Medir La Respuesta Afectiva 1 - Consideraciones Generales
Medir La Respuesta Afectiva 1 - Consideraciones Generales
Please cite as: Zenko, Z., & Ladwig, M. A. (2021). Affective responses to exercise: Measurement considerations for
practicing professionals. In Z. Zenko & L. Jones (Eds.), Essentials of exercise and sport psychology: An open access
textbook (pp. 271–293). Society for Transparency, Openness, and Replication in Kinesiology.
https://doi.org/10.51224/B1012
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Las respuestas afectivas se refieren al placer y displacer que experimenta un individuo (Ekkekakis et al.,
2008). Una persona puede sentir placer (bueno) o displacer (malo) antes del ejercicio, mayor o menor placer
o displacer durante el ejercicio, y placer o displacer después del ejercicio. Las respuestas afectivas de una
persona que hace ejercicio pueden fluctuar con frecuencia durante el ejercicio, y estos cambios son
relevantes para la motivación. Por lo tanto, es fundamental que los profesionales del ejercicio consideren el
placer experimentado durante el ejercicio como un componente esencial de la prescripción del mismo,
además de su seguridad y eficacia (Ekkekakis et al., 2011; Ladwig et al., 2017). Este capítulo pretende servir
como una breve introducción a la medición de las respuestas afectivas al ejercicio para que tanto los
profesionales del ejercicio actuales como los futuros puedan mejorar la probabilidad de que sus clientes y
pacientes tengan experiencias durante el ejercicio que sean placenteras, seguras y eficaces. Se anima a los
lectores a buscar recursos adicionales para mejorar su comprensión de la medición de las respuestas
afectivas al ejercicio, y al final de este capítulo se proporciona una lista de lecturas adicionales
recomendadas.
Terry: Vamos a averiguar cómo te hace sentir el ejercicio. "Afecto" es básicamente otra forma
de decir tus "emociones" o "estado de ánimo". Se ha demostrado que el ejercicio te hace sentir
mejor.
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Zenko & Ladwig
Terry: Antes de empezar, quiero que completes esta encuesta, llamada Escala de Afecto de la
Actividad Física (PAAS; Lox et al., 2000). La PAAS mide cómo el ejercicio cambia tu estado de
ánimo y tus emociones. Luego, completarás una sesión de ejercicio a una intensidad moderada
durante 20 minutos. Al terminar, volverás a completar la PAAS y veremos cómo te hizo sentir el
ejercicio.
Terry: La PAAS (Lox et al., 2000) se ha utilizado para medir las respuestas afectivas en muchos
otros estudios de ejercicio y, tal como sugiere el nombre, es una medida de las respuestas
afectivas a la actividad física.
Durante la sesión de ejercicio, algunos compañeros de Pat entraron al gimnasio. Algunos notaron que estaba
completando una prueba de ejercicio, lo que hizo que Pat se sintiera incómodo, juzgado y desanimado. Pat se sentía
ansioso por cómo se veía su cuerpo y su rendimiento deportivo ante sus compañeros mientras se ejercitaba. Tras
completar la sesión de ejercicio, Terry sonrió y felicitó a Pat por su buen trabajo antes de entregarle la Escala de Afecto
de la Actividad Física para que la completara por segunda vez. Para sorpresa de Terry, en comparación con el inicio, las
respuestas de Pat indicaron menos afecto positivo, más afecto negativo, menos tranquilidad y más fatiga después del
ejercicio. Terry concluyó que la sesión de ejercicio debió haber deprimido el estado de ánimo de Pat. Dado que Pat
informó sentirse peor después del ejercicio de intensidad moderada, Terry concluyó que esta intensidad podría no ser
un buen componente de una prescripción de ejercicio para Pat.
