COMPRENSIÓN
LECTORA
Lectur
  a
  1
                                El alud de tierra
Lectur
  a
  3
      Había una vez ocho                                  Estuvieron intentando averiguar la causa
      topos que vivían en un                              de su ma- lestar, pero no tuvieron éxito.
      prado entre montañas.                               De cualquier forma, estando todos juntos
      Habían horadado todo el                             se sentían mejor.
      prado con sus túneles y                             Al llegar el mediodía, se oyeron durante
      cada par de metros se                               unos segun- dos unas inquietantes y
      ele- vaba una topera.                               sordas vibraciones. Luego, todo volvió a
      Revolver y cavar la tierra                          quedar en silencio.
      por      todas   par-     tes
      significaba todo para ellos.                        –¿Habéis oído eso? –exclamó Jeppe.
      ¡Y      eran    verdaderos
      maestros       en     hacer
      cuevas!
      Cada topo poseía una parte determinada del
      prado y había construido una artística y
      confortable cueva- vivienda. Todos llevaban
      una vida placentera y her- mosa, hasta aquel
      día de primavera en que la gran desgracia
      cayó sobre ellos.
      Era la época del deshielo. El cálido sol había
      derreti- do ya la nieve del valle y convertía
      en agua la nieve de las montañas. El agua se
      filtraba en la tierra y de- jaba el suelo mullido
      y lodoso. Los ocho topos se ha- bían
      recogido en sus cuevas más profundas,
      donde la tierra aún estaba seca.
      Cuando el topo Benni despertó, sintió una
      extraña inquietud que no podía explicarse.
      «Ay», pensó Benni. «Seguro que hoy es uno
      de esos días en los que todo sale mal y es
      mejor quedarse en la cama.»
      Benni salió malhumorado de su dormitorio y
      se des- lizó hasta donde vivía su vecino
      Jeppe.
      –¡Un saludo, Jeppe! –dijo Benni–. Esta
      mañana no me encuentro nada bien. Creo
      que tengo dolor de cabeza o un resfriado o
      algo parecido.
      –Qué extraño –repuso Jeppe–. A mí me
      ocurre exac- tamente lo mismo. Me siento
      muy intranquilo, como si algo malo fuera a
      ocurrir.
      A continuación llegaron los demás topos.
      –¡Hola! –dijeron–. ¿Os sentís tan mal como
      nosotros?
                    Los    topos    se    habían
                    quedado         paralizados,
                    mirando con los ojos muy
                    abiertos hacia el te- cho de
                    la cueva. De repente, Olaf
                    pegó un salto.
                    –¡Salgamos de aquí! –exclamó–.
                    ¡Ya sé lo que pasa!
                    ¡Tenemos         que     salir
                    inmediatamente        a    la
                    superficie! ¡Apresuraos antes
                    de que sea demasiado
                    tarde!
Dicho esto, se deslizó por la galería que
conducía hacia la superficie y los demás topos
le siguieron rá- pidamente. Cuando salieron al
exterior, quedaron durante un momento
cegados por el claro sol.
–¡Vamos, seguidme! –exclamó Olaf–. ¡No os
quedéis parados! ¡Corred todo lo que podáis!
Los topos corrieron por el prado. Olaf los
condujo a una roca cubierta de musgo que
había detrás, a ori- llas del arroyo. Apenas
llegaron allí, la tierra empezó a temblar otra vez.
Un tronar terriblemente fuerte llenó el aire, y
cuando los topos se volvieron para mirar, casi
se les paró el corazón. ¡Un potente alud de tierra
y lodo se desplo- mó montaña abajo! Arrastró tras
sí piedras, trozos de roca y árboles; las masas
de tierra se precipitaron tronando, retumbando
y haciéndose pedazos sobre su querido prado.
Y no quedó piedra sobre piedra. Era terrible ver
aquello. El alud de lodo avanzó a una velocidad
cada vez menor, pero no se detuvo hasta
llegar muy abajo, donde empezaba el bosque
de co- níferas. Después, todo quedó en calma.
