MONICIÓN DE ENTRADA
Queridos hermanos: Hoy, reunidos en esta celebración eucarística,
celebramos la Pascua de nuestro hermano/a N., su paso de esta vida hacia
la plenitud que Dios promete a quienes creen en Él. Con esperanza
cristiana, encomendamos su vida al Señor: presentamos sus buenas obras
como ofrenda grata, y confiamos sus pecados a la misericordia divina,
sabiendo que Jesús, el Señor crucificado y resucitado, ha vencido la muerte
y nos ha abierto las puertas de la vida eterna. Que esta misa sea para
nosotros fuente de consuelo, y para nuestro hermano/a, camino de entrada
al Reino preparado desde la creación del mundo.
                             I. FORMULARIO 1
Monición a la Primera Lectura (Sabiduría 3, 1-9)
Escucharemos ahora cómo la Palabra de Dios nos consuela y fortalece en
la esperanza. El libro de la Sabiduría nos revela que la muerte no tiene la
última palabra: las almas de los justos están en las manos de Dios y gozan
de paz. Esta lectura nos invita a ver la muerte como un paso purificador
hacia la vida eterna.
Monición al Salmo Responsorial (Salmo 26)
Confiados en el Señor que es nuestra luz y salvación, elevemos nuestra
oración proclamando con fe: “Espero ver la bondad del Señor”. En medio de
la prueba, su presencia es refugio seguro y promesa de vida.
Monición a la Segunda Lectura (1 Jn 3, 14-16)
La carta de san Juan nos recuerda que hemos pasado de la muerte a la vida
por el amor. Nuestra fe cristiana se manifiesta en el amor concreto y
entregado, como lo hizo Cristo por nosotros. La vida eterna es herencia de
los que aman.
Monición al Evangelio (Mt 25, 31-46)
En este Evangelio, Jesús nos muestra que la salvación se alcanza en el
amor vivido. Al final de los tiempos, seremos juzgados por las obras de
misericordia. En cada acto de amor, encontramos al Cristo resucitado.
Escuchemos con atención.
                            II. FORMULARIO 2
Monición a la Primera Lectura (Isaías 25, 6-9)
El profeta Isaías nos transmite una visión llena de esperanza: Dios mismo
destruirá la muerte para siempre y enjugará toda lágrima. Esta lectura nos
invita a confiar en que nuestro ser querido ha sido llamado al festín eterno
de la salvación.
Monición al Salmo Responsorial (Salmo 129)
Desde lo profundo del dolor clamamos al Señor. El salmo expresa nuestra
súplica, pero también nuestra esperanza en su infinita misericordia. Como
centinelas en la noche, aguardamos la luz de la resurrección.
Monición a la Segunda Lectura (1 Tes 4, 13-14.17-18)
San Pablo nos exhorta a no vivir con tristeza como quienes no tienen
esperanza. La fe en la resurrección de Cristo nos asegura que también
nosotros, unidos a Él, viviremos para siempre. Escuchemos esta palabra de
consuelo.
Monición al Evangelio (Jn 6, 51-58)
Jesús se nos presenta como el Pan Vivo bajado del cielo. Al alimentarnos
de su Cuerpo y Sangre, participamos de su vida eterna. Escuchemos cómo
el Señor nos promete la resurrección para el último día.
                            III. FORMULARIO 3
Monición a la Primera Lectura (2 Macabeos 12, 43-46)
La lectura que escucharemos resalta el valor de orar por los difuntos. Judas
Macabeo lo hace con la firme esperanza en la resurrección. Nosotros
también ofrecemos esta Eucaristía por nuestro hermano/a difunto/a,
confiando en la misericordia de Dios.
Monición al Salmo Responsorial (Salmo 102)
El salmista nos recuerda que el Señor es compasivo y misericordioso. Aun
en medio de la fragilidad de la vida humana, la ternura de Dios nos envuelve.
Con esta confianza respondamos: “El Señor es compasivo y
misericordioso”.
Monición a la Segunda Lectura (1 Cor 15, 20-28)
San Pablo proclama la victoria de Cristo sobre la muerte. Él es la primicia
de los que han muerto, y nosotros, unidos a Él, también resucitaremos. Esta
lectura es una proclamación firme de la esperanza pascual.
