La familia, Iglesia doméstica
Espacios y medios de evangelización familiar
(Familiaris consortio, nn 49-64)
Índice
Familia: cimiento de todo.
La semejanza entre Cristo, la Iglesia y la familia.
La triple misión de la familia.
La familia, comunidad creyente y evangelizadora.
La familia, comunidad eucarística y orante.
La familia, comunidad al servicio de hombre.
La familia: cimiento de todo
“El futuro de la humanidad se fragua en la
familia” (Juan Pablo II).
Célula de la sociedad.
Iglesia doméstica.
Iglesia en miniatura.
Santuario doméstico de la Iglesia.
Imagen viva de la Iglesia.
Cristo Iglesia Familia
Cristo REVELA Y DEVUELVE al matrimonio y a la familia su verdadera identidad:
lo que es y lo que debe ser según el plan de Dios.
En virtud del SACRAMENTO del matrimonio los cónyuges reciben el amor de Cristo,
convirtiéndose así en comunidad “salvada y santificada”.
Es misión de la MATRIMONIO transmitir ese amor “EN LA FAMILIA Y DESDE LA
FAMILIA”, convirtiéndose así en comunidad “salvadora y santificadora”.
***
La Iglesia al servicio de la familia – La familia al servicio de la Iglesia.
La Iglesia edifica la familia cristiana y la familia edifica la Iglesia.
La Iglesia Madre engendra, educa engendra a la familia; la familia cristiana se hace
símbolo, testimonio y participación de la maternidad de la Iglesia. La familia
cristiana edifica la Iglesia de modo primordial mediante los acontecimientos
y las realidades cotidianas propias de su condición.
Triple ministerio
Cristo lleva a cabo la La Iglesia
Redención mediante su triple La familia
continúa participa de esta misión
ministerio: Yo soy el camino, su misión
la verdad y la vida (Jn 14,6)
(Verdad) – Cristo Profeta Enseñar Comunidad creyente
y evangelizadora
(Vida) – Cristo Sacerdote Santificar Comunidad sacramental
y orante
(Camino) – Cristo Pastor Guiar Comunidad al servicio
de la persona
creyente y evangelizadora
La familia, comunidad
Por ser CREYENTE, a través de la fe los cónyuges, puede descubrir y admirar
con gozosa gratitud a qué dignidad ha elevado Dios el matrimonio (signo la
alianza Cristo - Iglesia) y la familia (imagen de la Trinidad).
La NUEVA EVANGELIZACIÓN depende en gran parte de la familia.
Formar a los hijos para la vida. Escuela de virtudes. Ejemplo de vida
y temple a la hora de afrontar las dificultades del día a día.
El amor entre los esposos es la primera expresión del amor de Dios
para los hijos.
Catequesis familiar. Absolutamente necesaria: ejemplo y palabra.
Hecha de amor, sencillez y testimonio cotidiano.
Seminario de vocaciones. El primero y el mejor.
Actividad misionera: el hogar debe ser un signo luminoso de la
presencia de Dios, primero, con los componentes de la propia
familia que no tienen fe o no la practican con coherencia; luego, con
familias amigas y conocidas; en el colegio de los hijos, en la
parroquia, asociaciones, ONGs e instituciones públicas.
La familia, comunidad
eucarística (sacramental) y orante
La familia, insertada en la Iglesia, pueblo sacerdotal, está llamada a ofrecer lo mejor de
sí misma —el día a día, lo cotidiano—, junto a Cristo, como en un altar.
Del mismo sacramento del Matrimonio brota la gracia y el compromiso moral de
transformar toda la vida conyugal en una continua entrega.
La Eucaristía es la fuente misma de la vida matrimonial, porque el sacrificio eucarístico
representa la alianza de amor de Cristo con la Iglesia sellada con la sangre de la cruz.
Confesión. La misericordia divina es la mejor vacuna contra el desánimo.
Plegaria familiar. La familia que reza unida se mantiene unida. Oración hecha en
común, padres e hijos. Los cuatro cajones: enseñar a adorar, agradecer, pedir perdón,
pedir necesidades, etc.
Santa Misa. Participación los domingos y días festivos.
Celebrar en casa los tiempos litúrgicos y festividades del año.
Bendición de la mesa. No solo no ha de faltar, sino que hemos de mimarla.
El Santo Rosario. La presencia de la Virgen hace más fácil la comunión de personas.
La familia, comunidad
al servicio de la persona
La familia está llamada a dar testimonio de su vivencia de fe en al ámbito familiar.
La familia es la verdadera morada del amor incondicional: se quiere a cada uno no por
“cómo” es, sino por “lo que” es, carne de su carne.
De la familia, la Iglesia puede y debe aprender un estilo propio de relaciones más
humano, más acogedor, más sencillo, más fraterno…
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La familia, escuela de promoción humana: virtudes humanas.
Apostolado de la “generosidad”. Anteponer los deseos y necesidades de los
demás a los propios. Sin afán de salirse con la suya o sobresalir.
Apostolado del “escondite”. “Quitarse del medio” y hacer las cosas para la gloria
de Dios y el bien de los demás.
La familia, escuela de alta promoción social: maestra de valores cívicos: atención y
diálogo, reconocimiento y respeto, tolerancia y comprensión, justicia y solidaridad,
etc.
Recomendación constante
Así se dirigía a papás y mamás el Papa Beato Pablo VI:
"Madres, ¿enseñáis a vuestros niños las oraciones del cristiano?
¿Preparáis, de acuerdo con los sacerdotes, a vuestros hijos para los sacramentos de
la primera edad: Confesión, Comunión, Confirmación?
¿Los acostumbráis, si están enfermos, a pensar en Cristo que sufre?
¿A invocar la ayuda de la Virgen y de los santos?
¿Rezáis el Rosario en familia?
Y vosotros, padres, ¿sabéis rezar con vuestros hijos, con todos, al menos alguna
vez?
Vuestro ejemplo, recto en el pensamiento y en la acción, apoyado por alguna
oración común vale una lección de vida, vale un acto de culto de un mérito singular;
lleváis de este modo la paz al interior de los muros domésticos: "Recordad: así
edificáis la Iglesia" (Audiencia general, 11.VIII.1976).
Terminamos con algo más que una sonrisa
A lo grande.
Ante la cajera.
Rece para que hagamos las cosas más rápido…