nivel de Ministros de Finanzas y Presidentes de Bancos Centrales y lo integraron los miembros del G7 más Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, China, India, Indonesia, México, República de Corea, Rusia, Sudáfrica,
Turquía y la Unión Europea.
Los miembros del G20,representan en su conjunto aproximadamente el 85% del
Producto Bruto global, alrededor del 75% del comercio, el 65% de la población y un porcentaje similar de la masa geográfica del planeta. Estos países han jugado, además, un
papel sistémico muy importante en la elaboración de las normas o prácticas que rigen
hoy a la comunidad internacional, desde luego con mayor o menor influencia en los distintos procesos conforme a su peso específico económico, político, estratégico o institucional, pero todos con una activa participación donde esas normas fueran elaborándose,
sean éstas vinculadas a la economía o el comercio, al desarme y la no proliferación, a los
derechos humanos o el derecho internacional, a la regulación de los espacios globales
comunes o a la cooperación internacional y a las que hacen a la resolución de conflictos
internacionales.
Puede afirmarse que la combinación de países que lo integran es correcta y representativa en función de los criterios señalados, aun cuando el G20 no se arroga representación alguna de quienes no lo integran.
La práctica por la que cada Presidencia incorpora durante su mandato a otros países a participar de las actividades del Grupo como invitados, sea a título individual o en
representación de foros regionales y mantiene además contactos de acercamiento con
otros países o grupos de países, es con el objeto de informarlos de los temas que componen la agenda del G20 y sus objetivos. Estas invitaciones y contactos complementan el
mecanismo para que las visiones de quienes no están sentados a la mesa sean tenidas en
cuenta y constituyan aportes sustantivos al debate y las acciones que se adopten. La
Presidencia argentina ha invitado a participar de las labores del G20 este año a Chile y a
los Países Bajos, así como a Jamaica en representación de CARICOM, Singapur por ASEAN, Rwanda por la Unión Africana y Senegal por NEPAD.
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Embajador, Sherpa argentino del G20
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Pedro Villagra Delgado
Al producirse la crisis global financiera en 2008, se decidió elevar el G20 a nivel de
líderes porque se consideró necesario adoptar decisiones políticas para dar respuesta a
una de las mayores crisis que haya tenido lugar nunca. Se consideró que, sin la acción
cooperativa concertada de los principales actores de la comunidad internacional, la crisis
podía llevarla colapso del sistema económico global en su conjunto, con las tremendas
consecuencias que ello podría haber acarreado tanto desde el punto de vista económico
como político. Esa cooperación prevaleció y ello permitió que, aunque las consecuencias
de la crisis hayan sido muy serias, el sistema en su conjunto resistió y se evitó un colapso
de imprevisibles consecuencias.
El G20 se ha convertido en el foro pre-eminente de coordinación de políticas
económicas. No es un organismo internacional, sino un mecanismo informal de líderes
que provee un ámbito para que, sin cortapisas, éstos puedan discutir y acordar sobre
temas de interés global, con un enfoque cooperativo y con el propósito de encontrar
soluciones.
La elevación del G20 a nivel de Cumbres de Líderes, tuvo también el efecto de ampliar los temas que considera, yendo más allá de los temas financieros y macroeconómicos que constituyeron su agenda original, incorporando temas sociales, políticos o vinculados a la gestión de los espacios comunes del planeta, que se vinculan también con las
finanzas y la macroeconomía por los efectos que tienen sobre ellas que, además, son de
interés directo de las agendas políticas de la humanidad.
La composición del G20, hace que sea una suerte de mesa principal para abordar y
acordar políticas y acciones de impacto global. Estar sentado en esa mesa tiene gran
importancia y constituye un privilegio que la Argentina valora. Desde ella participamos
como miembro de pleno derecho, en la elaboración y el resultado las decisiones que se
adoptan, cuyo objetivo es producir efectos globales y sistémicos que, de un modo u otro,
afectan a todos los países, participen o no del sistema.
