Brasil y sus pares sudamericanos de
la “Alianza del Pacífico”.
Divergencias regionales en las opciones
nacionales e internacionales*
Esteban Actis**
Resumen:
La irrupción en el escenario latinoamericano de un nuevo proceso de integración
regional, la denominada Alianza del Pacífico, ha generado un debate en la República
Federativa del Brasil sobre la pertinencia o no de que el gigante sudamericano se
sume a este nuevo proyecto regional. En este sentido, el presente artículo examina
las opciones nacionales e internacionales adoptadas por los tres países sudamericanos de la Alianza del Pacífico (Chile, Perú y Colombia) vis a vis la del Brasil con el
objetivo de explicar el porqué de sus preferencias y divergencias en torno a la integración regional.
Abstract:
The irruption of a new process of regional integration in Latin American, the so-called
Pacific Alliance, has generated a debate to the interior of the Federative Republic of
Brazil on the relevance or not that Brazil will join this new regional project. In this
sense, this article examines national and international options adopted by the three
South American countries of the Pacific Alliance (Chile, Peru and Colombia) in comparison to Brazil, in order to explain why their preferences and differences in relation
to regional integration.
Palabras clave:
Alianza del Pacífico – Brasil – integración regional – opciones nacionales – opciones
internacionales.
Key words:
Pacific Alliance – Brazil – regional integration – national options – international options
* Fecha de recepción: 9 de setiembre de 2013. Fecha de aprobación: 18 de abril de 2014.
** Doctorando y Licenciado en Relaciones Internacionales por la Facultad de Ciencia Política y
Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Argentina. Docente de
la Cátedra de “Política Internacional Latinoamericana” en la misma Casa de Estudios. Becario
Doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
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Introducción
La “Declaración de Lima” de abril del 2011, suscripta por los presidentes
de Perú, Colombia, Chile y México formalizó un nuevo proceso de integración regional, denominado como la “Alianza del Pacífico1”. El mismo se ha
erigido como un proyecto de integración económica y política alternativo a
los modelos preexistentes, como el Mercosur o el ALBA. El dinamismo del
nuevo proceso de integración, que alcanzó su mayor visibilidad con la reunión en Cali (Colombia) en mayo del 2013, en contrapunto con las persistentes dificultades que atraviesa el Mercosur, sumado a un mayor crecimiento económico en los últimos años de los países con costa en el pacífico, generaron voces al interior de Brasil sobre la necesidad y la importancia de que el gigante sudamericano forme parte de este nuevo escenario
integracionista.
Como bien describe Valls Pereyra (2013), en Brasil “la nueva era de
acuerdos comerciales”, entre ellos la Alianza del Pacífico, junto con la fragilidad del Mercosur, conllevó desde el inicio del año 2013 a un recrudecimiento del debate sobre la agenda de acuerdos comerciales del país. Las críticas
han estado centradas en la pérdida del acceso a mercados y en un aislamiento de Brasil en las Cadenas Globales de Valor (CGV)2.
En el ámbito político, una de las principales críticas ha sido la del de ex
Ministro de Relaciones Exteriores durante el gobierno de Fernando Henrique
Cardoso, Luiz Felipe Lampreia. El diplomático sostuvo que Brasil necesita
“reavaliar as opções internacionais” y adscribir a acuerdos comerciales
importantes y modernos para evitar quedar afuera de las cadenas globales
de valor. En esa dirección señaló la trascendencia de la Alianza del Pacífico
(Lampreia, 2013)
En línea con dicho argumento –en el plano de los medios de comunicación–
una nota editorial del influyente diario Fhola do S.Pablo arremetió contra la
defensa de Brasil del Mercosur y de la ideología “bolivariana”, advirtiendo que
el principal problema de Brasil es la falta de visión estratégica y de barreras ideológicas al concepto de libre comercio (Fhola do S.Pablo, 3/5/2013).
No obstante, dichas pretensiones y esperanzas de que Brasil realice un
giro en su inserción internacional y en su política sudamericana en particular parecen poco probable. Dos de los principales funcionarios encargados
de la política exterior del actual gobierno brasileño se mostraron esquivos
y reticentes frente a la Alianza del Pacífico. Marco Aurelio Garcia, Asesor
1 Para una breve síntesis sobre las principales características de las Alianza del Pacífico, véase
Gomes Moreira (2013).
