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Marxismo Leninismo Final Final

El documento analiza el contexto histórico de los estados marxistas-leninistas, centrándose en la situación de Rusia a principios del siglo XX y la Revolución de 1917, que llevó a la creación de la URSS. Se discuten las condiciones económicas y políticas que llevaron al surgimiento de los partidos socialdemócratas, así como la dinámica entre bolcheviques y mencheviques. También se aborda la situación de Europa central y oriental tras la Segunda Guerra Mundial, destacando la división de Alemania y el establecimiento de regímenes comunistas en Polonia y Checoslovaquia.

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Marxismo Leninismo Final Final

El documento analiza el contexto histórico de los estados marxistas-leninistas, centrándose en la situación de Rusia a principios del siglo XX y la Revolución de 1917, que llevó a la creación de la URSS. Se discuten las condiciones económicas y políticas que llevaron al surgimiento de los partidos socialdemócratas, así como la dinámica entre bolcheviques y mencheviques. También se aborda la situación de Europa central y oriental tras la Segunda Guerra Mundial, destacando la división de Alemania y el establecimiento de regímenes comunistas en Polonia y Checoslovaquia.

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MONOGRAFIA

ESTADOS MARXISTAS-LENINISTAS

MATERIA: Teoría del Estado.

COMISIÓN: 6268.

INTEGRANTES: Santiago Enríquez.


Debora Ruth Rotela Vazquez.
Milagros Pare.
Introducción al contexto histórico

1.1. Rusia.

a) Situación económica a comienzos del siglo XX

Al entrar en el siglo XX nos encontramos en Rusia con uno de los países más
atrasados de Europa. Desde el punto de vista económico la industrialización es muy
débil y se concentra en puntos muy concretos. La agricultura sigue siendo la base de la
economía; el atraso se demuestra en el hecho de que el feudalismo ha desaparecido de
manera oficial hace tan sólo cuarenta años, a cambio los campesinos deben pagar por
la tierra una gran cantidad de dinero al Estado y a los terratenientes. Pero lo más
alarmante es su situación política, el zar gobierna de una manera absoluta y no quiere
ni oír hablar de constituciones, cualquier intento de oposición es sofocado con la
policía o con el ejército zarista.

Desde el punto de vista político lo más destacado es el gobierno absolutista de los zares. El
poder del zar es inmenso, concentra todo tipo de poderes y gobierna por decretos sin contar
con ningún parlamento. Su persona es considerada como sagrada ya que reúne
atribuciones religiosas importantes, se considera a sí mismo el representante de Dios en la
tierra. Además, es el jefe del ejército y con este instrumento y con la policía zarista mantiene
amordazada a la oposición política que tiene que recurrir a la clandestinidad. Los poderes
del zar dependen también de su carácter personal, así Alejandro III que reinó de 1881 a
1894 fortaleció aún más el poder real y gobernó de una manera autoritaria hasta su muerte
en un atentado. Su hijo Nicolás II gobernaría hasta 1917 y a pesar de su carácter débil e
influenciable, debido a sus consejeros, actuaría de una manera enérgica con la oposición.

Entre los partidos opositores más importantes podemos encontrar al partido


socialdemócrata. Es un partido marxista que nace en el Congreso de Minks de 1898. Dan
prioridad al problema obrero. En el Congreso de Bruselas y Londres del año 1903 aparecen
dos tendencias confirmadas en la Conferencia de Praga de 1912: los mencheviques que
son moderados, partidarios incluso de una alianza con los liberales, formarán el partido
socialista; y los bolcheviques, quienes son los extremistas partidarios de las ideas de Marx y
de la conquista del poder por los obreros, su líder será Lenín; serán más tarde llamados
comunistas.

Referido a las clases sociales, la nobleza tiene un papel destacado en un país absolutista
como Rusia, a ella están reservadas casi todos los puestos públicos tanto civiles como
militares. Gran parte de la aristocracia rusa vive en la corte pero su poder se apoya en un
sólido dominio agrario aún cuando los siervos han obtenido su libertad. El clero tiene
también una gran importancia en un país eminentemente religioso. A la cabeza de la iglesia
ortodoxa está el zar que tiene poderes políticos y religiosos. Los distintos cargos
eclesiásticos están nombrados por él, por lo que el clero funciona como una especie de
cuerpo de funcionarios pagados por el Estado. Ante las duras condiciones de vida muchos
rusos se consuelan con la religión y otros buscan entrar en la Iglesia para acabar con sus
penurias. En cuanto a las clases medias, básicas en un país desarrollado, se puede decir
que en Rusia casi no existen. Debido a la estructura económica no existe casi burguesía y
los pocos comerciantes que hay viven casi al día. Esta burguesía va a ser proclive a
levantamientos revolucionarios. El campesinado constituye cuatro quintas partes de la
población, es decir, la inmensa mayoría de los habitantes del imperio. Sus condiciones de
vida no han cambiado desde el decreto de liberación de los siervos de 1861 ya que desde
entonces deben pagar una suma muy elevada por su libertad y eso frena su desarrollo. Las
medidas proteccionistas para favorecer la industria hacen que suban los precios y los
campesinos se encuentren indefensos ante esa circunstancia. Ante tal situación la doctrina
anarquista se va a propagar muy rápidamente por el campo ruso. Los obreros son una
minoría en el país, se puede decir que en 1914 eran sólo tres millones. Están sometidos a
unas condiciones de vida muy duras: viven hacinados en barracones, sin condiciones
sanitarias y con jornadas de hasta dieciséis horas. Por si fuera poco está prohibida
cualquier organización obrera o cualquier reunión para discutir sus problemas.

En Rusia, no había ni instituciones parlamentarias ni gobiernos de gabinete, ni se había


producido una revolución burguesa. Según la teoría marxista, el desarrollo de una economía
capitalista debía provocar primero una revolución burguesa, para destruir el feudalismo del
gobierno zarista y establecer las instituciones políticas liberales adecuadas a una sociedad
burguesa.

El partido socialdemócrata se va a ir organizando en unas asociaciones secretas de obreros


llamadas soviets y su misión es controlar los sectores claves de la economía y las
comunicaciones del país para, en un momento dado, conquistar el poder político. El primer
soviet es el de San Petersburgo y estaría dirigido por León Trotski. Poco a poco se van
extendiendo los soviets por otras ciudades y van a crear un auténtico poder en la sombra.
Trotski se da cuenta que si dominan las ciudades dominan el país.

En 1905 los trabajadores rusos dirigieron una revolución con las siguientes ideas: Debe
comenzar como una revolución burguesa, para destruir los restos del feudalismo, pero no
podrá detenerse ahí. Tendrá que enfrentarse con el capitalismo, expropiando las grandes
propiedades de tierras y apoyando a los campesinos contra los terratenientes: ambas
revoluciones coincidirán. Los campesinos considerarán a los trabajadores como liberadores;
y el gobierno revolucionario será una dictadura del proletariado. La alianza de trabajadores
y campesinos será temporal porque, aunque los campesinos se unirán a los trabajadores
contra los terratenientes, no apoyarán la colectivización ni el internacionalismo. La
revolución proletaria tendrá que hacer frente a la intervención de los gobiernos capitalistas
y, a su vez, los trabajadores tendrán que incitar a la rebelión al proletariado occidental.

A comienzos del verano de 1905 los marineros del acorazado Potemkin se sublevaron
contra sus oficiales. Todo empezó porque los oficiales les obligaron a comerse la carne
comida por gusanos. El resto de los barcos reciben la orden de reducirles pero las
dotaciones se niegan a combatir.

Los cosacos se lanzaron con el sable desenvainado y cubiertos por el fuego de infantería
sobre una multitud de aproximadamente 150 mil personas que marchaban en procesión
pacífica rumbo al Palacio de Invierno para hacer entrega de una petición al zar. Los
primeros informes oficiales hablan de 96 muertos y 330 heridos, pero los periodistas
aseguran que debió haber más de mil muertos.
Después de 1905 ningún marxista responsable podía contemplar la idea de saltar la
revolución burguesa, por el simple hecho de tomar el poder. Los mencheviques tenían la
tendencia de imitar lo mejor posible a los grandes partidos marxistas de Occidente.
Pensaban que era imposible que el socialismo triunfara en Rusia antes de que se
desarrollara una industria capitalista y de que el proletariado se convirtiera en una mayoría.
La industria rusa ya había creado un proletariado, puesto que adoptó la tecnología moderna
y la organización en gran escala como cosas hechas.

Rusia, previo a la revolución soviética de 1917 era un país relativamente subdesarrollado en


la industria, con una economía principalmente agraria y una población en gran medida
campesina, un tipo de país que siempre había sido impenetrable al marxismo de la Europa
occidental. Las características eran de los países atrasados y coloniales; en consecuencia,
su adaptación del marxismo en Rusia resultó una adaptación del marxismo a la etapa del
imperialismo, dado que sus métodos eran efectivos en las dependencias coloniales de los
países imperialistas. La revolución de 1917 se inició con una concepción semejante en lo
sustancial a la teoría de la revolución permanente formulada por Trotsky en 1906.

b) La revolución de 1917 y la creación de la URSS:

La revolución rusa de 1905 fue un acontecimiento trascendental para los marxistas rusos.
Demostró que podía realizarse en Rusia una revolución burguesa. En 1905 y 1917, Lenin y
Trotsky tropezaron con la duda sobre cuál debía ser la política de un partido socialista
revolucionario respecto de un partido revolucionario burgués en una sociedad atrasada,
donde el partido de clase media estaba del lado del progreso y el partido socialista no tenía
posibilidad de lograr sus fines. Ningún marxista ruso creyó, hasta mucho después de 1917,
que la revolución rusa pudiera ser duradera si no era apoyada por otras revoluciones en los
países industrializados con mayor madurez de la Europa Occidental. La primera aparición
de Lenin como teórico marxista fue para proponer un tipo de organización para el partido, y
luego fue el jefe del ala bolchevique del Partido Socialdemócrata marxista. Fue tanto un
teórico como organizador, pero primero fue organizador y sus escritos teóricos siempre se
referían especialmente a la táctica. La controversia entre la facción Bolchevique de Lenin y
su opositora, la Menchevique, se desarrolló con la sutileza dialéctica que caracterizó
siempre al marxismo ruso. Los Bolcheviques consideraban que el centro del movimiento
debía ser la conspiración clandestina y las actividades extralegales de esa clandestinidad.
Lógicamente se desprendía que el núcleo de ese partido debía ser un grupo interno de
revolucionarios profesionales, absoluta y fanáticamente dedicados a la revolución,
rígidamente disciplinados y organizados, no demasiado amplio por la necesidad de
mantener el secreto y que actuara como la vanguardia de todos los elementos
potencialmente revolucionarios, aunque no lo fueran realmente, en los sindicatos y entre los
trabajadores. Los Mencheviques, sin negar que la acción extralegal fuera necesaria, tendían
a considerar como el fin del movimiento revolucionario la organización de la clase
trabajadora para una acción política legal. De ahí que el partido fuera para ellos una
organización de masas, tendiente a incluir el mayor número posible de sindicatos y otras
agrupaciones de trabajadores. Necesariamente su forma de organización tendría que ser
descentralizada o de carácter federal, y potencialmente democrática. Esta disputa reflejaba,
por una parte, la relación de un conspirador revolucionario con una sociedad secreta ilegal,
y por otra parte, la relación de un obrero con su sindicato. Y estas actitudes suponían, como
se verá, agudas diferencias de opinión acerca del curso que seguiría la revolución después
de su triunfo inicial.

En los dos primeros meses del año 1917 reinaba todavía en Rusia la dinastía de
los Romanov. Ocho meses después estaban ya en el timón los bolcheviques, un partido
ignorado por casi todo el mundo a principios de año y cuyos jefes, en el momento mismo
de subir al poder, se hallaban aún acusados de alta traición. La historia no registra otro
cambio de frente tan radical, sobre todo si se tiene en cuenta que estamos ante una nación
de ciento cincuenta millones de habitantes.

