Capítulos de libros, revistas, etc.
Este texto prologa el libro La performatividad cuir de la naturaleza de Karen Barad.
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Cuadernos materialistas nro 7, 2022
Descubrir qué preguntas no tienen respuesta y no darles respuesta: esa es la habilidad más necesa... more Descubrir qué preguntas no tienen respuesta y no darles respuesta: esa es la habilidad más necesaria en tiempos convulsos y oscuros. La mano izquierda de la oscuridad
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Prólogo a Las Chicas salvajes, Úrsula K. Le Guin, 2022
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Revista Cuadernos Materialistas nro 9, 2023
Dícese de algunas personas, prácticas o técnicas vinculadas a la intervención sobre dispositivos ... more Dícese de algunas personas, prácticas o técnicas vinculadas a la intervención sobre dispositivos que se organizan epistemológica y moralmente sobre categorías universales /Dícese de la intervención que puede revitalizar, proteger o articular lo viviente allí donde se encuentre amenazado o debilitado por las instituciones capitalistas / Sinónimos: reparatorias, compositivas, autónomas, plurales, plebeyas, abyectas, impuras, repudiables, fascinantes, encantadoras, materiales, acontecimentales, ambivalentes, inestables.
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Vocabulario Crítico de las Ciencias de la Comunicación, editorial Taurus, 2024
La subjetividad es una perspectiva teórica y epistémica transdisciplinar, que involucra saberes s... more La subjetividad es una perspectiva teórica y epistémica transdisciplinar, que involucra saberes sobre historia, comunicación, filosofía, antropología, política, estética, psicología, pedagogía, literatura y economía. Se trata de una perspectiva situada de análisis, un modo de interrogación por las materialidades que posibilitan la constitución de ciertas conformaciones subjetivas en la inmanencia de los dispositivos (cf. transdisciplinariedad).
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El cuerpo lesbiano, Monique Wittig, hekht (prólogo a), 2021
Este texto es un ensayo sobre aspectos políticos, filosóficos y eróticos de la escritura de Moniq... more Este texto es un ensayo sobre aspectos políticos, filosóficos y eróticos de la escritura de Monique Wittig
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Revista alma negra, Chile, 2022
Este texto propone volver sobre las fuerzas que quedan obturadas en los relatos tradicionales y s... more Este texto propone volver sobre las fuerzas que quedan obturadas en los relatos tradicionales y se pregunta por los efectos de esas capturas narrativas.
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Revista Contenidos, nro 11, Chile, 2022
Este texto se aproxima al mito que estructura la epistemología y los saberes académicos, tanto co... more Este texto se aproxima al mito que estructura la epistemología y los saberes académicos, tanto como la política y la erótica dominantes desde la modernidad: la figura del héroe. Tras concebir Una guerra, Una historia, Una política, Un sujeto, Un mundo, Un enemigo, la heroicidad (masculina, cis, hétero) es (no solo) un relato que cercena las posibilidades del pensamiento crítico tanto como las potencias de la vida colectiva.
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Ruido Negro. UNSAM., 2021
Dos o tres cosas. Sentidos, artes, necropolíticas. Pensatorio Bolsas Negras, 22 de junio de 2021... more Dos o tres cosas. Sentidos, artes, necropolíticas. Pensatorio Bolsas Negras, 22 de junio de 2021, sobre la performance Ruido Negro (Colectivo Anónimo Siete y Medio /Museo Latinoamericano de Arte Público), realizada con el apoyo del programa Lectura Mundi-UNSAM.
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Texto para el catálogo de la obra/instalación Meteora de Fabián Bercic, expuesta durante los mese... more Texto para el catálogo de la obra/instalación Meteora de Fabián Bercic, expuesta durante los meses de marzo y abril de 2021 en la galería Calvaresi (San Telmo, Buenos Aires)
Meteora, un presagio. Hay cascos de guerreras, naves espaciales, un bosque nevado, un sello, materiales densos ligeros ásperos suaves, formas agudas curvas precisas, hay una cyborg llegando, una danza imposible, hay fotos, hay un mediometraje que aún no ha sido, un lenguaje insuficiente. Rastros del futuro. Hay un geólogo de sueños y pesadillas colectivas, un orfebre disciplinado, un humilde perseguidor de huellas, un monje que se vacía para que el mundo advenga.
