SILVANA M CAPPUCCIO
Universidad de Buenos Aires, Arquitectura, Diseño y Urbanismo, Coordinadora Académica Maestría en Gestión Ambiental Metropolitana
Arquitecta (UBA), Especialista en Gestión Ambiental Metropolitana (UBA), doctoranda en Arquitectura y Urbanismo (UNMdP); Investigadora del Programa Urbanismo y Ciudad (FADU-UBA) y del Programa Territorio, Actores, Gobernanza para la Transformación, (TAG/idIHCS, UNLP-CONICET). Coordinadora académica de la Carrera de Especialización y de la Maestría en Gestión Ambiental Metropolitana (FADU-UBA) (2005-2017). Autora de varios artículos sobre Planificación y Gestión Urbano – Ambiental y consultora para instituciones públicas y privadas en temas de su especialidad.
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La pandemia de COVID-19 vigorizó los debates sobre el capitalismo monopolista financiero y su correlación con las crisis ecológica y epidemiológica. Las tradicionales explicaciones sobre la etiología de las enfermedades zoonóticas contemporáneas ofrecidas desde el marco individualista biomédico se vieron fuertemente confrontadas con los argumentos nutridos por la perspectiva ecológica que consideran el notorio aumento de las Enfermedades Infecciosas Emergentes desde la década de 1980 como una manifestación nefasta de problemáticas más amplias relacionadas con el modelo de acumulación extractivista y complejos circuitos de capital que imprimen cambios globales en el modo e intensidad del uso de la tierra, y crean interfaces peligrosas entre personas, ganado y reservorios de vida silvestre de enfermedades zoonóticas. Con base en esta hipótesis y valiéndonos de evidencias científicas, examinamos la incidencia que ha tenido en el contexto latinoamericano la aceleración del ritmo de reproducción del capital iniciado con el giro neoliberal, en los procesos de deterioro ambiental
y ecosistémico, y en la concomitante disminución de las tasas de reproducción de la vida y la salud. Se abordan específicamente tres nudos problemáticos: los rasgos que caracterizaron la emergencia y manejo del COVID-19, el rol del extractivismo en la potenciación de riesgos biológicos catastróficos, y la relación entre enfermedades globales y Cambio Global.
El debate sobre las respuestas dadas por el urbanismo a las problemáticas urbano-ambientales durante los últimos 30 años se encuentra polarizado entre interpretaciones rupturistas y continuistas. Las primeras explican las soluciones planteadas desde la lógica de la globalización y los cambios socioeconómicos y tecnológicos asociados a ella; las segundas las inscriben dentro de tradiciones que rigieron la cultura urbanística del siglo XX y fueron recuperadas en el presente. Dentro de este marco, nos proponemos revisar los principales paradigmas urbanísticos que sostienen el urbanismo contemporáneo, a partir del sistema taxonómico de Françoise Choay y de su complementación por François Ascher y Javier Monclús.
respecto a las relaciones sociedad-naturaleza, e iluminar sus puntos de convergencia con la crítica ambiental. Para ello, exploramos
las nociones de historia natural y reconciliación con la naturaleza en dos obras de eodor Adorno, “La idea de historia natural”
y Teoría estética. Apoyamos la tesis que sostiene que la demanda derivada de los presupuestos frankfurtianos de necesidad
de armonización de los saberes racionales, sensibles, estéticos y espirituales está implícitamente asumida en el desarrollo del
ambientalismo como movimiento histórico-vital.