La Revolución de Febrero de 1917 que derribó a la dinastía Románov fue el espontáneo


estallido de unas masas exasperadas por las privaciones de la guerra y por una evidente
desigualdad en el reparto de las cargas bélicas. La Revolución fue bien recibida, y luego
utilizada, por un amplio estrato de la burguesía y de la clase de los funcionarios, que
habían perdido la confianza en el sistema autocrático de gobierno y especialmente en las
personas del Zar y de sus consejeros; este sector de la población fue el que suministró los
hombres que formaron el primer Gobierno Provisional.

El Soviet de Petrogrado y su comité militar revolucionario fueron los responsables de la


organización de la victoria casi incruenta de 25 de octubre-7 de noviembre. Fue el comité
militar revolucionario quien recogió el poder cuando éste cayó de las inertes manos del
Gobierno Provisional y quien anunció al mundo el triunfo de la Revolución

El sorprendente y fácil triunfo de la revolución bolchevique el 7 de noviembre de 1917


enfrentó a Lenin y a su partido en un problema: un grupo de revolucionarios ilegal tenía que
convertirse en gobierno. Eran pocas las ideas positivas o constructivas en torno a este
cambio, puesto que toda la energía se había concentrado en hacer la revolución, no en
elaborar un programa. La meta era construir una economía colectivista y un gobierno
socialista.

Durante la Revolución, el régimen comunista descansaba sobre una pirámide de soviets o


consejos de obreros y soldados, constituidos en la base, en cada empresa y en cada unidad
militar, que enviaban representantes a los consejos locales, regionales y nacionales.

El ascenso de los bolcheviques no fue bien recibido por todos los sectores de la sociedad.
Las fuerzas que se oponían a la revolución se agruparon bajo el nombre de los "blancos",
incluyendo monárquicos, liberales, socialistas moderados y cualquier grupo que temiera el
gobierno comunista. La guerra civil rusa comenzó inmediatamente después de la
Revolución de Octubre y se extendió hasta 1922.

En 1922, los bolcheviques lograron consolidar su poder y estabilizar el país. Se firmó el


Tratado de la Unión el 30 de diciembre de 1922, que unió varias repúblicas soviéticas
(Rusia, Ucrania, Bielorrusia y la Transcaucasia) bajo un solo gobierno central. Este tratado
marcó la fundación oficial de la Unión Soviética (URSS), con Lenin como su primer líder.

1.2. Europa central y oriental.


a) Situación socioeconómica de Alemania, Polonia, Checoslovaquia y Hungría
después de la Segunda Guerra Mundial:

Tras la derrota de la Alemania nazi en mayo de 1945, el país fue dividido en cuatro zonas
de ocupación controladas por las principales potencias aliadas: Estados Unidos, el Reino
Unido, la Unión Soviética y Francia. Esta división y las tensiones entre las potencias
ocuparían un papel clave en la historia de Alemania durante la Guerra Fría. Las industrias
clave, como las de armamento y manufactura, fueron paralizadas o destruidas. Gran parte
de la maquinaria industrial fue desmantelada por las fuerzas aliadas como parte de las
reparaciones de guerra. En 1949, las tres zonas occidentales (estadounidense, británica y
francesa) se unieron para formar la República Federal Alemana (RFA), con Bonn como
capital. La RFA adoptó un sistema democrático y capitalista, alineándose con el bloque
occidental encabezado por Estados Unidos. En la zona oriental, bajo el control soviético, se
estableció la República Democrática Alemana (RDA) en 1949, con Berlín Oriental como su
capital. La RDA adoptó un régimen comunista, bajo la fuerte influencia de la Unión
Soviética, y su economía se orientó hacia el socialismo.

Polonia fue un país devastado por la guerra, sufriendo no solo la ocupación nazi, sino
también la invasión de la Unión Soviética. La Segunda Guerra Mundial dejó a Polonia con
millones de muertos, desplazados y una economía destruida. En 1947, el Partido Comunista
Polaco logró consolidar su poder, transformando a Polonia en una República Popular de
Polonia bajo el control de la URSS. La economía se colectivizó y se impuso un régimen
represivo, con la disidencia política reprimida y la oposición soviética silenciada.

En 1948, los comunistas checoslovacos tomaron el poder, apoyados por la Unión Soviética.
Tras un golpe de Estado, Checoslovaquia se convirtió en una república socialista. El país
fue sometido a políticas de colectivización agrícola y nacionalización industrial. El régimen
comunista tuvo un fuerte control sobre la vida política y social, y las disidencias fueron
reprimidas. Sin embargo, Checoslovaquia fue una de las naciones del bloque del Este que
experimentó un cierto nivel de bienestar económico y desarrollo industrial en los años
posteriores a la guerra.

Entre 1945 y 1949, Hungría atravesó una crisis económica devastadora. La destrucción de
la guerra, la inflación galopante y la ocupación soviética marcaron estos años. La economía
fue orientada hacia el socialismo y la planificación centralizada, con la nacionalización de la
industria y la colectivización de la agricultura, lo que resultó en una economía altamente
controlada. Sin embargo, la falta de recursos y la dependencia de la URSS limitaron las
posibilidades de desarrollo económico independiente en los primeros años del régimen
comunista.

b) La ocupación soviética de estos países y el establecimiento de estados marxistas


en cada uno de ellos:

La ocupación soviética en la Alemania Oriental implicó la reparación de la economía


alemana a expensas de su zona oriental, con la expropiación de industrias y tierras; y la
imposición del sistema de planificación centralizada, basado en el modelo soviético.
Polonia se caracterizó por la expropiación de tierras y nacionalización de industrias.Se
implementó una colectivización parcial de la agricultura y la nacionalización de la industria.
Tenía dependencia de la URSS. Polonia estaba totalmente alineada con Moscú, y muchas
de sus decisiones políticas y económicas estaban dictadas por las autoridades soviéticas.

Checoslovaquia y Hungría sufrieron la socialización de la economía, se nacionalizaron sus


principales industrias y su agricultura fue colectivizada. Se convirtieron en un estado satélite
de la URSS, y sus política exteriores y económicas estuvieron subordinadas a las
decisiones de Moscú.

1.3. China

a) Situación socioeconómica después de la Segunda Guerra Mundial:

Durante la Segunda Guerra Mundial, China fue uno de los países más afectados por la
invasión japonesa. Desde 1937, Japón ocupó una gran parte de China, incluyendo ciudades
clave como Nankín, Shanghái y Beijing, cometiendo atrocidades como la Masacre de
Nankín.

La Segunda Guerra Mundial dejó a China devastada, tanto por los ataques japoneses como
por las luchas internas entre las diferentes facciones políticas. Durante la guerra, China
estuvo bajo la ocupación japonesa, pero también fue un teatro de lucha entre dos actores
principales: el Partido Nacionalista dirigido por Chiang Kai-shek y el Partido Comunista
Chino liderado por Mao Zedong. Con el final de la Segunda Guerra Mundial, comenzó una
nueva guerra civil entre el Partido Comunista Chino y el Kuomintang, el cual había sido
respaldado por Estados Unidos durante la guerra. La lucha por el control del país se
intensificó rápidamente.

b) Fin de la Guerra Civil y proclamación de la República Popular China.

Tras treinta años de guerra, China se encontraba agotada, desorganizada, dividida y


desangrada. Necesitaba reformas, cambios y, por sobre todas las cosas, paz. Pero la paz,
en un país que se encontraba profundamente dividido en dos poderosos sectores
antagónicos, era una utopía. El gobierno nacionalista, por su parte, al mismo tiempo que
negociaba con la Unión Soviética, reanudó sus conversaciones con los rojos, en un intento
por hallar una fórmula de coexistencia pacífica que redundara en beneficio del país. Chiang
Kai-shek envió a Mao Tse-tung una invitación formal, proponiéndole una conferencia
cumbre que se realizaría en Chungking. Finalmente, el 28 de agosto de 1945, el líder rojo
arribó a la ciudad antes mencionada. Los delegados del gobierno y los representantes
comunistas celebraron cinco reuniones durante cuarenta días. Después, el 10 de octubre,
se dieron a conocer las actas más importantes de las reuniones. Los puntos salientes eran
los siguientes: En lo referente a la política básica de reconstrucción nacional:

- Habrán de realizarse esfuerzos concertados, bajo la dirección del presidente Chiang Kai-
shek, para asegurar una cooperación duradera, evitar la guerra civil, elevar a China como
nación independiente y llevar a la práctica los Tres Principios del Pueblo.
- De acuerdo con el presidente Chiang, la nacionalización de las fuerzas armadas, la
democratización política y un estatus igual y jurídico para todos los partidos políticos habrán
de ser el camino hacia la reconstrucción nacional en la paz.

En lo que se refiere a la misión de hacerse cargo de la rendición japonesa, los comunistas


solicitaron que se procediera a una nueva delimitación de la zona para la aceptación de la
rendición. En respuesta, el gobierno declaró que esa demanda se estudiaría después de
que se hubieran obedecido las órdenes del gobierno.

Habiendo pasado los meses de 1945, y ya producida la rendición de las fuerzas japonesas
que ocupaban grandes extensiones de China, los ejércitos nacionalistas comenzaron a
presionar hacia el norte. Como consecuencia, los incidentes y choques subsiguientes con
los efectivos comunistas empezaron a tornar dramática la situación. En efecto, el fantasma
de una guerra civil total se agigantaba día a día y la situación se hacía cada vez más
confusa. El 14 de enero de 1949, el líder comunista Mao Tse-tung dio a publicidad sus
condiciones de paz. Eran ocho puntos que equivalían a una rendición sin condiciones de los
efectivos nacionalistas. Estos últimos rechazaron de plano las pretensiones rojas el 31 de
enero, sin interrumpir por ello las conversaciones de paz entabladas. Finalmente, el 13 de
febrero se realizó una reunión en la que intervinieron representantes nacionalistas y
comunistas. La entrevista, cumplida en Pekín en la fecha citada, fracasó rotundamente, al
mantenerse los comunistas firmemente en los ocho puntos citados anteriormente. Hacia el
27 se produjo el regreso de los representantes rojos a Shanghai. La guerra civil en territorio
chino había prácticamente concluido. Hacia el 21 de septiembre de 1949, finalmente, la
Conferencia Política Consultiva de China Popular comenzó en Pekín su primera sesión. En
esa oportunidad se aprobó la organización y composición del nuevo régimen, que sería
presidido por Mao Tse-tung. El 1 de octubre, Mao proclamaría oficialmente la creación de la
República Popular China.

1.4. Cuba.

a) Situación socioeconómica en la década de 1950.

Cuba, en la década de 1950, tenía una economía profundamente dependiente de las


exportaciones de azúcar. El 70% de la producción azucarera estaba controlada por
empresas estadounidenses, lo que otorgaba una considerable influencia económica de EE.
UU. sobre el país. Esta dependencia resultó en una economía muy vulnerable a las
fluctuaciones del mercado global, particularmente a la demanda de azúcar.

La industria del turismo también creció de manera significativa, especialmente en la ciudad


de La Habana, que se convirtió en un destino popular para los turistas estadounidenses. La
construcción de hoteles de lujo, casinos y bares estuvo a cargo de mafias estadounidenses,
y Cuba se veía como un lugar de entretenimiento y consumo de lujo, en contraste con la
pobreza de muchos sectores de la población.

Los campesinos cubanos eran una de las clases más empobrecidas, enfrentando una baja
productividad agrícola y condiciones laborales precarias. En las zonas rurales, la latifundista
estructura económica concentraba las tierras en pocas manos, mientras que la población
indígena y los afrodescendientes sufrían una discriminación racial y social.
La educación y los servicios de salud eran deficientes en muchas regiones, y la inequidad
social se profundizaba con la escasa accesibilidad de estos servicios a las clases más
bajas.

b) Fin de la Guerra civil y creación de la Cuba marxista.

El punto de inflexión para la oposición al régimen de Batista llegó en 1953, cuando Fidel
Castro y un grupo de jóvenes revolucionarios intentaron tomar el cuartel Moncada en
Santiago de Cuba, un intento fallido que resultó en la captura de Castro y sus compañeros.
Sin embargo, este hecho marcó el comienzo de una lucha más organizada contra el
régimen de Batista. Castro fue encarcelado, pero tras su liberación en 1955, se exilió en
México, donde organizó el Movimiento 26 de Julio con el objetivo de derrocar a Batista.