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Revista de Estudios y Políticas de Género, UNTREF. Dossier: ¿la alegría como estrategia? , 2020
El fenómeno “pandemia” involucra una serie de continuidades y discontinuidades, de radicalizaci... more El fenómeno “pandemia” involucra una serie de continuidades y discontinuidades, de radicalizaciones y rupturas, en los modos de vida colectivos de los cuales no podemos dar cuenta aún. Sin embargo, es posible aproximarnos a diferentes aristas de la cuestión, especialmente a aquellas que se vinculan con nuestra experiencia
(intelectual, política y afectiva) de lo que ocurre. En este escrito se propone la existencia de un semiovirus como correlato narrativo performático del biovirus COVID 19, que atraviesa los discursos y nos infecta con una pasión triste, el miedo. Se sostiene además que el semiovirus se inscribe en la Instagramática (gramáticas en red) cuya principal característica es el aplanamiento de la potencia de los fenómenos culturales y las corporalidades así como también la metabolización individualizante de los malestares. Junto a este planteo, se sostiene que la red instagramática no logra captar todos los relatos ni afectos, así como tampoco puede hacerlo de manera definitiva. Existen desplazamientos y rasgaduras, una miopía de frecuencia que impiden la captura absoluta de lo viviente. Se reflexiona finalmente sobre las visibilidades-decibilidades de las zonas problemáticas donde los cuerpos, afectos y textos resisten a las capturas.
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Prólogo a Brujas. La potencia indómita de las mujeres de Mona Chollet (Hekht, Buenos Aires, 2019).
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Prólogo a la edición en castellano de Guerrilleras de Monique Wittig (hekht, Buenos Aires, 2019), 2019
Este es un libro de sutileza arrasadora. Compuesto por tantos niveles de lectura, por tantas capa... more Este es un libro de sutileza arrasadora. Compuesto por tantos niveles de lectura, por tantas capas de fuerzas, que no es posible terminar de leerlo. No sólo porque lo que aquí se narra es una épica circular, sino también porque terminar de leerlo sería haber comprendido todas las historias, las botánicas, las religiones, las geometrías, las filosofías, las poesías, las pasiones, las geografías, las guerras. En este libro hay un pronunciamiento político, una política de escritura que es una política del pensamiento, un rechazo a hablar la lengua de la dominación y una intervención letal. Y hay, especialmente, un arte para establecer continuidades vibrátiles para mantrar los nombres de las flores de los colores de las plantas de las máquinas de las frutas de las especias de las guerreras de los perfumes de los árboles de las diosas de los clítoris-penes de los rituales de las armas de los gestos. Ausencia de signo, continuidad. En este libro se habla de los feminarios y de la guerra. De las historias que se narran y de los cuerpos que sangran, de la tensión entre las palabras y la sangre, entre el instante sin nombre y el poder de nombrar. La Real Academia Española no reconoce a los feminarios. Aquí se habla también de las palabras que aún no tenemos, que es urgente inventar. "Si me apropio del mundo, que sea para soltarlo inmediatamente o para crear nuevas relaciones entre el mundo y yo", dice Wittig. En este libro hay una práctica de sublevación. A la organización disciplinar de los ejércitos, a la mercenarización de sus filas, a la supremacía bélica masculinista, se le opone la bravura, el coraje, la caotización, la politización de la ira, el grito vital, la desestabilización. A la captura individual y empobrecedora, se le opone la multitud 1 Prólogo al libro Guerrilleras de Monique Wittig, publicado por Hekht, diciembre 2019.
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Hoja de Contacto, vol. 2, Córdoba (10-22), 2019., 2019
Estas son palabras sobre palabras. Palabras escritas sobre palabras que primero fueron dichas, l... more Estas son palabras sobre palabras. Palabras escritas sobre palabras que primero fueron dichas, luego fueron escritas, después fueron traducidas, luego corregidas, leídas más tarde. La legitimidad de estos sonidos y de aquellos que operan como su excusa (un libro, un pedido, un deseo) es dudosa. Si se escriben estas palabras es porque se sueña con poder hacer eco de una vibración, poder ecar, se sueña con que los dispositivos que nos hacen hablar no lo aplanen todo. Esta vez se escribe para poder hacer lugar a cierta vacilación, a cierta ambigüedad, a cierta inquietud, a cierto resplandor. Dónde es el acá de eso que llamamos Oury Jean Oury es una voz que habla de personas muy próximas que sufren, descarriladas, disociadas, en espera permanente, personas en sufrimiento. Lo colectivo es un libro donde algo (no Oury, sino algo) se pregunta qué es necesario para recibir y permanecer con quienes sufren, un espacio donde se dice gentileza, amabilidad, movimiento de los cuerpos, tanto como se dice institución, ministerio, habitación. Desde este tiempo propio, leemos Lo colectivo como una interpelación sobre el encuentro. Que esta pregunta exista, que se nos formule así esta pregunta, está indicando que el encuentro ya no es obvio (más allá de si realmente lo fue en algún momento). La política, la erótica, la ética, esas modulaciones del encuentro ya no son obvias. Será que estamos en la intemperie. Suena Tiqqun: dónde están las palabras, la casa, los antepasados, dónde los amores, dónde las amigas. No existen, mi niña. Hay que construirlo todo. Tenés que construir la lengua que habitarás, construir la casa donde no vivas sola, y encontrar las antepasadas que te hagan más libre. Y tenés que construir la educación sentimental con la que amarás de nuevo. Y todo esto lo edificarás sobre la hostilidad general. Ese es el punto donde comienza eso a lo que llamamos Oury y eso a lo que llamamos colectivo. Hay una exhortación permanente a nuestros cuerpos para que lo puedan todo, para consumirlo todo, para ser consumidos, para que puedan intercambiarlo todo y ser intercambiados, para que sean fuertes, deseantes, felices. Ahí es donde no saber lo que puede un cuerpo, se hace mantra, cliché de intercambio en el mercado de la carne, en el mercado afectivo digital. Y cuando Spinoza se hace mantra adquiere un tono hasta entonces insospechado: hay que saber lo que puede ese cuerpo. Hay que explorar qué se puede, hasta dónde, hay que hacer de la potencia un motor del consumo cibernético. El poder nos está mandando a experimentar. Oury está ante el dolor de los demás, donde los cuerpos no pueden, sin metáforas. Está ante ese dolor, contra ese dolor, decidido a hacer algo con ese dolor, con ese dolor a 1 Este texto fue escrito originalmente para la presentación del texto Lo colectivo de Jean Oury en Buenos Aires (marzo de 2019) y luego, con mínimas modificaciones se incluyó en la publicación HOJA DE CONTACTO, nro 2, ciudad de Córdoba, 2019.
