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Cómo Predicar Expositivamente - Walter Liefeld

El libro 'Cómo predicar expositivamente' de Walter Liefeld ofrece una guía práctica para predicadores, enfatizando la importancia de la integridad en la interpretación de las Escrituras y la sensibilidad hacia las necesidades de la congregación. A través de ejemplos y consejos, Liefeld aborda cómo preparar sermones a partir de textos bíblicos, incluyendo la exégesis y la aplicación contemporánea. Este recurso es valioso tanto para seminaristas como para predicadores experimentados que buscan mejorar su práctica de la predicación expositiva.

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Cómo Predicar Expositivamente - Walter Liefeld

El libro 'Cómo predicar expositivamente' de Walter Liefeld ofrece una guía práctica para predicadores, enfatizando la importancia de la integridad en la interpretación de las Escrituras y la sensibilidad hacia las necesidades de la congregación. A través de ejemplos y consejos, Liefeld aborda cómo preparar sermones a partir de textos bíblicos, incluyendo la exégesis y la aplicación contemporánea. Este recurso es valioso tanto para seminaristas como para predicadores experimentados que buscan mejorar su práctica de la predicación expositiva.

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EDITORIAL VIDA
El viaje del texto al sermón es bastante largo y peligroso, pero Walter Liefeld nos
ayuda a realizarlo. Asimismo nos invita a la predicación expositiva y aboga tanto
por la “integridad" en cuanto a las Escrituras como por la “sensibilidad" sobre las
necesidades pastorales de las personas. Su libro presenta abundantes ejemplos de
cómo captar el significado de diferentes textos bíblicos y cómo preparar sermones.
Al haber enseñado Nuevo Testamento en el Seminario Trinity por muchos años,
Walter Liefeld pone en este libro su experiencia a disposición de los predicadores
y, por medio de ellos, de las congregaciones a quienes sirven.

John R.VV. Stotr


Rector Emérito
Iglesia de todas las Almas
Londres, Inglaterra

En Cómo predicar expositivamente se tratan los asuntos a los que se enfrenta el


predicador expositivo cuando considera el texto bíblico. El consejo práctico y
realista que ofrece Walter Liefeld sobre cómo presentar textos difíciles o pasajes
controvertibles debe ser provechoso de inmediato para los lectores de este libro.

Haddon Robinson
Presidente
Seminario Denver

Liefeld nos lleva a través de algunos temas escabrosos. El libro tiene un tono
agradable y cordial, de reverencia a las Sagradas Escrituras, pero sin que tienda a
eludir los problemas y desafíos de nuestro tiempo. Estoy convencido de que los
seminaristas graduados durante la última década acudirán a este libro como una
guía útil para el principal problema que enfrenta el predicador en su congregación.

David L. Lar sen


Presidente de la Facultad de Teología Práctica
Instituto de Teología Evangélica Trinity

Cubierta diseñada por O Design

ISBN DñBTFlBlñ-b
www.editorialvida.com

EDITORIAL1
Hacia un nuevo Milenio Categoría: Sermones/Homilética
\ texto al $e

Cómo predicar
errposiiinami’ide

Walter L. Liefeld

Hacia un nuevo Milenio


La misión de Editorial Vida es proporcionar los recursos ne­
cesarios a fin de alcanzar a las personas para Jesucristo y
ayudarlas a crecer en su fe.

© 1990 EDITORIAL VIDA


Miami, Florida 33166-4665

Publicado en inglés bajo el título:


New Testament Exposition
por Ministry Resources Library
© 1984 por ¿ondervan Puhlishing House

Traducción: Miguel A. Mesías

Diseño de cubierta: O l^esign

Reservados todos los derechos

ISBN 0-8297-1218-6

Categoría: Sermones / Homilética

Impreso en Estados Unidos de América


Printed in United States of America

05 8 7 6 5
Para mi esposa Oliva,
quien no sólo tiene un rico ministerio propio
y es mi “colaboradora”,
sino que también con gracia tolera
las pilas de mis libros y papeles,
y las muchas horas que he pasado con ellos
en lugar de pasarlos con ella.
Contenido

Prefacio........................................................................................ 9
PRIMERA JARTE: UVTRODUCCIÓN
1. LA IMPORTANCIA DE LA PREDICACIÓN EXPOSITIVA............ 13
¿Qué es la predicación expositiva?.................................... 13
¿Por qué es importante la predicación expositiva?.......... 17
¿Cuáles son las ventajas de la predicación expositiva? ... 20
¿Cuáles son las metas de la predicación expositiva?........ 23
¿Cuáles son las dificultades de la predicación expositiva?. 27
Lo que no es la predicación expositiva...............................30
¿Cómo puede hacerse contemporánea la predicación
expositiva?...................................................................33
¿Cuáles son, en resumen, las características de un
buen mensaje expositivo?.............................................. 35
SEGUNDA PARTE: LA PREPARACIÓN DEL TEXTO
2. LOS DATOS: EXÉGESIS PRÁCTICA...................................... 39
Examine el contexto.......................................................... 39
Note las características y temas dominantes del pasaje . .46
Seleccione asuntos significativos para el estudio
exegético........................................................................ 50
3. LOS DATOS: BOSQUEJOS EXEGÉTICOS.............................. 55
Prepare un bosquejo del párrafo del pasaje........................ 55
Prepare un bosquejo estructural........................................ 62
Bosquejo inductivo............................................................ 65
LOS DATOS: MODELOS NARRATIVOS Y DE COMPOSICIÓN . . 67
Modelos narrativos............................................................ 67
Modelos de composición.................................................... 70
6 Cómo predicar expositivamente

5. LOS DATOS: MODELOS SEMÁNTICOS..................................85


La importancia de modelos semánticos...........................85
Categoría de modelos semánticos................................... 87
6. LOS DATOS: LOS TOQUES FINALES.................................... 97
Modelos de color emocional........................................... 97
Cosas subyacentes que se dan por sentado...................... 100
Énfasis principal del pasaje........................................... 102
TERCERA P\RTE: LA APLICACIÓN DEL TEXTO
7. DETERMINACIÓN DE LA APLICACIÓN: LA “FUNCIÓN”.... 107
Revise el ambiente de la vida en el pasaje................. 107
Describa con una sola palabra o frase la función del
texto original.................................................................110
Considere las necesidades de la congregación................ 117
Aplique el pasaje a las necesidades................................ 118
Predique a las necesidades del corazón y a las
circunstancias externas........................................... 121
8. LA ESTRUCTURACIÓN DEL SERMÓN: LA “FORMA”............ 127
Los sermones expositivos requieren forma homilética . 127
Tres tipos de sermones.................................................... 132
Exposición estructural y sus modificaciones.................. 135
Procedimiento...................................................................137
Ejemplos...........................................................................139
9. LA PREDICACIÓN A PARTIR DE TEXTOS DIFÍCILES.............. 147
Parábolas.........................................................................148
Otras figuras de dicción.................................................. 151
Narraciones.....................................................................151
Relatos de milagros........................................................ 152
Pasajes oscuros.............................................................. 154
Pasajes con dificultades textuales.................................. 155
Refranes y proverbios...................................................... 156
Textos con contenido cultural.......................................... 156
Pasajes controversiales.................................................. 158
Tipología...........................................................................159
Niveles múltiples de significado...................................... 160
Temas delicados...............................................................162
Aparentes discrepancias en los Evangelios.................... 163
Contenido 7

10. PRÁCTICA.........................................................................167
Examine el contexto........................................................ 167
Características y temas dominantes................................ 167
Exégesis práctica............................................................ 168
Bosquejo exegético.......................................................... 168
Modelos en el texto.......................................................... 169
Toques finales...................................................................171
Función y aplicación........................................................ 171
Fbrma homilética............................................................ 172
El programa de predicación............................................ 176
Notas.........................................................................................179
Prefacio

Este libro es producto de mi propio peregrinaje. Después de años


de predicar (desde los muelles y las esquinas de las calles de Nueva
York hasta los púlpitos de muchas denominaciones) y de años de
enseñar exégesis, todavía sentía que a mis sermones les faltaba algo.
Lo que necesitaban era cierta clase de integración que rara vez vi
modelada y jamás oí explicada.
Estoy agradecido a mis estudiantes de Trinity Evangélica! Divinity
School (Instituto de Teología Evangélica La Trinidad), quienes fue­
ron pacientes oyentes a la vez que críticos mientras desarrollaba mis
ideas en la clase. De igual manera, la congregación de la Capilla
Arlington Countryside me ayudó con sus respuestas sinceras a mis
mensajes durante algunas series expositivas en los pasados años.
Otros me han ofrecido su estímulo y a menudo su crítica valiosa:
John R. W. Stott, Lloyd M. Perry, David L. Larsen, los anónimos
lectores del manuscrito y, sobre todo, Mark Hunt y Stanley N. Grundy
de la Casa de Publicaciones Zondervan.
Debo mi profunda gratitud por el apoyo estimulante de mis hijos
David, Holly y, especialmente, Beverly, quien mecanografió el
manuscrito.
Primera Parte

INTRODUCCIÓN
Capítulo uno

La importancia de
la predicación expositiva

¿Qué es la predicación expositiva?


¿Cuál de los siguientes es un mensaje expositivo?
El pastor Brown ha seleccionado Gálatas 2:20 como su texto. Cui­
dadosamente trata acerca de cada frase en el versículo. Dedicando
más o menos el mismo tiempo a cada subdivisión principal en su
bosquejo, habla en cuanto a la crucifixión del yo como el único
camino a la victoria espiritual, la importancia del poder de la re­
surrección de Cristo en nuestra vida, el andar diariamente por fe y
el amor sacrificial de Cristo.
El pastor Gray ha estado predicando una serie basada en Primera
de Pedro. El pasaje del día era 1 Pedro 3:13-22, Predicó el evangelio
basándose en el versículo 18 ("Cristo padeció una sola vez por los
pecados”). Habló exhaustivamente acerca de los “espíritus encar­
celados” mencionados en el versículo 19. A partir de este versículo
recalcó la certidumbre del juicio. Luego hizo hincapié en la nece­
sidad del bautismo como un medio de identificación con la muerte
de Cristo, para lo cual se basó en el versículo 21.
El pastor Green era predicador invitado en una iglesia en la cual,
según sentía, debido al intento de relacionarse a las necesidades
personales de la congregación, y subsanarlas, el evangelio parecía
ser dejado a un lado. Habló basándose en Romanos 5:1-11. En lugar
de basar el bosquejo de su sermón en las principales oraciones del
pasaje, estructuró su sermón en las cláusulas y frases subordinadas,
tales como “por la fe” y “por medio de nuestro Señor Jesucristo” en
el versículo 1, “el amor de Dios ha sido derramado...” en el versículo
5, “siendo aún pecadores” en el versículo 8 y “fuimos reconcilia­
dos. . . por la muerte de su Hijo” en el versículo 10.
El pastor White predicó sobre el tema: “¿Qué clase de fe funciona?”
14 Cómo predicar expositivamente
“Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros" (v.
11). El “trabajo” a que se refiere comenzó con su visita anterior a
ellos, la cual él procede ahora a describir.
Tomó el pensamiento del final de Hebreos 10, especialmente de
los versículos 35-39 y tomó la mayor parte de su material del capítulo
11. Seleccionó ejemplos que ilustraban la clase de fe que Dios busca
en nosotros, incluyendo ejemplos de la lista de aquellos que sufrieron
por su fe según los versículos 32-38. Proporcionalmente, dedicó una
gran porción del tiempo a estos dos versículos, y también incluyó
los primeros tres versículos del capítulo 12.
¿Cuál fue un mensaje expositivo? El primero, pronunciado por el
pastor Brown, pudiera haberlo sido, aun cuando se concentró en un
solo versículo. Sin embargo, falló al no tomar en cuenta el contexto,
el cual trata de la justificación por la fe aparte de la ley. Dejó sin
atender el impresionante doble uso de la palabra “ley” en el versículo
19, lo cual atrae la atención como aquello a lo cual “morimos.”
También descuidó el versículo siguiente, que provee la conclusión
al pasaje. Si hubiera estudiado cuidadosamente esa conclusión y
observado el contexto completo, hubiera visto que su sermón era en
realidad una colección de sus pensamientos favoritos en cuanto a la
vida espiritual, los cuales impuso, incorrectamente, sobre el texto.
El predicador Gray, en su serie de sermones, había llegado a uno
de los pasajes más difíciles del Nuevo Testamento. Quienes hemos
tratado de predicar recorriendo un libro de la Biblia, pasaje por
pasaje, le comprendemos. Este pasaje no puede ser evitado en una
serie así. Sin embargo, en su esfuerzo por tomarlo en cuenta, se
enredó demasiado en el enojoso asunto de la identidad de los es­
píritus encarcelados. Por otro lado, falló al no dar una exposición
pareja del pasaje, y se apresuró demasiado para aplicar sus partes.
En el proceso introdujo sus propios puntos de vista, aun cuando
estos fueran verdaderos e importantes, y fracasó por cuanto no aplicó
el pasaje en la misma manera en que Pedro lo aplicó en su contexto.
El predicador Green parece haber cometido el pecado cardinal de
hacer hincapié en detalles menores y restar importancia a las cláu­
sulas principales del pasaje. Pero el pastor Green tenía una com­
prensión aguda de la necesidad particular de esta congregación. Esta
ya había escuchado bastante en cuanto a la paz y el amor. Lo que
necesitaban era conocer la base de esto en la muerte de Cristo y en
la obra del Espíritu Santo. Además, necesitaban darse cuenta de que
todos son pecadores, y que ninguno puede reclamar paz y gozo sin
arrepentimiento y fe. El predicador Green se dio cuenta de que estas
verdades son básicas en Romanos 5, y las aplicó en una manera que
fue fiel al texto. Su mensaje fue, por consiguiente, expositivo.
La importancia de la predicación expositiva 15
Puesto que el hermano White predicó un sermón de tema, pudié­
ramos dar por sentado que no fue expositivo. Pero, al contrario,
entendió la función de Hebreos 11 en su contexto y en la Epístola a
los Hebreos como un todo. En lugar de predicar simplemente acerca
de la lista de los “héroes de la fe”, ancló su mensaje en las decla­
raciones importantes que concluyen el capítulo previo. También
mostró a dónde conduce esto, al mirar brevemente al principio del
capítulo 12. De esta manera también colocó la base para el próximo
sermón. Pero, ¿cómo puede llamarse expositivo a su sermón temático
si no recorrió paso a paso todo el capítulo? La razón es que su tema
fue derivado del propósito y enseñanza del pasaje. El tema es claro
desde el final del capítulo 10. El no impuso su tema sobre el pasaje;
sino que permitió que el pasaje determinara el tema. Luego mostró
cómo el pasaje respaldaba su propia afirmación: la clase de fe que
funciona es la que mira a Dios y persevera incluso en ausencia de
cualquier apoyo visible. El mensaje fue realmente expositivo porque
explicó el propósito del autor y las enseñanzas del pasaje. Clarificó
las verdades esenciales del pasaje y preparó el camino para que el
predicador las aplicara a la situación contemporánea de su congre­
gación.
La predicación expositiva es un ideal esquivo. Muchos predica­
dores aspiran a lograrla, tal vez un buen número piensa haber con­
seguido dominarla, pero en realidad es más que probable que muy
pocos son reconocidos como expertos en ella. Los ejemplos que an­
teceden dejan en claro que la predicación expositiva no es un método
estrechamente definido de bosquejar el texto. No significa simple­
mente seguir el pasaje frase por frase. De igual manera, un mensaje
puede tratar meticulosamente con los detalles del vocabulario y de
la gramática, y todavía dejar sin explicar la enseñanza y aplicación
que fue la intención del autor. Nuestra primera tarea, por consi­
guiente, es determinar la naturaleza y las características esenciales
de la predicación expositiva.
En lugar de comenzar con una definición de la predicación ex­
positiva, empezaremos con una consideración de la exposición como
un concepto básico. La esencia de la exposición es explicación. Si
explico algo, soy razonablemente libre para escoger mi propio mé­
todo, pero tengo que ser fiel a mi tema. Si se me pide explicar la
operación de una computadora, no tendría la libertad de escoger y
seleccionar ciertos aspectos del asunto que tienen interés particular
para mí. Yo sería responsable de explicar, en equilibrio adecuado,
los elementos básicos de la teoría de las computadoras, su cons­
trucción, su lenguaje y su operación. A menos que esté dando una
conferencia técnica sobre la ciencia de las computadoras, mi charla
16 Cómo predicar expositivamente
probablemente se enfocaría en la operación, con apenas la cantidad
suficiente de información en cuanto a la teoría como para que la
operación fuera comprensible. Además, en una sesión de adiestra­
miento para operadores, la “operación” debe incluir no sólo “cómo
trabajan” esas máquinas sino también “cómo trabajar con ellas”.
Sin un contenido substancial de clara explicación, balanceado en
su cobertura de todos los aspectos principales, una exposición no
será confiable. Sin aplicación práctica, la exposición es simplemente
descripción. Si la exposición es explicación, la predicación expo­
sitiva es explicación aplicada.
La naturaleza esencial de la predicación expositiva es, por lo tanto,
predicación que explica un pasaje de manera tal como para guiar a
la congregación a una aplicación verdadera y práctica de ese pasaje.
No hay un método único por el cual esto se consigue, pero ¿hay
algunas características que son comprensibles en todos los mensajes
verdaderamente expositivos? Permítasenos sugerir las siguientes:
1. Un mensaje expositivo trata con un solo pasaje básico de la
Escritura. Las referencias a otros pasajes son siempre directamente
relevantes a la enseñanza del pasaje que se tiene entre manos, que
la ilustran o que la respaldan. Un mensaje expositivo puede ser
también un mensaje temático, con la condición de que derive la
información esencial de su tema a partir de un pasaje de la Escritura.
La referencia a otras porciones de la Escritura es subordinada a la
exposición del pasaje principal.
2. Un mensaje expositivo tiene integridad hermenéutica. Es fiel al
texto. Esto significa que reproduce los elementos significativos del
pasaje, con el mismo equilibrio y con la misma intención del autor
original. No omite ni distorsiona ninguna cosa esencial del mensaje
de ese texto, ni siquiera para respaldar doctrinas verdaderas o pro­
pósitos loables. El texto no es una caja de caramelos de la cual uno
selecciona sus dulces favoritos. Es la Palabra de Dios, que se nos ha
dado para que nos dirija no para que nos sirva. El sermón sirve al
texto; no lo usa. Si el sermón no muestra conocimiento y respeto del
género literario, del propósito original, de la dirección de la narración
o del argumento, y del significado y aplicación que intenta el texto,
no es expositivo. Tal es el caso, sin importar cuánto o con cuánta
frecuencia cite y se refiera al pasaje. Este es el caso, incluso si el
mensaje individual es parte de una serie de sermones sobre un libro
de la Biblia.
3. Un mensaje expositivo tiene cohesión. Es muy posible dar mu­
chas opiniones exegéticas en cuanto a cosas tales como vocablos, o
tiempos de los verbos, y sin embargo no lograr concatenar todas las
“joyas” en un todo usable. Tal vez se llegue a extraer la verdad
La importancia de la predicación expositiva 17
doctrinal, y se llegue a observar los imperativos éticos; pero, a menos
que haya cohesión, el valor de las partes se pierde por la falta de un
todo.
4. Un mensaje expositivo tiene movimiento y dirección. Una ex­
posición puede tratar en forma amplia todos los elementos de un
pasaje, y sin embargo dejar de llevar al oyente en la dirección que
intentaba el escritor bíblico. Hay varias maneras en las cuales un
autor puede expresar tal movimiento. A menudo cláusulas subor­
dinadas que expresan, por ejemplo, causa, efecto, propósito o com­
paración, expresarán esto mejor que las oraciones principales. En
realidad, es muy probable que algunas de las principales ideas del
escritor se hallen en las oraciones subordinadas (subordinación sin­
táctica no necesariamente significa subordinación de conceptos, ya
que los autores griegos a menudo ponen partes de oraciones largas
dentro de frases subordinadas, por razones de estilo). La repetición
de palabras y varias expresiones de emoción son, entre otras, maneras
en que el movimiento y dirección puede ser expresado.
5. Un mensaje expositivo tiene aplicación, y esa aplicación no
violará el propósito ni la función del texto en su situación original.
Además, sin aplicación es sólo exposición y no predicación expo­
sitiva. Es información, no un mensaje. Aun cuando el Espíritu de
Dios puede complacerse en conducir a la congregación a alguna
aplicación incluso si el predicador no la hace, el predicador no debe
atreverse a abdicar su responsabilidad de ser el portavoz, profeta o
evangelista de Dios.
¿Por qué es importante
la predicación expositiva?
El aspecto más importante de la predicación expositiva es que
comunica la revelación bíblica de Dios y su voluntad. Dada la sub­
jetividad del predicador, las limitaciones de la mente humana, el
efecto del pecado en incluso nuestros mejores pensamientos, y el
devastador efecto del subjetivismo de la teología moderna, es más
que probable que un sermón contendrá algún error en cuanto a he­
chos o juicios. Por lo tanto, cuanto más cerca estemos a la Palabra
revelada de Dios, tanto menos inclinados estaremos a caer en el error.
Esto no es decir que un mensaje expositivo es la única clase válida
de sermón. Es nada más afirmar que cuanto más cerca conservemos
las Escrituras a su propio contexto, tanto menos probabilidad hay
de que erremos, y más seguridad tendremos en la declaración de la
verdad de Dios. Esto tampoco quiere decir que un mensaje expositivo
siempre expresa el mensaje de Dios para la situación. Ciertamente
es posible ser insensible a la necesidad de la congregación o a la
18 Cómo predicar expositivamente
dirección del Espíritu, y sin embargo dar una exposición que puede
ser exacta, aunque inapropiada para la situación o impropiamente
aplicada. Por eso la función y aplicación pastoral del pasaje recibe
atención especial más adelante en este libro.
Otro aspecto importante de la predicación expositiva es que enseña
la Palabra de Dios en un ambiente escogido por el Espíritu Santo.
Cada persona que estudia la Biblia sabe que el contexto es impor­
tante. Pero el contexto es difícil de observar y reproducir en una
congregación a menos que hagamos una exposición amplia y abun­
dante. ¿Significa esto que debo escoger entre un mensaje temático y
uno expositivo? No, porque aunque los dos ciertamente son diferen­
tes en su formato básico, es posible, como veremos más tarde, es­
tructurar una o más ‘'miniexposiciones” en forma de un bosquejo
temático. Hay, por supuesto, un peligro en extraer principios o en
citar versículos fuera de su propio contexto para apoyar mis puntos
(“textos de prueba”). Derivar de lo que algunas veces se da en llamar
una “verdad eterna” o principio es una manera importante de aplicar
la Escritura a nuestra situación actual. Pero es ciertamente posible,
en nuestro deseo de hacer una aplicación contemporánea, represen­
tar equivocadamente el significado del pasaje original. De igual ma­
nera, los textos de prueba tienen su uso, pero debemos estar seguros
de que preservan el significado que tenía en su propio contexto. Los
escritores del Nuevo Testamento a menudo usaron textos de prueba
del Antiguo Testamento independientemente de su contexto, pero
esto fue siempre bajo la inspiración especial del Espíritu Santo. El
Espíritu que inspiró el texto original, y que sabía su propia intención,
fue capaz de evitar que los escritores del Nuevo Testamento lo usaran
equivocadamente. Nosotros, sin embargo, no tenemos la misma ins­
piración y protección de error humano, y por lo tanto debemos tener
mayor cuidado en observar el flujo de pensamiento que se expresa
en el contexto. Por consiguiente, en tanto que “sacar principios” y
presentar “textos de prueba” es, cuando se hace apropiadamente,
una metodología válida, dar una exposición de un solo pasaje es una
manera más segura de presentar la Escritura de acuerdo con su in­
tención contextual que un mensaje temático.
El tercer aspecto de importancia de la predicación expositiva es
que ella satisface las necesidades humanas. En tanto que es verdad
que un mensaje expositivo puede ser exacto sin ser pastoral, la Pa­
labra de Dios es más grande que el sermón. Dada la debilidad del
predicador, es más probable que una explicación de un pasaje hablará
más a las necesidades humanas que lo que una presentación de mis
propias observaciones sobre un tema podría hacerlo. Creo que aquí
hay una aplicación válida de Isaías 55:11. La promesa, que en su
La importancia de la predicación expositiva 19
contexto se relaciona a la proclamación de la profecía, es: “... mi
palabra... hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para
que la envié.” Hay aquí una implicación en cuanto a la eficacia de
la Palabra de Dios para producir las condiciones de su reino, la cual
puede compararse con Romanos 1:16: .. el evangelio... es poder
de Dios para salvación a todo aquel que cree.” Sea que se relacione
a los asuntos de las naciones o a los del corazón humano, la Palabra
de Dios lleva su propia autoridad y poder. No hay en absoluto com­
paración entre la eficacia de incluso el mejor sermón y la Palabra de
Dios en sí misma. Por lo tanto, la exposición fiel de la Palabra de
Dios es la manera más segura de satisfacer la necesidad humana de
esa Palabra. Sin embargo, es necesaria una palabra de precaución en
este punto. Un pasaje seleccionado al apuro, y explotado irreflexi­
vamente por un predicador insensible a las necesidades pastorales,
no es necesariamente la Palabra que Dios quiere usar ese día para
conseguir sus propósitos. El pasaje de Isaías que se ha citado no
garantiza que toda Escritura que se lee en una congregación es aquella
por la cual Dios va a hablar. Quiere decir que la Palabra de Dios es
eficaz para lograr sus deseos y conseguir sus propósitos.
El cuarto aspecto es que la predicación expositiva es importante
porque dirige la atención del oyente hacia la Biblia. El propósito del
predicador no debe ser sencillamente subsanar una necesidad el
domingo por la mañana, sino preparar a la congregación para que
satisfaga sus necesidades durante toda la semana. No debe ponerse
a sí mismo en el lugar de autoridad o de recursos, sino que debe
dirigir la mente y el corazón hacia el Señor. La Palabra de Dios en
sí misma proporciona esa autoridad y esos recursos. El pastor sabio
y humilde mostrará a los que integran su congregación cómo ir a la
Escritura por sí mismos, como entenderla y como aplicarla. Más
adelante consideraremos la función del predicador al modelar el
estudio bíblico, pero el punto aquí es que un sermón expositivo
impresionará más a la congregación con el hecho de que la Palabra
de Dios, no el predicador, es su autoridad y recurso fundamental.
El quinto aspecto es que la predicación expositiva es importante
porque hay una gran necesidad, ampliamente sentida (si bien no
reconocida conscientemente), de la enseñanza de la Palabra de Dios
de una manera que satisfaga las verdaderas necesidades de la gente.
El pueblo de Dios merece sermones mucho mejores que superficiales
o trillados. Está hambriento del verdadero pan. Al mismo tiempo
hay congregaciones que escuchan pacientemente a los graduados de
seminarios, expertos en exégesis y teología, pero que no saben cómo
“poner el bocado al alcance de los pequeños”, de modo que todos
puedan tomar algo. La incapacidad de servir la Palabra de Dios en
20 Cómo predicar expositivamente
bocados pequeños sólo perpetua el hambre. La buena predicación
expositiva no impresiona a la congregación; la alimenta.
Por último, la predicación expositiva puede servir como una pro­
tección importante contra la interpretación impropia de las Escri­
turas. Por varias razones, tales como una pobre preparación bíblica
del predicador, hermenéutica coja, o simple ociosidad, para no men­
cionar la distorsión deliberada, muchas congregaciones actuales es­
tán sujetas a interpretaciones antojadizas e inválidas del texto. La
“espiritualización’’ (derivar una lección espiritual al mismo tiempo
que se pasa por alto el verdadero significado del pasaje) es tan común
como una plaga. Sospecho que como resultado de un modelo pobre
en el púlpito, millares de creyentes “espiritualizan” la Biblia en sus
devociones diarias, en un esfuerzo de “sacar del pasaje una bendi­
ción” para el día. Algunos libros devocionales también sientan un
mal ejemplo en esto. Los calendarios con versículos bíblicos también
contribuyen igualmente, si es que procuran generar algún pensa­
miento devocional desde un versículo separado de su contexto. El
lugar en el cual se puede contrarrestar mejor esta tendencia es el
púlpito, y la manera de contrarrestarla es la predicación expositiva.
Cuanto más cerca se mantenga el predicador al contexto, tanto menos
probable será que “espiritualice” un versículo. La espiritualización
todavía puede realizarse, incluso en la exposición, si el predicador
ignora la verdad e intención expresada en el contexto. Pero si tanto
él como su congregación están alerta, pronto esto se hará evidente,
y se podrá corregir la práctica equivocada.
¿Cuáles son las ventajas de
la predicación expositiva?
En esta sección derivaremos algunas implicaciones ulteriores de
los comentarios hechos previamente, y añadiremos algunas obser­
vaciones prácticas. La diferencia entre la sección previa y la presente
es que la anterior sienta los fundamentos del propósito mismo de la
predicación, en tanto que lo que sigue también incluye lo que pu­
diéramos llamar asuntos de simple conveniencia para el predicador.
La primera ventaja es que podemos tener más confianza de predicar
la voluntad de Dios cuando predicamos su Palabra. La verdadera
exposición aumenta esa confianza y el sentido de autoridad que brota
de ella. “Así dice el Señor” es una afirmación tradicional y resonante.
¡Mejor asegurarnos de que está acompañada por la fiel representación
de lo que el Señor realmente dijo!
La segunda ventaja es una consecuencia de la primera. En la pre­
dicación expositiva nos confinamos a la verdad bíblica. El subjeti­
vismo queda reducido al mínimo. El temor que todos tenemos (o
La importancia de la predicación expositiva 21
deberíamos tener) de subir al púlpito y ser portavoces del error queda
reducido al mínimo cuando sabemos que nuestro sermón es un ve­
hículo para la verdadera Palabra de Dios.
La tercera ventaja es que a medida que predicamos de la Escritura
proclamamos “todo el consejo de Dios” en lugar de exponer nuestro
tema favorito. Por supuesto, siempre se puede torcer un pasaje, dis­
torsionar o enfatizar demasiado una parte, de manera que se repre­
sente mal la verdadera intención y el énfasis del pasaje completo.
Dando por sentado, sin embargo, que la exposición es fiel al texto,
su contexto y su propósito, el sermón debe estar libre de excentri­
cidades personales.
La cuarta ventaja es que el contexto de un pasaje por lo general
incluye su propia aplicación. Esto proporciona dirección sobre cómo
debe aplicarse el pasaje hoy día. Esto requiere estudio serio de las
circunstancias que hay en el trasfondo del pasaje, y del flujo del
pensamiento a través de todo el libro; pero esto ya es parte de la
tarea del expositor. Al permitir que un pasaje cumpla hoy la misma
función que cumplió en su situación original, podemos evitar un
desquiciamiento embarazoso entre el cuerpo del sermón y la con­
clusión. Si conocemos cabalmente cómo funcionó el pasaje en su
ambiente original, no estaremos perdidos en cuanto a cómo hacerlo
“práctico”.
Una quinta ventaja es que las Escrituras a menudo proveen de una
estructura literaria que puede formar la base de un bosquejo para el
sermón. Más adelante aprenderemos cómo observar no sólo el flujo
obvio de cláusula a cláusula, sino también los “modelos” que, al­
gunas veces casi desapercibidos, reflejan los pensamientos y senti­
mientos íntimos del escritor. Estos “modelos” pueden proporcionar
excelentes sugerencias para bosquejos de sermones.
Una sexta y muy provechosa ventaja de la predicación expositiva
es que podemos incluir temas delicados en el curso de una expo­
sición en secuencia, sin ser importunos. Cada pastor sabe cuán difícil
es tratar con ciertos asuntos delicados, especialmente si la congre­
gación los asocia con algunos de sus miembros. La tensión puede
ser mucho menor si tales asuntos son claramente parte del contexto
al que se ha llegado en el curso normal de una serie expositiva.
Además, al tratar estos asuntos a medida que aparecen en la serie,
el predicador tiene una base más amplia que la que podría tener de
otra manera para tratarlos. No necesita tomar tiempo extra para la
orientación del contexto, porque ya ha sido explicado. Si el tema o
asunto es un caso de estudio de un personaje bíblico, tal vez tenga
ya establecido un cuadro general del individuo y haya explicado ya
las circunstancias y sucesos de trasfondo. Si el tema es un asunto
22 Cómo predicar expositivamente
doctrinal o ético, un marco de referencia básico teológico ya está en
su lugar. Consecuentemente, un asunto delicado puede ser tratado
mucho más ampliamente, y en el contexto mucho más amplio de la
Escritura y la teología
Otras ventajas pueden acudir a la mente, pero la última que con­
sideraremos aquí es que la predicación expositiva da al predicador
una excelente oportunidad de modelar el estudio bíblico. Ya hemos
observado que una razón por la cual la predicación expositiva es
importante es que dirige la atención del oyente a la Biblia, antes que
sólo al predicador. Pero los oyentes necesitan saber no sólo que la
Escritura “tiene la respuesta”, sino cómo encontrar esa “respuesta”
por sí mismos. Si salen de la iglesia asombrándose de cuánto el
predicador pudo encontrar en el texto, quizá nunca tengan el valor
de investigar el texto por sí mismos. Si el predicador les muestra
cómo él halló los puntos de su sermón en el texto, tal vez esté
trocando un misticismo fácilmente desechable por una valiosa opor­
tunidad de enseñanza. Si, en el proceso, tiene que sacrificar algo de
la vena del sermón con el fin de exponer el fundamento sólido, bien
vale la pena. Normalmente hasta eso no será necesario, porque al
seguir el flujo del texto puede estar produciendo una mucho mejor
estructura del sermón.
Para abundar un poco más, me gusta visualizar una página gigante
de la Escritura entre la congregación y yo. Hacia mí está el lado con
el texto desde el cual he preparado mi mensaje. Del otro lado está
la traducción o versión que a la mayoría de mi congregación le agrada
leer. Aunque yo puedo haber derivado algunas de mis subdivisiones
a partir del texto griego o de una traducción con la cual la congre­
gación no esta familiarizada, me aseguro de dirigir su atención a la
correspondiente lectura en la versión que ellos conocen. Pienso en
mi sermón como un diálogo, no entre dos, sino entre tres: la con­
gregación, el texto y yo mismo. Trato de hacerle preguntas al texto,
y permitir que él, como si pudiera hacerlo, hable por sí mismo. Al
avanzar en mi sermón, trato de aclarar (desde mi imaginaria gigan­
tesca página de la Escritura) dónde encontré mis divisiones y cómo
llegué a mis conclusiones. Lejos de destruir el diálogo entre el pastor
y la congregación, esto nos mantiene, a las dos partes, conscientes
de que lo que estamos escuchando es la voz de Dios mediante su
Palabra. Si el predicador se somete a la autoridad del texto, y muestra
a la congregación cómo lo entiende, al permitir que el sermón en sí
mismo sea el modelo, habrá recorrido gran trecho en cuanto a pre­
parar al pueblo de Dios para su propia vida y ministerio (Efesios
4:11-13).
El doctor Paul White, el “Médico de la selva”, dijo hace algunos
La importancia de la predicación expositiva 23
años que en los primeros tiempos de la medicina misionera en el
Africa, encontró que era inútil importar camas de tipo occidental
para el hospital de la selva. Los pacientes no estaban acostumbrados
a tal tipo de camas, y cuando retomaban a sus casas, volvían a dormir
en las mismas condiciones insalubres de humedad como antes. Sin
embargo, usando sencillas camas hechas de madera y correas de
cuero fácilmente conseguibles, pudieron modelar para los pacientes
un tipo de cama que podían hacer por sí mismos. Los pacientes,
entonces, retornaban a sus hogares, y por imitación, podían mejorar
las condiciones en que dormían. Un mensaje expositivo es mucho
mejor modelo para el estudio de la Biblia y para aseguramos de la
voluntad de Dios para nuestra vida personal que lo que es un sermón
temático o algún tipo más complejo que no crece simple o directa­
mente del texto bíblico. Todos aprendemos mejor al observar un
buen modelo. El predicador que usa su tiempo y energía para llevar
a cabo clases de métodos de estudio bíblico (dando por sentado de
que tiene tal interés), pero que fracasa por no proporcionar un modelo
en el ambiente más natural que tiene a mano, sus mensajes sema­
nales, difícilmente está actuando sabia o eficientemente.
¿Cuáles son las metas de
la predicación expositiva?
Esencialmente las mismas que las de cualquier otra predicación.
Esto pudiera ser sorprendente porque hay quienes piensan que la
exposición es apropiada principalmente, e incluso únicamente, para
la enseñanza.
La predicación expositiva es un excelente medio de evangeliza-
ción. Muchos piensan erróneamente que hasta que una persona lle­
gue a ser creyente, todo lo que debe dársele es grandes dosis del
evangelio, y nada más que del evangelio. Enseñarle cualquier otra
cosa les parece lo mismo que echar perlas a los cerdos. Este es un
punto de vista extremadamente miope. Cuanto más sepa la persona
al momento de su conversión acerca de la doctrina y la vida cristiana,
tanto más progreso hará en los primeros días de su vida nueva. Una
buena porción de lo que se conoce como seguimiento o conservación
de resultados ya ha tenido lugar. Otra cosa, incluso más importante:
predicar el evangelio en el contexto de la exposición es predicarlo
en forma más completa. El evangelio es en sí mismo básico y simple;
pero da por sentado que ya se sabe una buena cantidad de verdad
fundamental. Predicar pasajes que presentan el carácter y los atri­
butos de Dios, la persona y obra de Cristo, la condición humana y
otras doctrinas, ciertamente no va en detrimento del evangelio. Por
el contrario, lo que hace es preparar el camino para el evangelio,
24 Cómo predicar expositivamente
respaldarlo y abarcarlo. Una de las críticas que con justicia se ha
presentado contra algunas sectas es que sacan los versículos bíblicos
de su contexto.1 Esto puede ser contrarrestado mejor al predicar el
evangelio en su contexto. ¡Cuán insensato y pobre es predicar sobre
Romanos 3:23: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la
gloria de Dios” (¡lo cual no es ni siquiera una frase completa!) de­
jando fuera su contexto, el cual trata de la rectitud de Dios, la jus­
tificación, la redención, la propiciación y el significado de la sangre
derramada de Cristo. Esto no quiere decir que un mensaje debe tratar
de cada uno de estos temas. Lo que significa es que el hecho de la
culpa humana tiene significado sólo en referencia a las otras verdades
presentadas en ese pasaje. De seguro el evangelio es presentado más
exactamente y con una apelación más urgente cuando se presenta
en toda su plenitud. Una de las metas de la predicación expositiva,
y que a menudo es dejada a un lado, es la predicación del evangelio.
Otra meta es ministrar a las necesidades humanas. De alguna ma­
nera hemos caído en la falacia lógica de pensar que si el sermón se
relaciona a las necesidades actuales no puede ser expositivo, y vi­
ceversa. Todo lo contrario. Es cuando separamos un texto o una idea
de su contexto bíblico que incurrimos en el peligro de separarlo
también de su campo de acción real de la vida. Sin excepción, cada
pasaje de la Escritura tiene tal campo de acción. No siempre es obvio,
y tal vez requiera estudiar algo del trasfondo religioso y social de la
situación del autor, de la de los lectores (u oyentes) originales y de
la de las figuras o sucesos en los evangelios y en el libro de Hechos
para poder entenderlo. Incluso aquellos pasajes que parecen ser
impersonales, como algunas porciones en la carta a los Efesios,
que no están claramente ligados a una situación de una iglesia local,
tienen una aplicación personal. Dejar de llevar a la congregación al
escenario del pasaje es una falta en la cual los expositores fácilmente
pueden incurrir. Por alguna razón parece ser más fácil, o más apro­
piado, derivar un principio general que ayudar a la congregación a
identificarse con una situación de la vida o con un personaje en el
contexto del primer siglo del Nuevo Testamento, y tomar decisiones
éticas apropiadas para su propia vida mediante tal identificación.
¿No es acaso la predicación expositiva, hecha apropiadamente, el
mejor vehículo para ayudar a nuestros contemporáneos a descubrir
cómo Dios satisfizo las necesidades, y dio guía en las oscuras ex­
periencias de gente “semejante a nosotros” (Santiago 5:17)?
Con seguridad una meta similar es declarar la voluntad de Dios
para su pueblo, su Iglesia. Pero una de las más grandes faltas nuestras
es buscar esa voluntad en un versículo aislado, al cual se llegó tal
vez al azar. El problema que yace debajo de esto es que fracasamos
La importancia de la predicación expositiva 25
al no darnos cuenta de que la necesidad de guía para una decisión
específica en nuestra vida rara vez existe de manera aislada. A me­
nudo va ligada a un sinnúmero de sucesos, con principios éticos de
amplio alcance, y con las metas de nuestra vida. Con frecuencia tales
decisiones afectan también la vida de otros. Nuestra necesidad más
grande es conocer los caminos de Dios. Es decir, necesitamos conocer
el carácter de Dios y la manera en que a través de los siglos El ha
ejecutado su voluntad. Moisés oró: “Te ruego que me muestres ahora
tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos” (Exodo
33:13). Juan nos dice que cuando Jesús y sus discípulos vieron los
millares de personas que se habían reunido para escuchar sus en­
señanzas, Jesús le preguntó a Felipe: “¿De dónde compraremos pan
para que coman éstos?” Para entonces Felipe ya había estado con
Jesús suficiente tiempo como para haber aprendido algo en cuanto
a sus “caminos”. Debía haber sido capaz de saber lo que Jesús podía
hacer, lo que había hecho en circunstancias parecidas de necesidad
humana, y lo que sería característico que El haría en esa situación.
La exposición continua y fiel de la Palabra de Dios debería prepa­
ramos hoy para tomar decisiones basadas en nuestro conocimiento
de los “caminos” de Dios.
Otras metas pueden mencionarse, y muchas más se verán cuando
analicemos la “función” de un pasaje en su situación bíblica y actual.
En general, sin embargo, podemos decir que la predicación exposi­
tiva debe motivamos en tales asuntos como la fe, la obediencia y el
crecimiento espiritual. ¿De qué manera viene la fe por el oír (Ro­
manos 10:17)? En ese contexto Pablo ha estado hablando de la “pa­
labra de fe” que está disponible de inmediato para nosotros. No es
necesario hacer un gran esfuerzo para alcanzar a Dios, porque El ha
puesto su Palabra salvadora cercana a nosotros. Por cierto, si desea­
mos estimular la fe o cualquier otra respuesta deseable del corazón,
el medio más seguro es hacer más cercana la Palabra de Dios. De
igual manera, cuando explicamos la Escritura, debemos hacerlo con
objetivos específicos de respuesta espiritual en mente. Uno de los
sustitutos más comunes para la predicación expositiva es lo que yo
llamo en otros lugares simple descripción. Es posible presentar un
pasaje en forma exacta y ordenada, despertando gran interés y apre­
ciación de parte de la congregación, pero de una manera totalmente
sin objetivo. El sermón concluye, el culto se acaba y la congregación
se va, sin ninguna motivación para cambiar su vida de ninguna
manera. Tal vez eso haya sido exposición, pero ciertamente no pre­
dicación expositiva.
Cuando consideramos las metas en conexión con la predicación
expositiva, pensamos naturalmente en la enseñanza de la doctrina
26 Cómo predicar expositivamente
o la teología. El ejemplo más común es probablemente la reafirmación
de las doctrinas que se hallan en las epístolas paulinas. Mientras que
es tarea continua del teólogo sistemático sintetizar las verdades bí­
blicas y colocarlas en interacción significativa con las estructuras
contemporáneas de pensamiento, y en tanto que la teología siempre
debe informar y corregir nuestra predicación, la mejor comunicación
de las verdades divinas no siempre se da mediante proposiciones.
Al permitir que la Escritura enseñe la verdad en el contexto en el
cual fue dada originalmente, usamos al mismo tiempo un excelente
método de enseñanza. En un sentido, al enseñar la doctrina mediante
la predicación expositiva estamos usando una variación del método
de estudio de casos. En lugar de hacer subjetiva la verdad, intentando
explicarla en términos de la vida contemporánea, ¿no es mejor ha­
cerla objetiva en el contexto de la Escritura, y luego aplicarla a la
vida contemporánea? La Palabra de Dios es verdad (Juan 17:17). ¡Qué
mejor manera de enseñar la verdad que enseñar la Palabra! Además,
trasmitir y presentar a la congregación la verdad encerrada en el
pasaje requiere planeamiento deliberado de parte del predicador.
Una preparación descuidada puede pasar por alto no sólo variaciones
sutiles del significado, sino también afirmaciones intrépidas acerca
de Dios y su mundo, no necesariamente en declaraciones preposi­
cionales, sino de otras maneras igualmente claras. La enseñanza doc­
trinal debe siempre estar en la mente como meta de la predicación
expositiva.
Nuestro descuido típico contemporáneo de la adoración también
se refleja en la predicación. Una meta del sermón, y sin duda la más
elevada, debe ser la adoración a Dios y la exaltación de su nombre.
El sermón tiene un lugar central en la liturgia reformada. La clase
apropiada de sermón puede tener un lugar muy significativo en la
adoración en cualquier iglesia cristiana. Lamentablemente, el sermón
se preocupa tan a menudo sólo en la condición humana, que su
función como un medio de adoración es relegado a un plano muy
secundario. Predecesora a esta situación, si acaso no su causa, es la
falta de admiración y reverencia en los estudios de teología en el
seminario. Si en nuestra experiencia en el seminario Dios es nada
más que un tema de debate, Dios será entonces sólo un tema más en
nuestra predicación. Cuando dejamos de reconocer la santa presencia
de Dios en su propia Palabra corremos gran riesgo. La fatal expe­
riencia de Uza, que tocó el arca para sostenerla (2 Samuel 6:6, 7),
puede darnos una buena lección aquí. El Antiguo Testamento enseña
claramente que Dios es conocido por su nombre y exaltado por su
nombre. Sugiero que en cierto sentido las Santas Escrituras presentan
el nombre de Dios a medida que revelan su carácter y sus atributos
La importancia de la predicación expositiva 27
santos. Si mi sermón no da “a Jehová la gloria debida a su nombre”
(Salmo 29:2), ha fracasado por no alcanzar su meta primordial. La
predicación expositiva debería dirigirnos a la Palabra; la Palabra
debería dirigirnos a Dios. Estar en la presencia de Dios exige que lo
adoremos.
¿Cuáles son las dificultades de
la predicación expositiva?
En tanto que algunas de las ventajas mencionadas anteriormente
en realidad hacen que la predicación expositiva sea más fácil que
otros tipos (por ejemplo, al proporcionar un bosquejo ya listo in­
corporado en el pasaje), no hay duda de que esta clase de predicación
contiene algunas dificultades peculiares.
La más obvia es que exige un estudio minucioso del pasaje. No
estamos en libertad de examinar superficialmente algún versículo
usado con anterioridad, o escoger al azar algunas doctrinas favoritas
que encontramos aquí y allá. Por honor estamos obligados a hacer
lo posible por lograr una buena comprensión de todo el pasaje. No
podemos descuidar palabras significativas, ni la construcción sin­
táctica ni las doctrinas destacadas. Una de las etapas finales en la
construcción de un órgano es “afinar” los tubos. Debido a que los
tubos son de diferente material, tamaño, y se hallan colocados en
distintas posiciones, si se afinan incorrectamente sonarían en forma
desigual. El artesano experto, que da los toques finales a la instala­
ción, necesita afinar los tubos para hacer que suenen melodiosamente
y en forma equilibrada. Un sermón que adolece de adecuada pre­
paración de todas las partes del pasaje resultará sin equilibrio. Puede
quedar distorsionado no sólo algo de la belleza sino, peor aun, algo
de la verdad.
No hay que exagerar las dificultades que se enfrentan en la pre­
paración de un pasaje, pero sospecho que muchos predicadores po­
nen demasiado esfuerzo innecesario en su preparación. Estoy con­
vencido de que la clase de instrucción exegética que muchos
estudiantes han recibido en el seminario los deja pensando que la
preparación exegética de un sermón consiste en hacer un análisis
de los vocablos, diagramarlos y estudiarlos a profundidad. En con­
secuencia, dedican una cantidad extraordinaria de tiempo al estudio
de los detalles, en tanto que el estudio relativamente más productivo
del pasaje en términos de su estructura literaria, el flujo del pensa­
miento, y cosas por el estilo, queda descuidado. No hay manera más
segura en los seminarios para desalentar la predicación expositiva
que la pedantería del profesor o el penoso trabajo de parte del es­
tudiante. La meta de este libro es cerrar la brecha entre la exégesis
28 Cómo predicar expositivamente
y la homilética. La brecha es más grande de lo que debería ser, por
la manera limitada y académica en que muchos estudiantes aprenden
la exégesis griega. Más adelante se dan sugerencias para remediar la
situación.
Una segunda dificultad, relacionada con la primera, es la necesi­
dad de observar sólidos principios de hermenéutica. En realidad,
esto debería hacerse cualquiera que sea la clase de sermón que uno
predica, porque cualquier sermón incluye (o debe incluir) la ense­
ñanza de la Escritura. Sin embargo, si el sermón es expositivo, cual­
quier equivocación hermenéutica puede desquiciar toda la pre­
sentación, y resultar en predicar un error. El predicador debe haber
estudiado un buen curso de hermenéutica en el seminario. Debe tener
presente lo que ha aprendido, repasar sus libros de texto y sus notas,
o, si no ha tenido tal curso, por lo menos leer un buen libro sobre
hermenéutica antes de intentar la predicación expositiva.2
Otra dificultad semejante es que la buena predicación expositiva
requiere constante atención al contexto más amplio del libro e in­
cluso del cuerpo de escritos (por ejemplo, los escritos paulinos).
Necesitamos aseguramos de que estamos representando apropiada­
mente la enseñanza del escritor, y no sacando conclusiones super­
ficiales, y por lo tanto erradas, de un pasaje aislado. En forma similar,
la exposición de uno de los evangelios será enriquecida en la medida
en que observo la contribución particular de ese evangelio en com­
paración con los otros. La crítica de la redacción puede ser de gran
ayuda en este punto. Cuando pensamos en la crítica de la redacción
en su forma más escolástica, o sea, escarbando por ocasiones en los
evangelios, en las cuales el escritor de un evangelio en particular ha
distorsionado la tradición, o añadido ideas de su propia cosecha, sin
que sea parte de la verdadera tradición de las palabras y obras de
Jesucristo, natural y lógicamente vemos poca o ninguna ayuda (y
muchos problemas) para el predicador. Sin embargo, cuando la ve­
mos y la empleamos como un medio de observar la perspectiva
singular de cada escritor de los evangelios acerca de la persona, la
enseñanza y la obra del Señor Jesucristo, bajo la guía del Espíritu
Santo, tenemos a mano una disciplina muy valiosa para la predi­
cación expositiva.
Cuanto más extensa y concienzudamente haya estudiado todo el
Nuevo Testamento, tanto mejor informado estará el predicador y más
rico deberá ser su mensaje. Esto no significa que constantemente
estará refiriéndose a otros pasajes. Esto puede perturbar el hilo del
pasaje que se tiene entre manos, y dar un modelo pobre de estudio
bíblico. (Muchos estudios bíblicos fracasan debido a la constante
distracción de las referencias cruzadas.) El predicador sabio y ex-
La importancia de la predicación expositiva 29
perimentado sabe cómo tejer la trama de su sermón a partir de la
información contenida en el pasaje, entrelazándola con hilos com­
patibles tomados de otros pasajes relevantes.
Una cuarta dificultad en la predicación expositiva es que para ser
fiel al texto original debe prestar atención a la forma literaria (na­
rrativa, parábola, poesía, etc.) del pasaje y de su contexto. Más ade­
lante veremos cuán importante es esto. Por ahora simplemente ob­
servemos que hay ocasiones en las cuales la forma, o el género, de
cierto pasaje es parte del mensaje. Esto es quizá más obvio cuando
estamos predicando sobre una parábola o alguna otra figura del len­
guaje, pero está confinada a tales casos. Por ejemplo, antes de poner
mucho énfasis en las palabras de saludo, o en la oración de apertura
de una carta paulina, debemos saber algo en cuanto a los conven­
cionalismos literarios que se empleaban en el primer siglo al escribir
cartas. No digo esto para desanimar a nadie en la realización de la
tarea, por implicar que ella requiera un experto, sino para llamar la
atención al hecho de que la Biblia es literatura. Como cualquier otra
literatura, sigue o se aparta de los convencionalismos de su tiempo.
Afortunadamente, los buenos comentarios explican tales asuntos. Mi
ruego aquí es sencillamente que prestemos atención a tales obser­
vaciones cuando éstas ocurren en los comentarios, en lugar de de­
secharlas como simplemente académicas. Saber que Pablo transfor­
ma un convencionalismo epistolar en un saludo distintivamente
cristiano (por ejemplo: “Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro
Padre y del Señor Jesucristo” Efesios 1:2) nos dice mucho en cuanto
al escritor y su mensaje.
La última dificultad que queremos mencionar en este punto es la
que tiene que ver con el enlace del pasaje a las necesidades de la
congregación. Un predicador que predica temas, que selecciona un
tema fresco semana tras semana, posiblemente puede ponderar más
las necesidades pastorales actuales de la congregación que lo que
puede hacerlo un predicador expositivo, puesto que para éste el tema
está ya bastante bien delimitado por el próximo pasaje en una serie.
El remedio para esto incluye varios ingredientes. Uno es ejercer cui­
dado inicialmente, al seleccionar el libro en sí mismo, teniendo en
mente los varios temas de los que tratará. Otro es observar la función
de cada sección en su ambiente original. Un tercero es tener presente
que el mismo pasaje, aun cuando tiene una sola interpretación exe-
gética básica, puede ser aplicado con integridad de varias maneras.
La oración de Pablo en Efesios 3, por ejemplo, puede ser predicada
como un ejemplo de oración, como una doctrina, como una contri­
bución al hilo del pensamiento en Efesios, o en forma específica con
respecto a la necesidad personal a la que se dirige, todo sin hacer
30 Cómo predicar expositivamente
violencia al texto y sin ignorar su significado básico en ese contexto
El predicador que no está dispuesto a llevar sus preocupaciones
pastorales a su estudio será un simple erudito, y no un sanador de
almas en su pulpito. Las preocupaciones pastorales, como cualquier
otra carga, es, por definición, muy pesada. No se aligera al escoger
el método expositivo de predicación. Por el contrario, el expositor
necesita tener inclusive una conciencia mayor de tal carga para no
olvidarla.
Lo que no es la predicación expositiva
Indudablemente, muchos participamos de la estimación bastante
común de la predicación expositiva. Sabemos que la gente que tiene
hambre de la Palabra de Dios la quiere. Tal vez hemos notado que
algunas de las iglesias con mayor asistencia son aquellas cuyos pas­
tores son expositores. Pensamos en G. Campbell Morgan, Martin
Lloyd-Jones, John R. W. Stott, y sentimos el deseo de imitarlos. De
alguna manera, no obstante, sentimos (y peor, también nuestras con­
gregaciones) que algo hace falta en nuestro intento de predicar ex­
positivamente. Recuerdo a un predicador, merecidamente popular,
que le dijo a su congregación una mañana que su mensaje iba a ser
expositivo. Empleó no poco tiempo ensalzando la predicación ex­
positiva. Pero entonces procedió a predicar lo que, a pesar de sus
buenas intenciones y muchas cosas valiosas, no fue sino una colec­
ción de pensamientos espirituales que de cuando en cuando conec­
taba peregrinamente a alguno de los versículos del pasaje. AI final
el oyente tenía muy poca idea de la dirección y enseñanza básica
del pasaje en sí mismo. Algunas veces la manera en que tratamos
un pasaje no es más fiel a su significado que aquella que usan algunas
de las sectas que criticamos. Son nuestras convicciones evangélicas
y nuestra conciencia doctrinal lo único que evita que empleemos
mal el pasaje al punto de la herejía. Lamentablemente, esto puede
ocurrir incluso bajo el ropaje de predicación expositiva. Algo peor
todavía es que puede ocurrir incluso aun cuando tengamos la im­
presión de que estamos predicando expositivamente sólo porque
tenemos un pasaje abierto delante de nosotros, y nos referimos a él
con frecuencia durante el sermón. Tal vez algunos ejemplos pueden
aclarar estas cosas.
La predicación expositiva no es una exégesis versículo por ver­
sículo. La mayoría de los expertos y predicadores de la Palabra hacen
una distinción entre la exégesis y la exposición. Algunos comentarios
tienen secciones separadas para las dos, aunque aun en tales casos
la distinción puede ser seriamente nebulosa. La diferencia no es
sencillamente que la exposición puede tener algunas ilustraciones
La importancia de la predicación expositiva 31
y una aplicación como conclusión. El paquete entero, envoltorio y
contenido, es diferente. En la exégesis se estudia cada parte de la
oración griega, haciendo cuidadoso análisis tratando de entender con
exactitud cada verdad que se presenta. En gran medida esto es hecho
renglón por renglón. En la predicación expositiva, por otro lado, se
estudia el pasaje como un todo, dando atención al hilo del pensa­
miento y a la secuencia de los sucesos. La función del pasaje en su
ambiente original es puesta frente al ambiente de la congregación.
Las necesidades de la congregación son colocadas frente al pasaje
para ver qué relevancia pueden tener sus enseñanzas a las preocu­
paciones pastorales. Como vimos en las ilustraciones al principio,
un sermón puede ser realmente expositivo aun cuando no siga rí­
gidamente el orden del pasaje, siempre y cuando explique y aplique
el texto. Por el contrario, un sermón puede seguir tesoneramente el
texto y no conducir a ninguna parte en lo que respecta a las preo­
cupaciones pastorales. Tal sermón no es expositivo. En años pasados
(espero que ya no) a menudo hice exégesis en el púlpito, en gran
medida debido a que me daba cuenta del hambre profunda y exten­
dida por la enseñanza de la Palabra de Dios. Finalmente me di cuenta
de que uno puede enseñar y a la vez fracasar por no alimentar ni
inspirar. Pienso (y otra vez, así lo espero) que mis sermones actuales
no son menos informativos sino mucho más beneficiosos y de ayuda.
La predicación expositiva no es sencillamente un comentario de
corrido. No es una serie de pensamientos sueltos, sin mayor conexión
real al pasaje, y que adolece por la falta de estructura homilética y
aplicación apropiada. Tal procedimiento es menos riguroso que la
exégesis o la exposición, y puede ignorar importantes aspectos de la
forma, estructura, semántica e hilo del pasaje. Los otros comentarios
en cuanto a la exégesis versículo por versículo, ya indicados ante­
riormente, también se aplican aquí.
La predicación expositiva no es el examen de un pasaje que se
hace en puntos o subdivisiones. Por eso quiero indicar las presen­
taciones típicas, tales como: “1. La contención de Saulo, 2. La con­
versión de Saulo, 3. La comisión de Saulo” (Hechos 9:1-19). En mis
propios círculos pienso que he escuchado más sermones de este tipo
que de cualquier otro. Suenan muy bíblicos porque se basan en un
pasaje de las Escrituras, pero su error básico es que tienden a ser
más bien descriptivos antes que pastorales. Les falta una meta clara
o una aplicación práctica. Es posible que la congregación se quede
sin ninguna idea de lo que el pasaje está tratando, y sin haber recibido
ninguna enseñanza clara en cuanto a Dios o a sí misma. Todo tiende
a estar en tercera persona. Me abstengo de comentar sobre la alite­
ración. Esta clase de predicación puede ser útil para que sea más
32 Cómo predicar expositivamente
fácil recordar. Sin embargo, tal vez atraiga demasiado la atención
hacia la capacidad del predicador más bien que a la intención y el
significado de las Escrituras. Hay otros peligros incluso más serios.
La búsqueda de un bosquejo memorizable puede llevar fácilmente
al predicador a ignorar ciertas partes del texto, sencillamente porque
no encajan fácilmente en tal esquema. Hay el peligro, por tanto, de
omisión. Aún más, hay el peligro del desequilibrio. El predicador
puede aprovechar un detalle relativamente subordinado del pasaje,
y darle prominencia porque se ajusta a su bosquejo, a costa de alguna
parte vital del pasaje que tiene la mala fortuna de no encajar en su
esquema. Otro peligro adicional es que puede cegar al predicador
con respecto a ciertas relaciones internas, ideas, doctrinas y otros
detalles importantes del pasaje, y consecuentemente ocultarlos de
la congregación. Elementos de composición lógica tales como los de
causa y efecto pueden perderse completamente en tal examen hecho
en subdivisiones.
Desde el punto de vista homilético, esta clase de sermón puede
parecer mejor que una exégesis versículo por versículo o un comen­
tario de corrido, pero tal vez no lo sea. El ejemplo que mencioné de
Hechos 9 es estéril. No logra poner al oyente y al texto en una relación
vital mutua. El oyente es nada más que eso: oyente. Se sienta pasi­
vamente, escuchando una descripción verbal de la experiencia de
Pablo. Esa experiencia es uno de los sucesos más vividos, emocio­
nantes y significativos del Nuevo Testamento; pero no lograrán en­
señar nada, ni motivar ni tener ningún impacto siquiera a menos que
sus elementos sean aplicados pastoralmente. El estudio en subdi­
visiones, o titulares, si es simplemente descriptivo, no es ni buena
predicación expositiva ni buena homilética.
Casi no hay necesidad de abundar más en este catálogo de intentos
marginales o sustitutos de la predicación expositiva. Podemos hablar
de otros dos tipos, en polos opuestos el uno del otro, y simplemente
aplicar algunas de las observaciones indicadas arriba. En un extremo
está el sermón que consiste nada más que en comentarios sueltos de
algunos versículos selectos. Este es el más subjetivo, faltándole tanto
la estructura como la autoridad del pasaje como un todo, por un
lado, y la estructura y el valor comunicativo de la integridad ho­
milética, por el otro. En el otro extremo está el sermón cuyo bosquejo
sigue rígidamente las principales cláusulas del pasaje. Esto puede
parecer ser fiel al pasaje; pero, como vimos en las ilustraciones del
principio, es posible que se escapen los principales puntos lógicos,
que quizá no estén expresados en las clásulas principales. Es posible
que homiléticamente no sea nada mejor que el examen en subdivi­
siones si no logra compaginar en forma pastoral la situación de la
La importancia de la predicación expositiva 33
vida de la Escritura con la de la congregación.
Los sustitutos de la predicación expositiva mencionados a menudo
comparten dos faltas básicas. (1) Pueden fracasar en ser fieles al
énfasis, doctrina y función del pasaje. (2) Pueden fracasar por no
poseer las cualidades que harían un mensaje homiléticamente sólido
y pastoralmente aplicado.
¿Cómo puede hacerse contemporánea
la predicación expositiva?
La pregunta implica que no lo es. Esto puede llevarnos a inferir
que la Palabra de Dios no es relevante. El clamor por predicación
relevante ha sido escuchado ya por varias décadas. Desafortunada­
mente ha habido una reacción a ello, y se ha escuchado a algunos
predicadores decir que la Palabra de Dios no necesita ser hecha
relevante; que ya es relevante. ¡Por supuesto que lo es! Pero el Nuevo
Testamento es un libro del primer siglo, escrito en un lenguaje ex­
traño a los ciudadanos del mundo occidental y procedente de una
cultura del Cercano Oriente. Nosotros no tenemos el mismo tras­
fondo, ambiente, emociones y otras características similares que te­
nían los oyentes originales de la Palabra.
Ha habido bastante estudio, en años recientes, relativo a la com­
prensión de los textos antiguos. Los principios de hermenéutica se
han expandido con nuevos conceptos e incluso nuevas presuposi­
ciones filosóficas. Se nos ha advertido que es demasiado fácil ver
las Escrituras a través de la criba de nuestro propio entendimiento.
Mucho se está escribiendo con relación a cuán lejos podemos ir, y
en qué direcciones, al adaptar las imágenes y terminología al am­
biente cultural de una nación, de una tribu o de un grupo actual.
Las cuestiones son complejas, suficientemente difíciles para el es­
tudioso, pero casi imposibles para aquel cuya educación previa no
incluye el debate contemporáneo y reciente con respecto a estos
asuntos, en sus aspectos filosófico, lingüístico y literario.
Bajo la superficie de la discusión se halla la idea de que jamás
podremos arribar al verdadero significado del texto porque nuestro
“horizonte” nos impide alcanzar una percepción nada distorsionada
del “horizonte” del escritor bíblico.3 “Horizonte” en este sentido
expresa el límite de nuestra percepción y conocimiento, así como el
horizonte literal marca el límite hasta donde puede llegar nuestra
visión de la superficie de la tierra. Cuando un lector se acerca a un
libro que fue escrito y leído en un tiempo, lenguaje y cultura diferente
de la suya propia, estas “brechas” (para cambiar la imagen por un
momento), hacen difícil que entienda el mensaje en la misma manera
como lo entendieron los lectores originales. No acepto la idea de que
34 Cómo predicar expositivamente
la tarea de “fundir” los “horizontes” bíblico y contemporáneo sea
tan difícil como para hacer inútil el intento.
En realidad, el expositor debe también tratar con las realidades de
diferentes “horizontes” incluso de su propio tiempo. Sabemos que
la palabra “padre”, por ejemplo, significa algo completamente di­
ferente en Africa, Alemania, China, los Estados Unidos, o América
Latina. Incluso aun en la misma ciudad un niño de una familia pobre,
abandonada por el padre, puede tener una percepción y sentimientos
en cuanto a un “padre” completamente diferentes que los que tendrá
el hijo de una familia de la clase pudiente y acomodada.
Uno pudiera pensar que tales brechas hacen irrelevante la predi­
cación expositiva y que constituyen un obstáculo para la comuni­
cación pastoral. El hecho es más bien que la buena predicación ex­
positiva ayuda a cerrar la brecha entre el antiguo mundo romano y
el nuestro. Lo hace a condición de que: (1) el predicador tenga co­
nocimiento de las dos culturas y los dos horizontes; (2) haya hecho
“su tarea”, estudiando todo lo que pueda en cuanto al trasfondo y
el recuadro conceptual del pasaje (incluso un breve vistazo a un
diccionario o enciclopedia bíblicos puede proporcionar valiosas
perspectivas); (3) tome en cuenta el nivel de conocimiento bíblico,
experiencia con el cristianismo y la subcultura evangélica, el nivel
educativo, y el ambiente socio-cultural de su congregación; y (4)
lleve con cuidado a su congregación al ambiente del pasaje entre
manos antes de derivar principios.
Esta tarea no es tan difícil para el expositor del Nuevo Testamento
como lo es para el del Antiguo, el cual es aún más remoto en tiempo
y costumbres. Sin embargo, las aparentes similitudes pueden ser
engañosas. Cualquiera que ha vivido en Europa puede testificar del
número de costumbres y perspectivas que son muy diferentes a las
que imperan en los Estados Unidos, por ejemplo, aunque ambos
sectores pertenezcan al mundo occidental. Un buen ejemplo de esto
son los conceptos totalmente distintos en cuanto al tiempo.
Una vez que se han reconocido las diferencias, y uno ha “vivido”
en el ambiente bíblico en que tiene lugar el pasaje que se estudia, el
predicador necesita analizar cuidadosamente y “sentir” interna­
mente el significado de los acontecimientos, las palabras (y más que
las palabras, las unidades semánticas como, por ejemplo, las frases),
las descripciones de los personajes, las enseñanzas y cosas similares,
mirándolas todas ellas en el propio ambiente de las mismas. Luego
necesitará decidir lo que más se aproxima a esto en el ambiente en
que vive. Esta es la misma ruta que debe tomar la persona que está
haciendo una traducción dinámica de las Escrituras, o de cualquier
La importancia de la predicación expositiva 35
otra obra antigua. Ejemplos específicos de esto se verán más adelante
en este libro.
¿Cuáles son, en resumen, las características
de un buen mensaje expositivo?
Primera, comunica fielmente el mensaje básico de un pasaje
bíblico.
Segunda, comunica bien ese mensaje, empleando estructura y de­
talles que son apropiados tanto para el pasaje como para el ambiente
y los objetivos del sermón.
Tercera, atiende las necesidades reales de la congregación de una
manera compatible con el propósito y la función del pasaje en su
ambiente original, y es predicado por un siervo de Dios lleno e
inspirado por su Espíritu.
Podemos simplificarlo aún más al identificar tres preocupaciones:
1. Hermenéutica (la preocupación bíblica del maestro)
2. Homilética (la preocupación práctica del predicador)
3. La Necesidad Humana (la preocupación personal del pastor)
El bosquejo más lacónico de estos tres sería:
1. Datos
2. Forma
3. Función
El fracaso de los intentos de predicar expositivamente se deben,
según puedo observar, a la falta de una o más de estas características.
Son como una silla de dos patas, inestable en su mejor aspecto,
peligroso en el peor.
No tengo conocimiento de ningún libro que intente lograr un equi­
librio entre estas tres características, y que proporcione una buena
base exegética que sea útil para los predicadores, estén o no fami­
liarizados con el texto griego.
Para cambiar la ilustración, el enfoque que se hace aquí puede
compararse al puente Triboro de la ciudad de Nueva York. Ese puente
conecta los tres distritos de la ciudad: Manhattan, Bronx y Queens.
Por medio de él uno puede cruzar de uno de ellos a cualquiera de
los otros dos. Así el predicador, durante su preparación, debe “cru­
zar” entre los tres aspectos de los datos, la forma y la función, tra­
bajando constantemente con cada uno, en equilibrio con los otros
dos. El extremo del puente que más fuertemente recorreremos en
este libro es el exegético, pero el equipaje que se toma allí será
entregado constantemente a cada uno de los otros extremos, el ho-
milético y el pastoral. Debemos mantener el puente abierto en todas
las tres direcciones, si vamos a ser verdaderos maestros, predicadores
capaces y pastores fieles.
36 Cómo predicar expositivamente
He hecho una lista de los tres aspectos de modo de concluir con
"función”, porque normalmente pensamos en la aplicación como la
parte final del sermón. Para propósitos de la preparación del sermón,
sin embargo, la función del pasaje bíblico en su contexto y la apli­
cación del texto a las necesidades congregacionales deben ser con­
sideradas antes de estructurar el sermón. Por lo tanto, el orden que
se sigue en las siguientes páginas de este libro será: datos, función
y forma.
Segunda Parte