Teoría Hedónica
La teoría hedónica postula que las respuestas afectivas y los recuerdos de estas respuestas tienen valor
motivacional, de modo que las personas suelen buscar repetir las experiencias placenteras y evitar las
desagradables. Es probable que los seres humanos busquen maximizar el placer y minimizar el displacer
debido a su valor para la supervivencia. Es decir, sentirse bien a menudo indica que la acción o experiencia
aumentará las probabilidades de supervivencia, mientras que sentirse mal puede indicar un mayor riesgo de
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Chapter 12: Affective Responses to Exercise: Measurement Considerations
peligro que podría provocar lesiones o la muerte (Panksepp, 2008). Cabanac (1992) teorizó que «la
maximización del placer y la minimización del displacer no solo conducen a un comportamiento útil, sino
que también son la respuesta a los conflictos motivacionales» (p. 174). Aplicada al contexto del ejercicio, la
teoría hedónica sugiere que las personas son más propensas a participar en ejercicios que les llevan a
experimentar placer y a evitar los que les generan displacer. Cabe destacar que la teoría hedónica puede
ayudar a explicar por qué las personas a menudo abandonan los programas de ejercicio, a pesar de los
numerosos y conocidos beneficios para la salud de la actividad física. Especialmente en las últimas dos
décadas, la teoría hedónica ha experimentado un creciente respaldo teórico (Brand y Ekkekakis, 2018;
Ekkekakis, 2014; Ekkekakis y Dafermos, 2012) y empírico entre los científicos del ejercicio. Por ejemplo,
Williams y sus colegas (2008) descubrieron que las respuestas afectivas durante el ejercicio predecían la
conducta futura relacionada con el ejercicio. En su estudio, los participantes completaron una prueba de
ejercicio submáxima graduada, donde la intensidad del ejercicio se volvió progresivamente más desafiante
con el tiempo. La valencia afectiva, o el placer y el displacer experimentados por el deportista, se midió al
inicio (antes del inicio del ejercicio) y cada dos minutos durante el mismo. La valencia afectiva también se
registró cuando los participantes alcanzaron el dominio de intensidad moderada. Curiosamente, los
investigadores observaron una variabilidad considerable en las respuestas afectivas. Específicamente, el
27,0% reportó mayor placer durante el ejercicio de intensidad moderada en comparación con el inicio, el
43,2% no reportó cambios en la valencia afectiva y el 29,7% reportó sentir menos placer (p. 237).
Posteriormente, los investigadores descubrieron que los participantes que experimentaron mayor placer
durante el ejercicio también reportaron mayor ejercicio seis y doce meses después. Unos años más tarde,
Williams y sus colegas (2012) estudiaron la relación entre las respuestas afectivas al caminar y la actividad
física posterior. Los investigadores informaron que el grado en que los individuos experimentaron placer al
caminar se relacionó con su actividad física futura, mientras que las respuestas afectivas posteriores a la
caminata (es decir, durante el período de descanso posterior) no se relacionaron con la conducta de
actividad física posterior.
La relación entre las respuestas afectivas al ejercicio y la conducta de actividad física futura se aclaró con
más detalle en una revisión sistemática realizada por Rhodes y Kates (2015). Los autores demostraron que la
evidencia predominante sugería que las respuestas afectivas durante el ejercicio estaban relacionadas con la
actividad física futura, mientras que las respuestas afectivas medidas después del ejercicio no lo estaban. En
conjunto, la evidencia más reciente sugiere que los profesionales deben ser expertos en la medición de las
respuestas afectivas durante el ejercicio para poder ayudar mejor a sus clientes o pacientes a descubrir
ejercicios placenteros. Contar con estas habilidades también permitirá al profesional del ejercicio
monitorear las respuestas afectivas y ajustar la programación si un cliente o paciente experimenta
insatisfacción y, en consecuencia, aumenta el riesgo de abandono.
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Zenko & Ladwig
Afecto Central
El afecto central es una combinación de placer-displacer (es decir, valencia afectiva) y cuán activado o
"excitado" se siente uno (Russell, 1980; Russell y Barrett, 1999). Dicho de otro modo, "el afecto central es un
estado neurofisiológico que subyace simplemente al sentirse bien o mal" (Russell, 2009, p. 1259). El afecto
central es omnipresente, siempre accesible a la conciencia, pero no reflexivo; esto significa que no es
necesario "pensar en él" para experimentarlo (Russell, 2009). En cualquier momento, una persona
experimenta una combinación de placer-displacer y activación (es decir, sentirse excitada/activada o no).
Estos sentimientos afectivos básicos son universales para todos los humanos y están presentes desde el
nacimiento (Barrett et al., 2007). El afecto básico constituye la base de lo que experimentamos como
estados de ánimo y emociones, y es improbable que los humanos experimenten estos procesos mentales de
orden superior sin él.
(Ekkekakis, 2013).