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Prólogo al libro La Brujería Capitalista de Isabelle Stengers y Philippe Pignarre (Hekht, Buenos ... more Prólogo al libro La Brujería Capitalista de Isabelle Stengers y Philippe Pignarre (Hekht, Buenos Aires, 2018)
Creer en las palabras, en su poder para no dejarnos indemnes, quizá sea el acto iniciático de toda brujería. Creer en el poder para mezclarse con el cuerpo y las emociones propias y ajenas. Pero creer en las palabras también es saber de su límite y de los territorios que las colindan. Quizá sea cierto y el capitalismo nos haga creer tanto en sí mismo que es hora de volver la mirada sobre aquello en lo que creemos y sobre aquello que nos afecta.
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(La Caja Digital, Tomás Abraham, 2009)
Es posible que cuando una época se piensa a sí misma c... more (La Caja Digital, Tomás Abraham, 2009)
Es posible que cuando una época se piensa a sí misma como Apocalipsis esté indicando no sólo ciertas transformaciones en su régimen de verdad (de lo que sabe pero también de lo que puede) sino también la presencia de ciertas políticas sobre esas transformaciones. Es así que el pensamiento contemporáneo podría ser concebido como una polifonía de diversos tonos y acentos que indica el agotamiento de aquello que llamamos modernidad. Pero es en esos acentos que sería necesario detenerse para preguntarse por cierto apesadumbramiento, por cierto gesto (a veces resignado a veces triste) de nuestros saberes.
Las trascendencias seculares de la modernidad (el estado, la razón, el hombre) obligaron al pensamiento crítico a volverse sobre los móviles suelos de esos dioses; pero en un mundo con cada vez menos trascendencias como el nuestro, la tarea del pensamiento bien podría ser otra. Es así que Gilles Deleuze y Félix Guattari lo planteaban diciendo: “… podría ser que el problema concerniese ahora a la existencia de aquel que cree en el mundo, ni siquiera en la existencia del mundo, sino en sus posibilidades de movimiento e intensidades para hacer nacer otros modos de existencia todavía nuevos, más próximos a los animales y las piedras. Podría ser que creer en este mundo, en esta vida se haya vuelto nuestra tarea más difícil, o la tarea de un modo de existencia por descubrir en nuestro plano de inmanencia actual. Es la conversión empirista…”[1] Desde allí podría pensarse que las tecnologías de poder ya no se concentran en construir trascendentales sino en impedir cierta creencia en el mundo. Nuestro régimen de verdad captura lo viviente capturando las maneras de sentir y de pensar, invisibilizando las experiencias de resistencia, las líneas de fuga. Es así que la razón deviene cínica, indolente, frígida…[2]
La filosofía, el arte y la ciencia se encuentran pisando cada uno a su manera los lindes del problema de “creer en el mundo”, de crear modos de vida “más próximos a los animales y las piedras”. La ciencia clásica, por ejemplo, partía de una idea de naturaleza autómata, sujeta a leyes matemáticas que determinaban su pasado y su futuro, las ciencias actuales se encuentran en una situación totalmente diferente: en una descripción que sitúa al hombre en el mismo mundo que él describe e implica la receptividad de ese mundo, donde la inestabilidad es la regla y la estabilidad, una excepción.[3] No es que la muerte de los universales modernos sea entonces un “avance” de la filosofía, de la política o de las ciencias, sino que formamos parte de una cultura donde esos universales ya no son posibles. La historia de la ciencia muestra que el mundo y su tiempo hoy se presentan como multiplicidades, que ningún campo del saber humano puede dar cuenta de ellas por sí solo, y que la experiencia del mundo se entrelaza con la formulación de nuevas palabras para nombrarla.
