In: Ramírez, Víctor, Manonelles, Laia y López del Rincón, Daniel (eds.):Corporalidades desafiantes: reconfiguraciones entre la materialidad y la discursividad. Editorial de la Universidad de Barcelona, 2018., 2018
In recent decades, a significant part of public and private governmental efforts has been devoted... more In recent decades, a significant part of public and private governmental efforts has been devoted to developing technologies to collect and analyze data about living beings. On the one hand, data on their biological endowments, such as in biometrics or in genetic data banks. On the other hand, data about their "forms of life": habits, affective relations, opinions and even emotions about different events, such as in data mining. Between "fingerprint" and "digital footprint", then, is stretched out one of the main lines of force of the techno-scientific and governmental intelligibility grid about what we are and what we could be. . At one of its poles, the meticulous identification of the bodies; at the other, the elaboration of behavioral profiles based on statistical correlations that "occur". On the one hand, the actual or possible observation of a biological individual; on the other hand, the construction of a statistical simulation of what an identity could be , which functions as a reductive but highly effective mirror. In this context, some contemporary artists attempt to focus on these methods of capturing individuals and individuations critically , as the Heather Dewey-Hagborg has done in her pieces Stranger visions and Be invisible, regarding biological surveillance. Others allude to them, questioning their procedures and speculating about the possible errors that may emerge from the technologies themselves. Such is the case of the italian Emilio Vavarella, in pieces like Digital Pareidolia: A Personal Index of Facebook's Erroneous Portraits. I will propose a brief analysis of these works in light of the processes described above, seeking to describe their artistic strategies, to understand their critical potential, and to consider the paradoxes they do not fail to elicit.
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Inconformismo y conocimiento
Presentación – Christian Ferrer/ 6
Matando el tiempo. Paul Feyerabend y la ciencia – Claudio Martyniuk/ 10
Contra la inefabilidad cultural, el objetivismo, el relativismo y otras quimeras – Paul Feyerabend/ 19
Oscar Varsavsky, una mirada histórica – Cristina Mantegari/ 21
El terror Varsavsky – Carlos Domingo/ 27
La incorporación de la filosofía al paradigma científico – Julio A. Castello Dubra y Alejandro Ranovsky/ 29
Los calígrafos – Pablo de Santis/ 34
Tema central: Matrices del dolor
Presentación /38
Técnica y metafísica: sobre la esencia del dolor – Enrique Ocaña/ 40
¿Qué es un campo? – Giorgio Agamben/ 52
Meditaciones sobre la ESMA – Claudia Feld/ 60
Comandante en Auschwitz – Primo Levi/ 64
Dolor y justicia – Peter Sloterdijk/ 69
Tiempos difíciles. Una lectura de Dickens – Rodrigo Zavalía/ 79
Marguerite Duras. El cuerpo técnico del dolor – Claudia Kozak/ 91
Educación y dolor – Marguerite Duras/ 96
Benavídez Bedoya. Grabados/ 106
En el bosque de pinos de las máquinas – Fogwill/ 110
Dossier: Lewis Mumford. El mito de la máquina
Presentación – Patricia Terrero y Christian Ferrer/ 118
Lewis Mumford – Absolutismo político y regimentación/ 118
Producción masiva y automatización humana/ 129
La nueva megamáquina/ 133
Máquinas/ 136
Llámenme Jonas/ 141
Indice
La modernidad tecnológica/ 4
Apuntes sobre el tecnologismo y la voluntad de no querer – Héctor Schmucler/ 6
Lenguaje de tradición y lenguaje técnico – Martin Heidegger/ 10
Introducción la conferencia de Heidegger – Diego Tatián
In memoriam. Antonin Artaud. El rostro humano/ 21
Tema central: La voluntad de ser
Introducción. El servicio visual obligatorio – Christian Ferrer/ 27
La modernidad y la cuestión del observador – Jonathan Crary/ 32
Máquinas de lo visible – Jean Louis Comolli/ 47
La crisis del antiguo régimen escópico – Martin Jay/ 55
Dirección de tránsito – Flavia Costa/ 69
El tejido estético de la historia – Daniel Mundo/ 80
Violencias invisibles y visibilidades neutras – Claudia Feld/ 92
La televisión y el pensamiento sobre la comunicación en Argentina – Patricia Terrero/ 97
James Ballard. Proyecto para un glosario del siglo XX/ 104
Dossier: William Morris. Técnica, belleza y revolución – Estela Schindel/ 107
en cuatro volúmenes que se inició en 1995 con la publicación de Homo sacer I.