Estado de ánimo
Los estados de ánimo comparten gran parte de la complejidad de las emociones, pero son más
duraderos y sus antecedentes pueden ser más ambiguos. A diferencia de la emoción, las personas a
menudo no pueden identificar con precisión qué las llevó a su estado de ánimo actual (Ekman, 1994). En
ocasiones, una experiencia emocional transitoria, como una discusión airada con el cónyuge o pareja,
puede provocar un estado de ánimo irritable general que puede durar desde horas hasta días. En otras
ocasiones, los antecedentes de los estados de ánimo pueden ser acumulativos o difusos (Morris, 1992,
1999). Por ejemplo, las personas pueden reportar sentirse deprimidas porque ven pocas esperanzas en
el futuro tras recibir una acumulación aparentemente interminable de noticias tristes o desalentadoras
(es decir, acumulativas). Por otro lado, otras pueden percibir que las razones subyacentes a su estado de
ánimo depresivo son los efectos colectivos de todo lo que ha sucedido y está sucediendo actualmente
en su vida (es decir, difusas). Algunos ejemplos de estados de ánimo incluyen irritación, alegría,
jovialidad y mal humor (Ekkekakis, 2013).
Selección de Medidas
¿Cómo debe un profesional del ejercicio elegir las medidas o instrumentos que utilizar? Existen dos
enfoques generales para seleccionar medidas para evaluar las respuestas afectivas al ejercicio. El
primero es, con mucho, el más sencillo e implica elegir una medida que ya haya sido utilizada por otros.
Sin embargo, como suele ocurrir, el enfoque más sencillo no es necesariamente el mejor. Por otro lado,
Ekkekakis (2012, 2013) describió un enfoque de tres pasos para la selección de medidas. El primer paso
consiste en elegir si se desea medir el afecto, el estado de ánimo o la emoción. Como se describió
anteriormente, estos son tres constructos psicológicos relacionados, pero distintos. En el segundo paso,
el profesional del ejercicio debe elegir un modelo conceptual adecuado para el constructo identificado
en el primer paso. El paso final consiste en elegir una medida basada en el modelo conceptual adoptado
y consideraciones psicométricas, como la evidencia de validez y fiabilidad entre personas con
características similares (p. ej., edad, sexo, estado de salud) a las del cliente del profesional del ejercicio.
Respaldamos este enfoque y recomendamos encarecidamente consultar más a fondo la literatura sobre
estos temas (Ekkekakis, 2012, 2013; Ekkekakis y Zenko, 2016).
Por ejemplo, imaginemos a un profesional del ejercicio interesado en medir las respuestas afectivas
básicas al ejercicio. ¿Qué medida o medidas deberían utilizarse? Hay muchas posibilidades, y algunas
son más apropiadas que otras. En este escenario, se completa el primer paso. El profesional del
ejercicio identificó el afecto básico como el constructo psicológico a medir. Para completar este paso, es
necesario comprender a fondo las diferencias entre el afecto central, la emoción y el estado de ánimo.
Además, si un profesional decide medir una emoción específica, se requiere una comprensión completa
de dicha emoción. Si, por ejemplo, un profesional está interesado en evaluar la culpa, debe comprender
en qué se diferencia de la vergüenza (Miceli y Castelfranchi, 2018).
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Zenko & Ladwig
El segundo paso requiere que el profesional adopte una conceptualización teórica del constructo
identificado en el primer paso (en este ejemplo: afecto central). Anteriormente, completamos este paso
adoptando la conceptualización propuesta por Russell y colegas (Russell, 1980; Russell y Barrett, 1999).
En consecuencia, el afecto central es una combinación de dos dimensiones independientes (es decir,
ortogonales): placer-displacer (a veces denominada valencia afectiva) y activación (a veces denominada
excitación).
En el tercer paso, el profesional debe seleccionar una medida que se ajuste al modelo conceptual
adoptado (en este ejemplo, el modelo circumplejo del afecto; Russell, 1980). Este modelo conceptual
sugiere que el profesional del ejercicio debe elegir una medida que se corresponda con la dimensión de
activación y otra que se corresponda con el placer-displacer. En este caso, existen varias medidas
candidatas, como la Escala de Excitación Sentida (para medir la activación; Svebak y Murgatroyd, 1985)
y la Escala de Sentimientos (que abarca desde "Me siento... muy mal hasta muy bien"; Hardy y Rejeski,
1989) o la Escala de Valencia Empírica (que abarca desde lo más desagradable imaginable hasta lo más
placentero imaginable; Lishner et al., 2008) para medir el placer-displacer. Observe cómo el placer-
displacer se considera bipolar (Russell y Carroll, 1999) y que tanto la Escala de Sentimientos como la
Escala de Valencia Empírica son bipolares, lo que indica una alineación conceptual.