Siguiendo una intuición foucaulteana es posible rastrear en nuestra actualidad diferentes experiencias que impugnan las tristezas de nuestro régimen de verdad. Esta tentativa puede hacernos sentir como un herrero ante una mariposa, como quien va a destruir algo con la sola ejecución de su oficio. En primer lugar porque se trata de explorar líneas de fuga muy sensibles (como todas ellas) a las operaciones de agenciamiento discursivo. Estas líneas envían hacia experiencias que se resisten a la categorización, no porque sean “indecibles” sino porque para aprehenderlas es necesario un movimiento que este texto no podrá concederles. No se trata de experiencias de collage arbitrario ni de edificios conceptuales bellos (pero inoperantes) sino de conexiones ajenas a las (in)sensibilidades de la máquina de institucionalización. Pero en segundo lugar, porque se trata de saberes menores. Un saber menor es un saber falso, un saber que no sortea los umbrales de epistemologización en un cierto sistema de verdad. No se trata de sostener cierta verdad de los saberes menores que los “mayores” les impedirían alcanzar, sino que se trata más bien de pensar (visibilizando algunos rasgos de algunos saberes menores) qué tipo de poderes y saberes se efectúan en los criterios de verdad. Se trata de buscar claves de inteligibilidad de un saber que vuelve una y otra vez sobre su impotencia y a la vez, de percibir prácticas de impugnación a ese saber (más para comprender dinámicas de nuestro régimen de verdad que para “pronosticar” sus transformaciones). En estos párrafos abordaremos “saberes de la brujería” a partir de dos aproximaciones distintas que sin embargo comparten la insistencia sobre la continuidad práctica de lo viviente. Si bien los límites teóricos de la noción de brujería son extremadamente discutidos, estas aproximaciones llaman brujería a cierta articulación entre la creencia y el mundo, entre el hombre y la naturaleza.
Texto completo en http://tomasabraham.com.ar/index.php?id=245
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Cap. 10 del libro A la Inseguridad la Hacemos entre Todos, 2010.
Análisis de la obra foucaulte... more Cap. 10 del libro A la Inseguridad la Hacemos entre Todos, 2010.
Análisis de la obra foucaulteana como una gradiente hacia la intervención crítica sobre la noción liberal de libertad.
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Cap 1 del libro Neoliberalismo y Subjetividad (Hekht, Buenos Aires, 2016, pp 8-18)
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(Prólogo al libro Neoliberalismo y subjetividad, Hekht libros, Buenos Aires, 2016)
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Papers
Philosophy Today
We propose to approach Simondon’s writing as a techno-aesthetic object, as a singular prose of th... more We propose to approach Simondon’s writing as a techno-aesthetic object, as a singular prose of thought. To do so requires assuming Simondon’s technological proposal as the creation of a new mode of knowledge about the technicality of objects, abandoning the idea that the word “technology” can serve to designate a given state of things. This proposal, cultural and educational at the same time, requires a new way of approaching the world, starting with the way we approach reading. The techno-aesthetics of Simondon’s writing also requires a techno-aesthetic reading.
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Capítulos de libros, revistas, etc.
Meteora, un presagio. Hay cascos de guerreras, naves espaciales, un bosque nevado, un sello, materiales densos ligeros ásperos suaves, formas agudas curvas precisas, hay una cyborg llegando, una danza imposible, hay fotos, hay un mediometraje que aún no ha sido, un lenguaje insuficiente. Rastros del futuro. Hay un geólogo de sueños y pesadillas colectivas, un orfebre disciplinado, un humilde perseguidor de huellas, un monje que se vacía para que el mundo advenga.
(intelectual, política y afectiva) de lo que ocurre. En este escrito se propone la existencia de un semiovirus como correlato narrativo performático del biovirus COVID 19, que atraviesa los discursos y nos infecta con una pasión triste, el miedo. Se sostiene además que el semiovirus se inscribe en la Instagramática (gramáticas en red) cuya principal característica es el aplanamiento de la potencia de los fenómenos culturales y las corporalidades así como también la metabolización individualizante de los malestares. Junto a este planteo, se sostiene que la red instagramática no logra captar todos los relatos ni afectos, así como tampoco puede hacerlo de manera definitiva. Existen desplazamientos y rasgaduras, una miopía de frecuencia que impiden la captura absoluta de lo viviente. Se reflexiona finalmente sobre las visibilidades-decibilidades de las zonas problemáticas donde los cuerpos, afectos y textos resisten a las capturas.
Creer en las palabras, en su poder para no dejarnos indemnes, quizá sea el acto iniciático de toda brujería. Creer en el poder para mezclarse con el cuerpo y las emociones propias y ajenas. Pero creer en las palabras también es saber de su límite y de los territorios que las colindan. Quizá sea cierto y el capitalismo nos haga creer tanto en sí mismo que es hora de volver la mirada sobre aquello en lo que creemos y sobre aquello que nos afecta.
