INSTITUTO DE EDUCACIÓN SUPERIOR N°
8226
“GRAL. MARTIN MIGUEL DE GUEMES”
DIPLOMATURA SUPERIOR EN
NEUROCIENCIAS Y EDUCACION
COHORTE “AGOSTO 2024”
ALUMNO: COLQUE, Daiana María José
DNI: 39.218.613
NUMERO DE COMISION: 1
NIVEL EDUCATIVO: SECUNDARIO Y SUPERIOR
TRABAJO INTEGRADOR- UNIDAD CURRICULAR N° II: “LAS
NEUROCIENCIAS Y EL APRENDIZAJE DEL DESARROLLO ACADÉMICO”
CONSIGNA N°1:
Realizar una reflexión teórica sobre las siguientes temáticas: APORTES DE
LAS NEUROCIENCIAS AL APRENDIZAJE” “IMPORTANCIA DE LAS
EMOCIONES EN LOS PROCESOS DE APRENDIZAJE”.
En la resolución de esta consigna Ud. se tomará como referencia el módulo
dispuesto en la Plataforma Institucional:
- Módulo II: “Los Neurociencias y el Aprendizaje”.
En la actualidad, la educación enfrenta el desafío de responder a la diversidad
y complejidad del mundo en que vivimos. En este contexto, las neurociencias
han aportado conocimientos fundamentales para comprender cómo aprende el
cerebro, permitiendo a los docentes diseñar estrategias pedagógicas más
eficaces e inclusivas. A su vez, la importancia de las emociones en el
aprendizaje ha cobrado un protagonismo clave, evidenciando que el
aprendizaje no es solo un proceso cognitivo, sino también profundamente
afectivo y social.
“Aportes de las Neurociencias al Aprendizaje”
Las neurociencias han demostrado que el aprendizaje es un proceso dinámico
y flexible, condicionado por múltiples factores biológicos, sociales y
emocionales. Uno de los conceptos centrales es el de plasticidad cerebral,
que refiere a la capacidad del cerebro para modificar sus estructuras y
funciones en respuesta a la experiencia y el entorno. Este principio rompe con
la idea de que la inteligencia es estática y refuerza la importancia de ofrecer
oportunidades de aprendizaje personalizadas y adaptadas a cada estudiante.
Asimismo, se ha evidenciado el papel crucial de las funciones ejecutivas, que
incluyen la memoria de trabajo, la atención, el control inhibitorio y la flexibilidad
cognitiva. Estas habilidades son esenciales para la autorregulación, la
planificación y la resolución de problemas, aspectos que inciden directamente
en el desempeño académico. En este sentido, la configuración del aula y la
implementación de estrategias didácticas adecuadas pueden potenciar o limitar
el desarrollo de estas funciones.
Desde una perspectiva educativa, los aportes de las neurociencias han
permitido consolidar enfoques pedagógicos más activos y participativos, donde
el estudiante es el protagonista de su aprendizaje. Estrategias como el
aprendizaje basado en proyectos, el aprendizaje cooperativo y el uso de
metodologías multisensoriales han demostrado ser más efectivas, ya que
favorecen la conexión entre diferentes áreas cerebrales y promueven una
comprensión más profunda y significativa.
Por otro lado, las investigaciones en neurociencias han llevado a cuestionar
prácticas tradicionales que no consideran el funcionamiento real del cerebro.
Se ha demostrado, por ejemplo, que el castigo y la memorización mecánica no
son las mejores estrategias para el aprendizaje, ya que generan estrés y
reducen la motivación intrínseca. En cambio, un entorno de aprendizaje basado
en la confianza, la curiosidad y la exploración activa resulta mucho más
efectivo para el desarrollo cognitivo y emocional de los estudiantes.
“Importancia de las emociones en los Procesos de Aprendizaje”
Las emociones juegan un papel fundamental en el aprendizaje, ya que influyen
en la atención, la memoria y la motivación. Durante mucho tiempo, la
educación se centró en el desarrollo de habilidades cognitivas, relegando las
emociones a un segundo plano. Sin embargo, estudios recientes han
demostrado que la conexión entre emoción y cognición es inseparable, y que el
aprendizaje más significativo ocurre cuando se activan circuitos emocionales
positivos.
El cerebro humano está diseñado para aprender en contextos sociales y
afectivos. Cuando un estudiante se siente motivado, seguro y valorado, su
cerebro libera neurotransmisores como la dopamina, que refuerzan las
conexiones neuronales y facilitan la retención del conocimiento. Por el
contrario, el miedo, la ansiedad y el estrés crónico pueden bloquear estos
procesos, afectando negativamente el rendimiento académico.
Desde esta perspectiva, es fundamental que la escuela no solo brinde
conocimientos, sino que también promueva un ambiente emocionalmente
seguro y estimulante. Esto implica trabajar en la educación socioemocional,
fomentando la empatía, la autorregulación emocional y el manejo del estrés.
Programas de desarrollo socioafectivo han demostrado ser eficaces para
mejorar la convivencia escolar y potenciar la motivación y el compromiso de los
estudiantes con su aprendizaje.
Un aspecto clave es el rol del docente como mediador emocional. Más allá
de impartir conocimientos, el maestro influye en la forma en que los estudiantes
perciben su capacidad de aprender y afrontar desafíos. Un docente que
muestra entusiasmo, que fomenta el error como parte del aprendizaje y que
valida las emociones de sus alumnos genera un impacto positivo en su
autoconfianza y disposición para aprender.
Además, las neurociencias han demostrado que las emociones no solo afectan
el aprendizaje en el momento presente, sino que también pueden tener efectos
a largo plazo. Las experiencias emocionales negativas en la escuela pueden
generar bloqueos cognitivos y reducir la motivación para seguir aprendiendo en
el futuro. Por ello, es esencial diseñar estrategias pedagógicas que refuercen la
autoestima y la resiliencia de los estudiantes, permitiéndoles enfrentar
dificultades con una actitud positiva.
