27 Enero 2024 – 16 Shevat 5784
Enseñanza Semanal Nª 16
Calle de Servicio, Sector La Cañada, al Lado de la Ferretería “La Estrella Azul” – Coro, Mcpio. Miranda
בשלח פרשת
(Parashá Beshalajh)
“Beshalajh (Cuando Accedio…)”
Sefer Shemot / Éxodo 13:17 – 17:16
Haftará: Sefer Shoftim (Jueces) 4:4 – 5:31
13:17,21: “VAIHÍ BESHAL/LÁJH PAR/-Ó ET HA/-ÁM, VELÓ NAJHÁM ELOHÍM DÉREJ ÉRETZ
PELISHTÍM KÍ KARÓB HÚ, KÍ AMÁR ELOHÍM, PEN INNAJHÉM HA/-ÁM BIR/ OTÁM MILJHAMÁ,
VESHÁBU MITZRÁIMA (Y fue cuando accedió el faraón a dejar salir al Pueblo, no los condujo D’s por
el camino de la región de los Filisteos, pues era muy corto, y dijo D’s; No sea que se arrepienta el
pueblo al ver una guerra y se vuelvan a Egipto.) VÁDONÁY HOLÉJ LIFNEHÉM IOMÁM, BE/-AMMÚD
–ANÁN LANJHOTÁM HADDÉREJ, VELÁILA BE/-AMMÚD ÉSH LEHAÍR LAHÉM, LALÉJET IOMÁM
VALÁILA (Y D’s iba delante de ellos de día mediante una enorme columna de nubes, para indicarles
el camino; y de noche por medio de una columna de fuego..
para iluminarlos, y avanzar de día y de noche.)”
Desde un punto de vista práctico, material, la parashá de esta semana comienza con algo que es
difícil de entender. Dios libera al pueblo judío después de cientos de años de esclavitud, los guía
durante unos días por el desierto y luego hace que los egipcios los persigan para hacerlos regresar.
No parece tener sentido: si acaban de salir, ¿por qué Dios los pone nuevamente en peligro?
En ocasiones, la perspectiva espiritual se opone a la material. Muchos sostienen erróneamente que
en la vida todo debe ser siempre cómodo y placentero. Cuando no estamos cómodos y tranquilos,
creemos que hay un problema: “¿Por qué Dios me hace esto? ¿Por qué a mí?”
La verdad es que si Dios hubiera querido que nuestras vidas fueran cómodas y placenteras, no nos
hubiera puesto en este mundo. Si te acuestas en la cama, estás cómodo; pero si permaneces
demasiado tiempo en ella, tus músculos se atrofian. El esfuerzo y la lucha aumentan tu fortaleza
muscular. El mensaje es que la vida no debe ser fácil. La vida es para crecer, y para crecer
necesitamos esforzarnos. Necesitamos un desafío.
La nación de Israel necesitaba ese desafío específico en ese momento en particular. Ese desafío fue
diseñado y moldeado para ayudar a su crecimiento espiritual.
Dios no llevó al pueblo hacia la Tierra Prometida por la ruta de la costa, que hubiera sido más directa.
La razón dada es que era una ruta importante, y constituía el camino principal desde donde Egipto
podía atacar con fuerzas desde el noroeste, tales como el ejército de los hititas. Los egipcios habían
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establecido una serie de fuertes a lo largo del camino, lo que a los israelitas les resultaría
impenetrable.
Sin embargo, si profundizamos un poco más, esta decisión despierta varias preguntas. En primer
lugar: vemos que la ruta alternativa que siguieron potencialmente era incluso más traumática. Dios los
llevó por el desierto hacia el Mar Rojo. El resultado, descubrimos muy pronto, es que los israelitas al
ver a la distancia que las carrozas de los egipcios los perseguían, no tenían adónde ir. Estaban
aterrorizados. No se salvaron del miedo a la guerra. Por lo tanto, la primera pregunta es: ¿Por qué el
Mar Rojo? En vista de los hechos, parece que fue la peor ruta posible.
En segundo lugar, si Dios no quería que los israelitas enfrentaran la guerra, y si Él creía que eso
llevaría al pueblo a desear regresar a Egipto, ¿por qué los israelitas partieron jamushim, "armados" o
"listos para la batalla"?