Tillo se echó a llorar. También los otros topos
sen- tían deseos de hacerlo. Todavía seguían
sin poder entender lo que había ocurrido allí en
los últimos mi- nutos. Del prado no se veía ya
nada. En su lugar ha- bía un fangoso y desierto
campo de ruinas. Olaf fue el primero que
recuperó el habla.
–Esto era lo que todos presentíamos esta
mañana
–dijo–. Pero aún seguimos con vida y eso es lo
más importante. Está claro que aquí ya no
podemos con- tinuar. Buscaremos otro prado,
el más hermoso de todos. Tan cierto como
que me llamo Olaf.
                                                                                                     3
                               COMPRENDO LO QUE LEO
1. Completa con el nombre del personaje correspondiente.
         •                           salió malhumorado de su dormitorio.
         •                           era el vecino de Benni.
         •                           ordenó a los topos salir de las madrigueras.
         •                           se echó a llorar después del alud.
2. Inventa una cronología en la que se enumeren los hechos que precedieron al alud.
        Puedes empezar así
                                   8.30      F   El topo Benni se despierta.
                                   8.35      F   Benni saluda a Jeppe.
                                   8.45      F
3. Escribe V (verdadero) o F
   (falso).
             Olaf se mostró pesimista.           Los topos eran poco comunicativos.
             Tillo se mostró intrépido.          Olaf era el topo más
             inteligente. Benni se mostró optimista.    Los topos eran
             buenos vecinos.
4. ¿Qué reacción ante la desgracia te parece mejor, la de Tillo o la de Olaf? Explica tu opinión por
   escrito.
PALABRAS DERIVADAS
5. En ocasiones, el sufijo -era indica lugar.
   Completa utilizando palabras derivadas en -era.
         •   El lugar donde viven los topos es la topera.
         •   El lugar donde viven los osos es la               .
         •   El lugar donde se encierra a los leones es la                 .
         •   El lugar donde viven los perros es la                 .
         •   El lugar donde viven los ratones es la                    .
                                                                                                         COMPRENSIÓN
USO DEL DICCIONARIO
6. Consulta tu diccionario y marca los árboles que son coníferas.
                                                                                                         LECTORA
                  PINO                           NARANJO                             CIPRÉS
  ■ Escribe una oración con cada nombre de árbol que pertenece a la familia de las coníferas.
PRECISIÓN
7. Sustituye el verbo pegar por otro que sea más preciso.
                         • prender        • coser       • contagiar            • golpear
         • Un delincuente pegó fuego al bosque.              • Le han pegado un resfriado al niño.
         • La piedra pegó en el cristal y lo rompió.         • ¿Me pegas este botón?
Lectura
  4
                         Un negocio ruinoso
      No hace mucho tiempo, vivía en Tánger un           Y así lo hizo: le dio al peregrino sus veinte
      humilde zapatero remendón que tenía un             monedas, con la esperanza de que lo
      canario. Un día, mien- tras estaba remendando      dejara tranquilo.
      zapatos, un viejo peregrino oyó el canto del
                                                         –Un momento –dijo el peregrino–. Le he
      pájaro y quedó fascinado. Se quedó más de
                                                         dado de co- mer a este pájaro inútil
      una hora mirándolo fijamente, con los ojos y
                                                         durante tres días. Es justo, pues, que me
      la boca muy abiertos, y luego empezó a
                                                         pagues las semillas que se ha comido.
      suplicar al zapatero que se lo vendiese, cosa
      que este no esta- ba dispuesto a hacer
      porque tenía cariño al pájaro. Pero el
      peregrino insistió tanto que, al final, el zapa-
      tero aceptó vendérselo por veinte monedas.
      El peregrino era pobre, y veinte monedas era un
      pre- cio muy elevado para un canario; pero,
      aun así, reu- nió el dinero, compró el pájaro
      y se marchó.
      Pasaron tres días, y el peregrino volvió con
      el ca- nario.
      –Devuélveme mis monedas y toma tu
      pájaro. El zapatero se enfadó mucho
      al oír aquello.
      –Yo no quería vendértelo. Fuiste tú quien
      insistió en comprarlo. Y ahora vienes a
      molestarme otra vez.