La decisión del Presidente Mauricio Macri, al inicio de su mandato, de postular a la
Argentina para la Presidencia del G20 en 2018, envió una clara señal de la intención de
volver a jugar un papel relevante, no sólo en este foro, sino en la comunidad internacional en su conjunto. Demostró que estábamos dispuestos a asumir los desafíos y responsabilidades que ello comporta y poner nuestras mejores aptitudes en acción. El haber
sido seleccionados para ejercer esta Presidencia del G20 que culminará en breve, constituyó una muestra de confianza de todos los miembros de este foro principal sobre nuestro compromiso y capacidades. Las casi 80 reuniones ya celebradas de Grupos de Trabajo, Ministeriales y de los denominados Grupos de Afinidad, que representan a distintos
sectores de la sociedad civil, y sus resultados, indican que hemos sabido honrar esa confianza.
El lema de la Presidencia argentina del G20 fue: “Construyendo consensos para un
desarrollo equitativo y sostenible”, enfatizando en la necesidad de reconstruir el consenso a pesar de las diferencias. El objeto de nuestros esfuerzos es lograr un desarrollo equitativo y sostenible, tanto desde el punto de vista social y económico como ambiental.
Esto subraya también que buscamos un G20 centrado en la gente real, en nuestros pueblos, y que realmente sean ellos los beneficiarios de nuestras acciones.
La Presidencia comporta no sólo participar en las decisiones sino coordinar la
agenda de todo el mecanismo, la selección de las prioridades y la elaboración de los
documentos, incluyendo la declaración de los Líderes, para su consideración en la Cum-
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bre. Para ello es esencial trabajar estrechamente con todos los miembros, actuando
como amigable componedor y teniendo en cuenta sus intereses y preocupaciones.
El G20 opera por consenso y ello comporta el diálogo, voluntad política y vocación
de explorar y alcanzar soluciones que puedan beneficiar a todos, incluyendo a aquellos
que no son miembros del G20. La estabilidad y gobernabilidad financiera y macroeconómica puede contribuir significativamente a la paz, el crecimiento inclusivo, el desarrollo
sostenible y mejorar la calidad de vida de la gente en todo el globo.
Su eficacia para responder ante crisis se puso de manifiesto cuando en 2008, al elevarse a nivel de Cumbre, fue posible acordar financiamiento de emergencia rápido para
reactivar la economía global a través de los llamados “paquetes de estímulo”, se propiciaron reformas a las instituciones financieras internacionales y para mejorar el monitoreo de las nacionales; se adoptaron medidas concertadas para reforzar la calidad de los
órganos regulatorios del sistema financiero en los mercados cuyas políticas fiscales y
monetarias habían llevado a la crisis; y se creó una red de seguridad global para prevenir
la expansión de las consecuencias de estas crisis en el futuro. Estas medidas cruciales
produjeron buenos resultados. La agenda del Canal de Finanzas del G20, cuyos temas
fueron la razón de su creación y constituyen todavía hoy el meollo de los que aborda el
Grupo, incluyen: alcanzar un crecimiento sólido, sostenido, equilibrado, inclusive y equitativo; políticas fiscales que asistan a ese crecimiento; el fortalecimiento de la red de
seguridad financiera global y el papel central que en ello debe jugar el FMI; atender los
riesgos de la economía global; los flujos transfronterizos de capital; el desarrollo de sistema impositivo internacional que sea globalmente justo, sostenible y moderno; añadir
transparencia y capacidad de reacción al sistema financiero global; promover las inversiones para infraestructura para el desarrollo facilitando que los proyectos con este fin se
constituyan en una clase de activos; la arquitectura financiera internacional; la inclusión
financiera y las finanzas inclusivas; el combate al financiamiento del terrorismo, del crimen organizado o la corrupción; etc. Todos estos temas contribuyen de manera sustantiva a dar solidez, transparencia y estabilidad al sistema financiero internacional y a la
macroeconomía.