En 1956, un grupo de 82 hombres partieron hacia Cuba en el yate Granma, con la intención
de iniciar una guerrilla en las montañas de la Sierra Maestra. El viaje fue difícil, y muchos de
los guerrilleros murieron durante el viaje o al llegar a la isla, pero los sobrevivientes
comenzaron a establecerse en las montañas, donde iniciarían una lucha de guerrilla contra
el ejército de Batista.

La estrategia de guerrilla se convirtió en la principal táctica de los insurgentes. Fidel Castro


y su grupo operaron desde las montañas de la Sierra Maestra, y su número creció conforme
ganaban apoyo popular, principalmente entre los campesinos, quienes estaban
descontentos con el régimen de Batista y con las condiciones de vida en las zonas rurales.

Las victorias simbólicas de los guerrilleros, como la Toma de Santiago de Cuba en 1958 y la
caída de las ciudades bajo control de Batista, contribuyeron a crear un clima de creciente
deslegitimación del régimen.

En 1958, las fuerzas rebeldes ya controlaban amplias áreas de Cuba, y la presión sobre
Batista se intensificó. En enero de 1959, Fulgencio Batista huyó a la República Dominicana,
y Fidel Castro, junto con sus guerrilleros, entró triunfante en La Habana, proclamando el
triunfo de la Revolución.

2.1. Antecedentes filosóficos: el marxismo clásico

El marxismo clásico surge en el siglo XIX, un periodo de muchas transformaciones


económicas, sociales y culturales provocadas por la Revolución Industrial. Este contexto
estuvo marcado por la consolidación del sistema capitalista, un acelerado crecimiento
urbano, la desigualdad social que aumentaba cada vez más y la aparición de una clase
obrera cada vez más grande y explotada. En respuesta a estas condiciones emergen
múltiples corrientes socialistas, pero la más radical y sistemáticamente estructurada fue la
propuesta de Karl Marx y Friedrich Engels.

Influenciados por el idealismo dialéctico de Hegel y por el materialismo humanista de


Feuerbach, que colocaba al ser humano como centro de toda reflexión filosófica, Marx y
Engels crearon una crítica al capitalismo. Rechazaron el idealismo de sus predecesores y
propusieron una filosofía materialista e histórica, que no solo interpretaba el mundo, sino
que también se proponía transformarlo a través de la praxis revolucionaria. El marxismo fue,
además una teoría económica y política, una concepción del mundo que integraba filosofía,
economía, historia y sociología.

Una de sus ideas centrales es que el capitalismo descansa sobre una estructura de
explotación: el capitalista se apropia del excedente generado por el trabajador al que llama
plusvalía. Esta explotación no es un hecho moral solamente, sino una relación estructural
inscrita en el sistema productivo. Frente a esto, Marx y Engels plantearon que la lucha de
clases es el verdadero motor de la historia: esclavos y amos, siervos y señores, proletarios
y burgueses son las figuras históricas de una confrontación inevitable. Como afirman en el
Manifiesto del Partido Comunista (1848):

“La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de la
lucha de clases”.

El objetivo final de este proceso histórico es la superación de todas las clases sociales
mediante una revolución proletaria, que da paso a una sociedad comunista, sin propiedad
privada ni dominación de clase. En ese orden futuro, también desaparecerían las
instituciones opresoras como el Estado, la religión y el sistema jurídico burgués,
considerados parte de la superestructura ideológica de la clase dominante.

Entre las obras más influyentes del marxismo clásico se encuentran El Manifiesto
Comunista y El Capital (1867), donde Marx desarrolla conceptos clave como la teoría del
valor-trabajo, la plusvalía, la acumulación capitalista y la fetichización de la mercancía.
Además Marx participó en la fundación de la Primera Internacional, donde quiso articular la
acción política de la clase obrera a nivel internacional.

Una frase que resume su concepción política es:

“La emancipación de los trabajadores será obra de los propios trabajadores”. Esto resume
su visión del proletariado como sujeto histórico capaz de transformar radicalmente la
sociedad.

2.2. El materialismo histórico

El materialismo histórico es el núcleo metodológico de la teoría marxista. A diferencia de las


concepciones idealistas de la historia, Marx sostiene que no son las ideas ni los valores
morales los que determinan el devenir histórico, sino las condiciones materiales de
existencia. Es decir, la forma en la que los seres humanos producen sus medios de vida y
las relaciones sociales que surgen de ese proceso son las que forman la estructura de cada
sociedad.

Todo modo de producción está compuesto por dos elementos: las fuerzas productivas
(tecnología, recursos, trabajo humano) y las relaciones de producción (forma de propiedad,
organización del trabajo). Cuando estas dos dimensiones entran en contradicción (por
ejemplo, cuando las relaciones de propiedad se convierten en un freno para el desarrollo de
las fuerzas productivas), se genera una crisis estructural que puede resultar en una
revolución.
Marx distingue distintos modos de producción a lo largo de la historia: esclavismo,
feudalismo, capitalismo, y cada uno fue superado por las contradicciones internas que
producía. Así Marx al capitalismo también lo concibe como un sistema transitorio, destinado
a ser superado por el socialismo y luego por el comunismo.

A partir de esta lógica de la estructura, Marx formula una célebre afirmación en el Prólogo a
la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859):

“El modo de producción de la vida material condiciona el proceso general de la vida social,
política y espiritual”.

De esta frase se entiende que las superestructuras (el Estado, el derecho, la religión, la
ideología) no son independientes ni neutrales, sino que dependen directamente de la
infraestructura económica. Por lo tanto, una transformación social profunda no puede
limitarse a reformar leyes o instituciones sino que debe modificar las relaciones materiales
de producción.

Un ejemplo es la transición del feudalismo al capitalismo. La burguesía emergente al


desarrollar nuevas fuerzas productivas (comercio, manufactura, navegación) entró en
contradicción con las estructuras feudales, promoviendo revoluciones que instauraron un
nuevo orden económico y político. Sin embargo, esa superación también generó nuevas
formas de explotación, alienación y desigualdad.

Marx plantea que el capitalismo transforma todas las relaciones sociales en relaciones
mercantiles. El trabajador se convierte en fuerza de trabajo vendida en el mercado y su vida
queda subordinada a las leyes impersonales del capital. La deshumanización que sale de
esto es el fundamento de su crítica al sistema.

El proletariado como clase carente de propiedad representa para Marx la contradicción


viviente del sistema capitalista y por eso tiene el potencial revolucionario de abolirlo. Esta
transformación histórica se realizaría en dos fases:

*Primero, la instauración de la dictadura del proletariado como forma transitoria para


desmantelar el aparato estatal burgués.

*Luego, una sociedad comunista libre de clases en donde el Estado ya no es necesario.

Es importante mencionar también que la dictadura del proletariado no fue concebida como
un régimen autoritario permanente sino como una fase de transición hacia la desaparición
del Estado mismo, alineado con la meta final del comunismo.

El materialismo histórico ofrece una interpretación estructural del devenir humano centrada
en la lucha de clases, la transformación de las condiciones materiales y la posibilidad de
construir una sociedad libre de dominación.

2.3. El materialismo dialéctico

La filosofía de Friedrich Hegel surge en un contexto de transformación europea marcada por


la Revolución Francesa y la fragmentación política de Alemania. Frente al caos
revolucionario y el individualismo liberal, Hegel elabora un sistema en el que intenta integrar
la razón, la moral y la religión mediante el método dialéctico. Este método está estructurado
en la tríada tesis antítesis-síntesis, concibiendo el desarrollo histórico y filosófico como un
proceso de contradicciones superadas que llevan a niveles superiores de racionalidad.
Cada etapa del pensamiento o de la historia empieza con una afirmación (tesis) que genera
un opuesto o una negación (antítesis) y de esta tensión surge una superación (síntesis), que
eleva los términos anteriores en una forma más compleja y comprensiva. Este proceso es
una estructura del devenir mismo de la realidad.

Para Hegel, la historia no es solo una secuencia de hechos sino la manifestación progresiva
de la razón en el tiempo. Cada etapa debe entenderse como parte de un proceso lógico y
necesario en el despliegue del espíritu, lo que hace a la historia una forma privilegiada de
conocimiento que puede revelar la racionalidad oculta tras los conflictos sociales y políticos.

El Estado tiene un lugar central en su pensamiento, es mas que una organización jurídica y
pasa a ser la encarnación de la libertad racional y colectiva. Sostiene que la sociedad civil
expresa intereses particulares y el Estado representa la unidad moral del pueblo. Hebel
rechaza el liberalismo ilustrado y el igualitarismo abstracto de la Revolución Francesa
porque considera que ignoran la dimensión histórica y espiritual de las instituciones. El
defiende la monarquía constitucional como forma superior de organización política, mediada
por cuerpos intermedios y una clase universal de funcionarios públicos orientados al bien
común. Sin embargo, usualmente se critica su idea de que “todo lo real es racional” ya que
fue interpretada como una legitimación del autoritarismo estatal, especialmente al
subordinar la libertad individual al Estado.

La dialéctica hegeliana no se limita al pensamiento, es una lógica del cambio mismo. cada
institución o idea entrecierra tensiones internas que se superan y dan lugar a nuevas formas
más complejas. Este pensamiento influyó en la filosofía moderna, en particular en el
marxismo, que retomó su estructura pero la reoriento, específicamente elaboró la
concepción materialista de la historia en oposición a la concepción idealista de Hegel.

Marx adoptó la estructura dialéctica hegeliana pero sustituyó el papel del Espíritu por el de
las condiciones materiales, reemplazando el protagonismo de las naciones por el de las
clases sociales. Esta transformación le quito al sistema hegeliano su carácter nacionalista y
conservador, creando una filosofía política radical que sentó las bases del socialismo
moderno y del comunismo del siglo XX. Aunque rompió con el idealismo, Marx mantuvo la
visión de la historia como un proceso necesario, impulsado por la lucha de clases como
motor del cambio y por el poder entendiéndolo desde lo económico más que desde lo
político.

Para Marx, al igual que para Hegel, la dialéctica era el único método capaz de explicar el
desarrollo histórico, fusionando la explicación causal y la justificación moral. Sin embargo,
Hegel veía en el Estado nacional la culminación del proceso histórico y Marx concebía una
revolución social protagonizada por el proletariado como el fin de ese proceso. Esta
revolución debía ser política, estructural y económica para poder abolir toda forma de
explotación y crear una sociedad sin clases. La filosofía de Marx era una guía para la acción
revolucionaria.

El pensamiento marxista se consolidó en dos etapas: una inicial, influida por Hegel y
Feuerbach, en la que desarrolló el materialismo histórico; y una posterior marcada por el
exilio en Inglaterra y la escritura de El capital, donde escribió la teoría de la plusvalía y
consolidó su crítica a la economía política. Aunque nunca sistematizó explícitamente su
método, su tesis central (que la infraestructura económica determina la superestructura
ideológica) se mantuvo como núcleo. Engels intentó sistematizar su pensamiento pero
introdujo interpretaciones que generaron debates en el marxismo posterior.

El materialismo dialéctico se diferencia del materialismo mecanicista por la Ilustración por su


carácter histórico y su rechazo a explicaciones rígidas. Marx trasladó el motor del cambio
desde el Espíritu a las condiciones materiales y consideró que la dialéctica mostraba la
necesidad interna del desarrollo social. Su crítica a la religión entra en este esquema: la
religión ofrece consuelo ilusorio y bloquea la transformación real y perpetúa la dominación.
El ateísmo se vuelve necesario en toda revolución auténtica.

Marx propuso una transformación radical que supera las limitaciones de la revolución
burguesa. La Revolución Francesa destruyó el orden feudal pero consolidó el poder de la
clase media y dejó intacta la estructura de explotación. Por eso planteó una revolución
social guiada por el proletariado, que aboliera la propiedad privada y la división del trabajo,
creando una sociedad sin clases ni Estado. La eliminación de la desigualdad económica la
presentó como una necesidad estructural y un imperativo moral.

El determinismo económico marxista sostiene que el modo de producción condiciona la


estructura social, política y cultural. Cada etapa histórica está determinada por las
relaciones de producción que entran en contradicción con las fuerzas productivas y
provocan revoluciones sociales. Por lo tanto, las clases sociales no son eternas ni naturales
sino fenómenos históricos que surgen del desarrollo económico. Marx invirtió el idealismo
hegeliano al sostener que no es la conciencia la que determina la existencia sino que es el
ser social quien moldea la conciencia.