      ¿Qué derecho tienes a hacer eso?
      –El pájaro no canta –le respondió el
      peregrino–. Desde que me lo llevé a casa,
      se ha quedado posa- do en su jaula y no le
      he oído cantar ni una sola vez.
      –Me es igual –dijo el zapatero–. En el trato
      que hici- mos no pusimos como condición
      que el pájaro can- tase. Y te repito que yo
      no quería vendértelo. Así que… lárgate.
      Entonces el peregrino empezó a dar voces, y
      se for- mó un corro de espectadores que
      querían saber cuál era el problema. Los dos
      interesados contaron su historia y en parte
      porque el peregrino era mayor y parecía muy
      furioso, y en parte porque los buenos
      musulmanes tienen debilidad por los
      hombres san- tos, todos se pusieron en
      contra del zapatero.
      –¿No te da vergüenza? –le dijeron–.
      Devuélvele a es- te pobre hombre sus veinte
      monedas y quédate con tu pájaro.
Al oír esto, el zapatero se puso más que furioso.
Ha- bía deshecho el trato por pura amabilidad y
ahora el viejo quería que le pagase el importe de
las semillas. Eso, dijo, no lo haría jamás,
aunque le cortasen la cabeza o lo arrastrasen
desnudo por las calles de Tánger. Pero el viejo
peregrino se puso todavía más furioso, llamó a la
guardia e hizo llevar al zapatero a rastras ante el
Pachá.
–Este no es caso para que lo juzgue yo –dijo
el Pa- chá tras haberle escuchado–, sino el
Juez Supremo de todos los casos de Pacotilla.
Así pues, la guardia se hizo cargo de los dos
litigan- tes y los condujo hasta la casa del
juez.
El juez los escuchó con mucha atención, y no
le quedó ninguna duda de que hablaban
completa- mente en serio. Luego dictó
sentencia.
–Es evidente que el peregrino está en su
derecho –le dijo al zapatero–, así que debes
liquidar la deuda que tienes con él por los
tres días que ha dado de comer a tu canario.
Pero hay algo en tu contra –aña- dió al tiempo
que se volvía hacia el triunfante pere- grino–.
Durante tres días este zapatero se ha queda-
do sin el canto de su pájaro, y debes resarcirle.
Por tanto, te condeno a pasar tres días dentro
de una jaula en el taller del zapatero y a cantar
para él tan bien como lo hace su pájaro.
Entonces llamó a sus guardias, como si
tuviera que decirles algo importante, dejando al
peregrino sin vi- gilancia. Y no hace falta decir
que, cuando miraron, el peregrino había
desaparecido; y ya nunca volvió a molestar a
nadie en Tánger.
                                   RICHARD HUGHES
                   En el regazo del Atlas (Adaptación)
                                                                                                            4
                                      COMPRENDO LO QUE LEO
    1. Respond
       e.
             • ¿Quién compró el canario?                 • ¿Cuándo huyó el peregrino?
             • ¿Quién dictó sentencia?                   • ¿En qué ciudad se sitúa la historia?
    2. Ordena estos hechos tal como sucedieron:
                 El zapatero devolvió el dinero.           El peregrino pidió el importe de las semillas.
                 El peregrino llamó a la guardia.          El Pachá no quiso juzgar al zapatero.
                 El zapatero se negó a pagar.              El peregrino reclamó sus monedas.
    3. Marca en cada caso la respuesta correcta:
             • ¿Por qué el Pachá no quiso juzgar el caso del
                 canario? Porque estaba ocupado.
                 Porque era un caso difícil.
                 Porque era un caso intrascendente.
             • ¿Qué conclusión puede extraerse de la lectura «Un negocio
                 ruinoso»? Que nunca hay que fiarse de los peregrinos.
                 Que las situaciones desagradables pueden resolverse con humor e
                 inteligencia. Que los jueces árabes ayudan a escapar a los
                 delincuentes.
    4. ¿Qué personaje de la lectura te parece más simpático? ¿Por qué motivos?