Monición al Evangelio (Lc 23, 44–24, 6)
Este Evangelio nos conduce desde la cruz hasta el sepulcro vacío. Jesús
entrega su espíritu al Padre, y al tercer día resucita. Su Pascua es nuestra
esperanza: no busquemos entre los muertos al que vive.
                            IV. FORMULARIO 4
Monición a la Primera Lectura (Daniel 12, 1-3)
El profeta Daniel anuncia que los que duermen en el polvo despertarán. Esta
es la promesa de resurrección para quienes permanecen fieles. En medio
del dolor, la Palabra de Dios nos da consuelo y luz.
Monición al Salmo Responsorial (Salmo 121)
Con el salmo expresamos el gozo de quien camina hacia la casa del Señor.
Esta alegría anticipa el destino definitivo del creyente: habitar en la
Jerusalén celestial, en comunión plena con Dios.
Monición a la Segunda Lectura (2 Cor 5, 1.6-10)
San Pablo nos habla de la morada eterna que Dios ha preparado para
nosotros. Mientras vivimos en el cuerpo, caminamos por la fe, pero sabemos
que nuestro destino final es estar con el Señor. Escuchemos con esperanza.
Monición al Evangelio (Jn 12, 23-28)
Jesús anuncia que su muerte dará fruto abundante, como el grano que
muere para dar vida. La cruz es el camino hacia la gloria. Quien le sirve,
será también glorificado con Él. Escuchemos con atención esta enseñanza
de vida eterna.
Oración de los fieles (con sentido pascual y esperanza en Cristo
resucitado)
   Por la Iglesia católica y por quienes gobiernan los pueblos, para que,
    guiados por la luz del Evangelio, anuncien la esperanza de la
    resurrección y promuevan siempre la justicia, la paz y la dignidad de
    toda vida humana. Roguemos al Señor.
   Por nuestro hermano/a N., para que Cristo, vencedor de la muerte, lo
    reciba en su Reino de luz y de paz, y le conceda participar para
    siempre en la gloria de la resurrección. Roguemos al Señor.
   Por todos los que lloran esta partida, para que la certeza de que la
    muerte no tiene la última palabra fortalezca nuestra esperanza y llene
    nuestros corazones de consuelo pascual. Roguemos al Señor.
   Por todos los fieles difuntos, especialmente los que esperan aún el
    perdón y la purificación, para que, sostenidos por la oración de la
    Iglesia, entren en la vida eterna prometida a los que confían en el
    Señor. Roguemos al Señor.
   Por nosotros, que aún peregrinamos en este mundo, para que
    vivamos con fe activa, amor fraterno y esperanza viva, aguardando
    con confianza el día en que nos reunamos con Cristo y con todos los
    santos. Roguemos al Señor.
Monición de ofrendas 1
Hermanos: En este momento de la liturgia, presentamos junto al pan y el
vino la vida de nuestro hermano/a N., con sus obras de amor, su fe vivida,
sus luchas y esperanzas. Todo lo colocamos sobre el altar, para que Dios,
rico en misericordia, lo reciba como ofrenda agradable y lo una al sacrificio
pascual de su Hijo, muerto y resucitado por nuestra salvación.
Monición de ofrendas 2
Ahora llevamos al altar los dones del pan y del vino. Con ellos ofrecemos
también la historia y el paso por este mundo de nuestro hermano/a N.,
confiando en que Cristo, que se entregó por nosotros, hará de su vida una
ofrenda redimida y lo resucitará en el último día. En esta entrega silenciosa,
expresamos nuestra fe en la Pascua del Señor y nuestra esperanza en la
vida eterna.
Monición de comunión 1
Hermanos: Nos acercamos a comulgar el Cuerpo de Cristo, Pan de vida
eterna y garantía de resurrección. Al recibirlo con fe, recordamos que quien
come su carne y bebe su sangre, tiene vida eterna y será resucitado el último
día. Alimentémonos de este misterio de amor, con la esperanza firme de
que también nuestro hermano/a N. gozará para siempre del banquete eterno
en el Reino de Dios.