Es posible que cuando una época se piensa a sí misma como Apocalipsis esté indicando no sólo ciertas transformaciones en su régimen de verdad (de lo que sabe pero también de lo que puede) sino también la presencia de ciertas políticas sobre esas transformaciones. Es así que el pensamiento contemporáneo podría ser concebido como una polifonía de diversos tonos y acentos que indica el agotamiento de aquello que llamamos modernidad. Pero es en esos acentos que sería necesario detenerse para preguntarse por cierto apesadumbramiento, por cierto gesto (a veces resignado a veces triste) de nuestros saberes.
Las trascendencias seculares de la modernidad (el estado, la razón, el hombre) obligaron al pensamiento crítico a volverse sobre los móviles suelos de esos dioses; pero en un mundo con cada vez menos trascendencias como el nuestro, la tarea del pensamiento bien podría ser otra. Es así que Gilles Deleuze y Félix Guattari lo planteaban diciendo: “… podría ser que el problema concerniese ahora a la existencia de aquel que cree en el mundo, ni siquiera en la existencia del mundo, sino en sus posibilidades de movimiento e intensidades para hacer nacer otros modos de existencia todavía nuevos, más próximos a los animales y las piedras. Podría ser que creer en este mundo, en esta vida se haya vuelto nuestra tarea más difícil, o la tarea de un modo de existencia por descubrir en nuestro plano de inmanencia actual. Es la conversión empirista…”[1] Desde allí podría pensarse que las tecnologías de poder ya no se concentran en construir trascendentales sino en impedir cierta creencia en el mundo. Nuestro régimen de verdad captura lo viviente capturando las maneras de sentir y de pensar, invisibilizando las experiencias de resistencia, las líneas de fuga. Es así que la razón deviene cínica, indolente, frígida…[2]
La filosofía, el arte y la ciencia se encuentran pisando cada uno a su manera los lindes del problema de “creer en el mundo”, de crear modos de vida “más próximos a los animales y las piedras”. La ciencia clásica, por ejemplo, partía de una idea de naturaleza autómata, sujeta a leyes matemáticas que determinaban su pasado y su futuro, las ciencias actuales se encuentran en una situación totalmente diferente: en una descripción que sitúa al hombre en el mismo mundo que él describe e implica la receptividad de ese mundo, donde la inestabilidad es la regla y la estabilidad, una excepción.[3] No es que la muerte de los universales modernos sea entonces un “avance” de la filosofía, de la política o de las ciencias, sino que formamos parte de una cultura donde esos universales ya no son posibles. La historia de la ciencia muestra que el mundo y su tiempo hoy se presentan como multiplicidades, que ningún campo del saber humano puede dar cuenta de ellas por sí solo, y que la experiencia del mundo se entrelaza con la formulación de nuevas palabras para nombrarla.
Siguiendo una intuición foucaulteana es posible rastrear en nuestra actualidad diferentes experiencias que impugnan las tristezas de nuestro régimen de verdad. Esta tentativa puede hacernos sentir como un herrero ante una mariposa, como quien va a destruir algo con la sola ejecución de su oficio. En primer lugar porque se trata de explorar líneas de fuga muy sensibles (como todas ellas) a las operaciones de agenciamiento discursivo. Estas líneas envían hacia experiencias que se resisten a la categorización, no porque sean “indecibles” sino porque para aprehenderlas es necesario un movimiento que este texto no podrá concederles. No se trata de experiencias de collage arbitrario ni de edificios conceptuales bellos (pero inoperantes) sino de conexiones ajenas a las (in)sensibilidades de la máquina de institucionalización. Pero en segundo lugar, porque se trata de saberes menores. Un saber menor es un saber falso, un saber que no sortea los umbrales de epistemologización en un cierto sistema de verdad. No se trata de sostener cierta verdad de los saberes menores que los “mayores” les impedirían alcanzar, sino que se trata más bien de pensar (visibilizando algunos rasgos de algunos saberes menores) qué tipo de poderes y saberes se efectúan en los criterios de verdad. Se trata de buscar claves de inteligibilidad de un saber que vuelve una y otra vez sobre su impotencia y a la vez, de percibir prácticas de impugnación a ese saber (más para comprender dinámicas de nuestro régimen de verdad que para “pronosticar” sus transformaciones). En estos párrafos abordaremos “saberes de la brujería” a partir de dos aproximaciones distintas que sin embargo comparten la insistencia sobre la continuidad práctica de lo viviente. Si bien los límites teóricos de la noción de brujería son extremadamente discutidos, estas aproximaciones llaman brujería a cierta articulación entre la creencia y el mundo, entre el hombre y la naturaleza.
Texto completo en http://tomasabraham.com.ar/index.php?id=245
Análisis de la obra foucaulteana como una gradiente hacia la intervención crítica sobre la noción liberal de libertad.