    5. ¿Qué animal te gustaría tener en tu casa? Explica por qué has elegido ese animal.
    HOMÓFONOS
    6. Observa.
                      deshacer        F   deshecho               desechar     F   desecho
                                                                                                                COMPRENSIÓN
■ Completa las siguientes oraciones con las palabras deshecho o desecho:
                                                                                                                LECTORA
            • El zapatero había                       el trato por amabilidad.
            • La fábrica se deshizo de todas las piezas de                            .
    TRANSFORMACIONES
    7. Escribe un verbo equivalente a cada expresión.
             • dar voces      F   vocear                 • dar sombra    F
             • dar coces     F                           • dar paseos    F
             • dar golpes         F                      • dar vítores   F
       ■ Escribe seis oraciones en las que aparezcan los verbos que has escrito.
    SINÓNIMOS
    8. Sustituye los verbos destacados por otros que signifiquen lo mismo.
                          • liquidar         • litigar        • persuadir         • resarcir
             • El peregrino convenció al zapatero. • El peregrino debía compensar al zapatero.
             • El zapatero debía pagar su deuda. • Las dos partes dejaron de pleitear.
Lectur
  a
 13
              El origen del día y la noche
      En las lejanas y mágicas tierras del Perú,           hecho.
      habita la tribu de los chamas. Al igual que          –Perdóname, querida Use. Yo mismo
      otros pueblos pri- mitivos, los chamas tienen        lavaré tu pre- cioso rostro –balbucía
      antiguas y maravillosas leyendas para                apenado Bari–.
      explicar los fenómenos de la naturale- za y la
      razón del universo. Una de esas leyendas             –¡Apártate! ¡Me has ofendido como nadie
      ex- plica el origen del día y de la noche.           lo ha he- cho jamás! ¡Déjame! –decía Use
                                                           mientras     rechazaba     todos      los
      Según los chamas, el dios Habi tuvo dos              ofrecimientos de su hermano.
      hijos: Bari, dios del Sol, y Use, diosa de la
      Luna.
      Bari era un joven fuerte, de rubios cabellos
      rizados y piel dorada como la miel. Era
      alegre y alborotador y poseía una
      desbordante vitalidad. Siempre andaba
      inventando travesuras y disfrutaba como un
      niño ha- ciendo rabiar a su hermana.
      Por el contrario, Use era una muchacha
      frágil, lán- guida, de una extraordinaria palidez,
      y bella y delica- da como una hermosa rosa
      blanca.
      Un caluroso día de verano, la bella Use fue a
      bañar- se a un lago de aguas tranquilas y
      transparentes. Al atardecer, la diosa blanca se
      sentó a la orilla del lago y se entretuvo
      contemplando la divina imagen de su rostro
      que reflejaban las cristalinas aguas. Use dis-
      frutaba, por fin, de unos momentos de paz
      en el día más abrasador de aquel
      implacable verano.
      Bari, que mientras tanto estaba paseando por
      los al- rededores, descubrió a su querida
      hermana mirán- dose en las aguas del lago y,
      en ese preciso momento, decidió gastarle una
      de sus frecuentes bromas. Se untó las
      manos con la oscura resina de un árbol y
      se fue acercando sigilosamente a Use, que,
      de es- paldas a Bari, continuaba absorta
      ante las aguas. Cuando llegó hasta ella, Bari
      frotó las negras palmas de sus manos en el
      blanquísimo rostro de Use. La cara de la
      diosa quedó como tiznada por hollín y, a
      orillas del lago, entre las divertidas carcajadas
      de su hermano, las aguas devolvían una
      imagen fea y deslucida de la cara de Use.
      Al verse así, la bella diosa rompió a llorar
      desconso- ladamente. El dios Bari se
      arrepintió inmediatamen- te de lo que había
–Deja de llorar. Te suplico que me perdones –
insis- tía Bari.
–¡No volverás a verme nunca! –gritó Use.
Y la diosa, en un vuelo fugaz, ascendió a los
cielos ante el estupor de su afligido hermano.