2 Si bien la transnacionalización de la producción es un fenómeno antiguo, las tendencias en esa
dirección se han profundizado claramente en años recientes, dando lugar al surgimiento de sistemas internacionales de producción integrada o redes globales de producción, las mencionadas “cadenas globales de valor”. Para un análisis sobre la inserción de América Latina en las
CGV véase Kosacoff y Ramos (2008).
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Presidencial para Asuntos Exteriores, sostuvo que la creación de la Alianza del Pacífico no preocupa a Brasil, “pues no es un antagonismo con el
Mercosur y que el peso de las economías del Mercosur es mayor al de los
países de la Alianza” (Folha de S. Paulo, 25/05/2013). Por su parte, el
entonces Ministro de Relaciones Exterior, Antonio Patriota, declaró en una
audiencia de la Comisión de Relaciones Exteriores y Defensa Nacional del
Senado que “Brasil lidia con el éxito de marketing de la Alianza del Pacífico en los últimos meses, pero ésta no representa un desafío para los intereses de Brasil” 3.
La lexis diplomática brasileña muestra que no existe intención alguna por
parte del actual gobierno de Brasil de intentar una aproximación a la Alianza
del Pacífico. Por su parte, la contundente respuesta brasileña a las pretensiones uruguayas –el Vicepresidente Astori participó del encuentro de Cali–
de mutar de socio observador a socio pleno, es otra señal de la resistencia
brasileña. El alto representante del Mercosur, el brasileño Iván Ramalho,
argumentó que “debe ser el bloque económico el que negocie algo así y no
Uruguay solo”, en referencia a una posible vinculación de Uruguay como
socio pleno de la Alianza del Pacífico (Diario ABC, 26/5/2013).
Ahora bien, ¿qué factores explican la dificultad en la aproximación de Brasil hacia la Alianza del Pacífico? ¿Se explica la reticencia brasileña solamente por la defensa e insistencia de un determinado tipo de proceso de integración como el Mercosur? ¿La falta de acercamiento a la Alianza del Pacífico
se debe únicamente a visones políticas e ideológicas que predominan en los
gobiernos brasileños desde el año 2003?
Ante dichos interrogantes, el presente artículo intenta avanzar en explicaciones multicausales al señalar y argumentar que existen opciones nacionales –condicionantes domésticos– e internacionales –opciones de política
exterior– que hacen dificultosa la aproximación de Brasil a la Alianza del
Pacífico. Para tal fin se seleccionaron cinco variables, a saber: estrategias de
desarrollo, inserción económica internacional, modelos de vinculación con
EEUU, rol en el sistema internacional y relacionamiento con actores extraregionales. El desarrollo de las mismas evidencia profundas divergencias que
explican las disímiles opciones de integración entre Brasil y sus pares sudamericanos4 (Chile, Perú, Colombia) de la Alianza del Pacifico.
El trabajo se divide en cinco apartados, los cuales intentan dar cuenta de
3 Audiencia de la Comisión de Relaciones Exteriores y Defensa Nacional del Senado de Brasil,
desarrollada el día 20 de junio de 2013. Para más información véase,
http://www12.senado.gov.br/internacional/es/2013/patriota-dice-que-alianza-del-pacifico-noamenaza-intereses-de-brasil
4 Para el análisis no se incluyó a México, miembro pleno del bloque regional. Dicha decisión se
basó en dos aspectos. En primer lugar, por ser un actor externo al subsistema sudamericano,
recorte geográfico del trabajo. En segundo, las implicancias del “regreso” de México a Sudamérica y el impacto para Brasil son complejas y ameritan un profundo análisis, que excede los objetivos de este trabajo.
ESTUDIOS
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las variables mencionadas supra. Por último, las conclusiones están orientadas
a la sistematización de los resultados alcanzados y a un análisis reflexivo de
los mismos.
