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Tres años trabajando en el Museo Pérez Comendador-Leroux de Hervás y dos años más colaborando con algunos de sus proyectos, me acercaron de una forma especial a la figura de este artista que había realizado un viaje vital geográfico que reflejaba, a la manera de un espejo, el mío propio. Él, desde su Hervás de nacimiento a la Sevilla de su niñez, yo de mi Sevilla de nacimiento y juventud hasta este pueblo mágico que me ha adoptado. Este artículo formará parte del libro de la Exposición “La Sevilla de Comendador”, muestra que tuvo lugar en el MPCL de Hervás desde el 29 de octubre al 22 enero de 2023. A la espera de su publicación. UN PASEO POR SEVILLA CON EL JOVEN ENRIQUE PÉREZ COMENDADOR. Por Montserrat Dolz Ruiz Cuando Enrique Pérez Comendador llega a Sevilla hacia 1907 con su familia, debió sorprenderse ante una ciudad tan inmensa como caótica. Es una época de transformaciones urbanas, Sevilla se estaba haciendo más habitable, más cosmopolita, se abre a la modernidad y busca “ponerse guapa” de cara a la futura Exposición Iberoamericana que tendrá lugar en 1929. Los planes y proyectos urbanísticos compiten entre sí, aquellas calles estrechas cubiertas de velas para evitar el calor dan paso a grandes avenidas, rondas para facilitar el tránsito de los vehículos, bellísimos parques para disfrute de la población pero también para fascinar a los forasteros que acuden al evento próximo, y edificios de sabor regionalista e historicista diseñados por los grandes arquitectos del momento: Aníbal González, Espiau, Gómez Millán o Juan Talavera. La niñez y primera juventud de nuestro artista transcurre entre barrios sevillanos de gran solera, lo que hoy conocemos como Centro-Macarena, hervidero de artistas. Juan Ramón Jiménez, quien vivió sólo unos años antes en la misma zona, la tildó de “limbo de los pintores” y “enjambre de poetas”1. Partimos en este paseo desde la calle Parras, la primera calle sevillana que habitará nuestra joven familia. En esta gran arteria de la Macarena Ángel Pérez Neila había encontrado trabajo, como contable, en una fábrica de harinas. Era una calle alegre y variopinta cuyos habitantes eran, en su mayoría, obreros venidos de pueblos cercanos atraídos por las oportunidades que la transformación de la ciudad prometía. Se ha llamado a Parras calle mayor del Macarenismo2, y es que el paso de la Macarena por la calle Parras es tan imprescindible que los sevillanos decimos: “quien no ha visto a la Macarena por Parras, no la ha visto” realmente. La Semana Santa llenaba de vida la estrechez de esta antigua calle que, además, goza de la cercanía de la calle Feria, con su mercadillo de “el Jueves”. Parras fue también una zona problemática, sobre todo por la cercanía de la plaza del Pumarejo, que a la llegada de la familia Pérez Comendador era centro de operaciones de chavales de mal vivir. Quizá por ello, la familia abandona la Macarena para asentarse en el Centro. Castellar, Gerona, Alhóndiga, callecitas largas e intrincadas pero llenas de vida, de alegría, de color… y de arte. Para llegar a la calle Gerona, dejamos a un lado la Iglesia de San Luis de los Franceses y el bellísimo Monasterio de Santa Paula hasta llegar al corazón del “limbo de los pintores”, y es que en el número 23 de esta calle vivió Juan Ramón Jiménez cuando vino a Sevilla a estudiar Derecho y decidió aquí que prefería ser escritor.3 Haciendo esquina con la calle Alhóndiga, sigue en pie el viejo Rinconcillo, el bar más antiguo de Sevilla con sus más de trescientos cincuenta