Sin embargo, la teoría de las clases sociales de Marx mostró limitaciones al simplificar la
estructura social en burguesía vs proletariado, ignoró la pequeña burguesía y las clases
intermedias, lo que dificultó la aplicación de su teoría a contextos históricos concretos. La
ideología aparece como un sistema de ideas que disfraza las relaciones reales de poder
económico y genera una falsa conciencia que no permite el reconocimiento de la
explotación. A pesar de su fuerza crítica, esta idea también implicaba que el marxismo
debía someterse al mismo examen ideológico que proponía para otros discursos.

En el análisis de la sociedad francesa, Marx identificó dos clases: una burguesía urbana
interesada en libertades políticas y un proletariado que buscaba seguridad económica. Esta
tensión estructural llevó a predicciones erróneas y a una caracterización confusa de las
clases intermedias. Por lo que, aunque la lucha de clases sigue siendo el eje del
pensamiento marxista, su vaguedad en la delimitación de las clases debilitó su capacidad
analítica.

La teoría marxista del materialismo histórico describe la historia como una sucesión de
etapas (feudalismo, capitalismo y socialismo) y cada una determinada por su modo de
producción y forma ideológica. El cambio se produce cuando las fuerzas productivas
desbordan las relaciones de producción y dan lugar a una nueva estructura, pero esta
relación causal entre base y superestructura fue más metafísica que empírica. La
ambigüedad entre fuerzas, relaciones de producción y el papel de factores
superestructurales como el derecho o la religión, causó tensiones en el modelo teórico.

Engels intenta consolidar el materialismo dialéctico y suavizó algunos de sus postulados.


Sostuvo que la economía es el factor decisivo pero reconoció la influencia de elementos
culturales, políticos y jurídicos. Esto permitió una mayor adaptabilidad del marxismo pero
debilitó la noción de necesidad histórica. Además Engels intentó excluir a la ciencia de la
ideología y causó problemas para una crítica marxista coherente. Aun así defendió que la
ideología proletaria era superior por su conciencia de clase y su papel histórico.

Los conceptos de ideología, determinismo económico y lucha de clases son los pilares de la
filosofía social de Marx. Si bien su aplicación tiene ambigüedades y tensiones internas, su
influencia en la crítica de las estructuras de poder es innegable. Marx creó su teoría de
clases desde experiencias revolucionarias parciales como las de Francia. Pero en Inglaterra
sus predicciones no se verificaron: la clase media creció y el proletariado no se unificó como
lo había dicho. A pesar de eso, su visión introdujo una nueva forma de ver la política como
expresión de intereses estructurales.

Para Marx la política es lucha de clases por el poder. El Estado es una herramienta de
dominación de clase y el derecho es una racionalización de sus privilegios. Sin embargo,
esto genera una paradoja: una vez en el poder el revolucionario debe recurrir a las
instituciones que antes denunciaba. Así el marxismo se tambaleó entre el conflicto y la
cooperación como fundamentos del orden social, según el marco ideológico.

El capital representa la culminación del análisis económico de Marx. Sostuvo que el


capitalismo es históricamente progresivo frente al feudalismo pero que tiene contradicciones
internas que lo llevarían a su colapso, incluyendo la apropiación de plusvalía, la
concentración del capital, el empobrecimiento del proletariado y las crisis cíclicas. Si bien
algunas de estas predicciones se cumplieron, otras fracasaron: el nivel de vida mejoró, la
clase media creció y la revolución no ocurrió donde Marx lo anticipaba.

Marx nunca ofreció una descripción terminada de la sociedad socialista futura sólo afirmó
que la abolición de la propiedad privada y la planificación racional conducirían a una
sociedad sin clases ni Estado. Esto implicaba que la historia avanzaba hacia un fin absoluto.
La estrategia revolucionaria también se dividió: en Occidente los partidos socialistas
adoptaron una vía electoralista, en Rusia el comunismo leninista retomó la idea de una
revolución inmediata guiada por una vanguardia. Así el marxismo se dividió en dos líneas:
una legalista y otra insurreccional, ambas afirmando su fidelidad al pensamiento de Marx
pero desarrollando estrategias muy distintas.

2.4. El internacionalismo

El internacionalismo es un eje importante en el pensamiento marxista, siendo no solo una


expresión de solidaridad entre trabajadores de distintos países sino también una estrategia
política indispensable para la transformación del orden capitalista global. Desde sus inicios
el marxismo se define como una doctrina universalista, sostiene que la lucha del
proletariado trasciende las fronteras nacionales y tiene que organizarse como un proceso
internacional coordinado.
La frase “¡Proletarios de todos los países, uníos!”, con la que finaliza El Manifiesto del
Partido Comunista (1848), resume esta visión. Marx y Engels no consideraban al
proletariado como una clase limitada por el Estado-nación, mas bien lo consideraban una
clase mundial con intereses comunes frente a un enemigo también global: la burguesía
capitalista. Ya que el capitalismo opera a escala internacional, la revolución proletaria
también tenia que hacerlo.

Para Marx el nacionalismo y el internacionalismo solamente moral eran expresiones


ideológicas del mundo burgués. Aunque si reconocía el valor histórico de las naciones,
sostenía que son solo construcciones transitorias determinadas por la evolución de las
fuerzas productivas. Sostenía que el desarrollo del mercado mundial y la producción
industrial uniformarían progresivamente las condiciones de existencia, disolviendo las
divisiones nacionales. De allí su célebre frase: “Los obreros no tienen patria” (Marx &
Engels, 1848)

El compromiso con el internacionalismo llevó a Marx y Engels a impulsar la fundación de la


Primera Internacional (Asociación Internacional de los Trabajadores) en 1864, con el
objetivo de articular las luchas obreras en distintos países dentro de una estrategia común.
Esta iniciativa buscaba coordinar acciones concretas y crear una conciencia de clase
internacional que superara las divisiones impuestas por la ideología burguesa: nacionalidad,
religión, idioma o cultura.

Luego se fundó la Segunda Internacional en 1889, que tuvo un rol destacado en la


organización del movimiento obrero europeo, pero entró en crisis con la Primera Guerra
Mundial. La mayoría de los partidos socialistas integrantes apoyaron a sus propios Estados
en la guerra, traicionando el principio del internacionalismo proletario. Esto creo una crítica
profunda desde el marxismo revolucionario, especialmente desde el leninismo.

Con la Revolución Rusa de 1917, Lenin recuperó y actualizó el internacionalismo mediante


la fundación de la Tercera Internacional o Komintern en 1919. Ahí se promovió la expansión
de la revolución socialista a nivel global, con énfasis en los países coloniales y
semicoloniales. Para Lenin la revolución rusa sólo podría consolidarse si se extendía al
menos a otras economías capitalistas avanzadas, como Alemania. Por eso afirmaba que la
revolución debía ser internacional o estaba condenada al aislamiento y fracaso.

Sin embargo, esta postura fue transformada a partir de 1924, cuando Stalin creo la doctrina
del “socialismo en un solo país”. A diferencia del internacionalismo marxista-leninista
original, Stalin sostuvo que la URSS podía construir el socialismo dentro de sus propias
fronteras incluso sin revolución en otros países. Esta posición creó una ruptura doctrinaria
porque subordinó la expansión revolucionaria a los intereses del Estado soviético,
priorizando su consolidación interna por sobre la acción internacional.

Para muchos marxistas posteriores, esta política marcó el pasaje del internacionalismo
revolucionario a un nacionalismo estatalista, centrado en la defensa de la URSS como fin.
La Komintern en sus inicios promovía la revolución mundial pero pasó a ser una
herramienta diplomática del Estado soviético, perdiendo su autonomía teórica y estratégica.
La ruptura de este principio bajo el stalinismo transformó la lógica del proyecto comunista
del siglo XX.
2.5. Modificaciones a la doctrina marxista en los estados marxistas-leninistas

El pensamiento de Lenin implicó una ruptura en la doctrina marxista clásica, particularmente


en la teoría de la revolución y la organización política del poder. Marx concebía la revolución
como resultado del desarrollo inevitable de las contradicciones internas del capitalismo
industrial, mientras que Lenin defendía la posibilidad y necesidad de una revolución en
contextos históricos todavía no maduros para eso. Esta postura respondió al análisis de la
situación rusa de inicios del siglo XX: un país agrario, con una burguesía débil, un
proletariado poco numeroso y una tradición autocrática.

Su principal aporte fue la formulación del partido de vanguardia: una organización


revolucionaria profesionalizada, centralizada, jerárquica y dirigida por una elite ilustrada.
Esta estructura pretendía dirigir al proletariado y“educarlo” políticamente, ya que Lenin
consideraba que la clase obrera sólo podía alcanzar una “conciencia sindical”. Esta tesis
contradice el principio de Marx en La Internacional, según el cual “la emancipación de la
clase obrera será obra de la propia clase obrera”. En el modelo leninista, el pueblo deja de
ser sujeto activo y se transforma en objeto de conducción, creando una estructura partidaria
autoritaria, que no rinde cuentas ni admite oposición interna.

Otro de los elementos clave del pensamiento leninista es su concepción del marxismo no
como una teoría cerrada sino como un instrumento de lectura y acción, capaz de adaptarse
a las condiciones de cada proceso. Esta flexibilidad le permitió a Lenin justificar decisiones
que en el marxismo clásico serían consideradas desviaciones: alianzas tácticas con
campesinos, concesiones económicas momentáneas (como la NEP) y represión de huelgas
obreras. El marxismo así se convierte en una herramienta política maleable, sujeta a la
interpretación de una elite revolucionaria.

En términos internacionales, el leninismo también cambió la perspectiva del marxismo sobre


el imperialismo. Para Marx el imperialismo era una consecuencia del desarrollo capitalista,
pero para Lenin era su fase superior, la última antes del colapso. Por eso planteó que los
países periféricos y coloniales, como no están del todo industrializados, también podían ser
escenario de revoluciones socialistas, ampliando así el alcance de la estrategia marxista
original. Esta idea sirvió de justificación para la posterior expansión del modelo soviético en
Europa oriental, Asia y América Latina.

La transformación de la teoría marxista no fue solo una interpretación sino que fue la
fundación de una nueva doctrina revolucionaria, adaptada a la toma del poder y su
consolidación en situaciones adversas. Aunque Lenin decía que el marxismo era la base de
su proyecto, en la práctica reconfiguró profundamente sus principios. El resultado fue un
modelo funcional a la concentración del poder, la supresión de la disidencia interna y la
legitimación del partido como instancia suprema de la revolución. Este modelo se radicaliza
luego con Stalin, imponiéndose como sistema autoritario en nombre del socialismo. Por eso
el leninismo es considerado el punto de inflexión que transformó el marxismo de teoría
crítica en doctrina de Estado.

2.5.1. Concepto de Stalin sobre el imperialismo

Desde la visión de Stalin, el imperialismo retoma las tesis leninistas y se refuerza como una
amenaza y justificación ideológica para el aislamiento defensivo de la Unión Soviética. El
imperialismo capitalista lo entiende como una fase inevitable de expansión violenta del
capitalismo, usando eso para legitimar ante el pueblo soviético una política de autodefensa,
vigilancia extrema y militarización del Estado. Stalin toma la concepción leninista del
imperialismo pero lo vuelve un discurso permanente que el cual justificar la centralización
interna y la hostilidad hacia el exterior.

Luego del fracaso de la revolución alemana y del retroceso general del movimiento obrero
internacional, el régimen de Stalin convierte la amenaza imperialista en un principio
operativo. Se presenta al imperialismo como enemigo militar, económico y una fuerza
ideológica y subversiva que atenta contra la soberanía revolucionaria soviética. La URSS
justifica su política de “fortaleza sitiada”, incluida su expansión territorial en Europa Oriental
décadas más tarde, como una forma de defensa preventiva. Esta lógica le permitió a Stalin
presentarse no como el agresor que es sino como garante de la supervivencia del
socialismo.