1) Estrategias de desarrollo
Las elecciones por parte de los Estados Nacionales de diferentes modelos
regionales de integración económica están estrechamente vinculadas a la
adopción de determinadas estrategias de desarrollos. Por estrategia de desarrollo entendemos una articulación particular entre la política y la economía,
entre el Estado y el mercado, entre lo público y lo privado que busca, en un
contexto histórico determinado, la transformación de las estructuras productivas. En este sentido, las experiencias históricas y presentes de Brasil poco
tienen que ver con las de Chile, Perú y Colombia. Un aspecto importante a
destacar es que las estrategias de desarrollo están en estrecha vinculación
con las experiencias nacionales puntuales, siendo las trayectorias históricas,
las características geográficas, demográficas, políticas, sociales y culturales,
la posesión de recursos, entre otros, condicionantes para la adopción de las
mismas.
La República Federativa de Brasil fue uno de los casos más exitosos del
modelo de industrialización por sustitución de importaciones (ISI). Entre los
años treinta y ochenta del pasado siglo Brasil llevó a la práctica el denominado “paradigma desenvolmentista” (Cervo, 2008) que permitió la creación de
un entramado industrial significativo. Brasil claramente logró en ese período
transformar su estructura productiva. En contraposición, Chile, Perú y Colombia forman parte, con sus diferencias y matices, de lo que Fernando Fajnzylber (1983) denominó como la industrialización trunca en América Latina. En
realidad esos países continuaron, durante la segunda mitad del siglo XX, con
economías con un fuerte sesgo del sector primario.
Ante esa realidad, la adscripción al modelo neoliberal imperante a fines
de los ochenta fue menos traumática para Chile, Perú y Colombia. En
otras palabras, adscribir al “Consenso de Washington” no implicó demasiados costos en términos productivos y económicos. Motivo por el cual,
para estos países la apertura de sus economías al proceso de globalización no generó grandes rechazos y dilemas al interior de las elites políticas. En contraposición, para Brasil romper la herencia desarrollista fue un
proceso traumático (Boschi y Gaitán, 2009) y selectivo. La resistencia a la
privatización de empresas estratégicas como Petrobras, la continuidad del
Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) y el mantenimiento de políticas defensivas en lo comercial y en relación a las inversiones (Motta Veiga y Polonia Rios,2010) son acabadas muestras de que en
Brasil la relación Estado-mercado no se volcó en su totalidad hacia este
último.
El giro político de la región hacia experiencias progresistas a comienzos
del siglo XXI (Moreira, Reus, Gómes Leyton, 2008), que implicó en materia
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económica un giro hacia la “heterodoxia” o el “neodesarrollismo” (BresserPereyra, 2008), no incluyó a Chile, Perú y Colombia5.
Cuando en muchos países sudamericanos, incluido Brasil, el péndulo
regresó hacia el Estado a partir de políticas públicas que cuestionaban la
“mano libre del mercado” y la “asignación eficiente de recursos por parte del
mercado”, desde Santiago de Chile, Lima y Bogotá se continuó apostando a
una estrategia “liberal-monetarista” y de no alteración de los patrones productivos preexistentes, reforzados por el aumento de los precios internacionales de los recursos naturales, en particular los minerales. En el caso brasileño, a diferencia de los casos de Venezuela y Argentina, el giro hacia el
neodesarrollismo no fue tan pronunciado debido a la adopción de políticas
monetarias ortodoxas. En ese sentido, la estrategia de desarrollo adoptada
por la coalición de gobierno liderada por el Partido de los Trabajadores puede
denominarse como “híbrida”, pues combina una política macroeconómica
ortodoxa con políticas micro de corte desarrollista (Autor, 2011; Ban, 2013).
2) Inserción económica internacional
Las diferentes estrategias de desarrollo adoptadas por las naciones sudamericanas de la Alianza del Pacífico y Brasil han implicado inexorablemente disimiles aproximaciones a la economía internacional. En términos generales, la
inserción de Chile, Perú y Colombia a la economía mundial ha estado signada por una aceptación de la liberalización económica a partir de eliminar trabas o restricciones a la circulación de capitales, bienes y servicios. La apertura hacia la globalización económica es sin lugar a duda un rasgo compartido. El aspecto comercial es un claro ejemplo de lo dicho.
Chile, librado de cualquier compromiso regional –el país trasandino se
retiró del Pacto Andino en 1976 y ha sido reticente a ser socio pleno del Mercosur– comenzó a firmar Tratados de Libre Comercio (TLC) hacia principios
de los noventa. Colombia y Perú emularon dichos pasos y a partir del 2004
lograron la flexibilidad –y en definitiva el acta de defunción– de la Comunidad
Andina de Naciones (CAN) para firmar TLC con terceros países (Bouzas,
Motta Veiga y Ríos, 2008).