Los profesionales deben considerar la evidencia psicométrica disponible que respalda su validez y
confiabilidad en individuos similares a sus clientes. Además, deben tener en cuenta consideraciones
prácticas, como el momento y la frecuencia de la medición. Por ejemplo, administrar un cuestionario de
15 ítems varias veces durante una sesión de ejercicio podría resultar irritante y representar una gran
carga para los participantes (y podría hacer que reporten sentirse peor debido a ello). Las medidas
candidatas descritas en esta sección son escalas de un solo ítem que pueden usarse repetidamente
durante una sesión de ejercicio con poca carga para el usuario. Esto es ventajoso porque brinda al
profesional la libertad de elegir medir las respuestas afectivas varias veces durante la sesión. A
continuación, analizamos esta consideración de gran impacto.
muchas personas experimentan un "rebote afectivo", en el que reportan sentirse mejor (Box et al.,
2020; Ekkekakis et al., 2005, 2011). Resulta que una de las máximas más comunes de la ciencia del
ejercicio, que "el ejercicio hace que las personas se sientan mejor", puede atribuirse en parte a un
momento y una frecuencia de medición subóptimos. Es importante destacar que los profesionales que
asumen que las respuestas afectivas al ejercicio son universales pueden crear situaciones en las que sus
clientes experimentan un creciente desagrado durante el ejercicio, pero reportan sentirse mejor
después simplemente porque la experiencia desagradable ha terminado. Si estos y otros casos similares
de desagrado durante el ejercicio se experimentan repetidamente, puede reducir la probabilidad de
que el participante continúe con el ejercicio.
Por lo tanto, para lograr una comprensión más clara de las respuestas afectivas al ejercicio de un
cliente, recomendamos que la medición de las respuestas afectivas se realice con frecuencia antes,
durante y después del ejercicio (véase Ekkekakis et al., 2020). Al medir el placer o el displacer durante el
ejercicio, un profesional evalúa cómo se siente el deportista en este momento, en el momento, para
medir los cambios momento a momento en el placer o displacer experimentado del deportista. Por
ejemplo, además de leer las instrucciones apropiadas para familiarizar al cliente o paciente, un
profesional que utilice la Escala de Sentimientos (Hardy y Rejeski, 1989) podría preguntar al deportista
"¿Cómo se siente ahora mismo?" a intervalos regulares. Un profesional debe intentar lograr un buen
equilibrio entre limitar la carga (es decir, no hacer demasiadas preguntas) pero también lograr una
representación precisa de cómo se siente el cliente durante el ejercicio. Para equilibrar la carga con la
precisión de la medición, el tiempo entre las instancias de medición puede y debe aumentarse o
disminuirse en función del modo, la duración y la intensidad del ejercicio. Por ejemplo, para medir con
mayor precisión cómo se siente una persona durante una prueba de cicloergómetro de una hora en
estado estable, puede ser más sensato medir las respuestas afectivas de un cliente a intervalos de cinco
minutos (es decir, cuando se espera que las respuestas afectivas sean relativamente estables). Por otro
lado, durante una prueba de ejercicio gradual hasta el agotamiento, el profesional debe considerar
medir las respuestas afectivas justo antes del final de cada etapa para capturar adecuadamente los
cambios más rápidos en las respuestas afectivas que se esperan con etapas cortas de ejercicio.
Dependiendo del protocolo de la prueba de ejercicio gradual, esto podría requerir mediciones cada
uno, dos o tres minutos. La Figura 12.1 presenta una ilustración más detallada de la importancia del
momento y la frecuencia de las mediciones durante una prueba de ejercicio gradual.
Figure 12.1
A Hypothetical Measurement Scenario During a Graded-Exercise Test
5
4
3
Affective Valence
2
1
0
-1
-2
-3
-4
8
Zenko & Ladwig
-5
Nota. Un profesional que mide la valencia afectiva solo antes y después del ejercicio puede concluir que la prueba
de ejercicio gradual hasta el agotamiento hizo que el usuario se sintiera más positivo (es decir, un valor posterior al
ejercicio de “4”, en comparación con un valor previo al ejercicio de “1”). Esto se ilustra con la flecha discontinua.
Sin embargo, la realidad es que las respuestas afectivas del cliente fueron mucho más complejas. El cliente
hipotético se sintió más positivo al inicio de la sesión, pero las respuestas afectivas rápidamente se volvieron
menos agradables y más desagradables (indicadas por valores negativos) después de cinco minutos de ejercicio
(alrededor del umbral ventilatorio de intercambio de gases), antes de rebotar y volverse más agradables después
de que el ejercicio hubiera terminado (posiblemente porque el cliente se sintió aliviado al dejar de hacer ejercicio).
Esta figura es una adaptación de una ilustración y discusión presentada por Backhouse y colegas (2007).