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Meteora, un presagio. Hay cascos de guerreras, naves espaciales, un bosque nevado, un sello, materiales densos ligeros ásperos suaves, formas agudas curvas precisas, hay una cyborg llegando, una danza imposible, hay fotos, hay un mediometraje que aún no ha sido, un lenguaje insuficiente. Rastros del futuro. Hay un geólogo de sueños y pesadillas colectivas, un orfebre disciplinado, un humilde perseguidor de huellas, un monje que se vacía para que el mundo advenga.
(intelectual, política y afectiva) de lo que ocurre. En este escrito se propone la existencia de un semiovirus como correlato narrativo performático del biovirus COVID 19, que atraviesa los discursos y nos infecta con una pasión triste, el miedo. Se sostiene además que el semiovirus se inscribe en la Instagramática (gramáticas en red) cuya principal característica es el aplanamiento de la potencia de los fenómenos culturales y las corporalidades así como también la metabolización individualizante de los malestares. Junto a este planteo, se sostiene que la red instagramática no logra captar todos los relatos ni afectos, así como tampoco puede hacerlo de manera definitiva. Existen desplazamientos y rasgaduras, una miopía de frecuencia que impiden la captura absoluta de lo viviente. Se reflexiona finalmente sobre las visibilidades-decibilidades de las zonas problemáticas donde los cuerpos, afectos y textos resisten a las capturas.
Creer en las palabras, en su poder para no dejarnos indemnes, quizá sea el acto iniciático de toda brujería. Creer en el poder para mezclarse con el cuerpo y las emociones propias y ajenas. Pero creer en las palabras también es saber de su límite y de los territorios que las colindan. Quizá sea cierto y el capitalismo nos haga creer tanto en sí mismo que es hora de volver la mirada sobre aquello en lo que creemos y sobre aquello que nos afecta.
Es posible que cuando una época se piensa a sí misma como Apocalipsis esté indicando no sólo ciertas transformaciones en su régimen de verdad (de lo que sabe pero también de lo que puede) sino también la presencia de ciertas políticas sobre esas transformaciones. Es así que el pensamiento contemporáneo podría ser concebido como una polifonía de diversos tonos y acentos que indica el agotamiento de aquello que llamamos modernidad. Pero es en esos acentos que sería necesario detenerse para preguntarse por cierto apesadumbramiento, por cierto gesto (a veces resignado a veces triste) de nuestros saberes.
Las trascendencias seculares de la modernidad (el estado, la razón, el hombre) obligaron al pensamiento crítico a volverse sobre los móviles suelos de esos dioses; pero en un mundo con cada vez menos trascendencias como el nuestro, la tarea del pensamiento bien podría ser otra. Es así que Gilles Deleuze y Félix Guattari lo planteaban diciendo: “… podría ser que el problema concerniese ahora a la existencia de aquel que cree en el mundo, ni siquiera en la existencia del mundo, sino en sus posibilidades de movimiento e intensidades para hacer nacer otros modos de existencia todavía nuevos, más próximos a los animales y las piedras. Podría ser que creer en este mundo, en esta vida se haya vuelto nuestra tarea más difícil, o la tarea de un modo de existencia por descubrir en nuestro plano de inmanencia actual. Es la conversión empirista…”[1] Desde allí podría pensarse que las tecnologías de poder ya no se concentran en construir trascendentales sino en impedir cierta creencia en el mundo. Nuestro régimen de verdad captura lo viviente capturando las maneras de sentir y de pensar, invisibilizando las experiencias de resistencia, las líneas de fuga. Es así que la razón deviene cínica, indolente, frígida…[2]
La filosofía, el arte y la ciencia se encuentran pisando cada uno a su manera los lindes del problema de “creer en el mundo”, de crear modos de vida “más próximos a los animales y las piedras”. La ciencia clásica, por ejemplo, partía de una idea de naturaleza autómata, sujeta a leyes matemáticas que determinaban su pasado y su futuro, las ciencias actuales se encuentran en una situación totalmente diferente: en una descripción que sitúa al hombre en el mismo mundo que él describe e implica la receptividad de ese mundo, donde la inestabilidad es la regla y la estabilidad, una excepción.[3] No es que la muerte de los universales modernos sea entonces un “avance” de la filosofía, de la política o de las ciencias, sino que formamos parte de una cultura donde esos universales ya no son posibles. La historia de la ciencia muestra que el mundo y su tiempo hoy se presentan como multiplicidades, que ningún campo del saber humano puede dar cuenta de ellas por sí solo, y que la experiencia del mundo se entrelaza con la formulación de nuevas palabras para nombrarla.