2.5.2. Concepto de Stalin sobre la revolución de un país y su crítica a Trotski

La ruptura entre Stalin y la tradición bolchevique original se expresa en la creación del


“socialismo en un solo país” a finales de 1924. Esta tesis se opone a la teoría trotskista de la
revolución permanente, plantea que es posible y necesario construir el socialismo dentro de
las fronteras de la URSS incluso sin la ayuda de revoluciones en otros países. Para Stalin el
fracaso de la revolución en Alemania y el retroceso general de los movimientos comunistas
en Europa hacían inviable seguir apostando por la vía internacional. La prioridad era la
consolidación interna del poder soviético.

En esta visión la revolución mundial dejaba de ser un objetivo inmediato y se transformaba


en un objetivo subordinado a las necesidades del Estado soviético. Trotski es así
caricaturizado como un derrotista, utópico e infantil, y sostenían que su insistencia en el
internacionalismo iba a sabotear la estabilidad del proyecto socialista en Rusia. Stalin se
erige como el defensor del realismo político y del orgullo nacional, apela al chauvinismo
gran-ruso (es el término definido por Lenin para describir la ideología de las "clases
explotadoras dominantes de la nación") y exaltando las virtudes del proletariado y
campesinado locales. Esta ideología desplaza el núcleo del comunismo hacia lo nacional y
sirve como base para liquidar políticamente a sus rivales dentro del Partido Bolchevique.

2.5.3. Stalinismo como teoría política

El estalinismo es una inflexión radical en el desarrollo del socialismo soviético, transforma la


dictadura del proletariado, que era originalmente una como una fase transitoria, en un
régimen totalitario. Esta forma de gobierno se basa en la centralización del poder, la
eliminación sistemática del pluralismo interno y una concepción mística del partido único
como ideología. El estalinismo convierte al Partido Comunista en una estructura sagrada,
sin dar espacio para cuestionamientos porque toda crítica es traición.

Uno de los elementos más visibles es el culto a la personalidad, simbólicamente la figura de


Stalin la pintan como sucesor legítimo de Lenin, y se sustenta en la manipulación ideológica
del legado leninista, en crear de su figura un monumento y en el disciplinamiento del
discurso de toda la organización partidaria. El Estado se burocratiza, los funcionarios del
partido pasaron a obedecer al poder central y no eran elegidos por su capacidad o ideas
sino por ser totalmente leales a Stalin.

La represión se vuelve un instrumento legítimo de gobierno. A través de purgas,


deportaciones, juicios públicos y campañas contra quienes ellos consideraban enemigos del
pueblo, el régimen usa el miedo y la represión para eliminar cualquier forma de participación
política libre y romper la conexión directa entre el pueblo trabajador y el poder. Asi se rompe
definitivamente con el espíritu democrático y emancipador del marxismo original. La
Revolución de Octubre es sustituida por una ideología que se presenta como heredera pero
que en la práctica no sigue sus fundamentos: la democracia soviética, el control obrero, el
internacionalismo y la crítica como motor del desarrollo histórico.

2.5.4. Concepto de Mao sobre el trabajador campesino

El pensamiento de Mao Zedong es una adaptación radical del marxismo clásico al contexto
social, económico y cultural de China. A diferencia de Marx, que su teoría revolucionaria se
centraba en el proletariado industrial como sujeto histórico del cambio, Mao identificó al
campesinado como la fuerza motriz de la revolución china. Esta pensamiento surgió a partir
de la experiencia concreta del país, convirtió al maoísmo en una corriente revolucionaria
distinta dentro del marxismo.

Durante las décadas de 1920 y 1930, la situación en el campo chino era crítica. La mayoría
de la población pertenecía al campesinado, que era un grupo social empobrecido, explotado
por terratenientes, sometido a contratos abusivos, endeudado y víctima de hambrunas. En
este contexto, Mao desarrolló la idea de que el campesinado era víctima del orden
establecido y un actor con potencial revolucionario. En su Informe sobre la investigación del
movimiento campesino en Hunan (1927), Mao describe a los campesinos como una
tempestad capaz de barrer con el viejo régimen y transformar las estructuras de poder
desde abajo.

Mao fue controversial con la dirección del Partido Comunista Chino (PCCh), que hasta
entonces había priorizado la organización urbana y obrera. Frente a esto, Mao defendía una
revolución dirigida desde el campo hacia la ciudad, invirtiendo la dirección propuesta por el
marxismo clásico, que entendía la toma del poder como un proceso encabezado por el
proletariado urbano e industrial. Esta posición lo enfrentó a personas como Chen Duxiu,
quien era representante del marxismo ortodoxo. La apuesta de Mao por los campesinos
como sujeto revolucionario se fundaba en el peso demográfico pero también en su situación
extrema de miseria y opresión que los empujaba hacia la rebelión.

Según Mao el campesinado tenía la capacidad de resistir y de crear poder desde abajo. Las
asociaciones campesinas comenzaron como mecanismos defensivos ante la explotación
pero se convirtieron en instrumentos de lucha activa durante la Expedición al Norte y fueron
reorganizadas políticamente por el PCCh bajo influencia maoísta. Esta estrategia permitió la
creación de zonas rojas en el campo donde se experimentaron formas nuevas de poder
popular.

Mao sostuvo también una defensa de la violencia revolucionaria campesina, rechazaba las
posturas conciliadoras o humanistas de sectores pequeño-burgueses e intelectuales
urbanos. En su conocida frase: “La revolución no es un banquete...” (Mao Zedong, 1927),
afirmó que el proceso revolucionario es un acto violento de destrucción del viejo orden por
parte de las clases oprimidas.

Esta visión se consolidó en la experiencia del PCCh entre 1927 y 1935, cuando la dirección
del Partido se trasladó al campo y se organizó el Ejército Rojo. Luego la Revolución Cultural
reforzó la idea de que el poder tenía que mantenerse desde abajo, enfrentando las
tendencias burocráticas y capitalistas dentro del Estado socialista. Si bien tuvo resultados
contradictorios y consecuencias autoritarias, esta etapa mostró la persistencia del maoísmo
en rescatar al campesinado como protagonista político.

2.5.5. Concepto de Mao sobre el social-imperialismo

El concepto de social-imperialismo es una reinterpretación maoísta del marxismo durante la


segunda mitad del siglo XX. Mao Zedong acusó a la Unión Soviética de mantener una
apariencia socialista en el sentido ideológico mientras aplicaba prácticas imperialistas en la
política exterior y en el control sobre los países del bloque oriental.

La crítica de Mao a la URSS aumentó después de la muerte de Stalin en 1953 y tras el


Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética de 1956 porque Nikita Jrushchov
denunció públicamente los crímenes del estalinismo y mencionó una política de
desestalinización y coexistencia pacífica con las potencias capitalistas. Para Mao esto
deterioraba la firmeza revolucionaria y abrían el camino a una restauración del capitalismo.
Para el la URSS dejaba de ser un modelo a seguir y pasaba a ser un imperialismo
disfrazado de socialismo.

Esta crítica causó una ruptura entre China y la URSS que se desarrolló durante la década
de 1960. Los soviéticos promovían relaciones diplomáticas estables con Occidente y la
consolidación de una esfera de influencia controlada desde Moscú, y Mao denunció el
sometimiento político y económico de los países del Pacto de Varsovia como una forma de
neocolonialismo socialista. Así China se estableció como el modelo del socialismo real y
defensor de los principios revolucionarios.

El concepto de social-imperialismo fue un concepto teórico, político y estratégico: Teórico


porque permitía reformular la crítica del imperialismo contra las potencias capitalistas y
contra los Estados que aunque se autodefinían como socialistas tenían políticas de
expansión, control y dominación. Político porque funcionaba como una herramienta de
diferenciación ideológica que mostraba el modelo chino como alternativa al soviético
queriendo proyectar a China como nuevo faro revolucionario mundial, especialmente en el
Tercer Mundo ya que muchos movimientos empezaron a ver en China un aliado menos
invasivo que la URSS.

Aun así este concepto tuvo consecuencias internas. El término social-imperialismo se usó
como arma ideológica para justificar el endurecimiento del régimen maoísta, más aún
durante la Revolución Cultural (1966–1976). Mao decía que el socialismo no garantizaba la
desaparición de la lucha de clases y que dentro del Partido Comunista podían haber formas
de pensamiento burgués. Así decía combatir el camino capitalista y prevenir una deriva
como la soviética pero causó purgas, persecuciones y movilizaciones masivas contra
supuestos enemigos internos.
La idea de que un Estado se podía degenerar desde dentro sirvió también como
fundamento para legitimar el liderazgo personalista de Mao. Se sostuvo que sólo una
vigilancia ideológica permanente podía preservar la revolución. Este pensamiento derivó a
un sistema autoritario donde no se aceptaban cuestionamientos y la figura de Mao era casi
sagrada. Además la política exterior de China tuvo contradicciones porque se denunciaba el
imperialismo soviético pero China tenía alianzas diplomáticas con Estados Unidos para
compensar la influencia geopolítica de la URSS. Esto fue cuestionado por sectores del
comunismo internacional, pero desde la lógica de Mao fue interpretado como una alianza
necesaria para frenar al que era considerado el enemigo principal.

2.5.6. Concepto castrista sobre el aporte del pensamiento de José Martí

El pensamiento de Fidel Castro incorporó el legado ideológico de José Martí integrándolo


con el marxismo-leninismo y definió la doctrina de la Revolución cubana. Esto se dio como
una fusión consciente de ambas ideologias que son diferentes pero se complementaban en
el contexto de Cuba y América Latina. Como menciona Isabel Monal, el pensamiento de
Fidel se nutre de Martí, Marx y Lenin pero los integra de cierta manera para que cada uno
conserve su perfil, lo que permite abordar diferentes dimensiones de la realidad
revolucionaria sin perder coherencia estructural.

José Martí es tomado por el castrismo como símbolo fundacional de la identidad cubana y
como figura clave de la lucha antiimperialista y de la justicia social. Su denuncia del
imperialismo formulada incluso antes de Lenin es reivindicada como un antecedente
latinoamericano del análisis marxista sobre el capitalismo global. Esto sirve de base ética e
histórica a la Revolución y permite modificar el marxismo a una clave nacional, cultural y
latinoamericana. En palabras de Monal, la segunda independencia de América Latina,
proclamada por Martí, se vincula directamente con el ideal de liberación nacional y justicia
social que nutre al socialismo cubano.

El castrismo justifica el marxismo como un cuerpo teórico y práctico adaptado a las


condiciones de la región. El marxismo es asumido como una guía para la acción pero no
como dogma, relacionado con la idea leninista. Fidel adopta esta postura creadora
reconociendo la singularidad histórica y cultural de Cuba. Esta idea revolucionaria implica
una reinterpretación del marxismo y del pensamiento martiano, proyectando un futuro
político en el que la emancipación nacional y la justicia social se conectan dialécticamente.

El pensamiento martiano también tiene una función simbólica y movilizadora. En la


ideología de la Revolución cubana, Martí representa la continuidad histórica del proyecto
nacional emancipador y es un puente entre la tradición y la renovación revolucionaria. La
ideología de la Revolución cubana es más que un simple sistema teórico porque tambien
cumple funciones de cohesión simbólica y social, funcionando como soporte para la acción
colectiva. Martí es símbolo, conceptual, una inspiración moral y herramienta política.

La legitimación del marxismo frente al pueblo cubano se construye sobre la base del legado
martiano, aparece como padre fundador de la nación y como defensor de los oprimidos. El
que lo hayan metido en el discurso de Fidel permite dar autenticidad nacional al proyecto
revolucionario y alejarlo de las acusaciones de importación ideológica y lo acerca a la
sensibilidad histórica, lo convirtió en uno de sus pilares de legitimidad y movilización.
2.5.7. Concepto de Deng Xiaoping sobre la apertura del socialismo al mercado

Deng Xiaoping fue un giro en la historia del socialismo chino. Su proyecto político fue una
ruptura con la ortodoxia maoísta sin abandonar el dominio del Partido Comunista Chino
(PCCh) sobre el Estado. En lugar de promover una revolución política socialista
democrática, Deng impulsó reformas que introdujeron mecanismos del mercado y
relaciones capitalistas dentro de la economía china.