Otra forma de ejercicio cada vez más popular, el ejercicio interválico de alta intensidad, presenta
desafíos únicos para los profesionales del ejercicio interesados en comprender las respuestas afectivas
de sus clientes. Dado que el ejercicio interválico se caracteriza típicamente por breves ráfagas de
ejercicio de intensidad vigorosa a supramáxima intercaladas con períodos de recuperación de baja
intensidad, incluso pequeños cambios en el tiempo y la frecuencia de las mediciones pueden dificultar
la comprensión de las respuestas afectivas de un cliente. Las respuestas afectivas desagradables suelen
rebotar tras el cese de los intervalos de intensidad vigorosa a máxima (Box et al., 2020). Por lo tanto,
para captar mejor la gama de respuestas afectivas experimentadas durante las frecuentes fluctuaciones
del ejercicio interválico, los profesionales del ejercicio deben asegurarse de que el tiempo y la
frecuencia de las mediciones también representen fielmente los patrones previstos de respuestas
afectivas al ejercicio interválico. Específicamente, cada medición del afecto durante el ejercicio a
intervalos debe completarse lo más cerca posible del final de cada intervalo, en lugar de al principio, a
la mitad o después (Decker y Ekkekakis, 2017). Las mediciones realizadas únicamente al principio o a la
mitad de los intervalos pueden no capturar los picos y valles previstos de las respuestas afectivas
durante cada intervalo. Además, si se solicitan mediciones de las respuestas afectivas sobre el intervalo
de ejercicio durante el intervalo de descanso posterior, el rápido efecto rebote afectivo del descanso
puede sesgar la interpretación de la experiencia afectiva del paciente. Esto también convertiría la
medición en una medición del placer recordado, o cuán agradable o desagradable se sintió
previamente, en lugar del placer experimentado (es decir, el placer experimentado en ese momento).
En las Figuras 12.2 y 12.3, respectivamente, se ilustran ejemplos de sincronización y frecuencia
adecuadas y problemáticas para la medición de las respuestas afectivas durante el ejercicio a intervalos
(véase también Box y Petruzzello, 2021).
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Chapter 12: Affective Responses to Exercise: Measurement Considerations
Figure 12.2
Appropriate Measurement Timing and Frequency During an Interval Exercise Session
2
Affective Valence
0
1min Pre-Exercise
Begin Interval 1
End Interval 1
End Rest 1
End Interval 2
End Rest 2
End Interval 3
End Rest 3
End Interval 4
End Rest 4
End Interval 5
End Rest 5
End Interval 6
End Rest 6
1min Post-Exercise
-1
-2
-3
-4
-5
Nota. Es probable que sea imposible recopilar datos al final exacto de cada intervalo. Sin embargo, para
obtener datos precisos, los profesionales deben intentar medir lo más cerca posible del final de cada
intervalo. Por ejemplo, 10 segundos antes del final de cada intervalo ayudará a mejorar la precisión de la
representación de la experiencia afectiva del ejercicio. Con este enfoque, el deportista parece tener
respuestas afectivas muy variables al ejercicio (es decir, muchos rebotes afectivos durante los períodos
de descanso y descensos afectivos durante los intervalos) y parece experimentar una valencia afectiva
negativa hacia el final de la sesión de ejercicio (medida durante los intervalos 5 y 6). En este ejemplo, el
profesional midió las respuestas afectivas de forma consistente tanto durante los períodos de descanso
como de intervalo.
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Zenko & Ladwig
Figure 12.3
Problematic Measurement Timing During the Same Interval Exercise Session
2
Affective Valence
0
1min Pre-Exercise
Begin Interval 1
End Rest 1
End Rest 2
End Rest 3
End Rest 4
End Rest 5
End Rest 6
1min Post-Exercise
-1
-2
-3
-4
-5
Nota. En este caso, las mediciones se obtuvieron al inicio del ejercicio y durante cada intervalo de descanso
de la misma sesión de ejercicio (ver Figura 12.2), lo que oscurece la verdadera variabilidad de las respuestas
afectivas a lo largo del ejercicio por intervalos al no observar los picos y valles de las respuestas afectivas.
Con este enfoque, el usuario parece tener respuestas afectivas mucho más estables al ejercicio y nunca
experimentar valencia afectiva negativa.