años… A comienzos del siglo XX el Rinconcillo4 es el punto de encuentro de la bohemia del barrio y si nos asomamos a su interior, viajaremos en el espacio y el tiempo para imaginarnos allí a nuestro joven escultor, pues este viejo local no ha perdido su esencia. Y muy cerquita de allí, está el Palacio de las Dueñas, donde nacen Antonio y Manuel Machado, con su “huerto claro donde madura el limonero”5. Muy cerquita, llegamos a la calle Castellar6, un lugar en tiempos salpicado de palacios señoriales, pero que a comienzos del siglo XX es ya una zona industrial. Grandes fábricas se alternarán en esta calle estrecha, larga, salpicada de callejones, y viejos adarves con casas de vecindad y palacetes. Paseando hoy en día por Castellar nos sorprende la presencia de los antiguos “corralones”, entrar en ellos nos hace imaginar que el tiempo se ha detenido en esta calle: patios y patinillos encalados y adornados con macetas de geranios, miramelindos, aspidistras…otros se corresponden con las cocheras y caballerizas de nobles y burgueses, como el del Palacio de las Dueñas. En algunos de ellos, disfrutamos de la Sevilla nocturna pues, si de día son talleres de músicos, escultores, pintores o ceramistas, de noche se convierten en corrales para espectáculos de flamenco Jazz o Blues. En Castellar, podríamos cruzarnos con el espíritu de un joven de ojos soñadores, nuestro querido José María Izquierdo, intelectual y ateneísta inquieto, a quien los sevillanos debemos la Cabalgata de Reyes que, desde 1917, repartió tanta alegría entre nuestros niños pobres. En el número 59, una placa nos cuenta que allí nació Jacinto Ilusión.7 Sólo tenemos que doblar la calle Gerona, a la altura del Rinconcillo, para llegar a la calle Alhóndiga8, cuyo nombre ya nos evoca a la antigua alhóndiga del pan, desaparecida pocos años antes. Seguía siendo una calle alegre, bulliciosa, con sus tiendecitas y bares que contrastaban con la presencia de iglesias cada pocos metros, aquellas antiguas mezquitas que ahora se llamaban Santa Catalina, San Marcos, entroncando con San Gil o Santa Marina hasta la Macarena. Pero Alhóndiga se partió en dos, … la apertura de una amplia avenida que comunicara la plaza de la Campana con la Puerta Osario para crear la Ronda y facilitar el acceso a la Exposición Iberoamericana, creó la actual avenida Almirante Apodaca rompiendo Alhóndiga en dos mitades, una entre Gerona y la Iglesia de Santa Catalina, y otra que nos acerca hasta la Plaza de San Leandro. Es en esta segunda parte, en el número 53 donde vivió finalmente la familia Pérez Comendador, entre casas de vecinos, patios burgueses y palacetes diseñados por Aníbal González, Espiau o Juan Talavera9. 1 Fernández Berrocal, R. en su tesis “Juan Ramón Jiménez y Sevilla” cita a Juan Ramón Jiménez “ Cuando yo estaba en Sevilla en el limbo de los pintores, calle Gerona, pasando un día lluvioso, la Giralda negra…” de ‘Por el cristal amarillo’, aunque el poema está fachado en 1913…. La tesis ha sido editada por la Universidad de Sevilla. Fundación Focus-Abengoa. Sevilla, 2008. pág. 388-389. 2 Calle Mayor del Macarenismo, El Palquillo. Artículo de Luis Carlos Perís, Diario de Sevilla, edición digital, 2016. https://www.diariodesevilla.es/semana_santa/ 3 Fernández Berrocal, R. “Juan Ramón Jiménez y Sevilla”. Op. cit. pp. 112 a 123. 4 EL RINCONCILLO. Cuatro siglos de historia. https://www.elrinconcillo.es/historia/ 5 Machado, A. Retrato, poema incluido en Campos de Castilla. “Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla…”. 