Los chiquillos celebraban a más no poder. Algunas veces, dejando inconcluso el cuento, se quedaba dormido ahí misrno y dos vecinos tenían que arrastrarlo a su cuarto. En otras, se levantaba, daba a los mocosos los últimos caramelos, y bamboleándose, se iba conventillo adentro,, […].Guzmán Nicomedes. Los Hombres Oscuros. 1972. OCLC: 1417545829.