Tercero: Si Dios no quería que los israelitas enfrentaran la guerra, ¿por qué provocó al faraón para
que los persiguiera? El texto lo dice explícitamente: "Yo endureceré el corazón del faraón, y él los
perseguirá; y Me glorificaré a través del faraón y de todo su ejército, y los egipcios sabrán que Yo soy
Hashem" (Éxodo 14:4). En este capítulo, se nos dice tres veces que Dios endureció el corazón del
faraón (Éxodo 14:4,8,17).
La Torá explica esta motivación de "Me glorificaré". La derrota del ejército de Egipto en el mar se
convertiría en un recordatorio eterno del poder de Dios. "Los egipcios sabrán que Yo soy Hashem".
Egipto podría llegar a entender que había una fuerza más poderosa que las carrozas, los ejércitos y el
poder militar. Pero el comienzo de nuestra parashá sugiere que Dios estaba preocupado
principalmente por los sentimientos de los israelitas, no por Su gloria ni por lo que creyeran los
egipcios. Si Dios deseaba que los israelitas no vieran la guerra, tal como lo declara el primer versículo,
¿por qué orquestó que fueran testigos de este ataque en el mar?
Cuarto: Dios no quería que los israelitas tuvieran una razón para decir: "Regresemos a Egipto". Sin
embargo, en el Mar Rojo, ellos le dijeron a Moshé algo muy parecido (Éxodo 14:11-12) (Éxodo 14:11-
12):
"¿Acaso faltaban tumbas en Egipto que nos sacaste para morir en el desierto? ¿Qué nos has hecho al
sacarnos de Egipto? No fue esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: 'Déjanos y serviremos a los
egipcios'? ¡Hubiera sido mejor para nosotros servir a los egipcios y no morir en el desierto!"
Quinto: Dios claramente quería que los israelitas desarrollaran confianza en si mismos para que
tuvieran fuerza para luchar las batallas que deberían enfrentar para conquistar la Tierra Santa. ¿Por
qué entonces los llevó en el mar a una situación en la que tuvieron que hacer exactamente lo
contrario, dejando todo en manos de Dios?
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Moshé dijo al pueblo (Éxodo 14:13-14): "No teman. Manténganse quietos y verán la salvación que
Hashem hará hoy por ustedes. Pues así como ustedes han visto hoy a los egipcios, no volverán a
verlos jamás. Hashem peleará por ustedes, y ustedes permanecerán en silencio"
El milagro que tuvo lugar a continuación quedó tan grabado en las mentes judías que lo recitan en los
Servicio Matutino en el Cántico del Mar. Que el mar se partiera fue, de esta forma, el mayor de todos
los milagros. Pero eso no contribuyó a la confianza y la seguridad de los judíos en sí mismos.
"Hashem peleará por ustedes, y ustedes permanecerán en silencio". Los egipcios fueron derrotados
no por los israelitas sino por Dios, y no por una guerra convencional sino por un milagro. ¿De qué
manera esto ayudó a los israelitas a tener coraje?
Sexto: la parashá culmina con otra batalla, esta vez contra los amalequitas. Pero esta vez, no hay
quejas por parte del pueblo, no hay miedo, trauma ni desesperanza. Yehoshúa lidera al pueblo en la
batalla. Moshé, apoyado por Aharón y Jur, está de pie en la cima de una montaña, con los brazos
extendidos hacia el cielo, y cuando el pueblo mira hacia arriba, se ven inspirados, fortalecidos, y
prevalecen.
¿Dónde quedó el miedo del cual habla el primer versículo de nuestra parashá? Al enfrentar a los
amalequitas, que en cierta medida eran más temibles que los egipcios, los israelitas no dijeron que
querían regresar a Egipto. El absoluto silencio por parte del pueblo es el mayor contraste posible con
sus quejas previas por el agua y el alimento. Los israelitas resultaron ser buenos guerreros.