6 Diccionario Histórico de las Calles de Sevilla, Tomo I. pp. 194 y 195. Consejería de Obras Públicas y Transportes. Excmo Ayuntamiento de Sevilla. Sevilla, 1993. 7 Reyes Cano, Rogelio. Semblanza de José Mª Izquierdo. Excmo. Ateneo de Sevilla. 2014. Ed. digital https://www.ateneodesevilla.es/index.php/jose-m-izquierdo 8 Diccionario Histórico de las Calles de Sevilla, Tomo 1. pp. 64-66. Consejería de Obras Públicas y Transportes. Excmo Ayuntamiento de Sevilla. Sevilla, 1993. 9 Padrón de Habitantes del Ayuntamiento de Sevilla. 1920. Calle Alhóndiga, 53. piso ppal. Ángel Pérez Neila y familia. Libro P/638. Cédula 154 Esta es la Sala Ángel Duarte, en el Museo Pérez Comendador-Leroux de Hervás, en el contexto de la Exposición La Sevilla de Pérez Comendador, esta dedicada a la niñez, la familia y la juventud del artista. Es mi sala favorita. El joven Enrique nos cuenta, él mismo, que estudió de niño en el colegio de San Ramón10. En esa época estaba en la calle Cuna, en una parte que entonces se llamó Federico de Castro, así, el chico daba un buen paseo recorriendo la calle Imagen, aún muy estrechita, y también Laraña hasta alcanzar la Campana. Allí se detendría a mirar, goloso, los tentadores escaparates de la cercana confitería y después, recularía unos pasos para entrar por calle Cuna y alcanzar la esquina de Sierpes. El colegio estaba dirigido por Don Ramón González Sicilia y después por su hijo del mismo nombre, quien llegó a ser diputado durante la República. Fue un colegio muy valorado, donde asistieron figuras como el músico Joaquín Turina, Diego Martínez Barrio… y donde podríamos coincidir con el poeta Luis Cernuda, quien vivió en la calle Acetres a pocos metros de allí y también estudió en este mismo colegio. El Colegio San Ramón en 1912 se trasladó a la calle Bailén, cercana al Museo de Bellas Artes. A varios pasos Alhóndiga, en la calle Viriato11, hay un hermoso palacio del siglo XVI, que los sevillanos llamamos “la Casa de los Artistas”12, por haber tenido allí sus estudios pintores y escultores de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Esta Casa de los Artistas, sería frecuentada por Enrique Pérez Comendador, quien así mantenía contacto con la vida artística sevillana de la época. Allí estuvo también la Academia de baile de Pericet13, todo un referente en Sevilla, sobre todo por promocionar la Escuela Bolera y el baile con palillos, fue alumno el famoso maestro Realito,… y Anita Delgado, sí, la que se casó con el Maharajá de Kapurthala. Esquina a Viriato está la calle Amparo, en cuyo número 20 podíamos encontrar la redacción de la revista ultraísta Grecia, “bandera del ultraísmo”, que gozó de la colaboración de Cansinos-Assens, Guillermo de Torre, Jorge Luis Borges, Vicente Huidobro, Apollinaire, Marinetti y Tristan Tzara. Grecia publicó cincuenta números entre 1918 y 1920 y en ella, un jovencísimo Borges publicó su “Himno del mar”14, en 1919. Estos comienzos artísticos de Enrique Pérez Comendador le harán frecuentar la calle Amor de Dios para realizar primeras prácticas en el taller de un escultor escayolista o yesero. Y es que esta calle estaba salpicada de negocios relacionados con la muerte, allí estuvo el cementerio del Hospital del Amor de Dios, que desapareció dejando una estela de yeserías, floristerías, funerarias…tantas, que se ha llamado a Amor de Dios, calle “de las Funerarias”, incluso calle “de Tos mis muertos”15. En general, calle de mal fario, para los sevillanos de entonces, “mejor métase por la plaza del Duque…” 10 Moreno Amador, Carlos. Universidad de Sevilla. Personalidades: González-Sicilia de la Corte, Ramón. Editorial Universidad de Sevilla. pp. 269 y 270. Sevilla, 2015. 