El poder soberano y la nuda vida. Para esta edición en castellano, el autor
accedió a publicar a modo de introducción una entrevista realizada en 2003 (el
año en que apareció el libro en Italia), que originalmente había sido pensada
para presentar el texto a los lectores de habla castellana.
¿Quién no soñó alguna vez con un mundo sin sufrimiento: sin dolores, sin celos, sin frustraciones, sin agotamiento, sin angustias, sin hambre, sin siquiera esos fastidios ñoños pero implacables que todos padecemos y que forman el murmullo continuo por detrás de los contados momentos plenamente felices? ¿Imaginaron alguna vez un mundo donde no pesaran las ataduras físicas, sociales, sexuales, emocionales? ¿Un mundo en el que no hubiera que luchar por la supervivencia, porque nadie puede morir, excepto que lo desee? (¿Y quién lo desearía, si no sintiera dolor?)
Si, como hemos leído tanto últimamente, "nadie sabe qué puede un cuerpo", ¿somos capaces de imaginar qué podríamos si fuéramos varios cuerpos, cuerpos que se cambiarían como cambiamos de malla cuando salimos del mar y queremos dar un paseo sin la mezcla incómoda de humedad y arena?
Esto que tratamos de imaginar fue imaginado por muchos antes. Fue, por caso, el sueño de un atleta, escritor futurista y catedrático universitario de origen persa, nacido en Bruselas en 1930: Fereidoun M. Esfandiary, quien a los cuarenta años logró cambiar su documento para llamarse con un símbolo de sus convicciones más esperanzadas: que al cumplir cien años, la tecnología le permitiría vivir para siempre. FM-2030 quería dejar atrás los nombres comunes que, sostenía, remiten "al pasado de un individuo: sus ancestros, su nacionalidad, su religión". Él prefería remitirse al futuro.
Según sus seguidores, FM-2030 fue el primero en pronunciar el término transhumanista: fue en 1969, durante una de sus clases sobre "Nuevos conceptos de lo humano" en la New School for Social Research de Nueva York. En ellas predicaba que la libertad estaba a la mano. "Somos como el pasajero que exige con vehemencia una cabina mejor o la libertad de pasear por la cubierta de primera clase... en un barco que se hunde". El barco que se hunde, habrán adivinado, es el cuerpo. Para FM-2030, una "camisa de fuerza biológica" de la que hay que deshacerse lo antes posible.
Entre las perspectivas críticas de este relato del progreso, se ha observado en este modo de ser la manifestación de una voluntad de capturar o neutralizar el futuro (Heidegger, Schmucler); es decir: una voluntad que se despliega, no a través de una apertura, sino de un cierre, a través de una proyección-programación que busca circunscribir lo que advendrá (sus dosis de azar, de indeterminación) a una idea o diseño previo. La dimensión dominante aquí es la del pasado: el presente que habitamos es el resultado de una serie de decisiones que por su alcance nos parecen extremadamente difíciles de alterar, porque o bien desconocemos su funcionamiento, o bien nos han sido legados manuales de instrucciones suficientemente detallados y restrictivos que nos limitamos a aplicar en escala planetaria.