LA PREPARACIÓN
DEL TEXTO
Capítulo dos

Los datos:
Exégesis práctica

Examine el contexto
Aun cuando es posible que estemos conscientes de la necesidad
de observar el contexto, puede ser que algunos necesitemos ampliar
nuestros horizontes en cuanto a la clase de información que debemos
buscar en el contexto. Debemos también tener presente que el tras-
fondo social y religioso es parte del “contexto”.
Observe el trasfondo
Uno de los aspectos más emocionantes del estudio actual del
Nuevo Testamento es la reconstrucción del trasfondo social de los
evangelios y las epístolas. Este estudio es mucho más amplio que
las investigaciones anteriores, las cuales por lo general han estado
limitadas a ciertos pasajes problemáticos (por ejemplo, el velo que
usaban las mujeres, según 1 Corintios 11). Estudios recientes van
desde los intentos de reconstruir el trasfondo social que motivó la
escritura de los evangelios, hasta estudios sobre Pablo y la cuestión
de los estratos sociales en Corinto, para nombrar algunos.4 Tal in­
formación no sólo nos ayuda a guiar la interpretación del pasaje,
sino que también proporciona excelentes ilustraciones para el ser­
món. Muchos sermones son ricos en ilustraciones contemporáneas
(como deben serlo), pero carecen de la forma patética en lo que se
refiere a la vida, los sucesos, las tensiones, las emociones, las per­
sonalidades y otras cuestiones que contribuyen al color del trasfondo
del Nuevo Testamento. Mientras que es cierto que el predicador
promedio tiene poco tiempo y oportunidad para leer la mayoría de
los libros y revistas más recientes en cuanto a estos temas, por lo
menos puede buscar con regularidad referencias en una buena en­
ciclopedia o diccionario bíblicos. En la actualidad hay una gran
40 Cómo predicar expositivamente
diversidad de obras,8 y el no usarlas empobrece al predicador y a su
congregación.
Hechos 16 nos provee de un excelente ejemplo de cómo puede
ayudarnos la información del trasfondo. Geográficamente, Filipos se
hallaba situada en la ruta de Asia Menor hacia Grecia. Esto es parte
de la transición en la obra misionera del Este hacia el Oeste, y también
la primera parada principal después de la visión del “varón mace­
dónico” que tuvo Pablo en Troas. Era una colonia romana, y una
ciudad destacada. Tendría, sin duda, fuertes costumbres locales,
aparte de la individualidad propia de una "colonia” (en este caso,
habérsele concedido una situación especial cuando un elevado nú­
mero de combatientes que regresaban de la guerra se establecían allí).
Tenía fuertes contactos con Roma. Pablo, por lo tanto, era muy vul­
nerable como extraño, pero protegido como ciudadano. Su insisten­
cia en ciertos derechos como ciudadano romano fue prontamente
atendida (v. 37). No había allí sinagoga judía, un hecho que tal vez
refleja cuán pocos judíos había en esa región, en contraste con la
mayoría de las otras ciudades que Pablo había visitado. Las misiones
principales de Pablo fueron llevadas a cabo en ciudades con una
numerosa población judía, tanto como con gran actividad comercial,
buenas carreteras a otras ciudades, y una guarnición de tropas ro­
manas. Aquí, al parecer, no había ni siquiera diez hombres judíos,
que era el número mínimo requerido para establecer una sinagoga.
Las mujeres se reunían fuera de las puertas de la ciudad para la
oración. Esto era en parte por la costumbre, y tal vez también porque
los romanos preferían conservar los cementerios y los cultos religio­
sos foráneos fuera de los límites de la ciudad, puesto que ambas
cosas les eran repulsivas. Esto también dice algo en cuanto a la
recepción que era más probable que Pablo recibiera en su calidad
de misionero extranjero. Lidia era de Tiatira, una ciudad famosa por
su tintura púrpura. Uno queda con la impresión de que era una mujer
de empresa. Rápidamente ella se convirtió en creyente, como lo hizo
más adelante el carcelero en el mismo capítulo. Al parecer respondió
toda su familia (como también la del carcelero). Esto era natural en
épocas en que la familia era una unidad grande (una “extensa fa­
milia”, más los esclavos y otros) y la tendencia era secundar la de­
cisión del jefe de familia cuando éste tomaba una decisión. (Cuando
consideramos las primeras “iglesias cristianas en hogares” no de­
bemos pensar en las familias minúsculas del día de hoy, en las cuales
sólo hay uno o dos padres y dos o tres hijos.)
La muchacha esclava en el mercado ejercía un trabajo común y
lucrativo en aquellos días: adivinar la suerte. Hay muchas historias
en cuanto a adivinos ambulantes. Era una esclava, tanto como lo
Los datos: Exégesis práctica 41
eran muchos (en Roma quizás un tercio de la población era esclavo).
Su pregón no era para respaldar a Pablo y Silas, como pudiera parecer
a primera vista, sino una advertencia contra ellos. Su descripción
nos puede sonar como terminología cristiana, pero términos tales
como “salvación”, y “el Dios Altísimo”, eran comunes entre los no
cristianos. Aunque lo que ella decía era verdad, no provenía de una
fe personal sino de una influencia demoniaca. El escritor satírico
Luciano, en su obra “Alejandro el falso profeta”, nos provee de una
interesante perspectiva en cuanto a la práctica de decir la suerte, y
las ganancias monetarias que esto producía. Con la pérdida de in­
gresos, después del exorcismo de la muchacha esclava, sus propie­
tarios trajeron a Pablo y a Silas al foro (el centro de actividades en
una ciudad antigua), delante de las autoridades. Debido a la gravitas
romana, aquella sobria dignidad que hacía a los romanos intolerantes
de las religiones orientales estáticas o inmorales, y debido a la re­
verencia por las leyes y costumbres antiguas, incluyendo las tradi­
ciones religiosas estables, las autoridades locales se sentían in­
cómodas en cuanto a los cultos foráneos. Esto explica la acusación:
“Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad, y enseñan
costumbres que no nos es lícito recibir ni hacer, pues somos roma­
nos” (w. 20, 21). Pablo y Silas fueron echados en la cárcel después
de ser azotados. El lector moderno quizá se pregunte asombrado por
qué no hubo juicio, y necesita que se le informe que en los tiempos
antiguos la gente podía ser echada en la cárcel o metida en calabozos
sin ningún juicio ni sentencia. No era raro que un gobernante en­
carcelara a cualquier persona que llegaba a considerar como una
amenaza (Jeremías y Juan el Bautista).
Estas observaciones ilustran algo de la clase de información que
se puede adquirir en cuanto al escenario o ambiente en que se de­
sarrolla un pasaje. Mucho de esto puede hallarse en comentarios,
tanto como en diccionarios de la Biblia o en enciclopedias bíblicas.
Cuanto más “descripción del ambiente” en que ocurre la acción
proporciona el predicador, tanto más fácilmente la congregación po­
drá identificarse con las circunstancias bíblicas. Cuanto más com­
prendamos las corrientes intelectuales y religiosas de una situación,
tanto mejor podremos entender y aplicar el mensaje bíblico a nuestro
tiempo. Cierta vez, habiendo sido invitado a enseñar en una clase
grande de una escuela dominical, decidí ver cuán bien podría en­
señarse el pasaje, dando solamente la información de trasfondo se­
ñalada anteriormente en cuanto a Hechos 16. Pedí que la clase hiciera
sus propias aplicaciones contemporáneas prácticas y espirituales a
partir de eso. La respuesta fue inmediata y tan buena como cualquier
maestro bien adiestrado pudiera haberla hecho. Habiendo “vivido”
42 Cómo predicar expositivamente
en Filipos, y habiéndose identificado a sí mismos con las experien­
cias de Pablo y de Silas, los alumnos fueron perfectamente capaces
de hacer la aplicación a su propia situación.
Adquiera un sentido de la dirección del pensamiento
La importancia de esto se ve en el ejemplo de Gálatas 2:20, que
ya dimos en el capítulo 1. Todos hemos oído mensajes basados en
este versículo que han fracasado porque no han llegado a comunicar
el mensaje básico del pasaje. Pablo está escribiendo acerca de la
justificación en el contexto más amplio tanto como en el contexto
inmediato. Progresando con cuidado en su presentación, en los ver­
sículos 11-16 ha estado tratando la cuestión en lo que se refiere a
los judíos y a los gentiles. En los versículos 17-19 llega al punto
crucial cuando las cuestiones llegan a estar claramente definidas, y
el lenguaje se torna fuerte. En el versículo 19 la premisa básica se
presenta con mucha claridad, y se refuerza por el texto griego cuando
se repite el vocablo “ley” vez tras vez en la mitad de la cláusula,
una vez en el genitivo y otra vez en el dativo: dió nómou nómo. Esto
es muy significativo para cualquiera que observa con cuidado el texto
griego, incluso aunque tenga poco o ningún conocimiento del griego.
Para cualquiera que pone atención al contexto y a la dirección del
pensamiento es obvio que Gálatas 2:20 debe ser interpretado en tér­
minos de justificación y del papel de la ley. Esto es reforzado en el
siguiente versículo, el 21.
Note el “tejido conjuntivo" entre el texto y su contexto
Tomando nuevamente Gálatas 2 como ejemplo, vemos que se in­
dican las ideas significativas por modelos de pensamiento (la idea
de justificación), modelos verbales (la palabra frecuentemente re­
petida, “ley”), y un modelo estructural (La yuxtaposición de las
palabras, nómou nómo, “por la ley... para la ley”). Tales modelos
que corren a través del pasaje y a través del texto seleccionado para
la predicación dan un sentido de dirección como la huella que una
rueda deja en cemento fresco. Al seguir esa huella hay un sentido
de continuidad. Estos modelos funcionan como el tejido conjuntivo
que evita que el texto flote en forma aislada.
En contraste al modelo verbal de Gálatas 2, que sirve para llevar
el mismo tema de versículo en versículo, hay un modelo en Santiago
que sirve para ligar pasajes con temas sucesivos. Este es un modelo,
no necesariamente de palabras clave, sino de palabras llamativas.
Por ejemplo, la última palabra (en el orden original) en Santiago 1:4
es “que os falte” (leipómenoi). Esto sirve como una palabra llamativa,
que introduce el siguiente versículo, “Si alguno tiene falta (leípetai)
de sabiduría. .. ” Aunque este es un tipo diferente de modelo, todavía
Los datos: Exéresis práctica 43
nos ayuda a seguir el pensamiento del autor, y puede ser útil no sólo
para la interpretación sino también para estructurar el mensaje con
referencia al contexto.
Efesios 1:10 proporciona otro ejemplo en cuanto a establecer un
tema al observar palabras repetidas y otros modelos. ¿Cuál es el
significado de la declaración de que la voluntad de Dios es “reunir
todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de
los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la
tierra”? ¿Cómo encaja esto en el contexto? ¿Por qué se halla en los
primeros versículos de la epístola, la cual al parecer tiene como tema
a la iglesia? El estudiante del griego también querrá saber cómo
entender el infinitivo, ánakefalaiósasdai, “reunir... bajo una ca­
beza”. ¿Es un infinitivo de propósito o es explicativo, o sea, que
explica alguna palabra o frase previa (tal vez, aquí, “el misterio de
su voluntad” en el v. 9)? La mejor manera de tratar correctamente
el texto en un caso así es examinar el contexto para ver los modelos
de pensamiento, los modelos verbales y los modelos estructurales.
Al hacerlo así emerge un modelo muy claro y total que involucra
todos los tres tipos. Ligada integralmente con el resumen de las
bendiciones en la primera parte del capítulo, y con la acumulación
de ideas alrededor del Padre (w. 3-6), el Hijo (w. 7-13), y el Espíritu
Santo (w. 13, 14), se halla la idea repetida del propósito y el plan
de Dios. Nótese lo siguiente: “la voluntad de Dios” (v. 1), “nos es­
cogió. .. para que fuésemos...” (v. 4), “habiéndonos predestinados
para ser...” (v. 5), “el puro afecto de su voluntad”, (v. 5), “para
alabanza de...” (v. 6), “sabiduría e inteligencia” (v. 8), “el misterio
de su voluntad” (v. 9), “su beneplácito, el cual se había propuesto
en sí mismo” (v. 9), “en la dispensación del cumplimiento de los
tiempos” (v. 10), “asimismo tuvimos herencia” (v. 11), "habiendo
sido predestinados” (v. 11), “conforme al propósito” (v. 11), “del
que hace todas las cosas según el designio de su voluntad” (v. 11),
“a fin de que” (v. 12), “para alabanza. ..” (v. 12), “fuisteis sellados”
(v. 13), “la arras” (v. 14), “para alabanza de...” (v. 14). Los modelos
verbales y estructurales son aun más evidentes en el griego, donde
hay una interesante repetición de las formas, tales como el uso de
eis con un sentido de finalidad, “para”, o “hacia”, o “como el fin
de” en los versículos 5, 6, 12, 14.
Con este modelo claramente delante de nosotros, no es difícil ver
que ya sea el infinitivo del versículo 10 de finalidad (propósito) o
explicativo (qué es “el misterio de su voluntad”), en este contexto
tan estrechamente entrelazado tiene que expresar el clímax del pro­
pósito y plan de Dios. Cristo debe ser reconocido como la cabeza del
universo. Todo lo que existe será traído a una relación significativa
44 Cómo predicar expositivamente
en y bajo Cristo. Un estudio del verbo, anakefalaióo, revelará las
grandes implicaciones de tal palabra. A partir de este gran clímax
en el capítulo 1, Pablo pasará a mostrar cómo la misión de la Iglesia
incluye su propia sumisión a Cristo, con todos los miembros de la
iglesia unidos bajo El. Esta unidad, un "misterio” descrito en el
capítulo 3, se observa incluso ahora en los seres sobrenaturales (3:10,
al cual sigue otra serie de términos que tienen que ver con propósito
y plan). Todo esto explica también el significado del “llamamiento”
de 4:1. Los sermones sobre Efesios deberían, por consiguiente, mos­
trar cómo las diversas partes de la Epístola se relacionan al tema de
los propósitos y planes de Dios indicados en el capítulo 1.
Tales modelos proporcionan el “tejido conjuntivo" entre los pa­
sajes de diferente género en la literatura del Nuevo Testamento. Por
ejemplo, en los evangelios necesitamos hallar el significado de las
parábolas en sus propios contextos. Eso quiere decir que necesitamos
ver la conexión entre la metáfora extendida de una parábola y la
enseñanza directa de Jesús. En Lucas 16, la parábola del mayordomo
injusto, o “supervisor astuto”, es notoriamente difícil de interpretar.
Como se le llama “deshonesto" hacia la conclusión antes que al
principio de la historia, es posible pensar que su deshonestidad
consistió en las acciones que ocurren dentro de la misma historia.
Sin embargo, el amo no calificó tales acciones de deshonestas sino
de sagaces. El adjetivo "infiel” al parecer tuvo que ver con lo que
precipitó su despido al principio de la historia. Pero si era deshonesto
a fin de cuentas, ¿por qué no llamarlo así sino hasta el final del
relato? La respuesta se ve en un modelo de repetición. La palabra
griega para “deshonesto”, ádikos (v. 8), procede de la raíz adik. Esta
raíz ocurre también en adikías, ([riquezas] “injustas”, v. 9), ádikos,
(“injusto”, dos veces, v. 10), y adíko, otra vez en la expresión para
“riquezas injustas” (v. 11). La palabra “deshonesto” fue, por con­
siguiente, reservada hasta el fin de la historia para proveer una “pa­
labra llamativa”. Esta palabra llamativa da comienzo a un modelo
verbal que sirve para conectar la parábola con su interpretación. ¿Fue
deshonesto el supervisor? Vivimos en un mundo de falta de hon­
radez. ¿Empleó él medios astutos? Tenemos a nuestro alcance al­
gunos medios que pueden también emplearse en forma astuta, pero
que a menudo son considerados dudosos, o “mundanos”. “Los hijos
de luz” (v. 8) deben encontrar maneras sagaces para usar sus “ri­
quezas injustas”, este “mamón de injusticia”. El dinero del super­
visor probablemente pronto se terminaría, junto con su trabajo. Pro­
bablemente lo mismo ocurriría con su casa, dando por sentado que
era mayordomo en una casa grande, de modo que necesitaría amigos
que lo acogieran “en sus casas” (v. 4). Jesús traslada este recuadro
Los datos: Exégesis práctica 45
general a la interpretación al referirse al tiempo “cuando éstas [las
riquezas mundanas] falten”, y cuando nosotros también tengamos
nuevas casas, las “moradas eternas” (v. 9).
En este punto otro modelo entra en el cuadro. Es la repetición de
palabras que tienen que ver con lo que es digno de confianza: “fiel”
(pistós, dos veces en v. 10), “confiará” (pisteúsei, v. 11), “fieles"
(pisto!, w. 11,12). Ser digno de confianza es tan esencial para ser
un buen mayordomo como lo es el uso sabio del dinero. Primera a
Corintios 4:2 dice que cada uno de los administradores (mayordo­
mos) debe ser hallado “fiel” (pistós, la misma palabra que en Lucas
16). El supervisor de la presente historia, sin embargo, no fue fiel;
fue deshonesto. Por lo tanto, ser digno de confianza es lo opuesto a
la deshonestidad. Los dos modelos de palabras se agrupan alrededor
de estas dos cualidades opuestas de deshonestidad y ser digno de
confianza. Se espera que los cristianos sean dignos de que se les
confíe “lo verdadero [lo de Dios]” (v. 12). Tales modelos, una vez
reconocidos, no sólo proporcionan una clave para la interpretación
de una parábola difícil, sino que también proporcionan igualmente
una estructura para un sermón.
Este modelo es parte de uno más amplio que se halla en el capítulo
16. La próxima sección trata con valores (v. 15), y con selección (v.
13). Una vez más, el tema se relaciona al dinero (“los fariseos, que
eran avaros...” es la única declaración a tal efecto en las Escrituras).
La siguiente sección contiene la historia del rico y Lázaro. Esto se
conecta con la anterior por una tercera referencia a la riqueza, la que
el rico perdió cuando murió. Un bosquejo sugestivo de este capítulo
(aun cuando quizá un poco demasiado “ingenioso”), que liga todas
estas referencias al dinero, podría ser: “Uselo” (w. 1-12); “No lo
prefiera" (w. 13-18); "Lo perderá" (w. 19-31). ¿Distorsiona un bos­
quejo temático así el contenido? La respuesta debe ser un “Sí”, si
consideramos las enseñanzas dentro de cada sección, porque hay
otros temas que están incluidos. Sin embargo, el bosquejo no dis­
torsiona el modelo en conjunto total, porque la conexión temática
entre las secciones se halla en las diversas actitudes de las personas
hacia la riqueza. No sólo eso, sino que si Carlos Talbert tiene razón,®
el capítulo 16 es parte de un modelo mucho más amplio que Lucas
emplea en esta parte de su evangelio. Este modelo consiste en una
sucesión de temas, que se repiten en orden inverso.
Para ilustrar esto, seleccionando solamente dos de los temas su­
geridos, encontramos la “oración” como un tema al principio del
capítulo 11:1-13; “posesiones”, 12:13-24 y repetido en el capítulo
16, y “oración” otra vez en el capítulo 18:1-8. Es interesante que en
el capítulo 12, el cual es evidentemente paralelo al capítulo 16,
46 Cómo predicar expositivamente
vemos los mismos temas generales que en el capítulo 16, pero en
orden inverso. El tema “Lo perderá”, tercero en el capítulo 16, puede
ciertamente aplicarse a la primera sección del capítulo 12, la historia
del rico insensato (12:13-21). “No lo prefiera” también puede des­
cribir 12:22-31 (“No os afanéis por.. . qué comeréis o... qué vesti­
réis. .. Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán
añadidas”), y “Uselo” es apropiado también para los versículos 32-
34 del capítulo 12 (“Vended lo que poseéis y dad limosna” v. 33).
Aun cuando debemos tener cuidado de no estirar tales modelos,
cuando están claramente presentes podemos hacer buen uso de ellos
al predicar.
Note las características y temas dominantes del pasaje
En una conocida anécdota, el científico Louis Agassiz se hallaba
instruyendo a un estudiante sobre la importancia de la observación.
Después de haber pasado varias horas explicando meticulosamente
los detalles que había observado en un pez, el estudiante no había
logrado comprobar, a satisfacción de Agassiz, que había observado
todo lo que había de importante. Finalmente, según cuenta la his­
toria, el estudiante exclamó: “¡Por supuesto, el pez es igual por ambos
lados!” El predicador que estudia modelos verbales, sintácticos y de
otro tipo en un pasaje, puede estar pasando por alto algunas carac­
terísticas obvias. Al mismo tiempo estas características pueden ser
muy claras para su congregación. Esto puede ser especialmente cierto
si el predicador se deja arrastrar por algunos temas favoritos que
reciben especial énfasis en su círculo denominacional. Una persona
que visita un culto en su iglesia, y cuya mente tal vez no está en la
misma onda, puede notar en el texto cosas obvias que son pasadas
por alto en el sermón. El resultado puede ser no sólo que quedan
ignorados importantes temas principales, sino que el oyente pierde
confianza en el predicador porque éste al parecer ha preferido pa­
sarlos por alto.
Ideas y conceptos
En la historia del rico y Lázaro con la que concluye Lucas 16, y
que ya tratamos anteriormente, hay temas más importantes que el
tema introductorio de la riqueza. Hay, por ejemplo, reflejados en el
relato, los conceptos judíos en cuanto a la vida después de la muerte.
También se halla presente el concepto en cuanto al tormento, el cual
es diferente del que sostenía el mundo helénico donde la historia
iba a circular. La idea de un abismo fijo, la presencia de Abraham,
y los elementos de agua y fuego también reclaman atención. Pero,
más importante que todo eso, la referencia en la conclusión a aquel
que se levantaría de los muertos es de significado crucial, aludiendo,
Los datos: Exégesis práctica 47
como lo hace, a la resurrección de Jesucristo. Si el predicador sim­
plemente predica sobre el revés de la suerte después de la muerte
del rico y Lázaro, o incluso del destino inalterable del que rechaza
a Dios, no logra el clímax de la historia completa, y la gente se niega
a reconocer la resurrección de Cristo y no quiere captar su signifi­
cación con respecto al destino eterno.
Doctrinas
Uno pudiera pensar que las doctrinas debieran ser obvias. Sin
embargo, el predicador puede (por ejemplo) abstraerse tanto en el
gran tema de la fe en su exposición de Romanos 4 y 5 que se le
escape otra doctrina, la de la esperanza. Pablo introduce esto, casi
imperceptiblemente, en 4:13 al describir a Abraham como el "he­
redero del mundo”. En 4:18 hay un modelo verbal: la colocación de
las frases “en esperanza contra esperanza” en yuxtaposición (par’
elpída ep elpídi) lo cual indica al lector que la “esperanza” es un
elemento significativo de su enseñanza. Romanos 5 selecciona esto
(1) como parte de una secuencia en el versículo 2, (2) como el clímax
de esa secuencia en el versículo 4, y (3) como la idea principal en
el versículo 5. Aun cuando la palabra esperanza no es mencionada
en los versículos 9 y siguientes, la idea está claramente presente allí
también. El predicador expositivo necesita destacar claramente esta
doctrina si va a ser fiel al texto de Romanos 4 y 5.
Deiineación de personajes
Aun cuando la verdad bíblica es a menudo incorporada en per­
sonajes bíblicos, el expositor puede, en ocasiones, mirar más allá de
ellos. Hechos 7 es de gran importancia para los temas doctrinales
contenidos en el discurso de Esteban. Lo que dijo, sin embargo, en
cuanto a la manera en que el pueblo de Dios se negó a obedecerle,
en todo el curso de la historia del Antiguo Testamento, tiene un
impacto aun mayor cuando se compara con la propia respuesta es­
piritual de Esteban, como se puede ver en 6:5, 8 y 7:54-60. Su ver­
dadero carácter también se destaca en contraste con las acusaciones
que se hicieron en contra de él en 6:11. Se podrían dar muchos otros
ejemplos de deiineación de personajes, al pensar en los apóstoles,
los miembros de la familia de Herodes, Pilato y otros. Siempre es
importante observar las características personales cuando se predica
sobre una porción narrativa.
La secuencia de acontecimientos
Esto pudiera parecer demasiado obvio como para mencionarse,
pero ese es precisamente el problema. El sermón no debe dar por
sentado que la congregación conoce muy bien la narración. Por ejem-
48 Cómo predicar expositivamente
pío, la perplejidad de Heredes el tetrarca (Heredes Antipas) en Lucas
9:7-9 no es una acotación al paso; es una parte importante de la
narración que conduce a la gran confesión de Pedro en cuanto a
Cristo en 9:18-20. Su pregunta: “¿Quién, pues, es éste?” viene sig­
nificativamente a continuación de la misma pregunta hecha por los
discípulos en 8:25, y el envío de los doce en 9:1-6. Es evidente que
el éxito de los doce al predicar y sanar hizo que Herodes se preguntara
qué poder estaba detrás de tales obras maravillosas. Las diversas
especulaciones acerca de una visita del difunto profeta Elias, algún
otro de los profetas, o el decapitado Juan el Bautista se reflejan más
adelante en el informe que los discípulos dieron a Jesús, en los
versículos 18 y siguientes. La pregunta de Herodes: “¿Quién, pues,
es éste?” determina el escenario para la pregunta de Jesús: “¿Y vo­
sotros, quién decís que soy?” (9:20) y la respuesta de Pedro: “El
Cristo de Dios” (9:20). El suceso entre las dos escenas, la alimenta­
ción de los cinco mil, lleva su propio mensaje en cuanto al Mesías.
Por consiguiente, una verdadera exposición de la gran confesión de
Lucas 9:18-22 incluirá toda la secuencia narrativa e incluirá igual­
mente, por supuesto, las enseñanzas que vienen después en cuanto
a la pasión.
De la misma manera debe verse la transfiguración en Lucas 9:28-
36 como parte de esa secuencia narrativa. En los versículos 18 al 26
hay una enseñanza en cuanto a (1) la identidad de Jesús, (2) su
sufrimiento, y (3) su gloria venidera. En la narración de Lucas de la
transfiguración estos temas aparecen en orden inverso. Los discí­
pulos primero ven su gloria, luego oyen una conversación entre Moi­
sés y Elias en cuanto a su sufrimiento que se avecinaba, y finalmente
oyen la voz que confirma la identidad de Jesús.
Preguntas retóricas
Los sermones expositivos sobre Romanos 7 a menudo fracasan
debido a que no logran ver que los versículos 14-25 están colocados
dentro de la secuencia de las cuatro preguntas retóricas contenidas
en los capítulos 6 y 7: “¿Perseveraremos en el pecado para que la
gracia abunde?” (6:1); “¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley,
sino bajo la gracia?” (6:15); “¿La ley es pecado?” (7:7); “¿Luego lo
que es bueno (la ley], vino a ser muerte para mí?” (7:13). Cuando el
expositor se da cuenta de que el argumento sobre nuestra incapacidad
para obedecer la ley de Dios responde a la última pregunta, no su­
bordinará el pasaje a algún esquema de vida victoriosa. Tampoco
distraerá la atención de su congregación debatiendo si Pablo está
tratando sobre su vida antes o después de su conversión. Explicará,
en fidelidad al texto, el propósito del pasaje en su contexto, con
Los datos Exégesis práctica 49
referencia a las preguntas retóricas anteriores en cuanto al papel de
la ley. Sólo entonces procederá a hacer la aplicación a nuestra vida
espiritual.
Complejidad de temas, problemas o circunstancias
El ejemplo que antecede de una pregunta retórica también sirve
como ilustración de la complejidad de temas y problemas. En Ro­
manos 7:13-25 Pablo en realidad está tratando dos asuntos al mismo
tiempo: (1) exonerando la ley de toda sospecha de imperfección, y
(2) compartiendo su propia experiencia espiritual con respecto a la
ley y a su naturaleza pecaminosa. Vemos esto en el doble final del
capítulo. El segundo aspecto, que pudiéramos describir como per­
sonal, espiritual, e incluso emocional, se resume primero en 7:24:
“¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?
Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro.” El tema primero
y primario, la ley de Dios, recibe su resumen en segundo lugar, no
con una expresión emocional como la anterior, sino con una decla­
ración sobria y lógica: “Así que, yo mismo con la mente sirvo a la
ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado” (v. 25).
Otro ejemplo de complejidad, esta vez con respecto a circunstan­
cias, se halla en los evangelios. Marcos 5:21-43 relata la curación de
la hija de Jairo y la de una mujer que sufría de hemorragia. Los dos
incidentes están interrelacionados, y la atención cambia del uno al
otro cuando la mujer que sufría de hemorragia interrumpe a Jesús
mientras éste se dirigía a la casa de Jairo. La razón para tal interre­
lación no es muy clara. Si simplemente ocurrió de esa manera, po­
demos aprender algo acerca de cómo Jesús atendió una interrupción,
tanto como acerca de su popularidad y su poder. También vemos un
contraste entre una mujer con una enfermedad crónica y una mu­
chacha afligida en su niñez con una enfermedad mortal. En un nivel
más profundo, podemos observar una ocasión en la que Dios, en su
providencia, permitió una interrupción, un retraso, y la muerte con­
secuente de la muchacha, para permitir un milagro aun más grande.
Los capítulos al comienzo de Lucas proporcionan ejemplos adi­
cionales de la complejidad narrativa. Hay un modelo básico de al­
ternación en ellos, puesto que los relatos del nacimiento de Juan el
Bautista y de Jesús se entrelazan entre sí. Primero, el ángel anuncia
el nacimiento de Jesucristo (1:26-38). Luego María visita a Elisabet,
y los dos relatos se unen en los versículos 39-45. La atención se
enfoca de inmediato de nuevo en Jesús mediante el Magníficat de
María (w. 46-56). A esto sigue el nacimiento de Juan el Bautista (w.
57-66) y el Benedictus de Zacarías (w. 67-79). El capítulo 2 comienza
con el nacimiento de Jesucristo y continúa con su infancia y niñez.
50 Cómo predicar expositivamente
El capítulo 3 nos habla del ministerio de Juan, después del cual la
narración traza la vida y el ministerio de Jesucristo. El predicador
puede usar esta estructura literaria (como probablemente fue la in­
tención del Espíritu que la inspiró) para mostrar no solamente el
desarrollo de la historia de la salvación sino también para contrastar
las dos figuras de Juan y de Jesús. Dentro de esta estructura aparece
un interesante complejo de circunstancias, en 1:5-23. Mientras Za­
carías entra en el templo, “toda la multitud del pueblo estaba fuera
orando” (1:10). Luego observamos la visita del ángel a Zacarías (w.
11-20). La atención luego se dirige otra vez a la gente que está afuera
esperando en suspenso (v. 21). Finalmente Zacarías sale, y no puede
hablarles (v. 23). Este es un incidente conmovedor, y el expositor
debe permitir que haga su impacto en su sermón.
Otros detalles
Los temas dominantes son a menudo indicados por modelos in­
ternos que involucran a los sonidos, los significados o la posición
de las palabras. Algunos de estos serán observados cuando tratemos
de los “modelos”.
Seleccione asuntos significativos para el estudio exegético
El predicador que ha tenido el beneficio de buenos estudios exe-
géticos, fuertes en sintaxis, crítica textual y estudio de palabras,
enfrenta una lucha de conciencia cada vez que prepara un pasaje
para predicarlo. Sabe que cada pasaje contiene una mina de oro de
información exegética. Ha aprendido a pesar los modos y tiempos,
a ponderar los casos, a investigar en los léxicos y diccionarios teo­
lógicos. Sin embargo, también sabe que la visitación pastoral, co­
mités, clases bíblicas, deberes cívicos, y las propias necesidades de
su familia, junto con emergencias inesperadas, ejercerán fuerte pre­
sión sobre él antes que llegue el próximo domingo. ¿Debía tomar
tiempo para hacer un diagrama de la frase en Colosenses, para ase­
gurarse de que la entiende perfectamente? ¿Debe buscar ese verbo
de Hebreos 6 en el Theological Dictionary of the New Testament
(Diccionario teológico del Nuevo Testamento) de Kittel7 o en el New
International Dictionary of New Testament Theology (Nuevo dic­
cionario internacional de teología del Nuevo Testamento) de Colín
Brown?8 ¿Cuánto tiempo debe dedicar a leer en la obra de Blass-
Debrunner-Funk,9o en el volumen 3 de Moulton,’°o en la “gramática
grande” de Robertson11 tratando de descubrir qué clase de infinitivo
estaba empleando Pedro? Así como Paderewski sabía cuándo no
había practicado lo suficiente, incluso cuando los asistentes nunca
se dieran cuenta de ello, el expositor fiel puede tener un cierto sen­
tido de culpa si no ha invertido suficientes horas en la exégesis.
Los datos: Exégesis práctica 51
Mi consejo es que no se gaste demasiado tiempo en estos detalles
exegéticos a menos que (1) haya asuntos en el texto que son de
especial significación, (2) haya alguna situación pastoral compleja
que exija una aplicación detallada y exacta del texto, o (3) uno tiene
el (elogiable) propósito de aguzar sus talentos en la exégesis, y las
exigencias pastorales no son apremiantes en ese momento. Pero,
obviamente, para que la exposición sea apropiada y substanciosa, es
imprescindible algún estudio serio. ¿Cómo, entonces, debemos rea­
lizar la preparación exegética?
La pregunta clave es: “¿Cuáles cosas del pasaje son verdadera­
mente significativas?” Estas cosas pueden ser palabras u otras uni­
dades semánticas, el uso de casos, tiempos o modos, o detalles es­
tructurales (tales como el orden de las palabras, junto con las
relaciones de frases o cláusulas). Rara vez tendrá uno que repetir la
labor de los críticos textuales, a menos que en la versión comúnmente
usada por la congregación se mencione alguna lectura alterna como
una nota al pie, o a menos que haya algún asunto de extrema im­
portancia que la congregación debe conocer (véase el capítulo 9). En
tales casos, un breve vistazo a A Textual Commentary of the Greek
New Testament, (Un comentario textual del Nuevo Testamento en
griego) de Bruce Metzger12 es casi siempre suficiente. Si vamos a
invertir tiempo sólo en los asuntos de importancia, necesitaremos
ciertos criterios para seleccionarlos. Propongo los siguientes:
Doctrinalmente importantes
Sería inconcebible tratar a vuelo de pájaro la palabra “imagen” de
Colosenses 1:15, o “rectitud (justicia)” en Romanos 3. De igual ma­
nera, la frase preposicional: “conforme al Espíritu” en Romanos 8 y
la palabra “gracia” en Efesios 2:8 exigen un estudio cuidadoso, por­
que son importantes doctrinalmente y esenciales para entender el
pasaje donde ocurren. Ejemplos adicionales no son necesarios. Siem­
pre hay algunas palabras o construcciones gramaticales que son más
dominantes que otras para el significado de un pasaje.
Eticamente importantes
El significado de “palabras deshonestas” en Efesios 5:4 tiene que
ser entendido por la congregación para que pueda abstenerse de
decirlas. Los tiempos diferentes que se usan para la palabra “pre­
sentar” (u “ofrecer”) en Romanos 6:13 pueden ser importantes para
la persona que busca ayuda en su vida espiritual. La consideración
del significado de las palabras “se estremeció” y “se conmovió”, con
las que se describen las emociones de Jesús en Juan 11:33, puede
ser de ayuda para alguna persona que se siente culpable por sus
propios sentimientos y emociones. Hay mucha confusión sobre el
52 Cómo predicar expositivamente
significado y aplicación de las palabras “viejo hombre” o “nuevo
hombre” en Efesios 4:22-24 y Colosenses 3:9,10.
Difíciles de entender
Esto es probablemente el motivo individual más importante para
realizar la investigación exegética. El peligro, especialmente en los
cursos de exégesis, es que llegamos a estar tan “concentrados en
problemas”, que no llegamos a aprender cómo usar la exégesis de
una manera positiva. No obstante, hay muchas ocasiones cuando un
pasaje es oscuro, y requiere estudio serio y concienzudo. Un ejemplo
clásico es 1 Pedro 3:18-22. Podemos usarlo aquí para mostrar las
varias clases de estudio que requiere un texto difícil. Por ejemplo,
¿qué clase de dativo es pneúmati? ¿Significa “en” o "por” el “es­
píritu” (“e” minúscula) o “Espíritu” (“E” mayúscula)? La yuxta­
posición de las frases zanatotheís men sarkí (“muerto en la carne”)
y zoopoiethels dé pneúmati (“pero vivificado en espíritu”) es de
mucha significación. Lo mismo ocurre con el participio poreutheis
(“fue”... ¿a dónde?), y la frase problemática “los espíritus encar­
celados”.
Cuando nos encontramos con un pasaje con palabras y construc­
ción difíciles como estas, necesitamos decidir con mucho cuidado
cuánta investigación original y cuánta lectura de comentarios de­
bemos realizar. Pero nuestra decisión no debe basarse únicamente
en si encontramos que el pasaje es difícil o interesante para nosotros
mismos. Es quizás más importante determinar los pasajes que la
congregación hallará difíciles. Está probablemente por demás de­
cirlo, pero necesitamos tener en cuenta que el predicador instruido
encontrará algunos problemas que son apremiantes o fascinantes
para sí mismo, pero que no significan virtualmente nada para la
congregación; mientras que la gente, por su parte, batalla con otras
cosas que el predicador las ha resuelto mucho tiempo atrás. Además,
el predicador necesita ser un pastor sensato, o hallará que sus ser­
mones están alejados del punto en que su congregación realmente
se encuentra.
Temática en el contexto, en el libro o porción
La palabra “pueblo” tal vez no se vea especialmente importante
doctrinal o éticamente y, sin duda, no es difícil de entender. Sin
embargo, es una de las palabras más significativas del Evangelio
según Lucas. Ignorarla en un pasaje puede significar que nuestro
sermón fracasará al no trasmitir una importante verdad. Lucas pone
mucho cuidado al distinguir entre “pueblo” (laós), las “multitudes”
(ókios), los diversos líderes y, por supuesto, los discípulos. Las “mul­
titudes” no tenían ningún compromiso, algunas veces eran violentas
Los datos: Exégesis práctica 53
u hostiles. Los líderes fueron desde un principio suspicaces y, a su
tiempo, antagonistas abiertamente. El “pueblo”, sin embargo, estaba
abierto a las enseñanzas de Jesús. Era gente piadosa, lista para creer
y para seguir a Jesús (Lucas 1:17, 68, 77; 2:10, 31, 32; 7:16; 19:47,
48; 20:1; 21:38; 24:19). La significación de esta palabra puede verse
no sólo en las ocurrencias específicas sino en el hecho de que Lucas
la emplea más de treinta y cinco veces, en contraste con Marcos que
solamente la usa tres veces.
Crucial para entender la intención del autor
Tal vez el mejor ejemplo procede del gran pasaje cristológico,
Filipenses 2:6-11. Las palabras “se despojó a sí mismo”, del versículo
7, exigen una explicación clara. Una cuestión doctrinal seria pende
de nuestro entendimiento de esta frase. Por consiguiente, el expositor
estudiará cuidadosamente la cláusula modificadora que sigue, “to­
mando forma de siervo”. Debe entender, y trasmitir a su congrega­
ción, la manera en que esa frase explica el significado de las palabras
precedentes en cuanto a la “kenosis” o autovaciamiento de parte de
Jesús.
Dependiente de la forma literaria
El uso figurativo de Sara y Agar en Gálatas 4:21-31 requiere un
tratamiento cuidadoso. Hay partes muy conocidas en el libro de
Apocalipsis para las cuales es crucial la determinación exacta de la
forma literaria. Las parábolas de Jesús proporcionan otra ilustración
obvia. El intérprete del relato del rico y Lázaro, en Lucas 16, necesita
tener mucho cuidado en la manera en que trata los elementos de esa
historia
Capítulo tres