11 Diccionario Histórico de las Calles de Sevilla. Tomo I, pág. 87. Consejería de Obras Püblicas y Transportes. Excmo. Ayuntamiento de Sevilla. Sevilla, 1993. 12 Zambrana Vega, Mª Dolores. Tesis: La Casa de los Artistas de Sevilla: Cultura y Escuela del Arte Sevillano desde 1850 a 1980. Universidad de Sevilla. 13 Carrasco Benítez, M. La escuela Bolera de Sevilla. Familia Pericet. Colección escénica, nº 11. Junta de Andalucía. Consejería de Educación, Cultura y Deporte. Revista Alboreá. 14 Borges, L.L. Himno del Mar. Revista Grecia. Año II. Nº XXXVII. Portada y pp. 3 y 4. Sevilla, 31 de diciembre de 1919. 15 La expresión la acuñó el barbero Manolo Melado, escritor y letrista de sevillanas, que vive en la calle Amor de Dios y es muy popular en Sevilla. Sevilla Ciudad en ABC de Sevilla, hace eco de ello en una entrevista de Natalia Ortiz. “Manuel Melado el barbero que escribe sevillanas y escribe novela erótica.” Sevilla, 2006. En la Cuesta Osario, adonde desembocó aquel ensanche que partió en dos la calle Alhóndiga, se abrió una calle Ensanche. Si le preguntáramos a un sevillano de la época, nos diría que “donde la cochera de los tranvías”, en 1914 se renombró como calle Gonzalo Bilbao en honor del “pintor de las cigarreras” pues allí, frente al Campo de los Mártires, tuvieron su taller los hermanos Bilbao, Gonzalo y Joaquín, y precisamente al taller de escultura de este último acudió el joven escultor desde 1914. Se ha descrito al estudio de Joaquín Bilbao con un hermoso patio cuadrado, con una techumbre de cristales esmerilados. La casa se edificó “estilo suizo”, es decir rectangular y con tejado a dos aguas, la moda burguesa para los chalets de la época, En ella estuvo la primera sede de la Escuela Superior de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría hasta que en 1976 se trasladó al edificio de la calle Laraña. Actualmente este edificio, tras soportar varias reformas, es un anexo a la Facultad de Bellas Artes17 La vida artística e intelectual sevillana alcanzó su cima con el Ateneo, institución que florece a comienzos del siglo XX y por cuyos pasillos pasearon Salvador Clemente, Blas Infante, Juan Ramón Jiménez, Alejandro Guichot, José Arpa, Antonio Susillo, los hermanos García Ramos, Joaquín Turina, Gonzalo Bilbao, Rico Cejudo, Winthuysen o José María Izquierdo17 El Ateneo estuvo especialmente interesado en las artes plásticas, de ahí que incluyera una Sección de Bellas Artes que no sólo protegió el conocimiento y desarrollo de estas sino que promovió actividades como la Exposición de Primavera, en 1914 o la Cabalgata de Reyes Magos desde 191718. El Ateneo sevillano tenía su sede, en aquel momento en la calle Tetuán, una calle animadísima. Muy popular fue el Teatro San Fernando, llamado gran “coliseo” sevillano por la prensa del siglo XIX, donde se representaban obras de teatro, conciertos y que alegró la calle con sus fiestas y bailes de carnaval hasta 1970 en que, para tristeza de todos, fue demolido. A esta alegría contribuía la presencia de cafés, círculos y bares: el café de Bordallo, la Perla, el Casino Sevillano, el Gran Britz…todo rodeado de puestos de flores y sillones en las aceras para los parroquianos de aquellos cafés y círculos. Haciendo esquina, The Sport, bodeguita para señoritos ociosos, en cuya fachada aún se mantiene el bellísimo azulejo de Enrique Orce que representa a varias jóvenes viajando divertidas en un Studebaker. Desde Alhóndiga, giraremos ahora a la derecha para llegar hasta la plaza del