Deng promovió y luego se oficializo en el Congreso del PCCh en 1992 el socialismo de


mercado con características chinas, que fue una orientación pragmática y empírica frente a
las límites del sistema económico chino en el modelo maoísta. La frase mas conocida de
Deng fue: “No importa el color del gato, mientras cace ratones”.

A partir de diciembre de 1978 China tuvo un giro hacia la introducción de elementos


capitalistas en su economía. Inicialmente se mantuvo la centralidad del sector estatal pero
las primeras reformas permitieron un poco de descentralización, el surgimiento de empresas
privadas y la apertura a la inversión extranjera. Con el tiempo estas reformas se
profundizaron y extendieron y el mercado fue ocupando un lugar cada vez más importante
en la economía del país.

Desde el punto de vista marxista la orientación de Deng no fue una evolución hacia el
socialismo sino un proceso de restauración capitalista conducido por la misma burocracia
que había administrado el estado obrero deformado en 1949. A la apertura al mercado no la
acompaño una democratización obrera, se mantuvo el control autoritario lo que permitió que
la burocracia estatal pudiera transformarse en una nueva clase propietaria.

Es importante mencionar que las reformas fueron aplicadas gradualmente, alternando


tiempos de apertura con otros de control, en especial cuando aparecían signos de malestar
social o desequilibrio económico. Sin embargo progresivamente se liberalizaron precios, se
expandió el sector privado, eliminaron contratos laborales permanentes, debilitaron la
planificación centralizada y se abandonó la primacía del sector estatal.

La política de Deng supuestamente socialista fue una transición hacia una economía
capitalista que fue legitimada ideológicamente llamándola “socialismo de mercado”. Esta
combinación de apertura económica y autoritarismo político fue la base del modelo chino
contemporáneo.

Aspectos económicos

3.1. Concepciones económicas inicialmente comunes a todas las experiencias


estudiadas.

a) La planificación centralizada: objetivos de producción, normas de producción y


sistemas de abastecimiento estatal.

En los Estados socialistas puede observarse el desarrollo de las nuevas teorías económicas
que tienden a conceder a las empresas una amplia autonomía de gestión y decisión, en el
marco de una planificación más flexible. Las empresas siguen siendo de propiedad
colectiva, sus dirigentes son designados y revocados por los poderes públicos y no existe el
beneficio capitalista. El socialismo soviético se instauró en una zona de semidesarrollo
industrial y técnico. La mayor parte de la población seguía siendo agrícola, pero se daba ya
una industria de bastante importancia, con una clase obrera relativamente numerosa y con
buena cantidad de técnicos bien preparados. La planificación centralizada ha permitido a
estos países desarrollar rápidamente su infraestructura industrial.
Los métodos socialistas parecen mejor adaptados a la situación de esos países semi
desarrollados o subdesarrollados. La aplicación de dichos métodos supone ya un cierto
nivel de desarrollo, a partir del cual es posible una verdadera industrialización. La creación
de industrias modernas y el desarrollo de una auténtica planificación presuponen que en el
país existen algunos cuadros técnicos. Ello explica que el socialismo funcione así en los
países de desarrollo medio: por un lado, en los países más desarrollados de entre los
subdesarrollados; por el otro, en los menos industrializados de los países industrializados.

b) Instrumentación: los planes quinquenales.

En 1927, Stalin presentó el primero de los Planes Quinquenales como una forma de
consolidar el poder del Partido Comunista, pero también como una forma de mejorar la
capacidad industrial y la producción agrícola. En lugar de un sistema de mercado libre, el
gobierno soviético implementó un sistema económico centralizado, en el que los planes de
producción y distribución se realizaban de manera centralizada desde Moscú, sin tener en
cuenta las fuerzas del mercado.

Los Planes Quinquenales eran programas nacionales de desarrollo económico, diseñados


para establecer metas específicas para los sectores clave de la economía y fijar objetivos
cuantificables que debían alcanzarse en un período de cinco años.

El primer Plan Quinquenal(1928-1932) tenía como objetivo principal aumentar la producción


industrial, especialmente en sectores como el acero, la maquinaria, y la energía eléctrica.
Además, en este primer plan se promovió la colectivización de la agricultura. Aunque el plan
fue muy ambicioso, en términos de metas de producción, los resultados fueron mixtos. En
muchos casos, las cifras de producción reportadas fueron exageradas, ya que la presión por
cumplir con las metas llevó a prácticas de falsificación.

El segundo plan(1933-1937) continuó el proceso de industrialización y se enfocó aún más


en la producción de bienes de consumo y la construcción de infraestructuras. En este plan
se incorporaron nuevas tecnologías y se intentó descentralizar un poco la producción
industrial, permitiendo más autonomía a las regiones. Sin embargo, la política de
colectivización siguió siendo una parte central del plan, aunque con menos énfasis en
nuevas reformas.

El tercer plan(1938-1941) estaba orientado a preparar a la URSS para la Segunda Guerra


Mundial. El énfasis se trasladó a la producción de armamento y la industria militar. Al inicio
de este plan, los recursos fueron canalizados principalmente a la producción de tanques,
aviones y otros equipos militares, lo que resultó ser crucial cuando la URSS fue invadida por
la Alemania nazi en 1941.

A pesar de las grandes dificultades, los planes quinquenales lograron convertir a la Unión
Soviética en una potencia industrial. La industria pesada creció a un ritmo impresionante, y
la URSS se convirtió en el segundo productor mundial de acero en la década de 1930. La
construcción de fábricas, plantas hidroeléctricas, ferrocarriles y otras infraestructuras fue un
logro importante.

3.2 Modificaciones de las concepciones originarias en cada una de las experiencias


estudiadas. Variaciones en el alcance del control público de las actividades
económicas -variaciones en el grado de socialización de los medios de producción.

Los marxistas sostienen que la socialización de los medios de producción es necesaria para
la liberación del hombre. El hecho de que el modelo socialista haya sido de difícil
adaptación durante mediados del Siglo XX para tales naciones, les lleva a temer que una
socialización brutal conduzca a una regresión económica, que todos deberían soportar. En
consecuencia, se inclinan a considerar la necesidad de conservar un sector privado
importante, a la espera de que se perfile un modelo socialista aplicable a los países
superdesarrollados.

a) En la URSS: el comunismo de guerra 1917/1921, la Nueva Política Económica de


Lenin 1921/1924, la colectivización total 1925/1968, la introducción de dos empresas
multinacionales -en automotores y bebidas- 1969/1987 y la flexibilización final
1987/1992.

El Comunismo de Guerra fue un conjunto de políticas adoptadas por el gobierno


bolchevique durante la guerra civil rusa. Fue una fase en la que el control estatal de la
economía se intensificó de manera radical, con el objetivo de asegurar los recursos
necesarios para la victoria del Ejército Rojo en la guerra civil. Fue una fase de socialización
extrema, con la expropiación de la propiedad privada y la nacionalización de la industria y
los servicios. El gobierno soviético tomó el control directo de las fábricas, los ferrocarriles y
otras instalaciones clave de producción. Esto incluyó la nacionalización de la industria y la
eliminación de las propiedades privadas.Se impuso un sistema de requisa de alimentos a
los campesinos, obligándolos a entregar parte de sus cosechas al Estado a precios muy
bajos, lo que llevó a una severa escasez alimentaria y descontento social. Durante este
periodo, el Estado intervino en todos los aspectos de la economía, creando un sistema
donde casi todas las actividades productivas se realizaban bajo el control central.

Después de la guerra civil y las consecuencias del Comunismo de Guerra, el gobierno


soviético introdujo la Nueva Política Económica (NEP) como una estrategia para estabilizar
la economía y recuperar la producción que se había desplomado. La NEP se basó en una
flexibilización temporal del control económico estatal, con el objetivo de estimular la
economía sin abandonar los principios comunistas. Si bien el Estado mantuvo el control de
sectores clave como la industria pesada, la banca y las tierras agrícolas, permitió la
reapertura de mercados privados en algunos sectores como el comercio de alimentos y
pequeños negocios. Pequeña propiedad privada: Los campesinos pudieron vender el
excedente de su producción de manera privada, lo que incentivó la producción agrícola y
aumentó los ingresos de los trabajadores rurales. El gobierno soviético permitió el regreso
de los mercados privados en ciertas áreas, pero la industria pesada y los recursos
estratégicos seguían bajo control del Estado.

Con la llegada al poder de Stalin, el gobierno soviético pasó de un modelo semi-socialista


(bajo la NEP) a una socialización total de los medios de producción. En particular, se
promovió la colectivización forzada de la agricultura y el control centralizado de todas las
industrias. A partir de 1929, se comenzó a implementar una colectivización forzada,
transformando las pequeñas parcelas de tierra de los campesinos en granjas colectivas
(koljós) o granjas estatales (sovjós). Esta política fue brutalmente implementada, con
millones de campesinos deportados o muertos en las hambrunas de Ucrania y otras
regiones. En este periodo, la URSS se dedicó a industrializarse rápidamente, en especial en
sectores como la producción de acero, maquinaria, energía, y armamento, todo bajo un
control estatal absoluto. La planificación centralizada se convirtió en el pilar de la economía
soviética. La política de colectivización fue acompañada de purgas y represiones masivas,
con la KGB controlando y supervisando la producción y la población.

A partir de finales de los años 60, la economía soviética experimentó un proceso de


globalización parcial, con la introducción de algunas empresas extranjeras y la creación de
empresas mixtas. Este proceso estuvo vinculado a la necesidad de mejorar la eficiencia en
sectores específicos, como los automotores y las bebidas, donde la tecnología extranjera
podía ser crucial. En sectores como el automotriz (con empresas como Fiat e Iveco) y las
bebidas (con marcas como Pepsi), la URSS permitió la introducción de empresas
extranjeras bajo estrictas condiciones y con un control gubernamental significativo. Estas
empresas operaban en ciertas zonas del país, pero bajo la supervisión del Estado. Aunque
se permitió la inversión extranjera limitada, el control estatal seguía siendo dominante, y la
planificación centralizada continuaba siendo la norma en sectores estratégicos.

A partir de 1987, bajo el liderazgo de Mijaíl Gorbachov, la URSS emprendió un proceso de


reformas económicas y políticas que se conocería como perestroika. Este proceso implicó
una flexibilización del control estatal y una apertura parcial a las reformas de mercado. La
perestroika introdujo la autonomía de las empresas para operar dentro de ciertos límites de
mercado, además de permitir la iniciativa privada en algunos sectores. Aunque la
planificación centralizada no se abolió completamente, las reformas permitieron un aumento
en la producción orientada al mercado y la privatización parcial de algunas industrias. Las
reformas fueron insuficientes para salvar el sistema económico soviético, y muchos de los
sectores económicos colapsaron debido a la falta de incentivos eficaces y la resistencia
interna a los cambios. Esto culminó en el colapso de la URSS en 1991.

b) Europa central y oriental: alcances diferenciados de la estatización económica en


la RDA, Hungría, Checoslovaquia, y Polonia 1946/1969, flexibilizaciones en favor del
trabajo independiente del estado en estos países 1970/1991.

Alemania Oriental y Checoslovaquia eran los únicos países industrializados en el momento


de la implantación del socialismo: las demás democracias populares seguían siendo países
de predominio agrícola, constituyendo en realidad naciones semi-desarrolladas.
El Programa de Acción representaba el máximo de lo que los partidarios del viejo orden
estaban dispuestos a aceptar. A la URSS le inquietaba la cuestión de la integridad de su
imperio, integridad que bien podría ser trastornada por las contagiosas ideas de un
socialismo que ya no inspiraba miedo. Con la misma energía se manifestaban Polonia y la
RDA. Esta última experimentó un estancamiento económico debido a las dificultades para
integrar las estructuras socialistas en una economía de mercado rota por la guerra.
c) China: primeros planes y el Gran Salto Adelante 1949/1978, las reformas
económicas de Deng Xiaoping.