Variabilidad individual
Como se mencionó anteriormente, es previsible la variabilidad individual en las respuestas afectivas,
especialmente en la transición de intensidad moderada a vigorosa (es decir, cerca del umbral
ventilatorio; Ekkekakis, 2009; Ekkekakis et al., 2005, 2011). Esta variabilidad dependiente de la dosis
también se analiza con más detalle en el capítulo 11 de Jones y Zenko (2021). Por ejemplo, en un
estudio fundamental de Van Landuyt y colegas (2000), los participantes se ejercitaron durante 30
minutos al 60 % de su VO2 máximo estimado, o consumo máximo de oxígeno. Según el Colegio
Americano de Medicina del Deporte (Garber et al., 2011), esto corresponde a una intensidad de
ejercicio "moderada". El afecto central se evaluó durante el ejercicio utilizando la Escala de Sentimientos
(Hardy y Rejeski, 1989) y la Escala de Excitación Sentida (Svebak y Murgatroyd, 1985). En promedio, no
hubo cambios en el placer o displacer durante el ejercicio, mientras que la activación aumentó. Sin
embargo, cuando los investigadores examinaron las diferencias individuales en las respuestas afectivas,
observaron que el 44,4% de los participantes sintieron niveles crecientes de placer durante el ejercicio,
el 14,3% no exhibió esencialmente ningún cambio y el 41,3% se sintió menos placentero. En la práctica,
estos resultados sugieren que es prudente analizar los cambios en las respuestas afectivas durante el
ejercicio tanto a nivel individual como grupal, en lugar de solo a nivel grupal. Si, por ejemplo, Van
Landuyt y colegas (2000) solo evaluaron las respuestas afectivas a nivel grupal, habrían concluido
incorrectamente que el ejercicio esencialmente no provocó ningún cambio en el placer o displacer
experimentado por los participantes. Sin embargo, debido a que los investigadores analizaron las
respuestas afectivas dentro de cada individuo, ahora sabemos que algunas personas sentirán más placer
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Chapter 12: Affective Responses to Exercise: Measurement Considerations
durante el ejercicio de intensidad moderada, mientras que otras informarán sentir menos.
expliquen qué se les pide que informen. Si no lo entienden, el profesional puede intentar aclarar el
concepto con más detalle.
La presencia de música y vídeos también puede influir en la percepción individual del ejercicio
(Lind et al., 2009; Jones et al., 2014). Se ha demostrado que, cuando el ejercicio es de intensidad ligera a
moderada, la música o los vídeos pueden ayudar a la persona a disociar o distraerse de las sensaciones
corporales asociadas al ejercicio (p. ej., aumento de la frecuencia respiratoria, acumulación de lactato).
Dicho de otro modo, una distracción, como música y vídeos, puede ayudar a atenuar las sensaciones
desagradables durante el ejercicio. Para algunas personas, si se realiza la misma intensidad de ejercicio
sin música ni vídeos, sus respuestas afectivas pueden no ser las mismas que si estuvieran en presencia
de estímulos audiovisuales distractores. Por lo tanto, los profesionales del ejercicio deben considerar
estos efectos y utilizar los distractores con cuidado, no como un medio para enmascarar el desagrado
durante el ejercicio.
Algunas personas pueden encontrar desagradable o vergonzoso hacer ejercicio frente a espejos
u otras personas, ya que perciben (ya sea real o imaginariamente) que sus cuerpos están expuestos y
son evaluados por otros (es decir, ansiedad sociofísica; Sabiston et al., 2014; véase también el capítulo 7
de Vani et al., 2021). Los principiantes o aquellos con baja motricidad también pueden experimentar
incomodidad si sienten que otros los evalúan críticamente. Los profesionales del ejercicio deben
investigar y ser conscientes de estos posibles efectos en sus clientes, idealmente antes de comenzar a
hacer ejercicio. Para algunas personas, hacer ejercicio en solitario, lejos de espejos y miradas
indiscretas, puede mejorar sus respuestas afectivas. De igual manera, el estilo de liderazgo (p. ej.,
centrarse en la salud en lugar de centrarse en la apariencia) de los líderes de ejercicio en entornos de
fitness grupal puede influir en las respuestas afectivas al ejercicio (Raedeke et al., 2007).
Por último, pero no menos importante, los entornos de ejercicio demasiado calurosos o fríos
también pueden afectar la sensación del deportista y deben tenerse en cuenta. Una habitación calurosa
puede elevar la temperatura corporal hasta el punto de que el ejercicio se vuelva cada vez más
incómodo. Al mismo tiempo, el calor suele provocar más sudoración (Harrison, 1986) y podría exacerbar
la influencia de la ansiedad sociofísica, ya que los deportistas pueden percibir que los demás les parece
que tienen dificultades para hacer ejercicio debido a su sudoración excesiva. En resumen, existen
muchas influencias ambientales y situacionales potenciales sobre las respuestas afectivas al ejercicio;
los profesionales deben ser conscientes de estas influencias y procurar evaluar las respuestas afectivas
en un entorno estandarizado.