La pandemia de COVID-19 vigorizó los debates sobre el capitalismo monopolista financiero y su correlación con las crisis ecológica y epidemiológica. Las tradicionales explicaciones sobre la etiología de las enfermedades zoonóticas contemporáneas ofrecidas desde el marco individualista biomédico se vieron fuertemente confrontadas con los argumentos nutridos por la perspectiva ecológica que consideran el notorio aumento de las Enfermedades Infecciosas Emergentes desde la década de 1980 como una manifestación nefasta de problemáticas más amplias relacionadas con el modelo de acumulación extractivista y complejos circuitos de capital que imprimen cambios globales en el modo e intensidad del uso de la tierra, y crean interfaces peligrosas entre personas, ganado y reservorios de vida silvestre de enfermedades zoonóticas. Con base en esta hipótesis y valiéndonos de evidencias científicas, examinamos la incidencia que ha tenido en el contexto latinoamericano la aceleración del ritmo de reproducción del capital iniciado con el giro neoliberal, en los procesos de deterioro ambiental
y ecosistémico, y en la concomitante disminución de las tasas de reproducción de la vida y la salud. Se abordan específicamente tres nudos problemáticos: los rasgos que caracterizaron la emergencia y manejo del COVID-19, el rol del extractivismo en la potenciación de riesgos biológicos catastróficos, y la relación entre enfermedades globales y Cambio Global.
El debate sobre las respuestas dadas por el urbanismo a las problemáticas urbano-ambientales durante los últimos 30 años se encuentra polarizado entre interpretaciones rupturistas y continuistas. Las primeras explican las soluciones planteadas desde la lógica de la globalización y los cambios socioeconómicos y tecnológicos asociados a ella; las segundas las inscriben dentro de tradiciones que rigieron la cultura urbanística del siglo XX y fueron recuperadas en el presente. Dentro de este marco, nos proponemos revisar los principales paradigmas urbanísticos que sostienen el urbanismo contemporáneo, a partir del sistema taxonómico de Françoise Choay y de su complementación por François Ascher y Javier Monclús.
respecto a las relaciones sociedad-naturaleza, e iluminar sus puntos de convergencia con la crítica ambiental. Para ello, exploramos
las nociones de historia natural y reconciliación con la naturaleza en dos obras de eodor Adorno, “La idea de historia natural”
y Teoría estética. Apoyamos la tesis que sostiene que la demanda derivada de los presupuestos frankfurtianos de necesidad
de armonización de los saberes racionales, sensibles, estéticos y espirituales está implícitamente asumida en el desarrollo del
ambientalismo como movimiento histórico-vital.
La inclusión del OAT en la normativa ambiental argentina no es una medida particularmente innovativa. El carácter global y planetario de la actual crisis ambiental ha obligado a considerar la protección de los componentes ambientales en toda política de desarrollo, e invariablemente, en las agendas públicas de todos los países. Cuantiosos y copiosos informes producidos desde las últimas décadas del siglo XX (como el conocido Informe Brundtland o los documentos generados para la Conferencia de Río de Janeiro de 1992) anunciaron sin ambages los riesgos crecientes a los que se estaría exponiendo la humanidad de no mediar modificaciones sustanciales en el modelo civilizatorio. Sin embargo, las tendencias básicas que caracterizaron el inicio del tercer milenio no mostraron una propensión a aproximar los criterios ecológicos y la dinámica socioeconómica, sino a profundizar su distanciamiento. En Latinoamérica, la internalización de la cuestión ambiental en las políticas públicas, aún con claros avances, no está exenta de las fricciones y confrontaciones que supone la necesidad de conciliar la conservación del ambiente con el desarrollo económico. Los Estados de la región vienen consolidando la institucionalización del ideario ambiental y han consagrado el derecho a un ambiente sano por mandato constitucional; pero la aplicación del derecho ambiental enfrenta múltiples restricciones y escollos. La comodificación y la privatización de los recursos naturales y los servicios ambientales, que explican en buena medida la segregación socio-ambiental de nuestras ciudades, no alcanzan a ser modificados por el sistema jurídico ambiental. Su efectividad también ha sido escasa a la hora de contrarrestar la injusticia ambiental