Los datos:
Bosquejos exegéticos

Prepare un bosquejo del párrafo del pasaje


Los bosquejos de párrafos son un instrumento útil que se ha usado
ya por algunos años. Muchos lo aprendieron del libro de Merril C.
Tenney sobre Gálatas, en el cual él presenta diferentes metodologías
para el estudio bíblico.13 Tenney lo llama “método analítico”. En tal
análisis, se escriben las principales cláusulas del párrafo empezando
en el margen izquierdo de la página. Las divisiones subordinadas se
escriben debajo de ellas, con la sangría apropiada. Tenney usó tam­
bién este método para esquematizar estructuras interesantes; por
ejemplo:
Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu,
y el del Espíritu es contra la carne;
Siguiendo el análisis, Tenney construyó un bosquejo que seguía
estas características. Al hacerlo así, dio campo para cierta flexibili­
dad. Por ejemplo, no insistió en hacer de cada cláusula principal per
se un punto del sermón. La sintaxis griega es demasiado sutil para
ser tratada de tal manera. Lo que procuraba, más bien, era trasmitir
los pensamientos fundamentales mediante los puntos principales de
su sermón.
Obviamente, el expositor hallará útil este método, porque le ayu­
dará a dar atención apropiada a las principales afirmaciones del texto
bíblico de su sermón, y también a dedicar las principales divisiones
de su sermón a las partes sucesivas del texto en debida proporción.
Debido a que es muy fácil ser arrastrados por algunos puntos que
nos parecen importantes, necesitamos alguna manera objetiva de
asegurarnos de dar debida atención a todo el pasaje y a sus ense­
ñanzas principales Además, para muchos pasajes es el bosquejo de
56 Cómo predicar expositivamente
párrafo lo que nos proporcionará el mejor bosquejo para un mensaje.
Hay algunas excepciones y limitaciones a esto, como lo veremos un
poco más adelante.
El primer paso es determinar los límites naturales del pasaje. Esto
se hace al observar tanto la sintaxis como el contenido. Como ya
hemos observado anteriormente, hay varios tipos de “tejidos de co­
nexión” en el texto, de modo que es difícil [e incorrecto) aislar al
pasaje completamente de su contexto. Sin embargo, hay transiciones
de pensamiento que deben notarse, las mismas que están indicadas
por ciertas marcas. En la sintaxis griega, tales nuevos comienzos son
algunas veces, aunque no siempre, indicados por la ausencia de una
conjunción. El nuevo párrafo puede introducir nuevos conceptos con
una descripción o definición. Un ejemplo clásico, Romanos 1:16,17
es dependiente tanto de su contexto como, al mismo tiempo, con
significado por sí mismo. Comienza “Porque no me avergüenzo ...”
(oú gór epaiskúnomai), y la conjunción lo liga claramente con el
párrafo precedente. Al mismo tiempo, la palabra “justicia” (dikaio-
súne) aparece sin artículo. Esto es probablemente debido a que Pablo
está recalcando la calidad única de la rectitud o justicia de Dios,
pero también debido a que el concepto no ha aparecido previamente
en su argumento. El mismo fenómeno aparece en el siguiente pá­
rrafo, el cual comienza con una frase que contiene otra expresión
sin artículo orgé Theoú, “ira de Dios”. Con cada nuevo concepto, el
argumento adquiere un nuevo giro importante.
Por supuesto, nuestros textos griegos y traducciones modernas han
dividido el material en versículos y párrafos. Debemos tener presente
la traducción que la mayoría de las personas en la congregación estará
usando, y seguir la división en capítulos que ellas tendrán delante.
(Recuérdese mi sugerencia previa en cuanto a imaginar una página
gigantesca de la Escritura entre el predicador y su congregación.)
Incluso en tal caso, debemos estar conscientes en cuanto a las razones
para la división de párrafos en español, porque esto nos hará más
sensibles al flujo del texto. Además, en raras ocasiones nos será
necesario estar en desacuerdo con las divisiones con las cuales la
congregación está familiarizada, y es preciso que seamos capaces de
hacerlo con comprensión y claridad.
Después que hayamos decidido los límites del pasaje que formará
la base de nuestro sermón, buscaremos las afirmaciones principales.
Por lo general estas aparecerán en las cláusulas principales, incluso
si necesitamos hacer alguna modificación más tarde. Haremos una
lista de esas cláusulas principales, y, bosquejando debajo de ellas,
escribiremos las cláusulas subordinadas y frases de modificación
como se muestra en los ejemplos más adelante. Nótese que siempre
Los datos: Bosquejos exegéticos 57
que sea posible una frase modificadora comienza bajo la palabra que
modifica.
Es mejor no ser demasiado técnico en este esquema, puesto que
su propósito es proporcionar un bosquejo claro para el sermón, sim­
plificado para su mejor comprensión y retención. No obstante, debe
ser preciso y exacto, de modo de que no enseñemos algún error. Parte
del proceso de simplificación es darse cuenta de que algunas cláu­
sulas, incluso aunque sea sintácticamente estructuradas con cláu­
sulas principales, en realidad funcionan modificando o expandiendo
la idea de otras cláusulas. Estas deben ser colocadas con sangría,
como construcciones subordinadas, bajo las cláusulas correspon­
dientes que explican. Esto puede significar que el bosquejo del ser­
món tomará una cláusula principal cada cierto número de líneas. Si
esto sigue el sentido e intención del pasaje, no es una distorsión sino
una clarificación. Veremos más adelante que todas las cláusulas su­
bordinadas, todas las frases y todas las cláusulas principales que han
sido escritas más adentro del margen tienen que ser examinadas
procurando encontrar cualquier posible significado doctrinal o ético
principal. Para el esquema del primer párrafo, sin embargo, pondre­
mos al margen únicamente las cláusulas principales que marcan las
principales afirmaciones.
Otro paso en la simplificación, especialmente si el pasaje selec­
cionado es largo, puede ser escoger sólo aquellas cláusulas princi­
pales que marcan una transición del pensamiento. Daré ejemplos
sobre Mateo 6 y 7 más adelante.
Aquí hay un ejemplo obvio de Colosenses 1:15-20. Para este ejem­
plo inicial estoy usando el español, y no incluyo el material subor­
dinado. Por esta razón será conveniente que usted tenga delante el
texto completo, preferiblemente en griego. Trataré la cláusula relativa
inicial como una cláusula principal, porque ese es su sentido, el uso
del relativo posiblemente reflejando una forma de credo original.
v. 15 El es la imagen del Dios invisible,
el primogénito de toda creación.
v. 16 Porque en él fueron creadas todas las cosas,
las que hay en los cielos...
v. 17 Y él es antes de todas las cosas,
y todas las cosas en él subsisten;
v. 18 y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia,
él que es el principio,
el primogénito de entre los muertos,
para que en todo tenga la preeminencia;
por cuanto agradó al Padre
58 Cómo predicar expositivamente
que en él habitase toda plenitud,
y por medio de él reconciliar
consigo todas las cosas...
Así tenemos una serie de afirmaciones en cuanto a Cristo, todas
expresadas en cláusulas principales. Para el sermón en sí mismo
probablemente las dividiríamos de acuerdo con la relación de Cristo
con Dios, con el universo y con la iglesia. Además, en un bosquejo
de sermón, probablemente queramos tomar la cláusula de propósito
mencionada en el versículo 18: “para que en todo tenga la preemi­
nencia”, como el tema principal, como sigue:
¿Por qué debe tener Jesucristo la preeminencia?
1. Debido a su relación con Dios
“El es la imagen del Dios invisible”
2. Debido a su relación con el universo
“En él fueron creadas todas las cosas”
“El es antes de todas las cosas”
“Todo fue creado por medio de él”
“Todas las cosas en él subsisten”
3. Debido a su relación con la iglesia
"El es la cabeza del cuerpo que es la iglesia”
“El es el principio”
“El primogénito de entre los muertos”
En este punto tal vez queramos examinar otra vez los versículos
19 y 20. Las palabras “Por cuanto agradó al Padre que en él habitase
toda plenitud” son una cláusula causal, que explica por qué Jesu­
cristo debe tener la supremacía. Por lo tanto, incluso aunque no
constituye una cláusula principal en el griego, desarrolla la misma
Junción como las afirmaciones que ya hemos hecho cláusulas cau­
sales en nuestro bosquejo del sermón indicado. De modo que po­
dríamos añadir un cuarto punto:
4. Debido a su relación con el plan de Dios
“Por cuanto agradó al Padre
que en él habitase toda plenitud,
por medio de él reconciliar consigo todas las cosas...”
Este último punto, “Debido a su relación con el plan de Dios”,
puede parecer un poco forzado. Ilustra el problema común a toda
preparación de sermones, al reformular las expresiones bíblicas
como encabezamientos coherentes. Tal vez en este caso podríamos
hacerlo mejor, pero lo importante es que retengamos la idea causal,
porque eso es lo que tiene el texto griego. En resumen, la primera
Los datos: Bosquejos exegéticos 59
serie de afirmaciones nos conduce a una cláusula de propósito: "para
que... la preeminencia’’, la cual, a su vez, es seguida por una cláu­
sula de causa. Simplemente hemos hecho la cláusula de propósito
el tema principal, y hemos hecho una lista de afirmaciones y la
cláusula de causa como las razones para reconocer la supremacía de
Jesucristo. Esto trasmite con precisión la intención de la estructura
en griego. Esto todavía no es un sermón sino el esqueleto de un
bosquejo con el cual empezar.
El siguiente es otro ejemplo, esta vez de Colosenses 3:1-17.
v. 1 Si, pues, habéis resucitado con Cristo,
buscad las cosas de arriba,
donde está Cristo sentado...
v. 2 Poned la mira en las cosas de arriba,
no en las de la tierra.
v. 3 Porque habéis muerto,
y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.
v. 4 Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste,
entonces vosotros
también seréis manifestados con él...
v. 5 Haced morir, pues...
[frases subordinadas]
v. 8 Pero ahora dejad...
[frases subordinadas]
v. 12 Vestios, pues...
[frases subordinadas]
v. 16 La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros...
[frases subordinadas]
Incluso un ejemplo simple como el anterior provoca un buen nú­
mero de preguntas. ¿Por qué comenzar con Colosenses 3:1? Las pa­
labras “Si, pues, habéis resucitado con Cristo” tienen un paralelo
previo en 2:20: “Pues si habéis muerto con Cristo.” El expositor
tendrá que decidir si incluir o no ese paralelo. Para ser fiel al texto
y a la integridad teológica y ética del pasaje debería incluirlo. El
predicador puede objetar que esto producirá un desequilibrio en el
sermón, en cuanto a lo que al largo de las divisiones se refiere. En
este caso, tal vez tenga que escoger entre la forma y la verdad. Hay
otra posibilidad, por supuesto. Si incluye 2:20-23 con el resto del
capítulo 2 (o al menos la última parte), llamará la atención de la
congregación al paralelo entre 3:1 y 2:20 tanto cuando predica sobre
el capítulo 2 como otra vez cuando predica sobre el capítulo 3.
Otro problema se relaciona con 3:15, “La paz de Dios gobierne en
vuestros corazones”. Si los verbos principales son imperativos, y si
60 Cómo predicar expositivamente
“gobierne” es también un imperativo, ¿acaso no pertenece a la serie?
Tanto en la traducción al español como en la estructura de la cláusula
griega parece ser paralelo a “La palabra de Cristo more en abundancia
en vosotros” (v. 16). Incluir el versículo 15 no sería incorrecto y, en
realidad, hasta pudiera ser preferible. ¿Por qué entonces se omite en
el bosquejo indicado arriba? En realidad no introduce ningún nuevo
tema, sino que resume lo que Pablo ha estado diciendo en cuanto a
“vestirse” de las nuevas virtudes. Ha estado hablando de cualidades
tales como la compasión, la bondad y, en el versículo 14, el amor,
como medios de la unidad. A pesar de que algunas versiones hacen
del versículo 15 el comienzo de un nuevo párrafo, en realidad lo
que hace es concluir el anterior. El verdadero comienzo de un nuevo
párrafo está en la frase: “La palabra de Cristo more...”, y la clave
para esto es la ausencia de una conjunción que la introduzca. Otro
hito es que los versículos 16 y 17 son paralelos a los versículos de
Efesios 5:18-21 en cuanto a la llenura del Espíritu Santo y sus efectos.
Claramente este es el principal tema en la mente de Pablo, y exige
atención separada, en tanto que la expresión previa sobre la paz de
Cristo es parte de otro tema.
Deliberadamente he incluido una discusión sobre un asunto de
opinión, para mostrar que incluso en ese bosquejo básico del párrafo
no es un procedimiento mecánico. El expositor es obligado constan­
temente a volver al texto. Incluso si al final no importa cómo se
coloca en el esquema “La paz de Dios gobierne...”, para el tiempo
en que el esquema queda completo el expositor habrá meditado en
toda la estructura del pasaje, y su sermón será más rico como re­
sultado de ello.
Una pregunta final es: ¿Por qué aunque los párrafos cubiertos en
el bosquejo parecen contener, por lo menos en la versión española
que usamos, cierto número de cláusulas principales, no las refleja­
mos en el bosquejo? En primer lugar, lo que a veces aparece como
cláusula principal en español a menudo son frases subordinadas en
el griego. Se traducen como cláusulas independientes para simpli­
ficar la sintaxis griega, de otra manera compleja y fastidiosa. En
segundo lugar, hay un modelo, que es tal vez más evidente en griego
que en español, de una secuencia de imperativos. Cuando lleguemos
a la discusión de modelos, veremos que hay ocasiones en las que un
modelo es mejor guía para un bosquejo de sermón que un análisis
de párrafos o, por lo menos, cuando debe permitírsele a un modelo
modificar el análisis del párrafo.
Veremos otro ejemplo, de Romanos 5:1-11. En el margen derecho
describo la función de cada cláusula y frase sucesiva.Estas son des-
Los datos: Bosquejos exegéticos 61

Romanos 5:1-11
Justificados, BASE
pues, CONSECUENCIA
por la fe, MEDIOS
tenemos paz para con Dios AFIRMACION
por medio de nuestro Señor Jesucristo AGENTE
por quién... entrada AGENTE
por la fe MEDIOS
a esta gracia UBICACION
en la cual... firmes UBICACION
nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios AFIRMACION
No sólo esto, CONTRASTE
nos gloriamos en las tribulaciones AFIRMACION
sabiendo CAUSA
que la tribulación produce paciencia;
la paciencia, prueba
la prueba, esperanza
La esperanza no avergüenza AFIRMACION
porque el amor de Dios ha sido derramado CAUSA
en nuestros corazones UBICACION
por el Espíritu Santo AGENTE
que nos fue dado IDENTIFICACION
Cristo... murió por los impíos AFIRMACION
cuando aún éramos débiles TIEMPO
a su tiempo TIEMPO
Apenas morirá alguno por un justo HIPOTESIS
Pudiera ser que alguno osara morir por el bueno HIPOTESIS
Mas Dios muestra su amor para con nosotros AFIRMACION
en que
siendo aún pecadores TIEMPO
Cristo murió por nosotros EXPLICACION
Pues... estando ya justificados... BASE
mucho más AFIRMACION
... seremos salvos COMPARATIVA
de la ira SEPARACION
por él AGENTE
Siendo enemigos TIEMPO
fuimos reconciliados con Dios CONDICION
por la muerte de su Hijo AGENTE
mucho más AFIRMACION
... seremos salvos COMPARATIVA
por su vida MEDIOS
No sólo esto CONTINUACION
sino que también nos gloriamos en Dios AFIRMACION
por el Señor nuestro Jesucristo AGENTE
por quien... AGENTE
... reconciliación
62 Cómo predicar expositivamente
cripciones hechas “por conveniencia propia”. No siguen ninguna
categoría gramatical formal. Usted puede escoger sus propias pala­
bras descriptivas. El propósito es forzarse uno mismo a observar la
relación de las varias partes de una oración entre sí mismas y unas
con otras. Nuestra comprensión de estas relaciones pueden entonces
ser introducidas en el sermón, a medida que explicamos el dónde,
cuándo, cómo, bajo qué condiciones son verdaderas y aplicables las
afirmaciones principales. Esto exige disciplina, pero la retribución
es una fiel exposición del pasaje.
Para ayudarnos en la identificación de las cláusulas principales y
subordinadas, aquí está una lista parcial de las conjunciones que
introducen los dos tipos. Las conjunciones coordinadoras incluyen:
y, pero, por tanto, aún más, sin embargo, todavía. Las conjunciones
subordinadoras incluyen: porque, aunque, así que, si, mientras, en
tanto, cuándo, hasta, dónde, para que. Una palabra difícil de clasi­
ficar es “porque” (a menudo representando al griego gór). Puede
significar “porque”, en cuyo caso introduce un concepto subordi­
nado (aun cuando gór gramaticalmente no introduce una cláusula
subordinada). De otra manera, sencillamente continúa el pensa­
miento, posiblemente añadiendo una inferencia (“Por tanto...”), o
una explicación (“Así que...”).
Algunas de las conjunciones coordinadoras griegas son: allá, ára,
gór, dé, dió, eíte, jé, kaí, mén, méntoi, oún, oudé, mé, medé, oúte,
plén, té. Algunas de las conjunciones de subordinación son: ókre,
dióti, eán, eí, epeí, epeidé, jéos, jiña, káthaper, kathós, kaíper, mekrí,
mé (en ciertas construcciones), mépote, mépos, jópos ópe, jóti, prín,
jósper, jóste.
Al leer una frase en español, asegúrese de que la palabra en cues­
tión es en realidad una conjunción y no una preposición. Una pre­
posición introduce una palabra, como “ante el juez”. Una conjunción
introduce una cláusula completa; "Antes que cruzara la calle.”
Prepare un bosquejo estructural
Un examen de las afirmaciones primarias muestra una clara se­
cuencia en la mente de Pablo:
1. Tenemos paz (v. 1)
2. Nos gozamos en la esperanza (v. 2)
3. Nos gloriamos en los sufrimientos (que producen esperanza,
w. 3, 4).
4. La esperanza no nos avergüenza (porque estamos seguros del
amor de Dios (w. 5,6), cuyo amor es evidenciado por la cruz
y sus efectos w. 7-10).
Los datos: Bosquejos exegéticos 63
Es necesario, en este punto, indicar por anticipado nuestra dis­
cusión posterior sobre “modelos”, porque la relación de las princi­
pales afirmaciones se ve claramente sólo cuando se observan ciertos
modelos.
Los versículos 1 y 11 ilustran el modelo de “equivalentes”. Este
detalle queda marcado por la repetición de ciertas palabras (o frases,
u oraciones) y la sustitución de otros. Obsérvese lo siguiente:
(v.l) Tenemos paz... por medio de nuestro Señor Jesucristo,
por quien también tenemos entrada...
(v.ll) Nos gloriamos en Dios... por el Señor nuestro Jesucristo,
por quien hemos recibido ahora.. .
Pero nótese que el versículo 11 también contiene otra construcción
de equivalentes:
(v. 2) Nos gloriamos en... esperanza
(v. 3) Nos gloriamos en... tribulación
(v. 11) Nos gloriamos en... Dios
Por lo tanto, el versículo 11 está conectado tanto con el versículo
1 como con los versículos 2 y 3, por el detalle ya indicado. El énfasis
está en los beneficios de la justificación (tenemos paz y tenemos
gozo) y en el objeto de nuestro regocijo (esperanza, sufrimientos o
tribulación, y Dios mismo).
La idea de la esperanza es expresada directamente, como uno de
los beneficios de la justificación, e indirectamente, como el resultado
o consecuencia de nuestra tribulación. Por lo tanto, los sufrimientos
por sí solos no son el objetivo primario de nuestro gozo, sino en
tanto y en cuanto nos llevan a la esperanza. Tal vez queramos pensar
una vez más en la decisión de colocar “Nos gloriamos en la tribu­
lación” como una afirmación principal, pero no nos atrevamos a
separarla mucho de las divisiones principales.
Además, Pablo señala claramente que la razón por la cual la es­
peranza no nos desilusiona es que tiene una base objetiva en el amor
de Dios, el cual ha sido derramado en nuestro corazón por el Espíritu.
Ese amor, a su vez, es absolutamente cierto porque podemos mirar
hacia atrás en la historia y recordar que Cristo murió, no por los
buenos, sino por los malos: nosotros mismos. Estamos entre el pa­
sado, cuando Cristo murió, y el futuro, que es asegurado por aquella
muerte histórica. Por consiguiente, en el tiempo presente tenemos
una esperanza basada objetivamente. Pero, ¿cómo afecta esto a la
lista de las cláusulas? Hay algunas cláusulas principales en los ver­
sículos 7-10, pero no están entre las afirmaciones principales, las
cuales son una lista de los beneficios de la justificación. Más bien
64 Cómo predicar expositivamente
sirven para respaldar una de esas afirmaciones, que tenemos una
firme esperanza aun cuando esa esperanza parece ser estremecida
por los sufrimientos. Por tanto, pueden ser escritas en nuestro es­
quema con la sangría apropiada, para mostrar su subordinación a las
afirmaciones principales. Alternativamente, también podría clasifi­
cárselas apropiadamente, tal vez con el símbolo A” en el margen
izquierdo, y las que son afirmaciones básicas en el curso de la pre­
sentación con el símbolo A’.
¿Cómo afecta esto a nuestro bosquejo del párrafo y a nuestro men­
saje? Parecería que debemos alterarlo un poco, tal vez como sigue:
Los resultados de nuestra justificación son:
1. Paz (v. 1)
2. Esperanza
A. Esperanza de la gloria de Dios (v. 2)
B. Esperanza aun en el sufrimiento (w. 3, 4)
C. Esperanza porque el amor de Dios se mostró en la cruz
(w. 5-10)
3. Gozo (v. 11)
El último punto también podría haberse expresado como sigue:
3. Gozo
A. En la esperanza (v. 2)
B. En el sufrimiento (v. 3)
C. En Dios mismo (v. 11)
Tal modificación involucra dos problemas. Primero, altera el orden
en el cual aparecen los temas en el texto. Este, sin embargo, es un
caso en el que el modelo inspirado puede ser más útil para el sermón
que el orden inspirado. Segundo, hay alguna repetición si conser­
vamos las subdivisiones de esperanza tal como están en la presente
lista bajo el punto 2. No hallo en esto más problema que el que se
ve cuando se mira un tapete que tiene un buen número de modelos
que se entrecruzan. Uno no reduce la belleza del tapete al seguir
estos modelos. En realidad, se le quitaría a su belleza si seleccio­
naríamos uno sólo y los seguiríamos por todo el pasaje sin tomar en
cuenta a los demás. Repetir algunos puntos que ocurren tanto en
secuencia como en modelos entrecruzados no niega el texto; lo re­
fuerza.
He presentado estos asuntos en este punto, no para complicar la
estructuración del bosquejo del pasaje, sino debido a que las com­
plicaciones están ya allí. Es relativamente fácil hallar algunos ejem­
plos ideales para presentarlos en una clase de exégesis, hermenéutica
u homilética, o para usarse en un libro como éste. Pero el predicador
Los datos: Bosquejos exegéticos 65
hallará muy pocos ejemplos “de libro de texto". El momento en que
empezamos a hacer tal bosquejo, nos enfrentamos con muchas va­
riaciones. De nada sirve frustrar al lector haciéndolo parecer más
fácil de lo que es. Desde el mismo comienzo necesitamos preguntar
no sólo cuáles son las cláusulas principales y subordinadas, sino
también cuál es la secuencia de las ideas, cuáles son las principales
afirmaciones; qué es lo que modifica, explica o refuerza (y otras cosas
por el estilo) a estas afirmaciones. Además, debemos tener en cuenta
que, aun cuando el bosquejo ya ha sido finalmente formado, es to­
davía un bosquejo. Todavía no es un sermón.
Bosquejo inductivo
Hay otro método de analizar un pasaje que he encontrado espe­
cialmente útil para bosquejar sermones. Consiste en tres partes (véase
la ilustración más abajo). Lo primero que se escribe es una serie de
cuadros horizontales que representan las divisiones principales de
los versículos del pasaje. (Este sistema puede usarse también para
hacer una lista de las secciones principales de una unidad, o incluso
de todo un libro). Las divisiones son determinadas por las unidades
reales de pensamiento del pasaje, aparte de cualquier consideración
homilética. Los números de los versículos se escriben en cada cuadro.
Las líneas inclinadas se dibujan, entonces, desde cada cuadro de
arriba y hacia la derecha. En estas líneas se escribe una breve frase
que describe objetivamente el contenido de cada sección pequeña.
La razón para hacer esto es establecer el contenido real de cada
sección, como un medio para controlar nuestras ideas interpretativas
y homiléticas.
El próximo paso es agrupar estas secciones pequeñas en unidades
más grandes, que pudieran usarse como unidades en un sermón. Al
dibujar algunas líneas horizontales y divisiones verticales debajo de
la hilera de casillas, puedo hacer provisión para cierto número de
títulos tentativos de sección que pudiera tal vez usar como temas y
subtemas de mi sermón. Puedo experimentar tanto como quiera,
simplemente añadiendo más líneas según sea necesario. Hay varias
ventajas en este método: (1) Promueve integridad en el análisis del
texto. Puedo comparar los encabezamientos propuestos en mi bos­
quejo directamente con los títulos del contenido que se hallan in­
mediatamente encima. (2) Este método obliga al predicador orientado
hacia la exégesis a pensar en términos de temas, y al predicador
orientado hacia los temas, a mantenerse apegado al pasaje. (3) Es una
ayuda para desarrollar coherentemente los temas. (4) Estimula la
flexibilidad, porque es fácil esquematizar varias combinaciones di­
ferentes de los temas. (5) Provee de una hoja de trabajo que puede
66 Cómo predicar expositivamente
ser extendida tanto como se desee, y que permite la revisión fácil,
cambios fáciles, y una base visual para la decisión final. El escribir
varios bosquejos separados en hojas individuales de papel no pro­
porciona tales ventajas. Para hallar otros ejemplos, se puede con­
sultar los libros que usan este método en el estudio bíblico inductivo.
Véase especialmente el libro de Irving. L. Jensen.14
Capítulo cuatro