Desde la elevación a nivel de Cumbres, el G20 se ha ocupado también de temas
políticos y sociales en el Canal de Sherpas. En algunos casos dando continuidad a agendas
que vienen de cumbres anteriores y constituyen el legado del G20 y en otros instalando
nuevos temas o dándoles una perspectiva diferente de la que tuvieron en el pasado.
Así, durante la Presidencia argentina hubo Grupos de Trabajo sobre Economía Digital, Empleo, Educación (por primera vez y por iniciativa argentina), Salud, Anticorrupción,
Agricultura, Comercio e Inversiones, Sustentabilidad Climática, Transiciones Energéticas y
Desarrollo, con nutridas agendas concretas de cada uno de esos grandes temas que también están muy vinculados entre sí, por lo que la coordinación fue indispensable para
lograr coherencia en las propuestas y acciones, evitando también duplicaciones de esfuerzos.
La sociedad civil, por su parte, participó con los denominados Grupos de Afinidad,
que no son parte del G20, pero que trabajan analizando temas de su agenda y ofreciendo
reflexiones y recomendaciones para los Líderes. Durante la Presidencia argentina tuvimos
grupos de: Negocios (B20), Sociedad civil (C20); Trabajo (L20); Ciencia (S20); Centros de
Pensamiento (T20); Mujer (W20); y Juventud (Y20). Todos realizaron una intensa labor
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con sus pares de todos los demás países miembros y elaboraron propuestas y recomendaciones muy útiles que han sido elevadas a los Líderes por vía de los Sherpas.
La Argentina puso como prioridad el futuro del trabajo, vinculado a la educación y
la digitalización, procurando asegurar que las nuevas tecnologías que están cambiando el
mundo y los modos de producción y de vida a pasos agigantados, traigan beneficios para
la gente, mejores empleos, bienestar, paz y prosperidad. Para ello será menester que
tanto las futuras generaciones como las actuales se capaciten en las nuevas tecnologías
que irán surgiendo para acceder a los nuevos empleos, profesiones y modos de trabajo
que están e irán surgiendo, produciendo una transición no traumática de profesiones
que irán reduciéndose o desapareciendo, a las nuevas. De allí que el futuro del empleo
esté íntimamente ligado a la educación y a la economía digital y por eso, La Argentina
puso este tema y sus distintas facetas en el centro de la agenda del G20, celebrándose
incluso una reunión ministerial conjunta de Empleo y Educación. En un mundo donde la
ubicación de las fuentes de trabajo añade los espacios virtuales localizados en cualquier
lugar del planeta, los desafíos y sus respuestas serán transfronterizos y por ello es menester actuar concertadamente para proveer oportunidades y preservar la calidad de
vida de nuestros pueblos.
Otra prioridad de la presidencia argentina del G20, son las inversiones para proyectos de infraestructura para el desarrollo y de allí la ya mencionada procura de reglas y
estándares que permitan que aquellos puedan convertirse en una clase de activos para
recibir financiamiento también desde el sector privado que faciliten su concreción.
La otra gran prioridad argentina es asegurar el acceso a una alimentación de calidad para toda la humanidad y mejorar la participación de la producción de alimentos en
las cadenas globales de valor, aumentando la productividad y promoviendo prácticas
sostenibles con la preservación del planeta. Nuestro país es un gran productor de alimentos sanos y de calidad, cuenta con recursos y tecnologías de avanzada para incrementar
ese papel en el futuro y puedo contribuir notablemente en avanzar este objetivo.
La igualdad de género también fue destacada entre los objetivos de la Presidencia
argentina, yendo más allá del empoderamiento de la mujer y en la procura alcanzar las
metas de reducir la brecha entre empleos entre hombres y mujeres, e incluyendo la
perspectiva de género en todos los temas de la agenda del G20, incluyendo en aquellos
de naturaleza financiera. Ello con el convencimiento de que la plena inclusión de la mujer
en todos los órdenes de la vida productiva sólo constituye un acto de justicia, sino que
tiene también un eminente sentido económico porque es mucha la riqueza que se pierde
por no alcanzar esa plena participación.