que implica la derivación de la mayor carga de las externalidades negativas del desarrollo a las poblaciones de menores recursos, mayormente localizadas en los sitios de peor calidad ambiental. Existe también evidencia suficiente de que la legislación ambiental de nuestros países no ha podido poner freno al avance del extractivismo inmobiliario, ni restringir la expansión de la ciudad sobre suelos de gran aptitud agrícola, o limitar la pérdida de biodiversidad y de calidad paisajística. Pero aún con sus limitaciones, el marco normativo del OAT puede contribuir o no, según los objetivos sociales y políticos que se prioricen, a reducir las desigualdades históricas o profundizar la injusticia espacial y ambiental. Argentina presenta ante este desafío una situación ambigua y de relativa fragilidad, pues si bien posee una historia institucional sobre ambiente que ha sido pionera en América Latina (con la creación de la Secretaría de Estado de Recursos Naturales y Ambiente Humano en 1973), su experiencia en políticas de planificación del ordenamiento se presenta débil y desarticulada respecto de la de otros países de la región, como Colombia o Brasil (Reese, 2006). Una debilidad a la que cabe sumar los sucesivos cambios de orientación habidos en las políticas públicas y el escaso debate sobre los modelos de desarrollo que subyacen a las mismas (Svampa, 2015). Por otro lado, históricamente, el país se ha caracterizado por la escasa o nula regulación estatal del mercado de tierras urbano (Clichevsky, 2002), por el enfoque sectorial de la planificación territorial, y por su debilidad en la escala regional y en la organización de los usos del suelo en espacios de frontera (Morello, Rodríguez y Pengue, 2006). Salvo raras excepciones, además, la planificación urbana no es desarrollada de forma articulada a la ambiental, y menos aún integrada a la regulación del espacio rural (op. cit.). Estas desvinculaciones alcanzan a las estrategias de investigación y de gestión, a las formas institucionales y a la formulación de políticas e instrumentos (Cappuccio, Chávez Negrete y González Lobos, 2017; Clichevsky, 2001).
En función de aceptar esta sostenibilidad diferencial de nuestras ciudades (Allen, 2011), implícita en el marco de las estructuras capitalistas, entendemos que el desafío mayor del OAT como instrumento político no es aquel que refiere solamente a la protección ambiental en general, sino a sus posibilidades de articulación y consistencia respecto de otras prioridades, como el acceso a la vivienda, la mitigación de la pobreza, las demandas de salud, el derecho a la ciudad y al territorio, la reducción de los riesgos. Y dado que ninguna de estas cuestiones puede escindirse de los factores políticos y económicos, es decir, de las estructuras de poder a las que están asociadas, un concepto clave para interpretar su grado de vinculación con el OAT es, como sugiere Massiris (2018), la construcción social de territorialidades, “bajo el supuesto de que es en esta construcción donde se producen los puntos de encuentro entre la política de ordenamiento territorial y las dinámicas económicas y políticas.” (p. 1). Es decir, presumiendo que existe, o debería existir, una relación de correspondencia entre las estrategias de planificación territorial desplegadas (con vocación resolutiva o mitigadora) y las problemáticas derivadas de los modelos de desarrollo implementados.
Desde este punto de vista conceptual y a partir del escenario esbozado, el presente capítulo se destina a examinar los desafíos que enfrenta Latinoamérica en términos de OAT, y particularmente la Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA), a partir de los cambios ocurridos desde los años ’90 en la construcción de territorialidades y su relación con los enfoques y estrategias de desarrollo y de ordenamiento territorial y ambiental implementados por el Estado.
La exposición de contenidos se propone en tres apartados. Primero, examinamos las problemáticas asociadas a la construcción de territorialidades en la RMBA durante las últimas décadas, buscando visibilizar los contenidos ineludibles que deberían alimentar una agenda de OAT. Luego, reseñamos el panorama actual del ordenamiento territorial y ambiental en América Latina, con un foco especial en Argentina; y, en el tercer apartado, hacemos lo propio respecto de la RMBA. Las categorías analíticas que sostienen nuestros argumentos se van presentando a lo largo del texto.