Los datos:
Modelos narrativos
y de composición

Hemos visto que incluso donde hay una clara secuencia de pen
semiento, indicada principalmente por una sucesión de cláusulas,
puede haber también ciertos modelos entrecruzados que contribuyen
a la estructura y al significado. Romanos 5:1-11, que tiene una muy
clara estructura de cláusulas, tiene también un modelo de “equi­
valentes”. Tales modelos, y otros tipos que hemos de considerar,
sirven para tres propósitos. (1) Atraen la atención del lector (espe­
cialmente en el texto griego) a relaciones conceptuales que de otro
modo no hubiera observado. (2) Pueden proveer de una estructura
para un bosquejo de un sermón. (3) Contribuyen a la excelencia del
estilo de la obra. Nos ocuparemos únicamente de los dos primeros
de estos aspectos.
Modelos narrativos
Diferentes culturas tienen diferentes maneras de relatar historias.
Esto es un asunto demasiado técnico como para tratarlo aquí, pero
necesitamos tener presente que hay ciertos convencionalismos que
se siguen en la narración. Veremos apenas algunos ejemplos donde
los modelos de configuración nos ayudan a entender y a predicar a
partir de un pasaje narrativo.
Los especialistas en la traducción de la Biblia están conscientes
de la importancia del análisis del discurso. Un ejemplo excelente
apareció en la obra Bible Translator (El Traductor Bíblico), haciendo
un bosquejo del modelo narrativo que se halla en Lucas 9:57-62.15
En esta historia, Jesús habla con tres personas, una después de otra,
con respecto al costo del discipulado. El modelo básico ya es claro
68 Cómo predicar expositivamente
al lector Aun cuando no hay ninguna delincación de un personaje,
como tal, excepto en tanto y en cuanto puede deducirse de la con­
versación, la historia gira en torno a los tres personajes. El modelo
interno, sin embargo, involucra no a las personas sino a las conver­
saciones. En la primera conversación, el que busca es quien toma la
iniciativa! “Señor, te seguiré adondequiera que vayas.” La respuesta
de Jesús advierte al posible discípulo que el Hijo del Hombre no
tiene ni siquiera dónde recostar su cabeza (implicando con ello que
sus discípulos tampoco lo tenían). En la segunda conversación, es
Jesús quien la inicia, diciendo: “Sígueme.” En esta ocasión su in­
terlocutor presenta la objeción, diciendo que tiene que retomar a su
casa hasta que su padre haya muerto y sido enterrado. En la tercera
conversación, el que busca asume ambos papeles. Inicia la conver­
sación acerca del discipulado, y también presenta la objeción.
Analizando de nuevo la narración, vemos que en la primera y en
la última ocasión la conversación tiene dos lados; esto es, que un
hombre habla y Jesús habla. Esto es verdad, incluso aun cuando en
la última conversación el hombre ya ha expresado tanto el deseo
como la objeción, y Jesús añade un comentario. En la conversación
del medio, sin embargo, hay tres frases en el diálogo, dentro de las
cuales Jesús menciona el reino de Dios. De este modo se subraya la
proclamación del reino como la misión del discípulo.
Además de eso, la tercera conversación termina con una referencia
al reino de Dios. De esta manera, el reino recibe énfasis en dos lugares
cruciales, al centro y hacia el final de la narración. No sólo eso sino
que en cada lugar las palabras “el reino de Dios” ocurren hacia el
final de la frase. En la ocurrencia central, la cuestión es la tarea del
discípulo: la proclamación del reino. En la ocasión final el asunto
es el destino de cualquier aspirante a discípulo que fracasa en per­
sistir: la exclusión del servicio del reino.
Podríamos también observar que la narración entera es introducida
por las palabras: "Yendo ellos, uno le dijo en el camino.” Esto pinta
un cuadro de Jesús y sus discípulos desempeñando la misión de ir
de lugar en lugar con las nuevas del reino. En este punto en particular
Lucas también pinta el cuadro de Jesús avanzando hacia Jerusalén,
su ciudad de destino, lo cual es un tema importante en Lucas. Esta
orientación deliberada hacia Jerusalén comenzó algunos versículos
antes, en 9:51.
El expositor querrá tomar esto en cuenta mientras prepara el pasaje
para predicarlo. Los modelos son parte del texto inspirado. Nos ayu­
dan a entender la dinámica de las conversaciones y las cuestiones
Los datos: Modelos narrativos y de composición 69
teológicas y personales. Obviamente el modelo también será el punto
de partida del esqueleto o bosquejo de nuestro sermón.
Los modelos involucrados en este pasaje son de varios tipos. Vimos
que habían tres personajes, aun cuando no hubo ningún desarrollo
de las características personales, aparte de la renuencia de ellos para
servir, la misma que obedecía a varias razones. Había también un
modelo de repetición, tal como la circunstancia de que un diálogo
en cuanto al discipulado se repite tres veces. La narración era tan
simple y directa que no hubo movimiento intemo como tal, sino que
hubo un modelo interno de conversación y también de ideas. Aún
más, el modelo ideológico fue presentado fuertemente al centralizar
una declaración en cuanto al reino, y reservando el otro para un
clímax mediante un énfasis final. Aun cuando muy pocas porciones
narrativas de los evangelios o de Hechos son tan diáfanas en su
estructura, los modelos observados aquí pueden encontrarse también
en otros pasajes.
Una de las parábolas más conocidas, la del hijo pródigo, es una
ilustración magnífica de modelos entrecruzados. Esto se ve en el
mismo hecho de que algunas veces se la predica como una parábola,
no acerca del hijo pródigo, sino acerca del padre que espera, para
usar la famosa y feliz frase de Thielicke; y también acerca del her­
mano mayor. Así como en una ilusión óptica los varios planos y
líneas pueden ser vistos como que conducen de una perspectiva a
la siguiente, así también los elementos de esta historia pueden ser
vistos dirigiendo la atención al hijo, al padre, o al hermano mayor.
El estructuralismo contemporáneo también ofrece algunas pers­
pectivas en cuanto al análisis de la parábola.16 El estructuralismo,
en su dimensión literaria, es un enfoque que procura determinar
cómo encaja la literatura en las estructuras observadas comúnmente,
no sólo de narrativa, sino también de valores culturales o de conducta
en las varias culturas y períodos de la historia. El hijo, sin duda,
puede ser visto como el sujeto, pero, en lenguaje estructuralista,
también es el receptor de las acciones del padre, quien es el que
envía. El hermano mayor es claramente el oponente. Lo anterior es
una descripción muy simplificada de lo que los estructuralistas lla­
man un análisis actancial (un método de enfoque que está sujeto a
considerable debate). Además de esta dimensión, necesitamos ver
qué funciones caracterizan a la secuencia narrativa. Hay un número
de funciones que han sido observadas en los estudios estructurales,
dos de las cuales son claramente observables aquí. Se tratan de la
70 Cómo predicar expositivamente
separación y la unión, y la pérdida y la ganancia. (Diferentes eruditos
usarán diferente terminología.)
Además de la tradicional concentración sobre los personajes del
suceso, y a las perspectivas contemporáneas del estructuralismo, hay
observaciones que todavía quedan para que el expositor las descubra
por sí mismo en el texto. Las relaciones entre los dos hijos y su padre
son contrastadas gráficamente mediante el empleo de los pronombres
personales. En el versículo 24 el padre llama al pródigo “este mi
hijo”. En el versículo 27 un sirviente identifica al pródigo ante el
hermano mayor como “tu hermano”. Pero cuando el hermano mayor
habla acerca del pródigo con el padre (v. 30), no le llama “mi her­
mano”, sino “este tu hijo”, indicando así su hostilidad y sentido de
alejamiento de él. Sin embargo, el padre le habla al hermano mayor
cariñosamente, llamándole “hijo mío”, y luego lleva toda la historia
al clímax mediante la expresión tan significativa: “este tu hermano”
(v. 32). Ese intento de reunir al hermano mayor con el pródigo ilustra
la cuestión que subyace en la parábola: los fariseos se negaron a
recibir a los pecadores, los cuales, por medio del ministerio de Jesús,
estaban retomando a Dios (v. 1, 2).
Hay mucho más que podría presentarse aquí en tomo al estudio
de la parábola, pero esto nos servirá para mostrar cómo el expositor
puede sacar provecho de la observación cuidadosa de los modelos
narrativos. Necesita hacer preguntas en cuanto a la dinámica literaria
tanto como en cuanto a cosas obvias como son los personajes y los
sucesos. El expositor necesita identificarse con la gente, las situa­
ciones y las emociones de la parábola. Pensar en términos de ga­
nancia y de pérdida, de separación y de reunión, le ayudará a entrar
en la estructura general de la experiencia humana, tanto como en la
historia individual. Puesto que su propia congregación está experi­
mentando separación y reunión, pérdida y ganancia, y puesto que
en la vida contemporánea, al igual que en las historias del primer
siglo, hay quienes envían y quienes reciben, ayudantes y oponentes,
tener presentes estos modelos de configuraciones estructurales es
una condición sine qua non para el expositor que va a ser también
pastor. Si expositores anteriores han carecido de perspectivas y ter­
minología estructuralista, los que más éxito han alcanzado cierta­
mente han tenido un entendimiento intuitivo que les ha sido de gran
ayuda.
Modelos de composición
Hay modelos de configuración que yacen más bien en la superficie
Los datos: Modelos narrativos y de composición 71
del pasaje. Pueden ocurrir en una porción narrativa o en un argu­
mento lógico. Algunos están marcados por palabras o construcciones
específicas (una conjunción subordinada que indica causalidad o,
en el otro extremo, una progresión gradual de ideas o sucesos). A
menudo estos modelos de composición están señalados por los mo­
delos semánticos, de los cuales trataremos en el siguiente capítulo.
Será útil consultar ambos capítulos juntos al preparar sermones, a
fin de estar alertas simultáneamente a ambas clases de modelos. Esta
forma de enfoque es familiar para quienes tienen interés en los mé­
todos inductivos de estudio bíblico. Hay dos libros que he encontrado
particularmente útiles con respecto a esta clase de modelos de con­
figuración. Uno es Methodological Bible Study (Estudio bíblico me­
todológico), de Robert A. Traína.17 El otro es Independent Bible Study
(Estudio bíblico independiente) de Irving Jensen.18 Los modelos ló­
gicos o de composición que ellos describen se usan en el estudio de
la Biblia en inglés, pero pueden ser aplicados igualmente al estudio
de la versión castellana o del texto griego. Son valiosos en la deter­
minación tanto del contenido de un pasaje como de la forma del
sermón. Hay doce clases de modelos de configuración que considero
muy útiles para el expositor.
Comparación o contraste
Este modelo es obvio en Romanos 5:12-19, donde se hace un con­
traste entre Adán y Cristo en un modelo alternado. En Lucas 7:36-
50 hay un contraste entre Simón el fariseo y la mujer pecadora,
especialmente en los versículos 44-47. Aun cuando este modelo no
provee de la estructura para el pasaje completo, como es el caso en
Romanos 5:12-19, sí forma la base para la declaración del versículo
47. Romanos 4:1-25 enseña la justificación por la fe, usando el ejem­
plo de Abraham. Esto se ve fácilmente como una comparación entre
la justificación de Abraham y la nuestra. Cualquiera que pueda ser
la estructura de cláusulas de tales pasajes, la manera lógica de es­
tructurar un sermón es de acuerdo con los puntos de la comparación.
Una excepción pudiera ser Lucas 7, donde los contrastes en los
versículos 44 y 45 son un motivo intemo, menos importante, que
sirve para destacar el contraste básico entre las dos personas y sus
actitudes hacia el pecado y hacia el perdón.
Romanos 8 nos provee de otro ejemplo de contrastes. Pablo con­
trasta el hecho de poner la mira en las cosas del espíritu y ponerla
en las cosas de la carne. Los sufrimientos presentes también son
contrastados con la gloria futura. Gálatas 5 tiene el familiar contraste
71 Cómo predicar expositivamente
entre las obras de la carne y el fruto del Espíritu. Efesios 5 contrasta
la luz y las tinieblas, la embriaguez del vino y la llenura del Espíritu.
Los pasajes del Nuevo Testamento, tanto como su teología, están
llenos de contrastes. El cristianismo mismo exige que escojamos
entre dos “caminos” contrastantes, entre la vida y la muerte.
Repetición
Este esquema de composición es muy simple, algunas veces refle­
jando un estilo semítico. Un ejemplo muy conocido es el pasaje de
las bienaventuranzas, en el sermón del monte (Mateo 5:3-11). Si esta
clase de repetición se convierte en la base de los puntos de un ser­
món, es necesario ejercer mucho cuidado, so pena de que se tome
tedioso o seco. Algunas preguntas deben ser hechas, por ejemplo:
“¿Quién es la persona a quien Dios bendice?” En los versículos 21-
48 del mismo capítulo Mateo presenta una serie de “antítesis” de
Jesús. En esa serie Jesús coloca su propia enseñanza en contraposi­
ción con lo que la gente había oído antes. Cada sección comienza
con las palabras: “oísteis que fue dicho...” Esto ocurre cinco veces.
Para tomar un ejemplo más de Mateo, en el capítulo 23 hay una serie
de ayes pronunciados por Jesús contra los fariseos. Si queremos un
ejemplo de fuera de los evangelios podemos ir a Efesios 4. “Un
cuerpo, y un Espíritu... una misma esperanza... un Señor, una fe,
un bautismo, un Dios...” (w. 4-6). Sea que los varios elementos de
una serie como esa sean o no apropiados para hacerlos puntos su­
cesivos de un sermón, el sermón debe, para ser fiel al texto, llamar
la atención a la serie. Ella se encuentra allí para llamar la atención
tanto hacia los puntos individuales como a su efecto acumulativo.
Este es un artificio literario usado bajo la inspiración del Espíritu
Santo, y debería permitírsele que haga su impacto completo.
Continuidad
Aquí nos referimos a pasajes que pueden tener o no tener una
palabra o frase repetida, pero que tienen un tema común. Mateo
13:24-52 contiene la serie bien conocida de las parábolas del reino.
En este caso hay una repetición de la frase “el reino de los cielos es
semejante a.. .” pero hay otras enseñanzas en y a través de las pa­
rábolas que ocurren antes e incluso durante esta serie. Antes de la
serie tenemos la parábola del sembrador, y los comentarios de Jesús
acerca del por qué les hablaba en parábolas. Insertada en la serie hay
una cita del Salmo 78:2, con respecto a las parábolas. Mientras que
el expositor puede hallar aconsejable tratar las parábolas y otros
comentarios individualmente, no debe tratarlas como si fueran in-
Los datos: Modelos narrativos y de composición 73
dependientes. Hay un efecto acumulativo que debe captarse si es
que vamos a captar el alcance completo de lo que Jesús está ense­
ñando acerca del reino y de los que entran en él.
En Mateo 4:1-11 y en Lucas 4:1-12 tenemos el relato de la tentación
de Jesús en el desierto. Aun cuando cada tentación es única, ninguna
puede ser aislada de las otras sin menoscabar el pasaje. Regresaremos
a estos pasajes un poco más adelante. Lucas 5:17 — 6:11 contiene
una serie de diferentes incidentes en la vida de Jesús. Sin embargo,
aquí también hay una continuidad marcada por una referencia, en
cada situación, a los fariseos. Tomándolos juntos, esos incidentes
ilustran las características de Jesús y su ministerio que criticaban los
fariseos. Esta serie ocurre básicamente en la misma forma en Marcos
y, en diferentes lugares de Mateo. No obstante, hay un elemento de
continuidad en Lucas que falta en Mateo y en Marcos. Lucas men­
ciona a los fariseos en cada incidente. Además de eso, menciona a
los fariseos al principio mismo del primer incidente, la curación del
paralítico. Ni Mateo ni Marcos mencionan siquiera a los fariseos, y
sólo presentan a los escribas en la mitad de la historia. Lucas es el
único escritor que menciona a los fariseos en el incidente final, la
curación del hombre de la mano seca (Lucas 6:6-11). Por lo tanto,
nos damos cuenta de que aun cuando Marcos ve una continuidad
aquí con respecto a una serie de acciones controversiales de Jesús y
sus discípulos, Lucas nos muestra aún más: hay un grupo hostil de
observadores, los fariseos. Lucas procede luego a mostrar que la
“gente” está abierta a la enseñanza de Jesús, pero que los fariseos,
como grupo, no lo están. Esto es parte del diseño de Lucas para
mostrar que el cristianismo surgió del judaismo, y que fue reconocido
como una religión legítima por los judíos. No es el pueblo, sino sus
líderes, los que tenían la tendencia de rechazar a Jesús.
He escogido ejemplos de continuidad de los evangelios porque
esto es menos obvio en ellos que en las epístolas. Tenemos la ten­
dencia a fragmentar los diversos incidentes y las varias enseñanzas
de los evangelios, dejando así de observar sus interrelaciones, y por
consiguiente, fallando en cuanto a predicarlas apropiadamente. Si
quisiéramos seleccionar pasajes de las epístolas como ejemplos de
continuidad, nuestros pensamientos probablemente irían primero a
la serie de dones en Romanos 12 y 1 Corintios 12.
Clímax
Nos referimos anteriormente a los relatos de la tentación de Jesús
que se encuentran en Mateo 4 y Lucas 4. Hay tres tentaciones, di-
74 Cómo predicar expositivamente
ferentes en naturaleza, pero con mucho en común. No sólo eso sino
que los evangelistas presentan a la segunda y la tercera tentación en
diferente orden. Esto no es problema en cuanto a su historicidad,
pero es un fenómeno que merece la atención del intérprete y pre­
dicador bíblico. Aun cuando no es posible tener certeza absoluta,
parece ser más que probable que Mateo fue guiado por el Espíritu
Santo a poner la tentación con respecto a los reinos de este mundo
en último lugar, para poder alcanzar un clímax apropiado al tema
mesiánico de realeza del Evangelio según San Mateo. Lucas, por otro
lado, enfatiza los orígenes judíos del cristianismo y constantemente,
tanto en su evangelio como en Hechos, usa a Jerusalén y al templo
en particular como símbolo de esta relación. Consecuentemente, le
hubiera parecido lo más inapropiado tener hacia el final el último
incidente, porque éste tiene lugar en el templo de Jerusalén. Si esto
es cierto, ilustra la importancia de observar dónde ocurre el clímax
de un suceso o de una serie de declaraciones. Por lo general este se
halla en el último punto de la serie.
Sea que nuestra interpretación del orden de las tentaciones sea
correcta o no, la función literaria del clímax es suficientemente im­
portante como para hacer esta clase de investigación dondequiera
que hay una serie de cualquier forma. El relato de Mateo 8:5-13 y el
de Lucas 7:1-10 en cuanto al siervo del centurión, difieren el uno
del otro en ciertas maneras apropiadas para cada evangelio. Ambos
relatos, sin embargo, concluyen con una declaración de que el siervo
fue curado. En Mateo la declaración es hecha en el momento en que
Jesús dijo su pronunciamiento. En Lucas encuentran al siervo curado
cuando regresan. En cada caso la curación forma el clímax de la
historia, aun cuando la declaración ocurra en diferentes puntos cro­
nológicos. Regresaremos a esta historia para otra observación.
En la historia familiar de Jesús durmiendo en el barco durante la
tormenta, el clímax no está, como se predica tan a menudo, en el
hecho de calmar la tormenta y las olas. Está más bien en la pregunta
de los discípulos al final de la historia: “¿Quién es éste, que aun a
los vientos y a las aguas manda, y le obedecen?” (Lucas 8:25; Mateo
8:27; Marcos 4:41). En Lucas esta pregunta tiene un lugar importante,
como la primera de tres preguntas en cuanto a la identidad de Jesús
que observamos anteriormente (Lucas 9:9, donde Herodes pregunta,
“¿quién, pues, es éste?” y Lucas 9:20, la pregunta de Jesús, “¿Y
vosotros, quién decís que soy?”). Predicar solamente la aplicación
de que Jesús aquieta las tormentas de nuestra vida es errar la lección
Los datos: Modelos narrativos y de composición 75
más importante, la verdadera identidad de aquel que ejecuta el
milagro.
El clímax del relato de la transfiguración es, en cada evangelio que
lo registra, la voz desde la nube. Esto enfoca la atención en la de­
claración de Dios con respecto a su Hijo. El énfasis final del relato
es puesto, por esto, no en lo que fue observado, ni siquiera en la
transfiguración de Cristo, sino en la declaración explícita de Dios
concerniente al significado de esa transfiguración. En forma intere­
sante, la referencia de Pedro a la transfiguración en 2 Pedro 1:16-18
también enfatiza las palabras que vinieron desde el cielo. Luego
procede a hablar de la palabra de los profetas, en los versículos 19-
21. Un mensaje sobre la transfiguración debe, por consiguiente, tam­
bién encontrar su clímax en la proclamación de la declaración de
Dios acerca de su Hijo amado.
Anteriormente ya nos hemos referido a los “relatos de controver­
sias” en Lucas 5:17 — 6:11 y los pasajes paralelos en Mateo y Marcos.
Es apropiado observar ahora que en cada evangelio la serie de in­
cidentes termina con una declaración de que los líderes tramaban
deshacerse de Jesús. Por consiguiente, un sermón que se concentre
exclusivamente en, por ejemplo, la enseñanza de Jesús sobre el día
de reposo, yerra la función que desempeñan las historias en las
narraciones de los evangelios.
En Efesios capítulo 4, la repetición de la palabra “un”, que ob­
servamos antes, tiene un clímax doble. La declaración final en el
versículo 6, “un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por
todos, y en todos”, pone el clímax de la confesión de fe. Sin embargo,
la palabra “un” ocurre una vez más para una clase diferente de
clímax. El versículo 7 comienza con esa ocurrencia final, “Pero a
cada uno”, que en el texto griego está en caso dativo. Es más probable
que el lector del texto griego capte esto antes que el lector del texto
en español. El punto es que después de haber usado la palabra “un”
en una serie para referirse a la unidad, Pablo ahora usa la palabra,
“uno”, para referirse a la individualidad. De esa manera, Pablo in­
troduce la verdad de nuestra individualidad como un clímax a la
serie de referencias a nuestra unidad tanto como una introducción
a la sección de los dones individuales que Dios ha dado a su iglesia
(w. 7-13).
Una clase diferente de doble clímax se halla al final de Romanos
capítulo 7. En 6:16 — 8:8 Pablo está tratando principalmente acerca
de la validez de la función de la ley de Dios. La serie de cuatro
preguntas retóricas en los capítulos 6 y 7 concluye con “¿Luego lo
76 Cómo predicar expositivamente
que es bueno, vino a ser muerte para mí?” (7:13). Pablo considera
esta pregunta final tanto desde el punto de vista de la teología como
del de su experiencia personal. El clímax a su experiencia personal
es expresado primero en los versículos 24 y 25, en términos de
miseria y liberación. El clímax a su argumento teológico sigue a esto
en el versículo 25. Luego procede a considerar la consecuencia de
todo esto, en el capítulo 8.
La discusión de Pablo de los caminos de Dios para con Israel en
los capítulos 9 —11 alcanza su clímax en la majestuosa doxología
de 11:33-36. “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de
la ciencia de Dios! ... A él sea la gloria por los siglos. Amén.” Otra
doxología pone el clímax a la oración de Pablo en Efesios 3:14-21.
La idea de un clímax doxológico aparece frecuentemente en el Evan­
gelio según San Lucas y en Hechos. Tal es el caso cuando la gente
observa la obra de Dios, como por ejemplo, en una curación realizada
por el Señor Jesús. Un ejemplo de esto, que ocurre en los tres evan­
gelios sinópticos, es el clímax de la curación del paralítico que fue
bajado por el techo. La gente que vio esto “glorificó a Dios” (Mateo
9:8; Marcos 2:12; Lucas 5:26). Lucas menciona también que el que
había estado paralítico se fue a su casa, “glorificando a Dios” (Lucas
5:26). En nuestra preocupación por enseñar doctrina y hacer apli­
caciones prácticas en nuestros sermones, debemos tener cuidado de
no pasar por alto la meta más importante de todas, la de adorar a
Dios. ¿Cuántos de nuestros sermones realmente alcanzan este
clímax?
Punto crucial
Esto se refiere bien sea a un punto en un argumento narrativo o
lógico que es de extrema importancia, o a un punto en que la dis­
cusión toma un giro muy significativo. La historia acerca de la cu­
ración del siervo del centurión alcanzó su clímax, como ya vimos,
en la afirmación final de que el siervo fue curado, Sin embargo, hay
un punto previo en la historia que es crucial tanto en la narración
en sí misma como en su significación para nosotros. Se trata de la
expresión de fe del centurión, y el elogio que Jesús hizo de ella. Sin
esto, la historia no podría haber continuado. Sin esto, la historia
probablemente no hubiera sido incluida en las Escrituras. La expre­
sión de esa fe de parte de un gentil es lo que da a la historia su
significación particular. La expresión y el elogio de esa fe es el punto
en que cambia la dirección de la narración. Eso debe también tener
su lugar en el sermón. Si nuestro intento de estructurar el sermón
Los datos: Modelos narrativos y de composición 77
en partes proporcionalmente iguales menoscaba en la mente de la
congregación la importancia particular de este punto decisivo, la
estructura de nuestro sermón habrá distorsionado el significado del
pasaje. Ser fiel al significado de las Escrituras, en este caso, significa
llamar la atención a ese punto decisivo.
Si quisiéramos mencionar ejemplos de puntos cruciales en el
Nuevo Testamento, probablemente uno que vendría a nuestra mente
de inmediato sería la confesión de Pedro: “Tú eres el Cristo, el Hijo
del Dios viviente” (Mateo 16:16 y paralelos). Este es el punto crucial
no sólo del pasaje, sino de cada uno de los evangelios sinópticos y,
en realidad, de todo el ministerio del Señor Jesús.
Otro ejemplo tal vez no sea fácilmente reconocido. En Apocalipsis
10, después que la “séptima trompeta” suena, un ángel jura solem­
nemente “por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el
cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en
ella, y el mar y las cosas que están en él” (v. 6). La fraseología
empleada en este impresionante juramento nos alerta de la impor­
tancia de lo que se está diciendo. Las próximas palabras son que “el
tiempo ya no sería más”. Anteriormente en Apocalipsis los mártires
habían clamado: “¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas
y vengas nuestra sangre entre los que moran en la tierra?” (6:10). La
pregunta: “¿Hasta cuándo?” surge junto con otra pregunta que se
hace con frecuencia: “¿Por qué?” Luchamos con “el problema del
mal” y con el “misterio de iniquidad” (2 Tesalonicenses 2:7). En­
tretanto, etapa por etapa, y siglo tras siglo, Dios está revelando su
“misterio”, su propósito y el plan que está desarrollando a través de
la historia. Ahora, en Apocalipsis 10, el tiempo ya no será más, y
“el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos
los profetas” (v. 7). Claramente, este es un punto crucial en el libro
de Apocalipsis, en la experiencia del pueblo de Dios, y en la historia
del mundo. Lo crucial del momento es proclamado aún más en las
palabras: “Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor
y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos” (11:15).
Intercambio
Esta característica fue observada anteriormente cuando notamos
que las personas se alternan como el sujeto de la narración de Lucas
en los capítulos 1 y 2. Lucas llama la atención primero a la proxi­
midad del nacimiento de Juan el Bautista, luego al de Jesús, y luego
se vuelve al uno o al otro alternadamente. Otro ejemplo es el inter­
cambio que involucra a la hija de Jairo y a la mujer que padecía de
78 Cómo predicar expositivamente
flujo de sangre (Marcos 5:21-43 y paralelos). En Romanos 5:12-19
hay una alternancia (tanto como contraste básico) entre Adán y
Cristo. Romanos 7:7-25 presenta un intercambio entre la ley y el
reconocimiento humano de su validez por un lado, y la ley del
pecado y de la muerte con nuestro pecado y fracaso carnal, por el
otro. Pablo pasa del uno al otro, y viceversa, a medida que presenta
el argumento.
Particularización
Mateo 6 prosigue registrando el sermón de Jesús en el monte con
las palabras: “Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los
hombres, para ser vistos de ellos.” Luego Jesús pasa de esta gener­
alización en cuanto a “vuestra justicia”, a casos particulares. Espe­
cíficamente trata de la limosna que se da a los pobres (v. 2), de la
oración (v. 5), y del ayuno (v. 16).
Tanto Mateo como Lucas describen el ministerio de Juan el Bau­
tista. Juan les decía a quienes se congregaban para escucharle que
debían esforzarse por producir frutos dignos de arrepentimiento (Ma­
teo 3:8, Lucas 3:8). Solamente Lucas particulariza esta exhortación
general. En los versículos 10 al 14, en respuesta a la pregunta de la
multitud: “Entonces, ¿qué haremos?” Lucas se refiere a compartir la
ropa, la responsabilidad al recaudar los impuestos, y al dominio
propio de parte de los soldados. El pasaje de Efesios 4 que citamos
anteriormente como ejemplo de clímax podría también ser men­
cionado como un ejemplo de particularización. Después de referirse
a la unidad del cuerpo, en los versículos 3-6, donde Pablo repite las
palabras “un” o “una”, procede a referirse a nuestra individualidad:
“Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia...” (v. 7). A con­
tinuación, en los versículos 11-13 Pablo especifica los dones que
Dios ha dado a su Iglesia. De la misma manera, en Romanos 12 y
1 Corintios 12 Pablo particulariza los dones de Dios.
Esta figura literaria de la particularización es de ayuda especial
para el predicador, porque es nuestra responsabilidad tomar las ver­
dades bíblicas en cuanto a Dios y su Palabra y aplicarlas en maneras
particulares a nuestra propia situación. La particularización conduce
a la aplicación.
Generalización
Esto, por supuesto, es lo inverso a la particularización. Comen­
zando de nuevo con el sermón del monte, leemos en Mateo 5:21-47
una serie de ejemplos específicos de las normas morales que Jesús
estableció para sus seguidores. Como conclusión a esos ejemplos
Los datos: Modelos narrativos y de composición 79
particulares de adulterio, de juramentos y otros casos, Jesús hizo una
generalización: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre
que está en los cielos es perfecto.” En 7:12 establece otra generali­
zación: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan
con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es
la ley y los profetas.” Aun cuando viene a continuación de varios
versículos de enseñanza en cuanto a la oración, su función como
generalización es que resume la dirección básica del sermón del
monte. Le sigue luego la admonición: “Entrad por la puerta estre­
cha. ..” y la advertencia contra los falsos profetas y la falsa profesión
de fe. El sermón concluye con la parábola de la casa sobre la roca y
la declaración de que Jesús “enseñaba como quien tiene autoridad”
(7:29).
Si queremos un ejemplo tomado de las epístolas, podemos ir a
Romanos 13. Allí Pablo hace una lista de los deberes de un ciudadano
cristiano responsable (w. 6, 7). A esta particularización sigue una
generalización: “No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros”
(v. 8). El predicador que reconoce esto como una generalización que
se relaciona a los particulares señalados en los versículos 6 y 7 no
cometerá el error de exhortar a su congregación en contra de contraer
deudas, basando su exhortación en el versículo 8. La generalización
nos ayuda a encontrar un principio por el cual vivir.
Causa y Efecto
El ejemplo, tomado de los evangelios, lo hallamos en Mateo 21:33-
46. La parábola de los arrendatarios, con su enseñanza en cuanto al
rechazo de Jesús por parte de los que debían haberle rendido honor,
es claramente lo que causó que los líderes intentaran arrestarlo (w.
45, 46). El mismo efecto recibe incluso mayor atención en el Evan­
gelio según San Juan; en ese caso, con ocasión de la resurrección de
Lázaro. Después de ese milagro, y de la respuesta de muchos judíos
que creyeron en Jesús (11:45), los líderes decidieron que había lle­
gado el momento de quitar a Jesús del camino (w. 47-53). Esto pro­
porciona un ejemplo adicional de un “punto crucial”. Claramente,
este es un punto decisivo en la vida de Jesús. El capítulo 11 concluye
con las órdenes que se dictan para que se informe del paradero de
Jesús, para poder arrestarlo (v. 57). La narración que Juan hace de la
Pasión de Jesucristo comienza inmediatamente en el siguiente ver­
sículo (12:1). La pascua se acerca, y María unge a Jesús “para el día
de [su] sepultura” (v 7)
Romanos 1:18-32 provee de otro buen ejemplo de “causa v efecto”.
80 Cómo predicar expositivamente
Aquí Pablo hace una lista de pecados vergonzosos de la humanidad.
En el versículo 32 vemos que el efecto final del pecado es la muerte,
pero el efecto inmediato de perversión es que aquellos que lo prac­
tican continúan haciéndolo, e incluso lo aprueban.
Algunas veces la distinción entre efecto y propósito no es muy
claro. Esto es en parte debido a nuestra incertidumbre ocasional en
cuanto a interpretar la partícula griega (jiña) como “para que” (pro­
pósito) o “de modo que” (resultado). A menudo, considerando la
providencia de Dios, la distinción no es importante. Si un efecto es
claramente lo que se intenta lograr, podemos considerarlo como una
declaración de propósito. Por ejemplo, en 1 Corintios 2:1-5, Pablo
explica por qué no predicaba con elocuencia. La razón, que también
fue el efecto de su acción, era “para que vuestra fe no esté fundada
en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios”. Esto corre
paralelo con el párrafo anterior, en el cual Pablo explica que Dios
no escogió mucha gente con abundancia de talento, “a fin de que
nadie se jacte en su presencia” (1:29), y para que nosotros podamos
gloriarnos “en el Señor” (v. 31).
Es de particular importancia que el predicador observe la causa y
el efecto (junto con el propósito), porque es responsabilidad del
predicador hacer a la gente consciente del alcance de sus propias
acciones y decisiones. En un sentido, toda la Biblia es una serie de
relaciones de causa y efecto. Esto es tal vez mucho más claro en los
profetas del Antiguo Testamento. Es importante examinar los pasajes
buscando esta clase de relación, porque algunas veces se halla más
bien en forma implícita antes que declarada abiertamente. Bien sea
que esté encubierta, o que sea parte de un claro modelo de compo­
sición, el mensaje, si está presente, debe tener la misma fuerza en el
sermón que la que tiene en el texto.
Prueba o verificación
Esto significa proporcionar la base para la razón de algo. Por ejem­
plo, en Mateo 16:24-27 Jesús habla acerca de tomar la cruz y de ganar
la vida verdadera. La importancia de los asuntos que están involu­
crados se torna clara en el versículo 27: “Porque el Hijo del
Hombre . pagará a cada uno conforme a sus obras.” Si predicamos
sobre el discipulado a partir de este pasaje, pero no proveemos la
verificación que Jesús mismo hizo, habremos fracasado en cuanto a
dar la enseñanza de Jesús en la perspectiva correcta y en su plenitud.
La enseñanza de Jesús acerca de las posesiones, en Lucas 12:13-
34 recibe su comprobación en varias etapas. Por ejemplo, el versículo
Los datos: Modelos narrativos y de composición 81
31 nos asegura que “todas estas cosas [les] serán añadidas” a los que
buscan el reino de Dios. Al final del siguiente párrafo (w. 32-34), el
cual incluye la palabra “tesoro”, Jesús indica la prueba de la siguiente
manera: “Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vues­
tro corazón.” Si exhortamos a nuestra congregación a realizar alguna
acción costosa, le fallaremos y no haremos justicia a las enseñanzas
de nuestro Señor si no les proporcionamos la base para la seguridad
que El nos ha dado con respecto a tal acción. Nuestra exhortación
puede convertirse en un ruego, una amenaza, o una adulación, que
tenga de todo menos la motivación apropiada, si erramos la moti­
vación dada en el texto bíblico. Este hecho de verificar una aseve­
ración puede ocurrir en muchas clases de enseñanza bíblica. En los
ejemplos dados arriba, es una base para la obediencia. Puede también
ser una base para la doctrina bíblica o las promesas divinas. Citamos
a menudo Romanos 8:28; pero, ¿procedemos también a verificar las
razones que respaldan la afirmación de que Dios obra en todo para
nuestro bien? Esa promesa a menudo ha parecido hueca para las
personas que han experimentado tragedia en su vida. La verificación
viene en los versículos 29 y 30. Allí vemos el propósito y la soberanía
de Dios. El versículo 29 comienza: “Porque...”, que traduce el vo­
cablo griego (jóti). La razón por la cual “sabemos” que Dios está
obrando para nuestro bien es explicada en los versículos 29 y 30,
que concluyen con: “a los que justificó, a éstos también glorificó.”
Otros ejemplos abundan en las epístolas. Los versículos familiares:
“Porque por gracia sois salvos..(Efesios 2:8ss) son en sí mismos
la verificación para la enseñanza que Pablo ha estado dando en este
capítulo. El próximo capítulo de Efesios comienza con: “Por esta
causa...” (3:1). En este caso, es lo que ha precedido lo que provee
de verificación para lo que va a decir después (el final de su oración
en los w. 14-21).
Continuando en Efesios, podemos notar que las advertencias de
Pablo en contra de la inmoralidad, en 5:3-7, no son palabras vacías,
sino que se basan en dos hechos solemnes. (1) “Porque sabéis esto,
que ningún fornicario, o inmundo, o avaro... tiene herencia en el
reino de Cristo y de Dios”, y (2) “... porque por estas cosas viene
la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia” (w. 5, 6).
Si nosotros, como predicadores, estamos interesados en persuadir
y motivar a las personas a tomar decisiones cruciales en su vida y
para con Dios, debemos proveerles de una motivación bíblica para
hacerlo. Si vamos a persuadir a las personas para que reconozcan
las verdades de Dios presentes en su Palabra, debemos proveerles
82 Cómo predicar expositivamente
de una base lógica adecuada para tal aceptación. Repitiendo, si in­
tentamos hacer esto por nuestros propios poderes de persuasión,
dejando a un lado la misma verificación que Dios da en sus propias
palabras, habremos puesto el brazo débil de la carne en sustitución
del poder del Espíritu de Dios que habla mediante su Palabra ins­
pirada.
Radiación
De todos los modelos de composición que se han discutido hasta
aquí, probablemente este es el que menos ayuda estructural ofrece
para un bosquejo de sermón. El reconocimiento de este modelo, no
obstante, nos alertará en cuanto al tipo y cantidad de material que
debe ser considerado junto, como unidad. En el modelo de radiación
hay un tema central que se expande hacia afuera en varias direccio­
nes, como los rayos de una rueda. La idea es primeramente desarro­
llada de una manera, y luego de otra. Marcos 7 y Mateo 23 contienen
una serie de comentarios que Jesús hizo acerca de los fariseos. En
Marcos 7 se encuentra cierta progresión, la cual observaremos dentro
de poco. Mateo 23 destaca la repetición de la palabra "ay”, como se
observó anteriormente. Aparte de esto, es difícil encontrar una es­
tructura lógica clara.
Los capítulos 12 y 16 de Lucas registran varias enseñanzas del
Señor Jesús en cuanto al tema de las posesiones materiales. Hay
interrelaciones claras, pero no en orden lineal. En 1 Corintios 15 hay
una sucesión de comentarios sobre el tema de la resurrección. Los
puntos que Pablo hace siguen el uno al otro naturalmente, pero están
conectados más lógicamente con el tema básico que lo que están el
uno con el otro. Sin embargo, esto no es obstáculo para la construc­
ción de un bosquejo lógico del pasaje.
Progresión
No siempre es fácil decir cuándo un autor está estableciendo cons­
cientemente una progresión de pensamiento. Debido a que Juan
tiende a usar sinónimos con poca diferenciación en significado, es
difícil saber si la sucesión de diferentes palabras griegas para “ver”,
en el relato de la resurrección en Juan 20:3-9, lleva la intención de
indicar un progreso en la percepción.
La progresión es más clara en Marcos 7. En el versículo 8 Jesús
dice: "Porque dejando (oféntes) los mandamientos de Dios, os afe­
rráis a la tradición de los hombres.” En el versículo 9 dice: "Bien
invalidáis (athetéite) el mandamiento de Dios...” Jesús concluye en
el versículo 13: "Invalidando (akuroúntes) la palabra de Dios con
Los datos: Modelos narrativos y de composición 83
vuestra tradición...” Esto incorpora también la figura literaria de
equivalencia. Cada declaración tiene una referencia a los manda­
mientos, o a la Palabra de Dios, y a la tradición de los fariseos, pero
el verbo es diferente en cada caso ("dejando”, “invalidéis”, “inva­
lidando” [haciendo nulo]). El elemento de progresión yace en el
hecho de que cada uno de estos es una ofensa progresivamente más
seria contra los mandamientos de Dios.
Romanos 1:18-22 contiene una progresión. En este caso, las acti­
vidades centrales de la humanidad parecen degenerar más y más a
medida que el capítulo continúa. Efesios 4:11-13 debe ser probable­
mente entendido también como una progresión. Dios da líderes do­
tados; éstos preparan al pueblo de Dios; el pueblo de Dios realiza la
obra del servicio; el cuerpo de Cristo es edificado; alcanzamos la
unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios; alcanzamos la
madurez, y finalmente alcanzamos “la medida de la estatura de la
plenitud de Cristo”. Otra progresión ocurre más adelante en el mismo
capítulo. Si un ladrón se convierte, (1) “no hurte más”, (2) “sino
trabaje”, y (3) “para que tenga qué compartir con el que padece
necesidad” (v. 28).
Es aparente ya que cuando nos disciplinamos para estar alerta a
estos doce modelos de composición, lograremos dos cosas. Primera,
es muy probable que hallemos un modelo que en sí mismo puede
formar la base para el bosquejo del sermón. Segunda, y más impor­
tante, tendremos la tendencia a seguir de cerca la propia dirección
de pensamiento del autor, antes que superponer nuestras propias
impresiones.
Capítulo cinco

Los datos:
Modelos semánticos

La importancia de modelos semánticos


Los modelos semánticos pueden estar formados por partes de al­
gunas palabras (voces, prefijos, sufijos, raíces), palabras, o incluso
frases enteras. Hay modelos simples que son indicados por sonidos
similares o apariencia similar en el griego; pero también hay otros
modelos que involucran varias relaciones de significado. Trazar éstas
requiere cuidadosa investigación y estudio del léxico. También re­
quiere juicio maduro a fin de determinar exactamente cuáles modelos
son realmente significativos y cuáles son sencillamente de estilo o
incluso no intencionales. Los modelos semánticos son generalmente
de menos ayuda para estructurar un sermón que los modelos de
narración o de composición. Sin embargo, pueden ser sorprenden­
temente beneficiosos de dos maneras. Primero, pueden alertar al
lector en cuanto a modelos de composición más grandes. Unas pocas
palabras que se destacan en contraste con otras, por ejemplo, pueden
llamar la atención a un marco principal de composición de contraste.
Segundo, los modelos semánticos pueden revelar una serie de ideas
que no afloran en el principal esquema del pensamiento de un autor.
Son como pequeñas pinceladas que aplican colores contrastantes o
en armonía, para darle a una pintura una más detallada definición
y belleza. El expositor que se inclina a encuadrar su edificio ser-
mónico (para cambiar la metáfora) usando los materiales de cons­
trucción más obvios en el texto, puede pasar por alto esos materiales
de apoyo y decorativos que hacen de una estructura una vivienda
única y habitable. Los escritores del Nuevo Testamento no emplearon
figuras literarias únicamente por efectos estéticos; las emplearon para
86 Cómo predicar expositivamente
lograr efectos espirituales. A veces, incluso, las usaron como parte
de la estructura básica.
Encontramos un hermoso ejemplo de ambas funciones, material
básico para un bosquejo y material suplementario destinado a pro­
ducir efectos espirituales, en Hebreos 1:1-4. La epístola comienza
con dos palabras de sonido tan similar que no hay posibilidad de
que su efecto sea pasado por alto por parte de quienes lo escuchan
leer: (polumerós kai polutrópos). Estas palabras, significando "mu­
chas veces y de muchas maneras”, sirven para introducir el mensaje
de Hebreos acerca de la revelación final de Dios en Cristo, al llamar
la atención a la naturaleza fragmentaria de la revelación del Antiguo
Testamento. La manera dispersa en que Dios habló, a través de cierto
período de tiempo, en muchas circunstancias, y por medio de di­
ferentes personas, está en agudo contraste con el enfoque de la re­
velación de Dios por medio de la persona de su Hijo en la Palestina
del primer siglo. Esto no es sólo una introducción lógica precisa al
argumento de la carta a los Hebreos, sino que también es una manera
excelente de atraer la atención. La similitud de los sonidos hace que
el lector o el oyente se enderece en su asiento y preste atención a lo
que se va a decir. Es la clase de figura retórica que no trata finalmente
de lograr un efecto estético sino un efecto espiritual.
El autor de Hebreos continúa con una serie de contrastes. Esta es
la clase de modelo de composición que acabamos de observar. En
este caso, involucra ciertos modelos semánticos. Hay una serie de
palabras y frases que, aun cuando no son técnicamente antónimos
o polos opuestos, funcionan como tales en el contexto. Estos inclu­
yen: (1) pólai; ("en otro tiempo”) en contraste a ep’ eskótou tón
jemerón túton; (“en estos postreros días”); (2) toís patrásin; (“a los
padres”) en contraste a jemín; (“nos”, “a nosotros”); (3) en toís pro-
fétais; ("por los profetas”) en contraste a en juió; (“por el Hijo”). El
autor ha intensificado el contraste aún más al colocar esta serie de
opuestos en dos tipos de cláusulas. Las referencias a la revelación
del Antiguo Testamento están colocadas en una cláusula de parti­
cipio dependiente (lalésas.., “habiendo hablado”), en tanto que la
descripción de la revelación final de Dios en Cristo es colocada en
la cláusula principal con el verbo en el aoristo de indicativo (elá-
lesen, “ha hablado” o “habló”).
Hacia la conclusión de este párrafo en Hebreos 1, el autor desea
mostrar la superioridad de Cristo sobre los ángeles. Lo hace así al
comparar el “nombre” de los ángeles con el nombre mucho más
superior del Hijo. Algunas traducciones, especialmente las que in­
tentan ser literales, tropiezan con este versículo. La versión Reina-
Valera también se presta para cierto mal entendimiento, porque tra­
Los datos: Modelos semánticos 87
duce kreítton como “superior” y diaforóteron como “más excelente”.
Las dos palabras griegas son traducidas mejor como sinónimos por­
que, aunque tienen pequeñas diferencias lexicográficas, sus signi­
ficados se superponen. La función de ellas aquí es facilitar una com­
paración. Si se traduce ambas palabras con “superior”, el resultado
es una comparación muy clara y simple: “hecho tanto superior a los
ángeles así como el nombre que heredó es superior al de ellos”. De
este manera, el reconocimiento del modelo semántico ha resultado
en una mejor traducción y, de forma importante para nosotros, tam­
bién en una mejor estructura. Con estos claros modelos tanto al
principio como al final de este párrafo de apertura, el predicador
puede estructurar un sermón que es bien ordenado, a la vez que es
fiel a la intención del pasaje. Esto también significa que tendrá un
claro entendimiento de la dirección que el autor de Hebreos toma
en los párrafos subsiguientes, al usar una serie de contrastes para
mostrar la superioridad del Hijo de Dios.
No entraremos en tanto detalle para cada modelo semántico. Este
ejemplo debe alertarnos a las posibilidades del descubrimiento. Las
siguientes categorías se anotan brevemente para llamarnos la aten­
ción a las clases de modelos que pueden ser fructíferos para nuestro
estudio y nuestra preparación para el sermón.
Categorías de modelos semánticos
Sinónimos
La mayoría de los predicadores, especialmente los de una gener­
ación previa, probablemente habrán oído de la obra Synonyms of
the New Testament (Sinónimos del Nuevo Testamento),19 escrita
hace más de cien años por Richard Chenevix Trench. Los estudiantes
contemporáneos saben que su análisis de los varios sinónimos grie­
gos necesita ser revisado a la luz de los estudios léxicos más recientes.
Sin embargo, aquella obra todavía se yergue no sólo como una her­
ramienta muy útil sino también como un monumento a las riquezas
del vocabulario griego. Nuestro interés aquí, no obstante, no es tanto
con aquellos sinónimos que se hallan esparcidos por todo el Nuevo
Testamento, sino más bien con palabras de significado bastante sim­
ilar, que ocurren dentro de un pasaje o su contexto. Hemos visto ya
que la clasificación de sinónimos no es un asunto fácil. En Juan 20,
el autor usa tres diferentes palabras para referirse ai acto de ver:
blépei (v. 5), theoreí (v. 6), y éiden (v. 8). Aun cuando algunos han
sugerido que estos representan un incremento en el grado de per­
cepción, es difícil verificar tal reclamo basándose en las palabras en
sí mismas. Sin embargo, incluso si las palabras son suficientemente
intercambiables al punto de no poder por sí mismas respaldar una
88 Cómo predicar expositivamente
interpretación de una percepción creciente, la adición que Juan hace
del verbo “creer” muestra que la percepción de ellos los guió a la
fe.
Enfrentamos una situación similar en el siguiente capítulo de Juan,
con el intercambio familiar de los verbos agúpao y filéo (“amar”).
Muchos predicadores han hecho una distinción entre estas dos pa­
labras, y es verdad que en este caso, tanto como en los verbos para
ver que acabamos de considerar, hay ciertos matices de significado
que los diferencian. Sin embargo, es difícil aseverar con certidumbre
absoluta que Juan intentaba dar la idea de una clara diferencia entre
ellos, en este contexto. La tristeza de Pedro cuando Jesús le preguntó
por tercera vez: “¿Me amas?” (v. 17) es más probable que se deba a
que Jesús repitió la pregunta tres veces, tal como Pedro le negó tres
veces, antes que al hecho de que Jesús haya usado una palabra di­
ferente (en arameo) la tercera vez que le hizo la pregunta.
Es digno de notarse aquí que Juan no sólo tiene la tendencia de
usar una palabra diferente como si fuera un sinónimo sino también
la de usar una palabra con significado diferente. El ejemplo mejor
conocido de esto es el uso de ánothen con el doble significado de
“de nuevo” y “de arriba” (Juan 3:3). También es posible que cuando
Jesús dijo: “Y yo, si fuere levantado”, quería indicar no sólo en la
cruz, (Juan 12:32) sino también en la gloria. Otro ejemplo muy im­
portante para el predicador es el uso que Juan da a la palabra “creer”.
En Juan 2:23-25 vemos que muchas personas creyeron cuando vieron
los milagros que Jesús hizo en Jerusalén, pero que “Jesús mismo no
se fiaba de ellos, porque conocía a todos”. También en Juan 8:30,
leemos que “muchos creyeron en él”. Las palabras muestran que no
eran todavía creyentes en el sentido verdadero más profundo. Esto
es muy claro cuando apenas unas pocas frases más adelante les dice
que ellos son hijos del diablo. Sea que haya una clara diferencia entre
creerle a Cristo y creer en (eis) Cristo (v. 30), o que no la haya, el
verbo es el mismo. Además, en la ocasión anterior, en Juan 2:23, de
aquellos cuya “fe” no era de fiar se dice que creyeron “en” (eis) su
nombre. Si el expositor del Evangelio según San Juan va a ser fiel
en su predicación a la revelación de Dios que se halla en ese evan­
gelio, debe estudiar con mucho cuidado estos dobles significados,
tanto como el uso que Juan hace de los sinónimos.
Encontramos otro uso de vocablos sinónimos en el capítulo 12 de
Lucas. En respuesta al hombre que le pidió que dictara sentencia en
el caso de la herencia familiar, Jesús le dijo que: “la vida del hombre
no consiste en la abundancia de los bienes que posee”. La palabra
para vida aquí es zoé (v. 15). Luego Jesús contó la historia del rico
insensato. En esa historia El usa la palabra psuqué (“alma” o “vida”)
Los datos: Modelos semánticos 89
varias veces, aparentemente como sinónimo de zoé. La palabra psu-
qué se usa otra vez en los versículos 22 y 23, donde el pensamiento
es bastante paralelo al del versículo 15, donde la palabra que se usa
es otra, esto es, zoé. Es seguro que estas palabras son diferentes, a
menudo usadas en diferentes marcos de referencia. Sin embargo, en
este pasaje, el énfasis no está en su diferencia, sino en su similitud.
Jesús está hablando acerca de aquel aspecto del hombre que se halla
más allá de lo físico o material. Además, aquí la versión Reina Valera
traduce acertadamente zoé como “vida” y psuqué como “alma”; sin
embargo, tal distinción no es realmente apropiada aquí, y resulta en
la expresión arcaica contenida en el versículo 19: “y diré a mi alma:
Alma...” Las palabras con que empieza el diálogo del hombre con­
sigo mismo: “Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré.. ?”
son una manera apropiada para expresar la deliberación del hombre
consigo mismo. El predicador, al usar lenguaje contemporáneo, es­
pecialmente en el versículo 19 (nada teológico se pierde en este caso
al omitir la palabra “alma”), y usando la palabra “vida” tanto para
zoé como para psuqué, unifica a la vez que simplifica la narración.
Así enfoca el contraste entre la verdadera vida y nuestra existencia
temporal en el mundo material.
Campos semánticos
Las palabras que no son sinónimas o casi sinónimas pueden to­
davía estar relacionadas muy de cerca. Puede ser que pertenezcan
al mismo concepto básico, pero que describan diferentes aspectos
del mismo. Si es así, se dice que están en el mismo campo semántico.
Una palabra que pertenece a un campo semántico en un contexto
puede ser clasificada en otros campos semánticos en otros contextos,
si participa de cierta similitud con ellos. En el ejemplo que se da a
continuación, he escogido el concepto general de “tiempo”. Primero,
he diagramado cuatro palabras de significados más o menos conti­
guos. La palabra krónos generalmente tiene que ver con la sucesión
del tiempo; kairós a menudo significa una temporada o época par­
ticular y oportuna; jóra no significa solamente “hora”, sino también
tiene que ver, especialmente en Juan, con cierto tiempo señalado; tó
nún “ahora”, se refiere a las circunstancias presentes de uno. Un
escritor puede usar cualquiera de estas palabras para describir el
momento presente, si resulta apropiada para su énfasis. Son dife­
rentes, pero se hallan relacionadas muy de cerca. Su relación pudiera
ser diagramada como sigue-
kairós
krónos j
TIEMPO

"------ -S tó nún
jóra \

Hay conceptos relacionados que podrían también mencionarse


como perteneciendo al mismo campo semántico. Hay algunas pa­
labras específicas que vienen a la mente, tales como "edad” (aión),
“súbitamente”, “de repente”, “el día”, para nombrar unas pocas.
Igualmente relacionadas se hallan frases tales como “el que viene”
(jo erkómenos), y la descripción que Jesús hace del lugar de tormento
sin fin como el lugar “donde el gusano no muere”. La última frase
puede parecer muy extraña en este campo semántico, y sin embargo
al usarla Jesús emplea la idea de una continua sucesión de gusanos,
tal como uno encontraría en el Valle de Hinóm, en las afueras de
Jerusalén, como un medio de expresar algo inacabable en un am­
biente repulsivo y doloroso. De la misma manera, las palabras
“¿Hasta cuándo.. ?” en Apocalipsis 6:10, expresan la idea de una
espera sin fin que tiene lugar bajo circunstancias adversas, idea que
se halla ciertamente relacionada al concepto del tiempo.
El darse cuenta de los campos semánticos ayuda al predicador de
dos maneras. Lo hace más sensible a las conexiones del pensamiento
que contribuyen a la unidad y al significado del pasaje. También lo
hace pensar más allá de las palabras individuales llevándolo a pensar
en las dimensiones de la experiencia humana. Esto quiere decir que
estamos en mejor posición de relacionar las Escrituras a la vida
presente de nuestra congregación. Para continuar usando el ejemplo
del tiempo, hay indudablemente en cualquier congregación quienes
están hostigados, acosados por la urgencia, y que tratan de planear
bien a fin de alcanzar a hacer, en el tiempo disponible, todo lo que
tienen que hacer. Algunos están esperando que otros actúen, que las
órdenes sean entregadas por los proveedores, que los huesos suelden,
que los hijos regresen, o, tal vez, que los cónyuges se conviertan. La
mayoría podrá recordar su pasado antes de recibir a Cristo, y apre­
ciará las referencias al tiempo que se hacen en Efesios 2, al decir:
Los datos: Modelos semánticos 91
“En aquel tiempo” (v. 12) y “Pero ahora” (v. 13). Además, todos los
creyentes están esperando el retorno de Cristo, e incluso aparte de
los detalles en cuanto al tiempo del rapto, se emocionan ante los
pensamientos acerca "del que viene”, y por las palabras de Hebreos
10:37: “Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no
tardará.” De igual manera, las palabras del Señor Jesús al concluir
el libro de Apocalipsis se dirigen a nuestro sentido de expectación:
“Ciertamente vengo en breve.”
Antónimos o polos opuestos
Los antónimos son, por supuesto, palabras que significan lo
opuesto de otras. Para esta y las próximas categorías, voy a tomar
ejemplos extraídos de Romanos 5. Esto nos ayudará a ver la inter­
acción de las palabras en un pasaje. Romanos 5:1-11 contiene varios
antónimos. En los versículos 6-8, “impíos” y “pecadores” son opues­
tos a “justo” y “bueno”. En el versículo 10, los opuestos son “muerte”
y “vida”.
Palabras que se superponen
Estas son palabras que tienen significados distintivos, pero que,
cuando se usan en el mismo contexto, su significado se superpone
en cierto grado. En Romanos 5:9 Pablo dice que hemos sido “justi­
ficados” por la “sangre” de Cristo. En el versículo 10 dice que hemos
sido “reconciliados” con Dios mediante la “muerte” de Cristo. Pablo
no está hilando fino en cuanto a la distinción entre justificación y
reconciliación, sino más bien usando ambos términos para indicar
la obra que Dios ha hecho para hacemos aceptables en su presencia
(w. 1, 2). De igual manera, aun cuando la palabra “sangre” gener­
almente significa algo diferente de “muerte”, en este contexto ambas
palabras, “sangre” y “muerte”, se refieren en general a la obra sal­
vadora de Cristo por los pecadores.
Palabras contiguas
Observamos arriba que algunas palabras contiguas tratan con cierto
aspecto del tiempo. En Romanos 5 hay varias palabras que se usan
con referencia al estado de aquellos que no han sido reconciliados
con Dios. Son “débiles”, “impíos”, “pecadores” y “enemigos” (w.
6-10). Estas palabras no se superponen en significado, sino que se
hallan relacionadas en sus conceptos.
Inclusión
Esto se refiere a una palabra que tiene un significado que está
incluido en el significado de otra. En Romanos 5:7 Pablo dice: “Cier­
tamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser
que alguno osara morir por el bueno.” Es difícil saber exactamente
92 Cómo predicar expositivamente
qué diferencia quería hacer Pablo entre “justo” y “bueno”. Una po­
sibilidad es que cuando habla del “bueno”, está refiriéndose a al­
guien muy especial que no sólo es justo sino que también de alguna
manera ha sido benefactor de alguien.20 Si esta interpretación es
correcta, la rectitud se da por sentada, o está “incluida” en la calidad
de “bueno”.
Equivalentes
Cuando tratábamos de la elaboración de un bosquejo de párrafo
en Romanos 5:1-11, observamos que ciertas frases son muy similares
(esto es, equivalentes) entre sí, con la excepción de una o dos pa­
labras. Este artificio permite al autor enfatizar por repetición ciertas
palabras importantes y al mismo tiempo avanzar en su pensamiento,
al introducir nuevos conceptos cada vez que la frase se repite. En
ciertas ocasiones este detalle puede proporcionar la estructura para
el bosquejo para un sermón.
Palabras cognadas y que contienen voces similares
En esta categoría se hallan las palabras que pueden estar o pueden
no estar relacionadas directamente unas con otras en su significado
contextual, pero que tienden a llamar la atención del lector junta­
mente a ambas. Juicio cuidadoso es necesario aquí, so pena de dar
por sentado, en un caso dado, que el autor intentaba captar la aten­
ción del lector, cuando en realidad fue una simple yuxtaposición
por coincidencia. Dejamos Romanos 5 en este punto, a fin de en­
contrar ejemplos claros en otras partes. En Filipenses 2:17 y 18 no
hay duda de que Pablo repite deliberadamente cuatro veces la raíz
kair... (“gozo”). Esto recalca la idea de regocijarse y de regocijarse
juntos. En los próximos dos versículos, los versículos 19 y 20, repite
la raíz psuqu (“alma”) y los cognados eupsuquó e isópsuquon. En
este caso las palabras tienen diferentes significados y uno no puede
decir en forma categórica si Pablo usó o no la una separándola de­
liberadamente apenas ocho palabras de la otra. Sin embargo, el hecho
de que Pablo está recalcando actitudes del corazón, de la mente y
del alma en Filipenses, nos hace meditar en cuanto a esta similitud.
No es a menudo que se reconoce que la idea de una actitud mental
es incluso más prominente en Filipenses que la idea del gozo. La
palabra jegéomai “pensar” o “considerar”, ocurre cinco veces, en
2:3, 6, 25; 3:7, 8 (dos veces). La palabra logízomai, “reconocer” o
“considerar”, ocurre en 3:13 y en 4:8. Fronéo se halla seis veces, en
1:7; 2:2 (dos veces), 5; 3:15,19; 4:2, 10. El corazón de la epístola es
el capítulo 2, con su descripción del “sentir” (o actitud mental) de
Cristo. De modo que resulta natural para Pablo, en 2:19, 20, señalar
su actitud mental de regocijo (eupsuquó) y hacer hincapié en que la
Los datos- Modelos semánticos 93
preocupación de Timoteo por las personas mostraba que tenía tam­
bién la misma actitud mental o sentir (isópsuqonj que Pablo, al poner
palabras similares cerca la una de la otra en el texto.
Un ejemplo inequívoco de este procedimiento se halla en Efesios
2:5, 6 y también en 3:6. En el primer caso, Pablo está hablando de
nuestra vida, resurrección, y posición con Cristo en “los lugares
celestiales”. Pablo usa tres verbos: sunezoopoíesen ("nos dio vida
juntamente con..sunégeiren ("juntamente con. . nos resucitó”),
y sunekúthisen (“juntamente con... nos hizo sentar”). Obviamente
la repetición del prefijo sun, que significa “juntamente con”, liga
efectivamente los tres aspectos de nuestra asociación con el Cristo
resucitado. El ejemplo del capítulo 3 involucra el uso del mismo
prefijo, pero esta vez para enfatizar la unidad o “coparticipación”,
de los creyentes judíos y gentiles en la iglesia. En este caso las pa­
labras son sunkleronóma, sússoma, y summétoka, “coherederos”,
“miembros del mismo cuerpo”, y “copartícipes” (v. 6).
In verso
Esto podría considerarse bajo la categoría de equivalentes, pero lo
he colocado en forma separada porque es un tipo especial. Aquí se
trata de que una expresión es lo opuesto de otra. Por ejemplo, si
estamos hablando en cuanto a morir y resucitar con Cristo, podemos
expresar esa verdad en términos inversos, como por ejemplo: “Mo­
rimos con Cristo”/“Vivimos con Cristo”.
Un ejemplo muy claro ocurre en Gálatas 6:7, 8. Después de las
palabras introductorias: “todo lo que el hombre sembrare, eso tam­
bién segará”, Pablo escribe:
El que siembra para su carne,
de la carne segará corrupción;
El que siembra para el Espíritu,
del Espíritu segará vida eterna.
Cuando se colocan las partes de una frase en esta forma, el modelo
se toma obvio. Las palabras “el que siembra”, y “segará”, se repiten
en forma idéntica. Los inversos son “carne” versus el “Espíritu”, y
“corrupción” versus la “vida eterna”. Hay también una estructura
interna aquí, que emplea el método de equivalentes. Esto incluye la
repetición de “la carne” en la primera parte, introducido primero
por la expresión “para su” y luego por "de la”. En la segunda parte
la palabra repetida es “Espíritu”. De este modo, hallamos dos mo­
delos literarios, uno dentro del otro. Sin embargo, es el modelo más
amplio, el que emplea los inversos, el que será más provechoso para
94 Cómo predicar expositivamente
el predicador. Provee de un bosquejo muy simple, pero a la vez muy
poderoso
Recíprocos
En este caso, no es la sustitución de un elemento en una frase que
es el inverso de otro, como en el ejemplo previo, sino más bien de
dos frases que son recíprocas en naturaleza. Podemos decir, por
ejemplo, que Cristo murió por todos (primera parte) y que como
resultado vivimos por El (segunda parte). Hay un buen ejemplo bí­
blico en 1 Corintios 3:6. Allí el primer miembro es doble. Puede
escribirse de la siguiente manera:
Yo planté la semilla,
Apolos la regó;
pero Dios la hizo crecer.
Podemos ver otro ejemplo en Santiago 4:7 y 8. “Resistid al diablo,
/ y huirá de vosotros.” También: “Acercaos a Dios, / y él se acercará
a vosotros.” En realidad, hay también un modelo más amplio aquí,
un modelo de composición de contraste. La primera parte trata con
nuestra relación (o no relación) al diablo, y la segunda trata de nuestra
relación a Dios. Aquí también tenemos excelente material estructural
para un sermón.
Aliteración y otros modelos de sonidos
La aliteración es bastante conocida, y se trata de una figura retórica
en la cual se emplean voces en que se repiten frecuentemente las
mismas letras. El problema es que lo que vemos en el griego pro­
bablemente no tenga nada correspondiente en el texto catellano. Si
tropezamos con una aliteración, aunque tal vez no podamos usarla
como tal en el sermón, puede alertarnos en cuanto a algún énfasis
especial que hace el autor. Debemos también estar alerta, sin em­
bargo, a otros modelos de sonidos. Notamos antes dos palabras al
principio del libro de Hebreos, que suenan en forma similar: polu-
merós, polutrópos. Originalmente las epístolas fueron oídas más bien
que leídas, de modo que esto debe haber hecho un gran impacto. En
el mismo libro hay un excelente ejemplo que también funciona para
ver a la revelación del Antiguo Testamento en contraste con la del
Nuevo Testamento. El autor describe el acercarse al monte Sinaí
como al monte “que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y
a la tempestad” (12:18). El creyente cristiano, en contraste, se acerca
“al monte de Sion”, donde se halla "la compañía de muchos millares
de ángeles.” Pero no sólo es el vocabulario el que ilustra el contraste,
es el sonido de las palabras que describen la experiencia del monte
Sinaí (v. 18) lo que produce parte del efecto. Esto se consigue par­
Los datos: Modelos semánticos 95
cialmente al hacer resonar una serie de palabras conectadas al repetir
kai (“y”), y al incluir dos palabras de sonido ominoso y similar,
como sigue: pselafoméno [órei] kai kekauméno puri kaí gnófo kai
zófo kao thuéle kai sálpingos éko kai foné jremáton. Si yo fuera a
predicar sobre este pasaje, tal vez incluso diría en voz alta las palabras
kai gnófo kai zófo, para dar a la congregación una idea del modelo
fonético. Ciertamente podemos también tomar nota del contraste
general que el autor ha hecho entre los versículos 18-21 y los ver­
sículos 22-24.
Frecuencia de palabras
Este no es un "modelo” como tal, excepto cuando las palabras se
hallan repetidas con proximidad las unas de las otras. Es bueno estar
alerta al uso frecuente de las palabras, aunque esto presenta también
ciertos peligros. Un peligro es dar por sentado que la simple repe­
tición de una palabra indica el “tema” del libro o de la sección.
Muchos comentaristas y predicadores han dado por sentado que el
tema de Filipenses es el “gozo”, debido a la frecuencia de tal sus­
tantivo y de su forma verbal, “regocijarse”. Eso es ciertamente una
característica de Filipenses; pero, como ya notamos anteriormente,
una consideración de otros términos nos muestra que el tema del
“sentir” o sea la “actitud mental” es aun más prominente. La pre­
gunta no es sólo cuáles palabras aparecen frecuentemente, sino tam­
bién en qué forma se emplean, si acaso aparecen términos relacio­
nados, o si éstos ocurren en contextos que claramente expresan el
énfasis principal del libro.
Un caso de modelo de palabras ocurre en 1 Timoteo 1:5 y 19. En
el versículo 5 Pablo habla de una “buena conciencia, y de fe no
fingida”. En el versículo 19 invierte el orden, y escribe acerca de “la
fe y buena conciencia”. Este fenómeno, en sí mismo, no prueba nada,
pero cuando reconocemos que la epístola se interesa en la preser­
vación de la fe en tiempos cuando ella se ve amenazada, y también
en la importancia de la moralidad cuando los cimientos de la misma
son socavados, vemos que la repetición de estas palabras, a distancia
relativamente corta, tiene mucho significado.
El estudio de la frecuencia de las palabras en los evangelios es
especialmente productivo, porque nos ayuda a percibir el énfasis
teológico particular de cada evangelio. Además de las compilaciones
estadísticas de Hawkins21 y de Morgenthaler,22 me ha sido de mucha
utilidad un trabajo reciente hecho con el auxilio de computadoras.
Se trata de Horae Synopticae Electronicae, por L. Gastón.23 Esta obra
no sólo presenta una lista del número de veces que una palabra es
usada en los evangelios, sino que también hace una división de
96 Cómo predicar expositivamente
acuerdo con el tipo de material y supuestas unidades editoriales en
los evangelios. Algunos de estos datos son más útiles para quienes
están involucrados en la crítica literaria de los evangelios. No obs­
tante, es de gran utilidad también para quienes cuyo principal interés
es la predicación expositiva. Una característica única de este trabajo
es que el uso de las palabras es analizado estadísticamente, de una
manera tal que indica cuándo las ocurrencias frecuentes son en rea­
lidad de significación.
Capítulo seis