Por último, las tecnologías que posibilitaron la transmisión de información en “tiempo real” llevaron a diversos autores a considerar que la experiencia contemporánea del tiempo es la de un “continuum”, un “presente permanente” (Hobsbawm, Mészáros) o “presente continuo” (Lachman), un “tiempo sin relación con el tiempo histórico”, un “tiempo mundial” (Virilio) que aplana las dimensiones del pasado y el futuro. Este presente continuo está plagado de historias y noticias, profecías y pronósticos, acontecimientos anunciados o referidos, pero la experiencia del tiempo es la de un “agotamiento por aceleración”: un falso-día inacabable que, al anular las trayectorias gracias a la transmisión de información a la velocidad de la luz, pone en suspenso el tiempo eliminando distancias, volviendo instantáneos los desplazamientos y provocando fuertes descontextualizaciones. Esta primacía del “tiempo real” por sobre el “espacio real” divide el mundo entre una zona ultraveloz, donde todo llega sin espera, donde la inmediatez y lo simultáneo parecen diluir las distancias, y otra zona lenta, pobre, en la que se vive en un tiempo diferido, entre promesas y postergaciones que no responden a cadenas de causas y efectos, sino que la esperanza reside en la “conexión”, el “enganche”, la posibilidad de “pegar una”.
Proyección hacia un futuro in-finito e in-finalizable; tiranía del pasado concebido y percibido como programa; experiencia de un presente continuo y permanente. La idea es plantear aquí algunas observaciones e hipótesis acerca de estas tres interpretaciones sobre el modo de concebir y habitar la dimensión del tiempo en la modernidad tecnológica.
Inconformismo y conocimiento
Presentación – Christian Ferrer/ 6
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El terror Varsavsky – Carlos Domingo/ 27
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Los calígrafos – Pablo de Santis/ 34
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Meditaciones sobre la ESMA – Claudia Feld/ 60
Comandante en Auschwitz – Primo Levi/ 64
Dolor y justicia – Peter Sloterdijk/ 69
Tiempos difíciles. Una lectura de Dickens – Rodrigo Zavalía/ 79
Marguerite Duras. El cuerpo técnico del dolor – Claudia Kozak/ 91
Educación y dolor – Marguerite Duras/ 96
Benavídez Bedoya. Grabados/ 106
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Llámenme Jonas/ 141
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La modernidad tecnológica/ 4
Apuntes sobre el tecnologismo y la voluntad de no querer – Héctor Schmucler/ 6
Lenguaje de tradición y lenguaje técnico – Martin Heidegger/ 10
Introducción la conferencia de Heidegger – Diego Tatián
In memoriam. Antonin Artaud. El rostro humano/ 21
Tema central: La voluntad de ser
Introducción. El servicio visual obligatorio – Christian Ferrer/ 27
La modernidad y la cuestión del observador – Jonathan Crary/ 32
Máquinas de lo visible – Jean Louis Comolli/ 47
La crisis del antiguo régimen escópico – Martin Jay/ 55
Dirección de tránsito – Flavia Costa/ 69
El tejido estético de la historia – Daniel Mundo/ 80
Violencias invisibles y visibilidades neutras – Claudia Feld/ 92
La televisión y el pensamiento sobre la comunicación en Argentina – Patricia Terrero/ 97
James Ballard. Proyecto para un glosario del siglo XX/ 104
Dossier: William Morris. Técnica, belleza y revolución – Estela Schindel/ 107
en cuatro volúmenes que se inició en 1995 con la publicación de Homo sacer I.
El poder soberano y la nuda vida. Para esta edición en castellano, el autor
accedió a publicar a modo de introducción una entrevista realizada en 2003 (el
año en que apareció el libro en Italia), que originalmente había sido pensada
para presentar el texto a los lectores de habla castellana.
¿Quién no soñó alguna vez con un mundo sin sufrimiento: sin dolores, sin celos, sin frustraciones, sin agotamiento, sin angustias, sin hambre, sin siquiera esos fastidios ñoños pero implacables que todos padecemos y que forman el murmullo continuo por detrás de los contados momentos plenamente felices? ¿Imaginaron alguna vez un mundo donde no pesaran las ataduras físicas, sociales, sexuales, emocionales? ¿Un mundo en el que no hubiera que luchar por la supervivencia, porque nadie puede morir, excepto que lo desee? (¿Y quién lo desearía, si no sintiera dolor?)
Si, como hemos leído tanto últimamente, "nadie sabe qué puede un cuerpo", ¿somos capaces de imaginar qué podríamos si fuéramos varios cuerpos, cuerpos que se cambiarían como cambiamos de malla cuando salimos del mar y queremos dar un paseo sin la mezcla incómoda de humedad y arena?