Desde en- tonces, Use, la diosa de la Luna, sale
siempre de no- che, cuando Bari, el dios del
Sol, ya se ha ocultado.
Cuenta también la leyenda que Use siente a
veces deseos de ver a su hermano y, por eso,
algunos días muy claros, podemos ver la Luna
y el Sol juntos en el cielo, aunque solo sea
durante unos instantes.
                                                                                                    13
                               COMPRENDO LO QUE LEO
1. Contest
   a.
        • ¿Qué parentesco existía entre Habi, Bari y Use?
        • ¿Quiénes eran Bari y Use?
        • ¿En qué estación del año y en qué momento del día sucedieron los hechos?
2. Ordena estos hechos.
             Bari gastó una broma a Use.     Use ascendió al cielo.
             Use fue a bañarse a un lago.    Use lloró
             desconsoladamente. Use vio su imagen deslucida.        Bari
             se arrepintió de su acción.
3. Marca las respuestas correctas.
        • ¿Cómo crees que era Bari?
             Simpático.      Patoso.                Orgulloso.        Bromista.        Cruel.
        • ¿Cómo crees que era Use?
             Sensible.       Presumida.             Cariñosa.         Rencorosa.       Triste.
4. Comenta con tus compañeros.
        • ¿Actuó Bari con mala intención? ¿Por qué?
        • ¿Fue desproporcionada la reacción de Use? ¿Por qué?
TRANSFORMACIONES
5. Transforma las expresiones siguiendo el modelo.
                          Una mirada lánguida   F   La languidez de la
                          mirada
        • Un muro sólido          F
                                                       • Un niño cándido           F
        • Un ambiente nítido      F
                                                       • Una tarde plácida         F
                                                                                                         COMPRENSIÓN
        • Un rostro lívido        F
                                                       • Una naranja ácida         F
                                                                                                         LECTORA
PRECISIÓN
6. Completa estas oraciones con las siguientes parejas de palabras:
                      • absorbido-absorto   • soltado-suelto     • hartado-harto
        • Sus pensamientos la habían                y estaba completamente                          .
        • Se había                 de comer y había quedado                 .
        • Se había                 la lona porque una de las cuerdas estaba                     .
Lectur
  a
 15
         Historia de la torre maravillosa
      El sol de la mañana brillaba sobre las torres    Encolerizado, el monarca tocó la puerta de
      de Tole- do, cuando don Rodrigo, el último       hierro y esta se abrió balanceándose
      rey godo, salió fuera de la ciudad seguido       lentamente, como si gi- rase de mala
      por numerosos cortesa- nos y caballeros. La      gana sobre sus goznes. El rey ordenó
      comitiva serpenteó por las vuel- tas del
      camino hasta divisar una singular torre cilín-
      drica, de gran altura y magnificencia,
      construida sobre una enorme roca.
      Don Rodrigo y sus cortesanos llegaron al
      pie de la torre, cuya entrada estaba cerrada
      por una maciza puerta de hierro. El rey se
      aproximó al portal y orde- nó a los viejos
      guardianes abrir la puerta. Los ancia- nos
      retrocedieron espantados.
      –¡Ay, Majestad! –exclamaron–. ¿Deseáis
      acaso soltar los duendes de esta torre para
      que sacudan la Tierra hasta sus cimientos?
      –Pase lo que pase, estoy resuelto a descubrir
      el mis- terio de esta torre. Quitad esos
      cerrojos.
      Los ancianos, aterrorizados, obedecieron.
      Pero an- tes de que el último cerrojo cediera
      del todo, reco- mendaron de nuevo al rey
      que reflexionara:
      –Cualquier cosa que esté en la torre es aún
      inofensi- va y yace atada bajo un poderoso
      hechizo. No os arriesguéis a abrir una
      puerta que puede derramar un torrente de
      males sobre la Tierra.
que se encendieran antorchas y penetró en el
inte- rior de la torre. Aunque era de corazón
intrépido, avanzaba con temor y vacilación.