El primer plan quinquenal de China se basó en las ideas de planificación centralizada que
ya habían sido implementadas en la Unión Soviética, pero adaptadas al contexto chino.
China aspiraba a industrializarse rápidamente y a crear una economía socialista. Similar a la
URSS, se establecieron metas de producción a nivel nacional, con una fuerte centralización
en la producción de industria pesada, como el acero, carbón y maquinaria, que se
consideraba clave para el crecimiento económico. Mao impulsó también una colectivización
parcial en la agricultura, promoviendo la formación de granjas colectivas (comunas) que
reemplazarían a los pequeños campesinos individuales. Esto fue el preludio de las políticas
que se llevarían a cabo durante el Gran Salto Adelante. El plan inicial generó ciertos
resultados positivos en términos de crecimiento de la industria pesada, pero a la vez,
existieron problemas significativos debido a la falta de eficiencia y la centralización excesiva
de decisiones.

El Gran Salto Adelante fue la política más ambiciosa de Mao Zedong, cuyo objetivo era
transformar China rápidamente en una potencia industrial y superar el atraso agrícola
mediante una colectivización radical y un sistema comunista de producción. Se formaron
grandes comunas populares, que incluían tanto la agricultura como la industria. Estas
comunas fueron gigantescos proyectos sociales y económicos, y a pesar de que Mao
pretendía que fueran autosuficientes, resultaron ineficaces debido a la sobrecarga
administrativa y a la falta de incentivos. La colectivización de la agricultura pasó a un nivel
aún más extremo, con el fin de consolidar todas las tierras agrícolas en manos del Estado.
Las tierras fueron divididas entre las comunas, y los campesinos se vieron forzados a
trabajar en ellas bajo el sistema comunista.

Después de la muerte de Mao Zedong en 1976, Deng Xiaoping emergió como el líder clave
que implementaría un conjunto de reformas económicas fundamentales que transformarían
a China en una de las economías más dinámicas del mundo. Las reformas de Deng fueron
un giro radical respecto a las políticas de planificación centralizada de Mao, orientándose
hacia una economía de mercado socialista.

Una de las primeras reformas clave fue la eliminación de las comunas y el establecimiento
de un sistema de contratos familiares. Los campesinos fueron autorizados a alquilar tierras
a cambio de cumplir con una cuota de producción, lo que significaba que podían vender el
excedente en el mercado. Al permitir que los agricultores se quedarán con parte de la
producción para su propio beneficio, la productividad agrícola aumentó considerablemente,
lo que mejoró las condiciones de vida rurales y promovió un crecimiento económico
sostenido. La reforma agraria fue un éxito inmediato, que mejoró los niveles de producción
agrícola, redujo la pobreza rural y proporcionó una base sólida para las reformas
económicas posteriores.

En 1978, Deng Xiaoping introdujo el concepto de "socialismo con características chinas", lo


que permitió que sectores clave de la economía comenzarán a orientarse hacia los
mecanismos del mercado. Esto incluyó la apertura de Zonas Económicas Especiales (ZEE)
como Shenzhen, que se convirtieron en puntos clave para atraer inversión extranjera y
fomentar el comercio internacional. Aunque la industria pesada seguía bajo el control
estatal, Deng permitió la creación de empresas privadas en sectores no estratégicos y
promovió la competencia dentro de sectores como la manufactura. A lo largo de la década
de 1980, Deng impulsó una reestructuración profunda de la industria ligera y de consumo,
que dio lugar a un auge de productos textiles, electrodomésticos y otros bienes de
consumo. Esto marcó el comienzo de la industria orientada a la exportación.

A medida que la economía de mercado comenzó a expandirse, China implementó reformas


en su sistema financiero, permitiendo la creación de bancos comerciales y mercados de
valores .A partir de 1992, Deng introdujo reformas orientadas a la privatización parcial de
empresas estatales, especialmente en sectores como la energía, las telecomunicaciones, y
la manufactura. Esto permitió una mayor eficiencia en el sector industrial.

Reformas comerciales: En los años 80, China comenzó a abrir sus puertas al comercio
internacional, estableciendo relaciones con instituciones como el Fondo Monetario
Internacional (FMI) y la Organización Mundial del Comercio (OMC). Las exportaciones
chinas comenzaron a crecer exponencialmente.

4.1. Políticas educativas:

a) Objetivos y características del nivel primario, medio y superior en la URSS y en


Europa central y oriental 1946/1992.

La URSS estableció educación gratuita, universal y secular desde la infancia, eliminando las
escuelas privadas y religiosas. En secundaria y universidad, la instrucción incluía marxismo-
leninismo, historia soviética y economía socialista (“obshchestvovedeniye”) desde 1963
hasta 1991. Prioridad en formación técnica: se combinó teoría con trabajo productivo en
laboratorios, fábricas y granjas, y los alumnos cobraban como trabajadores. Selección
ideológica: prioridad a estudiantes de origen obrero y campesino, mediante cuotas y
bonificaciones.

b) Objetivos y características del nivel primario, medio y superior en China: etapa


1949/1978 y etapa de las reformas posteriores.

En la era maoísta, la educación fue completamente estatal, con enfoque en alfabetización


rural, desprofesionalización intelectual, cierre de universidades en la Revolución Cultural y
práctica campesina. Post-1978, se reabrieron instituciones, se valoró el conocimiento
técnico y el control ideológico quedó, pero con énfasis en ciencia, tecnología y
modernización económica.

c) Objetivos y características del nivel primario, medio y superior en Cuba desde 1959
hasta la actualidad.

Tras 1959, educación gratuita y universal, con campaña masiva de alfabetización en 1961.
Se incorporó ideología socialista en todos los niveles, integración de trabajo práctico en
currícula y formación de profesionales para atender necesidades estatales. A pesar de la
crisis de los 90 (Período Especial), el sistema se mantuvo y se implementó formación
continua y tecnología educativa.
4.2 Políticas de salud

a) El sanitarismo y el acceso a la salud en las experiencias estudiadas.

En la URSS y Europa del Este implementaron el modelo Semashko: sanidad universal,


gratuita y centralizada, aunque con carencias logísticas. China tuvo médicos rurales durante
Mao, y tras reformas, se incorporó cobertura básica con altos gastos privados. Cuba
desarrolló un sistema de salud pública avanzado, con logros en salud infantil, biotecnología,
atención básica y respuesta rápida a crisis.

b) Las restricciones para los niños con patologías mentales o sensorio motrices en la
URSS y en Europa central y oriental.

Niños con discapacidades eran aislados en hospitales y escuelas especiales, sin integración
social. Se promovía el saneamiento poblacional con neto sesgo estatal.

c) Las restricciones a los portadores de HIV en Cuba a partir de la década de 1990.

Desde 1986, Cuba impuso cuarentena obligatoria en sanatorios para individuos HIV+, con
trazabilidad y educación sanitaria forzadas. Cumplieron funciones de hospital y prisión; en
1994 se suavizó la medida y se mantuvo educación médica extensiva. Hasta 2003
permanecieron algunos pacientes voluntarios, aunque se integraron estrategias
combinadas: sanatorio + tratamiento comunitario.

4.3 Políticas de población

a) En la URSS: el genocidio de Ucrania 1930/1932, el desplazamiento de pobladores


de origen alemán de sus asentamientos del Volga 1939/1945, la rusificación de los
países bálticos, Ucrania y Moldavia 1939/1950 y la persecución de los judíos
1946/1992.

URSS Holodomor (1930-32): colectivización forzosa provocó hambruna masiva en Ucrania;


con tintes genocidas. Deportación de Alemanes del Volga (1939-45): trasladados a Siberia y
Asia Central por sospecha política. Rusificación post-1939: promoción del ruso como idioma
principal y marginalización de las lenguas locales. Persecución antisemita: campañas
definidas como antisoviéticas disfrazaron persecución judía; restricciones en empleo, cultura
y academia.

b) China: la modificación de la composición étnica del Tibet desde 1957 hasta la


actualidad; el control del crecimiento de la población 1980/2015.

Desde 1957, el Tíbet tuvo sinización demográfica: población Han trasladada, monjes
exiliados, cultura tibetana reprimida. Política del hijo único (1980-2015): coerción estatal en
abortos, esterilizaciones y multas; produjo envejecimiento y desequilibrios de género. Estas
políticas muestran cómo el Estado marxista-leninista intervino activamente en la vida social
para imponer su proyecto ideológico y estructural sobre educación, salud y población.

Aspectos institucionales.

5.1 Concepciones institucionales.


Las concepciones institucionales de los sistemas socialistas están determinadas por su
base ideológica marxista, que considera que las instituciones políticas son una
superestructura derivada de la base económica (del modo de producción y del régimen de
propiedad de los medios de producción). En esta teoría el Estado y sus instituciones son
instrumentos al servicio de una clase social dominante.En los regímenes socialistas de
partido único, las instituciones del Estado (gobierno, parlamento, justicia) están
subordinadas a la dirección del partido, que tiene control centralizado y vertical sobre todos
los ámbitos de la vida pública. Son sistemas autoritarios donde la legitimidad se basa en la
representación de los intereses históricos de la clase obrera y el pueblo que supuestamente
encarna el partido gobernante.

Las elecciones en estos sistemas existen pero se organizan con candidaturas únicas o
listas cerradas validadas antes por el partido. Aunque en las constituciones se reconocen
derechos y libertades (como el sufragio universal, la libertad de asociación, expresión y
reunión), en la práctica los derechos están condicionados a la adhesión a la ideología oficial
y a los lineamientos del partido. Las instituciones parlamentarias y judiciales son
organismos subordinados y función principal es la implementación de las decisiones
previamente adoptadas por la dirección del partido.

Además el modelo socialista suele presentar una concepción tecnocrática (un gobierno
liderado por expertos técnicos) y racionalista del poder político. La planificación centralizada
de la economía tiene una administración jerarquizada y disciplinada donde las instituciones
cumplen la función de garantizar la ejecución del plan económico y la cohesión ideológica
de la sociedad. Así el Estado se convierte en un aparato técnico, administrativo e ideológico
para consolidar el socialismo y, según la teoría marxista, con miras a su eventual extinción.

Las concepciones institucionales en los sistemas de partido único socialista se caracterizan


por su función instrumental, por estar al servicio de una transformación estructural de la
sociedad, la negación del pluralismo político real y la centralización del poder en manos del
partido gobernante.

a) Función institucional del partido único en este tipo de sistemas.

En los regímenes socialistas el partido único es el eje organizador de la vida política,


económica, social e ideológica del país. Es más que solo un partido gobernante, es una
estructura que absorbe, supervisa y dirige todas las instancias del poder estatal.

El partido único actúa como titular del poder. Según el modelo soviético y distintas variantes
de los países del bloque oriental, el partido define las orientaciones del plan económico,
dirige la administración pública, supervisa las fuerzas armadas y los servicios de seguridad,
y regula el contenido ideológico de la educación y los medios de comunicación. Los órganos
del Estado existen formalmente pero sus miembros son seleccionados por el partido para
garantizar la subordinación a las decisiones partidarias.

El partido único se presenta como el interpretador de la voluntad histórica del proletariado y


sostienen que por eso su monopolio del poder es justificado ideológicamente como una
necesidad transitoria para la construcción del socialismo. Esta dictadura del proletariado
(que en realidad es del partido) se ve como una fase necesaria antes de la desaparición del
Estado pero en la práctica el partido se convierte en una burocracia centralizada y
jerárquica, que sustituye la participación democrática por una disciplina y obediencia
ideológica. La oposición política está prohibida y cualquier disidencia es reprimida por ser
supuestamente contrarrevolucionaria.

Aun así aunque los regímenes de partido único no toleraban el pluralismo político real, en
algunos casos permitieron la existencia de partidos subordinados con la función de reforzar
la imagen de consenso y legitimidad del régimen, como mencionaremos a continuación.

b) Función institucional de otros partidos autorizados en algunas de las experiencias


estudiadas: el PND en la RDA, el partido campesino en Polonia 1947/199.

En la República Democrática Alemana (RDA) el Partido Nacional Democrático (PND) se


creó en 1948 para atraer a antiguos miembros del nazismo y sectores de la burguesía que
no podían ser integrados directamente en el Partido Socialista Unificado de Alemania
(SED). Pero el PND no era autónomo sino que formaba parte del Frente Nacional (una
coalición controlada por el SED) y su función era la de dar apariencia de diversidad política,
legitimar las decisiones del partido gobernante y garantizar la integración pasiva de ciertos
sectores sociales que sino habrían quedado marginados o haberse vuelto opositores. Los
miembros del PND accedían a bancas en el Parlamento bajo supervisión del SED y sin
posibilidad de actuar independientemente.