Monición de comunión 2
En este momento sagrado, nos disponemos a recibir a Jesús, el Resucitado,
que venció la muerte y nos da la vida nueva. Al participar de esta comunión,
unámonos en oración para que nuestro hermano/a N., que compartió
nuestra mesa y nuestra fe, sea ahora admitido a la mesa del Reino, donde
los santos alaban sin fin y la muerte ha sido vencida para siempre.
                        LECTURAS MISAS DE DIFUNTOS
                              FORMULARIO I
PRIMERA LECTURA
Los aceptó como un holocausto agradable.
Del libro de la Sabiduría 3, 1-9
       Las almas de los justos están en las manos de Dios y no los alcanzará
ningún tormento. Los insensatos pensaban que los justos habían muerto, que su
salida de este mundo era una desgracia y su salida de entre nosotros, una
completa destrucción. Pero los justos están en paz. La gente pensaba que sus
sufrimientos eran un castigo, pero ellos esperaban confiadamente la
inmortalidad. Después de breves sufrimientos recibirán una abundante
recompensa, pues Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí. Los probó
como oro en el crisol y los aceptó como un holocausto agradable. En el día del
juicio brillarán los justos como chispas que se propagan en un cañaveral.
Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos, y el Señor reinará
eternamente sobre ellos. Los que confían en el Señor comprenderán la verdad y
los que son fieles a su amor permanecerán a su lado, porque Dios ama a sus
elegidos y cuida de ellos.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 26
R. Espero ver la bondad del Señor.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién voy a tenerle miedo?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién podrá hacerme temblar? R.
Lo único que pido, lo único que busco
es vivir en la casa del Señor toda mi vida,
para disfrutar las bondades del Señor
y estar continuamente en su presencia. R.
Oye, Señor, mi voz y mis clamores
y tenme compasión.
El corazón me dice que te busque
y buscándote estoy.
No rechaces con cólera a tu siervo. R.
La bondad del Señor espero ver
en esta misma vida.
Ármate de valor y fortaleza
y en el Señor confía. R.
SEGUNDA LECTURA
Estamos seguros de haber pasado de la muerte a la vida, porque amamos a
nuestros hermanos.
De la primera carta del apóstol san Juan 3, 14-16
       Hermanos: Nosotros estamos seguros de haber pasado de la muerte a la
vida, porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la
muerte. El que odia a su hermano es un homicida y bien saben ustedes que
ningún homicida tiene la vida eterna. Conocemos lo que es el amor, en que Cristo
dio su vida por nosotros. Así también debemos nosotros dar la vida por nuestros
hermanos.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Vengan, benditos de mi Padre.
Del santo Evangelio según san Mateo 25, 31-46
      En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando venga el EHijo del
hombre, rodeado de su gloria, acomparado de todos sus ángeles, se sentará en
su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él
apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los
cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha: Vengan, benditos de mi Padre; tomen
posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque
estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era
forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me
visitaron, encarcelado y fueron a verme'. Los justos le contestarán entonces:
'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos
de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te
vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?'. Y el rey
les dirá: Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis
hermanos, conmigo lo hicieron. Entonces dirá también a los de la izquierda:
'Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus
ángeles; porque estuve hambriento y no me dieron de comer, sediento y no me
dieron de beber, era forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me
vistieron, enfermo y encarcelado y no me visitaron' Entonces ellos le
responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de forastero o
desnudo, enfermo o encarcelado y no te asis-timos?'. Y él les replicará: Yo les
aseguro que, cuando no lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes,
tampoco lo hicieron conmigo. Entonces irán éstos al castigo eterno y los justos
a la vida eterna"
Palabra del Señor.
                                 FORMULARIO II
PRIMERA LECTURA
El Señor destruirá la muerte para siempre.
Del libro del profeta Isaías 25, 6. 7-9
       En aquel día, el Señor del universo preparará sobre este monte un festín
con platillos suculentos para todos los pueblos. El arrancará en este monte el
velo que cubre el rostro de todos los pueblos, el paño que oscurece a todas las
naciones. Destruirá la muerte para siempre; el Señor Dios enjugará las lágrimas
de todos los rostros y borrará de toda la tierra la afrenta de su pueblo. Así lo ha
dicho el Señor. En aquel día se dirá: "Aquí está nuestro Dios, de quien
esperábamos que nos salvara. Alegrémonos y gocemos con la salvación que nos
trae".