Tras recorrer una corta distancia, entró en una
espa- ciosa cámara en la que había una mesa
de alabastro primorosamente labrada. Sobre la
mesa encontró un cofrecillo de oro, en cuya tapa
aparecía esta inscrip- ción: «Este cofre guarda el
misterio de la torre. Solo un rey puede abrirlo.
Pero… ¡que se guarde de ha- cerlo!, porque los
maravillosos secretos que contiene serán
precursores inmediatos de su muerte».
Don Rodrigo abrió el cofre y sacó la tela de lino
que contenía. Al desdoblarla, vio dibujadas en ella
las fi- guras de varios jinetes de fiero aspecto,
armados con sables y ballestas y tocados con
turbantes y al- bornoces a la usanza árabe.
Encima de estas figuras aparecía escrita la
siguiente leyenda: «¡Imprudente monarca,
contempla los hombres que te arrojarán del
trono y subyugarán tu reino!».
El rey se turbó y retrocedió espantado.
Entonces, las figuras comenzaron a moverse y
se levantó del lien- zo un ruido semejante al de
un tumulto marcial, con el estrépito de las
trompetas, el relincho de los ca- ballos y los
gritos de un ejército. A continuación, el lienzo
comenzó a agrandarse y extenderse como si
fuera una enorme bandera, hasta ocupar todo
el re- cinto. Las vagas e indefinidas figuras se
agitaron aún más y el estrépito y el bullicio se
hicieron cada vez más furiosos.
Apareció después un gran campo de batalla,
donde cristianos y musulmanes iniciaron un
mortal comba- te. En la sala retumbaban el
trote de los corceles, el toque repentino de los
clarines y el redoble de mil tambores, mezclados
con el entrechocar de espa- das, mazas y
hachas. Los cristianos se acobardaron ante el
enemigo y los infieles arremetieron contra
ellos, derrotándolos completamente.
Don Rodrigo no quiso ver nada más y se
precipitó fuera del fatal salón, seguido por sus
aterrorizados acompañantes.
Sostienen los ancianos y los escritores de
tiempos pasados que la violación del secreto
de esta torre anunció la pérdida del reino
godo.
                      Basado en WASHINGTON IRVING
                  Leyendas de la conquista de España
  1. Contesta.
                                    COMPRENDO LO QUE LEO
¿Quién era don Rodrigo?
¿Qué vio en la tela de lino?
¿Por qué los guardianes no querían abrir la puerta de la torre?
¿Cuándo se abrió la puerta de la torre?
  2. Ordena estos hechos según sucedieron:
              Don Rodrigo extrajo un lienzo.                          Los guardianes quitaron los cerrojos. Don
              Rodrigo llegó al pie de una torre.                       Don Rodrigo descubrió un cofre.
              Don Rodrigo mandó abrir la puerta.                      Don Rodrigo entró en una cámara.
  3. Expresa tu opinión por escrito.
¿Por qué crees que don Rodrigo abrió el cofre?
¿Crees que don Rodrigo se arrepintió de haber abierto el cofre? ¿Por qué?
¿Te parece que pudo ocurrir lo que narra esta historia? ¿Por qué?
   PRECISIÓN
  4. Completa.
                           • cámara        • recinto      • cuarto        • sala      • salón
             •       Los caballeros entraron en el                      amurallado.
             •       La lavadora está instalada en el                     de baño.
             •       Estuvimos jugando en la                         de estar.
             •       Estos camiones transportan la fruta en                     frigoríficas.
             •       La conferencia se celebró en el                      de actos del colegio.
   PARTES DE UN TODO
  5. Observa.
  6.
                    cerrojos
                                                                                         dintel
              cerradura                                                                 aldaba
                                                                                       hoja
           umbral                                                                      gozne
                                                       jambas
       ■     Ahora completa.
             •       La puerta tiene una                        de bronce para llamar.
             •       Antes de entrar nos detuvimos en el                      de la puerta.
             •       Oímos cómo descorrían los                        desde dentro.
             •       La puerta se abrió girando de mala gana sobre sus                     .
             •       Para abrir la puerta, mete la llave en la                   y gírala.
             •       El marco de la puerta consta de un                      y dos                      .
             •       La                          de la puerta quedó entreabierta.