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En el marco de los diálogos y construcción de paz en Colombia, los traductores e intérpretes juegan un papel de vital importancia para la consolidación de una sociedad en paz, gracias a la riqueza que prestan con sus respectivas... more
En el marco de los diálogos y construcción de paz en Colombia, los traductores e intérpretes juegan un papel de vital importancia para la consolidación de una sociedad en paz, gracias a la riqueza que prestan con sus respectivas profesiones en el ámbito de la preservación y respeto a la diversidad cultural y lingüística en el país. Por esta razón, en la presente ponencia desarrollo tres temas que considero esenciales para ejercer una labor ética cuando se trata de la comunicación y el diálogo en el conocido como " postconflicto ". El primero hace referencia al entendimiento de lo que requiere " construir la paz " y la importancia del lenguaje específico del área de la gestión de los conflictos, pues como bien dicen Grasa y Mateos (2014), entender al " postconflicto " como un proceso en donde se supone que no hay conflictos sería un absurdo, lo que ocurre en realidad es un cese a la violencia, una " postviolencia " que requiere de la comunicación clara y sensata para ocuparse activamente de Resolver, Reconstruir y Reconciliar, un proceso que requiere de la comprensión sin sesgos de cada una de las partes; en este sentido, el uso de los términos debe ser totalmente clarificado en cada lengua a donde se busque transmitir el conocimiento, e, incluso, dentro de la traducción del lenguaje académico al manejado por los medios de comunicación, que de hacerse éticamente, facilitaría la transformación de los conflictos, la resocialización y la vinculación y participación política que merece cada una de las partes en una sociedad democrática. El segundo tema hace referencia a las posibles catástrofes que pueden ocurrir en caso de que en la traducción de los acuerdos y la comunicación para construir la paz no se respeten las aclaraciones conceptuales y terminológicas, sino que, por el contrario, se haga una " interpretación " que busque el " sentido " de " lo que posiblemente quiera decir una palabra " ; en este punto se darán algunos ejemplos donde gracias a una versión sesgada de un traductor –a veces ignorante y otras bien o malintencionado–, se cometieron errores de traducción que posiblemente causaron muertes y la prolongación de la violencia, estos se presentan teniendo en cuenta que " al traducir se traducen no solo palabras, sino una manera de vivir y de pensar " , y que intentar imponer una cultura (o una versión) sobre otra siempre ha traído y traerá lo que ha caracterizado desde 1492 al " nuevo continente " : la violencia. Por último, el tercer tema hace referencia a la postura ética del traductor para evitar esos errores/ catástrofes, haciendo mención especial a algunos puntos específicos de la postura de Berman (1999): evitar la traducción etnocéntrica, platónica y del sentido desligado de la letra –pues no existe el abstracto, apropiador e idealizado " sentido " , sino una letra con cuerpo y significantes que no deben ser malinterpretados ni evitados por ser extranjerizantes desde posturas de traductores inconscientes o sesgados que puedan perjudicar o beneficiar a alguna de las partes–, y, por tanto, tomar una postura en favor de la conciliación, la fidelidad a cada uno de los bandos y, sobre todo, consciente de las implicaciones que tiene traducir o interpretar de tal o tal manera; en este sentido, se hace una reflexión final para mirarse a sí mismo como traductor, no reconociéndose como un ente " imparcial " o " neutro " , pues no hay tal, sino como alguien consciente de las diferentes versiones y visiones del mundo y que, sobre cualquier otra cosa, está a favor de la dignidad, el respeto, la responsabilidad y la vida.
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