En la actualidad, y de acuerdo a los datos del Sistema de Información
sobre Comercio Exterior de la OEA6, Chile tiene firmados trece TLC y dos
Acuerdos de Asociación Económica (AAE), el más importante con la Unión
Europea. Perú, por su parte, tiene firmados trece TLC y Colombia ocho TLC.
Como contrapunto, Brasil no tiene firmado ningún TLC de manera individual.
Todos los acuerdos comerciales –principalmente Acuerdos de Alcance Par-
5 Por ejemplo, como bien señala Manuel Garreton (2010), el caso de los gobiernos de “Concertación” en Chile (1990-2010) no alteraron los fundamentos y las premisas económicas de la dictadura militar. El autor habla de un “neoliberalismo corregido”.
6 Para más información véase http://www.sice.oas.org/countries_s.asp
ESTUDIOS
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cial– en los que participa Brasil han sido firmados por el Mercosur. Actualmente, solo está en vigencia el TLC entre Mercosur-Israel y firmados el
Acuerdo Mercosur-Egipto y Mercosur-SACU (Unión Aduanera del África
Meridional). Hay que subrayar que Chile y Perú forman parte de la iniciativa
de liberalización comercial más ambiciosa a nivel internacional como lo es el
Acuerdo de Asociación Transpacífica (TTP7), en tanto en 2012 el gobierno
colombiano manifestó su interés por ser parte del mismo.
En estrecha relación, y en otro aspecto donde se visualizan realidades
disímiles, Brasil –a diferencia de Chile, Perú y Colombia– ha privilegiado la
esfera multilateral como principal foro de negociaciones, en detrimento de los
Acuerdos Preferenciales de Comercio (IEDI, 2013). Este dato en materia de
negociaciones comerciales también muestra diferentes tipos de aproximaciones a nivel internacional.
La apuesta de Brasil a un esquema de integración regional del nivel de
Unión Aduanera –con un arancel promedio del 14%–, como plataforma de
inserción en la economía mundial, no es el único indicador de cierto rechazo
a una plena liberalización. El liderazgo y los reparos de Brasil para ceder en
negociaciones como la del ALCA –Área de Libre Comercio de las Américas–
(Bahadian y Carvalho Lirio,2005) o en la Ronda Doha de la Organización
Mundial del Comercio –OMC– (Amorim,2010) muestran que la inserción brasileña en la economía mundial ha tenido sus reparos. Otros ejemplos a resaltar son la falta de ratificación parlamentaria de Acuerdos Bilaterales de Inversión (BIT, por su sigla en inglés) y las persistentes críticas de la OMC por el
mantenimiento de políticas proteccionistas como las medidas de Compras
Gubernamentales. En definitiva, vinculado lo dicho con las estrategias de
desarrollo, la continuación y profundización de la apertura económica para
los países sudamericanos de la Alianza del Pacífico no significó sectores
económicos domésticos con pérdidas y costos significativos. Para los actores que controlan los “medios de producción” la liberalización era funcional a
sus intereses. En cambio, para Brasil, desde fines de los ochenta, el proceso de apertura de su economía trajo tensiones y rechazos debido a los elevados costos para actores económicos nacionales, como por ejemplo el sector industrial.
7 El proceso de negociación del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) tiene por objeto la
creación de una plataforma para una potencial integración económica en la región del Asia-Pacífico. Los países participantes en las negociaciones del TPP se proponen diseñar un acuerdo
inclusivo y de alta calidad que siente las bases para el crecimiento económico, el desarrollo y la
generación de empleo de los países miembros, y que a su vez se convierta en el fundamento
para un futuro Acuerdo de Libre Comercio del Asia-Pacífico (FTAAP, por sus siglas en inglés).
Han adherido a este acuerdo: Australia, Brunei Darussalam, Canadá, Chile, Estados Unidos,
Malasia, México, Nueva Zelandia, Perú, Singapur y Viet Nam.
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3) Modelos de vinculación con los EEUU
La manera de vinculación con la potencia hegemónica global –EEUU– es
otra variable a considerar a la hora de explicar las preferencias en torno a
esquemas de integración, lo cual está en estrecha vinculación con la elección
de estrategias de desarrollo y de inserción económica internacional.
