Universidad de las Américas - Puebla
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Un último cigarro Por: Pablo Moreno Cuando abrí los ojos, todo era obscuridad, me encontraba acostado sobre mi brazo derecho; sentía un profundo dolor en el lado izquierdo de mi torso, desde las costillas hasta la mitad del abdomen y era... more
Un último cigarro Por: Pablo Moreno Cuando abrí los ojos, todo era obscuridad, me encontraba acostado sobre mi brazo derecho; sentía un profundo dolor en el lado izquierdo de mi torso, desde las costillas hasta la mitad del abdomen y era incapaz de mover mi brazo de este lado, supuse que estaba dislocado. Entrecerré los ojos y logré ver era una borrosa figura amarilla en forma de T en el techo. "Oh rayos, estoy dentro de una cajuela". Sentía la boca seca, tenía sed y el pedazo de tela que metieron a mi boca como mordaza no ayudaba a saciarla. Intenté mover mi brazo derecho pero tampoco fui capaz de hacerlo, tenía una cuerda amarrada en las muñecas, debía liberarme antes de hacer otra cosa; pasaron varios semáforos y yo no conseguía deshacer el nudo que me tenía amarrado, intenté dar varias vueltas, pero esto sólo empeoró el dolor en mi torso y en mi hombro. El nudo era fuerte y la cuerda gruesa. Sentí como el coche se detuvo en el quinto semáforo y pensé "Esta es mi oportunidad; apreté fuertemente la mordaza entre mis dientes y jalé con fuerzas el nudo; nunca había sentido un dolor tan profundo en mi vida, pero logré desatarme. Rápidamente alcancé la palanca de liberación de la cajuela, sin embargo, esta no se abrió. "Claro, quien sea que está manejando no puede ser lo suficientemente estúpido como para no haber desactivado el mecanismo", pensé. Las constantes frenadas del vehículo me indicaron que aún estábamos en la ciudad; sin tráfico, además, por lo que probablemente aún era de noche. El conductor manejaba con calma, imaginé que no querría llamar la atención. Comencé a formular preguntas en mi cabeza, ¿Quién estaba manejando? ¿A dónde me llevarán? ¿Qué quieren conmigo? Miles de preguntas daban vueltas en mi cabeza, pero no tenía respuesta a ninguna de estas, hasta que me pregunté ¿Cómo es que llegué aquí? Entonces comencé a recordar lo que había sucedido esta noche. Era una tarde de jueves común y corriente, había terminado justo a tiempo mi examen de segundo parcial de termodinámica para ir a ver el clásico español, Barca-Real, con Felipe al bar de siempre. "¿Big Orange? Te espero y nos vamos juntos." le comenté, él estaba sentado atrás de mí en el examen; él asintió, y me volteó a ver con unos ojos que claramente reflejaban desesperación en su mirada. Salí del salón y me fumé un cigarro, llevaba ya un par de meses intentando dejar de fumar, sin éxito; esta vez, decidí que tenía que tomar uno por el examen. A medio cigarro, vi a Felipe salir, "Me urge una bien muerta", me dijo; tiré el resto de mi cigarro y nos dirigimos a su coche. "¿Tan mal te fue?, me atreví a preguntar, pregunta a la que no conseguí respuesta. Algo extraño de Felipe, ya que él siempre era muy platicador. Felipe siempre fue algo más experimentado que yo respecto a la fiesta y las mujeres; yo siempre tomé el papel de alguien un poco más reservado y secretamente siempre lo admiré. Tenía el pelo negro, una barba de tres días perfectamente cerrada, ojos verdes y piel morena; por si esto fuera poco, era bastante más alto y frecuentaba el gimnasio por lo menos cuatro veces a la semana, un sólido 9; mientras tanto, yo me consideraba a lo mucho un ocho, pero tenía mis dudas al respecto. Llegamos al bar a la mitad del primer tiempo, el tráfico de la ciudad hoy se portó peor de lo normal; no teníamos que recorrer ni dos kilómetros, pero el semáforo de Vasco de Quiroga siempre era una perdición. Ese semáforo, sumado a nuestro estrés post-examen, hizo que nos dirigiéramos inmediatamente a la barra por nuestras cervezas. Felipe pidió una Stella, yo siempre
- by Pablo Moreno
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