Siguiendo una intuición foucaulteana es posible rastrear en nuestra actualidad diferentes experiencias que impugnan las tristezas de nuestro régimen de verdad. Esta tentativa puede hacernos sentir como un herrero ante una mariposa, como quien va a destruir algo con la sola ejecución de su oficio. En primer lugar porque se trata de explorar líneas de fuga muy sensibles (como todas ellas) a las operaciones de agenciamiento discursivo. Estas líneas envían hacia experiencias que se resisten a la categorización, no porque sean “indecibles” sino porque para aprehenderlas es necesario un movimiento que este texto no podrá concederles. No se trata de experiencias de collage arbitrario ni de edificios conceptuales bellos (pero inoperantes) sino de conexiones ajenas a las (in)sensibilidades de la máquina de institucionalización. Pero en segundo lugar, porque se trata de saberes menores. Un saber menor es un saber falso, un saber que no sortea los umbrales de epistemologización en un cierto sistema de verdad. No se trata de sostener cierta verdad de los saberes menores que los “mayores” les impedirían alcanzar, sino que se trata más bien de pensar (visibilizando algunos rasgos de algunos saberes menores) qué tipo de poderes y saberes se efectúan en los criterios de verdad. Se trata de buscar claves de inteligibilidad de un saber que vuelve una y otra vez sobre su impotencia y a la vez, de percibir prácticas de impugnación a ese saber (más para comprender dinámicas de nuestro régimen de verdad que para “pronosticar” sus transformaciones). En estos párrafos abordaremos “saberes de la brujería” a partir de dos aproximaciones distintas que sin embargo comparten la insistencia sobre la continuidad práctica de lo viviente. Si bien los límites teóricos de la noción de brujería son extremadamente discutidos, estas aproximaciones llaman brujería a cierta articulación entre la creencia y el mundo, entre el hombre y la naturaleza.
Texto completo en http://tomasabraham.com.ar/index.php?id=245
Análisis de la obra foucaulteana como una gradiente hacia la intervención crítica sobre la noción liberal de libertad.
Se me pregunta, amablemente, fraternalmente, filosóficamente, si este es el tiempo de la filosofía. Miro a mi alrededor: estoy en una habitación del barrio de Flores, en la ciudad de Buenos Aires, hace 146 días que mi voz y mi cuerpo llegan a otrxs a través de un dispositivo técnico que los reconstruye, que la policía patrulla las calles y las redes sociales, desaparecen personas, el mercado financiero pulula entre cadáveres y estadísticas, tengo el cuerpo entumecido, brotó la enredadera. Nombrar este escenario no es inocente, como tampoco lo es rechazar todos los nombres. La catástrofe de Isabelle Stengers, el problema que hay que seguir en Donna Haraway llama problema, el caos de Franco Berardi. Estamos ante la catástrofe, que no es algo que esté por venir, sino que es algo que pasa acá y ahora, algo que se percibe como amenaza pero que sin embargo es un modo del pensamiento, del cuerpo, de la afectación. La catástrofe como modo de vida. Destrucción como posibilidad y como hecho. Destrucción del lugar donde habitamos, destrucción de la especie por la especie misma. No se trata de la política o de la ecología como dos dimensiones separadas, se trata de un mismo modo de actuar y pensar al mundo cuando el mundo se hace como dominación de lxs otrxs o de la naturaleza. Modo del vínculo: el cazador y las presas (válido para el sexismo, para el racismo, para el clasismo y otras formas de extractivismo). Como dioses taimados y ebrios: hacedores de esta peste, de Hiroshima, de los campos de exterminio, de las redes sociales, de la destrucción del aire las aguas la tierra los bosques los ríos el mar. El pensamiento no es ajeno al desastre sino que es parte de él. La secularización de la razón, el proceso de tecnificación de la tarea del pensar, la búsqueda de Universalidad, 1 Notas para el encuentro internacional "¿Es tiempo de la filosofía?", realizado el jueves 12 de agosto de 2020 en Colombia, organizado por Alternativa Colombiana.