Para analizar la vinculación de Chile, Colombia, Perú y Brasil con los
EEUU partimos de la conceptualización realizada por Roberto Russell y Juan
Gabriel Tokatlian (2009). Los tres países de la Alianza del Pacífico cuentan
con modelos de vinculación cooperativos y de acercamiento a los EEUU con
algunos matices que serán analizados.
Colombia, con los gobiernos de Alvaro Uribe (2002-2010), profundizó una
tendencia de carácter histórico en su relación con Washington bajo la forma
de “acoplamiento” dado: a) el plegamiento a los intereses estratégicos vitales de Estados Unidos, tanto en el ámbito global como regional; b) la participación activa en la creación y el mantenimiento de regímenes internacionales en sintonía con la posición de Washington, particularmente en cuestiones
sensibles vinculadas a la seguridad global; c) el apoyo distante a la integración económica regional siempre y cuando no produzca una disrupción en el
proceso de constitución de un área de libre comercio hemisférica; d) en términos políticos y culturales, la relación con los países vecinos es un tanto
más relevante, aunque no es objeto de un despliegue diplomático significativo: el norte de la política exterior es Washington, e) el modelo económico es
marcadamente ortodoxo y se ordena, en términos generales, en torno a los
lineamientos del así llamado “Consenso de Washington” (Russell y Tokatlian,
2009, p. 229)
Si bien la forma de vinculación de Chile desde la redemocratización hasta
nuestros días y de Perú a partir del segundo gobierno de Alan García (20062011) comparten rasgos típicos del “acoplamiento” (puntos c, d y e) al no contar con grandes dilemas de seguridad (puntos a y b) el modelo de relacionamiento con el hegemón puede considerarse, con algunos reparos8, como de
“acomodamiento” debido a la posibilidad de explorar reducidos espacios de
autonomía.
Por su parte, desde el 2003, con la llegada de la coalición de gobierno que
lidera el PT en Brasil, el gigante sudamericano definió un modo de vinculación mixta con Washington a partir de acuerdos y desacuerdos, de concertación y obstrucción, lo que los autores ya referenciados señalan de “oposición
limitada”. En general, en términos estratégicos/militares acepta y coopera
con los lineamientos de los EEUU, pero discrepa y confronta en aspectos de
8 Entre las características que brinda la conceptualización de “acomodamiento”, tanto en Chile
y Perú no hay: “balance entre mercado y Estado al momento de proyectar la política exterior
hacia Washington, la región y el mundo”; “una revisión moderada de las instituciones y reglas
internacionales en el campo comercial y financiero” y “la introducción de ajustes parciales al
orden global” (Russell y Tokatlian, 2009:230).
ESTUDIOS
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la dimensión económica, en el sentido de: a) propugnar un modelo de desarrollo más heterodoxo, neodesarrollista y más sensible a la cuestión social;
b) asignar un papel clave al Estado, tanto para las transacciones económicas
como para los compromisos políticos; c) procurar cambios más profundos en
la estructura económica y financiera internacional, d) desestimular la negociación inmediata de un área de libre comercio hemisférica.
Además, un factor importante que marca claras diferencias con los otros
modelos de vinculación es la centralidad de la integración regional para establecer la relación con los EEUU. En ese sentido, “la integración regional es
considerada esencial para el incremento del poder negociador conjunto del
área frente a Estados Unidos. Los vínculos políticos con los países más cercanos son importantes para fortalecer el diálogo diplomático con Washington,
por lo que se asigna una gran importancia estratégica a los vínculos con la
región” (Russell y Tokatlian, 2009:231).
4) Rol en el sistema internacional
Un aspecto esencial a la hora de comprender la política exterior de un país
determinado está relacionado con la percepción y las creencias que tienen
las elites políticas dominantes sobre el funcionamiento del sistema internacional y sobre el rol y lugar de dicha nación en la estructura de poder internacional (Miranda, 2011).