Entonces, ¿por qué el cambio repentino entre la apertura y el cierre de nuestra parashá? Al comienzo,
Dios es protector y obra milagros. Al final, Dios está más oculto. Él no lucha en la batalla contra los
amalequitas. Les da a los israelitas la fuerza para hacerlo por sí mismos. Al comienzo, al enfrentar a
los egipcios los israelitas entran en pánico y dicen que nunca deberían haber salido de Egipto. Al final
de la parashá, al enfrentar a los amalequitas, luchan y ganan.
El contraste entre el antes y el después del Mar Rojo no podría ser más completo. Antes, al enfrentar
el avance de los egipcios, Moshé le dijo al pueblo:
"Manténganse quietos y verán la salvación que Dios hará hoy por ustedes… Dios peleará por
ustedes y ustedes permanecerán en silencio" (Éxodo 14:13).
En otras palabras: no hagan nada. Dios lo hará por ustedes. Y Él lo hizo. Sin embargo, en el caso de
los amalequitas, Moshé le dijo a Yehoshúa:
"Escoge hombres para nosotros y sal, combate a Amalek" (Éxodo 17:9).
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Eso fue lo que hizo Yehoshúa y el pueblo luchó la guerra. Esta fue una gran transición: los israelitas
pasaron de una situación en la cual el líder (con ayuda de Dios) hacía todo por el pueblo, a una en la
que el líder permitió que el pueblo actuara por sí mismo. Durante la batalla, la Torá enfoca nuestra
atención en un detalle. Moshé subió a la cima de una colina que da hacia el campo de batalla, con un
bastón en la mano, y vemos que la tora expresa en Shemot 17:11-12
“Y sucedió que cuando Moshé elevaba su mano, Israel dominaba, pero cuando dejaba caer su mano,
Amalek dominaba. Las manos de Moshé se volvieron pesadas, así que tomaron una piedra y la
colocaron debajo de él, y él se sentó sobre ella. Y Aharón y Jur sostenían sus manos, uno de un lado
y el otro del otro lado, y estuvo con sus manos firmes hasta la puesta del sol”
¿Qué fue lo que ocurrió aquí? El pasaje puede leerse de dos formas: la vara en la mano levantada de
Moshé, la misma vara que usó para efectuar grandes milagros en Egipto y en el mar, puede haber
sido una señal de que la victoria de los israelitas fue milagrosa. Alternativamente, puede haber sido
simplemente un recordatorio para los israelitas de que Dios estaba con ellos, dándoles fuerza.
De forma poco usual, dado que la Mishná en general es un libro de leyes y no de comentarios
bíblicos, hay una Mishná que resuelve este tema:
“¿Acaso las manos de Moshé vencieron o perdieron la guerra? Más bien, el texto implica que cada
vez que los israelitas miraban hacia arriba y dedicaban sus corazones a su Padre en los cielos,
prevalecían. De lo contrario, comenzaban a caer.”
La Mishná es clara. No fue que la vara ni las manos levantadas de Moshé efectuaran un milagro.
Simplemente ellas les recordaron a los israelitas que debían mirar hacia arriba y recordar que Dios
estaba con ellos. Su fe les dio la confianza y el coraje para vencer; esta escrito en el Tehilim 121:1-2
“Alzo mis ojos hacia las montañas, ¿de donde vendrá mi ayuda? Mi ayuda vendrá de Adonay,
Creador de los cielos y la tierra.”
Aquí aprendemos un principio fundamental del liderazgo. Un líder debe dar fuerzas al equipo. No
puede hacer siempre todo el trabajo por el grupo; deben hacerlo por sí mismos. Pero el líder puede
darles la confianza absoluta respecto a que pueden hacerlo y que lo lograrán. El líder es responsable
de su estado de ánimo y su moral. Durante la batalla, el capitán no debe manifestar ninguna señal de
debilidad, duda o temor. Eso no siempre es sencillo, como vemos en el episodio de esta semana. Las
manos levantadas de Moshé "se volvieron pesadas". Todos los líderes tienen momentos de
agotamiento y en esos momentos necesitan apoyo. Incluso Moshé necesitó la ayuda de Aharón y Jur,
quienes lo ayudaron a mantener su posición. Pero en definitiva, sus manos levantadas fueron la señal
que necesitaban los israelitas de que Dios les daba la fuerza para prevalecer, y lo hicieron.
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