Esto que tratamos de imaginar fue imaginado por muchos antes. Fue, por caso, el sueño de un atleta, escritor futurista y catedrático universitario de origen persa, nacido en Bruselas en 1930: Fereidoun M. Esfandiary, quien a los cuarenta años logró cambiar su documento para llamarse con un símbolo de sus convicciones más esperanzadas: que al cumplir cien años, la tecnología le permitiría vivir para siempre. FM-2030 quería dejar atrás los nombres comunes que, sostenía, remiten "al pasado de un individuo: sus ancestros, su nacionalidad, su religión". Él prefería remitirse al futuro.
Según sus seguidores, FM-2030 fue el primero en pronunciar el término transhumanista: fue en 1969, durante una de sus clases sobre "Nuevos conceptos de lo humano" en la New School for Social Research de Nueva York. En ellas predicaba que la libertad estaba a la mano. "Somos como el pasajero que exige con vehemencia una cabina mejor o la libertad de pasear por la cubierta de primera clase... en un barco que se hunde". El barco que se hunde, habrán adivinado, es el cuerpo. Para FM-2030, una "camisa de fuerza biológica" de la que hay que deshacerse lo antes posible.
Entre las perspectivas críticas de este relato del progreso, se ha observado en este modo de ser la manifestación de una voluntad de capturar o neutralizar el futuro (Heidegger, Schmucler); es decir: una voluntad que se despliega, no a través de una apertura, sino de un cierre, a través de una proyección-programación que busca circunscribir lo que advendrá (sus dosis de azar, de indeterminación) a una idea o diseño previo. La dimensión dominante aquí es la del pasado: el presente que habitamos es el resultado de una serie de decisiones que por su alcance nos parecen extremadamente difíciles de alterar, porque o bien desconocemos su funcionamiento, o bien nos han sido legados manuales de instrucciones suficientemente detallados y restrictivos que nos limitamos a aplicar en escala planetaria.
Por último, las tecnologías que posibilitaron la transmisión de información en “tiempo real” llevaron a diversos autores a considerar que la experiencia contemporánea del tiempo es la de un “continuum”, un “presente permanente” (Hobsbawm, Mészáros) o “presente continuo” (Lachman), un “tiempo sin relación con el tiempo histórico”, un “tiempo mundial” (Virilio) que aplana las dimensiones del pasado y el futuro. Este presente continuo está plagado de historias y noticias, profecías y pronósticos, acontecimientos anunciados o referidos, pero la experiencia del tiempo es la de un “agotamiento por aceleración”: un falso-día inacabable que, al anular las trayectorias gracias a la transmisión de información a la velocidad de la luz, pone en suspenso el tiempo eliminando distancias, volviendo instantáneos los desplazamientos y provocando fuertes descontextualizaciones. Esta primacía del “tiempo real” por sobre el “espacio real” divide el mundo entre una zona ultraveloz, donde todo llega sin espera, donde la inmediatez y lo simultáneo parecen diluir las distancias, y otra zona lenta, pobre, en la que se vive en un tiempo diferido, entre promesas y postergaciones que no responden a cadenas de causas y efectos, sino que la esperanza reside en la “conexión”, el “enganche”, la posibilidad de “pegar una”.
Proyección hacia un futuro in-finito e in-finalizable; tiranía del pasado concebido y percibido como programa; experiencia de un presente continuo y permanente. La idea es plantear aquí algunas observaciones e hipótesis acerca de estas tres interpretaciones sobre el modo de concebir y habitar la dimensión del tiempo en la modernidad tecnológica.
En Tecnoceno Flavia Costa delinea con sutileza la trama política y cultural de este mundoambiente alucinatorio cuya virtualidad se sostiene en una red material hecha de cables, satélites y edificios, y por donde desfilan bioartistas, ciencia forense, organizaciones de derechos humanos, sistemas de vigilancia y empresarios transhumanistas. Y advierte sobre el papel clave que cumplen hoy las huellas: las biométricas, las comportamentales y las que dejamos en el suelo, la atmósfera y los océanos. Unas, porque su capitalización ha desatado una feroz batalla geopolítica. Otras, porque de ellas depende el futuro de la Tierra.