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Pablo Rueda
  • http://rueda-pablo.blogspot.com.uy/
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Pablo Rueda

EMAD, Teatro, Graduate Student
Un deal es una transacción comercial concerniente a valores prohibidos o estrictamente controlados, que se realiza en espacios neutros, indefinidos y no previstos para ese uso, entre proveedores y clientes, por acuerdo tácito, signos... more
Un deal es una transacción comercial concerniente a valores prohibidos o estrictamente controlados, que se realiza en espacios neutros, indefinidos y no previstos para ese uso, entre proveedores y clientes, por acuerdo tácito, signos convencionales o conversaciones con doble sentido, con el propósito de evitar los riesgos de traición y estafa que implica una operación de esa naturaleza, a cualquier hora del día y la noche, independientemente de las horas de apertura reglamentarias de los comercios aceptados y, por lo general, a la hora de cierre de los mismos. EL DEALER Si usted anda paseando a esta hora y por este lugar, es porque desea algo que no tiene, y yo se lo puedo ofrecer; porque, si estoy en este lugar desde hace más tiempo que usted y por más tiempo que usted, y si incluso a esta hora – que es la hora de las relaciones salvajes entre los hombres y los animales – no me voy de aquí, es por que tengo lo necesario para satisfacer el deseo que pasa delante de mí, y es como un peso que tengo que sacarme de encima para ponerlo en alguien que pase delante de mi, hombre o animal. Por eso me acerco a usted, a pesar de esta hora, que es cuando, generalmente, el hombre y el animal se arrojan salvajemente uno sobre el otro; yo me le acerco con las manos abiertas y las palmas vueltas hacia usted, con la humildad del que propone frente al que compra, con la humildad del que posee frente al que desea; y veo su deseo como se ve una luz que se enciende, en la ventana de un edificio, al anochecer; me acerco a usted, como el anochecer se acerca a esa primera luz, suavemente, respetuosamente, casi afectuosamente, dejando muy abajo en la calle al animal y al hombre tirar de sus correas y mostrarse salvajemente los dientes. No es que haya adivinado lo que usted puede desear, ni que este apurado por conocerlo; porque el deseo de un comprador es lo más melancólico que existe, algo que se contempla como un secreto que sólo pide ser penetrado y con el cual nos tomamos un tiempo antes de penetrarlo, como un regalo que recibimos embalado y con el cual nos tomamos un tiempo en desatar. Pero es que yo mismo he deseado, desde el momento en que estoy en este sitio, todo lo que todo hombre o animal puede desear a esta hora de oscuridad que lo hace salir fuera de su casa, a pesar de los gruñidos salvajes de los animales insatisfechos y de los hombres insatisfechos; por eso sé – mejor que el comprador inquieto que guarda por un instante su misterio, como una virgencita educada para ser puta-que lo que usted me va a pedir, ya lo
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