Está siendo un pez que está siendo un misil que está siendo un ave que está siendo un pez que está siendo un misil. Hay un portal. Ante al pez que está siendo un misil que está siendo un ave que está siendo un pez... la grieta de luz se abre otra vez por primera vez. Está siendo un ciervo diminuto que está siendo una rana perfecta. Está siendo un ave y una mujer en las lides del amor o de la guerra. Está siendo el misterio. Está siendo una oveja del Kurdistán. Hay una red viviente, ebria de proliferaciones: el misterio no es misterio por lo que se oculta sino por lo que se manifiesta. No hay un secreto sino una fisura hacia cierta experiencia inenarrable y potente. Se trata de intuir la presencia de un cifrado. El vidente será, en todo caso, quien esté ciego para lo obvio y sea proclive al asombro, a la composición inesperada, a la música inaudita del mundo. El pájaro no representa al misil, ni el misil al pájaro o al ave, del mismo modo que el ave no representa al pez ni el pez al ave ni al pájaro. Está siendo un pez que está siendo un misil que está siendo un ave que está siendo un misil. El misterio no es la otra cosa tras las cosas, es la potencia intensa de las cosas mismas. No está en equis sino que está siendo. La ciclópea está siendo, diáfana, como aquella otra está sentada en el vacío con el agua prístina y radiactiva (el agua en sunuestra cintura). El misterio es el resto inagotable, el fondo maravilloso en la superficie misma de las cosas. Una granada que es una granada. Hay burbuja azul, esperma azul, proliferación azul. La experiencia del misterio, de las redes borrachas inauditas demenciales sutiles de lo viviente, es maravilla. La maravilla no es el milagro, la maravilla requiere una sensibilidad enorme que permita el contacto inenarrable con el mundo, el intercambio diminuto y desmesurado con el mundo. Al 1 Texto para el catálogo 2015 de la pintora argentina Lula Mari, disponible en
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Puertas abiertas sobre las arenas, puertas abiertas sobre el exilio, las llaves a las gentes del faro, y el sol enrollado vivo en la piedra del umbral Huesped mío, dejame tu casa de vidrio en las arenas… ¡Mi gloria está en las arenas! ¡Mi gloria está en las arenas!... Y no es errar, Peregrina.
No te agites, alma material. Toma una cosa en tus manos, una cosa cualquiera de la tierra o de las aguas, una piedra o un animal. Lee este objeto del mundo (…) Michel Serres.
Es difícil encontrar una sola palabra para las continuidades que podrían establecerse entre Heráclito, Epicuro, Lucrecio, Bruno, Spinoza, Bergson, Deleuze, Foucault; la dificultad se hace más intensa si además se invoca a Lezama Lima, los poetas glosolálicos, Uphanishads, órficos, eleusinos, Marosa di Giorgio, Macedonio, Felisberto Hernández o Michaux. Entre ellos, se intuye una voluntad de continuidad entre los reinos que hacen este mundo, un mundo como interregno mineral, vegetal, animal. Quién podría explicitar esos ensambles, quién quisiera detenerse en las filigranas que teje el movimiento: he ahí Gilbert Simondon y su misterioso cónclave de plantas, hombres, promontorios, cristales y postes de luz… He ahí una esteticidad como lugar de una experiencia del mundo que no conjura ni intenta someter a las fuerzas indeterminadas. Una experiencia que se aleja infinitamente de todas las instituciones y controversias de lo que suele llamarse arte, y nos obliga a volver a ellas, extrañados, para mirarlo todo de nuevo. indisciplina-inexistencia-misterio-indómito I. Indisciplina. Todo acto, toda cosa, todo momento, tienen en sí una capacidad de devenir puntos destacables en relación con el universo. Gilbert Simondon. El modo de existencia de los objetos técnicos. Existe un punto de partida del plano simondoniano que no se encuentra en el comienzo de sus libros ni de sus clases, un momento que aparece más como una hipótesis que como un acontecimiento histórico en las pocas páginas dedicadas a la estética en El modo de existencia de los objetos técnicos. Tanto para comprender la filosofía de la individuación, las apreciaciones sobre la técnica, la manera de concebir la estética o la 1 Texto elaborado para el I Coloquio Internacional Gilbert Simondon, Buenos Aires, 2013.
En un momento donde la desestabilización de los estereotipos suele saber agria, Agustín propone hacer lo mismo que hacen los cachorros, experimentar el mundo, ver qué pasa, probar. A partir de ahí trabaja una escritura al ras del suelo. Se le filtra el cariño y la inquietud, las cosas, con el pensar sobre la especie, sobre el mar. Una escritura que toca un borde y discurre, con la espalda pegada a la pared. A veces se olvida del filo y corre. Escritura de cachorro grande. Cuando se escribe así, más con el deseo de quien juega y se mueve según va viendo, que con el deseo del taxidermista y su mesa de operaciones, lo maravilloso se infiltra en el mundo. Lo hemos visto mil veces: el observador naturalista puede ser el descubridor de lo maravilloso, de la tierra incógnita. Hudson, decía Martínez Estrada, habla siempre de acontecimientos de cosas y seres ciertos, pero nunca los examina aislados, como si estuviesen muertos. Los deja enlazados entre sí, de la misma manera que el cachorro está en su casa, con su puré, su perro, su mundo extenso todo ahí. Exponer los seres de ese modo, enlazados entre sí, permite que su onda de vida se propague hacia un mar de vida circundante y ahí comprendemos que todo es maravilloso, hasta nosotros mismos, decía Estrada, nos contagiamos de esa devoción a la belleza y nos asombra encontrarnos partícipes de un bien que poseíamos y desconocíamos. Pero para que la maravilla se infiltre en la escritura, la observación tiene que ser tremendamente cuidadosa, y la escritura debe acompañarla (obligación de cierta austeridad): el cachorro toma la teta, mira a su madre, come puré, sabe y saborea, llora, se ríe, se despereza, quiere, usa, juega, tiene fiebre...