En este punto en particular también se observan grandes discrepancias
en relación a los tres miembros de la Alianza del Pacífico con respecto a Brasil. En Chile, Colombia y Perú existe un consenso –vinculado al consenso
liberal– de que reducir los costos de transacción y aumentar la competitividad y productividad económica pasa a ser la condición necesaria para una
inserción positiva en el proceso de globalización. Hay una idea economicista
del orden internacional, orden internacional que puede ser alterado (en el
sentido de ganadores y perdedores) únicamente a partir del desempeño económico de los países. Para dicha concepción las relaciones centro-periferia
son un condicionante dado e inmutable y por ende la mejor estrategia posible es la de insertarse como una periferia moderna (Gonçalves, 20119) abierta al mundo y conectada a los flujos comerciales y de Inversión Extranjera
Directa en el marco de CGV. Estos países propugnan y promueven el lema
de globalizar la democracia de mercado (Rapoport y Madrid, 2011), lema
impulsado por la potencias occidentales en la posguerra fría.
En cambio, a partir del 2003 desde Brasilia se percibió la existencia de un
contexto histórico –de permisividad internacional– signado por la transición
de orden internacional, del unipolarismo a un orden de varios polos de poder
en el cual Brasil podía ocupar un rol destacado (García, 2010). Si bien el
9 El autor utiliza este concepto para referirse a la cosmovisión de los liberales al interior de Brasil. Sin embargo, la misma es expansible a otras realidades nacionales.
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Relaciones Internacionales - Nº 46/2014
componente económico es importante, se sigue sosteniendo que las relaciones internacionales continúan siendo políticas y estratégicas. La condición
de periferia es reversible, por lo que se debe impugnar el congelamiento de
las relaciones de fuerzas en el sistema internacional. El lema que guía el
accionar externo es el de democratizar la globalización (Rapoport y Madrid,
2011) en el sentido de evitar la concentración del poder político y económico
en pocos actores estatales y privados. Si la aceptación de la condición de
periferia remite a desempeñar un rol pasivo y reactivo a los acontecimientos
globales, Brasil intenta desarrollar un rol activo en los procesos globales
donde se dirimen espacios de poder a partir de la búsqueda de márgenes de
autonomía en el escenario internacional.
En estrecha relación, otro aspecto no menor son las pretensiones por
parte de Brasil de ejercer algún tipo de liderazgo regional10. Por lo dicho
supra, Brasil tiene las condiciones objetivas para desarrollar un rol de líder a
nivel sudamericano. La búsqueda y consolidación del liderazgo sudamericano ha sido un objetivo importante en la administración de Lula (Gomes Saraiva, 2010). En cambio, en los casos de Chile, Perú y Colombia nunca ha sido
debatido el anhelo de ejercer algún tipo de liderazgo en Sudamérica.
En definitiva, los aspectos ideacionales al interior de un Estado determinado están en estrecha relación con la dimensión material. Al vincular poder,
geopolítica y desarrollo, José Luís Fiori (2013) señala con precisión las diferentes estrategias nacionales que tienen los Estados que no forman parte de
las potencias centrales en un sistema internacional jerárquico (o estructura
de acuerdo a la noción waltziana). El Brasil actual puede encasillarse en el
grupo –el autor no hace mención explícita– que cuestiona la jerarquía internacional y adopta estrategias de cambios –parciales– del statu quo con el
objetivo de cambiar la participación en la distribución internacional de poder
y riqueza. Estos proyectos pueden ser “bloqueados” y no conseguir el acceso al “núcleo central”, o pueden tener éxito y dar origen a una nueva potencia regional y/o global. En esa pugna se encuentra hoy la República Federativa de Brasil.
Asimismo, existe un grupo de naciones en la periferia del sistema que
pueden tener fuertes ciclos de crecimiento y poseer algunas industrias pero
que no están en condiciones y no se proponen desafiar el orden establecido
y aceptan la posición subalterna y se mantienen como proveedores de commodities o bienes. En este grupo Fiori señala explícitamente los casos de
Chile, Colombia y Perú.
10 Para una mayor aproximación a los dilemas brasileños en torno al liderazgo regional véase el
texto de María Regina Soares de Lima (2008).