Los datos:
Los toques finales

Modelos de color emocional


En nuestra edad electrónica nos hemos acostumbrado a oír juegos
electrónicos y otros artefactos que simulan la voz humana. Escu­
chamos también parodias de esto en la radio y la televisión. La voz
electrónica típicamente es insípida, impersonal y sin expresión. De­
safortunadamente, algunas veces leemos e interpretamos las Escri­
turas de una manera parecida, sin vida y sin emoción. Se nos ha
programado para hacer exégesis "histórico-gramatical”, y al hacerlo
resulta que el análisis de los “árboles” de la sintaxis no nos deja ver
el “bosque” de las características literarias y del color emocional.
Pero la Escritura nos vino por medio de hombres, no de ángeles, que
fueron impulsados por el Espíritu Santo. Escribieron con toda la
pasión que sentían en tal momento. En realidad, en algunos casos,
sus sentimientos emocionales llegaron a ser parte de su obra, no por
accidente, sino en forma deliberada.
Léase, por ejemplo, la epístola de Pablo a los Gálatas. Nos es fa­
miliar el hecho de que Pablo empleó un fuerte lenguaje al comienzo
de la epístola. Por lo general notamos las palabras al final del ver­
sículo 8: “sea anatema”. La palabra anatema (anátema) es en realidad
una palabra muy fuerte en sí misma, pero su fuerza aumenta aún
más por el contexto. Nótese también la palabra con que empieza ese
párrafo, thaumózo, “Estoy maravillado”. Pablo deja escapar su emo­
ción, de modo que todos la vean. Luego continúa en el siguiente
párrafo, empleando palabras tales como kath huperbolén, “sobre­
manera” (v. 13) y perissotéros zelotés, “mucho más celoso” (v. 14).
El capítulo 2 indica que Pablo se opuso a Pedro; de seguro una
confrontación emocional. El capítulo 3 empieza con las palabras
98 Cómo predicar expositivamente
“¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó.. ?” Pablo repite la palabra
“insensatos” en el versículo 3. También en este párrafo (3:1-5) Pablo
emplea una serie de preguntas retóricas. Esta figura retórica denota
comunicación emocional tanto como comunicación lógica. En el ver-
sículo 15 usa el término “Hermanos”. Esto, en sí mismo, es una
apelación a la emoción. En el capítulo 4 Pablo apela a los senti­
mientos que anteriormente ellos abrigaban hacia él. Precisamente
antes de esta sección (w. 12-16), dice con gran emoción: “Me temo
de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros” (v. 11). El
“trabajo” a que se refiere comenzó con su visita anterior a ellos, la
cual él procede ahora a describir.
Pablo comienza la sección haciendo el intento de persuadir a los
gálatas a que se identifiquen con él, así como él se identifica con
ellos. Refuerza su llamado con las palabras: “Os ruego, hermanos”
(adelfal, déomai jumón, 4:12). Luego dice: “Ningún agravio me ha­
béis hecho.” Procede luego a hablar de su enfermedad previa (w.
13,14). Les dice que aun cuando su enfermedad fue una “prueba”
para ellos, ellos ni lo habían despreciado ni rechazado (ouk exout-
henésate oudé exeptúsate). Estas también son palabras fuertes, y
hasta tal vez haya un juego de palabras en el uso del prefijo, ex. En
contraste les recuerda que ellos le habían recibido “como a un ángel
de Dios, como a Cristo Jesús”. El expositor no debe encontrar tropiezo
en cuanto a si esto último es una exageración extrema o no. Lo que
debe hacer es reconocer en la frase una tremenda apelación emocio­
nal, mediante la cual el apóstol está tratando de reavivar en los gálatas
el recuerdo de cómo se sintieron en cuanto a él cuando les predicó
el evangelio por primera vez. Si Pablo pudiera sólo reavivar esa
emoción original, habría avanzado mucho en su esfuerzo por sacarlos
de la herejía que en esos momentos los estaba perturbando. En el
versículo 15 lo expresa claramente: “¿Dónde está esa satisfacción
que experimentabais?” Nótese la palabra “satisfacción”, tan llena de
“colorido”. Ahora Pablo alcanza el clímax de su argumento lleno de
emoción, que, si ellos pudieran haberlo hecho, “os hubierais sacado
vuestros propios ojos para dármelos”. Pablo no está únicamente pro­
curando despertar compasión, sino que está procurando lograr que
ellos se identifiquen con él tan íntimamente al punto que la actitud
presente de ellos se torne no sólo lógicamente inconcebible, sino
también emocionalmente imposible. Por lo tanto, concluye en el
versículo 16, “¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, por deciros la
verdad?”
El siguiente párrafo (w. 17-20) continúa este contraste, de iden­
tificación versus separación. Pablo usa tres veces la expresión tener
celo (zelóo). Dice que los herejes quieren “apartar” (ekkleísaí) a los
Los datos: Los toques finales 99
gálatas de Pablo. Pablo continúa con su hermoso ruego: “Hijitos míos,
por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea
formado en vosotros, quisiera estar con vosotros ahora mismo y cam­
biar de tono, pues estoy perplejo en cuanto a vosotros.” El resto de
la epístola continúa arguyendo fuertemente y con toda emoción,
usando frecuentemente la palabra “hermanos”, como un elemento
de apelación.
He entrado en detalles para mostrar cuán importante es el "color”
emocional en esta epístola. El expositor de Gálatas, que da una ex­
plicación fría y lógica de la justificación por fe, ha despojado a la
epístola de su impacto.
Sugerí anteriormente que tal vez nos sea necesario poner en duda
la idea de que el “gozo” sea el tema de Fílipenses. Sin embargo,
incluso si el gozo no fuera el tema clave como tal, es un vibrante
color emocional que debe ser presentado fielmente en un sermón
sobre el libro. (Hay otros “colores” emocionales en Filipenses, que
serán descubiertos por el lector alerta). El uso frecuente que hace
Pablo de la palabra “jactarse” (kaukóomai), la cual incluye senti­
mientos positivos (Romanos 5:2, 3, 11), negativos (Romanos 2:17,
23; 3:27), y sarcásticos (2 Corintios 11:16-33; cf. 10:12-18), ejempli­
fica tanto el “color” literario como el emocional.
Otras ilustraciones de modelos de “color” emocional vendrán con
facilidad a la mente, incluso emociones y sentimientos tales como
esperanza, expectación, temor, confianza, soledad y amor, para nom­
brar sólo algunas. Santiago nos recuerda que Elias era un hombre
“igual a nosotros” (jomoiopatés), que estaba “sujeto a pasiones se­
mejantes a las nuestras”. De igual manera, cuando predicamos de­
bemos asegurar a la congregación que los autores de las Escrituras
y las personas que aparecen en las páginas sagradas fueron iguales
a nosotros. Tenemos la tendencia de pensar que recurrir a la emoción
es un truco humano de manipulación homilética. Quisiera sugerir
que más propiamente esta dimensión emocional puede y debe ser
extraída de las mismas Escrituras como parte de la exposición. Esto
nos ayudará a evitar que erremos en cuanto al contenido de las
Escrituras, y nos ayudará a prevenir que introduzcamos en nuestro
sermón aspectos emocionales que no son apropiados para el pasaje
que se está exponiendo.
Mucho se podría decir en cuanto a la vida emocional de nuestro
Señor Jesucristo. Es difícil que las traducciones nos presenten toda
la intensidad de sus emociones. Un ejemplo de esto se halla en Juan
11:33, donde el texto español dice: “se estremeció en espíritu, y se
conmovió”. Es una buena traducción, pero difícilmente tan fuerte
como el griego: enebrimésato tó pneúmati kai etáraxen jeautón. Esto
100 Cómo predicar expositivamente
implica mucho más que el tan a menudo citado “Jesús lloró”, dos
versículos más adelante. Uno queda con la impresión de que Jesús
quedó muy perturbado, no sólo porque su amigo había muerto, sino
también debido al mal que introdujo la muerte en el mundo, debido
a la incredulidad de los que lo rodeaban en aquel momento, y debido
a los efectos de esta muerte sobre otras personas a quienes El amaba.
Si el Señor Jesús tuvo emociones tan hondas, no debemos temer
indicar algo del “color” emocional de su vida, tanto como de la de
otros personajes de las Escrituras.
Cosas subyacentes que se dan por sentado
En años recientes los estudiosos de la gramática han dedicado su
atención a lo que han dado en llamar “gramática transformacional”,
y a la “estructura profunda”. Para decirlo en pocas palabras, la es­
tructura profunda es la afirmación básica que subyace debajo de las
estructuras complejas que aparecen en la superficie del texto. De­
jando a un lado los tecnicismos, me gustaría mostrar cómo algunos
de estos puntos de vista pueden ser útiles para el predicador. Si
decimos: “El sermón que el pastor predicó fue enviado en cassettes”,
dos afirmaciones subyacen debajo de la superficie. Una es que el
pastor predicó el sermón; la segunda es que el sermón fue distribuido
en cassettes. La expresión “El auto chocado fue vendido” indica dos
pasivos, que son transformación de dos afirmaciones activas. Alguien
chocó el auto, y luego alguien lo vendió. La frase: “La muerte de su
tío afectó profundamente al muchacho” implica en su primera parte
la afirmación de que el tío murió.
Deducimos de tales ilustraciones que el lenguaje tiene una forma
de acomodar varias afirmaciones en estructuras modificadas. Esto se
hace a menudo para dar variedad y, algunas veces, para abreviar. El
punto que se debe tener presente es que la información que damos
por sentado puede ser nueva para el oyente. Si digo: “La muerte de
su tío...”, estoy hablando como si la muerte del tío fuera dada por
sentado. Pero (hablando teóricamente) puede haber alguien que está
escuchándome, y que conoció al tío del muchacho, y para quien será
un golpe enterarse de que ha muerto. Para presentar un ejemplo más
complejo, una cláusula relativa completa puede expresar algo que
el escritor u orador dan por sentado, y que tal vez sea conocido por
la mayoría de su público, pero que bien puede ser totalmente des­
conocido por alguna persona en el auditorio. Imagínese a alguna
persona que se ha quedado aislada en una isla desierta por muchos
años y quien, al retomar a la civilización, lee un encabezamiento:
“Astronautas que aterrizaron en Marte regresan a salvo." Si el náu­
frago no sabía que había astronautas planeando ir a Marte, las "no-
Los datos: Los toques finales 101
ticias" para él no serán que los astronautas han regresado a salvo,
sino que esos astronautas han ido a Marte. La cláusula relativa, “que
aterrizaron en Marte”, por tanto, es una forma de dar algo por sen­
tado, pero que bien puede ser información nueva para algún lector.
Ahora apliquemos esto a una importante frase bíblica: “por la
muerte de su Hijo” (Romanos 5:10). La muerte del Hijo de Dios es
básica para la teología cristiana. Los lectores cristianos que leen
Romanos 5 ya tienen conocimiento de esto. Sin embargo, un misio­
nero que trata de llevar el evangelio a otra cultura tal vez necesitará
explicar la frase con mucho cuidado. La estructura profunda sería
algo así como lo que sigue: “Dios tuvo un Hijo”; “El Hijo murió”;
“Este acto fue instrumental por naturaleza” (implicado en la pre­
posición “por”). Mi sugerencia es que, al preparar un texto para
predicarlo, debemos preguntarnos a nosotros mismos cuáles afir­
maciones yacen por debajo de la estructura que se ve en la superficie,
que tal vez sea “noticia” para alguien en la congregación. No ne­
cesitamos realizar todo el ejercicio gramatical de descomponer la
oración gramatical en pequeñas partículas. Lo que necesitamos es
aseguramos de que probamos la profundidad de cada cláusula, te­
niendo en mente el probable nivel de conocimiento de nuestra con­
gregación.
Incluso aparte de la estructura gramatical hay evidencias de cosas
subyacentes que se dan por sentado. Algunas veces debemos pre­
guntarnos qué doctrinas y otros hechos son entendidos por los que
hablan o los que oyen un relato, o por el autor o lector de una epístola.
El ejemplo más obvio de esto se halla en 2 Corintios y 2 Tesaloni-
censes, donde las visitas y correspondencia previas fueron ocasiones
para compartir ciertas verdades que luego se dan por sentado en la
correspondencia subsecuente. Pero incluso donde tenemos apenas
una conversación o carta, debemos estar alerta en cuanto a cosas que
comúnmente se dan por sentado. ¿Hay algo que el pasaje da por
sentado y que yo deba explicar a mi congregación para ayudarle a
entenderlo? Esto es especialmente importante en los mensajes de
evangelización.
Nuestra tarea en la exposición va mucho más allá que simplemente
encontrar divisiones para el bosquejo de un sermón. Consiste, como
vimos desde el comienzo, en explicar un pasaje y aplicarlo apro­
piadamente. Esta explicación y aplicación tal vez requiera tiempo y
esfuerzo extra en una frase o incluso en alguna palabra que resulta
ser la clave para entender las oraciones gramaticales principales.
Esta sección ha sido relativamente corta, pero sus beneficios pue­
den fácilmente ser mucho más grandes que su extensión, si ayuda a
que nuestra exposición sea más rica y más fiel al texto.
102 Cómo predicar expositivamente
Enfasis principal del pasaje
Esto puede parecer como que contradice todo lo que se ha dicho
hasta aquí en cuanto a investigar en detalle la profundidad de un
pasaje, pero lo que sugiero ahora es que nuestro próximo paso debe
ser determinar el énfasis y enseñanza básica de este pasaje, y expre­
sarlo en una sola oración. Sin embargo, la necesidad para una afir­
mación en resumen es aparente en este punto. El hecho de que la
exégesis nos involucra en una búsqueda del significado, incluso en
los más pequeños elementos de una frase, significa que nuestra pre­
paración de un sermón, hasta este punto, tiende a ser atomizadora.
Lo que necesitamos ahora es cohesión y dirección. Puede exigir bas­
tante tiempo lograr reducir a una sola oración gramatical clara y
diáfana todo lo que hemos aprendido de un pasaje, pero bien vale
la pena. Por lo general, las personas no salen del templo después de
un culto meditando en la cantidad de información que han aprendido
en el sermón. Es mucho más probable que si el sermón tuvo su
enfoque en algo en particular, llevarán consigo una sola impresión
básica y sabrán qué es lo que Dios espera que hagan en respuesta al
mensaje. Si el sermón no tiene enfoque alguno, tal vez la congre­
gación tenga algunas impresiones generales, pero éstas no estarán
claramente definidas ni serán fuente de motivación en su vida. Es
posible que las personas que, después del mensaje, le dicen al pastor
que “disfrutaron” del mensaje porque aprendieron mucho precisa­
mente sean las que no necesitan más información, sino una gran
dosis de aplicación. Intensa como es el hambre por la Palabra de
Dios en nuestra tierra, la solución no es dar un embutido de infor­
mación bíblica sino una dieta balanceada que corresponda a nece­
sidades nutricionales.
Es cierto que el Espíritu Santo puede tomar cualquier surtido de
verdades extraídas de un pasaje, y aplicarlo según la necesidad de
cada corazón. Es preciso que seamos humildes delante de Dios dán­
donos cuenta de que sólo el Espíritu sabe cuáles son esas necesi­
dades. Nunca olvidaré la vez en que un alcohólico encontró preci­
samente el mensaje bíblico que necesitaba en un versículo que
mencioné, casi de pasada, del libro de Habacuc. No obstante, si un
pasaje tiene un énfasis principal en su enseñanza y en su aplicación,
yo soy responsable delante de Dios por presentarlo con equilibrio y
claridad. Si lo hago así, es seguro que las partes que componen el
pasaje podrán ser vistas en su lugar apropiado y con la perspectiva
apropiada. Por lo tanto, exhorto fervientemente a seguir la disciplina
de reducir tal enseñanza a una sola oración gramatical, que resuma
toda la enseñanza del pasaje. Si el pasaje contiene una narración,
resumiré e] suceso y su significado. Por ejemplo, mi resumen de
Los datos: Los toques finales 103
Hechos 11:1-18 pudiera ser: “Pedro relató a los creyentes judíos en
Jerusalén la conversión de Comelio, explicándoles cómo Dios lo
preparó mediante una visión para que aceptara a un gentil, cómo
Dios le llevó a donde estaba Cornelio, y cómo el Espíritu Santo vino
sobre Cornelio; de modo que los cristianos judíos pudieran darse
cuenta de que Dios estaba atrayendo a sí a los gentiles.” Admito que
ésta es una oración larga. No la usaría en un mensaje. Sin embargo,
al expresar todo eso en una sola oración, me he obligado a mí mismo
a relacionar las diferentes partes dentro de la sintaxis. Eso significa
que no puedo simplemente colocar varias afirmaciones en frases
individuales unas junto a otras sin mostrar sus conexiones internas.
Una oración significa una línea continua de pensamiento. Esto me
disciplina a ver el pasaje como un todo.
Tercera Parte

LA APLICACIÓN
DEL TEXTO
Capítulo siete

Determinación de la aplicación:
La “función”

Hay dos maneras de determinar la función de un sermón. Podría­


mos llamar estas maneras (1) de “Arriba”, y (2) de “Abajo”: esto es:
(1) a partir del texto divinamente dado, y (2) a partir de las necesi­
dades de la congregación. Por supuesto, exagero un poco y hago que
cada una de estas maneras parezca excluir a la otra. Pero el hecho
es que algunos mensajes expositivos parecen mostrar muy poca sen­
sibilidad ante las verdaderas necesidades de la congregación. En el
otro extremo están los sermones que desarrollan su aplicación a partir
de las necesidades de la congregación, con muy poca relación a la
función original del pasaje. El primer método conduce a la irrele­
vancia; el último, a la distorsión.
En realidad, puede plantearse que si predico atendiendo apasio­
nadamente a las necesidades de una congregación, Dios usará su
Palabra en mi sermón, aun cuando sea pobremente expuesta. Tam­
bién pudiera argüirse que si enseño la Palabra de Dios con claridad
y en oración, Dios hablará mediante su Palabra y satisfará las ne­
cesidades, aun cuando yo tropiece al hacer la aplicación. Pero, ¿por
qué no puedo determinar la aplicación del pasaje, tanto de la esfera
de la vida del texto, como también de las necesidades presentes de
la congregación? Es este doble enfoque de la aplicación lo que quiero
tratar con más detalle en este capítulo.
Revise el ambiente de la vida en el pasaje
Así como este es uno de los primeros pasos en la exégesis de un
pasaje, también debe ser uno de los primeros pasos en la aplicación
de ese pasaje. Cuando buscamos un principio, o, como se le llama
a veces, una verdad eterna,24 debemos recordar que el significado
completo de esta verdad debe derivarse de, y ser claramente vista
en, el contexto del pasaje bíblico. Esa verdad puede ser una afir­
mación teológica (una verdad eterna acerca de Dios, sus caminos, y
108 Cómo predicar expositivamente
su obra), o puede expresar una verdad acerca de los ideales que Dios
busca en nuestra vida y la respuesta que Dios espera de nosotros.
Debo ser capaz de expresar esta verdad en una afirmación tal que,
en razón de no estar limitada en su aplicación, no contiene ningún
nombre propio excepto el de Dios mismo. Es importante darse cuenta
de que para que un principio así o afirmación tal haga un puente
entre el pasaje bíblico y las circunstancias presentes, debe estar fir­
memente enraizado en las circunstancias reales del contexto del
pasaje.
Un ejemplo de lo antedicho que todos reconoceremos es la verdad:
“Dios proveerá abundantemente para todas nuestras necesidades.”
Esta verdad encuentra expresión en dos pasajes: 2 Corintios 9:8 y
Filipenses 4:19. Cuando estudiamos la esfera de vida de cada pasaje,
sin embargo, vemos que quienes recibieron cada carta habían dado
generosamente para suplir las necesidades de otros. La “verdad
eterna”, por lo tanto, tiene que estar enraizada en el "tiempo”, es
decir, en la situación en la cual fue expresada. Nuestra aplicación
debe ser rigurosamente hecha a una situación de vida similar, en la
cual el pueblo de Dios da abnegadamente para ayudar a otros en
necesidad. Las siguientes preguntas son útiles:
¿Qué circunstancias o necesidades se atendieron?
Mientras escribo estas líneas no puedo dejar de pensar en cierta
misionera cuya carta leí esta mañana. La carta reseña la búsqueda
de esa misionera por la dirección del Señor en cuanto a una posi­
bilidad de mudarse de sitio de trabajo. Ella menciona varios versí­
culos de diversas partes de las Escrituras, y expresa su perplejidad
en cuanto a cómo estos versículos podrían alcanzar cumplimiento
en su vida. Algunos de estos versículos se relacionan específicamente
con circunstancias históricas del Antiguo Testamento, y no tienen
absolutamente nada que ver con la situación particular de aquella
misionera. En ningún caso hace ella referencia al contexto, ni bíblica
ni históricamente: por tanto, no es de sorprenderse que ella tenga
serios problemas para hacer la aplicación apropiada. Desafortuna­
damente, este uso de la Biblia es demasiado común. ¡Podemos estar
agradecidos que Dios algunas veces nos habla a pesar de nuestra
calamitosa hermenéutica! Eso, sin embargo, no es excusa para que
el predicador haga mal uso de la Palabra de Dios y siente así un mal
ejemplo.
Lo que debemos hacer es penetrar en la vida de la gente involu­
crada en la narración bíblica, o de aquellos a quienes se dirigía una
epístola bíblica, y empaparnos completamente con las circunstancias
que los rodeaban. Cuando comienzo a preguntarme cómo se sentía
Determinación de la aplicación: La "función” 109
la gente, cuáles eran sus necesidades, por qué necesitaban una pa­
labra de Dios o el ministerio particular que les fue dado, y si acaso
hay algo que corresponda a nuestra situación contemporánea, estoy
empezando a cruzar la abismal brecha de los siglos.
¿A qué propósito sirvió el pasaje?
Aquí pregunto no sólo que ocurrió y por qué Dios actuó de la
manera que lo hizo (dando por sentado que estoy tratando con una
narración), sino también el por qué el suceso fue registrado en las
Escrituras. En el caso de una epístola, podemos simplemente pre­
guntar por qué tal párrafo está incluido en esa carta. En otras palabras,
reverentemente le preguntamos a Dios: "¿Por qué pusiste esto aquí?”
No estoy preguntando sólo cuál es la enseñanza, sino también por
qué está allí. A veces, la respuesta surgirá claramente del contexto
que le precede o que le sigue. Algunas veces el pasaje mismo hablará
tan fuertemente que no habrá nada de ambigüedad. Hay otras oca­
siones, sin embargo, cuando debo ejercer cuidadoso juicio basado
en lo que sé de la dirección general del libro, y del propósito para
el cual Dios inspiró las Escrituras como un todo. Aquí encuentro
2 Timoteo 3:16, 17 de mucho provecho: "Toda la Escritura es ins­
pirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir,
para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,
enteramente preparado para toda buena obra.” Pablo probablemente
no intentaba agotar todas las funciones de las Escrituras en un solo
versículo, pero ciertamente hace un buen sumario de los varios pro­
pósitos para los cuales Dios inspiró su Palabra. Personalmente me
gusta aplicar este pasaje a cualquier texto bíblico que estoy estu­
diando, y permitirle que me guíe para comprender el propósito y
función de ese texto. Sé que el pasaje de 2 Timoteo es de mucha
ayuda para comprender la aplicación presente de la Escritura, pero
no por eso será menos relevante para la comprensión del propósito
para el cual un texto bíblico fue escrito originalmente. ¿Por qué
incluyó Marcos este incidente en particular? ¿Por qué anotó Lucas
esta fase particular del viaje misionero de Pablo? ¿Por qué el libro
de Apocalipsis narra estos sucesos aterradores? ¿Con qué propósito
incluyó Santiago esos versículos tan difíciles? Estas son la clase de
preguntas que debo hacerme en este punto.
¿Qué resultados inmediatos procuraba conseguir el autor?
Esta pregunta puede sonar muy parecida a la precedente, pero en
realidad lleva el asunto un paso más adelante. Ahora estamos pen­
sando en el resultado que se intentaba conseguir. Podemos usar la
parábola del sembrador (Mateo 13; Marcos 4; Lucas 8) como una
ilustración. Las circunstancias deben ser encontradas en el minis-
110 Cómo predicar expositivamente
teño de Jesucristo, y en las diversas respuestas que El estaba reci­
biendo. Estas incluyen la hostilidad descrita en Mateo 12 y Marcos
3, que resultaron en lo que Jesús dijo acerca del pecado imperdo­
nable. En cuanto al propósito, Jesús al parecer dijo la parábola, in­
cluyendo su interpretación, para explicar por qué las respuestas a
su ministerio eran tan variadas, y también para estimular a los dis­
cípulos. El resultado que procuraba conseguir parece haber sido el
examen propio y la fe de parte de las multitudes que lo escuchaban,
y un optimismo realista y perseverancia de parte de los discípulos.
Si queremos un ejemplo extraído de las epístolas, podemos ir a
1 Timoteo 3:16, aquel magnífico pasaje sobre el “misterio de la pie­
dad”. Las circunstancias fueron que Timoteo necesitaba no sólo ins­
trucción sino también estímulo de parte de Pablo. Como habíamos
observado anteriormente, Pablo está enfatizando “una buena con­
ciencia, y una buena fe” (1:5,19). Timoteo debía enseñar la verdad
y ser un buen ejemplo (4:12,15,16). La inclusión de la gran decla­
ración doctrinal de 3:16, con su énfasis en la vindicación en los
cielos y en la tierra del Cristo resucitado, tiene al parecer el propósito
de animar a Timoteo a ser fiel a la verdad del Señor Jesucristo. El
resultado que Pablo quería conseguir era evidentemente la liberación
del temor, junto con una gran libertad y poder en el ministerio de
Timoteo. Primera a Timoteo 3:16, por consiguiente, no debe ser en­
señado simplemente como una declaración doctrinal aislada. Pablo
esperaba que ella hiciera efecto sobre el ministerio de Timoteo.
Algunas veces las circunstancias, el propósito y efecto deseado de
un pasaje determinado de la Escritura son tan claros que son incon­
fundibles. Segunda de Pedro 3 viene a la mente: Los burladores dirán:
“¿Dónde está esta ‘venida’ que El ha prometido?” Aquí las circuns­
tancias son claras, tanto como el propósito y el efecto que se esperaba
lograr: “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo
no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, espe­
rando y apresurándoos para la venida del día de Dios!” Otros pasajes,
que no son tan claros, requerirán más estudio; pero, ¿no es eso el
gran deleite del pastor?
Describa con una sola palabra o
frase la función del texto original
Habiendo determinado las circunstancias, propósito y efecto de­
seado de un pasaje, es tiempo de que nos alejemos de las circuns­
tancias originales y determinemos cómo el pasaje puede compagi­
narse con nuestras circunstancias contemporáneas, las cuales rara
vez tienen muchos detalles en común con la historia bíblica. Es en
este punto que corremos el peligro de la abstracción. Creo que cuanto
Determinación de la aplicación: La "función" 111
más vivida y concreta podamos hacer que aparezca ante la congre­
gación la función de un pasaje en su ambiente original, tanto más
eficaz será la aplicación de ese texto bíblico. Cuando Jesús quería
que la gente “orara siempre sin desmayar”, no pronunció simple­
mente una declaración de un principio abstracto. Les contó una
parábola.
Sin embargo, hay ciertas categorías de función, maneras en que la
Escritura sirve a su propósito, que encajan tanto a unos cuantos
pasajes bíblicos como también a las circunstancias típicas de la vida
de hoy. Supóngase que tomamos un pasaje de los mencionados,
2 Pedro 3. La enseñanza de Pedro acerca de la destrucción de los
elementos y la certeza del juicio, junto con sus palabras en cuanto
a la santa manera de vivir, podría ser descrita como “motivadora”,
“exhortatoria” o “de advertencia”. De la misma manera, las palabras
de Jesús en cuanto a orar sin desmayar pudieran ser descritas como
“motivadoras”, “exhortatorias”, o “estimuladoras”. Estas categorías
a menudo se superponen.
Voy a dar una lista de estas categorías posibles. No proveeré de
ejemplos en cada categoría, porque se explican por sí mismas, e
indudablemente varios pasajes vendrán fácilmente a la mente. Uno
de ellos, no obstante, tal vez no sea muy claro: “Mostrar relaciones
de causa y efecto.” Tengo en mente, aquí la clase de serie que se
halla en Romanos 1, donde Pablo dice que está pronto a predicar el
evangelio porque tiene un sentido de obligación (w. 14,15), que no
se avergüenza del evangelio porque es poder de Dios para salvación
(v. 16), el evangelio resulta en salvación porque la justicia de Dios
se revela en él (v. 17), la ira de Dios se revela contra toda impiedad
porque la gente tenía la evidencia de Dios, y no tienen excusa por
haberla rechazado (w. 18-20), Dios entregó a la gente a sus pasiones
e impurezas por sus actitudes y acciones (w. 31, 32), y así por el
estilo.
A continuación doy una lista de las funciones, que se superponen
ocasionalmente, y, sin duda, de ninguna manera exhaustiva:
Motivar
Tal vez el mejor ejemplo de esto es 2 Corintios 5:9-11 y 14, 15,
donde Pablo dice que él mismo fue motivado por el temor (relacio­
nado al tribunal de juicio de Cristo) y por amor (el amor de Cristo
al morir por él). Otro ejemplo sería el de las recompensas y castigos
que se mencionan en las bienaventuranzas y ayes de Mateo 5 y Lucas
6. En Efesios 5:5 Pablo advierte que la gente inmoral será excluida
del reino, y en el versículo 6 da una advertencia todavía más fuerte,
que ios tales caerán bajo la ira de Dios. Segunda de Pedro 3:11 dice
112 Cómo predicar expositivamente
que la expectación de la destrucción que vendrá sobre los cielos y
los elementos debería motivamos a vivir vidas santas.
Convencer o producir convicción
Al pensar en pasajes que producen convicción, uno piensa natu­
ralmente en los primeros capítulos de Romanos. También podemos
ir a los evangelios, donde hallamos palabras muy fuertes dichas por
el mismo Señor Jesús, en pasajes tales como Mateo 5:13,19, 22 y 32,
para mencionar algunos. Hay también pasajes destinados a producir
convicción dentro de las narraciones, tales como Lucas 10:41, 42 y
también en los refranes o proverbios que son dichos en el contexto
de las parábolas, tales como Lucas 16:13.
Consolar, estimular
De nuevo pensamos en las bienaventuranzas. Segunda a los Co­
rintios 1:3-7 pertenece también a esta categoría. Esos versículos no
son solamente una expresión de los propios sentimientos de Pablo,
sino también una declaración destinada a animar a sus lectores.
Hebreos 10:19-25 usa la verdad del sumo sacerdocio del Señor Je­
sucristo como un medio de estimular y exhortar a los lectores a que
se estimulen unos a otros. También podemos pensar en libros en­
teros, tales como 1 Pedro y Apocalipsis, que fueron escritos, en parte
al menos, para animar a la gente que padecía persecución.
Proclamar el evangelio
Aquí estoy pensando en pasajes cuya función en el contexto es
proclamar el evangelio, no simplemente en pasajes que pueden ser
reconformados y convertidos en ilustraciones del evangelio. Desa­
fortunadamente muchos cristianos tienen la tendencia de memorizar
y citar Romanos 3:23: “por cuanto todos pecaron...”, aislándolo del
resto del pasaje, y recurriendo a otros pasajes para los aspectos ul­
teriores del mensaje del evangelio. ¡Sin embargo, el evangelio está
completamente expresado en este mismo párrafo!
En el libro de Hechos hay varios discursos que presentan el evan­
gelio clara y directamente. Esta fue su función cuando fueron pre­
dicados originalmente. Desempeñaron esa función en Hechos tam­
bién, porque Lucas probablemente escribió Hechos (y el evangelio
que lleva su nombre) para una combinación de propósitos, uno de
los cuales era presentar y defender el mensaje del evangelio. Un
lector helenista no cristiano leyendo Hechos hubiera quedado en­
cantado por las historias que se hallan allí porque, en su forma
literaria, le harían recordar de algunas de las novelas que estaba
acostumbrado a leer. Pero este era un libro que relataba una historia
verídica. AI avanzar por él, con todas sus emocionantes historias de
Determinación de la aplicación: La "función” 113
viajes, y hasta naufragios, el lector se cruzaría con discursos que
traerían el evangelio a su corazón. Unos de tales discursos se halla
en Hechos 13, con las declaraciones: “os anunciamos el evangelio”
(v. 32) y “Sabed, pues, esto. .. que por medio de él se os anuncia
perdón de pecados” (v. 38). Otro ejemplo es el bien conocido dis­
curso en el Areópago, que se encuentra en el capítulo 17, y en el
cual Pablo presenta maravillosamente (en un discurso que ni siquiera
fue parte de una misión evangelizadora), la verdad de Dios como
Creador, como Señor de la historia y como Juez. Habla de la resu­
rrección de Jesucristo (la cual implica de seguro que había hablado
de su muerte expiatoria), y del día venidero de retribución. ¿Cuántos
mensajes evangelísticos hoy día contienen tanta base doctrinal sólida
para el evangelio?
Coaducir a la adoración
Probablemente el primer pasaje que viene a la mente es Apocalipsis
4:1 — 5:14. Aquí tenemos una serie de expresiones de alabanza a
Dios por su naturaleza y atributos (4:8), y por sus obras creadoras
(4:11), y luego la adoración del Señor Jesucristo, el Cordero inmolado
(5:9-14). De seguro que la intención de Juan era que sus lectores se
unieran en ese coro de alabanza. Lo mismo puede decirse de otras
doxologías en Apocalipsis, tales como 7:12 y 11:17,18. Hay pasajes
en las epístolas que también conducen a la adoración, siendo el más
conocido tal vez Romanos 11:33-36. En los evangelios y en el libro
de Hechos hay también declaraciones acerca de la obra de Cristo y
del Espíritu Santo que resultan en doxología. La curación del pa­
ralítico en Lucas 5:17-26 tiene su clímax en alabanza. Véase también
la curación en Hechos 3:1-10. Lucas parece estar profundamente
preocupado por guiar a sus lectores a la adoración; sus narraciones
tienen este elemento en forma más prominente que las de Marcos o
Mateo.
Fijar normas
El pastor que se ocupa de su ministerio desea señalar normas claras
de vida santa, y sin embargo a menudo vacila para predicar una lista
de lo que se puede o no se puede hacer. Es bueno dejar que la
Escritura haga su obra. El sermón del monte es una fuente obvia de
normas morales porque esa es la función primordial del sermón del
monte. Efesios 4 — 5 también proporciona normas, y lo hace al con­
trastar la manera antigua de vivir caracterizada por el desenfreno
pagano. Otros pasajes de la misma epístola vendrán fácilmente a la
mente.
114 Cómo predicar expositivamente
Establecer metas
Un ejemplo sobresaliente de esto es Efesios 1. Ya me referí a la
lista de expresiones de propósito que caracterizan los párrafos de
apertura de Efesios. Otros pasajes que pueden ser incluidos serán,
sin duda, Mateo 6:24 (en cuanto a escoger entre Dios y el dinero), y
6:33 (en cuanto a buscar primeramente el reino de Dios y su justicia).
También el resumen que Jesús hace de la ley en Marcos 12:31-34 y
los pasajes paralelos sirve apropiadamente como una guía a metas
que agradarán a Dios (Romanos 13:6-10). Pasajes tales como 1 Co­
rintios 10:31 ("Si, pues, coméis o bebéis... hacedlo todo para la
gloria de Dios”), Romanos 14:19 (“Sigamos lo que contribuye a la
paz y a la mutua edificación”) tienen la intención de establecer metas
para la conducta cristiana.
Tratar de asuntos doctrinales
Sólo necesita decirse que si predicamos sobre una doctrina es­
pecífica, haremos mejor si seleccionamos un pasaje en el cual esa
doctrina es un tema principal. No es siempre necesario ir al pasaje
principal sobre cierta doctrina (tal vez ya fue usado en algún sermón
reciente), pero por lo menos debe buscarse un pasaje que enseñe
claramente esa doctrina, en lugar de que haga alusión a ella única­
mente en forma indirecta.
Tratar con problemas
Este es un aspecto muy delicado, y es obvio que nuestra palabra
desde el púlpito será generalmente más aceptable si la Escritura es
apropiada y habla por sí misma. Probablemente será bueno tomar
un pasaje que no sólo trata el problema sino que también muestra
cómo el problema ha sido y puede ser resuelto. Un pasaje típico en
este respecto sería Hechos 6:1-7, que muestra cómo la iglesia pri­
mitiva trató con un problema de división y suspicacia.
Mostrar la relación de cansa y efecto
Hay pasajes que proporcionan una explicación para una situación
o condición. Nos ayudan a entender por qué las cosas son como son.
Romanos 1 es un ejemplo excelente. La situación o condición de­
generada de la raza humana existe debido a que su rechazo de Dios
y su verdad ha dado como resultado que Dios entregue a la gente a
varias expresiones de inmoralidad. El primer capítulo de Romanos,
es por entero un estudio de relaciones de causa y efecto.
Colocar una base para la fe y la acción
A menudo exhortamos a los demás a que tomen ciertos pasos, pero
si no les damos sólidas razones y seguridad podemos dejarlos pa­
ralizados y sintiéndose culpables por su inactividad. Un bien co-
Determinación de la aplicación: La "función" 115
nocido ejemplo es Romanos 1:16: “Porque no me avergüenzo del
evangelio, porque es poder de Dios...” El “porque” no solamente
expresa causalidad, sino que también es la base en la cual Pablo
apoya su confianza. Lo mismo ocurre en Colosenses 2:9, donde Pablo
les dice a los colosenses que no busquen en otros lugares la verdad
espiritual: “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de
la Deidad.” Además, el énfasis no está en la causalidad, sino en la
razón para la acción, un hecho básico fundamental sobre el cual uno
puede basar la decisión y la acción.
Dar perspectiva a la vida
Una buena parte de la Escritura provee de nuevos enfoques, no
sólo con respecto a Dios mismo, sino también en cuanto a nosotros
mismos y a nuestro mundo. Estos nos dan una perspectiva de nuestra
vida mientras la vivimos en el devenir de la historia. Efesios, por
ejemplo, muestra los propósitos de Dios en la Iglesia, y abre nuestra
mente para que nos demos cuenta de que la intención de Dios es:
“que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por
medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares
celestiales” (Efesios 3:10). Esto no sólo expresa el propósito divino
sino que también abre nuevas perspectivas del papel de la Iglesia en
la edad presente. La revelación, paso a paso, del “misterio” de Dios,
sus intenciones en la historia, también nos provee de una perspectiva
y nos damos cuenta de que hay un lado derecho y un revés del gran
tapete de la vida, y que, al mirar el último nos parece todo enma­
rañado. La profecía tiene esto como una de sus funciones a través
de toda la Escritura.
Enseñar ética
Por mucho tiempo los evangélicos han enseñado la Escritura pero
han descuidado la ética, mientras que muchos otros han enseñado
ética pero no una base bíblica. El ideal es, por supuesto, enseñar
ética a partir de las Escrituras. Algunos pasajes lo hacen así por
precepto, otros por ejemplo personal, y otros mediante parábolas. La
parábola del mayordomo deshonesto, por ejemplo, toma una situa­
ción “terrenal” y por medio de ella muestra cómo el cristiano puede
ser fiel en la mayordomía sin caer en la trampa de la codicia (Lucas
16:1-13). El sermón del monte está lleno de mandamientos éticos.
También el hecho de que Jesús colocara la necesidad humana por
sobre las obligaciones ceremoniales nos proveen de un buen modelo.
Es importante prestar atención a la función del pasaje en su contexto,
no sea que saquemos el texto fuera de su contexto, y apliquemos
mal versículos que pensamos que enseñan opiniones éticas cuando,
a fin de cuentas, esas opiniones sólo son producto de nuestra propia
116 Cómo predicar expositivamente
cosecha. La historia de Lucas 5:27-32 que relata el banquete de Leví,
por ejemplo, con la crítica de que Jesús comía y bebía con los pe­
cadores, no tiene como su función enseñar que los cristianos de hoy
deben o no deben tomar bebidas alcohólicas con los no cristianos,
sino mostrar la asociación de Jesucristo, en su gracia, con los pe­
cadores para la salvación de ellos.
Otras categorías pudieran sugerirse, que son comunes y evidentes
por sí mismas. Hay pasajes que tienen como su función corregir,
despertar interés (social o misionero) por otros, dar dirección y ad­
vertencias. Los ejemplos brotan por sí mismos rápidamente. El punto
importante es darse cuenta de que esta no es simplemente una lista
de temas, sino una lista de funciones. Esto quiere decir que no es­
tamos sencillamente buscando versículos que toquen éste o aquel
tema sino pasajes que tengan un cierto propósito o función como la
razón misma de su inclusión en el canon. La disciplina de determinar
la función contextual de un pasaje no puede ser tenida en poco,
porque es el eslabón primario entre la exposición y la aplicación.
Esta lista puede ahora convertirse no sólo en un medio de esta­
blecer un puente entre el ambiente de la vida bíblica y la nuestra
propia, sino también en un medio de ayudar al predicador a lograr
una variedad en sus sermones. Me temo que si se nos pidiera a
algunos de nosotros que clasificáramos de acuerdo con esta lista los
sermones que hemos predicado en los años recientes, encontraríamos
que nuestros sermones tienden a caer en unas pocas de estas cate­
gorías, y que algunas se quedarían sin ninguno. Observar esta lista
también puede ayudar al pastor a evaluar su ministerio como un
todo. Indudablemente hay una fuerte correlación entre el estilo de
ministerio pastoral y el tipo de sermón. Sea en el púlpito, en la
reunión de comité, o en la conversación privada, algunos tienden a
animar y otros a exhortar. El ministerio de algunos pastores es pro­
bablemente muy centrado en problemas, otros, conscientemente pro­
curan ayudar a los cristianos a madurar. Algunos rara vez piensan
en ayudar a las congregaciones, a los comités o a los individuos a
establecer o fijar metas, sino que hablan mucho en cuanto a normas
y doctrinas. Si un pastor “da perspectiva a la vida” hallará que sus
exhortaciones son más rápidamente entendidas y, en consecuencia,
aceptadas.
Por supuesto, no podemos encajar cada pasaje bíblico en alguna
de estas categorías. Algunos pasajes tienen más de una función. Al­
gunos no tienen ninguna función obvia en sí mismos, sino que con­
tribuyen al propósito del libro como un todo. Otros proporcionarán
material de respaldo o auxiliar para temas que son tratados en forma
más central en otras porciones. El punto de esta lista es ayudarnos
Determinación de la aplicación: La "función” 117
a darnos cuenta, en una forma más consciente, de lo que es y de lo
que no es apropiado en nuestro intento de aplicar las Escrituras a
las necesidades actuales y presentes.
Considere las necesidades de la congregación
Las siguientes son apenas algunas de las situaciones y necesidades
que hay en cualquier congregación:
• Necesidades personales (ansiedad, soledad, dolor, sufrimiento,
desgano espiritual, necesidad de orientación).
• Situaciones corporativas (preocupaciones económicas, desa­
liento, conflicto, falta de entusiasmo en la iglesia, reacción de
sorpresa por una muerte reciente en la congregación, preocu­
pación por el programa de construcción del edificio).
• Situaciones éticas y sociales actuales (entre creyentes o en la
comunidad).
• Crisis públicas (elecciones, intentos de asesinatos, problemas in­
ternacionales, accidentes en la comunidad).
• Sucesos espirituales de especial significación en la vida de la
iglesia.
• Condición espiritual de grupos especiales (nuevos creyentes, an­
cianos, jóvenes, solteros, casados, divorciados).
• Necesidades permanentes de edificación e instrucción.
El lector que es pastor rápidamente se identificará con las preo­
cupaciones señaladas en la lista anterior. El estudiante de seminario,
por otro lado, tendrá que crecer y desarrollar su sensibilidad para
tales necesidades. Es en este sentido que un sermón procede “de
abajo”, como ya fue mencionado anteriormente. Algunos seleccionan
el texto de la Escritura para un sermón de acuerdo con la necesidad
de la hora. El expositor que ha estado predicando a través de un
libro o una serie de libros debe tener presente la lista previa de
funciones, y asegurarse de que está alerta al potencial de cada pasaje
para satisfacer las necesidades de la congregación. El estudiante de
seminario que llega al púlpito todavía emocionado por las clases de
historia de la Iglesia, estudios bíblicos y teología tiene que acostum­
brarse al hecho (aun cuando tal vez ya esté bien informado al res­
pecto) de que no todos los adoradores vienen al culto con su mente
puesta en las cosas celestiales. Cuanto más consciente esté de las
necesidades de la congregación, tanto más pronto responderá ella a
la enseñanza de las Escrituras.
Esto origina una pregunta que no puede ser contestada con sufi­
ciente amplitud, pero que exige por lo menos algunos comentarios.
¿Cómo puede el predicador estar consciente de las necesidades de
118 Cómo predicar expositivamente
su gente? El predicador concienzudo siente la necesidad de pasar
muchas horas en la preparación. Redacción y compilación de infor­
mes, comités, tareas en la comunidad y muchas otras necesidades
consumen su tiempo. La visitación habitual a las familias de la iglesia
ha sido abandonada ya por muchos pastores debido a que se hallan
sumamente ocupados. ¿Cómo puede, entonces, saber cuáles son las
necesidades de la gente? En mi opinión el llamado a la predicación
expositiva es también un llamado al ministerio pastoral. Por lo tanto,
el predicador debe hallar maneras de estar cerca de la gente. Incluso
aun cuando otros ministros de la iglesia — si los hubiera — y otros
de la congregación desarrollen la mayor parte de la visitación, el
predicador necesita tratar de estar en el mayor contacto con la gente
como le sea posible. También puede enterarse por medio de sus
oyentes (por ejemplo, en las reuniones semanales del personal) de
las necesidades, preocupaciones, y problemas que pudieran haber
entre su congregación. Hacer las preguntas adecuadas, y escuchar es
imperativo. Si el predicador no está personalmente consciente de
las necesidades de su propia congregación, sus sermones tendrán
muy poca relevancia personal para ella.
Aplique el pasaje a las necesidades
El procedimiento es ahora obvio: (1) Considere cuáles de las ne­
cesidades de las que estamos conscientes verdaderamente corres­
ponden al propósito original y función del pasaje seleccionado. Si
todavía no se ha seleccionado un pasaje, podemos partir de la ne­
cesidad y buscar un pasaje apropiado. (2) Determine en oración qué
mensaje desea Dios dar por medio de su ministerio en esta ocasión.
(3) En fe, decida cuáles objetivos puede usted confiar que Dios va a
cumplir mediante este pasaje. (4) Construya su mensaje a partir del
pasaje, asegurándose de que la intención original y equilibrio original
del pasaje no es distorsionado de ninguna manera por la aplicación
que usted hace de él.
Este procedimiento debe ayudar al pastor en lo que parece ser la
parte más difícil de su preparación del sermón: seleccionar su tema.
Cuando estamos abrumados por una gran cantidad de necesidades
a las cuales nos vemos compelidos a atender, es difícil saber cuál
seleccionar para enfatizar. Incluso cuando hemos determinado cierto
orden de prioridad, de acuerdo con cuáles de esas necesidades pu­
dieran tomarse en consideración, todavía tenemos que seleccionar
los temas y los textos que nos permitirán tratar acerca de ellas. Pero,
cuando predicamos expositivamente, tenemos buena ayuda en esta
difícil decisión. Si vamos a predicar a través de un libro, podemos
hacer que cada capítulo o sección atienda cualquier necesidad o
Determinación de la aplicación: La "función" 119
necesidades que notamos ser apremiantes y a las cuales el mismo
pasaje atiende y enfoca. En el curso de varias semanas una variedad
de temas brotarán por sí mismos naturalmente de pasajes sucesivos.
Revisemos los cuatro pasos mencionados en el párrafo precedente.
El primero fue compaginar la función de un pasaje con las necesi­
dades de una congregación. Sea que el pasaje es determinado por
anticipado como parte de una serie, o que es seleccionado para sa­
tisfacer una necesidad, debo asegurarme de que no estoy forzando
el pasaje para que llene un propósito o ejecute una función para la
cual no es apropiado. Una vez más, a riesgo de repetición, el contexto
es tan importante para determinar el propósito y función de un pasaje
como lo es para determinar su interpretación.
El segundo paso es determinar en oración qué mensaje quiere Dios
dar mediante la predicación de este pasaje. El mensaje es la Palabra
viviente de Dios hoy día. Requiere un predicador santo, sensible y
obediente, que permite al texto informarle y dominarle, y que será
un instrumento mediante el cual el texto hablará a otros. El mensaje
es más importante que el texto, tanto como más importante que el
tema. Es la voz de Dios para nosotros.
El tercer paso es que debemos ejercer fe para decidir cuáles ob­
jetivos quiere Dios cumplir o lograr mediante su Palabra. Es decir,
debemos tener un cuadro claro de la respuesta que la congregación
debe dar al mensaje. Esto exige fe en que la Palabra de Dios en
realidad logrará el propósito para el cual El la dio. También requiere
que oremos fervientemente no sólo por nuestra entrega del mensaje
sino también por la gente y por su respuesta al mismo. Estoy con­
vencido de que veríamos la obra de Dios en más poder de lo que
ahora la vemos si identificáramos más claramente los objetivos que
esperamos que la Palabra de Dios consiga, y oráramos con fe porque
se cumplan.
El cuarto paso es que cuando procedemos a la estructuración real
del mensaje, debemos asegurarnos de preservar la intención y el
equilibrio originales del pasaje. No es por capricho que la discusión
de la forma del mensaje viene en este libro después de la discusión
de su función. La mayoría de las veces la forma debe seguir el flujo
de la narración o del argumento bíblico.
Aun cuando esto ha sido sólo una breve discusión de la función
y aplicación de las Escrituras a las necesidades de la congregación,
es aquí precisamente donde debemos ser más enfáticos, porque es
muy fácil que los expositores bíblicos fallen en este punto. A riesgo
de que parezca que estamos haciendo demasiado énfasis, debemos
recordar que a menos que hagamos una aplicación sensible, com­
pasiva, fuerte e inequívoca, habremos hecho una simple exposición,
120 Cómo predicar expositivamente
y no predicación expositiva. Debemos preguntamos constantemente
no sólo qué es lo que estamos predicando, sino también por qué lo
predicamos. En 1 Timoteo 1:5 Pablo dice: “El propósito de este man­
damiento es el amor...” Debemos preguntamos repetidamente cuál
es el propósito de nuestra predicación expositiva.
Me gusta imaginarme que estoy guiando a los miembros de mi
congregación mientras nos remontamos a los tiempos bíblicos. Nos
hallamos como observadores invisibles del ambiente en que se de­
senvuelve la vida del texto. Nos identificamos con las necesidades
y preocupaciones de los que escucharon al Señor Jesús, de los que
escucharon la primera lectura de una de las cartas de Pablo, de los
cristianos atribulados que leyeron el libro de Apocalipsis. Pensamos
juntos no sólo en lo que ellos habrán sentido, sino en por qué se
sentían en tal manera. Vemos cómo el ministerio del Señor Jesús y
de los apóstoles, o de los otros escritores del Nuevo Testamento, les
fue de ayuda. Hablamos juntos acerca de nuestro mundo, y de cómo
nos sentimos. Pensamos tal vez en la ciudad donde vivimos en lugar
de Palestina, en una empresa eléctrica en lugar del taller de carpin­
tería, en un moderno hospital en lugar de la playa del mar de Galilea;
en dólares, pesos u otra moneda moderna en lugar de dracmas. No
nos apresuramos a caer en abstracciones o principios. Cuando ha­
blamos acerca de las “verdades eternas*’, debemos reconocer que
estas verdades realmente existen en el tiempo; el primer siglo, o el
nuestro. No dejamos de lado la doctrina por estudiar historias o casos,
pero tampoco estudiamos la doctrina en el vacío. La brecha existe
todavía entre el primer siglo y el nuestro, pero se hallan conectados,
no con una cuerda floja sino con un puente sólido, el puente de la
verdad y del poder de las Escrituras para lograr su propósito en todas
las edades. Es un puente que cruza la brecha de los siglos, y que
podemos cruzar, hablando ahora con Pedro y Pablo, luego con nues­
tros vecinos. Los temores, las ansiedades, la soledad preocupan a
Epafrodito o a Evodia, tanto como a don Pepe o a doña Manuela. Tal
vez la manera más simple de expresar este enfoque de la aplicación
es hacerse mentalmente dos preguntas. Estas son preguntas que ideal­
mente deben estar en la mente de la congregación: “¿Qué habría
decidido o hecho si yo me hubiera encontrado en las mismas cir­
cunstancias de la vida bíblica?” y “¿Qué debo, por lo tanto, decidir
o hacer en mi propia situación actual?”2’
Lloyd Perry sugiere que se analicen los pasajes bíblicos que tratan
con el ambiente o esfera de la vida teniendo en mente varias pre­
guntas: ¿Cómo surgió el problema? ¿Fue un problema económico?
¿Fue un problema de carácter sociológico, o físico, o psicológico?
¿Se aplica la solución que vemos en el pasaje bíblico a alguna si-
Determinación de la aplicación: La “función" 121
tuación similar de hoy, o fue relevante únicamente en su situación?
¿Qué pasos se dieron para resolver el problema que pudiera darse
hoy día?28
El término "situación de la vida”, según se aplica a la predicación
bíblica, tiene una historia larga y variada que no debe detenernos
aquí. Es importante darse cuenta, sin embargo, que a veces ha sido
usado por quienes no han reconocido la plena inspiración y auto­
ridad de las Escrituras, ni han reconocido la existencia e importancia
de una verdad objetiva proposicional en las Escrituras. Es decir, han
fallado por no ver que la Biblia contiene verdades acerca de Dios y
de su mundo que es posible expresarlas en proposiciones válidas
para todas las edades. Su predicación tiende a ser exclusivamente
centrada en dimensiones personales en lugar de relacionar todos los
aspectos de la existencia y relaciones personales a las doctrinas ob­
jetivas de las Escrituras.
Hay, por supuesto, una dimensión relativa a la predicación. Pero
toda la existencia humana y las circunstancias y necesidades del
individuo deben tener su lugar, y en realidad hallarán solución úni­
camente en la relación apropiada a las verdades eternas de Dios, su
obra en la historia y la revelación de sí mismo y de sus verdades en
la historia y en las Escrituras.
Predique a las necesidades del corazón y
a las circunstancias externas
A menudo se nos recuerda que si vamos a cambiar el mundo
tenemos que empezar cambiando a la gente. Esto significa más que
regeneración, aun cuando eso es ciertamente básico. La persona pro­
medio por lo general no está interesada en un desafío, aunque sea
el mejor de ellos (construcción del templo, ayudar a la gente, evan-
gelismo personal), a menos que tenga un sentido de afirmación per­
sonal, estimación propia y satisfacción personal al hacerlo. Sea que
reduzcamos esto a pecado original o a una necesidad humana legí­
tima, el feligrés típico viene al sermón con una simple pregunta:
“¿Qué hay en ese sermón para mí?” Crudo como suena (y lo es), a
menos que lo reconozcamos, el mejor sermón expositivo que pudié­
ramos predicar puede despertar gran admiración, y no producir ac­
ción. El contenido bíblico sólido puede impartir importantes con­
ceptos nuevos, e incluso planes de acción, y sin embargo no
conseguir “hablar al corazón”, ni estimular a los oyentes a apropiarse
de los nuevos conceptos, y a ejecutar la acción propuesta.
¿Qué establece la diferencia? Me apresuro a decir que no se trata
de la adopción de alguna teoría subcristiana de amor propio. Se trata
de aquella preocupación personal que distingue al buen pastor del
122 Cómo predicar expositivamente
ministro. Es también el empleo consciente de una capacidad y un
método. Ya escribí anteriormente acerca de invitar a mis oyentes a
que me acompañen para remontamos hacia atrás en la historia bí­
blica, de ayudar a la congregación a experimentar las circunstancias
de la vida bíblica, de los sucesos, y asuntos morales antes de hacer
un resumen de la lección. En tanto que es verdad que a menos que
destaquemos la esencia del pasaje bíblico nuestra gente no será capaz
de reproducir la lección en su propia vida, debemos aseguramos de
que se han identificado lo suficiente con los personajes o cuestiones
del texto como para hacer esas prioridades suyas propias.
Esto significa que tenemos que movernos de lo general a lo par­
ticular, del grupo al individuo, de la descripción a la aplicación. Si
estamos relatando una historia, nuestra gente debe "involucrarse en
la acción”. Si estamos explicando una doctrina, debe ver en ella una
relevancia personal. De alguna manera debemos (incluso sin ninguna
obstrucción] mostrar cómo la apropiación de esta verdad o principio
les será de beneficio personal. Debemos, por lo tanto, estar cons­
cientes de las profundas necesidades de los seres humanos. Esto va
un paso más allá (y mucho más profundo) de simplemente hablar
de las circunstancias, por impresionantes que pudieran ser. Una
mujer que ha enviudado recientemente no está llorando únicamente
al esposo fallecido. Puede también haber perdido hasta la razón para
vivir. Puede sentirse culpable, o llena de dudas o ira. Puede estar
dudando de Dios. Puede sentir tal vez que ya no es realmente una
persona completa. Puede haber perdido (aun cuando sea temporal­
mente) su sentido de dignidad personal y estimación propia. Los
temores pueden haber bloqueado su opinión de Dios; temor en
cuanto a su seguridad económica, temor de que no será capaz de
tomar decisiones, temor de que nadie se preocupe por ella en su
salud quebrantada. Sin menospreciar el poder de las verdades bí­
blicas acerca de la vida eterna y el amor de Dios, debemos reconocer
que una simple repetición de una doctrina tal vez no sea de mucha
ayuda en tales circunstancias.
Hace algunos años apareció un librito que me fue de gran ayuda
en el evangelismo personal. Se llamaba The Dynamic of Service (La
dinámica del servicio), y fue escrito por un misionero en Japón, E.
Paget Wilkes. El énfasis de la obrita era que el autor había aprendido
la necesidad de hacer una apelación a las preocupaciones profundas
de los japoneses como un medio de abrir su corazón al bálsamo dei
evangelio. Mostraba cómo alcanzar a quienes tenían temor de la
muerte, o incertidumbre en cuanto al futuro, soledad, etc. Esto no
quiere decir "centrar el mensaje en el hombre”, sino preparar ei
Determinación de la aplicación: La "función” 123
camino para el mensaje al mostrar a la gente tanto su necesidad de
Dios como el interés de Dios por ellos.
Creo que incluso nuestras advertencias acerca de las consecuencias
del pecado y del rechazo de Cristo pueden tomar en cuenta las ne­
cesidades humanas. Por ejemplo, la persona típica contemporánea
que teme la soledad y el aislamiento bien puede ser motivada a venir
a Cristo más fuertemente por la descripción del destino de los após­
tatas en Judas 13: “Estos son... estrellas errantes, para las cuales
está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas”, que por el
pensamiento de las llamas. Esto es especialmente real ahora que
tenemos alguna idea de un universo siempre expandiéndose, y de
la inmensa distancia entre estrellas, y podemos contemplar con ho­
rror la idea de un astronauta perdido en el espacio para siempre.
Para clarificar la idea de predicar a la necesidad personal, y para
mostrar cómo tiene esto que ver con la predicación expositiva, voy
a hacer una distinción entre tres maneras de acercarse al sermón: (1)
predicar la verdad bíblica objetiva; (2) predicar acerca de cuestiones,
asuntos, circunstancias o problemas (predicar acerca de asuntos o
circunstancias contemporáneas); y (3) predicar con relación a la per­
sona. Yo describiría la primera como exposición propiamente dicha.
Puede contener las semillas de la aplicación (como las Escrituras
siempre lo hacen), puede estar salpicada con varios indicios de apli­
cación, o puede concluir con una aplicación, pero su formato básico
es la explicación de un pasaje. La segunda clase de sermón considera
asuntos acerca de los cuales muchos de la congregación estarán pen­
sando (¡o deberían estar pensando, en opinión del pastor!). Se cons­
truye un puente entre la situación de vida de la congregación y la
situación de vida de un pasaje bíblico. Se anima a la gente a iden­
tificarse con la gente en la escena bíblica, y a tomar las decisiones
o dar las respuestas apropiadas. El sermón puede tener todas las
cualidades de exposición, e incluso aproximadamente la misma
forma expositiva, pero comienza con la descripción de una circuns­
tancia, problema o cuestión, y concluye con la resolución de esto y
una aplicación práctica a la vida de los oyentes. El tercer tipo va
más allá que el segundo, en que se concentra en los sentimientos
interiores del individuo, antes que en las circunstancias que lo ro­
dean. Esto no es diferente del segundo tipo con respecto a la forma,
pero lo es con respecto al propósito. Puede empezar como una ex­
posición propia, o como un sermón que se centra en un asunto, pero
concluye con una aplicación al estado interno del individuo. Esto
pudiera ser una invitación evangelística, una exhortación a tener
valor, o una afirmación del amor de Dios.
Así como el segundo enfoque construirá un puente entre la sitúa-
124 Cómo predicar expositivamente
ción contemporánea de la vida y la de la Biblia, así el tercer enfoque
establece una empatia entre los sentimientos y la condición interna
del oyente individual y aquellos a los cuales se dirige el pasaje
bíblico. ¿Cómo afecta esto a la exposición? El siguiente ejemplo
puede aclarar el asunto. Ya hemos hablado de Romanos 5:1-11. Po­
demos dar una exposición igualmente fiel bien sea al concentrarnos
en los actos salvadores de Dios y el proceso de la salvación, o al
concentrarnos en la paz, el gozo y la esperanza que la obra salvadora
de Dios puede producir en nuestro corazón. De este modo, el enfoque
e intención del predicador modificará su introducción, su bosquejo
y su aplicación, en tanto que conserva y presenta todavía la misma
información expositiva que en el primero o segundo tipo.
Lo que estoy tratando en estas páginas no es simplemente la ma­
nera de producir la motivación para responder al sermón, y en con­
secuencia manejar mejor las situaciones de la vida. Se trata de ayudar
al oyente a entenderse a sí mismo, a afirmarse a sí mismo como
objeto del amor de Dios, y tal vez también a reconocer que es pecador.
Esto no es sin relación a la motivación, o a las circunstancias de la
vida, sino que va mucho más adentro, al “corazón del asunto”; en
realidad, al mismo corazón del ser humano.
Alguien pudiera temer, en este pinito, que el tercer enfoque puede
centrarse tanto en la persona que corre el riesgo de sustituir las
preocupaciones humanas poniéndolas en lugar de la gloria de Dios.
Es verdad que el evangelismo contemporáneo ha hecho esto en oca­
siones, o ha dado la impresión de haberlo hecho. Pero el “fin prin­
cipal” del evangelismo relevante, y de la predicación centrada en la
persona puede y todavía debe ser nuestro gozo y la glorificación de
Dios.
Tal vez otro pueda temer que hagamos una separación entre la
aplicación personal y el texto bíblico. Quizá tal lector ha luchado ya
con el asunto de la predicación subjetiva en contraposición a la
predicación objetiva de la historia bíblica, como se indica en la obra
de Greidanus Sola Scríptura.27 Como Greidanus muestra, el peligro
del subjetivismo descontrolado es real. Debe ser evitado, pero tam­
bién debe serlo una retirada a la pura objetividad. El sermón ver­
daderamente expositivo combinará una fiel explicación del pasaje
en equilibrio apropiado con una relación a su aplicación. La res­
puesta yace en el contexto de la Escritura. ¿Cuáles son los hechos,
datos e información? ¿Cuál es el ambiente en que se desarrolla la
vida? ¿Cuáles son las cuestiones morales, éticas y doctrinales? ¿Cuál
es la intención del Espíritu Santo y del autor humano inspirado ai
producir este texto? Procurar una aplicación psicológica, motivadora,
centrada en el ser humano, sin hacerse estas preguntas, es tan erróneo
Determinación de la aplicación: La "función" 125
como la alegorización, o la moralización, cuando estas no tienen
ninguna base en el texto mismo.
Un tercer temor es que la teología se tomará sirvienta de la ex­
hortación relacional. Muy por el contrario, enfatizaríamos la nece­
sidad de la predicación doctrinal y de la predicación de la teología
bíblica. (La diferencia entre las dos es que la doctrina trata con la
síntesis de la enseñanza de varios pasajes en verdades indicadas
proposicionalmente, en tanto que la teología bíblica se refiere al
énfasis en los varios aspectos de la verdad dada de manera distintiva
por los varios autores de la Escritura.)
La presentación clara de la teología, bien sea en las notas distin­
tivas de Pablo, en la terminología de Juan, de Pedro o de Judas, o en
los cuadros individuales de Jesucristo en los evangelios sinópticos,
es esencial para toda adoración y acción. El pueblo de Dios necesita
que se le ayude para construir una red de verdad teológica. Sin esto,
su adoración será empobrecida, y sus decisiones éticas necesitarán
de la ayuda de otros, en lugar de contar con suficiente información
gracias a su propia percepción del carácter, caminos y voluntad de
Dios. Hay siempre una necesidad por gran predicación doctrinal. Sin
embargo, esto nunca debe presentarse de una manera estéril o aislada.
Debe conducir a una relación más profunda con Dios, a un más
grande asombro, a una obediencia más completa, porque todos estos
resultados son en definitiva para la gloria de Dios.
Tal vez pueda ilustrar el asunto de la aplicación personal al hacer
una lista de cinco bosquejos hipotéticos. El tema serán tres conceptos:
Dios como Luz, Dios como Salvador, y Dios como refugio.
Tipo Uno: Descripción
1. El Señor, nuestra Luz.
2. El Señor, nuestra Salvación.
3. El Señor, nuestro Refugio.
Tipo Dos: Declaración
1. El Señor es nuestra Luz.
2. El Señor es nuestra Salvación.
3. El Señor es nuestro Refugio.
Tipo Tres: Explicación
1. ¿Qué significa que el Señor es nuestra Luz?
2. ¿Qué significa que el Señor es nuestra Salvación?
3. ¿Qué significa que el Señor es nuestro Refugio?
Tipo Cuatro: Exhortación
1. Permita que el Señor sea su Luz.
2. Permita que el Señor sea su Salvación.
3. Permita que el Señor sea su Refugio.
126 Cómo predicar expositivamente
Tipo Cinco: Aplicación
1. Cómo el Señor puede ser nuestra Luz diaria en la tinieblas.
2. Cómo el Señor puede ser nuestro Salvador
cuando sentimos nuestra culpa.
3. Cómo el Señor puede ser nuestro Refugio
cuando nos sentimos acosados.
Estos ejemplos son hasta cierto punto artificiales, pero los he sim­
plificado para hacer claro el contraste. Hay una progresión obvia que
va de la simple repetición de una frase bíblica a una aplicación
personal. Si vamos a avanzar de la simple exposición a un sermón
expositivo, necesitamos estar conscientes de la manera de avanzar
del texto a la aplicación.
No puede decirse que alguno de los cinco ejemplos esté equivocado
en sí mismo, pero debe observarse que conducirán naturalmente a
diferentes respuestas de parte de la congregación. En realidad, nin­
guno de ellos está expresado aquí como una exposición de un pasaje
en particular, aun cuando el lector puede pensar en algunos pasajes,
tal vez de los Salmos, que contengan estos conceptos. La verdad
contenida en estos conceptos puede ser relacionada de tal manera
como para facilitar una nueva apreciación de Dios, que se manifiesta
en la adoración, y podría también ayudar a las personas a tratar con
ciertas circunstancias en su vida, o podría darles un renovado sentido
de confianza interior personal debido a que Dios se muestra a sí
mismo poderosamente a favor de ellas.
Estamos ahora listos para tratar de lo que hemos apenas señalado,
la forma real del sermón. Esta forma debe servir no sólo a la expo­
sición, sino también a la aplicación del mensaje.
Capítulo ocho