CONSIGNA N°2:
En Plataforma Institucional se dispone de las siguientes clases dictadas por
nuestras Especialistas para la Diplomatura en Neurociencias: (Ud. deberá
seleccionar 1 de estas 2 clases)
A partir del análisis de la clase que seleccionó, Ud. deberá compartirnos una
síntesis de los conceptos centrales de la temática presentada por la
Especialista Institucional.
La clase seleccionada es: “NEUROPEDAGOGÍA EN CASOS DE NIÑOS CON
TDAH” (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad). Prof. Dra.
Claudia Eusebio.
La clase impartida por la Especialista Institucional aborda el Trastorno por
Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), su impacto en el aprendizaje y
la conducta escolar, así como estrategias pedagógicas basadas en la
neurociencia para mejorar la enseñanza de niños con este diagnóstico.
Caracterización del TDAH
El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo con bases neurobiológicas y
genéticas, caracterizado por alteraciones en la atención, el autocontrol y la
regulación de impulsos. Puede presentarse con o sin hiperactividad, lo que
genera diferencias en la detección del trastorno dentro del ámbito escolar.
TDAH con hiperactividad: Se manifiesta con descargas motoras
excesivas, dificultad para permanecer quieto, impulsividad y conducta
disruptiva en el aula. Su impacto en la convivencia escolar hace que sea
más visible para docentes y familias.
TDAH con hipoactividad: Se presenta sin comportamientos impulsivos
evidentes, lo que dificulta su detección. Estos niños suelen ser
percibidos como tímidos o poco participativos, cuando en realidad tienen
dificultades en la atención sostenida y el seguimiento de consignas.
El diagnóstico del TDAH no es sencillo, ya que los niños con este trastorno
tienen inteligencia conservada y no presentan daño estructural en el
cerebro, sino dificultades en el procesamiento de la información. Su detección
temprana y un abordaje adecuado pueden marcar la diferencia en su desarrollo
académico y social.
Impacto del TDAH en el aprendizaje y la conducta
El TDAH afecta tanto el rendimiento escolar como las interacciones sociales del
niño. Algunos de los principales desafíos incluyen:
Déficits en la atención sostenida y selectiva, lo que dificulta seguir el
ritmo de la clase y completar tareas.
Problemas en las funciones ejecutivas, como la organización,
planificación y control de impulsos.
Dificultades en la regulación emocional, lo que puede generar
reacciones desmedidas ante pequeños estímulos.
Impacto en la autoestima y la integración social, ya que estos niños
suelen ser rechazados por sus pares y pueden ser objeto de bullying.
Además, el trastorno tiene un fuerte componente genético, con mayor
prevalencia en varones, y puede verse influenciado por factores ambientales
como la prematurez, el bajo peso al nacer o la exposición prenatal a sustancias
como el tabaco y el alcohol.
Estrategias pedagógicas para el aula
La especialista destaca una serie de estrategias basadas en la neurociencia
para mejorar la enseñanza de niños con TDAH y reducir el impacto de sus
dificultades en el aprendizaje:
Instrucción directa y apoyo de un tutor: Es recomendable el trabajo
"cuerpo a cuerpo", con explicaciones claras y contacto visual. También
se sugiere asignar un compañero tutor que ayude al niño a organizarse.
Fragmentación de tareas y retroalimentación inmediata: Las
actividades deben dividirse en pequeños pasos con corrección en el
momento para mejorar la comprensión y mantener la motivación.
Uso de claves visuales y paraverbales: Esquemas, dibujos, códigos
de colores y normas claras ayudan a reforzar la comprensión y evitar la
sobrecarga verbal.
Adaptación del ritmo de trabajo: Se debe respetar el tiempo que cada
niño necesita para completar tareas, proporcionando relojes de arena o
timers para ayudarlo a percibir el paso del tiempo.
Espacios de movimiento controlado: Permitir pausas activas para
liberar energía y evitar conductas disruptivas.
Evaluaciones personalizadas: Adaptar el formato de las evaluaciones
para evitar experiencias de fracaso constante, combinando exámenes
escritos con evaluaciones orales cuando sea necesario.
Ambiente de aula estructurado y sin distractores: Es recomendable
reducir la contaminación visual y auditiva en el aula para favorecer la
concentración.
Enfoque emocional y relacional
Además de los aspectos académicos, la especialista enfatiza la importancia del
apoyo emocional en el aula:
Se debe evitar reforzar conductas negativas con sanciones constantes y,
en su lugar, reconocer los logros del niño para activar el circuito de la
dopamina y mejorar su motivación.
Es crucial fomentar la autoestima y la autorregulación emocional,
evitando exponer al niño frente a sus compañeros o generar
experiencias repetidas de fracaso.
Se recomienda mantener una comunicación efectiva con la familia,
realizando reuniones periódicas para trabajar en conjunto en la mejora
del abordaje pedagógico.
El TDAH es una condición que impacta significativamente en la educación, por
lo que requiere estrategias de enseñanza basadas en la neurociencia y un
enfoque pedagógico flexible. Comprender que estos niños no eligen distraerse
o comportarse de manera disruptiva, sino que enfrentan dificultades reales en
su autorregulación, permite diseñar entornos de aprendizaje más inclusivos y
efectivos.
El rol del docente es clave en este proceso, ya que mediante adaptaciones
metodológicas y un ambiente emocionalmente seguro, se puede lograr que los
estudiantes con TDAH desarrollen su máximo potencial y se integren de
manera positiva en la comunidad escolar.