El placer recordado es una evaluación retrospectiva de una experiencia afectiva previa. Por ejemplo, varios
minutos, horas o días después de hacer ejercicio en un laboratorio o gimnasio, puede considerar pedirle al
participante que evalúe su sesión de ejercicio respondiendo a la pregunta "¿Cómo te hizo sentir la sesión de
ejercicio en el laboratorio?". (Zenko et al., 2016). Asimismo, el placer previsto podría evaluarse mediante la
pregunta: «Si repitiera la sesión de ejercicio, ¿cómo cree que se sentiría?» (Zenko et al., 2016). En ambos
casos, se requiere que la persona que realiza el ejercicio evalúe cognitivamente la sesión y evalúe una
experiencia pasada o haga predicciones sobre una experiencia futura. Esto difiere de las evaluaciones
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Chapter 12: Affective Responses to Exercise: Measurement Considerations
afectivas básicas momento a momento sobre cómo se siente la persona que realiza el ejercicio en este
momento. Dado que los recuerdos y las predicciones son susceptibles a sesgos, se espera que el placer
recordado de una sesión de ejercicio anterior no se explique completamente por las respuestas afectivas
básicas momento a momento medidas durante la sesión de ejercicio real. Asimismo, se espera que las
predicciones y los pronósticos afectivos sobre futuras sesiones de ejercicio también estén sesgados y no se
expliquen completamente por el placer experimentado o recordado.
Por ejemplo, una persona pesimista o aprensiva que se inicia en el ejercicio puede haberse sentido cómoda
durante su primera sesión de ejercicio en su nuevo programa, pero, basándose en toda una vida de
experiencias desagradables, puede predecir sentimientos de desagrado incluso si repite el mismo protocolo
de ejercicio en el futuro. Por otro lado, las personas con experiencia en el ejercicio pueden sentirse bastante
descontentas durante su sesión de entrenamiento habitual, pero pueden optar por adherirse a su
programación y repetir la sesión de ejercicio al día siguiente e incluso pueden predecir que se sentirá más
cómoda. Dicho de otro modo, es improbable que existan relaciones perfectas entre el placer
experimentado, el placer recordado y el placer previsto, incluso si la persona que hace ejercicio está
evaluando el mismo protocolo de ejercicio. De hecho, Zenko et al. (2016) descubrieron que los aspectos
destacados de una sesión de ejercicio (la pendiente del placer o la velocidad y dirección de las respuestas
afectivas experimentadas durante el ejercicio) explicaban aproximadamente el 46 % de la varianza en el
placer recordado, evaluado aproximadamente 15 minutos después de finalizar la sesión. El placer
recordado, a su vez, explicaba aproximadamente el 70 % de la varianza en el placer previsto, lo que indica
que aproximadamente el 30 % se explicaba por otros factores.
Terry: Es una gran pregunta. Aunque existen muchas medidas potenciales, adopto la
conceptualización del afecto central propuesta por Russell y sus colegas (Russell, 1980, Russell y
Barrett, 1999). Esto sugiere que el afecto central se compone de dos dimensiones distintas: la
valencia afectiva, que es una dimensión bipolar que abarca desde el displacer hasta el placer
(Russell y Carroll, 1999), y la activación o excitación. Dado que me interesa principalmente el
placer y el displacer que experimentas, utilizaré una medida que corresponde a esta dimensión.
Esta medida varía de muy mala a muy buena y parece tener propiedades psicométricas
aceptables en personas de tu edad. Además, presenta ventajas prácticas que la hacen aceptable
para nuestros propósitos. Si me interesara medir un estado de ánimo específico, como tu nivel
de depresión, adoptaría un enfoque completamente diferente.
Antes de que Pat comience a hacer ejercicio, Terry le lee las instrucciones estandarizadas de la
Escala de Sentimientos y comprueba su comprensión. Durante la sesión de ejercicio, algunos
compañeros acudieron al gimnasio, lo que hizo que Pat se sintiera incómodo, juzgado y desanimado.