ESTUDIOS
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5) Relacionamiento con actores extraregionales
El acercamiento o búsqueda de alianzas con ciertos actores extraregionales
es una variable importante que también nos permite entender las distintas
opciones de integración regional y en la economía internacional de los tres
países de la Alianza del Pacífico y de Brasil. En el caso de los primeros
queda clara la predilección por las potencias occidentales y el mundo desarrollado. La pertenencia de Chile a la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y el posible ingreso de Colombia y Perú (ambos
países pidieron el ingreso) al denominado “club de los ricos” es un indicador
que ilustra el sentimiento de pertenencia, desde la periferia, al mundo occidental liberal y democrático. En el marco de una periferia moderna, estos países se erigen como los defensores de “la seguridad jurídica” y la “estabilidad
económica”, principales leitmotiv de la retórica en los foros internacionales.
Justamente, en ese cuadro se inserta también el relacionamiento con el Asia
Pacífico en una coyuntura de un lento movimiento del poder económico de
“occidente a oriente” (Tokatlian, 2011). Países como China, Vietnam, Singapur, Corea del Sur son vistos como importantes socios comerciales pero no
como aliados políticos. Cabe recodar que Chile y Perú forman parte desde la
década del noventa del Foro Económico de Cooperación de Asia Pacífico
(APEC) y Colombia ha solicitado varias veces el ingreso a dicho foro. En la
actual etapa del proceso de globalización las tres naciones aspiran a convertirse en global trader.
Por todo lo dicho anteriormente, el nuevo siglo representó para Brasil un
aggiornamiento de sus aspiraciones internacionales, transitando desde la
idea de global trader (Barbosa y César, 1994) a la de global player (Lechini
y Giaccaglia, 2010). En este esquema, la diversificación de las relaciones
externas ha sido uno de los objetivos centrales de Itamaraty. El principal
foco, y el mayor dinamismo, ha estado puesto en las relaciones Sur-Sur,
tanto en la coordinación y concertación política con otras “potencias medias
o emergentes” (IBSA-BRICS) como en la profundización de la política africana y la exploración de vínculos con países de Oriente Medio. Dichos vínculos no se explican únicamente en la búsqueda de mercados para las
exportaciones o inversiones de Brasil; los mismos tienen un fuerte componente político. Las relaciones bilaterales de Brasil con Sudáfrica e Irán son
un claro ejemplo.
Con respecto a este último país, el rol activo de la diplomacia brasileña
hasta el año 2010 de intentar mediar entre las potencias occidentales e Irán
en lo atinente al controvertido desarrollo nuclear del país persa evidencia un
fuerte rol político de la diplomacia brasileña, aspecto alejado de las estrategias internacionales de Chile, Perú y Colombia.
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Relaciones Internacionales - Nº 46/2014
Cuadro: Síntesis de las variables propuestas
Estrategias Inserción en Modelo de
de desarrollo la economía vinculación
internacional con EEUU
Rol en el
Relaciona- Tipo de
sistema
miento con regionalismo
internacional actores extra
regionales
Chile
Colombia
Perú
Liberal
Aperturista/ Acoplamien- Periferia
TLC
to /acomo- moderna
damiento
(globalizar la
democracia)
Potencias
occidentales
(OCDE),
Asia pacífico
(comercial)
Regionalismo del Siglo
XXI.
ALIANZA
DEL
PACÍFICO
TTP
Brasil
Hibrido
Apertura
selectiva/
tradición
proteccionista
Diversificación de
vínculos
Relaciones
Sur-Sur
(políticocomercial)
Regionalismo pos
liberal
Unión
Aduanera.
UNASUR
MERCOSUR
Oposición
limitada
Actor activo
en los
procesos
globales/líder
regional
(democratizar la globalización)
Fuente: elaboración propia.
Síntesis y reflexiones finales
El análisis de las variables seleccionadas permite explicar y comprender las
diferentes opciones nacionales e internacionales de Brasil en relación con los
países sudamericanos de la Alianza del Pacífico. La interrelación de las mismas (se presenta en el cuadro) clarificando tanto las divergencias de las concepciones como las elecciones de tipos de regionalismo.
La creación de la Alianza del Pacífico como mecanismo de integración
regional y la intención de participar en un mega acuerdo como el Acuerdo de
Asociación Transpacífica (TTP) indican que Chile, Perú y Colombia forman
parte de lo que Richard Baldwin (2011) ha denominado como los “regionalismos del Siglo XXI”, un regionalismo distinto a los experimentados en el siglo
XX. Este tipo de regionalismo, cuyo sustento está en la mutación que ha
sufrido la producción y el comercio, pone el acento en las regulaciones económicas a nivel doméstico y en segundo lugar los aranceles. El mayor premio es el acceso a las CGV y a lo que Baldwin refiere como trade-investmentservice nexus.