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 129
R. Señor, escucha mi oración.
Desde el abismo de mis pecados clamo a ti;
Señor, escucha mi clamor;
que estén atentos tus oídos a mi voz suplicante. R.
Si conservaras el recuerdo de las culpas,
¿quién habría, Señor, que se salvara?
Pero de ti procede el perdón,
por eso con amor te veneramos. R.
Confío en el Señor,
mi alma espera y confía en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
mucho más que a la aurora el centinela. R.
Como aguarda a la aurora el centinela,
aguarda Israel al Señor,
porque del Señor viene la misericordia
y la abundancia de la redención,
y él redimirá a su pueblo de todas sus iniquidades. R.
SEGUNDA LECTURA
Estaremos con el Señor para siempre.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los tesalonicenses 4, 13-14. 17-18
      Hermanos: No queremos que ignoren lo que pasa con los difuntos, para
que no vivan tristes, como los que no tienen esperanza. Pues, si creemos que
Jesús murió y resucitó, de igual manera debemos creer que, a los que murieron
en Jesús, Dios los llevará con él, y así estaremos siempre con el Señor.
Consuélense, pues, unos a otros, con estas palabras.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
El que coma de este pan vivirá para siempre y yo lo resucitaré el último día.
Del santo Evangelio según san Juan 6, 51-58
        En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Yo soy el pan vivo que ha bajado
del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a
dar es mi carne, para que el mundo tenga vida". Entonces los judíos se pusieron
a discutir entre sí: "¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?" Jesús les dijo:
"Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre,
no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene
vida eterna y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi
sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece
en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por
él, así también el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del
cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que come
de este pan, vivirá para siempre".
Palabra del Señor.
                                FORMULARIO III
PRIMERA LECTURA
Obró con gran rectitud y nobleza, pensando en la resurrección.
Del segundo libro de los Macabeos 12, 43-46
      En aquellos días, Judas Macabeo, jefe de Israel, hizo una colecta y recogió
dos mil dracmas de plata, que envió a Jerusalén para que ofrecieran un sacrificio
de expiación por los pecados de los que habían muerto en la batalla. Obró con
gran rectitud y nobleza, pensando en la resurrección, pues si no hubiera
esperado la resurrección de sus compañeros, habría sido completamente inútil
orar por los muertos. Pero él consideraba que, a los que habían muerto
piadosamente, les estaba reservada una magnífica recompensa. En efecto, orar
por los difuntos para que se vean libres de sus pecados es una acción santa y
conveniente.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 102
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento para enojarse y generoso para perdonar.
No nos trata como merecen nuestras culpas,
ni nos paga según nuestros pecados. R.
      Como un padre es compasivo con sus hijos,
      así es compasivo el Señor con quien lo ama,
      pues bien sabe él de lo que estamos hechos
      y de que somos barro, no se olvida. R.
La vida del hombre es como la hierba,
brota como una flor silvestre:
tan pronto la azota el viento, deja de existir
y nadie vuelve a saber nada de ella. R.
      El amor del Señor a quien lo teme
      es un amor eterno,
      y entre aquellos que cumplen con su alianza,
      pasa de hijos a nietos su justicia. R.
SEGUNDA LECTURA
En Cristo, todos volverán a la vida.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios 15, 20-24. 25-28
       Hermanos: Cristo resucito, y resucito como la primicia de todos los
muertos. Porque por un hombre vino la muerte, también por un hombre vendrá
la resurrección de los muertos. En efecto, así como en Adán todos mueren, así
en Cristo todos volverán a la vida; pero cada uno en su orden: primero Cristo,
como primicia; después, a la hora de su advenimiento, los que son de Cristo.
Enseguida será la consumación, cuando Cristo entregue el Reino a su Padre.