En Polonia, el Partido Campesino Unido (PSL) tuvo una evolución particular. Luego de la
Segunda Guerra Mundial había un partido campesino opositor (el PSL liderado por
Mikołajczyk) que fue desplazado rápidamente por medio del fraude y represión. Luego en
1949 se creó un partido campesino subordinado al Partido Obrero Unificado Polaco (POUP)
que mantuvo el nombre de Partido Campesino Unido (ZSL). Este partido tenía la función de
representar simbólicamente al campesinado en el sistema político socialista, promoviendo
las políticas del POUP en el medio rural y asegurando el control del campesinado por parte
del régimen. Al igual que en la RDA, el ZSL formaba parte del bloque democrático y su
participación institucional estaba regulada por el partido comunista.

En ambos casos los partidos autorizados no eran independientes ni tenían proyectos


políticos propios, simplemente eran decorativos e instrumentales para reforzar el monopolio
del partido único, diversificar artificialmente la representación política y canalizar demandas
sociales dentro de los márgenes definidos por el régimen socialista.

5.2. Sistemas constitucionales.

Aspectos comunes a las experiencias estudiadas.

a) Órganos constitucionales: características generales del poder legislativo, ejecutivo


y judicial en las constituciones de la URSS, China y Cuba.

El poder legislativo de la URSS era ejercido por el Soviet Supremo de la URSS. Este
organismo consistía en dos cámaras: Soviet de la Unión (con representantes de los distritos
de la URSS) y Soviet de las Nacionalidades (representaba a las diversas repúblicas de la
URSS). Los delegados del Soviet Supremo eran elegidos indirectamente, es decir, los
representantes eran seleccionados por las repúblicas, pero estos estaban bajo el control de
los órganos del Partido Comunista. Aunque el Soviet Supremo teóricamente tenía la
autoridad para legislar y aprobar leyes, en la práctica, el poder legislativo estaba
subordinado al Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y a su Comité Central. La
autonomía legislativa era muy limitada, ya que las decisiones clave eran tomadas por el
Politburó.

El poder ejecutivo estaba encabezado por el Consejo de Ministros y el Presidente del Soviet
Supremo. El Secretario General del PCUS era la figura con el poder real, siendo la
autoridad máxima del poder ejecutivo en la práctica. El Politburó del Partido Comunista
tenía un control absoluto sobre las decisiones gubernamentales, y el Secretario General del
PCUS (como Stalin, Khrushchev y Brezhnev) tenía el poder para tomar decisiones clave,
incluyendo la política interna y externa. Aunque existía una estructura burocrática de
ministros y comités, la planificación centralizada controlaba la economía y el aparato estatal,
y los funcionarios solo ejecutaban las órdenes emanadas del Partido.

El poder judicial en la URSS estaba subordinado al Partido Comunista y no existía una


independencia judicial real. Según la Constitución de 1936 y la Constitución de 1977, el
sistema judicial debía garantizar la "justicia socialista". El Tribunal Supremo de la URSS era
el órgano judicial más alto, pero sus decisiones podían ser influenciadas por el Partido
Comunista. No existía un control judicial real sobre el Ejecutivo, y los jueces eran
nombrados por el Soviet Supremo, lo que los hacía dependientes del partido.

La República Popular China (RPC) tiene una estructura política controlada de manera
absoluta por el Partido Comunista de China (PCC), con una fuerte centralización del poder
en los órganos estatales.

El poder legislativo de China está representado por la Asamblea Popular Nacional (APN),
que es el órgano legislativo más alto del país. Según la Constitución de la RPC de 1982. La
APN es el órgano superior del poder estatal y tiene la capacidad de legislar, enmendar la
constitución y aprobar el presupuesto nacional. Está compuesta por más de 2,000
representantes, que son elegidos por las asambleas populares provinciales y locales. Sin
embargo, todos los candidatos están aprobados por el Partido Comunista, lo que asegura
su control total sobre la APN. Aunque formalmente tiene un poder legislativo soberano, la
APN está fuertemente controlada por el Partido Comunista, y sus decisiones son, en gran
medida, reflejo de las políticas del liderazgo del partido.

El poder ejecutivo en China está concentrado en el Consejo de Estado, presidido por el


Premier, y en el Presidente de la República. El Presidente de la República Popular China
tiene principalmente un rol ceremonial, aunque se considera el líder del Estado. El Premier
es el jefe del gobierno y preside el Consejo de Estado, que está encargado de la
administración diaria del gobierno.

El sistema judicial de China está dominado por el Partido Comunista, que tiene un control
absoluto sobre los tribunales. El Tribunal Supremo Popular es el órgano judicial más alto del
país. No hay independencia judicial en China; los tribunales siguen las directrices del
Partido Comunista. Aunque en teoría el poder judicial está destinado a aplicar la ley, en la
práctica, la política del Partido Comunista predomina sobre cualquier decisión judicial.
El sistema político cubano está dominado por el Partido Comunista de Cuba (PCC), y la
constitución establece una estructura política de partido único. En Cuba, el poder legislativo
está representado por la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), que es el órgano
supremo del poder estatal. La ANPP está compuesta por 612 diputados que son elegidos
en elecciones nacionales, pero el Partido Comunista controla completamente el proceso
electoral y la selección de candidatos. La ANPP tiene la facultad de legislar, ratificar leyes y
enmendar la constitución. Aunque la Asamblea Nacional tiene un rol legislativo formal, en la
práctica, las decisiones son tomadas por el Partido Comunista, especialmente a través del
Consejo de Estado, que es un órgano ejecutivo de la ANPP.

El poder ejecutivo en Cuba está compuesto por el Consejo de Estado y el Presidente de la


República. El Presidente es el jefe de Estado y también el jefe de gobierno. El Consejo de
Ministros es el órgano ejecutivo encargado de la administración diaria del país. El
Presidente de Cuba es elegido por la Asamblea Nacional, y el control real del gobierno
recae en el Partido Comunista.

El poder judicial en Cuba, al igual que en los otros países mencionados, está subordinado al
Partido Comunista. El Tribunal Supremo Popular es el órgano judicial más alto en Cuba. No
existe independencia judicial; los tribunales están sometidos al Partido Comunista, y las
decisiones judiciales son influenciadas por el poder político.

b) Participación política y rol de la oposición: persecución de la oposición política y la


disidencia cultural: la represión de las protestas -RDA 1954, Hungría y Polonia 1956,
Checoslovaquia 1968, Polonia 1971 y 1979/1989, China 1966/1969 y 1989 y Cuba.

En 1954, la RDA ya había consolidado su control sobre el territorio de la Alemania Oriental.


La represión de la disidencia comenzó pronto después de la formación del estado socialista.
A principios de los años 50, las protestas por las condiciones de vida y la falta de libertades
fueron respondidas con represión violenta, y uno de los momentos más significativos fue el
levantamiento de 1953. Sin embargo, la represión política continuó durante los años
siguientes. La Stasi, la policía secreta, fue fundamental en la represión de la oposición.
Desarrolló una red de espionaje masiva dentro de la sociedad para identificar y perseguir a
cualquier disidente, tanto políticos como culturales. En 1954, los disidentes que protestaban
por el sistema soviético en Berlín y otras ciudades fueron detenidos y muchos fueron
enviados a campos de concentración y trabajos forzados.

El arte y la cultura estuvieron bajo estricta vigilancia en la RDA, con una fuerte censura para
evitar la difusión de ideas consideradas subversivas o contrarias al régimen socialista. El
gobierno promovió el realismo socialista como estilo oficial, y aquellos que se apartaban de
esta doctrina enfrentaban severas consecuencias, como la persecución y el exilio.

En Hungría, en octubre de 1956, el pueblo húngaro se levantó contra el gobierno comunista


que estaba bajo la influencia soviética. El líder de la protesta fue Imre Nagy, quien buscaba
reformas políticas y la retirada de las tropas soviéticas del país. La revuelta fue brutalmente
reprimida por las fuerzas soviéticas. La represión militar fue feroz: tanques y soldados
soviéticos aplastaron la revuelta en pocas semanas. Se estima que más de 2,500 personas
fueron asesinadas y miles más fueron arrestadas. La disidencia política fue aplastada, y
Imre Nagy fue arrestado, juzgado y ejecutado en 1958.

En Polonia, también en 1956, hubo un levantamiento en la ciudad de Poznań debido a las


condiciones económicas y la represión política. Esto fue seguido por una serie de reformas
dentro del Partido Comunista polaco. El levantamiento de Poznań fue también reprimido,
pero los líderes polacos, como Władysław Gomułka, negociaron con Moscú para permitir
ciertas reformas sin desafiar abiertamente el control soviético. Aunque hubo ciertas
concesiones en cuanto a la autonomía del partido polaco, las protestas y disidencias
culturales siguieron siendo controladas con dureza.

En Checoslovaquia, el año de 1968 fue un momento clave en la represión de la oposición


política y cultural. El líder reformista Alexander Dubček intentó implementar una serie de
reformas dentro del Partido Comunista checoslovaco, que serían conocidas como la
"Primavera de Praga". Las reformas de Dubček incluían la mayor liberalización política y la
promoción de una mayor libertad de expresión. Esto provocó la intervención militar de los
países del Pacto de Varsovia, liderados por la URSS, que temían que la reforma pudiera
desencadenar un cambio hacia el capitalismo. La invasión soviética de agosto de 1968
reprimió las reformas de manera violenta. Las tropas del Pacto de Varsovia ocuparon
Checoslovaquia, arrestaron a Dubček y desmantelaron las reformas. La represión cultural
fue también severa, ya que cualquier forma de expresión artística y literaria que no se
alineara con la ideología comunista fue censurada o suprimida.

En Polonia, hubo varios levantamientos populares contra el régimen comunista,


principalmente debido a la crisis económica y la represión política. El movimiento
Solidaridad, liderado por Lech Wałęsa, surgió en 1980 como un sindicato independiente que
desafió el régimen comunista. La ley marcial fue instaurada en 1981 para sofocar el
movimiento, y muchos líderes de Solidaridad fueron arrestados. La represión fue feroz y los
manifestantes enfrentaron violencia policial, encarcelamiento y torturas. Sin embargo,
Solidaridad logró mantenerse activo en la clandestinidad y, en 1989, las negociaciones con
el gobierno comunista llevaron a elecciones libres y al fin del régimen.

La Revolución Cultural en China, liderada por Mao Zedong, fue un intento por consolidar el
poder de Mao al erradicar a la oposición dentro del Partido Comunista y la sociedad en
general. Los Guardias Rojos fueron enviados a atacar a los intelectuales, los artistas y todos
aquellos que se percibían como "contrarrevolucionarios". Muchos fueron perseguidos,
encarcelados o ejecutados. Las universidades fueron cerradas, y hubo una destrucción
masiva de cultura tradicional y arte.
En 1989, miles de estudiantes y ciudadanos en Beijing se manifestaron por la
democratización del régimen comunista y el fin de la corrupción en el gobierno. La protesta
fue brutalmente reprimida. El ejército chino disparó contra los manifestantes, y el número de
muertos sigue siendo incierto, aunque se estima que fueron alrededor de 1,000. La censura
fue masiva: las autoridades intentaron ocultar la represión mediante la censura de medios y
la prohibición de la cobertura extranjera.

En Cuba, la represión de la oposición política ha sido constante desde la Revolución de


1959. Después de que Fidel Castro asumiera el poder, el Partido Comunista de Cuba
estableció un régimen autoritario y reprimió fuertemente la oposición política. Las protestas
contra el régimen han sido reprimidas violentamente a lo largo de los años. Activistas,
intelectuales y opositores fueron arrestados y, en muchos casos, condenados a largas
penas de prisión. Las protestas más destacadas ocurrieron en 1968 y 1980.

Referencias:

-Banco Mundial. (s.f.). Datos estadísticos sobre políticas poblacionales.

-Bernard Friedlander. (s.f.). The Soviet Health System.

-Bosch Alessio, C. (2013). La revolución rusa de 1905 y la teoría de la revolución


permanente.

Buenos Aires. https://biblioteca.clacso.edu.ar/Argentina/iigg-uba/20140625072714/398-


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