Depto. De Mayordomía.
Pr. Diego Doria
“No hay otro mayor que yo en esta
casa, y ninguna cosa me ha reservado
sino a ti, por cuanto eres su mujer;
¿cómo, pues haría yo este gran mal, y
pecaría contra Dios? (Génesis 39:9).
1- APRENDIÓ A SER FIEL
A DIOS DESDE LA NIÑEZ.
o Las lecciones que su padre les enseñaba, y
  que sus hermanos desdeñaban y olvidaban,
  José las atesoraba, las implementaba en su
  diario vivir y las disfrutaba a plenitud.
“El pecado de Jacob y la serie de sucesos
que había acarreado no dejaron de ejercer
su influencia para el mal, y ella produjo
amargo fruto en el carácter y la vida de
sus hijos. Cuando estos hijos llegaron a la
adultez, cometieron graves faltas”.
(Patriarcas y Profetas, pág. 186).
 No obstante al ambiente negativo que le
  rodeaba, José había decidido en favor del Dios
  de su padre, y desde su temprana edad había
  propuesto en su corazón no traicionar ni ser
  infiel a quien tantas bendiciones había
  derramado sobre su familia, a pesar de sus
  actos diversos de mundanalidad.
“Sin embargo, hubo uno de carácter
muy diferente; a saber, el hijo mayor de
Raquel, José, cuya rara hermosura
personal no parecía sino reflejar la
hermosura de su espíritu y su corazón.
Puro, activo y alegre, el joven reveló
seriedad y firmeza moral.
Escuchaba las enseñanzas de su padre y
se deleitaba en obedecer a Dios. Las
cualidades que lo distinguieron más
tarde en Egipto, la benignidad, la
fidelidad y la veracidad, aparecían ya en
su vida diaria”. (Patriarcas y Profetas,
pág. 186).
2- DESDE NIÑO FUE FIEL
  PARA REPRENDER EL
       PECADO.
“José, siendo de edad de diecisiete
años, apacentaba las ovejas con sus
hermanos… e informaba José a su
padre la mala fama de ellos”. (Génesis
37:2).
 Quien es fiel al Señor no puede tolerar que el
  pecado reine sin que sea amonestado.
 El que practica la rectitud no ha de permanecer
  indiferente ante el mal; no puede permanecer
  callado al ver cómo se denigra del nombre de
  Dios, y cómo se pisotean los principios
  establecidos por él en su Santa Palabra.
 En ocasiones, levantar la voz para corregir
  la maldad, genera situaciones adversas en
  contra de quien desea reivindicar la verdad.
  Es allí donde cada uno tiene que definir
  hacia quién está dirigida su fidelidad, y qué
  tipo de motivación le asiste.
 Muchos permanecen imperturbables
  ante el mal con tal de no tener que
  enfrentar oposición; finalmente, esto
  también es deslealtad e infidelidad a
  Dios y a la verdad.
"Al ver José la mala conducta de sus hermanos,
se afligía mucho; se atrevió a reprenderlos
suavemente, pero esto despertó tanto más el
odio y el resentimiento de ellos. A José le era
insufrible verlos pecar contra Dios, y expuso la
situación a su padre, esperando que su
autoridad los indujera a enmendarse”.
(Patriarcas y Profetas, pág. 186)
3- SU FIDELIDAD A DIOS
 ERA INCONDICIONAL.
 Muchas veces a los fieles les alcanzan
  dificultades que Dios permite con el único
  fin de preparar a sus hijos para el logro de
  los grandes planes que la divinidad tiene
  para con ellos.
 “Estas cosas os he hablado para que
en mí tengáis paz. En el mundo
tendréis aflicciones; pero confiad, yo
he vencido al mundo”. (Juan 16:33.
       Alguien podría preguntar:
 ¿Valió la pena su fidelidad?
 ¿Se justificaba pagar un precio tan
  alto?
 ¿Porqué él tenía que sufrir y otros no?
 ¿Dónde estaba Dios que permitía que él
  fuera humillado por defender la verdad?
 ¿Sí fue una buena decisión ser fiel a los
  principios?
 Generalmente cuando el hombre que teme
  a Dios se ve enfrentado a dificultades,
  surgen este tipo de interrogantes.
 Muchos ante las adversidades pierden su
  fe o su motivación, y tienen la tendencia a
  cuestionar a Dios por su situación
  desfavorable.
 La fidelidad a Dios no puede estar
  sometida a circunstancias. La lealtad a
  Dios debe ser incondicional, y debe estar
  blindada contra cualquier adversidad que
  llegue a presentarse en tu andar.
 Jamás renuncies a ser fiel a Dios por el hecho
  de que estés pasando por etapas negativas e
  indescifrables para ti. Implora a Dios para que
  te de discernimiento; pero ante todo, pídele
  que tu fe y tu fidelidad no fallen nunca,
  aunque no puedas explicar algunas situaciones
  de las que te rodean y que posiblemente te
  hacen sufrir.
“Cuando la caravana marchaba hacia el sur, hacia
las fronteras de Canaán, el joven pudo divisar a lo
lejos las colinas entre las cuales se hallaban las
tiendas de su padre. Lloró amargamente al pensar
en la soledad y el dolor de aquel padre amoroso...