Porque él tiene que reinar hasta que el Padre ponga bajo sus pies a todos sus
enemigos. El último de los enemigos en ser aniqui-lado, será la muerte. Es claro
que cuando la Escritura dice: Todo lo sometió el Padre a los pies de Cristo, no
incluye a Dios, que es quien le sometió a Cristo todas las cosas. Al final, cuando
todo se le haya sometido, Cristo mismo se someterá al Padre, y así Dios será todo
en todas las cosas.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Del santo Evangelio según san Lucas 23, 44-46. 50. 52-53; 24, 1-6
       Era casi el mediodía, cuando las tinieblas invadieron toda la región y se
oscureció el sol hasta las tres de la tarde. El velo del templo se rasgó a la mitad.
Jesús, clamando con voz potente, dijo: "¡Padre, en tus manos encomiendo mi
espíritu!". Y dicho esto, expiró. Un hombre llamado José, consejero del sanedrín,
hombre bueno y justo, se presentó ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús.
Lo bajó de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado
en la roca, donde no habían puesto a nadie todavía. El primer día después del
sábado, muy de mañana, llegaron las mujeres al sepulcro, llevando los perfumes
que habían preparado. Encontraron que la piedra ya había sido retirada del
sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Estando ellas
todas desconcertadas por esto, se les presentaron dos varones con vestidos
resplandecientes. Como ellas se llenaron de miedo e inclinaron el rostro a tierra,
los varones les dijeron: "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No
está aquí; ha resucitado".
Palabra del Señor.
                                FORMULARIO IV
PRIMERA LECTURA
Los que duermen en el polvo, despertarán.
Del libro del profeta Daniel 12, 1-3
       En aquel tiempo, se levantará Miguel, el gran príncipe que defiende a tu
pueblo. Será aquél un tiempo de angustia, como no lo hubo desde el principio
del mundo. Entonces se salvará tu pueblo; todos aquellos que están escritos en
el libro. Muchos de los que duermen en el polvo, despertarán: unos para la vida
eterna, otros para el eterno castigo. Los guías sabios brillarán como el esplendor
del firmamento, y los que enseñan a muchos la justicia, resplandecerán como
estrellas por toda la eternidad.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 121
R. Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
¡Qué alegría sentí, cuando me dijeron:
"Vayamos a la casa del Señor"!
Y hoy estamos aquí, Jerusalén,
jubilosos, delante de tus puertas. R.
A ti, Jerusalén, suben las tribus,
las tribus del Señor,
según lo que a Israel se le ha ordenado,
para alabar el nombre del Señor. R.
Digan de todo corazón: "Jerusalén,
que haya paz entre aquellos que te aman,
que haya paz dentro de tus murallas
y que reine la paz en cada casa". R.
Por el amor que tengo a mis hermanos,
voy a decir: "La paz esté contigo"
Y por la casa del Señor, mi Dios,
pediré para ti todos los bienes. R.
SEGUNDA LECTURA
Tenemos en el cielo una morada eterna.
De la segunda carta del apóstol san Pablo a los corintios 5, 1. 6-10
       Hermanos: Sabemos que, aunque se desmorone esta morada terrena, que
nos sirve de habitación, Dios nos tiene preparada en el cielo una morada eterna,
no construida por manos humanas. Por eso siempre tenemos confianza, aunque
sabemos que, mientras vivimos en el cuerpo, estamos desterrados, lejos del
Señor. Caminamos guiados por la fe, sin ver todavía. Estamos, pues, llenos de
confianza y preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor. Por eso
procuramos agradarle, en el destierro o en la patria. Porque todos tendremos
que comparecer ante el tribunal de Cristo, para recibir el premio o el castigo por
lo que hayamos hecho en esta vida.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Si el grano de trigo muere, producirá mucho fruto.
Del santo Evangelio según san Juan 12, 23-28
       En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Ha llegado la hora de que el
Hijo del hombre sea glorificado. Yo les aseguro que, si el grano de trigo
sembrado en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá
mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo
en este mundo, se asegura para la vida eterna. El que quiera servirme, que me
siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será
honrado por mi Padre. Ahora que tengo miedo, ¿le voy a decir a mi Padre: ¿Padre,
líbrame de esta hora’? No, pues precisamente para esta hora he venido. Padre,
dale gloria a tu nombre". Se oyó entonces una voz que decía: "Lo he glorificado
y volveré a glorificarlo"
Palabra del Señor.