La lucha contra la corrupción es también un elemento central de la agenda de la
Presidencia argentina del G20, como lo es la implementación de la Agenda 2030 para el
Desarrollo, que resulta crucial para cerrar la creciente brecha de desigualdad que se
profundiza en todo el mundo.
Los temas que muy posiblemente generen mayores discrepancias y donde, por lo
tanto, la búsqueda de consensos podrá ser más elusiva pero por ello mismo mucho más
necesaria, serán el cambio climático con especial referencia al Acuerdo de París que casi
todos los países del mundo, incluso la Argentina, apoyan, pero del que los EEUU ha anunciado que se retirará; y el libre comercio, la lucha contra el proteccionismo y la defensa
de un sistema multilateral basado en reglas y centrado en la Organización Mundial del
Comercio, que algunos países consideran que debe ser objeto de una revisión para adap-
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tar esta organización a los cambios del paradigma productivo producido en las últimas
décadas. Aun cuando el G20 no es un foro adecuado para dirimir o replicar los debates
puntuales de la OMC, si puede serlo para tener una discusión conceptual entre sus Líderes sobre cuáles podrían ser las pautas de ese aggiornamiento, sobre los modos de fortalecer el sistema multilateral de comercio, corregir sus deficiencias e identificar las causas
de los desequilibrios comerciales existentes.
El multilateralismo y un sistema universal basado en reglas aplicables a todos, pequeños y poderosos por igual, de modo de garantizar a los primeros la equidad y protección basada en el derecho y no en el poder, está siendo cuestionado en beneficio de
arreglos bilaterales. Estos pueden sin duda ser también de gran utilidad, pero si sólo ellos
fijan las pautas, los débiles se verán en desventaja al negociar contra los poderosos y eso
disminuirá la percepción de justicia del sistema global internacional vigente, conspirando
contra la percepción de que todos se benefician de que éste exista y que sus reglas se
apliquen a todos, proveyendo a los más vulnerables la fuerza del derecho.
Ese es el mundo que el G20 debe contribuir a crear, donde todos los habitantes del
planeta puedan gozar de bienestar en libertad en un ambiente sano y sostenible. No
tiene porqué ser un objetivo utópico ya que, de alcanzarse, todos vivirán mejor y en
armonía en todos los confines de globo.
La Argentina ha venido reflejando en su Presidencia del G20, nuestras tradiciones,
historia y pertenencia, y así hemos procurado aportar una visión desde el Sur, desde
nuestra región, desde la perspectiva del mundo en desarrollo que busca una mayor integración.
Es una gran oportunidad para que mostremos que los argentinos podemos estar a
la altura de grandes desafíos y que tenemos un papel significativo que jugar en la comunidad internacional. Lograr los consensos que quisiéramos no será fácil porque existen
diferencias importantes entre los principales actores sobre temas cruciales. No obstante,
procuraremos actuar de buena fe acercando posiciones, teniendo presente nuestros
propios intereses y los que apunten un mundo donde prevalezca la cooperación. Si conseguimos alcanzarlo, el éxito de este proceso será bueno para la Argentina en su conjunto y todos podremos hacer nuestros aportes positivos, como ya se han venido haciendo
en diversos puntos del país donde han tenido lugar las múltiples reuniones de esta Presidencia.
La Cumbre del G20, debe ser un símbolo de nuestra vocación por abrazar al mundo
y recuperar la Argentina abierta que nos hizo un país multicultural, un crisol de razas y
culturas, conscientes de que nuestra mayor riqueza y grandeza está en nuestra gente.
Nuestro ADN reclama volver a recibir lo mejor que el mundo tiene para ofrecernos y dar
al mundo lo mejor de nosotros. Esta es una buena oportunidad en ese camino.
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