La estructuración del sermón:


La “Forma”

Los sermones expositivos requieren forma homilética


Pese a los gastados chistes acerca de los sermones de tres puntos,
es raro el sermón que adolezca de forma y que sea fácil de seguir.
Como observamos en el capítulo 1, hay sermones que intentan ser
expositivos, pero que simplemente deambulan de versículo a ver­
sículo. No pasan de ser nada más que un desatinado comentario sin
forma alguna.
Los puntos del bosquejo de un sermón no son simplemente re­
cursos mnemotécnicos. Algunos piensan que un pasaje de la Escri­
tura tiene suficientes puntos destacados en sí mismo, como para
hacer innecesario el bosquejo del sermón. Pero el bosquejo de un
sermón es también un medio para (1) cernir y agrupar los datos de
un pasaje a fin de facilitar la comprensión, (2) enfocar los aspectos
de ese pasaje que el predicador encuentra importantes para el énfasis,
y (3) permitir que el sermón avance hacia su meta.
La primera de estas funciones es importante porque el pasaje puede
ser tan largo o complejo que la congregación (especialmente si al­
gunos no tienen el texto ante sí o tienen dificultades con la vista)
no puede entender fácilmente las relaciones internas de sus partes.
Pero también el expositor puede reordenar la secuencia de los asun­
tos del pasaje. Puede hacer esto para poder empezar con algo que es
más comúnmente conocido o entendido, y avanzar hacia algo que
se origina de ese hecho. Puede también decidir comenzar con algunos
datos de respaldo en el texto, y progresar hacia las implicaciones del
mismo. Pero los datos de respaldo pueden en realidad aparecer des­
pués de la declaración en cuanto a sus implicaciones, y por consi­
guiente requerir una nueva colocación y estructuración cuidadosa
128 Cómo predicar expositivamente
en un bosquejo. Hemos visto anteriormente que las partes de un
pasaje pueden ser reordenadas siempre y cuando tal acción no resulte
en distorsión, desequilibrio o confusión.
La segunda función de un bosquejo, enfocar ciertos aspectos de
un pasaje, debe controlarse con mucho cuidado. Si la selectividad
resulta en excluir partes de un pasaje que son esenciales para el
argumento o para la comprensión de su mensaje, tal proceso no es
válido. Es precisamente en este punto que la intención del predicador
puede ir contraria a la intención del Espíritu. Hemos visto que una
de las razones para la predicación expositiva es reducir la posibilidad
de concentramos en algunos temas a expensas de menoscabar a otros.
Pero, hay ocasiones cuando hay un mensaje válido que se deriva de
un pasaje, y que no involucra cada parte o cada punto doctrinal
contenido en todo el pasaje. El predicador no ha seleccionado un
sermón textual, porque ninguna frase u oración en particular incor­
pora la cuestión completa o provee por lo menos un enfoque para
la misma. El pensamiento que encuentra significativo para su sermón
está hilvanado a lo largo de todo el pasaje. La forma del sermón
puede ayudar en tal caso. Un bosquejo puede ayudar a la congre­
gación a seguir el hilo de pensamiento, y ver su significación en su
contexto apropiado.
Notamos que una tercera función de un bosquejo es contribuir a
que el sermón avance hacia su meta. La importancia de tener una
meta en mente mientras formamos el sermón, se refleja en la misma
secuencia de los capítulos de este libro. El lector habrá notado que
el capítulo sobre la “función” precede al que trata de la “forma”. La
razón para esto es la convicción de que la forma debe servir a la
función, y no viceversa. La aplicación del pasaje no debe ser un
pensamiento posterior. El proceso por el que uno escoge un pasaje
y el peso que uno siente por su mensaje deben estar en una relación
dinámica mutua, y entre ambos deben determinar la forma. ¿Cómo
puede uno construir un camino si no sabe a dónde debe conducir?
¿Cómo puedo yo estructurar un sermón si no sé qué clase de res­
puesta exige el pasaje ni la que procuro conseguir?
Demasiado a menudo pensamos en los puntos de un sermón como
si fueran estáticos y no dinámicos. Los vemos simplemente como
auxiliares en la organización: “Ahora estoy hablando acerca de esto”,
“Ahora estoy hablando acerca de aquello”, y así sucesivamente. Este
enfoque no sólo puede matar un sermón y poner al público a dormir,
sino que también puede paralizar las Escrituras. Los pasajes bíblicos
no son estáticos. Tienen movimiento. ¡Incluso las genealogías se
mueven de siglo a siglo, y de un ambiente cultural a otro! Las na­
rraciones obviamente tienen vida, y también la tienen los pasajes
La estructuración del sermón: La "Forma” 129
didácticos. Llevan al lector de algo que se da por sentado a una
conclusión, de alguna verdad acerca de Dios y su mundo a lo que
significan para mí.
Los diversos elementos de composición que ya hemos visto son
dinámicos en sí mismos. Los entusiastas del sonido estéreo hablan
de la amplitud dinámica de las grabaciones. Los equipos más re­
cientes pueden ampliar considerablemente la amplitud dinámica, de
modo que el aficionado del estéreo que se sienta en la sala de su
casa puede deleitarse con un pasaje muy suave en un momento, y
salir despedido de su sillón por el estruendo de trompetas al si­
guiente. Así es con la Escritura. Donde hay tales contrastes, déjese
que el contraste impacte a la congregación con toda su fuerza.
¿Hay desarrollo en un pasaje partiendo de una verdad comúnmente
conocida a una menos conocida? Reconocer esto puede ser la cura
para dos quejas comunes en cuanto a los sermones: que simplemente
repiten lo que la mayoría de cristianos ya conocen y, en el otro
extremo, que los sermones vuelan por encima de la cabeza de la
mayoría en la congregación. Una buena estructura homilética puede
prevenir ambos aspectos de estas críticas si (1) revisamos las partes
de un pasaje que describen verdades generalmente conocidas por los
creyentes, (2) nos aseguramos de que incluso el más nuevo visitante
comprende esos asuntos esenciales, y luego (3) avanzamos cuida­
dosamente, paso a paso, como un buen maestro, a la presentación
más adelante de una nueva perspectiva del pasaje. De este modo hay
movimiento de lo conocido a lo desconocido.
Los puntos sucesivos de un sermón estructurado con maestría
pueden también proveer un cuadro casi invisible de algún personaje
bíblico. Como una visualización gráfica en la televisión, o el desa­
rrollo de un personaje en una novela, drama o película, el predicador
puede presentar vividamente las características, virtudes, faltas y el
destino final de un personaje dado. Debe haber no sólo un desdo­
blamiento dinámico de los sucesos en la vida del personaje bíblico,
sino también una revelación provocativa, etapa por etapa, de su
carácter, impulsos motivadores, y vitalidad o deficiencias espiritua­
les, hecha de tal manera que la congregación no quiera perderse la
siguiente fascinante revelación.
Los expertos en homilética que estén leyendo este capítulo pro­
bablemente ya habrán notado un problema. Una congregación por
lo general recuerda lo que escucha al principio. El principal impacto
de un sermón es a menudo hecho (¡sea a propósito o no!) en los
primeros minutos. ¿Cómo podemos cautivar a la congregación du­
rante esos primeros minutos de atención concentrada, y al mismo
tiempo movernos hacia un clímax?
130 Cómo predicar expositivamente
Este problema no es muy diferente al que enfrenta un novelista o
el productor de un drama o una película. Una diferencia muy grande
es, por supuesto, que el sermón no está diseñado para entretener,
sino para motivar. Los primeros minutos no pueden servir única­
mente para captar la atención y despertar un sentido de necesidad,
sino que también deben proveer de suficiente verdad bíblica subs­
tancial como para señalar la dirección y la meta del mensaje. Una
buena apertura o introducción convencerá a la congregación no sólo
de la relevancia, sino también del valor de lo que van a escuchar si
le prestan atención. Me gusta oír un sermón que no sólo tenga una
sucesión clara de puntos, sino que también me dé una indicación
por anticipado de hacia dónde se dirige. Es probable que el conductor
de un vehículo se sienta menos molesto que los pasajeros por los
baches y desigualdades de la carretera, porque puede verlos con
anticipación. Así el predicador debe permitir que sus oyentes sepan
por anticipado hacia dónde se dirige. Algunos tal vez piensen que
esto arruina el elemento del suspenso, pero incluso si queremos que
nuestro sermón sea como un drama de suspenso que aumenta en
tensión hasta el final, debemos dar al principio a la congregación
una idea del clímax. En realidad, el éxito de algunos dramas depende
de la manera en que van despertando un sentido de lo inevitable.
Lo que sugiero es que estudiemos el texto cuidadosamente antes
de empezar a escribir nuestros puntos, para ver qué partes del texto
contribuyen a la “declaración” de apertura, y qué partes se prestan,
por su propia naturaleza, a un sentido de progresión en el sermón.
Si queremos que nuestro sermón incluya una introducción, un clí­
max, y que tenga un impacto final, seremos sabios al ver si podemos
encontrar todo eso en el texto mismo.
La gran probabilidad es que todas estas metas pueden conseguirse
simplemente siguiendo el texto en su secuencia bíblica. Esto debería
ser siempre la primera opción. Puede haber algunos textos, sin em­
bargo, cuya exposición resultará mejor si gira alrededor de una pa­
labra, frase o declaración central, cerrando el círculo cada vez más,
a medida que escogemos los diversos puntos que nos preparan para
entenderla y captar su importancia. Lo importante es que no reor­
denemos el texto en nuestro sermón de tal manera que la congre­
gación no pueda seguirnos o no pueda usar nuestro método de en­
foque como modelo para su propio estudio personal de la Biblia.
Recuérdese que el Espíritu Santo inspiró las Escrituras en la forma
en que ellas existen. Hay razones de peso para que los elementos de
un pasaje consten en la secuencia en que los encontramos.
Pero, ¿qué tal si el pasaje que he escogido es uno que no tiene
suficiente estructura o una secuencia suficientemente clara de la cual
La estructuración del sermón: La "Forma" 131
pueda derivar un bosquejo homilético? ¿Son mis únicas alternativas
tratar de hablar a mi congregación mediante un sermón bíblico pero
pobremente organizado, o, por otro lado, seleccionar un bosquejo
temático, usando la Escritura sólo como material auxiliar? La última
opción no es por lo general una exposición, y la anterior no es pre­
dicación expositiva. Aún hay otro dilema más que enfrenta el pre­
dicador que desea relacionar su prédica a una situación particular
de la vida en su congregación. Puede ser que esta situación necesita
más atención directa que lo que permite por lo general un sermón
expositivo. Además, seleccionar simplemente un pasaje puede sig­
nificar omitir otros que son igualmente importantes para tratar de
aquella situación. Supóngase que quiero predicar un sermón temá­
tico relevante, y que sin embargo deseo exponer las Escrituras. ¿Son
estos dos propósitos mutuamente excluyentes? A menudo he en­
contrado que los estudiantes quedan frustrados por completo al tratar
de compaginar los ideales de la predicación expositiva, aprendidos
en los cursos de exégesis, con los ideales de la teoría homilética. Por
ejemplo, un estudiante puede ver un gran valor al adoptar una de
las cinco “Formas orgánicas”, que sugiere Henry Grady Davis en su
obra Design for Preaching (Diseño para la predicación): (1) Un tema
discutido, (2) Una tesis respaldada, (3) Un mensaje iluminado, (4)
Una pregunta propuesta, (5) Una historia contada.28 Tal vez sienta,
sin embargo, que debe escoger entre una de estas formas y un modo
expositivo de predicación. No obstante, cuando traemos estas formas
a las Escrituras, es muy probable que hallaremos que alguna de ellas
es eminentemente apropiada como un vehículo para la exposición
de la Palabra. Tal vez un pasaje puede ser adaptado en su totalidad
y sin distorsión a alguna de aquellas formas. Esta posibilidad se ve
claramente al observar la obra Biblical Preaching (Predicación bí­
blica) de Haddon W. Robinson.29En su capítulo acerca de “Las formas
que toma un sermón”, propone, entre otros procedimientos: “Una
idea que debe explicarse”, “Una proposición que debe probarse”,
“Un principio que debe aplicarse”, y “Un tema que debe comple­
tarse”. Aun cuando éstos puedan parecer similares a las cinco “For­
mas orgánicas” de Davis, tienen su carácter individual en la obra de
Robinson, y cada una de ellas pueden ser de ayuda para la exposición
del texto bíblico.
Algunas veces el predicador tal vez se vea en la necesidad de
limitar el tiempo que invierte en la exposición directa, ajustando
una exposición reducida a un marco más amplio. El mismo proce­
dimiento puede seguirse cuando se predica respecto de una situación
de la vida. En realidad, no hay razón por qué dos o tres pasajes no
puedan ser tratados de esta manera. En tal caso, los pasajes no serán
132 Cómo predicar expositivamente
expuestos en detalles. En lugar de eso, cada uno será introducido
bajo uno de los puntos del sermón. Una frase o dos serán suficientes
para localizar el pasaje en su contexto, de modo que la congregación
pueda entenderlo. Algunos versículos pueden ser explicados, y apli­
cados al punto que se está tratando. El próximo pasaje puede ser
presentado y tratado de la misma manera, y así sucesivamente. Esto
es muy diferente de usar las Escrituras meramente como un material
auxiliar para reforzar algún punto. La integridad del pasaje en su
contexto es conservada. Se conserva la secuencia de pensamiento en
el pasaje, aun cuando sea en sólo algunos versículos. Se aplica la
Escritura de acuerdo con su propia función dentro de una situación
real de la vida de los escritores y lectores originales.
De la misma manera, la aplicación de los principios homiléticos
puede ayudarnos a presentar un pasaje de una manera lógica y con­
vincente, sea que el pasaje en sí mismo tenga una estructura que se
preste en sí misma a la predicación o no. La explicación del proceso
sermónico que da Lloyd M. Perry, en su libro Biblical Sermón Guide
(Guía para el sermón bíblico) es muy útil aquí.30 Aun cuando los
sermones expositivos como tales son mencionados como sólo una
de múltiples variaciones, esto no excluye el uso de los otros bos­
quejos como un marco y estructura básica para la exposición. Hay
varios pasajes de las Escrituras que pueden ser expuestos de acuerdo
con el primer ejemplo de variaciones de bosquejos propuesto por
Perry: el sermón “adverbial” o “interrogativo”: I. ¿Qué es la oración?
n. ¿Quién debe orar? III. ¿Por qué debemos orar?31 Este es sólo el
primero de muchos ejemplos que podrían darse de ese capítulo.
Tres tipos de sermones
Podemos clasificar los sermones en tres tipos básicos. Uno es ex­
positivo estructuralmente, es decir, su estructura es determinada por
la estructura del pasaje bíblico. Un segundo tipo es expositivo in­
directamente. El sermón incluye la exposición, pero la estructura
del mismo no es determinada únicamente por aquel pasaje. El tercer
tipo es el temático. Su estructura no es determinada por aquel pasaje,
aun cuando puede encontrar su información en uno o más pasajes
bíblicos.
Para abundar más en cuanto a estos tipos de sermones, conside­
rémoslos en orden inverso. El sermón temático variará considera­
blemente de acuerdo con la teología, preocupaciones y método del
predicador. Puede ser muy bíblico, en el sentido de que trasmite la
esencia de la enseñanza bíblica sobre un tema. Sin embargo, su me­
todología no es reproducible por parte de la congregación en su
estudio personal de la Biblia. No hay clara presentación del curso
La estructuración del sermón: La “Forma" 133
del argumento o de la secuencia de sucesos en un pasaje individual.
Algunos puristas de la predicación expositiva desdeñan esta clase
de mensaje considerándola inferior. Me gustaría sugerir que tiene
gran valor si se emplea apropiadamente. Sin embargo, una congre­
gación que oye sólo (o incluso principalmente) sermones temáticos,
adolece de la falta de algunos beneficios de la enseñanza directa de
la Biblia. Mis comentarios anteriores en cuanto al valor de la pre­
dicación expositiva indican por qué es así.
El sermón que es expositivo indirectamente puede, de algunas
maneras, ser homiléticamente superior a muchas exposiciones di­
rectas. Si, por ejemplo, se sigue el método proposicional de Lloyd
Perry, uno podría aplicar esto bien sea a un sermón temático o a un
sermón expositivo. Uno puede seleccionar un pasaje (por ejemplo,
Romanos 4), establecer el tema (justificación); declarar un tema (jus­
tificación por fe, no por obras); formular una proposición (somos
justificados sólo por la fe); y presentar una frase de transición (“Pablo
nos muestra en Romanos 4 por qué sólo por la fe podemos ser librados
de la culpa delante de Dios.”). Luego uno puede proceder a una
exposición del pasaje, punto por punto, porque su recuadro homi-
lético se basa en la secuencia de la enseñanza en tal pasaje. Perry
tiene varios tipos de procedimientos, tales como “modificación",
“clarificación” e “investigación”, cada uno de los cuales puede ser
usado para dar forma y dirección al mensaje expositivo.32 Este mé­
todo de enfoque es de utilidad especial cuando el predicador desea
concentrarse en un tema de un pasaje. Puede prevenirle de perder
la dirección o el poder como ocurre algunas veces cuando intentamos
tratar con igualdad los diversos temas de un pasaje.
Debe decirse, sin embargo, que este o cualquier otro método de
enfoque diferente de la exposición estructural puede permitir que el
predicador se desvíe de la verdadera enseñanza principal de un
pasaje, si se descuida. Tal vez vea un tema en el texto que no es
realmente una parte significativa del hilo de pensamiento en ese
contexto del autor bíblico, y lo saque de su contexto mientras pre­
tende dar atención a tal contexto. Lo mejor que podría hacer es hallar
otro pasaje que enseñe claramente la verdad que se siente guiado a
predicar y hacer una exposición correcta de ese otro pasaje, en su
lugar. Es también demasiado fácil imponer sobre un pasaje un énfasis
o significado que no se encuentra allí, sencillamente por la necesidad
de llenar un bosquejo. Cada punto puede ser verdad, y hasta quizá
sea una verdad bíblica, pero si no brota de un pasaje, el predicador
despertará sospechas en cuanto a su integridad si aduce encontrarlas
allí. Además, no estará dando un buen modelo de estudio bíblico.
Criticamos a las sectas por distorsionar las Escrituras, pero uno tam­
134 Cómo predicar expositivamente
bién puede distorsionar las Escrituras en el púlpito simplemente al
tratar de encajarla en el molde homilético de uno.
La exposición indirecta puede también permitir un tratamiento
más amplio de temas bíblicos significativos que lo que permite un
sermón estructuralmente expositivo. Supóngase, por ejemplo, que
quiero predicar acerca de las parábolas de Jesús sobre la oración que
se hallan en Lucas 11 y 18. Puedo ligarlas con otras Escrituras al
predicar sobre: “Por qué podemos tener la intrepidez de orar sin
cesar.” Puedo empezar con “1. Porque Dios lo ordena”, escogiendo
algunos pasajes tales como el de Pablo: “Orad sin cesar” (1 Tesa-
lonicenses 5:17, asegurándome de que entiendo su significado).
Luego puedo presentar: “2. Porque Jesús ilustró en dos parábolas la
oración paciente” (Lucas 11 y 18). Puedo concluir con “3. Porque
Dios nos ha dado algunas promesas directas para estimularnos”, y
proveer unas pocas de tales promesas con una breve explicación de
cada una. Tal sermón incluirá una exposición, en forma compacta,
de las dos parábolas. Admito que en este caso he escogido, para mi
ilustración, dos de las parábolas más difíciles de interpretar. Pero,
¿no es esa la clase de problema que a menudo encaramos en nuestra
preparación del sermón? En tal caso se nos desafía a hacer frente a
los problemas exegéticos y a arreglar el pasaje apropiadamente para
la predicación.
Si los pasajes son demasiado complejos como para ser tratados
brevemente dentro de los límites de tal sermón, yo consideraría am­
pliar el sermón y convertirlo en una serie, a la cual titularía: “Por
qué podemos tener la intrepidez de orar sin cesar.” Mis sermones
individuales podrían, entonces, variar en forma uno de otro. El pri­
mero, sobre los mandamientos, trataría éstos en forma individual. El
segundo, (o los dos siguientes), sobre las parábolas, serían exposi­
tivos estructuralmente. El sermón (o sermones) final podría tomar
una forma diferente. Esta manera de tratar el asunto tiene un bene­
ficio adicional: añadiría variedad a mi predicación, mientras que a
la vez todavía usa la exposición.
Si escojo predicar sobre 1 Tesalonicenses 5:17 para mi primer
mensaje, predicaría un sermón textual. No he anotado este como un
tipo separado, aun cuando es costumbre hacerlo así. Para el propósito
de este libro lo considero como una oportunidad para la exposición
indirecta. Esto es, el texto no debe ser predicado sin referencia alguna
a su lugar en su contexto. Bien sea por referencias ocasionales al
contexto, o por un tratamiento del mismo en algún lugar del sermón,
el predicador establecerá su significado dentro del hilo del pensa­
miento. El sermón textual puede ser en parte temático, en la medida
en que el predicador trata con un pensamiento (por ejemplo, “Por
La estructuración del sermón: La "Forma” 135
qué debemos orar sin cesar” o “Cómo podemos orar sin cesar").
Puede ser en parte expositivo, en tanto y en cuanto explico y aplico
las palabras y frases del texto.
Algunos de los más grandes sermones jamás predicados han sido
sermones textuales. La serie de múltiples volúmenes editada por
James Hasting en los primeros decenios de este siglo, Great Texts of
the Bible (Grandes textos de la Biblia), es un monumento a la pre­
dicación textual. Un sermón textual no es en sí mismo necesaria­
mente un sermón expositivo. No hay duda de que la mayoría no lo
son. Pero pueden ser usados de manera tal que un pasaje de la
Escritura es explicado y aplicado y el significado del texto enrique­
cido al hacerlo.
Exposición estructural y sus modificaciones
La exposición estructural debe siempre, a mi juicio, ser el primer
método a considerarse, incluso cuando pueda dar paso, rápidamente,
a la manera de exposición indirecta o temática. Al comenzar por la
manera estructural, me disciplino a mí mismo a analizar el pasaje o
los pasajes bajo consideración, e imprimo en mí mismo la dirección
de ellos, su principal enseñanza, su énfasis moral y su función en
determinada situación de la vida. Cuando estos asuntos quedan de­
terminados, puedo empezar la delicada tarea de reformular los pun­
tos principales del pasaje de una forma que tenga coherencia ho-
milética.
Es precisamente en este punto que sugiero que rompamos con el
concepto usual de la predicación expositiva. La exposición estruc­
tural no necesariamente significa exposición lineal. Un breve ejem­
plo de esto fue dado antes con referencia a un tema. Otro ejemplo
se ve en la distinción que hace Haddon Robinson entre un sermón
inductivo y un sermón deductivo. En éste, la idea básica aparece al
principio, y el sermón desarrolla tal idea. En aquel, en el sermón
inductivo, la congregación es conducida paso a paso a la idea. Estos
pasos “producen un sentido de descubrimiento, como si ellos [los
oyentes] hubieran arribado a la idea por sí mismos”.33
Todavía es posible más variedad, y en realidad una variedad in­
herente en el texto en sí mismo. Recordemos el capítulo 2 y la dis­
cusión sobre los “modelos”. Los autores bíblicos no escriben al azar
ni desperdician palabras. Si ellos han sido guiados por el Espíritu
de Dios al seguir un modelo estructural determinado, o a introducir
un modelo semántico distintivo, es para llamar la atención del lector,
a fin de presentar poderosamente el mensaje. Es verdad que la re­
tórica del primer siglo no es lo mismo que la retórica actual. Por lo
general no empleamos la estructura de repetición inversa, por ejem-
136 Cómo predicar expositivamente
pío. Pero puedo (1) observar la estructura retórica en mi estudio, y
emplear medios convencionales contemporáneos para trasmitir el
mensaje, o (2) dejar que la congregación vea la estructura original
(contribuyendo de esa manera a incrementar su conocimiento bí­
blico), y luego proceder a usarlo tal como aparece. He encontrado
que a las personas a menudo esto les fascina, y sienten que están
aprendiendo algo que la mayoría de la gente no ha encontrado en el
texto. Un buen ejemplo de esto es la estructura de presentación
inversa en Lucas 1:67-79, el canto de Zacarías cuando nació Juan el
Bautista. El orden de la estructura inversa es como sigue:
1 "nos ha visitado” (v. 68)
2 “su pueblo” (v. 68)
3 “Salvador” (v. 69)
4 “profetas” (v. 70)
5 “Salvación ... enemigos” (v. 71)
6 “padres” (v. 72)
7 “pacto” (v. 72)
7’ “juramento” (v. 73)
6’ “padre” (v. 73)
5’ "librados ... enemigos” (v. 74)
4’ “profeta” (v. 76)
3’ “salvación” (v. 77)
2’ "su pueblo” (v. 77)
1’ “nos visitó” (v. 78)
Esta estructura puede ciertamente ser señalada durante el curso
del sermón. En algunas situaciones informales hasta puede ser im­
presa y distribuida, o mostrada en un proyector de transparencias.
Puede explicársela en términos de las profecías del Antiguo Testa­
mento y de su cumplimiento en la llegada de Juan el Bautista, el
precursor del Mesías. Los elementos esenciales pueden ser estruc­
turados en un sermón de modificación. Por ejemplo, si este pasaje
fuera a ser predicado en la temporada de Navidad, la línea de intro­
ducción y bosquejo pudiera ser como sigue:
Podemos alabar a Dios hoy, como Zacarías lo hizo, porque:
1. Dios nos ha visitado (ha venido a nosotros).
(Referirse a la venida de Cristo.)
2. Dios salva a su pueblo.
(Explicar el evangelio y cómo podemos llegar a ser el nuevo
pueblo de Dios.)
3. Dios guardará su promesa.
(Recalcar que se puede venir a Dios con confianza.)
La estructuración del sermón: La "Forma" 137
Será necesario explicar en cada punto donde ocurren las palabras
clave en el pasaje, lo que significan en su contexto, lo que enseñan
los versículos que las contienen, y cómo todo esto puede ser aplicado
hoy día. No es un pasaje fácil, pero tal manera de tratarlo (1) da una
exposición del pasaje en la forma única en que Lucas lo escribió, (2)
le permite a uno predicar sobre un pasaje que muy pocas veces se
usa para un sermón desde el púlpito, y (3) reduce un pasaje pesado
a algunos puntos claros sin vaciarlo de su significado. Los temas
pueden ser explicados en su sentido del Antiguo Testamento, y luego
en su aplicación cristiana. Debido a que el pacto/juramento se halla
en el centro de la presentación inversa, esto naturalmente será el
punto culminante del sermón. ¡Dios guarda su promesa! Esto puede
conducir fácil y bíblicamente a una aplicación del evangelio. Deli­
beradamente he seleccionado lo que parece ser un recurso retórico
antiguo muy improbable, ¡para mostrar que incluso este puede ser
usado en su forma original!
El punto que estamos recalcando es obvio: cualquier modelo es­
tructural o semántico que observemos en un pasaje debe ser cuida­
dosamente examinado para ver si tiene potencial para un bosquejo
de un sermón. Pero no es suficiente simplemente reproducir tal mo­
delo. Debe estudiarse para ver qué es lo que consigue en su propio
contexto. ¿Cómo es que ese modelo mueve nuestro pensamiento? ¿A
dónde nos conduce? ¿Qué verdades enfatiza? ¿Por qué las enfatiza?
Los elementos del modelo ¿contestan las preguntas básicas de
“¿quién?” o “¿qué?” (el proceso de clarificación, según Perry), o
“¿por qué?”, “¿cuándo?” o “¿dónde?” (el proceso de modificación,
según Perry)? ¿Nos ayuda el modelo a ver más claramente algún
asunto o cuestión, alguna idea, alguna proposición o principio (para
tomar algunas de las categorías de Davis o de Robinson)? Si es así
pudiéramos de inmediato ver si estos elementos por sí mismos pre­
sentan el flujo y sustancia del pasaje. Si lo hacen, podemos usarlos
como nuestras divisiones principales en el desarrollo de nuestro
sermón. Si no lo hacen, deberemos determinar la mejor manera de
analizar el pasaje, de nuevo mirando el bosquejo del párrafo, y en­
tonces viendo si los elementos del modelo pueden ser incluidos
dentro de esa estructura general.
Procedimiento
La manera en que aplicamos todas las sugerencias anteriormente
anotadas es crucial. Nuestro análisis del pasaje puede ser exhaustivo
y exacto, pero si no es llevado hasta integrarlo en una estructura
homilética apropiada, será tan inútil como un automóvil que tiene
un motor que funciona perfectamente pero que tiene dañada la caja
138 Cómo predicar expositivamente
de velocidades. Recomiendo el siguiente procedimiento:
1. Realice el trabajo preparatorio indicado anteriormente: Examine
el contexto, note las características y temas dominantes, y haga la
exégesis práctica de los elementos significativos del pasaje.
2. Construya uno o más bosquejos tentativos para la médula ex-
posicional de su sermón, o para aquellas partes del mismo que serán
expositivas, si el sermón va a ser de exposición indirecta. Determine
si el pasaje completo se presta a ser el meollo de su sermón o si usted
deberá concentrarse en sólo una parte del mismo. Estructure el bos­
quejo o los bosquejos alrededor de lo que es más apropiado para: (1)
la forma literaria del pasaje; (2) los elementos significativos de com­
posición, modelos semánticos, y, sobre todo, la narración o flujo
lógico del pasaje; (3) la función del pasaje en su propio ambiente
vital, y la aplicación que usted cree que es apropiada para la vida
de su congregación; (4) su propio estilo de predicación. A medida
que avanza, tenga en mente las formas posibles para el sermón, listo
para considerar también algún nuevo tipo, si no son apropiados los
que por lo general acostumbra a usar. Su sermón puede ser estruc
turado a partir de:
a. Las cláusulas principales del pasaje, según será de­
terminado mediante el análisis del párrafo (cláusula) que
ya se ha descrito anteriormente, siempre y cuando las cláu­
sulas principales sean no sólo tales de acuerdo con la
sintaxis, sino también con las ideas principales en el hilo
del pensamiento del autor.
b. Una secuencia de cláusulas o frases subordinadas, si
éstas son (1) fundamentales, o proveen información de
respaldo para las cláusulas principales, de modo que exi­
gen mayor atención, o (2) contribuyen al propósito o re­
sultado de las cláusulas principales en forma tan signifi­
cativa al punto de que deben controlar la dirección del
sermón. Al hacer esto, tenga cuidado de no hacerlo sim­
plemente para recalcar ideas favoritas de su propia cose­
cha.
c. Una combinación de las cláusulas y frases principales
y subordinadas, si esta es la mejor manera de captar la
dirección del pensamiento del autor.
d. Una verdad dominante o un imperativo ético, si esto,
y no una secuencia lineal de ideas, es lo que caracteriza
al pasaje (ejemplo, 1 Corintios 13; Hebreos 11).
e. Un modelo estructural distinto de la secuencia normal
de la cláusula, o un modelo semántico (véase capítulo 2),
La estructuración del sermón: La "Forma” 139
si el tal conlleva un énfasis principal del autor y no es
meramente de estilo.
f. Una estructura narrativa, basada en la secuencia de
sucesos o en el desarrollo de la deiineación de un per­
sonaje.
3. Tenga en mente lo siguiente, a medida que usted estructura el
bosquejo principal y las subdivisiones:
a. El resumen en frases individuales que usted hizo del
pasaje.
b. Las ideas clave; obtenidas de las frases o palabras
clave, las cláusulas principales, vocablos en el mismo
campo semántico, elementos lógicos de composición, y
otros “modelos” y fenómenos lingüísticos.
c. Datos auxiliares. Información, casi siempre contenida
en construcciones subordinadas, que proveen el cimiento
doctrinal o cosas que se dan por sentado, motivos, metas,
objetivos, medios y modos.
d. “Color” emocional. Estados de ánimo (alegría, cólera,
confianza, jactancia, tristeza, temor), los cuales pueden
ser una parte esencial de la comunicación.
e. Trayectorias en el contexto y en el libro como un todo.
Temas, estados de ánimo, doctrinas e imperativos que se
mueven a través del pasaje, y que no pueden ser tratados
aisladamente de su contexto más amplio.
4. Pruebe su bosquejo para asegurarse de que es:
a. Fiel al texto, trasmitiendo las principales verdades o
imperativos con el mismo equilibrio que tienen en el texto.
Si usted ha hecho su resumen del pasaje en una sola frase,
como fue propuesto anteriormente, ¿está su bosquejo de
acuerdo con la esencia del mismo?
b. Claridad del texto, y, en particular, comprensible en
la traducción que tiene en sus manos la mayoría de la
congregación.
c. Relevante para los oyentes, y orientado hacia un pro­
pósito, conduciendo a la congregación a la conclusión y
aplicación que deben derivar del pasaje.
d. Ni árido ni estático, sino dinámico, estimulando el
interés y la respuesta. Debe moverse hacia un clímax