Pat sentía ansiedad, vergüenza y culpa por su relación con el cuerpo cuando otros estaban presentes
(para más información sobre estos conceptos, véase el capítulo 7; Vani et al., 2021). Terry tomó nota de
esta observación y, al analizar las respuestas afectivas de Pat, descubrió que sentía placer durante el
ejercicio hasta que sus compañeros se unieron. Afortunadamente, las múltiples evaluaciones de la
valencia afectiva permitieron a Terry identificar este patrón. En presencia de compañeros, Pat mostró
respuestas afectivas cada vez más desagradables. Además de considerar cómo el estímulo del ejercicio
en sí mismo le hacía sentir a Pat, Terry consideró el contexto ambiental y social de la sesión (es decir,
hacer ejercicio en presencia de otros). Terry programó otra cita con Pat para que sus respuestas
afectivas al ejercicio pudieran evaluarse en un entorno privado. Terry tuvo cuidado de no dar por
sentado que todos sus clientes tendrían un patrón similar de respuestas afectivas al ejercicio. Reconoció
que, a diferencia de Pat, otros podrían prosperar y disfrutar de la oportunidad de presumir al hacer
ejercicio frente a otros.
En las secciones anteriores, intentamos proporcionar un marco para difundir la prescripción de ejercicio
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Chapter 12: Affective Responses to Exercise: Measurement Considerations
basada en el afecto en la práctica habitual entre los profesionales del ejercicio. Aunque las respuestas
afectivas son un constructo psicológico complicado de comprender, creemos que considerar los
siguientes pasos ayudará a los profesionales actuales y futuros a incorporar rápidamente este enfoque
en sus interacciones diarias con los clientes:
1. Primero, recuerde que las respuestas afectivas varían mucho entre individuos. Por lo tanto, es
poco probable que sus clientes (especialmente aquellos con sedentarismo crónico, baja
condición física u obesidad) sientan el mismo placer durante el ejercicio que los estudiantes
inmersos en el estudio de la ciencia del ejercicio o del deporte.
2. Tenga siempre en cuenta que tanto (a) la forma en que se presenta a sus clientes como (b) el
entorno de ejercicio pueden influir en cómo se sienten. Es razonablemente probable que
usted, como profesional del ejercicio, tenga una mejor condición física que sus clientes. Estas
discrepancias en la condición física pueden resultar intimidantes para algunos clientes, así que
trate de no llamar la atención (por ejemplo, usar ropa sin mangas o reveladora, o mostrar
movimientos que superan con creces su habilidad o condición física). Además, algunos clientes
pueden preferir hacer ejercicio solos en lugar de en presencia de otros. Evaluar las preferencias
de los clientes y actuar de forma adecuada en función de ellas puede ayudar a mejorar sus
experiencias afectivas.
3. Mida con frecuencia las respuestas afectivas de sus clientes y considere modificaciones
basadas en estos datos. Si descubre que un cliente experimenta incomodidad durante una
determinada intensidad, duración o modalidad de ejercicio, puede ser necesario realizar
cambios para que la experiencia sea más placentera. Estos pueden ser simples (p. ej., reducir la
intensidad o la duración) o más complejos, como cuando la propia modalidad causa
incomodidad (p. ej., el ejercicio sin carga puede ser más placentero que el ejercicio con carga
para clientes con exceso de masa corporal u otras limitaciones biomecánicas). En otros casos,
con una intensidad de ejercicio de leve a moderada, los estímulos audiovisuales pueden
proporcionar una distracción que podría convertir el ejercicio ligeramente desagradable en
más placentero. Algunas modificaciones requerirán creatividad por parte del profesional del
ejercicio para garantizar que el cliente experimente el ejercicio de la forma más placentera
posible. Al mismo tiempo, el esfuerzo adicional dedicado a ayudar al cliente a descubrir qué
ejercicios maximizan su placer podría resultar beneficioso para el profesional del ejercicio en
forma de una mayor adherencia y, por lo tanto, una base de clientes más exitosa y constante.
16
Zenko & Ladwig
Ejercicios de aprendizaje
1. ¿Cuáles son las diferencias entre afecto, estado de ánimo y emoción?
2. Describa el proceso de tres pasos para la selección de medidas propuesto por Ekkekakis (2012, 2013).
3. Imagine que está midiendo las respuestas afectivas al ejercicio. El usuario usa una cinta de correr durante
30 minutos. ¿Cuándo y con qué frecuencia mide las respuestas afectivas? ¿Qué medida(s) utiliza? Justifique
sus respuestas.
4. Es una creencia común que «el ejercicio hace que las personas se sientan mejor», y este es uno de sus
muchos beneficios. ¿Cómo respondería a alguien que le dijera que «el ejercicio hace que las personas se
sientan mejor»? Justifique su respuesta.
5. ¿Qué métodos podría utilizar para ayudar a su cliente a sentirse mejor durante el ejercicio?
17
Chapter 12: Affective Responses to Exercise: Measurement Considerations
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We dedicate this chapter to our mentors, especially Professor Panteleimon Ekkekakis.
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