En las opciones nacionales e internacionales de los tres países se explica entonces el porqué de la elección de la Alianza del Pacífico como proceso de integración regional. A saber:
ESTUDIOS
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a) la adopción y mantenimiento en el tiempo de una estrategia de desarrollo de corte liberal, cuyo correlato en el plano de la inserción económica internacional se liga a la apertura y eliminación de restricciones al comercio y
capital, siendo los TLC uno de los mecanismos centrales y la inserción en las
CGV uno de objetivos deseados.
b) el acoplamiento/acomodamiento con la potencia hegemónica, donde la
agenda positiva pasa por el pilar económico a partir de una cosmovisión compartida basada en la noción de democracias occidentales liberales, pilar que
aglutina a los miembros de la OCDE grupos de países donde se visualizan
las principales alianzas políticas.
c) la aceptación de la correlación de fuerzas en el sistema internacional
y la percepción de insertarse en el mundo como “periferia moderna”, en
donde la adaptación a las nuevas formas de producción en la globalización
es la llave al progreso y desarrollo
Contrariamente, las opciones nacionales e internacionales de Brasil se
contraponen a la de sus pares sudamericanos. A saber:
a) una estrategia de desarrollo híbrida desde fines de los ochenta, que
conlleva tensiones y aspectos selectivos en la apertura económica internacional, en el marco del mantenimiento de un rol activo del Estado y de políticas comerciales defensivas que intentan evitar la desaparición de un entramado industrial con dificultades de competitividad.
b) estrechamente relacionado, un modelo de vinculación con los EEUU
indicado como de “oposición limitada” en donde la agenda negativa está relacionada con los contrapuntos económicos, en un intento de consolidar el
alcance global de su liderazgo regional a partir de la diversificación de los
vínculos externos principalmente con el “Sur” y otras de las denominadas
potencias emergentes.
c) el convencimiento de gran parte de la dirigencia política de Brasil de
que el país tiene que ocupar un lugar central en un orden internacional en
plena mutación y donde es posible abandonar el tradicional lugar de periferia del sistema y alcanzar así un desarrollo inclusivo.
El resumen de las variables nos aproxima a comprender las causas del
diseño y elección por parte de Brasil de otros tipos de regionalismo, donde
se visualiza una mixtura de viejos procesos de integración –como el Mercosur– con esquemas flexibles como la UNASUR, que se engloban en lo que
se ha conceptualizado como “regionalismo pos-liberal” (Sanahuja, 2012).
Hasta el momento este tipo de regionalismo fue funcional tanto a una mayor
injerencia política y diplomática de Brasil como al aumento de la presencia
económica –comercio industrial e inversiones de empresas multinacionales
brasileñas– en América del Sur. Como bien señala Ricardo Sennes (2010),
esto ocurrió independientemente de los avances de proyectos y acuerdos
integracionistas en la región. Datos recientes de la Federación de Industrias
del Estado de San Pablo (FIESP, 2013) señalan que en el 2012 las exportaciones brasileñas para América del Sur representaron el 17% del total de las
exportaciones. El dato más significativo es que el 84% del total exportado son
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manufacturas. Los países de la región ocupan el primer lugar de destino de
las exportaciones de origen industrial, superando la suma de las exportaciones del sector hacia EEUU, China y la Unión Europea.
En definitiva, para concluir, las opciones en torno a los esquemas de integración regional están estrechamente vinculadas a opciones nacionales e
internacionales que los Estados implementan. Como se puso de manifiesto,
la distancia de Brasil con sus pares sudamericanos de la Alianza del Pacífico –y en definitiva con el proceso de integración– no se explica por decisiones políticas coyunturales o cegueras ideológicas de gobiernos recientes. El
análisis aquí realizado evidencia que las distancias son más profundas y
estructurales, y no sólo obedecen a factores de índole puramente comercial y económica. Las adhesiones y recelos a los “regionalismos del Siglo XXI” en América del Sur representan un valiosos ejemplo de que los rasgos de heterogeneidad siguen estando presentes.
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