Ejemplos
Ahora estamos listos para trabajar en un bosquejo de un sermón,
140 Cómo predicar expositivamente
reuniendo todas las ideas y métodos de enfoque mencionados hasta
aquí. Me gustaría mostrar cómo un pasaje, Romanos 5:1-11, puede
ser estructurado en dos diferentes tipos de sermón, cada uno de los
cuales es fiel al texto, y sin embargo es aplicado en una manera
distintiva.
Sermón número uno
Ante todo podemos seguir un análisis básico del párrafo (cláusula)
para determinar las cláusulas principales. Un ejemplo ya fue dado
en el capítulo 3. Lo siguiente es una ligera modificación de ese
análisis, que reproducimos aquí para conveniencia del lector.
v. 1 Justificados, pues, por la fe,
tenemos paz para con Dios
por medio de nuestro Señor Jesucristo;
v. 2 por quien también tenemos entrada
por la fe
a esta gracia
en la cual estamos firmes,
y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
v. 3 Y no sólo esto,
sino que también nos gloriamos en las tribulaciones,
sabiendo que
la tribulación produce paciencia;
y la paciencia [produce] prueba;
y la prueba [produce] esperanza;
v 5 y la esperanza no avergüenza;
porque el amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones
por el Espíritu Santo
que nos fue dado.
v 6 .. cuando aún éramos débiles,
a su tiempo
Cristo murió por los impíos.
v 7 Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo;
pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.
v. 8 Mas Dios muestra su amor para nosotros,
en que siendo aún pecadores,
Cristo murió por nosotros.
v. 9 Pues mucho más,
estando ya justificados
en su sangre,
por él
seremos salvos de la ira.
La estructuración del sermón: La "Forma” 141
v. 10 Si siendo enemigos
fuimos reconciliados con Dios
por la muerte de su Hijo,
mucho más,
estando reconciliados,
seremos salvos
por su vida.
v. 11 Y no sólo esto,
sino que también nos gloriamos en Dios
por el Señor nuestro Jesucristo,
por quien hemos recibido ahora la
reconciliación.
Hay cuatro cláusulas principales en los versículos 1 al 5. Ellas
representan cuatro afirmaciones básicas de Pablo. Son tan claras
como expresión del hilo de pensamiento de Pablo que producirán
un excelente bosquejo.
Tenemos paz con Dios (v. 1).
Nos gozamos en la esperanza de la gloria de Dios (v. 2).
También nos gozamos en nuestros sufrimientos (v. 3).
La esperanza no nos desilusiona (v. 5).
Estas cláusulas principales no son suficientes como para damos
un bosquejo básico para un sermón, pero son suficientemente am­
plias como para permitimos incluir el resto del pasaje completo como
información auxiliar vital.
A partir de estas cláusulas podemos estructurar un bosquejo que
varía muy poco de la fraseología del pasaje en sí mismo. Si mi re­
sumen del pasaje en una sola frase sencilla dice: “La justificación
por medio de la fe en Cristo resulta en una vida de paz y confianza”,
y si sigo hasta cierto punto el proceso de modificación, según Perry,
o la “idea que debe ser explicada” de acuerdo con Robinson, tal vez
arribaría a algo así como lo siguiente:
El hecho de haber sido puesto en una relación correcta
con Dios por medio de Cristo resulta en una vida de paz
y confianza, tal como muchas personas suspiran por tener.
1. Tenemos paz con Dios.
2. Tenemos gozo porque nuestra esperanza está cen­
trada en la gloria de Dios.
3. Podemos inclusive tener gozo en los sufrimientos.
4. Nunca seremos decepcionados por una esperanza
perdida.
142 Cómo predicar expositivamente
Se verá que en lo que precede he comenzado a modificar ligera­
mente el lenguaje bíblico, para empezar una transición hacia el
idioma y las circunstancias contemporáneas. El bosquejo es fiel al
texto, claro y comprensible en cualquier traducción, compatible con
la función y meta del pasaje, y dinámico. Es decir, se mueve de una
declaración acerca de nuestra presente relación con Dios (paz) a una
promesa del futuro (esperanza), luego a una experiencia universal
(sufrimiento), y finalmente a la resolución de un temor común (es­
peranzas fallidas). Se mueve de la teología a la aplicación.
Ahora que ya tengo un bosquejo tentativo, procedo a estudiar más
del texto, buscando ideas clave que deben ser incluidas si quiero
dar una exposición fiel. Al anotar el pasaje de la forma en que lo
hicimos en el análisis anterior, fácilmente podemos identificar las
palabras que se repiten, ligadas por su ocurrencia en un modelo
sintáctico, o relacionadas semánticamente. Ante todo, noto que la
palabra “gloriarnos” ocurre en los versículos 2, 3 y 11. Este estado
de ánimo de regocijo debe estar presente en forma destacada en mi
presentación. Observo que hay varias frases iniciales preposicionales
significativas: "con Dios” (v. 1), “por nuestro Señor Jesucristo” (v.
1), y “por quien” (v. 2). Estas tienen un cercano equivalente en el
versículo 11; “en Dios”, "por el Señor nuestro Jesucristo” y “por
quien”. Tales frases me guían a observar que cualquier presentación
de este pasaje debe mostrar que las bendiciones de la justificación
se reciben sólo en asociación íntima con Dios. Otras frases del pasaje
también destacan esto, por ejemplo, en el versículo 5: “por el Espíritu
Santo”. Palabras que tienen que ver con la vida y la muerte (inclu­
yendo la palabra “sangre” del versículo 9) aparecen frecuentemente
en los versículos 6 al 10. Palabras que describen a la persona antes
de la experiencia cristiana también son poderosas: “débiles” (v. 6),
“impíos” (v. 6), “pecadores” (v. 8) y “enemigos" (v. 10). La doble
aparición de las palabras “tribulación”, “paciencia”, “prueba” y “es­
peranza” (w. 3-5) llama la atención a la secuencia del pensamiento
en este punto.
Toda esta información también me muestra lo que la información
auxiliar es con respecto a las afirmaciones principales de los ver­
sículos 1 al 5. El análisis de cláusula también nos ayuda a ver exac­
tamente cuáles verdades respaldan las afirmaciones principales. Por
ejemplo, el cuarto punto (“Nunca seremos decepcionados por una
esperanza perdida”) es respaldado por el hecho de que “el amor de
Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo”
(v. 5). Esto a su vez recibe apoyo por el hecho de que Cristo murió
por nosotros, no porque nosotros hayamos sido dignos de ser amados,
sino incluso cuando todavía éramos hostiles (w. 6-8). Esto da con­
La estructuración del sermón. La "Forma" 143
fianza a nuestra esperanza. Además, los versículos 9 y 10 propor­
cionan respaldo adicional al mostrar que lo que Dios ha hecho por
nosotros en el pasado es tan grande que podemos saber a ciencia
cierta, sin ninguna duda, lo que El hará en el futuro. Las afirmaciones
de los versículos 1 al 5 reciben de esta manera el respaldo del resto
del pasaje. El versículo 11 proporciona una declaración adicional y
una recapitulación en palabras similares a las del versículo 1.
Habiendo establecido una secuencia legítima de pensamiento, ba­
sada en la gramática del pasaje, y habiendo determinado cuáles otros
hechos y datos auxiliares deben ser incluidos, nuestro próximo paso
es considerar el "color” emocional de este texto. ¿Hay alguna emo­
ción dominante que se puede observar en el escritor, o que el escritor
desea producir obviamente en el lector? En este caso los sentimientos
del escritor pueden verse que afloran y casi dominan todo el pasaje.
El aire de seguridad o certidumbre que caracteriza estos versículos
no debe dejarse fuera del sermón. Pablo desea que sus lectores re­
conozcan los beneficios de la justificación, que sean fortalecidos en
la certidumbre mediante aquel reconocimiento, y que eleven su co­
razón hacia Dios en respuesta al mismo (nótese el versículo 11).
Mi siguiente paso es ver qué trayectorias son comprensibles en el
pasaje. Me refiero a los temas, estados de ánimo, doctrinas, impe­
rativos y cosas similares que no sólo están presentes en el pasaje en
sí mismo, sino que se mueven por todo el contexto más amplio que
precede y que viene a continuación del pasaje, y quizá a través de
todo el libro. Uno de ellos es la idea de la justificación por la fe.
Otro es el significado de la muerte de Cristo. Hay otros, incluso el
del sufrimiento y el de la esperanza, que pueden notarse otra vez en
el capítulo 8. Es de especial importancia observar tales trayectorias
si es que vamos a predicar a través de todo el libro. Si este es en
realidad parte de una serie de sermones expositivos, cada uno de
los temas principales debe ser explicado en algún punto de la serie.
Cuando tal es el caso, el tratamiento de ese téma puede exigir que
se tome una porción proporcionalmente más grande en el sermón
que el que exigiría por su ocurrencia en el pasaje que se tiene entre
manos. Tal desproporción temporal, sin embargo, será equilibrada
en el curso de la serie de sermones.
En el sermón que se ha bosquejado más arriba, cada uno de los
cuatro puntos requerirá que se aplique específicamente a la vida de
los oyentes individuales. Cada tema (“paz”, “esperanza” y los de­
más) necesitará ser explicado, ilustrado y ligado a la vida diaria. De
esta manera la función del pasaje en su ambiente original será su
función en la situación de la vida de la congregación.
144 Cómo predicar expositivamente
Sermón número dos
Lo anterior ilustra la manera más natural de predicar a partir de
Romanos 5:11. No obstante, todo el procedimiento puede en realidad
ser invertido. Supóngase que tomamos como punto de partida no las
cláusulas principales, sino la información auxiliar que se halla en
los versículos 6 al 10, elaborando en forma lógica de causa a efecto.
Yo escogería este bosquejo “inverso” si mi mensaje fuera a ser pre­
dicado a un auditorio que tal vez no tenga un trasfondo evangélico
o fuertemente doctrinal. Sería apropiado para un mensaje de evan-
gelización. En este caso, el contenido esencial e incluso el tipo del
proceso del sermón podría ser el mismo como en el ejemplo previo.
Mi bosquejo podría ser como sigue:
¿Cómo puedo tener una paz, un gozo y una esperanza
que trascienda el sufrimiento y la incertidumbre humana?
1. Reconocer el estado en que nos hallamos
cuando estamos separados de Cristo.
a. Débiles (imposibilitados) (v. 6)
b. Impíos (v. 6)
c. Pecadores (v. 8)
d. Enemigos (v. 10).
2. Reconocer lo que Dios ha hecho por nosotros.
a. Su Hijo murió por nosotros (v. 10)
b. Su Hijo vive por nosotros (v. 10)
3. Recibir el amor de Dios expresado
en la muerte de Cristo (v. 8)
y ofrecido por medio del Espíritu Santo (v. 5).
4. Creer en el Señor, y así ser “justificado” (v. 1)
y “reconciliado” (v. 11).
5. Reposar en la paz de Dios,
y disfrutar con El (w. 1-5,11)
No será necesario entrar en tanto detalle como lo hicimos en el
análisis del primer sermón. La propiedad de este bosquejo debe caer
por su propio peso. Ambos sermones de ejemplo sobre Romanos 5
serán expositivos. Ambos se basan en los elementos que se hallan
en el texto y en su relación lógica entre sí.
Ejemplos de Mateo 6
Los dos bosquejos precedentes se basaron en un análisis de las
cláusulas y frases, con un uso sólo secundario de los modelos ver­
bales. Los siguientes ejemplos se basan primordialmente en tales
modelos.
Mateo 6:1-18 va lo general a lo particular. Se indica una ge­
La estructuración del sermón: La "Forma" 145
neralización al inicio del pasaje: “Guardaos de hacer vuestra justicia
delante de los hombres, para ser vistos de ellos.” Los particulares
son presentados luego por la frase que se repite: “Cuando...” es
decir: “Cuando, pues, des limosna” (v. 2), “Cuando ores” (v. 5), y
“Cuando ayunéis” (v. 16).
No obstante, no sugeriría que se usen estos tres como los puntos
principales del sermón sin modificarlos en algo. La razón es doble.
Primero, los tres ejemplos que da Jesús no son típicos actualmente.
La gente de nuestra cultura no hace ostentación de dar ofrendas, ni
de orar, ni de ayunar como lo hacían en los tiempos de Jesucristo.
Segundo, en el pasaje mismo, la sección sobre la oración incluye la
oración modelo, que sobrepasa en mucho a los ejemplos y enseñanzas
de las otras secciones. Por consiguiente, sugeriría usar uno de los
siguientes: (1) Usar los tres ejemplos antiguos como una introducción
para un sermón que contenga ejemplos relevantes de la vida con­
temporánea. El tema del sermón podría ser: “La ostentación en la
religión; antiguamente y ahora.” Los tres ejemplos de Mateo 6 po­
drían constituir el primer punto del sermón; con ejemplos modernos
en los otros puntos. (2) Usar los tres ejemplos de Mateo como la
introducción para cada parte del sermón, pero usando subdivisiones
contemporáneas. Por ejemplo, el tema podría ser: “La religión no es
para ostentación.” Las principales subdivisiones podrían ser “osten­
tación de generosidad” (de “Cuando des limosna”), “ostentación de
piedad” (de “Cuando ores”), y “ostentación de autodisciplina” (de
“Cuando ayunéis”). (3) Usar los tres ejemplos de Mateo para esta­
blecer el ambiente bíblico para un sermón sobre la oración modelo.
La siguiente sección principal de Mateo 6 empieza con una pro­
hibición: “No os hagáis tesoros en la tierra” (v. 19). Esta es la primera
de tres prohibiciones. Las otras son: “No os afanéis” (v. 25) y “No
juzguéis” (7:1). A estas, a su vez, siguen tres mandamientos positivos,
el primero de los cuales es en sí mismo un mandamiento triple:
“Pedid, buscad, llamad” (v. 7), “Entrad” (v. 13), y “Guardaos” (v.
15). Este modelo es más obvio en el griego (debido a las formas
gramaticales similares) pero también puede ser fácilmente indicado
en la versión castellana de la Biblia. Tales modelos nos ayudan a
predicar sobre el sermón del monte, el cual es más bien difícil de
bosquejar para el público actual.
Otra manera de estructurar un sermón sobre el sermón del monte,
al observar los modelos, es notar las tres referencias a los gentiles
que contiene el discurso: “¿No hacen también así los gentiles?”
(5:47); “No uséis vanas repeticiones, como los gentiles” (6:7); y “Por­
que los gentiles buscan todas estas cosas” (6:32). La primera tiene
que ver con las relaciones con otras personas, la segunda con la
146 Cómo predicar expositivamente
relación con Dios (en oración) y la tercera con las relaciones en
cuanto a las posesiones materiales. Una buena parte del sermón del
monte puede enseñarse bajo estos tres temas, quizá bajo el titule
“Cómo vivir como un gentil.”
Capítulo nueve

La predicación a partir
de textos difíciles

Un simple vistazo a los temas cubiertos en esta sección mostrará


que los textos pueden ser "difíciles” por diferentes razones. Aun
cuando no los he puesto en categorías, pueden ser agrupados bajo
varias divisiones. Algunos son difíciles debido a su forma literaria.
Las parábolas y los proverbios, por ejemplo, son muy diferentes de
la narración directa o de las declaraciones expresadas en forma de
proposición. En el caso de las parábolas, necesitamos trabajar con
extremo cuidado, a fin de analizarlas apropiadamente sin permitir
que su mensaje vital expire en el proceso de desmembramiento. Otros
textos que son más directos también son difíciles de predicar debido
a que su interpretación es incierta.
Hay una dificultad totalmente diferente cuando el pasaje en sí
mismo es muy claro, pero toca temas delicados o controversiales.
Podemos decir que el problema aquí no está en el texto sino en la
manera en que la congregación pudiera reaccionar al mismo. Aquí
las cualidades de buen juicio del predicador, su corazón compren­
sivo y su amor cristiano son tan importantes como su talento exe-
gético.
Otra categoría más es la que incluye textos que pueden ser rela­
tivamente claros para el exégeta, y cuyo mensaje será rápidamente
aceptado por la congregación, pero que tiene complejidades inhe­
rentes que hacen difícil la explicación. Entre éstos incluiría los textos
que involucran cuestiones críticas. En tales casos el predicador tiene
que decidir cuánta información técnica debe incluirse en el sermón.
Cuanto mayor sea la capacidad y erudición del predicador tanto más
concienzudo probablemente será en su deseo de incluir información
relevante. Hay ocasiones, sin embargo, cuando la simplicidad es una
virtud mayor que la sobreabundancia de erudición Una vez fui a
148 Cómo predicar expositivamente
escuchar a un muy conocido conferenciante bíblico para ver cuánto
podía aprender acerca de su estilo de predicar. Para decirlo de otra
manera (y para ser dolorosamente franco), ¡quería ver por qué a él
lo invitaban a muchas más conferencias que a mí!
Me quedé pasmado al escucharle dar una interpretación de cierto
pasaje sin siquiera dar indicios de que hubiera otra interpretación
común (y quizá más válida) del pasaje. Lo que aprendí fue que la
gente que asiste a esas conferencias, y probablemente la mayoría de
las congregaciones, quieren oír una exposición clara, nada compli­
cada, que les deje con la certeza de que han entendido el pasaje y
su aplicación. El mismo sermón, predicado a un grupo de semina­
ristas o de estudiantes universitarios, hubiera sido un fracaso, y pro­
bablemente hubiera despertado sospechas en cuanto a la erudición
del predicador. Más adelante sugeriré una “mejor manera” de tratar
pasajes complejos o controversiales.
Es básico, no sólo para la consideración de pasajes “difíciles” sino
también para la hermenéutica y para la preparación de sermones en
general, que reconozcamos las diferencias de género literario en la
Biblia. La interpretación de un pasaje debe ser compatible con la
naturaleza de la literatura que se considera. La parábola, la literatura
apocalíptica y la poesía (para nombrar solo tres ejemplos obvios)
tienen ciertas características inherentes a su género. El estudio del
género literario cae fuera del alcance de este libro, pero es preliminar
en la homilética. Sugiero que lea The Genre of New Testament Li­
teratura and Biblical Hermeneutics (El género de la literatura del
Nuevo Testamento y la hermenéutica bíblica) por Gordon Fee, en el
libro Interpreting the Word of God (Interpretando la Palabra de Dios),
editado por S. J. Schultz y M. A. Inch.34
Parábolas
La fuerza misma de la parábola, su apelación a lo familiar, es un
problema cuando se transfiere la historia de una cultura a otra. El
predicador que conoce la cultura de la Palestina del primer siglo
estará en mejor posición para predicar sobre las parábolas. Sin em­
bargo, lo contrario puede ser cierto si se olvida que su congregación
no tiene la misma familiaridad que él tiene con el trasfondo. Si la
congregación permanece en la oscuridad en este respecto, lo que
prometía ser un viaje "de lo desconocido a lo conocido” se convertirá
en un andar tanteando a ciegas en la oscuridad. Además, la claridad
y el “punto clave” que los oyentes originales percibieron en la pa
rábola a menudo se pierde en nuestra lucha por determinar cuál es
su punto real
El predicador será disculpado si encuentra confusos los recientes
La predicación a partir de textos difíciles 149
estudios sobre las parábolas. Si ha leído algunas de las mejores obras
más conocidas sobre las parábolas, escritas en el siglo diecinueve o
basadas en la literatura del siglo diecinueve, estará familiarizado con
lo que se conoce como la “alegorización” de las parábolas. Pensará
que la manera espiritual de predicar a partir de una parábola es hallar
un significado espiritual para cada personaje, elemento o aconteci­
miento. Si el conocimiento que uno tiene de la interpretación de las
parábolas fue adquirido de los escritores que siguieron la reacción
de Jülicher contra la alegorización, procurará encontrar un solo punto
principal en cada parábola. Puede ser sorprendente notar que estu­
dios más recientes de las parábolas las ven como una forma de arte,
con muchos puntos de correspondencia a la vida. Esto no es lo mismo
que la alegorización, porque procura entender la historia en todo su
vivido color, y con todas las asociaciones mentales que el lector
original tenía en mente, sin tratar de extraer una lección espiritual
de cada detalle. Quienes han aprendido a interpretar las parábolas
en una forma existencia! procurarán alejarse del análisis crítico, y
tratarán de permitir que la parábola hable al oyente en términos de
sus propias circunstancias y entendimiento. Los predicadores que
han podido mantenerse al día con los más recientes métodos de
estudio de las parábolas probablemente estarán familiarizados con
el estructuralismo y su intención de interpretar las parábolas en
términos de actuantes, y en referencia a las ideas y valores pree­
minentes. Los que tienen conocimiento de los “dos horizontes” pro­
puestos por Gadamer y otros, se darán cuenta de la gran dificultad
que cualquiera — en una cultura tan distante de la del primer siglo
como lo es la nuestra — tiene para entender el mundo de las cos­
tumbres, forma de pensar y los valores de las personas que escu­
charon y entendieron las parábolas de Jesús.
Para ilustrar el problema que tenemos al acercarnos a la parábola
judía del primer siglo, podemos considerar la simple historia que
Jesús relató en cuanto al fariseo y al publicano. Se nos ha condicio­
nado a pensar en los fariseos como si hubieran sido hipócritas or­
gullosos. Similarmente hemos leído en los evangelios de la bondad
de nuestro Señor hacia los publicanos penitentes, y por lo tanto,
tenemos la tendencia de tener nosotros mismos cierta simpatía hacia
ellos. Incluso antes de leer las palabras de la oración del fariseo, ya
estamos condicionados a interpretarlas negativamente. Luego escu­
chamos con gesto de aprobación la oración penitencial del publicano.
Pero la gente del primer siglo que escuchaba directamente a Jesús
habría oído las dos oraciones en forma totalmente diferente. Para
ellos, en tanto que algunos fariseos eran en realidad conocidos por
su orgullo e hipocresía, la mayoría de ellos eran altamente respetados
150 Cómo predicar expositivamente
y vistos como personas que mantenían una alta norma de piedad y
fidelidad hacia la ley de Dios. Los publicanos, por otro lado, eran
menospreciados y vistos como codiciosos, avaros y vendidos a Roma.
El rechazo del primero y la aceptación del segundo les vendría como
sorpresa a los que oían originalmente la historia.
Es obvio que cuanto más conozcamos del trasfondo cultural de las
parábolas, tanto más capaces seremos de relacionarlas apropiada­
mente a la congregación moderna. Además, los principios básicos
de hermenéutica que hemos aprendido en el seminario deben apli­
carse cuidadosamente a la parábola. El contexto debe tomarse en
cuenta. ¿Qué circunstancias o diálogo preceden a la parábola? ¿Hay
algún tema o algún punto que Jesús procura recalcar, con el cual la
parábola debe estar conectada si va a ser entendida en el contexto
debido? ¿Cuáles comentarios vienen luego, sea de Jesús o del escritor
del evangelio? La aplicación con que concluye ¿aclara el significado
de la parábola? Dentro de la historia misma ¿hay algún clímax que
hace impacto? Es decir, ¿hay algo que es tan obvio que atraería na­
turalmente la atención del oyente original? Es naturaleza de la le­
vadura afectar la masa entera. Por consiguiente, en la parábola de la
levadura, no hay duda alguna en cuanto a cuál es la idea dominante.
El problema de interpretación tiene que ver con que si la levadura
que leuda toda la masa debe ser entendida como buena o mala en
su naturaleza. En contraste, hay ocasiones en que el oyente original
hubiera visto que su atención era atraída hacia algo que era total­
mente inesperado o estaba fuera de lugar. La reacción del hermano
mayor en la historia del hijo pródigo es un ejemplo de esto. Para
decirlo de otra manera, necesitamos encontrar dónde estaba el im­
pacto original de la parábola.
Cuando hayamos hecho todo esto, tenemos que recordar que la
fuerza de las parábolas de Jesús reside en atraer al oyente a la historia
en sí misma, hacerlo que tome una decisión moral o ética en cuanto
a las circunstancias, y luego conducirlo a aplicar esa decisión a sí
mismo. Así como David reaccionó en cólera justa en contra del hom­
bre que robó una ovejita del hombre pobre, sólo para escuchar que
el profeta Natán le decía: “¡Tú eres aquel hombre!”, nosotros somos
conducidos dentro de la historia y nos encontramos “atrapados”
nosotros mismos en ella. El desafío que enfrenta el predicador es
llevar a la congregación a involucrarse en la situación de la vida de
la parábola tan completamente hasta el punto de identificarse con
las cuestiones morales y éticas involucradas, tomar entonces una
decisión con respecto a ellas, y luego aplicar tal decisión apropia­
damente a su propia vida.”
La predicación a partir de textos difíciles 151
Otras figuras de dicción
Debido a que la mayoría de las figuras del lenguaje son breves, y
probablemente no constituyen un sermón expositivo, como lo sería
una parábola, no necesitamos entrar en mucho detalle. Para poder
interpretar tales figuras apropiadamente, es aconsejable consultar
algún libro de hermenéutica que hable en cuanto a ellas. Tal trata­
miento puede hallarse en Interpreting the Bible (Interpretando la
Biblia) de A. Berkeley Mickelsen.38Será bueno revisar tal sección en
forma ocasional, de modo de mantenernos alerta para reconocer las
figuras que aparecen inesperadamente en el texto que tenemos de­
lante. Además, al preparar un sermón, sería bueno consultar el Indice
de Escrituras al final del libro de Mickelsen, para aseguramos de que
hemos reconocido cualquier cuestión en cuanto a figuras de dicción
y otros asuntos relacionados. También debe consultarse los comen­
tarios exegéticos, como un auxiliar para reconocer e interpretar las
figuras de dicción. Los comentarios a veces usan el nombre técnico
de las figuras retóricas, sin dar ninguna explicación. Por consi­
guiente, es bueno tener a mano un libro como Handbook of Biblical
Criticism (Manual de crítica bíblica) de Richard Soulen, que provee
una explicación de estos y otros términos literarios.37
Narraciones
Pudiera parecer que las narraciones o relatos no son “difíciles” y
por lo tanto no deberían tener lugar en esta sección. Es verdad que,
en comparación con las parábolas, las narraciones son directas. Sin
embargo, hay ciertas dificultades que pueden incluso ser más serias
porque no son tan obvias. Considérese las siguientes posibilidades:
(1) la congregación tal vez no esté familiarizada con el contexto más
amplio, (2) la congregación tal vez no este familiarizada con el am­
biente (cultural, histórico o geográfico), (3) el relato puede ser difícil
de seguir, (4) la narración puede contener algún elemento milagroso,
(5) la narración puede parecer que no tiene una “moraleja” y que
sea difícil aplicarla en un sermón, (6) puede ser difícil saber lo que
es normativo y lo que no lo es, un problema especialmente presente
en el libro de Hechos, (7) en los evangelios puede haber algunos
problemas en cuanto lo que parece ser discrepancias entre los evan­
gelios sinópticos.
Mencionar tales dificultades es suficiente para estimulamos a dar­
les atención. Si, por ejemplo, tenemos en mente que la congregación
tal vez no está familiarizada con el contexto más amplio, tendremos
cuidado para determinar cuánto del contexto que precede a la na­
rración necesita ser explicado o, si nos hallamos en una serie, re­
petido. Con respecto al trasfondo de las narraciones, ya hemos tratado
152 Cómo predicar expositivamente
de la importancia de ayudar a la congregación a imaginarse a sí
misma involucrada en la situación de la vida de la historia. Una
cuidadosa atención a la estructura del discurso, como ya se ha in­
dicado, ayudará a la congregación a seguir el relato. Otras cuestiones
más específicas se tratan más adelante.38
Relatos de milagros
La dificultad con los relatos de los milagros reside en dos áreas:
la apologética y la aplicación. No está dentro del alcance de esta
obra discutir acerca del aspecto filosófico o científico de lo milagroso.
Lo que es importante es que tengamos la suficiente sabiduría como
para saber cuándo introducir tales cuestiones en un sermón. Alguna
defensa apologética de las narraciones de los milagros es útil para
cualquier congregación. Esto es verdad, por supuesto, especialmente
para jóvenes y estudiantes de universidad. Demasiado énfasis, sin
embargo, no sólo puede menoscabar el objetivo del sermón sino que
también puede hacer que la congregación se detenga demasiado en
los problemas. Esto puede despertar dudas que anteriormente no
molestaban al oyente.
El asunto de la aplicación debe ser una preocupación aun mayor
para el predicador. Veo aquí dos problemas relacionados entre sí.
Uno es que puede entender mal el propósito por el cual Jesús efectuó
los milagros, y por el cual continúan en el libro de Hechos. El segundo
problema es la significación espiritual que atribuimos a los milagros
actuales. Por largo tiempo se ha dado por sentado que los milagros
fueron por naturaleza básicamente evidencias. El hecho de que el
Evangelio según San Juan indique una serie de “señales” o milagros
que apuntan hacia la divinidad del Hijo Jesucristo tal vez ha guiado
a muchos a dar por sentado que los milagros que se registran en los
evangelios sinópticos siempre sirvieron al mismo propósito. Es ver­
dad que la identidad y la autoridad de Jesucristo fue afirmada por
sus milagros. Jesús dijo esto claramente en Marcos 2:10, 11: “Pues
para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra
para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate,
toma tu lecho, y vete a tu casa.”
Pero Jesús realizó milagros también por otras razones. Los evan­
gelios señalan claramente que los milagros de sanidad y de alimen­
tación que realizó Jesús (los relatos de la alimentación de los cinco
mil) fueron actos de compasión. Los milagros de Jesús fueron también
expresiones del poder del reino. A los fariseos dijo: “Ha llegado a
vosotros el reino de Dios” (Mateo 12:28). Esta clase de milagro era
parte de la guerra permanente de Jesús contra Satanás y sus huestes.
Cuando los setenta discípulos retornaron de su misión con el in-
La predicación a partir de textos difíciles 153
forme: “Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre”, Jesús
replicó: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo” (Lucas 10:17,
18). Presumiblemente los milagros realizados en el libro de Hechos
fueron realizados con los mismos propósitos que los que fueron
realizados por Jesús. Uno de los aspectos de estos es recalcado por
el escritor de Hebreos: “Testificando Dios juntamente con ellos, con
señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu
Santo según su voluntad” (Hebreos 2:4).
Por lo tanto, el expositor que predica sobre un relato de un milagro
debe asegurarse de que tanto él como su congregación entienden el
propósito para el cual fue realizado el milagro en particular que está
bajo consideración. Por supuesto, tal vez haya involucrado más de
un propósito, pero por lo general uno solo es predominante. La meta
del sermón debe estar relacionada a la función del milagro que se
relata en el pasaje en que se basa el sermón.
La segunda dificultad que presuponen las historias de los milagros
es la tendencia de muchos predicadores para “alegorizar” o “espi­
ritualizar" los milagros. En este caso, tanto como en el anterior,
debemos empezar con una referencia al Evangelio según Juan. En
este evangelio los milagros tienen la tendencia de tener un signifi­
cado simbólico. Esto es particularmente claro con respecto a la cu­
ración del ciego en Juan 9. En tal caso Juan registra un diálogo de
conclusión entre Jesús y los fariseos, acerca de la ceguera espiritual,
que hace inequívocamente claro lo que estamos diciendo. Sin em­
bargo, esto no da al predicador licencia para “espiritualizar” todos
los milagros de sanidad. Resulta extraño que un predicador que de­
fiende la historicidad de la Biblia y critica a quienes creen que pue­
den encontrar la verdad en las Escrituras incluso aun cuando con­
siderar erróneos y de menor importancia los aspectos históricos,
puede por sí mismo tratar de aplicar en un tenor espiritual una
historia de un milagro, al mismo tiempo que ignora por completo el
contexto histórico, la función y el propósito del texto. La misma
desafortunada paradoja se halla a menudo en quienes enfatizan la
tipología.
Obsérvese el contexto histórico; la secuencia del pensamiento, el
diálogo y la acción; y las frases que son dichas inmediatamente
después del milagro. Podemos ver un ejemplo en Marcos 4:35-41.
Este es el milagro del apaciguamiento de la tormenta. En tanto que
es verdad que Jesucristo puede también calmar todas las tormentas
de nuestra vida, tal aplicación tomada aisladamente reduce la fuerza
del hecho histórico de que Jesucristo en realidad calmó las feroces
fuerzas de la naturaleza. También puede ignorar el clímax de la
historia que se halla no en el milagro sino en la respuesta de los
154 Cómo predicar expositivamente
discípulos: ''Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno
al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?” El
punto de la historia es enfocar la atención sobre el poder sobrenatural
de Jesucristo, y finalmente sobre el asunto de su identidad. Es in­
teresante pensar que un predicador que defiende a capa y espada la
doctrina de la deidad de Cristo puede fallar al no dar precisamente
a esa misma doctrina su lugar apropiado en esta parábola. Concen­
trarse en la supuesta aplicación espiritual a las tormentas de nuestra
vida puede resultar en una reducción consecuente del poderoso men­
saje cristológico que contiene.
Pasajes oscuros
Si fuéramos a tratar en detalles los pasajes oscuros, este libro se
convertiría en un comentario. Limitaremos nuestra consideración a
algunos procedimientos para tratar tales textos. Es fundamental que
usemos buenos comentarios exegéticos recientes, y que sigamos só­
lidos principios de hermenéutica. El predicador que tiene a su al­
cance New Testament Abstracto (Resúmenes del Nuevo Testamento)
y algunas de las revistas a las cuales hace referencia podrá enterarse
de los más recientes estudios sobre esos textos. Los pasajes pueden
ser oscuros por muchas razones. Pueden tener palabras que aparecen
con muy poca frecuencia, o tal vez sólo una vez, en el Nuevo Tes­
tamento. Tal vez se encuentren igualmente sólo rara vez en otra
literatura. Puede haber dificultades gramaticales. Algunos versículos
parecen no seguir el flujo natural del contexto precedente. En tales
casos el predicador necesita "hacer su tarea” antes de aventurarse
al púlpito para ofrecer una interpretación que puede afectar la vida
de centenares de personas.
Cuando halla que incluso después de estudiar el significado to­
davía le resulta oscuro, o cuando halla que hay varias y diferentes
interpretaciones del texto, enfrenta aun otro problema. ¿Debería ex­
plicar su dilema a su congregación? Pienso que debería hacerlo, en
la mayoría de los casos, pero con mucho cuidado. Si la congregación
escucha con frecuencia que el significado de un texto no es muy
claro, puede ver vacilar su confianza en las Escrituras o, por lo menos,
puede despertar dudas en cuanto a su propia capacidad para enten­
der la Biblia. El predicador puede pensar que ha hecho un buen
trabajo de exégesis y exposición, y hasta incluso que ha logrado
agrandar su estatura como autoridad en asuntos bíblicos, pero habrá
arruinado su propósito de estimular a la congregación para que es­
tudie por sí misma la Palabra de Dios.
A mi juicio la mejor manera de tratar pasajes oscuros es, en primer
lugar, decidir si la dificultad del pasaje es evidente a ojos de la
La predicación a partir de textos difíciles 155
congregación, o suficientemente seria con respecto a la interpreta­
ción de todo un pasaje, como para que exija que se la reconozca
como tal en un sermón. En segundo lugar, si lo es, sugeriría que se
haga una breve explicación del por qué el texto es oscuro. Por ejem­
plo, el predicador puede simplemente decir que las diferencias de
cultura y lenguaje, o quizá la rareza de una palabra, hacen difícil
que nosotros, en nuestra cultura y en nuestro siglo, podamos enten­
derlo perfectamente. Debe hacer esto de tal manera que evite cual­
quier implicación de que la Biblia es difícil de entender y muestre
que, si tuviéramos toda la información que tuvieron los oyentes ori­
ginales, probablemente no tendríamos dificultad alguna. En tercer
lugar, el predicador debe seleccionar el significado más probable,
según lo entiende, y presentarlo afirmativamente, en lugar de ofrecer
dos o tres opiniones por igual. Debe ser honrado y reconocer otras
interpretaciones, pero probablemente ayudará a la congregación si
se decide por una de ellas, y le da coherencia a todo el pasaje. En
cuarto lugar, probablemente no deberá llevar a la congregación a
través del proceso de exégesis, a menos que éste fuera un muy claro
y útil modelo de estudio bíblico. En su totalidad, cuanto más simple
sea la presentación, tanto mejor.
Pasajes con dificultades textuales
Mis sugerencias en cuanto a pasajes oscuros se aplica casi al detalle
a pasajes que tienen dificultades de integridad textual. Sin embargo,
hay aquí un peligro aún más grande. Una persona que se entera de
que su Biblia tal vez no contenga exactamente lo que el escritor
original escribió puede tropezar seriamente en cuanto a su fe en las
Escrituras. Incluso aun cuando el predicador pueda haber explicado
alguna vez cómo fue que ciertos errores se introdujeron en el texto,
y cómo es que la integridad de los originales jamás ha sido afectada,
siempre hay la posibilidad de que algunos de quienes escuchan su
sermón no hayan escuchado la explicación previa.
A menos que la versión de la Biblia que usa la congregación sea
diferente de la del predicador, o que tenga alguna nota que indique
alguna variante textual, es mejor no mencionar la incertidumbre en
cuanto al texto. Si se considera necesario, yo animaría a que el pre­
dicador afirme, cada vez que esto ocurra, que eso no afecta la inte­
gridad del texto original, y que ninguna doctrina queda privada del
respaldo necesario si acaso cierta terminología favorita debe aban­
donarse por seguir una traducción más apropiada. Esto no significa,
como uno a veces escucha, que ninguna doctrina resulta afectada
por las variantes textuales. Decir tal cosa no sería verdad. Más bien,
cualquier afirmación doctrinal en las Escrituras que es afectada por
156 Cómo predicar expositivamente
las variantes textuales está respaldada adecuadamente por otros
pasajes.
Refranes y proverbios
Como toda figura del lenguaje, los refranes y proverbios deben
ser reconocidos antes de poder ser interpretados. Un conocimiento
de hermenéutica y el uso de un buen comentario exegético es muy
importante en esto. Además, debemos reconocer que un refrán
puede ser citado en las Escrituras a modo de ilustración, sin que
haya ninguna implicación de que deba ser tomado como una ver­
dad universal. Todos sabemos que hay refranes que pueden ser
usados para contradecir otros. “El amor se agranda con la distan­
cia” parece contradecir a “Ojos que no ven, corazón que no siente.”
Sin embargo, también sabemos que hay un elemento de verdad en
cada uno de ellos. Pero son para ser usados como ilustraciones,
no en forma absoluta. Cuando Jesús dice: “El que no es contra
nosotros, por nosotros es” (Marcos 9:40), no está declarando una
verdad universal. Está hablando acerca de algunos que lo seguían
y servían pero que en realidad no constaban en el grupo de dis­
cípulos. Vemos esto por el contexto de Marcos 9:38-41. Por lo
tanto, no hay contradicción entre este texto y el de Lucas 11:23:
“El que no es conmigo, contra mí es.” En ese contexto Jesús está
involucrado en la controversia en cuanto a Beelzebú. Los partidos
están definidos, y cada persona tiene que tomar una decisión a
favor o en contra de Cristo.
La inclusión de un refrán en un pasaje bíblico no debe tomarse
tanto como un problema, sino como una oportunidad de ayudar a
la congregación a ejercer sentido común en la interpretación bí­
blica. Tal vez los oyentes no tengan el auxilio de los recursos en
comentarios y otros textos de estudio que el predicador tiene a su
disposición, pero así y todo pueden aprender algo valioso por su
propio estudio de la Biblia.
Textos con contenido cultural
Por varias razones estos son los textos más difíciles de usar para
predicar. Hermenéuticamente debemos tener mucho cuidado para
no presentar como absolutos ciertos aspectos culturales que for­
man parte del ambiente del pasaje, pero que son irrelevantes para
la vida contemporánea, o, por otro lado, abandonar parte del men­
saje esencial al intentar hacer una transición cultural. Muchas
personas de nuestra congregación no son capaces de entender o
aceptar el hecho de que hav que hacer ciertos ajustes al aplicar la
Escritura en una cultura o en otra. Esto es particularmente difícil
cuanto una iglesia sigue, como parte de su herencia, ciertas prác-
La predicación a partir de textos difíciles 157
ticas o creencias que tienen lazos estrechos con la cultura del
mundo del Nuevo Testamento. Incluso la mención de tales asun­
tos, como por ejemplo, el lavamiento de pies o el papel de la mujer,
tiende a producir reacciones casi involuntarias de parte de aque­
llos para quienes estas cosas son de extrema importancia.
La relevancia cultural no es simplemente un problema, sino un
asunto significativo para el creyente cristiano. La cuestión es que
la doctrina cristiana nunca ha estado, ni estará, totalmente sepa­
rada de la vida humana. Si tenemos razón al afirmar que el cris­
tianismo afecta todos los aspectos de la vida, debemos esperar que
esto haya sido cierto incluso en las expresiones del primer siglo.
Surge la dificultad cuando, como en el caso de algunos hermanos
siameses, necesitamos decidir en qué punto se puede hacer una
separación legítima y segura. Además, aumenta la dificultad
cuando cierta práctica está conectada por el mismo escritor bíblico
con hechos culturales como teológicos.
Un pasaje típico de esta naturaleza es 1 Corintios 11:3-16. La
declaración del versículo 3 de que “Cristo es la cabeza de todo
varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de
Cristo” es claramente teológica; pero también exige un claro en­
tendimiento de lo que la palabra “cabeza” significaba para Pablo
y para los residentes de Corinto en el primer siglo. Mientras escribo
estas líneas, los eruditos en el texto del Nuevo Testamento se
hallan todavía examinando el uso en el idioma griego de tal pa­
labra, tratando de hallar una respuesta. Cuando Pablo habla de la
mujer con la cabeza “descubierta” (v. 5), y las formas en que ella
“afrenta su cabeza” como si se hubiera “rapado”, ¿a qué práctica
se refiere? ¿Está él hablando del cabello peinado como en un moño
(en contraste con dejarlo suelto, como una prostituta usualmente
lo llevaría), o se refiere a algún otro artículo para cubrirse, aparte
de su pelo? ¿Cómo se relaciona esto con la idea de “afrenta”?
Cuando está hablando de que la cabeza ha sido “rapada”, ¿se re­
fiere a un símbolo vergonzoso de adulterio? ¿Por qué Pablo se
concentra en el concepto de vergüenza? Luego avanza más para
hablar de que es “vergonzoso” en el versículo 6 y en el versículo
14. Es obvio que los conceptos sociales del papel y apariencia de
la mujer son parte inherente en este pasaje. Al mismo tiempo Pablo
procede a usar términos teológicos tales como “imagen y gloria de
Dios” (v. 7). El pasaje es complejo, y solamente una presentación
dogmática encubriría tal hecho a ojos de la congregación.
Las cuestiones pastorales también son difíciles, en proporción
similar a las de orden hermenéutico. Un problema viene con la
tendencia de parte de los cristianos de sentir que cuando decimos
158 Cómo predicar expositivamente
que la Biblia es culturalmente relevante, estamos implicando que
también es culturalmente relativa. O, que hablar de relatividad
cultural implica que la Biblia cambia con la cultura. Lo que ne­
cesitamos afirmar es que la Biblia permanece constante en su ver­
dad, pero que la cultura cambia. Hay una verdad teológica en 1
Corintios 11 que es constante, pero las actitudes hacia la mujer, y
el significado cultural del vestido y de la apariencia personal de
la mujer, cambian. El peinado de una mujer no tiene hoy día la
significación que tenía hace varias décadas, cuando se empezó a
usar el cabello corto, mucho menos la que tenía en el primer siglo
en Corinto. Las modas de los sombreros cambian, y no significan
hoy la sumisión de la mujer. Eso no quiere decir que el velo con
que la mujer se cubría no tuviera importancia alguna en 1 Corintios
11. Por el contrario, debemos procurar diligentemente entender
ese significado y hallar una expresión apropiada actual que ex­
plicará adecuadamente la verdad teológica de ese pasaje. Es ne­
cesario hacer esto con sensibilidad a la conciencia de la congre­
gación y en obediencia a la Palabra revelada de Dios.
Pasajes controversiales
Algunos de los pasajes que estamos considerando en este ca­
pítulo son controversiales. Este es el caso de algunos de los pasajes
oscuros, y de los que tienen connotaciones culturales especiales.
Pero un pasaje puede ser incierto en su significado sin necesaria­
mente ser controversia!. Por controversia! quiero decir que es sus­
ceptible a interpretaciones contrarias, cada una de las cuales es
defendida a capa y espada por un sector de la iglesia cristiana. Un
ejemplo obvio es Hebreos 6:1-8, junto con Hebreos 10:26-31. La
enseñanza allí puede ser entendida como que respalda la posición
arminiana, a cuyo entendimiento se oponen quienes favorecen la
doctrina calvinista de la perseverancia de los santos. A menos que
una congregación sea por entero de la tradición reformada, o wes-
leyana, es más que probable que algunos oyentes quedarán des­
contentos con la interpretación dada por el predicador. Entre otros
ejemplos de pasajes controversiales podemos citar algunos versí­
culos de Hechos 2 y de 1 Corintios 12 en cuanto a las lenguas,
Romanos 9:11 en cuanto a la soberanía de Dios, 1 Tesalonicenses
4:13-15 y 2 Tesalonicenses 2:1-4 acerca del rapto y la tribulación, y
Apocalipsis 20:1-10 en cuanto al milenio. No es oportuno que dé
una interpretación de tales pasajes (¡alejaría a la mitad de mis lec­
tores!), pero pueden ser beneficiosas algunas palabras en cuanto a
cómo manejar tales textos. Debemos procurar la “claridad con amor' ’
El pasaje puede ser explicado claramente y en forma coherente de
La predicación a partir de textos difíciles 159
acuerdo con el entendimiento del predicador y con la tradición de
la denominación. Interpretaciones alternas de algunas partes, o de
todo el pasaje, pueden ser presentadas, con el reconocimiento de
que muchos creyentes sostienen posiciones diferentes. El amor cris­
tiano con que el predicador trate la interpretación alterna puede tener
un efecto positivo para demostrar la unidad del cuerpo de Cristo. Al
hacer esto puede atraer más bien que alejar a incrédulos que tal vez
estén escuchándole. Todo el mundo sabe que la iglesia cristiana por
siglos ha sostenido diversos puntos de vista en asuntos tales como
el bautismo y la Cena del Señor. No hay razón para que la gente no
quede expuesta a los diferentes puntos de vista en cuanto a la es-
catología, la soteriología y los dones carismáticos.
Una situación que, para bien o para mal, aumenta cada día es que
hay estudiantes que se gradúan de seminarios evangélicos doctri­
nalmente pluralistas, y su mente está abierta a algunas de las cues­
tiones controversiales y a los textos relevantes. En tanto y en cuanto
esto represente un deseo de ser fiel al texto antes que a una tradición
denominacional, esto merece una felicitación. Sin embargo, si esto
surge de la indecisión, o de una exégesis floja o superficial, entonces
es peligroso. Hay un compromiso, sin embargo, que todos los pre­
dicadores, sean dogmáticos o indecisos, pueden hacer, y esto es
comprometerse a la función de los textos en cuestión. Hebreos 6
tiene algunas afirmaciones que pueden predicarse con fervor y que
pueden producir convicción en cuanto a la falsa profesión de fe, o
a vacilar bajo la prueba, sea que el predicador tenga su doctrina
definida o no. Primera a los Tesalonicenses 5 puede dar una adver­
tencia al incrédulo en cuanto a la ira venidera, cualquiera que sea
el punto de vista escatológico del predicador. Esto no quiere decir
que las diferencias pueden ser pasadas por alto, o que deberían serio.
Sin embargo, el predicador que considera el contexto completo y el
propósito del pasaje en el ambiente en que se desenvolvió, podrá
predicar el pasaje en el poder del Espíritu Santo a fin de lograr el
propósito para el que Dios lo llamó, incluso en medio de los que
pudieran diferir con ciertos aspectos de su interpretación del texto.
Tipología
Este es un problema más de la exposición del Antiguo Testamento
que de la del Nuevo. El que predica a partir del Antiguo Testamento
necesitará una comprensión fundamental de la hermenéutica, así
como de los diversos métodos de enfoque a la tipología. Necesitará
decidir si adherirse rigurosamente al principio de no interpretar ti­
pológicamente ningún pasaje que no es interpretado de tal manera
en el Nuevo Testamento, o si adoptar un método más flexible de
160 Cómo predicar expositivamente
enfoque. El expositor del Nuevo Testamento tiene un problema di­
ferente. Necesitará interpretar pasajes específicos que hacen referen­
cia al Antiguo Testamento. Por su misma constancia en el Nuevo
Testamento establecen cierta correspondencia con personas, sucesos
o cosas del Antiguo. Algunos pasajes que vienen en seguida a la
mente son: Mateo 12:39-41 en cuanto a Jonás, 1 Corintios 10:1-4
acerca de la pascua, y 1 Pedro 3:20, 21 acerca del bautismo y del
arca de Noé. Un problema especial existe en Mateo, en aquellos
lugares donde parece que usa citas del Antiguo Testamento en una
forma tal que les da un significado completamente diferente al que
tienen en el contexto original.
Un ejemplo es Mateo 2:15: “Para que se cumpliese lo dicho por
el Señor por medio del profeta cuando dijo: De Egipto llamé a mi
Hijo.” La interpretación de este texto, que aplica al Niño Jesús lo
que fue originalmente dicho en cuanto al pueblo de Israel, debe ser
compatible con la intención expresada tanto en el pasaje original y
en su contexto en Mateo. En este caso un estudio más profundo
mostrará que Mateo se refiere, no al acontecimiento histórico en sí
mismo, sino al comentario que fue dicho por el profeta Oseas. Israel
era el “hijo” de Dios, en un sentido corporativo, y Jesús era el Hijo
único y eterno de Dios. Este versículo es parte de un modelo más
amplio en Mateo, por el cual Mateo muestra cierto número de pa­
ralelos entre la experiencia de Israel y la experiencia de Jesucristo.
Sea que uno llame a esto tipología o no, el principio que debe go­
bernar al intérprete es el mismo: hay que mantener la integridad del
significado contextual en el Antiguo Testamento, tanto como el del
Nuevo. Las interpretaciones del Nuevo Testamento que separan los
pasajes del Antiguo de su contexto histórico, ignorando los procesos
de la verdad y de la obra de Dios en el contexto del Antiguo Tes­
tamento, están equivocadas, sin importar cuán “espirituales” puedan
parecer.
Niveles múltiples de significado
Esta categoría tiene que ver particularmente con el Evangelio según
San Juan, donde el autor mismo intenta presentar, algunas veces,
dos ideas en un solo vocablo. En realidad, dos de las características
de Juan se complementan la una a la otra. Una es el uso de sinónimos
sin diferencia en el significado. Este es probablemente el caso en el
famoso pasaje de Juan 21:15-17. Es bien conocido que el griego usa
dos palabras diferentes para “amor”. Muchos sermones han sido
estructurados dando por sentado de que hay una diferencia muy
significativa entre esas palabras, y que a Pedro le dolió cuando oyó
que Jesús le hacía la misma pregunta por tercera vez, pero usando
La predicación a partir de textos difíciles 161
una palabra menos intensa para “amor”. Sin embargo, dada la pre­
dilección de Juan por los sinónimos, es más probable que la razón
para sentirse dolido fue que Jesús repitió la misma pregunta por tres
veces, recordándole así a Pedro sus tres negaciones.
La otra característica, que es inversa a la primera, es el uso de una
misma palabra pero con dos o más significados. Vemos esto muy
claro en Juan 3:3-8, donde Jesús habla de “nacer de nuevo”. La
palabra griega anothen también significa “de arriba”. Este signifi­
cado, por supuesto, es muy diferente del diluido uso popular del
término “nacido de nuevo” en los Estados Unidos durante los úl­
timos años de la década de los setenta.
Otro ejemplo es el empleo de la palabra “ciego” en Juan 9:39-41,
donde Jesús habla con los fariseos acerca de su ceguera espiritual,
luego de haber curado al hombre ciego físicamente. Hay dos signi­
ficados en “levantar” o “resucitar” que se hallan en la historia de la
resurrección de Lázaro (Juan 11:17-26). De igual manera “levantar”
puede referirse por igual al método de la crucifixión de Jesús, tanto
como a su glorificación última (Juan 3:14; 8:28; 12:32, 34). En cada
contexto es claro que la referencia básica es a la crucifixión. Sin
embargo, es asombroso que la palabra que Juan usa (jupsóo) a me­
nudo significa “exaltar”. Esto se puede ver en Hechos 2:33 y en
Filipenses 2:9 (en la forma de Juperupsóo).
Un ejemplo de extrema importancia en cuanto a un doble nivel
de significado se halla en el uso que Juan hace de la palabra pisteúo,
“creer”. Captar la distinción que hace Juan no sólo nos ayudará a
entender ese evangelio, sino que también nos ayudará en nuestros
esfuerzos actuales de evangelización. Debido a la importancia de tal
palabra, a menudo se da por sentado que una persona que “cree”
debe ser un verdadero hijo de Dios. Sin embargo, en Juan 2:23-25
leemos que muchas personas vieron las señales milagrosas que Jesús
hizo en Jerusalén, y “creyeron en su nombre”. El texto prosigue, sin
embargo, e implica que esto no fue lo que se podría llamar una “fe
que salva”, porque dice que “Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque
conocía a todos”. Esto es reforzado por las palabras que siguen: “No
tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues
él sabía lo que había en el hombre.” La palabra “hombre” llega a ser
una palabra de transición al comienzo de lo que ahora se conoce
como el capítulo 3: “Había un hombre de los fariseos que se llamaba
Nicodemo..Al parecer Juan está mostrando al final del capítulo
2 que creer en Jesucristo puede tener lugar también únicamente en
un nivel superficial. Sólo Jesucristo sabe lo que hay en el corazón
del “hombre”. Nicodemo es el ejemplo primario de Juan de un “hom­
162 Cómo predicar expositivamente
bre” que respondió favorablemente a Jesucristo pero que todavía no
había ‘‘nacido de nuevo”.
Este uso de la palabra "creer” en dos niveles de significado ocurre
nuevamente en Juan 8:27-41. "Hablando él de estas cosas, mucho
creyeron en él” (“pusieron su fe en él”). La próxima frase es: “Dijo
entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros
permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;
y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” La conversación
que sigue revela que esta gente no “creyó” en Jesucristo en el nivel
profundo de la fe que salva. En realidad, el próximo párrafo, los
versículos 42-47, muestra claramente que ellos todavía pertenecían
a su “padre el diablo”. Hay una profunda necesidad hoy día de
reconocer que una persona puede “creer” la verdad del evangelio
de Cristo antes de que tenga lugar la verdadera regeneración por el
Espíritu Santo. Fracasar en reconocer esto puede resultar en gran
perjuicio, porque decimos que las personas ya se han convertido
incluso antes de que el “fruto” verdadero demuestre que efectiva­
mente han nacido de nuevo.
El expositor hallará que no es fácil explicar a la congregación los
niveles múltiples de significado. Debe hacer esto de tal manera que
no perturbe la idea que ellos tienen en cuanto a que las Escrituras
son claras y directas. Hay que mostrar que esto es un método literario
legítimo, y que tal uso es por lo general aclarado en el contexto.
Temas delicados
Tal vez esta categoría tiene menos justificación en un libro sobre
sermones expositivos que la que tendría en un libro regular sobre
homilética, porque atañe no tanto al texto cuanto a la situación pas­
toral. No obstante, es digna de ser mencionada. Cuando predicamos
a través de toda la Biblia, llegamos inevitablemente a ciertos pasajes
que tratan con asuntos que son difíciles de tratar en público. Hay
ciertas frases en el Antiguo Testamento que son notorias por su cruda
franqueza. Tal caso es raro en el Nuevo Testamento. Es aconsejable,
sin embargo, estar alerta a las palabras, expresiones o doctrinas que
pudieran caer de sorpresa o ser difíciles de aceptar. Un ejemplo de
esto es el uso que Pablo hace del término skúbala en Filipenses 3:8.
La palabra “basura” que emplea la versión Reina Valera es suficiente
para presentar la idea; sin embargo, hay algunos predicadores que
parecen deleitarse en aprovechar la oportunidad para usar lenguaje
vulgar en este punto.
Otro tipo de cuestión delicada es la enseñanza bíblica en cuanto
al infierno. Desafortunadamente muchos predicadores la evitan por
completo. No obstante, abogo por una sensibilidad al hecho de que
La predicación a partir de textos difíciles 163
las descripciones del infierno en términos de fuego continuo son tan
repulsivas para las personas que bien puede hacer que cierren por
completo al evangelio su mente y sus oídos. Lo que se necesita es
una explicación franca de lo que la Biblia realmente enseña. Se ha
dicho muy bien que no debemos predicar sobre el infierno a menos
que podamos hacerlo con lágrimas (por lo menos interiormente). Por
supuesto, siempre hay cierta "ofensa” en algunos aspectos del evan­
gelio. Pero semántica pobre y dramatismo flojo en el púlpito sólo
puede hacer más grande aquella ofensa, al dar una idea de una pa­
rodia del infierno, y no de la verdad que Dios quiere imprimir en el
corazón de la humanidad.
Hay también ciertas enseñanzas que son hiperbólicas por natu­
raleza, tales como el sacarse el ojo (Mateo 5:29), y que necesitan
tratarse con cuidado, no sea que alguien pueda llegar a pensar que
Jesús está literalmente aconsejando una automutilación, y eso haga
que cierre su corazón al evangelio. De la misma manera, la enseñanza
de Jesús en cuanto a hacerse uno mismo eunuco (Mateo 19:12), ne­
cesita ser tratada con delicadeza y con una explicación muy clara.
Conozco a una persona que, tristemente, tomó esto literalmente, y
lo hizo. Debemos ser sensibles a los pensamientos y sentimientos de
la congregación.
Aparentes discrepancias en los evangelios
Las dificultades de esta clase serán más agudas para quienes es­
tudian los evangelios en forma paralela que para quienes simple­
mente leen uno de ellos a la vez. También muchos, si acaso no la
mayoría, de los cursos de los seminarios sobre los evangelios sinóp­
ticos, requieren que se estudie una “Sinopsis de los evangelios” (la
cual compara los evangelios palabra por palabra), antes que una
“armonía” de los mismos (la cual hace la comparación en unidades
más grandes, por lo tanto haciendo que las diferencias verbales sean
menos sobresalientes).
El predicador que ha observado las diferencias reveladas por un
estudio sinóptico e incluso el que mediante el uso de una armonía
ha observado las diferencias en el orden, tanto como las diferencias
en los relatos, necesita recordar que el miembro promedio de la
congregación probablemente no tiene ni idea de tales diferencias. Al
mismo tiempo el predicador que ha luchado con las dificultades de
los sinópticos hasta encontrar solución satisfactoria y, en el otro
extremo, el predicador que nunca ha prestado atención a tales di­
ferencias necesitan darse cuenta de que tal vez haya en la congre­
gación algunos para quienes estas cosas sí constituyen un problema.
Todo esto es para decir que requiere sensibilidad pastoral aparte de
164 Cómo predicar expositivamente
inteligencia. Las directrices que sugeriría son las siguientes: Las di­
ferencias que son inconsecuentes con el propósito del sermón, y que
sea improbable que constituyan un problema ya existente en la mente
de la congregación, no deben entrometerse en el sermón. Las dife­
rencias que son obvias o significativas tal vez requieran algún co­
mentario. Por ejemplo, al predicar sobre el limpiamiento del templo,
en el Evangelio según San Juan, el predicador bien pudiera decir:
“Muchos de ustedes habrán leído en los otros evangelios el relato
de un incidente similar al que tenemos delante. No hay certidumbre
en cuanto a si fue un solo limpiamiento, o si hubo más de uno. En
cualquier caso, es adecuado que Juan presente este incidente hacia
el principio de su evangelio, porque... (refiérase a temas relevantes
de la teología joanina). Muchos eruditos bíblicos piensan que en
realidad fueron dos limpiamientos. Otros eruditos, sabiendo que los
escritores de los evangelios algunas veces fueron guiados por el Es­
píritu Santo a seguir un orden diferente al cronológico, a causa del
énfasis o agrupación de temas similares, creen que el Espíritu guió
a Juan a colocar el limpiamiento del templo prominentemente al
principio de su evangelio, y a los otros escritores a ponerlo hacia el
final de los suyos. Si alguno de ustedes tuviera interés en tratar más
profundamente este interesante aspecto del estudio de los evange­
lios, infórmemelo, y podemos ponemos de acuerdo para conversar
sobre el asunto.”
En algunas iglesias incluso esto puede causar problemas a algunos
miembros de la congregación. En tal caso quizá sea mejor dar una
exposición del limpiamiento del templo en su contexto, asegurán­
dose de que los temas de la teología joanina queden presentados
claramente. La razón para su inclusión en este punto de este evan­
gelio puede explicarse sin referencia a que el incidente se halla hacia
la conclusión de los evangelios sinópticos. Si uno de aquellos pasajes
es el tema de un sermón en alguna ocasión futura, debe ser expuesto
en forma similar con referencia a su propio contexto y significado.
Un problema diferente ocurre en el orden de los acontecimientos
que sucedieron después de la entrada triunfal en Jerusalén. La se­
cuencia dada por Mateo, en referencia al ministerio de Jesús en el
templo, y la maldición de la higuera estéril, es diferente del orden
dado por Marcos. De nada serviría hacer de esto un problema en el
púlpito. Sin embargo, se podría decir algo como esto: “Algunos de
ustedes habrán observado que Marcos parece seguir estrictamente
cierto orden cronológico al registrar los acontecimientos en tanto que
Mateo, de manera compatible con su enfoque temático, agrupa los
sucesos en torno a las enseñanzas de Jesús, en forma separada a los
que rodean la maldición de la higuera estéril. De esta manera el
La predicación a partir de textos difíciles 165
Espíritu Santo nos ha dado dos perspectivas del mismo grupo de
acontecimientos, una de carácter cronológico y la otra de carácter
temático.”
Un ejemplo adicional puede hallarse en la historia del siervo del
centurión, en Mateo 8: 5-13 y Lucas 7:1-10. Parece que en Mateo el
centurión fue personalmente a ver a Jesús, en tanto que en Lucas
envía a sus criados. La perspectiva de Mateo es compatible con la
costumbre de aquellos días, de recibir al emisario de un dignatario
como si fuera el dignatario mismo. Esto tiene implicaciones también
en cuanto al apostolado, y no sería extraño si Mateo estaba pensando
en este sentido también. En Lucas, por otro lado, hay un gran énfasis
en la conexión íntima entre el cristianismo y el judaismo. Lucas
muestra frecuentemente la unidad de espíritu entre los judíos pia­
dosos y los gentiles piadosos, los cuales tendían a estar abiertos al
mensaje de Jesucristo. Habría más que buenas razones para que Lucas
diera detalles adicionales que mostrarían la piedad del centurión y
el aprecio que demostraron hacia él los líderes judíos. El predicador
tal vez piense que tal explicación no es apropiada para la congre­
gación. En ciertas circunstancias, sin embargo, con ciertos grupos,
tales explicaciones serán de ayuda para que la gente entienda la
contribución de cada evangelio.
En resumen, por un lado el pastor no querrá introducir temas que
pueden ser problemáticos o que son demasiado complejos como para
resolverlos en el curso de un sermón. Incluso aun cuando no haya
un complejo problema en las relaciones entre los evangelios sinóp­
ticos, tal vez no pueda dedicar tiempo incluso para mencionar tal
cuestión, si lo que intenta es dar adecuado tratamiento a las ense­
ñanzas principales del pasaje, así como a su aplicación práctica.
Mi sugerencia es que se predique los evangelios, uno por uno, en
una serie de sermones expositivos. En la mayor parte esto no reque­
rirá ninguna referencia a los otros evangelios. Cuando tal referencia
sea útil como un medio de mostrar la contribución única del evan­
gelio que se estudia al cuadro global de Jesucristo y a la presentación
de sus enseñanzas, será apropiado hacerlo en forma sabia. Asuntos
que son cuestiones de composición literaria deben tratarse única­
mente en la situación apropiada, tal como una clase avanzada de
estudio bíblico, donde hay suficiente tiempo para un tratamiento
exhaustivo. Las diferencias entre los evangelios que son suficiente­
mente obvias como para constituir un problema para muchos en la
congregación, o un problema en potencia, deben ser tratadas en forma
concisa, sabia y a fin de fortalecer la confianza de la congregación
en las Escrituras.
Una sugerencia final en cuanto a los pasajes oscuros en general.
166 Cómo predicar expositivamente
Un buen modelo es a menudo mejor que una larga explicación. Si
la oscuridad es debida a la dificultad de la estructura, de la sintaxis
o de la gramática griega, tal vez sea conveniente conseguir una tra­
ducción clara al castellano, que se acople a su propio entendimiento
del texto (doy por sentado una suficiente comprensión del griego
como para poder determinar cuál es una traducción satisfactoria). El
peligro de esto es que ¡podemos sencillamente escoger una traduc­
ción que se adapte a nuestra idea preconcebida de lo que el pasaje
significa! En la mayoría de los casos, una comparación de varias
versiones puede dar una buena idea del verdadero significado del
pasaje. Ya mencioné el ejemplo de Hebreos 1:4. La mayoría de la
gente no quiere oír una explicación larga; simplemente quieren es­
cuchar un significado del cual puedan apropiarse. Al leer una versión
diferente a la que acostumbran a usar, es sabio no dar la impresión
de que la que han estado usando este errada en ese punto. Esto puede
despertar sospechas en cuanto al texto en español. Es mejor decir
algo como: “Pienso que la versión expresa mejor
en castellano el significado original del pasaje."
Capítulo 10