Duque, que entonces era una hermosa plaza rodeada de palacios, el Palacio del Duque que dio nombre a la plaza, fue demolido para construir el actual Corte Inglés, enfrente el palacio de Sánchez-Dalp, cuya pérdida aún es llorada en Sevilla. Continuamos hacia la calle Alfonso XII, para llegar finalmente a la plaza del Museo. Allí está el Museo de Bellas Artes, construido en el solar donde estuvo el Convento Casa Grande de la Merced. A comienzos del siglo XX esta plaza se llamaba Plaza del Conde de Casa Galindo, entonces presidente de la Academia de Bellas Artes. En el centro de la Plaza se colocó originalmente una fuente, que fue sustituida por el actual monumento a Murillo. 16 Olmedo, C. “Artistas Ilustres. Gonzalo y Joaquín Bilbao”. Revista ”Por Esos Mundos” nº 110. Marzo, 1904. pp.202-207. Biblioteca Nacional de España. (BNE) 17 Izquierdo, J. Mª. “Divagando por la Ciudad de la Gracia”. Universidad de Sevilla. Secretariado de publicaciones. 1999. 18 “Homenaje a la memoria del ateneísta José María Izquierdo”. Ateneo de Sevilla. Junta de Andalucía. Consejería de Cultura, 2003 La Academia de Bellas Artes desapareció de allí en 1980 para trasladarse al Palacio de los Pinelo de la calle Abades, también es otra la fachada del edificio pues la que podemos ver ahora es de 1940. Pero aún podemos disfrutar de los impresionantes ficus centenarios que Enrique Pérez Comendador conocería muy, muy pequeñitos a la altura de la calle Alfonso XII, acompañados de cipreses y arriates de arrayán. Cada domingo, la Plaza del Museo se convierte en un pequeño mercadillo de pintores que exponen sus obras al aire libre aprovechando la cercanía de una de las pinacotecas más hermosas del mundo19. Y…..es el momento de cruzar a Triana, porque para los sevillanos, Sevilla y Triana eran sitios diferentes, un trianero no diría “voy al centro”, sino “voy a Sevilla”. Así, atravesaremos el puente de Triana, dejando a nuestra izquierda el muelle de Nueva York o el Arenal, con su barrio de los toreros, y llegando hasta el Altozano. Seguiremos por San Jorge, y su plaza de abastos de Triana para alcanzar la calle Alfarería, el corazón del gremio de los Alfareros. Y es que Triana fue alfarera, el Guadalquivir le proporcionaba agua y arcilla de calidad y ahora, aquel enjambre de hornos cerámicos trabajaba a destajo para surtir la demandas estéticas de las nuevas edificaciones, glorietas, plazas y parques con que se buscaba embellecer la ciudad de cara a la Exposición del 2920. Triana tuvo casi cuarenta fábricas: Santa Ana, Laffite, Mensaque…y la de Montalván en la calle Alfarería, un larga calle encalada y salpicada de alegres corrales de vecinos, últimos resquicios de los adarves árabes donde también abundaban los modestos tejares con sus patios para secar las tejas, búcaros y alcancías, o más pobres aún los tallercitos familiares donde se fabricaban muñequitos de barro con sus caritas enrojecidas de “fuchina”. Fue Montalván un artista cercano, popular, que convirtió su fábrica en taller escuela para jóvenes prometedores, siendo uno de ellos el joven Enrique Pérez Comendador. 19 Web Museos de Andalucía. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Junta de Andalucía, Consejería de Turismo, Cultura y Deporte. 20 Moreno Fernández, Ana Mª. Breve historia de los talleres cerámicos de Triana. 2020. https://asociacionpisano.es/wp-content/uploads/2020/06/Breve-Historia-de-los-talleres-cer%C3%A1micos-de-Triana-AMF-Junio-2020.pdf Triana, Sevilla, noviembre de 1922. Plano de la Sevilla que conoció nuestro escultor, en la Sala Eduardo Capa del MPCL.