Entonces, allí mismo, se entregó por completo al
Señor, y oró para pedir que el Guardián de Israel
estuviera con él en el país a donde iba desterrado...
“Su alma se conmovió y tomó la decisión
de ser fiel a Dios y de actuar en cualquier
circunstancia como convenía a un súbdito
del Rey de los cielos. Serviría al Señor con
corazón íntegro; afrontaría con toda
fortaleza las pruebas que le deparara su
suerte, y cumpliría todo deber con
fidelidad". (Patriarcas y Profetas, pág. 192.
4- SU COMPROMISO DE
FIDELIDAD ERA CON DIOS.
“No obstante, José conservó su sencillez y
fidelidad a Dios. Las escenas y la seducción del
vicio lo rodeaban por todas partes, pero él
permaneció como quien no veía ni oía. No
permitió que sus pensamientos se detuvieran
en asuntos prohibidos. El deseo de ganarse el
favor de los egipcios no pudo inducirlo a ocultar
sus principios.
Si hubiera tratado de hacer esto, habría
sido vencido por la tentación; pero no se
avergonzó de la religión de sus padres, y no
hizo ningún esfuerzo por esconder el hecho
de que adoraba a Jehová”. (Patriarcas y
Profetas, pág. 192).
“No hay otro mayor que yo en esta casa,
y ninguna cosa me ha reservado sino a ti,
por cuanto eres su mujer; ¿cómo, pues
haría yo este gran mal, y pecaría contra
Dios? (Génesis 39:9.
 José tenía bien definido a quién estaba
  dirigida su fidelidad.
 Sabía claramente que Dios era primero
  que Potifar.
 Tenía bien claro que podría engañar a su
  amo, pero no pasaría inadvertido ante su
  Dios.
 Ser leal a Dios era la meta de su vida.
 Poder cumplirle al Señor era motivo de
  alegría.
 Independientemente de las consecuencias,
  su gran propósito era ser fiel a Dios.
 Complacer a los hombres no estaba en su
  lista de prioridades.
   Su gran preocupación era:
¿cómo, pues haría yo este gran mal, y
pecaría contra Dios?
Es hora de reflexionar:
¿A quién va dirigida tu fidelidad?
Cuando tienes que tomar una decisión,
 ¿a quién estás dispuesto a complacer?
¿Pones en primer plano a Dios?
¿Decides ser leal a los hombres porque eso
 te puede reportar algún honor terrenal?
 ¿Estarías dispuesto a sacrificar la verdad,
 con tal de estar del lado de quien te pueda
 conceder beneficios materiales en esta
 tierra?
 Quien es fiel y leal a Dios, automáticamente
  será fiel y leal a los hombres, en el verdadero
  sentido de lo que esto significa. Quien
  decide ser fiel en primer lugar al hombre, no
  necesariamente terminará siendo leal a Dios.
“No quiso traicionar la confianza de
su amo terrenal, sin importar las
consecuencias, sería fiel a su Amo
celestial”. (Patriarcas y Profetas,
pág. 194).
5- SU FIDELIDAD
FINALMENTE FUE
RECOMPENSADA.
"Muchas son las aflicciones del justo,
pero de todas ellas lo librará el
Señor”. (Salmos 34:19).
 El Señor no le anunció a los fieles
  una vida libre de dificultades, no; su
  promesa es que aun de en medio de
  las adversidades, él los librará.
 Por mucho que tengan que sufrir los
  fieles en esta tierra, algún día el
  Señor levantará su mano para
  recompensar sus actos de lealtad.
 Por muchas limitaciones y humillaciones
  que tengas que soportar, si te mantienes en
  la posición correcta en los momentos de
  crisis, finalmente el Dios del cielo te
  librará, te exaltará y te dará tu merecido
  lugar.
 Aquel joven cuyo corazón se
  quebrantó al tener que abandonar todo
  lo que para él era importante, ahora era
  exaltado por Dios mismo como premio
  a su fidelidad.
 En una imponente ceremonia, el
  nombre de José fue exaltado, no
  como esclavo destacado, sino como
  gobernante de todo Egipto.
"El rey procedió a investir a José
con las insignias de su elevada
posición. Entonces el faraón se
quitó el anillo de su mano y lo
puso en la mano de José;
lo hizo vestir de ropas de lino finísimo y
puso un collar de oro en su cuello. Lo hizo
subir en su segundo carro, y pregonaban
delante de él: “¡Doblad la rodilla!”
(Patriarcas y Profetas, pág. 197).
“Lo puso por señor de su casa, y por
gobernador de todas sus posesiones,
para que reprimiera a sus grandes como
él quisiese, y a sus ancianos enseñara
sabiduría”. (Salmos 105:21,22).
     CONCLUSIÓN
 El Señor necesita líderes fieles y leales,
  que no cedan a las tentaciones de esta
  tierra y que más bien mantengan en
  alto la bandera de la fidelidad en
  momentos de crisis,
 No importa cuántas dificultades
  tengas que enfrentar. En el nombre
  del Señor: ¡Mantén en alto tu
  fidelidad!
"Mis ojos pondré en los fieles de la
tierra, para que estén conmigo…”.
(Salmos 101:6).