Práctica

Ahora que hemos recorrido juntos pacientemente todo este ma­


terial, ¿cómo lo ponemos en práctica al construir un sermón? Ya se
han sugerido algunos bosquejos sobre varios pasajes. Ahora esco­
geremos Romanos 6:1-14 como un ejemplo final, y daremos los pasos
sucesivos que se sugieren en este libro. La proporción del tiempo
que se dedique a cada paso variará de acuerdo con nuestras metas,
el tiempo de que se disponga y nuestro dominio del idioma griego.
El lector de habla castellana deberá ser capaz de realizar la mayoría
de lo que viene a continuación, pero quien sabe griego querrá usar
tal conocimiento donde sea apropiado.
Examine el contexto
Observe el trasfondo
El libro de Romanos es, por supuesto, tan bien conocido que no
necesitamos pasar tiempo aquí revisando el contexto del libro y del
argumento. En el púlpito sí lo haríamos. Incluso en un sermón ex­
positivo debemos dar por sentado que habrá algunos oyentes que
carecen de este conocimiento, y que apenas comienzan a escuchar
estas predicaciones.
Note el contexto inmediato
Explicaríamos la dirección del pensamiento y la conclusión al
capítulo 5, con su énfasis en la gracia. Esa conclusión llega a ser
también el “tejido conjuntivo’’ con 6:1, en particular la palabra “gra­
cia”. Explicaríamos por qué Pablo creyó necesario insistir en que la
gracia no es licencia para pecar.
Características y temas dominantes
Las palabras iniciales del capítulo plantean el problema del pe­
cado. Pero, junto con esta expresión verbal de un tema, hay una
característica estructural que debe observarse en el pasaje, para que
pueda exponerse apropiadamente. Es una serie de preguntas retó­
168 Cómo predicar expositivamente
ricas que se extiende más allá de los límites de nuestro pasajes, en
6:1; 6:15; 7:7 y 7:13. Se mencionan éstas en el capítulo acerca de los
modelos. Es esta serie de preguntas lo que da forma a la sección total
de Romanos 6 y 7.
Exégesis práctica
Hay varios asuntos en este pasaje que son suficientemente signi­
ficativos como para que yo les dedique especial atención durante mi
estudio preparatorio. No hay necesidad de hacer una lista de los tales
aquí, pero hay varios que exigen atención especial. Términos tales
como “pecado” y “gracia” probablemente ya habrán sido explicados
durante el curso de una predicación expositiva sobre Romanos. Tér­
minos nuevos, tales como “hemos muerto al pecado” y “bautizados
en Cristo Jesús” (y “bautizados en su muerte”) exigirán que se ex­
pliquen ahora. La frase “consideraos muertos la pecado” clama a
gritos por una interpretación; será difícil que la congregación la en­
tienda. Todos estos términos son importantes doctrinal y temática­
mente en Romanos; y, en mi pasaje, también son importantes éti­
camente.
Bosquejo exegético
El siguiente esquema pone el texto en forma de párrafo. Estoy
usando la versión de Reina Valera de 1960, pero también consultando
el griego para ver si quiero hacer alguna modificación.
v. 1 ¿Qué, pues, diremos?
¿Perseveraremos en el pecado
para que la gracia abunde?
v. 2 En ninguna manera.
Porque los que hemos muerto al pecado,
¿cómo viviremos aún en él?
v. 3 ¿Ó no sabéis
que todos
los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús,
hemos sido bautizados en su muerte?
v. 4 Porque somos sepultados juntamente con él
para muerte
por el bautismo,
a fin de que
como Cristo resucitó de los muertos
por la gloria del Padre,
así también nosotros andemos en vida nueva.
v. 5 Porque si fuimos plantados juntamente con él
en la semejanza de su muerte,
Práctica 169
así también lo seremos
en la de su resurrección.
v. 6 sabiendo esto,
que nuestro viejo hombre fue crucificado
juntamente con él
para que el cuerpo del pecado sea destruido,
a fin de que no sirvamos más al pecado.
v. 7 Porque el que ha muerto, ha sido
justificado del pecado.
v. 8 Y si morimos con Cristo
creemos
que también viviremos con él;
v. 9 sabiendo que
Cristo, habiendo resucitado de los muertos,
ya no muere;
la muerte no se enseñorea más de él.
v. 10 Porque en cuanto murió,
al pecado murió una vez por todas;
mas en cuanto vive,
para Dios vive.
v. 11 Así también vosotros, consideraos
muertos al pecado,
pero vivos para Dios en Cristo Jesús.
v. 12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal
de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias;
v. 13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado
como instrumentos de iniquidad,
sino presentaos vosotros mismos a Dios
como vivos de entre los muertos,
y vuestros miembros a Dios
como instrumentos de justicia.
v. 14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros;
pues no estáis bajo la ley,
sino bajo la gracia.

Modelos en el texto
Modelos narrativos
Ninguno.
Modelos de composición
Hay varios contrastes fuertes a medida que se desarrolla el pasaje,
entre la vida y la muerte, y luego entre presentarnos nosotros mismos
al pecado y presentarnos a Dios. Hay también una comparación,
170 Cómo predicar expositivamente
indicada por las palabras “juntamente con él” y “así también” en el
versículo 4. La repetición se ve primero que todo en el modelo global,
como ya se observó anteriormente en cuanto a los capítulos 5 y 6,
en la serie de cuatro preguntas: "¿Qué, pues, diremos? ¿Persevera­
remos en el pecado.. ?” (6:1); “¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque.. ?”
(6:15); “¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado?” (7:7); “¿Luego lo
que es bueno, vino a ser muerte para mí?” (7:13). Hay también una
repetición de términos e ideas clave, tales como la muerte y la vida;
"juntamente con él”, en el versículo 5; “en” tres veces en los ver­
sículos 3 y 4 (en el griego); “cuerpo” en los versículos 12 y 13, y así
sucesivamente. Hay un clímax en el versículo 14. Allí se presenta
el carácter crucial de la resurrección, que marca aquí el cambio del
pecado, muerte y esclavitud a obediencia, vida y libertad. El modelo
de causa y efecto se ve en el efecto de la muerte y la resurrección
de Cristo en nuestra vida. Hay un constante intercambio entre la
experiencia de Cristo y la experiencia de los creyentes. Un ejemplo
de verificación se halla en el versículo 9: “sabiendo esto...”, tanto
como en el clímax, versículo 14: “Porque el pecado no se enseñoreará
de vosotros...”
Modelos semánticos
Algunos de los modelos de composición mencionados se basan en
modelos semánticos, tales como el contraste entre “vida” y “muerte”.
Estos forman también campos semánticos, tales como el aspecto glo­
bal de vivir y morir, o de lo viejo y lo nuevo. Algunos de estos se
superponen en su significado. Por ejemplo, “resurrección” es parte
del campo semántico de vivir y morir, así como de “muerte”, “mu­
rió", “muertos”, “sepultados”, “resucitados” y “vida”. Pero el con­
cepto “resurrección” está también relacionado con la idea de algo
nuevo, en el versículo 4: “vida nueva”. Hay ideas contrarias también:
Cristo murió, Cristo vive; hemos sido unidos con El en su muerte;
hemos sido unidos con El en su resurrección; “tampoco presentéis
vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino
presentaros vosotros mismos a Dios... como instrumentos de jus­
ticia”. También hay una idea recíproca, tanto expresa como sobreen­
tendida, por ejemplo, “muertos al pecado, pero vivos para Dios” (v.
11). Algunos de estos ejemplos también son equivalentes: "junta­
mente con él en... muerte/resurrección”, “morimos con Cristo/vi-
viremos con él”, “en cuanto murió/en cuanto vive”, “instrumentos
de iniquidad/de justicia”. Hay también varios términos en el mismo
campo semántico que es más probable que se pasen por alto porque
están en diferentes partes del discurso, por ejemplo, términos que
indican propósito, lo cual incluye la partícula griega, jiña (“para
Práctica 171
que”), y el infinitivo de propósito con artículo, toú mekéti douleúein
(“a fin de que no sirvamos más al pecado”).
Toques finales
También tenemos que damos cuenta del “modelo de color” emo­
cional en este pasaje. Hay un fuerte sentido de sorpresa y preocu­
pación, indicado por la expresión: “En ninguna manera” (mé gé-
noito). Las preguntas retóricas que acabamos de observar también
dan un sentido de desafío y urgencia. Necesitamos buscar cualquier
estructura profunda significativa. Tal vez el ejemplo más obvio se
halla en el versículo 3. Las palabras “los que hemos sido bautizados
en Cristo Jesús” son, en lo que los gramáticos llaman la “estructura
superficial”, la forma relativa de “fuimos bautizados en Cristo Jesús”.
Pero tal declaración requiere explicación. Es necesario, en conse­
cuencia, asegurarnos de que la congregación sabe lo que significa
ser bautizados en Cristo Jesús antes que puedan entender la frase
que contiene esta cláusula relativa. Por último, necesitamos resumir
el pasaje en una sola frase: No debemos continuar viviendo una vida
de pecado, porque así como es absolutamente cierto que Jesucristo
concluyó su vida en la tierra por la muerte y resucitó a una nueva
vida, nosotros hemos muerto a nuestra vida vieja y debemos, como
quienes han resucitado con Cristo a una nueva vida, rendimos com­
plemente a Dios.
Función y aplicación
Ahora avanzamos a la función y aplicación del pasaje. En su con­
texto original, el pasaje estuvo destinado a prevenir un malentendido
sobre la doctrina de la gracia. Los lectores eran, en su mayor parte,
gente a quien Pablo no había conocido todavía. Pablo no tenía nin­
guna certeza de que ellos entenderían la necesidad de identificarse
con Cristo en su muerte y su resurrección, a menos que se les ex­
plicara esto. Los resultados que procuraba conseguir son fácilmente
comprensibles tanto por su argumento como por el empleo de im­
perativos en los versículos 11-13. La función pudiera describirse de
varias maneras: (1) motivación, debido al fuerte tono emocional que
usa Pablo, indicando un sentido de urgencia; (2) tratar con cuestiones
doctrinales, en tanto y en cuanto Pablo está vindicando la idea cris­
tiana de la gracia; (3) mostrar una relación de causa y efecto, en
cuanto al efecto que la muerte y resurrección de Cristo debería tener
en nuestra vida; (4) colocar la base para la acción, especialmente en
la declaración del versículo 14, pero también de una manera general;
(5) enseñar ética. No se describe ninguna situación específica, pero
sí se proporciona una base para una vida santa y piadosa.
Hay un librito sobre esta sección de Romanos, escrito hace muchos
172 Cómo predicar expositivamente
años por el doctor J. Oliver Buswell, cuyo título es medio raro, y sin
embargo muy apropiado: “Por qué un cristiano no debe vivir una
vida impía.” Si modificamos un poco esto, para adaptarlo a un pú­
blico contemporáneo, tal vez sustituyendo la palabra “impía” y po­
niendo en su lugar “pecaminosa”, podemos dar respuesta a la pre­
gunta que propone, bien sea moviéndonos en el pasaje punto por
punto, usando el bosquejo del párrafo como una guía, o tomando los
varios modelos que hemos descrito y dividiendo todo el pasaje bajo
varias subdivisiones, recalcando (1) la unión con Cristo en su muerte,
(2) la unión con Cristo en su resurrección, y (3) las decisiones que
se exigen tomar al final del párrafo. La última frase es, como hemos
observado, tanto fundamental como culminante, y puede constituir
la conclusión de nuestro sermón, bien sea como parte de la subdi­
visión final, o como una subdivisión separada por sí misma, o tal
vez en conjunción con una ilustración apropiada para concluir.
Con esta selección de funciones, se toma muy importante entender
la necesidad de la congregación. Con nuevos creyentes, tal vez será
mejor dedicar bastante tiempo a hacer hincapié en los aspectos doc­
trinales del pasaje, de modo que el nuevo creyente pueda entender
la naturaleza de la gracia y la base para la moralidad cristiana. Con
cristianos que no demuestran una preocupación suficientemente in­
tensa por una vida moral, el tono del sermón podría ser de moti­
vación. Si el pastor piensa que hay problemas éticos debido a la falta
de comprensión de la relación entre el evangelio y la vida cristiana,
bien pudiera enfatizar los aspectos fundamentales del pasaje.
¿Es este un texto difícil? Pienso que sí, debido al concepto de ser
bautizados en Cristo y en su muerte, que bien pudiera no ser bien
entendido por muchos en la congregación, debido a frases tales como
el “viejo hombre”, del versículo 6, y “el cuerpo de pecado” en ei
mismo versículo, y también debido a la frase aparentemente miste­
riosa “consideraos muertos al pecado”, en el versículo 11. Hay el
gran peligro de que debido a que algunas de las frases en este pasaje
son demasiado comunes en el vocabulario evangélico, el predicador
tal vez no caiga en cuenta de la cantidad de enseñanza que tiene que
dar para que la congregación pueda entender y aplicar el mensaje.
Forma homilética
¿Qué forma debe tomar mi sermón? Cuáles deben ser las princi­
pales características? ¿Qué impresiones deben quedar grabadas en
la congregación? ¿A tomar qué acción deben ser estimulados? ¿Cómo
puede esto encajar en una serie expositiva sobre Romanos?
Para tomar la última pregunta primero, yo partiría con mucho
cuidado de la doctrina de la justificación por gracia que se enseña
Práctica 173
en Romanos 1 — 4. (También debo estar alerta para cualquier tra­
yectoria de los términos a través de todo el libro de Romanos). Los
comentaristas difieren grandemente en cuanto a si el capítulo 5 per­
tenece a la sección precedente de Romanos, o si pertenece a la que
viene después. Veo a Romanos 5:1-11 como un resumen del estado
en que se encuentran las cosas como resultado de la justificación:
tenemos paz, gozo y esperanza (véase mis bosquejos anteriores sobre
este pasaje). Romanos 5:12-19 introduce un aspecto importante del
punto de vista de Pablo en cuanto a la vida y obra de Cristo: un
paralelo entre Adán y Cristo. Esto nos prepara para Romanos 6 de
dos maneras. (1) Estamos profundamente conscientes de dos mun­
dos: el mundo de Adán, una esfera de muerte; y el mundo de Cristo,
una esfera de vida. Por consiguiente, cuando Pablo habla en el ca­
pítulo 6 acerca de la muerte y la vida, estamos listos para ver la
implicación: la persona que está unida a Cristo comparte su vida
nueva, y ha dejado de estar sujeta al viejo síndrome de pecado y
muerte. Este tema continúa a través de todo Romanos 8. (2) La re­
ferencia a la gracia, en 5:20, 21, es un trampolín, como ya hemos
visto, para el asunto de las implicaciones de ello para nuestra vida
moral.
No hay duda de que usaría las cuatro preguntas de 6:1; 6:15; 7:7
y 7:13 como un recuadro para mi serie en esta sección de Romanos.
Involucraría a mi congregación en la búsqueda de las respuestas,
asegurándome de que aplico a la congregación contemporánea estas
preguntas, que fueron originalmente significativas para el judío cris­
tiano que estaba preocupado por la ley.
También emplearía los equivalentes, las palabras y frases repeti­
das, las comparaciones y los contrastes, bien sea estructurándolos
en las divisiones principales, en los subpuntos, o introduciéndolos
vez tras vez como refuerzo del sermón. Presentaría a la congregación
el reto a escoger, y la guiaría, paso a paso, en la exhortación de los
versículos 11-13.
La conclusión del versículo 14 debe ser presentada como clímax
y como una respuesta definitiva a la pregunta formulada en el ver­
sículo 1. En tanto que los versículos intermedios muestran cómo y
por qué el cristiano “no vive una vida impía” en términos de iden­
tificación con Cristo, el versículo de conclusión enfatiza el resultado
en términos de la transición de la ley a la gracia. (Nótese el fuerte
contraste entre jupó nómon, “bajo la ley”, y jupó kúrin, “bajo la
gracia”.) Bajo la ley uno estaba condenado y, puesto que la ley no
podía efectuar nuestra libertad del pecado (como Pablo lo muestra
en los capítulos 6 y 7), uno estaba sujeto al yugo de esclavitud del
pecado. Pero la gracia nos liberta de esa esclavitud y, debido al poder
174 Cómo predicar expositivamente
de la resurrección de Cristo, nos abre el camino hacia una nueva
vida de verdadera obediencia a Dios.
Debido a que el problema del pecado atormenta profundamente a
la mayoría de las personas religiosas, y debido al fuerte color emo­
cional del pasaje, la conclusión de mi sermón no debería ser un
resumen doctrinal seco, sino que debería contener casi una nota
apasionada de afirmación. Creo que un sermón sobre este pasaje
debería tener las mismas características del pasaje en sí mismo: una
combinación de claridad doctrinal e interés en la aplicación perso­
nal. El público contemporáneo, al igual que los lectores originales
de la carta a los Romanos, debe ser llevado al punto de rendición,
de entrega y de obediencia.
La estructura real puede tomar muchas formas. Si sigo el bosquejo
de párrafo, lo que haría es seleccionar de entre el gran número de
cláusulas principales y subordinadas, aquellas que representarían
fielmente la idea del pasaje. Hay un progreso fácilmente compren­
sible, indicado por las palabras que se refieren a nuestro entendi­
miento. Nótese el siguiente análisis:
• Algunas preguntas que hacer: “¿Qué, pues, diremos... perse­
veraremos en pecado... (si hemos muerto al pecado) ¿cómo vi­
viremos aún en él?” (w. 1,2).
• Algunos hechos que saber: “No sabéis” (v. 3); “Sabiendo esto”
(v. 6).
• Algunas cosas que creer: “Creemos” (v. 8).
• Algunas cosas que tener en cuenta: “Consideraos” (v. 11).
En lugar de seguir el párrafo en secuencia, tal vez escogería elaborar
el bosquejo en una manera circular; esto es, hacer centro en cada
una de las afirmaciones acerca de la muerte, de la vida y de las
decisiones que hay que tomar, retomando a éstas en cada punto en
que ocurren en el texto. En realidad, Pablo mismo elaboró esto en
forma circular. Aun cuando el texto procede lógicamente, los temas
en sí mismos se repiten en diferente forma vez tras vez. Tal vez me
concentraría primordialmente en la pregunta: “¿Qué significa estar
unido con Cristo?” puesto que esa es una idea clave. El término
“unido” ocurre en una estructura significativa de “equivalentes”,
que también contiene algo inverso: “juntos con Cristo en su
muerte... juntos con El en su resurrección”. Por consiguiente, puedo
decir que:
• Estar unido con Cristo significa estar muerto a la vida vieja.
• Estar unido con Cristo significa haber revivido a una vida nueva.
• Estar unido con Cristo significa haberse comprometido a una
nueva manera de vivir.
Un enfoque totalmente diferente podría comenzar con las pregun­
Práctica 175
tas de apertura, y construir un fuerte sentido de preocupación y
expectación, dando una clara exposición de los versículos 3-10, y
luego dedicando la parte última del sermón para la aplicación. En
este caso sugeriría dos bosquejos: un bosquejo del contenido lógico
para la exposición, y luego un bosquejo de los versículos 11-14 para
dar una exhortación apremiante. Este bosquejo “concluyente” pu­
diera ser estructurado alrededor de los imperativos de los versículos
11-14, como sigue:
• “Consideraos. ” (logízesde jeautoüs) v. 11
• “No reine, pues, el pecado...” (mé.. basileuéto) v. 12
• “Ni tampoco presentéis.. ” (medé paristánete) v. 13
• “Sino presentaos...” (alá parastésate) v. 13
Esta clase de “doble bosquejo” podría ser muy artificioso y confuso
para la congregación si no se maneja correctamente. Una ventaja del
mismo es que sigue el contenido y el modo del texto, apropiándose
en buena forma de las dos funciones de la doctrina y de la exhortación
ética. Probablemente yo trataría de integrar los dos bosquejos usando
la exposición indirecta. Esto quiere decir que desarrollaría un bos­
quejo principal que incluya las preguntas de apertura del capítulo,
y las exhortaciones que se hallan al final del mismo, haciendo de la
exposición de los versículos 3-13 el elemento central del sermón.
Un posible bosquejo que incluye las varias ideas presentadas ante­
riormente se vería así:
Tema: Como obtener el mayor provecho de la gracia de Dios.
Frase introductoria: Obtenemos el mayor provecho de la gracia de
Dios al:
1. Rechazar la tendencia a dar por sentado la gracia de Dios
(w. 1, 2).
2. Comprender nuestra nueva vida en Cristo (w. 3-10)
(exposición).
3. Rendirnos nosotros mismos a Dios (“consideraos”, etc.).
Esta variedad de posibilidades puede haber desilusionado a quie
nes tal vez esperaban un único bosquejo sencillo y claro de Romanos
6. Pero este libro ha procurado ser franco y vigoroso al tratar con las
complejidades reales de la preparación de un sermón. De seguro que
se podría haber escogido un ejemplo que presente un bosquejo sen­
cillo y simple. Algunos ya han sido presentados anteriormente. Pero
eso no es “vivir la vida dentro de la oficina”. Tampoco es “vivir la
vida dentro de la comunidad”. El significado del texto tiene una sola
dirección y sentido, pero su presentación y aplicación pueden ser
tan variadas como el estilo literario de los escritores bíblicos, el estilo
176 Cómo predicar expositivamente
de predicación del pastor, y las necesidades de la congregación con­
temporánea
El programa de predicación
Un factor en la estructuración de un sermón, que he reservado
para el final, es el ambiente más amplio del sermón: el programa de
predicación
¿Cuán larga debería ser una serie de un libro dado de la Biblia?
Algunos predicadores han predicado con éxito por más de un año
siguiendo un libro, pasaje por pasaje. Esto abunda en favor de la
riqueza de la Palabra de Dios. Sin embargo, hay ciertos riesgos. A
menos que uno amplíe los temas menores que se hallan embebidos
en el texto, la congregación no quedará expuesta a una variedad
saludable de doctrinas. Tal vez sea mejor recalcar las principales
enseñanzas del libro, terminar la serie y pasar a otros libros. En
realidad, es mejor enseñar una doctrina basándonos en un libro que
la presenta, así como hemos visto, en lugar de embutirla en un co­
mentario al paso en un texto que se refiere a otro tema.
Al planear una serie, seguramente consideraremos las necesidades
personales y espirituales de la congregación. La selección de libros
y temas debiera venir, así como el sermón individual, tanto de
“arriba” como de “abajo”, con la Escritura y la necesidad encon­
trándose en el púlpito.
El programa anual de predicación debe incluir (dando por sentado,
por el momento, que la mayoría de nuestros sermones serán expo
sitivos), un equilibrio entre los libros del Antiguo y del Nuevo Tes­
tamento, pero también de los diferentes tipos de literatura en la
Biblia, como por ejemplo, historia, proverbios, salmos, doctrina, y
así por el estilo. Las decisiones en cuanto al programa de predicación
como un todo no son menos exigentes que la decisión de sobre qué
predicar un domingo dado. Sin embargo, esta decisión se hace más
fácil cuando se planea con anticipación a fin de incluir una variedad
de mensajes sobre cierto número de necesidades y temas. Uno puede
escoger más sensata y objetivamente cuando no se está presionado
por la necesidad de encontrar antes del miércoles un tema para poner
en el boletín. (También disponemos de mucho más tiempo para
coleccionar materiales y recursos de respaldo cuando planeamos con
antelación.) Todo esto puede ser integrado dentro del programa anual
de la iglesia.
Al mismo tiempo, no es simple charla piadosa recordarnos a no­
sotros mismos cuán importante es depender en oración del Señor
para que nos guíe al seleccionar los temas y los pasajes, bien sea con
una semana o con seis meses de antelación. También debemos ser
Práctica 177
flexibles para cambiar cuando las circunstancias y el impulso del
Espíritu Santo así lo exijan. Nada hay de sagrado en cuanto a una
continuidad ininterrumpida. En realidad, una congregación sentirá
incluso más agudamente la urgencia del mensaje cuando el pastor
lo considera de suficiente importancia como para interrumpir su
serie.
Al planear para otras ocasiones, especialmente para conferencias
bíblicas, se requiere de otras consideraciones. Nos guste o no, de­
bemos darnos cuenta de que la gente que asiste a un campamento o
conferencia de verano han ido más que todo por el deseo de hallar
entretenimiento y diversión. No veo razón por la cual no podamos
combinar una rica enseñanza bíblica con un espíritu alegre y amis­
toso. Uno debe pintar con brocha gorda, porque los detalles pueden
perderse muy fácilmente debido a las distracciones, tales como pá­
jaros, niños o el clima. La serie debe ser inclusiva, y los asistentes
deben salir con algunos conceptos e imperativos muy claros en su
mente y en su corazón. Tal vez los relatos o narrativas, las parábolas
y los estudios de personajes son mejores alternativas en algunas
situaciones que los pasajes didácticos. En razón de que una sesión
se halla muy próxima de la que sigue, por lo general una vez al día,
puede haber una mejor sucesión de ideas e impresiones. Al mismo
tiempo, la congregación probablemente será más pequeña a la que
podría haber en el templo. Tal vez también haya quienes, en ausencia
de Biblias, escuchen sin seguir el texto impreso. Todo debe ser ex­
plicado e ilustrado claramente. La gente debe marcharse estimulada
y refrescada, feliz de haber escuchado la Palabra de Dios.
En realidad, esa es mi esperanza para todos los que escuchan
nuestras exposiciones de la Palabra de Dios. A excepción de algún
sermón severo ocasionalmente necesario, ojalá que nuestros men­
sajes llenen a la gente de gozo, paz y esperanza.
Aunque este ha sido un libro sobre metodología, recordemos que
es sólo por el Espíritu de Dios, actuando en soberana gracia y poder,
y obrando a través de nuestras oraciones, que nuestros sermones
tendrán algún efecto espiritual.
Notas

1. James W. Site, Scripture Twisting: Twenty Ways the Culis Mis-


read the Bible (Torcer las Escrituras: Veinte maneras en que las
sectas tuercen las Escrituras) (Downers Grove: InterVarsity,
1980).
2. Entre los mejores libros sobre hermenéutica están Milton S.
Terry, Bíblica! Hermeneutics (Hermenéutica bíblica) (1883;
reimpresión, Grand Rapids: Zondervan, 1969); Bemard Ramm,
Protestan! Biblical Interpretation (Interpretación bíblica protes­
tante) 3a. ed. (Grand Rapids: Baker, 1970); A. Berkeley Mickel-
sen, Interpreting the Bible (Interpretando la Biblia) (Grand Ra­
pids: Eerdmans, 1963). Dos obras que tratan con cuestiones
especiales y libros o pasajes particulares son: I. H. Marshall, ed.,
New Testament Interpretation (Interpretación del Nuevo Tes­
tamento) (Grand Rapids: Eerdmans, 1977) y Morris A. Inch y
Hassell Bullock, eds., The Literature and Meaning of Scripture
(La literatura y significado de la Escritura) (Grand Rapids: Baker,
1981). El mejor libro que un predicador puede encontrar como
una combinación de directrices hermenéuticas y exegéticas para
la estructuración de un sermón es Walter G. Kaiser, Jr., Toward
an Exegetical Theology: Biblical ExegesisforPreaching and Tea-
ching (Hacia una teología exegética: Exégesis bíblica para la pre­
dicación y la enseñanza) (Grand Rapids: Baker, 1981).
3. El mejor libro sobre el tema es Anthony C. Thiselton, The Two
Horizons: New Testament Hermeneutics and Philosophical Des-
cription (Dos horizontes: La hermenéutica y descripción filo­
sófica del Nuevo Testamento) (Grand Rapids: Eerdmans, 1980).
El estudio con el cual Thiselton interactúa, Hans-George Gada-
mer, Truth and Method (Verdad y método) (London: Sheed and
Ward, 1975), fue publicado originalmente como Warheit und
Methode, Grundzüge einer philosophischen Hermeneutik (Tü-
bingen: Mohr, 1965).
180 Cómo predicar expositivamente
4. El lector debe tener presente que hay mucho desacuerdo en
cuanto a la aplicación al Nuevo Testamento de la metodología
sociológica contemporánea. Algunos libros que parecen dar des­
cripciones objetivas del trasfondo del Nuevo Testamento, en
realidad lo que están presentando son enfoques particulares a
los enfoques sociológicos, para que sean considerados por otros
sociólogos. Tales “pruebas” incluyen las siguientes obras: Gerd
Thiessen, Sociology of Early Palestinian Christianity (Sociología
del cristianismo temprano en Palestina) (Philadelphia: Fortress,
1978); Howard Clark Kee, Christians Órigins in Sociológica!
Perspective (Los orígenes del cristianismo en la perspectiva so­
ciológica) (Philadelphia: Westminster, 1980); y Bruce J. Malina,
The New Testament World: Insightsfrom Cultural Anthropology
(El mundo del Nuevo Testamento: Perspectiva desde la antro­
pología cultural) (Atlanta: John Knox, 1981). Obras de erudición
acerca del trasfondo histórico incluye la obra de Martin Hengel,
Judaism and Helenism (Judaismo y helenismo) y la obra en dos
volúmenes (no evangélica) Introduction to the New Testament
(Introducción al Nuevo Testamento) de Helmut Koester, el
primer volumen de la cual, History, Culture and Religión of the
Helenistic Age (Historia, cultura y religión de la era helénica)
(Philadelphia: Fortress, 1982) es un estudio detallado de ese
período. Hengel tiene algunos estudios menos extensos muy úti­
les, incluyendo Property and Biches in the Early Church (Pro­
piedad y riquezas en la iglesia primitiva) (Philadelphia: Fortress,
1974) y Crucifixión (Crucifixión) (Philadelphia: Fortress, 1977).
Dos obras sobre Jerusalén, una por Joachim Jeremías, Jerusalem
in the Time of Jesús (Jerusalén en los tiempos de Jesús) (Phila­
delphia: Fortress, 1969) y John Wilkinson, Jerusalem as Jesús
Knew It (Jerusalén tal como la conoció Jesús) (London: Thames
and Hudson, 1978), tipifica la clase de información que hay
disponibles para el que estudia los evangelios. Varios aspectos
de la historia del Nuevo Testamento reciben iluminación en la
obra de A. N. Sherwim-White, Román Society and Román Law
in the New Testament (La sociedad romana y la ley romana en
el Nuevo Testamento), Conferencias Sarum 1960-1961 (Oxford:
Clarendon Press, 1963). Un libro muy informativo en cuanto a
la vida diaria en tiempos bíblicos, con muchas ilustraciones ricas
para sermones, va a ser reimpresa por Moody Press bajo la autoría
de Walter L. Liefeld y Grant Osborne, Manners and Customs of
Bible Lands (Costumbres y hábitos en las tierras bíblicas).
5. Disponemos ahora de gran abundancia de enciclopedias y dic­
cionarios bíblicos. La obra evangélica más amplia disponible al
Notas 181
momento de escribir este libro es The Zondervan Pictorial Ency-
clopedia of the Bible, (Enciclopedia pictórica Zondervan de la
Biblia) en cinco volúmenes, editada por Merrill C. Tenney
(1975). La revisión de la International Standard Bible Enciclo­
pedia (Enciclopedia bíblica internacional), editada por Geoffrey
Bromily, se halla al presente en proceso de publicación por Eerd-
mans. Una enciclopedia en tres volúmenes, el Illustrated Bible
Dictionary (Diccionario bíblico ilustrado), publicado en 1980 por
Tyndale, es una ampliación del New Testament Dictionary (Dic­
cionario del Nuevo Testamento), cuya edición revisada fue pu­
blicada por Tyndale en 1982. Los diagramas, mapas e ilus­
traciones de esta obra son los más útiles que he visto.
6. Charles Talbert, Literary Pattems, Theological Themes and the
Genre of Luke-Acts, (Modelos literarios, temas teológicos y el
género de Lucas y Hechos), Monografía de la Sociedad de Li­
teratura Bíblica, Serie 20 (Missoula: Scholars Press, 1974).
7. Cerhard Kittel y Gerhard Friedrich, eds-, Theological Dictionary
of the New Testament (Diccionario teológico del Nuevo Testa­
mento), Geoffrey Bromily, trad., 10 vols. (Grand Rapids: Eerd-
mans, 1964-1976).
8. Colin Brown, ed., The New International Dictionary of New Tes­
tament Theology (Nuevo diccionario internacional de la teología
del Nuevo Testamento), 3. vols. (Grand Rapids: Zondervan,
1975-1978).
9. F, Blass y A. Debrunner, A Greek Grammar of the New Testament
(Gramática griega del Nuevo Testamento), Robert W. Funk, trad.
y ed. (Chicago: University of Chicago Press, 1961).
10. James Hope Moulton, A Grammar ofNew Testament Greek (Gra­
mática del griego del Nuevo Testamento), vol. 3 (Edinburgh: T.
& T. Clark, 1963).
11. A. T. Robertson, Grammar of the Greek New Testament in the
Light of Histórica! Research (Gramática del Nuevo Testamento
griego a la luz de la investigación histórica), (Nashville: Broad-
mann, 1923).
12. Bruce M. Metzger, A Textual Commentary of the Greek New
Testament (Comentario textual del Nuevo Testamento griego),
(Londres y Nueva York: Sociedades Bíblicas Unidas, 1971).
13. Merrill C. Tenney, Galatians: The Charter of Christian Liberty
(Gálatas: La carta de la libertad cristiana), (Grand Rapids: Eerd-
mans, 1950).
14. Irving L. Jensen, Independent Bible Study (Estudio bíblico in­
dependiente), (Chicago: Moody, 1963).
15. Johannes P. Louw, “Discourse Analysis and the Greek New Tes-
182 Cómo predicar expositivamente
tament” (“Análisis del discursos y el Nuevo Testamento griego”)
Bible Translator (El traductor bíblico) 24 (1973): 101-18.
16. Ejemplos del enfoque a la literatura bíblica se encuentran fre­
cuentemente en la revista Seimeia. Los vol. 1 y 2 (ambos de
1974) y 9 (1977) proveen de ejemplos en cuanto al estudio de
las parábolas. La evaluación de este enfoque es muy variada, y
los estructuralistas han ido modificando su propia metodología.
Esta no se encuentra todavía en el punto en el cual el ocupado
pastor promedio puede fácilmente seleccionar lo bueno y de­
sechar lo que es marginal o inútil.
17. Robert A. Traína, Methodical Bible Study (Estudio bíblico me­
tódico), (New York: Gains y Harris, 1952).
18. Jensen, Independen! Bible Study (Estudio bíblico indepen­
diente), (nota 14).
19. Richard Chenevix Trench, Synonyms ofthe New Testament (Si­
nónimos del Nuevo Testamento), 9a. ed. (1880; reimpresión
Grand Rapids: Eerdmans, 1966).
20. C. E. B. Cranfield, A Critica! and Exegetical Commeniaiy on the
Epistle to the Romans (Comentario exegético y crítico sobre la
Epístola a los Romanos), International Critical Commentary (Co­
mentario Crítico Internacional), 2a. serie (Edinburgh: T. & T.
Clark, 1975), pp. 264 ss.
21. John C. Hawkins, Horae Synopticae (Grand Rapids: Baker, 1968).
22. Robert Morgenthaler, Statistik des Neutestamentlichen Worts-
chatzes (Estadística del vocabulario del Nuevo Testamento), (Zü-
rich: Gotthelf, 1973).
23. Lloyd Gastón, Horae Synopticae Electronicae: Word Statistics
of the Synoptic Gospels (Horae Synopticae Electronicae: Esta­
dísticas de los evangelios sinópticos), (Missounla: Scholars
Press, Sociedad de Literatura Bíblica, 1973).
24. Lloyd M. Perry, Bíblica! Preaching for Today,s World (Predi­
cación bíblica para el mundo actual), (Chicago: Moody, 1973),
pp. 70, 147. Publicado en español por Editorial VIDA, 2* ed.
1989.
25. La preocupación para cerrar la brecha entre el mundo de la Biblia
y el contemporáneo halla expresión elocuente en una obra que
ha aparecido después que escribí este capítulo, Between Two
Worlds (Entre dos mundos), de John R. W. Stott (Grand Rapids:
Eerdmans, 1982). Es una poderosa presentación de la necesidad
y manera de predicar la verdad bíblica a un público del siglo
veinte. Indudablemente ocupará su lugar como uno de los libros
más significativos acerca de la predicación. Véase especialmente
el capítulo cuarto, "Preaching as Bridge Building” (“La predi-
Notas 183
catión como construcción de puentes”)» PP-135-79.
26. Lloyd M. Perry, Biblical Preaching for Today’s World (Predi­
cación bíblica para el mundo actual), capítulo 5, ‘‘Predicación
bíblica y predicación a la situación de la vida”, especialmente
las pp. 116 ss., 119-21.
27. Sidney Greidanus, Sola Scríptura. Problems and Principies in
Preaching Historícal Texts (Sola Escritura. Problemas y princi­
pios al predicar sobre textos históricos), (Toronto: Wedge, 1970).
28. Henry Grady Davis, Design for Preaching (Diseño para la pre­
dicación), (Pbiladelphia: Fortress, 1958), pp. 139-62).
29. Haddon W. Robinson, Biblical Preaching: The Development and
Delivery of Expository Messages (Predicación bíblica: El desa­
rrollo y predicación de mensajes expositivos), (Grand Rapids:
Baker, 1980).
30. Lloyd M. Perry, Biblical Sermón Guide (Guía para sermones
bíblicos), (Grand Rapids: Baker, 1970).
31. Perry, Sermón Guide, p. 63.
32. Perry, Sermón Guide, p. 27-60.
33. Robinson, Biblical Preaching, p. 125.
34. S. J. Schultz y M. A. Inch, Interpreting the Word of God (La
interpretación de la Palabra de Dios), (Chicago: Moody, 1976),
pp. 10527.
35. Hay muchos libros sobre las parábolas que son muy útiles para
la predicación. Una obra reciente que resume lo mejor de una
gran cantidad de estudios previos es Robert Stein, An Introduc-
tion to the Parables of Jesús (Introducción a las parábolas de
Jesús), (Pbiladelphia: Westminster, 1981). Dos libros de Kenneth
E. Bailey proveen información cultural especialmente intere­
sante: Poet and Peasant (Poeta y aldeano), (1976) y Through
Peasant Eyes (Con ojos de aldeano). Ambos publicados por Eerd­
mans.
36. Mickelsen, Interpreting the Bible, 179-235. Esta obra y otras so­
bre hermenéutica son mencionadas en la nota 2.
37. Richard Soulen, Handbook of Biblical Criticism (Manual de crí­
tica bíblica), 2a. ed. (Atlanta: John Knox, 1980).
38. Véase también la cuestión del subjetivismo y objetivismo que se
discute en Greidanus, Solo Scriptura.
NOTAS NOTAS
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